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¿familia 
o familias en 
méxico?
DIVERSIDAD, conVIVEncIAS 
y cohESIón SocIAl En lA 
SocIEDAD conTEMPoRÁnEA
Andrea Kenya Sánchez Zepeda
Coordinadora
¿FAMILIA O FAMILIAS EN MÉXICO?
DIVERSIDAD, CONVIVENCIAS Y COHESIÓN SOCIAL
EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
Coordinadora:
Andrea Kenya Sánchez Zepeda
Universidad Nacional Autónoma De México
Dr. Enrique Graue Wiechers
Rector
Dr. Leonardo Lomelí Vanegas
Secretario General
Dr. Luis Álvarez Icaza Longoria 
Secretario Administrativo
Dr. Alberto Ken Oyama Nakagawa
Secretario de Desarrollo Institucional
Lic. Raúl Arcenio Aguilar Tamayo
Secretario de Prevención, Atención
y Seguridad Universitaria
Dra. Mónica González Contró
Abogada General
Mtro. Néstor Martínez Cristo
Director General de Comunicación Social
Escuela Nacional de Trabajo Social
Mtra. Leticia Cano Soriano
Directora
Mtra. Carmen Casas Ratia
Secretaria General
Mtro. Jorge Hernández Valdés
Secretario Académico
Lic. José Armando Hernández Gutiérrez
Secretario Administrativo
Lic. Fernando Cobián Coronado
Secretario de Planeación y Vinculación
Lic. Humberto Isaac Chávez Gutiérrez
Secretario de Apoyo y Desarrollo Escolar
Lic. David Martínez Dorantes
Oficina Jurídica
Dra. Julia del Carmen Chávez Carapia 
Coordinadora del Programa de Maestría en Trabajo Social
Lic. Juliana Ramírez Pacheco
Jefa de la División de Estudios de Posgrado
Lic. Norma Angélica Morales Ortega
Jefa de la División de Estudios Profesionales
Dr. Pedro Isnardo de la Cruz Lugardo
Coordinador de Investigación
Lic. María Eunice García Zúñiga
Coordinadora del Sistema Universidad Abierta y Educación a Distancia
Mtra. Rubria Mónica Fernández Rivera
Coordinadora del Centro de Educación Continua
Mtra. G. Araceli Borja Pérez
Coordinadora de Comunicación Social
Lic. Gabriela Gutiérrez Mendoza 
Coordinadora del Centro de Información y Servicios Bibliotecarios
Mtra. Adriana Hernández Morales
Jefa del Departamento de Publicaciones
Lic. Mónica Escobar Escobar
Jefa del Departamento de Fomento Editorial
¿FAMILIA O FAMILIAS EN MÉXICO?
DIVERSIDAD, CONVIVENCIAS Y COHESIÓN SOCIAL
EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA
Coordinadora:
Andrea Kenya Sánchez Zepeda
Primera edición, 2020
D.R. © 2020 Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, CDMX
Escuela Nacional de Trabajo Social-UNAM
ISBN: 978-607-30-2584-3 
Libro de familia o familias 
Cuidado de la edición: Departamento de Publicaciones ENTS 
Diseño de portada: Alejandra Carolina Ramírez Cázares 
Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio sin autorización escrita 
de su legítimo titular de derechos.
Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma 
de México.
Hecho en México.
Catalogación en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas
Nombres: Sánchez Zepeda, Andrea Kenya, editor. 
Título: ¿Familia o familias en México? : diversidad, convivencias y cohesión social en la 
sociedad contemporánea / coordinadora: Andrea Kenya Sánchez Zepeda.
Descripción: Primera edición. | Ciudad de México : Universidad Nacional Autónoma de 
México, Escuela Nacional de Trabajo Social, 2020.
Identificadores: LIBRUNAM 2078409 (libro electrónico) | ISBN 9786073025843 (libro 
electrónico).
Temas: Familias – México - Aspectos sociales. | Trabajo social familiar - México. | Familias 
– México – Historia - Siglo XXI.
Clasificación: LCC HQ562 (libro electrónico) | DDC 306.850972—dc23
ÍNDICE
Prólogo por Nora Aquín 
Presentación
EJE TEMÁTICO I PARADIGMAS SOBRE LAS FAMILIAS EN LAS SOCIEDADES 
CONTEMPÓRANEAS: REFLEXIONES A DEBATE
Las Familias: Instituciones Reproductoras de la Identidad de Género, Julia del Car-
men Chávez Carapia.
Familias en la Diversidad: Ejes Críticos, Reflexiones y algunos Hallazgos 
en la Investigación Acción, Tania E. Sánchez Rocha.
Las Familias Homoparentales como realidad social en México: Algunos elementos 
de Caracterización, Edith Lima Báez.
De Jesús, María y José a Caraote, Dianne y Fernando: El paradigma de los DDHH 
en el reconocimiento de las Familias Diversas en el siglo XXI, Andrea Kenya 
Sánchez Zepeda.
La Familia: Herencia de Significados y visión del Mundo, Jose Iñigo Aguilar Medina
Familias Homoparentales y Adopción en México, Jose Antonio Medina Trejo
Longevidad y el uso de Tecnologías en las nuevas organizaciones familiares, 
Graciela Casas Torres.
EJE TEMÁTICO II
DERECHOS HUMANOS Y LA CUESTIÓN SOCIAL DE LAS FAMILIAS A NIVEL 
NACIONAL E INTERNACIONAL. PROBLEMÁTICAS Y PERSPECTIVAS.
La atención a la Niñez y los Derechos Humanos en la Provincia de Buenos Aires, 
República de Argentina, María Felicitas Elías, María Luz Bruno y M. Eugenia 
Schwarz.
Historias de Fragmentación Familiar en buscadores de Asilo en Bodo, Noruega: 
La Incertidumbre de los Vulnerados, Karla Salazar Serna.
Retos asociados a la Intervención profesional del Trabajador Social en Familia en 
el contexto Colombiano, Clemencia del Carmen Gaitán, Yazmin Cruz Vargas, 
Yamile E. Borda Pérez.
Los Derechos Humanos de la Familia respecto a las Prestaciones sociales como 
integradoras de la Seguridad Social, Jorge Alejandro Palau Hernández y Abigail 
Quezada Castro.
Las Familias Transnacionales, una realidad, Temoatzin Gómez Cambrón, Alondra 
Pantoja Neri y Nancy L. Vilchis H.
Ejercicio del Derecho del permiso de Paternidad en la Ciudad de México, Claudia 
Pamela Chavarría Machado y Raúl Vicente Ruiz.
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Los Roles de Género en las Familias Homosexuales y en las Familias Homoparenta-
les: un panorama, Luz María Galindo Vilchis.
Familias Incestuosas: Una realidad invisible, Diana Lourdes Guadalupe Meléndez 
Rojas.
EJE TEMÁTICO III
TRABAJO SOCIAL CON FAMILIAS. INCURSIONES MULTIDISCIPLINARES Y 
APUNTES DESDE LA EXPERIENCIA PROFESIONAL
Contribuciones al análisis de la Familia en el Espacio Público Urbano, Guadalupe 
Imelda Manzo Guerrero
Mediación en Trabajo Social, Aída Valero Chávez
Trabajo Social Forense y Mediación. Revinculación de menores en situaciones de 
separación /divorcio en la Ciudad de México, Raúl Coca Luna
Las personas Adultas Mayores y sus entornos Familiares: la contrucción de catego-
rias para una mejor intervención social, Leandro Román García Chávez
Familia, vida cotidiana y redes sociales, Luz María Cruz Martín del Campo
La visita voluntaria: una bisagra entre la institucionalización y las 
familias de acogida, Montserrat Alejandre Millán, Erika L. Miranda y Belén Pérez 
Ramírez
A manera de cierre
Sobre los autores
203
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243
257
277
295
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321
323
PRÓLOGO
Prologar una obra es, en algún sentido, intentar tender un puente entre las y los lecto-
res y el texto, e invitar a que se produzca un encuentro fructífero. Son muchos los mo-
tivos por los que alguien decide aceptar o no la invitación a escribir un prólogo. En este 
caso, y curiosamente, mi aceptación se produce como consecuencia de un intercambio 
informal con la responsable de la publicación, que me permitió tomar conocimiento de 
que el libro representa una apertura hacia el mundo, un poner en público las produc-
ciones y un desafío para un intercambio sistemático.
Considero esta decisión un acto de libertad que merece ser acompañado. Y asumir la 
autoría de un prólogo es una forma de acompañamiento. Otra, la más importante, es 
leer lo que se pone a nuestra disposición. Leer lo que está escrito. ¿Y qué es escribir? Es-
cribir es una forma concentrada de pensar. A través del lenguaje se puede llegar a ideas 
a las que de otra manera no hubiéramos tenido acceso. Se escribe porque se piensa, pero 
también se piensa porque se escribe. La escritura no es sólo un medio para expresar lo 
que se piensa sino como proceso por el que se descubre y transforma el conocimiento. 
La escritura asegura perdurabilidad, proporciona memoria, construye historia. Y en 
este sentido, el libro muestra una alianza entre las reflexiones personales, los productos 
de investigaciones, y la necesidad de sudifusión.
Celebramos entonces el camino iniciado, que ofrece las producciones en el espacio 
académico y profesional más amplio, reconociendo que el conocimiento es un bien 
público, y es el único bien que más crece mientras más se distribuye; que la legitimidad 
de lo que en estas páginas se encuentre, dependerá de la capacidad demostrada por las/
los autores para explicar y proponer alternativas viables para los problemas que afectan 
a las familias situadas en el espacio social.
