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Grafología en la gestión del talento - Sandra M

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Grafología 
en la gestión del talento
Sandra M. Cerro Jiménez
2
Primera edición en esta colección: enero de 2014
© Sandra M. Cerro Jiménez, 2014
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2014
Plataforma Editorial
c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona
Tel.: (+34) 93 494 79 99 – Fax: (+34) 93 419 23 14
www.plataformaeditorial.com
info@plataformaeditorial.com
Depósito legal: B 5584-2014
ISBN: 978-84-16096-28-2
Diseño de cubierta:
Roser Chillón
Composición:
Grafime
Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares
del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la
distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o
reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).
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mailto:info@plataformaeditorial.com
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Índice
1. 
1. Prólogo de Arturo de las Heras García
2. 
1. 1. Introducción a la grafología de empresa
2. 2. La hoja escrita: nuestro espejo
1. ¿Qué es grafología?
2. El yo íntimo y el yo social
3. Se busca al hombre en su escritura
4. En grafología, las cosas claras
5. Las ocho llaves del manuscrito
6. La llave que abre el yo auténtico: la firma y la rúbrica
3. 3. El grafólogo ante la carta de presentación manuscrita
1. Profesiograma grafológico
2. ¿Qué preguntas ha de hacerse el grafólogo ante una carta de
presentación manuscrita?
3. La integridad y la estabilidad personal. Amor a primera vista en
un proceso de selección
4. El proceso de reclutamiento y selección
4. 4. Los tipos psicológicos y sus características gráficas. Una
aproximación a la orientación profesional
1. Los temperamentos clásicos hipocráticos
2. Tipologías según el análisis transaccional
3. Los perfiles psicografológicos más singulares del entorno
laboral, con un toque de humor
5. 5. Claves de la gestión del talento
1. El talento: la llave del éxito empresarial
2. Los ingredientes del talento
6. 6. Selección y gestión del talento por competencias
1. Un apunte sobre selección de personal por competencias
2. ¿Cuáles son las competencias que más valoran las grandes
empresas?
3. Análisis de las competencias más valoradas en la empresa
7. 7. Descartando candidatos. Los rasgos negativos en la escritura
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8. 8. Diseño de equipos de trabajo eficaces
1. Cuando el diablo se viste de Prada
2. Un ejército de comerciales
3. Un equipo sobre ruedas
9. 9. Encuadre de la prueba grafológica entre otros test psicológicos de
empresa
1. Test psicométricos
2. Test proyectivos
10. 10. Panorámica de la grafología de empresa en el mundo
3. 
1. Bibliografía
1. Libros
2. Otras publicaciones y manuales
3. Webs
2. Agradecimientos
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Prólogo
En el libro Grafología en la gestión del talento se propone una vuelta al origen de esta
técnica basada en la recuperación de un binomio «grafología-empresa» históricamente
muy consolidado. De hecho, el uso de la grafología en los procesos de selección de
personal ha sido bastante común en Europa, y especialmente en Francia, aunque ha ido
creciendo, especialmente desde 1970, en otros países como los Estados Unidos. Dentro
del contexto organizacional, y de manera mucho más actual, en los procesos
relacionados con la gestión del talento, la grafología encuentra un excelente acomodo.
En Psicología del Trabajo, una de las grandes preguntas que suelen realizarse los
profesionales es cómo se puede saber más de una persona. La respuesta más inmediata e
intuitiva es: preguntándole. Muchas de las técnicas empleadas para conocer con mayor
profundidad a la gente implican algún tipo de autoinforme. Es decir, las personas aportan
información sobre ellas mismas. Las entrevistas, o la mayor parte de los cuestionarios,
son algunos buenos ejemplos. Sin duda son herramientas útiles y eficaces, pero sin
embargo plantean algunos inconvenientes. Los principales son que muchas veces las
personas no son conscientes de lo que les pasa o incluso de algunos aspectos de su
personalidad. Si no son conscientes difícilmente van a poder darnos información. En
otras ocasiones las personas no quieren darnos alguna información sobre ellas mismas
que puede resultar relevante, o, peor aún, pueden decirnos aquello que queremos oír. De
manera que ¿cómo podemos profundizar más en la mente humana?
La primera parte de este libro trata de responder con acierto a esta pregunta. Desde el
punto de vista histórico, los test proyectivos fueron uno de los primeros intentos de
conocer con más profundidad la mente humana, intentando solventar los problemas
anteriores. En este contexto la grafología nace con fuerza para intentar acceder a los
recovecos de la mente humana, dedicando un especial interés al estudio de la
personalidad desde una perspectiva de rasgos, es decir, ¿qué hace que las personas sean
diferentes?
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Una buena parte de esta obra trata sobre esta pregunta universal. ¿Qué es lo que nos
hace únicos, diferentes de los demás? En la grafología podemos encontrar, según su
autora, uno de los instrumentos que pueden proporcionarnos algunas respuestas.
Finalmente, debemos volver al inicio, a la relación entre la grafología y la gestión de
los recursos humanos, de las personas. Aquí se introduce la gestión del talento y la
valoración de competencias como herramientas imprescindibles en los procesos de
reclutamiento y formación. ¿Qué puede aportarnos la grafología en estos ámbitos? En la
última parte del libro se aborda esta cuestión, añadiendo información relevante sobre el
diseño de equipos.
En definitiva, nos encontramos ante una obra amena y divulgativa que permitirá al
lector acercarse a la grafología como medio para profundizar en la mente del ser humano
con el objetivo de gestionar su talento de manera eficaz.
Permítanme terminar dedicándole unas líneas de elogio a la autora, Sandra Cerro.
Como director de una escuela de negocios, siento algo especial cada vez que veo que
nuestros antiguos alumnos van alcanzando sus metas. En el caso de Sandra, no pasa una
semana sin que tenga noticias sobre sus participaciones en cursos, seminarios, medios de
comunicación, etc. Cualquiera que sea el sueño que persiga, su perseverancia y trabajo
duro la llevarán a conseguirlo.
ARTURO DE LAS HERAS GARCÍA
Director general CEF (Centro de Estudios Financieros)
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1. Introducción a la grafología de empresa
Imagino que en estos momentos el lector se estará preguntando si lo que tiene en sus
manos es un manual de grafología o un libro sobre la gestión del talento en la empresa.
La respuesta se revelará a lo largo de su lectura. En esencia, la idea de este libro es dar a
conocer la técnica grafológica como una herramienta utilísima más, dentro de la
selección, gestión y desarrollo de personas en la empresa. Pero la idea de la que
hablamos se refiere, ante todo y sobre todo, a esa inmersión profunda que el estudio
grafológico puede hacer dentro del océano de la personalidad humana, para poder
descubrir toda su riqueza, en forma de cualidades, capacidades, actitudes, motivaciones,
inquietudes, anhelos, proyectos, potenciales y, por encima de todo, el nunca
suficientemente valorado talento humano.
Para ello, y para compartirlo así con los lectores, he querido enmarcar esta obra en el
ámbito de una empresa cambiante, que pugna por desligarse de los valores tradicionales
y rígidos de antaño para comenzar a priorizar personas sobre números, concediendo más
valor a los recursos humanos que a los económicos y aspirando, entre esos valiosos
recursos, a rodearse solamente de los mejores, de los más adecuados para su función
empresarial. Los protagonistas de la empresa son pues, sin duda, las personas que bullen
y palpitan dentro de ella, que la transforman, la humanizan y la hacen crecer. A través de
sus voces, sus experiencias, de su reflejo en la escritura manuscrita, así comode
comentarios de expertos, realizaremos un fascinante viaje hacia la búsqueda del talento,
la joya de la corona de la empresa.
«Cuéntame, entonces, qué es la grafología», pide ahora el curioso lector.
Pues bien, no podemos hablar de grafología sin calificarla como una ciencia
controvertida, pero que no por eso deja de ser ciencia. Así se consideró allá por el siglo
XIX, cuando el abate Michon puso la primera piedra para su base científica con la
creación de la Sociedad Francesa de Grafología. La evolución de los estudios
grafológicos hasta ese momento había formado parte del oscurantismo, pero, desde
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entonces hasta hoy, las investigaciones y progresos en este campo han ido abriendo
puertas y dando luz a la credibilidad y a la prestancia empírica del signo gráfico, como
signo auténtico e irrepetible, señal de identidad, sello distintivo único de la personalidad,
tal como puede serlo una huella dactilar.
Pese a muchos críticos, que lo son básicamente por desconocimiento, la grafología ha
dejado de ser una pseudociencia para no sólo calificarse como ciencia sino también para
aplicarse de forma efectiva como una ciencia razonada, palpable y comprobable, con
resultados objetivos y constatables.
Prueba de lo anterior es el hecho de que muchas asociaciones profesionales de
grafólogos hayan adoptado, en sus códigos deontológicos, reglas de exclusión de toda
práctica relacionada con las ciencias adivinatorias y el ocultismo que puedan resultar
perjudiciales para el prestigio científico de la grafología. La salvaguarda de la profesión
de grafólogo como científico es absoluta, y el grafólogo mismo debe ser consciente de
ello.
Otra prueba de esta realidad científica es el hecho de que las multinacionales más
importantes del planeta están incorporando a sus procesos de selección este tipo de test
proyectivo gráfico, avalando así con garantías los resultados psicológicos que arroja el
análisis de la escritura.
Según un estudio publicado en The Wall Street Journal, en Francia, el 90% de las
empresas utilizan la grafología como prueba grafológica clave en sus filtros selectivos.
En el último capítulo de este libro, tendremos una amplia visión de cómo esta técnica se
aplica y va cobrando cada vez más reconocimiento y fuerza en las empresas de todo el
mundo.
«Creo que la grafología es una herramienta útil para la selección y gestión del talento, y lo he comprobado,
sobre todo a un nivel de análisis de personalidad en profundidad. A mí me parece una fuente de diagnóstico y
de información más, no exclusiva, pero que aporta consideraciones valiosas que apoyan y soportan otras
evidencias y otras fuentes de análisis».
