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Introducción a la historia del pensamiento sobre economía política Girado, G. A. Introducción En la economía como ciencia social existen perspectivas diferentes, aunque probablemente algunas sean más científicas que otras. A diferencia de lo que ocurre con las cs naturales, el conocimiento en la economía política es más difícil de acumular, e incluso impide que se puedan jerarquizar aquellos discursos, en tanto la idea de “progreso” sea el referente. Unos pensadores pueden realizar críticas de otros autores, a partir de la escala de valores que ostente la persona en cuestión, pero es altamente difícil poder realizar apreciaciones respecto a la “evolución” presentada por una corriente respecto de otra pretérita. En definitiva no hay un desarrollo lineal en el pensamiento científico que nos permita “avanzar” en los términos comúnmente utilizados por otras ciencias. Al no disponer de artefactos de laboratorio ni de reactivos químicos, todos los utensilios básicos de economista serán la abstracción y la corrección formal. Toda ciencia fáctica pretende hablar de la realidad y, por consiguiente, precisa de contrastaciones que convaliden, al menos hasta nuevo aviso, las hipótesis teóricas. Y el único observatorio que disponemos es la historia económica. Precisamente en el terreno de ese “observatorio” algunos de sus mentores han alcanzado la categoría de clásicos. El proceso tiene una fuerte asociación con el que va a llevar –también- al surgimiento de la ciencia política como disciplina autónoma. Suele tomarse a Maquiavelo como el momento histórico en el cual la ciencia política se constituye como tal diferenciándose de la filosofía y de la religión. El surgimiento de la economía como disciplina separada tiene que ver con ese proceso de modernización, de desacralización del pensamiento que se relaciona con lo que se llama Edad Moderna, con la revolución que significó el descubrimiento, el gran desarrollo del comercio y, en última instancia, la transformación del régimen feudal y el proceso que llevó a los que podríamos dar en llamar la constitución de las bases del capitalismo. Los primeros pensadores surgen a partir del S XVII cuando comienzan a desarrollarse ciertas formas mercantiles de circulación de la producción, y hasta mediados del XVIII. Donde no hay Estado no hay política, y es por eso que en la Edad Media no hay ideas sobre política, sino ideas normativas que apuntan más a la conciencia del individuo. Los orígenes de la economía política Nos referimos a los primeros escritores que tuvieron como materia sistemática a la economía: los mercantilistas. Éstos tienen que ver con una etapa de desarrollo concreta: es la vinculada a la vigencia de los estados absolutistas en Europa. Hay distintas escuelas nacionales, pero cuando uno habla de mercantilistas se refiere a los existentes en Francia (con Colbert a la cabeza) donde había un estado monárquico más consolidado y donde se expresan de manera pragmática los principales postulados mercantilistas. Sus ideas se expandieron por Italia, Rusia e Inglaterra también. Las reflexiones económicas mercantilistas eran relativamente primitivas pero muy vinculadas a los problemas económicos de las monarquías absolutistas. Por eso, esta reflexión aparece vinculada a la problemática del comercio exterior y a la de la guerra: ya que la riqueza para ellos radicaba en la acumulación de metales preciosos, basados en una forma lineal y pragmática de pensar, el problema político era cómo financiar la guerra que permitiese conseguir oro para ampliar y asegurar el poder de los Estados. Uno de los principales postulados que tenían los mercantilistas consistía en que el objetivo de esos Estados era acumular sin límites balanzas comerciales positivas. La riqueza consideraba medida por un poder dado por esa cantidad de metales preciosos. La riqueza es, en primer término, el oro, con el cual se puede adquirir lo que no se produce fronteras adentro. En definitiva, la persecución de los saldos positivos implicaba un desequilibrio en el comercio internacional, ya que el Estado debe estimular la manufactura de productos que al ser exportados permitan el ingreso de oro a las fronteras “nacionales” mientras se restringe la salida de oro del país, esto es, la importación de productos que deban ser pagados como oro. En la medida que el interés pasa del plano de la circulación a la esfera de la producción (donde radica ahora la fuente de riqueza) esto es del comercio a la producción de mercancías producidas por el trabajo, ese interés se constituye en la cuestión medular de las corrientes de pensamiento que siguen al mercantilismo, hasta la aparición de los neoclásicos a mediados y fines del siglo pasado. ¿Es conveniente para un país conseguir balanzas comerciales permanentemente positivas? Hay que tener en cuenta al analizar las cuestiones comerciales del balance de pagos, la composición de dicha balanza comercial. Debe analizarse quién se apropia de los mayores beneficios, quién acumula a partir de allí, qué compromisos se atienden con esos saldos favorables o bien quiñen y porqué concurren a generar los saldos negativos del balance comercial. Su doctrina (de los mercantilistas) brinda el primer programa de política estatal que refleja los intereses de la burguesía en ascenso. Para ingresar cronológicamente en el estudio de esas corrientes superadoras del análisis mercantilista, es necesario dirigir brevemente la atención a un tema central en la economía política: el valor. Hablar de valor significa hablar de las magnitudes más o menos permanentes –en ciertas condiciones tecnológicas y de desarrollo dadas- en las cuales unos productos se intercambian por otros productos distintos. El valor que permite llevar a cabo dicho intercambio, obviamente es una unidad que permita jacer las cosas comparables, medibles gracias a la cual los bienes podrán reducirse a esa unidad común y permitirá el acto del cambio. Más adelante lo desarrollaremos mejor. Los primeros pensadores que se comienzan a preguntar por el valor de las cosas son los llamados fisiócratas (posteriores a los mercantilistas) que tuvieron su principal desarrollo en Francia (Ricardo Cantillon, Francis Quesnay, el Marqués de Mirabeau, DuPont de Nemours, Mercier de la Riviere, Le Trosne) vinculados a la problemática de la explotación agrícola en ese país. Consideran a la agricultura la única fuente de valor y riqueza, dando lugar al concepto de trabajo productivo mientras echan luz sobre el excedente agrícola, cómo aparece y de qué modo circula entre las clases sociales, desembocando en una dinámica. Esto está asociado a la lucha de intereses de Francia en ese momento, donde el sector agropecuario reivindicaba para sí una mayor proporción de la riqueza generada por la explotación del campo. Los fisiócratas no son muchos. Se los ha estudiado inclusive como participantes de algún tipo de logia, como proto-partido político en tanto su sentido de pertenezca estaba asociado a la comunión de afectos sobre una persona, Francois Quesnay, y al sentido casi místico que generaron alrededor de un cúmulo de ideas que eran muy resistidas por la clase gobernante, el clero y la milicia. Quesnay presenta públicamente los principios de su sistema que, en su opinión, restablecerían las fuerzas del reino, basado en un mecanismo que tiene 3 elementos esenciales: 1. teoría del producto neto 2. teoría de la circulación 3. la concepción del orden natural y esencial de las sociedades. *Solamente la agricultura produce riqueza, el dinero no. *La tierra es la única fuente de riqueza, y es la agricultura la que la multiplica. Así Quesnay postulaba, de manera simplificada, que el origen del conjunto del valor circundante en una sociedad estaba dado por la agricultura, que era la única actividad que generaba algún tipo de valor, en tanto los industriales eran considerados una clase improductiva, ya que no aumenten el producto de la tierra, si no “solo” lo trasforman. En síntesisel excedente generado por una sociedad, es el generado por la agricultura: en un ciclo productivo se consigue al final del proceso más producto que el que se encontraba al comienzo. *El costo real de una cosa consistía en el gasto necesario de trigo para financiar su producción, y era una consecuencia razonable suponer que esto constituía el “valor natural” de la mercancía. La actividad agrícola era la única actividad capaz de generar ese