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Espíritu_y_palabra_itinerario_de_fe,_servicio_y_amor_Maximiliano

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ESPÍRITU Y PALABRA 
ITINERARIO DE FE, SERVICIO Y AMOR 
Maximiliano Calvo Ariño 
Maximiliano Calvo 
ESPÍRITU 
Y 
PALABRA 
ITINERARIO DE FE, SERVICIO Y AMOR 
m 
GRAFITE EDICIONES 
BILBAO 2005 
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que 
establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones 
por daños y perjuicios para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunica-
ren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su trans-
formación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o 
comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. 
© del texto: Maximiliano Calvo, 1995 
© Primera edición, 1995 
Segunda edición, 1997 
Tercera edición, 1997 
Cuarta edición, 2005 
Grafite Ediciones, S.L. 
Apartado de Correos 165 
48901 Baracaldo 
Tlf: 94 449 76 40 Fax: 94 449 98 48 
e-mail: pedidosgrafi te @ grafite-ediciones .com 
producciongrafite@grafite-ediciones.com 
www.grafite-ediciones .com 
ISBN: 84-96281-30-2 
Depósito Legal: M-32.265-2005 
Diseño y Maquetación: LDM Ediciones 
Imprime: Elece Industria Gráfica 
Encuademación: Encuademación Noventa. 
A mi esposa Encarnita y a mis hijos' 
José María, María del Carmen, María Encarnación, 
María Jesús, Inmaculada Palmira, Javier María, 
María de los Angeles, Jesús María 
y María Aranzazu, quienes 
de un modo o de otro han tenido 
mucho que ver con buena 
parte de estas experiencias. 
mailto:producciongrafite@grafite-ediciones.com
http://www.grafite-ediciones
"He aquí que vienen días —oráculo del Señor Yahveh— en 
que yo mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed 
de agua, sino de oír la palabra de Yahveh" (Am 8,11). 
Prólogo 
«Dios tiene una vocación única para todos: la santidad», 
nos dice el autor de este libro, Maximiliano Calvo, seglar, 
casado y dirigente de la "Comunidad Jerusalén", radicada 
en la diócesis de Zaragoza. 
Nuestra subida espiritual al monte de la perfección 
puede exponerse en una larga guía pormenorizada en todos 
sus detalles y con largos capítulos, densos de ideas. 
Muchas veces, para la ascensión al monte de Dios bastarán 
breves señales indicadoras, que nos guíen. El autor de este 
libro, «Espíritu y Palabra», ha preferido este segundo 
método orientativo. 500 sentencias breves sirven de indi-
cadores para el arduo itinerario de la fe, el servicio y el 
amor. 
Es en el huerto de la oración diaria, donde "perfuman las 
mandragoras" (Cant 7,14), en donde se destilaron estas sen-
tencias espirituales, como gotas de sabiduría celeste concen-
trada y exprimida para quien quiera beberías: Te daría a 
beber vino aromado, licor de mis granados (Cant 8,2). 
Y si este nuevo libro de «Sentencias» nació en la medi-
tación concentrada, justo será que se le guste en el cenáculo 
11 
de la oración ungida en donde nació. Era su autor quien 
nos decía en su aforismo 372: «Señor, te espero en mi 
bodega». Cuando las sentencias del libro, aparentemente 
dispersas, se meditan desde los números del índice 
Temático, agrupadas por materias, las enseñanzas afines 
cobran un nuevo relieve y un brillo especial y unitario, que 
alimenta el espíritu. En esta época de la mayoría de edad 
de los laicos en la Iglesia del Vaticano II y de la encíclica 
Christifideles laici, reconforta ver que un laico ejerce el 
magisterio espiritual del pueblo sacerdotal, real y profético 
entre sus hermanos, difundiendo enseñanzas sanas y segu-
ras. Al fin y al cabo, en el reloj de la Iglesia, ha sonado 
también la hora de evangelizar para los laicos creyentes, 
que han conocido personalmente a Cristo, Señor y 
Salvador. 
Ceferino Santos, S. J 
Universidad de Deusto 
12 
1 
El fuego de la carne destruye, el fuego del Espíritu purifi-
ca. Nuestras obras ponen de manifiesto qué fuego es el que 
nos consume. 
2 
El Espíritu Santo da vida a la Palabra de Dios impresa, la 
ilumina y la hace vida para quien se acerca a ella en las 
debidas condiciones, que son: limpieza de corazón, actitud 
de obediencia y búsqueda de Dios. 
