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Maldonado CIBERESPACIO, ¿UN ESPACIO DEMOCRATICO?
Comienza señalando la esperanza que algunos sectores tienen en las nuevas tecnologías para la
comprensión y práctica de la democracia. Para el autor, estos sectores señalan que a partir de ambos
conceptos se puede abrir el camino a la democracia participativa con miras a la superación de las
dificultades de la estructura parlamentaria. El autor destaca la existencia de dos grupos frente a la
incidencia de las nuevas tecnologías: aquellos que están motivados por los intereses económicos y
en esa medida no presentan “una actitud receptiva en cuanto a la suerte de las instituciones
democráticas y aquellos que están convencidos de un impacto benéfico de las nuevas tecnologías en
el desarrollo democrático. Este segundo grupo reconoce que hay dos aspectos que van en
detrimento de esa gran república electrónica, por un lado el control normativo de los gobiernos
sobre las redes y por otro los monopolios económicos.
Para Maldonado, pensar en las nuevas tecnologías como una herramienta para el reestablecimiento
de la democracia participativa presenta serias dificultades acordes con la naturaleza de las mismas,
él plantea que factores como la exclusión, el cambio de identidad y el lenguaje, son aspectos que
dificultan el establecimiento de verdaderas comunidades democráticas a partir de la red informática.
Sin embargo, enumera los argumentos de quienes reconocen en las nuevas tecnologías un elemento
que potencia el renacimiento de la democracia.
El primer argumento que sostiene que las nuevas tecnologías son un paso adelante en la
construcción de la democracia participativa es la interactividad de los dispositivos tecnológicos,
para este grupo es evidente que el Teleputer (televisión + computador + teléfono) supera la
pasividad del televisor, sin embargo, subraya Maldonado, el problema no está en la actividad o
pasividad de los dispositivos sino en las “razones de fondo que, en un específico contexto histórico,
hacen que los sujetos sociales prefieran la pasividad a la activida . De esta manera, otorga una nueva
dimensión al problema que, según él, ha sido estrechamente reducido cuando se trata de un tema de
gran complejidad social.
Desde esta perspectiva de actividad y pasividad, no se puede declarar tácitamente que el televisor
no promueva la participación democrática y el Teleputer sí. Para el autor, el problema no está en los
dispositivos, sino en la disposición del ciudadano; aún cuando reconoce que la actividad del usuario
frente al Teleputer es menos pasiva que frente al televisor debido a los diferentes dispositivos con el
que éste interactúa y a las posibilidades de navegación que presentan los dispositivos. Con respecto
a la restitución de la democracia directa, Maldonado precisa que si bien a través de Internet el
usuario puede acceder libremente a un número ilimitado de sitios y personas, una cosa es “la
posibilidad de un libre acceso a la a la información y otra muy distinta la probabilidad de que los
ciudadanos puedan hacer libre uso de ella.
Alrededor de la libertad de acceso Maldonado plantea dos dificultades, la primera son las
restricciones subjetivas de acceso y la segunda las limitaciones exteriores a la libertad individual,
dentro de estas restricciones están incluidas las limitaciones económicas que impedirían a muchos
ciudadanos el acceso a los dispositivos técnicos necesarios para su inclusión en el modelo de
democracia propuesto. La idea de una gran red a través de la cual los ciudadanos ejerzan su
ciudadanía favorecería como señala Maldonado, el surgimiento de comunidades virtuales, sin
embargo, estas también presentan dificultades estructurales para el ejercicio de la democracia.