EMILIO SOLÍS, director general de Human Talent Factory
La prueba grafológica permite, como afirman los expertos, un conocimiento profundo de
la persona, sobre todo a nivel inconsciente, que otras pruebas psicológicas no son
capaces de aportar. Hay que tener en cuenta que, a diferencia de otros test, cuando la
persona escribe está vertiendo la proyección de sí misma en el papel; es una prueba
9
directa, espontánea, donde se encuentran a solas interactuando el escribiente, el papel y
el útil de escritura. En cambio, en los test psicológicos, el candidato tan sólo marca con
una cruz su opción de respuesta a unas preguntas diseñadas por otros y aporta al
resultado factores más conscientes que inconscientes.
Sin duda, es una prueba infalible como filtro inicial ante una avalancha numerosa de
solicitudes en forma de cartas de presentación manuscritas. El grafólogo es capaz de
clasificar con agilidad las cartas en tres grupos, como desarrollaremos más adelante,
descartando a los absolutamente prescindibles, dando una oportunidad a los posibles y
seleccionando a los mejores y más adecuados, no sólo por su valía global, sino también
por su mejor adaptación al puesto que se esté intentando cubrir.
La ventaja principal de la grafología es la agilidad para resolver, con apenas un
simple vistazo infalible, lo que sólo se conseguiría con una amplia y costosa batería de
test.
Otra de sus ventajas es que, para realizar la prueba, no es necesario que la persona esté
presente, lo que ahorra costes a la empresa. Generalmente, se pide al candidato que
aporte una carta de presentación o una breve biografía manuscrita en su solicitud, junto
con el curriculum vitae; así pasaría o no el filtro inicial sin necesidad de su presencia,
aunque, en ocasiones, pueda solicitarse una intervención del aspirante con una nueva
prueba grafológica a posteriori, ya iniciado el proceso selectivo, con el fin de apoyar y
dar soporte a otras pruebas, o bien para aclarar puntos dudosos o conflictivos.
Aun así, muchas empresas o bien desconocen completamente esta prueba o, las que la
conocen, son reticentes a utilizar esta técnica proyectiva, basándose y anclándose en las
antiguas creencias ya mencionadas, quedándose con el prejuicio, sin ni siquiera intentar
conocer, aplicar y comprobar este método para formarse un juicio propio.
Afortunadamente, este anclaje en el conservadurismo, esta incapacidad para avanzar y
madurar, es ya propia de pocas empresas y, cada vez más, la ciencia grafológica se ve
avalada, como prueba factible y eficaz, por el éxito profesional de las grandes.
«Todas las pruebas suman, ninguna resta. Es cuestión del tiempo que quieras invertir en el proceso de
selección, y de escoger las pruebas adecuadas para cada tipo de candidato.
La grafología para mí es una prueba absolutamente válida como puede serlo cualquier otra».
MIGUEL PORTILLO, Michael Page Executive Search
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Pero en el ámbito empresarial la grafología no sólo se aplica en la selección de personal.
Hay otras aplicaciones utilísimas que, si todos los departamentos de Recursos Humanos
pudieran y quisieran aplicar, otro gallo nos cantaría a todos, ya que esto no sólo aportaría
beneficio y rentabilidad a las empresas, sino que también las humanizaría.
Ser conscientes de los currículos de los empleados es tarea primordial, pero por todos
es sabido que el currículo se engorda y, en el peor de los casos, puede incluso engañar; y
eso no sucede con la personalidad que se plasma en la impronta de una carta de
presentación manuscrita. Muchas empresas las piden a la hora de seleccionar candidatos,
y hacen bien, porque constituyen una prueba irrefutable de las aptitudes, actitudes,
potenciales y motivaciones del capital humano de la empresa. Con este material
manuscrito, y con un cuidado manejo de éste, se podrían realizar estudios de motivación
del personal y orientación profesional, procesos eficaces para la gestión del talento y
diseñar equipos de trabajo con máximo rendimiento basados en análisis grafológicos de
personalidad individuales y también en estudios de compaginación de caracteres dentro
del grupo.
Mi propia experiencia personal en este campo me ha aportado una visión muy clara y
no menos curiosa del tipo de detractores que tiene esta controvertida ciencia: por un
lado, están los que ni creen ni quieren creer, ni mucho menos comprobar, simplemente
porque viven anclados en un prejuicio. Éstos se limitan a defender, en ocasiones con
uñas y dientes, que la grafología no puede «adivinar» la personalidad del que escribe y
que es una técnica poco menos que comparable con la bola de cristal o la lectura de las
líneas de la mano.
Por otro lado, están los que inconscientemente reconocen que la grafología es eficaz
porque, en alguna ocasión, les ha revelado aspectos de su personalidad, pero la odian y
rechazan porque resultó que estos aspectos eran negativos, y o bien no los reconocían o
no los querían reconocer. Muchos de estos detractores son los que repelen la grafología
porque, alguna vez, debido a los resultados de esta prueba, perdieron la oportunidad de
acceder a un puesto de trabajo.
Y, finalmente, están los detractores que ni siquiera se atreven a someterse a un análisis
grafológico porque en realidad piensan que esta prueba les va a dejar «desnudos», que va
a invadir su privacidad, y por ello la temen y se rebelan contra ella porquela ven como
una intromisión en el ámbito de lo estrictamente personal e íntimo. Muchos de éstos se
niegan de antemano a someterse al test grafológico cuando se les solicita esta prueba en
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un proceso de reclutamiento o selección. Este tercer grupo rechaza la grafología porque
sí cree en esta prueba, en su eficacia y en lo que puede revelar de lo más profundo de su
personalidad.
Pese a los detractores que, como en todo y como las meigas «haberlos, hailos», nos
vamos a centrar en el aspecto más amable y positivo de la aplicación, en el ámbito de la
empresa, de esta técnica de selección y gestión de personas que, aunque controvertida,
siempre se mantiene en uno de los dos polos: o se la ama o se la odia, pero nunca deja
indiferente a quien se acerca a su conocimiento.
A lo largo de esta obra iremos viendo cómo la grafología y su abanico de aplicaciones
puede aportar a la empresa un valor añadido, a través de un mayor y mejor conocimiento
de la personalidad y del talento humano que la compone.
Por último, conviene aclarar al lector que el tamaño de las escrituras que aparecen en
las figuras recogidas en el libro ha sido reducido por necesidades de la maquetación.
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2. La hoja escrita: nuestro espejo
«Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro. Y si dos están de acuerdo es por un malentendido».
JEAN PAUL SARTRE
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¿Qué es grafología?
No podemos iniciar este libro sin dejar claro lo que es la grafología y sin desterrar su
implicación en las llamadas «pseudociencias». Muchas personas me preguntan cómo se
puede defender el carácter científico de la grafología, y yo tiendo a responderles que de
la misma forma en que nadie discute que la psicología, los test proyectivos y todas las
ciencias humanas son consideradas ciencias.
A la gran mayoría de nosotros, cuando éramos pequeños y estábamos en el colegio,
nos han hecho la famosa batería de test de la familia, el árbol y la casa. Se trata de test
psicológicos proyectivos, es decir, modelos gráficos en los que nuestra personalidad
queda proyectada, impresa, desvelada de una forma inconsciente y acompañada por
otros tantos factores que influyen en nuestra realidad, tales como emociones, tensiones,
tendencias, necesidades, y un etcétera tan amplio como lo es la complejidad del ser
humano. A diferencia de los test psicométricos, que se basan en normas cuantitativas y
sus elementos se valoran de forma independiente unos de otros dentro del conjunto del
test, los proyectivos se basan en valores cualitativos y cada uno de sus elementos se
valora también cualitativamente como integrante del conjunto del test.
Pues bien, la grafología es el test proyectivo gráfico considerado más completo, el que
accede a un estudio más global de la personalidad. Y si se aplica conjuntamente con
otros test, mejor que mejor. Más adelante veremos su relación con otros test proyectivos
comúnmente utilizados en selección y evaluación del personal.
Podría definirse la grafología como la técnica científica que estudia la personalidad
del individuo a través del análisis de su escritura. Y no se trata de una ciencia ni mucho
menos nueva. Se cuenta que el emperador Nerón gustaba de seleccionar al personal a su
servicio analizando sus escrituras y detectando a través de ellas quiénes serían sus más
fieles servidores y quiénes lo traicionarían. «Dadme la escritura de una mujer, y yo os
diré su carácter», decía Shakespeare, y el cardenal Richelieu afirmaba que con sólo seis
líneas escritas de puño y letra por el hombre más honrado del mundo, encontraría motivo
para hacerle ahorcar. Éstas no son más que anécdotas curiosas que hacen ver que la
grafología despertó muchas suspicacias e intereses a lo largo de la historia, como aún lo
hace hoy.
14
El yo íntimo y el yo social
Está claro que dentro de una misma persona podemos encontrar distintas personalidades;
que tenemos un yo superficial dividido. Lo vemos claramente al contemplar a un
individuo moviéndose en sus distintos ámbitos: uno no se comporta de la misma forma
cuando se encuentra en familia, en una fiesta con amigos o en una reunión de trabajo;
uno no se comporta igual con las personas que conoce y con las que tiene relativa
confianza que con otras a las que acaba de conocer, o las que lo une una relación de
jerarquía o respeto.
A la hora de estudiar el comportamiento del hombre en el dibujo de su escritura,
debemos imaginar el espacio que representa la hoja en blanco como el entorno
socioprofesional por el que el individuo se mueve y maneja a su libre albedrío. Al igual
que la persona se mueve por el mundo y vive su propia vida, plasma un trazo en el papel
en blanco con su libre movimiento, dejando huella de sus experiencias y vivencias. En el
dibujo del conjunto del escrito es donde encontramos el yo social.
Por el contrario, el yo íntimo, la verdadera esencia personal, la huella digital impresa
del yo real, se refleja en distintos caracteres de la escritura y, muy especialmente, en la
firma y en su rúbrica.
