Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
586 © 2018. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas Michael Stein, Asher Hirshberg Í N D I C E Conceptos clave Atención moderna de los traumatismos en las víctimas masivas Aspectos sobre los traumatismos en los planes hospitalarios para las catástrofes «Tratamiento mínimo aceptable» Función del cirujano en los desastres naturales Traumatismos por explosiones: patrones clínicos y consecuencias para el sistema Conclusión Tradicionalmente, los cirujanos se han centrado en la atención de los traumatismos de los pacientes gravemente heridos de forma individual. Sin embargo, los retos actuales a nivel mundial, que van desde el terroris- mo urbano a las catástrofes naturales, destacan la importancia creciente de los incidentes a gran escala y de la atención selectiva que provocan en el público. Por ejemplo, en julio de 2011, un atentado y un tiroteo masivo en Oslo, Noruega, acapararon la atención de todo el mundo, mientras que el descarrilamiento de un tren en Fatehpur, India, solo 12 días antes apenas se mencionó en los medios de comunicación, a pesar de que el número de víctimas fue mayor que en el incidente de Oslo. Cuando los cirujanos participan en la respuesta a las catástrofes en sus comunidades e instituciones, muchos consideran que la atención de los traumatismos en estas situaciones en principio es similar a la práctica diaria normal, simplemente más de lo mismo. Por tanto, el entrenamiento para la preparación para las catástrofes no es una alta prioridad para los residentes de cirugía general.1 Este punto de vista de la preparación para las catástrofes como una cuestión fundamen- talmente logística es un error muy peligroso, porque un gran número de víctimas tiene un gran efecto en la atención de los traumatismos dentro y fuera del hospital. Por otra parte, este tipo de sucesos a gran escala enfrentan a los cirujanos con patrones de lesiones inusuales y problemas clínicos únicos que no se ven en la práctica diaria. La preparación para estos desafíos no solo requiere una planificación y formación especiales, sino, lo más importante, una forma diferente de pensar sobre la atención de los traumatismos. En la amplia gama de escenarios a gran escala hay un denominador común único: una discrepancia entre el aumento repentino de pacien- tes heridos y los limitados recursos disponibles para su tratamiento. Las guerras en Irak y Afganistán y la atención médica de las víctimas de los conflictos armados en regiones remotas han expuesto a los cirujanos (en el ejército y en misiones humanitarias) a las realidades brutales de estos retos y a la necesidad de una mentalidad especial. En EE. UU., incidentes como los atentados del maratón de Boston en abril de 2013 demostraron que un gran sistema de traumatismos metropolitano moderno y preparado puede afrontar de manera muy eficaz un incidente terrorista urbano grave.2 El objetivo de este capítulo es proporcionar una descripción concisa de la respuesta médica a los acontecimientos a gran escala, principalmente desde la perspectiva del cirujano clínico que trabaja en un hospital que forma parte de un sistema de traumatismos moderno. CONCEPTOS CLAVE Clasificación de las catástrofes y consecuencias para el tratamiento de traumatismos En las catástrofes con víctimas masivas (CVM), un sistema médico tie- ne que afrontar de repente una gran afluencia de víctimas que necesitan tratamiento en un corto período de tiempo. Esta oleada imprevista provoca una discrepancia entre el número de pacientes heridos y los recursos disponibles para tratarlos. Las CVM pueden clasificarse según su causa (natural o provocada por personas), duración, localización y otras características. Desde la perspectiva clínica de la atención de los traumatismos, los escenarios generalmente se ajustan a una de las tres clases tradicionales, cada una con diferentes implicaciones para la atención de los traumatismos (tabla 23-1).3,4 Catástrofes con múltiples víctimas En las catástrofes con múltiples víctimas, las víctimas que llegan supe- ran los recursos hospitalarios más allá de las intervenciones diarias nor- males, pero no los sobrepasan. Este tipo de incidentes (p. ej., accidentes de autobús, tiroteo en un colegio) pueden implicar decenas de víctimas, pero se manejan de forma eficaz utilizando los recursos hospitalarios locales. Como guía general, un hospital se enfrenta a una catástrofe con víctimas múltiples cuando el número de víctimas que llegan es menor que el número de camas o camillas del servicio de urgencias (SU). Catástrofes con víctimas masivas En las catástrofes con víctimas masivas, la oleada de víctimas supera la capacidad de los servicios de urgencias, a pesar de una respuesta eficaz frente a la catástrofe. Esta situación ocasiona importantes retrasos de la atención de los traumatismos o un nivel subóptimo de la asistencia a algunas víctimas. El término víctimas masivas implica un cierto grado de fracaso del tratamiento de los traumatismos de forma oportuna y óptima en todos los pacientes con lesiones graves. Catástrofes médicas gravísimas Las catástrofes provocan típicamente muchos miles de víctimas y la destrucción de los sistemas e infraestructuras organizados de soporte comunitarios. En las catástrofes médicas gravísimas, los recursos para tratar víctimas con lesiones graves han quedado básicamente destruidos. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 23 Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas 587 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. Los equipos médicos externos, respaldados por la logística adecuada, pueden ser absolutamente primordiales para el tratamiento de los supervivientes, aunque la ayuda suele llegar tarde y se ocupa princi- palmente de las complicaciones diferidas. En este capítulo, CVM se usa como un término genérico que descri- be un acontecimiento a gran escala. Cuando se trata de una clase o tipo concreto de desastre (p. ej., catástrofe con múltiples víctimas), aparece la expresión completa. La magnitud de una CVM está inversamente relacionada con su frecuencia (fig. 23-1). La mayoría de los cirujanos en activo nunca se enfrentarán a una catástrofe médica importante durante sus carreras. En el otro extremo del espectro de las CVM están las «noches de viernes ajetreadas»: un equipo de traumatismos de guardia tiene que hacer frente a un grupo de pacientes con lesiones graves que llegan en un corto período de tiempo y ponen a prueba temporalmente los recursos disponibles. Esta situación, un fenómeno frecuente en los hospitales de las ciudades, representa el extremo más bajo del espectro de las CVM. Un gran terremoto o un tsunami devas- tador estarían en el otro extremo. La paradoja de la preparación para las catástrofes es que la mayor parte del tiempo y el esfuerzo se destinan a la preparación para los escenarios catastrofistas más grandes y menos probables, en lugar de prestar atención a las lecciones de los «viernes ajetreados» y mejorar la respuesta a las amenazas limitadas, pero mucho más inminentes. Distribución de la gravedad de las lesiones Una característica prominente de todas las CVM es la distribución de la gravedad de las lesiones. Independientemente de la causa o de la magnitud del evento, solo un 10-15%, aproximadamente, de los supervivientes que llegan al hospital sufren lesiones graves, de los cuales cerca de la tercera parte tienen lesiones inmediatamente mortales (fig. 23-2). La mayoría de los supervivientes solo sufren lesiones poco importantes o no urgentes.3 Por ejemplo, en el atentado con bomba del metro de Londres en juliode 2005, el Royal London Hospital recibió 194 víctimas en 3 h, pero solo 27 (14%) presentaban lesiones graves. De estos, solo 8 víctimas (4% del total) tenía lesiones críticas.5 Aunque el número total de fallecidos sobre el terreno depende de la causa de la CVM, y puede ser muy elevado en caso de colapso de estructuras, la distribución de la gravedad de las lesiones sigue siendo más o menos la misma en un amplio rango de CVM. En otras palabras, aunque el número total de víctimas pueda ser enorme, la mayoría no precisará un nivel alto de atención a los traumatismos ni es urgente. Estas consideraciones forman la base de la planificación de una res- puesta médica eficaz.6 ATENCIÓN MODERNA DE LOS TRAUMATISMOS EN LAS VÍCTIMAS MASIVAS Objetivo de las respuestas hospitalarias ante los desastres Un principio bien conocido de la respuesta médica ante los desastres es hacer el mayor bien posible al mayor número de víctimas posible. Los cirujanos y otros profesionales sanitarios de traumatismos deben comprender las implicaciones clínicas de este principio. Desde la pers- pectiva de la atención a los traumatismos, una CVM es una situación de «aguja en un pajar», en la que un pequeño número de pacientes con lesiones muy graves, que requieren tratamiento inmediato de alto nivel para traumatismos, está inmerso en un grupo mucho mayor de víctimas con lesiones poco importantes, que pueden tolerar demoras o incluso un tratamiento subóptimo sin que eso afecte negativamente a su evolución.3 El fin último de toda la respuesta hospitalaria ante los desas- tres es otorgar a este pequeño grupo de pacientes con lesiones críticas el nivel de atención que se aproxime al proporcionado a pacientes con lesiones equiparables un día laboral normal. Este objetivo nunca ha sido establecido formalmente por el American College of Surgeons ni