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Capítulo 13. Escleritis infecciosas 309 Capítulo 13 ESCLERITIS INFECCIOSAS Maite Sáinz de la Maza Serra INTRODUCCIÓN La inflamación escleral o escleritis es una enfer- medad potencialmente destructiva que puede cur- sar con dolor grave, con disminución de la agudeza visual, e incluso, en algunos casos, con perforación del globo ocular. Aunque la etiología autoinmune es la posibilidad más frecuente en el diagnóstico diferencial de una escleritis, la etiología infecciosa puede aparecer en el 4-18% de los casos (1-3). Las razones por las cua- les la escleritis causada por una infección es mucho menos frecuente que la escleritis causada por otras etiologías son el escaso aporte vascular y el denso entrelazado de las fibras de colágeno de la esclera, lo cual hace que el microorganismo tenga grandes dificultades en llegar y penetrar dicha estructura. Lo opuesto también es verdadero: si existe una escle- ritis infecciosa los microorganismos implicados son muy difíciles de eliminar por encontrarse en una zona difícil de acceder para los agentes antiinfecciosos. La diferenciación entre una escleritis infecciosa y una autoinmune es extremadamente importante puesto que mientras el aspecto clínico de ambas puede ser idéntico, su tratamiento varía por com- pleto: la escleritis infecciosa se trata con una terapia antimicrobiana específica mientras que la escleritis autoinmune se trata, a menudo, con corticoides u otro tipo de inmunosupresores o fármacos biológi- cos absolutamente contraindicados en la escleritis infecciosa (4). La escleritis infecciosa puede estar causada por múltiples microorganismos, incluidos las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos (tabla 1). Estos microorganismos pueden infectar la esclera de dos maneras. La primera, a partir de un foco exógeno, es la más frecuente e incluye los casos postraumá- ticos o postquirúrgicos, así como la extensión de una infección ocular de estructuras adyacentes. Es- tas infecciones exógenas suelen ser agudas y a me- nudo cursan con secreción mucopurulenta. Menos común es la manera de infectar la esclera a partir de un foco endógeno, como por ejemplo a par- Tabla 1. Clasificación de los microorganismos cau- santes de escleritis infecciosa Bacterias • Cocos gram-positivos • Bacilos gram-negativos • Cocobacilos gram-negativos • Micobacterias Micobacterias no tuberculosas Mycobacterium tuberculosis • Espiroquetas Treponema pallidum Borrelia burgdorferi • Actinomicetos Nocardia asteroides Hongos • Hongos filamentosos • Hongos dimórficos Virus • Virus varicela-zóster • Virus del herpes simple tipo 1 Parásitos • Protozoos Acanthamoeba Toxoplasma gondii • Helmintos Toxocara canis Capítulo 13. Escleritis infecciosas 310 tir de una infección sistémica tal como la sífilis o la toxocariasis. Estas infecciones endógenas no se diferencian clínicamente de las escleritis autoinmu- nes. La escleritis infecciosa, tanto exógena como endógena, puede estar causada por invasión direc- ta del microorganismo o por la respuesta inmune inducida por éste. ENFOQUE CLÍNICO Para detectar una escleritis infecciosa es necesa- rio proceder a un enfoque clínico específico que se compone de cuatro fases (tabla 2). La primera fase consiste en la investigación de la enfermedad, la segunda en la realización de las pruebas necesarias para confirmar las sospechas diagnósticas, la terce- ra en la decisión sobre si realizar o no una biopsia ti- sular, y la cuarta en la realización del tratamiento es- pecífico. Vamos a analizar cada una de estas fases. InvestIgacIón de la enfermedad Dentro de esta fase destaca por su importancia el estudio de los antecedentes personales, tanto qui- rúrgicos como médicos. Un traumatismo accidental, especialmente si hay contacto con materia vegetal o animal puede facilitar la introducción de microor- ganismos directamente en la esclera. Ciertos proce- dimientos quirúrgicos oculares tales como la cirugía del pterigium, la cirugía del desprendimiento de re- tina, la cirugía del estrabismo, la trabeculectomía, y menos frecuentemente, la cirugía de catarata con o sin queratoplastia, la vitrectomía y la inyección sub- tenoniana de triamcinolona pueden predisponer a la escleritis infecciosa (5-8). La cirugía del pterigión es el procedimiento quirúrgico más frecuentemente implicado en la escleritis infecciosa (fig. 1); aunque no es un prerrequisito, la aplicación de irradiación b, mitomicina C o de excesiva cauterización, puede destruir permanentemente el tejido y los vasos que nutren la conjuntiva y la epiesclera aumentando la susceptibilidad a la infección (7). Estas infecciones postquirúrgicas pueden aparecer desde días a años después de la cirugía. El uso de lentes de contacto, el uso crónico de medicaciones tópicas (antiinfla- matorios, antiglaucomatosos), la existencia de en- fermedades debilitantes sistémicas (SIDA, diabetes mellitus o neoplasias), o enfermedades debilitantes oculares (queratitis recurrente causada por virus del herpes simple o virus varicela-zóster) y la utilización de quimioterapia pueden también facilitar la escle- ritis infecciosa. exploracIón clínIca El aspecto clínico característico de la escleritis infecciosa exógena es de una úlcera escleral con abscesos satélites unifocales o multifocales, secre- ción mucopurulenta, placas calcificadas, inflama- ción del segmento anterior y necrosis escleral pro- gresiva. Los abscesos esclerales tienen el aspecto de nódulos amarillentos debajo de una conjuntiva intacta y suelen encontrarse en las zonas superiores e inferiores a 3-4 mm del limbo (fig. 2). Las placas calcificadas se encuentran en la base de las úlceras esclerales. Debido a que la escleritis necrotizante es la forma más frecuente de presentación de la escleritis infecciosa, la etiología infecciosa debe Figura 1. Escleritis necrotizante y queratitis por infección por Streptococcus pneumoniae después de la