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RESUMEN GENERAL DE COMUNICACIÓN III (ESTUDIANTE)
El centro es el tema del discurso desde lo ideológico y en una segunda parte desde lo imaginario.
Luego consideraremos la incorporación de una teoría de la enunciación. Primero revisemos el
concepto de ideología desde la teoría marxista clásica: hemos advertido que las representaciones del
mundo que nos hacemos tienen lo que se llama una “base material” que son determinadas
relaciones sociales de producción en relación con determinadas fuerzas productivas. Con
Althusser advertimos el alcance que tienen estas relaciones sociales objetivas en la producción de
sujetos concretos, de la subjetividad que se construye bajo las determinaciones y en los formatos de
la ideología. No debe ser pensada “sustancialmente” como un lugar virtual del cual surge como una
creación de la subjetividad. La ideología no existe al margen del proceso de determinación, no es
nada sin este formateo, opera en (la subjetividad de los agentes sociales), sobre (en el sentido del
formateo) y desde (la propia subjetividad de los agentes sociales) la dimensión subjetiva de los
agentes sociales.
Lo exterior a nuestra condición subjetiva son las relaciones sociales de las cuales sin embargo formo
parte. La subjetividad es un cierto nivel de operaciones que la persona o los grupos, los agentes,
realizan y que se pueden pensar como una cierta autonomía de la instancia de las prácticas. Lo que
plantea la teoría de la ideología es que las relaciones sociales en la que los agentes están inscriptos
tienen la “capacidad”de establecer cierto “formato” para esa interiorización . La subjetividad se refiere a
las instancias en que nosotros nos tornamos objeto de nuestra propia “conciencia”. Las formas de lo
ideológico resultan de representaciones que nos formulamos del mundo, de estas relaciones sociales
dentro de los límites que ellas nos permiten.
Con Voloshinov y Pecheux vemos que la operación ideológica de representación se realiza en el
discurso: la materia prima de lo ideológico es el discurso. Es importante plantearse las formas en
las que la subjetividad y la objetividad se entrelazan en el orden del discurso. Discurso es la
instancia de los procesos sociales, la superficie en la que se producen y en la que circulan las
significaciones, en la que desplazan y se reorganizan, se fijan temporalmente y cambian las
significaciones sociales.
Según marca Pecheux debemos entender cómo podemos separarnos de una lingüística propiamente
dicha para entrar en el campo del discurso. Busca separarse de la lingüística en dos puntos: superar
la restricción de lo verbal para alcanzar horizontes heterogéneos en cuanto a materia significante y
separarse de la lengua como sistema cerrado sobre sí mismo para orientarse a los problemas del
lenguaje. Exige dejar de pensar en organización de unidades mínimas discretas de valor canonizable
de lexemas. El discurso no es sólo verbal y la palabra constituye un campo denso de la comunicación.
Pensar en términos de discurso supone problemas del orden de la “pragmática” donde se busca
desmontar las suposiciones sobre unidades discretas fijas (significante/significado) para pensar en el
modo en que la comunicación se produce a partir de una cierta materia significante en relación con las
condiciones de producción específicas. Hay dos posturas al respecto de este asunto:
1- Tradición lingüística positivista: concepción de la organización de la significación como unidades
discretas y fijas; el significante corresponde arbitrariamente a un concepto que a su vez tiene un
referente, lo que Saussure evita pero que Jakobson instala como idea de referente.
2- Concepción de Freud, Lacan, Voloshinov, Foucault, Pecheux, Laclau: se distancian de la noción
anterior respecto del vínculo entre significación y unidades discretas y fijas para pensar en la
manera en la que la significación emerge de los encadenamientos de significantes y cómo
estos encadenamientos de significantes configuran una cierta significación mostrándose a sí
mismos como naturalmente atados a un cierto concepto o serie de conceptos o zonas semánticas.
Este proceso no está reglamentado en la lengua sino que resulta producido en y por las
relaciones sociales en las que los significantes vienen encadenados.
Cuando Voloshinov habla de lucha por la significación o cuando los temas de poder reaparecen en los
textos se alude a ese trabajo que la comunidad de habla a la que pertenecemos hace constantemente
a través de contraposiciones acerca de qué me represento y qué se entiende. El juego de
contraposiciones significativas es en definitiva una lucha social, pluriacentualidad.
Los significantes que el sujeto profiere son asimilables al concepto de enunciación. Toda enunciación
se encadena con otros signos en una superficie discursiva y al inscribirse en ella modificarla en
alguna medida. La distinción entre discurso y enunciación es central para el orden de
problemas en los que estamos. Esta diferencia aparece en Pecheux por ejemplo.
El discurso es la instancia de la vida social en la que las significaciones se producen, circulan, se
desplazan, se fijan o se trastocan. Estas son las dos dimensiones del problema del discurso: el
carácter social de las significaciones que nos permiten hablar de reconocimiento universal donde
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el discurso es significación instituida y socialmente reconocible y las significaciones objetivas
existen instituidas más allá de la conciencia de cada uno, objetivadas al punto que las reconocemos
“existentes en sí mismas”. En la superficie del discurso se producen y circulan significaciones
universalmente reconocibles pero también es el lugar de lucha y de polisemia entonces las
significaciones se desplazan. Esto tiene que ver precisamente con las enunciaciones que los
distintos agentes de la vida social incorporan a la superficie del discurso: sobre la base de las
significaciones sociales instituidas el agente social produce acentos desde su enunciación que no son
inocentes. Marca los significantes con matices que le permiten correrse de un punto a otro de la
significación, re-encadenarse a otra serie de significantes, cargarse de otras connotaciones que
terminan operando sobre las significaciones socialmente reconocibles.
La clave es la apertura de la significación: desmontar el supuesto de unidades discretas y fijas, de
significantes atados a significados, pensar que la significación resulta abierta precisamente por lo
abierto, indeterminado y contingente del proceso social o de los campos pragmáticos en los que se
encadenan de un modo u otro no sólo como algo que está afuera sino también en nuestra escucha que
matiza y también acentúa la significación de alguna forma particular. Énfasis puesto en la problemática
de la apertura del discurso, de las significaciones y en el sentido convencionalizado según el cual el
problema de la significación como un territorio en movimiento, no definido, nunca del todo .
Los dos rostros del problema del discurso son por un lado la universalidad de las significaciones en
su circulación social y por otro la manera en la que estas no son fijas nos pone en contacto con la
otra cara que convoca a pensar en las intervenciones que sobre esa superficie realizan agentes
concretos desde su propia subjetividad.
Esta distinción entre enunciación y discurso permite entender de una vez que el discurso tiene una
superficie y que nos interesa en tanto que se torna discurso social en el precipitado que esas
enunciaciones dejan en la regla de lo social y en las relaciones que se establecen entre los sistemas de
enunciados al borrarse las huellas más visibles del proceso social. Lo que está en primer plano en la
discursividad no es el autor sino el carácter social, anónimo y colectivo de las significaciones puestas
en juego.
Toda enunciación interviene en una superficie de discurso y aspira a producir efectos en esa superficie,
siempre y cuando entendamos esa superficie como nuestra definición sobre la realidad, nuestra idea
del mundo. Sobre este territorio entendido nocomo la idea transparente de lo real mismo sino como
una operación social de producción, de atribución de significaciones, las enunciaciones de los sujetos
intentan desplazar una significación, crear una nueva y reinterpretar así el entendimiento del mundo.
Para pensar el discurso en este sentido debemos pensar en la des-individualización y que sólo por
medio de esta el discurso puede concebido como una superficie productiva que plantea a los
comunicantes haces de significaciones, sólo por esta des-individualización es en la superficie del
discurso en la que se resuelve el campo de lo que las cosas presumiblemente son (Régimen de
verdad foucaultiano). La formación discursiva es un cierto sistema de enunciados y de relación
de enunciados sobre una zona de la realidad que tendemos a pensar de un cierto modo con
determinadas regularidades.
La ideología sirve para poner el foco sobre la operación de apertura semiótica. La polisemia, las
ambigüedades de la lógica de la vida social (heterogeneidad de los agentes, de los intereses en juego,
las formas de escucha) que intentan fijar las significaciones en la operación ideológica por
excelencia.
- Clausura semiótica: lo ideológico apunta a clausurar-fijar-naturalizar las ambigüedades o las aperturas
que en la semiosis ilimitada suponen los desplazamientos de signos. En la medida en la que la
significación es abierta, en que podemos advertir las huellas del proceso social a través de la
producción del discurso, vemos que no hay ninguna significación natural. Cuando algo es entendido
“naturalmente” quiere decir que allí hay una operación de naturalización que tiende a fijar un sentido.
Volver a las unidades discretas, a la atadura significante-significado, es la operación que está en la
base de lo que llamamos ideológico. Cuando la clausura semiótica se realiza en cuestiones sociales
conflictivas y trata de establecerlas como un proceso natural de acuerdo a lo que se puede entender
como lógica de los intereses objetivos de ciertos sectores sociales hablamos de ideología. Es
característico del carácter ideológico de ciertas formaciones discursivas el borramiento de las huellas
del proceso social histórico que lo produce.