excedente y el progreso material era entendido en la medida que la sociedad estuviese en condiciones de aumentar ese producto neto. Con origen en la tierra. En tanto los productos materiales son aptos para satisfacer necesidades, tienen valor de uso –son elementos útiles- algunos bienes útiles también tienen valor de cambio, que constituye un valor social particular, que suele expresarse en el precio. Estas mercancías (“riquezas”) pueden tener origen en la tierra o bien ser productos manufacturados, industrializados, pero en definitiva terminan siendo siempre productos originados en las capacidades productivas del suelo. La explicación de Quesnay de la aparición del excedente económico es absolutamente original (del producto anual una parte repondría lo consumido en el ciclo anterior y otra quedaba como excedente), y constituye para Marx un eslabón fundamental para que pueda éste desarrollar y explicar el origen de un mayor valor social: plusvalía. Es difícil que Quesnay o los mercantilistas pudieran haber hecho un análisis más completo del sistema capitalista cuando éste no estaba del todo desarrollado, ni siquiera en términos de una sola nación. Con él y el conjunto de los fisiócratas se aborda el tema del excedente económico y su papel, mientras con los “clásicos” (que les continúan cronológicamente) aparecen el tema del beneficio y de la lógica de la acumulación del capital. En el período que va desde la monarquía absoluta hasta la revolución francesa y la posterior revolución industrial vamos a encontrar una serie de pensadores que hacen la crítica de aquel orden mercantilista. Aparecen los que hoy podríamos llamar los “liberales”, entre los cuales el más importante va a ser Adam Smith. Junto con David Ricardo son los economistas del capitalismo naciente. Suele sumarse a la lista Thomas Malthus, J. B. Say, J. S. Mill y algunos otros. Hobsbawn señala que el período que él denomina “gran revolución”, que va de 1789 a 1848, fue el triunfo no de la “industria” como tal sino de la “industria capitalista”, victoria no de la libertad y de la igualdad en general, sino de la “clase media” o sociedad “burguesa”. ADAM SMITH A partir de Smith, la economía política se libera definitivamente de las ilusiones sobre el papel “transformador” del rey y el Estado. El pensamiento ilustrado que caracteriza la época estaba dominado por el individualismo racionalista, secular y progresivo que, al poner en el centro al individuo hacía hincapié en la necesidad de liberar al hombre de las cadenas intelectuales medioevales (como la superstición de las iglesias, por ejemplo) que persistía y alcanza a convivir varias décadas con el pensamiento progresista. No puede entenderse la obra fundamental de Smith sin tener en cuenta su formación y actuación académica en temas filosófico-morales. Si, según el, la conducta del hombre naturalmente se desenvuelve a partir de una serie de motivaciones como el egoísmo y el sentido de la propiedad –entre otros., entonces cada individuo es el mejor juez posible de su interés, que satisfará de acuerdo a su propia manera –individual- si se lo deja actuar libremente para ello. Varios autores coinciden en que la revolución industrial tuvo un comienzo focalizado, limitado geográficamente y en medio de un cuadro relativamente pesimista del funcionamiento del sistema económico, que no daba esperanzas de un futuro particularmente promisorio. Este es el contexto que le permite a Smith pensar en el futuro como “triste y melancólico”. Es importante tener en cuenta que la expansión de la producción industrial se realizaba casi exclusivamente bajo el llamado “sistema doméstico”, de donde un mercader era el que finalmente llevaba los productos al gran mercado previa compra que le realizaba a los campesinos del fruto de su trabajo no agrícola, y el artesano de sus productos. La mayor intensidad que fue adquiriendo ese tránsito de mercaderes dio lugar a rudimentarias condiciones para el nacimiento del capitalismo inglés. La actitud de Smith hacia las clases terrateniente y capitalista era la de un observador exterior, y puso bien en claro que consideraba al terrateniente como un mal innecesario y al capitalista como un mal necesario. Smith no ha corrido con la misma