por ninguna otra organización profesional, pero siempre se ha reco- nocido como implícito por parte de los cirujanos y es lo que espera el público. En una catástrofe con víctimas múltiples, este objetivo puede conseguirse mediante una priorización eficaz y una atención a TABLA 23-1 Clasificación de las catástrofes y sus implicaciones para la atención a los traumatismos TIPO DE CATÁSTROFE NÚMERO TOTAL DE VÍCTIMAS IMPLICACIONES PARA LA ATENCIÓN A LOS TRAUMATISMOS Múltiples víctimas Inferior a la capacidad del SU Se mantienen los tratamientos de referencia para todas las víctimas graves Víctimas masivas Superior a la capacidad del SU El tratamiento de algunas víctimas graves se difiere o resulta subóptimo Catástrofe gravísima SU y hospital desbordados La mayoría de los pacientes con lesiones graves fallecen o sobreviven sin ayuda médica de ningún tipo SU, servicio de urgencias. FIGURA 23-1 Representación gráfica de la relación inversamente pro- porcional entre la magnitud de una catástrofe y su frecuencia. Aunque la mayor parte de los cirujanos nunca se enfrentará a un desastre natural importante a lo largo de su carrera profesional, las noches de viernes ajetreadas son una constante en la mayoría de los centros urbanos de traumatismos. FIGURA 23-2 Distribución global de la gravedad de las lesiones en las catástrofes. De todos los supervivientes que llegan al hospital, la mayoría (85%) solo tendrá lesiones leves. De aquellos con lesiones graves (índice de gravedad de las lesiones > 9), solo la tercera parte, o 1 de cada 20 víctimas remitidas, sufrirá lesiones mortales. Esta distribución de la gravedad de las lesiones constituye el pilar para planear la respuesta hospitalaria ante las catástrofes. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org III Traumatismos y cuidados críticos588 los traumatismos dirigida por la prioridad. En las CVM, sigue siendo posible alcanzarlo desplazando los recursos de traumatismos de los pacientes con lesiones menos graves a aquellos con lesiones críticas, pero pagando un precio. En contra de la creencia popular, las víctimas cuyo tratamiento se demora o resulta comprometido en los casos con víctimas masivas no son los pacientes leves, sino aquellos con lesiones muy graves pero no mortales (p. ej., fractura abierta importante). Comprensión de la línea del servicio de traumatismos en las catástrofes Hay una curiosa disociación entre los espectaculares avances en los sis- temas de traumatismos de los últimos 30 años y la planificación para las catástrofes. Los planes de catástrofes de la mayoría de los hospitales (incluidos los de centros de traumatismos de nivel 1) no se refieren específicamente al servicio hospitalario de traumatismos, incluso aun- que cualquier respuesta eficaz ante una catástrofe tiene que depender de él. Sencillamente, los hospitales con instalaciones y servicios del siglo xxi tienen planes de catástrofes que siguen estando basados en conceptos de la atención a los traumatismos de los años setenta. Todos los centros modernos de traumatismos mantienen una línea del servicio de traumatismos específica para pacientes con lesiones muy graves durante las intervenciones diarias normales (fig. 23-3). Esta línea del servicio incluye equipos de traumatismos, contenidos e instalacio- nes (p. ej., salas de reanimación y quirófanos), todos ellos disponibles al momento para tratar pacientes con lesiones graves. La línea del servicio de traumatismos tiene una capacidad limitada para atender simultánea- mente a muchos pacientes con lesiones importantes. El objetivo de una respuesta eficaz en las catástrofes es mantener la línea del servicio de traumatismos del hospital ante una afluencia excepcionalmente elevada de víctimas. Desde la perspectiva de la atención a los traumatismos, el éxito al afrontar una CVM no consiste en dirigir el flujo de 40 o 60 víctimas a través del SU, sino en preservar la capacidad de identificar a los tres o cuatro pacientes con lesiones críticas (pero salvables) y proporcionarles el tratamiento óptimo de los traumatismos.6 Carga de víctimas y capacidad de reacción Muchos administradores de hospitales tienen una visión exagerada de la capacidad de sus instituciones para hacer frente a un gran número de víctimas, especialmente cuando el hospital es un centro de traumatis- mos. Esta visión exagerada se debe a que la planificación de las catás- trofes en el hospital suele basarse en el número de camillas del SU y de camas del hospital, en lugar de en la velocidad a la que las víctimas van pasando a través de la línea del servicio de traumatismos del hospital. En realidad, a medida que se despliega al completo la CVM y llegan progresivamente más víctimas, encontrar una sala de reanimación vacía y dotarla de equipos experimentados en traumatismos es cada vez más difícil. Desde la perspectiva de la atención a los traumatismos, la tasa de llegada de víctimas graves es una medida más significativa de la sobre- carga de un sistema de traumatismos que el número total de víctimas. La carga de víctimas se puede definir por la tasa de llegada (número de víctimas por hora) y una carga de víctimas creciente conduce en último término a la degradación del tratamiento de los traumatismos, porque los pacientes con lesiones cada vez más graves compiten por activos y recursos limitados. Una línea intacta del servicio de traumatismos proporciona a cada víctima grave un equipo de traumatismos, una sala de reanimación y otros recursos, como un tiempo determinado en la tomografía computarizada (TC), un quirófano disponible y una cama en la unidad de cuidados intensivos (UCI). El punto más allá del cual no es posible mantener este nivel de atención para los siguientes que llegan al hospital representa la capacidad de reacción de la línea del servicio de traumatismosdel hospital.7 La capacidad de reacción es una medida dinámica de la capacidad de procesamiento del recorrido del servicio de traumatismos. Los cirujanos de traumatismos saben por experiencia que una carga de víctimas creciente afecta negativamente a la calidad de la atención a los traumatismos, porque muchas víctimas compiten por los mismos activos y recursos de traumatismos, necesariamente limitados, entre ellos la atención de un equipo de traumatismos. Un análisis que utiliza un modelo informático7 describe esta relación como una curva sigmoi- dea (fig. 23-4). La porción plana superior de la curva representa una catástrofe con múltiples víctimas manejada por una línea intacta del servicio de traumatismos, en la que el nivel de atención a las víctimas graves se asemeja a la atención proporcionada a un paciente herido concreto un día laboral normal. El descenso pronunciado representa una línea del servicio de traumatismos gradualmente insuficiente, que se corresponde a los casos con víctimas masivas. La porción aplanada inferior representa una línea del servicio que ha fracasado (o no existe), superado por una catástrofe médica gravísima. La capacidad de respuesta de la línea del servicio de traumatismos es el punto más allá del cual el nivel de atención comienza a caer, el descenso pronunciado de la curva sigmoidea. Una respuesta eficaz a las catástrofes desplaza la curva hacia la derecha, extendiendo la capacidad FIGURA 23-3 Representación gráfica de la línea del servicio de trau- matismos de un hospital. La línea del servicio consiste en recursos, instalaciones y activos en los que los profesionales de la atención a los traumatismos tratan a pacientes con lesiones graves. El recorrido caracte- rístico de un paciente con lesiones graves es del área de reanimación para traumatismos en el servicio de urgencias (SU) a las pruebas de imagen, habitualmente la tomografía computarizada (TC), después al quirófano (Q) y por último a una unidad de cuidados intensivos (UCI) quirúrgica. El mantenimiento de esta línea del servicio ante una gran afluencia de víctimas graves es el auténtico objetivo de la respuesta hospitalaria a las catástrofes. FIGURA 23-4 Representación gráfica de los resultados de una simula- ción informática del flujo de víctimas de atentados urbanos con bomba a través de la línea del servicio de traumatismos de un centro de traumatis- mos urbano. El modelo predice una relación de forma sigmoidea entre la carga de víctimas y el nivel global de atención a los traumatismos. El nivel de atención a un solo paciente en un día laborable normal se define como 100%. La porción plana superior de la curva se corresponde con una catástrofe con múltiples víctimas, la pendiente pronunciada representa una catástrofe con víctimas masivas y la porción plana inferior repre- senta una catástrofe médica gravísima. La capacidad de reacción de la línea del servicio de traumatismos hospitalario es la máxima carga de víctimas críticas que puede afrontarse sin un descenso pronunciado en el nivel de atención. Esta simulación está basada en los perfiles clínicos de las víctimas tratadas en el Rabin Medical Center de Petach Tikva, Israel. (Tomado de Hirshberg A, Scott BG, Granchi T, et al: How does casualty load affect trauma care in urban bombing incidents? A quantitative analysis. J Trauma 58:686–693, 2005.) Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 23 Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas 589 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. de respuesta y dando lugar a una disminución más gradual del nivel de atención. Una estimación empírica tradicional8 sitúa la capacidad de respuesta de un hospital en un paciente gravemente herido por hora por cada 100 camas del hospital. Esta estimación aproximada se corresponde con los resultados de las simulaciones informáticas de los hospitales que hacen frente a las CVM y puede servir como un criterio práctico que se puede utilizar en la planificación de la respuesta médica. Catástrofes y sistemas modernos de traumatismos La mayoría de los incidentes a gran escala en el entorno urbano son catástrofes con víctimas múltiples que no superan la capacidad de reac- ción de los hospitales individuales. A pesar de los intentos deliberados por parte de grupos terroristas, desde Madrid en 2004 hasta el maratón de Boston en 2013, para coordinar múltiples atentados simultáneos diseñados para sobrepasar la respuesta organizada, los sistemas de traumatismos occidentales han demostrado ser muy resistentes. Los ejemplos mejor documentados hasta el momento han sido los atentados en los trenes de cercanías Madrid (marzo de 2004),9 los aten- tados en el metro de Londres (julio de 2005),5 y el atentado y el tiroteo en masa en Oslo (julio de 2011).10 Esos actos mostraron claramente que los servicios médicos de urgencias (SMU) modernos en grandes áreas metropolitanas sirven como amortiguadores eficaces que atemperan el impacto de un acontecimiento a gran escala distribuyendo las víctimas entre los hospitales. Con 2.253 víctimas en Madrid y más de 700 en Londres, la rápida distribución de estas entre varios hospitales resultó en que cada hospital solo afrontó una catástrofe con múltiples víctimas, encargándose de atender a unos pocos pacientes críticos. Este sólido mecanismo de amortiguación, sin embargo, brilló por su ausencia en el atentado con bomba de la embajada estadounidense en Nairobi, Kenia, en 1998, cuando miles de víctimas inundaron el National Hos- pital keniata; este incidente con víctimas masivas no se documentó ni se registró adecuadamente en la bibliografía de traumatismos o catás- trofes. Es un factor crucial que vale la pena volver a destacar: ningún hospital metropolitano con un SMU en funcionamiento se ha visto nunca desbordado por una CVM. Un mecanismo de amortiguación muy eficaz fue evidente durante el atentado y el tiroteo de Oslo en julio de 2011, donde un gran número de víctimas leves fueron des- viadas a un centro ambulatorio fuera del centro de traumatismos, para descargarlo.10 También fue un elemento clave del éxito de la respuesta en los atentados del maratón de Boston,11 aunque en el momento de escribir este capítulo todavía no se ha publicado un informe médico definitivo. Los tiroteos en las escuelas en EE. UU., como el de Virginia Tech en 200712 o el de la Sandy Hook Elementary School en 2012, fueron catástrofes con víctimas múltiples en las que se produjeron decenas de heridos. Estos y otros tiroteos en las escuelas demuestran que los planes de urgencias existentes y los sistemas de traumatismos regionales pueden afrontar eficazmente este tipo de incidentes. Un obstáculo importante cuando se intentan extraer lecciones útiles de catástrofes pasadas es la escasez de datos clínicos. La mayor parte de las publicaciones solo recogen estadísticas globales, como el número total de víctimas y la mortalidad en aquellas con lesiones críticas (mor- talidad crítica), con escasos detalles clínicos acerca de la atención a los traumatismos de pacientes concretos. Las dificultades y los problemas del tratamiento de los traumatismos deben leerse entre líneas. Un ejem- plo es el número alarmantemente elevado de laparotomías negativas como resultado de las ecografía falsas positivas junto a la cabecera del paciente (ecografía abdominal para traumatismos). Este hecho quedó oculto entre los datos de los informes principales de Madrid9 y Londres.5 Como resultado, los equipos de traumatismos de Oslo se enfrentaron al mismo problema en 2011, pero también lo omitieron en su informe ofi- cial.10,12 En toda la bibliografía sobre medicina en las catástrofes,ningún hospital ha informado nunca de que hubiera morbilidad y mortalidad evitables. En vista del alto perfil público de este tipo de incidentes y de la tendencia hacia la presentación de informes de autocomplacencia,11 es poco probable que se ofrezca información precisa sobre los detalles cruciales de los resultados adversos o las dificultades en la atención de los traumatismos durante las CVM. Los fundamentos de una respuesta médica efectiva ante cualquier CVM son sistemas de traumatismos sólidos y centros de traumatis- mos que funcionen correctamente. La opinión pública no relacionan la salud financiera de los centros de traumatismos con la respuesta médica a las catástrofes. En EE. UU., mientras la red nacional de centros de traumatismos en funcionamiento está siendo mermada por la carencia de financiación pública, se destinan ingentes recursos a preparar los denominados escenarios de «todos los peligros», como un ataque químico o biológico importante en los estados rurales. Los costosos preparativos para estos escenarios de «todos los peligros» se han convertido en una prioridad debido a su enorme potencial comercial, a pesar de su extremadamente baja probabilidad. La opinión pública no se da cuenta del peligro de esta paradoja. Sin una red nacional sólida de centros de traumatismos y fuertes sistemas SMU, no será posible ninguna respuesta efectiva a las catástrofes por sucesos apocalípticos ni por simples CVM civiles. Respuesta médica sobre el terreno Las CVM de entornos urbanos siguen un curso temporal característico que puede dividirse en cuatro fases diferentes (tabla 23-2).13 La fase de caos inicial empieza inmediatamente después del suceso, muchas víctimas leves huyen del lugar y acuden por sus propios medios al hospital más cercano. La fase de trabajo organizado se inicia cuando un equipo prehospitalario toma el control en el lugar y comienza una respuesta médica sistemática, al mismo tiempo que se cerciora de la seguridad y la protección de los equipos médicos. El aspecto más importante de esta fase es una priorización eficaz sobre el terreno, que permite la rápida distribución de las víctimas entre varios hos- pitales. Esta fase se sigue de una fase de retirada del lugar. Termina con el traslado de la última víctima viva del lugar. La última fase es un período mal definido durante el cual las víctimas leves deciden solicitar atención médica, a menudo después de que así se lo hayan aconsejado sus familiares y amigos. Desde la perspectiva hospitalaria, este curso temporal se traduce en un patrón característico de llegada de víctimas, formado por tres oleadas (v. tabla 23-2). La primera oleada consiste a menudo en un pequeño grupo de víctimas con lesiones leves que llegan al hospital por sus propios medios. Tras un intervalo variable, comienza la llegada del grupo principal de víctimas, con lesiones de gravedad muy variable. Por último, se produce un goteo lento continuo de víctimas tardías con lesiones leves o reacción aguda ante el estrés durante muchas horas.2,13 Como el tiempo transcurrido desde la lesión hasta el tratamiento definitivo es un determinante esencial de la mortalidad, la estrategia de la mayoría de los equipos prehospitalarios en entornos urbanos es «recoger y correr». El énfasis se sitúa en la priorización sobre el terreno TABLA 23-2 Fases características de las catástrofes urbanas con víctimas masivas FASE SOBRE EL TERRENO CARACTERÍSTICAS CONSECUENCIAS PARA EL SU Caos No hay ayuda médica organizada; las víctimas leves acuden a los hospitales más cercanos Primera oleada: unos pocos lesionados ambulantes Ayuda organizada La clave es una priorización eficaz; traslado de las víctimas según su prioridad Segunda oleada: grupo principal de víctimas Retirada del terreno Se traslada al resto de las víctimas Final Algunas víctimas leves Tercera oleada: goteo lento de víctimas leves SU, servicio de urgencias. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org III Traumatismos y cuidados críticos590 y el traslado rápido; las intervenciones consisten básicamente en el tratamiento de las vías respiratorias y el control de las hemorragias externas. Sin embargo, en un entorno rural o remoto, puede producirse un cuello de botella debido a la escasez de medios de transporte o a las largas distancias desde el terreno hasta el hospital. Esta situación puede requerir algún tipo de tratamiento de los traumatismos en el terreno para las víctimas que están esperando ser transportadas. Los esquemas de priorización sobre el terreno se basan en una valoración rápida de parámetros clínicos y fisiológicos. Un algoritmo predominante en EE. UU. es el esquema de priorización SALT (sort, assess, life-saving interventions, treatment/transport [clasificación, eva- luación, intervenciones vitales, tratamiento/traslado]), que combina la valoración global de las víctimas (p. ej., deambulando o inmóvil en el suelo) con una evaluación más detallada aunque breve de las cons- tantes vitales.14 El esquema SALT ha sido adoptado por el American College of Surgeons y otras organizaciones profesionales encargadas de la priorización de víctimas masivas. Aunque se promueve como un esquema de priorización universal para las CVM, su máxima utilidad estriba en la priorización sobre el terreno, más que en la priorización hospitalaria a la puerta del SU. ASPECTOS SOBRE LOS TRAUMATISMOS EN LOS PLANES HOSPITALARIOS PARA LAS CATÁSTROFES Respuesta hospitalaria ante las catástrofes El fin del plan hospitalario