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Apéndice Bryan R ichm ond Í N D I C E Anatomía y embriología Apendicitis Tratamiento de la apendicitis Apendicitis en poblaciones especiales Neoplasias del apéndice Por favor, visite ExpertConsult.com para ver los vídeos corres pondientes a este capítulo. La apendicitis continúa siendo una de las enfermedades más comunes que afrontan los cirujanos. Es la intervención de urgencia más común en EE. UU., donde causa 300.000 hospitalizaciones al año.1 Aunque la apendicectomía es a menudo la principal intervención «mayor» practicada por cirujanos jóvenes en fase de formación, son pocas las demás operaciones con repercusiones tan notables en el paciente tratado. Se estima que el 6-7% de la población sufre apendicitis a lo largo de su vida, y se registra un máximo en la segunda década de la vida.2 A pesar de su elevada prevalencia en los países occidentales, el diagnós tico de apendicitis aguda es a menudo problemático y requiere un elevado índice de sospecha por parte del cirujano, para proporcionar un pronto tratamiento y evitar la sustancial morbilidad (y mortalidad) asociada a la perforación. La apendicitis es mucho menos habitual en los países en desarrollo, lo que indica que ciertas características de la dieta occidental, en especial el contenido alto en grasas y bajo en fibra, influyen en su desarrollo.3 ANATOMÍA Y EMBRIOLOGÍA____________________ El apéndice es un órgano derivado del intestino medio, identificado a las 8 semanas de gestación como una pequeña evaginación del ciego. A medida que la gestación progresa, el apéndice adquiere una forma más alargada y tubular según el ciego rota en sentido medial y se fija en el cuadrante inferior derecho del abdomen. La mucosa apendicular es de tipo cólico, con epitelio cilindrico y células neuroendocrinas y caliciformes productoras de mucina que revisten su estructura tubu lar.3 En la submucosa apendicular hay tejido linfático, lo que hace que algunos sostengan la hipótesis de que el órgano está implicado en la función inmunitaria. Además, las evidencias indican que el apéndice sirve como depósito de bacterias intestinales «buenas» y contribuye a recolonizar y mantener la flora cólica normal,4 si bien no se ha alcanzado un consenso al respecto. No se ha demostrado de modo concluyente que la extirpación del apéndice tenga secuela adversa alguna. En tanto que originario del intestino medio, la irrigación del apéndice deriva de la arteria mesentérica superior. La arteria ileocólica, una de sus ramas principales, origina la arteria apendi cular, que discurre a través del mesoapéndice. Este contiene también los vasos linfáticos del apéndice, que drenan a los ganglios ileoce- cales, junto con la irrigación procedente de la arteria mesentérica superior.3,5 El apéndice varía en tamaño (de 3 a 33 cm de longitud), aunque en adultos su promedio es de 9 cm. Su base puede identificarse defi niendo el área de convergencia de las tenias, en la punta del ciego y, a continuación, elevando la base apendicular para determinar la dirección y posición de la punta del apéndice, ambas variables. La punta puede hallarse en diversas localizaciones, y las más comunes son Is retrocecal (aunque intraperitoneal) en alrededor del 60% de las personas, la pélvica en un 30% y la retroperitoneal en un 7-10%. Se han comunicado casos de agenesia apendicular, así como de dupli cación e incluso triplicación.3,5 El conocimiento de estas variaciones anatómicas es importante, ya que la posición variable de la punta del apéndice origina diferencias en la presentación clínica y en la localización de las molestias abdominales asociadas. Por ejemplo, los pacientes con apéndice retroperitoneal presentan dolor dorsal o lumbar, mientras que los que tienen la punta apendicular en la línea media de la pelvis pueden experimentar dolor suprapúbico. Ambas presentaciones causan demora del diagnóstico, ya que los síntomas son claramente diferentes del dolor abdominal en el cuadrante inferior derecho propio de la presentación clásica. APENDICITIS__________________________________ Historia La primera apendicectomía fue notificada en 1735 por el cirujano francés Claudius Amyand, que identificó y extirpó satisfactoriamente el apéndice a un niño de 11 años que presentaba un saco hemiario inguinal, perforado por una aguja. Aunque ulteriores hallazgos de autopsia compatibles con una apendicitis perforada aparecieron espo rádicamente en la bibliografía, la primera descripción precisa de este proceso patológico, incluidas sus características clínicas comunes y la recomendación de extirpación inmediata del apéndice, fue publicada en 1886 por Reginald Heber Fitz, de la universidad de Harvard. ' Entre los avances más notables de la cirugía de la apendicitis cabe citar la descripción de McBurney de su incisión de división muscular y su técnica de extirpación del apéndice clásicas, en 1296 © 2018. Elsevier Esoaña. S.L.U. Reservados todos los derechos http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1297 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. 1894, y la de la primera apendicectomía laparoscópica, a cargo de Kurt Semm, en 1982.3 Dicha apendicectomía laparoscópica, convertida en método de referencia para abordar la apendicitis aguda entre los cirujanos estadounidenses, se realiza utilizando diversos puertos de trocar (habitualmente tres) o mediante técnicas laparoscópicas de incisión única. Por último, aunque igualmente importante, cabe citar el uso de antibióticos de amplio espec- tro, las técnicas radiológicas intervencionistas y la mejora de las estrategias de asistencia a pacientes críticos, que han determinado sustanciales avances en el abordaje de la apendicitis perforada y sus complicaciones. Fisiopatología y bacteriología La apendicitis se produce por obstrucción luminal.3 El apéndice es vulnerable a ella por su escaso diámetro luminal en relación con su longitud. La obstrucción de la luz proximal del apéndice eleva la pre- sión de su porción distal, por la secreción de moco y la producción de gas por bacterias en su interior. Con la progresiva distensión del apéndice, el drenaje venoso se altera, lo que provoca isquemia mucosa. Al continuar la obstrucción, sobreviene isquemia en todo el espesor del apéndice, que, en última instancia, produce perforación. La proli- feración bacteriana en el apéndice se debe a estasis bacteriana distal a la obstrucción.3 Ello resulta significativo, puesto que la proliferación induce liberación de un mayor inóculo bacteriano en caso de apendi- citis perforada (tabla 50-1). El tiempo transcurrido desde el inicio de la obstrucción hasta la perforación varía entre pocas horas y pocos días. La presentación tras la perforación es asimismo variable. La secuela más común es la formación de un absceso en la región periapendicular o la pelvis, aunque a veces se produce perforación libre, que deriva en peritonitis difusa.3 Dado que el apéndice es una evaginación del ciego, su flora es similar a la del colon. Las infecciones asociadas a apendicitis deben considerarse polimicrobianas, y su cobertura antibiótica incluye fárma- cos contra bacterias gramnegativas y anaerobias. Entre los aislamientos frecuentes se cuentan Escherichia coli, Bacteroides fragilis, enterococos, Pseudomonas aeruginosa y otros.6 La elección y duración de la cobertura antibiótica y las controversias sobre la necesidad de cultivos se analizan más adelante en este capítulo. Las causas de la obstrucción luminal son múltiples. Las más habitua- les son la estasis fecal y los fecalitos, aunque también cabe mencionar otras, como hiperplasia linfoide, neoplasias, restos de fruta y material vegetal, bario ingerido, y parásitos como los ascáridos. El dolor de la apendicitis tiene componentes tanto viscerales