Logo Studenta

tfg_entrega_final (1)

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA 
Facultad de Psicología 
 
 
 
 
Crónica de un parricidio: El crimen de los Schoklender. 
 De la forclusión del Nombre del Padre al pasaje al 
acto, como entrada y salida en un caso de ​folie à deux. 
 
 
 
 ​Trabajo Final de Grado - Modalidad Monografía 
 
 
 
Estudiante: ​Viviana Acosta Serrón C.I: 4.062.618-9 
Docente Tutor: ​Dr. Jorge Bafico 
Docente Revisora: ​Mag. Laura de los Santos 
 
 
 ​Montevideo Uruguay - 31 de Octubre de 2020 
 
 
 
Agradecimientos 
A mis progenitores, al amoroso binomio padre-madre, a quienes les debo lo que soy y con 
enorme gratitud me enorgullezco hasta donde parcialmente llegué. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
 
 
"Mamá, nunca llegué a quererte" 
(Pablo Schoklender, 1983) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
 
ÍNDICE 
 
Resumen ……………………………………..……..…………………………. 4 
Introducción ………………………………………..……………………….… 5 
I. Desarrollo teórico …………………………………………………………..... 7 
i. Psicoanálisis y Criminología ..……….…………………………...….. 7 
ii. Parricidio ..……….……………………………………………....….… 9 
iii. Psicosis ..……….……………………………………………...………. 11 
a. Psicosis Paranoicas ..……….……………………………..… 13 
iv. Forclusión del Nombre del Padre .……………..……………...……. 14 
v. Folie ​à​ deux ..………………………………..………………….......… 17 
vi. Pasaje al acto ..………...……………..….…………………….…….. 20 
II. Crónica de un parricidio ……....…………………..………..……….……… 26 
i. Quiénes eran los Schoklender ..……….…………………………..… 26 
ii. El hecho - Un cumpleaños parricida ..…………………………....... 27 
iii. Hallazgo - Hilo de sangre delator ……….…………………….…...... 28 
iv. Fuga casi Hollywoodense …………………………………...……….. 28 
v. Sentencia ………………………..……………………………….…...... 29 
vi. Vida tras las rejas ……….…….………………………………..…....... 30 
III. Lectura del caso - El gritoperurbado de una garganta muda ……........ 31 
IV. Consideraciones finales ..……………………………………..….…………. 35 
V. Referencias bibliográficas ..………………………………..……………..….38 
 
3 
 
 
Resumen 
La siguiente producción teórica pretende recorrer la incógnita que supone un delito 
enmarcado en el horror de lo insoportable y un pacto entre hermanos en apariencia 
inquebrantable, entrelazado con la noción de pasaje al acto como salida de un escenario 
abrumador. 
Se presentará el caso Schoklender (crimen ejecutado por dos hermanos contra sus 
padres) a fin de ilustrar desde una perspectiva psicoanalítica y de la psicología jurídica un 
abordaje que procura responder interrogantes tales como: ¿puede a veces la locura 
permanecer adormecida y solo evidenciarse con un crimen?, ¿cuáles fueron los principales 
desencadenantes para que este doble homicidio termine conformando una tragedia casi 
sofocleana?, interpelando a su vez la incidencia de la función paterna en la estructuración 
del psiquismo. 
A fin de responder a estas interrogantes se tomarán como referencia tanto los 
aportes de Lacan como de diversos autores de naturaleza psicoanalítica, considerando que 
para aproximarse a la comprensión de lo que se presume como acto psicótico, se deben 
abordar principalmente los conceptos de forclusión y pasaje al acto; si bien en el caso 
expuesto se trata de un co-pasaje al acto. 
El presente caso deja no sólo desconcierto dadas las características que lo 
conforman, sino que se trata de el único crimen en el cual no se puede reincidir; el 
parricidio. 
 
 
Palabras Clave:​ Psicosis, Pasaje al acto, Folie à deux 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
 
Introducción 
En el presente trabajo final de grado enmarcado en la Licenciatura en Psicología de 
la Universidad de la República, se intentará analizar el pasaje al acto psicótico desde la 
perspectiva del psicoanálisis lacaniano. El objetivo del mismo es ​generar un acercamiento 
teórico, develando los fenómenos que conforman un hecho criminal de complejas 
características, donde se desarrollarán conceptos que desde el psicoanálisis tendrán la 
intención de evidenciar el entramado del cómo y por qué del caso a abordar. 
Dicho caso es de sumo interés dada su peculiaridad, siendo que desde que se hizo 
público hasta la fecha, diversos consumidores de noticias de esta índole se ven fascinados 
por su trama, siendo de mera atracción, pues a modo subjetivo produce sensaciones que 
van desde el profundo rechazo hasta la absolut​a extrañeza, ​precisamente por su tinte tan 
enigmático. A esto se añade que la historia criminal argentina no cuenta con un precedente 
semejante. 
Se utilizará como soporte teórico el libro ​Yo, Pablo Schoklender (​Schoklender, 1983​) 
y la resolución judicial de prisión perpetua a uno de los implicados, los cuales se irán 
articulando a lo largo del desarrollo. El mencionado recorrido estará marcado por los relatos 
establecidos en los libros que los protagonistas del parricidio escribieron en su estadía 
penitenciaria. 
Se profundizará sobre su vida y los hechos que tuvieron lugar en Mayo de 1981 en 
el opulento barrio de Belgrano de la ciudad de Bs As., intentando comprender desde 
determinados postulados lacanianos, cuál o cuáles fueron las configuraciones que llevaron 
a esta dupla de hermanos a cometer tal crimen contra sus progenitores. 
A fin de no entrar en universales categóricos se considera menester destacar la 
singularidad de cada crimen, analizando el caso dadas sus particularidades. Para ello se 
optó por la lectura del acto criminal, dado que cuando se producen actos como el que se 
presentará, ponen en jaque no solamente al sistema de justicia sino a la comunidad 
científica, estableciéndose muchas interrogantes y pocas respuestas. 
Para ilustrar el concepto de pasaje al acto, así como el de folie a deux, se abordará 
un caso de parricidio articulando ambos con la forclusión del nombre del padre. Desde los 
planteos psicoanalíticos el Nombre-del-Padre aparece como una figura clave en la 
estructuración del psiquismo desde los primeros instantes de la vida del recién nacido. 
5 
 
Partiendo de las formulaciones realizadas por Freud acerca del padre y destacando 
la importancia que su papel desempeña en la estructuración psíquica de los sujetos, se 
profundizará en los principales desarrollos teóricos realizados por Lacan. Es por tanto que la 
psicología no se puede ver reducida así misma sino que está inherentemente ligada a la 
criminología. 
Si bien se advierte que el sujeto se va constituyendo a partir de un otro, tales 
figuraciones se van dotando de notoria ambivalencia a lo largo de sus distintos abordajes. 
En consecuencia serán abordadas algunas de estas figuraciones conforme a la incidencia 
que tenga en quienes cometen un crimen de estas características, enfatizando en las 
nociones de Forclusión del Nombre-del-padre como umbral de la psicosis y el Pasaje al acto 
como salida de la escena, ambos conceptos ilustrados en un caso de Folie a deux. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
 
 
 
“No iba a ser fácil llegar a la verdad. 
Tendría que adoptar un método lento, pero seguro: La conversación. Mucha conversación. 
 Porque a la larga, bien gracias a una mentira o a una verdad, 
hablando todos se comprometen…” 
Agatha Christie, Despues del funeral, 1953 
 
 
I. DESARROLLO TEÓRICO 
i. Psicoanálisis y Criminología 
Desde la perspectiva psicoanalítica no sería posible construirun universal del crimen 
comprendiendo que allí quedan involucradas toda una serie de composiciones sociales y 
subjetividades, las cuales deben ser interrogadas una a una sin eclipsar sus respectivas 
singularidades. 
Tal como se mencionó uno de los motivos por los cuales este caso fue tomado para 
la elaboración de un trabajo final de grado, es el interés que despierta el hecho de albergar 
dos actos de características fundamentales dentro de la obra freudiana como los son el 
incesto y el parricidio, acentuando el vinculo entre ambos. 
Sobre tales conceptos se intentará desplegar algunas ideas referidas desde el 
psicoanálisis y el ordenamiento jurídico, respecto a las nociones de culpa y responsabilidad 
en relación a un crimen. 
Tomando el prólogo del texto ​Encrucijadas del campo psi-jurídico​, Juan Dobón 
(2005) menciona que el campo de lo psicojurídico ofrece un recorrido que nutre no 
solamente al psicoanálisis, sino también al psicoanalista, el cual se interpela sobre 
conceptos como culpa, responsabilidad, goce, deseo, ley, por citar algunos. 
Por su parte, Lacan (1950/2003) en ​Introducción teórica a las funciones del 
psicoanálisis en criminología plantea el simbolismo como concepto relevante para la 
comprensión del acto criminal, debido a que ciertos actos delictivos se revelan como 
manifestaciones del superyó. A su vez expresa que si bien el sujeto al cometer el acto 
evidencia su psicopatología, no es por la consumación del mismo que esto se da sino 
debido al carácter irreal de su ejecución; señalando que el psicoanálisis intenta delimitar las 
coordenadas simbólicas del crimen mientras que la criminología reduce su interpretación a 
lo que entiende por los hechos de la realidad. 
7 
 
