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104 Ginecología general SECCIÓ N 1 ción por ecográfi ca transvaginal o en el quirófano. Estos abscesos o hematomas infectados suelen permanecer confi nados al espacio extraperitoneal y no se presentan manifestaciones de peritonitis. En algunos casos se acompañan de diarrea por su proximidad con el recto, que suele encontrarse adyacente al espacio infectado. Por lo general, ninguna de las dos infecciones se manifi esta hasta después de que las pacientes salen del hospital. Deben admi- nistrarse antibióticos intravenosos combinados hasta que desapa- rezca la fi ebre durante 48 a 72 h. Después pueden cambiarse por fármacos orales que se ingieren de forma ambulatoria durante cinco a siete días, si se evacuó el absceso o el hematoma, o durante dos semanas, si no se realizó el drenaje. Por lo general se deben hacer evaluaciones después de tres, siete y 14 días del alta hospita- laria para documentar la resolución del padecimiento. Infección de heridas abdominales La ubicación superfi cial y accesible de estas infecciones ayuda a su diagnóstico. En ocasiones ocurren de forma aislada y otras veces se acompañan de una infección pélvica posterior a una histerecto- mía abdominal, pero son poco frecuentes después de otros proce- dimientos ginecológicos. A diferencia de las infecciones pélvicas, su frecuencia no se modifi ca con la profi laxis con antibióticos. Algunos factores de riesgo son obesidad, vendaje oclusivo, uso excesivo de coagulación electroquirúrgica, drenajes pasivos e infl a- mación de la piel en el momento en el que se realizó la incisión. Por lo general las heridas abdominales son más dolorosas justo después de la cirugía ginecológica, pero la sensación disminuye con el transcurso del tiempo. Los primeros signos físicos de estas infecciones son eritema y aumento de la temperatura. Casi siempre se diagnostican entre el cuarto y quinto días posoperatorios, des- pués del alta hospitalaria. Algunas veces se observa un hematoma o seroma en la incisión de la pared abdominal sin infección. Si la acumulación es grande, se debe abrir y evacuar para prevenir la infección de las secreciones acumuladas. Asimismo, la presencia de pus obliga a abrir la incisión para confi rmar que la fascia se encuentre íntegra. El drenaje y los cuidados locales son las bases del tratamiento satisfactorio de infecciones, hematomas o seromas de incisiones abdominales. Las heridas se irrigan con solución salina normal. Hay que evitar la yodopovidona, las gasas con yodoformo, el peróxido de hidrógeno y la solución Daiken puesto que son cáusticos para los tejidos en cicatrización. Sin embargo, algunos recomiendan su empleo inicial, pero seguido de irrigación con solución salina. Los vendajes húmedos o secos estimulan la proliferación de fi broblastos y la formación de un tejido de granulación sano; se deben hume- decer antes de retirarlos para reducir las molestias. En esta etapa, si no hay infección, puede considerarse el cierre secundario. En casos de heridas más grandes o graves que responden con lentitud, existen dispositivos para el cierre de heridas con mecanismos de vacío (VAC, vacuum-assisted closure devices) (cap. 39, pág. 974). Si hay celulitis del tejido adyacente a la incisión, es necesa- rio el tratamiento antibiótico. Si la operación inicial se realizó cumpliendo todas las medidas de higiene, predominan las espe- cies de Staphylococcus. En casos en los que las heridas limpias se contaminaron o cuando los procedimientos fueron sucios, los microorganismos que se aíslan con frecuencia incluyen bacterias gramnegativas (E. coli, P. aeruginosa y especies de Enterobacter) y grampositivas (especies de Staphylococcus y Enterococcus) (Kirby, 2009). Por lo general, los agentes anaeróbicos no son patógenos prominentes en estos eventos, pero pueden estar presentes, sobre las bacterias que se inoculan en los tejidos adyacentes durante las intervenciones quirúrgicas. Por lo tanto, antes de la introducción de la profi laxis con antibióticos, el índice de infecciones pélvicas después de una histerectomía era cercano al 60%; en el 10% de los casos se trataba de abscesos de la cúpula vaginal. Sin embargo, la administración preventiva de medicamentos en el periodo preope- ratorio reduce dichas cifras, aunque se cree una cúpula abierta o cerrada. El hematoma pélvico infectado también puede ser complica- ción de la histerectomía. En estos casos, a menudo se observa que la hemoglobina en el primer día posoperatorio es mucho más baja de lo esperado por pérdida sanguínea durante la intervención. Casi nunca es necesaria una nueva cirugía, basta con la restitución de líquidos o productos sanguíneos, como se describe en el capítulo 40 (pág. 1006). Este grupo de mujeres es el que está en peligro de desarrollar un hematoma pélvico infectado. Las pacientes con un hematoma infectado tienen un aumento ligero de la temperatura (>37.8°C) como manifestación inicial, a diferencia de las mujeres que desarrollan celulitis hística posquirúr- gica en quienes el síntoma inicial es el dolor y no la fi ebre. Por esta razón, a las pacientes con un descenso posoperatorio inexplicable en la hemoglobina se les recomienda medir su temperatura dos veces al día durante cerca de una semana después de salir del hospi- tal. Deben regresar a consulta para su evaluación si su temperatura es ≥37.8°C. En estos casos, el dolor es un síntoma tardío. Los signos y síntomas del absceso pélvico o del hematoma infectado tienen una ubicación medial, además de que existe una tumoración discernible en la región central. La ecografía transva- ginal permite caracterizar con exactitud las dimensiones de estas lesiones (fig. 3-26). En ambos casos es necesario el reingreso al hospital para el tratamiento. Está indicado un régimen antibiótico combinado; los protocolos elegidos deben tener cobertura contra organismos grampositivos, gramnegativos, aeróbicos y anaeróbi- cos. Además se debe abrir la incisión vaginal, si es posible, para permitir el drenaje, lo que ayuda al tratamiento y acelera la res- puesta de la paciente. No es forzoso volver al quirófano, puesto que el procedimiento se puede realizar en una habitación. Cuando es necesario, el absceso o el hematoma se pueden drenar con orienta- FIGURA 3-26. Ecografía transvaginal de un hematoma pélvico infec- tado después de una histerectomía. Esta colección de sangre y este coágulo de 11 × 12 cm se drenaron por vía vaginal en el quirófano. (Cortesía de la Dra. Elysia Moschos.) 03_Chapter_03_Hoffman_4R.indd 10403_Chapter_03_Hoffman_4R.indd 104 06/09/13 20:5006/09/13 20:50
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