como somáticos. La distensión del apéndice es responsable del dolor abdominal difuso (visceral) inicial experimentado a menudo por el paciente afectado.Es característico que el dolor no se localice en el cuadrante inferior derecho hasta que la punta apendicular se inflama e irrita el peritoneo parietal adyacente (somático) o se produce perforación, con la consiguiente peritonitis localizada.3 Diagnóstico diferencial La apendicitis ha de considerarse en cualquier paciente (sin apendicec- tomía previa) que presente dolor abdominal agudo.7 El conocimiento de los procesos patológicos con síntomas y signos de presentación simi- lares es esencial para evitar una intervención quirúrgica innecesaria o incorrecta. La consideración de la edad y el sexo del paciente contribuye a restringir los diagnósticos. En los niños se valoran otras posibilidades, no limitadas a la adenitis mesentérica (frecuente tras una enfermedad vírica reciente), como gastroenteritis aguda, invaginación intestinal, diverticulitis de Meckel, enfermedad intestinal inflamatoria y, en los varones, torsión testicular. La nefrolitiasis y la infección urinaria se manifiestan en ocasiones con dolor en el cuadrante inferior derecho en ambos sexos.3 En las mujeres en edad de procrear, el diagnóstico diferencial se amplía aún más. Los problemas ginecológicos pueden confundirse con la apendicitis, y generan una tasa de apendicectomías negativas superior a la de los hombres de edad equiparable. Algunos obedecen a quistes ováricos rotos, dolor pélvico intermenstrual, coincidente con la ovulación hacia la mitad del ciclo menstrual, endometrio- sis, torsión ovárica, embarazo ectópico y enfermedad inflamatoria pélvica.3,7 Hay otras dos poblaciones que merecen mención. En los ancianos se ha de prestar atención a la diverticulitis aguda y la enfermedad maligna como posibles causas de dolor abdominal inferior. En los pacientes neutropénicos, la tiflitis (o enterocolitis neutropénica) debe incluirse en el diagnóstico diferencial. La apendicitis en estas poblaciones especiales se trata posteriormente en este capítulo. Presentación Anamnesis Los pacientes con apendicitis aguda suelen referir dolor abdominal difuso, habitualmente periumbilical en origen, que refleja la estimula- ción de las vías aferentes durante la progresiva distensión del apéndice. Son frecuentes la anorexia y las náuseas, con o sin vómitos. También se registran diarrea o estreñimiento. A medida que la afección progresa y la punta apendicular se inflama, con la consiguiente irritación peritoneal, el dolor se concentra en su localización clásica, en el cuadrante inferior derecho. Este fenómeno continúa siendo el indicador más fiable de la apendicitis3,7 y sirve para elevar el índice de sospecha (fig. 50-1). Aunque estos síntomas configuran la presentación «clásica» de la apendicitis, el profesional clínico debe tener presente que la enfermedad puede manifestarse de manera atípica. Por ejemplo, los pacientes con apéndice retroperitoneal exhiben en ocasiones un cua- dro subagudo, con dolor en la espalda o el costado, mientras que los que tienen la punta apendicular en la pelvis experimentan a veces dolor suprapúbico, indicativo de infección urinaria.3,7 En ocasiones hemos atendido a pacientes con síntomas de obstrucción del intestino delgado, con múltiples abscesos interasas, por perforación apendicular no reconocida. Aunque estos casos son menos habituales que las presentaciones típicas, el conocimiento de tales variaciones resulta esencial para mantener un índice de sospecha que permita un diagnós- tico inmediato y preciso. Exploración física Es característico que los pacientes con apendicitis presenten aspecto enfermo. A menudo se mantienen inmóviles, por la presencia de perito- nitis localizada, que hace que cualquier movimiento sea doloroso. Son comunes la taquicardia y la deshidratación leve, en grados variables. La fiebre es frecuente y oscila entre elevaciones de la temperatura poco significativas (< 38,5 °C) y aumentos más importantes de temperatura, dependiendo de la evolución de la enfermedad y de la intensidad de la respuesta inflamatoria. La ausencia de fiebre no descarta el diagnóstico de apendicitis.1,3,7 TABLA 50-1 Bacterias habitualmente aisladas en la apendicitis perforada TIPO DE BACTERIA PACIENTES (%) Anaerobias Bacteroides fragilis 80 Bacteroides thetaiotaomicron 61 Bilophila wadsworthia 55 Peptostreptococcus spp. 46 Aerobias Escherichia coli 77 Streptococcus viridans 43 Estreptococos del grupo D 27 Pseudomonas aeruginosa 18 Adaptado de Bennion RS, Thompson JE: Appendicitis. In Fry DE, editor: Surgical infections, Boston, 1995, Little, Brown, pp 241–250. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1298 FIGURA 50-1 Algoritmo propuesto para el abordaje del paciente con posible apendicitis. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1299 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. La exploración abdominal suele revelar un abdomen silencioso, con sensibilidad dolorosa y defensa en la palpación del cuadrante inferior derecho. La localización de la sensibilidad dolorosa se ubica, de forma clásica, sobre el punto de McBurney, situado a un tercio de la distancia entre la espina ilíaca anterosuperior y el ombligo. El dolor y la sensibilidad en la palpación habitualmente van acompañados de peritonitis localizada, evidenciada por dolor de rebote. La peritonitis difusa o la rigidez de la pared abdominal, por espasmo involuntario de la musculatura abdominal suprayacente, son altamente indicativas de perforación.1,3 Se han descrito numerosos signos que ayudan a establecer el diag- nóstico de apendicitis. Entre ellos se cuentan el signo de Rovsing (dolor en el cuadrante inferior derecho en la palpación del cuadrante infe- rior izquierdo), el signo del obturador (dolor en el cuadrante inferior derecho por rotación interna de la cadera) y el signo del psoas (dolor por extensión de la cadera ipsolateral).1 Su interés es sobre todo his- tórico, y es importante el hecho de que se trata de simples indicadores de peritonitis localizada, más que de medios para diagnosticar cua- dros patológicos específicos. Sin embargo, son útiles al explorar a un paciente con sospecha de apendicitis y avalan el diagnóstico en casos clínicamente sospechosos. Los resultados del tacto rectal suelen ser normales. No obstante, a veces se notan una masa palpable o sensibilidad en la palpación si la punta apendicular se localiza en la pelvis, o en presencia de un abs- ceso pélvico. En las mujeres, la exploración de la pelvis es importante para descartar la enfermedad pélvica. Sin embargo, la sensibilidad dolorosa ante el movimiento cervicouterino, típicamente asociada a enfermedad inflamatoria pélvica, puede registrarse en la apendicitis, debido a la irritación de los órganos pélvicos por el proceso inflama- torio adyacente.3 Pruebas analíticas Los resultados analíticos han de interpretarse con precaución en caso de sospecha de apendicitis y deben emplearse como apoyo del cuadro clínico, más que para corroborar o descartar el diagnóstico de modo definitivo. La leucocitosis, a menudo con «desviación a la izquierda» (predominio de neutrófilos y, a veces, aumento de cayados), está presente en el 90% de los casos. No obstante, en el 10% el recuento de leucocitos es normal, dato que no debe utilizarse de modo ais- lado para descartar la presencia de apendicitis.8 El análisis de orina también suele ser normal, aunque el hallazgo de trazas de leucocito esterasay de piuria no es inhabitual y, presumiblemente, se debe a la proximidad del apéndice inflamado a la vejiga o al uréter. Si la presentación es altamente indicativa de apendicitis, un análisis de orina «positivo» no se emplea como prueba aislada para excluir el diagnóstico. La prueba de embarazo