La primera de las dos operaciones en el discurso (ideológica/imaginaria) aparece como objetiva,
como exterior a nuestras propias configuraciones. La segunda problemática a la que nos dirigimos es la
de la desestabilización de las significaciones del discurso que remiten al orden de lo subjetivo, a lo que
siempre intentamos jugar en la lucha por el sentido como agentes sociales, individuales, grupales,
colectivos, institucionales. La operación por la que lo hacemos es la enunciación que en este sentido
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constituye siempre una transacción entre el orden de nuestros deseos y las formas del decir. Digo
negociación para establecer un límite de entrada a las formas que puede asumir la “desestabilización”
desde el punto de vista del discurso. Cuando rompemos la negociación, la transacción implícita, no
sólo la enunciación pierde eficacia porque no presiona a un desplazamiento de un lugar específico de
la cadena, sino que ni siquiera se entiende. Cuando rompemos con esta negociación entre nuestros
deseos y el orden del decir somos sicóticos y se nos encierra.
La ideología ha sido claramente vinculada a las cuestiones del lenguaje en Marx y a las operaciones
discursivas que se realizan a través de los AIE en Althusser. Tanto para Marx como para Althusser,
con sus diferencias, la relación con la problemática en el campo del discurso se pueden establecer en
dos puntos: el lenguaje es portador de la ideología y el discurso es el territorio donde las operaciones
de la ideología, interpelación se realizan. En cambio Lacan y Castoriadis plantean la relación de lo
imaginario con lo discursivo de otra forma, teniendo en cuenta sus notables diferencias, imaginario en
el enfant y en el proceso de hominización, imaginario social.
Discurso
Operación Ideológica Operación Imaginaria
- Discurso
- Hegemonía
- Objetivismo
- Código
- Inteligible desde las “condiciones materiales”
de la vida social
- Enunciación
- Intrapsíquico
- Subjetivismo
- Apertura Significación (deriva)
- Inteligible desde la constitución intra-psíquica
EL DEBATE EMPIRISMO – RACIONALISMO
¿Las representaciones sobre las cosas se forman en lo real o hay en nuestra conciencia procesos que
generan ideas e intervienen en el conocimiento del mundo?
Bacon es sustancialista, empirista y subjetivista, plantea la relación hombre naturaleza con la
certeza de que las ideas son verdaderas, confía en la experiencia, en los sentidos, lo que viene de la
vida interior dificulta la formación de las ideas correctas. Los idola son los prejuicios.
Descartes es racionalista y objetivista. Los sentidos empañan el conocimiento y lo único certero es
la razón. Marca una diferencia entre el mundo del espíritu y el mundo de la materia. El sujeto como
certeza es independiente de cualquier ... Se opone a Locke, Hume y Bacon.
Locke es contrario al innatismo de Descartes: las ideas nacen en uno y no en la experiencia. Hace
tabula rasa: en mi relación con el mundo se imprimen ideas en mi mente. Hume se opone a Kant que
articula razón y experiencia. Dice que tenemos ideas solo de lo que podemos ver en los marcos de
nuestra experiencia. El sujeto tiene un papel activo en este campo de experiencia. Las marcas de la
subjetividad, como señala Castoriadis, deben ser expulsadas de toda consideración o remitidas al
arte, el sueño y la locura para los empiristas, y disueltas en las reglas lógicas de un pensamiento
propio y característico de un sujeto/conciencia hecho de pura razón que encierra la verdad de lo real
para los racionalistas. El eje de una disciplina científica se define por su capacidad para alcanzar un
contacto con las cosas lo más lejos posible de las mediaciones que el sujeto puede infiltrar
(imaginación, experiencia vivida, deseo, interés, y otros idola) según la definición clásica de Bacon.
Hegel sostiene que todo lo real es racional y viceversa por lo tanto la distancia entre el ser y el pensar
no es tan grande. Las ideas guían el desarrollo de la historia (papel decisivo de las ideas en la
construcción de la realidad). Se opone al empirismo.
Con el slogan de "todo lo real es racional, todo lo racional es real" lo que Hegel está sosteniendo en
última instancia es la unidad última entre el ser y el pensar, entre la realidad y su conocimiento. Es
esta unidad la que funda desde Hegel un pensamiento fuertemente totalizante o totalitario. Esta es una
cuestión central de toda la filosofía clásica alemana, es la pregunta: ¿lo real es lo que pensamos?, ¿lo
que pensamos es lo que es o es otra cosa que lo que es? Cuando Hegel postula la identidad entre el
pensar y el ser justifica el mote de idealista y sostiene la posibilidad de desplegar un sistema que
totalice en un todo cerrado completo en el que al mismo tiempo nuestro conocimiento sea capaz de dar
cuenta exactamente de lo que es al punto de que podamos identificar los términos de lo que es con los
términos de nuestro conocimiento. De esta manera que Hegel responde y se opone a Kant que decía
“nuestro conocimiento posible tiene los límites de la experiencia y hay cosas que no conocemos ni
conocemos en si mismas nunca".
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MARX
Propone una noción de ideología que se contrapone a la dialéctica idealista de Hegel y al
“materialismo vulgar empirista”. Explica su sistema a partir de lo material exterior a la conciencia. El
materialismo dialéctico retoma el método dialéctico de Hegel entendiendo el mundo como un
conjunto de procesos que se opone a las verdades eternas. Lo verdadero tiene un lado falso que está
oculto y viceversa. La contradicción es parte constitutiva del proceso social. Marx está marcado por
Feuerbach y acusa a Hegel de idealista. A partir de su diferenciación de Feuerbach aparece una
noción de ideología más clara (La ideología alemana). Polemiza con F. porque lo acusa de caer en el
idealismo. La ideología es para Marx un modo de representación delmundo que se explica por la
determinación de las relaciones sociales de producción, estos son sus límites. La base establece
marcos en los que se edifica la superestructura. La base son las fuerzas productivas y las relaciones de
producción, la superestructura el nivel jurídico, político e ideológico. No es la conciencia lo que
determina la vida sino al contrario, las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada
época, son expresión de relaciones materiales dominantes concebidas como ideas.
La ideología es un sistema de representaciones que se imponen como estructuras en forma
inconsciente, son las relaciones del hombre con el mundo. La producción de la ideología es social, su
relación con el lenguaje es que es la instancia en que las significaciones se producen y se hacen
visibles. El fetichismo de la mercancía es lo oculto detrás de las relaciones de L. (¿) Es el tomar una
cosa por otra. La enajenación de productos, la cosificación, la fetichización y materialización.
ALTHUSSER
En la ideología el hombre expresa no su relación con sus condiciones de existencia sino la forma en la
que es vivida su relación con estas condiciones de existencia por lo tanto supone una relación real y
una relación imaginaria. El hombre se representa en forma imaginaria sus condiciones reales de
existencia porque no hay correspondencia directa entre las condiciones de existencia y la forma en la
que las vivimos. La sobredeterminación (del psicoanálisis) de lo real por lo imaginario y viceversa
invalida la determinación última de la base económica sobre la superestructura. La fusión en niveles
distintos significa que las contradicciones de esos niveles se acumulan en una sola coyuntura
“estructurada en dominación”. El papel de la superestructura es más significativo y menos subordinado,
también incide en la base. En última instancia la determinación es de todas formas económica por lo
tanto la autonomía de la superestructura es una autonomía relativa.
La ideología es activa por que en esa misma relación imaginaria refuerzo o modifica las relaciones del
hombre con sus condiciones de existencia. La relación con la noción de inconsciente es la siguiente: el
hombre no es conciente del proceso por el que se representa el mundo bajo la influencia que le impone
las condiciones materiales de su existencia. Toma de Freud la idea de que el sujeto no está centrado
en sí mismo (autodesconocimiento) y dice: esta descentrado porque lo interpela la ideología, no es
independiente y no se puede reconocer solo. La ideología lo centra.
Las diferencias entre ideologías en general y La Ideología son que el Sujeto (Estado, Dios, etc.) está
por encima de los sujetos; interpela como institución a todos aunque no de igual forma; nos da
seguridad que todo está bien. La ideología nos constituye como sujetos a través de este sujeto central
en nombre del cual nos interpela. La ideología no nos es impuesta sino que cumple su papel cuando
enlaza con nuestra vida psíquica y captura nuestra subjetividad, coopera con la representación de las
relaciones sociales de producción y niega su carácter ideológico.
Para la reproducción de una sociedad se necesita reproducir las fuerzas productivas y las relaciones de
producción. Para esto existen el Aparato Represivo del Estado y los Aparatos Ideológicos del Estado
que en general pertenecen al dominio privado y funcionan por la ideología dominante. También pueden
ser lugar de lucha de clases. Su unidad está asegurada por la ideología de clase dominante que es la
ideología dominante. Las clases dominantes no mantienen con la ideología una relación de utilidad,
también están prisioneras de ella.
La materialidad de la ideología se demuestra porque esta se encarna en prácticas. La ideología no
tiene historia propia, su historia está fuera de ella como dice Marx está en la lucha de clases.
Althusser lo piensa no en un sentido negativo como Marx sino en un sentido positivo como lo eterno
transhistórico y lo compara con lo inconsciente.
Diferencias de Althusser con Marx:
❖ Para Marx la ideología supone representaciones de lo vivido
❖ Para Althusser hay una mediación de nuestra vida psíquica en esa representación del mundo
“objetivo”. La ideología es representación de relaciones imaginarias.