Los distintos capítulos ofrecen no sólo diagnósticos y normatividades, sino también op-
ciones de futuro. Allí radica uno de sus valores, que se sostiene a través de los tres ejes 
en los que se organiza el libro –discusión de paradigmas, derechos humanos y cuestión 
social de las familias, y experiencias de investigación-, y que precisamente dan cuenta 
de la urdimbre lograda entre perspectivas sociales, culturales, políticas y económicas, y 
al mismo tiempo entre la discusión teórica, el debate en torno a políticas públicas y las 
experiencias de intervención social.
Al recorrer sus páginas, las y los lectores podrán apreciar cómo los distintos artícu-
los ponen en tensión las perspectivas hegemónicas en torno a la familia, a la división 
sexual del trabajo en su interior, a la jerarquización de espacios, a la imposición de la 
heterosexualidad como parámetro de la “normalidad” -y como consecuencia de ello, la 
afirmación de un papel excluyentemente reproductor en las relaciones entre géneros-. 
También se encontrarán con un importante esfuerzo teórico de desnaturalización de las 
asimetrías instituidas, de la uniformidad pretendida en la constitución de la institución 
familia. Por lo dicho, la lectura colabora a la enorme tarea –particularmente para las 
y los trabajadores sociales- de democratizar la vida cotidiana, al mismo tiempo que 
cotidianizar la democracia.
No menos importante es reconocer que los artículos producidos dan cuenta de que 
Trabajo Social ha alcanzado sobradamente su mayoría de edad, en tanto demuestra 
su capacidad de poner en circulación conocimientos y experiencias, pero haciéndo-
lo de manera plural y democrática, decolonizando y despatriarcalizando el conoci-
miento, y propiciando su más amplia producción y circulación.
Para terminar, quiero parafrasear a un compatriota, Rodolfo Walsh, de quien tomo 
dos aprendizajes fundamentales: en primer lugar, que difundir conocimientos e 
ideas provoca la satisfacción moral de un acto de libertad; y en segundo lugar, que 
el campo del intelectual es por definición la conciencia, y que por lo tanto, como se 
patentiza en el libro, debemos ser capaces de comprender lo que ocurre en nuestro 
tiempo, y participar de la historia viva de nuestra tierra. Bajo estas premisas, el li-
bro es una muestra de que Trabajo Social se encuentra en condiciones de superar la 
oposición binaria entre conocer y actuar, para pensarse a sí mismo como intérprete 
–desde un lugar teórico que es también político- y como experto comprometido con 
la realidad, en este caso de las familias y su derecho a la diversidad. 
 Nora Aquín
11
ENTS-UNAM.
PRESENTACIÓN
Sin duda, somos seres sociales. Pertenecemos a una colectividad desde que somos 
concebidos así como traídos a lo que materialmente conocemos como vida. Dicha 
condición, es innegable para nuestra existencia, nuestra presencia y así mismo, 
nuestra propia historia de vida y social. Esta pertenencia si bien no es puesta a 
elección; nacemos bajo un sentido de lo que es un ser humano en colectivo, funda-
do primordialmente en dos dimensiones que conforman nuestro carácter y nuestra 
personalidad, así como nuestra capacidad de integrarnos socio y culturalmente. Esas 
dos dimensiones son la sociedad y la familia.
La familia así vista, como una categoría de construcción social e histórica, es una 
forma de relación organizada y en colectivo en la que podemos establecer un vín-
culo con el mundo. Sobre dicha premisa, entender la filialidad como una cualidad 
particular que nos integra y que nos hace conformarnos en colectividad, nos condu-
ce necesariamente a hablar de cómo se configura ésta filiación a través de grandes 
constructos y valores humanos como el amor, el compromiso y la posibilidad de 
compartir un proyecto de vida en conjunto dónde podamos compartir intereses en 
común y constituir un espacio de aproximación a vivir una vida digna. 
En ello, vale la pena recordar el sentido en latín de la palabra interés: Inter- est que 
significa “estar entre”, en dónde y bajo un planteamiento humanista, podríamos en-
tender que la familia sería la posibilidad de “estar entre” con quiénes amamos, nos 
comprometemos y con quiénes queremos conformar y realizar un proyecto de vida 
en conjunto. Sin embargo, ante la realidad que nos impone el actual clima de época, 
algunos la adscriben como una sociedad postmoderna o bien, otros en análisis y los 
efectos de la reificación, la nombran como una sociedad de consumo. 
Lo cierto es que estamos pasando por un momento histórico de transición e incerti-
dumbre donde aparecen nuevas expresiones necesarias para una convivencia social 
armónica que desafían estereotipos hegemónicos de lo que es considerado como lo 
heteronormativo como formas de organización social que se establecían como da-
das o como no sujetas a los cambios propios de la Historia y de la misma evolución 
humana, no solo en lo biológico, sino en lo social, lo cultural y la concepción de la 
dignidad de lo humano en el clima de época.
En la dimensión de estudio y análisis sobre las Familias y las posibilidades de in-
tervención social para ellas o junto con ellas, es pertinente por lo menos hacerse 
dos grandes preguntas; ¿por qué no opera dicha idea humanista cuando hablamos o 
analizamos a las familias, inclusive, cuando volteamos a ver nuestra propia realidad 
familiar? Así como, ¿por qué reducir el derecho de otras y otros, iguales en espe-
cie humana pero diferentes como todas y todos somos en nuestra construcción de 
12
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
género, así como en la elección de nuestra orientación sexual, en la posibilidad de 
“estar entre” con quiénes decidan amar, con quienes decidan libremente compartir 
compromisos y asumir responsabilidades compartidas? 
Éstas y otras preguntas son las que se develan, bajo una serie de reflexiones, estudios, 
análisis así como de intervenciones profesionales desde la disciplina del Trabajo So-
cial a nivel nacional e internacional que se presentan en ésta publicación que tiene 
por título “¿Familia o Familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión 
social en la Sociedad Contemporánea”. Dicha obra es el resultado escrito de un 
espacio previo de reflexión convocado a través del Congreso anual organizado por la 
Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM en el pasado mes de Marzo del 2017, 
Congreso académico que tuvo por titulo el mismo nombre de la presente publicación 
en donde la mayoría de quiénes escriben en el mismo, participaron como ponentes o 
comentaristas de diversas líneas temáticas relacionadas con la cuestión social de las 
Familias de hoy en México. 
Es así como la presente publicación tiene por objeto poder aportar ideas y propues-
tas en acercamiento a la necesaria política pública que debe existir en atención hacia 
las familias, sus problemáticas, su situación y contexto, así como los dilemas en 
cuanto a configuraciones, y ejercicio pleno de sus Derechos Humanos. Por ello, en 
este libro, se ponen a la postre algunas ideas, reflexiones y propuestas que puedan 
ser útiles en el servicio de instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil 
así como ideas emprendedoras e innovadoras de lo social, para la elaboración de los 
modelos de intervención social y protocolos, procedimientos así como cuerpos lega-
les que reconozcan nuevas aportaciones teóricas y metodológicas para la incidencia 
en el diseño de proyectos y programas socialesque tengan como sector prioritario 
la atención de las Familias Mexicanas y la cuestión social que necesita ser atendida 
y resuelta.
El libro cuenta con la participación de más de veinte ensayos, los cuáles se en-
cuentran organizados en tres ejes temáticos. El primero referente a colocar algu-
nas reflexiones a debate sobre los paradigmas de las familias en las sociedades 
contemporáneas, entre los cuáles, el debate sobre las diversidades en la expresión 
familiar, así como las posturas que defienden la prevalencia de una idea de norma e 
institucionalidad, se ponen en dicho terreno de reflexión y discusión, teniendo como 
diálogos acompañantes, algunas visiones especificas el dimensiones temáticas que 
nos llevan a replantearnos las reflexiones y los esquemas de prejuicios que antepo-
nemos para pensar, observar y dialogar sobre las familias, siendo esta una posibili-
dad que no es monopolio de uno u otro grupo. En dicho apartado participan plumas 
académicas como la de Julia Chávez Carapia, Graciela Casas Torres, Tania E. Sánchez 
Rocha, Edith Lima Báez, Jose Iñigo Aguilar Medina y quién suscribe la coordinación 
13
ENTS-UNAM.
de la presente publicación, así como aquellas que desde el activismo político han 
luchado por el reconocimiento a la diversidad y la no discriminación de las diversi-
dades familiares como Jose Antonio Medina Trejo.
El segundo eje temático referente a la exposición y abordaje de las diferentes pro-
blemáticas que bajo la perspectiva de los Derechos Humanos así como entender 
la cuestión social de las Familias a nivel nacional e internacional rodea dichas 
problemáticas contemporáneas en las familias de nuestro tiempo. Temas como la 
pobreza, la cuestión migratoria y su impacto en la desintegración familiar, Derechos 
Sociales básicos como la salud, el trabajo y la educación hacia las familias, así como 
expresiones problemáticas vinculadas a la violencia familiar y la violencia de género 
que se recrea en los espacios familiares, son algunos panoramas que se propone para 
entender la complejidad de las familias en México y en otros puntos de Latinoaméri-
ca, así como de Europa. En esta sección vamos encontrar aportaciones de colegas de 
la academia de Trabajo Social Latinoamericano como María Felicitas Elías, María Luz 
Bruno y M. Eugenia Schwarz de Argentina, así como Clemencia del Carmen Gaitán, 
Yazmin Cruz Vargas, Yamile E. Borda Pérez desde Colombia; colegas Trabajadores 
Sociales desde diferentes partes de la República Mexicana como Karla Salazar Serna, 
Temoatzin Gómez Cambrón, Alondra Pantoja Neri, Nancy L. Vilchis H. Jorge Alejan-
dro Palau Hernández, Abigail Quezada Castro y Diana Lourdes Guadalupe Meléndez 
Rojas; así como de plumas desde pares profesionales en las Ciencias Sociales como 
Claudia Pamela Chavarría Machado, Raúl Vicente Ruiz y Luz María Galindo Vilchis.