es obligatoria en las mujeres en edad de procrear. Se ha constatado que la proteína C reactiva no es sensible ni específica en el diagnóstico (o la exclusión) de la apendicitis.1,8 No hay síntomas ni signos que se hayan demostrado discrimina- torios y predictivos de apendicitis.1,8 Lo mismo vale para las pruebas analíticas, que resultan débilmente predictivas de modo aislado. El diagnóstico más preciso se basa en la valoración del corpus de infor- mación colectivo.1,8 Pruebas de imagen Diversos estudios radiológicos pueden emplearse para diagnosticar la apendicitis. Cabe citar entre ellos las radiografías simples, la tomografía computarizada (TC), la ecografía y la resonancia magnética (RM). Las radiografías simples se obtienen a menudo en el servicio de urgencia para evaluar el dolor abdominal agudo, aunque carecen de sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de apendicitis, por lo que rara vez resultan útiles. Entre los hallazgos que refrendan el diagnóstico se cuenta la presencia de un fecalito calcificado en el cuadrante inferior derecho que, sin embargo, ha de encuadrarse en un contexto clínico adecuado y que solo suele presentarse en un 5% de los casos.9 El neumoperitoneo, si se aprecia, debe alertar al médico sobre otras posibles causas de víscera perforada (úlcera o diverticulitis perforadas), ya que no suele registrarse en casos de apendicitis, aun con perforación. La TC, la prueba de imagen más común en el diagnóstico de apendicitis, es muy eficaz y precisa.9 La moderna TC helicoidal tiene la ventaja de no depender del operador y de ser fácil de interpretar. La TC exhibe sensibilidad del 90-100%, especifici- dad del 91-99%, valor predictivo positivo del 92-98% y valor predictivo negativo del 95-100%.9,10 El protocolo de imagen reco- mendado por la Infectious Diseases Society of America (IDSA) y la Surgical Infection Society comprende solo administración intravenosa de material de contraste. Los contrastes oral y rectal no se aconsejan.11 El diagnóstico de apendicitis por TC se basa en la observación de un apéndice inflamado y engrosado con TC, con «trabeculación» (stranding) circundante, indicativa de inflamación. Habitualmente, el apéndice presenta un diámetro superior a 7 mm, con una pared inflamada y engrosada y con realce mural o «signo de la diana» (fig. 50-2). El líquido o el gas periapendiculares son altamente indicativos de apendicitis y perforación. En casos en los que el apéndice no se visualiza, la ausencia de hallazgos inflamatorios en la TC apunta a ausencia de apendicitis.12 Aunque no se recomienda la TC en casos de firme sospecha de apendicitis a partir del cuadro clínico, la anamnesis y los datos físicos y analíticos, la información publicada sugiere que la TC en casos equívocos reduce la tasa de apendicectomías negativas.13 La ecografía se ha aplicado al diagnóstico de apendicitis desde los años ochenta. La capacidad de visualizar el apéndice por este medio ha aumentado en paralelo a los avances de la tecnología ecográfica. La sonda ecográfica se aplica a la zona de dolor en el cuadrante inferior derecho, utilizando compresión gradual para comprimir el intestino circundante normal y disminuir la interferencia en el gas intestinal suprayacente. El apéndice inflamado suele estar hipertrofiado e inmóvil, y no es comprimible (fig. 50-3). Cuando el apéndice no se visualiza, el estudio no es concluyente y no sirve para orientar el tratamiento. Aunque la ecografía tiene la ventaja de evitar la radiación ionizante, depende en gran medida del operador. Se han referido para ella una sensibilidad del 78-83% y una especificidad del 83-93%. Su máxima utilidad parece centrarse en la evaluación de pacientes pediátricos y mujeres gestantes, en los que la exposición a radiación asociada a la TC es inapropiada.9 La RM se reserva habitualmente para las pacientes embarazadas, y se realiza sin agentes de contraste. La técnica presenta excelentes resolución y precisión diagnóstica para la apendicitis. Los criterios para el diagnóstico por RM comprenden aumento del diámetro apendicular (> 7 mm), engrosamiento (> 2 mm) y presencia de inflamación.9 Para la RM se han referido sensibilidad del 100%, especificidad del 98% y valor predictivo positivo del 98% y negativo del 100%. La técnica no depende del operador y ofrece resultados altamente reproducibles. Los inconvenientes asociados a su uso incluyen coste elevado, artefactos de movimiento, mayor dificultad de interpretación para no radiólogos con poca experiencia en su utilización y disponibilidad limitada (en especial en urgencias fuera del horario de consulta).9 TRATAMIENTO DE LA APENDICITIS Apendicitis aguda no complicada El tratamiento apropiado para la apendicitis aguda no complicada es la apendicectomía urgente. El paciente debe someterse a reanimación con líquidos según las necesidades, y debe iniciarse de inmediato la administración intravenosa de antibióticos de amplio espectro dirigidos contra microorganismos gramnegativos y anaerobios.11 La operación ha de realizarse sin demoras indebidas. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1300 Para la apendicectomía abierta, el paciente es colocado en posi- ción de decúbito supino. La elección de la incisión depende de la preferencia del cirujano; puede ser una incisión oblicua con separación muscular (McArthur-McBurney; fig. 50-4), una inci- sión transversal (Rockey-Davis) o una incisión de la línea media conservadora. El ciego es agarrado por las tenias y liberado en la herida, lo que permite la visualización de la base del apéndice y la liberación de la punta apendicular. El mesoapéndice es dividido y el apéndice se clampa, inmediatamente por encima de su base, se liga con una ligadura absorbible y se divide. El muñón es a continuación cauterizado o invertido por sutura en bolsa de tabaco o en Z. Por último, el abdomen se irriga abundantemente y la herida se cierra en capas. Para la apendicectomía laparoscópica, el paciente es colocado en posición de decúbito supino. La vejiga se vacía mediante un catéter recto o haciendo que el paciente la evacue inmediatamente antes de la intervención. Se penetra el abdomen a nivel del ombligo, y se confirma el diagnóstico mediante inserción del laparoscopio (fig. 50-5). Se dispone de dos puertos de trabajo adicionales, habitualmente en el cuadrante inferior izquierdo y en el área suprapúbica o la línea media supraumbilical, según la preferencia del cirujano. Hemos comprobado que resulta ventajoso que tanto el cirujano como el auxiliar se coloquen a la izquierda del paciente, estando este con el brazo izquierdo pegado al cuerpo. Ello permite una óptima triangulación de la cámara y de los instrumentos de trabajo. Para elevar el apéndice se utilizan pinzas de agarre atrau- máticas, y el mesoapéndice se divide cuidadosamente utilizando el bisturí armónico. La base es a continuación asegurada con endoasas y el apéndice se divide. Alternativamente, el apéndice se puede dividir con una grapadora endoscópica. Nosotros preferimos esta técnica en casos en los que todo el apéndice es friable, ya que permite colocar una línea de grapas ligeramente más proximal, en el borde del ciego sano, lo que reduce el riesgo de fuga por rotura de un muñón apendicular fino. La recuperación del apéndice se lleva a cabo utilizando una bolsa de recuperación de plástico. La pelvis seirriga, los trocares se retiran y las heridas se cierran. La apendicecto- mía laparoscópica también se efectúa con técnicas laparoscópicas de un solo puerto, aunque son menos frecuentes que los tradicionales abordajes multitrocar. La administración de antibióticos no va más allá de una única dosis preoperatoria.11 La alimentación por vía oral se inicia de inmediato, y progresa según se tolere. El alta suele ser posible al día siguiente