❖ Althusser incorpora la dimensión de lo inconsciente
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❖ Althusser postula la autonomía relativa de la superestructura y la sobredeterminación
❖ La metáfora del edificio de Marx se queda en el plano descriptivo, Althusser señala que hay que
agregar los AIE al ARE señalado por Marx.
❖ Para Althusser la noción de sujeto es esencial ya que la ideología interpela a los individuos
como sujetos.
❖ Marx no invierte la dialéctica de Hegel sino que crea algo nuevo. Feuerbach lo invirtió pero le salió
mal porque mantuvo la estructura.
THERBORN
Piensa que la ideología interpela a los individuos como sujetos y así constituye la subjetividad humana
según las categorías de lo que existe, lo que es bueno y lo que es posible y sus contrarios. Estas son
las formas de interpelación y construcción de subjetividad humana. Therborn es althusseriano pero le
critica el poco lugar que le da al sujeto, piensa que la determinación del sujeto por la ideología no es
total. Propone reemplazar la dualidad “sometimiento-garantía” por “sometimiento-cualificación” (si hay
correspondencia hay reproducción, si hay contradicción hay oposición/renuncia). Hay cuatro tipos de
interpelación que forman cuatro tipos de subjetividad. El universo ideal nunca es reducible a las
ideologías de clase.
La formación ideológica de los sujetos humanos: La dialéctica general de la ideología
La función de la ideología en la vida humana consiste en la constitución y modelación de la forma en
que los seres humanos viven sus vidas como actores concientes y reflexivos en un mundo estructurado
y significativo. La ideología funciona como un discurso que se dirige o – como dice Althusser – interpela
a los seres humanos en cuanto sujetos. Es importante clarificar la relación entre estos procesos y la
formación de la personalidad. La subjetividad de una persona, su actuación como sujeto particular en
un contexto particular, debe distinguirse de su personalidad. La personalidad y la subjetividad tienen
cada una su especificidad y autonomía así como sus efectos recíprocos. La personalidad es el
resultado de los procesos psicodinámicos estudiados por el psicoanálisis que opera a través de
mecanismos inconscientes. La formación de la personalidad coincide en el tiempo con la primera
formación de los seres humanos como sujetos y las interpelaciones ideológicas son una parte
fundamental. Las formas de la subjetividad humana están constituidas por intersecciones de lo psíquico
y lo social y pueden considerarse como los aspectos externos más conscientes y más socialmente
intercambiables de la persona.
Althusser presenta el funcionamiento de toda ideología como un sistema cuádruplo que abarca:
1- la interpelación de los “individuos” en cuanto sujetos
2- su sometimiento al Sujeto
3- el reconocimiento mutuo entre los sujetos y el Sujeto, de los sujetos entre sí y el reconocimiento del
sujeto por él mismo
4- la garantía absoluta de que todo es realmente así
Este esquema es deficiente en un aspecto decisivo porque no deja espacio para una dialéctica de la
ideología que ya aparece indicada por la ambigüedad básica de la palabra “sujeto”.
Aunque conservemos la dualidad interpelación-reconocimiento proponemos reemplazar la de
sometimiento-garantía por sometimiento-cualificación. La formación de los seres humanos por parte de
cualquier ideología comprende un proceso simultáneo de sometimiento y de cualificación. La libido
amorfa y las múltiples posibilidades del niño están sujetas a un determinado orden que permite ciertos
impulsos y capacidades al mismo tiempo que proscribe otras. A través de este mismo proceso nuevos
miembros obtienen su cualificación para asumir y realizar el repertorio de papeles dados en la sociedad
en la que han nacido, incluido el de posibles agentes del cambiosocial. Las sujetos cualificados por las
interpelaciones ideológicas se cualifican también a su vez para “cualificar” a estas en el sentido de
especificarlas y modificar su ámbito de aplicación. La reproducción de cualquier organización social
implica una correspondencia básica entre sometimiento y cualificación. El doble proceso de
sometimiento y cualificación incluye la interpelación por parte de un Sujeto central y el reconocimiento
en él, llámeselo Dios, Padre, Razón, Clase. Dicho Sujeto modela el superyo de los sujetos y les
proporciona ego-ideales. El funcionamiento social básico del proceso de sometimiento-cualificación
comprende tres formas fundamentales de interpelación ideológica. Las ideologías someten y cualifican
a los sujetos diciéndoles, haciéndoles reconocer y relacionándolos con:
1- Lo que existe y lo que no existe: quiénes somos, qué es el mundo, cómo es la naturaleza, la
sociedad. Adquirimos así un sentido de identidad y nos hacemos conscientes de lo verdadero y cierto.
2- Lo que es bueno, correcto, justo y todos sus contrarios. De esta forma se estructuran y
normalizan nuestros deseos.
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3- Lo que es posible e imposible: con ello se modelan nuestro sentido de la mutabilidad de nuestro
ser-en-el-mundo y las consecuencias del cambio y se configuran nuestras esperanzas, ambiciones y
temores.
Estos modos de interpelación tienen dimensiones temporales y espaciales importantes. Estos tres
modos de interpelación constituyen en conjunto la estructura elemental del proceso ideológico de
sometimiento-cualificación. Desde el punto de vista de su funcionamiento en el cambio o en la
conservación sociales los tres modos de interpelación forman una cadena de significación. Estos tres
modos de interpelación también formas barreras de defensa de un orden determinado.
El universo ideológico: las dimensiones de la subjetividad humana
Para entender la relación entre clase e ideología y lo que determina la articulación de las ideologías
debemos trazar un mapa estructural del universo ideológico. Preguntar por la estructura del universo
ideológico equivale a buscar las dimensiones de la subjetividad humana. Al nivel más general parece
que pueden distinguirse dos dimensiones del ser-en-el-mundo del hombre en cuanto sujeto consciente.
Ambas pueden ser a su vez ordenadas en torno a dos ejes: ser y ser-en-el-mundo. Así “ser” un sujeto
humano es algo existencial y algo histórico. Ser-en-el-mundo es la vez inclusivo de un mundo
significativo particular y posicional al respecto de los otros integrantes de este mundo.
Mi tesis es que esas cuatro dimensiones componen las formas fundamentales de la subjetividad
humana y que el universo de las ideologías queda estructurado por los cuatro tipos principales
de interpelación que constituyen estas cuatro formas de subjetividad.
Subjetividad Subjetividades
“en-el-mundo” del “ser”
Existencial Histórica
Inclusiva 1 2
Posicional 3 4
1- Ideologías de tipo inclusivo-existencial: discurso ideológico que proporciona significados
relacionados con la pertenencia del mundo, el significado de la vida, del sufrimiento, de la muerte, del
cosmos y del orden natural. Mitologías, religiones y discurso moral secular.
2- Ideologías de tipo inclusivo-histórico: a través de ellas los seres humanos se constituyen
como miembros conscientes de un mundo socio-histórico. Son también excluyentes ya que definen la
pertenencia a un mundo significativo y al hacerlo demarcan un territorio de pertenencia.
3- Ideologías de tipo posicional-existencial: somete y cualifica a alguien para una determinada
posición dentro del mundo al que pertenece. Constituyen formas-sujeto de individualidad por oposición
a los otros.
4- Ideologías de tipo posicional-histórico: integran a los miembros de una familia en una
estructura familiar, a los habitantes de una localidad en su país, etc. Las posiciones son distinguidas y
relacionadas en términos de diferencias jerárquicas.
Las distinciones anteriores son analíticas y no representan a las ideologías tal cual aparecen pues
estas se presentan generalmente en más de una dimensión en el lenguaje cotidiano. El universo
ideológico nunca es reducible a las ideologías de clase.
HALL, S., El problema de la ideología: marxismo sin garantías, Revista Doxa
Hall piensa la ideología como “marcos mentales” que configuran al mundo y nos posicionan. No
corresponde necesariamente con las ideas o la clase, la lucha ideológica hace esto, en esto retoma a
Laclau y su idea de las cadenas significantes como nunca definitivamente aseguradas. La relativa
indeterminabilidad de ideas y representaciones se da dentro de ciertos límites en los que es posible
moverse. Hay una determinación en primera instancia sin garantía. Existe una interpelación inicial
que transforma al individuo en sujeto pero no es la única, la interpelación se da en diferentes
formaciones discursivas.
El lenguaje es donde se materializa la ideología y es el medio por excelencia de la transformación
de la ideología. El lenguaje es multireferencial ya que puede haber distintas significaciones de una
misma relación social. Cada sociedad tiene distintas formaciones discursivas (Pêcheaux) y por eso
distintas formas de percibir el mundo. Hay que analizar el contexto general en el que interactúan los
discursos. Hall retoma a Voloshinov en relación a la multiacentualidad del signo como lucha de
clases, el signo es el lugar ideológico por excelencia.
Hall establece la asociación fetichismo-metonimia-psicoanálisis. El mercado hace como si fuera
todo el proceso productivo, la parte es ofrecida por el todo, lo mismo ocurre con el lenguaje: lo que está
por detrás no lo vemos porqué sólo accedemos a través del lenguaje. Esta explicación es más parcial
que falsa.