De manera que diferenciándose de otras disciplinas, que implantan normas o 
castigos, el psicoanálisis se ocupa de establecer una comprensión subjetiva del crimen, 
entendiéndolo como un fenómeno subjetivo. 
Respecto a la noción de responsabilidad, Tendlarz y García (2008) expresan que: 
Ser declarado responsable de un acto le permite a un sujeto conservar su 
humanidad, en la medida que se intenta producir su implicación en dicho acto y así 
poder tomar una posición frente a él… En definitiva, la responsabilidad en el 
psicoanálisis reside en la respuesta del sujeto del inconsciente. ​(p. 58)​. 
En cuanto al sentimiento de culpabilidad afirman que sería el derivado de un afecto 
producido por la estructura mediante el cual se intenta cubrir la falta en el Otro y no de 
ninguna experiencia vivida. 
Al decir de Camargo (2005) el vínculo del psicoanálisis con el derecho nunca fue 
sereno, siendo la primera aproximación entre ambos por el lado del derecho penal. Esta 
rama jurídica produjo abundancia de bibliografía al respecto, muchas veces con 
superficiales manejos de conceptos psicoanalíticos, llegando a establecer algún paralelismo 
entre ciertas ideas de Freud y Lombroso visto que provenían originalmente de un marco 
antropológico común. Señala que los psicoanalistas evidencian la deuda conceptual del 
corpus teórico del psicoanálisis con el derecho; pudiéndose apreciar como ciertos 
desarrollos freudianos y lacanianos se encuentran inspirados en él. 
En ciertos pasajes lacanianos, refiere Muñoz (2009) se puede apreciar una discusión 
con la criminología al enunciar que “concebir al sujeto del pasaje al acto como inimputable 
le quita la posibilidad de subjetivarlo por medio de la condena, debido a que el concepto 
psicoanalítico de responsabilidad es muy distinto del legal, ya que se vincula al problema 
de la intencionalidad. Asimismo expresa que para el psicoanálisis el sujeto debe 
responsabilizarse no sólo de los actos cometidos conforme con sus intenciones conscientes 
sino también de aquellos realizado por sus intenciones inconscientes. 
Siguiendo en esta línea Tendlarz y García (2008) opinan que “la culpabilidad jurídica 
está enlazada al concepto de responsabilidad y a la posibilidad de gobernar sus acciones, 
por lo que todos aquellos que puedan ‘comprender la criminalidad del acto o dirigir sus 
acciones’, serán considerados imputables. Por ello, sostenemos que la culpa jurídica se 
presenta y adviene luego de cometido el crimen, cuando a través de un juicio, el individuo 
se vuelve responsable de su acto” ​(p. 36). 
 
8 
 
ii. ​Parricidio 
Tomando elementos de un trabajo de grado realizado por Ruth Vallejo ​Castro (2012) 
en el marco de su tesis para obtener el Doctorado en Psicología y Educación, se ahondará 
en el concepto de parricidio. En el referido trabajo se lo abordó de manera analítica en 
vínculo con el filicidio. 
En sus aspectos legales el parricidio es entendido como un delito cometido por quien 
mata a su ascendiente o descendiente, directos o colaterales o a su cónyuge según algunas 
definiciones, aunque en su sentido más estricto, consiste en la muerte dada por un hijo a su 
padre o a su madre, pese a que esta última acepción del delito se tipifique como matricidio. 
En la actualidad parricidio sigue configurando uno de los crímenes más repudiables 
de la sociedad solo equiparado con el infanticidio​1 dado que ambos rompen el orden social 
primario. Este concepto es reservado en la mayor parte de las legislaciones, para quien da 
muerte a sus ascendientes, siendo este acto considerado uno de los crímenes cuya 
violencia no es característica del resto, por lo que tradicionalmente se lo llama “crimen 
increíble” porque atenta contra aquel del cual se supone el lazo primero y el más 
privilegiado de las relaciones humanas. Matar al padre o a la madre posee una connotación 
distinta al resto de los crímenes porque implica matar el ordenamiento de la sociedad; si 
este límite social primario se rompe la sociedad quedaría vulnerable a un probable 
desencadenamiento de crímenes sin límites (Vallejo, ​2012, p. 5). 
En cuanto a esta noción y su vínculo con el psicoanálisis se puede evidenciar que el 
mismo a lo largo de su vasta obra le ha dedicado gran espacio al estudio del padre y por 
consiguiente del parricida, donde uno de sus mayores pilares es la conflictiva edípica. En el 
transcurso de su obra, Freud (1913/1993) da cuenta de los deseos parricidas siendo en 
Tótem y Tabú ​uno de los textos más sobresalientes, donde aborda los deseos inconscientes 
manifestados por sus pacientes en forma onírica, apoyándose en la antropología, así como 
en la religión y la literatura, siendo estos ámbitos culturales en donde se evidencian dichos 
deseos. 
Como herencia dentro del campo de lo jurídico lo que más resalta dentro de del 
constructo teórico psicoanalítico son los desarrollos de Freud alrededor de dos actos 
inherentes a la humanidad: el incesto y el parricidio. 
 
1 Infanticidio, de acuerdo a la Real Aacademia Española (RAE, 2019), es "acción de dar muerte a un niño de 
corta edad". 
9 
 
Crimen, incesto y parricidio, habitan en la cultura con un valor genético, en tanto son 
la causa de la ley, la “externa” y la “interna”, siendo Edipo el resultado entre el anudamiento 
delsujeto a la ley que prohibe el incesto y parricidio. Todo lo que atañe al eje central de las 
neurosis, tal como Freud denominó al Complejo de Edipo, asienta sus bases en estos dos 
actos. 
En ​Tótem y Tabú ​se aloja uno de los conceptos fundamentales, para el análisis del 
caso a abordar, como ser la figura del padre de la horda primordial que se corresponde a la 
figura del padre como objeto de pulsiones y el complejo de Edipo. Dicho texto se propone 
demostrar el origen de la Ley universal a partir del crimen primordial, dando cuenta así que 
el hombre y la cultura comienzan a partir del crimen y la ley. 
No obstante, a qué refiere con tótem, generalmente a un animal comestible, 
extraordinariamente una planta o una fuerza natural, que se encuentran relacionados de 
modo particular con la totalidad del grupo. Entre las prohibiciones del clan se encuentran, 
matar a su tótem y que sus respectivos integrantes no puedan tener relaciones sexuales 
entre sí, estableciendose así la idea de la prohibición del incesto. 
Allí Freud (1913/1993) sustituye al animal totémico por el padre, donde los dos 
principales mandamientos del totemismo son no matar al tótem y no relacionarse 
sexualmente con ninguna mujer perteneciente a él, atribuyendo al término ​Tabú un sentido 
antagónico porque por un lado designa lo prohibido y por otro lado es lo sagrado. Ambos 
mandamientos convergen por su contenido con los dos deseos primordiales del niño y con 
los crímenes de Edipo, quién mató a su padre y tomó por mujer a su madre. 
A su vez observa cierto paralelismo con los sentimientos ambivalentes de amor-odio 
hacia el padre siendo que en estas tribus hay banquetes totémicos en donde a veces es 
permitido comer el animal-tótem, al cual se lo llora y lamenta, realizándose luego una fiesta 
de júbilo, 
Freud (1913/1993) se pregunta ¿cómo pudo ser posible el totemismo? y argumenta, 
remitiéndose a las fiestas de la comida totémica, que: “los hermanos expulsados se 
reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo así un fin a la 
existencia de la horda paterna. Unidos, emprendieron y llevaron a cabo lo que 
individualmente les hubiera sido imposible” (p. 185). 
 
