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Encuentros alrededor del tablero Miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez Karina Curione, Cecilia Hontou y Esteban Jaureguizar (compiladores) Agradecimientos Agradecemos al Espacio Interdisciplinario de la Uni- versidad de la República, por el apoyo y financia- miento al Semillero Estudios Interdisciplinarios de Ajedrez: Juego, Cultura y Cognición, en cuyo marco se desarrolló este libro. Muchas personas contribuyeron generosamen- te al desarrollo de esta publicación, a continua- ción, nuestro reconocimiento a las valiosas ta- reas realizadas: Revisores/as Nicolás López Azambuja Facultad de Psicología, Udelar Laura López Gallego Facultad de Psicología, Udelar Juan Carlos Godoy Facultad de Psicología - Instituto de Investigaciones Psicológicas (iipsi-conicet- Universidad Nacional de Córdoba) Paola Premuda Troy University Ernesto Blanco Facultad de Ciencias, Udelar Daniela Díaz Facultad de Psicología, Udelar Alejandro Maiche Facultad de Psicología, Udelar Guillermo Campitelli Murdoch University Corrección de referencias estilo apa Fernanda Barboza Diseño y maquetación Electiva del Área Proyecto (ldcv, fadu-Udelar) Coordinación: José de los Santos Supervisión: Lucía Stagnaro Diseño editorial y edición gráfica Javier Grau, Cinthya Silva, Romina Vigo Impreso en Imprenta Rojo srl Montevideo, Julio de 2020 isbn. 978-9974-0-1772-6 4. Prólogo Ricardo Ehrlich | Facultad de Ciencias 9. Introducción Ajedrez: juego, cultura y cognición. El proyecto Ajedrez Udelar y la génesis del Semillero de Estudios Interdisciplinarios de Ajedrez Esteban Jaureguizar | Proyecto Ajedrez Udelar, Servicio Central de Bienestar Universitario 21. Capítulo 1. Algunas claves para mejorar la convivencia escolar: un estudio a partir de la experiencia del programa Ajedrez para la Convivencia en dos centros de enseñanza media Nilia Viscardi, Verónica Habiaga y Leonel Rivero | Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación - Facultad de Ciencias Sociales 43. Capítulo 2. El ajedrez y las personas en situación de calle. Una experiencia de extensión desde las ciencias sociales Leonel Rivero Cancela | Facultad de Ciencias Sociales 57. Capítulo 3. Reflexiones acerca de una experiencia con el ajedrez como mediador en el abordaje con niños y niñas con diagnóstico de trastorno del espectro autista Dinorah Larrosa, Joaquín Amorena y Patricia Banchero | Facultad de Psicología - Ministerio de Educación y Cultura 67. Capítulo 4. Phiona y el ajedrez: un tablero determinado por condiciones de género, discriminaciones étnico-raciales y desigualdades socioeconómicas Gabriela Pacci | Servicio Central de Bienestar Universitario - Facultad de Ciencias Sociales Índice 81. Capítulo 5. Cuatro en línea. Acercamiento a procesos de enseñanza del ajedrez en el Uruguay de los años noventa y dos mil Ignacio Estrade | Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación 97. Capítulo 6. Staunton en metamorfosis múltiple. Veinte años de rediseño del juego de ajedrez en la enseñanza de Diseño Industrial Daniell Flain y Rosita de Lisi | Escuela Universitaria Centro de Diseño 115. Capítulo 7. Aplicación del procesamiento de imágenes para el seguimiento de una partida de ajedrez Cedric Zoppolo, Camila Deus, Aylen Ricca, Nicolás Furquez y Álvaro Gómez | Facultad de Ingeniería 125. Capítulo 8. El ajedrez como metáfora del cosmos Ernesto Blanco | Facultad de Ciencias 149. Capítulo 9. Entre reyes y peones. La cognición y la motivación puestas en juego Karina Curione, Karen Moreira, Diego Cuevasanta, Gonzalo Grau Pérez y Cecilia Hontou | Facultad de Psicología 163. Capítulo 10. Evaluación de la introducción del ajedrez en la escuela primaria en Cataluña Carme Saurina Canals y Josep Serra Palomar | Observatorio Ajedrez y Educación, Universidad de Girona 177. Capítulo 11. Estudios cognitivos acerca de la experiencia ajedrecística Guillermo Campitelli | Murdoch University 197. Capítulo 12. El futuro de la experticia. La necesidad de un abordaje multidisciplinario Fernand Gobet | The London School of Economics and Political Science Estas palabras liminares se suman a la in- vitación propuesta desde la «Apertura», para compartir desafiantes experiencias y reflexiones que fueron llevadas adelan- te por actores muy diferentes en diversos escenarios. Entendemos que la sistema- tización presentada trasciende el tablero al que nos desafían y son inspiradoras de futuras búsquedas de caminos y acciones. Mucho se ha reflexionado y escrito so- bre el juego y los seres humanos. Siguiendo a Roger Caillois,¹ distingui- ríamos distintos tipos de juegos. Juegos de azar, en los que sentimos que retamos al destino y a través de los cuales proyecta- mos la forma en que cada uno de nosotros 1 Caillois, Roger: Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo. Ciudad de México: Fondo de Cultura Eco- nómica, 1986. asume su realidad y su proyecto de vida. Azar, con sus mensajes implícitos de ad- ministrar la justicia que reconocería lo que merecemos, lo que la vida nos debería, por lo que somos y nos dio, y por lo que no fuimos y no nos dio. Juegos de compe- tencia, que desafían nuestra reflexión o la superación de nuestros cuerpos e impli- can adversarios individuales o colectivos. Desafíos en los que el reconocimiento de nuestra propia superación como personas adquiere frecuentemente connotaciones de éxitos o fracasos de fuerte significación social. Juegos de mímica, de simulación, a través de los cuales interpretamos perso- najes o nos proyectamos en ellos, con su variada significación de preparación para la vida o para evadirla. Finalmente, los jue- gos generadores de diversos tipos de vér- tigo o de estados, en los cuales sentimos Prólogo Ricardo Ehrlich Facultad de Ciencias que nuestro cuerpo toma, de alguna ma- nera y con distinta intensidad, el control de nuestra mente, como ocurre en diver- sos juegos infantiles, en la danza o en di- ferentes prácticas sociales. Los juegos han sido siempre funda- mentales en la vida de los seres huma- nos; como generadores de aptitudes para la vida, como mecanismos para recorrer ca- minos que nos alejan de los referentes coti- dianos. En estos tiempos de cambios cultu- rales profundos de la mano de prodigiosos y vertiginosos avances científico-tecnoló- gicos, asistimos a un formidable impacto de los juegos, en todas sus formas, sobre nuestra vida. Son tiempos de nuevas vari- tas mágicas para todas las edades, como han aparecido una y otra vez ―con matices y construcciones diversas― en la historia de las sociedades. Son tiempos de perso- najes con superpoderes, de fantasías he- roicas, de ucronías y distopías. Son tiem- pos que impactan nuestra vida cotidiana a través de competencias deportivas en distintos puntos del planeta, que generan oportunidades de juegos muy variados con adversarios desconocidos, de desafíos so- litarios a nuestra reflexión o a destrezas fí- sicas virtuales, así como retos al azar sin movernos de nuestra silla. En nuestra cul- tura, asociamos la felicidad a los éxitos, que se convierten en objetivo de vida, y tememos al fracaso, que parece invalidar- nos como seres humanos. Pero también son tiempos generadores de soledad y aislamiento, tiempos genera- dores de permanentes urgencias creadas por una sistemática información de todo lo que siempre nos falta para ser felices, tiem- pos generadores de barreras con los otros, por ser diferentes, por desigualdades, por no acceder o por acceder con distintas ve- locidades a nuestro lugar en el mundo y a nuestros derechos. Son muchas las res- puestas que nuestro mundo de hoy requie- re, desde lo social hasta lo personal. Son muchos los caminos que se están recorrien- do, desde los espacios más cercanos a cada uno hasta aquellos que vinculan la sociedad con la construcción de políticas públicas. Pero los cambios y los desafíos son perma- nentes: el horizonte se nos siguealejando y ampliando, acompañando los esfuerzos por cambiar el presente, por construir el futuro. Muchas veces, se trata de redescubrir cami- nos ya transitados, otras, se deben explorar nuevos territorios, con el entusiasmo que surge del descubrimiento de la dignidad del ser humano en todos los contextos, con la fuerza que nace de sentirnos parte, solida- rios. Toda barrera termina así por caer si nos sentimos parte de un recorrido compartido, si sentimos que cada paso es valioso y no tememos a los fracasos, si recordamos que siempre se abren nuevos caminos. Sin duda, el ajedrez es especial. Pero también son especiales las iniciativas y los caminos recorridos que se recogen en este Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez Semillero de Estudios Interdisciplinarios de Ajedrez: Juego, Cultura y Cognición. En todos los casos, se trata de espacios de encuentro con el otro en su diversidad. El juego aparece en todos los capítulos, como objetivo y puente a la vez. Los caminos del aprendizaje, del perfeccionamiento y de los desafíos son también de descubrimien- to de los otros, de compartir momentos y construcciones valiosas en sí mismas, de aprender la belleza que puede surgir del diálogo a través de movimientos efímeros. Los resultados, una y otra vez, no se mi- den en éxitos y fracasos. El fracaso aparece como un componente del recorrido, al que no se debe temer. El éxito está encerrado en la belleza del diálogo construido a tra- vés de la multiplicidad de alternativas en el tiempo de una partida. En los textos aquí presentados aparece claramente cómo el juego fue involucrando a actores e instituciones en los cuatro la- dos de los tableros, a medida que las pro- puestas se fueron abriendo, desempaque- tando y desarrollando. Cada tablero fue un espacio de encuentro. El juego en sí mismo aparece como un elemento valioso, funda- mental, con su formidable potencial para apoyar el desarrollo de las capacidades