3 
Nuestro caminar, personal o comunitario, tiene que ser al 
estilo de Abraham, que creyó "esperando contra toda espe-
ranza" (Rm 4,18). Pero al mismo tiempo es necesario creer 
"sin vacilar, porque el que vacila es semejante al oleaje del 
mar, movido por el viento y llevado de una parte a otra" (St 
1,6). Consecuencia: "que no piense recibir cosa alguna del 
Señor un hombre como éste" (St 1,7). 
13 
4 
La puerta de acceso a un hermano rebelde o en dificultades es 
el ágape, el amor de Dios que debe haber en mí. Lo que no se 
consigue con este amor no se consigue de otro modo, porque 
el ágape es el único fuego capaz de fundir todos los metales. 
5 
Dios no nos ha llamado sólo a ser buenos, sino a ser san-
tos: "Como el que os ha llamado es santo, así también 
vosotros sed santos en toda vuestra conducta" (1 Pe 15). 
6 
El hombre racional puede llegar a mostrarse tan irracional 
que se pase el tiempo pensando sobre las cosas de la vida 
y no llegue a pensar en serio sobre la vida. 
7 
Dice la sabiduría: "Venid a mí los que me deseáis y hartaos 
de mis productos" (Si 24,19). La verdadera sabiduría no es 
un almacenamiento de conocimientos, sino un banquete de 
alimentos espirituales, comidos y digeridos por el espíritu 
del hombre en la mesa del Espíritu de Dios. 
14 
8 
- Señor, danos hambre de tu Palabra, sana la inanición de 
tus discípulos hacia tu Palabra antes de que nuestra enfer-
medad sea irremediable, y haz que se cumpla entre nos-
otros tu profecía: "He aquí que vienen días —oráculo del 
Señor— en que yo mandaré hambre a la tierra, mas no 
hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la Palabra de 
Yahveh" (Am 8,11). ¡Pero que la escuchemos! 
9 
¿Hasta cuándo, Señor, estará mi cisterna agrietada, reci-
biendo las aguas de tu Amor y dejándolas escapar? ¿Hasta 
cuándo, Señor, estaré pidiéndote que vengas en vez de 
abrazarte cuando has venido? ¿Hasta cuándo, Señor, esta-
ré buscándote en vez de gozarme con tu presencia? 
10 
Una enfermedad grave, de la que al parecer sufren algunos 
'maestros', consiste en que, en vez de beber en las fuentes 
limpias y verdaderas de la Palabra de Dios bajo la direc-
ción del Espíritu, están bebiendo de las charcas sucias y 
engañosas de algunas corrientes teológicas actuales, que 
han puesto en duda o han negado importantes verdades del 
evangelio de Jesucristo, mientras convierten al hombre en 
15 
centro de atención, de dedicación y de culto, sentándolo en 
el trono del Rey de reyes y Señor de señores, aunque para 
eso hayan tenido que retirar antes al verdadero propietario 
del trono. 
11 
¿Qué clase de personas se encuentran en una comunidad 
cristiana? Hay fuertes y débiles (cf. Rm 15,1), maduros o 
espirituales y niños o carnales (cf. 1 Co 3,1), con diferen-
tes carismas (cf. 1 Co 12,7-11) y ministerios (cf. Rm 12,6-
8) para la edificación del Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4,12), 
etc. Pero en el punto de partida hay una clasificación fun-
damental: 1) los que se buscan a sí mismos, 2) los que se 
buscan a sí mismos y al Señor, 3) los que buscan sólo al 
Señor. 
12 
Cuando, impulsados por el Espíritu, proclamamos la sobera-
nía de Jesús sobre toda la creación, y en especial sobre el 
reino espiritual caído, es como si atravesáramos los espacios 
de las alturas y las profundidades lanzando en todas las direc-
ciones el grito de guerra de los hijos de Dios, que hieren el 
orgullo de Satanás y de sus huestes, haciendo tambalear sus 
tronos. Al tiempo que los enemigos contraatacan con los dar-
dos de su furia que pasan a nuestro lado como descarga de 
16 
rayos en una tormenta, pero... sin alcanzarnos. ¡Así actúa el 
poder de Dios desatado por la oración de los discípulos! 
Ser cimiento, ser pilar, ser forjado, ser tejado, ser ladrillo o 
cualquier otra cosa. ¡Qué más da, si estás 
siendo parte del templo de la Trinidad! 
H 
Los placeres ilícitos devoran a sus amantes. 
15 
La adoraciónes el clima de fiesta y comunión permanen-
tes en el cielo. La oportunidad que Dios nos da de ser ya 
adoradores en la tierra supone una participación y una anti-
cipación de la adoración en el cielo, con los adoradores del 
cielo, al estilo de cielo. 