cirugía de pterigión con mitomicina C. Tabla 2. Enfoque clínico en la escleritis infecciosa 1. Investigación de la enfermedad 1.1. Historia de la enfermedad actual 1.2. Antecedentes personales a. Trauma b. Cirugía ocular c. Uso de lentes de contacto d. Uso crónico de medicaciones tópicas e. Enfermedades sistémicas debilitantes f. Enfermedades oculares debilitantes g. Quimioterapia 1.3. Interrogatorio por aparatos 1.4. Exploración clínica 2. Pruebas complementarias 3. Biopsia ocular (sólo si es necesaria) 4. Tratamiento Capítulo 13. Escleritis infecciosas 311 sospecharse en casos de necrosis escleral progresi- va con secreción mucopurulenta. Sin embargo, en muchos casos, el aspecto puede ser similar al de la escleritis no infecciosa. El aspecto clínico de la escleritis infecciosa en- dógena es idéntico al de la escleritis no infecciosa, por lo cual es esencial la realización de una historia clínica detallada con interrogatorio por aparatos y pruebas complementarias. pruebas complementarIas Si se sospecha una escleritis infecciosa exóge- na deben realizarse raspados para tinciones (Gram y Giemsa), cultivos (agar sangre, agar chocolate, agar de Sabouraud y caldo de tioglicolato) y PCR de la conjuntiva que cubre la esclera afectada y de la córnea si es que ésta está afectada (fig. 3). La te- rapia antimicrobiana fortificada de amplio espectro según los resultados de las tinciones debe iniciar- se lo antes posible. Si se sospecha una infección por micobacterias se debe utilizar la tinción de Zie- hl-Neelsen y el cultivo de Löwenstein-Jensen. Si la sospecha es una infección por Acanthamoeba se debe utilizar la tinción de blanco de calcoflúor y el cultivo en agar no-nutritivo de Escherichia coli. Si se sospecha una escleritis infecciosa endóge- na deben pedirse serologías y/o cultivos y/o PCR de líquidos tisulares, así como otras pruebas nece- sarias tales como radiografías, tomografías axiales computerizadas, resonancias magnéticas nuclea- res, pruebas intradérmicas o biopsias detejidos o líquidos extraoculares. Recientemente, los métodos de diagnóstico molecular han mejorado la detección de los mi- croorganismos en los cultivos; entre ellos destacan la PCR multiplex o el BRiSK (biome representational in silico karyotiping) (9). La ecografía permite visua- lizar los desprendimientos retinianos o coroideos asociados a la escleritis infecciosa. La tomografía de coherencia óptica (OCT) permite la visualización de opacidades vítreas o depósitos subretinianos que pueden representar macrófagos de lipofucsina en escleritis infecciosa (10). bIopsIa ocular Si la infección escleral sigue siendo la principal sospecha, pero las tinciones y los cultivos son ne- gativos a las 48 horas y el paciente no mejora a pesar de la terapia antimicrobiana de amplio es- pectro, debe realizarse una biopsia escleral o cor- neoescleral. Dicha biopsia incluye la disección de la conjuntiva, cápsula de Tenon y tejido epiescle- ral bajo el microscopio operatorio. Si se requiere tejido corneal se debe trepanar la córnea afecta- da hasta la profundidad deseada y realizar una di- sección lamelar. El tejido biopsiado debe dividirse en tres partes: la primera debe enviarse al depar- tamento de microbiología para homogeneización del material y posterior cultivo y/o PCR y/o BRiSK; la segunda debe enviarse al departamento de ana- tomía patológica para histopatología con tinciones especiales (PAS, plata de metenamina de Gomori, Ziehl-Neelsen, blanco de calcoflúor, etc.); la terce- ra al departamento de inmunología para tinciones con anticuerpos monoclonales mediante técnicas de inmunofluorescencia (4). Si a pesar de todo el microorganismo no puede ser aislado y el paciente continúa empeorando a pesar de la terapia antimicrobiana de amplio es- pectro, deben realizarse procedimientos quirúrgi- Figura 2. Absceso escleral y escleritis necrotizante por in- fección por Nocardia asteroides tras traumatismo con ma- teria vegetal. Figura 3. Nocardia asteroides: ramificaciones característi- cas. Correspondiente al paciente de la figura 2. Capítulo 13. Escleritis infecciosas 312 cos más amplios con propósitos de aislamiento y terapéuticos; entre ellos destacan la disección es- cleral amplia con trasplante de esclera (o de fascia lata con membrana amniótica) asociado o no a la queratoplastia lamelar o penetrante si la córnea también está afectada. tratamIento Según los resultados de las tinciones de Gram y Giemsa debe iniciarse la terapia antimicrobiana agresiva y prolongada vía tópica (fármacos fortifica- dos), vía subconjuntival y vía sistémica. Tan pronto como el microorganismo sea aislado en el cultivo, el tratamiento debe adecuarse según los resulta- dos del antibiograma. Los fármacos endovenosos serán necesarios en caso de escleroqueratitis. El lavado subpalpebral con irrigación continua puede mejorar la penetración escleral. Los corticoides tópicos no deben utilizarse en la terapia inicial de la escleritis o escleroqueratitis infecciosa pero pueden ser beneficiosos después de varios días de tratamiento si la infección se ha logrado controlar, y si el microorganismo no es un hongo o Pseudomonas aeruginosa; esto último es debido a que en estos casos el corticoide puede fa- vorecer la persistencia y progresión de la infección. En algunos casos si la necrosis es muy importan- te, la progresión es muy rápida o aparecen abscesos multifocales refractarios al tratamiento médico, debe efectuarse un desbridamiento quirúrgico para rese- car el tejido necrótico y favorecer la penetración de los fármacos. Intraoperatoriamente el área necrótica suele ser mayor que la detectada clínicamente con la lámpara de hendidura y a menudo hay lesiones tunelizadas y pequeños bolsillos dentro del absceso que requieren un desbridamiento amplio. Se reco- mienda la irrigación de la zona con antimicrobianos. En ocasiones serán necesarios varios desbridamien- tos. Tras todo ello, pueden realizarse trasplantes