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VIII Congreso Nacional de Topografía y Cartografía
TOPCART 
 
Madrid
2004 
, 19-22 Octubre 2004
Diseño gráfico de un mapa de susceptibilidad a los movimientos de ladera 
 
Tomás Fernández(1); Clemente Irigaray(2); Rachid El Hamdouni(2) y José Chacón(2)
(1) Universidad de Jaén, tfernan@ujaen.es 
(2) Universidad de Granada, clemente@ugr.es; rachidej@ugr.es; jchacon@ugr.es 
 
RESUMEN 
Los mapas de susceptibilidad a los movimientos de ladera son una herramienta muy útil para la 
previsión y prevención de este fenómeno que, aunque poco espectacular, constituye uno de los 
procesos de riesgos que mayores costos suponen a largo plazo en España. Las metodologías más 
eficaces para elaborar estos mapas son las basadas en el análisis de correlación de factores 
determinantes y, puesto que éstos son diferentes para los distintos tipos de movimientos, al final se 
obtienen varios mapas, lo que resulta poco operativo. En el trabajo se analizan distintos métodos de 
integración de estos mapas: analíticos (se obtiene un único mapa después del análisis conjunto de 
todos los tipos); sintéticos (se integran todos los mapas en uno considerando la susceptibilidad 
máxima o media); y de diseño gráfico. Estos últimos son los que proporcionan la mejor solución, ya 
que permiten diferenciar, en un solo mapa, la susceptibilidad de las distintas tipologías consideradas. 
 
1. INTRODUCCION. 
 
 Los movimientos de ladera son uno de los fenómenos de riesgo que más daños produce a nivel general en 
España y en el resto del mundo. Aunque normalmente no constituyen un fenómeno de gran magnitud y 
espectacularidad (como los terremotos, volcanes o inundaciones) y sólo provocan víctimas mortales en algunos casos 
aislados -asociados a otros grandes eventos-, sus efectos se dejan sentir a largo plazo sobre los bienes materiales 
(viviendas, infraestructuras, cultivos, etc.). Así, sólo en España se calcula que en el quinquenio 1990-95 las victimas se 
elevaron a 38 y los daños económicos estuvieron por encima de los 36 millones de € (6 mil millones de pesetas) 
anuales, en un periodo bastante seco en la mayor parte el país, por lo que los daños podrían ser aún mayores (Olcina y 
Ayala, 2002). Otros estudios estiman unas pérdidas de unos 4,6 mil millones de € (768 mil millones de pesetas) y 70 
víctimas en el período 1986-2016 (Ayala et al., 1987), para una hipótesis de riesgo medio. 
 
Los mapas de susceptibilidad a los movimientos de ladera expresan la mayor o menor “probabilidad o 
posibilidad de que suceda un movimiento de ladera en una zona específica y en un futuro no determinado en función de 
la correlación de los factores condicionantes de la inestabilidad con la distribución de los movimientos pasados” (Brabb, 
1991). Los mapas de susceptibilidad así definidos suponen, pues, un subconjunto dentro de los mapas de riesgo, en los 
cuales se evalúan las pérdidas –materiales y humanas- ocasionadas por la ocurrencia de un fenómeno determinado en un 
lugar y un tiempo determinados. El riesgo es un concepto que incluye probabilidad espacial y temporal en términos 
numéricos (peligrosidad), grado de afectación (vulnerabilidad) y unos elementos expuestos al riesgo, según la 
terminología de la UNDRO (Varnes, 1978). 
 
Si sólo se tiene en cuenta el grado de afectación de los elementos ante un fenómeno de riesgo potencial se 
habla de mapas de vulnerabilidad. Si sólo se tiene en cuenta la probabilidad espacio-temporal se obtienen los mapas de 
peligrosidad. La susceptibilidad es un término aún más restrictivo –según la definición de Brabb (1984)- ya que: 
 
– la definición de la susceptibilidad no se precisa en términos cuantitativos, y sobre todo: 
– incluye sólo la probabilidad espacial (localización de zonas susceptibles) y no se habla nada de probabilidad 
temporal ni periodos de retorno, sino de un futuro indeterminado. 
 
La susceptibilidad es un concepto muy útil para el caso de los movimientos de ladera, donde la cuantificación 
de la vulnerabilidad y la afectación de los elementos en riesgo resulta difícil en un fenómeno poco intenso, pero muy 
extendido (fenómenos de pequeño tamaño, con poca afectación individual, pero importante si se suman todos los 
efectos). Incluso la peligrosidad –probabilidad temporal- puede resultar complicada de determinar ya que en muchos 
casos no hay constancia de cuando se produjo un movimiento (no como un terremoto o una inundación importante), ni 
cada cuanto tiempo se reactiva, salvo en casos muy particulares por sus dimensiones o por los elementos afectados. Una 
posibilidad sería efectuar valoraciones secundarias en función de la ciclicidad de los factores activadores (terremotos, 
lluvias intensas, etc.). Por todo ello, la susceptibilidad resulta muy adecuada y relativamente fácil de establecer. 
mailto:clemente@ugr.es
mailto:clemente@ugr.es
mailto:jchacon@ugr.es
 