 
 
10 
 
iii. Psicosis 
Bafico (2015) plantea que es desde un abordaje estructural que el psicoanálisis se 
despliega, entendiendo el concepto de estructura no meramente como elementos que se 
relacionan entre sí, sino principalmente bajo una suerte de simbiosis en donde ninguno de 
ellos responde per se, ni tiene consecuencias sin los demás, lo cual se corresponde a la 
idea de entramado, a “ese armazón necesario y singular de las vicisitudes específicas que 
marcan la vida de cada individuo y que dan consistencia a su tallado” (p. 57) tal como 
refiere el autor. 
En cuanto al funcionamiento psíquico, Freud (1924/1992) plantea en el texto 
Neurosis y Psicosis ​una diferenciación de las psicosis respecto a las neurosis; mientras que 
en estas últimas el Yo se defiende de las mociones pulsionales pujantes del Ello mediante 
el mecanismo de la represión, las psicosis suponen una perturbación en el vínculo entre el 
Yo y el mundo exterior; pudiéndose distinguir en su obra tres momentos gnoseológicos: 
➢ ​El primero, ​dirá Maleval (2002) es descripto por Freud en ​Las psiconeurosis de 
defensa de 1894 como “el proceso por el cual el yo rechaza la representación insoportable 
al mismo tiempo que su afecto, comportándose como si la representación nunca hubiera 
llegado hasta el yo" (p. 37), ​donde las psicosis se oponen a las neurosis actuales, viéndose 
su pensamiento muy influenciado por las​ ideas de Breuer y Charcot. 
➢ ​El segundo momento, es en ​1911 donde la oposición se da por la neurosis de 
transferencia y la narcisista​, periodo donde se puede ubicar el texto sobre “El caso 
Schreber”. 
➢ El tercer momento corresponde a la segunda tópica freudiana, donde la neurosis 
es entendida como un conflicto entre el yo y el ello, en tanto que la psicosis como el 
conflicto entre el yo y el mundo exterior. 
Por su lado Laplanche y Pontalis (2004), las describen como: 
Una perturbación primaria de la relación libidinal con la realidad lo que, según la 
teoría psicoanalítica, constituye el denominador común de las psicosis, siendo la mayoría de 
los síntomas manifiestos (especialmente la construcción delirante) tentativas secundarias de 
restauración del lazo objetal. (p. 321). 
Las psicosis abarcan una variedad de trastornos de distinto origen que 
fundamentalmente presentan ideas delirantes y alucinaciones, ​Ey y Bernard (1965/1996) las 
describen como un tipo de estructura mental en donde lo que aparece es una ruptura del 
11 
 
sujeto con la realidad, quedando este alienado debido a que se comporta y piensa en 
función de su concepción delirante en lugar de someterse a la verdad y realidad comunes, 
produciéndose una fragmentación a nivel del Yo, es decir, un Yo muy debilitado. Esta 
característica va a ser muy diferente según los distintos tipos de psicosis, puesto que de 
alguna forma va significar cierta ruptura con lo que venía siendo el funcionamiento anterior 
del sujeto. En estos pacientes la vivencia predominante es una angustia vinculada a la 
sensación de romperse en pedazos, un gran miedo, hay en general una falla importante del 
mecanismo más típicamente neurótico que es la represión, apareciendo en su lugar 
mecanismos más primitivos, como el de identificación proyectiva masiva, la negación, etc. 
Los delirios que componen las psicosis, tal como plantean ​Ey y Bernard (1965/1996) 
“​pueden sistematizarse en una especie de ficción notablemente coherente, o, por el 
contrario, disgregarse en un pensamiento irreal” ​(p.448) siendo los mismos no meramente 
accidentales y pasivos, sino que se encuentran enraizados a las relaciones que unen a la 
persona con su mundo, es decir que el delirio se encuentra incorporado a la personalidad 
del delirante. 
En cuanto a sus antecedentes y clasificación, ​Ey y Bernard​ (1965/1996) exponen: 
Estos delirantes, perseguidos, megalómanos, místicos, etc, cuyo Delirio manifiesta 
una profunda modificación y una especie de inversión de los valores de la realidad, son 
tanto más ‘sorprendentes’ cuanto que se trata de personalidades ‘por otra parte’ bien 
adaptadas a la realidad. (p.449). 
La clasificación francesa de los delirios crónicos agrupa a las psicosis delirantes 
crónicas del siguiente modo: 
❖ Por un lado, las que cursan ​sin evolución deficitaria, como las Psicosis 
delirantes sistematizadas (Paranoia) ➢ Delirios pasionales y delirios de interpretación. 
Luego se encuentran las Psicosis alucinatorias crónicas y las Psicosis fantásticas 
(Parafrenia). 
❖ Por otro lado se encuentran las que sí presentan evolución deficitaria, siendo 
estas las formas “paranoides” de la Esquizofrenia. 
Los autores en dicho apartado se limitan al estudio de los delirios crónicos que se 
desarrollan sin disminuir progresivamente las capacidades de adaptación del sujeto, al 
contrario de lo que sí ocurre en las psicosis esquizofrénicas,no obstante las psicosis 
delirantes crónicas no deficitarias pueden presentar una evolución reversible y sufrir 
transformaciones de una especie a otra. 
12 
 
a. Psicosis Paranoicas 
Este trabajo repara en los delirios crónicos sistematizados, es decir las Psicosis 
Paranoicas o Paranoia, denominados de este modo, según ​Ey y Bernard (1965/1996) por 
estar prendidos a la personalidad del delirante, caracterizados por presentarse 
relativamente coherentes ante quien los observa (médicos, familia, jueces, etc) dada su 
forma sistemática, relativamente plausibles; de allí que se desprende su poder de 
convicción o de contaminación, como se verá más adelante en el caso de delirio de a dos 
donde se establece un binomio entre un delirante inductor y otro inducido. 
Destacan que los síntomas de este delirio consisten en interpretaciones, ilusiones, 
percepciones delirantes, actividades alucinatorias, fabulaciones, intuiciones, siendo todos 
reductibles a una patología de las creencias, en tanto que las ideas delirantes, abarcan en 
su convicción dogmática todos los fenómenos que forman la construcción del sistema de su 
mundo. El carácter paranoico de estos delirios, encuentra la singularidad en cinco aspectos: 
la desconfianza, orgullo, agresividad, la falsedad de juicio y la psicorigidez, presentándose 
en un sistema de creencias bien articuladas, aunque en determinados casos o fases de su 
evolución, dichos delirios se aproximan más al sueño y a las experiencias delirantes agudas 
debido a su aspecto caótico y fantástico. 
Es menester señalar algo que Ey y Bernard (1965/1996) sostienen respecto a la 
importancia de las reacciones médico-legales de estos sujetos, los cuales ponen al servicio 
de su delirio una agresividad en ocasiones brutal y siempre violenta, siendo muy frecuente 
reacciones escandalosas que efectúan para llamar la atención de la comunidad o de la 
policía, generalmente aludiendo a persecuciones de las cuales son víctimas. También 
pueden apreciarse ​incendios a modo de venganza o robo como represalia, aunque lo más 
temido en este tipo de delirantes es el asesinato, ya sea porque desean librarse o vengarse 
de sus enemigos o inconcientemente a modo de autocastigo. 
A su vez enuncian que “la paranoia, lejos de ser una psicosis ‘endógena’ como lo 
indicaba Kraepelin, constituye por el contrario, una reacción a los acontecimientos” (p. 457) 
señalando que Lacan insistió en relación al sentido autopunitivo de la misma, el cual 
encierra al sujeto en un sistema de persecución imaginario, teniendo valor psicológico de un 
castigo deseado inconscientemente, Afirman también que a veces la acumulación de 
circunstancias penosas, la sumatoria de fracasos o conflictos, así como la tensión que se 
engendra dada la exasperación, ya sea por las decepciones como por la desesperación, 
desencadenan las psicosis, manifestando que en ocasiones una gota de agua desborda el 
vaso a raíz de una discusión, debido a que el delirio es vivido como la experiencia crucial de 
un conflicto del Sujeto con otro, ya sea cónyuge, familia, vecinos, etc (p. 454). 
13 
 
iv. Forclusión del Nombre del Padre 
Dentro de la clínica lacaniana, a la estructura de la psicosis se la relaciona con la 
forclusión del Nombre del Padre como el mecanismo que explica su funcionamiento, siendo 
este concepto una de las contribuciones más destacadas del psicoanálisis para la 
comprensión del fenómeno psicótico, de tal modo que Bafico (2005) en el texto ​El 
entramado de la locura​, expresa que por medio de la función paterna el sujeto neurótico 
edifica un universo que se organiza alrededor de un polo central al cual se corresponden 
todas las significaciones. Destacando que el entramado de las psicosis tiene que ver con 
una falta esencial, con la forclusión de un significante primordial como regulador del 
universo fálico; el Nombre-del-Padre. 
En el libro ​La forclusión del Nombre del Padre​, Jean-Claude Maleval (2002) 
menciona que el origen del término forclusión está asentado en el francés contemporáneo, 
siendo de uso corriente dentro del lenguaje jurídico procedimental, cuyo significado es "la 
caducidad de un derecho no ejercido en los plazos prescritos" (p. 61), pudiéndose 
evidenciar el estrecho vínculo conceptual con el psicoanálisis, tal como se mencionó el al 
capítulo anterior 
Por su parte, Camargo (2005) en su texto ​Encrucijadas del campo Psi - Jurídico​, 
expone el concepto de forclusión como “mecanismo psíquico que Lacan describe como 
propio de la causación de las psicosis, siguiendo la senda trazada por Freud con su término 
‘Verwerfung’, traducido al español como ‘rechazo’” (p. 248), señalando que la forclusión es 
el rechazo del sujeto de un significante primordial, el del Nombre-del-Padre, siendo a la 
psicosis, lo que la represión a las neurosis y la renegación a las perversiones. 
Lacan (1955-1956/2004) desarrolla la noción de Nombre del Padre, donde recobra 
fuerza el mito freudiano de ​Tótem y tabú​, gracias a la articulación entre el significante y ​la 
metáfora paterna, la cual está vinculada al deseo del gran Otro, esto es, al deseo materno, 
por tanto tiene que ver con lo imaginario, es decir, con la relación entre el niño y su madre. 
El Nombre del Padre representaría el significante fálico, lo que da lugar a la metáfora 
paterna, la cual es ​garante de la ley simbólica, de la prohibición del incesto y ante su 
presencia ​el sujeto adquiere estabilidad, de lo contrario quedaría atrapado en el delirio. P​or 
consiguiente en la psicosis, a falta de significante, el sujeto suple esa ausencia con una 
construcción delirante, la cual juega un papel estabilizador en su psiquismo. 
El delirio sería la sustitución de dicha metáfora, que al haber caducado se ve 
suplantada por la idea delirante, la cual ​supondría el significante expulsado de lo simbólico 
que retorna por medio de lo real. En la psicosis la metáfora paterna es forcluida, es decir 
14 
 