El autor señala que las comunidades virtuales surgen “de la búsqueda del contacto entre individuos
o grupos que tienen ideas, intereses y/o gustos comune . Y subraya que estas comunidades, al ser
asociaciones de sujetos con visiones unánimes tienen una escasa dinámica interna. Desde esta
perspectiva, no favorecen la discusión y aceptación de puntos discrepantes, es decir son
comunidades débiles. Esta concepción – de públicos débiles -, dificulta su participación en igualdad
de condiciones, y su incidencia real sobre el curso de los acontecimientos sociales. Por otra parte,
con base en el modelo ateniense de la democracia, es posible que las nuevas tecnologías favorezcan
la idea de una democracia participativa real, donde no existan discriminaciones. Sin embargo, para
ello el ciberespacio debería estar organizado a partir de un modelo abierto y abolir el de los
“guardiane que, como señala Maldonado van en detrimento de la libertad de expresión y de la
protección de la privacidad. Para él, existe una categoría implícita muy relacionada con los
“guardianes, se trata de las instituciones u organismos de socialización que, a la manera del
panóptico o del “Gran Hermano, vigilan y controlan las acciones para determinar lo correcto y lo
incorrecto, así como los límites de aquello a lo que se puedo o no acceder. Esta vigilancia no se da
sólo de manera externa, sino que nosotros mismos en nuestra construcción individual ejercemos
como guardianes inconscientes de nuestra propia navegación.
En internet, existen formas de control que difieren de las tradicionales donde el centro ha
desaparecido; sin embargo, existe un riesgo enorme en esta falta de foco y es precisamente que esa
libertad absoluta establezca un tipo de poder enmascarado justamente por la libertad. La idea de la
red sugiere una telaraña, un laberinto, ya no como el Ariadna y el mito del minotauro, un laberinto
en el que el peligro está precisamente en la falta de paredes y caminos, un laberinto que parte de la
inexistencia de barreras, de un rizoma infinito. Esta figura representa una alerta más a esa idealizada
democracia, pues en lugar de ser un elemento integrador y participativo, se puede convertir en un
disfraz o una estrategia de ocultamiento para la invisibilidad del individuo, o de las diferencias, en
los espacios sociales de participación.
La creación de una república electrónica es también parte de la utopía, sobre todo teniendo en
cuenta que aún cuando la globalización tiende a integrar, los asuntos de la política tienden a
localizarse y a reducirse a temas de seguridad. D. Osborne y T. Gaebler plantearon que para la
creación de la republica electrónica, era necesario “reinventar el gobierno. Esta propuesta plantea la
informatización de los aparatos administrativos y de la comunicación política. Estos dos programas
presentan diferencias radicales, mientras que informatizar la comunicación política significa para
algunos “hacer más directa la participación de los ciudadanos siempre en clave de un reforzamiento
de la democracia representativa y el otro plantea crear las condiciones para una “verdadera
alternativa de la democracia representativa. El primero es un programa que aspira a mejorar lo
existente y el segundo a trastornarlo.
Desde la perspectiva planteada el autor muestra como el Teleputer sigue el modelo de la televisión
en el sentido de que favorece una “aldea global llena de miradas subjetivas, una globalidad que
esconde el localismo. En este sentido, el autor se interna en la división entre populismo y populismo
informático como presentes en su concepción de la república electrónica. El primero, se basa en la
idea del comunitarismo, es decir, de las ideas nacidas de la gente, y el segundo, relacionado con el
nacimiento de nuevas élites a partir del acceso a las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación (NTCI).
Esta división se asemeja a la que Castells hace de la lógica de conexión y desconexión que es propia
de la globalización y la era de la información. Ambos fenómenos son dos caras de una misma
moneda en tanto al conectar unos sectores a los nodos de pensamiento global, otros quedan
desconectados y ampliamente distanciados de aquellos que aún físicamente se encontraban
cercanos. En este sentido, Maldonado señala la “recíproca dependencia entre populismoy elitismo.
La cual basa en la necesidad de las élites de ser legitimadas por lo popular en tanto “Ninguna élite
que disponga de un poder efectivo puede permitirse el lujo de exaltar abiertamente sus privilegios y,
al mismo tiempo, mostrar desestima e incluso desprecio por aquellos que no gozan de tales
privilegios.
Desde este punto, podrían proponerse dos problematizaciones: la primera, el fortalecimiento del
poder de las élites a través de las dinámicas de eufemización, disfraz y falsas creencias que estas
élites logran con el uso de sus recursos. De otro lado, se encuentra el error – señalado por el autor –
de creer que estas clases son capaces de producir, siempre y en cualquier caso, elecciones correctas.