 
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Brabb (1984) incluye en su definición otra restricción –aunque secundaria, a nuestro juicio- que tiene que ver 
con la metodología predominante en la elaboración de estas cartografías, y es que estos mapas resultan del análisis de 
correlación entre movimientos y factores condicionantes o determinantes de los mismos. En efecto, de las distintas 
metodologías existentes para la obtención de mapas de susceptibilidad a los movimientos de ladera, casi todos ellas se 
basan en una correlación más o menos explícita con los movimientos de ladera preexistentes (Rengers et al., 1998). Tan 
sólo en algunos pocos casos dentro de los modelos probabilísticos (análisis cualitativos) o en los deterministas no se 
requieren análisis de correlación explícitos, aunque sí un conocimiento cualitativo de la distribución de los movimientos 
para seleccionar los factores a tener en cuenta y su clasificación y cartografía. Incluso hay métodos que no se basan en 
la superposición de factores (análisis geomorfológicos), pero en ellos, el conocimiento –generalmente a través de una 
larga experiencia de trabajo en la zona- de la distribución de los movimientos es incluso mayor. 
 
Con todo, los métodos más utilizados y los que mejores resultados han dado hasta la fecha (Irigaray, 1995; 
Fernández, 2001; Chacón & Corominas, 2003) requieren este análisis de correlación entre factores y movimientos. El 
análisis permite la selección de los factores, la manera (más o menos generalizada) en que éstos se modelan, e incluso el 
peso que tendrán en la cartografía de susceptibilidad. Una vez seleccionados los factores, existen distintos métodos para 
elaborar los mapas de susceptibilidad, tanto probabilísticos (como los análisis de distribución, de densidad y actividad 
de los movimientos, los análisis geomorfológicos y cualitativos, y, sobre todos, los análisis estadísticos bivariantes y 
multivariantes) como deterministas (Rengers et al., 1998). 
 
Ahora bien, como es sabido, existen distintas tipologías de movimientos de ladera, y se puede constatar cómo 
los factores que determinan los distintos tipos de movimientos (desprendimientos, deslizamientos superficiales y 
profundos, flujos de derrubios, de tierras o de barro) son diferentes en cada caso (Chacón et al, 1997). Tan sólo en 
mapas de pequeña y muy pequeña escala –con resolución muy baja, por lo tanto- pueden considerarse factores muy 
generalizados y condiciones muy generales (determinadas litologías, pendientes altas), comunes a todas las tipologías 
de movimientos. 
 
Sin embargo, a nuestro juicio, en escalas por encima de la 1:200.000 (es decir, medias, grandes, y aún 
pequeñas), esta generalización no es recomendable, pues los mapas perderían resolución y en consecuencia serían 
bastante imprecisos. En estas escalas se hace necesaria una diferenciación entre tipologías de movimientos que permita 
establecer sus condiciones de aparición (litologías, estructuras, pendientes, exposición, formas del relieve, red de 
drenaje, etc.) de una forma precisa para la escala detrabajo. Así se demuestra en los análisis de correlación entre 
factores determinantes e inventarios de tipos de movimientos de ladera (Irigaray, 1995; Fernández, 2001). 
 
Los mapas de susceptibilidad en escalas medias como la considerada en este trabajo (1:25.000) se presentan, 
por lo tanto, como múltiples mapas y no como un único mapa, a no ser que –de alguna manera- se puedan integrar todos 
ellos, sin menoscabo de la información y la precisión. La forma de integrar estos mapas –sobre todo las soluciones 
relacionadas con el diseño cartográfico- son las que se discuten en este trabajo. 
 
2. LOCALIZACION Y MOVIMIENTOS DE LADERA DE LA ZONA DE TRABAJO 
 
 La zona de trabajo (las Sierras de Lújar y la Contraviesa) se encuentra al Sur de la provincia de Granada entre 
Sierra Nevada y la costa mediterránea. Queda limitada al Norte por el Río Guadalfeo y al Sur por la divisoria de aguas 
entre la cuenca de dicho río y las ramblas que vierten directamente al mar (Figura 1). En su interior se encuentra la 
localidad de Torvizcón y en sus inmediaciones Orgiva, capital comarcal de la Alpujarra granadina. 
 
Desde el punto de vista geológico, afloran materiales pertenecientes al Complejo Alpujárride del Sector 
Central de las Cordilleras Béticas. En concreto se distinguen tres unidades, la de Lújar (Los Pelaos), la de Escalate o 
Alcázar y la de Murtas (Aldaya et al., 1979; Aldaya, 1981). Dentro de la primera aparecen materiales calizos y 
dolomíticos con bajo grado de metamorfismo de edad triásica; en la segunda afloran series de filitas y cuarcitas de edad 
permotriásica; en la tercera aparecen esquistos oscuros y cuarcitas del Paleozoico, con intercalaciones de mármoles 
(Figura 1). 
 
En cuanto a los movimientos de ladera, los movimientos que ocupan una mayor extensión son los 
deslizamientos, tanto de carácter rotacional (profundos) como traslacional, en algunos casos con una cierta componente 
de desprendimiento en cabecera. También son muy abundantes –aunque presentan una menor superficie ocupada- las 
corrientes de derrubios y barranqueras (flujos), tanto en materiales carbonatados como en metapelitas. Finalmente 
aparecen desprendimientos que aunque abundantes ocupan una extensión mucho menor (Figura 2). 
 
