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Secci6n editorial
SALUD
PUBLICA
deMEXICO EpOCA V. VOLUMEN XX. NÚMERO 3 • MAYO-]UNIO DE 1978
Salud ocupacional
Los servicios de salud ocupacional son in-
dispensables para conseguir un alto gra-
do de industrialización, meta anhelada de
muchos países, ya que no se concibe en la
actualidad el prescindir de acciones de estu-
dio, prevención y control del deterioro de la
salud en los elementos constituyentes de
la fuerza productiva de un país.
La salud ocupacional es una rama de la
salud pública que tiene como finalidad pro-
mover y mantener el más alto grado de bie-
nestar físico, mental y social de aquellos que
realizan una ocupación, remunerada o no. La
salud ocupacional también pretende: evitar
daño a la salud por las condiciones del tra-
bajo; proteger a los trabajadores de los ries-
gos inherentes a los agentes nocivos; ubicar
y mantener a los trabajadores según sus ca-
pacidades y aptitudes anatomofisiológicas y
psicológicas; adaptar el trabajo al hombre
y el hombre al trabajo y por último intenta
prevenir incomodidades o molestias al vecin-
dario y a la comunidad, cuando éstas se ge-
neran en el sitio de trabajo.
• Director de Higiene y Saneamiento Ocupaclo-
nal, SSA. VIII Congreso Internacional de Medicina
Preventiva y Social. Marzo de 1978.
ENIUQUE MÁRQUEZ MAYAUDÓN·
La higiene, la seguridad, el saneamiento
y la medicina ocupacionales quedan compren-
didas en el ámbito de la salud ocupacional.
Por las características o propiedades de las
materias primas, los productos, subproductos
o desechos, del equipo, maquinaria o herra-
mientas, por la forma, método o procedi-
miento utilizado, por el estado de ánimo o la
actitud de la persona que desempeña una
ocupación, o bien por las condiciones impe-
rantes en el sitio en donde se labora, los ries-
gos de accidentes y enfermedad han mutilado,
incapacitado o matado a un elevado número
de trabajadores.
Desde sus orígenes, el hombre tuvo que
dedicar parte de su existencia a pensar y
actuar con objeto de obtener satisfactores a
veces indispensables para subsistir o para lo-
grar una forma de vida mejor.
La transformación paulatina de aquel hom-
bre primitivo de las cavernas al técnico o
cientifíco de nuestros días, se ha efectuado
merced a la evolución de la actividad huma-
na que en ningún momento ha estado exenta
de riesgos de magnitud variable.
Quizá la primera referencia sobre las con-
diciones adversas resultantes de la ocupación,
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corresponda a la sentencia bíblica: ¡Gaoorás
el pan con el SWJ.Or de tu [rentel, que traduce
la accíón consecuente del sístema termorre-
guiador del organismo para mantener a los
tejidos dentro de un ámbito estrecho de tem-
peraturas, disipando la carga térmica total
del calor metabólico y del ambiente, por me-
dio del sudor.
El desarrollo de grandes proyectos y la
construcción de gigantescas obras en todos
los tiempos y en todos los lugares han co-
brado innumerables víctimas de accidentes,
enfermedades y muertes. Antaño, el hombre
cazador, el pescador, el agricultor y el gue-
rrero fueron afectados por constantes acci-
dentes derivados de su ocupación y más tar-
de, cuando el hombre empezó a dedicarse a
la artesania las intoxicaciones y las enfer-
medades ocupacionales cobraron sus primeras
victimas.
Papiros egipcios contienen descripciones
de afecciones que sufrian los trabajadores o
esclavos.
Hipócrates, hace 23 siglos, mencionaba los
efectos nocivos que acusaban los trabajado-
res que se exponían al plomo, y Plinio el
Viejo, hace 19 siglos relataba el uso de veji-
gas que a manera de mascarilla de protección
personal se ponían los trabajadores expuestos
al mineral de mercurio para evitar su inha-
lación y efectos nocivos. Galeno, Celso, Elle-
bog, Dioscórides, Paracelso y otros observa-
dores hicieron menciones diversas sobre las
ocupaciones y su relación para causar daño.
Es interesante el relato de Agrícola en el
siglo XVI en su obra De Re MetaUica en la
cual narra que en los Cárpatos vivían mujeres
viudas de siete maridos, lo que traducia la
corta vida de los trabajadores de las minas.
Obra importante y extensa sobre salud
ocupacional es la escrita por Bernardino Ra-
mazzini intitulada De Morbis Artificum Dia-
triba (Discusión de las enfermedades de los
trabajadores). En esta obra se estudian y
describen con acierto muchas enfermedades
ocupacionales y se sugiere, por primera vez,
que en el interrogatorio médico se investigue
acerca de la ocupación.