Finalmente, en el tercer eje temático encontraremos algunas experiencias e incur-
siones que desde una mirada multidisciplinar se encuentran con algunos apuntes 
de profesionistas en Trabajo Social que han realizado experiencias profesionales 
desde diferentes perspectivas con Familias y de las cuáles se destacan vetas de 
intervención social y trabajo profesional como la mediación, la intervención en el 
espacio público urbano, el Trabajo Social Forense, el trabajo con sectores específicos 
de la población como las personas adultas mayores, así como la relevancia de la vida 
cotidiana, la construcción de redes sociales así como la problematización de una 
herramienta propia de nuestra tradición metodológica como es lo es la visita domici-
liara. Autores de envergadura histórica en Trabajo Social como Aída Valero Chávez, 
Raul Coca Luna, así como algunas voces contempóraneas dentro de la disciplina 
como Imelda Manzo Guerrero, Luz María Cruz Martín del Campo, profesionales en 
formación como Montserrat Alejandre Millán, Erika L. Miranda, Belén Pérez Ramírez 
y pares profesionales cercanos a la profesión como Leandro Román García Chávez.
Es así como la reflexión sustantiva e impostergable sobre las nuevas configuraciones 
familiares, así como las problemáticas contemporáneas que enfrentan la diversidad 
de familias en la actualidad, son cruciales para reconocer que la concepción de fa-
milia no es un acto natural en sí mismo, sino una construcción social, histórica y 
14
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
cultural que funda la institución de socialización, integración y cohesión social por 
excelencia y que en sus diferentes transiciones y roles no se ven trastocados a partir 
de las diferencias que puedan existir en las elecciones y capacidad auto reflexiva de 
las personas que nacen, crecen y se reproducen en dichas familias.
Andrea Kenya Sánchez Zepeda.
Coordinadora
 EJE TEMÁTICO
 I
Paradigmas sobre las familias en 
las sociedades contemporáneas.
Reflexiones a debate.
17
ENTS-UNAM.
LAS FAMILIAS: 
INSTITUCIONES REPRODUCTORAS DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO
Dra. Julia del Carmen Chávez Carapia 
Centro de Estudios de la Mujer 
Escuela Nacional de Trabajo Social 
Universidad Nacional Autónoma de México
 RESUMEN
El presente artículo analiza el papel de la familia tradicional como institución social 
responsable de la reproducción social, y de la construcción de la identidad de géne-
ro, en el marco de las relaciones de poder que se establecen en el espacio privado 
de la familia que a su vez reproduce el poder/autoridad del orden patriarcal, con la 
finalidad de mantener y retroalimentar el status quo, asimismo se busca reflexionar 
sobre el papel que actualmente tienen las nuevas familias en la conformación de la 
identidad de género y las relaciones de poder. 
Palabras clave: Familia tradicional, familias, identidad de género
INTRODUCCIÓN
La familia tradicional como institución social y reproductora del orden/poder patriar-
cal, se presenta como una instancia de reproducción biológica y de subordinación de la 
mujer. Las condiciones de vida actuales determinadas por la Globalización y las crisis 
económicas han creado las condiciones para que la familia tradicional conformada por 
hombre, mujer e hijos, vaya desapareciendo dando lugar a otro tipo de familias que han 
dejado de orientarse solamente por la procreación de la especie humana. Es necesario 
identificar este tipo de familias y analizar si las nuevas familias continúan reproducien-
do las mismas funciones de la familia tradicional. Si hay diferencias, que mecanismos y 
acciones pueden considerarse como reforzadores del status quo y de la conformación de 
la identidad de género, para definir si la familia y las nuevas familias se diferencian en 
la reproducción no sólo de los seres humanos, sino de las condicionantes sociales, cultu-
rales y políticas que permiten la permanencia y trascendencia del sistema social en que 
se encuentran inmersas. 
El objetivo de este ensayo es analizar el papel de la familia tradicional como institución 
social encargada de la reproducción social, en la cual se construye la identidad de géne-
ro desde la relación poder/autoridad del orden patriarcal, con la finalidad de mantener 
y retroalimentar el status quo y reflexionar sobre el papel que actualmente tienen las 
nuevas familias en la conformación de la identidad de género y las relaciones de poder.
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¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
LA FAMILIA: INSTITUCIÓN SOCIAL
Las condiciones macrosociales en las cuales se insertan las familias conforman una 
identidad de género que responde al poder patriarcal, a la cultura andrógina y al 
status quo. Esto lleva a reproducir las actitudes, símbolos y representaciones que el 
sistema patriarcal ha identificado como lo masculino/hombre y lo femenino/mujer.
 La familia monogámica tradicional, que se conforma con el surgimiento de la pro-
piedad privada, define una relación hombre-mujer con la finalidad de la reproduc-
ción biológica y el cuidadode sus integrantes. Comprende un conjunto de personas 
integrados en un núcleo doméstico con lazos consanguíneos. Este tipo de familia no 
se modifica en esencia y se mantiene hasta la sociedad moderna como un organismo 
de orden institucional que comprende:
a) un carácter formal / institucional/jurídico
b) una estructura jerárquica
c) funciones, relaciones determinadas por el orden patriarcal
d) la identidad de género
La familia como institución comprende un papel social, una estructura y funciones 
propias. Su estructura le permite adaptarse a las exigencias de la época y cubrir 
sus funciones de reproducción tanto biológica como de la vida social y del orden 
patriarcal. Reproduce en su espacio privado las reglas que rigen a la sociedad en el 
espacio público.
El papel de la familia en su carácter formal se define como institución social, la cual 
se constituye para el logro de fines específicos del orden patriarcal como son: la 
transmisión y reproducción de todos aquellos aspectos que conforman la vida social 
e individual hasta los elementos culturales, ideológicos, políticos, económicos así 
como la identidad de género 
La familia se integra en una relación de poder autoridad/mandato/obediencia, re-
produciendo el orden patriarcal en el cual el hombre, el padre, adquiere el papel de 
dominio y la madre de sometimiento. La familia es la primera instancia de orden 
social que conforma las relaciones de poder, el poder se normaliza, se naturaliza 
y el control se define de manera sutil o directa por medio de castigos, miedos, cul-
pas, responsabilidades, llegando a interiorizarse, “naturalizarse” como conductas 
adecuadas a la situación social. Este tipo de poder/autoridad no acepta ni permite 
críticas, comentarios, dudas. Se impone y reproduce de manera directa y absoluta. 
Para Foucault (1988) el poder que transforma a los individuos en sujetos, lo identifica 
con dos significados: los sujetos sometidos a otro a través del control y la dependen-
19
ENTS-UNAM.
cia y los sujetos atados a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de 
sí mismo. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y somete 
(p.7).
En este contexto de poder, la familia establece funciones y relaciones, hay castigos, 
controles, culpas responsabilidades, designación de roles, construcción de identida-
des de género, representaciones que identifican el ser y hacer de las personas que 
conforman la familia. Al definirse el género en sus integrantes se van identificando 
desde las actividades diarias hasta las responsabilidades hacia el interior del hogar 
y la familia en el ámbito de lo privado como hacia el exterior en el ámbito público, 
para reproducir y mantener ideas tradicionales en el quehacer cotidiano de hombres 
y mujeres.
Históricamente la familia se ha constituido como una institución social, por el papel 
reproductor que juega en la sociedad moderna. Como institución, la familia ha sido 
estudiada por las teorías sociales que la han conceptualizado desde los diversos pa-
peles que juega en la sociedad.
Durkheim (1967) define la familia como “una fuerza moral poderosa, una muralla só-
lida contra la disgregación de las normas sociales y la debilitación de la capacidad de 
integración de la sociedad. Sus funciones son una escuela de sacrificio y abnegación 
en el seno de la sociedad industrial” (p.141). 
Weber (1983) considera a la familia como “una institución con lazos de sangre y 
parentesco cuyo principal elemento es el factor económico de la solidaridad para 
la subsistencia, conformada por la actividad doméstica de la cual se extrae la satis-
facción de sus necesidades, dentro del límite de los bienes disponibles y del reco-
nocimiento de la autoridad del integrante mas poderoso, el jefe de familia, el padre; 
es una necesidad de la familia la cohabitación y la práctica de la solidaridad para 
asegurar su protección” (p.142). 
Para Horkheimer y Adorno (1987), la familia es “la institución que entrelaza las re-
laciones sociales, en ésta se empieza la división del trabajo. La familia se sitúa en el 
contexto sociopolítico, no está aislada. Presenta un papel determinante en los pro-
cesos de adaptación de los individuos a la sociedad, el rígido marco de la familia y la 
autoridad irracional que en ella se ejerce, pudieron incitar a los hombres a renovar 
su propia fuerza laboral en su condición de asalariados, sin control sobre los medios 
de producción y empujarlos a reproducirse” (p.137).