de la operación. Apendicitis perforada La estrategia operatoria para la apendicitis perforada es similar a la de la no complicada, con ciertas notables excepciones. En primer lugar, el paciente puede requerir una reanimación más agresiva antes de entrar en quirófano. Como en la apendicitis no complicada, el tratamiento antibiótico ha de instaurarse de inmediato tras el diagnóstico.11 Tanto el abordaje abierto como el laparoscópico son acepta- bles para tratar la apendicitis perforada. Aunque la técnica de la apendicectomía en caso de perforación es la misma que para la FIGURA 50-2 TC abdominal que muestra hallazgos clásicos de apendicitis aguda. A. Proyección sagital con flecha que señala un apéndice engrosado, inflamado y lleno de líquido (signo de la diana). B. Proyección frontal del mismo paciente. La flecha señala el apéndice engrosado y alargado, con trabeculación de grasa periapendicular y líquido alrededor de su punta. FIGURA 50-3 Ecografía de un apéndice normal (arriba) que ilustra la pared delgada en los planos frontal (izquierda) y longitudinal (derecha). En la apendicitis hay distensión y engrosamiento parietal (abajo, derecha), y aumento del flujo sanguíneo, causante del llamado aspecto de anillo de fuego. A, apéndice. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1301 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. FIGURA 50-4 A. Izquierda. Localización de posibles incisiones para una apendicectomía abierta. Dere- cha. División del mesoapéndice. B. Ligadura de la base y división del apéndice. C. Colocación de una sutura en bolsa de tabaco o en Z. D. Inversión del muñón apendicular. (Tomado de Ortega JM, Ricardo AE: Surgery of the appendix and colon. In Moody FG, editor: Atlas of ambulatory surgery, Philadelphia, 1999, WB Saunders.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1302 apendicitis simple, el grado de dificultad inherente a la extirpación de un apéndice perforado friable y gangrenoso supone un reto, incluso para el cirujano más experimentado, y requiere manejo meticuloso y sutil, tanto del apéndice friable como de los tejidos periapendiculares inflamados, a fin de evitar lesiones tisulares. Los cultivos no son obligatorios, salvo que el paciente haya estado expuesto al entorno hospitalario o haya recibido antibioterapia recientemente, ya que tales factores aumentan la probabilidad de encontrar bacterias resistentes. No obstante, nosotros solemos obtenerlos de manera sistemática, ya que a veces permiten detectar bacterias resistentes y son útiles para ajustar individualmente el cambio a tratamiento oral al alta.11 Una vez que el apéndice se ha extirpado satisfactoriamente, es preciso prestar atención a la eliminación del abdomen del material infeccioso, incluidos restos de material fecal o fecalitos. Ello puede hacerse mediante irrigación de alto volumen, con especial atención al cuadrante inferior derecho y la pelvis. No se colocan drenajes de rutina, salvo en presencia de la cavidad de un absceso aislada. En ese caso, se coloca un único drenaje de succión cerrado de Jackson-Pratt en su base, dejándolo implantado varios días. En caso de cirugía abierta, la piel y los tejidos subcutáneos se dejan abiertos durante 3 o 4 días para evitar la infección de la herida, tras lo cual se procede al cierre de la misma en la cabecera del paciente, con suturas, grapas o suturas adhesivas (Steri-Strips), según la preferencia del cirujano. Tras la intervención, se continúan administrando antibióticos de amplio espectro durante entre 4 y 7 días, según las directrices de la IDSA.11 Si se han obtenido muestras para cultivo, el tratamiento anti- biótico se modifica según los resultados. La aspiración nasogástrica no se emplea de forma rutinaria, aunque puede ser necesaria en caso de íleo postoperatorio. La alimentación oral se inicia tras la reanudación de los borborigmos y la expulsión de las flatulencias, y progresa según la tolerancia. Cuando el paciente tolera la dieta, está afebril y presenta recuento de leucocitos normal, puede ser dado de alta. En caso de fiebre, leucocitosis, dolor y retraso en la recupera- ción de la función intestinal, es posible valorar la presencia de un absceso postoperatorio. El absceso complica la apendicitis perforada en el 10-20% de los casos y es la principal causa de morbilidad relacionada con la perforación.1,3 La TC con contraste intrave- noso es diagnóstica y permite la implantación simultánea de un drenaje percutáneo en la cavidad del absceso.9 Si el drenaje guiado por TC no es técnicamente viable por la localización del absceso, posibles alternativas son los drenajes laparoscópico, transrectal o transvaginal. Apendicectomía laparoscópica y apendicectomía abierta El debate sobre la elección de la apendicectomía abierta o la lapa- roscópica para tratar la apendicitis continúa siendo un punto con- trovertido entre los cirujanos. Aunque no existen datos de nivel I que den preferencia a una de las opciones, un estudio publicado en 2010 abordó esta cuestión en detalle. Ingraham et al.14 analizaron resultados de 222 hospitales comparando las apendicectomías abierta y laparoscópica en el marco del American College of Surgeons National Surgical Quality Improvement Program. En total, el análisis incluyó 24.969 intervenciones laparoscópicas y 7.714 abiertas. Aunque los datos se veían limitados por el carácter retrospectivo, los investigadores observaron que la apendicectomía laparoscópica se asociaba a menor riesgo de complicaciones de la herida y de infección profunda del sitio quirúrgico en la apendicitis no complicada. En la apendicitis con complicaciones, la apendicectomía laparoscópica estaba vinculada a menos complicaciones de la herida, pero registraba una incidencia de abscesos intraabdominales ligeramente superior. La conclusión final, sin embargo, fue que el abordaje laparoscópico se asociaba a una menor incidencia global de complicaciones que la de la técnica abierta. Las conclusiones derivadas de diversos estudios indican que ambos abordajes son aceptables y que las ventajas de la laparoscopia, aunque de alcance limitado, son menor morbilidad total, reducción de las complicaciones de la herida y el dolor postoperatorio y, posi- blemente, ligero acortamiento del tiempo de recuperación. El leve FIGURA 50-5 Apendicectomía laparoscópica. A. Visualización y retracción hacia arriba del apéndice. B. División del mesoapéndice con bisturí armónico. C. Aplicación de endoasas al apéndice. Se utilizan dos asas para asegurar la base. Una tercera asa se aplica distalmente para evitar el escape del contenido luminal. La pieza se divide a continuación entre las endoasas. D. Imagen de la apendicectomía completada tras la extirpación de la pieza. (Nota: Según la preferencia del cirujano, para dividir el mesoapéndice y el apéndice puede utilizarse una grapadora, en vez del bisturí eléctrico y las endoasas). Descargado para AnonymousUser (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1303 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. aumento del riesgo de formación de abscesos intraabdominales tras la apendicectomía laparoscópica en casos de apendicitis complicada resultó un aspecto negativo, aunque los autores reconocen que no se constató en todos los estudios.15 Nosotros preferimos el abordaje laparoscópico por diferentes razo- nes. La laparoscopia permite el examen de todo el espacio peritoneal, lo que la hace excepcionalmente útil para descartar otras enfermedades intraabdominales similares, como la diverticulitis o el absceso tubo- ovárico, mientras que la visualización de estas estructuras no sería posible con una incisión en el cuadrante inferior derecho. Observamos que la laparoscopia es más sencilla en la mayoría de los pacientes, en particular en los obesos, y da lugar a resultados