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Hall retoma la noción de hegemonía de Gramsci (lucha, coerción y consenso). Toma de Laclau que lo
social se constituye a través de diferencias y similitudes, nos unimos como sistema. “Articulación” de
diferencias en 1 sola identidad/unidad. Hall habla de doble articulación entre estructuras y
prácticas: “hacemos historia pero en base a condiciones anteriores que no fueron creación nuestra”.
La estructura pone límites pero no garantiza nada. El sentido común es la base de la ideología.
Hall critica a Althusser por funcionalista dice que A. no ve lucha, sólo ve reproducción. La ideología no
sólo tiene la función de reproducir las relaciones sociales de producción sino que también pone limites
al grado en que una sociedad puede reproducirse fácilmente. Critica a Foucault por descartar la
problemática como si no existiera, exagera en su post-estructuralismo. Explica que Althusser al hablar
de ideología como sistema de representaciones supone que lo social no está fuera de lo semiótico,
del disenso, de la producción del significado. Explica que para Marx la cultura es una fuerza
productora, un conocimiento materializado en la producción. Igual que el lenguaje la cultura tiene sus
bases en la vida material.
Marx dice que los hombres están condicionados por el desarrollo de fuerzas productivas. Dependen de
hechos involuntarios que ellos no son “autores colectivos” de sus acciones y aquí se ve la
determinación de las superestructuras. La ideología tiene un efecto descentrador y desplazador sobre
el libre desarrollo de la cultura. En Althusser la idea de lucha continuada y de reproducción
contradictoria aparecen como marginal en sus notas (los AIE reproducen la ideología dominante y sus
contradicciones).
A través de los medios nos construimos una imagen nuestra y de los otros y lo tomamos como real,
nos muestran una unidad hegemónica aunque muestren diversidad y esta es una forma de legitimación
hegemónica. Rescata de Althusser la forma de pensar la diferencia y habla de la articulación de la
unidad y la diferencia. En consecuencia no hay correspondencia necesaria.
La concepción marxista clásica de ideología es insuficiente para explicar los mecanismos de
“consenso” que se mantiene más allá de los mecanismos de la ideología. El problema de la ideología
consiste, dentrode la teoría materialista, en dar cuenta del modo en que surgen las ideas sociales.
Necesitamos encontrar cual es su rol en una formación social particular. Por ideología entiendo los
marcos mentales (lenguajes, conceptos, imágenes de pensamiento y sistemas de representación) que
diferentes clases y grupos sociales utilizan para dar sentido, definir, configurar y volver inteligible el
modo en que funciona la sociedad. El problema de la ideología involucra el modo en que las ideas de
los diferentes grupos atrapan las mentes de las masas así se convierten en una “fuerza material”.
Desde esta perspectiva política la teoría de la ideología sirve para analizar cómo un conjunto de ideas
llega a dominar el pensamiento social de un bloque histórico, en el sentido gramsciano, y ayuda a unir
el bloque desde su interior ya mantener su dominio y dirección de la sociedad. Tiene que ver con los
conceptos y los lenguajes del pensamiento práctico que estabilizan una forma particular de poder y
dominación y con los procesos en los cuales surgen las nuevas formas de conciencia y concepciones
del mundo que mueven a las masas contra el sistema predominante.
La teoría clásica de Marx se estructura en torno a ciertos supuestos: las ideas surgen de y reflejan las
condiciones materiales y las circunstancias en las que son producidas (premisa materialista); las
ideas son sólo efectos dependientes del nivel de determinación en la formación social, lo económico en
última instancia (tesis de la determinación); las “ideas dominantes” son las ideas de la “clase
dominante”, la posición de clase de ésta última provee tanto el acople como la garantía de la
correspondencia con la primera (correspondencias fijas entre el dominio en la esfera socio
económica y la ideológica). Los “pecados cardinales” de la teoría marxista clásica de la ideología se
condensan en uno: el reduccionismo económico a partir de una correspondencia demasiado simple
entre lo económico y lo político ideológico; las distinciones de verdad versus falsedad, realidad versus
distorsión, conciencia “verdadera” versus falsa conciencia.
Las revisiones de Althusser sostienen un movimiento decisivo de alejamiento de las concepciones de
ideología como “falsa conciencia”. Abren el camino para una concepción “discursiva” y lingüística.
Piensa cómo la ideología llega a internalizarse, cómo hablamos “espontáneamente” dentro de los
límites de las categorías de pensamiento que existen fuera de nosotros y que podemos decir. Este es
el problema de la interpelación de los sujetos en el centro del discurso ideológico y conduce a incluir a
las teorías psicoanalíticas. Althusser fue en sus primeras revisiones demasiado “funcionalista” al
plantear que la función de la ideología es “reproducir” las relaciones sociales capitalistas de acuerdo a
los “requerimientos” del sistema. Su segunda revisión fue demasiado ortodoxa.
El campo de lo ideológico es siempre un campo de “acentos en intersección” porque el lenguaje, el
medio del pensamiento y del cálculo ideológico, es “multiacentual”. Voloshinov dice: “Así, las
diferentes clases usarán uno y el mismo lenguaje. Como resultado, acentos diferencialmente
orientados intersectan todo signo ideológico. El signo se vuelve arena de la lucha de clases... Un signo
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que ha sido extraído de las presiones de la lucha social que, por así decir, cruza por encima el terreno
de la lucha de clases, pierde fuerza degenerando inevitablemente en alegoría y convirtiéndose en el
objeto no de una inteligibilidad socialmente viva sino en una compresión filológica.” Esta aproximación
reemplaza la noción de significaciones ideológicas fijas y de ideologías adscriptas a clases por los
conceptos de terreno ideológico de lucha y la tarea de la transformación ideológica. Es un movimiento
general que se aleja de una teoría general abstracta de la ideología hacia modos más concretos de
análisis: el modo en que en situaciones históricas particulares, las ideas “organizan las masas
humanas y crean el terreno en el cual se mueven los hombres, adquieren conciencia de su posición,
luchas” (Gramsci, una figura muy importante en el desarrollo del pensamiento marxista en el campo de
lo ideológico). Las ideas surgen y pueden reflejar las condiciones materiales en la que los grupos y las
clases sociales existen.
Las líneas de fuerza tendenciales definen sólo lo dado del terreno histórico. Indican cómo el terreno ha
sido históricamente estructurado. Por lo tanto, es perfectamente posible que la idea de “nación”
recibiera sentidos y connotaciones progresivos corporizando el deseo nacional popular colectivo, como
argumentó Gramsci. Las asociaciones no se producen de una vez y para siempre pero es difícil
desarticularlas porque el terreno ideológico de esta formación social particular ha sido poderosamente
estructurado de este modo por su historia previa. Este es el terreno del “sentido común” según
Gramsci: una forma histórica, no natural ni universal ni espontánea de pensamiento popular,
necesariamente “fragmentario, incompleto y episódico”. El “tema” del sentido común está compuesto
por formaciones ideológicas muy contradictorias. Esta red de trazos preexistentes y elementos de
sentido común constituye el reino del pensamiento práctico de las masas del pueblo, Gramsci insiste
en que es precisamente en este terreno que se produce, con más frecuencia, la lucha ideológica.
Las ideas se convierten en efectivas cuando conectan una particular constelación de fuerzas sociales.
En este sentido, la lucha ideológica es parte de la lucha social general por el liderazgo y la conducción:
en otras palabras, por la hegemonía. Pero este sentido de “hegemonía” requiere, según Gramsci, no
una simple escalada de una clase completa al poder con una filosofía completamente conformada sino
el proceso por el cual un bloque de fuerzas sociales es construido y el ascenso de ese bloque
garantizado. El modo en que conceptualizamos la relación entre las “ideas dominantes” y las “clases
dominantes” está pensada en términos de los procesos de “dominación hegemónica”. Las ideas
dominantes no tienen garantizada su capacidad de dominio por el hecho de que estén ya adscriptas a
las clases dominantes. Más bien, el acoplamiento efectivo de las ideas dominantes con respecto al
bloque histórico que ha adquirido poder hegemónico en un período particular, es lo que el proceso de
lucha ideológica tiene por objeto asegurar.
El aspecto económico de los procesos de producción capitalista tiene efectos limitantes y constrictivos
reales (capacidad de determinación) por las categorías en las cuales los circuitos de producción son
“pensados” ideológicamente y viceversa. Lo económico provee un repertorio de categorías que serán
usadas en el pensamiento. Lo que lo económico no puede hacer es proveer los contenidos de los
pensamientos particulares de las clases o grupos sociales particulares en un momento específico; fijar
o garantizar para siempre qué ideas serán utilizadas por qué clases. La determinación de lo económico
sobre lo ideológico puede serlo sólo en términos del establecimiento de límites para definir el terreno de
las operaciones, estableciendo las “materias primas” del pensamiento. Las circunstancias materiales
son la red de constricciones, las “condiciones de existencia” para el pensamiento y el cálculo acerca de
la sociedad.
Las relaciones entre estos diferentes niveles son mutuamente determinantes. La estructura de las
prácticas sociales es material y determinante. Pero tampoco es una estructura transitiva en la cual su
inteligibilidad reside exclusivamente en la transmisión de efectos desde la base hacia arriba en una
única dirección. Lo económico no puede producir una clausura final sobre el dominio de la ideología, en
el sentido estricto de garantizar siempre un resultado. No puede asegurar siempre un conjunto de
correspondencias o producir siempre modos particulares de razonamiento de las clases particulares de
acuerdo a su lugar dentro del sistema. Esto es porque las categorías ideológicas son desarrolladasa
partir de materiales dados. Es también porque hay una necesaria “apertura” del desarrolla histórico a
las prácticas y la lucha. Tenemos que reconocer la indeterminación real de político, el nivel que
condensa los otros niveles de prácticas y asegura su funcionamiento en un sistema particular de poder.