para aprender. Más allá de ello, el juego de ajedrez no solo aparece como importante en sí mismo, en las diversas experiencias y análisis aquí relatados, sino que surge como fundamental el cómo jugar, el valor del contexto en el que se juega. Así, los es- pacios creados, de encuentro, de confluen- cia, solidarios, se han constituido como ámbitos fecundos, creativos, en torno a las invitaciones a jugar. Ámbitos de encuentro, de creación y de disfrute. El texto introductorio nos es propuesto como una «Apertura». Es una invitación, pero es también un desafío a asumirnos como actores en la lectura de los textos que seguirán. El primer movimiento nos propone recorrer el desarrollo de una ini- ciativa que irá derrumbando muros insti- tucionales, adhiriendo voluntades, y des- pertando vocaciones, hasta convertirse en un verdadero semillero de donde surgirán investigaciones y acciones en direcciones diversas pero estructuradas en torno al juego. En ese proceso se destaca el rol clave del proyecto Ajedrez Udelar, verda- dera opción de apertura que marcará el desarrollo de las primeras etapas de un partido que no termina. Es esta una his- toria inspiradora, que alienta a explorar nuevos horizontes y a aprender a avanzar más allá de las direcciones en que vayan soplando los vientos. Los trabajos presentados luego resu- men testimonios de experiencias, tareas de investigación y análisis con enfoques diversos, que se ensamblan y complemen- tan para constituir un valioso material, tan- to para la reflexión como, muy particular- mente, para la acción. Ricardo Ehrlich | Prólogo Desde la sociología, se pone en relieve que la convivencia se aprende, así como el valor de las artes, el juego y el deporte en ese aprendizaje; se destaca la particu- lar potencialidad del ajedrez como una ex- tensión de lo lúdico en el ámbito escolar. Se analizan los mecanismos de generación de las diversas formas de violencia que se manifiestan en los entornos educativos y la forma en que se reproducen; en ese con- texto, el ajedrez aparece como una repre- sentación de conflictos en que el cuerpo está ausente, con la singular capacidad de canalizarlos y potenciar los aspectos formativos. Se nos relata también la expe- riencia realizada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar) sobre la creación de un espacio de Ajedrez para la Convivencia, en el marco de la búsqueda de respuestas a la compleja problemática planteada por la presencia de personas en situación de calle, en for- ma regular, en la institución. Desde la psicología, nos presentan una experiencia del ajedrez en niños con tras- tornos del espectro autista. Se destaca que, más allá de las dificultades genera- das por las tensiones del propio juego, este permite «promover procesos cogniti- vos que habilitan al sujeto a vivir la expe- riencia de la frustración como algo proba- ble, natural, posible pero superable». Ello nos remite a la problemática general de ganar o perder, y de la importancia para la vida de aprender a perder, que consti- tuye uno de los componentes centrales de todos los juegos. Desde el Área de Cultura del Servicio Central de Bienestar Universitario de la Udelar, se presenta y analiza una singular experiencia: la proyección de un film ―en presencia de los protagonistas― que rela- ta el caso de una niña ugandesa de origen muy humilde, cuya vida cambiará por el descubrimiento del ajedrez. Las reflexio- nes se centran en problemáticas de des- igualdades y distancias en la sociedad, con énfasis en los aspectos de género, y desarrollan un análisis crítico de la pelícu- la. En paralelo, se presentan interesantes reflexiones sobre el ajedrez y se lo consi- dera también como un espacio normativo con connotaciones sociales. En un trabajo efectuado en el ámbito académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, se nos descri- ben y analizan valiosos antecedentes de prácticas educativas con ajedrez en dis- tintos puntos del país. Este constituye un interesante material de referencia que res- cata esfuerzos, dificultades y logros que, de alguna manera, fueron cimiento de mu- chas propuestas actuales. Una propuesta desde la Escuela Uni- versitaria Centro de Diseño (Facultad de Arquitectura, Udelar), que lleva el títu- lo «Staunton en metamorfosis múltiple», nos hace reflexionar desde un ángulo Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez singular: las piezas de ajedrez como obje- to de diseño. Como tales, se han incorpo- rado a nuestra cultura y se han cargado de simbolismos diversos, al punto que frag- mentos de sus perfiles constituyen partes de mensajes o son el mensaje mismo. In- terpretaciones de roles que se expresa- ron en formas cuya aceptación y difusión las convirtió en clásicas y sobre las que permanentemente se inspiran variantes, son una clara ilustración de la importan- cia del diseño en llenar de significados la vida cotidiana. Desde el Instituto de Ingeniería Eléctri- ca de la Facultad de Ingeniería de la Udelar, se nos presentan los resultados de traba- jos de procesamiento de imágenes apli- cados al registro digital de las partidas de ajedrez, los cuales, en un corto tiempo, son alentadores y constituyen un muy buen ejemplo del potencial que se puede llegar a alcanzar cuando una convocatoria motiva y acerca actores de ámbitos muy diversos. También desde un entorno académico, se nos presenta una interesante y original reflexión sobre el ajedrez y las ciencias, de la física a la biología, con el título de «El ajedrez como metáfora del cosmos», en la que se enfatiza que «la posibilidad de desentrañar las leyes de un juego me- diante la simple observación es una exce- lente metáfora de la actividad científica». El trabajo constituye un fermental ensayo de divulgación científica. Desde la psicología cognitiva, se nos invita a conocer los resultados de un pro- yecto de investigación sobre ajedrezy cognición, realizado en instituciones es- colares de Montevideo. Las conclusio- nes presentadas constituyen un aporte de interés para el análisis del impacto de la enseñanza del ajedrez en contex- tos escolares. Finalmente, hay tres contribuciones des- de otros países: experiencias en escuelas primarias de Cataluña, estudios en el marco de la psicología cognitiva, desde Australia, y un trabajo efectuado en Inglaterra sobre la necesidad de los abordajes multidiscipli- narios, centrado particularmente en el tema de la experticia, que claramente se vincula a las temáticas anteriores. Sin duda, el ajedrez, con su recorrido milenario a través de épocas y civilizacio- nes muy diversas, mantiene su plena vi- gencia como construcción cultural y todo su impacto como desafío a la capacidad humana. Sin embargo, las experiencias que aquí se presentan al lector no son solo sobre el ajedrez, son sobre el encuen- tro de personas e instituciones alrededor del ajedrez. El lector descubrirá la formi- dable capacidad creativa de la confluencia generosa, optimista, de personas e insti- tuciones, en torno a la extraordinaria po- tencialidad del juego. Demos vuelta la página para el primer movimiento. 9 A Alfonso Pérez, David Graña, Andrés Núñez, Ignacio Tejeira, Ignacio Gómez, Martín Astesiano, Joaquín Amorena, Rafael Muniz, Sebastián Granara y Patricia Banchero, compañeros presentes y pasados de este sueño llamado Ajedrez Udelar. La apertura Diciembre de 2009 resultó un mes de un verano cálido, aunque no tan tórrido como los tiempos que corrieron para la Federa- ción Uruguaya de Ajedrez. Era el medio- día del sábado 19, y en la vereda del Club Modelo compartíamos almuerzo, ideas y ganas de avanzar en nuevas líneas de trabajo —como la promoción del ajedrez educativo en tanto eje estratégico del de- sarrollo— los miembros de su flamante consejo directivo, electo en la asamblea que acababa de culminar. Sin embargo, no soñábamos aún con el vértigo que so- brevendría casi de inmediato. Tres hechos muy significativos se ali- nearon en el primer semestre de la déca- da que comenzaba: En primer lugar, el acuerdo alcanzado con la directora del Consejo de Educación Inicial y Primaria (ceip), Mag. Edith Moraes, para implementar el primer piloto del pro- yecto Ajedrez Escolar, que comenzó a desa- rrollarse en el mes de junio de 2010. En segundo lugar, el llamado al presi- dente de la Federación Uruguaya de Aje- drez (fua), Bernardo Roselli Mailhe, del entonces director general del Ministerio de Educación y Cultura (mec), Pablo Ál- varez, interesado en desarrollar una se- rie de acciones conjuntas que, a la postre (en 2013), se concretaron en la creación del programa Ajedrez para la Convivencia. Ajedrez: juego, cultura y cognición El proyecto Ajedrez Udelar y la génesis del Semillero de Estudios Interdisciplinarios de Ajedrez Esteban Jaureguizar Coordinador Proyecto «Ajedrez Udelar», Área de Cultura scbu Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 10 Este programa tuvo y tiene a su cargo la articulación de todas las propuestas de ajedrez educativo, socioeducativo y so- cioterapéutico que se desarrollan en el ámbito del Estado y, desde su creación, asumió incluso la referencia pedagógica del proyecto del ceip antes citado. Y, finalmente, la convocatoria del en- tonces director del Área de Cultura del Servicio Central de Bienestar Universita- rio (scbu) de la Udelar, Lic. Antonio Díaz, para integrar el ajedrez a la oferta de esa área para la comunidad universitaria. Coincidimos con la idea de que, además de talleres de aprendizaje y práctica del juego, el proyecto a desarrollar debía per- mear la vida universitaria desde una pers- pectiva del ajedrez como bien cultural, reconociendo su significación e impacto en otras áreas propias del espacio acadé- mico: arte, educación, psicología, mate- máticas, antropología, trabajo social, his- toria o informática, por ejemplo. Nacía el proyecto Ajedrez Udelar y se sembraban las bases