para las catástrofes es aumentar rápidamente la capacidad de reacción de la línea del servicio de traumatismos (inclui- dos los elementos de apoyo, como el banco de sangre y el laboratorio de urgencias). Cada servicio o instalación de la respuesta hospitalaria activa un protocolo de catástrofes específico, diseñado para aumentar rápidamente la capacidad de procesamiento de la instalación con el fin de afrontar la llegada inesperada de un gran número de víctimas. El principio subyacente a estos protocolos es la suspensión de las activi- dades diarias normales al mismo tiempo que se moviliza rápidamente el personal de refuerzo. El centro de operaciones de urgencia es la herramienta ejecutiva de la dirección del hospital para la coordinación del esfuerzo institucional. La activación de la respuesta completa frente a una catástrofe en un hospital grande requiere tiempo, interrumpe las actividades diarias normales y es caro. También suele ser innecesaria, porque la mayoría de las CVM a las que es probable que se enfrente el hospital son suce- sos limitados que se pueden tratar con éxito activando una respuesta más limitada. Tiene sentido planificar una respuesta escalonada.15 El plan para una CVM limitada se refiere a un incidente con víctimas masivas. Se centra principalmente en el SU y se basa en el personal y los recursos internos. La respuesta a una CVM a gran escala involucra a todo el personal del hospital (incluido el personal de refuerzo) y utiliza las instalaciones externas al área del SU. Desde la perspectiva de la atención a los traumatismos, la respuesta hospitalaria consiste en dos fases diferentes.6,13 En la fase inicial, el suceso aún está evolucionando, las víctimas están llegando y se des- conoce el número final. La consideración fundamental es conservar los activos y los recursos de la línea del servicio de traumatismos en previsión de que haya más víctimas. La fase definitiva comienza cuando ya no llegan más víctimas, se conoce su número total y la respuesta hospitalaria se ha desplegado al completo. La atención clínica se des- plaza a proporcionar un tratamiento definitivo a todas las víctimas, de una forma gradualy orientada según su prioridad. Preparaciones para la recepción de víctimas El retraso característico entre el aviso y la llegada de las primeras víc- timas supone un margen de oportunidad para iniciar una respuesta eficaz. Las acciones que se realizan durante este breve intervalo de tiempo suelen dar forma a la respuesta posterior. En ningún otro sitio es tan esencial este margen como en el SU, donde se activa un plan de evacuación rápida para conseguir camillas vacías y espacio físico des- tinado a una gran afluencia de víctimas. Según su situación médica, los pacientes del SU serán dados de alta, ingresados rápidamente en planta o transferidos a una instalación para «urgencias» designada dentro del hospital. Otros aspectos importantes son situar a un encargado de la priorización fuera del SU y proceder a improvisar salas adicionales de traumatismos cerca del área de reanimación para traumatismos. La cadena de mando en el SU debe estar clara para todos, y hay que informar al personal y asignar funciones específicas a cada uno. Por ejemplo, en el área de reanimación de traumatismos, se distribuye a los profesionales en equipos específicos y se comunica específicamente quién se va a ocupar de la primera víctima con lesiones críticas, la segunda y las sucesivas. En áreas determinadas se colocan carros de urgencia con suministros médicos adicionales. Jerarquía en las catástrofes y toma de decisiones clínicas Los planes hospitalarios para las catástrofes se basan tradicionalmente en una jerarquía estructurada que nace de la estructura de orden desa- rrollada en la década de los setenta para organizar el tratamiento sobre el terreno en sucesos a gran escala. Esta estructura organizativa se basa en una jerarquía de mando militar descendente que se introdujo por primera vez en la guerra franco-prusiana en la segunda mitad del siglo xix. La aplicación de estas estructuras de mando descendentes durante un suceso real es problemática, porque la mayoría de las CVM son incidentes breves. Las dinámicas rápidas de una CVM urbana superan con mucho el despliegue de un plan hospitalario para catás- trofes descendente típico. Cuando el hospital tiene montado y en funcionamiento el centro de mando para la catástrofe, el suceso ya ha terminado. Y, lo que es más importante, el árbol jerárquico des- cendente implica que los problemas siempre se comunican a la ins- tancias superiores esperando una solución de «alguien con autoridad», lo que inevitablemente produce retrasos. En un incidente real, los sistemas de comunicación (incluidos los teléfonos móviles) fallan con mucha frecuencia, como ocurrió durante los atentados del maratón de Boston en 2013,2 y los jefes locales se comunican entre sí a través de mensajes de texto. Las desventajas de la estructura jerárquica rígida de mando se pusieron de manifiesto en la respuesta al huracán Katrina en Nueva Orleans en 200516 y arrojaron una diferencia nítida con muchos sucesos a pequeña escala dirigidos por jefes locales habilidosos que colaboraron de forma eficaz con compañeros de las redes profesionales o de organi- zaciones dentro y fuera del hospital. Una respuesta eficaz ante las catás- trofes en todos los niveles debe basarse en esas redes de colaboración, y no en rígidas cadenas de mando jerárquicas.17 En la vida real, la respuesta eficaz de la línea del servicio de traumatismos a una gran carga de víctimas inesperada siempre se reduce a un pequeño grupo de profesionales sanitarios especialistas en traumatismos con experiencia y a administradores locales cuyas decisiones dirigen todos los esfuerzos. En el SU, estos son el cirujano responsable, el médico de urgencias, la enfermera jefe y el encargado de la priorización. Estas personas, que se ocupan de tomar decisiones, comprenden los objetivos globales del plan hospitalario, y hay que permitir que resuelvan problemas por sí mismos en vez de simplemente comunicarlos a sus superiores. Tienen que estar formados para improvisar y comunicarse con otros jefes locales. Estas estructuras de redes de colaboración son flexibles, adaptables y se sos- tienen cuando otras partes del sistema fracasan de repente.17 Durante las CVM se produce un cambio fundamental en la toma de decisiones clínicas.18 En la práctica clínica cotidiana, los jefes de los equipos de traumatismos tienen plena autonomía en sus decisiones clínicas respecto a las prioridades terapéuticas y el uso de recursos e instalaciones. El jefe del equipo de traumatismos no tiene que pedir permiso para hacer una TC a un paciente o para llevarlo al quirófano. En una CVM, un gran número de pacientes con lesiones muy graves compiten por los mismos recursos e instalaciones. Las decisiones clí- nicas fundamentales dependen del cirujano responsable, que conoce la «perspectiva global» de la situación institucional. Desaparece la autonomía del jefe de equipo. Por ejemplo, la decisión de trasladar al Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 23 Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas 591 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. quirófano a un paciente con una herida abdominal penetrante y hemo- rragia abdominal no es automática ni puede tomarla el jefe del equipo de traumatismos por sí mismo, porque depende de las necesidades de otras víctimas en estado crítico y de la situación en los quirófanos. El cirujano responsable no es solo un coordinador o supervisor, sino quien toma realmente las decisiones clínicas esenciales ante pacientes concretos. Priorización hospitalaria La priorización es el elemento central de la respuesta hospitalaria a las catástrofes, con implicaciones que van mucho más allá de la puerta del SU.19 Hay una gran discrepancia entre la teoría de la priorización y la dura realidad de clasificar a las víctimas que llegan al puesto de ambulancias. La mayoría de los planes hospitalarios exigen que sea un cirujano de traumatismos experimentado quien permanezca en la entrada al SU y clasifique a las víctimas según una valoración breve de parámetros fisiológicos (p. ej., pulsos periféricos palpables o dificultad respiratoria). Los esquemas habituales clasifican a las víctimas en cinco categorías: inmediata (lesiones mortales), diferida (lesiones graves en las que puede retrasarse el tratamiento definitivo), mínima (lesionados ambulantes), a la espera y fallecidos (tabla 23-3). La experiencia con CVM reales ha demostrado que el responsable de la priorización solo tiene tiempo de echar un vistazo rápido a cada víctima que llega. La decisión de priorización debe esta- blecerse según la impresión global del estado clínico del paciente en lugar de en las determinaciones fisiológicas.18 Además, suele ser imposible distinguir entre víctimas inmediatas y diferidas con esa mirada superficial y rápida, y determinar un fallecimiento en el puesto de ambulancias sin una exploración exhaustiva y un monitor cardíaco es también una expectativa nada realista. La categoría más problemática es la de desahuciados (o a la espera), porque esa denominación depende con frecuencia de los recursos disponibles; la misma víctima con lesiones críticas puede considerarse salvable si la carga de víctimas es escasa, o desahuciada cuando el SU está sobrepasado.3 Por todas estas razones, la priorización realista en el puesto de