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James unidad 6 doc

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Resistencia e integración - James -
Introducción:
James analiza la cúspide del sindicalismo argentino tomando los aportes del peronismo y como dicha
cúspide, luego de la caida de Perón, se fue haciendo “más amiga del capitalismo” (no niega que esta
frienship no existiera en la época peronista, solo recalca como se agudizó).
En la década del 60'-70' el movimiento gremial había emergido como organismo de considerable poder
social y político. Junto con las fuerzas armadas, los sindicatos parecían ser los dos polos fundamentales
en torno de los cuales giraban la sociedad argentina.
El fraude, la corrupción y la violencia fueron elementos claves, recursos, de los cuales se sirvió el
liderazgo sindical, para acumular y proteger su propio poder y sus riquezas, mediante la incorporación
del sindicalismo peronista “al sistema” y, en su integración a las necesidades estratégicas del capitalismo
internacional. Los sindicatos llegaron a ser poco menos que servidores de la clase gobernante, y la
dirección impuso esta condición de servidumbre a sus bases mediante una mezcla de violencia y fraude.
James no niega la violencia y la corrupción por parte de la cúspide sindical peronista y sostiene que esos
factores no pueden ser analizados aisladamente; sino que se tiene que tener en cuenta el contexto
histórico y socioeconómico en el que se dió. Se los debe ver como elementos de un proceso social e
histórico.
Imaz (sociólogo) vio este proceso como un reflejo de las crecientes aspiraciones de status, tanto de los
líderes sindicales como de quienes los apoyaban, en una sociedad de movilidad social, cada vez mayor.
Los afiliados gremiales esperaban que sus dirigentes aprovecharan cualquier impulso que se les ofreciera
para mantener la organización y las condiciones básicas.
Gran parte de la “integración” (de los gremios) en el caso argentino no fue más que un resultado normal
de la relación intrínsecamente estrecha entre los sindicatos y el capitalismo; fenómeno poco inesperado
en una sociedad como la nuestra donde existía tan alto nivel de industrialización y agremición.
Las relaciones entre gremios y empresarios (según James) no fueron tan armoniosas como se puede
creer: hubo integración pero también resistencia. Si bien se buscaba mantener un equilibrio, los
extremos, ya sea indiferencia pasiva como negación activa, eran tan perjudiciales uno como otro; es por
eso que el autor lo denomina como un “proceso ambivalente” que era a la vez un factor e debilidad
como de fortaleza para los gremios.
Durante el gobierno de Frondizi, los dirigentes sindicales apelaron al fraude, la violencia y a la corrupción
para mantener el control de los gremios. Estos elementos pudieron ser utilizados ya que fueron las
bases, las que se lo permitieron: la experiencia social de los trabajadores en las derrotas de 1959 y 1960
y la consiguiente desmoralización, a lo que se sumaron los efectos de la ofensiva económica: desempleo,
racionalización y niveles salariales más bajos. No les improtaba renunciar la venta de cualqueir grado de
control en el seno del trabajo si a cambio se les otorgaban aumentos salariales para ellos y sus
dirigentes.
Apoyar al golpe de Ongania resultó ser un error crucial, pues eliminó incluso el limitado espacio de
maniobra que había existido. En el “mundo feliz de Onganía” solo había sitio para la franca oposición o la
más completa subordinación. La sustancial ambivalencia característica del periodo anterior a 1966
(presidente Illia) quedó abolida, y con la fuente de la fuerza y la debilidad del vandorismo (contexto mio:
Vandor era dirigente sindical del gremio de los metalúrgicos. Promovió dentro del peronismo una facción
participacionista, denominada "vandorismo", dispuesta a pactar con el gobierno de facto y proponía un
“Peronismo sin Perón”. Fue asesinado en la sede de la UOM de 5 tiros)
El proceso de integración, estuvo acompañado de su posición: la resistencia. Para los partidarios de esta
postura, el aparato burocrático lo único que hacía era aprovecharse de los trabajadores traicionando y
reprimiendo las luchas y aspiraciones de los trabajadores. Veían a los burócratas que preferían la
integración como traidores y amigos del sr capitalismo.
Estos trabajadores tenían conciencia de clase y muchas veces estaban impregnados por la ideología
peronista. Coexistieron nociones y nostalgia peronista. Uno de esos conceptos esenciales fue el de “el
pueblo” (gente trabajadora) que se oponía a la “oligarquía”. Se dividía a la sociedad entre estas
categorías. Se añoraba el estado bondadoso, benefactor, donde se aspiraba a la justicia social guiados
por un líder carismático que era del pueblo.
Estas memorias y tradiciones fueron reinventadas y reinterpretadas selectivamente de acuerdo con las
nuevas necesides.
El peronismo no solo significó salarios más altos: su significado histórico para los trabajadores fue
encarnado también por una visión política que ampliaba el significado del conepto de ciudadanía, así
como las relaciones entre los trabajadores y el Estado, e incluía un componente social “herético”, que se
hacía eco de las exigencias, formuladas por los trabajadores, de mayor status social y dignidad dentro y
fuera del sitio de trabajo, y que finalmente negaba las pretensiones sociales y culturales de la elite.
La continua vitalidad demostrada por el peronismo en el período 55-73 se debió, al menos en parte, a su
capacidad para expresar esas reclamaciones originales de la clase trabajadora.

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