del Semillero, mucho antes de su nacimiento. Tanta confluencia de hechos significa- tivos no respondía solamente a caprichos del destino. Eran tiempos de inicio de una nueva gestión gubernamental y de pues- ta en marcha de nuevos proyectos; ha- bía trabajos precedentes, como el diálogo iniciado en 2008 entre la fua y el ceip, y existía un sustrato de fundamentos muy profundo en relación con la potencia del ajedrez en ámbitos vinculados a lo edu- cativo, lo social, lo artístico y lo terapéu- tico en el mundo, que empezaba a reso- nar en el país. Podemos asumir que estos hechos trascendentes resultaron los dispara- dores del proceso que nos trajo hasta aquí. La concreción del Semillero de Es- tudios Interdisciplinarios de Ajedrez, Jue- go, Cultura y Cognición ha resultado algo así como un corolario del trabajo inicia- do por el proyecto Ajedrez Udelar. Y, jus- tamente, juego, cultura y cognición son categorías escogidas entre otras catego- rizaciones posibles asociadas al ajedrez, desde la misma denominación del pro- yecto, de un modo nada casual. Definen de un modo certero la perspectiva con la cual implementamos el proyecto de aje- drez en la Universidad de la República, como así también sus entrecruzamientos con otras propuestas de políticas públicas en la materia y, por supuesto, establecen el lugar desde el que se propuso trabajar el propio Semillero. Estas serán también las categorías que organizarán esta presentación. Cada una de ellas nos ayudará a articular la relatoría de este proceso tan rico y complejo que tiene como eje el trabajo del proyecto Aje- drez Udelar, con su base conceptual y sus articulaciones institucionales que iremos desentramando a continuación. jaureguizar | Introducción 11 Juego La demanda inicial que el scbu realizó a la fua, al proponerle sumarse a las propues- tas de su Área de Cultura, fue justamente la de establecer, dentro de la Universidad de la República, espacios de juego relati- vos al ajedrez, como actividad social coti- diana y, por qué no, también, competitiva. La idea de organizar talleres de ajedrez tenía sentido, ya que para garantizar su tradición de sujeto en sujeto, de genera- ción en generación, se exige la intención de transmitirlo. El complejo entramado reglamentario que da existencia y valor al juego de ajedrez hace imprescindible una instancia de enseñanza, sin la cual, quien está aprendiendo de quien lo juega no sería ni siquiera capaz de ser especta- dor de esa multiplicidad de ideas que se suceden en cada partida. La mirada hacia el ajedrez en tanto jue- go sentó las bases del proyecto Ajedrez Udelar, a partir de su despliegue en las aulas en aquel ya algo lejano 2010, en la Facultad de Artes. Pero, ¿a qué nos referimos cuando ha- blamos de juego? Digamos que el juego es una práctica social definida a partir de un determina- do estado emocional —entusiasta, alegre y fermental— de quien la ejerce y, al decir de Graciela Scheines (2017), «jugar es ha- cer un agujero en la realidad», en la que, cual espejo de Alicia, todas las cosas del mundo real pierden su sentido y son lle- nadas por el que se les otorgará desde la fantasía creativa de los jugadores. El jue- go humano es así un pariente cercano del arte: al decir de la pedagoga española Mar Romera (2018), «el ser humano es el úni- co animal capaz de emocionarse a partir de lo que imagina». Y emocionarnos por lo que imaginamos es algo muy propio de la actividad lúdica. Esta práctica social fue históricamen- te desvalorizada por ciertas perspectivas racionalistas, enciclopedistas e industria- listas y, también, en algunos momentos, por determinadas prédicas confesionales que, de un modo consecuente, instalaron al juego como una actividad propiamente infantil. Los sujetos atravesados por esta construcción política y cultural obtenemos nuestro «certificado de adultos» cuando deponemos el uso de prácticas lúdicas. Nos sometemosa un veloz proceso de cas- tración del juego en nuestra vida adulta. Sin embargo, para Johannes Huizinga (1938), «el juego es el padre de la cultu- ra». Según el antropólogo holandés, autor del revolucionario Homo ludens, el jue- go fue la actividad con la que los proto- hombres desarrollaron todos los aprendi- zajes y todas las habilidades necesarias para sobrevivir sobre la Tierra. Y de allí generaron las experiencias fundamenta- les para construir todo ese andamiaje in- finito al que llamamos cultura. De hecho, Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 12 cada sujeto de nuestra especie repite la misma forma de adquisición de saberes en sus primeros tiempos de vida. Así de importante es, de Huizinga en adelante, el juego en la cultura. El juego tuvo y tiene, entonces, un es- pacio central en el proyecto Ajedrez Ude- lar. A lo largo de los años, se fueron de- sarrollando diversos ámbitos de juego y, fundamentalmente, cientos y cientos de estudiantes los habitaron. Los comedores estudiantiles, las facultades de Ciencias Sociales, Humanidades, Artes, Comunica- ción, Ingeniería, Arquitectura y Psicología, fueron los espacios que a lo largo del pro- yecto se inundaron de juegos. Las tres últi- mas facultades nombradas integran la ofer- ta de ámbitos de encuentro en este 2019. También se realizaron y sucedieron una gran cantidad de torneos. La Udelar se afi- lió a la Federación Uruguaya de Ajedrez (fua), permitiendo que sus jugadores pue- dan representarla. En 2018, los equipos de nuestra universidad ganaron los tor- neos por equipos organizados por esta fe- deración en las categorías C (aficionados) y B (nivel intermedio). Pero el torneo que se lleva toda la aten- ción es el que año a año se realiza a modo de clausura: el Torneo Ajedrez Udelar reúne en cada edición a unos doscientos cincuen- ta participantes de todos los niveles de jue- go, desde aficionados muy noveles, y qui- zá debutantes absolutos en competiciones ajedrecísticas, hasta fuertes grandes maes- tros internacionales, muchos invitados es- pecialmente a participar del evento. Cada fin de año, universitarios y ajedrecistas tie- nen así su fiesta entre trebejos. El juego social, los talleres y los tor- neos no agotaron la perspectiva lúdica en el marco del proyecto. Como apuntábamos más arriba, desde el momento en que se comenzó a diseñar el modelo de imple- mentación del ajedrez en la Universidad, se puso de manifiesto el interés de integrar la disciplina en algunos espacios de pro- ducción académica. El proyecto puso un fuerte acento en la promoción a través de diversas acciones. Entre ellas, me referiré a dos relacionadas con la categoría Juego que estamos considerando: el Espacio de Formación Integral, creado en la Facultad de Ciencias Sociales, por los docentes Ro- berto Paternain y Leonel Rivero, que plan- teó una intervención favorecedora de una convivencia humana y saludable entre los universitarios y las más de cien personas en situación de calle que día a día pobla- ban esa facultad. El ajedrez como práctica lúdica resultó una de las estrategias fun- damentales para tender puentes entre dos grupos humanos que se vinculaban desde una clara otredad. El juego horizontalizó las relaciones; la complejidad propia del ajedrez y su halo de juego inteligente mo- dificó significaciones personales, de valo- ración y autovaloración. jaureguizar | Introducción 13 La otra intervención en la que el juego se desplegó en toda su magnitud fue el estudio a cargo de Nilia Viscardi, doctora en Sociología y docente de la Licenciatura en Educación de la Facultad de Humani- dades y Ciencias de la Educación (fhce), la observación de las formas de violencia institucional en centros de educación me- dia. Los espacios de investigación selec- cionados fueron un liceo de la periferia de Montevideo y una utu de Colonia. La investigación promovió la creación de un espacio lúdico y otro de expresión, el tea- tro, para evaluar si se reformulaban o no las voces, los protagonismos y las formas de vínculo a la luz de estas experiencias. Para poder implementar en ellos una ex- periencia de ajedrez nos apoyamos en el programa Ajedrez para la Convivencia del mec, que desplegó ambos talleres desde su órbita de trabajo. En ambos casos, el ajedrez como jue- go, como espacio de disfrute socialmente compartido, como forma de emocionarnos con nuestra propia fantasía, como ámbi- to para reflexionar a partir de aquello que imaginamos y disfrutamos, presentaba una dificultad inicial: su extrema comple- jidad como campo reglamentario y simbó- lico. Un requisito fundamental para poder disfrutar del juego es la capacidad de des- entrañarlo mínimamente. Ante esa proble- mática, Ajedrez para la Convivencia en- contró en el preajedrez, como estrategia didáctica, una manera simple y efectiva de democratizar el acceso al juego y garanti- zar una amplia participación. El preajedrez constituye un conjunto de propuestas lúdicas basadas en el ajedrez, que ofrecen diferentes caminos de aproxi- mación progresiva al juego. Caballos que comen monedas, alfiles que recorren se- ries numéricas ocultas en el tablero, reyes piratas que persiguen tesoros; cartas, obje- tivos secretos, dados y otros elementos se van conjugando para desarrollar diversas prácticas lúdicas sobre tableros escaquea- dos de diferentes tamaños, que nos ofre- cen la posibilidad de jugar de manera sim- ple y divertida, pero también promueven el alcance de niveles progresivos de dominio del juego. Este modelo de acercamiento a la complejidad del juego, democrático e in- clusivo, fue clave también para el éxito del proyecto de ajedrez en las escuelas, como señalaremos más adelante. Cultura Tal vez la característica fundamental del ajedrez, esa que justifica de pleno dere- cho su integración a las propuestas de ta- lleres del scbu de la Udelar, sea justamen- te la de erigirse en un valioso bien cultural de la humanidad. Un bien cultural de la humanidad en un