de esclera o de córnea con fines tectónicos (tabla 3). ESCLERITIS BACTERIANA esclerItIs causada por bacIlos gramnegatIvos, cocos gramposItIvos y cocobacIlos gramnegatIvos El bacilo gramnegativo Pseudomonas aerugino- sa es la causa más común de la escleritis infeccio- sa exógena en países occidentales, mientras que la infección fúngica es más prevalente en países tropicales tales como India (5-8,11-15). Ello puede deberse a las diferencias en el clima y en la exposi- ción medioambiental. La escleritis por Pseudomo- nas aeruginosa suele ser el resultado de la exten- sión escleral de una infección corneal primaria en un individuo inmunodeprimido, aunque también puede ocurrir tras la escisión de un pterigión, es- pecialmente si la zona quirúrgica es tratada con mitomicina C o con irradiación b, la esclera desnu- da debido a la falta de recubrimiento conjuntival predispone a la infección. La escleritis por Pseu- domonas aeruginosa se caracteriza por un dolor moderado-grave, inflamación palpebral, proptosis, enrojecimiento, lagrimeo y fotofobia. La conjuntiva aparece muy inyectada, a veces incluso quemótica, y con secreción purulenta mínima o moderada. Se produce una ulceración conjuntival y escleral pero la necrosis escleral está «escondida» por detrás de la conjuntiva inyectada. A veces, pueden formarse abscesos esclerales que pueden localizarse lejos de la infección primaria. El diagnóstico se puede retrasar o se puede confundir por una escleritis au- toinmune si el cultivo de la superficie ocular resulta negativo, especialmente si ha habido tratamiento antibiótico previo. El paciente puede ser enton- ces erróneamente tratado con corticoides u otros agentes inmunosupresores, los cuales empeorarán todavía más el proceso. Por lo tanto, si existe sos- pecha de una escleritis infecciosa incluso con un cultivo negativo, debe realizarse una biopsia es- cleral. El diagnóstico es más fácil si la córnea está afectada pero incluso si éste se hace rápidamente, el pronóstico puede no ser bueno por la persisten- cia de los microorganismos a pesar del tratamiento antibiótico intenso y por la posible perforación es- cleral en el lugar de la necrosis. Otro bacilo gramnegativo que puede causar una escleritis infecciosa es la Stenotrophomonas maltophilia. Se han descrito casos después de trau- matismos accidentales o cirugías oculares así como a partir de una infección corneal adyacente (15-19). Se considera menos virulenta que la P. aeruginosa. En ocasiones aparece con otros organismos que causan queratitis o endoftalmitis, posiblemente de- bido a su baja virulencia (18,20). La progresión es relativamente lenta pero es extremadamente resis- tente por lo cual se necesita un tratamiento prolon- gado y un seguimiento muy estrecho incluso tras su control por la posibilidad de recurrencias. La escleritis causada por el coco grampositivo Streptococcus pneumoniae también puede apare- cer como resultado de la extensión de una infec- ción inicialmente corneal (21), o tras la resección de un pterigión (fig. 1), especialmente si la zona Capítulo 13. Escleritis infecciosas 313 Tabla 3. Esquema del planteamiento terapéutico en escleritis infecciosas • En cuanto el microorganismo es aislado el tratamiento deberá adecuarse según el antibiograma. • Corticoides tópicos pueden ser beneficiosos en algunos casos después de varios días de tratamiento cuando la infección se ha logrado controlar (No utilizar en la terapia inicial). • No utilizar corticoides tópicos en escleritis infecciosa por hongos o Pseudomonas. Bacilos gram-negativos Cocos gram-positivos • Tópico: Ceftazidima 5% col. + Tobramicina 1,5 % col. o Ceftazidima 5% col. + Ciprofloxacino 0,3% col. + • Sistémico: Tobramicina 1 mg/kg/8 h i.v. o ceftazidima 1-2 g/8 h i.v. o ciprofloxacino 500-750 mg/12 h v.o. +/- • Resección conjuntival: facilita penetración de medicación. • Tópico: Cefazolina 5% col. + Tobramicina 1,5 % col. o Cefazolina 5% col. + Moxifloxacino 0,5% col. o Linezolid0,2 % col. + Tobramicina 1,5 % col. + • Sistémico: Cefazolina 0,5-1 g/8 h. i.v. +/- • Resección conjuntival: facilita penetración de medicación. Haemophilus influenzae Nocardia asteroides • Tópico: Ciprofloxacino 0,3% col. + • Sistémico: Ceftriaxona 1-2 g c/24h i.v. • Tratamiento tópico + sistémico: 1) Amikacina 2,5% colirio + Amikacina i.v. ó Trimetoprim – sulfametoxazol v.o. o 2) Trimetoprim 1,6% - sulfametoxazol 8% colirio + Trimetoprim –sulfametoxazol v.o. + • Desbridamiento quirúrgico. (Nocardia es muy sensible in vitro al linezolid, y podría ser utilizado tanto tópicamente como vía oral como tratamiento coadyuvante en el manejo de escleritis por Nocardia, aunque todavía no existen datos clínicos). Borrelia burgdorferi • Sistémico: – Doxiciclina 100 mg, v.o., cada 12 horas, durante 14-21 días (enfermedad temprana, incluyendo uveítis, queratitis o parálisis VII par aislada). – Ceftriaxona i.v. 2 g c/24h durante 14 -28 días (signos neuro-oftálmicos o infección recurrente/persistente). + • Esteroides tópicos. Micobacterias no tuberculosas Acanthamoeba • Tópico: Asociación de dos o tres colirios: – amikacina 4% + – moxifloxacino 0,5% +/- – azitromicina o claritromicina – o linezolid 0,2% + • Sistémico (durante 6 meses): Doxiciclina 100 mg c/12 h v.o. o claritromicina 500 mg c/12 h v.o. (o rifampicina). • Tópicos: PHMB 0,02% col. o Clorhexidina 0,02% col. + Hexamidina 0,1% col. o propamidina 0,1% col. +/- • Sistémico: Voriconazol v.o. + • AINEs, esteroides u otros inmunosupresores sistémicos. Mycobacterium tuberculosis Hongos filamentosos • Sistémico (durante 6 meses mínimo): – Isoniazida v.o. 300 mg/día + – Rifampicina v.o. 600 mg/día + – Etambutol v.o. 1000 mg/día + (sólo 2 primeros meses) – Pirazinamida v.o. 2000 mg/día. (sólo 2 primeros meses) +/- • Antinflamatorios y/o corticoides sistémicos. • Tópico: Natamicina 5% col. + • Sistémico: Voriconazol v.o. 200 mg c/12h. o Caspofungina i.v. 50 mg c/24 h • Desbridamientos