ambulancias debe considerarse un cribado rápido y tosco de víctimas muy graves que requieren un acceso inmediato a la línea del servicio de traumatismos hospitalario. La calidad de la priorización se expresa clásicamente como tasas de suprapriorización e infrapriorización.20 La primera es la asignación errónea de víctimas no graves alárea de reanimación de traumatismos, mientras que la segunda es la asignación equivocada de víctimas muy graves a una camilla normal del SU. La suprapriorización es un proble- ma del sistema porque estos pacientes pueden competir con las víctimas graves por los recursos de traumatismos limitados. La infrapriorización es un error médico que puede afectar negativamente a la atención de los pacientes individuales y causar morbilidad y mortalidad prevenibles. Se ha indicado que la priorización hospitalaria debería considerarse como cualquier otra prueba diagnóstica de cribado, empleando tasas de especificidad y sensibilidad para medir la precisión de la priorización.20 El objetivo principal de una priorización eficaz es facilitar el mejor uso posible de los recursos limitados para traumatismos. El recurso clave es la atención específica de un equipo de traumatismos. El coste de una priorización inadecuada puede cuantificarse como la carga de trabajo del equipo de traumatismos. Un modelo informático ha mostrado que aumentar la precisión de la priorización reduce esa carga de trabajo.20 La priorización no termina en el puesto de ambulancias.21 Es un proceso reiterativo por el que se realiza una valoración secuencial y repetida de cada víctima a medida que recorre la línea del servicio de traumatismos. Cada reevaluación incrementa la precisión del proceso global y aumenta la probabilidad de que el paciente se priorice correc- tamente y se le asignen los recursos apropiados para obtener el mejor resultado clínico posible. Atención a los traumatismos en la fase inicial En la fase inicial de una CVM (cuadro 23-1), el hospital pone en mar- cha dos líneas del servicio paralelas (pero diferentes) para la entrada de víctimas. La primera es una línea de alta prioridad que se reserva para las víctimas graves que abarca el personal y los recursos encargados del tratamiento de pacientes con lesiones graves durante las intervenciones cotidianas normales (v. fig. 23-3). La plantilla de esta línea de servicio la componen profesionales con experiencia en la atención a traumatis- mos que se ocupan diariamente de pacientes con lesiones muy graves. La segunda línea de servicio está planteada para las víctimas con lesiones menores, que requieren principalmente el tratamiento de heridas leves y descartar los traumatismos ocultos. La línea de servicio está a cargo del personal de refuerzo, que no son los profesionales sani- tarios de traumatismos que están en sus puestos de trabajo habituales, pero que han sido convocados para ayudar como parte del plan para la catástrofe. Son dirigidos y supervisados por unos pocos profesionales sanitarios especializados en traumatismos con experiencia. Las directrices publicadas nunca han definido formalmente las funciones del cirujano de traumatismos y el personal de enfermería for- mado en traumatismos en las CVM, y también brillan por su ausencia en la mayoría de los protocolos hospitalarios para las catástrofes. Según la estructura y el tamaño del servicio de traumatismos en un centro determinado, cirujanos y profesionales de enfermería con experiencia en traumatismos pueden ser asignados a la priorización,2 estar a cargo del área de reanimación de traumatismos,18 o bien ejercer el con- trol médico de otras partes de la respuesta hospitalaria. El principio subyacente es que cirujanos y personal de enfermería de traumatismos deben ser colocados allí donde puedan influir más en el resultado clínico global. Sus funciones deberían estar definidas con la suficiente antelación e integradas en el plan institucional para las catástrofes. A las víctimas críticas que llegan a la línea del servicio de trau- matismos se las trata de un modo similar a la atención dispensada a diario, recalcando la rapidez, tiempos de recambio escasos y equipos de traumatismos más pequeños. La diferencia fundamental es que todas las decisiones clínicas importantes se transmiten al cirujano respon- sable, que está en el área de reanimación de traumatismos y funciona como coordinador, además de tomar las decisiones clínicas en último término.18 Los controles clínico y administrativo se mantienen gracias CUADRO 23-1 Objetivos y principios de la atención a los traumatismos en la fase inicial Objetivos Tratamiento óptimo de los traumatismos para las víctimas críticas Tratamiento mínimo aceptable para todas las demás Principios Dos líneas del servicio paralelas pero diferentes Mantenimiento de los activos y recursos de los traumatismos Toma de decisiones clínicas centralizada Pérdida de la continuidad en la atención médica TABLA 23-3 Categorías de priorización hospitalaria tradicionales y realistas MÉTODO DE PRIORIZACIÓN CATEGORÍAS TRADICIONALES UN SOLO PASO SECUENCIAL Inmediata A la espera Fallecido Grave (a la sala de shock) Crítica (a la sala de shock) Diferida Todos los demás (a la zona general del SU) Diferida (a la zona general del SU) Mínima Mínima (tratamiento fuera del SU) SU, servicio de urgencias. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org III Traumatismos y cuidados críticos592 a visitas frecuentes a todas las víctimas del SU por parte del cirujano responsable, la enfermera jefe y el médico del SU. El producto de estas visitas es una lista de víctimas, sus diagnósticos y su disposición (o plan). El conocimiento del número total de víctimas y sus lesiones y disposiciones, así como la situación en cada punto del servicio de traumatismos, permite al cirujano responsable sopesar las prioridades clínicas respecto a los recursos disponibles y determinar una solución factible para cada víctima.22 «TRATAMIENTO MÍNIMO ACEPTABLE» El principio que rige la atención a las víctimas no críticas en la fase ini- cial de una catástrofe con víctimas masivas es el «tratamiento mínimo aceptable».13,22 Este es el tratamiento empírico de los traumatismos de un modo similar a los primeros auxilios sobre el terreno. El objetivo es ganar tiempo, conservar los recursos de traumatismos y retrasar el tratamiento definitivo de las lesiones no urgentes para descargar la línea del servicio de traumatismos. El concepto del tratamiento mínimo aceptable se basa en la experiencia con víctimas civiles en las guerras, en la que unas dos terceras partes de las víctimas están vivas 1 semana después de la lesión sin ninguna atención médica, y el tratamiento no quirúrgico gana tiempo y mejora la supervivencia.23 De acuerdo con los principios del tratamiento mínimo aceptable, la sospecha clínica de una fractura de huesos largos se trata con férulas y analgesia empíricas, y el paciente se traslada inmediatamente a una cama de planta sin pruebas de imagen. Incluso un traumatismo abdominal penetrante con signos peritoneales, pero sin alteraciones hemodinámicas (es decir, sin hemorragia intraabdominal), puede con- trolarse inicialmente con líquidos intravenosos, antibióticos, aspiración nasogástrica, analgesia e ingreso en planta hasta que esté disponible un quirófano para la fase de tratamiento definitivo. Una de las marcas dis- tintivas de esta filosofía temporizadora es limitar el acceso a la TC solo para aquellos pacientes en los que la prueba sea absolutamente esencial o potencialmente salvadora (p. ej., un traumatismo craneoencefálico con signos de lateralización o deterioro del nivel de conciencia); este enfoque se utilizó durante los atentados y los tiroteos en Oslo de 2012.10,24 Aunque el «tratamiento mínimo aceptable» es un principio clave en la respuesta ante las catástrofes, los cirujanos que ejercen en los hospitales occidentales que forman parte de un sistema de SMU metro- politano prácticamente nunca lo usarán, ya que es poco probable que los hospitales dondetrabajan se vean desbordados por una repentina afluencia de víctimas, incluso ante una catástrofe a gran escala. El sistema urbano de SMU distribuye de manera eficaz a las víctimas entre los hospitales, lo que reduce el impacto en cada uno de ellos. El tratamiento de traumatismos mínimo aceptable sigue siendo relevante solo en circunstancias excepcionales, sobre todo en entornos remotos o con escasos recursos. Los cirujanos occidentales pueden encontrarse en misiones humanitarias o realizando cirugía de campo en zonas de combate, donde los recursos son muy limitados y el traslado de las víctimas a otras instalaciones no es una opción. Otros aspectos de la respuesta hospitalaria Otra característica diferenciadora de la atención a los traumatismos en las catástrofes es la ausencia de continuidad en la atención, porque en la mayoría de los sucesos reales, los equipos se asignan a puntos de servicio, en vez de a pacientes críticos concretos. Una víctima crítica puede ser reanimada en la sala de shock por un equipo, sus pruebas de imagen pueden ser revisadas por un segundo equipo, y es un tercer equipo el que puede realizar la intervención. Pocos planes hospitalarios para las catástrofes abordan actualmente este asunto crucial o incorporan soluciones (p. ej., profesional encargado del caso) para mitigar los posi- bles efectos adversos de esta pérdida de la continuidad de la atención.25 Aunque la TC es un embudo clásico en el flujo de pacientes, la