doble sentido: por una parte, creación colectiva de pueblos y civi- lizaciones de al menos tres continentes a lo largo de más de quince siglos (Murray, Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 14 1913), y por otra, un objeto del cual se ha apropiado el mundo, ya que su práctica se desarrolla casi literalmente en todos los países del globo. En efecto, en lo relativo a su creación, desarrollo y maduración, las reglas del ajedrez pueden haber comenzado a ge- nerarse en el Indostán, como mínimo en el siglo V, y terminaron de consolidarse en el siglo xviii, en Europa Occidental. En el proceso, recibieron la influencia de los pueblos de la antigua Persia, quienes, a su vez, habían recogido elementos apor- tados por los egipcios y los pueblos cen- troeuropeos; también, de la antigua tra- dición clásica griega, y de los pueblos vikingos del norte de Europa. Y finalmen- te, de las culturas dominantes en la época renacentista y los subsiguientes períodos de la modernidad, durante el florecimien- to cultural europeo de los siglos xv a xvi- ii: la italiana, la francesa, la inglesa y, de manera preeminente, la española. A través de su rica historia, el juego se fue nutriendo de significaciones pro- pias de cada una de las culturas que lo conformaron, a partir de un juego (¿ori- ginario?) que ya representaba en sí mis- mo alguna idea de un determinado orden social. Así, tenemos algo tan novedoso como que, más allá de la regla, en el jue- go de ajedrez interviene la ley, entendida como mandato ético y como mandato mo- ral de una sociedad. Efectivamente, cuando hablamos de re- glas, hablamos de estipulaciones arbitra- rias que dan forma, límite y sentido a los juegos, pero que nunca son éticas o mora- les: avanzar tantas casillas no compromete ningún valor relativo a lo humano. Sin embargo, en el caso del ajedrez, es posible leer algunas determinaciones mo- rales, sociales e inclusoeconómicas en el hecho de que el rey sea la pieza principal y a la que no se puede comer, por ejemplo. Asimismo, que el peón esté siempre a la delantera y sea, a la vez, una de las pie- zas más débiles, o el lugar que ha tenido la mujer en un tablero repleto de figuras masculinas (reina) —y sus progresivas re- significaciones— dentro del juego; o que las piezas blancas precedan en el turno a las negras, entre muchas otras cuestio- nes que, por supuesto, tienen una carga histórica enorme, unas transformaciones a lo largo de los tiempos muy significati- vas, que no constituyen objeto del presen- te artículo por más que resulten extrema- damente interesantes. Finalmente, debo apuntar que, des- de estos simbolismos tan atractivos y sugerentes, y de las diversas estéticas que el juego ofrece, el ajedrez se ha eri- gido desde hace siglos como objeto de los discursos artísticos más diversos. Ha funcionado como inspiración para miles de creadores que nutrieron y nutren la cultura de la humanidad. Solo a modo de jaureguizar | Introducción 15 ejemplo permítanme mencionar a Marcel Duchamp, talentoso pintor y artista fran- cés, quien, cautivado por el juego, llegó a integrar diferentes aspectos de este en sus obras, reflejando su visión del ajedrez como un arte. Estas perspectivas acerca del ajedrez resultaron determinantes de las propues- tas que desplegamos desde el proyecto. En 2011 tuvo lugar uno de nuestros primeros contactos con el mundo académico a tra- vés del Lic. Daniell Flain. El equipo de una cátedra de primer año del Centro de Diseño Industrial (hoy Escuela Universitaria Centro de Diseño), hacía años que proponía a sus estudiantes un trabajo curricular significa- tivo: el desarrollo de un juego de ajedrez temático, como modo de abordar la cate- goría conceptual de familia. Propusimos entonces ofrecer a esos alumnos un taller introductorio y de sen- sibilización sobre ajedrez, que no fuera solo una instancia lúdica, sino que aporta- ra, a partir de la historia del diseño de las piezas, el abordaje artístico que utilizaron distintas corrientes de las artes plásticas y visuales, y los criterios establecidos por la industria para el diseño actual del aje- drez: objeto, proporciones entre las pie- zas y el tablero, relaciones de base y altu- ra, altura y peso, etcétera. Estos talleres resultaron un verdadero éxito, tanto por la receptividad de los alumnos como por la percepción de cuánto aportaban a la ya de por sí excelente propuesta, y con esta práctica continuamos año a año, hasta el presente. Este encuentro con el mundo del dise- ño fue dejando en nuestro acervo varios productos: el trabajo en sí mismo, pensar que era posible habilitar múltiples líneas de trabajo académico a partir de esta for- ma de intervención específica, y la posi- bilidad de realizar exposiciones. Esto se concretó por primera vez en la II Copa La- tinoamericana de Ajedrez, realizada en la Torre de las Comunicaciones, en octubre de 2011, organizada por la fua, que deri- vó, un poco más adelante, en la idea de la Expo Ajedrez. Ya en 2017, la II Expo Ajedrez, reali- zada en la Torre de las Comunicaciones, logró superar largamente la calidad or- ganizativa, y el nivel de exposición y de propuestas de la primera, presentada en la Biblioteca Nacional en 2015. Exposicio- nes temáticas de pintura, escultura, fo- tografía, filatelia, humor, cine, videojue- gos, juegos históricos y de diseño, obras de teatro, concursos de cuentos, espectá- culos musicales, conferencias y espacios de debate se conjugaron con actividades lúdicas simultáneas, talleres de creación plástica y torneos para todas las edades. Fueron tres días sumamente intensos que, en ambas ocasiones, pusieron de mani- fiesto lo versátil de la propuesta que se ve- nía llevando a cabo. Ambas exposiciones Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 16 fueron las más grandes y relevantes de la historia del ajedrez en Uruguay, y alcanza- ron un brillo de nivel internacional. Otro hecho relevante se produjo en agosto de 2018, cuando recibimos en nuestro país a Phiona Mutesi (acompa- ñada por su entrenador Robert Katende), dos ajedrecistas provenientes de Uganda, que habían cobrado gran relevancia cuan- do Disney se decidió a narrar, en 2016, a través del film La reina de Katwe, la his- toria de Phiona como una épica de supe- ración de los gigantescos obstáculos im- puestos a su vida, sumida en la pobreza casi condenatoria que se apodera de Ka- twe, el barrio más humilde de Kampala, y sufriendo, además, fuertes discriminacio- nes de clase, de género y étnico-raciales. Las actividades relacionadas con la fugaz pero inspiradora y recordada pre- sencia de Phiona y Robert fueron coorga- nizadas por el scbu, a través de Ajedrez Udelar, la fua y Ajedrez para la Conviven- cia del mec. Los protagonistas asistieron a las proyecciones del film en Movie Cen- ter en horario diurno, con la concurrencia de numerosas escuelas y liceos invitados, y en horario vespertino en la Facultad de Psicología, donde ofrecieron una confe- rencia. Esta instancia del proyecto tuvo como una de sus principales gestoras a la Lic. Gabriela Pacci, en ese entonces re- ferente del Área Social del scbu, del que ahora ejerce la presidencia. A la postre, esta actividad resultó dis- paradora del trabajo que comenzó a pro- mover la licenciada: establecer una línea que pusiera el foco en las perspectivas de género, respecto de la historia y los atrave- samientos culturales, y los discursos explí- citos e implícitos que se dan en el ámbito del ajedrez, tanto competitivo como edu- cativo, en relación con la participación de la mujer en los espacios de juego. Cognición Voy a empezar por una cita que conocí a través del Mag. Antonio Romano, en ese entonces director del Departamento de His- toria de la Educación de la fhce, durante su ponencia en el Primer Congreso de Ajedrez Educativo, realizado en nuestro país, en el año 2008. Romano comenzó su ponencia con la cita de Vaz Ferreira (1957), extraída de sus Estudios pedagógicos que cita, a su vez, a Diderot en El sobrino de Rameau: «Si bien se puede ser un hombre ingenioso y un gran jugador de ajedrez, como Legal, también se puede ser un gran jugador de ajedrez y un necio, como Joubet y Mayot». La referencia está dirigida a provocar el sentido común que enarbola el mito de la inteligencia vinculada al ajedrez y su prác- tica. Un convencimiento que atraviesa la cultura desde hace siglos y que sostiene in- cluso prácticas sociales —los ajedrecistas encerrados en su mundo críptico—, y has- ta fundamenta la inclusión del ajedrez en jaureguizar | Introducción 17 los proyectos educativos en todo el mundo, vinculado a profusas listas de competen- cias y funciones ejecutivas que el juego de ajedrez desarrollaría per se, desde la me- moria hasta la anticipación, pasando por la creatividad y la empatía. Uruguay no estuvo ni está ajeno a este debate. En 2010 la fua y el ceip, conduci- do en ese entonces por la Mag. Edith Mo- raes, acordaron llevar adelante el proyec- to El Ajedrez en el Aula, que tuvo y tiene su ámbito de aplicación, con modalidad curricular, en los terceros y cuartos años de las escuelas de tiempo completo. En 2010, veintiséis escuelas de trece depar- tamentos iniciaron esta tarea, que hoy se desarrolla en setenta y cuatro estableci- mientos en todo el territorio nacional. Sin embargo, no era el paradigma de la inteligencia, o tal vez no solo ese paradig- ma, el que en ese entonces sostenía los pi- lares del «modelo uruguayo». Una idea ba- sada más en los principios del poder de lo lúdico y del bien cultural susceptible de ser compartido, que ya comentáramos, daba fundamento a un modelo más pensado des- de lo socioeducativo que desde el paradig- ma del desarrollo individual del sujeto. Sin embargo, la cuestión de la inteligen- cia estaba allí, y la coincidencia en el tiempo de puesta en marcha deeste proyecto edu- cativo, y del lanzamiento de Ajedrez