16 
Mi vida de aquí se va acercando a su noche poco a poco, 
como las hojas de árbol en otoño caen lentamente en los 
brazos de la tierra, pero siento que mi Señor va recogiendo 
en sus manos de misericordia las hojas de mis días para 
17 
guardarlas y reconstruir con ellas mi árbol de vida eterna, 
plantado en su Reino al lado del "río de agua de Vida que 
brota del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22,1). 
17 
En cualquier oración de alabanza, en especial comunitaria, 
habría que distinguir entre la alabanza que sale del corazón 
y se expresa mediante la voz, y la alabanza que sale sólo 
de la boca. En la primera domina lo profundo; en la segun-
da lo superficial. La primera es fruto del Espíritu; la segun-
da, de la carne. La una sube hasta el trono del Altísimo; la 
otra se queda en nuestro trono personal. 
18 
Los discípulos de Jesús nunca podemos decir: "Ya hemos 
llegado" y pararnos luego a descansar. Somos caminantes 
del camino a la tierra prometida, que no está lejos ni cerca, 
sino simplemente al final del camino. 
19 
Espero que a medida que este vaso de barro (cf. 2 Co 4,7) 
de mi persona —en el que el Señor ha querido colocar el 
tesoro de su Espíritu— vaya envejeciendo y resquebraján-
dose, su tesoro podrá hacerse cada vez más visible. 
18 
2 0 
En la comunidad cristiana no podemos marcarnos como 
meta tener amigos, sino hermanos. 
21 
Algunas diferencias entre la sabiduría que viene de arri-
ba y la sabiduría que viene de abajo, entre la sabiduría 
que procede del Espíritu y la sabiduría que lleva la marca 
de la carne, porque termina en sí misma y no se somete 
a Dios: 
• La sabiduría que viene de arriba es "una demostración del 
Espíritu y del poder" (1 Co 2,5); la que viene de abajo se 
apoya en "discursos persuasivos" (1 Co 2,4). 
• La sabiduría que viene de arriba es "sabiduría de Dios, 
misteriosa, escondida, destinada desde antes de los siglos 
para gloria nuestra, desconocida por todos los príncipes de 
este mundo" (1 Co 2,7-8); la que viene de abajo es "nece-
dad a los ojos de Dios" (1 Co 3,19). 
• La sabiduría que viene de arriba siempre tiene una verdad 
que decir; la que viene de abajo siempre opina, aunque no 
tenga verdad para decir. 
• La sabiduría de arriba tiene mucho de silencio; la de 
abajo, de palabrería. 
• La sabiduría que viene de arriba es Palabra de Dios; la 
que viene de abajo, palabra de hombre. 
19 
¿Qué razón habrá para que los discípulos de Jesús amemos 
tanto la sabiduría de los hombres y busquemos tan poco la 
sabiduría de Dios? 
22 
Humanamente hablando, los caminos quedan, y el hombre 
pasa por ellos. Pero hablando en términos espirituales, los 
caminos pasan y el hombre permanece. 
23 
El trigo sacado de la espiga resulta poco apetitoso. Sin 
embargo, una vez convertido en harina mediante el proceso 
de trituración, tratado con levadura y cocido en el horno, se 
convierte en pan riquísimo. Cada discípulo de Jesús es un 
grano de trigo, que Jesús pone en manos del Espíritu, para 
que él nos quite la cascara del hombre viejo que es el mundo, 
nos triture sometiendo la rebeldía de la carne y, una vez tra-
tados con la levadura de su amor, nos introduzca en el horno 
de la cruz para cocernos. Así nos hacemos aceptables al 
Padre y apetitosos para quienes tienen hambre de Dios. 
24 
El camino del discípulo permanece en él mismo, porque 
está construido con sus "pies de mensajero que anuncian la 
paz..." (Is 52,7). 
20 
25 
¡Cuántas veces creemos estar en la Luz, cuando únicamen-
te poseemos algún débil destello de la misma! 
26 
Gracias, Señor; por todo lo que me has dado. Gracias, 
Señor, por todo lo que tengo. Todo es tuyo: lo pequeño y lo 
grande, lo visible y lo invisible, lo ordinario o lo extraor-
dinario. ¡Todo es tuyo! y gracias, Señor, por el gozo que 
me produce el hecho de comprender que todo es tuyo y 
viene de ti. ¡Qué descanso saber que nada puedo llamar 
"mío" con propiedad, más que mis pecados; pero hasta 
éstos has querido quitármelos para clavarlos en la cruz. 
27 
Mi carne tiene hambre de carne; pero mi espíritu clama por 
el Espíritu de Dios. Como en toda guerra se producen ten-
siones, batallas, cansancio y... victoria. ¿De quién? 
¡Depende de mi apoyo! 