Esta idea, heredada de las interpretaciones de la teoría marxista, exalta de manera demagógica el
concepto de la “gente y su identidad construida a partir de la pertenencia a una nación, localidad,
raza, clase, etc.
Para Maldonado, esa idealización de las características de lo populista no escapa a lo informático.
De una parte, no toda la sociedad puede acceder a los servicios de las NTCI, y por otra, cuando
participa en ellas, lo hace de una manera “intimista, sin un contacto directo y cara a cara con sus
interlocutores, en un entorno restringido y apartado. Para el autor, esta forma de participación tiene
problemas en tanto hace posible el uso de múltiples identidades falsas en los espacios de
comunicación actuales. Para ello, reduce su mirada al “uso, cada vez más frecuente, de programas
de interacción en red en que los usuarios pueden renunciar a su identidad asumiendo, a placer,
otras.Para él, esta actividad le permite a los sujetos compensar debilidades o carencias de su vida a
través de escenarios como el chat – que él traduce como charla fútil, superficial, inconcluyente y
chismosa -, que puede convertirse en una fuente de “fastidio e incluso de desapego de los
ciudadanos hacia la política.
Esas otras identidades se basan en la teoría de los roles, según la cual cada sujeto asume diferentes
máscaras dentro de la sociedad. En ese sentido, el estatus es conformado por diferentes roles que se
construyen de acuerdo con lo que la sociedad espera que el individuo actúe desde la posición que
ocupa. La multiplicidad de roles se complejiza en tanto éstos se encuentran en conflicto entre ellos.
Maldonado encuentra dos problemas en esta dinámica, de un lado, la imposibilidad de una
comunicación efectiva entre sujetos enmascarados, y por otra parte, la amenaza de la construcción
de la democracia en tanto los interlocutores aprovechan escenarios diferentes a la copresencia y
renuncian a su identidad tanto como a la multiplicidad de roles que ella alberga. En este sentido, el
autor desconoce que esos otros roles, es decir, los disfraces, también hacen parte de la identidad del
sujeto. Sería interesante pensar por qué ese individuo elige esa otra identidad, qué quiere esconder
de la propia, y qué tipo de democracia, de expectativas hacia sí mismo o hacia el otro construye
desde su propia falsación. Este desconocimiento de parte de Maldonado, le impide comprender
otras dinámicas – diferentes a la ateniense – de construcción de la democracia. La pregunta sería
¿Qué es la democracia hoy? ¿Quién es el sujeto o los sujetos – incluso dentro de un mismo
individuo – que participan en los espacios de encuentro con el otro?
Para estos efectos, afirma: “sólo es posible un foro político cuando los participantes están
implicados en persona en la discusión, o sea en una confrontación cara a cara entre sí. Un foro entre
enmascarados, entre fantasmas, entre personas que no son lo que dicen ser, non es, ni puede ser, un
foro político. Esta sentencia, de la cual dice estar convencido, se cae al pensar que las máscaras y
los múltiples roles no son una dinámica exclusiva de los chats o de las NTCI en general. Por una
parte, reducir la mirada a quienes ocultan su identidad en el uso de las NTCI es plantear de entrada
un sesgo en la comprensión de los nuevos escenarios democráticos. Pero, por otra, la mirada a este
problema implica evaluar en qué medida quienes están en foros políticos de encuentros cara a cara
como el Congreso de la República o las plazas de pueblos en tiempo de campaña utilizan máscaras,
identidades falsas, que si bien no se esconden tras un nick o el cambio de género criticado por
Maldonado, sí se esconden tras las promesas, las prebendas, los falsos idealismos, las simulaciones
de poder, los lenguajes populistas y los compromisos de palabra que se desmoronan al momento de
ejercer los cargos luego de las elecciones populares.