dis- ponibilidad de quirófanos no es un problema importante porque solo unas pocas víctimas precisan cirugía urgente en la fase inicial.26 Incluso en CVM a gran escala, como los atentados terroristas con bomba simultáneos en Madrid y Londres, hubo demoras de más de 1 h entre la activación de la respuesta a las catástrofes y la primera intervención quirúrgica, debido al tiempo que se tarda en preparar un quirófano. Al contrario de lo que pasa en los quirófanos, la disponibilidad de camas en la UCI siempre es una fuente de problemas graves.27 Especialmente en los atentados urbanos, aproximadamente una de cada cuatro víctimas ingresadas necesitará ingresar en la UCI. El aumento de la demanda se enfrenta a la escasez crónica de camas en las UCI de muchos centros urbanos de traumatismos. La respuesta hospitalaria a las catástrofes debe comprender protocolos para generar rápidamente una reserva sustancial de camas disponibles en la UCI para posibles ingresos de víctimas. Generalmente, estos protocolos implican el tras- lado de los pacientes sin ventilación mecánica a planta o el uso de ins- talaciones de cuidados intensivos no quirúrgicos dentro del hospital. La unidad de cuidados postanestésicos suele ser la primera opción para acomodar a los pacientes con ventilación mecánica cuando hay una situación de masificación, porque los ventiladores mecánicos y los profesionales de enfermería con competencias en cuidados críticos ya están allí. Los pacientes que han sufrido lesiones graves durante un atentado y no han sido operados necesitarán una cama en la UCI quirúrgica 4-5 h después de su llegada; hay un intervalo de tiempo más largo antes de que las víctimas operadas necesiten una cama en la UCI.5 Estos largos retrasos permiten al hospital preparar camas, transferir pacientes y movilizar al personal de refuerzo para conseguir un aumento sustancial de la capacidad de la UCI. Fase del tratamiento definitivo En la fase del tratamiento definitivo ya no llegan más víctimas, se conoce su número total y la respuesta del hospital ante las catástrofes ha sido completamente desplegada. Entonces es posible estudiar la situación y proceder al tratamiento definitivo de todas las víctimas ingresadas de una manera ordenada y sistemática.13,28 En esta fase, el tratamiento se basa en las visitas de los miembros del servicio de traumatismos a todas las víctimas ingresadas. Estas visitas derivan en listas priorizadas de pacientes que necesitan pruebas de imagen, consultas, intervenciones quirúrgicas y traslado a otras instituciones. La fase de tratamiento definitivo consume tiempo y recursos con- siderables,28 de modo que incluso catástrofes limitadas con múltiples víctimas pueden alterar las actividades cotidianas de la línea del servicio de traumatismos y de instalaciones asociadas durante varios días o más tiempo. La vuelta a las actividades diarias normales es gradual, y la inversión de tiempo y esfuerzo en el tratamiento de los casos de traumatismos complejos por varios equipos suele subestimarse.29 Aunque el SU puede volver a la normalidad relativamente deprisa, la UCI quirúrgica y los quirófanos requerirán personal adicional y apoyo durante varios días o semanas después del incidente. La experiencia israelí con los atentados urbanos con bomba contiene valiosas descrip- ciones de cómo afronta una UCI general las catástrofes con múltiples víctimas, la importancia de planificar el relevo de los profesionales en intervalos regulares y el uso de refuerzos de plantilla, estudiantes de enfermería y voluntarios.29 En la fase del tratamiento definitivo hay que plantear una distribu- ción secundaria de las víctimas derivando algunas de ellas a otros cen- tros. El traslado interhospitalario de pacientes con quemaduras a centros apropiados es un ejemplo. Esos traslados son más problemáticos cuando la indicación es logística (p. ej., acortar los tiempos de espera para intervenciones traumatológicas). Cuestiones económicas y adminis- trativas, así como temas de prestigio institucional, suponen barreras para la distribución secundaria, a menudo en detrimento del paciente. Los atentados urbanos con bomba son un ejemplo de CVM breve, en la que el grupo principal de víctimas llega a las pocas horas de la explosión. Sin embargo, en algunos tipos de CVM, como las catástrofes naturales o el tratamiento de traumatismos en áreas de enfrentamientos civiles o de conflictos armados, el flujo continuo de víctimas difumina la distinción entre la fase inicial y la fase del tratamiento definitivo. El personal del hospital se enfrenta a un flujo de víctimas que parece Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 23 Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas 593 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. interminable y que puede continuar durante días, semanas o incluso más tiempo, con un final indeterminado. Como una «CVM continua», plantea un tipo especial de desafío logístico y quirúrgico que, por lo general, no está incluido en los planes contra catástrofes de la mayoría de los hospitales.30 En una «CVM continua», la máxima prioridad es mantener las capacidades y conservar los recursos a lo largo del tiempo. La atención de los equipos de traumatismos debe ir cambiando de las víctimas que están allí a las víctimas que llegarán mañana (y el día siguiente y la semana siguiente). La estricta organización de las horas de trabajo del personal, el mantenimiento de una sólida cadena de suministros de artículos imprescindibles, como hemoderivados, y la preparación de las instalaciones para que el personal del hospital pueda residir allí durante muchos días son elementos del plan. Un paso final importantísimo antes de volver a la normalidad es un informe formal tan pronto como sea posible después de la catástrofe. La forma óptima es que en ella participen todos aquellos profesionales que formaron parte del trabajo. El informe debería estar cuidadosamen- te estructurado para cubrir todas las áreas esenciales de actividad clínica y administrativa, al mismo tiempo que permita las aportaciones libres de cualquier participante que desee puntualizar un tema. El objetivo es aprender leccionesy tratar de identificar obstáculos a la respuesta hospitalaria que puedan incorporarse posteriormente en el plan hos- pitalario para las catástrofes del hospital. FUNCIÓN DEL CIRUJANO EN LOS DESASTRES NATURALES La avalancha de ayuda médica en las primeras semanas después del terremoto de Haití en enero de 2010 demostró lo escaso del conoci- miento de los cirujanos acerca de su función en los desastres naturales, puesto que muchos voluntarios provistos de buenas intenciones salie- ron corriendo al país arrasado en equipos improvisados, solo para des- cubrir cuán poco pueden lograr las buenas intenciones y las habilidades quirúrgicas por sí mismas. Los desastres naturales varían en cuanto a alcance, magnitud y número de víctimas. Sus consecuencias y el coste en vidas humanas son mucho más altos en los países subdesa- rrollados que en los países con una infraestructura resistente y sistemas médicos bien desarrollados. Por ejemplo, el terremoto que devastó Haití en 2010 produjo cientos de miles de muertes, mientras que en el terremoto de Northridge, en California, en 1994, un suceso de aproximadamente la misma magnitud, murieron solo 33 personas de forma inmediata. Hay diferencias fundamentales entre la respuesta médica a una CVM urbana y la organización de la ayuda médica en un desastre natural importante.31 En la primera, un sistema de traumatismos en funcionamiento afronta una carga de víctimas inusualmente elevada durante un breve espacio de tiempo. En el segundo, el suceso devas- tador compromete o destruye la infraestructura y los sistemas de soporte de la comunidad en el área afectada (incluidas las instalaciones de traumatismos y de atención sanitaria). Hay que importar activos y recursos médicos externos al área del desastre para reforzar, respaldar o sustituir los activos locales comprometidos, a lo largo de un período de muchas semanas, meses y a veces años.31 El cambio climático aumenta la probabilidad de fenómenos meteorológicos extremos y otras catás- trofes relacionadas con el clima, lo que acerca los desastres naturales a gran escala a los cirujanos en el mundo occidental32 y plantea retos com- pletamente nuevos para los profesionales sanitarios de todo el mundo.33 Patrones de lesión en los desastres naturales Los desastres naturales se asocian a patrones específicos de lesiones. Por ejemplo, en un terremoto importante, los mecanismos lesionales más notables son caída de cascotes y atrapamiento bajo edificios colapsados. La búsqueda inmediata y los intentos de rescate por parte de los super- vivientes en las zonas más próximas salvan más vidas que los trabajos de rescate organizados (pero diferidos) de agencias externas.34 En las primeras horas después de un terremoto, los supervivientes presentan una gran variedad de lesiones viscerales y de las extremidades; después los patrones predominantes son lesiones de las extremidades y una elevada incidencia de lesiones por aplastamiento. Solo una pequeña proporción del número total de víctimas continúa con vida tras 48 h bajo los escombros. El rescate diferido se traduce en una elevada inci- dencia de síndrome de aplastamiento y lesión renal aguda, como se observó en el terremoto de Mármara, Turquía, en 1999.35 La incidencia de traumatismos ortopédicos pediátricos es más alta de