Rarnazzini muere en 1714 y 67 años más
tarde se concede patente a James VVatt de
una máquina de vapor la que junto con un
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regulador automático de velocidad que se pa-
tentó en 1785 permiten disponer de energía
abundante, a bajo precio y sobre todo con-
trolable. Pronto se tomó ventaja de estos
inventos instalándose solamente en Inglaterra
cerca de 500 máquinas de vapor antes del
siglo XIX. Puede afirmarse que la organiza-
ción de la industria se inició a partir de esta
época dando lugar a una revolución indus-
trial con serias repercusiones politicas, eco-
nómicas, sociales y morales. La actividad
artesanal se redujo hasta casi desaparecer a
causa de la fuerte competencia. Las ventajas
de la esclavitud se tomaban entonces en cos-
tos altos de manutención por lo cual se abolió.
La organización de las industrias repercu-
tió negativamente en los trabajadores, quie-
nes tuvieron que soportar condiciones no sólo
insalubres en sus ocupaciones, sino inhuma-
nas por jornadas exhaustivas, quedando ex-
puestos a múltiples riesgos de accidentes y
enfermedades ocupacionales. La mano de
obra resultó abundante y barata para reem-
plazo inmediato de las interminables y cons-
tantes bajas.
Las consecuencias de la situación fueron
sentimientos de repulsa e indignación que
pugnaban o demandaban un cambio de las
condiciones. Finalmente, fueron presiones de
carácter económico las que determinaron un
cambio favorable de la situación; cuando la
modernización y evolución de la industria
requlríó mano de obra especializada que no
se conseguia fácil y oportunamente, lo que
redundaba en fuertes pérdidas de producción
y por tanto de ganancias al empresario, que
entonces aquilató la conveniencia de instituir
programas para conservar y prevenir daño
de su maquinaria más valiosa, el trabajador.
Durante la conflagración mundial de 1914
se comenzó a dar soporte cientifico a los pro-
gramas de protección del trabajador de la
industria bélica.
Disposiciones, leyes o reglamentos se ge-
neraron y promulgaron en varios palses con
objeto de prevenir los accidentes del trabajo
y las enfermedades profesionales; la carga de
los cuales era pesada para las clases laborales
no sólo en el aspecto económico,sino en cuan-
to a su salud y su propia vida. El trabajador
sufria en carne propia las consecuencias y en
el mejor de los casos cualquier subsidio o
compensación otorgado por las disposiciones
legales, resultaba y aun en la actualidad re-
sulta inferior al salario devengado.
El anhelo de todos los paises es la supera-
ción y el progreso en todos los órdenes de la
actividad humana. En el aspecto industrial,
el minimo avance es notorio; cada día surgen
nuevas industrias o se agrandan las existen-
tes con objeto de aumentar la producción,
tendencia loable y merecedora del apoyo ne-
cesario, pero que debe contemplar la preven-
ción y el control de los riesgos que dañan la
salud de los trabajadores y producen daños a
la comunidad.
Los paises desarrollados han hechos inten-
tos en ocasiones fructíferos para erradicar
algunas enfermedades como el saturnismo, la
silicosis, el hidrargirismo, etc., y para redu-
cir las tasas de accidentes del trabajo; sin
embargo, otros padecimientos ocupacionales
han tomado lugar en primera linea, tales
como los padecimientos mentales, el cáncer,
la mutagénesis, la teratogénesis, la castración
masculina (como se observó recientemente
en trabajadores masculinos de plantas pro-
ductoras del nematicida DBCP) , etc. El uso
de maquinaria pesada y de alta velocidad y
la inclusión de miles de sustancias tóxicas
o nocivas, al igual que ambientes agresivos,mantienen altos los índices de accidentes en
la clase trabajadora, traduciendo la comple-
jidad del problema.
Por otro lado, desgraciadamente los que se
preocupan por el incremento de la producción
parecen pasar por alto estimaciones esencia-
les que consideran a los gastos indirectos de
accidentes en una proporción de 4 a 1 con
los gastos directos y no obstante el daño que
sufre el trabajador, con frecuencia a él le
interesa más el temor para asegurar la sub-
sistencia presente que un futuro de peligro
eventual. Dentro de los factores de la pro-
ducción, el trabajo resulta más afectado y no
siempre se cuenta con apoyo decisivo de otros
sectores para los programas de prevención y
control de daños en el trabajo. Más aún, el
mayor gasto que para el capital puede re-
presentar el daño, se incluye en los costos de
producción.