quirúrgicos (repetidos). (Caspofungina sólo útil en Candida y Aspergillus). Treponema pallidum Virus varicela-zóster • Sistémico: – Penicilina G benzatina 2,4 millones UI I.M. en dosis única (sífilis primaria, secundaria o latente precoz). – Penicilina G benzatina 2,4 millones UI I.M./semana, durante 3 semanas (sífilis latente tardía, terciaria, de duración desconocida). – Penicilina G sódica 3-4 millones UI I.V. c/4h, durante 10-14 días (neurosífilis y sífilis oftálmica). +/- • Prednisona oral (escleritis). • Sistémico: Aciclovir 800 mg, 5 veces al día v.o. 7-10 días, seguido de aciclovir 400 mg, 5 veces al día v.o. hasta mejoría + Prednisona 0,5 - 1 mg/kg/día v.o. +/- • Si escleritis necrotizante: inmunosupresores sistémicos. Capítulo 13. Escleritis infecciosas 314 quirúrgica ha sido tratada con irradiación b o con mitomicina C (2,3,22,23). La escleritis por Staphylococcus aureus (21,24,25), Staphylococcus epidermidis (21), Proteus spp (26), Serratia marcescens (7), Enterobacter cloacae (7,15), Propionibacterium acnes (7,15) y Coryne- bacterium diphtheriae (5), también han sido descri- tos en la literatura. La escleritis por el cocobacilo gramnegativo Haemophilus influenzae (7) aparece esporádica- mente como abscesos nodulares asociados a áreas de necrosis escleral (7,15). La escleritis bacteriana es difícil de tratar y a menudo deja secuelas que comprometen la visión del paciente. El denso entrelazado de las fibras de colágeno de la esclera hace que los antibióticos penetren con dificultad en el tejido. Las secuelas consisten en leucomas corneales, catarata, des- prendimiento retiniano exudativo, efusión coroi- dea, glaucoma de ángulo cerrado secundario con atrofia óptica, endoftalmitis y ptisis bulbi, todas ellas responsables de la disminución de visión. Una agudeza visual baja en el momento del inicio (me- nos de cuenta dedos a 1 m) se relaciona con un mal resultado visual al final del proceso (14). El pronós- tico de la escleritis bacteriana es mejor que el de la escleroqueratitis bacteriana (21). Existe discrepan- cia con respecto al efecto del desbridamiento qui- rúrgico; mientras algunos piensan que disminuye el tiempo de tratamiento y mejora la agudeza visual (13,27), otros piensan que a pesar de su realización, el 50% de los pacientes no consiguen una agudeza visual funcional (7). El diagnóstico y el tratamiento precoz son esenciales para evitar las secuelas que comprometan la agudeza visual del paciente. esclerItIs causada por mIcobacterIas Aunque la escleritis y la epiescleritis son rara- mente causadas por el Mycobacterium tuberculo- sis, el número de casos causados por las micobac- terias no tuberculosas ha aumentado en las últimas décadas debido al aumento de pacientes inmuno- deprimidos (5,7,15,21,28-30). Escleritis causada por micobacterias no tuberculosas Las micobacterias no tuberculosas tales como Mycobacterium chelonae, Mycobacterium marinum, Mycobacterium fortuitum o Mycobacterium gor- donae pueden infectar la esclera tras la extensión de una queratitis grave (21) o tras procedimientos quirúrgicos, y se caracterizan por lesiones nodulares o necrotizantes lentamente progresivas, en ocasio- nes con cierta secreción mucopurulenta, que sue- len cursar durante varios meses. El microorganismo más común es el Mycobacterium chelonae (30), una micobacteria de crecimiento rápido (Runyon grupo IV) que está relacionada con los procedimientos qui- rúrgicos menores realizados en la consulta, o con los abscesos tras inyecciones intramusculares en individuos inmunodeprimidos. El período de incu- bación varía entre 1 a 3 semanas y las manifestacio- nes clínicas aparecen al cabo de 4 a 6 semanas. Los abscesos piogénicos van formando áreas inflamadas subagudas o crónicas, en ocasiones formando inclu- so úlceras o fístulas. Otro microorganismo que pue- de infectar la esclera es el Mycobacterium marinum (29), una micobacteria de crecimiento lento (Runyon grupo I) que está relacionada con granulomas de la piel por agua contaminada de las piscinas, los acua- rios u otros contenedores de agua. La tinción de Ziehl-Neelsen demuestra la pre- sencia de los bacilos ácido-alcohol resistentes y el cultivo de Löwenstein-Jensen a 30º C (poco creci- miento a 37º C), a diferencia de las tinciones y los cultivos estándar, consigue el aislamiento de estas micobacterias procedentes de la esclera o de la cór- nea. Debido a que el cultivo de Löwenstein-Jensen requiere de varias semanas para su positividad, la detección de los bacilos en la tinción de Ziehl-Ne- elsen es suficiente para el diagnóstico y permite la instauración del tratamiento correspondiente. De todas maneras, se ha de tener en cuenta que la posibilidad de un cultivo positivo es baja, siendo a menudo necesario repetir la toma de muestra en varias ocasiones. La prueba intradérmica de la tu- berculina (PPD) suele dar positiva en las infecciones por micobacterias atípicas. El tratamiento incluye la rifampicina, claritromicina, amikacina, moxifloxaci- no y doxiciclina en combinación y debe durar de 1 a 6 meses después de la resolución de la escleritis o escleroqueratitis (tabla 3). Escleritis causada por Mycobacterium tuberculosis La tuberculosis, considerada en el pasado como una causa frecuente de escleritis, es en la actuali- dad muy rara. La incidencia de escleritis en un sana- torio tuberculoso entre 1940 y 1966 fue de 0,04% (31) y la incidencia de tuberculosis en pacientes con escleritis fue de 1,92% en 1976 (1). La escleritis tuberculosa suele aparecer en el contexto de una Capítulo 13. Escleritis infecciosas 315 infección sistémica endógena a partir de una dise- minación hematógena miliar de una tuberculosis pulmonar (26,32). El aspecto clínico es de nódulos esclerales aislados o múltiples que sin tratamiento pueden progresar hacia escleritis necrotizante. La escleritis causada por Mycobacterium tuberculosistambién puede aparecer como infección ocular ais- lada ya sea