«El cuerpo de la carta simboliza al sujeto moviéndose –manifestándose– en su ambiente, ambiente social,
profesional, delante de los otros, mientras que la firma y rúbrica es una representación del “yo” íntimo,
familiar, insobornable. De la comparación de las letras y rasgos de la carta y de la firma, sacaremos
importantes conclusiones».
M. XANDRÓ, Grafología superior
Al firmar un escrito estamos reconociéndolo como nuestro, y es por eso que ponemos
nuestra seña, nos mostramos como sus autores, lo ratificamos mostrándonos con la
impronta de nuestro nombre, decimos: «Esto lo he escrito yo, y aquí estoy yo». La firma
va además generalmente acompañada de una rúbrica que ha degenerado de las palabras
latinas Scripsit, firmavit recognovit, que en los antiguos documentos acompañaban a la
firma para autenticarla. Es esa especie de coraza que envuelve algunas firmas. El
grafólogo español Mauricio Xandró define la rúbrica como el «andador de la
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personalidad», ya que a medida que la persona va madurando, su personalidad camina
con más firmeza y seguridad y, poco a poco, va despojándose de su apoyo, el mecanismo
protector que constituye la rúbrica, esa coraza o disfraz que utiliza el yo auténtico para
defenderse de los azotes del entorno.
Otros rasgos escriturales donde el yo íntimo se manifiesta con fuerza son, por
ejemplo, los óvalos y las letras mayúsculas.
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Se busca al hombre en su escritura
Muchas han sido las escuelas que a lo largo de la historia han ido proporcionando
diversas teorías, aunque compatibles y complementarias, sobre la interpretación del texto
gráfico en el contexto de un manuscrito. En el año 1575, el filósofo y médico español
Huarte San Juan publicó su obra, con dedicatoria al rey don Felipe, Examen de ingenios
para las ciencias, donde, con arte y sabiduría, estableció un paralelismo entre los rasgos
de la escritura y la orientación vocacional.
«El escribir descubre también la imaginativa. Y, así, pocos hombres de grande entendimiento vemos que hacen
buena letra, de lo cual tengo yo notados muchos ejemplos a este propósito. […] Pero yo que sé muy cierto que
el escribir muy bien es obra de la imaginativa, lo tuve por efecto natural. Y si alguno lo quisiere ver y notar,
considere los estudiantes que ganan de comer en las universidades a trasladar papeles de buena letra; y hallará
que saben poca gramática, poca dialéctica y poca filosofía, y si estudian medicina o teología no ahondan
nada».
HUARTE SAN JUAN, Examen de ingenios para las ciencias
En 1622, otro médico, el boloñés Camilo Baldo, escribió el que se considera el primer
tratado de grafología, donde se identifica por primera vez el signo manuscrito con el
carácter del hombre. El término «grafología» como tal se acuñó ya en el siglo XIX con la
obra Los misterios de la escritura, publicada por el abate francés Hipólito Michon, y, por
ello, fue considerado el padre de esta, hasta entonces, muy insinuada pero desconocida
ciencia. En 1871, Michon fundó la Sociedad de Grafología de París, que creó escuela
hasta nuestrosdías y va camino de un prometedor futuro.
«La grafología es una ciencia eminentemente política, ya que no necesita al individuo mismo para conocerlo».
ALEJANDRO DUMAS
El sucesor de Michon, Jules Crepieux-Jamin, realizó un interesante estudio en el que
identificaba el gesto escrito con el gesto corporal, es decir, con lo que hoy llamamos
«lenguaje no verbal». Estableció que la escritura estaba compuesta por microgestos que
retrababan nuestro carácter, nuestras emociones y nuestros estados de ánimo al igual que
pueden hacerlo una sonrisa, una lágrima, una actitud cabizbaja o los saltos de alegría.
Fue el fundador de la llamada «escuela mímica» y sus postulados se resumen
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básicamente en esta interesante teoría: «La diversidad de escrituras es algo prodigioso.
[…] El trazado de un solo palote permite nada menos que 8.549 millones de variaciones.
Aplicando análogos cálculos al de la cifra 1, teniendo en cuenta sus distintas formas
caligráficas y tipográficas y sus eventuales combinaciones con otra cifra o alguna letra,
llegamos al total aproximado de:
857.560.902.216.027.392.000.000.000.
Para las veintiséis letras y cifras de nuestro alfabeto obtenemos un uno seguido de mil
setecientos ceros», sacando en conclusión la siguiente afirmación rotunda: «Ninguna
escritura es idéntica a otra: he aquí la mejor prueba de la posibilidad de la ciencia
grafológica».
Gran conocedor del psicoanálisis y amigo de Jung y de Rorschach, el suizo Max
Pulver estableció la teoría del simbolismo del espacio escrito, que considera que todo
signo gráfico, ya sea un signo, un escrito, un garabato o un dibujo, se interpreta de una
determinada forma según el espacio en el que está situado.
«Este sentimiento de espacio que llevamos dentro de nosotros es quizá el original y del cual ha nacido más
tarde el de tridimensionalidad exterior. Se crea, pues, el primer símbolo intuitivo que todavía no es de orden
intelectual. En la originalidad del concepto mítico hay un esquema de la concepción del mundo que hemos
elaborado mucho más tarde. […] El concepto espontáneo de arriba es: el cielo, el sol, el día, fuerza espiritual,
la luz. Debajo de esta línea está el reino contrario al lúcido: noche, oscuridad, abismo, profundidad. Es
imposible sentir de modo distinto…».
MAX PULVER, El simbolismo de la escritura
Según su esquema teórico, todo signo situado en la parte de arriba de la hoja refleja una
prioridad en el ámbito del pensamiento, las ideas, la imaginación, la fantasía y la
espiritualidad; el gesto situado abajo manifiesta tendencias materialistas, sexuales o de
querencia instintiva; el signo situado a la izquierda simboliza nuestros orígenes, el
pasado, las costumbres y el anclaje en los viejos valores que nos retraen e impiden
avanzar; y, por último, el gesto orientado a la derecha nos habla de proyección, de
iniciativa, de acercamiento al futuro y a los demás, de avance y progreso. En el centro, se
ubicaría el yo y el presente aquí y ahora.
Teniendo en cuenta que, cuando escribimos, lo hacemos de izquierda a derecha,
siendo la izquierda el espacio de donde partimos y que hemos de dejar atrás y la derecha
ese espacio desconocido y futuro hacia el que avanzamos, esta teoría cobra un sentido
ciertamente coherente con nuestra orientación y proyección en la vida y también con el
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avance y madurez progresiva de nuestra personalidad (véase la figura de la página
anterior).
Esta simbología queda de igual forma reflejada en la estructura de las letras, en su
morfología. Lo vamos a explicar con la letra f, que es la más completa, ya que contempla
todas las zonas simbólicas posibles:
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Además de para fijar la terminología que vamos a utilizar a partir de ahora para
describir las partes fundamentales de la letra, la f nos muestra de forma muy didáctica y
visual el procesamiento de nuestros pensamientos y motivaciones, así como su forma de
ejecución. Si nos fijamos bien, el gesto arranca de la zona izquierda, que no es sino el
punto de partida de nuestro proyecto, nuestro pasado. Después se conforma un bucle en
la zona alta, el lugar de las ideas y de los pensamientos: ahí es donde se procesa y razona
el proyecto. De ahí el trazo baja para formar una jamba, y ese gesto vertical, hacia abajo,
está imprimiendo una ejecución firme, una autoafirmación en el proyecto que hemos
procesado y que, con intención, pretendemos llevar a cabo. Esa intención se realiza, por
tanto, en una acción, en una proyección hacia una meta, que es la representada en el
trazo de desenlace hacia la derecha: orientación al resultado.
Tenemos, pues, cuatro movimientos:
Rasgo de inicio → origen del proyecto (pasado)
Hampa → razonamiento del proyecto (presente)
Jamba → ejecución del proyecto (presente)
Rasgo de desenlace → orientación al resultado del proyecto (futuro)
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El predominio de una zona o de otra en el conjunto de las letras que conforman el escrito
nos dará claves sobre las motivaciones, como veremos más adelante, y los intereses o
valores de vida del autor. Con carácter general, entonces, los intelectuales, idealistas y
espirituales elevarán sus hampas, los creativos las inflarán, los materialistas bajarán y
pronunciarán sus jambas, y los sexuales las inflarán. En el cuerpo central quedarán los
conformistas y también aquellos cuya prioridad vital son ellos mismos con su propio ego
junto al aquí y al ahora.
Pero la escritura también refleja nuestras emociones. Esto lo defendieron el vienés
Rafael Schermann y el alemán Curt Auguste Honroth estableciendo las bases de la
escuela emocional, en paralelo a la teoría psicoanalítica del lapsus linguae. Del mismo
modo que, arrebatados por alguna emoción particular o una situación sorpresiva, nuestra
voz tiembla, grita o se apaga, también manifestamos estos síntomas al escribir, y la
palabra escrita bajo el estímulo de una emoción concreta sufrirá una alteración –lapsus
calami– en forma de temblor, tachadura, emborronamiento, vacío alrededor, etc. El gesto
escrito delata, de este modo, al autor que miente en un escrito, o aquellas situaciones,
objetos o palabras que, por aparecer escritas de una forma sospechosamente diferente,
nos hacen pensar que sobre ellas recae el peso certero de las emociones del escribiente
(v. fig. 1).
FIGURA 1. Carta de Frida Kahlo
Obsérvese la escritura sofocada, los cambios de presión, de tamaño, de inclinación, la expresividad en general del
escrito y el impresionante impacto emocional de sus letras
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Fuente: Colección «El corazón de Frida» 
(San Miguel de Allende, México)
Estos no son más que algunos ejemplos de las escuelas que han ido engrosando y
dando forma al estudio del carácter a través de la escritura, y que nos muestran el enorme
abanico de posibilidades que presenta la ciencia grafológica para conocer la estructura
global de la personalidad humana.