Para explicar el problema de la falsedad en las NTCI estos problemas, el autor evalúa el tema de la
No identidad como “generador de mutaciones que pueden desestabilizar el actual orden general de
los roles. En este sentido, señala que las identidades se han vuelto una mercancía que se traslada de
un lugar a otro y que se pueden abandonar de acuerdo con lo que el mercado laboral exige en un
entorno de inestabilidad y desempleo creciente. Pero más allá de esta visión crítica, habría que
replantear, en primer lugar, el concepto de No identidad, puesto que esta denominación hace pensar
en la misma como una posesión estática y no como una construcción que el individuo y la sociedad
– en conjunto – hacen de acuerdo con el entramado social que los configura. Asimismo, es
importante incluir dentro de la Construcción identitaria del sujeto aquellas otras identidades que él o
ella asume en espacios de anonimato como la internet. Asimismo, más allá de pensar en las
dinámicas de los roles falsos como desestabilizadoras del orden actual de los roles –es decir, del
statu quo- resultaría enriquecedor para la comprensión de la sociedad contemporánea, pensar en la
aparición de nuevos roles sociales e individuales, visibles y ocultos, que complejizan la sociedad y
al sujeto – al mismo tiempo – y que inciden sobre lo común, es decir, sobre lo público, lo que
pertenece a todos.
La crítica moral del autor se demuestra en su concepción el lenguaje on line como un expediente
comunicativo lleno de acrónimos, caritas, abreviaturas y neologismos, que para él está al servicio de
“una trivialidad y vaciedad exasperantes. Sería importante evaluar qué saber, qué conocimiento, qué
creatividad, qué formas de resistencia, qué sofismas o realidades de participación, qué construcción
democrática se encuentran en esas “caritas tan despreciadas por el autor, y que tanto amenizan
nuestros encuentros virtuales en los ciber cafés. En la parte final del primer capítulo, el autor
plantea la preocupación generada por el aumento de información gracias a las NTCI. Éstas
configuran un panorama de amplia extensión y pérdida de profundidad agravado por la distorsión,
desinformación o falsedad generada por la multiplicidad de fuentes. Este problema implica para
Maldonado, la necesidad de distinguir el saber individual del social. Para él, ambos son
relativamente autónomos. El individual, es el que cada quien dispone como persona, y otra, los que
una sociedad o cultura desarrolla, acumula e institucionaliza en su conjunto. Al respecto, ambos
saberes se han distanciado progresivamente, y con la división social del trabajo se diferencian aún
más hasta el punto de que el saber social se desarrolla notablemente mientras el individual tiende a
empobrecerse y a perder influencia.
Para el autor, nuestros conocimientos individuales se han restringido debido a que hemos delegado
el saber en otro experto que sabe lo que nosotros ignoramos. De este modo, utilizamos
cotidianamente los artefactos –el carro, los electrodomésticos– sin saber por qué funcionan, puesto
que nos conformamos con que funcionen. Es decir, despreciamos el conocimiento explicativo en
aras de privilegiar el conocimiento descriptivo. Estas premisas, permiten al autor señalar que “la
incontenible expansión del saber social determina, y siempre de manera más clara, la progresiva
reducción del saber individual . Esta afirmación obedece a la concepción que elautor tiene de los
seres humanos como seres que “soportan mal el impacto con la sobreabundancia de información,
puesto que somos distraídos o volubles, intolerantes a lo que es diferente a nuestros intereses,
pulsiones y esperanzas cotidianas.
De acuerdo con esta concepción, ¿Cuál sería la salida para el hombre frente a un universo de
información con crecimiento exponencial? ¿El retorno a la figura del ermitaño? ¿Detener el avance
de las NTCI? Y aquí una crítica a su forma de asumir el creciente flujo informacional: Lo individual
y lo social no son construcciones aisladas, y mucho menos, los saberes que en ambas instancias se
producen. Si bien el sujeto introyecta conocimientos por presiones sociales e individuales, éstos
enriquecen y fortalecen sus construcciones individuales a partir de una posición activa, múltiple y
dinámica configurada por sus deseos, sus expectativas, sus intereses, y también, por todo lo que la
sociedad ha configurado dentro de él a través de su entorno familiar, la educación y la familia. De
este modo, el abordaje a la complejidad de la realidad en la era de la información resulta
insuficiente desde la propuesta del autor.

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