suerte que su continuador –David Ricardo- ya que en general ha sido desvalorizado por su “eclecticismo confuso”, como teorizador puro, por muchos economistas. Samuelson lo defiende, Eric Roll también. Respecto de sus antecesores, su obra desnuda con inusual vigor los principios que subyacen en el funcionamiento del sistema capitalista. En ella encontramos al primer economista que fundamenta con claridad la necesidad de que el Estado se abstenga de intervenir en la economía, sometiendo a una crítica muy dura todo el andamiaje jurídico del mercantilismo. En oposición al “derecho divino” autoritario se levantaba el “derecho natural” del individuo. Aquel desarrollo motivado por la libertad del individuo, -el “dejar jacer, dejar pasar” de los fisiócratas-, la asociación del movimiento de los flujos de la economía con lo natural del movimiento de los flujos de la economía con lo natural del funcionamiento de un cuerpo humano, justifican en Smith un ataque mayor al enemigo sistémico, los monopolios, que a los mismos gobiernos crecientemente nacionales. Cuando Smith aplica sus conceptos referidos al orden natural a las cuestiones económicas, se pone totalmente en contra de cualquier tipo de intervención del Estado en la industria y en el comercio, porque aquel “equilibrio natural” es el mejor asignador de recursos conocido. La única política económica que un gobierno debería llevar adelante era toda aquella que conservara la libre competencia, e incluso actuar para destruir posiciones monopólicas ya sean del trabajo o del capital. Es propio del individuo el egoísmo, que intente obtener ventajas, por eso debe evitarse que entorpezcan el fluido funcionamiento del mercado, la “mano invisible” que establece equilibrios de mercado. Smith dice que cada individuo “es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en su propósito”. De lo que se habla entonces, es de la importancia del interés personal como factor determinante de la vida económica. La problemática del valor y otras cuestiones Estos economistas clásicos intentan con insistencia discutir la problemática del valor, el hecho de porqué unas cosas se intercambian por otras y en qué magnitudes lo hacen. Debe quedar claro desde ahora qye en el autor –y no sólo en él- se presentan contradicciones. Sintéticamente, la premisa básica del intercambio nos obliga a partir del hecho que si las cosas fueran iguales, no se intercambiarían unas por otras. Dos cosas con un grado de utilidad diferente sí pueden cambiarse entre sí, pero el valor de uso de cada una no nos puede dar la magnitud necesaria –requerida- para realizar ese intercambio, ya que de la utilidad de un paraguas y una agenda- útiles para protegerse de la lluvia o del sol y registrar los compromisos contraídos, respectivamente- no pueden obtenerse las magnitudes que permitan el cambio, su mensurabilidad. Pero ese valor sí explicará su intercambio en virtud de su diferente cualidad, lo que las hace intercambiables. Lo que sí permitirá cuantificar las magnitudes por las cuales se intercambiarán dos mercancías va a ser el valor de cambio, concepto del que parte Marx para su análisis y que será el concepto donde Smith concentrará su interés. Smith sostenía que la magnitud por la que se intercambian dos cosas esregulada por la cantidad de horas de trabajo necesarias para construir/hacer/producir cada uno de esos productos involucrados en el intercambio. Aquel valor de cambio, expresado en dinero, es el precio (“precio natural”) que tiene el producto en el mercado. El precio puede divergir del valor, pero no por mucho tiempo, lo que nos permite decir que el precio tiende al valor, si bien quizás nunca coincida con el. Las tres remuneraciones de los factores (trabajo, capital y tierra) forman parte del precio y son las fuentes originarias del valor de cambio. Más adelante dice que el trabajo es la medida real del valor de cambio de todas las mercancías. Pero posteriormente sostiene que la medida del valor de una mercancía también esta dada por la cantidad de trabajo que requiere su producción. A partir de aquí subsisten sus dos enfoques, persistiendo la confusión entre cantidad de trabajo y el valor del trabajo. Aparentemente basados en la inconsecuencia de Smith