28 
Desde el momento en que empezamos a caminar por los 
caminos del Señor tenemos que colocarnos el sombrero de 
21 
la humildad, para protegernos de los fatídicos rayos del sol 
que llamamos "orgullo". 
29 
Jesús es la luz del mundo. Si no estamos identificados con 
él, ¿qué luz podremos dar a los que nos la pidan? 
30 
Tres niveles de tratamiento para la carne: a) lo que se le 
puede permitir, porque es natural y no se opone a la volun-
tad de Dios; b) lo que no se le puede permitir, porque es 
contrario a la voluntad de Dios; c) lo que no se le debe per-
mitir, porque, aun siendo natural y lícito, no está sometido 
al espíritu. 
No te engañes alimentándote de tus verdades, porque tus 
verdades rara vez coinciden con la Verdad. La Verdad se 
manifiesta siempre con su rostro natural, o mejor dicho, 
sobrenatural, porque tiene siempre su expresión en Dios 
y en su enviado Jesucristo; tus verdades, sin embargo, 
están de ordinario cubiertas por la máscara de tu interés. 
22 
32 
Mecha sin aceite, se quema; aceite sin mecha, no arde; 
mecha y aceite dan luz. Así pasa con las obras del discípu-
lo de Jesús: cuando carecen del aceite del Espíritu, resultan 
inútiles; pero, cuando son resultado de la colaboración con 
el Espíritu, tienen poder, luz y vida. 
33 
Hay palabras transmisoras de verdad (cf. Jn 17,17), pala-
bras transmisoras de mentira (cf. Ap 14,5) y palabras vanas 
(cf.Ef5,6). 
Las primeras nacen de la verdad, llevan en sí mismas el 
sello de la verdad y producen obras de vida procedentes del 
"Espíritu de la verdad" (Jn 4,1.7); las segundas nacen de la 
mentira, llevan en sí mismas el sello de la mentira y pro-
ducen obras de pecado y de muerte; las últimas no llevan 
nada, mientras aparentan llevar mucho. 
I ,as primeras proceden de Dios y de su Hijo Jesucristo el 
"lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14), porque ellos son la 
íuente de toda verdad; las segundas proceden de Satanás, 
"mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,44), porque en él 
110 hay verdad; las últimas tienen su origen en el hombre, 
que es vacío en sí mismo, o en "los rebeldes, vanos, habla-
dores y embaucadores" (Tt 1,10), que no sirven a Dios sino 
al padre de la mentira. 
23 
34 
En los planes de Dios hay una gran diferencia en la utili-
dad que tienen los santos y los sabios. Los sabios le sirven 
a Dios para poco, los santos le sirven para mucho, los san-
tos sabios le sirven para todo. 
35 
El Espíritu y la lógica no van siempre por el mismo cami-
no; con frecuencia van por caminos paralelos y, a veces, en 
dirección contraria. 
36 
Que corra la vida, 
que vuele el amor: 
me voy al encuentro 
de mi gran Señor. 
37 
A veces podemos dar la impresión de que pensamos que 
Dios está algo sordo y que, cuanto más levantemos la voz 
al orar, más fácilmente nos oirá y antes nos responderá 
¡Como si el oído de Dios estuviera hecho a imagen y seme-
janza del oído del hombre! 
24 
38 
El tiempo es para el trabajo; la eternidad, para el descanso. 
39 
Mirarnos y vigilarnos unos a otros en la comunidad es lo 
mejor que podemos hacer para no poner los ojos en el 
Señor, y ¡qué bien se siente el Acusador de los hermanos 
cuando lo hacemos! 
40 
¡Envidia cochina! ¡Cochina envidia! No sé cómo suena más 
cochinamente, pero ninguna expresión podrá alcanzar la total 
realidad de la envidia, que es fuente de amargura, roedor de 
la paz interior, juez de condenas injustas, pie para muchas 
zancadillas, hambre que sólo se sacia con dolor ajeno, bomba 
de relojería destructora de relaciones, madre prolíficade 
celos, autora de crímenes absurdos, tiniebla que barre toda 
luz, cárcel y carcelero para quien la alimenta... 
41 
Cuando san Pablo escribió el capítulo 6 de la carta a Efesios, 
¿habría tenido alguna visión de los combates celestiales que 
tienen lugar en las alturas cuando los discípulos proclaman 
25 
en la tierra a Jesús como Señor, su soberanía, su poder, su 
majestad, su realeza... y antas cualidades y atributos suyos? 
4 2 
El que experimenta la libertad de los hijos de Dios está en 
el tiempo, pero vive fuera de él, porque su sitio no es el 
tiempo, sino la eternidad. 