sorprendentes en lo que respecta a la capacidad de alta de los pacientes en las horas siguientes a la operación. Es probable que el debate sobre la superioridad de la apendicecto- mía laparoscópica frente a la abierta continúe, hasta que la superioridad de una sobre la otra no se confirme de modo concluyente. No obstante, lo que parece claro es que, con independencia de la preferencia del cirujano, la característica más importante de la apendicectomía es que se realiza de manera rápida y segura. Presentación retardada de la apendicitis En ocasiones, los pacientes se presentan varios días, o incluso semanas, después del inicio de la apendicitis. En estos casos, el tratamiento se individualiza en virtud de la naturaleza de la enfermedad (fig. 50-6). Aunque de modo infrecuente, es posible que un paciente presente peritonitis difusa. Más habitual es, en cambio, la presentación con dolor localizado en el cuadrante inferior derecho y fiebre, con ante- cedentes compatibles con apendicitis. En niños o pacientes delgados es a veces palpable una masa. En estos pacientes, la exploración y el intento de apendicectomía inmediatos pueden generar una sustancial morbilidad, con imposibilidad de localización del apéndice, absceso o fístula postoperatorios y extensión innecesaria de operación llegando a la ileocequectomía, todos ellos debidos a la induración y friabilidad de los tejidos implicados. Por ello, el tratamiento inicial en estos pacientes no suele ser quirúrgico.16-20 Se comienza con reanimación con líqui- dos y antibioterapia de amplio espectro. Mediante TC se confirma la presencia de apendicitis perforada con un absceso o un flemón localizado (fig. 50-7). Cuando se identifica un absceso localizado, se procede al drenaje percutáneo dirigido por TC para controlar su origen. Habitualmente, el catéter de drenaje se deja implantado entre 4 y 7 días, durante los cuales el paciente es tratado con antibióticos, y se retira después. Si el drenaje guiado por TC no es técnicamente viable, el drenaje quirúrgico puede efectuarse por abordajes trans- rectal o transvaginal. Otra opción es el drenaje laparoscópico, que para nosotros ha resultado excepcionalmente útil. Esta técnica se realiza mediante visualización de la masa inflamatoria con el laparos- copio, penetra a continuación en el absceso con una punta de succión laparoscópica, evacua el material purulento y coloca un drenaje en el interior de la cavidad del absceso residual. El abordaje postoperatorio es idéntico al de los pacientes sometidos a drenaje percutáneo satis- factorio. En presencia de un flemón periapendicular o si la cantidad de líquido presente no es suficiente para ser drenada, el paciente puede ser tratado solo con antibióticos, habitualmente durante 4-7 días, siguiendo las recomendaciones de la IDSA para el tratamiento de la infección intraabdominal.11 Tradicionalmente, tras un tratamiento no quirúrgico satisfacto- rio de la apendicitis complicada, se aconseja a los pacientes que se sometan a extirpación del apéndice, en un proceso conocido como apendicectomía de intervalo, varias semanas o meses después. Esta práctica ha sido reexaminada. La justificación de la apendicectomía de intervalo la constituyen el potencial desarrollo de apendicitis recu- rrente y los consiguientes riesgos asociados a la resección de urgencia o la reperforación del apéndice. Sin embargo, el riesgo real de apen- dicitis recurrente parece escaso, con un 8% a los 8 años en un estudio de 6.400 pacientes pediátricos.21 Los hallazgos de este estudio, así como otros de ensayos similares, han llevado a la conclusión de que la apendicectomía de intervalo ha de reservarse para pacientes con síntomas de apendicitis recurrente.21,22 Además, la presencia de un apendicolito en la TC se ha demostrado predictiva de alto riesgo de apendicitis recurrente y se ha utilizado como justificación para realizar la apendicectomía de intervalo en este subgrupo de pacientes. Asimismo, se ha constatado que este enfoque selectivo de la apendi- cectomía de intervalo resulta más rentable que su aplicación rutinaria a todos los pacientes afectados.22 Una revisión sistemática publicada por Hall et al.,23 en la que se analizó la función de la apendicectomía de intervalo, determinó que el riesgo global de apendicitis recurrente era del 20,5%. Todas las recidivas se registraron en un plazo de 3 años, y el 80% de ellas se pro- dujeron en 6 meses. Por otra parte, la morbilidad de la apendicectomía de intervalo resultó significativa, con complicaciones referidas en 23 estudios, con una tasa global del 3,4%. Otros autores han comunicado tasas de una morbilidad asociada a apendicectomía de intervalo de hasta el 18%.24 Un argumento favorable a la apendicectomía de intervalo en adultos fue la observación por parte de algunos investigadores de una mayor tasa de detección de neoplasias apendiculares en muestras obtenidas con esta técnica.8,25-27 Asimismo, los tumores perforados del ciego pueden manifestarse de forma similar a la apendicitis perfora- da.28 Por ello, la colonoscopia se recomienda en todos los pacientes adultos como parte del seguimiento de rutina tras el abordaje no quirúrgico de la apendicitis complicada.29 Hasta la fecha, no se han realizado ensayos controlados aleatorizados a gran escala que hayan analizado los resultados de pacientes sometidos o no a apendicectomía de intervalo tras un tratamiento no quirúrgico satisfactorio. Por tal razón, es probable que esta cuestión continúe resultando controvertida durante algún tiempo. Aspecto normal del apéndice en la operación En casos de «apendicectomía negativa», en los que en la operación se identifica un apéndice normal, es controvertida la decisión de extirparlo o no.30,31 Antes de abordar esta cuestión en particular, es importante destacar la necesidad de evaluar a fondo el abdomen, a fin de detectar otras causas de dolor lo suficientemente intenso como para justificar una operación. Los órganos abdominales y pélvicos han de examinarse para identificar cualquier posible anomalía. Según nuestra experiencia, para ello es más sencillo el abordaje laparos- cópico, ventajoso a nuestro parecer en relación con el abierto. Se ha de consignar la presencia de líquido libre, posible indicación de perforación. En los 60 cm terminales del íleon debe detectarse un posible divertículo de Meckel, mientras que en la serosa del intestino delgado es preciso investigar la presencia de signos de enfermedad de Crohn, como inflamación, formación de estenosis o el caracterís- tico aspecto de «proliferación grasa» en el mesenterio. La inspección del mesenterio ileal puede revelar ganglios linfáticos hipertrofiados indicativos de adenitis mesentérica. En los anejos uterinos han de investigarse los indicios de afectacióntuboovárica o de las trompas, como torsión ovárica, absceso tuboovárico, endometriosis o quistes ováricos rotos. En el colon sigmoideo deben localizarse eventuales evidencias de diverticulitis aguda, en especial si se aprecia colon sigmoideo redundante en el cuadrante inferior derecho. Si los hallaz- gos de estas exploraciones son normales, la atención se orienta al abdomen superior para explorar la vesícula biliar y el duodeno. La incapacidad para proceder a una evaluación adecuada de los órganos intraabdominales o la detección de enfermedad en otros órganos que requiera intervención obliga a realizar una conversión a laparotomía media, si es necesario. Nosotros extirpamos habitualmente el apéndice normal por varias razones. En primer lugar, muchas de las causas de dolor en el cuadrante inferior derecho antes mencionadas son recurrentes, como en el caso de dolor por quistes ováricos rotos o adenitis mesenté- rica. La apendicectomía es también aconsejable en la enfermedad Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1304 