Las últimas dos definiciones ubican a la familia como una institución que se en-
cuentra en el centro de un sistema que se basa en los principios del capitalismo 
20
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
y en la racionalización del individuo y su trabajo. Califican a la familia como una 
institución de tipo feudal basada en vínculos de sangre y parentesco, que contribuye 
directamente en la economía con la división del trabajo, con las relaciones sociales 
y con la reproducción de la fuerza de trabajo. Estas definiciones no diferencian las 
identidades masculina y femenina que se van conformando en la familia tradicional, 
por lo cual es importante hacer énfasis en esa conformación de género que se en-
cuentra determinada por la relación de poder patriarcal. 
Un enfoque económico/social de la familia se encuentra en Marx y Engels (1988), 
para ellos la familia individual moderna es: monogámica y célula de la sociedad. 
Se funda “en la esclavitud doméstica franca o más o menos disimulada de la mujer, 
la sociedad moderna es una masa cuyas moléculas son las familias individuales. 
Hoy, en la mayoría de los casos el hombre tiene que ganar los medios de vida para 
alimentar a la familia y esto le da una posición preponderante que no necesita ser 
privilegiada de modo especial por la ley. El hombre es en la familia el burgués, la 
mujer representa en ella al proletariado” (p. 262).
Esta definición señala las relaciones de desigualdad e inequidad que se presentan 
en la familia, base sobre la cual se construye y desarrolla la familia patriarcal que 
determina la posición de predominio del hombre, hace énfasis en la situación de 
dependencia y esclavitud de la mujer hacia el hombre.
Horkheimer (1980), a su vez, señala a la familia como “poder educativo de los más 
importantes, ya que la familia asume la tarea de reproducir los caracteres que exige 
la vida social, dándole en gran parte la indispensable capacidad de comportarse con-
forme al específico autoritarismo del cual depende en gran medida la perduración 
del orden civil burgués” (p. 131).
Para Habermas (1908). “El núcleo institucional de la esfera de la vida privada lo 
constituye la familia, exonerada de funciones económicas y especializada en las ta-
reas de socialización, la cual desde la perspectiva del sistema económico queda de-
finida como economía doméstica, es decir, como el entorno del sistema económico” 
El enfoque de la teoría crítica hace hincapié en la educación que la familia asume 
en su papel social. El proceso de socialización es determinante en la construcción 
de la identidad de género de niñas y niños, el cual va a reproducir las relaciones de 
poder patriarcal y ubica a la niña de manera dependiente lo cual la conforma como 
obediente, sumisa, bajo el control, poder y protección del hombre. Niñas y niños 
se van conformando individual y socialmente desde estas ideas las cuales a su vez 
integraran sus formas de vida.
Para Elizabeth Jelin la familia es “un ámbito donde se crean y recrean relaciones 
sociales de producción y reproducción, de autoridad, solidaridad y conflicto, de in-
tercambio y poder” (1989.10).
21
ENTS-UNAM.
En la sociología latinoamericana se encuentra Paul Singer, quien define a la familia 
como un elemento importante para la reproducción de la fuerza de trabajo, en el 
consumo y para la satisfacción de las “nuevas necesidades” que crea el capitalismo. 
Dándole así a al familia una orientación socio-económica-reproductiva(1989.170).
Estos enfoques identifican a la familia como un ente de reproducción social, eco-
nómico, ideológico, cultural que mediante la socialización y educación informal va 
integrando las identidades de género que exige la cultura y el poder patriarcal para 
el desarrollo de la interrelación con el entorno público, asimismo reproduce las re-
laciones de autoritarismo como reflejo del orden patriarcal/burgués, estableciendo 
condicionantes de autoridad, poder/dominación/mandato/obediencia y conflicto.
La familia se centra en funciones específicas para la reproducción con la creación de 
bienes y servicios como son: la manutención y el cuidado de sus integrantes por me-
dio de las tareas domésticas; estas funciones son estipuladas en la cultura patriarcal 
para la mujer, asimismo es la instancia responsable de la transmisión ideológica de 
los valores que establecen las relaciones sociales, la identidad de género y de repro-
ducción social desde el género como elementos del proceso de socialización.
La familia tradicional se integra por sujetos que establecen una relación de parentes-
co y supervivencia, conformando el eslabón de unión entre lo individual y lo social, 
para satisfacer sus necesidades. Así se considera a la familia más allá de una unidad 
doméstica, puesto que la importancia social que tiene no sólo recae en su función 
económica, aunque ésta sea determinante. Por lo cual, la familia se convierte en el 
elemento fundamental para el mantenimiento y reproducción de la fuerza de traba-
jo. La mujer se convierte así en el eje generador de las acciones y tareas encaminadas 
a ese fin, bajo el poder patriarcal que asume como parte de la construcción de la vida 
familiar y social. 
En este sentido se identifica a la familia con: 1) su función biológica, 2) su papel 
educativo y de socialización, 3) su tarea económica y su relación con el entorno al 
reproducir a la fuerza de trabajo, 4) su labor ideológica que reproducen las relaciones 
de poder-dominación, 5) su responsabilidad cultural que da lugar a la transmisión 
genérica de valores, símbolos, identidades, representaciones, mitos, tradiciones, con 
la finalidad de reproducir las relaciones del poder y orden patriarcal. En general, 
estas características se determinan y objetivan en lo social, económico, ideológico, 
cultural y en lo psicodinámico para conformar el tipo de personas que requiere el 
sistema económico político y el orden patriarcal. Así la familia actúa como interme-
diaria entre el individuo y la sociedad, es la institución donde se aprenden los pape-
les y se establecen los vínculos sociales para la reproducción y para la convivencia 
de hombres y mujeres desde su identidad de género.
22
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
EL PAPEL BIOLÓGICO Y DE SOCIALIZACIÓN DE LA FAMILIA
La función reproductora de la familia, como papel biológico, es fundamental pues 
en esta dimensión se establece como una relación directa entre lo biológico y los 
aspectos sociales institucionales. Estos cobran más significado cuando las condicio-
nes sociales buscan asegurar con la procreación la renovación de la fuerza laboral, 
de la que depende la producción del sistema. Pero a su vez, las condiciones históri-
co-sociales señalan y determinan las relaciones de dicho sistema y así condicionan 
la estructura y la vida familiar. 
La familia, en su tarea socializadora, fomenta la identidad y la forma de enfrentar 
la vida dentro de un marco de valores definidos por el sistema, con la finalidad de 
mantener el orden y lo establecido, aún en forma inconsciente. El orden y poder pa-
triarcal se reproducen en la familia mediante la educación y el proceso de socializa-
ción. Esta interrelación se presenta desde el inicio de la vida, al nacimiento y perdura 
en toda la vida. Hombres y mujeres aprehenden y exteriorizan valores, actitudes, 
expectativas, comportamientos, identidades característicos de la sociedad patriar-
cal, que les proporcionan elementos, conductas, actitudes para interrelacionar con 
otras personas. Los agentes socializadores se refuerzan y retroalimentan a lo largo 
de la vida en la familia, en el sistema educativo, en los medios de comunicación, en 
el lenguaje, con la religión. Estos envían y reproducen los mensajes androcéntricos 
del poder patriarcal con un proceso socializador basado en las diferencias del ser 
hombre y del ser mujer. Al reproducir de manera constante y continua los estereoti-
pos: hombre-superior con poder y autoridad, mujer-inferior-sumisa y obediente, se 
definen las identidades de género y se conforman las formas de ser, pensar y actuar 
de hombres y mujeres que la familia gesta desde el inicio de la vida en los niños y 
las niñas. 
PAPEL REPRODUCTOR Y ECONÓMICO
Desde un punto de vista tradicional*, en la familia monogámica el padre en su carác-
ter de jefe de familia, vende su fuerza de trabajo por un salario para obtener medios 
de subsistencia para su mujer e hijos, es el proveedor de bienes para la satisfacción 
de las necesidades familiares. La mujer además de transformar las materias primas 
que provee el hombre y realizar los servicios que requiere la familia se encarga de 
cubrir sus funciones de socializadora, educadora, de madre, de trabajadora domés-
tica sin remuneración encargada de proporcionar los bienes y servicios requeridos 
por los integrantes del grupo y se convierte también en el eje emocional e integrador 
de la vida cotidiana del grupo. 
* Actualmente se observan modificaciones en las familias aunque algunas de sus formas siguen prevaleciendo.
23
ENTS-UNAM.
El jefe de familia posee medios, su salario, para obtener bienes, característica que 
le proporciona a su vez la posibilidad de desarrollar poder, autoridad y dominación 
hacia aquellos integrantes de su familia, esposa e hijos; que dependen de esa econo-
mía porque no son aún capaces de una economía propia o bien porque la sociedad 
les demanda fundamentalmente otras funciones relacionadas con la reproducción y 
el cuidado.
 
Cuando los salarios no tienen la capacidad de compra para satisfacer las necesidades 
familiares se comprende que la familia necesita mayores ingresos, en este caso la 
mujer se integra al mercado de trabajo. Situación que modifica las formas de relación 
interfamiliar. La mujer recurre al mercado de trabajo cuando el modo de producción 
capitalista devalúa la fuerza de trabajo y el salario real no alcanza para satisfacer las 
necesidades de la reproducción de esa fuerza de trabajo. La opresión y explotación 
capitalista se dan tanto a la mujer como al hombre pero en las mujeres esta situación 
se conforma en una doble explotación: el papel de reproductora y cuidadora de los 
integrantes de la familia y su rol como trabajadora.