 
 
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Figura 1. Localización geográfica y geológica de la zona 
 
 
Figura 2. Inventario de movimientos de ladera 
 
3. METODOLOGIA PARA LA ELABORACION DE MAPAS DE SUSCEPTIBILIDAD 
 
 La metodología para la elaboración de estos mapas, desarrollada en un entorno SIG por el “Grupo de 
Investigaciones Medioambientales: Ingeniería del Terreno y Riesgos Geológicos”, es del tipo análisis bivariante, y ya se 
ha presentado en diversos trabajos (Chacón et al., 1992; Irigaray et al., 1999; Fernández et al., 2003). Básicamente, 
consta de los siguientes pasos: 
 
– Elaboración del inventario y base de datos de movimientos de ladera 
– Análisis de correlación de los movimientos con los factores determinantes 
– Modelado de la susceptibilidad 
– Calibración y validación de los mapas de susceptibilidad 
 
La primera fase comienza con la identificación de movimientos de ladera mediante fotointerpretación y trabajo 
de campo. Posteriormente los movimientos se trasladan al Mapa Topográfico de Andalucía (MTA) a escala 1:10.000 y 
los polígonos resultantes se digitalizan vectorialmente en tableta digitalizadota Calcomp A0. En el SIG SPANS se les 
incorporan diversas características temáticas y morfológicas, para construir la BD de movimientos de ladera. 
 
 
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El análisis factorial requiere que previamente se incorporen al SIG los mapas de factores. Algunos de ellos se 
obtienen por digitalización vectorial de mapas preexistentes revisados, como el geológico (litología, fracturación y 
estructura), vegetación, suelos y red hidrográfica (del MTN); posteriormente, en el SIG se determinan los mapas por 
diversos procesos: transformación a polígonos, orlados, corredores, Voronoi y filtrados. Los mapas obtenidos son el 
litológico, vegetación, suelos, densidad de drenaje y fractura, proximidad a ríos y fracturas, y orientación de 
discontinuidades rocosas. El resto de los factores se derivan del MDE, obtenido a su vez por digitalización de las curvas 
de nivel y puntos singulares del MTN25 y posterior rasterización (por triangulación/interpolación lineal). Los mapas 
resultantes son altitudes, pendientes, exposición, curvatura, rugosidad y formas del relieve (Fernández et al, 1996). 
 
El análisis factorial se realiza en el SIG por correlación cruzada entre los mapas de inventario de rupturas y los 
de factores. Este análisis permite identificar por un lado cuáles son los factores que influyen en la generación de cada 
tipo de movimiento, y por el otro cuáles son las condiciones de aparición de los mismos. Se han determinado para ello 
coeficientes de correlación como el de contingencia, el de Kolmogorov-Smirnov y el de Goodman-Kruskal. Todos ellos 
son válidos para datos cualitativos (nominales y ordinales), ya que los factores temáticos son de esta naturaleza y los 
derivados del MDE –cuantitativos- se han considerado así también, para homogeneizar el análisis. En la Tabla 1 se 
muestran los factores empleados para cada tipo de movimiento (Fernández, 2001; Fernández et al., 2000). 
 
Tabla 1. Factores determinantes seleccionados para la elaboración de los mapas de susceptibilidad en cada uno de las tipologías de 
movimientos de ladera considerados y en el de susceptibilidad integrada por el método analítico (todos los movimientos) 
Desprendimien. Corrientes de Derrubios Barranqueras Colapsos Deslizamientos 
Deslizamientos 
Complejos 
Todos los 
Movimientos 
Pendientes 
Rugosidad 
Contribución 
Litología 
Pend.Equilibrio 
Cuencas 
Dens.Fractura 
Pendientes 
Curvatura 
Rugosidad 
Litología 
Recubrimiento 
Cuencas 
Dens.Fractura 
Formas relieve 
Litología 
Recubrimientos 
Ríos-Orden 2 
Ríos-Orden 3 
 
Pendientes 
Curvatura 
Rugosidad 
Litología 
Recubrimiento 
Ríos-4 
Dens.Fractura 
Curvatura 
Litología 
Contactos 
Pend.Equilibrio 
Recubrimientos 
Ríos-Orden 4 
Ríos-Orden 5 
Dens. Drenaje 
 
Curvatura 
Contribución 
Contactos 
Recubrimientos 
Cuencas 
Ríos-Orden 7 
 
Curvatura 
Rugosidad 
Contribución 
Litología 
Contactos 
Recubrimientos 
Cuencas 
Ríos-Orden 4 
Ríos-Orden 7 
 
Con los factores seleccionados se elaboraron los mapas o modelos de susceptibilidad. Tras probar con distintos 
métodos, se decidió emplear el de matriz, basado en la superposición de factores, asignando pesos iguales a cada uno de 
ellos (DeGraff & Romersbrug, 1978; Chacón et al., 1992; Irigaray, 1995), ya que éste método proporcionaba mejores 
resultados respecto a otros, en la zona de trabajo y a la escala considerada (Fernández, 2001; Fernández et al., 2000). 
Consiste en determinar el porcentaje de la superficie total de cada combinación de factores que está ocupada por las 
zonas de ruptura de los movimientos de cada tipología. Este porcentaje es indicativo de la susceptibilidad de cada 
combinación y permite obtener un mapa de susceptibilidad del terreno clasificado en 5 intervalos o niveles de 
susceptibilidad: muy bajo (0-1%), bajo (1-5%), medio (5-15%), alto (15-30%) y muy alto (>30%). En la Figura 3 se 
muestran los mapas obtenidos, respectivamente, para los desprendimientos (a) y deslizamientos trasnacionales (b). 
 