43 
Ser como él en él. Este es el resultado de nuestro "creci-
miento hasta la madurez de Cristo" (Ef 4,13). Todo el pro-
ceso ha sido o tiene que ser el que va desde el empezar a 
ser del bautismo hasta el ser de la plenitud en la gloria. 
44 
Dios nos habla a través de su Palabra revelada, pero no 
siempre que nos acercamos a ella. Él es el Señor y decide 
cuándo hablarnos y cómo hablarnos. Nuestra actitud tiene 
que ser sencillamente la de una espera humilde y perseve-
rante en la escucha. 
45 
Si Jesús, el Cristo, en vez de morir por nosotros, nos hubie-
ra dejado el recuerdo de grandes obras sociales, con toda 
26 
i 
seguridad estaría mejor visto en nuestros tiempos. Su pro-
blema con la Humanidad es que fue tan lejos que el hom-
bre moderno, que presume de sabio sin serlo, no lo entien-
de y, por lo mismo, lo rechaza. 
"La gloria de Dios llena la tierra" (Nm 14,21). También tu 
mente, tus emociones, tu voluntad, tu cuerpo, todo tu ser. ¡La 
gloria de Dios te llena! ¿Por qué no le dejas manifestarse? 
47 
El día en que los discípulos de Jesús nos tomemos serio la 
Palabra de Dios, Dios nos tomará más serio a sus discípulos. 
48 
La bomba atómica que Satanás, el enemigo de Dios ha lan-
zado contra la Palabra de Dios en nuestro tiempo es la duda. 
Negar la Palabra hubiera sido mucho menos efectivo, hubie-
ra tenido menos respuesta. A veces la duda no tiene rostro de 
maldad, sino de intelectualidad, de sabiduría humana; vista 
así resulta atractiva para todos los que no han conocido la 
sabiduría que "desciende de lo alto" (St 3,15), entre los cua-
les hay muchos que se confiesan discípulos y algunos que se 
hacen pasar por maestros. 
27 
49 
La rebeldía de la carne y las ofertas del mundo rechazan el 
señorío de Jesús, mientras la docilidad del espíritu lo 
desea. En medio, con capacidad para decidir, está la volun-
tad humana, debilitada por el pecado y solicitada por el 
Amor, sufriendo dolores de parto espiritual hasta que se 
decide a decir 'sí' al único y verdadero Señor. 
50 
El Señor ha llamado a los seglares a ser ovejas de su reba-
ño, pero no borregos. 
Llamando a su puerta, 
nudillos sin voz, 
mi alma esperaba 
que hablara su Amor. 
Aunque Dios no es sordo, hay oraciones que él no escucha, 
porque no reúnen los mínimos necesarios para llegar hasta 
su presencia. 
28 
53 
El Señor es tan misericordioso que no nos permite ver 
nuestra propia condición interior más que poco a poco, en 
la medida en que somos capaces de resistir el conocimien-
to de nuestra miseria espiritual. 
54 
Si en vez de dedicarnos a dar tantas vueltas a los proble-
mas cuando los tenemos, nos dedicáramos a dar vueltas 
a la solución de los problemas, cuántos de los problemas 
que aún tenemos habrían desaparecido hace tiempo. 
55 
En Dios hay un amor trinitario entre Padre, el Hijo y el 
Espíritu Santo. El amor del hombre, creado a imagen de 
Dios, también tiene tres referencias: Dios, el prójimo y 
yo. 
56 
Una cosa es respetar a los pastores y otra muy distinta 
admirarlos. El respeto es una obligación, pero la admira-
ción se la tienen que ganar. 
29 
57 
Tres actitudes posibles hacia los superiores: Respetarlos, 
hacerles la pelota o admirarlos. 
El respeto a los superiores mantiene el orden en las rela-
ciones; hacerles la pelota es alimentar su vanidad y al 
mismo tiempo sacar provecho, si se puede; la admiración 
engendra esfuerzo de seguimiento e imitación. 
Sólo el líder que recibe respeto, rechaza la vanidad y es 
admirado debería permanecer en el liderazgo. 
El verdadero discípulo de Jesús es como un libro en blan-
co que se presenta cada día a su Señor, para que él vaya 
escribiendo su voluntad en él. 
59 
La Palabra se hizo carne y se deshizo en palabras. 
6 0 
Los discípulos de Jesús hemos sido elegidos por el Padre 
antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,4), pero no 
seleccionados. La elección significa sencillamente ser 
tomados, sin ninguna otra referencia; la selección da la 
30 
idea de elegir a unos con exclusión de otros. Dios elige, 
pero no rechaza. 
61 
Si Dios ama con amor infinito al hombre —y nos lo ha 
demostrado sobradamente— ¿por qué el hombre no acoge 
plenamente el amor de Dios? ¿No será porque no se ajusta 
a su necedad? 