de Crohn, cuando los hallazgos quirúrgicos así lo indican, salvo que se vean implicados la base del apéndice y el ciego. En este contexto, la apendicectomía se pospone para evitar la rotura del muñón inflamado y la ulterior formación de fístula. En tales cir- cunstancias clínicas, la apendicectomía es recomendable, ya que excluye la apendicitis del diagnóstico diferencial cuando el paciente presenta dolor en el cuadrante inferior derecho recurrente. Además, las anomalías del apéndice inaparentes en la exploración macros- cópica en el momento de la operación a veces se identifican en el examen anatomopatológico.30,31 Tratamiento no quirúrgico de la apendicitis no complicada Aunque la apendicectomía urgente es el patrón terapéutico de referen- cia, varios estudios han puesto en duda tal principio, abogando por la antibioterapia sola como tratamiento definitivo de la apendicitis aguda no complicada. Dos metaanálisis que analizaron los resultados de ensayos controlados aleatorizados a este respecto concluyeron que el tratamiento no quirúrgico se asociaba a menor riesgo de com- plicaciones (12% en el grupo no quirúrgico frente a 18% en el de FIGURA 50-6 Algoritmo propuesto para el abordaje del paciente con presentación retardada de la apendicitis. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1305 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. apendicectomía; P = 0,001).32,33 No obstante, la apendicectomía superó con creces al grupo no quirúrgico en cuanto a tasas de fra- caso terapéutico (40% sin cirugía frente a 9% con apendicectomía; P < 0,001). Los autores concluyeron que el tratamiento antibiótico era seguro para la apendicitis no complicada, pero que, comparado con la apendicectomía, se asociaba a una tasa de fracaso significativa, cuando no inasumible.32,33 Por ello, nuestra práctica habitual es reservar el abordaje no quirúrgico para la apendicitis no complicada aguda en pacientes en los que el riesgo quirúrgico es excesivo. Los fracasos del tratamiento no quirúrgico en estos pacientes de alto riesgo se atenúan con medidas complementarias, como el drenaje guiado por TC de abscesos periapendiculares. Apendicitis «crónica» como causa de dolor abdominal En ocasiones, en pacientes con dolor recurrente en el cuadrante inferior derecho, se ha de solicitar una opinión quirúrgica sobre el beneficio de la apendicectomía programada para esta alteración. Datos epide- miológicos poco relevantes indican que la apendicitis puede remitir de manera espontánea, por lo que son posibles casos en los que se intensifique y remita sucesivamente.1 Además, en la TC se ha observado que ciertos pacientes con dolor presentan un apéndice engrosado o un apendicolito, pero sin evidencia de enfermedad sistémica o inflamación periapendicular aguda. En ciertos casos, la apendicectomía alivia los síntomas; en ellos, el examen del apéndice en ocasiones revela hallazgos acordes con inflamación crónica.31,34 Analizando cada caso, noso- tros solemos considerar la apendicectomía cuando hay anamnesis compatible con enfermedad apendicular y evidencia radiológica (TC) de la misma. Más problemático resulta el paciente con dolor sin evidencia radio- lógica de afectación apendicular. En tales casos solemos abordar un estudio diagnóstico multidisciplinar, con aportaciones de especialistas en gastroenterología y ginecología, así como en cirugía. La apendi- cectomía no suele proponerse, salvo que la enfermedad se constate radiológicamente. No obstante, cuando se efectúa una laparoscopia diagnóstica para investigar o descartar otra enfermedad (generalmente a cargo de un ginecólogo), nosotros procedemos a la apendicectomía, abordaje también defendido por otros.35 Hemos observado que, como en el tratamiento de cualquier síndrome de dolor crónico, el abordaje de las expectativas es fundamental para la atención a este complejo grupo de pacientes. Apendicectomía profiláctica Apendicectomía profiláctica, incidental o complementaria, es el tér- mino aplicado cuando un apéndice macroscópicamente normal es extirpado al realizar una intervención no relacionada, por ejemplo, histerectomía, colecistectomía o colectomía sigmoidea. Realizada habitualmente en el pasado, en la actualidad resulta controvertida. Su teórico beneficio es la eliminación del riesgo de desarrollo de apendicitis en el futuro, más ventajosa para pacientes de menos de 35 años, por su mayor riesgo de sufrir la enfermedad a lo largo de la vida, en comparación con los de más edad.16 Los datos que indican que esta modalidad de apendicectomía se efectúa sin morbilidad adicional han sido puestos en duda, por no haberse ajustado su riesgo adecuadamente. Al analizar dichos datos, Wen et al. demostraron que la apendicectomía profiláctica en realidad se asociaba a mayores morbilidad y mortalidad.36 Otros investigadores han demostrado que no parece rentable como medida preventiva.37 Por último, el reciente hallazgo de que el apéndice puede estar implicado en el mantenimiento de la flora cólica sana hace que esta práctica sea incluso más discutida.4 Por ello, somos partidarios de la inspección cuidadosa del apéndice para detectar anomalías en las operaciones abdominales, en el marco de una exploración completa, pero no de la apendicectomía, salvo que se detecten anomalías. APENDICITIS EN POBLACIONES ESPECIALES Apendicitis en pacientes embarazadas La apendicitis continúa siendo la urgencia no obstétrica más común durante el embarazo y, por consiguiente, el motivo más frecuente de intervención quirúrgica general en este grupo de pacientes.38 El diagnóstico de apendicitis durante el embarazo resulta especialmente delicado para el cirujano. Como en las demás alteraciones durante la gestación, el cirujano debe considerar el bienestar de dos pacientes, la madre y el feto, al proceder al estudio diagnóstico y el tratamiento (fig. 50-8). En el embarazo, la apendicitis tiene una presentación clási- ca en solo el 50-60% de los casos.38 Los síntomas habituales de apendicitis inicial, como náuseas y vómitos, son inespecíficos y se asocian también al embarazo normal. La respuesta febril normal a FIGURA 50-7 TC sagital (A) y frontal (B) que muestran un absceso apendicular en una paciente con anamnesis de 2 semanas de dolor abdominal en la que se halló una masa palpable en la exploración.Las flechas señalan la cavidad del absceso apendicular. La paciente fue tratada satisfactoriamente con drenaje percutáneo y antibióticos. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1306 la enfermedad puede atenuarse en embarazadas. Asimismo, la explo- ración física de la paciente gestante es difícil y se ve alterada por el efecto del útero grávido, que induce desplazamiento del apéndice a una posición más cefálica en el abdomen. El dolor en el cua- drante inferior durante el segundo trimestre, por tracción sobre los ligamentos suspensorios del útero, fenómeno conocido como dolor del ligamento redondo, es frecuente y complica el cuadro clínico, ya que el 50% de los casos de apendicitis en gestantes se producen en el segundo trimestre. Por último, los indicadores bioquímicos y de laboratorio empleados para avalar el diagnóstico de apendicitis en ausencia de embarazo no son fiables en su presencia. Por ejem- plo, una leve leucocitosis fisiológica es normal en el embarazo, en el que es posible también una elevación fisiológica de las concen- traciones de proteína C reactiva. Además, el cirujano ha de estar alerta ante posibles urgencias obstétricas como causas del dolor abdominal, como parto prematuro, desprendimiento placentario o rotura uterina.38-40 Todos estos factores han contribuido a la alta tasa de apendicectomías negativas en embarazadas, del 25-50%, basándose solo en la presentación clínica.38 Las consecuencias de la apendicitis en