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En grafología, las cosas claras
«–¿Cuál era la letra ordinaria de Danglars?
–Cursiva, y muy hermosa.
–¿Y la del anónimo?
–Inclinada a la izquierda.
El abate se sonrió:
–Una letra desfigurada, ¿no es verdad?
–Muy correcta para estar desfigurada.
–Esperad –dijo.
Y diciendo esto, cogió el abate su pluma, o lo que él llamaba pluma, la mojó en tinta y escribió con la mano
izquierda en un lienzo de los que tenía preparados los dos o tres primeros renglones de la denuncia. Edmundo
retrocedió, mirando al abate con terror:
–¡Oh! ¡Es asombroso! –exclamó–. ¡Cómo se parece esa letra a la otra!
–Es que sin duda se escribió la denuncia con la mano izquierda. He observado siempre una cosa –prosiguió
el abate.
–¿Cuál?
–Todas las letras escritas con la mano derecha son varias, y semejantes todas las escritas con la mano
izquierda».
ALEJANDRO DUMAS, El conde de Montecristo
La grafología es una ciencia, además de apasionante, curiosa. Como ya hemos
comentado, tiene la gran virtud de no dejar nunca a nadie indiferente: o la repeles por no
creer en su validez y considerarla «pseudociencia» o, por el contrario, te apasiona. Los
estudiosos de la grafología muchas veces nos vemos sometidos a la eterna cuestión:«¿Cómo demostrar científicamente que la escritura desvela nuestra personalidad?», y la
respuesta es sencilla: simplemente, no hay ninguna escritura igual a otra, aunque todos
partimos de un mismo modelo caligráfico –en nuestro caso, el alfabeto latino–. Si a
medida que maduramos vamos personalizando nuestra escritura y ésta crece y
evoluciona en la medida en que nosotros crecemos como personas, indudablemente
alguna correlación ha de haber entonces. No estamos hablando de una cuestión de fe, y
más adelante en este libro mostraremos razones y fundamentos que demuestran que la
técnica grafológica funciona y es eficaz en muchísimas aplicaciones y, en particular, en
el ámbito que en este estudio nos ocupa: la selección y la gestión de los recursos
humanos y del talento en el ámbito empresarial.
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Pero, antes de todo, hay cierta premisas que debemos tener claras a la hora de valorar
la técnica grafológica y en el momento de encontrarnos con un manuscrito entre manos:
La grafología no es una técnica adivinatoria. A pesar del escepticismo de muchos, y
de aquellos que se empeñan en colocar los libros y manuales de grafología entre los de
astrología, tarot y ciencias ocultas, la grafología no es una ciencia adivinatoria, ni
mucho menos mágica. La grafología es la psicología de la escritura, no hay más, y
estudia un manuscrito como un hecho presente, como reflejo de una personalidad en el
aquí y el ahora. Sí es cierto que puede llegar a percibir una personalidad latente, un
cierto potencial, al detectar temperamentos o actitudes en el individuo que hagan intuir
un comportamiento en el futuro, pero no adivina nada.
No se puede analizar un escrito cualquiera. Una nota en un post-it, una tarjeta
postal, una firma en un documento pautado o un mensaje en una servilleta de papel
nunca serán material suficiente para el grafólogo. El escrito a analizar debe ser
apropiado y completo, y cuando digo apropiado me refiero a que debe cumplir una
serie de requisitos imprescindibles: tener al menos quince líneas escritas en papel
blanco (no pautado), que sea un texto espontáneo (no copiado ni dictado) y que esté
necesariamente firmado al pie. Un texto sin firma no nos dice mucho de la mano
autora; una firma sin texto apenas nos dice nada. Recuerda que el cuerpo del escrito
refleja nuestro yo social y la firma nuestro yo personal; el uno sin el otro constituirían
una persona incompleta.
Un manuscrito no es un objeto inerte. Un texto escrito es un corazón palpitante y
una fuente infinita de información sobre la persona que lo ha escrito. Está claro que
debemos mirarlo como un retrato del momento presente, pero siempre teniendo en
cuenta que la escritura, como la personalidad, está en constante movimiento, en
constante evolución; la forma de escribir sigue a su autor en su proceso de madurez y
crece y cambia junto a él. Partimos de un modelo caligráfico aprehendido y consciente
que tratamos de imitar, pero ese modelo se va personalizando y adaptando a nuestro
verdadero yo de una forma inevitable e inconsciente. Por ello no es extraño que
vayamos modificando nuestra forma de escribir y, sobre todo, nuestra firma a lo largo
de los años. ¡Eso es lo natural!, lo raro sería no cambiarla, hecho que nos estaría
hablando de involución, conservadurismo e inmadurez.
24
No podemos falsificar nuestra escritura aunque queramos. No es nada fácil
autofalsificarnos, y no lo es por el simple hecho de que nuestra escritura nos define y
siempre habrá rasgos característicos nuestros, propios, que nos delatarán. Cuando
comenzamos a escribir un texto, la zona superior izquierda es aquella donde podemos
mantener mayor consciencia en el acto de escribir, pero, a medida que avanzamos en
el escrito, va aflorando el inconsciente, que se manifestará en toda su plenitud en la
zona inferior derecha del escrito. Abajo y a la derecha, por mucho que intentemos
modificar el gesto escrito, aflorarán los llamados «gestos tipo», nuestra seña de
identidad, los rasgos genuinos que nos definen y que nos delatan como auténticos
autores.
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Las ocho llaves del manuscrito
Los parámetros u órdenes esenciales a tener en cuenta a la hora de analizar
grafológicamente un escrito son ocho; son las ocho llaves que ha de utilizar el grafólogo
para tratar de abrir las puertas a la personalidad oculta tras las líneas del manuscrito.
Estas llaves, junto con las teorías esencialísimas proporcionadas por las distintas
escuelas, nos proporcionan el patrón para cortar el traje a un buen informe grafológico de
personalidad. Vamos a verlas:
Tamaño
PEQUEÑA NORMAL GRANDE
CRECIENTE DECRECIENTE
SOBREALZADA REBAJADA
EXTENDIDA APRETADA
Si tenemos en cuenta que las letras somos nosotros y la hoja en blanco nuestro mundo o
el espacio por el cual nos movemos libremente, podemos entender fácilmente lo mucho
que el tamaño de nuestra escritura tiene que ver con nuestra percepción de la realidad y
también con nuestra autoestima.
Se considera de un tamaño normal –midiendo, por ejemplo, el diámetro de un óvalo
(a, o)– la escritura que oscila entre 2,5 y 3,5 mm. Y una escritura de este tamaño nos
estaría hablando de objetividad, realismo y de una autoestima sana. Las escrituras
grandes son aquellas por encima de los 3,5 mm y, como las personas que las realizan, se
ven venir. Son, en general, personas extrovertidas, que no se cortan a la hora de
relacionarse y a las que les gusta llamar la atención y hacerse notar allá por donde pasan.
En cambio, las escrituras pequeñas (menos de 2,5 mm) indican todo lo contrario:
timidez, introversión, discreción y una visión analítica del mundo.
FIGURA 2. Escritura grande y sobrealzada
(Imagen reducida al 50 %)
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FIGURA 3. Escritura pequeña
Hay escrituras que al comienzo de la palabra son más grandes que al final; se llaman
decrecientes: la palabra se va afilando hacia el final y esto es un buen síntoma de
análisis y capacidad aguda de observación. Si es al revés, es decir, la palabra crece de
principio a fin –creciente–, nos indica cierta ingenuidad y se identifica con esas personas
que van por la vida admirándose con todo, agrandando sus finales de palabra de la
misma forma en que agrandan sus ojos debido a una sorpresa.
La escritura sobrealzada es aquella más alta que ancha, se eleva como una espiga y
nos habla de orgullo y de un alto concepto de uno mismo, más o menos consistente. Su
contraria es la escritura rebajada, más ancha que alta, da la impresión de derretirse
sobre la línea del renglón, síntoma de inhibición, anclaje en el presente, sumisión y
ausencia de aspiraciones.
Llamamos escritura apretada a aquella que junta en exceso las letras dentro de la
palabra y la aprieta tanto como sus puños, que por algo esto es signo, entre otras cosas,
de tacañería. También puede indicar falta de adaptación; todo lo contrario a lo que ocurre
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con la escritura extendida, que es aquella cuyas letras se expanden, hablándonos de
flexibilidad, versatilidad y sociabilidad con el entorno.
Los aumentos o disminuciones bruscos dentro de la palabra convierten el texto en
irregular y nos dan muestras de personalidades poco estables, que no sabes por dónde
van a salirte y que pueden tener un arranque de genio cuando menos lo esperas.
Forma
CURVA MIXTA ANGULOSA
CALIGRÁFICA PERSONALIZADA
ARCADA GUIRNALDA
REGULAR IRREGULAR
Cómo modificamos a lo largo de nuestra vida el modelo caligráfico que aprendimos en
el colegio, añadiendo cada vez más elementos propiamente nuestros, es lo que realmente
nos define. La forma personalísima que vamos dando a nuestra escritura nos habla de
evolución y madurez, y es nuestra seña distintiva. Por ello, una escritura que conserva la
caligrafía aprehendida no está bien valorada, ya que nos indica falta de realización
personal y anclaje en las viejas costumbres; por el contrario, la escritura que va
personalizándose con el tiempo nos habla de madurez y estabilidad, con mayor o menor
creatividad según las formas.
La clasificación básica distingue la escritura curva y la angulosa. La escritura curva es
aquellaque dulcifica el gesto gráfico con formas curvilíneas que nos hablan de
amabilidad, flexibilidad, buen carácter y capacidad de adaptación. La escritura angulosa,
en cambio, nos describe un temperamento más fuerte, menos dócil y también más
inflexible. Entre la feminidad de la curva y la masculinidad del ángulo (aunque no
siempre se corresponde con el género) está la llamada escritura mixta, que mezcla
componentes de las anteriores y que no es tan dócil como la curva ni tan ruda e
inflexible como el ángulo. La mixta es, por tanto, un tipo de escritura muy valorada en
selección de personal, ya que denota seguridad en uno mismo sin llegar a ser agresivo ni
tampoco excesivamente vulnerable.