Tabla 2. Distribución de los niveles de susceptibilidad, porcentaje de ruptura y grados de ajuste en cada nivel de los mapas 
correspondientes a los distintos tipos de movimientos. 
Porcentaje de cada nivel Porcentaje de rupturas en cada nivel Grado de ajuste de cada nivel Movimientos 
MB B MD A MA MB B MD A MA MB B MD A MA 
Desprendimient. 93,37 3,22 2,25 0,69 0,47 0,00 1,01 8,08 29,29 61,62 0,00 0,00 2,27 23,86 73,86
Corrientes derr. 89,34 1,35 1,80 2,18 5,33 2,46 0,695,59 11,31 79,94 0,00 2,11 13,16 21,84 62,89
Barranqueras 51,49 12,02 20,26 12,16 4,06 1,13 4,15 26,27 38,80 29,65 0,20 2,85 10,70 26,20 60,04
Colapsos 84,80 6,36 4,05 2,04 2,75 1,42 8,39 15,53 18,26 56,39 0,00 3,81 11,10 25,90 59,19
Deslizamientos 56,42 12,02 11,99 11,08 8,50 2,59 3,99 16,05 29,32 48,05 0,42 3,38 13,36 26,44 56,40
Desl. Complejos 85,02 4,13 5,63 2,22 3,00 0,00 0,00 15,06 7,70 77,24 0,00 0,00 8,24 10,75 81,00
 
Los mapas obtenidos para cada tipo de movimiento han sido validados mediante inventarios posteriores a la 
realización de los mismos, lo que constituye un tipo de validación temporal. Se han determinado los errores absolutos y 
los relativos; los primeros se definen como la suma acumulada de los porcentajes de rupturas que caen en las clases de 
susceptibilidad baja y muy baja; los segundos resultan de la suma de los grados de ajuste de las clases de susceptibilidad 
 
 
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baja y muy baja (el grado de ajuste de una clase es la razón entre el porcentaje de superficie ocupada por las rupturas en 
esta clase y este mismo porcentaje para todas las clases). Aún con variaciones de unos tipos a otros, todos los mapas han 
superado estos tests de calidad, con errores relativos inferiores al 5% y errores absolutos inferiores al 10% (Fernández, 
2001; Fernández et al., 2000, 2003). En la Tabla 2 se muestran los resultados de la validación para los distintos tipos de 
movimientos. 
 
 
Figura 3. Mapas de susceptibilidad: a: A los desprendimientos; b: A los deslizamientos traslacionales 
 
4. MAPAS INTEGRALES DE SUSCEPTIBILIDAD 
 
La conclusión de los análisis anteriores es que para describir la susceptibilidad a los movimientos de ladera se 
precisan varios mapas –tantos como sean los tipos diferenciados-, lo cual resulta en realidad poco operativo, y, en 
consecuencia, poco útil desde el punto de vista de su utilización práctica como mapas previsores. Si, además, este 
análisis forma parte –como ocurre en muchos casos- de un estudio más amplio en el que se incluyen otros riesgos más o 
menos relacionados (sísmico, inundaciones, erosión, etc.), las dificultades son aún más evidentes. 
 
 
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Por lo tanto, se hace necesaria la integración en un solo documento de todos los mapas de susceptibilidad para 
lo que existen distintas posibilidades, que se van a analizar. Las opciones para la elaboración de mapas analógicos 
integrados se pueden resumir en tres grupos: 
 
– Métodos analíticos: Se realiza un solo mapa de susceptibilidad a los movimientos de ladera a partir de los 
factores que los determinen de forma general. 
– Métodos sintéticos: Se elaboran los mapas parciales de susceptibilidad a los distintos tipos de movimientos y 
se integran por superposición condicionada (se toma la susceptibilidad media o la más alta). 
– Métodos de diseño gráfico: A partir de los mapas parciales se realiza una superposición gráfica –aprovechando 
los recursos visuales disponibles-, de tal modo que en el mismo mapa se distinguen la susceptibilidades a los 
distintos tipos de movimientos. 
 
4.1. Mapa de susceptibilidad integrado mediante métodos analíticos 
 
Esta primera aproximación proporciona buenos resultados, si se efectúa una buena selección de los factores 
determinantes de la inestabilidad general. Así, la validación puede presentar buenos grados de ajuste entre los mapas y 
las rupturas (Irigaray, 1995, Irigaray et al., 1999), aunque también puede ocurrir que los buenos resultados generales 
oculten errores cometidos en los movimientos cuyas zonas de ruptura presenten una menor extensión (por ejemplo, los 
desprendimientos de la zona de trabajo). Además –como ya se trató anteriormente- la selección de los factores puede 
entrañar más dificultades de lo deseable, ya que los factores que determinan los distintos tipos de movimientos son 
diferentes, e incluso algunos factores actúan en sentido contrario según los tipos (Fernández, 2001). Por ello, sólo 
parece una solución recomendable a escalas pequeñas donde la precisión de los factores no sea tan estricta. 
 