endógena (33) o exógena después de un traumatismo escleral (34), o como resultado de la extensión de la infección en los tejidos adyacentes tales como la córnea, la conjuntiva o el iris. El My- cobacterium tuberculosis puede detectarse a partir de esputo, orina, tejido ocular u otros líquidos del organismo con la tinción de Ziehl-Neelsen (presen- cia de los bacilos ácido-alcohol resistentes), con el cultivo de Löwenstein-Jensen o con PCR (26,35,36). Ésta última con una sensibilidad superior al 70% y una especificidad del 99% cuando se realiza sobre una muestra directa. La prueba intradérmica de la tuberculina (PPD) y los »interferon-gamma release assays» (IGRAs) en sangre tales como el QuantiFE- RON-TB Gold y T-SPOT.TB son de gran ayuda para el diagnóstico de infección tuberculosa latente. El QuantiFERON-TB Gold permite diferenciar los in- dividuos infectados por M. tuberculosis de aquellos sensibilizados por la vacuna BCG o por la mayoría de las micobacterias ambientales. Si el resultado es superior a 0,35 se considera positivo, y si es inferior negativo. En pacientes en los que interese mucho descartar infección tuberculosa, se debe realizar primero una de estas pruebas (PPD o IGRA) y si es negativa recurrir a la otra. Si cualquiera de estas dos pruebas es positiva se acepta el diagnóstico de infección tuberculosa latente. El tratamiento de la enfermedad tuberculosa queda resumido en la tabla 3. La escleritis tuberculosa también puede evo- lucionar hacia escleritis autoinmune inducida por las proteínas del Mycobacterium tuberculosis y presentarse como una escleritis difusa o nodular. En ese caso, además de la terapia antituberculo- sa también deberán asociarse antiinflamatorios no esteroideos sistémicos. En casos resistentes o si la agudeza visual está amenazada (por ejemplo, en escleritis posterior), deberán asociarse esteroides o incluso inmunosupresores sistémicos. esclerItIs causada por espIroquetas Las espiroquetas que causan más frecuente- mente una escleritis son el Treponema pallidum y la Borrelia burgdorferi, agentes etiológicos de la sífilis y de la enfermedad de Lyme, respectivamente. Los antecedentes personales, la revisión por aparatos y los análisis de laboratorio son muy importantes para el diagnóstico. Escleritis causada por Treponema pallidum La escleritis sifilítica es muy poco frecuente. La incidencia de sífilis en pacientes con escleritis es 2,89% (1). A veces, la escleritis puede ser la primera manifestación de la enfermedad (37,38). La sífilis es una enfermedad infecciosa sistémi- ca producida por Treponema pallidum. En el año 2014, en España se declararon 3.576 casos (8 sífilis congénitas) con una tasa de 7,69 casos por 100.000 habitantes. El colectivo más afectado es el de hom- bres que tienen sexo con hombres. La sífilis primaria se caracteriza por la presencia de una úlcera abierta e indolora (llamada chancro) en los genitales, la piel o el recto, que suele cu- rar en 3 a 6 semanas, acompañada de adenopa- tías regionales. A las 3-6 semanas se desarrolla la sífilis secundaria, caracterizada por espiroquetemia y manifestaciones cutáneas, característicamente un exantema no pruriginoso que afecta frecuente- mente a palmas y plantas. En la sífilis latente no hay manifestaciones clínicas y puede perdurar en el tiempo. Un 30-40% de los no tratados pueden desarrollar sífilis terciaria, que puede ser mucocu- tánea (gomas), ósea, cardiovascular o neurológica (neurosífilis), si bien esta última puede aparecer en cualquier periodo de la infección. La escleritis es infrecuente en el estadio primario pero puede ocurrir en el estadio secundario o ter- ciario, o en la sífilis congénita. Por lo tanto, la pato- génesis de la escleritis sifilítica se basa en la invasión directa del Treponema pallidum (sífilis secundaria) o en la respuesta autoinmune a sus productos meta- bólicos (sífilis terciaria o congénita). La inflamación puede estar localizada en la esclera o puede aso- ciarse a una uveítis posterior y/o anterior (39,40). Durante la sífilis secundaria, la escleritis aparece al mismo tiempo o después del inicio de la erup- ción dérmica y suele estar localizada cerca del lim- bo esclerocorneal. En ocasiones, el edema limbar cubre el margen corneal. Durante la sífilis terciaria la escleritis suele ser de inicio lento, de cualquier forma clínica (anterior o posterior), y a menudo recurrente. Ocasionalmente puede asociarse a una queratitis intersticial, la cual puede aparecer de 5 meses a 10 años después de la infección primaria. Suele ser unilateral, localizada en el sector superior, y caracterizada por opacida- des estromales de pequeño tamaño, edema en- Capítulo 13. Escleritis infecciosas 316 dotelial moderado y precipitados queráticos. Las opacidades estromales pueden juntarse y afectar a amplias zonas de la córnea. Posteriormente puede existir una neovascularización a nivel del estroma corneal profundo; cuando la inflamación regresa, el flujo vascular disminuye y deja los vasos «vacíos», de ahí el nombre de «vasos fantasmas». La escleritis asociada a la sífilis congénita apare- ce muchos años después del cuadro característico y suele ser de larga duración, moderada gravedad, anterior difusa o posterior, y resistente al tratamien- to. La queratitis intersticial suele comenzar entre los 5 y 20 años y puede reaparecer al mismo tiempo que la escleritis. Puede llegar a ser bilateral y es más grave y difusa que la queratitis intersticial que aparece en la sífilis terciaria. El diagnóstico habitualmente es indirecto, me- diante serología. En algunos laboratorios puede realizarse el diagnóstico directo (campo oscuro o PCR), lo que permite el diagnóstico inmediato. La microscopía de campo oscuro permite la visualiza- ción de treponemas vivos en el fluido procedente de muestras exudativas de piel, mucosas, aspira- dos ganglionares u otras muestras. No son válidas muestras hemáticas ni de origen oral o anal. Las técnicas