62 
— Mi Cuerpo está enfermo, mi Cuerpo está muy enfermo, 
mi Cuerpo está gravemente enfermo. 
63 
En el Reino de Dios sólo hay un médico. Los demás somos 
todos personal auxiliar. 
64 
Los discípulos estamos llamados y destinados por el 
Maestro a ser "luz del mundo" (Mt 5,14). Pero ¿cómo 
vamos a ser capaces de dar luz, si no cargamos continua-
mente las pilas en la fuente de la luz? 
31 
65 
Hay bastante diferencia entre los críticos y los criticones: 
Ser crítico es practicar un oficio, ser criticón es dar rienda 
suelta a una baja debilidad. 
Para ser crítico hay que tener capacidad; para ser criticón, 
basta tener "mala lengua". 
Un crítico tiene cierta autoridad; los criticones tienen bas-
tante con la rebeldía. 
El crítico puede hacer una labor constructiva; el criticón 
sólo destruye. 
No tenemos que sorprendernos si la palabra de Dios nos 
avisa: "Si os mordéis y os devoráis mutuamente, mirad no 
vayáis mutuamente a destruiros" (Ga 5,15). 
66 
La adoración es la gran oportunidad que Dios da al hom-
bre para encontrarse con él frente a frente, para que conoz-
ca a Dios y se conozca a sí mismo. 
67 
El hombre que, consciente del valor de la adoración, 
pone la adoración como objetivo principal en su vida, 
más que alejarse de la tierra ha empezado a entrar por fe 
en la gloria. 
32 
68 
El valor de la adoración se descubre, sobre todo, adorando. 
69 
A veces nos empeñamos en escapar a nuestras ataduras 
poniendo todo el esfuerzo en romperlas. Sería más efectivo 
buscar correctamente el rostro de Dios en adoración, porque 
nuestro encuentro con él produce una ruptura suave y casi 
inconsciente de nuestras esclavitudes y, al mismo tiempo, 
encontramos al único que puede sustituirlas con el don de su 
libertad. 
70 
¿Yo? Como la regadera. Que el Señor me llene con el agua 
de su Espíritu, me tome y riegue lo que quiera. 
Permaneciendo en su mano, me usará como quiera y me reti-
rará cuando quiera. De nada puedo quejarme ni vanagloriar-
me. ¿O acaso es la regadera la que da vida y no el agua que 
sale de ella? 
71 
Si tuvieras un teléfono rojo con el que pudieras hablar con 
Dios directamente, ¿qué harías? ¡Pues lo tienes! 
33 
72 
Aunque la adoración nos lleva a la presencia de Dios y 
todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo (cf. 1 Ts 5,23) — 
puede experimentar esa presencia, sólo la fe nos manten-
drá perseverantes en la adoración, porque sólo ella nos 
puede conducir de lo visible a lo invisible. 
73 
Un adorador es aquél que asciende desde las honduras de 
la vida hasta las alturas de Dios para encontrarse con él; 
luego vuelve de nuevo a sus honduras y repite incesante-
mente el camino hasta el día de la adoración sin retorno. 
74 
La adoración tiene mucho que ver con la presencia de 
Dios. Pero ésta tiene que ver a su vez, y no poco, con el 
conocimiento de Dios. Por eso, cuanto mayor sea nuestro 
conocimiento-experiencia de Dios, más fácil y más rica de 
contenido será nuestra adoración. 
75 
Para ser un buen pastor hay que tener el corazón del Pastor, 
la mente del Pastor y la dedicación del Pastor. 
34 
76 
Misterio quiere decir oscuridad y pregunta. La existencia 
del hombre es, en su mayor parte,oscuridad y pregunta, es 
decir, misterio. 
77 
Todo ser humano tiene experiencia de que la vida se va; 
pero no son muchos los que están convencidos de que la 
Vida les está esperando. 
El silencio se construye con sueños; el ruido, con realida-
des. Para mantener la armonía, hay que soñar con las rea-
lidades y hacer realidad los sueños. 
79 
La verdadera paz es mucho más que sosiego, quietud, 
equilibrio, relajación y carencia de turbación. Todo esto, 
aún siendo bueno, suena a incompleto. La verdadera paz 
es comunión con el poseedor único de la Paz verdadera. 
8 0 
Enseñar acerca de las cosas de Dios tiene que ser compartir 
35 
algo que sabes, algo que crees y algo que vives. Si no tie-
nes estas condiciones, mejor es que te calles. 