SALUD PÚBLICA OH MÉXICO
La creciente cantidad de sustancias que dia
tras día se incorporan en los procesos indus-
triales, se aceptan en función de sus propie-
dades benéficas, pero en no pocas veces se
pasan por alto sus efectos adversos, tanto
para el que se expone directamente a absor-
berlas por su piel, pulmones o aparato diges-
tivo en el trabajo o para la comunidad por
contaminación y deterioro del ambiente. A
menudo, aun en los paises con tecnología
desarrollada, se prescinde o carece de infor-
mación acerca de resultados de evaluación
toxicológica o éstos son imprecisos; la expe-
rimentación con animales es incompleta o
no se efectúa por su costo elevado; los efectos
adversos a causa de la exposición o difusión
se conocen a posteriori y no hay información
sobre el metabolismo ni los modos de acción
de estas sustancias en el individuo. Existe
dificultad para interpretar pruebas de carcl-
nogénesis, teratogénesis, mutagénesis, u otras
en muchas de estas sustancias y compuestos
utilizados indiscriminadamente en la indus-
tria. Conviene recordar que actualmente los
métodos de medición y análisis y la tecnolo-
gía para valorar las respuestas nocivas a ex-
posicionesvariables han mejorado a tal grado
que los niveles de aceptación para exposición
del trabajador y luego de la población en
general para muchos tóxicos, están cerca o
son del orden de cero.
La situación mundial actual en 10referente
a riesgos ocupacionales no puede ser más
desalentadora, pues según los datos de la Or-
ganización Internacional del Trabajo, cada
minuto que transcurre suceden 95 accidentes
y se mueren 23 personas cada 2 horas.
El análisis de la reciente situación en al-
gunos países representativos de fuertes ac-
ciones de prevención y control de daños en
el trabajo, como son los E.U.A. y el Japón,
revelan las limitaciones para una franca so-
lución. En los E.U.A. en 1975 se registraron
4.819,800 accidentes de trabajo y 163,300 en-
fermedades ocupacionales en 63.48 millones
de trabajadores. Hubo 14,000 defunciones por
accidentes del trabajo. En el Japón en 1976
se registraron un total de 1.092,558 acciden-
tes del trabajo y como consecuencia de un
intensivo programa de prevención, sólo se
registraron 3,345 defunciones, de las 6,000
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que se registran usualmente; las enfermeda-
des ocupacionales que se registraron afecta-
ron a 24,953 trabajadores.
Por otro lado en México, durante 1973,
dentro de la población de trabajadores cu-
bierta por el Instituto Mexicano del Seguro
Social que sumaba 3.209,658, se accidentaron
o sufrieron enfermedad ocupacional 316,735
trabajadores, uno de cada 10. En el mismo
instituto, para el año de 1976, en un total de
3.723,617 trabajadores asegurados se tuvo
conocimiento de 401,303 accidentes de traba-
jo, 36,843 accidentes en tránsito al o del tra-
bajo y 1,781 enfermedades ocupacionales, 12
de cada 100. Sumando a estas cifras otras
registradas por empresas del gobierno, tene-
mas que para 1976 en 4.5 millones de traba-
jadores, un total de 435,000 sufrieron daños,
ocurrieron 10,000 casos de incapacidad per-
manente y 1,440 defunciones. El costo esti-
mado para estos daños ascendió a 13.5 mil
millones de pesos (1,080 millones de dólares;
al cambio entonces de 12.5 pesos por dólar).
Cabe considerar que 4.5 millones corres-
ponden a menos de la tercera parte de la
población económicamente activa en el país,
por lo que si se quisiera extrapolar el costo
total de los daños por accidentes y enferme-
dades profesionales en función de gastos si-
milares, conservadoramente se podría hablar
de 40.5 mil millones de pesos al año (3,240
millones de dólares) para 1976 o sea un equi-
valente a 74,520 millones de pesos en la ac-
tualidad (23 pesos por dólar).
Resulta evidente que aun los esfuerzos que
se desarrollan con amplios recursos para
programas de salud ocupacional, son insufi-
cientes para abatir los tremendos daños del
trabajo, pero la urgencia es apremiante en
los países con recursos limitados donde se
percibe una ausencia o anquilosamiento de
actividades en materia de salud ocupacional,
además de la escasez de información utili-
zable.
Durante la última década, el progreso cien-
tífico y tecnológico para satisfacción de ne-
cesidades y aspiraciones humanas, hizo pal-
pables algunos problemas derivados de la
actividad laboral, como la contaminación y
deterioro del medio. Esto dio origen a que
grupos interesados en las alteraciones de la
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condición humana, en el bienestar físico,
mental y social, en la dignidad y disfrute de
los derechos humanos básicos, enarbolaran la
bandera de protección y mejoría del ambien-
te natural en interés del hombre. Las nacio-
nes fuertemente industrializadas y por ende
mayormente responsables de la situación no
sólo promovieron sino que apoyaron la acción
a nivel mundial con empeño, observándose la
repetición del esquema histórico, en el cual
los sistemas económicos de los países pode-
rosos han conducido a las naciones en vías de
desarrollo a imitar modelos de acción, aun-
que con frecuencia éstos son incompatibles
con la cultura, las tradiciones, los valores y
modo de convivencia que conservan, junto
con otros problemas urgentes, los países me-
nos evolucionados. Esto nos obliga a reflexio-
nar que la higiene del medio puede conside-
rarse como derivada de la higiene ocupacional
y que son las acciones de evaluación de efec-
tos adversos en las diferentes ocupaciones las
que han dado la pauta para los programas de
prevención y control de la contaminación
ambiental, pues con los mismos elementos
con los que se controlan los riesgos en el tra-
bajo, se previenen las emisiones de los conta-
minantes ambientales.