la esperada.36 El tsunami de 2004 del sudeste asiático causó el doble de muertos que de heridos. Los principales patrones de lesiones en los supervivien- tes fueron fracturas de extremidades y lesiones de tejidos blandos.37 En las erupciones volcánicas, las lesiones están causadas por la caída de rocas, la exposición a las cenizas (un fuerte irritante respiratorio) y la lesión de inhalación producida por los gases del volcán. La primera causa de muerte es la asfixia. El conocimiento de los patrones caracterís- ticos de lesiones en cada tipo de desastre natural es un prerrequisito para planificar una respuesta médica eficaz. Inicio de la ayuda médica Contrariamente a la idea popular del médico voluntario heroico que sale corriendo al rescate, existe una metodología formal subyacente al esfuerzo internacional eficaz para proporcionar apoyo después de un desastre natural en una región remota. El primer paso crucial es una valoración rápida de las necesidades, una labor formal que se realiza en cuanto es posible después del desastre.38 Un equipo de la United Nations Disaster Assessment and Coordination, que consta habitualmente de dos a seis expertos entrenados, se traslada rápida- mente a la zona del desastre para evaluar las necesidades inmediatas y comunicárselas a la comunidad internacional. La evaluación rápida de las necesidades, realizada en estrecha colaboración con las autoridades y los centros locales, define no solo el alcance de los daños a las infraes- tructuras y los recursos médicos, sino que también calcula el número de víctimas, los tipos de lesiones y las prioridades clave para la ayuda. Las necesidades médicas suelen recibir una prioridad menor que otras básicas como agua, comida y cobijo. Sin una valoración experta de las necesidades y la consiguiente planificación meticulosa de la misión según las circunstancias específicas del desastre, el trabajo humanitario no será eficaz. Tratamiento de los traumatismos en el área del desastre La respuesta médica a un desastre natural importante está compuesta por dos fases diferentes.31 En la fase inmediata, los primeros días y semanas después del desastre, el objetivo principal es proporcionar el tratamiento a los traumatismos de las víctimas supervivientes. En la fase final, en los meses o años posteriores, el centro se desplaza a respaldar la reconstrucción de los servicios y las instalaciones médicas locales en la zona afectada. En la fase inmediata, cuando llega la ayuda médica externa, las víctimas con lesiones viscerales graves ya han sido tratadas o bien no han sobrevivido. La atención clínica se desplaza hacia el tratamiento de las lesiones de extremidades y tejidos blandos (que pueden estar desatendidas o infectadas) y a complicaciones, como la insuficiencia renal debida al síndrome de aplastamiento. Otro componente impor- tante del trabajo de los equipos médicos externos es aportar soluciones a urgencias quirúrgicas del momento en la población afectada. En ausencia de instalaciones quirúrgicas funcionales en el área del desastre, incluso urgencias sencillas, como hernias incarceradas o problemas obstétricos que requieran una cesárea urgente, pueden producir una mortalidad prevenible. En la fase inmediata, el tratamiento quirúrgico de las lesiones de las extremidades sigue los principios perfectamente establecidos del tratamiento de las heridas de guerra. La atención se centra en inter- venciones sencillas en lugar de en reconstrucciones complejas que no son viables cuando los recursos son escasos. Hay que descomprimir ampliamente los compartimentos musculares y extirpar el tejido no viable o muy debilitado inicialmente, al mismo tiempo que se preserva Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org III Traumatismos y cuidados críticos594 cuidadosamente la piel indemne y el tejido blando viable. Las heridas se dejan abiertas para realizar un cierre primario diferido o una nueva escisión en caso necesario. Las extremidades no salvables o catastróficas deberían someterse a amputación precoz, dejando abierta la herida del muñón para realizar un cierre primario diferido.31 La composición y la capacidad quirúrgica de un equipo remitido a un área de desastre deben considerarse cuidadosamente para adap- tarse a las necesidades clínicas. Un equipo típico está compuesto por cirujanos generales y traumatólogos con experiencia en traumatismos.Más importante que la propia habilidad quirúrgica es la capacidad de trabajar en un entorno con escasos recursos, acompañada de un espíritu de colaboración con equipos médicos locales y otros grupos externos. Un equipo de profesionales bien formado con experiencia en la ayuda a desastres, y el apoyo de sistemas sólidos de logística, seguridad y comunicaciones, tiene mucha más probabilidad de ofrecer un tratamiento médico eficaz que un equipo de voluntarios entusias- tas creado allí mismo. Una intervención efectiva está limitada en su alcance y duración, y tiene objetivos realistas bien definidos. Una visión crítica de los errores y dificultades más comunes en los esfuerzos de ayuda humanitaria se publicó en 201039 a raíz del terremoto de Haití, reflejando las grandes preocupaciones de la comunidad internacional sobre la eficacia de estos esfuerzos. TRAUMATISMOS POR EXPLOSIONES: PATRONES CLÍNICOS Y CONSECUENCIAS PARA EL SISTEMA Los traumatismos por explosiones son una forma de traumatismo poco frecuente, pero devastadora, en los que la tercera parte de las víctimas atendidas en el hospital tienen un índice de gravedad de las lesiones superior a 15, una proporción tres veces mayor que la observada en una institución prototípica de traumatismos en personal civil. El número total de víctimas y la tasa de mortalidad inmediata sobre el terreno están determinados por el tamaño de la carga explosiva, el colapso de las estructuras del edificio y las explosiones bajo techo, que provocan una onda expansiva inmensamente amplificada. Los terroristas suicidas son armas de terrorismo urbano especialmente devastadoras porque fijan su objetivo concreto en lugares bajo techo muy concurridos, o grandes muchedumbres en espacios abiertos para maximizar el efecto de la deflagración.22 El traumatismo por explosiones está considerado por parte de los cirujanos como una lesión multidimensional porque suele combinar mecanismos de explosión, abiertos y cerrados, y quemaduras. Los resultados son patrones de lesión de elevada gravedad y complejidad, y una carga inusualmente grande para la línea del servicio de traumatis- mos del hospital. La tabla 23-4 presenta la clasificación de las lesiones por explosión. Lesión primaria por explosiones El signo clínico más frecuente de la lesión por explosión es la per- foración del tímpano.40 Estas perforaciones suelen cerrarse espontá- neamente, pero pueden ocasionar hipoacusia de grado variable en el 25% de los pacientes. La perforación timpánica es un marcador útil de la proximidad del paciente a la explosión, por lo que hay que explorar el tímpano a todas las víctimas que lleguen al SU, en busca de una rotura de la membrana timpánica; en aquellos que tengan una perforación timpánica debe realizarse una audiometría para valorar la presencia de hipoacusia. Aunque es costumbre ingresar a los pacientes con perforación del tímpano sin otros síntomas hasta el día siguiente por su proximidad a la explosión y como precaución por el inicio insidioso de una posible lesión pulmonar debida a la explosión, esta práctica no está basada en la evidencia. La onda expansiva de la bomba altera la interfase alveolocapilar de los pulmones, lo que da lugar a una línea continua de lesiones pulmonares, que oscilan entre contusiones pulmonares leves con hemorragia intraal- veolar y síndrome de dificultad respiratoria aguda grave y rápidamente progresivo.41,42 La lesión pulmonar por explosión es infrecuente, solo aparece en el 5-8% de las víctimas que sobreviven a atentados urbanos con bomba, pero su gravedad es el determinante clave de la mortalidad en los supervivientes iniciales. Los pacientes con lesiones pulmonares por explosión moderadas se presentan con infiltraciones localizadas en la radiografía torácica. El tratamiento es similar al de la contusión pulmo- nar leve, y el resultado es favorable. Los pacientes con lesiones pul- monares graves generalmente se presentan con hipoxia que empeora rápidamente, desarrollan infiltrados difusos bilaterales y requieren apoyo respiratorio temprano intensivo.41 En estos pacientes hay que buscar activamente un neumotórax y descomprimirlo inmediatamente. La mortalidad puede superar el 60% en estos casos graves. Las lesiones pulmonares por explosión en el contexto de un atentado urbano representan una carga única para la UCI quirúrgica.27,29 Los equipos de traumatismos se enfrentan a varios pacientes con hipoxia grave que empeora rápidamente en una misma oleada de víctimas. Cada paciente necesita no solo intubación endotraqueal de urgencia, sino también ventilación mecánica avanzada y toda la atención de un equipo de cuidados críticos.43 Este escenario de pesadilla logística es casi único de los atentados urbanos con bomba y se traduce en un desafío importante médico, organizativo y de personal centrado alrededor de la UCI. La presencia de lesiones asociadas (p. ej., quemaduras o traumatismos penetrantes) añade complejidad a una ya difícil situación. La gravedad del traumatismo intestinal por explosión abarca desde hemorragias subserosas hasta perforaciones