En la Figura 4 se muestra el resultado de aplicar esta opción y en la Tabla 3 los resultados del análisis del mapa 
resultante y su validación con el inventario posterior. De estos resultados pueden extraerse las siguientes observaciones: 
 
– Los mapas, lógicamente, son más conservadores que los obtenidos para los movimientos individuales (ver 
Tabla 2), y así las zonas de muy baja y baja susceptibilidad apenas superan el 50%, frente a aquellos en los que 
estos porcentajes se mueven entre el 64 y el 97%. 
– Los errores –absolutos y relativos- del mapa de inventario de todos los movimientos pueden considerarse como 
aceptables (inferiores al 7 y al 5%, respectivamente). Lo mismo sucede con deslizamientos, deslizamientos 
complejos e incluso corrientes de derrubios, que son los movimientos que ocupan una mayor extensión. 
– Los errores en colapsos, barranqueras y desprendimientos superan el 10%, especialmente en estos últimos 
donde el error absoluto es del 28% y el relativo del 25%. 
 
 
Figura 4. Mapa de susceptibilidad integrado mediante el método analítico 
 
 
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Por lo tanto, aunque el modelado de casi todos los movimientos resulta aceptable, el elevado error que se 
produce en los desprendimientos junto a lo conservador que resulta el mapa, hacen pensar en otro tipo de alternativas, a 
menos que el modelo logre minimizar los errores. Por otra parte, en el mapa no se distinguen las susceptibilidades a los 
distintos tipos de movimientos. 
 
Tabla 3. Distribución de los niveles de susceptibilidad, porcentaje de ruptura y grados de ajuste en cada nivel, correspondientes al 
mapa de susceptibilidad integrada obtenido de forma analítica. 
Porcentaje de cada nivel Porcentaje de rupturas en cada nivel Grado de ajuste de cada nivel Movimientos 
MB B MD A MA MB B MD A MA MB B MD A MA 
Todos 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 0,67 5,08 28,34 43,08 22,83 0,24 4,24 15,10 31,43 48,98
Desprendimient. 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 13,13 15,15 59,6 2,02 10,1 0,00 25,00 25,00 25,00 25,00
Corrientes derr. 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 1,57 4,40 32,29 57,07 4,67 1,00 4,30 22,14 58,77 13,79
Barranqueras 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 2,43 8,99 25,8 47,99 14,79 2,19 8,60 15,35 39,04 35,82
Colapsos 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 3,65 9,58 12,94 40,93 32,90 2,43 7,60 6,90 24,72 58,34
Deslizamientos 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 0,40 3,73 28,02 38,21 29,63 0,17 2,75 13,60 25,47 58,00
Desl. Complejos 34,33 16,08 25,06 18,31 6,22 0,00 1,38 8,45 27,36 62,82 0,00 0,94 2,83 12,26 83,96
 
4.2. Mapa de susceptibilidad integrado mediante métodos sintéticos 
 
Una segunda opción es la de integrar los mapas de susceptibilidad a los diferentes tipos de movimientos 
previamente realizados, lo cual a su vez se puede realizar de varias maneras. Una de ellas sería la obtención de un nuevo 
mapa promediando los niveles de susceptibilidad, lo cual puede originar subestimaciones o sobreestimaciones de la 
susceptibilidad de los diferentes tipos. Así, la baja susceptibilidad en unos tipos de movimientos puede ocultar una alta 
susceptibilidad en otros, o viceversa. En la Figura 5 (a) se muestra esta solución, y en la Tabla 4 los resultados del 
análisis y la validación correspondiente. Se observa lo siguiente: 
 
– El mapa es poco conservador a nivel general, como corresponde a un mapa promedio, en el que la mayor parte 
de los mapas presentan altas proporciones de zonas de baja susceptibilidad (movimientos poco extendidos). 
– Sin embargo, los errores absolutos –en todos los tipos, incluido el de todos los movimientos- se disparan hasta 
valores por encima del 60 y el 80%. Los errores relativos son bastante menores –como correspondea mapas 
poco conservadores-, pero en general se sitúan por encima del 10%. 
 
Tabla 4. Distribución de los niveles de susceptibilidad, porcentaje de ruptura y grados de ajuste en cada nivel, correspondientes a los 
mapas de susceptibilidad integrada obtenidos con métodos sintéticos. 
Valores medios de susceptibilidad 
Porcentaje de cada nivel Porcentaje de rupturas en cada nivel Grado de ajuste de cada nivel Movimientos 
MB B MD A MA MB B MD A MA MB B MD A MA 
Todos 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 2,34 77,47 20,17 0,02 0,00 0,56 15,43 54,65 29,36 0,00 
Desprendimient. 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 4,04 82,83 13,13 0,00 0,00 0,00 33,33 66,67 0,00 0,00 
Corrientes derr. 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 4,17 87,97 7,77 0,09 0,00 0,38 10,31 12,60 76,72 0,00 
Barranqueras 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 2,31 70,47 27,23 0,00 0,00 0,57 15,93 83,50 0,00 0,00 
Colapsos 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 1,06 53,65 45,26 0,02 0,00 0,24 6,75 76,87 16,14 0,00 
Deslizamientos 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 1,56 82,75 15,65 0,04 0,00 0,25 14,13 36,12 49,51 0,00 
Desl. Complejos 45,00 51,22 3,77 0,01 0,00 0,92 69,14 29,94 0,00 0,00 0,00 14,63 85,37 0,00 0,00 
Valores máximos de susceptibilidad 
Todos 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,17 1,30 9,14 28,01 61,38 0,12 2,37 9,11 29,96 58,43
Desprendimient. 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,00 0,00 5,05 17,17 77,78 0,00 0,00 0,00 0,00 100,0
Corrientes derr. 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 1,11 0,76 4,30 8,59 85,25 1,33 1,33 4,00 9,33 84,00
Barranqueras 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,06 1,27 9,85 33,51 55,30 0,00 2,26 9,80 35,68 52,26
Colapsos 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,00 0,66 1,99 13,10 84,24 0,00 1,57 2,36 14,17 81,89
Deslizamientos 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,09 1,31 9,52 31,56 57,52 0,00 2,30 9,48 33,62 54,60
Desl. Complejos 27,81 11,10 20,55 19,06 21,48 0,00 0,00 6,38 10,23 83,39 0,00 0,00 7,14 11,90 80,95
 