de PCR se pueden realizar también en le- siones orales, tienen una sensibilidad en lesiones exudativas del 70-95%, pero no se puede realizar en sangre. Es útil en lesiones sospechosas de indi- viduos serológicamente no reactivos. El diagnóstico habitualmente es indirecto, me- diante serología. Los pacientes tienen la serología luética (pruebas no treponémicas: VDRL, RPR; prue- bas treponémicas: TPHA, FTA-ABS, EIA, quimiolu- miniscencia o CLIA) positiva. Las pruebas no tre- ponémicas tardan unas 6 semanas en seroconvertir y pueden ser negativas en presencia de chancro. Estas pruebas reflejan la actividad de la infección y permiten hacer un seguimiento de la respuesta al tratamiento. Son pruebas sensibles pero presentan falsos positivos estimados en aproximadamente el 1% de los casos. Las pruebas treponémicas son técnicas cualitativas, más específicas y precoces que las no treponémicas y permanecen positivas de por vida incluso en infecciones tratadas. El se- guimiento de la respuesta al tratamiento se realiza mediante la monitorización del título de VDRL/RPR. Los pacientes suelen responder a la penicilina sistémica u otros antibióticos apropiados (2,39-41). La penicilina es el tratamiento de elección en todos los estadios de la sífilis, si bien el tipo de penicilina, la dosis y la duración dependen del estadio de la sífilis. En la tabla 3 se presentan las diferentes reco- mendaciones terapéuticas para el tratamiento. La detección de manifestaciones oculares, in- cluida la escleritis en la sífilis terciaria requiere des- cartar la posibilidad de neurosífilis a través de un estudio de líquido cefalorraquídeo (células, proteí- nas, VDRL) (40). Debido a que la sífilis ocular pue- de ocurrir concomitantemente con la infección por VIH, todos los pacientes con escleritis sifilítica de- ben ser estudiados para VIH y viceversa (39,40). Escleritis causada por Borrelia burgdorferi La escleritis, tanto anteriorcomo posterior (25,42), puede ocurrir en la enfermedad de Lyme, causada por Borrelia burgdorferi, aunque es muy poco frecuente. En su patogénesis está implicada la invasión directa de la bacteria o la respuesta au- toinmune a sus productos metabólicos. El ELISA es la prueba más sensible y específica con la IgM aumentada al inicio y la IgG aumentada de forma tardía. Otras manifestaciones oculares incluyen manifestaciones neuroftalmológicas tales como la afectación del tercer, sexto y séptimo nervios cra- neales, nervio óptico (neuritis óptica), retina (hemo- rragias retinianas, desprendimientos retinianos exu- dativos, edema macular cistoide), uveítis posterior y anterior, queratitis estromal, conjuntivitis y blefa- ritis (43). La enfermedad de Lyme debe ser consi- derada en el diagnóstico diferencial de la escleritis asociada a manifestaciones neuroftalmológicas. La doxiciclina oral y la ceftriaxona intravenosa son el tratamiento de elección según el estadio (tabla 3). esclerItIs causada por actInomIcetos La escleritis es una manifestación muy poco frecuente de la infección por actinomicetos. Los actinomicetos superficialmente se parecen a los hongos pero en realidad están relacionados con las bacterias. Pueden causar enfermedades, espe- cialmente en los pacientes inmunodeprimidos tales como los afectos de neoplasias y los tratados con inmunosupresores. En todo caso, el actinomiceto implicado en estos casos es la Nocardia asteroides causante de la nocardiosis. Escleritis causada por Nocardia asteroides El actinomiceto Nocardia asteroides es una bac- teria débilmente grampositiva y filamentosa que crece aeróbica y lentamente en muchos medios simples, y que forma parte de la microflora normal Capítulo 13. Escleritis infecciosas 317 de la tierra. Puede teñir con la tinción de ácido al- cohol-resistente. Se considera una infección opor- tunista que aparece en pacientes inmunodeprimi- dos o pacientes tras traumatismos, incluidos los quirúrgicos. Las manifestaciones oculares incluyen la escleritis, la conjuntivitis, la queratitis, la endof- talmitis y la afectación orbitaria (44). La escleritis por Nocardia asteroides, usualmente de tipo ne- crotizante, es una enfermedad muy poco común que, en ocasiones, aparece tras cirugía ocular u otro tipo de traumatismos con material contamina- do con tierra o materia vegetal (7,14). En la litera- tura podemos encontrar ejemplos tras tratamiento esteroideo sistémico crónico (4), tras implante de silicona en la cirugía del desprendimiento de retina (45), en un portador de lentes de contacto (46), tras una inyección de acetónido de triamcinolona sub- tenoniana (47), y tras exposición con material vege- tal (48) (fig. 2). La tinción de Gram demuestra los filamentos característicos y la tinción ácido-alcohol resistente 1% es positiva en el 63% de los casos (fig. 3) (48); ésta última junto con el hecho de que las hifas fragmentadas tienen un aspecto similar a las formas bacilares, puede llevar al diagnóstico erróneo de tuberculosis. Nocardia muestra una buena sensibilidad a amikacina y sulfonamidas, que siguen siendo los tratamientos de elección. Los estudios in vitro han demostrado una alta sensibilidad de Nocardia al linezolid, que podría ser un tratamiento suplemen- tario útil en casos refractarios (tabla 3) (48,49). Las fluoroquinolonas de cuarta generación pueden ser efectivas en casos resistentes (50). A pesar del tra- tamiento médico temprano y agresivo, los resulta- dos suelen ser pobres. El desbridamiento quirúrgi- co puede mejorar el pronóstico y se recomienda su uso en todos los casos de escleritis por Nocardia (48,51). ESCLERITIS FÚNGICA La infección fúngica de la esclera suele ser exógena. Sin embargo, también puede aparecer a partir de la diseminación de un foco endógeno (enfermedad fúngica sistémica), especialmente si el paciente padece alguna enfermedad sistémica debilitante tal como la diabetes o el SIDA, o es adicto a drogas intravenosas (52). La escleritis fún- gica aparece en zonas