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FIGURA 4. Autógrafo de Elisabeth Taylor
Escritura angulosa
Dentro de la forma, otra clasificación recurrente es aquella que distingue entre
arcadas y guirnaldas. Las primeras son escrituras en que las m y las n adoptan forma de
arco, y las segundas son las que han personalizado la forma caligráfica usual de la m y la
n para invertirlas y convertirlas en guirnaldas. El arco indica recogimiento, reserva y
prudencia, y, por el contrario, la guirnalda implica apertura, comunicación y
sociabilidad.
Hay un tipo de guirnalda que se tensa y se extiende hasta convertirse en una especie
de hilo. A ésta la llamamos escritura filiforme y es muy característica en los políticos,
en el personal diplomático y en los negociadores sagaces que saben ocultar sus
intenciones de forma elegante y sutil, o, lo que es lo mismo, y como dice el refrán,
personas que saben nadar y guardar la ropa.
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También podemos clasificar las escrituras según la forma como regulares o
irregulares. Éstas últimas son aquellas que dan muestra de cambios bruscos que restan
valor a la continuidad y coherencia lógicas del escrito y cuyos autores pueden pecar o
bien de originales y creativos, o, en sentido negativo, de inestables e inconstantes.
FIGURA 5. Autógrafo de la princesa Diana de Gales
Escritura curva, en guirnalda y regular
La forma de la escritura puede ser de lo más variopinta, pero es importante distinguir una
escritura normal de una escritura extraña y diferenciar lo creativo de lo extravagante.
Inclinación
INVERTIDA VERTICAL OSCILANTE INCLINADA
Es importante valorar la inclinación de las letras de un escrito para conocer el nivel de
afectividad y capacidad para socializar y para enfrentarse al entorno que tiene el
individuo. Teniendo en cuenta el simbolismo del espacio que ya hemos estudiado, y
recordando que a la derecha están los demás y nuestro futuro y a la izquierda nuestros
apegos y el pasado, entendemos con facilidad lo que implica el hecho de que una
escritura esté inclinada hacia la derecha o hacia la izquierda. La escritura invertida o
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volcada hacia la izquierda nos habla de miedos, de introversión y de falta de interés por
enfrentarse a la vida y al futuro, así como timidez a la hora de relacionarse con los
demás. Por el contrario, una escritura inclinada o volcada a la derecha nos habla de
proyección, de querencia hacia el futuro y hacia los demás, y sus autores son personas
con iniciativa y con más capacidad para enfrentarse a los problemas y al estrés, y
también empáticas y sociables.
FIGURA 6. Escritura inclinada
FIGURA 7. Escritura invertida
En el término medio se dice que está la virtud. La escritura vertical implica
autocontrol y equilibrio, pero si es una verticalidad rígida no estaría bien valorada
porque implicaría falta de emotividad y sensibilidad hacia el entorno. Esto lo favorece
una cierta vibración de los palotes de las letras, que dibujan una escritura más viva y
espontánea, signo de equilibrio y prudencia con dosis de emotividad y flexibilidad.
FIGURA 8. Escritura vertical rígida
Implica equilibrio, pragmatismo y cierta rigidez
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FIGURA 9. Escritura vertical vibrante
La verticalidad se mantiene, aún sin llegar al movimiento de la escritura oscilante, combinando equilibrio con
emotividad
La escritura oscilante es aquella que combina en el mismo texto la inclinación a la
derecha y a la izquierda, dando como resultado una escritura en la que impera el
movimiento. Esta escritura es propia de personas muy sensibles y que no logran
controlar sus emociones. Se ve mucho en la escritura de los creativos, sobre todo en
aquellos cuya pasión es la música, ya que este tipo de letra implica también una buena
percepción auditiva del entorno.
Dirección
ASCENDENTE RECTA RÍGIDA RECTA FLEXIBLE DESCENDENTE
El sentido o dirección de los renglones en un escrito nos da pistas claras sobre el estado
de ánimo del escribiente y también sobre su visión y actitud ante la vida. Al igual que
cuando estamos cabizbajos y tristes nuestra mirada está baja y nuestros hombros caen,
también nuestra escritura siente ese ánimo y deja caer la línea de su renglón. Por el
contrario, cuando estamos alegres, nos sentimos o somos optimistas ante la vida y
tenemos ganas de comernos el mundo, nuestra mirada se eleva y caminamos erguidos, al
igual que el renglón de nuestro escrito, que tenderá a ascender.
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Mantener la recta flexible en un renglón es lo ideal, e indica estabilidad y equilibrio
anímico. Es difícil encontrar rectas rígidas, como si el escribiente trazara sobre una
falsilla o folio pautado. Lo normal es que la recta sea flexible, es decir, que exista una
cierta vibración en la línea, expresión de la espontaneidad innata del ser humano y de su
capacidad de adaptación al medio. La recta rígida, por el contrario, implica excesivo
autocontrol, contención, frialdad y rigidez de carácter.
FIGURA 10. Escritura descendente
FIGURA 11. Escritura ascendente
Cohesión
LIGADA AGRUPADA DESLIGADA
Llamamos cohesión al modo en que las letras se ligan unas a otras dentro de la palabra.
Esta ligazón o continuidad del escrito nos da las claves para valorar la constancia y la
perseverancia, la capacidad para hilvanar ideas y pensamientos y también el nivel de
afectividad y capacidad para relacionarse con los demás que tiene la persona. Lo más
común es que las letras aparezcan agrupadas, es decir, unidas en grupos de dos o tres
dentro de la misma palabra. La escritura ligada nos habla de perseverancia, de saber
mantener una continuidad tanto en las tareas como en los afectos y, aplicada a la
mentalidad, nos está diciendo que el autor es capaz de razonar de una forma lógica y su
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mente es ágil y despierta. La escritura desligada requiere un mayor gasto de energía, ya
que nos obliga a levantar el útil de escritura después de trazar cada letra y esto,
obligatoriamente, ralentiza el escrito y nos habla de una mente más intuitiva, que precisa
de más tiempo para razonar, inconstante, reflexiva y poco impulsiva. El escrito desligado
es característico de personas que necesitan su espacio, independientes, tanto en sus
relaciones sociales como laborales, y que prefieren trabajar de forma individualizada que
en equipo.
FIGURA 12. Escritura desligada
Hay un tipo de ligado, el que llamamos ligado alto y que une las partes superiores de
las letras (barras de la t, puntos de la i, tildes) con la letra siguiente de forma espontánea
y fluida, que supone un valor añadido a la agilidad mental y al valor de la inteligencia.
FIGURA 13. Escritura ligada, con ligados altos
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La observación de la cohesión del escrito es importante para lo que veremos más
adelante sobre las competencias profesionales, ya que el dinamismo, el rendimiento
laboral y la capacidad de trabajo en equipo son de las más valoradas.
Velocidad
LENTA NORMAL ÁGIL O RÁPIDA
La rapidez o lentitud de una escritura es difícil de cuantificar si no tenemos al escribiente
delante, pero sí hay rasgos que nos pueden dar pistas sobre la velocidad de un escrito. A
un escrito rápido lo delatan la cohesión ligada, la inclinación a la derecha, las formas
simplificadas, curvas o filiformes de las letras, las tildes o los puntos de la i en forma de
angulito o con posición adelantada, el tamaño pequeño o decreciente y el nivel de
espontaneidad.
La velocidad del escrito está unidaa la capacidad de reacción y a la agilidad mental
del escribiente. El escrito rápido nos habla, por tanto, de personas dinámicas, despiertas,
plenas de ideas que fluyen sin parar, inquietas, entusiastas y amantes de los cambios. Por
el contrario, el escrito lento nos habla de individuos pausados, reflexivos, amantes de la
rutina frente a los imprevistos, que prefieren trabajar a su ritmo y vivir el presente sin
demasiadas inquietudes.
Presión
DÉBIL NORMAL FIRME
EN SENTIDO HORIZONTAL EN SENTIDO VERTICAL
Al igual que la velocidad del escrito es difícil de medir, la presión también lo es si no
contamos con el original. Por eso es conveniente trabajar siempre con manuscritos
originales y no con escaneados ni fotocopias.
La presión del escrito determina la fuerza con la que el útil de escritura se ha posado
sobre la hoja y, por tanto, también determina la fuerza de temperamento y la vitalidad
del autor.
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Una escritura poco presionada o con presión débil nos indica que el escribiente es
apocado, tímido, que no gusta de destacar y que se identifica con el tono de voz apagado
o bajo (v. fig. 12). Si de tan débil, la presión llega a estar rota –es decir, las letras
aparecen incompletas o su trazo es interrumpido– podría ser síntoma de alguna
enfermedad.
Por el contrario, la presión firme indica carácter enérgico y fortaleza vital, y sus
autores son personas de ideas firmes y temperamentales, que no se dejan amedrentar
fácilmente (v. fig. 8). La presión firme unida a otros rasgos, como las barras de la t altas
y afiladas y una escritura muy angulosa, puede hablarnos de seres inflexibles,
autoritarios y muchas veces intolerantes en su relación con los demás, ya que tratan de
imponer sus ideas frente a las de los otros; en definitiva, son personas de armas tomar. Y
si nos encontramos con una presión tan firme y profunda que es capaz de dejar marcado
el reverso del papel, ahí habría que tener cuidado con el temperamento enérgico porque
podría ser síntoma de agresividad, eso sí, unido este valor a otros rasgos escriturales que
lo corroboren.
El ideal es una presión normal, ni muy firme ni muy rota, propia de personas vitales
que canalizan y dosifican sus emociones y su temperamento en la medida adecuada (v.,
por ejemplo, fig. 13).