completas.44 Las lesiones intestinales por explosión clínicamente significativas son infrecuentes en los atentados urbanos con bomba, pero es la forma más frecuente de traumatismos en las explosiones por inmersión debidas a bombas subacuáticas. La dificultad clínica de estas lesiones es su presentación diferida: algunas víctimas presentan signos peritoneales a las 48 h de la explosión, o incluso más tarde. La lesión puede afectar a cualquier porción del intestino, pero el íleon terminal y el ciego son los órganos afectados con más frecuencia.44 Lesión secundaria por explosiones Los traumatismos penetrantes debidos a fragmentos de la carcasa de la bomba o a proyectiles metálicos añadidos a un dispositivo explosivo improvisado pueden causar una gran variedad de lesiones, desde lace- raciones cutáneas superficiales hasta heridas viscerales letales. Desde la perspectiva de la línea de servicio de traumatismos, la consideración fundamental es la necesidad de múltiples pruebas de imagen para localizar los fragmentos penetrantes y definir su trayectoria, porque la exploración física no es capaz de valorar adecuadamente la profundidad de la penetración. El método más expeditivo consiste en emplear una TC helicoidal para localizar rápidamente los distintos proyectiles y definir sus trayectorias.45 Sin embargo, este método puede crear un embudo en el flujo de pacientes y requiere determinar las prioridades y racionar el acceso al escáner en la fase inicial de la respuesta hospitalaria. TABLA 23-4 Clasificación de los traumatismos por explosiones TIPO DE LESIÓN POR EXPLOSIONES MECANISMO Primaria Lesiones de vísceras huecas como resultado directo de la onda expansiva Secundaria Heridas penetrantes por fragmentos de la bomba y otros proyectiles de masa y velocidad variables Terciaria Las víctimas salen despedidas por la onda expansiva, con el resultado de los patrones habituales de los traumatismos cerrados Cuaternaria Quemaduras, lesión por aplastamiento y todos los demás mecanismos de traumatismo no incluidos anteriormente Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org 23 Papel del cirujano en las catástrofes con víctimas masivas 595 © E lse vi er . F ot oc op ia r s in a ut or iza ci ón e s u n de lit o. Los traumatismos penetrantes debidos a múltiples proyectiles pueden provocar heridas del tejido blando profundo que sangren abundantemente. Como la localización característica de estas lesiones es la cara posterior del tronco y las extremidades, con frecuencia se subestima la hemorragia asociada. En pacientes que sean trasladadosal quirófano para cirugía urgente es aconsejable girar en bloque al paciente y comprimir rápidamente las heridas con gasas antes de la intervención quirúrgica principal.46 Aunque los principios terapéuticos clásicos de las heridas trau- máticas han abogado por el desbridamiento de todas las heridas y la retirada de los cuerpos extraños inmersos en ellas, esto no suele ser una opción realista en víctimas con heridas penetrantes asintomáticas múltiples (a veces por docenas). Una estrategia de sentido común consiste en ocuparse únicamente de los proyectiles sintomáticos o infectados, y aquellos situados en localizaciones problemáticas (p. ej., intraarticulares). Lesión terciaria y cuaternaria por explosiones Cuando las víctimas salen despedidas contra objetos estáticos a causa de una explosión, los resultados son los patrones habituales de los traumatis- mos cerrados. Sin embargo, estas lesiones terciarias por explosiones se combinan típicamente con otros tipos de traumatismos provocados por explosiones; esto complica el cuadro clínico y plantea dilemas infrecuentes respecto a las prioridades del tratamiento y la asignación de recursos. Las lesiones cuaternarias por explosiones hacen referencia básica- mente a quemaduras y lesiones por aplastamiento. Las quemaduras superficiales por chispas, que afectan típicamente a grandes áreas cor- porales, son marcadores de proximidad a la deflagración. Son frecuentes en las víctimas encontradas muertas sobre el terreno, y han demos- trado ser factores predictivos de la lesión pulmonar por explosiones.43 La combustión de materiales inflamables y ropa causa quemaduras profundas de alcance variable, en ocasiones acompañadas de lesión por inhalación. Un gran número de víctimas con quemaduras, muchas de ellas trasladadas inicialmente a hospitales sin un servicio específico de quemados, suponen una carga extraordinaria para los sistemas regionales de quemaduras, que generalmente tienen una capacidad de reacción limitada durante las intervenciones cotidianas normales. La distribución secundaria de estos pacientes a otros centros de quemados, fuera de las zonas próximas al lugar de la explosión, es una caracterís- tica esencial de las CVM que ocasionan un gran número de víctimas con quemaduras, como sucedió en el atentado con bomba del club nocturno balinés, en 2002, en Indonesia.47 CONCLUSIÓN El mensaje central de este capítulo es que entre las sirenas atronadoras de las ambulancias que llegan, las imágenes terribles de la televisión, la actividad trepidante de los equipos médicos y la emotiva rabia del público, los cirujanos no deben olvidar su misión central: mantener la línea del servicio de traumatismos del hospital y conservar la capacidad para proporcionar el mejor tratamiento posible para los traumatismos a la siguiente víctima crítica. Contrariamente a la práctica predominante entre los encargados de hacer los planes para las catástrofes y los admi- nistradores de los hospitales de prepararse para los «megaescenarios» de pesadilla con los que es poco probable que se encuentren los cirujanos, el énfasis debería ponerse en prepararse para las CVM realistas que se producen en todas las comunidades cada cierto tiempo. El fin último de todo el plan hospitalario para las catástrofes es proporcionar a un pequeño número de víctimas con lesiones críticas un nivel de atención a los traumatismos comparable al recibido por pacien- tes con lesiones similares un día normal. Los muchos pacientes con lesiones leves son el «ruido», las víctimas vistas y oídas en el telediario. La función del cirujano es centrarse en las pocas víctimas silenciosas, aquellas cuya batalla por la supervivencia se desarrolla lejos de las cámaras, en la sala de shock, el quirófano y la UCI. Estos escasísimos pacientes con lesiones críticas constituyen el núcleo de todo el trabajo. BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA Aylwin CJ, Konig TC, Brennan NW, et al: Reduction in critical mortality in urban mass casualty incidents: Analysis of triage, surge, and resource use after the London bombings on July 7, 2005, Lancet 368:2219-2225, 2006. Esta descripción ofrece un panorama detallado de la respuesta hospitalaria ante las bombas del metro de Londres, incluidos los intervalos temporales individuales para víctimas graves. Aunque muestra cómo afrontan los centros modernos de traumatismos un suceso a gran escala, no aporta detalles sobre mortalidad y morbilidad prevenibles. Cushman JG, Pachter HL, Beaton HL: Two New York City hos- pitals’ surgical response to the September 11, 2001, terrorist attack in New York City, J Trauma 54:147-154, 2003. Una descripción clásica de la respuesta de los hospitales principales ante la destrucción del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, con un debate acerca del plan de respuesta hospitalaria estructurada. Frykberg ER: Medical management of disasters and mass casualties from terrorist bombings: How can we cope?, J Trauma 53:201-212, 2002. Esta es la primera revisión de la respuesta médica ante el terrorismo urbano que destaca la función de una priorización eficaz y contempla la respuesta médica en términos cuan- titativos. Frykberg fue un pionero llamando la atención de los cirujanos sobre la importancia de la preparación para las catástrofes. Hirshberg A, Scott BG, Granchi T, et al: How does casualty load affect trauma care in urban bombing incidents? A quantitative analysis, J Trauma 58:686-693, 2005. Se utilizó un modelo informático para simular la respuesta de un centro principal de traumatismos de EE. UU. a un atentado urbano con bomba, empleando los perfiles de víctimas de un hospital israelí. El modelo predice la curva sigmoidea, actualmente clásica, de la relación entre el nivel de atención a los traumatismos y la carga creciente de víctimas, y define la capacidad de reacción de la línea del servicio de traumatis- mos hospitalario. Welling DR, Ryan JM, Burris DG, et al: Seven sins of humanitarian medicine, World J Surg 34:466-470, 2010. De obligada lectura para todos aquellos cirujanos que se plan- teen participar en la ayuda médica a las catástrofes huma- nitarias, este editorial explica cómo las buenas intenciones pueden acabar causando más mal que bien. BIBLIOGRAFÍA 1. Dennis AJ, Brandt MM, Steinberg J, et al: Are general sur- geons behind the curve when it comes to disaster preparedness training? A survey of general surgery and emergency medici- ne trainees in the United States by the Eastern Association for the Surgery for Trauma Committee on Disaster Preparedness, J Trauma Acute Care Surg 73:612-617, 2012. Descargado para Anonymous User (n/a) en Universidad Nacional Autonoma de Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en septiembre 21, 2017. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2017. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org Push Button1: Push Button0:
Compartir