húmedas con altas tempe- raturas, generalmente tras traumatismos directos accidentales especialmente con materia vegetal (12,14,26). También son factores predisponentes los procedimientos quirúrgicos oculares (4,7,14) tales como la escisión del pterigium seguido de irradiación (53), la cirugía del desprendimiento de retina con implante de silicona (54), o la ciru- gía de catarata (55). También puede aparecer en el contexto de una panoftalmitis (56). Enfermeda- des oculares o sistémicas debilitantes, incluyendo la gammapatía monoclonal (57), el porte de lentes de contacto, la adicción narcótica intravenosa (58), o la utilización crónica de medicaciones tópicas, incluyendo los esteroides (4), son factores predis- ponentes. Se trata de una entidad poco común por lo cual es frecuente el retraso en el diagnóstico y, por tan- to, en el inicio del tratamiento. A menudo se re- quiere la biopsia escleral para la detección de los microorganismos, puesto que los hongos están en las capas profundas de la esclera. En la mayoría de los casos existe un intervalo de aproximadamente 2 meses entre el traumatismo y el inicio de la clí- nica. La forma clínica más común es la de necro- sis escleral lenta pero progresiva con supuración. El pronóstico es malo, no sólo por el retraso en el diagnóstico, sino también porque los antifúngicos penetran poco en la esclera. A menudo la córnea se afecta en el mismo episodio; en ese caso se pue- den observar los infiltrados estromales con bordes plumosos, las lesiones satélites, el hipopión o las placas endoteliales. Los hongos más frecuentemente implicados en una escleritis o escleroqueratitis son los hongos filamentosos del tipo Aspergillus (52,53,57-60). Otros hongos causantes de escleritis de manera esporádica son Fusarium, Acremonium (21) y Lasio- diplodia theobromae (56). Otros menos comunes son Scedosporium (7,61), Pseudallescheria boydii (62), Sporothrix schenckii (63), Paecilomyces (4,64), Penicillium (65) y Curvularia (7). El Rhinosporidium seeberi, organismo de posición taxonómica incier- ta, aunque más probablemente un hongo, puede también causar adelgazamiento escleral (66). Debe realizarse el diagnóstico definitivo antes de iniciar la terapia antifúngica puesto que otros microorganismos tales como Mycobacterium, Acanthamoeba o anaerobios pueden causar tam- bién una escleritis o escleroqueratitis. Tras ello, se debe iniciar una terapia agresiva y prolongada, tópica, subconjuntival y sistémica con fármacos antifúngicos. El resultado visual suele ser pobre, posiblemente por el retraso en el diagnóstico y la poca penetración de los antifúngicos en la esclera avascular. La natamicina tópica, el voriconazol oral y la caspofungina intravenosa además del desbri- damiento quirúrgico repetido de los abscesos es- clerales durante varios meses pueden ser efectivos Capítulo 13. Escleritis infecciosas 318 (58,60). Los esteroides están contraindicados en la escleritis o escleroqueratitis fúngica porque favore- cen el crecimiento de los hongos. ESCLERITIS VÍRICA La escleritis vírica aparece, ya sea de la invasión viral directa durante el curso de la infección sisté- mica, o ya sea de la respuesta autoinmune al vi- rus, meses después de la infección vírica. Los virus que más a menudo están implicados son el virus varicela-zóster (VVZ) y el virus herpes simple tipo 1 (VHS-1). La escleritis herpética es la causa infeccio- sa más frecuente de la escleritis (3,67). El herpes zóster es la causa infecciosa más fre- cuente de la escleritis (3,67). La prevalencia repor- tada de escleritis herpética varía entre 4,2 y 7,5% (68-70). Suele ser unilateral y puede ser difusa (figs. 4 y 5) o nodular, pero más frecuentemente es necrotizante (fig. 6) con progresión lenta que pue- de llegar a producir dolor grave, pérdida de visión y, en algunos casos, perforación ocular y pérdida del globo ocular. La escleritis durante el episodio agudo del herpeszóster oftálmico (7-15 días del inicio de la erupción dérmica) es fácil de diagnosti- car y puede ser anterior o posterior. Sin embargo, si ésta aparece meses después de dicho episodio viral, a menudo después de una cirugía ocular (me- canismo autoinmune), el diagnóstico es más difícil y requiere de una meticulosa historia de los ante- cedentes personales así como de una detallada exploración facial en busca de posibles lesiones cicatriciales frontales, cuero cabelludo o periocu- lares. El herpes zóster puede aparecer a cualquier edad, pero suele ser más frecuente en individuos mayores de 60 años. Los pacientes inmunodepri- midos tales como aquéllos con SIDA, trasplantes de órganos, cáncer o discrasias sanguíneas, tienen mayor riesgo de padecer dicha infección. La escle- ritis puede requerir meses para resolverse y, a me- nudo, cursa con extensas áreas de adelgazamiento que a veces obligan a la realización de homotras- plantes de esclera para preservar la integridad del globo ocular. Las recurrencias, no sólo en áreas afectadas previamente, pueden ser numerosas e incluso durar muchos años. La escleritis asociada al herpes zóster también puede cursar con afecta- ción corneal del tipo de queratitis estromal ya sea Figura 6. Escleritis necrotizante por infección por virus vari- cela-zóster en mujer de 77 años con antecedentes de her- pes zóster oftálmico. Figura 5. Escleritis difusa en un varón de 80 años con ante- cedentes de herpes zóster oftálmico. Figura 4. Escleritis difusa secundaria a infección por virus varicela-zóster en un varón de 60 años con antecedentes de herpes zóster oftálmico. Capítulo 13. Escleritis infecciosas 319 disciforme o necrotizante, que puede progresar a queratitis esclerosante o queratitis ulcerativa peri- férica (4,26). Ello puede dejar leucomas irreversi- bles (fig. 7). También puede cursar con afectación uveal del tipo de uveítis anterior con precipitados queráticos granulomatosos (fig. 8) (aunque a veces pueden ser no granulomatosos), atrofia de iris