 
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Figura 5. Mapa de susceptibilidad integrado mediante métodos sintéticos: a: Susceptibilidad media; b: Susceptibilidad máxima 
 
Una posible solución a esta deficiencia sería recurrir a la ponderación de la media, otorgando un mayor peso a 
los movimientos de mayor extensión (deslizamientos) y menor a los más pequeños (desprendimientos), pero esto puede 
producir errores, como antes, en la previsión de los últimos. No obstante, siempre sería posible optimizar estas 
combinaciones lineales de mapas mediante técnicas iterativas, hasta encontrar las que presenten mejores resultados 
globales y parciales. Se han realizado varias pruebas –no mostradas en las tablas-, pero los resultados no mejoran 
sensiblemente, sobre todo en la validación de los movimientos de pequeña extensión (desprendimientos). 
 
Otra posibilidad es la cartografía del mayor nivel de susceptibilidad a los diferentes tipos de movimientos que 
se presenta en cada punto. Es una forma de que no quede minimizada la susceptibilidad en ningún tipo, aunque éste sea 
de pequeña extensión, pero esta solución conduce a mapas excesivamente conservadores. En la Figura 5 (b) se muestra 
también el resultado de este método y en la Tabla 4 los resultados de la validación. Se observa lo siguiente: 
 
 
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– El mapa resulta muy conservador –como es lógico, al ser la suma de los anteriores-, de tal forma que la zona 
ocupada por los niveles de susceptibilidad baja a muy baja no supera el 40%. 
– Los errores -absolutos y relativos- son bastante bajos en todos los casos (no llegan al 5%), ya que todos los 
movimientos quedan cubiertos. 
 
Por lo tanto, ninguna de las soluciones aportadas por los métodos sintéticos (valores medios y máximos de 
susceptibilidad) resulta satisfactoria; la primera muestra mapas no conservadores, pero con errores inaceptables; en la 
segunda, los errores se minimizan de forma muy notoria, pero son excesivamente conservadores, y, en consecuencia, 
poco funcionales. 
 
4.3. Mapa de susceptibilidad integrado mediante métodos de diseño gráfico 
 
En todas las opciones hasta ahora barajadas se plantea además la limitación de que la tipología del movimiento 
que tiene cada nivel de susceptibilidad del mapa resultante no queda expresada. Resulta conveniente que, además del 
nivel de susceptibilidad, se conozca de qué proceso se trata para poder utilizar estos mapas como previsores, sobre todo 
con vistas a la adopción de medidas preventivas o correctoras que serán diferentes para cada tipo de movimiento. 
 
La solución se encuentra en las técnicas de representación y diseño cartográfico. La representación de la 
susceptibilidad se resuelve generalmente mediante la utilización del color al tratarse de datos zonales; no obstante, por 
su carácter ordinal, este uso del color se centra en graduaciones tanto de brillo (valor) como entre tonos extremos. La 
primera es una buena solución para presentaciones en blanco y negro, pero con los medios actuales se tiende a utilizar 
cada vez más la segunda, ya que resulta más expresiva. Normalmente, al ser cuestiones relacionadas con el riesgo, se 
suele utilizar convencional y connotativamente una graduación de tipo semáforo; es decir, verde (libre de peligro) para 
los niveles de muy baja susceptibilidad; amarillo (precaución) para la baja; naranja para la media y alta (éste último 
acercándose al rojo); y rojo (peligro) para la muy alta. Esta escala se puede ampliar hasta el verde con menor mezcla de 
amarillo o hasta azulado por abajo, y hasta el morado o violeta por arriba. No obstante, para cinco niveles, se estima 
adecuada la graduación empleada. 
 
Sin embargo, la utilización de color continuo no permite la representación de fenómenos superpuestos como la 
susceptibilidad de distintos tipos de movimientos, al tratarse éste de un dato continuo, y existir en cada punto un nivel 
de susceptibilidad para cada tipología. Por ello, hay que valorar la utilización de otros recursos, que para el caso de 
datos zonales continuos se reducen al tramado, en concreto al uso de tramas semitransparentes y, en consecuencia, 
superponibles. La discusión, en este punto, ha de centrarse en qué tipo de trama resultará más adecuada para la 
representación de estos datos. 
 