Udelar, motivó la búsqueda de la confluencia del campo de la experiencia (la escuela) con el de la investigación. La idea de proponer un estudio acerca de la influencia del ajedrez en el desarrollo de la inteligencia a partir del trabajo realizado en las escuelas era extre- madamente tentadora. Así, una mañana de abril de 2011, nos encontramos reunidos en el Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Hu- mano, de la Facultad de Psicología con la Mag. Graciela Plachot, quien difícilmente sepa cuán importante resultó para estos devenires su apoyo activo y entusiasta a nuestra idea de llevar adelante un pro- yecto de investigación acerca de las im- plicancias psicológicas que podría tener la enseñanza del ajedrez en las escuelas. Su oportuna derivación al recientemen- te creado Instituto de Fundamentos y Mé- todos en Psicología, de esa misma facul- tad, donde tuvimos la gran oportunidad de conocer a la Mag. Karen Moreira y a la Dra. Karina Curione, actual coordinadora del Semillero. Y así quedaron habilitados los primeros espacios de investigación: al proyecto de Moreira y Curione, Ajedrez y Cognición, siguieron otras líneas, como el estudio del Mag. Gonzalo Grau y trabajos de final de carrera realizados por estudian- tes. Más allá de los resultados, lo trascen- dente fue que comenzó a vislumbrarse la posibilidad de una alianza entre el campo disciplinar del ajedrez y la academia. Luego de intercambiar algunas ideas, la Dra. Karina Curione nos sugirió visitar Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 18 a sus antiguos colegas de la Facultad de Ingeniería. Y allí fuimos, con muchas pro- puestas de despliegue de desarrollos re- lacionados con ajedrez y tecnología. Los encuentros resultaron productivos, aunque no en el sentido de nuestras ideas previas. Los ingenieros Pablo Romero —que participaba como asistente en los talleres que brindábamos en la Facultad de Artes—, Gregory Randall, Álvaro Gó- mez y el matemático Marcelo Lanzilotta, hoy responsable, junto a Karina Curio- ne, del Semillero, ofrecieron una canti- dad de nuevas ideas que se materializa- ron en tres trabajos de grado. Sobre uno de ellos, de seguimiento de una partida por tratamiento de imágenes, nos cuenta quien lo llevó adelante, el ahora ingenie- ro Cedric Zoppolo. En ese entonces ya estaba funcionan- do la sinergia de trabajo con el Centro de Diseño (hoy eucd) que comentara más arriba, y otras ideas comenzaban a tomar forma, estudios que se proponían desde Ciencias Sociales y Comunicación Visual; aunque estos no llegaron a desplegarse, sumaban mucho a este corpus de docen- tes y estudiantes con distintos intereses en la materia. En noviembre de 2013, todos estos trabajos se materializaron en dos hechos más significativos desde lo simbólico que desde lo real: en un salón de la Facultad de Derecho abarrotado de estudiantes, se presentaron por primera vez en conjunto todas estas experiencias en videoconfe- rencia con la Universidad de Vigo. Todas las experiencias, ya fueran investigacio- nes en estado de cierre o en etapa de hi- potetización y definición de marco de tra- bajo, trabajos de grado culminados con conclusiones, o en fases previas, se ex- pusieron ante ese atento auditorio físico y virtual, mostrando el amplio trabajo que se venía realizando. Amplio por lo ambi- cioso, pero también por el ancho abanico de temáticas abarcadas. El entusiasmo de todos los que prota- gonizamos aquella jornada nos condujo a reunirnos en el rectorado con el Lic. Adrián Márquez, secretario académico del enton- ces rector, Dr. Rodrigo Arocena. Allí esta- blecimos la voluntad colectiva de avanzar hacia alguna instancia formal de trabajo conjunto. Se estaba arando la tierra… El 2014 nos ofreció la posibilidad de profundizar en estos aspectos, cuando logramos volcar gran parte de estos reco- rridos en el seminario Estimulación Cog- nitiva, Ajedrez y Juegos de la Mente, que organizamos en la Facultad de Psicolo- gía, conjuntamente con el Centro de In- vestigación Básica en Psicología (cibp- si). El seminario reunió a personalidades muy destacadas del ámbito de la investi- gación, como el Dr. Alejandro Maiche y la Dra. Karina Curione, de Udelar; el Dr. Ma- riano Sigman y la Dra. Juliana Leone, de jaureguizar | Introducción 19 la UBA; el Dr. Antonio Battro (One Laptop Per Child); que fueron acompañados por la Mag. Edith Moraes, en ese entonces a cargo del Consejo de Formación en Edu- cación de codicen; el Ing. Gonzalo Frasca y el destacado periodista español espe- cializado en ajedrez, Leontxo García Ola- sagasti, entre muchos otros. La jornada había sido inaugurada por el director del Área de Cultura del scbu, el Lic. Antonio Díaz; el prorrector de la Udelar, Dr. Gre- gory Randall, y el ministro de Educación y Cultura, Dr. Ricardo Ehrlich. La inteligencia y su formas de ser atra- pada —en relación con el ajedrez— se- guían siendo temas altamente seductores y mantenían plena vigencia en nuestros ámbitos de trabajo académico. Y tanto es así que, aun dos últimos tra- bajos rozaron, al menos tangencialmen- te, estas problemáticas desde puntos de vista bien distintos: el trabajo acerca de ajedrez y autismo, llevado adelante por la Mag. Dinorah Larrosa, con asistencia de Ajedrez Udelar y en trabajo conjunto con Ajedrez para la Convivencia, que desple- gó los trabajos de campo; y, además, el Dr. Ernesto Blanco presentó un notable desarrollo intelectual que establece al- gunas líneas bien potentes para pensar una relación conceptual entre las lógicas del ajedrez y la de los campos científicos menos asociados a su dominio, como el cosmos o la mecánica cuántica. Epílogo para un nuevo comienzo La segunda década del nuevo milenio se está apagando y, con ella, este relato tam- bién se acerca a su fin. Podríamos pensar —y creo que en ese caso no nos equivoca- ríamos— que un ciclo se está cerrando. Y, desde nuestra concepción lineal del tiem- po y de la vida, puede parecer curioso, ca- sual o metafórico o, acaso, una dulce iro- nía: en el epílogo de la década comienza a germinar un semillero: justamente, una invitación a nacer. El fin de una década que es, a la vez, el comienzo de otra, de nuevos desafíos a enfrentar, abriendo caminos hacia nue- vos horizontes. Ojalá que, una vez más, estos queden más allá de nuestros pro- pios sueños... Referencias Caputto, Z. (1991). El arte del estudio de ajedrez. Madrid: Euseve. Huizinga, J. (2012). Homo Ludens. Madrid: Alianza. Murray, H. (1913/2012). A History of Chess. NY: Skyhorse Publishing. [a] Romera, M. (2018). Educación emocional y emo- cionante. Madrid: Mapas Colectivos. Scheines, G. (2017). Juegos inocentes, juegos te- rribles. Argentina: Espíritu Guerrero. Vaz Ferreira, C. (1957). Estudios pedagógicos, vol. 1: Dos paralogismos pedagógicos y sus conse- cuencias. Barcelona: Henrich. Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez 20 21 Primeros trazos: convivencia, ajedrez e investigación-acción Hace ya tiempo que, en el sistema de en- señanza, la necesidad de aprender a con- vivir y la observación de que «algo distin- to» del programa educativo formal debe hacerse abrieron las puertas a un conjun- to de prácticas o programas que procu- ran mejorar la convivencia. En los últimos quince años, se han explorado caminos para mejorar los vínculos reduciendo el malestar, las conductas violentas, las pre- siones y el acoso. En este marco, las ins- tituciones educativas se han abierto para buscar, de diferentes modos, soluciones a estos problemas. Un amplio abanico de prácticas y profesionales han sido con- vocadas. Al inicio, en los años noventa, fundamentalmente se buscó apoyo en las profesiones de lo social: psicólogos y trabajadores sociales. Asimismo, se in- trodujeron medidas de seguridad en el espacio escolar (Viscardi, 1999). A pesar de la importanciadada a las me- didas de seguridad o asistenciales, poco a poco, se entendió necesario buscar otras formas de trabajar el conflicto. Es así que, crecientemente, se acudió a la integración de la comunidad y a la exploración de otras herramientas educativas, tales como el arte y el juego. En general, se trata de dinámicas de trabajo en el vínculo que, con base en el centro educativo, llevan adelante prácticas lúdicas, artísticas o representativas que ha- bilitan formas de encuentro alternativas a la tradicional relación docente-alumno en aula. Analizaremos, en esta perspectiva, el programa Ajedrez para la Convivencia, del Ministerio de Educación y Cultura (mec), a partir de la experiencia realizada en el Algunas claves para mejorar la convivencia escolar: un estudio a partir de la experiencia del programa de Ajedrez para la Convivencia en dos centros de enseñanza media Nilia Viscardi, Verónica Habiaga y Leonel Rivero Facultad de Humanidades y Ciencias y de la Educación - Facultad de Ciencias Sociales 22 marco del proyecto de investigación y ac- ción Casa Educativa, desarrollada desde la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (fhuce) y la Facultad de Ciencias Sociales (fcs), de la Universidad de la República (Udelar). Para ello, en primera instancia, haremos el relato de su inserción en un programa de trabajo en vínculos. Analizaremos este particular encuentro como momento expresivo de las políticas actuales de trabajo en convivencia. En este texto, mostraremos algunas cla- ves por las cuales el ajedrez —tal como lo implementa el programa Ajedrez para la Convivencia— tiene aceptación en los cen- tros educativos. Asimismo, demostraremos que logra transformar algunos aspectos de la relación pedagógica que se vinculan a la exis- tencia del malestar en la escuela. Nos basa- mos en las opiniones y representaciones de diferentes profesores del programa. A partir de entrevistas realizadas a seis de ellos, es- tudiamos la relación entre ajedrez y pedago- gía como forma de incidir en los vínculos en la institución. Las