Con el término “articulación” me refiero a una conexión que no se da necesariamente en todos los
casos pero que requiere condiciones concretas de existencia para aparecer de alguna manera. Que
tiene que estar sustentada por procesos específicos y tiene que ser constantemente renovada, puede
desaparecer bajo determinadas circunstancias y es importante para la desarticulación de viejas
conexiones y para la fragua de nuevas conexiones o rearticulaciones. También es importante que una
articulación existente entre diferentes prácticas no signifique que éstas se volverán idénticas o que una
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se desvanecerá en la otra. Cada una de ellas conserva sus determinaciones distintivas y sus
condiciones de existencia. Una vez se ha producido la articulación, las dos prácticas pueden actuar
conjuntamente, no como “identidad principal” sino como “distinciones dentro de una unidad”.
¿Qué es la ideología sino precisamente este tipo de trabajo de precisión del significado, estableciendo,
por medio de la selección y la combinación, una cadena de equivalencias?
El lenguaje es entendido en el sentido de la significación de las prácticas que implican la utilización de
símbolos en el campo semiótico, en el campo del significado y la representación. Es igualmente
importante, dentro de los rituales y las prácticas de la acción social o el comportamiento, en qué
ideologías se imprimen e inscriben ellos mismos. El lenguaje y el comportamiento son, por decirlo de
alguna manera, los medios de difusión, del registro material de la ideología. Es la modalidad de su
funcionamiento. Estos rituales y prácticas siempre suceden en lugares sociales, vinculados a aparatos
sociales. Por eso debemos analizar o desconstruir el lenguaje y la práctica, para descifrar las pautas
del pensamiento ideológico que en ellos se inscriben. El concepto de AIE de Althusser clausura los
hechos anticipadamente. Se trata de una conclusión funcionalista que presupone una correspondencia
funcional necesaria entre los requisitos del modo de producción y las funciones de la ideología.
La tercera proposición de Althusser es su afirmación de que la ideología existe sólo en virtud de la
categoría constituyente del sujeto, habla de las relaciones sociales como procesos sin un sujeto.
Este “sujeto” no debe confundirse con individuos históricos reales. Se trata de la categoría, de la
situación en la que el sujeto (el yo de la manifestación ideológica) está integrado. Los mismos
discursos ideológicos nos integran como sujetos para el discurso. Althusser lo explica mediante el
concepto de interpelación de Lacan y define las ideologías como “sistemas de
representación”compuestos por conceptos, ideas, mitos o imágenes, en las cuales hombres y mujeres
viven sus relaciones imaginarias con respecto a las condiciones reales de la existencia. La
denominación de las ideologías como “sistemas de representación” admite su carácter esencialmente
discursivo y semiótico. Los sistemas de representación son aquellos sistemas de significado a través
de los cuales representamos el mundo ante nosotros mismos y ante los demás. Por lo tanto se
reconoce que el conocimiento ideológico es el resultado de prácticas específicas implicadas en la
producción del significado. Pero puesto que no existe ninguna práctica social que tenga lugar fuera del
campo del significado semiótico ¿se puede decir que todas las prácticas son simplemente discursos?
Lo social nunca está por fuera de lo semiótico. Cada una de las prácticas sociales está constituida
dentro de la interacción que existe entre el significado y la representación, y ellas mismas pueden ser
representadas. No existe práctica social fuera del discurso pero esto no significa que porque todas las
prácticas sociales estén dentro de lo discursivo no haya más práctica social que el discurso.
Hay que tener en cuenta que Althusser habla de “sistemas” y no de “sistema”. No hay sólo un sistema
de reproducción de la ideología, hay muchos en cualquier formación social, son plurales. Las
ideologías funcionan al nivel de las ideas sencillas, a nivel de cadenas discursivas, a nivel de grupos, a
nivel de campos semánticos y a nivel de formaciones discursivas. El concepto de la ideología
dominante y la ideología subordinada es un modo inadecuado para representar la interacción compleja
de los diferentes discursos ideológicos y de las diferentes formaciones en cualquier sociedad moderna
desarrollada. El terreno de la ideología está construido por un campo de cadenas discursivas que se
defienden unas a otras, motivando a menudo un repertorio común y compartido de conceptos, a los
que se rearticulan y desarticulan dentro de diferentes sistemas de diferencia o equivalencia. Siguiendo
la definición de ideología de Althusser cuando éste se refiere al “vivir” la ideología por parte de los
sujetos sociales se refiere al dominio de lo experimentado dentro de la cultura, del significado y de la
representación. . La experiencia es el producto de nuestros códigos de inteligibilidad, de nuestros
esquemas de interpretación.
El momento del reconocimiento es cuando desaparece el hecho de que el significado depende de la
intervención del sistema de representación y nos sentimos seguros dentro de una postura naturalista.
Es el momento máximo de conclusión ideológica. Es cuando más nos encontramos bajo la influencia
ascendiente de la estructura mas ideológica de todas: el “sentido común”. A partir de él perdemos de
vista el hecho de que el sentido es una producción de nuestros sistemas de representación, a nivel del
cual caemos no en la naturaleza como tal, pero sí en la ilusión naturalista: la cumbre o la profundidad
de la ideología. Por ende, cuando comparamos ideología con experiencia olvidamos que no existe
forma de experimentar las “relaciones reales” de una sociedad determinada fuera de sus categorías
culturales e ideológicas. Es posible que existan ciertas categorías ideológicas que nos den un
conocimiento más adecuado o más profundo de las relaciones individuales que otras.
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ALTHUSSER, L., Escritos sobre psicoanálisis, “Freud y Lacan”
Lacan no dudaría que sin el surgimiento de la lingüística su teoría sería imposible. Freud ya había
dicho que todo dependía del lenguaje, Lacan precisa: “el discurso del inconsciente está
estructurado como un lenguaje”. En La interpretación de los sueños Freud estudia los “mecanismos
o leyes” reduciendo sus variantes a dos: el desplazamiento y la condensación. Lacan reconoce en
ellos dos figuras esenciales designadas en la lingüística: la metonimia y la metáfora. Así el lapsus, el
acto fallido, el rasgo ingenioso y el síntoma se vuelven, como los elementos del sueño mismo,
significantes inscriptos en la cadena de un discurso inconsciente, aumentando en silencio la
cadena del discurso verbal del sujeto humano.
Así somos introducidos a la paradoja, formalmente familiar a la lingüística, de un discurso doble y
sencillo, inconsciente y verbal, que no tiene como doble campo más que un campo único sin ningún
más allá en sí mismo: el campo de la cadena significante. Las ideas de la lingüística entran de este
modo tanto al discurso del inconsciente como al discurso verbal del sujeto.
Queda entonces por definir el sentido de la prioridad de la estructura formal del lenguaje y sus
“mecanismos”. Todo lo que adviene en la cura se lleva a cabo en el lenguaje y por el lenguaje. Este es
el verdadero descubrimiento de Lacan: muestra la transición de la existencia biológica a la existencia
humana bajo la Ley del Orden que yo llamaré Ley de la Cultura y que esta Ley del Orden se
confunde en su esencia formal con el Orden del Lenguaje. Debemos entender que el todo de esta
transición no puede ser comprendido sino como un lenguaje recurrente y solodesignado por el
lenguaje del adulto en situación de cura, designado bajo la Ley del Lenguaje en la que se fija y se da
todo orden humano. Esta transición tiene dos grandes momentos:
1- Momento Imaginario/Relación Dual: pre-edípica, el niño sólo interactúa con un alter-ego que es
la madre, vive esta relación como la fascinación imaginaria del ego en la que él mismo es ese otro, no
puede tomar la distancia objetivante con un tercer, se da una identificación narcisista primaria.
2- Momento Simbólico/Ruptura del Edipo: surge una estructura ternaria sobre el fondo de la
estructura dual cuando el tercero (padre) se mezcla como intruso a la satisfacción imaginaria de la
fascinación dual e introduce el Orden de lo Simbólico, el del lenguaje objetivante que le permitirá al
niño decir yo, tu, él, situarse como un ser en un mundo de adultos. La objetividad reconocida en su uso
simbólico.
Los dos momentos, según descubre Lacan, son regidos y marcados por una sola Ley: la de lo
Simbólico. El momento imaginario también está marcado y estructurado en su dialéctica por la
dialéctica misma del Orden Simbólico, del Orden Humano, de la norma humana (ritos temporales de
la alimentación, higiene, comportamientos, actitudes concretas del reconocimiento, aceptación,
rechazo, si o no al niño. Son modalidades empíricas de este orden constituyente, Orden de la Ley y
Derecho de asignación atributoria o de exclusión, en la forma misma del Orden del significante, es
decir en forma de un Orden formalmente idéntico al orden del lenguaje. El Orden de lo Simbólico, que
recorre ambos momentos, tiene ciertas leyes formales que son brindadas por la lingüística.