y/o trabeculitis (glaucoma). La disminución de la sensi- bilidad corneal así como la atrofia de iris son indica- dores de gran ayuda en el diagnóstico. La PCR de humor acuoso en el caso de escle- rouveítis o escleroqueratitis o la biopsia escleral para inmunofluorescencia con anticuerpos anti-VVZ o VHS-1 puede ser de ayuda en el diagnóstico (67,71). Debido a la gravedad de la escleritis asociada al herpes zóster es importante tratar con la terapia an- tivírica a todo paciente con herpes zóster oftálmico con inflamación escleral con el objeto de disminuir la población de virus que pueda más tarde partici- par en una reacción autoinmune. El diagnóstico y la terapia antivírica precoces son esenciales para pre- venir la pérdida de agudeza visual, tan frecuente en estos pacientes (tabla 3). ESCLERITIS PARASITARIA Los parásitos, especialmente los protozoos y los helmintos, deben incluirse en el diagnóstico di- ferencial de la escleritis infecciosa. Dentro de los protozoos, se debe considerar la Acanthamoeba y el Toxoplasma gondii; dentro de los helmintos, de- bemos incluir el Toxocara canis. esclerItIs causada por AcAnthAmoebA La Acanthamoeba es una ameba pequeña que existe en dos formas, una forma vulnerable, el tro- fozoíto infeccioso, y otra forma resistente, el quiste latente. Acanthamoeba puede encontrarse en la tierra, agua contaminada (agua destilada, agua del grifo, agua de la bañera, agua de los pozos, agua de las piscinas, lagos y mares), lentes de contacto (duras y blandas) y soluciones erróneamente uti- lizadas para la limpieza de las lentes de contacto (agua del grifo, saliva, agua de un pozo, etc.). La escleritis causada por Acanthamoeba puede ser el resultado de la extensión escleral de una infección corneal primaria (rara), o como reacción inmune en casos graves de queratitis por Acanthamoeba. Se cree que el 18,5% de los pacientes con infección corneal activa desarrollan afectación escleral (72) a través de un mecanismo autoinmune que tiene lugar en la esclera (73). La escleritis suele ser difusa aunque también puede ser nodular o necrotizante (fig. 9) (2,25). La queratitis se inicia con erosiones epiteliales punteadas o pseudodendríticas persis- tentes o recurrentes, que suelen avanzar hasta una queratitis estromal infiltrativa en forma de anillo. En ocasiones puede haber uveítis anterior con hipo- pión. El diagnóstico de la escleroqueratitis por Acan- thamoeba a menudo se realiza tardíamente debido a que se confunde erróneamente con la queratitis herpética. Sin embargo, incluso si la sospecha exis- te inicialmente, es difícil su confirmación a través de las tinciones de blanco de calcoflúor o plata de metenamina de Gomori, o a través de los cultivos Figura 8. Precipitados queráticos endoteliales granuloma- tosos en el paciente con escleritis difusa de la figura 5: es- clerouveítis por virus varicela-zóster. Figura 7. Leucomas corneales y precipitados queráticos endoteliales no granulomatosos en el paciente con escle- ritis difusa de la figura 4: escleroqueratouveítis por virus varicela-zóster. Capítulo 13. Escleritis infecciosas 320 de agar-no nutritivo de Escherichia coli. La PCR ha permitido mejorar el diagnóstico de queratitis por Acanthamoeba gracias a una mayor sensibilidad que las técnicas expuestas previamente y a su alta especificidad. El tratamiento con biguanidas tópicas (polihexa- metileno biguanida [(PHMB] al 0,02% o la clorhexi- dina al 0,02%) en monoterapia o en combinación con diamidinas (propamidina al 0,1% o hexamidina al 0,1%) conduce a un buen resultado en la mayoría de los casos cuando se instaura de forma precoz (antes de las 4 semanas de evolución). Sin embar- go, cuando el diagnóstico se realiza tardíamente es más frecuente la evolución posterior de la querati- tis a formas severas de la enfermedad, incluyendo abscesos, hipopión, glaucoma y escleritis, cuando el pronóstico es malo debido a la gran destrucción tisular asociada, al dolor muy intenso y a la falta de respuesta clínica a los agentes amebicidas aislados. En esos casos y debido a la patogenia autoinmune se debe asociar a la terapia antiamebiana, este- roides y/o inmunosupresores sistémicos para con- trolar la inflamación escleral (72). También pueden asociarse antifúngicos orales tales como el vorico- nazol. La queratoplastia penetrante puede ser ne- cesaria ocasionalmente para erradicar la queratitis activa persistente a pesar del tratamiento médico agresivo. esclerItIs causada por toxoplAsmA gondii Aunque la manifestación ocular más frecuente en la toxoplasmosis es la retinocoroiditis, de forma esporádica puede aparecer una escleritis (74,75). La escleritis en la toxoplasmosis, generalmente asociada a la retinocoroiditis, suele ser el resultado de la extensión escleral de la retinitis y la coroidi- tis, tanto por invasión directa del protozoo o por una reacción inmunológica contra sus productos. La clínica sugestiva y la serología ayudarán en el diagnóstico. La presencia de anticuerpos antitoxo- plasma IgM altos indica una infección reciente; sin embargo, la IgM negativa y la IgG positiva indica exposición previa. Cualquier paciente con escleritis y retinocoroiditis debe ser evaluado para descartar una toxoplasmosis. esclerItIs causada por toxocArA cAnis Aunque las manifestaciones oculares más fre- cuente en la toxocariasis son los granulomas reti- nianos, la escleritis puede aparecer ocasionalmente (26). El aspecto clínico y la serología antitoxocara pueden ser de ayuda en el diagnóstico. Cualquier paciente con escleritis y granuloma retiniano debe ser evaluado para descartar una toxocariasis. BIBLIOGRAFÍA 1. Watson PG, Hayreh SS. Scleritis and episcleritis. Br J Oph- thalmol 1976; 60: 163-191. 2. Sainz de la Maza M, Jabbur NS, Foster CS. Severity of scle- ritis and episcleritis. Ophthalmology 1994; 101: 389-396. 3. Sainz de la Maza M, Molina N, Gonzalez-Gonzalez LA, et al. 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