rechaza lo simbólico que vuelve por lo real, instaurándose en su lugar el delirio, quedando 
así el niño constituido como objeto total del goce de la madre y no como sujeto. ​El padre es 
entonces efecto necesario de la cadena simbólica, instaurado en un orden simbólico y que 
habrá o no de responder a la función definida por Lacan, como Nombre-del-Padre. 
posibilitando al sujeto estructurarse de forma neurótica. 
Por lo tanto lo que no surge a la luz de lo simbólico aparece en lo real, o al decir de 
Juan David Nasio (2013) lo abolido adentro, retorna desde afuera, expresando que “la 
forclusión es, en efecto, el nombre que el psicoanálisis da a la ausencia de inscripción en el 
inconsciente de la prueba normativa de la castración” (p. 241) y sosteniendo que lo forcluido 
más que algo rechazado es lo que no aconteció y la forclusión más que un rechazo, refiere 
a una impotencia de existir, por lo que no se trata de un rechazo sino de la abolición. De tal 
modo que la falta de inscripción de dicho significante, constituye la frontera que separala 
neurosis y perversión por un lado y la psicosis del otro. 
Maleval (2002) de acuerdo con Lacan, expresa que en la neurosis el significante del 
Nombre-del-Padre interviene conformando un cuerpo vaciado de goce, lo cual define como 
castración, al tiempo que el Otro también resulta afectado de igual modo. Sintetizando, esto 
sería la extracción del objeto a. Por el contrario en la psicosis, dada la forclusión de ese 
significante primordial, el objeto ya no se extrae y por consiguiente da lugar a que el goce 
retorne en lo real, dado que no hubo castración simbólica. Lo que acontece aquí es que, 
contrariamente, lejos de aliviar al sujeto, la angustia reinicia al ejecutar el pasaje al acto, en 
lugar de alejarla o suprimirla como sucede en el neurótico. 
Por lo tanto, para el entramado de tal estructura psicótica, ​es preciso que se den al 
menos dos condiciones, primero tiene que existir deseo materno y segundo, es inexorable 
que el padre ocupe su lugar, aplicando su función a efectos de intervenir des-sujetando al 
niño de la madre e impidiendo de este modo que se constituyan en un todo, separando así 
al hijo del goce mortífero en beneficio del placer. Aunque, respecto a la función paterna es 
importante remarcar que dentro de la estructuración edípica el padre no es un objeto real 
sino que aparece como metáfora, en este sentido ​Bafico (2005) exponiendo a Lacan 
expresa que ​“una metáfora… es un significante que viene en lugar de otro significante” ​(p. 
9). 
Por otro lado Nasio (2013) propone la tesis de la ​forclusión local a los efectos de 
explicar ciertas manifestaciones consideradas “psicóticas” que se revelan en sujetos los 
cuales no necesariamente presentan una patología de psicosis, describiendo a la forclusión 
como un significante que fue convocado pero no se presentó y en su lugar apareció la 
formación delirante, agregando que la representación que no se representa supone una 
15 
 
variante de la angustia de castración tal como Freud manifestaba. Es menester señalar que 
si bien la forclusión da a la psicosis su condición esencial, no es por ella que se diagnostica 
su estructura, sino por sus efectos, dado que la misma no es un fenómeno ya que no forma 
parte de lo observable. 
Bafico et al. (2005) se preguntan cómo se sostiene la locura, argumentando que 
debido a la presencia de los ​otros ​es que la misma adquiere su personal consistencia, 
siendo por intermedio de esa ligazón que tiene lugar cualquier tipo de relacionamiento 
humano; ya sea desde el amor o el odio, agregando que si el niño logra sortear alguna de 
las alternativas edípicas que se le proponen, en ese caso habrá instaurado la ley paterna e 
incorporado el significante, siendo mediante esta operación que se produzca la separación 
del vientre materno, vaciando su cuerpo del goce, localizandolo en objetos fuera de sí y 
orientando de tal forma la satisfacción de las pulsiones. 
Por su parte Maleval (1998) sostiene que: 
La ruptura inicial de la cadena significante produce en el psicótico el sentimiento de 
una perturbación del orden del mundo, la sensación del acercamiento a un agujero, y luego, 
a veces, la impresión de tener que resolver un problema central y enigmático. (p. 145). 
Si el sujeto que ha forcluido el nombre del padre encuentra un padre real que 
instaure la ley en donde no la había, desencadenaría pues una psicosis, debido que se 
encuentra con un agujero simbólico fruto de la forclusión. Este vacío frente al agujero 
manifestado como consecuencia ante la falta de inscripción del Nombre del Padre dirá 
Bafico (2015), será uno de los dos momentos que Lacan discrimine dentro del mecanismo 
desencadenante de la psicosis, planteando así un enigma el cual toma la forma de 
perplejidad dado que quien lo padece no puede encontrarle sentido, quedando sin 
respuesta ante la pregunta que se le presenta, teniendo así una experiencia tal que no 
puede comunicar. Luego de esto pueden acontecer dos cosas, que el sujeto desarrolle un 
delirio que en cierto modo lo pacifique y le otorgue sentido, o por el contrario que elabore un 
delirio que lo conduzca al pasaje al acto. El otro momento tiene lugar cuando surge la 
certeza, Lacan (1955-1956/2004) lo expresa en ​El Seminario 3​ del modo siguiente: 
No está en juego la realidad, sino la certeza. Aún cuando se expresa en el sentido 
de que lo que experimenta no es del orden de la realidad, ello no afecta a su certeza, que 
es lo que le concierne. Esta certeza es radical... significa para él algo inquebrantable. 
(p.110). 
16 
 
Tomando los aportes de Lacan es que Nasio (2013) argumenta que el psicótico no 
encuentra respuesta ante esa pregunta tan esencial, porque el padre simbólico, garante de 
la castración estuvo ausente en su función, siendo esto lo que Lacan llamará la ​forclusión 
del nombre-del-padre, ​al igual que reafirma que ​l​as psicosis se manifiestan cuando se trata 
de admitir lo inadmisible, de integrar un dato que no tendría lugar dentro de su organización, 
dado que esto equivaldría a su derrumbe y muerte psíquica. A su vez refiere que “esto es lo 
que produce el cataclismo imaginario y el desencadenamiento de la locura” (p.227). 
Dirá Maleval (2002) que la función paterna erige un obstáculo frente al goce 
integrado en la relación madre-niño, trazando una tachadura sobre el deseo de la madre y 
oponiéndose a la instauración de una completud imaginaria, en la que ambos están 
reunidos, afirmando que esto no acontece cuando la forclusión del Nombre del Padre 
reduce la escritura de la metáfora paterna, quedando del siguiente modo: 
 (p. 84) 
Por ende no puede producirse sustitución alguna y el deseo de la madre al no estar 
simbolizado, se torna como un goce de imposible dominio frente a un sujeto que queda a su 
merced dado que no cuenta con un significante capaz de establecer un límite ante dicho 
goce. Es en este sentido, enuncia ​Maleval (2002) que Lacan introduce la noción de ‘sujeto 
del goce’ para caracterizar al psicótico, como resultante de la carencia del límite fálico 
producto de la forclusión del Nombre del Padre. 
v. Folie ​à​ deux 
Para comprender qué motiva un crimen, se debe ahondar en las causas que dan 
origen a tal impulso homicida. Para ello se verá que caracteriza a la locura de a dos y así 
posteriormente advertir cómo se transmite de un sujeto a otro y cómo ese contagio llega 
hasta el punto de unirlos como pareja psicológica en un mismo delirio. 
La folie à deux se trata de un fenómeno poco frecuente, aunque tal como plantea 
Myriam Schieber (2007) en concordancia Allouch es mucho más habitual de lo que se 
estima. La autora expresa que las primeras apariciones de esta conceptualización se 
ubican en el siglo XIX y se atribuyen a Falret y Lasège, donde la describen como una 
“construcción ​interpersonal ​de diversas formas de pensamiento delirante” (p. 185) 
pudiéndose entender que existiría una participación ​d​eambas partes en la construcción 
del delirio compartido. De igual modo lo presenta como un trastorno que consiste en la 
trasmisión de un sistema de ideas delirantes de un sujeto a otro, en donde uno es el 
17 
 