81 
La palabra tiene más poder que cualquier energía física de 
la creación; es una energía que cualquier hombre produce 
y usa a su antojo y muchas veces sin control. ¿Cómo pode-
mos esperar que el mundo esté de otro modo, a la vista de 
tantos miles de millones de bombardeos incontrolados 
como se producen cada día? 
82 
La vida es un impulso hacia adelante. El pasado es un 
recuerdo; el presente, cuando quieres atraparlo, ya se ha 
escapado. Sólo queda el futuro, que es camino y puerta de 
eternidad; pero también éste dejará de ser una vez cumpli-
da su misión de llevarnos al eterno Yo Soy. 
El hombre, cuando es joven, sueña con el futuro que se 
imagina; cuando es maduro, se afana por lograr algo de lo 
que queda de sus sueños; cuando es anciano, comprueba 
que "los sueños sueños son", y quisiera no haber soñado. 
36 
84 
La nube que iba delante le dijo a la que iba detrás: "Corre". 
y la nube que iba detrás le dijo a la que iba delante: 
"Espera". ¡Y nunca se encontraron! 
Como discípulos de Jesús deberíamos estar familiarizados 
con la cruz. Sin embargo, el solo hecho de pensar en ella nos 
produce rechazo y temor. ¿Por qué? ¿Es que no creemos en su 
valor y en su poder? Entre los cristianos el problema no es 
precisamente que no creemos, sino que no creemos suficien-
temente. 
86 
Dicen que "querer es poder". Como siempre que se dicen 
las cosas a medias, también esta frase resulta peligrosa. 
Porque ¿qué pobre no querría ser rico, qué obrero no que-
rría ser patrón, qué débil no querría ser poderoso, qué 
anciano no querría ser joven, qué enfermo tener buena 
salud, o qué mortal no querría ser inmortal, por citar algu-
nos ejemplos? Querer es poder... ¡algunas veces! 
87 
El discípulo de Jesús no está llamado sólo a saber mucho 
acerca de su Maestro, sino a ser y a obrar como él. 
37 
88 
No es lo mismo una Iglesia administrada que una Iglesia 
pastoreada; ni es lo mismo una Iglesia bautizada que una 
Iglesia evangelizada. 
89 
Los enemigos son tres: mundo, demonio y carne. El ene-
migo es uno: el pecado. 
90 
Callar cuando hay que callar es virtud; callar cuando hay 
que hablar es cobardía. 
El hombre busca a Dios porque lo necesita; Dios busca al 
hombre porque lo ama. 
92 
Si no quieres fracasar como discípulo de Jesús, no vayas 
nunca en tu nombre, sino en el nombre de Jesús y porque 
él te envía. 
38 
93 
Nos alegramos cuando comprobamos que el Señor nos ha 
liberado de algo; pero pronto comprobamos que aparece 
algo nuevo de lo que también tendrá que liberamos. 
94 
La Comunidad cristiana no es sostenida principalmente por 
los pensadores ni por los currantes, sino por los orantes. 
95 
El hecho de no entender muchas cosas en nuestras relacio-
nes con Dios no es un problema tan serio como el hecho de 
no aceptar que no podemos entenderlo todo. 
96 
La mano del que mata a cuchillo está cerca de la víctima, 
pero la lengua del murmurador puede matar a mucha dis-
tancia. 
97 
El tiempo es la ocasión para la siembra; la eternidad, para 
gozarse con la cosecha. 
39 
98 
Los cargos que el Acusador presenta contra el hombre suelen 
ser de ordinario ciertos o parcialmente ciertos; pero más cier-
to es que Dios nos perdona en Cristo, porque "la sangre de su 
hijo Jesús nos purifica de todo pecado" (1 Jn 1,7). 
99 
A las obras de un bautizado sólo se les puede dar certifica-
do de calidad cristiana cuando son hechas en el nombre de 
Jesús, es decir, con él, en él y por él. 
1 0 0 
Los caminos de Dios son santos (cf. Sal 77,14). Por eso es 
normal que sólo los santificados puedan andar por ellos. 
101 
El Rey Jesucristo ha querido tener muchos embajadores en la 
tierra (cf. 2 Co 5,20), pero ninguno puede sustituirle en todo. 
102 
A los discípulos de Jesús nos ha sido dado el poder de pro-
clamar el señorío de Cristo y la superioridad de su trono 
40 
sobre los tronos de Satanás y todos los Principados, 
Dominaciones, Potestades, etc. Cuando lo hacemos correc-
tamente, —desde nuestra posición en Cristo—, Satanás y 
sus ejércitos abandonan la lucha y huyen. 