También hay que tener en cuenta el sentido de la presión: si la presión es en sentido
horizontal, nos está hablando de dinamismo, proyección y autorrealización; es la
expresión de la acción. Si la presión es, por el contrario, en sentido vertical, nos está
indicando dotes de mando, autoridad, afirmación de los valores e ideas propios; es la
expresión de la autoafirmación del ser.
Orden
CLARIDAD Y LEGIBILIDAD ORDEN ORGANIZACIÓN
El orden, la presentación y la organización del escrito nos dan una idea del modo en que
la persona que escribe tiene amueblada su cabeza, de la disposición de sus ideas y
también de su estabilidad mental y de su modo de comportarse y de interactuar con su
entorno y los demás.
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Ciertamente el orden es el aspecto que primero salta a la vista en un escrito. A la hora
de analizarlo, debemos tener en cuenta los siguientes factores:
Interlineado: una página en la que haya choques entre líneas, o en la que los pies de
un renglón pisen o se intercalen entre las hampas del de abajo no nos proporciona una
impresión agradable del autor, ya que nos indica que tiene ideas confusas y que,
además, no es capaz de distinguir su espacio de aquel que pertenece a los demás. En
definitiva, indica falta de coherencia mental y también falta de respeto por los demás.
El ideal es un escrito ordenado, sin choques entre líneas y dejando respirar los
renglones.
Claridad y legibilidad: la presentación de un escrito que, además de claro y ordenado,
es legible hace ganar muchos puntos a la persona que lo ha realizado. Esto nos habla
de transparencia en la personalidad, sinceridad, nobleza y también claridad de ideas.
Márgenes: el diseño de los márgenes también tiene un sentido y un significado. El
margen izquierdo, desde donde arranca nuestro escrito, es nuestro pasado y nuestro
arraigo, así que los escritos pegados a ese margen indican apego por el pasado,
retraimiento, miedo a avanzar y anclaje en las viejas costumbres y convenciones. Por
el contrario, el margen derecho simboliza el futuro, los demás, aquello y aquellos hacia
los que nos dirigimos, lo que aún no conocemos, y es por ello que el pegarse a ese
margen indica proyección, iniciativa, afán de socializar, autorrealización. El margen
superior muestra el grado de familiaridad, cercanía y respeto que tenemos hacia la
persona a la que dirigimos el escrito, y el margen inferior nos habla de eficiencia, del
modo en que el escribiente aprovecha su tiempo, sus bienes y sus capacidades.
Un escrito organizado es aquel que, además de ser claro y estar ordenado, dispone de
una buena ocupación del espacio en la hoja y, además, respeta los márgenes e incluso las
sangrías, mostrando en él una estructura diligente que nos habla de eficacia, eficiencia,
buen rendimiento, claridad de ideas y capacidad de planificación (v. fig. 14).
FIGURA 14. Escrito ordenado, legible, claro y limpio
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La llave que abre el yo auténtico: 
la firma y la rúbrica
«–¿Están en la letra del acusado? –preguntó otro de los miembros del jurado.
–No, no lo están –dijo el Conejo Blanco–, y esto es lo más extraño de todo este asunto.
(Todos los miembros del jurado quedaron perplejos).
–Debe de haber imitado la letra de otra persona –dijo el Rey.
(Todos los miembros del jurado respiraron con alivio).
–Con la venia de Su Majestad –dijo la Sota–, yo no he escrito este papel, y nadie puede probar que lo haya
hecho, porque no hay ninguna firma al final del escrito.
–Si no lo has firmado –dijo el Rey–, eso no hace más que agravar tu culpa.
Lo tienes que haber escrito con mala intención, o de lo contrario habrías firmado con tu nombre como
cualquier persona honrada».
LEWIS CARROLL, Alicia en el País de las Maravillas
La firma
Si el texto es el individuo desenvuelto en su entorno social y profesional, la firma nos
desvela al yo auténtico en su aspecto más íntimo, personal y familiar, el individuo como
realmente es y no como pretende mostrarse a los demás. Por esto es imprescindible
analizar siempre un escrito de forma completa, con firma y rúbrica al pie del texto, de
manera que el escribiente se autentica y ratifica: «Esto lo he escrito yo».
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Un requisito imprescindible para reconocer la estabilidad y la integridad en una
personalidad es que la firma sea clara, legible, no se tache y sea coherente con el texto en
todos los sentidos (en tamaño, en forma, etc.). Max Pulver decía que «nuestra firma es
una autobiografía abreviada», y el profesor Mauricio Xandró añade con respecto a la
rúbrica que «es el arropamiento de nuestra personalidad». Es decir, la firma muestra
nuestra autenticidad, y la rúbrica es el escudo que ponemos a esa autenticidad bien para
protegerla, para ensalzarla, o a veces para infravalorarla.
Coherencia entre texto y firma
«Para evitar cualquier contratiempo, abrí una cuenta a nombre de Edward Hyde en otro banco; y cuando,
cambiando la inclinación de mi caligrafía, hube provisto a Hyde también de una firma, me creí a cubierto de
cualquier imprevisto del destino».
ROBERT L. STEVENSON, Doctor Jekyll y Mr. Hyde
Es importante valorar la coherencia de la firma con respecto al texto que acompaña y
comprobar si la escritura de uno y otra son semejantes en cuanto a tamaño, forma,
dirección, inclinación, etc., es decir, conforme a los ocho parámetros fundamentales que
ya hemos analizado y que son la llave de todo manuscrito.
Si el texto es legible y la firma ilegible, nos habla de una personalidad que se muestra
sincera y transparente de cara a la galería, pero que, en su realidad íntima y personal,
trata de preservar su intimidad a toda costa. No es tan habitual un texto ilegible
acompañado de una firma legible; en este caso podría tratarse de un serio problema de
adaptación al entorno.
Si encontramos una firma de mayortamaño que el texto, esto nos indica que el
firmante se tiene en mayor concepto y valía de lo que en sociedad demuestra y aparenta.
Si sucede lo contrario, y la firma es de menor tamaño que el texto, nos sugiere una
infravaloración del yo ante su entorno socioprofesional.
Una firma con dirección ascendente acompañando a un texto horizontal o
descendente, demuestra mayor entusiasmo y ambición en el yo real que en el yo
aparente; lo que nos habla de una tendencia o actitud que se podría potenciar, por
ejemplo, mejorando el entorno social o profesional para que la persona se sintiera a
gusto.
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Lo mismo puede ocurrir con el nivel de sociabilidad: una persona que tenga la firma
inclinada a la derecha y, sin embargo, el texto del escrito aparezca vertical o invertido,
revela un potencial afectivo y social en el yo íntimo que se ve coartado por el medio en
el que se mueve, que no le permite desplegar su entrega, proyección personal o
capacidad para relacionarse con los demás.
La medida de estos aspectos de coherencia es muy interesante sobre todo en los
estudios de motivación laboral o de valoración del desempeño dentro de la empresa, y
pueden constituir valiosas pistas para el diseño de planes de incentivo para los
trabajadores.
Situación de la firma en relación con el texto
Además de por su coherencia con el texto, la valoración de la firma también se
determina por su situación con respecto a éste: una firma situada a la izquierda del texto
retrata a personas prudentes y temerosas, introvertidas; en cambio, la firma situada a la
derecha es propia de las personas resueltas, con iniciativa de proyección, afectivas,
sociales y con ganas de comerse el mundo. Si la firma está situada en el centro puede
indicar control, reflexión y prudencia.
Si está cerca del texto, implica una buena intención de sociabilizar y de pertenecer a la
masa, siempre que no lo roce o interrumpa; por el contrario, si la firma se aleja del texto,
el autor impone un distanciamiento con los demás, dando muestras de cierta introversión
y deseos de mantener aislado su propio mundo.
FIGURA 15. Firma alejada del texto y próxima a la derecha
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La rúbrica
Las rúbricas que ensalzan al yo contenido en la firma son, por ejemplo, las que se
subrayan. Éstas implican un pequeño pedestal en demanda del reconocimiento de
nuestros méritos por parte de los demás.
FIGURA 16. Autógrafo del poeta Antonio Machado
Firma clara y legible con subrayado
Las rúbricas que protegen son aquellas que se circundan con una especie de «huevo»,
encerrando la firma para que no pueda verse atacada por ninguno de los flancos y
preservando así la intimidad; también lo son aquellas otras que dibujan una especie de
escudo o coraza cerrando por el flanco derecho, que es donde está lo desconocido y los
demás.
FIGURA 17. Firma clara, con «huevo» o coraza protectora y «escudo» en la zona derecha
Las rúbricas que machacan e infravaloran la personalidad que envuelven son aquellas
que tachan o emborronan la firma. No están bien valoradas e implican complejos de
inferioridad y autorrechazo. Variantes de éstas son las firmas ilegibles y confusas, con
rúbrica complicada, y aquellas otras que asemejan una reja y que describen a personas
angustiadas, encerradas en una personalidad que no las satisface (v. fig. 18).
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En una selección de personal una firma puede ser un factor determinante para aceptar
o rechazar a un candidato. Una firma tachada puede suponer un descarte radical, aunque
siempre habría que verificarlo analizando el texto completo. Por el contrario, las firmas
legibles, apenas rubricadas, coherentes con el texto y situadas ligeramente a la derecha
de éste provocan buenísima impresión, ya que corresponde a personas transparentes y
honestas, que pueden rendir bien sin necesidad de pedestales, con buena iniciativa y,
sobre todo, de fiar.
FIGURA 18. Firma ilegible, con rúbrica complicada envuelta en capas
43
3. El grafólogo ante la carta de presentación
manuscrita
Profesiograma grafológico
Como ya se ha comentado en la introducción a esta obra, las aplicaciones que puede
tener un informe grafológico en la empresa pueden ser de diversa índole. Pero, sea cual
sea la finalidad del informe, el grafólogo siempre tendrá que tener clara una serie de
parámetros:
En relación con el puesto de trabajo:
Tipo de puesto que se pretende analizar (en caso de un estudio de orientación
profesional o un proceso de selección de candidatos): directivo o subordinado, grado
de responsabilidad, número de personas al cargo, etc.