Al respecto, Paul Singer refiere: “Cada nuevo producto lanzado al mercado, suscita 
nuevas necesidades en la clase obrera y de esta forma encarece objetivamente la 
capacidad de trabajo. En los países en que los trabajadores no están integrados al 
mercado, los “nuevos productos” están fuera del alcance de su poder adquisitivo, lo 
que afecta su forma de vida. Las nuevas necesidades llevan a desplazar necesidades 
más antiguas o bien necesidades básicas” (174). Habrá que recordar que para el capi-
talismo es indispensable la expansión del mercado, tiene que aumentar el consumo 
para incrementar su tasa de ganancia. Al respecto, cabe hacer la reflexión sobre la 
saturación de los mercados ya que si el mercado no crece, el capitalismo se enfren-
tará a dos posiciones: a) generar guerras, b) reducir en forma alarmante el nivel de 
vida de los trabajadores. Ambas respuesta afectan directamente la reproducción de 
la fuerza de trabajo.
Esta situación da lugar a nuevas necesidades en la familia, como por ejemplo los pro-
ductos electrodomésticos, que incrementan el gasto familiar y modifican el modelo 
de vida de la clase trabajadora. El trabajador se incorpora en las relaciones sociales, 
con su carácterde consumidor, jugando un papel importante en el mercado. 
La incorporación de nuevos productos redefinen las condiciones de reproducción 
de la fuerza de trabajo, y en la medida en que estos “nuevos productos” desplazan 
a otros más antiguos su consumo se vuelve necesario. La introducción al mercado 
de esos productos crea formas de vida diferentes, lo cual da lugar a nuevas necesi-
dades. Por ejemplo: La preparación de alimentos requiere: a) la utilización de agua 
corriente, b) de estufa, c) de refrigerador, d) de licuadora. La utilización del radio, de 
la televisión, del celular y muchos otros productos prescindibles se redefinen, pero 
no desaparecen. 
24
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
IDEOLÓGIA Y FAMILIA
Hablar del papel ideológico que juega la familia, en su condición social es identificar 
los sistemas de creencias explícitos que se encuentran integrados con coherencia 
para justificar el ejercicio del poder.
La introyección de las ideas, socialmente determinadas, por parte de la familia hacia 
los hijos en el proceso de socialización, lleva a estos, a la aceptación de las relaciones 
de dominación que justifican las relaciones de producción del propio sistema y que 
representan el poder, cuya estabilidad depende de esa situación de dominación. Es 
así que la familia se presenta como un órgano de transmisión de la ideología conser-
vadora de la clase dominante, un centro de aceptación del status quo y un eje repro-
ductor de la ideología de género en la conformación ideológica de lo tradicional, del 
status quo en la interrelación de hombres y mujeres. 
La lucha ideológica entre las clases sociales se refleja en la vida familiar, los prejui-
cios surgen de la interacción social entre los individuos y representan el lado con-
servador de la ideología dominante. 
CULTURAL PATRIARCAL
La familia se conforma y desarrolla dentro del conjunto de tradiciones culturales 
patriarcales en donde su contemplan los viejos mitos en la medida en que sirven o 
bien no estorban la vida cotidiana y permiten reproducir la interrelación entre los 
géneros. 
La familia forma a las personas dentro de un complejo proceso de identidad de gé-
nero determinada por la cultura patriarcal; en su desarrollo sus integrantes buscan 
las formas para articular sus experiencias inmediatas con sus relaciones sociales, sus 
creencias, hábitos, actitudes y valores; primero en su grupo familiar y después con 
su contorno social. En esta forma, la vida familiar reproduce las situaciones sociales 
en función directa al individualismo y a la identidad de género en los niños y niñas 
quienes después las continúan y reproducen en su vida cotidiana y en su entorno 
social. 
Los elementos presentados identifican a la familia tradicional como un eje en la 
construcción de la sociedad, sobre la base de la interrelación que establecen sus inte-
grantes con el espacio público, que a su vez permite la interacción con otros sujetos 
y las relaciones sociales que se establecen en un intercambio de ideas y de acciones 
que responden a la conformación de la identidad de género en hombres y mujeres. 
La identidad de género se conforma en el proceso de socialización familiar, de for-
ma no verbal y de manera inconsciente siendo reforzado por la situación efectiva y 
25
ENTS-UNAM.
emocional de la familia y que después se fortalecen en la escuela, en los medios de 
comunicación, en la religión.
El proceso de aprendizaje informal, que proporciona la familia, se va diferenciando 
en niñas y niños. Para el niño el control de los otros y otras el autocontrol, el dina-
mismo, la acción. Para las niñas el cuidado de los otros, el amor, ser y estar para los 
otros.
Este proceso de aprendizaje de género, van a conformar la identidad de género sobre 
la base de un sistema dicotómico, sexista: la dominación de los hombres y la sumi-
sión de la mujeres. 
Las construcciones de identidad de género se van reforzando en la vida familiar co-
tidiana por medio de actividades, acciones diarias que se van reforzando, por medio 
de emociones, conductas que guían y conforman la identidad de género en cada uno 
y una de los integrantes de la familia.
El proceso de identidad de género establece las relaciones de poder y dominación 
en las cuales interactúan todos los integrantes con mayor tendencia de los padres 
a los hijos y de los hermanos a las hermanas. El poder implica el ejercicio de auto-
ridad que corresponde a los padres, en general, y en particular al padre, ya que la 
madre también es sometida. La dominación, es la aceptación de las disposiciones de 
la autoridad e implica dependencia, situación común en los hijos sobre todo cuando 
son pequeños, aunque también la mujer presenta esta actitud hacia el cónyuge. Se 
observan también relaciones jerárquicas de poder y ejercicio de autoridad entre los 
otros integrantes. 
La organización interna de la familia se determina por el lugar que ocupa en la co-
munidad y por sus características sociales que influyen en su fortaleza o debilidad. 
Estos elementos inciden de manera directa en la conformación de la identidad de 
género entre los miembros de la familia y pueden ser mayor o menormente deter-
minantes.
LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA FAMILIA TRADICIONAL
El surgimiento de los derechos sociales y de la democracia, en el siglo XVIII y su 
desarrollo en el siglo XIX, inciden de manera directa en la familia otorgándole de-
rechos y obligaciones. Esta situación define a la familia como una institución reco-
nocida legalmente a través de acuerdos jurídicos, con una legitimidad y un papel 
en la sociedad. Al interior del núcleo, la organización familiar va a reproducir las 
identidades de género que retroalimentan el poder patriarcal.
26
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
La familia moderna se convierte en una institución jurídica social que comprende 
un conjunto de normas que regulan la relación entre padres e hijos, un sistema de 
nomenclatura que define el parentesco; una unidad donde se regulan tanto la par-
ticipación de sus miembros en actividades económicas, en el consumo y el trabajo 
doméstico. En esta se establecen relaciones de cooperación, solidaridad y subordina-
ción. En este proceso la familia sufre constantes modificaciones, pero sus tareas se 
mantienen y estas son principalmente:
• Procrear
• Asegurar la supervivencia de sus miembros.
• Conformar la identidad de género
• Transmitir las creencias consideradas como valores.
• Permitir la solidaridad social
• Desarrollar la identidad personal ligada a una identidad familiar.
• Adaptación e integración social.
• Socializar y educar
• Establecer un trueque de afecto a cambio de bienes materiales.
• Fomentar las relaciones afectivas que suelen oscilar entre la cohesión familiar y 
la defensa del modo de vida.
• Aceptación de relaciones de poder patriarcal.
La familia tradicional adquiere su carácter institucional por medio del matrimonio y 
la filiación. El matrimonio determina en forma legal las reglas que gobiernan las re-
laciones de carácter patriarcal, entre los cónyuges y la filiación es el reconocimiento, 
de deberes y derechos entre los integrantes de la institución familiar.
Existen varias tipologías para clasificar a las familias modernas de acuerdo a su for-
ma y composición, éstas son: la nuclear, la extensa, la compuesta y la monoparental.
a) La familia nuclear está integrada por los cónyuges e hijos.
b) La familia extensa la forman los cónyuges, los hijos y algunos otros miembros 
con lazos consanguíneos pertenecientes a dos o más generaciones ejemplo: los 
padres, nietos, hijos, tíos, primos, así como las parejas de las nuevas generaciones 
que contraen lazos conyugales, y que al no tener capacidad económica para su 
independencia continúan viviendo con la familia paterna.
c) La familia compuesta, integrada por la pareja, familiares y personas que no 
tienen ningún lazofamiliar, pero que conviven con los integrantes de la familia.
d) Familia monoparental integrada por un solo padre, generalmente la madre y 
por los hijos.
27
ENTS-UNAM.
En la actualidad, es frecuente encontrar familias monoparentales comúnmente inte-
gradas por la madre y sus hijos. Esta situación se presenta como resultado, por una 
parte, de los problemas que imposibilitan la integración de la familia con parejas 
estables; y por otra, que cada día más mujeres se quedan sin pareja por separación, 
divorcio, viudez, migración, abandono y no recurren a integrarse nuevamente a su 
familia patriarcal. También se observan familias integradas por personas del mismo 
sexo, las familias homoparentales y otros tipos de familias que van dejando atrás la 
idea de conformar solo un tipo de familia.
En un estudio realizado en mayo de 2017 por Carlos Welti, señala: En México exis-
ten 11 tipos de familias distintas, las cuales se ubican en tres grupos principales: La 
familia tradicional, en transición y la emergente.
La familia tradicional, se encuentra integrada por una mamá, papá e hijos represen-
ta tan solo el 50 por ciento de los hogares mexicanos; la extensa que incluye a los 
abuelos o nietos. 