respecto del tema del valor, muchos historiadores depositan casi solamente en David Ricardo al antecedente concreto de la teoría de la plusvalía de Marx. Los intentos de explicación del concepto de valor utilizando la categoría trabajo-teoría objetiva-, entonces, serán diferentes de acuerdo al autor de que se trate: con Adam Smith, que es quien nos atañe ahora, se nos aparece el intento conceptual de destruir la falacia mercantilista que consideraba valiosos, solamente, a los metales preciosos. La cambiabilidad presupone también la presencia de un factor o cualidad común y es esta determinación cualitativa la que los clásicos no analizaron. Por otro lado Smith como Ricardo tenían muy presente la idea de que la economía era una ciencia social. Esa “riqueza de las naciones” de la que habla Smith, es su capacidad de generar valor, una mayor cantidad de producto. Y uno de los principios que explicaban el desarrollo de las fuerzas capitalistas era, para Smith, la propensión al intercambio, ya que esa inclinación derivará inevitablemente en una profundización de la división del trabajo (o especialización de las actividades económicas), ícono de la teoría smithiana como concepto abarcador. Esa división del trabajo permite obtener mayores beneficios de productividad. El modelo que trabaja Smith es uno de desarrollo y crecimiento económicos, y dentro de él explica diferentes modos de organización industrial y su aparición. De la que habla Smith primero es de la división técnica del trabajo dentro del taller de manufacturas. Luego amplía la conceptualización hacia la división social del trabajo como producto de la división entre las clases sociales. Se trata de una división de trabajo siempre creciente, de cuyo incremento depende, justamente el aumento de la productividad del trabajo y, por ende, el aumento de la riqueza social. A partir de esa mayor productividad se alimenta una mayor división del trabajo que a su vez estimula un intercambio mayor. Asimismo, esa mayor división del trabajo es una variable dependiente del desarrollo de mercado (por lo tanto se encuentra limitada por la extensión del mercado) y de la acumulación de capital. La acumulación de capital, juega también su papel. Como variable de la que depende la división del trabajo, su tasa de incremento determinará la cantidad de capital de la que dispondrá el contratista para emplear a un trabajador en una actividad determinada. (Aumento de salarios, incentiva la división del trabajo, da una más alta productividad, según Blaug) A menor cantidad de personas, menor especialización existirá en la sociedad y por lo tanto, mayor cantidad de cosas deberá cada uno producir para sí para satisfacer sus necesidades. Luego del intercambio generalizado en una sociedad, de donde todos se benefician de esa mayor y más extendida división social del trabajo (en la medida que el mercado sea mayor), aparece en escena uno de los justificativos mas fuertes de los beneficios del comercio exterior: los países deben también especializarse porque de ello deviene un mayor bienestar general, como producto de un mayor intercambio comercial. Para Smith cada economía debe concentrarse en producir aquellas mercancías en las que tiene ventajas para hacerlas (ventajas comparativas) respecto de otras economías, y deberían intercambiarse libremente dichos productos por aquellos productos que esas economías hiciesen, a su vez, más económicamente. Elementos de la división del trabajo: *introducción de la maquina *el progreso en la destreza del obrero (especialización) *ahorro en el tiempo de producción que se logra al evitar desplazamientos intra-fábrica y cambios de herramienta de trabajo (taller manufacturero) Según Smith, la misma especialización dará lugar a que existan personas dedicadas exclusivamente a la producción de máquinas. Lo que no analiza es la cuestión del desempleo como producto de la incorporación de máquinas al proceso productivo. Rosa Luxemburgo escribió que “… en Inglaterra la burguesía, en el período de embate y lucha por la libertad de comercio, que signo el comienzo de su dominación en el mercado mundial, se proveyó de armas en el arsenal de Smith- Ricardo”.
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