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RENACIMIENTO-ESPAÑA-ARQUITECTURA

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ARQUITECTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA: PLATERESCO, 
CLASICISMO PURISTA Y ESTILO HERRERIANO 
 
1. EL ESTILO PLATERESCO 
Durante casi todo el siglo XV, los artistas se mantuvieron fieles al estilo gótico en España y en casi toda 
Europa. Así pues, el interés por las novedades renacentistas llegadas desde Italia sólo comenzó a finales del 
siglo XV. 
Una de las mejores muestras del plateresco es la Fachada de la Universidad de Salamanca (1530) cuyo 
autor fue posiblemente Juan de Talavera. La fachada está dividida en tres cuerpos y encuadrada por pilastras 
que quedan suspendidas antes de descender hasta el suelo. El estilo plateresco se desarrolló durante el primer 
tercio del siglo XVI y es considerado el primer estilo arquitectónico renacentista español. Se trata de un 
estilo ornamental y ecléctico que incorpora las nuevas formas renacentistas combinándolas con múltiples 
elementos todavía góticos (como los pináculos). Por lo tanto, no existe un corte radical entre el arte gótico 
medieval tardío y el estilo plateresco. El rasgo distintivo del plateresco es su extraordinaria y caprichosa 
riqueza decorativa. La fachada está cubierta de elementos ornamentales de raíz clásica tomados del arte 
italiano que estaban labrados fina y minuciosamente en relieve en la piedra: grutescos, guirnaldas, figuras 
mitológicas (Hércules, Venus), medallones con bustos (los Reyes Católicos), candelabros, balaustradas, 
escudos y motivos vegetales (tallos y hojas entrelazados). La denominación de plateresco se aplicó por la 
semejanza de esta decoración con el trabajo de los artesanos orfebres o plateros. 
2. EL CLASICISMO PURISTA 
Al mismo tiempo que se desarrollaba en nuestro país el estilo plateresco, otros arquitectos españoles 
empezaron a diseñar edificios más cercanos a la pureza formal clasicista y con una decoración más austera. 
Pedro Machuca es el autor del Palacio de Carlos V en Granada (1527), que fue realizado dentro del 
recinto de la Alhambra y que representa la introducción del lenguaje renacentista italiano en un edificio de 
forma completamente coherente y unitaria. Tiene planta cuadrada (63 metros de lado) y en ella se inscribe 
un patio interior con forma circular donde se utilizan columnas dóricas con triglifos y metopas. El exterior 
está estructurado en dos pisos (con cornisas muy marcadas) y se emplean sillares almohadillados (solo en el 
piso inferior), órdenes clásicos superpuestos (dórico y jónico), balcones encuadrados entre pilastras y 
frontones triangulares y curvos. Se prescinde de las exageraciones ornamentales (solo vemos medallones 
con relieves) y predominan la sobriedad, el equilibrio clasicista, la simetría y la combinación de formas 
geométricas puras (cuadrados, rectángulos, círculos, triángulos). 
 
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3. EL ESTILO HERRERIANO 
En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe II mantuvo un firme compromiso con la defensa del catolicismo e 
intentó por todos los medios frenar el avance de la Reforma protestante en Europa. En este contexto el rey 
encargó la construcción del Monasterio de El Escorial, que fue concebido como un nuevo Templo de 
Salomón diseñado según las medidas vitruvianas, simbolizando así la compatibilidad entre Cristianismo y 
Antigüedad. Felipe II, que tenía una sólida formación humanista, respaldó con fuerza las actividades culturales 
y científicas. Era un bibliófilo entendido en arquitectura, sentía un profundo interés por los temas 
mitológicos grecorromanos y compró o encargó cuadros de los mejores pintores europeos para ser colgados 
en las paredes de sus palacios. 
El enorme Monasterio de El Escorial servía de residencia para una comunidad de monjes, pero contenía 
también una iglesia, un palacio (usado habitualmente como residencia por Felipe II y su familia), una 
espectacular biblioteca (donde se custodiaba la valiosa colección de libros del rey) y un panteón real. Las 
obras de construcción se iniciaron en 1563 y concluyeron en 1583. El cántabro Juan de Herrera (que había 
estudiado Matemáticas, Filosofía, Geometría y Astronomía) asumió la dirección del proyecto y trabajó sobre 
un proyecto anterior de Juan Bautista de Toledo, quien se había inspirado en el Alcázar de Toledo de Alonso 
de Covarrubias. 
Las características más sobresalientes del Monasterio de El Escorial son: 
1. Rigor y monotonía geométrica. Su planta rectangular forma una gran cuadrícula que recuerda el aspecto 
de la parrilla en la que fue martirizado, según la tradición cristiana, San Lorenzo. El Monasterio fue fundado 
para conmemorar la victoria española contra las tropas francesas en la Batalla de San Quintín (el día 10 de 
Agosto de 1557, festividad de San Lorenzo). 
2. Austeridad, severidad, sencillez y grandiosidad. Las fachadas (lisas y con hileras de ventanas 
rectangulares) están despojadas de elementos ornamentales (únicamente encontramos pequeñas pirámides 
rematadas con bolas de piedra y estatuas en los patios interiores). 
3. Las cubiertas externas presentan tejados con vertientes muy inclinadas y revestidos con pizarra oscura. 
4. Las torres de planta cuadrada de los ángulos están rematadas con chapiteles (tejados de forma piramidal) 
de pizarra. 
5. El uso de columnas de orden gigante adosadas al muro para resaltar las entradas principales, que están 
rematadas con un frontón triangular. En las entradas se emplean dos pisos de columnas (de orden toscano 
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romano con triglifos y metopas en el nivel inferior y de orden jónico en el nivel superior). 
6. La Iglesia tiene planta de cruz griega con una cúpula central sobre tambor (sigue el modelo de la Basílica 
de San Pedro en Roma). La Iglesia se abre a un patio interior rectangular llamado Patio de los Reyes porque 
en él se ubicaron las esculturas de los reyes del Antiguo Testamento. A la izquierda de la Iglesia se 
encuentra el Monasterio jerónimo, organizado en torno al Patio de los Evangelistas, que hace de claustro del 
monasterio; en su centro hay un templete de aspecto bramantesco con esculturas de los cuatro evangelistas. 
Esta obra de Juan de Herrera ejerció una gran influencia en los arquitectos barrocos que trabajaron en 
Madrid durante el siglo XVII.

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