Freud nos muestra también que el sujeto real, el individuo en su esencia singular no tiene la figura de
un ego centrado en el “yo”, la “conciencia” o la “existencia”, ya sea la existencia del para sí, del cuerpo;
que el sujeto humano está descentrado y constituido por una estructura que tampoco tiene “centro”
más que en el desconocimiento imaginario del “yo”, es decir de las formaciones ideológicas en las que
se reconoce. Esta estructura del desconocimiento es la puerta de entrada a cualquier investigación
sobre la ideología.
FREUD, S., La interpretación de los sueños, Cap. VI “La elaboración onírica”.
Plantea la relación entre contenido manifiesto e ideas latentes en la producción onírica. El contenido
manifiesto es lo que recuerdo, el jeroglífico que hay que descifrar, no es igual a lo latente, es pobre
porque actúa la condensación (varias ideas derivan en un contenido manifiesto) y el desplazamiento (el
contenido manifiesto tiene un centro distinto al contenido latente, esto se relaciona con el fetichismo).
Plantea que el momento en el que surge lo imaginario es un momento inconsciente, el sujeto es
descentrado. La noción de representación es que el sueño es un jeroglífico a descifrar.
- La labor de condensación: lo primero que la comparación del contenido manifiesto con las ideas
latentes evidencia es que ha tenido efecto una gran labor de condensación. El sueño es breve en
comparación con la amplitud de las ideas latentes. Las representaciones emergentes en el sueño son
puntos de convergencia que reúnen numerosas ideas latentes, en las que se “entrecruzan uno y mil
hilos” y que son lugar de multiplicidad de significaciones. Cada uno de los elementos del contenido
manifiesto demuestra estar superdeterminado y múltiplemente representado en las ideas latentes.
Además no sólo el contenido onírico manifiesto está múltiplemente determinado por las ideas latentes
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sino que cada una de estas se halla a sí mismo representada en el sueño por varios elementos. De un
elemento del sueño podemos asociar varias ideas latentes y viceversa, varias ideas latentes nos llevan
a un mismo contenido manifiesto.
- El proceso de desplazamiento: observamos que los elementos que se nos revelan como
componentes esenciales del contenido manifiesto están muy lejos de desempeñar igual papel en las
ideas latentes. E inversamente, aquello que se nos muestra sin lugar a dudas como el contenido
esencial de dichas ideas puede muy bien no aparecer representado en el sueño sino que está como
diferentemente centrado, su contenido se ordena alrededor de elementos distintivos de los que en las
ideas latentes aparecen como centro. Los sueños muchas veces nos dan la idea de un desplazamiento
pero no siempre este mecanismo opera “corriendo” a los contenidos manifiestos de las ideas latentes.
En la elaboración onírica se exterioriza un poder psíquico que despoja de su intensidad a los elementos
de elevado valor psíquico y crea, además, por la superdeterminación de otros elementos menos
valiosos, nuevos valores que pasan entonces al contenido manifiesto. Cuando esto sucede tiene efecto
en la formación del sueño una transferencia y un desplazamiento de las intensidades psíquicas de los
diversos elementos, procesos de los que son resultado la diferencia observable entre el texto del
contenido manifiesto y el de las ideas latentes. Este proceso es la parte más importante de la
elaboración de los sueños y lo nombramos desplazamiento. El desplazamiento y la condensación son
los dos obreros a cuya actividad hemos de atribuir principalmente la conformación de los sueños. El
desplazamiento nace por influencia de la censura, de la defensa endopsíquica.
- Los medios de representación del sueño: ¿Con qué medios consigue la elaboración del sueño indicar
las relaciones del material onírico que son difícilmente representables? En primer lugar rinde tributo a la
innegable coherencia de todos los elementos del contenido latente reuniéndolos en una síntesis,
situación o proceso. Reproduce la coherencia lógica como simultaneidad. Es este el procedimiento
general de la representación del sueño. Cuando nos muestra dos elementos cercanos el uno al otro
nos indica la existencia de una conexión íntima entre los que a ellos corresponden en las ideas
latentes. Para representar las relaciones causales dispone el sueño de dos procedimientos que en
esencia son la misma cosa ya que ambos representan la causación por una sucesión: “a causa de
tales o cuales cosas tuvo que suceder esto o lo otro”. Consiste en incluir la frase accesoria como sueño
preliminar y agregar a ella, como sueño principal, la frase principal. El orden de sucesión puede
también ser el inverso pero la frase principal corresponde siempre a la parte más ampliamente
desarrollada. La analogía, la coincidencia y la comunidad son representadas por el sueño mediante
la síntesis en una unidad de los elementos que las componen. Cuando esta unidad no existe en el
material del sueño es creada para este efecto. En el primer caso hablamos de identificación y en el
segundo de formación mixta. La identificación es usada cuando hablamos de personas y la
formación mixta cuando los elementos fundidos son objetos, lugares o personas.
- El cuidado de la representabilidad: Los desplazamientos que hasta ahora hemos examinado
demuestran ser sustituciones de una representación determinada por otra asociativamente contigua a
ella y se revelaron como muy útiles para la condensación permitiendo que en lugar de dos elementos
pasase el contenido manifiesto una solo intermedio común a ellos. Este proceso de desplazamiento
puede revestir una forma distinta aún no mencionada: la permuta de la expresión verbal de las ideas
correspondientes. Es siempre el mismo proceso: un desplazamiento a lo largo de una cadena de
asociaciones pero desarrollado en esferas diferentes. Su resultado es que en el primer caso queda
constituido un elemento por otro y en el segundo cambia un elemento a su expresión verbal por otra
distinta. El desplazamiento se realiza siempre en el sentido de sustituir una expresión abstracta de
ideas latentes por otra plástica y concreta que permite ser representada en el sueño e incluido en una
situación. Este cambio también es ventajoso para la condensación y la censura.
LACAN, J. - Escritos I, “El estadio del espejo” y “La instancia de la letra”;
Seminario I, XI,”Ideal del Yo y Yo-Ideal”Imaginario-Simbólico-Real son los tres registros de la realidad humana. Lo imaginario es la etapa
previa a la resolución del complejo de Edipo cuando hay una relación dual con la madre. Lo simbólico
es la instancia del orden cultural y sobre todo el lenguaje que nos organiza. El Edipo se resuelve. Los
registros de lo imaginario y lo simbólico aparecen marcados por el orden de lo simbólico, se ve la
eficacia del orden incluso antes del nacimiento (aquí Freud sólo veía fases biológicas). El bebe se
percibe como fragmentado: será la imagen de otro cuerpo o la suya en un espejo lo que perciba como
totalidad, a partir de ahí construye una imagen propia gracias a la imagen del otro. Entonces el Yo
queda atrapado en una imagen ajena, este es el carácter imaginario del Yo. La posición del sujeto en
lo simbólico determina las relaciones entre lo imaginario y lo Real. Lo imaginario depende del
intercambio simbólico entre los hombres, la palabra, para identificar al sujeto con el ideal del Yo, evita
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así que el sujeto quede completamente a merced de lo imaginario. El ideal del Yo que guía al sujeto en
sus relaciones con los otros se vincula con la Ley y dirige al Yo ideal que se relaciona con lo imaginario.
Surge así el sujeto descentrado. Lo imaginario, pese a la determinación del universo de lo simbólico y
el carácter imaginario del Yo, no se reduce a lo simbólico, no se suspende por la imposición de la Ley.
La alienación es la separación que me domina para constituirme como Yo (no aparece en Lacan tan
extrema como en Marx). La estructuración del Yo en un ser que se desarrolla se da a partir de la
confluencia entre la estructuración del nivel simbólico y la carga imaginaria que trae cada uno. La
heteronomía quiere decir que el sujeto no depende de sí mismo y por eso es descentrado.
La no linealidad entre significante y significado, están separados por una barra, al significado no se
accede, no hay relación de correspondencia con un referente, ninguna significación se sostiene si no
es por referencia a otra significación. Un significante conduce a otro y no a un significado. Nos
movemos a través de cadenas de significantes y el desplazamiento es muy importante en estas
cadenas porque allí está la posibilidad de significar otras cosas, no todos actuamos igual ya que cada
uno censura diferentes cosas. La producción de significantes tiene cierta “autonomía” y es un L? el de
fijar o anclar la significación en ciertos puntos, es muy importante la forma en que se da el
encadenamiento de significantes porque así se organiza la significación.
La metáfora (condensación) y la metonimia (desplazamiento): en los dos actúa el desplazamiento
porque una cosa se sustituye por otra que está en la cadena significante. Los dos se dan en una
cadena significante.
Lo Real es inaccesible para el sujeto pues está mediado por lo Simbólico. Les atribuimos a algunos
elementos la capacidad de representar lo real pero no existe transparencia entre las cosas y nosotros.
El tema de lo Real tiene que ver con el descentramiento del sujeto, con su constitución descentrada y
el desconocimiento en que se funda la actividad del sujeto. Es el desconocimiento radical de nosotros
mismos. La referencia a lo real sirve para marcar un cierto carácter en los otros dos registros por
contraste o inferencia, sirve para advertir en el orden de lo simbólico que la Ley es una ley instituida y
que lo Imaginario no es sino un dejo lanzado desde el inconsciente. Trata de devolvernos una cierta
figura de nosotros mismos que nos resulte comprensible. La importancia del tema de lo real en la
propuesta de Lacan tiene que ver con el conocimiento de nosotros mismos, sirve para advertir hasta
que punto esta propuesta supone que vivimos en un cierto mundo “colgados” de nuestros deseos y de
las reglas, de las leyes y de la palabra que organiza las significaciones, es decir: con una radical
ignorancia de lo Real en sí.