entrevistas reconstruyen la racionalidad pedagógica subyacente a la propuesta de ajedrez, desde la mirada de los educadores. Finalmente, buscamos reflexio- nar sobre el tipo de relación pedagógica que genera el ajedrez, y la incidencia que tiene su incorporación en la cotidianidad escolar, tal como la lleva al centro educativo el programa. Sostenemos que las transformacio- nes a las que abre paso se vinculan a la posibilidad de generar otra mirada sobre los adolescentes que tienen dificultades para dar prueba de sus capacidades en el forma- to escolar tradicional. Asimismo, que permi- te una alteración de algunas claves de la re- lación pedagógica que producen conflicto, muy especialmente aquellas vinculadas con la jerarquía y las posiciones. Finalmente, que colabora en transformar el uso rutinario del espacio escolar. Señalamos que, a efec- tos de que estas dinámicas incidan en el lar- go plazo, es preciso que el ajedrez se incor- pore como parte de un proyecto de centro. La experiencia en dos centros de enseñanza media En el año 2017 se inició Casa Educativa, un proyecto de investigación y acción orienta- do a incidir en la mejora de los vínculos al interior de dos instituciones de enseñanza media. El objetivo principal era el de mejo- rar el sentimiento de pertenencia y la per- manencia en la institución de los alumnos, buscando superar antecedentes que enfo- can el problema desde la vulnerabilidad y la violencia (Viscardi, 1999; Esteve, 2006; Giorgi, Kaplún y Morás, 2012; Rivero, 2013; Viscardi, Alonso, 2013). Para ello se gene- raron acuerdos de trabajo en dos centros educativos. Uno, dependiente del Consejo de Educación Técnico Profesional (cetp), y perteneciente a una localidad pequeña del interior de Uruguay (de ahora en más, escuela técnica). El segundo, dependiente 23 Viscardi, Habiaga, Rivero | Algunas claves para mejorar la convivencia escolar del Consejo de Enseñanza Secundaria (ces) y situado en la periferia de Montevideo (de ahora en más, liceo). El trabajo tuvo el cometido de dejar ca- pacidades instaladas para enfrentar las demandas contextualizadas del centro educativo. Para ello, buscó potenciar el vínculo entre los integrantes de la comu- nidad educativa (estudiantes, docentes, padres, equipos, dirección y auxiliares); resignificar el sentido que le adscriben a la institución y profundizar los aspectos mo- tivacionales, así como generar dinámicas eficientes de trabajo para la resolución de problemas pedagógicos y didácticos espe- cíficos de la institución. Tomando en consideración los objetivos del proyecto, la estrategia de acción y la de investigación se unieron. Se generó, en pri- mera instancia, nueva información a par- tir de fuentes primarias, para obtener un diagnóstico en torno a las problemáticas vinculadas a la convivencia, el conflicto y la exclusión escolar. En una segunda etapa, se abrió una instancia de identificación y generación de acciones, para intervenir so- bre los problemas identificados por vía de la participación en reuniones semanales con los docentes en el espacio de coordi- nación. Para definir los problemas de con- vivencia, y las acciones a implementar, fue necesario sostener un espacio de diálogo y escucha con los actores, buscando generar un plan de trabajo sostenible, tanto por la comunidad educativa como por el equipo de investigación. El conflicto escolar en las instituciones En la enseñanza media es posible apre- ciar prácticas educativas que, por acción u omisión, resultan excluyentes para cier- tos grupos de estudiantes (Gentili, 2011; Martinis, Míguez, Viscardi, Cristóforo, 2017). A nivel social, se vinculan a las re- presentaciones del adolescente y su fa- milia realizadas en términos de peligro- sidad. A nivel pedagógico, se expresan en la prevalencia de juicios desvalorizan- tes y descripciones incapacitantes de los alumnos y de su trabajo escolar. En la vida cotidiana, se observan dificultades para concebir el cotidiano escolar fuera de las prácticas estructuradoras y disciplinan- tes. Con relación al conflicto, aparece un manejo individual que se focaliza en el castigo y la sanción, con escasos márge- nes para el diálogo, la negociación y el trabajo pedagógico sobre la transgresión adolescente o el desencuentro entre pro- fesores, alumnos y padres. En términos políticos, se observan prácticas estructu- radas en cuanto al cumplimiento de res- ponsabilidades escolares sin ampliación del horizonte de la participación a los estudiantes o a la comunidad (Viscardi, Alonso, 2015; Viscardi, Habiaga, 2017). Si nos atenemos a las impresiones de varios docentes, la vida cotidiana de los 24 Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez centros educativos se encuentra atrave- sada por el bullying entre estudiantes. En relación a los docentes, se instala el pro- blema de la violencia de los alumnos en- tre ellos —la violencia escolar—, pero tam- bién hacia los docentes. A ello se suma, en algunos casos, el temor a las acciones violentas de la comunidad o de los padres de estudiantes. Con base en estas impresiones, se rea- lizaron propuestas para trabajar el conflic- to escolar en ambos centros educativos; propuestas que tomaban en cuenta que se trataba de instituciones cuya realidad era bien diferente al inicio. Así, en el curso del trabajo con los centros educativos, los ob- jetivos fueron diferentes. En el liceo, dada la existencia de un activo grupo de profeso- res, el espacio privilegiado de trabajo fue a nivel del colectivo docente, con diversas di- námicas de interacción y reflexión. Allí, se privilegió el trabajo con estudiantes a tra- vés del arte (teatro y literatura) y del juego (ajedrez). En la escuela técnica, la acción se centró en el apoyo a la consolidación del Consejo de Participación, sumando la práctica de ajedrez y el espacio de discu-sión en coordinación docente. La propuesta de Ajedrez para la Convivencia Ajedrez para la Convivencia es un programa de la Dirección de Educación del Ministerio de Educación y Cultura ¿Cómo se generó el vínculo con el programa de Ajedrez para la Convivencia del mec? Fue en momentos de búsqueda de propuestas para integrar a los estudiantes, potenciar el trabajo en equipo, la concentración, el conocimiento, el respe- to de las reglas de juego y el desarrollo de estrategias de aprendizaje que entraron en contacto con nuestro equipo representantes del programa. Enterados, evaluamos muy positivamente la dinámica que presenta- mos en los centros educativos. Los docen- tes y directores, tanto de la escuela técnica como del liceo, mostraron interés y apoya- ron su implementación desde el año 2017.¹ A partir de ese momento, en el liceo, se coordinaron talleres con el director del cen- tro y los adscriptos, quienes colaboraron en la realización de la convocatoria, y brinda- ron los espacios físicos y temporales nece- sarios para su implementación. Se impulsó así un ciclo de talleres de ajedrez que con- vocó a estudiantes de ciclo básico que parti- ciparon semanalmente. Las actividades es- tuvieron a cargo de un profesor de ajedrez y se centraron en la realización de talleres libres en los que se compartían las técnicas y estrategias del juego. Durante el año 2017, se desarrollaron un total de cuatro talleres 1 La aceptación del ajedrez en la institución educativa como dinámica alternativa se ve favorecido por la re- presentación social de que goza el juego: se lo vincu- la a la lógica y al desarrollo de capacidades cogniti- vas, por lo que se lo visualiza en tanto dinámica que potencia los objetivos de la escuela. 25 Viscardi, Habiaga, Rivero | Algunas claves para mejorar la convivencia escolar introductorios que sirvieron como base para la presentación de la propuesta. En 2018, se llevó a cabo un promedio de doce talle- res, en los que participaron entre quince y veinte estudiantes en cada espacio. En el mes de octubre, se realizó una clase abier- ta de ajedrez, la cual se desarrolló durante toda la jornada escolar y en la que partici- paron los docentes y estudiantes del centro educativo. La propuesta integró un ajedrez gigante y la realización de pequeños gru- pos acompañados por los talleristas. En el marco de la propuesta, toda la comunidad educativa compartió otra forma de habitar el espacio escolar. La consigna establece que todos pueden ser parte del juego, aun- que no conozcan sus reglas. La propuesta es una excusa para compartir un momento de intercambio entre los adolescentes, en el que no importa el nivel de conocimiento del juego, el grado que curse o la afinidad con la estrategia. El elemento convocante es el encuentro con otros donde, a partir del juego, se tramita la singularidad. En la escuela técnica, la propuesta de talleres de ajedrez se llevó a cabo durante 2017 y 2018. En el año 2017, tuvo una se- cuencia de cinco talleres con estudiantes de ciclo básico, en un espacio generado por fuera de lo curricular y una clase abierta desarrollada en el marco de una festividad institucional. En estos espacios participó un promedio de veinte estudiantes por ta- ller, quienes sostuvieron su participación durante la propuesta. Durante el año 2018, a partir de la evaluación de los resultados obtenidos en el transcurso del año ante- rior, se planificó una dinámica de trabajo similar. Los docentes se mostraron intere- sados por la inclusión del ajedrez como es- trategia tendiente a mejorar la convivencia en la escuela y, fundamentalmente, para potenciar las estrategias de aprendizaje de los adolescentes. A partir del trabajo rea- lizado en la coordinación, se planificó un ámbito de juego con la comunidad educa- tiva del centro. En uno de los espacios de coordinación docente, junto al director del centro, se potenció la anterior iniciativa su- mando al juego una muestra de produccio- nes artísticas y gastronómicas realizadas por los estudiantes, y una exposición de