La familia en transición, representa el 42 por ciento de los hogares, en esta no exis-
ten las figuras tradicionales, son “Hogares encabezados por madres solteras; parejas 
sin hijos o que han postergado la paternidad; parejas de adultos cuyos hijos ya no 
viven con ellos, “nido vacío”; co-residentes, en las que cohabitan familiares o grupos 
de amigos sin parejas; y unipersonales, con individuos que viven solos”.
Las familias emergentes, son los hogares encabezados por padres solteros, parejas 
del mismo sexo y parejas reconstituidos que han tenido relaciones o matrimonios 
previos, al igual que hijos.
En este contexto no se puede hacer referencia solo a un tipo de familia, como an-
teriormente se señalaba, ahora existen más familias que requieren de mayores es-
tudios. Sin embargo, habría que preguntarse si estos nuevos tipos de familias han 
logrado cambiar las funciones tradicionales de la familia? O bien, ¿se continúan 
reproduciendo los mismos elementos del orden y poder patriarcal solo que con ac-
tores diferentes? ¿Las nuevas familias reproducen otro tipo de valores sociales y 
conforman en los niños y las niñas una identidad de género diferente a la establecida 
por el sistema patriarcal? 
Estas preguntas todavía no tienen respuestas amplias y claras, todavía existe un 
modelo de familia predominante, la familia monogámica tradicional que continua 
reproduciendo una identidad de género desigual y dicotómica, que en el ejercicio de 
poder del hombre y de obediencia y sumisión de las mujeres lleva a problemas como 
la violencia familiar, la violencia hacia las mujeres y el feminicidio.
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¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
La familia contemporánea es un reflejo de la crisis mundial del sistema y presenta 
situaciones de crisis como un síntoma de su degradación y decadencia. Al respecto, 
Adorno señala: “la crisis de la familia adquiere también el aspecto de una rendición 
de cuentas, no sólo por la opresión grosera que ha sufrido la mujer más débil y luego 
los hijos por parte del jefe de familia hasta los umbrales de la época que comienza, 
sino también por la injusticia social y económica que se practica, por la explotación 
del trabajo doméstico en una sociedad que por lo demás obedece a las leyes del mer-
cado” (140).
El mismo Adorno, contempla que esa crisis familiar se presenta cuando se debilita 
el dominio y no se garantiza en forma más o menos segura la vida material de sus 
integrantes; disminuye así su capacidad de protección contra el mundo externo. En 
esta crisis, la familia ve disminuida en forma notable su función educadora y de ins-
trucción. La familia se encuentra indisolublemente ligada al proceso de la sociedad, 
su existencia depende de ella, no tiene una esencia autónoma, ni es una forma social 
autosuficiente. 
La familia ya no puede mantener su función social protectora, ya que pertenece a 
un mundo en donde la agresión, la presión social y la dependencia del mercado para 
la sobrevivencia son manifestaciones constantes. Al respecto Habermas señala: “Ias 
condiciones de socialización de la familia ya no están funcionalmente sincronizadas 
con las condiciones de pertenencia a organizaciones que el muchacho tendrá que 
satisfacer algún día” (1990.549).
La etapa de crisis social, económica y política repercute directamente en la familia 
tradicional la cual se encuentra en una dinámica social dicotómica y en crisis, pero 
a pesar de esta situación continúa reproduciendo la identidad de género en niñas y 
niños. 
Welti refiere en el estudio citado que el modelo de la familia conyugal promueve 
valores y acciones que acentúan la desigualdad y perpetúan el sometimiento de al-
gunos de sus miembros, especialmente las mujeres, a roles preestablecidos, como la 
maternidad. La familia como institución reproductora del orden y poder patriarcal 
genera y mantiene expresiones de violencia hacia la mujer y los hijos haciéndolos 
dependientes económica, emocional y culturalmente, manteniendo y reproduciendo 
los patrones tradicionales de género (2017).
CONCLUSIONES
La investigación social de la familia tradicional monogámica, contemporánea, desde 
la conformación del género en el proceso de socialización para la construcción de 
la identidad de niñas y niños sigue presentando ejes determinantes para la repro-
29
ENTS-UNAM.
ducción de las identidades de género. La familia tradicional tiene como finalidad 
mantener el status quo, la cultura patriarcal y el orden social para cubrir su papel. 
Un factor fundamental, para la familia es la reproducción del orden/poder patriarcal 
y las connotaciones que conlleva en la conformación dicotómica y de subordinación 
de las personas. En esta conformación la familia continua construyendo la identidad 
de género en sus integrantes sobre esas bases y premisas conservadoras, en donde el 
niño aprende y desarrolla conductas de poder y dominación identificándose con el 
padre, el hombre y las niñas de sumisión y obediencia, igual que la madre, la mujer.
Estos aspectos han sido poco estudiados en las nuevas familias, lo cual se conforma 
como un reto, sin embargo las personas de la diversidad en su gran mayoría repro-
ducen las identidades de género de la manera tradicional sobre la base del poder/
dominación/mandato/obediencia/sumisión, que aprendieron en sus familias tradi-
cionales.
REFERENCIAS
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Singer Paul. (1989) Economía política del Trabajo. Siglo XXI. México 
Weber. Economía y sociedad. Edit. F. C. E. México, 1983. p.142-143
Welti Carlos. (2017). Entrevista por Al momento MX. Ciudad de México, 16 de mayo. 
Reporte de investigación sobre familias. Instituto de Investigaciones Sociales. 
UNAM 
31
ENTS-UNAM.
FAMILIAS EN LA DIVERSIDAD: EJES CRÍTICOS, REFLEXIONES Y ALGUNOS 
HALLAZGOS EN LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN¹ 
Tania Esmeralda Rocha Sánchez 
Facultad de Psicología, UNAM 
Palabras clave: familias, diversidad, género
INTRODUCCIÓN
En las ciencias sociales ha prevalecido una tendencia a generalizar y homogenerizar 
las experiencias, olvidando como refiere David Robichaux (2007) la gran diversidad 
(cultural) que existe, y esta tendencia homogeneizadora se extiende a los estudios de 
“la familia”. Así, si bien se reconoce que “la familia” -en tanto modelo- ha enfrentado 
diversas transformaciones, prevalece una suerte de concepción “estable” y “acotada”.
El modelo hegemónico que ha predominado supone la lógica familiar bajo una cos-
movisión heteronormada, en donde quienes integran a “la familia” de inicio son una 
pareja heterosexual, misma que además persigue fines reproductivos y desempeña 
roles específicos y particulares a propósito de la pertenencia de sus integrantes a 
una condición sexo-genérica. Así, en la versión predominante (patriarcal) se han 
establecido en otras cosas, la idea de un hombre trabajador, cabeza de la familia, y 
fuente de proveeduría, quien encabeza además la posición de mando y poder en la 
familia, mientras que a su “contraparte” mujer, le corresponde el papel de cuida-
dora, responsable del hogar y de la descendencia (Castells, 2000). De tal suerte que 
las definiciones sociales que han predominado en las relaciones entre los géneros 
dentro (y fuera) del entorno de la familia, la vida de pareja y la vida cotidiana, se ca-
racterizaban por estar inscritas en una estructura jerárquica en la que la vida de los 
hombres se encamina al ámbito público y la de las mujeres al ámbito de lo “privado”, 
la maternidad y lo doméstico. 
En ese sentido, como refiere Engels “…el primer antagonismo de clases que apareció 
en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer 
en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el 
masculino…” (p.61). Así, el papel de mujeres y hombres en la familia y la sociedad 
fue favorecido y reafirmado a través de dispositivos públicos que apoyaban a dicho 
modelo normativo, basado además en el matrimonio (Castells, 2000; Engels, 1982).
 
¹ Proyecto IN305916 “Socializando en la igualdad de género y una cultura de inclusión: explo-
ración de prácticas de crianza, discursos y dinámicas en torno de la diversidad familiar en el 
contexto mexicano.
32
¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
Pero, además la heterosexualidad obligatoria ha implicado todo un estilo de vida 
que convirtió en hegemónica a la familia reproductora (Sánchez, 2010) y otorgó a 
“la familia” productora de hijos un lugar privilegiado en la sociedad. Lo que conse-
cuentemente, refiere Olga Sánchez, ha colocado a la familia no heterosexual como 
invisible y transgresora de un estilo de vida justificador de un orden social, econó-
mico y cultural. Específicamente la autora alude a la familia homosexual que supone 
una suerte de traición a la base que sustentó la familia tradicional y que además se 
vincula directamente con el otro orden presente en dicha noción que es el binarismo 
identitario: identidades sociales masculinas y femeninas (2010).
Sin embargo, el modelo de familia patriarcal hegemónico se encuentra en una evi-
dente confrontación y debilitamiento. En el marco de múltiples cambios sociales, 
tendencias crecientes como las rupturas de matrimonios heterosexuales, la poster-
gación del vínculo matrimonial, la visibilidad de arreglos familiares diversos, los 
movimientos feministas, la adopción, el derecho al aborto, la incorporación soste-
nida de las mujeres al ámbito productivo, la tenencia compartida, la inseminación 
artificial, la unión civil de parejas del mismo sexo, el alquiler de vientres, el aumento 
de parejas convivenciales, el matrimonio igualitario, los cambios en los roles pa-
rentales, etc. (Ceballos, 2012; Robles y Di leso, 2012; Sánchez, 2010; Vespucci, 2014), 
hace necesario repensar los conceptos, por los menos aquellos que han constituido 
por mucho tiempo pilares sobre los cuales descansaba la noción de la familia como 
institución. 