la paciente embarazada son importantes. Se ha constatado que, con apendicitis compli- cada, el riesgo de parto prematuro es del 11% y el de pérdida fetal del 6%.41 Tales datos parecen favorecer el abordaje agresivo e inmediato de la apendicitis en embarazadas. No obstante, dicho abordaje se complica por la observación en una misma serie de que la apendicectomía negativa se asociaba a parto prematuro y pérdida fetal (10 y 4%, respectivamente). Las menores tasas de parto prematuro y pérdida fetal (6 y 2%, respectivamente) se registraron en casos de apendicitis no complicada.41 Por tanto, la exactitud preoperatoria del diagnóstico resulta crucial en embarazadas con sospecha de apendicitis. En pacientes gestantes se recomiendan pruebas de imagen de rutina. El estudio inicial de elección es la ecografía con compresión gradual,42 que tiene la ventaja de ser segura, poco costosa y fácilmente accesible. Además, la ecografía proporciona información sobre el bienestar fetal y las causas de dolor abdominal, como el desprendimiento placentario. Se ha indicado que el estudio en decúbito oblicuo posterior izquierdo o lateral izquierdo, en vez del tradicional decúbito supino, aumenta las posibilidades de visualización del apéndice. Los criterios de diagnóstico ecográfico son los mismos que en pacientes no embarazadas, ya comen- tados. Desafortunadamente, la sensibilidad (78%) y la especificidad (83%) de la ecografía parecen disminuir durante el embarazo, por la presencia del útero grávido.42 Cuando los hallazgos ecográficos son equívocos, la RM sin contraste de gadolinio, con excelente resolución del contraste en tejidos blandos y ausencia de radiación ionizante, se mantiene como alternativa segura para confirmar o descartar la apendicitis en embarazadas, conserván- dose excelentes índices de sensibilidad y especificidad (fig. 50-9). Una paciente con hallazgos de RM normales probablemente no requiere apendicectomía. Se ha demostrado que el uso sistemático de la RM FIGURA 50-8 Abordaje propuesto para el tratamiento de la paciente embarazada con posible apendicitis. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1307 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. en embarazadas reduce la tasa de apendicectomías negativas en un 47%, sin incremento significativo de la tasa de perforación y con buena rentabilidad.42 Por tanto, abogamos por el uso habitual de la RM en pacientes embarazadas con sospecha de apendicitis aguda sin peritonitis manifiesta. Sin embargo, la técnica no está disponible en algunos centros, y en otros lo está de forma limitada o durante un tiempo restringido. La decisión del posible retraso de la apen- dicectomía para obtener una RM resulta compleja y debe tomarse utilizando todos los datos clínicos y de imagen disponibles, ante las graves consecuencias graves asociadas a la apendicectomía negativa o la perforación apendicular. Cuando la ecografía no es concluyente y la RM no está disponible de inmediato, se han referido casos de uso de TC para diagnosticar la apendicitis durante la gestación. Un estudio publicado en 2008 determinó que la TC se asociaba a una tasa de apendicectomía negativa del 8%, menor que la del 54% de la valoración clínica sola y la del 32% de la valoración clínica combinada con ecografía. Los autores concluyeron que la TC puede emplearse cuando la ecografía es equí- voca, argumentando que la cantidad de radiación aplicada en una TC limitada es inferior al umbral requerido para inducir malformaciones fetales y que la mayoría de las apendicitis durante el embarazo se regis- tran en el segundo o el tercer trimestre, cuando la organogenia es completa.42 Aunque los protocolos varían, cuando se usa la TC en gestantes con hallazgos equívocos, se debe efectuar un estudio lo más limitado posible, evitando la administración intravenosa de contraste. Se precisa más investigación antes de aceptar la sistematización de la TC en este entorno clínico. La elección de técnica laparoscópica o abierta para la apendi- cectomía en embarazadas también merece analizarse. Las actuales directrices de la Society of American Gastrointestinal and Endos- copic Surgeons afirman que la apendicectomía laparoscópica es segura durante la gestación y se considera el patrón de referencia en embarazadas.43 Dos estudios, ambos reducidos y retrospectivos, no han registrado incremento de pérdidas fetales con apendicectomía laparoscópica en comparación con la abierta. Otro estudio comunicó mayores tasas de parto prematuro y complicaciones globales en el grupo abierto que en el laparoscópico.40 Aun otros han notificado índices superiores de pérdida fetal con la apendicectomía laparoscópi- ca que con la abierta (5,6 frente a 3,1%).44 Parece que la resolución de esta controversia requeriría ensayos controlados aleatorizados, no realizados hasta la fecha. Nuestra experiencia con la apendicectomía laparoscópica durante el embarazo ha sido positiva, lo que hace que sea nuestra preferida en gestantes. Consideramos que permite una identificación más fácil de la localización del apéndice, muy variable, y una extirpación más expeditiva, y que favorece la evaluación completa del abdomen para detectar cualquier otro proceso asociado. A fin de evitar posi- bles lesiones del útero grávido, para la colocación inicial de trocares empleamos sistemáticamente un abordaje de acceso abierto (técnica de Hasson). Apendicitis en pacientes de edad avanzada Aunque no es la edad de su máxima incidencia, la apendicitis no es infrecuente en ancianos y debe incluirse en el diagnóstico dife- rencial de cualquier paciente de edad avanzada sin apendicectomía previa con dolor abdominal agudo. Lo principal es considerar el diagnóstico diferencial ampliado propio de estos pacientes. Otros posibles diagnósticos comprenden, entre otros, diverticulitis aguda (complicada o no), neoplasia maligna, isquemia intestinal,colitis isquémica, infección urinaria complicada y úlcera perforada. A veces, la apendicitis se manifiesta de forma atípica, por lo que se debe mantener un elevado índice de sospecha. La anamnesis y la exploración física cuidadosas contribuyen a establecer el diagnós- tico, aunque son de valor limitado en ciertas circunstancias, como en pacientes con demencia o estado mental alterado. Las superiores tasas de perforación, del 40-70%, y la frecuente presencia de enfer- medades concomitantes generadoras de mayor morbilidad hacen que el diagnóstico y el tratamiento de la apendicitis en ancianos, sean, cuanto menos, problemáticos.3 Ante un paciente de edad avanzada con peritonitis difusa, se ha de proceder sin demoras innecesarias a laparotomía inmediata. Con dolor localizado y en ausencia de peritonitis, se debe realizar una TC abdomi- nal para confirmar el diagnóstico y evaluar otros cambios patológicos. La apendicectomía laparoscópica en ancianos es segura y constituye la técnica de elección. Una de las excepciones son los pacientes con miocardiopatía grave, en la que preferimos el abordaje abierto, para evitar los efectos nocivos del neumoperitoneo en pacientes con función cardíaca deteriorada.45 También hemos efectuado satisfactoriamente intervenciones de apendicectomía abierta bajo anestesia raquídea en pacientes «discapacitados pulmonares», en los que el riesgo de cirugía general es inasumible, debido al riesgo inherente de dependencia del respirador. Apendicitis en pacientes inmunodeprimidos La apendicitis en los inmunodeprimidos se aborda, igual que en los pacientes inmunocompetentes, con apendicectomía urgente. La clave en la evaluación de esta población es el mantenimiento de un alto índice de sospecha, ya que la incapacidad para generar respuesta inmunitaria provoca ausencia de fiebre, leucocitosis y peritonitis. Por ello se aconseja el uso temprano de la TC, que favo- rece