actividades desarrolladas a lo largo de los cursos. Dicha dinámica fue liderada por el referente de ajedrez, y coordinada y acom- pañada por el equipo integrado por el di- rector y los docentes de la escuela. Juegos y educación: el enfoque pedagógico de la propuesta de ajedrez Como punto de partida para valorar la ex- periencia generada a partir de la incorpo- ración del ajedrez al proceso de investi- gación-acción, buscamos reconstruir el enfoque pedagógico que estructura las prácticas desarrolladas por el equipo de talleristas. Ello implica reflexionar acerca 26 Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez de las formas en que el juego del ajedrez, con el objetivo de promover la convivencia, tensiona o complementa la dinámica tra- dicional que acontece en los centros edu- cativos. Nos centramos en el análisis de las entrevistas realizadas a los talleristas y profesores de ajedrez, tanto en aquellos que se encargaron de las actividades en el liceo y en la escuela técnica, como las de otros docentes que participaron del progra- ma. En total, se entrevistó a seis profeso- res. Dichas entrevistas se complementan con la observación de los talleres imple- mentados y con la participación activa en las diversas instancias generadas. Continuidades y rupturas con la cultura escolar En el espacio de representaciones sociales que se despliegan en la escuela, el ajedrez permite una polisemia que lo sitúa de for- ma sinérgica en el ámbito escolar: para los adolescentes es un juego. A juicio de los docentes, su complejidad lo sitúa en el es- pacio de habilidades para la vida. Así, el ajedrez implica una ampliación de lo lúdi- co en el seno del espacio escolar, consoli- dando su cultura y las bases del currículum escolar, las cuales no contradice. Una trilogía colabora en su aceptación. El ajedrez no interpela la tradición escolar en términos de una alteración de la «re- lación pedagógica» (Romano, 2013): no es mera comunicación, es aprendizaje e incidencia, pero con otras reglas. Así, el espacio de juego que se propone no ame- naza la relación de comunicación entre adultos y niños. Por el contrario, la idea de la lógica y del desarrollo del pensamiento matemático se observan en tanto elemen- tos que favorecen el proceso emancipato- rio del niño en la mediación adulto-niño (Bustelo, 2011). Finalmente, en la arqui- tectura política de la escuela, el juego, el recreo forman parte de los espacios en que se acepta flexibilizar la norma esco- lar: las normas relativas a los roles socia- les, aquellas relativas al orden y jerarquía del saber, y aquellas relativas a la rutina escolar (Viscardi, 2016). Por el contrario, se espera que las fortalezca introducien- do una dinámica que, aceptada por la es- cuela, permita revitalizarla y actualizarla. Se trata, entonces, de saber cómo puede incidir el ajedrez desde estos elementos favorables, sin amenazarlos, pero alteran- do algo del vínculo escolar. Tan importante es que el niño aprenda los contenidos que tienen que ver con matemáticas, con la lengua, con las cien- cias sociales como esto de convivir junto con el otro, el poder estar y compartir un espacio con otros que muchas veces son diferentes. (Tallerista de ajedrez N.° 1.) La forma del ajedrez educativo se presen- ta desde el juego. No en tanto materia curricular, sino como un juego, «vamos 27 Viscardi, Habiaga, Rivero | Algunas claves para mejorar la convivencia escolar a jugar», y en gran cantidad de esos es- pacios los profesores van a jugar [...]. Esa bisagra creo que también es percibida por los gurises, sobre todo […] esto de lo percibido como ajeno a la institución es un factor que juega a favor. (Tallerista de ajedrez N.° 2.) Representar, proyectar: una forma histó- rica de eludir el conflicto. Entonces, ¿cuál es la naturaleza del juego? ¡Representaciones de guerra! Puesesta armonía del encuentro no deja de ser la apertura de una batalla —lúdica— entre dos partes. El tablero cua- driculado es el espacio en que los contrin- cantes luchan; Lo que se simboliza es la táctica empleada en la guerra por dos ejér- citos de la Edad Media. Una de las formas de minimizar el conflicto es (re)presentar- lo. Esta posibilidad abre las puertas a un debate que todos los juegos plantean: ju- gar a la guerra ¿es hacerla? Pues, así como mirar películas de guerra o de violencia no es luchar ni matar, jugar al ajedrez tampoco lo es. Pueden exacerbar los rasgos compe- titivos, pero el juego da cuenta de la capa- cidad de la humanidad de simbolizar sus prácticas distanciándose, así, de ellas y del daño que ocasionan cuando son «reales». El juego es la representación simbólica de una guerra, de una batalla entre dos ejércitos. Pero en realidad es un juego de tablero que se juega sobre una mesa. Es un juego donde no muere nadie [...]. (Tallerista de ajedrez N.°6.) ¿Dónde está lo propiamente huma- no? ¿Dónde, el proceso de la civilización? (Elías, 2011). Al igual que en el deporte, hay reglas, se regula el conflicto. Pero, a dife- rencia del deporte, la representación de la guerra es simbólica y el cuerpo no entra en juego. Ello permite al ajedrez canalizar el conflicto de un modo que potencia el proceso de aprendizaje, la lógica y el razo- namiento —matemático, racional, científi- co—: las bases de nuestra modernidad y de la convivencia en instituciones regidas por la ley (Weber, 1992). La elusión del cuerpo colabora en su aceptación. Mientras en el deporte, la danza o los juegos que impli- can el cuerpo la movilidad aparece, el aje- drez se produce sin desplazamiento del cuerpo. Esta será, para el centro educati- vo, otra ventaja: colabora en disciplinar los cuerpos, desplazando la atención hacia un foco lúdico pero racional, conflictivo pero reglado, desafiante pero controlado. Históricamente, la institución educativa ha asumido la «educación» del cuerpo única- mente en las prácticas deportivas (exclu- yendo el caso de la educación inicial). Se usa el cuerpo a la hora de los deportes o del esparcimiento, la recreación (definien- do qué es lo adecuado para recrearse) [...]. (Bailón y Cantarelli, 2013, p. 69.) 28 Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez En esa aceptable alteración del espa- cio escolar que ocasiona, la propuesta del ajedrez produce otras formas de habitarlo. Así, se integran docentes de distintas eta- pas para construir dinámicas colectivas. El centro educativo se pone en movimiento, los estudiantes y, también, los docentes interactúan, aunque en distintos tiempos, integrándose al juego. La propuesta dina- miza toda la dinámica institucional puesto que abre paso a otras iniciativas. Los gurises iban rotando, iban rotando en un lugar y en otro y eso hasta el profe de Candombe dijo: «Yo no puedo creer, yo pensé que el ajedrez era en silencio y que aparte era tranquilo y […]». Claro, yo le dije sí, ese es el ajedrez de competen- cia, que vos ves un montón de señores de traje en silencio con el relojito, anotando, que si te suena el celular perdés la parti- da. Pero el ajedrez se originó como motor social, era la excusa con la que los inte- lectuales debatían ideas, en la que los políticos debatían también ideas y en las que amigos se tomaban algo. (Tallerista de ajedrez N.° 5.) Se plantea también un retorno a lo «hu- mano»: se ha señalado la importancia de recuperar un espacio de interacción, de sociabilidad, que no esté mediado por la tecnología (en el sentido de juegos elec- trónicos en red o dispositivos de comunica- ción). Sumado a la mediación sin técnica, la recuperación de lo «humano» se verifica en que el encuentro no tenga por pretex- to el éxito o el logro —o sea la instrumen- talización del otro (Habermas, 2008)—, y ello aunque la partida de ajedrez supone perder o ganar. Perder o ganar un juego es humano. Cuando el profesor gana, al en- señarle al alumno, asocia el éxito a una relación de cuidado pues nadie pierde: se gana, se empata o se aprende. Otros sentidos se asocian a la posi- bilidad de llenar el tiempo con el otro. Tampoco se plantea el ocio. La idea es la actividad, el vínculo, el juego. La recupe- ración se produce a través de lo lúdico. Y el juego es, a diferencia de diversas prác- ticas académicas y de generación de sabe- res, una propuesta de relacionamiento con el otro. El docente plantea la riqueza que supone quebrar la idea del hombre «uni- dimensional» (Marcuse, 1995). El hombre que se realiza en una única práctica. Se trataría de recuperar un concepto plural de la actividad humana: el hombre como ser lúdico, artístico, político. El vínculo del jue- go, en esa temporalidad, abre el espacio para el intercambio. Se rompen las escisio- nes que ocasionan alienación. El ejemplo que da el docente muestra la dificultad de circunscribir la práctica humana a una úni- ca disciplina. Encuentra, en el ajedrez, la prueba de una práctica universal en tanto juegan a él muchas personas de renom- bre mundial. 29 Viscardi, Habiaga, Rivero | Algunas claves para mejorar la convivencia escolar Otro tablero de posiciones La institución educativa se encuentra orga- nizada de forma jerárquica. Inspecciones, direcciones, docentes, estudiantes. La es- cuela contiene en su matriz una asignación taxativa de roles sobre los cuales organiza su funcionamiento y deposita su autori- dad. En tal sentido, persiste en el sistema educativo una función de selección y orde- namiento de los sujetos (Bourdieu, 2009; Parsons, 1959) que las nuevas orientacio- nes pedagógicas buscan superar. Ello se plasma en la atribución de roles que se fi- jan a los sujetos que los portan, condicio- nando su acción (Goffman, 2008). [...] hay algunos gurises que ya están como signados, este es el gurí-proble- ma por distintas razones, algunos con la etiqueta más formal médica-psiquiátrica otros no, por ahí, pero ya tienen la etique- ta de gurí problemático, algunos porque los hermanos lo eran, y ya toca desde la familia, bueno, por distintas cosas y se asombran muchas veces de ver que esos gurises, que esas gurisas que eran más conflictivos, que cuesta mantener en un espacio escolar, en un aula de clase, es- tán hace media hora, una hora, jugando al ajedrez en silencio precioso, o no en silencio, muchas veces desde [una] par- ticipación activa, feliz, desde ese lugar se están generando cambios preciosos. (Tallerista de ajedrez N.