Cabe recordar que, en tanto institución social, la familia era pensada sólo a partir de 
los vínculos conyugales y los vínculos filiales, los primeros aludiendo a un vínculo 
contractual y los segundos a un vínculo indisoluble, casi siempre en alusión a la 
“relación biológica”. Sin embargo, en el marco de los cambios señalados, particular-
mente lo que compete al ámbito de lo conyugal y las uniones sucesivas de personas 
con descendencia, la familia acaba por redefinirse en torno al vínculo de la filiación o 
aún más interesante, fuera de dicho parámetro. No obstante, como refiere Therborn 
(2007) pese a dichos cambios, el matrimonio y la familia siguen siendo la institu-
ción dominante de las relaciones sexuales y generacionales en el mundo. Así, algo 
fundamental a considerar para poder replantear la noción de familia, es recordar el 
artefacto del parentesco, en tanto sistema simbólico bajo el cual las sociedades han 
articulado la diferencia tanto de los sexos como de las generaciones (Théry, 2008). 
Lo anterior supone relaciones próximas, familia nuclear, y otras relaciones más dis-
tantes, como los abuelos, nietos y sobrinos. Sin embargo, en la actualidad es posible 
considerar que la familia no sólo puede entenderse bajo los términos de la interac-
ción, sino que también excede el ámbito espacial (residir en un mismo lugar) y refleja 
una red de relaciones más extensas. 
33
ENTS-UNAM.
De hecho, como señala Pedro Gómez (2011) vale la pena pensar el parentesco como 
un sistema en la interfaz bio-cultural, reiterando que el parentesco trasciende los 
elementos biológicos, específicamente genéticos, y constituye más bien una arti-
culación bio-cultural. Desde su perspectiva, el parentesco constituye una creación 
cultural e histórica, que no necesariamente se refiere a “la compartición de unos 
mismos genes, ni al hecho biológico del engendramiento, aunque los implique” (p.2). 
Lo anterior es relevante en el tema que aquí compete, pues finalmente bajo la idea 
de una “familia natural” atravesada por criterios como el parentesco (leído también 
como natural) se ha asentado históricamente las formas ideológicas, normativas y 
jurídicas que validan o no a las estructurales sociales “tradicionales”. 
En el marco no sólo de la historia, sino también de los contextos y culturas ha habi-
do una serie de arreglos que dan cuenta de los pactos que atraviesan a la “familia”. 
Dicho de otra manera, es posible encontrar en diferentes contextos y culturas “la 
familia pactada”. Como señala Therborn (2007) la familia en el contexto de Asia 
Occidental y África del Norte por ejemplo es sumamente contrastante a los arreglos 
familiares de Asia del Sur o de Africa Subsuriana en comparación con la noción que 
tenemos en Occidente, haciendo evidente de nueva cuenta la relatividad de los cri-
terios que suponen su organización, funciones, tareas, derechos y restricciones, no 
obstante, parece que en medio de toda esa diversidad una constante tiene que ver 
con el orden de género que atraviesa tales arreglos, y de una u otra manera también 
está la sexualidad como ordenador pues predomina una visión heterosexual.
En este análisis comparativo de las instituciones familiares, Therborn (2007) refiere 
la presencia de tres indicadores o aspectos cruciales en la institución familiar, a sa-
ber, la regulación del orden sexual, la estructura patriarcal y distribución del poder 
familiar, así como el asunto de la procreación y los hijos e hijas. En ese sentido, debe 
recordarse que el sistema sexo-género tiene múltiplescomponentes que denotan la 
complejidad y alcance de sus dispositivos, pues no sólo alude al plano de la división 
sexual de trabajo, la fabricación identitaria y la generación de normas y expectativas 
de comportamiento (Blázquez-Rodríguez, 2005), sino que también supone todo un 
aparato de organización social que reproducen relaciones de poder asimétricas y 
desiguales en las instituciones y organizaciones. Así, la familia en tanto institución 
social no queda al margen de dicho orden.
Como refieren Ariza y de Oliveira (2003) los cambios que se han generado en Amé-
rica Latina respecto a las familias, si bien apuntalan hacia una mayor flexibilización 
del modelo tradicional, esto no supone necesariamente una crisis o su desaparición. 
Aunque la lógica que reproduce este sistema de organización es dicotómica, exclu-
yente y jerárquica, en tanto reconoce de manera exclusiva la existencia de dos con-
diciones sexuadas y por tantos dos géneros (hombre y mujer), eso no significa que 
no existan otras configuraciones y arreglos familiares que coexisten a la par. En todo 
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¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
caso el pluralismo familiar emerge justamente de la presencia de otros arreglos fami-
liares que han tenido lugar en las sociedades y que lo que suponen es un distancia-
miento del concepto de familia tradicional nuclear, evidenciando una diversificación 
de formas de convivencia, transformación de tiempos vitales de desarrollo familiar 
y una democratización de las actitudes sociales hacia la institución familiar y el tipo 
de relaciones que se gestan en ella (Domínguez de la Rosa y Montalbán, 2016).
Por supuesto, no debe menospreciarse el peso que tiene esta lógica binaria, sexista y 
heteronormada en la dificultad y complejidad para repensar la noción de “familia”, 
pues en la medida en la que este sistema ha divido el mundo, y encasillado las fun-
ciones de hombres y de mujeres en dos esferas concretas, productiva y reproductiva 
respectivamente, mucho del tejido en la dinámica familiar y la cosmovisión de la 
misma se sitúa bajo tales parámetros, y como refieren Robles y Di leso (2012) “…
pensar hoy las familias, implica desembarazarnos de fuertes ideas preconcebidas que 
nos indicaban con escaso margen de incertidumbre, a qué debemos llamar familia” 
(p.47).
Lo anterior es fundamental, pues está directamente relacionado con la “ilegitimi-
dad” bajo la cual se viven las personas con identidades y expresiones de género 
no normativas o con orientaciones sexuales no heterosexuales y sus vínculos fami-
liares. Como refiere Darío Muñoz (2006) es necesario reconocer que el tema de la 
ilegitimidad de las personas y los vínculos de personas LGBTTTIQ no es un asunto 
ajeno a las discusiones en torno al género y la equidad, pero su abordaje requiere 
problematizar la categoría, justo para poder interrogar las relaciones de poder más 
allá de aquellas que se configuran entre hombres y mujeres, sin que ello demerite la 
reinvindicación del sujeto “mujer” y las demandas de los movimientos feministas. 
El reconocimiento de la diversidad familiar, su pluralismo y complejidad.
La complejidad de las familias en las sociedades occidentales actuales supone reco-
nocer que no todos los arreglos familiares se rigen necesariamente bajo los criterios 
establecidos de manera hegemónica, y que, en todo caso, la noción de “familia” in-
volucra aspectos biológicos, sociales, culturales, jurídicos e históricos, que pueden 
adquirir mayor o menor relevancia en un momento determinado conforme las trans-
formaciones y resignificaciones sociales y culturales. Por lo que no sólo tenemos que 
abrir nuestra comprensión hacia la diversidad entre culturas, sino incluso a la que se 
da dentro de un mismo entorno.
Como señalan Sandra Franco y Gloria Sánchez (2008): “El abordaje de familia como 
tema de análisis, reflexión e intervención genera conflictos, tensiones, adhesiones y 
2 Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Transgeneros, Trasveti, Intersexuales y Queer.
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ENTS-UNAM.
rupturas entre quienes asumen el reto de enfrentarlo, debido a que las concepciones 
que sobre ella se tienen, responden a los significados personales construidos sobre 
familia, y los discursos derivados de los estudios académicos, gubernamentales e 
institucionales prevalecientes” (p.83). 
Cabe destacar, que replantear la definición convencional de familia, es una tarea in-
minente pues sin duda, la manera de definirle tiene implicaciones políticas, sociales 
y económicas, entre otras. Cómo se defina la noción de familia no es sólo un mero 
asunto de nomenclatura, sino ético y político, pues ante ciertas instituciones sólo 
determinados miembros tienen derechos a servicios y beneficios, o dicho de otra 
manera a ser sujetos de derecho. Así, partir de una noción de familia que se sostiene 
en la idea de vínculo sanguíneo, matrimonio, adopción legal, acuerdo económico y 
crianza de hijos e hijas, desdibuja otras posibilidades. El reto emergente tiene que 
ver con el reconocimiento de la diversidad familiar que socava sin duda la mirada 
idealizada de “la familia” como un modelo único y homogéneo.
Como refiere Karina Bárcenas (2012) “Para revelar los sentidos e imaginarios que 
actualmente construimos sobre las familias que dan forma a un país como Méxi-
co, caracterizado precisamente por su diversidad en cuanto a composiciones, roles, 
dinámicas, e identidades sexuales y de género, es necesario considerar que dichos 
sentidos e imaginarios oscilan, de forma más contundente que nunca, en una tensión 
entre lo instituido y lo instituyente, es decir, entre los sentidos y prácticas que his-
tóricamente han marcado la configuración de las familias a partir de lo que debe ser 
y entre los sentidos, y las prácticas que plantean una reformulación de la institución 
familiar” (p.264). 