inductor y el otro el inducido, tratándose de un fenómeno que puede establecerse entre 
dos sujetos o más; tal es caso de las sectas por ejemplo, donde un líder infunde sus ideas 
a un grupo; pudiendo esta considerarse una variante de psicosis compartida. 
El ​inductor​, también llamado caso primario, activo o dominante, es quién padece 
realmente un trastorno mental y presenta generalmente, una psicosis crónica, donde 
predominan regularmente contenidos paranoides, los cuales se acompañan de delirios de 
grandeza y usualmente posee una personalidad dominante, con una inteligencia dentro 
del rango de normalidad. 
Retomando las ideas de Lasègue y Falret la autora ratifica que ​“así como no se 
logra convencerlos, así los locos no logran convencer” ​(p. 186). Estos sujetos delirantes 
viven ajenos a la opinión de los demás, resistiéndose a todos los argumentos que vayan 
en contra de su delirio y cuando se los contradice, se detienen en sus explicaciones 
aunque siendo inflexibles en cuanto a sus ideas. 
Schieber (2007) destaca que el ​inducido​, al que también se denomina caso 
secundario, pasivo, dominado o receptor, presenta como una de sus principales 
características, una alta sugestionabilidad, pudiéndose describir como inmaduros, 
dependientes, pasivos, dóciles, crédulos, con baja autoestima, y en general de poca 
inteligencia; tratándose de un sujeto cómplice involuntario, el cual se expone a los delirios 
del inductor y a diferencia de este, sus convicciones son ​semi-mórbidas y semi-motivadas​. 
Es conveniente precisar que en la generalidad de los casos ​el débil ​suele estar 
menos afectado por esta locura que su compañero, siendo menester señalar que un 
mecanismo que puede establecerse como base de una folie a deux es la ​sugestión ​del 
inductor sobre él inducido, donde este último será pasible de sugestionarse fácilmente, 
ocurriendo un “lavado de cerebro” señala la autora, de el o los individuos receptivos del 
delirio que se va dando gradualmente. Se considera que al vulnerable se lo puede 
“contagiar” de lo que sea si la influencia proviene de un sujeto que ejerce poder moral 
sobre él, de igual modo que sucede con el niño, el cual es inducido a la cultura en la que 
nació, a través sus padres y sociedad a la que pertenece, en un sentido afable. 
Siguiendo en esta línea Nasio (2013) resalta que para que dicho contagio se 
produzca se necesita de la convivencia durante un largo tiempo de la pareja psicológica, 
siendo impermeables de influencias exteriores y manteniendo un vínculo estrecho entre 
ambos, cultivando intereses en común y existiendo un factor desencadenante el cual 
retroalimente dicho delirio. A menudo se trata de dos miembros de una misma familia, 
hermana, hermano, madre, hija. 
18 
 
Relacionando dicho concepto con el crimen de las hermanas Papin, expresa que “no 
estamos ante dos seres idénticos, sino más bien ante una prenda y su reverso, ante el 
original y su copia, ante la voz y el eco” (p. 211). Asimismo plantea que no habría muchas 
probabilidades de que un individuo equilibrado se dejase arrastrar por el delirio de otro 
sujeto, por lo que se puede considerar al sujeto inducido en un espacio intermedio entre 
locura y cordura, debido a que no sería atinado afirmar que ​está loco​, dado que termina 
desistiendo de sus propias creencias, cediendo ante las del inductor, así como tampoco 
sería oportuno llamarle ​en su sano juicio en vista de que por determinado lapso de tiempo 
compartió dichas creencias delirantes siguiendo al inductor en sus conductas sin revelarse. 
Schieber (2007) señala que “una vez recortados los absurdos más llamativos y 
llenando las lagunas con datos más lógicos​” (p. 188) hablarán en los mismos términos, una 
y otra vez de forma casi simétrica, conformándose así el entramado compartido. Como 
principales características del contenido delirante, destaca el carácter verosímil del delirio, 
basado en sucesos acontecidos en el pasado o sobre temores o esperanzas del futuro, 
subrayando que existiría un período prodrómico, en donde ambos protagonistas pondrían 
en común sus aspiraciones y dolor, siendo regularmente los delirios de naturaleza 
persecutoria por lo que ambos implicados se unirán contra un enemigo en común. Sin estas 
condiciones sería muy difícil la transmisión de tales ideas delirantes dado que el contagio se 
dificulta cuando el delirio se mantiene dentro de los límites no aceptables, siendo solo bajo 
estas circunstancias particulares que emergerá este fenómeno del contagio de la locura. 
El portador del delirio debe imponersele al inducido, ejerciendo sobre él cierta 
influencia; a su vez éste, luego de haberse primariamente resistido y luego cedido a ciertas 
ideas, vuelve el delirio más creíble para así poder reproducirlo a quien lo quiera escuchar, 
dado que en ocasiones el sujeto inducido reflexiona, surgiendo repentinamente las dudas 
en su conciencia. Schieber (2007) afirma que si el inducido o “falso enfermo” es expuesto 
repetidamente a la contradicción de sus falsas creencias y en ausencia del ​inductor ​que le 
otorgue credibilidad a las mismas, su seguridad se irá esfumando, terminando por disolver 
con las creencias inculcadas que al parecer eran tan sólidas. 
Relacionando las características del inductor con el inducido, Schieber (2007) 
aludiendo a Lasègue y Falret enuncia que “​uno está loco en el sentido social y médico del 
término, el otro no​” (p. 188). Es fundamental señalar como característica de este trastorno, 
la imposibilidad del contagio de ideas delirantes entre una persona enferma y una sana, así 
como tampoco es habitual el contagio de los delirios entre dos psicóticos, dado que cada 
quien defenderá sus propias creencias delirantes sin la posibilidad de modificarlas en 
función del otro, pues cada uno está encerrado en su propio delirio. 
19 
 
El DSM IV (American Psychiatric Association [APA], 1995) lo plantea como trastorno 
psicótico compartido, entendiendo a éste como una “alteración que se desarrolla en un 
sujeto que está influenciado por alguien que presenta una idea delirante de contenido 
similar” (p. 280). ​Por otra parte Lacan nunca planteó a la folie à deux ​como un cuadro clínico 
per se sino como la forma clínica que deja ver las condiciones que determinan las psicosis. 
Para el psicoanalista parisino la locura compartida evidencia la reproducción de una cierta 
realidad del entorno donde ​se pone en juego en la relación del psicótico con los otros 
(Bafico et al., 2005, p. 70). 
Bafico (2006) tomando la idea de A. Gralnick señala que la folie à deux está 
relacionada con la transferencia de ideas delirantes y/o conductas anormales de un sujeto a 
otro, entre los cuales han mantenido estrecha relación; a su vez sostiene que puede 
establecerse que la simultaneidaden el crimen no implica necesariamente que la locura en 
ambos sujetos sea idéntica sino que remarca correlatividad respecto al trastorno 
compartido. 
Por otro lado Freud (1924/1992) plantea que hay psicosis desde el momento en que 
el objeto tiende a confundirse con el yo, en cambio Lacan aunque lo postula diferente no lo 
contradice, al decir que solo hay psicosis por la folie a deux. 
 
vi. Pasaje al acto 
Ciertos crímenes nos dicen cómo pueden producirse, pero nada nos dicen acerca 
del por qué, ni tampoco del mecanismo que impulsa el pasaje al acto. ​Los actos que se 
manifiestan como crímenes inmotivados generalmente enmascaran la naturaleza del hecho, 
respondiendo de modo resolutorio ante las dificultades de simbolización que se le presentan 
al sujeto que los comete. ​Es importante señalar que si bien el concepto de Pasaje al acto en 
la actualidad es propio del psicoanálisis no necesariamente se correlaciona de manera 
específica con una estructura en particular, como tampoco el hecho de que todos los 
homicidas puedan ser situados en una determinada estructura clínica, siendo que ningún 
acto en sí mismo hace a una estructura clínica, ​si bien el pasaje al acto puede manifestarse 
en cualquier estructura, la función que cumplirá en cada una de ellas no será la misma. 
La revisión de los antecedentes de este concepto da lugar a la comprensión de su 
entrada al psicoanálisis luego de haberse distanciado de la psiquiatría. Para ello se realizará 
un efímero recorrido partiendo de ​La invención lacaniana del pasaje al acto, ​resultado de la 
Tesis de Maestría del psicoanalista Pablo Muñoz (2009) donde plantea que dicho concepto 
20 
 