En primer lugar, se descarta el empleo de tramas lineales –que de por sí introducen distorsión en la imagen- 
por tratarse de varios fenómenos superpuestos con cinco niveles cada uno, lo que puede originar múltiples 
combinaciones. Aún cuando se reduzca a las tres tipologías básicas (desprendimientos-colapsos, corrientes de 
derrubios-barranqueras y deslizamientos), se produciría una imagen bastante compleja y difícil de interpretar, a la par 
que poco estética. Se opta, por lo tanto, por el uso de tramas puntuales, más versátiles, más estéticas y con una mayor 
capacidad connotativa (al poder utilizar símbolos asociativos, que, no obstante, no sean demasiado complejos). 
 
Por otra parte, puesto que la susceptibilidad es un dato en escala ordinal, se han de utilizar la variación del 
tamaño o espaciado de los símbolos de la trama –y así construir una trama más clara o más oscura en conjunto-, al 
tiempo que se han de diseñar formas y/o colores diferentes para diferenciar unas tipologías de movimientos de otras. 
 
Esta opción es la que se utiliza en la Figura 6 (recuadros a y c, correspondientes a dos fragmentos de mapa), 
con tres tramados distintos, en los que la forma y el color de los elementos individuales trata de evocar los tres tipos 
básicos de movimientos diferenciados. Así, los puntos evocan al depósito de bloques característico de los 
desprendimientos; la “v” invertida hace referencia al depósito de piedras angulosas de una corriente de derrubios; y el 
símbolo de “sostenido” trata de recordar a la superficie de deslizamiento. Las connotaciones del color son menos 
evidentes y responden a los convencionalismos que se asignan a las litologías en las que se producenlos distintos tipos 
de movimientos: azul oscuro para los desprendimientos-colapsos asociados a rocas carbonatadas; marrón-rojizo para 
deslizamientos asociados a materiales arcillosos-arenosos o rocas; ocre a la mezcla de barro y derrubios propios de las 
corrientes de derrubios y barranqueras. Se han evitado colores como el verde –aunque el ocre presenta un matiz verdoso 
para mejorar el contraste- que no resulta apropiado para una graduación de susceptibilidad (peligro en definitiva). Para 
no sobrecargar el mapa no se aplica trama al nivel 1, ya que la ausencia de trama se interpreta inequívocamente como el 
nivel inferior, en este caso susceptibilidad muy baja (no existe la “susceptibilidad nula” en esta escala). 
 
 
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Esta solución trae consigo ciertos problemas, relacionados sobre todo con la superposición de las tramas que 
dificulta la claridad expresiva del mapa. Esto es especialmente evidente en las interferencias entre la trama de 
deslizamientos y la de corrientes de derrubios, ambas –especialmente la primera- muy extendidas por los materiales 
metapelíticos (como se observa en el recuadro c, muy recargado y confuso); además, la elevada proporción de zonas de 
alta a muy alta susceptibilidad en los deslizamientos ya crean zonas de tramado excesivo por sí mismas (c). Las 
interacciones de las dos tramas anteriores con la de los desprendimientos es menor –salvo en zonas muy localizadas-, al 
aparecer ésta última casi exclusivamente en materiales carbonatados (recuadro b, más claro que el c). 
 
Por ello, se ha ideado un último sistema que combina color continuo y trama de forma adecuada. Este sistema 
se basa en reservar el uso del color para expresar la susceptibilidad a los deslizamientos, y la trama para los otros dos 
tipos, consiguiendo así reducir la interferencia de tramas y el recargamiento del mapa con un tramado excesivo. Así, el 
sistema propuesto para la representación cartográfica de la susceptibilidad a los diferentes tipos de movimientos, se 
puede resumir en los siguientes puntos (Fernández , 2001): 
 
- Los movimientos de ladera se han clasificado en tres grupos por afinidad: desprendimientos y colapsos, 
corrientes de derrubios y barranqueras y deslizamientos (incluyendo los complejos, traslacionales y 
superficiales). 
- Los mapas obtenidos de esta reclasificación se integran en un mapa y tabla de condición única. A este mapa se 
le aplica, a su vez, un filtro modal para eliminar ruido. Ha sido suficiente la aplicación de una sola operación 
de filtrado en una cuadrícula de aproximadamente 50 m de lado, que consigue eliminar el ruido, pero sin hacer 
desaparecer zonas de susceptibilidad a desprendimientos o a corrientes de derrubios de pequeña extensión. 
- Puesto que los deslizamientos, son los movimientos que presentan una mayor proporción de las zonas de alta a 
muy alta susceptibilidad, frente a las desprendimientos-colapsos y corrientes de derrubios que están más 
localizados, se ha reservado el uso el color (graduación tipo semáforo) para expresar la susceptibilidad a los 
deslizamientos, y la trama para los otros dos tipos, consiguiendo así no recargar al mapa con un tramado 
excesivo. La forma de los elementos de la trama es la misma que en el mapa anterior, pero los colores se han 
modificado un poco (violeta para desprendimientos, marrón para corrientes de derrubios). 
 
En la Figura 6 (recuadros b y d) se muestran dos fragmentos de este mapa. En ambos casos se observa que la 
solución es mejor que la anterior desde el punto de vista comunicativo (se distinguen bien los distintos grados de 
susceptibilidad en los tramados) como estético (no hay tanta sobrecarga), salvo en aquellas zonas reducidas donde 
coinciden las dos tramas. 
 