El estadio del espejo debe ser entendido como una identificación en el sentido pleno que el análisis
da a este término como la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen. El hecho
de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la impotencia
motriz y la dependencia de la lactancia nos parece manifiesta como la matriz simbólica en la que el yo
se precipita en una forma primordial antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro
y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. El momento en el que
termina el estadio del espejo inaugura por la identificación con la imago del semejante y el drama de
los celos primordiales la dialéctica que desde entonces liga al yo con situaciones socialmente
elaboradas. Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la
mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta por la
rivalidad del otro y hace del yo ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro,
aún cuando respondiese a una maduración natural; pues la normalización misma de esa maduración
depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural: como se ve respecto al objeto
sexual en el complejo de Edipo.
- El sentido de la letra: es toda la estructura del lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre
en el inconsciente. Llamamos letra el soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje. Esto
supone que el lenguaje no se confunde con las diversas funciones somáticas y psíquicas que le
estorban en el sujeto hablante. Por la razón primera de que el lenguaje con su estructura pre-existe a la
entrada que hace en él cada sujeto en un momento de su desarrollo mental.
El lenguaje conquistó allí efectivamente en la experiencia su estatuto de objeto científico. Este es el
hecho por el cual la lingüística se presenta encabezando una nueva clasificación de las ciencias que
marca una revolución del conocimiento: las necesidades de la comunicación. Para nosotros la
lingüística es el estudio de las lenguas existentes en su estructura y en las leyes que en ella se revelan,
esto deja afuera la teoría de los códigos abstractos impropiamente colocada bajo la rúbrica de la teoría
de la comunicación, la teoría de la información, incluso toda semiología más o menos generalizada.
Para señalar la emergencia de la disciplina lingüística en el momento constituyente de un algoritmo que
la funda: S/s. Esto se lee así: significante sobre significado, el signo así descripto es atribuido a
Saussure. La temática de la lingüística queda suspendida desde ese momento de la posición
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primordial del significante y de la amplitud de su función en la génesis del significado. No hay ninguna
significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación: llegando a tocar en caso
extremo la observación de que no hay lengua existente para la cual se plantee la cuestión de su
insuficiencia para cubrir el campo del significado ya que es un efecto de su existencia de lengua el que
responda a todas las necesidades.
Con la superación del Edipo se da un corte con la primer etapa que nunca cierra totalmente, esta fase
queda latente y reaparece en lo inconsciente. Esta es la relación entre el imaginario y lo simbólico.
Debemos desprendernos de la ilusión de que el significante responde a la función de representar al
significado, que el significante deba responder de su existencia a título de una significación cualquiera.
Esta falacia conduce al lógico-positivismo en la búsqueda del sentido del sentido. Para captar la
función del algoritmo presentado empezaré por producir la ilustración errónea con la cual se introduce
su uso en forma clásica:
- Arbol (dibujo de un árbol). Acá se ve cómo se favorece la dirección errónea antes indicada. La
sustituiré por otra que se puede considerar como más correcta entendiéndola como una exageración
en la dimensión incongruente a la que el psicoanalista no ha renunciado todavía del todo:
- Caballeros/Damas (dibujo de una puerta dibujode una puerta). Acá se ve sin extender demasiado
el alcance del significante interesado en la experiencia o sea redoblando únicamente la especie
nominal sólo por la yuxtaposición (juntar) de dos términos cuyo sentido complementario parece deber
consolidarse por ella. Se produce la sorpresa de una precipitación del sentido inesperada: en la imagen
de las dos puertas gemelas que simbolizan los baños. Este ejemplo desarma el modelo nominalista y
muestra como el significante entra de hecho en el significado bajo una forma material que plantea la
cuestión de su lugar en la realidad. Queda por definir que debe atravesar el significante que es aquí
visible en los plurales. La estructura del significante es, como se dice del lenguaje, que sea articulado.
Esto quiere decir que sus unidades están sometidas a la doble condición de reducirse a elementos
diferenciales últimos y de componerlos según las leyes de un orden cerrado.
Con la segunda propiedad del significante de componerse según las leyes de un orden cerrado se
afirma la necesidad del sustrato topológico del que da una aproximación el término de cadena
significante que yo utilizo ordinariamente: anillos cuyo collar se sella en el anillo de otro collar hecho
también de anillos. Tales son las condiciones de estructura que determinan como gramática el orden de
las imbricaciones constituyentes del significante hasta la unidad inmediatamente superior a la frase;
como léxico, el orden de los englobamientos constituyentes del significante hasta la locución verbal.
Es fácil en los límites en que se detienen estas dos empresas de aprehensión del uso de una lengua,
darse cuenta de que sólo las correlaciones del significante al significante dan en ellas el patrón de toda
búsqueda de significación. El significante por su naturaleza anticipa siempre el sentido
desplegado en cierto modo ante él mismo su dimensión. Es en la cadena del significante donde el
sentido insiste pero ninguno de los elementos de la cadena consiste en la significación de la que es
capaz el momento mismo. La noción de deslizamiento incesante del significado bajo el significante se
impone.
Lo que descubre esta estructura de la cadena significante es la posibilidad que tengo, por la
característica de la lengua ser común a todos los sujetos, de usarla para significar otra cosa que lo
que ella dice. Esta función es más digna de subrayarse en la palabra que la de disfrazar el
pensamiento del sujeto: es a saber la de indicar el lugar de ese sujeto en la búsqueda de lo verdadero.
La función propiamente significante que se describe así en el lenguaje tiene un nombre que es
metonimia. La parte tomada por el todo, la metonimia se apoya en la conexión palabra a palabra.
Con ella designamos la primera vertiente del campo efectivo que constituye el significante: para que el
sentido tome allí su lugar. La segunda vertiente es la metáfora: su chispa no brota por poner en
presencia dos significantes igualmente actualizados sino que se produce entre dos significantes de los
cuales uno se ha sustituido al otro tomando su lugar en la cadena significante mientras que el
significante oculto sigue presente por su conexión metonímica con el resto de la cadena. Una palabra
por otra es la fórmula de la metáfora.
- La letra en el inconsciente: Las dos vertientes de la incidencia del significante sobre el significado
vuelven a encontrarse allí: la Verdichtung o condensación es la estructura de sobre-imposición de los
significantes donde toma su campo la metáfora y cuyo nombre indica la connaturalidad del mecanismo
a la poesía hasta el punto de que envuelve la función propiamente tradicional de esta. La Verschiebung
o desplazamiento es ese viraje de la significación que la metonimia demuestra y que desde su
aparición en Freud se presenta como el medio del inconsciente más apropiado para burlar a la
censura. Lo que distingue a estos dos mecanismos es una condición impuesta al material significante
que puede llamarse deferencia a los medios de la puesta en escena.
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Metonimia: es la conexión del significante con el significante la que permite la elisión por la cual el
significante instala la carencia de ser en la relación de objeto, utilizando el valor de remisión de la
significación para llenarlo con el deseo vivo que apunta hacia esa carencia a la que sostiene. El signo –
situado entre ( ) manifiesta aquí el mantenimiento de la barra – que en el primer algoritmo marca la
irreductibilidad en que se constituye en las relaciones del significante con el significado, la resistencia
de la significación.
Metáfora: la estructura metafórica, indicando que es en la sustitución del significante por el significante
donde se produce un efecto de significación que es de poesía o de creación, dicho de otra manera de
advenimiento de la significación en cuestión. Podemos suponer ahora que la inclinación del espejo
plano está dirigida por la voz del otro. Esto no existe a nivel del estadio del espejo sino que se ha
realizado posteriormente en nuestra relación con el otro en su conjunto: la relación simbólica. Pueden
comprender entonces que la regulación de lo imaginario depende de algo que está situado de modo
trascendente en esta ocasión es el vínculo simbólico entre los seres humanos.
Vínculo simbólico: Socialmente nos definimos por intermedio de una ley. Situamos a través del
intercambio de símbolos, nuestros diferentes yos los unos respecto de los otros. Estamos en
determinada relación simbólica que es compleja según los diferentes planos en que nos coloquemos.
La relación simbólica define la posición del sujeto como vidente. La palabra, la función simbólica, define
el mayor o menor grado de perfección, de completitud, de aproximación de lo imaginario. La distinción
se efectúa en esta representación entre el ideal-ich y el ich-ideal, entre yo ideal e ideal del yo. El ideal
del yo dirige el juego de relaciones de las que depende toda relación con el otro, y de esta relación con
el otro depende el carácter más o menos satisfactorio de la estructuración imaginaria. Semejante
esquema ilustra que lo imaginario y lo real actúan al mismo nivel.
¿Cuál es mi deseo? ¿Cuál es mi posición en la estructuración imaginaria? Esta posición sólo puede
concebirse en la medida en que haya un guía que esté más allá de lo imaginario a nivel del plano
simbólico, del intercambio legal, que sólo puede encarnarse a través del intercambio verbal entre los
seres humanos. Ese guía que dirige al sujeto es el ideal del yo. La distinción es absolutamente esencial
y nos permite concebir lo que ocurre en el análisis en el plano imaginario y que se llama transferencia.