es absolutamente original de la clínica lacaniana, habiendo desplegado diversas 
concepciones en varios períodos de su obra, no obstante resalta que no constituye el objeto 
específico de ninguno de sus textos, puesto que Lacan no le ha dedicado demasiado 
espacio en su extensa producción oral y escrita. En los comienzos de su obra, señala 
Muñoz (2009), Lacan “lo describe como un fenómeno violento y reactivo, de características 
impulsivas, que cumple una función resolutoria de la construcción delirante“ (p. 229). 
Por su parte, Roberto Mazzuca (Muñoz, 2009) en el prólogo de dicho texto, destaca 
tres aspectos en relación a este concepto, primeramente que la introducción de un concepto 
en una región teórica y clínica distinta de la que le dio origen, implica necesariamente su 
transmutación. En un comienzo se trataba de un término descriptivo, pero Lacan produce 
una modificación sustancial, pasando luego a ser un término clínico y otorgando así una 
especificidad psicoanalítica. Antes de sufrir dicha ​transmutación​, donde pierde sus 
connotaciones morales y criminológicas, la expresión ​passage à l'acte ​estaba incorporada al 
vocabulario psiquiátrico francés utilizándose como referencia a ciertas formas impulsivas de 
la acción, a conductas desviadas y violentas por las que un sujeto es llevado a realizar una 
actividad que lo supera y no tiene dominio sobre la intensidad de su accionar. 
En los primeros años, señala el psicoanalista argentino, el pasaje al acto adquiere 
un valor central en su poder de resolución del delirio donde se utilizaba muy asiduamente 
de modo poco preciso e incluso peyorativo hacia conductas referidas como ser, suicidio, 
delito, agresión, atentado sexual, comportamiento perverso, entre otros; siendo en esta 
primera etapa el término introducido en referencia a pacientes psicóticos que cometían 
atentados agresivos de diversa índole. En segundo lugar señala la construcción de la red 
conceptual en la que se inscribe el nuevo concepto psicoanalítico, especialmente su 
conexión íntima con la angustia, definiendo su función de límite y corte en relación con el 
goce intolerable. En tercer lugar destaca que el concepto lacaniano de pasaje al acto surge 
de una aproximación del concepto psiquiátrico con el ​agieren​2 ​freudiano, aunque sin 
confundirse con él. 
La relación entre acto criminal y psicosis fue de interés temprano para Lacan 
(1987/1932) al punto de dedicarle un espacio en su tesis doctoral titulada De la psicosis 
paranoica en sus relaciones con la personalidad​, escribiendo un año más tarde ​Motivos del 
crimen paranpico: el crimen de las hermanas Papin​, un caso muy resonado en la opinón 
pública de la época, en donde resalta que "la pulsión agresiva, que se resuelve en el 
asesinato, aparece así como la afección que sirve de base a la psicosis" (p. 341). 
2 Agieren: Término origen latino (agere. obrar) utilizado por Freud para referirse al actuar. 
21 
https://www.sinonimosonline.com/transmutacion/
 
Asociado a esto​, Nasio (2013) se pregunta refiriendo al crimen de las hermanas 
Papin, por qué en casos semejantes el pasaje al acto por más monstruoso que sea, parece 
resultar un final inevitable; partiendo de los textos de Lacan se podría encontrar una 
respuesta ante tal interrogante. 
Tendlarz y García (2008) señalan que al sujeto se lo puede leer en relación al acto 
criminal, asentando de este modo una concepción que se aleja de la que fuese teorizada a 
priori por la clínica psiquiátrica, si bien expresan que el pasaje al acto es una noción que 
tiene sus cimientos en la clínica psiquiátrica e introducida por la criminología en el S.XIX, es 
gracias a Lacan que deviene en un concepto fundamental en el psicoanálisis. A su vez 
afirman que el médico francés es quien ​despsiquiátriza dicho concepto, entendiéndolo como 
revelador de la estructura fundamental del acto, remarcando que el mismo tiene incidencia 
sobre el sujeto, aunque fundamentalmente sobre el delito, tratándose de un intento 
resolutorio de lo que Lacan califica como “callejón sin salida subjetivo” (p. 22). A su vez 
enfatizan en la importancia de evaluar la peligrosidad del sujeto que comete un crimen ya 
que pueden presentarse pasajes al acto en la estructura de la psicosis, que no 
necesariamente cumplan con una función resolutoria. 
Muñoz (2009) subraya que el pasaje al acto se funda en episodios que no están 
visiblemente motivados por el interés o el incentivo de una ganancia, señalando que la 
problemática que supone tal concepto fue abordada originalmente por Esquirol, quien en 
1814 crea la gran clase de las ​monomanías​, las cuales reagrupa en cuadros que aquejan la 
mente de modo parcial. Dentro de estas, resalta la ​monomanía instintiva, ​donde indica que 
“el enfermo es llevado a actos que la razón y los sentimientos no determinan, que la 
conciencia reprueba, que la voluntad no tiene más la fuerza de reprimir” (p. 49). 
También describe la clasificación realizada por Henry Ey, quien opta por el término 
impulsión, ​como todo “acto incoercible y súbito, que escapa al control del sujeto… actos de 
heteroagresión (golpes, violencia, rotura de objetos, homicidio) o de autoagresión 
(automutilaciones, suicidio); en comportamientos inadaptados (fugas, excentrecidades) o en 
brutales satisfacciones institivas (atentados sexuales, excesos alcohólicos)” (p. 50).Muñoz (2009) expresa que el pasaje al acto adopta la forma de un impulso que 
obsesiona integrándose a la personalidad de manera que ​alivia al sujeto de la ​presión de la 
idea parásita estableciendo así un límite al padecer impuesto por la ​presión ​invasora de lo 
ideico, donde Lacan cierra esta idea expresando que “el cumplimiento del acto pone fin al 
delirio” (p.26). 
 
22 
 
Asimismo sostiene que la categoría de pasaje al acto en estos casos se emplea a 
fenómenos ​impulsivos​, es decir actos que denotan lucidez y que se encuentran 
afectivamente motivados, pero que son desconcertantes, donde el paso al acto está 
supeditado por un desequilibrio emocional, siendo lo que se califica como impulsividad, de 
modo que expresa: “la impulsión hace del pasaje al acto un efecto de la ausencia de control 
de sus acciones por parte del sujeto, al modo de un automatismo, una acción descontrolada 
y sin significación” (p. 51). Resulta interesante reparar en esta apreciación dado que deja 
ver la presencia de una “impulsión homicida primordial” ​inherente al ser humano, implicando 
gran dificultad para prever y evaluar un crimen con métodos que no queden en la mera 
observación. 
De igual modo plantea que en un crimen en apariencia inmotivado se despliega una 
descarga de agresividad consumada por la vía del pasaje al acto, donde se produce una 
amenaza que cuestiona la estabilidad del delirio, examinando las variedades de pasaje al 
acto ​agresivo en las psicosis paranoicas desarrolladas por Lacan (1987/1932) donde a partir 
del caso Aimee, discrimina una nueva categoría clínica; la paranoia de autocastigo, la cual 
diferencia del delirio de reivindicación al emparentarla con el de interpretación. 
Allí instaura la problemática de la criminalidad y peligrosidad social, esto es, la 
dificultad para reconocer la capacidad de un paranoico de llevar a cabo sus pulsiones 
homicidas, especialmente porque se presentan casos en los que el crimen es el único 
componente semiológico que denota anomalía psíquica. Retomando la idea de Lacan 
donde describe el acto agresivo de Aimee como el último acto del delirio y como una 
reacción de huida, expone que este se caracteriza por una función narcotizante donde pone 
un freno a la impulsión homicida y de dicho modo aplaza el acto criminal, no obstante si se 
desestabiliza, podría viabilizar el pasaje al acto. 
En relación a esto, Nasio (2013) expone que el pasaje al acto es el último recurso 
convocado por el principio de placer a efectos de reducir una tensión insostenible, de tal 
forma que se revela como una salida de la escena, cuando el Otro no acude al llamado, así 
como se mencionó en el apartado iv respecto a la Forclusión del nombre del Padre, donde 
Bafico (2006) manifiesta que siempre lo que se da es una falla desde el lugar del Otro, 
señalando que para Lacan la aparición de la psicosis consiste en una eclosión 
desencadenada ante alguna pregunta para la que el sujeto no puede emitir respuesta 
alguna. 
Se considera oportuno realizar brevemente una distinción entre el acting out y el 
pasaje al acto a efectos de despejar alguna confusión que pueda generarse entre ambas 
ideas, siendo que estas dos concepciones poseen en común que se revelan como 
23 
 