Funciones desempeñadas o a desempeñar en el puesto.
Competencias requeridas para el puesto que se va a estudiar o reclutar.
Competencias no requeridas pero sí valoradas para el puesto.
En relación con el empleado o candidato al puesto:
Tipo de talento.
Nivel de integridad y estabilidad.
Motivación y escala de valores.
Puntos fuertes y puntos débiles.
Nivel de adaptación a las competencias requeridas y a las competencias valoradas para
el puesto concreto.
(Más adelante estudiaremos con detalle las competencias que se consideran más
deseables y valoradas).
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Con todos estos elementos, el grafólogo ya puede diseñar el patrón para su estudio, lo
que llamamos «profesiograma grafológico», y vincular así, con precisión y una
estructura coherente y concisa, las necesidades concretas del puesto que se analiza con el
candidato o trabajador en cuestión, ya sea para comenzar un proceso de reclutamiento, o
bien para cubrir una vacante en un proceso de selección, para realizar estudios de
orientación profesional o motivación laboral a nivel interno o para diseñar un equipo de
trabajo para un proyecto concreto.
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¿Qué preguntas ha de hacerse el grafólogo ante una carta de
presentación manuscrita?
El autor de este escrito ¿es una persona íntegra?, ¿es honesta y digna de confianza?, ¿es
estable emocionalmente?, ¿es de trato amigable?
¿Qué motivaciones tiene?, ¿tiene confianza en sí mismo?, ¿está seguro de sus valores
y capacidades?
¿Es versátil?, ¿es creativo?, ¿tiene capacidad para proponer y aceptar nuevas ideas?,
¿es imaginativo?, ¿tiene espíritu innovador?
¿Tiene capacidad de iniciativa?, ¿se autorrealiza o se autoafirma?
¿Tiene mentalidad de negocio?, ¿tiene orientación a los clientes?, ¿tiene orientación a
los resultados?
¿Es inteligente?, ¿qué tipo de inteligencia tiene?, ¿tiene una mente analítica o tiende
más a sintetizar?, ¿tiene además inteligencia emocional?
¿Es una persona objetiva o idealista?, ¿es optimista o tiene tendencia a decaer en
ánimo?
¿Prefiere trabajar en equipo o de forma individual? Si va a trabajar en equipo, ¿tiene
habilidades sociales y de comunicación?, ¿es extrovertido o introvertido?, ¿es una
persona flexible a la hora de adaptarse al entorno?, ¿es empático?, ¿es cooperativo?,
¿está capacitado para formar equipo?, ¿es respetuoso?
¿Es reflexivo y le gusta planificar antes de actuar o prefiere realizar proyectos sobre la
marcha?, ¿es previsor o improvisador?
¿Cómo es su desempeño y rendimiento laboral?, ¿es una persona activa?, ¿le gustan
los cambios o prefiere tareas de rutina?, ¿es perseverante en sus tareas?
¿Es más apto para puestos directivos o para puestos subordinados? Si va a ocupar un
puesto directivo, ¿tiene capacidad de liderazgo?, ¿tiene carisma?, ¿es autoritario o
conciliador?, ¿tiene capacidad resolutiva?, ¿tiene capacidad de resistencia al estrés?
Si va a ocupar un puesto de subordinado, ¿es sumiso?, ¿acata órdenes fácilmente o,
por el contrario, se muestra rebelde y contestatario?, ¿está abierto a nuevas propuestas?,
¿es cooperativo?, ¿tiene sentido de la responsabilidad?
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Más adelante, cuando analicemos con detalle los ítems grafológicos por competencias,
podremos dar respuesta a todas estas cuestiones y resolver su valioso misterio.
47
La integridad y la estabilidad personal. Amor a primera vista
en un proceso de selección
«Las personas íntegras expresan lo que sienten, actúan éticamente, cumplen sus compromisos y practican el
juego limpio en cualquier circunstancia».
ISABELSÁNCHEZ-BERNUY, 
Grafoselección por competencias
La carta de presentación o la prueba manuscrita como técnica de selección es como una
entrevista personal en la que el candidato no necesita estar presente, sino representado
por su impronta escrita; su yo al desnudo, su integridad personal y su estabilidad
emocional saltan a la vista como un flash. Ni que decir tiene, entonces, que estos
aspectos en el manuscrito son tan importantes como la buena presencia, el primer
contacto visual, el primer apretón de manos y esos primeros gestos no verbales que el
entrevistador puede captar en los primeros ocho segundos frente a un candidato. Es por
ello que le dedicamos un apartado especial en este capítulo, en lugar de incluirlo junto al
resto de competencias que analizaremos más adelante.
Para poner un ejemplo de lo intuitiva que puede ser la mayoría de las veces la
grafología, imagina que dos candidatos te presentan sendas escrituras, la de la figura 19
y la de la figura 20. ¿Cuál te da mejor impresión?
En una selección de personal por grafología, un ojo experto puede ver muy claramente
y de forma más resuelta y ágil que en cualquier otro test psicológico si una escritura es
de nivel superior o inferior. Las escrituras de nivel superior son sueltas, espontáneas,
bien formadas pero ágiles y personalizadas, fluidas; en cambio, las escrituras de nivel
inferior son más lentas, convencionales, poco evolucionadas, más caligráficas. La
primera de las muestras (v. fig. 19) puede, muy fácilmente, hacernos imaginar a una
persona de emociones y mente inestables, convencional, irrespetuosa, con bajo nivel
cultural y de aspecto desaliñado y extraño, aunque no la tengamos delante, y esto, entre
otros muchos detalles. En cambio, la escritura de la figura 20 nos evoca a una persona
más transparente y culta, inquieta aunque bastante controlada, prudente, responsable y
que cuida la calidad en sus tareas, entre otras cualidades. El caso es que, sin entrar en
muchos detalles y valorando solamente la primera impresión, ya podemos observar
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cómo el amor a primera vista y la buena presencia pueden causar un impacto importante
y hacer mella también a través de un escrito.
FIGURA 19
FIGURA 20
Cuando hablamos de integridad nos referimos a la coherencia innata, a la perfecta
concordancia entre la careta que mostramos al exterior y nuestro propio mundo interior;
hablamos de sensatez y honestidad, de creencia firme e inamovible en nuestros valores y
creencias, con lo cual también hablamos de ética.
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Las personas íntegras son transparentes, se muestran tal cual son en todo tipo de
entornos o circunstancias, claramente y sin tapujos, van de frente y se conducen en su
camino sin vacilaciones, con seguridad y decisión. Son personas sinceras y asertivas y
así se muestran retratadas en su escritura clara, bien legible, armónica, coherente y
limpia, del mismo modo en que reflejan una mirada firme, serena a los ojos del otro, que
no se desvía, pues no es intimidada, ya que nada teme y nada tiene que ocultar.
Principales aspectos gráficos de la integridad
Escritura legible, limpia y clara
Texto ordenado y márgenes cuidados
Coherencia entre texto y firma
Armonía de conjunto
Progresiones
Rúbrica sencilla
Tamaño normal
Forma curva o mixta, pero siempre sencilla
Al hablar de estabilidad nos referimos a la capacidad de autocontrol de las emociones y
los estados anímicos; estamos hablando de templanza, de regularidad y de constancia a
la hora de comportarnos en todos los ámbitos de nuestra vida. Las personas estables son
capaces de ser dueñas de sí mismas cuando tienen que enfrentarse a cualquier situación,
sin perder el control ni los nervios, sin disparar sus emociones.
FIGURA 21
La estabilidad personal se pone a prueba fundamentalmente en situaciones adversas
que pueden hacer vacilar la fortaleza física o emocional y ser causantes de estrés.
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También se pone a prueba a la hora de afrontar cambios, de superar eventos inesperados,
ya sean éstos agradables o especialmente difíciles, y de tener que tomar decisiones que
no pueden permitirse la demora.
Principales aspectos gráficos de la estabilidad
Escritura clara y legible
Texto ordenado y márgenes cuidados
Coherencia entre texto y firma
Armonía de conjunto
Regularidad de conjunto
Escritura curva o mixta, sin trazos angulosos
Escrito controlado
Inclinación vertical o ligeramente inclinada
Dirección horizontal
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El proceso de reclutamiento y selección
«Importante empresa multinacional precisa, para incorporación inmediata a su departamento […], una persona
con escritura clara y legible, de formas mixtas y en guirnalda, ligeramente inclinada a la derecha, con rasgos
progresivos, ligeramente ascendente, ágil y con puntos de la i y las tildes adelantadas. Remuneración a
convenir según valía del candidato. Imprescindible enviar curriculum vitae y carta de presentación manuscrita
a esta dirección […]».
Aunque parezca extraño, este anuncio no es nada descabellado; está describiendo a la
perfección el perfil de una persona íntegra, honesta, de buen carácter y segura de sí
misma, con iniciativa y habilidades para la comunicación social, motivada, optimista,
entusiasta y dinámica, con ganas de tener una buena proyección profesional. Podría ser
perfectamente el anuncio para cubrir un puesto de comercial.
Como ya se ha comentado anteriormente, el grafólogo de empresa puede intervenir en
diferentes procesos. Dos de los más esenciales son el proceso de reclutamiento y el
proceso de selección de candidatos.
En respuesta a un anuncio como el anterior, expuesto por una importante
multinacional, pueden llegar a concurrir cientos e incluso miles de solicitudes. La
ventaja esencial del test grafológico en estos procesos de reclutamiento, con respecto a
otras baterías de test, es la inmediatez. El grafólogo es capaz de realizar un filtro rápido y
eficaz con el fin de descartar a los no aptos, mantener en «cuarentena» a los posibles
candidatos y preeleccionar a los mejores y más aptos.