la confirmación del diagnóstico y la exclusión de otros, como la enterocolitis neutropénica (tiflitis), abordables con tratamiento no quirúrgico.46 NEOPLASIAS DEL APÉNDICE Aunque infrecuentes, las neoplasias de apéndice precisan un tra- tamiento apropiado. En cualquier intervención, programada o de urgencia, es posible hallar una neoplasia apendicular imprevista. Se estima que el 50% de las neoplasias de apéndice se presentan como apendicitis y son diagnosticadas en el examen anatomopatológico de la pieza quirúrgica, aunque se han notificado presentaciones varia- bles. Se ha referido que las neoplasias apendiculares se identifican en un 0,7-1,7% de las muestras anatomopatológicas. Además, la masa apendicular se percibe en ocasiones como hallazgo accidental en la TC abdominal (fig. 50-10). La clasificación anatomopatológica y el comportamiento biológico de las neoplasias apendiculares son variables, lo que dificulta su categorización y terminología, y las pertinentes recomendaciones terapéuticas.1 Se cree que las neoplasias FIGURA 50-9 Imagen axial de RM en T1 abdominal de una embarazada. La flecha señala el apéndice engrosado. (Tomado de Parks NA, Schroep- pel TJ: Update on imaging for acute appendicitis. Surg Clin North Am 91:141–154, 2011.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org X Abdomen1308 de apéndice constituyen un 0,4-1% del total de neoplasias malignas gastrointestinales.1 Tras una apendicectomía por presunta apendicitis, la incidencia de hallazgos inesperados en la pieza quirúrgica es baja. Aun así, cuando se identifican, son esenciales los correspondientes asesoramiento y tratamiento. Los carcinoides son los tumores primarios apendiculares más comunes.16 Se originan en células neuroendocrinas del interior del apéndice y se detectan en el 0,3-0,9% de las piezas de apendicectomía.1 Suelen ser lesiones pequeñas, bien circunscritas, localizadas en la cara más distal del apéndice. El comportamiento biológico de los tumores carcinoides es muy variable. El tamaño parece el mejor factor predictivo de comporta- miento maligno y potencial metastásico, más que las características histológicas y de invasión linfovascular. Se cree que los carcinoides de menos de 1 cm tienden a ser benignos y se curan con apendicectomía. En cambio, los de más de 2 cm se tratan más agresivamente. Otras consideraciones son la posible afectación de la base apendicular o la extensión al mesoapéndice del carcinoide. Los pacientes con carcinoides de más de 2 cm y alguna de estas características deben someterse a hemicolectomía derecha con linfoadenectomía regional. Para lesiones de 1 a 2 cm se han de realizar las pertinentes recomendaciones tras un minucioso análisis de las características individuales del tumor, ya que se han referido casos de metástasis.1,47 El adenocarcinoma apendicular es inhabitual, con presencia en el 0,08-0,1% del total de apendicectomías.1 El tratamiento es idéntico al del adenocarcinoma cecal y consiste en hemicolectomía derecha con linfoadenectomía regional. La quimioterapia es también igual que la del adenocarcinoma de colon, con administración complementaria de 5-fluorouracilo, leucovorina y oxaliplatino (FOLFOX) a pacientes seleccionados. La terapia FOLFOX también se emplea como tratamien- to complementario prequirúrgico en pacientes con adenocarcinoma mucinoso antes de la cirugía citorreductora.48 Los tumores mucinosos apendiculares no son manifiestamente malignos, pero, cuando se rompen, provocan diseminación intra- peritoneal y seudomixoma peritoneal (SMP). La clasificación y la nomenclatura de estas lesiones es confusa y no está sujeta a consenso unánime.1 Dado que el SMP se debe a perforación y diseminación peritoneal directa del contenido apendicular, el cirujano ha de actuar con precaución para evitar la rotura del apéndice intacto, en caso de que un mucocele o una neoplasia mucinosa se sospechen por los hallazgos preoperatorios de imagen o se diagnostiquen intraoperatoriamente. En presencia de SMP suele realizarse cirugía citorreductora extensa de cualquier órgano implicado, combinada con quimioterapia intraperi- toneal calentada,49 asociada a supervivencia a largo plazo. Aunque muchas neoplasias apendiculares se diagnostican en el examen anatomopatológico final, en ocasiones la masa es visible en el momento de la apendicectomía. Un excelente algoritmo para el abordaje de una masa apendicular detectada accidentalmente fue pro- puesto por Wray et al.; una versión modificada del mismo se incluye en la figura 50-11.1 Dicho algoritmo es útil tanto para la apendicitis como para tumores apendiculares identificados casualmente. La disponibili- dad de diagnóstico por cortes congelados sirve de ayuda adicional para la toma de decisiones intraoperatoria. BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA Ingraham AM, Cohen ME, Bilimoria KY, et al: Comparison of outcomes after laparoscopic versus open appendectomy for acute appendicitis at 222 ACS NSQIP hospitals, Surgery 148:625-635, discussion 635-637, 2010. Los autores ofrecen una de las mayores series disponibles hasta la fecha, con casi 32.000 pacientes, que compara los resultados de las apendicectomías laparoscópica y abierta utilizando la base de datos del ACS NSQIP. McGory ML, Zingmond DS, Tillou A, et al: Negative appendec- tomy in pregnant women is associated with a substantial risk of fetal loss, J Am Coll Surg 205:534-540, 2007. Este artículo, que demuestra que la tasa de pérdidas fetales no solo es máxima con rotura apendicular, sino que también aumenta en la apendicectomía negativa, resalta la importancia del diagnóstico preciso en embarazadas. Parks NA, Schroeppel TJ: Update on imaging for acute appendi- citis, Surg Clin North Am 91:141-154, 2011. Los autores presentan una completa revisión,basada en la evidencia, de las pruebas de imagen actualmente disponibles para diagnosticar la enfermedad apendicular y de las circuns- tancias clínicas en las que resultan más útiles. Silen W: Cope’s early diagnosis of the acute abdomen, ed 22, New York, 2010, Oxford University Press. Este texto clásico, ya en su 22.ª edición, ofrece una revisión especializada del diagnóstico diferencial y los hallazgos sutiles de la anamnesis en la apendicitis y las enfermedades afines. Se trata de una prestigiosa fuente, considerada de lectura obligada por numerosos cirujanos. Solomkin JS, Mazuski JE, Bradley JS, et al: Diagnosis and man- agement of complicated intra-abdominal infection in adults and children: Guidelines by the Surgical Infection Society and the Infectious Diseases Society of America, Clin Infect Dis 50:133- 164, 2010. Esta declaración de consenso de la IDSA y la SIS contiene directrices basadas en la evidencia sobre tratamiento de infec- ciones intraabdominales complicadas, incluida la apendicitis. Wray CJ, Kao LS, Millas SG, et al: Acute Appendicitis: Controver- sies in diagnosis and management, Curr Probl Surg 50:54-86, 2013. Este oportuno y bien redactado artículo de revisión detalla algunas cuestiones controvertidas relacionadas con la cirugía del apéndice e incluye un excelente resumen de los tratamien- tos de las neoplasias apendiculares. FIGURA 50-10 TC abdominal de un paciente con un mucocele benigno de 10 cm. La imagen axial muestra una masa distendida llena de líquido, medial al apéndice (flecha), sin inflamación asociada. C, ciego; IT, íleon terminal. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 50 Apéndice 1309 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. FIGURA 50-11 Algoritmo propuesto para el tratamiento del paciente con neoplasia apendicular. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en octubre 05, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org Push Button1: Push Button0:
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