frecuentes respuestas subjetivas ante determinadas situaciones que se le presentan al 
sujeto, consistiendo el ​acting out en el montaje de un escenario el cual queda en relación al 
lugar simbólico del Otro, mientras que en el pasaje al acto ocurre lo contrario, es decir no 
hay Otro. Lacan (1962-1963/2006) plantea en ​El seminario 10, que el acting out se opone al 
pasaje al acto, definiendo a este último de manera que: “el sujeto se mueve en dirección a 
evadirse de la escena. Es lo que nos permite reconocer el pasaje al acto en su valor propio, 
y distinguir de él lo que es muy distinto, ya lo verán ustedes, a saber, el ​acting out”​ (p. 129). 
Frente a esto Bafico (2006) expresa en su libro ​Casos Locos ​que el pasaje al acto 
supone para quien lo lleva a cabo un borramiento, puesto que el sujeto como tal es 
defenestrado y por ende es complejo poder entenderlo. Retomando las ideas de Víctor 
Iunger, plantea que dicho fenómeno consiste en “la conclusión de una escena. De un acto 
que alcanza su punto final en el efecto de exterminio del sujeto” (p. 25). 
Muñoz (2009) exponiendo los desarrollos de Lacan en ​El seminario 10 presenta el 
pasaje al acto como respuesta ante la angustia, como modalidad y única manera para salir 
de la escena y de lo real cuando no alcanzan los recursos de lo simbólico y lo imaginario. 
 Allí lo describe en el cuadro de las coordenadas de la angustia este modo (p. 233): 
Angustia ➔ Pasaje al acto 
Esto no implica que toda angustia desemboque en pasaje al acto pero sí al contrario, 
siempre que haya pasaje al acto, habrá habido angustia. De tal modo que la acción es una 
vía pulsional, una respuesta real ante la certeza que la angustia representa, lo real del 
objeto ​a, ​lo cual supone una redefinición del carácter resolutorio del pasaje al acto. 
Un enfoque muy interesante es el que Tendlarz y García (2008) plantean respecto a 
que la estructura temporal puesta en juego en el pasaje al acto dentro de la psicosis es la 
anticipación, pudiéndose presentar de manera diferente conforme al tipo de psicosis que se 
manifieste, ya sea esquizofrenia, paranoia, delirio pasional o melancolía. Esta dimensión 
temporal puede observarse en correspondencia con la estructura temporal de la decisión, la 
cual resulta de un proceso subjetivo, caracterizado por Lacan, por la presencia de tres 
tiempos llamados lógicos: ​el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de 
concluir. El primero y el último funcionan en la instantaneidad, en cambio el segundo, (el 
tiempo de comprender) opera en la continuidad. 
La decisión que conduce al acto respeta la secuencia de estos tres tiempos, puesto 
que la misma es tomada luego de haber agotado y pasado por el impasse ​que supone el 
tiempo de comprender, expresan los autores. Asimismo manifiestan que “el pasaje al acto 
24 
 
presenta la característica de empujar al sujeto desde el instante de ver al momento de 
concluir, produciendo un cortocircuito en el tiempo de comprender” (p. 24), en tal sentido es 
que se produce una anticipación. Siendo así que la ausencia del tiempo de comprender es 
correlativa de una certeza que dirige las acciones, subrayando que “no todo pasaje al acto 
presenta la característica temporal de la estructura de la psicosis”​(p. 24)​. 
Resaltan también que hay homicidas en los que se dificulta evidenciar si el pasaje al 
acto estaría situado dentro del marco de una psicosis o de una perversión, debido a la 
ausencia de los fenómenos positivos de la psicosis, dado que no se manifiestan ni 
alucinaciones ni delirios y que al mismo tiempo se busca producir la división subjetiva del 
otro, como en la perversión. 
Finalmente, Muñoz (2009) describe el pasaje al acto como una operación donde seextrae un goce en exceso, el cual es insoportable para el sujeto y lo relaciona al carácter 
resolutorio que supone mismo en las psicosis como tentativa de operación sobre el retorno 
en lo real, reconociendo al menos cuatro posiciones: 
1) En la esquizofrenia donde la invasión de goce toma un carácter intrusivo el cual 
sigue fenómenos de desarticulación corporal que conducen al acto suicida. 
2) En la ​paranoia​, donde el pasaje al acto agresivo pretende resolver mediante el 
ataque homicida el goce que está en el lugar del Otro, quien se dispone a gozar del 
sujeto y su cuerpo. 
3) En la melancolía el sujeto identifica su ser con el objeto ​a ​cual desecho inmundo 
que debe eliminar, invocando al suicidio como único recurso para eliminar el goce 
intolerable, atacando el narcisismo y atravesando así la propia imagen. 
4) En la manía el retorno en lo real de un cuerpo invadido por el goce que se traduce 
en una descontrolada respuesta del sujeto producto de la exaltación mortífera ante la 
no-función del objeto ​a. 
En suma, refiere que ante determinadas circunstancias el sujeto psicótico debe 
poner fin a lo intolerable del goce, estableciendo así un límite del orden de lo real, ante la 
carencia del elemento simbólico que inscribe el significante del nombre del padre, el cual 
debió en un cierto tiempo establecer un límite a dicho goce mediante la ley interdictiva, 
imponiendo de este modo un freno al padecimiento absoluto. De modo que el pasaje al acto 
es el corte que lo real introduce en la continuidad de lo simbólico-imaginario, resaltando que 
esto “permitirá examinar el pasaje al acto bajo el principio del sujeto entendido como efecto 
del significante” (p.51). 
25 
 
"Dime, ¿Qué es peor?, ¿ser un asesino o dejar que un asesino vuelva a matar?" 
(John Katzenbach, La historia del loco) 
 
II . Crónica de un parricidio 
 
i. Quiénes eran los Schoklender 
A simple vista se trataba de una familia judía de clase media que residía en la calle 3 
de Febrero 1840 en el opulento barrio de Belgrano, la cual estaba integrada por Mauricio 
Schoklender el padre, Cristina Silva Romano la madre, y sus tres hijos, Sergio de 23 años, 
Pablo de 20 y Ana Valeria de 18 años. 
Mauricio Schoklender y Cristina Silva se casaron el 7 de julio de 1955 y a los pocos 
meses se mudaron a la ciudad de Tandil, donde nacieron sus tres hijos: Sergio Mauricio 
quien llegó al mundo el 30 de mayo de 1958, Pablo Guillermo, el 6 de febrero de 1961 y 
Ana Valeria en 1963. Los primeros años de la infancia de los niños transcurrieron en una 
pensión humilde, pero la carrera de Mauricio fue ascendiendo y es entonces que en 1968 
ingresa al Grupo Pittsburgh -fusión de empresas siderúrgicas entre Argentina y Alemania- 
por tal motivo la familia debe mudarse a Buenos Aires. 
Mauricio, aparentemente era homosexual y tenía un amante, compañero de la 
empresa, al parecer no les prestaba atención a sus hijos; Cristina, tomaba muchos 
psicofármacos y era alcohólica, se presume también que abusaba sexualmente de Pablo, 
además de que tenía numerosos amantes los cuales llevaba a su casa y presentaba a sus 
hijos, incluso delante de su marido. 
Cristina no solo acosaba sexualmente a su hijo Pablo a quien le hablaba de sexo de 
forma recurrente y degenerada, sino que también les decía a sus hijos que se arrepentía de 
haberlos parido. En su libro, Pablo Schoklender (1983) relata que su madre se paseaba en 
bombacha y corpiño por toda la casa, hablaba con libertad sobre temas sexuales y elogiaba 
a las estrellas que cambiaban de marido como de camisón. 
 
 
 
 
26 
 
 
i. El hecho - Un cumpleaños parricida 
El 29 de Mayo de 1981 el matrimonio cenaba fuera de su casa junto a Sergio y 
Valeria para festejar el cumpleaños número 23 del primogénito. Pablo no habría participado 
de dicha celebración, ya que no residía con su familia dado que un par de semanas previas 
al fatal desenlace, habría intentado matar a sus progenitores tras haber incendiado el 
dormitorio donde estos dormían. Hecho que consta tanto en los diarios de la época como en 
las pericias del caso. Tras la cena Sergio se dirige a encontrarse con su hermano Pablo en 
el departamento de la familia, habiendo previamente concretado encontrarse allí ya que 
Pablo le habría comentado su decisión de matar a sus padres. 
Cuando estos se presentan en la casa, el padre se dirige a su cuarto y la madre se 
dispone a continuar bebiendo, es entonces que se desata una fuerte discusión con Sergio, 
siendo Pablo quien diera muerte a su madre golpeándola con una barra de metal que 
utilizaba para realizar artes marciales. Acto seguido Sergio le propina dos golpes más en la 
cabeza, amordazándola con una camisa con la que finalmente la estrangularía. 
Luego de dos horas deliberando sobre si deberían o no matar también al padre, la 
voluntad de Pablo predomina, dirigiéndose ambos hacia la habitación donde este se 
encontraba durmiendo y es allí que Sergio con las mismas barras de metal que horas antes 
le habrían puesto fin a la vida de su madre, le da muerte a golpes, siendo esta vez Pablo 
quien lo estrangule con un trozo de cuerda. Luego de consumar el hecho, se encargan de 
deshacerse de los cuerpos y eliminar todo rastro para posteriormente darse a la fuga. 
Así es que envolvieron sus cabezas con toallas y les pusieron bolsas de polietileno 
para luego trasladar los cuerpos al baúl de uno de los coches del padre, un ​Dodge Polara 
en donde los cubrieron con una sábana. Sergio condujo hasta la Avenida Coronel Díaz al 
2459 en donde abandonaron el coche. 
Del relato de Nancy Plegel, novia de Pablo, se desprende que habrían estado juntos 
la noche del 29 de Mayo y este le comentase que se iría a reunir con su hermano Sergio 
para hacerle un regalo de cumpleaños. Cuando se reencontraron, a las 14 hs del día del 
hecho, Pablo le dijo “terminamos con los viejos” ​(Terraza, Rodrígue​z y Monzón, 2016, p. 
79). 
 