Otras soluciones pueden consistir en representar los movimientos de ladera sobre la susceptibilidad, pero esto 
complica aún más un mapa, ya de por sí bastante complejo. Esta opción se basa en la metodología original de Brabb et 
al., (1972), en la cual la clase máxima de susceptibilidad son los propios movimientos. Aunque esta opción resulta 
factible en mapas de susceptibilidad referidos a un solo tipo de movimiento o en los que expresan la susceptibilidad 
total sin distinguir tipologías, en nuestro caso resulta mucho más difícil de aplicar. 
 
Hay que aclarar que las soluciones gráficas discutidas son propias de cartografía analógica. Evidentemente, la 
cartografía digital –entendiendo por ésta la que se presenta sobre pantallas de ordenador, TV, pantallas de gran formato, 
etc.,- ofrece grandes posibilidades (mapas dinámicos, interactivos, hipermedia y multimedia …), pero este trabajo se 
centra en soluciones de tipo analógico, aún cuando el proceso haya sido realizado seguido en gran parte en sistemas 
digitales (SIG, programas de diseño gráfico, etc.). 
 
5. DISEÑO FINAL DEL MAPA 
 
 El diseño final del mapa de susceptibilidad integrado incluye –además de la simbología ya explicada- la 
rotulación y la composición del mismo. Previamente se ha seleccionado una escala de trabajo y el formato adecuado 
para la representación. La escala elegida para la representación es la 1:25.000, que resulta adecuada teniendo en cuenta 
la escala de la fotografía aérea (1:20.000) y la del mapa base utilizado para la recogida de los datos (1.:10.000). En 
función de esta escala y de las dimensiones de la zona de trabajo (unos 15 Km en la dirección E-W por 10 Km en la N-
S), el formato elegido es el A-1 (formato normalizado), en el que queda suficiente espacio para la información marginal. 
 
 Como mapa base se ha utilizado la BCN25 con las capas de altimetría, hidrografía, vías de comunicación, 
población y construcciones, siguiendo básicamente los criterios de simbolización y rotulación del MTN25. La 
información marginal incluye título, leyenda, escala, créditos (con explicación de la metodología de los mapas de 
susceptibilidad), esquemas de situación y mapas auxiliares (MDT-sombreado y litológico). 
 
 
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Figura 6. Mapa de susceptibilidad integrado mediante métodos de diseño gráfico. Recuadros a y c: Utilización de tres 
tramados; recuadros b y d: Combinación de color continuo y dos tramados. NOTA: La calidad gráfica en pantalla es 
lógicamente bastante inferior a la que se tiene el mapa una vez se imprime en un plotter de calidad. 
 
 
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6. CONCLUSIONES 
 
 Las metodologías que mejores resultados proporcionan en la elaboración de mapas de movimientos de ladera –
basadas en la correlación con los factores determinantes- requieren que los distintos tipos de movimientos sean tratados 
independientemente, por lo que se originan varios mapas, lo cual es poco operativo para su uso como mapas previsores. 
 
 De los distintos métodos existentes para integrar los mapas en uno sólo, analíticos, sintéticos y de diseño 
gráfico, son estos últimos los que proporcionan las mejores soluciones, ya que permiten diferenciar la susceptibilidad de 
los distintos tipos básicos (desprendimientos-colapsos, corrientes de derrubios-barranqueras, y deslizamientos); esto es 
interesante a la hora de adoptar medidas previsoras y correctoras, distintas según la tipología. Además, los mapas 
resultantes de las otras soluciones –especialmente los sintéticos- presentan importantes desajustes (parciales o totales) 
con los inventarios de rupturas empleados para su validación. 
 
 El método seleccionado finalmente está basado en la utilización combinada de color y trama. El color se 
emplea para la representación de la susceptibilidad a los deslizamientos –que es la que presentan unos mayores niveles 
de susceptibilidad- mediante una graduación de tipo semáforo. La trama se emplea para la representación de la 
susceptibilidad adesprendimientos-colapsos y corrientes de derrubios-barranqueras; para ello se aplica una variación en 
el tamaño y espaciado de los elementos individuales de una trama de puntos, cuyas formas y colores tratan de evocar a a 
las tipologías correspondientes. Con esta solución se consigue una representación clara y expresiva, en la que no se 
producen –salvo en zonas aisladas- la superposición de tramas. 
 
7. AGRADECIMIENTOS 
 
Este trabajo ha sido posible por la financiación de proyecto “Deslizamientos de ladera y tectónica activa en la cuenca del río Guadalfeo: 
vulnerabilidad y riesgos derivados“ REN2002-03366 del MCYT y el “Grupo de Investigaciones Medioambientales: Riesgos geológicos e Ingeniería 
del Terreno”, RNM121 del PAI. También me gustaría reconocer la aportación de los medios técnicos y personal del Departamento de Ingeniería 
Cartográfica, Geodésica y Fotogrametría de la Universidad de Jaén. 
 
8. REFERENCIAS 
 
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Geológico de España 1:50.000 (2ª Serie), hoja 1042 (Lanjarón)”. Mapa y memoria explicativa, 65 pp. IGME. 
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