° 2.) La relación cara a cara, despojada de las reglas de autoridad y jerarquía propias de lo social, habilita un intercambio repa- rador de los conflictos que se hacen pre- sentes en el espacio escolar. Esta posi- bilidad de estar juntos a través del juego recupera la esencia de un vínculo que ha- bilita estar juntos. Esa experiencia confie- re una sensación de dignidad, al borrar las dolorosas marcas de la desigualdad que varios imprimen a su experiencia escolar. Y que les es, lógicamente, atribuida. Es tremendo el lugar de dignidad que vuelve a ocupar ese gurí y se siente. A él le va mal, pero es él el que juega bien al ajedrez. Comienza a ocupar un lugar so- cial que ya no es el de ya sabemos que tú eres el que siempre está en la dirección, el que tarde o temprano va a dejar el li- ceo, el que pega porque no sabe hablar. (Tallerista de ajedrez N.° 6.) Así, las máscaras (de lo social), los ro- les instituidos, se diluyen. El intercambio no tiene la impronta de los mandatos so- ciales. Los espacios se ocupan a partir del interés en el juego y para ello no se necesi- ta origen ni lugar. Se necesita el deseo de compartir ese espacio con el otro. La idea de la «realidad alterna», otro espacio en- tre las subjetividades, los sentimientos y los intercambios se abre como «espacio paralelo». Es la capacidad de jugar lo que cuenta allí. Es el sujeto en su potencialidad 30 Encuentros alrededor del tablero:miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez sin los límites de la sociedad. También es el sujeto en su esencia, sin los decorados, privilegios y honores de la sociedad el que puede entrar en relación con otro. Tenemos que realmente convencernos de eso para poder jugar. Y te convencés rápidamente porque es algo que es mu- tuamente acordado, entonces, en el jue- go, vos te ponés a jugar conmigo, el rol desaparece y comienza otro rol. En ese nuevo espacio nosotros dos ahora va- mos a ocupar un lugar durante un tiem- po, una realidad alterna. (Tallerista de ajedrez N.° 3.) Se debilitan las barreras entre las eda- des, una de las divisiones más profundas de la forma escolar tradicional. Y al principio de separación por edades en la escuela se le une el criterio pedagógico anclado en que ciertos aprendizajes dependen de operacio- nes lógicas que únicamente se pueden pro- ducir en ciertos momentos de la vida (Piaget, 1972). Estos aprendizajes se van acumulan- do gradualmente, y el proceso es guiado por los adultos. Sin embargo, varias dinámicas pedagógicas se han producido alterando este formato. Es el caso, en la educación formal, de la educación rural (Carro, Pereira y Santos, 2007). También, programas tales como tutorías por pares, que introducen la noción de que entre próximos en edad se pueden producir otras formas de aprendi- zaje (Mosca y Santiviago, 2013). Los más grandecitos de quinto y de sex- to, que ya aprendieron el juego, empie- zan a cumplir la función de monitores y empiezan a enseñar el juego a los más pequeños, a veces grupos de inicial, pri- mero y segundo año, y todo eso con una supervisión, con un acompañamiento ya de la figura del maestro, porque en reali- dad el profe sigue con las actividades con los chicos de tercero y de cuarto y esto a su vez genera más interés. (Tallerista de ajedrez N.° 1.) La integración del espacio de ajedrez es expresión de las dinámicas que se instalan en la búsqueda de activación de vínculos como motor de una relación adormecida por el formato escolar, la regularidad de la norma y la burocracia: sus horarios, sus rutinas y el consabido riesgo de su pérdida de sentido. La potenciación de los lazos, la movilización de los afectos y la generación de solidaridades son aspectos esenciales del vínculo humano. Una de las grandes inquietudes con relación al sistema educa- tivo radica en la posibilidad de luchar con- tra las dinámicas rutinarias y burocráticas de las grandes instituciones del Estado. La necesidad de la disciplina para la orga- nización cotidiana de las actividades de cientos y cientos de estudiantes conlleva diversos efectos negativos: el anonimato, la masificación, el desconocimiento del otro (Marrero y Viscardi, 2005). 31 Viscardi, Habiaga, Rivero | Algunas claves para mejorar la convivencia escolar Hasta que comience la convivencia edu- cativa, mientras los niños y adolescentes no se conocen, siempre existe el encuen- tro con un desconocido. Aunque todos los centros educativos buscan reducirla, re- sulta difícil controlar todas las variables que dan al niño la sensación de extrañeza en un grupo. Asimismo, es complejo que las organizaciones educativas puedan ca- balmente evitar la sensación de rutina. Devienen, así, prácticas cotidianas de los docentes y de los estudiantes ,que pueden vivirse como vaciadas de sentido (compar- tir con quienes no se conoce, realizar ta- reas que no gustan, respetar horarios que no gustan, estudiar algo que no interesa, por ejemplo). En este marco, aparecen acciones y ac- tividades que revalorizan vínculos comuni- tarios, de amistad, de solidaridad, festivos o lúdicos y que permiten fortalecer los sen- timientos de pertenencia más que de obli- gación al centro. En general, los centros educativos impulsan actividades de inte- gración que rompen la rutina escolar y per- miten otros encuentros con los padres y los estudiantes. Así es que en todo centro edu- cativo existen actividades culturales y festi- vas (Viscardi y Alonso, 2015). Esta es la idea que nos trae un docente cuando habla del «motor social» que el ajedrez representa. Enfatiza este poder dinamizador del encuen- tro con diversos docentes y estudiantes, po- der que está en los orígenes del juego. Estos trazos delineados nos hablan de un pedido. El ajedrez colabora en abrir un espacio alternativo: un ámbito estructurado por otros principios políticos. Siguiendo a Rancière (2012), este espacio se acerca a una forma de gobierno en que el encuentro se da en base a la igualdad, en un intercam- bio de prácticas guiadas por el presupuesto de la paridad de cualquiera con cualquiera, propio del juego de la emancipación y no de la coacción o del control. Jugar con todos El juego en la escuela es en sí mismo un movimiento que produce una alteración del espacio, al tiempo que opera en su di- mensión simbólica. Este interpela los ri- tuales que han sedimentado en el seno escolar e instala una interrogante sobre el currículo, las estrategias de enseñanza, las formas de evaluar, de concebir el error, los modos de aprender y sus alcances. Algo de ello se plasma en el decir de uno de los profesores referentes de ajedrez: En la educación estamos muy acostumbra- dos a que los niños se adapten a los pro- gramas, a las estructuras, y en realidad yo creo que el movimiento es al revés, pasa- mos como de un momento histórico, don- de todo el mundo soñaba lo mismo, de la misma manera, los mismos niños que tenían que aprender de la misma forma, ¿no?, toda esta cosa de la uniformidad, a 32 Encuentros alrededor del tablero: miradas interdisciplinarias sobre el ajedrez empezar a descubrir que en realidad so- mos todos diferentes, que todos los niños procesan la realidad de una forma diferen- te... (Tallerista de ajedrez N.°4.) El sistema educativo se encuentra ten- sionado en un movimiento pendular que, por un lado, lo enfrenta al desafío de inte- grar a «los nuevos» y, por otro, lo tensa con sus viejos mandatos selectivos y ordenado- res de la estructura social. Porque la escue- la ha sido, desde su origen, el instrumento mediante el cual se distribuyen y se ordenan los cuerpos; no solo en las aulas, sino tam- bién en la sociedad. Ha sido un engranaje efectivo de producción social, perpetuan- do, de una forma «indolora» (Narodowski, 2005), un modelo de sociedad. En ese esquema se organizó la edu- cación media. Algunos, «los herederos» (Bourdieu, 2009), ocuparán los primeros lugares. «Los otros» no tendrían lugar, se- rán un producto residual, sencillamente porque la estructura estaba pensada para algunos. Se forjó un acuerdo tácito susten- tado en una forma de distribución merito- crática. Entonces, con amalgamada caden- cia se legitimaron lugares y se resignificaron los sentidos del mérito y el sacrificio. En ese contexto, reinó una tensa calma: todo pare- cía armónico, incluso la expulsión, ya que constituía el drenaje perfecto de un siste- ma funcional al orden social, trazado por los centros de dominación. Hoy las derivas de lo social instalan otras fisonomías y nuevas demandas que enfrentan al dispositivo escolar. Aquella escuela, que mediante sus tecnologías es- tableció el lugar que le correspondía a cada uno, se enfrenta a un mandato que insiste en hacer lugar a todos. Cohabitan en sus muros las viejas estructuras selectivas y la «irrupción» de «los nuevos». Pensada y diagramada en función de una lógica de selección, se ve ahora tensada por «los otros». El despliegue de mecanismos de «defensa» ante una otredad amenazan- te nos deja perplejos al poner en jaque el concepto de educación como derecho. Las preguntas se instalan: ¿Sabrá cam- biar? ¿Verá tambalear sus mandatos pri- migenios? ¿Cederá antes quienes ven en la exclusión la defensa de la excelencia? ¿El mandato de defensa se sobrepondrá al de igualdad? Ante la encrucijada de mandatos con- trapuestos, el sistema educativo atravie- sa una resistencia (esperable). Por lo cual, es preciso
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