 
27 
 
ii. Hallazgo - Hilo de sangre delator 
Tres días más tarde se encuentran los cuerpos ensangrentados de Mauricio y 
Cristina Schoklender en el baúl de su propio automóvil. 
Durante el domingo 31 de Mayo un vehículo estacionado llama la atención de los 
vecinos de Barrio Norte, delatado por un hilo de sangre que chorreaba del baúl del mismo. 
No fue nada fácil abrir el baúl, se debió apelar a la brigada de explosivos para que lo 
detonaran y descubriesen allí la escena macabra. 
Es entonces que desde la seccional 21 llaman a la casa de los Schoklender para dar 
aviso del siniestro hallazgo y Sergio contesta diciendo "vamos para allá"; mas nunca lo 
hicieron. 
Años más tarde Sergio (1995) narraría en ​Infierno y Resurrección ​una suerte de 
novela inverosímil (dado que se trata del relato de los sucesos que tuvieron lugar entre 1981 
y 1995) cómo planificaron la fuga, aunque sigue sosteniendo su inocencia. Allí mismo 
describe: “Sabía que empezaba la cuenta regresiva. En cuestión de horas teníamos que 
salir del país. Había que llegar a Brasil. En Brasilhabía gente que nos guardaría” 
(Schoklender, 1995, p. 17). 
 
iii. Una fuga casi Hollywoodense 
Los hermanos intentaron huir pero fueron detenidos; buscando no ser procesados 
sostenían la muerte de sus padres como un ajuste de cuentas por otros traficantes de 
armas, sin embargo la evidencia resultó abrumadora a favor de su culpabilidad. 
Sergio Schoklender se fue a Mar del Plata, registrándose en un hotel bajo el falso 
apellido Fogel, compró un caballo dispuesto a fugar, pero su cabalgata no llegó muy lejos. ​ 
Busca hospedaje y lo consigue en el "Viejo Almacén Cobo" pero lo descubrieron, ya que a 
esa altura su foto rondaba por todo el país, entonces le propinaron golpes, pero logra 
escapar. ​(Terraza, Rodrígue​z y Monzón, 2016, p. 75). 
Es aprendido en el kilómetro 372 de la ruta 2 por un patrullero de la provincia de 
Buenos Aires, ya que estaba lastimado, producto de las lesiones que le propinaron donde 
intentó pasar la noche. Por su parte Pablo fue capturado en la localidad de Ranchillos, 
Tucumán quien también compró un caballo con el fin de irse a Bolivia, pero tampoco tuvo 
éxito ya que su foto estaba también por todo el país. 
28 
 
iv. Sentencia 
Sergio confesó ser el autor del crimen una vez capturado y llevado a la comisaría, 
afirmando en una segunda declaración ser el único autor del crimen, desligando del doble 
homicidio a su hermano Pablo. 
Posteriormente durante los alegatos finales del juicio, Sergio declararía que el 
crimen lo habría cometido un grupo armado vinculado al tráfico de armas. ​No obstante, 
cuatro años más tarde, un 12 de marzo de 1985 la jueza de primera instancia Marta 
Lopardo condenó a Sergio a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por el 
vínculo, absolviendo a Pablo quien quedó libre hasta el 7 de abril de 1986 donde la cámara 
de apelaciones modificó la absolución por perpetua, solicitando la captura del mismo 
(Terraza, Rodríguez y Monzón, 2016, pp. 82-83) 
Recién el 14 de Mayo de 1994 lograron atraparlo ya que este se encontraba en 
Bolivia, teniendo una vida nueva en donde se llamaba Jorge Velásquez, comerciante 
argentino quien radicaba en Santa Cruz de la Sierra, donde incluso se casó y tuvo una hija, 
aunque se encontraba separado. 
Sergio salió en libertad condicional a fines de 1995 después de cumplir ⅔ partes de 
su condena, es decir 14 años, en donde se recibió de abogado y psicólogo, faltando dos 
materia para recibirse de sociólogo, entre otros cursos. El 28 de noviembre de 1995 salió en 
libertad condicional, siendo beneficiado por la ley que computa dobles los años que 
permaneció detenido sin condena. De aquí en más se vincularía con las Madres de Plaza 
de Mayo, lo que traerá otra serie de delitos que darían lugar al llamado ​el otro caso 
Schoklender​, en el cual tanto él como su hermano Pablo se verían envueltos en una serie 
de denuncias, corrupción, lavado de activos y administraciones fraudulentas. 
Pablo, salió en Mayo de 2001 beneficiado con salidas laborales y trabajando tres 
veces por semana en un estudio jurídico aunque retornando por las noches a dormir en el 
penal. Tal como se ha mencionado, Sergio confesó en dos oportunidades ser el único autor 
tanto intelectual como material de ambos crímenes, luego se desdijo atribuyendo supuestos 
abusos y torturas y vinculando el hecho a la dictadura militar. De de la referida sentencia 
judicial se desprende que este crimen estuvo motivado por las constantes insistentencias de 
Cristina de mantener relaciones sexuales con su hijo menor, lo cual este reafirma en su libro 
y lo expresa del siguiente modo: 
Me sacudió la sensación de encontrarme con una serpiente … extendió un brazo 
tapándose la boca con la mano. Con el otro se aferró a mi hombro. Y súbitamente comenzó 
29 
 
a frotarse contra mi cuerpo, gimiendo. Me levanté de un salto.- ¡Basta! ¡Basta, por favor! – 
grité-. O soy capaz de… Había algo en mi semblante que la atemorizó. Sus ojos estaban 
bien abiertos, pero le temblaban las comisuras de los labios. Leí en su mirada una mezcla 
de odio, desprecio y amenaza. Después se volvió a la espalda y regresó a su habitación. 
(Schoklender, 1983, p. 107). 
A raíz de este episodio, Pablo tiene un sueño, así lo relata: 
Me veía asomado a esa garganta insondable, veía con espanto la negrura que se 
abría a mis pies, siniestra, pero provocativa a la vez; -Arrójate _decía una voz_ toma 
impulso y arrójate. Abajo está el fin de todo y el comienzo de todo. Ya entenderás. 
Súbitamente vi a Sergio, aferrado a una viga y extendiéndome la mano. “Sergio –grité- hacé 
un esfuerzo. Sergio, no me dejes caer. Abajo está la noche y la nada. Hermano, vos sos 
fuerte y no permitirás que me muera”. Pero una sombra tétrica se interpuso entre nosotros. 
La imagen de Sergio se desvaneció. (Schoklender, 1983, pp. 110-111). 
 
v. Vida tras las rejas 
En 1983 luego de ser detenido en Tucumán, siendo trasladado a la Unidad 2 de 
encausados en Villa Devoto, Pablo (1983) ​escribe ​Yo, Pablo Schoklender​, libro que 
comprende cartas dirigidas a cada uno de los integrantes de su familia y que el periodista 
Emilio Petcoff ordenaría, las cuales consistían en relatos sobre el martirio que vivían los 
Schoklender en el complejo entramado familiar. 
También testimonia sobre lo que su madre le decía: “Sí, soy un monstruo y puedo 
arrastrarte donde quiera. Yo te di la vida, también puedo darte la muerte. El viaje al infierno, 
Pablo, puede resultar muy divertido conmigo” (Schoklender, P, 1983, p.112). 
Allí habla de Sergio como una especie de héroe, lo describe como un protector que 
intentaba cuidarlo de los avatares familiares, incluso en una carta que le dedicó desde la 
cárcel y le fue enviada mediante su abuela en una de las visitas, relata: 
Sergio, padre, hombre-niño, hermano… Quijote del siglo XX, profeta del espacio: no 
aceptes el rol de mártir, porque nadie va a valorar la nobleza de tu gesto. Sergio, ¡a veces te 
necesito tanto! como siempre en que me cegó el abatimiento y apenas pude defenderme 
llorando. Pero sabiendo que estás, qué podés ver las mismas estrellas que yo, aún detrás 
de las rejas, me siento más fuerte. (Schoklender, 1995, p. 142). 
 
30 
 
III​. Lectura del caso - El grito perturbado de una garganta muda 
Del caso clínico expuesto, se puede realizar una lectura sobre cómo y por qué 
podría haber tenido lugar el mencionado parricidio, relacionando algunos hechos a partir de 
los conceptos expuestos a lo largo del presente trabajo. 
Un ambiente familiar patológico reinado por la tensión sofocante, conformado por 
una madre alcohólica, infiel, y sometida a tratamientos psiquiátricos desde hace 12 años, la 
cual ingería un gran número de pastillas, generalmente psicotrópicos de los que a su vez 
abusaba, y un padre, obsesivo por el trabajo al punto de catalogarse como un avaro 
traficante de armas, homosexual, de débil de caracter frente a su mujer, pese a que 
ambiguamente se mostrase fuerte y duro ante sus hijos (Vallejo, 2012, p. 151). 
Aunque a simple

Continuar navegando

Otros materiales