El amor es un fenómeno que ocurre a nivel de lo imaginario y que provoca una verdadera subducción
de lo simbólico, como una anulación, una perturbación de la función del ideal del yo. El ich-ideal, el
ideal del yo, es el otro en tanto hablante, el otro en tanto tiene conmigo una relación simbólica,
sublimada, que en nuestro manejo dinámico es a la vez semejante y diferente a la libido imaginaria. El
intercambio simbólico es lo que vincula entre sí a los seres humanos, o sea la palabra, y en tanto tal
permite identificar al sujeto. No hay aquí metáfora: el símbolo da lugar a seres inteligentes, como dice
Hegel. El ich-ideal en tanto hablante puede llegar a situarse en el mundo de los objetos a nivel del
ideal-ich o sea en el nivel donde puede producirse esa captación narcisística con que Freud nos
machaca los oídos en su texto.
SARTRE
Lo imaginario es como una “filtración” en lo simbólico (Lacan). Es visto como una función de la vida
psíquica que implica una conducta frente a un irreal en tanto el objeto en imagen es irreal. Lo
imaginario da a su objeto como una nada de ser, como una ausencia, esto es la condición de la
conciencia imaginante, debe estar-en-el-mundo y negarlo desde un determinado punto de vista,
constituyendo así la imagen. Entonces la negación es el acto constituyente de las imágenes. Lo
imaginario no tiene un carácter representacional, la imagen no es una representación sinouna
construcción, esto no significa que el objeto imaginado no esté estar-en-el-mundo porque está
constituido por una conciencia que lo niega y está estar-en-el-mundo, entonces la imagen se constituye
sobre un fondo de mundo.
Lo imaginario es una actividad de conciencia junto con la percepción y la concepción. La
conciencia siempre tiene una intención, que es distinto de voluntad, que interpreta la imagen, no se
puede pensar una conciencia que no pueda imaginar, esta es la base de la conciencia. Sartre habla de
conciencia individual y entonces no permite pensar lo social.
Para imaginar algo hay que estar-en-el-mundo y anonadarlo (que el mundo no sea nada, hay que
apropiarse del mundo). El mundo imaginario no es un mundo sino una ¿?? del mundo (la irrealidad del
mundo real). La idea de lenguaje no es social como en Lacan. Pienso la posibilidad radical del
sujeto para imaginar pero condicionada por el mundo. Se le puede criticar que todos percibamos más o
menos parecido.
Si la conciencia sólo fuera perceptiva y no pudiera constituir un irreal no sería más que un objeto de
ese mundo y todos percibiríamos igual. Pero la posibilidad de imaginar un irreal está siempre en
tensión con el afuera, con la percepción.
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La cuasi-observación es la actitud que define nuestra relación con las imágenes, nos ubicamos como
observadores ante ellas pero no podemos aprender nada, no nos enseñan nada. Los sueños no son
imágenes mentales, es una conciencia que no puede salir de la actitud imaginante entonces no puede
percibir, no se toma lo imaginario por lo real, es un imaginario cerrado, la conciencia pierde su función
real y solo puede sentir imaginariamente. El existencialismo parte del hecho crudo de la existencia, los
filósofos existencialistas consideran absurda la situación humana. Sin una verdad atemporal nada
importa. A pesar de que el mundo no tiene sentido creen con firmeza en la responsabilidad del
individuo por sus acciones. Filtramos el mundo a través del lenguaje lo que produce una experiencia
particular del mundo. El absurdo consiste en percibir el mundo sin los conceptos que depositamos en
él. Es la experiencia del “sinsentido”. El reconocimiento del sinsentido acarrea consecuencias
importantes para el individuo. Para Sartre el sinsentido de la existencia hace al hombre libre. Vivir en
un mundo sin sentido implica que no hay justificación para la vida de un individuo más allá de lo que el
individuo crea. Al ser el mundo un sinsentido no hay razones para elegir una forma de vida u otra. En
consecuencia somos libres para elegir cualquier tipo de existencia porque ninguna forma tiene prioridad
sobre la otra. La vida no tiene sentido y esto implica la libertad del ser humano.
Para Sartre la existencia precede a la esencia. Esto significa que los seres humanos no tienen
naturaleza precedente, cada individuo es un ser autónomo. En vez de la “cosa pensante” cartesiana,
ese yo que se creía común a todos, el yo existencialista no es algo pre-existente sino una colección de
fragmentos, un conglomerado siempre cambiante de acciones. Nuestras acciones no provienen de un
yo sino el yo de las acciones. El individuo es libre para elegir sus acciones.
La percepción se vincula con el aprendizaje y la observación de los objetos que se dan
fragmentariamente, es un saber consciente de sí mismo que se coloca en el centro del objeto. En el
mundo de la percepción no puede aparecer ninguna cosa que no mantenga con las demás una serie
de relaciones y esto constituye la esencia misma de la cosa. El mundo de las cosas es “desbordante”:
siempre hay una infinidad de cosas que no podemos ver. La imagen es un acto sintético que une a
unos elementos más propiamente representativos de un saber concreto, no se aprende, está
organizada exactamente como los objetos que se aprenden, se da por entero por lo que es, desde el
momento de su aparición, tiene una “pobreza esencial”. Los diferentes elementos de una imagen no
mantienen ninguna relación con el resto del mundo y no mantienen entre sí más que dos o tres
relaciones. Los objetos no existen sino se piensan. El objeto de la percepción desborda
constantemente la conciencia, el objeto de la imagen nunca es nada más que la conciencia que de
ello se tenga. El objeto se presenta en la imagen como teniendo que ser aprehendido en una
multiplicidad de actos sintéticos, su contenido guarda una opacidad sensible. El pensamiento es un
acto de conciencia en el que elaboro la esencia concreta del objeto, la idea es completada por un
progreso infinito, es la unidad sintética de una multiplicidad de apariencias que hace su aprendizaje
lentamente.
Para que una conciencia pueda imaginar tiene que escapar al mundo por su naturaleza, tiene que
sacar de ella misma una posibilidad de separación respecto del mundo. La tesis de irrealidad nos ha
dado la posibilidad de negación como su condición y esta no es posible sino por el “anonadamiento” del
mundo como totalidad y este anonadamiento se nos revela como siendo lo inverso de la libertad misma
de la conciencia. La imaginación no es un poder empírico y superpuesto a la conciencia sino que es
toda la conciencia en tanto que realiza su libertad, toda situación concreta y real de la conciencia en el
mundo está llena de imaginario. Lo irreal está producido fuera del mundo por una conciencia que
queda en el mundo y el hombre imagina porque es trascendentalmente libre.
CASTORIADIS
Plantea la inclusión de lo no causal contingente en la historia. Critica la idea de que la historia puede
reducirse a grandes leyes explicativas. Critica a Marx por sus ideas de causalidad y necesidad (que la
historia necesariamente termina en el comunismo, no hay necesidad histórica porque la sociedad se
instituye y autoinstituye continuamente).
Dice que la relación de Marx con Hegel no está resuelta ya que persisten elementos hegelianos en el
modo marxista de pensar la historia, persiste bajo la tesis de que todo lo real es racional y viceversa,
por pensar las leyes explicativas de lo histórico. Le critica un pensamiento totalizante en el sentido de
que hay una identidad entre el ser y el pensar y la totalidad se cierra porque puede explicarse por
leyes. Critica la totalidad de la historia y la posibilidad de pensarla bajo leyes, no queda lugar para
pensar en lo que las leyes no explican que es la historia como territorio abierto e indeterminado. Lo
social contiene lo no-causal imprevisible y creador.
La imaginación es aquello que no puede reducirse a leyes, no es determinada desde lo externo, es una
instancia de producción. Hay pocas referencias en 25 siglos: cita a Aristóteles “no se puede pensar sin
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fantasma”, sin actividad imaginante, sin fantasía. El “fantasma” son las sensaciones sin materia. Como
esto no puede explicarse la ciencia occidental lo omite, no soporta una realidad que no pueda
someterse a la ley, hay una obsesión por la esencia. Da el ejemplo de los conjuntos de Cantor como
ejemplo de lógica conjuntista-identitaria.
Castoriadis se propone desmontar esta lógica conjuntista-identitaria y se opone así a la identidad
entre el ser y el pensar y a las esencias plenas e inmanentes. Plantea la irreductibilidad entre sujeto y
objeto, entre psique y sociedad. La psique se socializa pero nunca del todo, el mundo es una creación
de lo imaginario social pero hay un mundo porque hay psique. El individuo social es una creación de lo
social y no fruto de la naturaleza pero la institución de la sociedad se apoya en la psique. La institución
de la sociedad le impone a la psique una organización pero a la vez se apoya en ella, no puede no
considerarla. Es la tensión entre lo instituyente y lo instituido, entre lo hecho y lo por hacer, entre lo
cristalizado y el magma. La realidad no existe objetivamente prefabricada sino que responde a un
proceso de institucionalización de determinadas significaciones imaginarias.
En la obra de este autor hay una presencia fuerte del psicoanálisis en la idea de que no sabemos nada
de nosotros y de nuestras relaciones con las cosas. Los sueños

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