La técnica más sencilla es distribuir las cartas de presentación en tres montones:
Grupo A: candidatos que cumplen el perfil del puesto solicitado y que además tienen
una serie de competencias personales y profesionales, actitudes y valores que los
convierten en aptos para cubrir dicho puesto.
Grupo B: candidatos que, aún sin cumplir exactamente el perfil diseñado para el
puesto concreto, sí que tienen una serie de competencias personales y profesionales,
actitudes y valores que, con cierta formación y empuje, se convertirían en aptitudes
para el puesto. Digamos que, para caso de dudas o falta de resolución de entre los
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candidatos del grupo A, éstos se mantienen en «cuarentena» o reserva o, en muchas
ocasiones, la empresa decide conservarlos en forma de futura cantera de talentos.
Grupo C: es el grupo de los descartados o absolutamente no aptos, que en general lo
son por falta de integridad personal, por parecer emocionalmente inestables o por
considerarse personas que pueden ser conflictivas para la empresa.
Para realizar esta distribución tripartita de una forma adecuada, el grafólogo ha de contar
con ciertos datos concretos:
Diseño del perfil del puesto previamente aportado por el responsable de Recursos
Humanos de la empresa.
Competencias necesarias para el puesto.
Competencias no necesarias pero valoradas para el puesto.
Datos del candidato: sexo, edad, nivel de formación, experiencia profesional, nivel de
aspiraciones.
El filtro inicial para procesos masivos de preselección y descarte de candidatos es, sin
lugar a dudas, uno de los procedimientos más rápidos y efectivos en la fase de
reclutamiento, pero el grafólogo también puede intervenir nuevamente en la última fase
de selección de candidatos finalistas, como complemento definitivo para la entrevista y
como criterio concluyente para fichar solamente al mejor o a los mejores.
La redacción del texto manuscrito que se va a evaluar también ha de cumplir unos
requisitos esenciales, tanto si el candidato lo ha redactadoen su propia casa, como si la
prueba grafológica se realiza en las instalaciones de la empresa durante el proceso de
reclutamiento o selección. Éstos son:
Espontaneidad: es preferible que el texto manuscrito surja de forma espontánea, es
decir, que no sea un texto copiado ni dictado, ya que esto dificultaría su fluidez y
condicionaría muchos aspectos de la escritura. Lo más usual es solicitar al candidato
que escriba una breve biografía o una carta en la que indique sus aspiraciones en la
empresa, qué referencias tiene de ésta y qué espera de su nuevo puesto.
El soporte: el papel ideal es un folio A-4 totalmente blanco y sin pautar, es decir, sin
delineado ni cuadrícula.
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El texto: el texto escrito ha de ser, ante todo, suficiente. Debe consistir en al menos 15
líneas escritas con la firma al pie, aunque lo ideal es un folio por ambas caras o carilla
y media. De todas formas, se puede dar al candidato tantas hojas como necesite o crea
necesarias. La firma, como ya hemos visto, es imprescindible.
Útil de escritura: bolígrafo, punta fina, pluma, rotulador, etc. Ha de ser aquél que el
candidato esté más habituado a utilizar. No se puede forzar nunca un útil de escritura
para una prueba grafológica. Si el candidato no aporta el suyo propio, lo ideal es
proporcionarle varias opciones para que pueda escoger el material con el que se sienta
más cómodo.
Lugar de la prueba: ha de ser aquél donde el escribiente se sienta más cómodo y
tranquilo. Lo ideal es una sala sin ruidos, con temperatura ambiente adecuada, con
buena luz y con una silla cómoda y ergonómica y un pupitre o mesa donde el
candidato pueda estar correctamente apoyado.
Duración de la prueba: el tiempo para realizar el test grafológico ha de ser adecuado
para no apremiar ni sofocar al escribiente; es muy importante que éste sepa que cuenta
con tiempo suficiente para estar tranquilo y relajado escribiendo.
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4. Los tipos psicológicos y sus características
gráficas. 
Una aproximación a la orientación profesional
Los temperamentos clásicos hipocráticos
«La salud del hombre es un estado dado por la naturaleza, la cual no emplea elementos extraños sino una cierta
armonía entre el espíritu, la fuerza vital y la elaboración de los humores».
HIPÓCRATES DE COS
Hipócrates de Cos
Hipócrates, el maestro de médicos, nació en la isla de Cos (mar Egeo) en el año 460 a. C.
Médico, hijo de médicos-sacerdotes de Asclepio, viajó por toda Grecia propagando su
sabiduría y siendo considerado como un gran clínico. A él se atribuye el llamado
«cuerpo hipocrático», compilación de tratados y aforismos recopilados por la escuela
médica de Cos, y el famoso juramento hipocrático que aún pervive tras más de 2.500
años y que es pronunciado durante la ceremonia de graduación por los estudiantes de
medicina como modelo de código de moral ética para los médicos.
Hipócrates consideraba la medicina todo un arte, más que una ciencia, y sus
conocimientos, basados en la observación y la experiencia, comprenden toda una
auténtica filosofía.
«La vida es corta, el camino del arte largo, el instante fugaz, la experiencia engañosa y el discernimiento
problemático».
Su estudio de los cuatro elementos básicos del universo (tierra, agua, fuego y aire) lo
llevó a identificarlos con los cuatro líquidos o humores que conformaban el cuerpo
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humano (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra). La salud del hombre, según el
maestro, dependía de la adecuada temperatura y el equilibrio de estos cuatro elementos.
Además, sostenía que cada persona tenía una disposición diferente de estos humores
en su cuerpo, y que uno de ellos dominaba siempre. La calidad de estos humores variaba
también dependiendo de la época del año, de modo que Hipócrates hizo una correlación
entre los distintos humores, sus cualidades, el tipo humano asociado a cada uno y la
estación del año en la que predominaba uno u otro humor.
Los cuatro humores, su disposición, su equilibrio y su exposición a las diferentes
temperaturas en distintas épocas del año conformaban para Hipócrates la naturaleza del
hombre, determinaban sus posibles enfermedades y, por tanto, el aspecto físico y la
predisposición de la personalidad. Es el origen de la teoría de los cuatro temperamentos:
sanguíneo, bilioso, nervioso y linfático.
Los cuatro temperamentos y sus características grafológicas asociadas
La trayectoria que marcó Hipócrates con su clasificación de los cuatro humores fue
posteriormente asociada, como hemos visto, a aspectos físicos y, como derivación, a
aspectos de la personalidad. Tachada muchas veces de desfasada, esta clasificación de
los tipos hipocráticos ha llegado hasta nuestros días adaptada a la grafología por el
médico francés Periot.
Vamos ahora a analizar con detenimiento las características tanto físicas como
psíquicas de cada uno de los cuatro temperamentos, así como los rasgos grafológicos
asociados a cada tipo, todo ello para llegar a determinar la orientación profesional más
adecuada para cada uno:
Sanguíneo: para Hipócrates el predominio de la sangre en el cuerpo da lugar a un
físico robusto, bien desarrollado, de amplia frente, labios carnosos y mirada expresiva.
En definitiva, una presencia inconfundible que se hace notar.
Este notorio físico acompaña a un carácter fuerte y dinámico, una mente en
constante maquinación de proyectos, inquieta. De natural optimista, con furtivos
momentos de pesadumbre y enfados estrepitosos que son superados con rapidez.
La característica indiscutible del sanguíneo es su sociabilidad: líder carismático, al
que halaga ser el centro de atenciones, que suele, por su natural extrovertido y
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comunicativo, ser directivo por naturaleza. Su habilidad de contacto social, unida a su
sensibilidad natural, lo convierte en un ser empático y buen oyente, aunque, en
ocasiones, podría conducir a actitudes un tanto despóticas e incluso dictatoriales, dado
su interés avasallador.
Sanguíneo. Rasgos gráficos
Tamaño: escritura generalmente grande.
Forma: predominio de la curva, ampulosidad de formas y mayúsculas adornadas.
Presión: firme o en relieve.
Velocidad: rápida.
Inclinación: escritura inclinada hacia la derecha.
Dirección: generalmente ascendente.
Cohesión: escritura ligada o agrupada.
Orden: separación entre líneas, buen aprovechamiento de espacios.
Firma: de escritura grande, con rúbrica ampulosa situada a la derecha del texto.
Orientación profesional del sanguíneo
Emprendedor, directivo de área de negocios, empresario, comercial, humanista, médico, psicólogo, juez,
abogado, profesor, entrenador deportivo.
Bilioso: en el tipo bilioso predomina la bilis, el equilibrio en sus facetas tanto físicas
como caracterológicas. Tipo esbelto, con un rostro predominantemente anguloso en el
que destaca una mirada profunda y penetrante, serio, de gestos firmes y mesurados.
La particularidad fundamental de su carácter es la reflexión, tiene un intelecto ágil
pero seguro, analítico, y una inmensa inquietud por profundizar en pensamientos e
ideas. Realista, se rige siempre por la razón. De actitud fría y distante, se distingue por
su sobriedad, no se emociona ni entusiasma fácilmente con proyectos sin dar tiempo a
una necesaria reflexión y análisis, aunque, una vez tomada su decisión, es difícil que la
varíe. De carácter básicamente introvertido e individualista, toma las relaciones
sociales como un deber; en cuanto a los afectos, su moderación y sobriedad lo llevan a
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comedirse, controlando sus sentimientos y emociones, evitando las manifestaciones
afectivas.
Bilioso. Ragos gráficos
Tamaño: escritura pequeña, decreciente dentro de la palabra.
Forma: sobriedad y simplificación, predominio del ángulo. (Según el profesor Xandró, la forma de su
escritura «pincha», al igual que su mirada).
Presión: firme.
Velocidad: mesurada o rápida.
Inclinación: verticalidad o ligeramente inclinada a la derecha.
Dirección: rectitud de línea, cierta rigidez.
Cohesión: escritura agrupada.
Orden: márgenes ordenados, condensación de texto.
Firma: de escritura normal

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