Ejemplo de incompatibilidad se aprecia en
el terreno ocupacional en el cual las condi-
ciones difíeren sustancialmente en lo refe-
rente al trabajo, al trabajador y al medio
laboral en los países, lo que hace inadmisible
la adopción de medidas específicas de control
establecidas. Existe marcada individualidad
en materia de prevención de riesgos en los
países con industrialización incipiente, pues
en general, las empresas carecen de edificios
apropiados por haberse iniciado como indus-
tria casera o familiar, ubicada en casa habi-
tación, mal iluminada y ventilada. La zoni-
ficación realizada con muchas deficiencias da
lugar a molestias y peligros provenientes
de talleres o fábricas desordenadamente dise-
minados. La falta de exámenes y pruebas de
preempleo da lugar a realización de riesgos
o inadaptabilidad del personal al trabajo. La
alimentación, la resistencia psíquícoñsíca, la
Indísclplína, el alcoholismo, la nula o escasa
preparación y la extracción rural del traba-
jador son causas que contribuyen a la vulne-
rabilidad acentuada del mismo para los ries-
gos del trabajo.
Dentro de las empresas se observa que la
maquinaria empleada es antigua y con fre-
cuencia de desecho; carente de dispositivos
de protección para el operario o para cap-
tura de los gases o partículas que se generan
al trabajarla. La tecnología ya abandonada
por unos países, por el alto riesgo que repre-
sentaba, aún se usa en otros países, como
sucede con el esmaltado de cerámica con
óxidos de plomo a bajas temperaturas; el
soplado bucal del vidrio;el aprovechamiento
de materiales de desperdicio, sin desinfección
previa, para la elaboración de la borra, etc.
También la ausencia de reglamentación
para el controlo la falta de recursos aplica-
tivos y de supervisión contribuyen a que los
daños del trabajo sean mayores y más graves.
Parece indispensable que los gobiernos con-
cedan una prioridad absoluta al respecto por
el ser humano y por el bienestar del país,
fomentando las actividades de prevención y
control de los daños que sufren los trabaja-
dores.
Se cuenta con tecnologia suficiente para
instalar y conducir programas de salud ocu-
pacional adecuados a las necesidades del país
y el beneficio repercutirá positivamente en
los propios trabajadores, a los empresarios o
patrones, al gobierno y a toda la población.
Los principales puntos a considerar en el
establecimiento de un programa nacional de
salud ocupacional comprenderían el desarro-
llo de sistemas eficaces para colectar y ma-
nejar la información sobre los daños en el
trabajo; informe obligatorio de accidente y
enfermedad originados en el trabajo o como
consecuencia del mismo; actualización de la
SALUD PÚBLICA DE MéXICO
información y experiencias sobre investiga-
ciones, prevención y control de daños en el
trabajo para su oportuna aplicación; promul-
gación y actualización constante de normas y
reglamentos de prevención y control de daños
laborales; constitución de los cuerpos aplica-
tivos y de supervisión y desarrollo de un
sistema adecuado para cumplir con estas fun-
ciones; conducir programas educatívos de
información, capacitación y formación a to-
dos los niveles, en materia de salud ocupa-
cional; establecer medidas de prevención que
cubran la importación, el diseño, fabricación
y uso de maquinaria y equipo, la importación,
fabricación y manejo de sustancias tóxicas
o nocivas y por último promoción y desarro-
llo de programas de saneamiento del medio
laboral.
En los países en vias de desarrollo es reco-
mendable integrar los escasos recursos dis-
ponibles, tanto económicos como de personal,
en una institución para su máximo aprove-
chamiento, pues resulta incomprensible, ver
la incertidwnbre de adscripción o la segmen-
tación de los programas nacionales de salud
ocupacional en los sectores encargados de la
salud o de los encargados del trabajo, con las
consecuencias negativas que ello implica.
En nuestro país se avisora una posible des-
capitalización del Instituto Mexicano del Se-
guro Social por la tremenda carga económica
que sobre él recae por la atención de los daños
del trabajo, en el caso de no concretarse ac-
ciones positivas en la prevención y control de
los accidentes y enfermedades de origen ocu-
pacional.
Estamos conscientes de que no se puede
pensar en una productividad óptima para el
país ni en una unión para la producción, sin
proteger a la fuerza laboral.
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