Dicho de otra forma, en el imaginario social prevalece una representación de la fa-
milia nuclear como ideal familiar, que alude como refieren Robles y Di leso (2012) 
a un proceso de disciplinamiento social y de moralización de los procesos fami-
liares. Sin embargo, a la par de ese modelo patriarcal, coexisten otras posibilidades 
y configuraciones que también van permeando ese imaginario. Arreglos familiares 
que en su conjunto invitan a repensar no sólo la diversidad en las configuraciones, 
sino también en las pautas y patrones de convivencia, roles, funciones y nuevos 
imaginarios sociales respecto a la diversidad y heterogeneidad de familias (Franco y 
Sánchez, 2008).
La necesidad de reconocer esta heterogeneidad tiene cabida incluso en la posibilidad 
de replantear políticas públicas en torno a las familias, lo que conlleva urgentemente 
a desentrañar las concepciones que los actores gubernamentales, institucionales y 
sociales tienen respecto a las familias, sus necesidades y retos. Lo anterior tiene par-
ticular relevancia si se considera la prevalencia en el plano simbólico de formas de 
representación, normas e imagines que privilegian un modelo particular de familia 
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¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
(Franco y Sánchez, 2008), mismo que hace ininteligibles al resto, y porque a su vez, 
genera una disparidad entre las acciones y propuestas generadas bajo tal cosmo-
visión tradicional y la diversidad y complejidad inminente en las configuraciones 
familiares emergentes.
Sin duda, es un reto gigante atender el carácter instituido e instituyente de los ima-
ginarios sociales (Castoriadis, 1989; 2002), pues si bien constituyen un eje de refe-
rencia que crea mundos de significados específicos que posibilitan pensar la socie-
dad de una manera particular, también es cierto, que dichos imaginarios tienen la 
posibilidad de transformarse y generar otras formas y posibilidades para dar sentido 
y significado. 
Cabe recordar en ese sentido como lo refiere Bárcenas (2012) que, en el dinamismo 
y transformaciónde las familias, por supuesto podemos encontrar quienes se viven 
entre la tradición y la vigilancia, las que se ubican en los desplazamientos y han 
llevado a cabo prácticas que se han normalizado, pero que agregaría yo son trans-
gresoras por sí mismas (p.e. divorcios, negociación de roles, separaciones, etc.) y las 
familias que como refiere la autora transitan de la institución al movimiento y que 
se configuran sobre todo por familias construidas a partir de la diversidad de identi-
dades sexuales y de género, lo que sin duda abre un espacio para la transformación 
de sentidos y significados.
El orden de género y la diversidad sexual como ejes transversales en la familia como 
institución social.
En la posibilidad de repensar la noción de “familia”, y dar pauta al reconocimiento de 
la diversidad familiar, es indispensable reconocer dos ejes fundamentales que trans-
versalizan a la familia en tanto institución social, a saber, la diversidad sexual y de 
género. Como señala Karina Bárcenas (2012), la formación de familias por parejas de 
hombres, de mujeres, de personas transgénero o transexuales, personas homosexua-
les y heterosexuales, -y en general cualquier disidencia en torno a la lógica binaria y 
heteronormada- por una parte, ha desmantelado el modelo de familia heterosexual 
y patriarcal, pero por otro, también ha develado que la maternidad y la paternidad 
pueden ser vividas al margen del proceso de procreación “natural”, e incluso los ro-
les o funciones que suponen la idea de paternidad y maternidad no son inherentes a 
una persona particular.
Como he indicado previamente, la estructura familia tradicional ha respondido a una 
división sexual del trabajo, precisamente en una cultura de contraposición comple-
mentaria de los sexos (Sánchez, 2010). Sin embargo, no sólo es este orden el que per-
mea su estructura, sino que existen otros tres ejes críticos que constriñen la noción 
de familia, a saber; la heteronormatividad, la heterosexualidad y el heterosexismo. 
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ENTS-UNAM.
Como señalan Robles, Di leso, García, Rearte y González (2014) la heteronormati-
vidad alude a la sobrevaloración de la heterosexualidad y el heterosexismo como 
producto de la familia heterosexual y patriarcal, lo que se traduce en una suerte de 
régimen político que controla cuerpos, sexualidad y género. En tanto el heterocen-
trismo se refiere a la creencia y defensa de que la heterosexualidad es la única forma 
de orientación sexual, sobre la cual se organiza, entiende y valora la sexualidad. Y 
finalmente el heterosexismo queda comprendido como ese sistema ideológico que 
invisibiliza y ataca cualquier expresión no heterosexual. 
 
En ese sentido, no sólo es necesario reiterar el orden de género ya señalado en la 
configuración misma de la noción de familia y su orden interno, sino que también 
es necesario puntualizar la visión esencialista y normalizada de la sexualidad que le 
atraviesa. En gran medida la sexualidad pensada como una fuerza biológica y por 
tanto “natural” conlleva a suponer que ésta debe ser configurada en los parámetros 
del matrimonio, la reproducción, el amor y legítimo, esquemas todos de un marco 
normativo alimentado por el patriarcado y el heterosexismo. Bajo dicha cosmovisión 
no hay lugar para otras existencias sexuales y de género no binarias, y por ende pa-
reciera que tampoco hay espacio para vínculos afectivos eróticos y no eróticos que 
puedan ser contenidos en la noción de familias. De nueva cuenta aparece el asunto 
de la ilegitimidad.
Cabe recordar que el binarismo de género no sólo delimita la posibilidad de exis-
tencia sexual, sino de existencia humana. Como refiere Judith Butler (2004; 2010), 
cualquier experiencia y expresión de género fuera de los límites conlleva a que las 
personas y sus vidas no sean inteligibles. Estas cosmovisiones influyen en una vi-
sión fragmentada y limitada del mundo que hace difícil poder pensar y reconocer la 
diversidad inherente a nuestra existencia. Así, la dicotomía hombre y mujer se hace 
presente en la noción misma de familia, incluso aun cuando quienes le integren no 
cumplan tales roles, identidades y posiciones. Como refiere Guerra (2009 en Robles, 
Di Leso, García, Rearte y González, 2014) “la heteronormatividad del patriarcado 
conduce a la discriminación e inferiorización tanto de toda orientación sexual disi-
dente como de cualquier identidad genérica que no respete la dicotomía varón-mu-
jer…” (p.2).
Además, también se hace presente esta dicotomía al suponer que sea el régimen 
heterosexual el que valida la noción de familia. Cabe aclarar que este modelo de 
sexualidad hegemónica “facilita” no sólo la reproducción biológica, sino también las 
cuestiones materiales y económicas existentes entre las personas. Por tanto, cada 
vez que se rompe este orden en el marco de lo sexual, de la identidad y expresión de 
género o en el ámbito de lo erótico y afectivo, se genera el espacio para múltiples 
violencias (Butler, 2010).
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¿Familia o familias en México? Diversidad, convivencias y cohesión social en la sociedad contemporánea.
Lo anterior me invita a pensar en las violencias que se articulan desde el saber y 
hacer disciplinario. La utilización de los datos atravesadas por intenciones homo-
geneizadoras y normalizadoras han contribuido a crear la idea de que hay una sola 
forma de expresión de la sexualidad, que es válida y normal, que coindicen con la de 
la “mayoría”, dejando las otras expresiones de la sexualidad, rotuladas como anor-
males, desviadas, marginales y en el mejor de los casos “minoritarias”. Sin duda aquí 
tenemos una responsabilidad crucial desde nuestras disciplinas, pues estas consti-
tuyen dispositivos de poder que pueden reproducir o transformar los discursos que 
patologizan las experiencias transgresoras y no normativas. 
En tal sentido y como punto de partida para poder comprender cómo se tejen al-
gunos de los procesos de discriminación y violencia hacia la diversidad familiar, 
también es indispensable reiterar que las violencias que se traducen en homofobia, 
lesbofobia, bifobia, transfobia, y cualquier otra forma de desprecio y rechazo en 
torno a la diversidad familiar -por lo menos en lo que compete al orden de género 
y heteronorma-, son violencias por prejuicio, es decir, están fundadas en la desin-
formación, en creencias culturales y estigmas que alimentan prácticas y actitudes 
discriminatorias en detrimento de la dignidad y derechos de las mujeres y de la 
población LGBTTTIQ. 
Como se señala en el informe anual de la CIDH (Comisión Interamericana de De-
rechos Humanos, 20153), estas violencias contra las personas LGBTTTIQ son vio-
lencias sociales contextualizadas y no meros actos individuales, son violencias por 
prejuicio, pero además son violencias que tienen un impacto simbólico. Así, en tér-
minos de la diversidad familiar a la que fundamentalmente aludo, la orientación 
sexual, la identidad de género y la expresión de género se colocan como factores 
críticos en la posibilidad de vivir estas violencias, cada vez que en algún punto o 
forma se transgrede el modelo idealizado.
Por lo anterior, es indispensable considerar los sesgos de género y violencias en la 
forma “tradicional” de investigar respecto al tema de familia, pues algo que ha ca-
racterizado la investigación sistemática en torno al tema de diversidad, sobre todo lo 
que compete a diversidad sexual por lo menos dentro de mi disciplina y disciplinas 
afines, es que justamente se ha enfocado hacia la exploración del impacto psicológi-
co y emocional que puede tener para los niños y las niñas la presencia de una familia 
no “tradicional”, encabezada por dos varones, dos mujeres o por cualquier otro mo-
delo familiar no heteronormado y convencional (ver Aristegui, Inés, 2014; Ceballos, 
2012; Golombok et. al. 2003).
3 Actualmente se observan modificaciones en las familias aunque algunas de sus formas siguen prevaleciendo.
 Proyecto IN305916 “Socializando en la igualdad de género y una cultura de inclusión:

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