103 
La solución a los problemas que tiene el mundo de hoy no 
es política, ni social, ni económica, sino moral. Los ideales 
y las metas de las democracias se centran en mejores 
gobernantes, mejores leyes, eliminación de la pobreza 
material, distribución de riqueza, altos niveles de salud, 
control de la violencia, disfrutar la vida hasta... y metas 
parecidas. Aunque estas metas se alcanzaran —y la expe-
riencia nos muestra cada día con más claridad que tienen 
mucho de utopía— nos proporcionarían un mundo menos 
malo, pero jamás un mundo bueno; un mundo menos des-
graciado, pero jamás un mundo feliz. Porque la felicidad 
verdadera sólo mana de una fuente, que es Dios. 
104 
El objetivo final del servicio cristiano es el Reino de Dios 
y su Rey Jesucristo. Los servicios y trabajos de cada día 
que no tengan esta meta son humanos y tal vez muy loa-
bles, pero aún no cristianos. 
41 
105 
El Hijo del hombre, que "no ha venido a ser servido sino a 
servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 
20,28), lo hizo todo pensando en el Padre y para su gloria. 
¿En qué y en quién pensamos los discípulos del Hijo del 
hombre? 
106 
La dificultad para moldear una estatua depende del grado 
de dureza del material que se usa. No se modela con la 
misma facilidad una estatua de granito que una de alabas-
tro, por ejemplo. Pero sabemos que, una vez finalizado el 
trabajo, la duración de uno es mucho mayor que la del otro. 
Las personas que han sido maltratadas por la vida son más 
difíciles de moldear por el Señor, el artista de los artistas; 
pero, cuando ha conseguido moldear una, el Señor se goza 
de modo especial con su obra. 
— Señor, te ruego que me moldees como si fuera granito, 
pero que me cuides como si fuera alabastro. 
107 
Una cosa es lo ideal y otra muy distinta lo real. Lo real es 
lo que se vive cada día, lo ideal es lo que nos ayuda a vivir 
lo real sin que nos hundamos. 
42 
108 
Ciertas fiestas populares en honor del Patrón o de la Patrona 
que se celebran en muchos pueblos y ciudades de España son 
ante todo un tinglado perfectamente aprovechado por los 
enemigos del Reino. Se celebra algún que otro acto religioso 
y el resto del tiempo y de los actos, a los que se da el nombre 
de "profanos" se dedican a comer y beber frecuentemente sin 
control, holgar, bailar, divertirse como sea, es decir, a dar 
rienda suelta a la carne. Eso sí, todo en honor del santo o de 
la santa de turno. ¡Faltaba más! 
109 
El Señor no espera de nosotros que permanezcamos en el 
calor primero, ni en los sentimientos primeros, sino "en el 
amor primero" (Ap 2,4). 
110 
Señor, ya sé que no tengo derecho a pedirte que nos mues-
tres qué pasa cuando intercedemos; pero ¿no crees que nos 
ayudaría bastante saberlo? 
111 
Lo más terrible de este vacío que está viviendo hoy el 
mundo es que no se da cuenta de la situación. 
43 
112 
Sin la chispa de la conversión no puede prender el fuego 
del amor. 
113 
Sueño con el día en que el Espíritu, que es Fuego, queme 
toda la porquería de mi basurero personal. 
114 
La importancia de la participación de un discípulo en la 
restauración del Reino no se mide tanto por su autoridad o 
responsabilidad,como por la calidad de su servicio. 
115 
El pueblo no ve de ordinario más allá de la capacidad de 
las gafas que le colocan los ópticos de turno. 
116 
Una de las más peligrosas y funestas afirmaciones que se 
han dicho a los discípulos de Jesús es que, para ser buen 
cristiano, basta ser honrado, comportarse como buen padre 
o madre de familia, cumplir con sus obligaciones, ayudar a 
44 
quien lo necesite, ir a misa... y poco más. Todo esto lo 
puede hacer, por ejemplo, cualquier mahometano; con la 
particularidad de que, si no va a misa, suele dedicar a los 
cultos de su religión más tiempo que la mayoría de los cris-
tianos a los suyos. Sólo se es buen cristiano cuando se 
cumplen las condiciones establecidas por Jesucristo, su 
maestro y fundador: "Si os mantenéis fieles a mi palabra, 
seréis verdaderamente mis discípulos" (Jn 8,31). 
117 
La carne usa la libertad para su satisfacción; pero el espíri-
tu la usa para amar: a Dios porque es Dios, y al prójimo por 
Dios. 
118 
Corazón embotado también es igual a "ojos que no ven y 
oídos que no oyen" (cf. Hch 28,27). 
119 
Para lavar y blanquear nuestras vestiduras con la sangre 
del Cordero (cf. Ap 7,14) hay que pasar por la gran tribu-
lación, es decir, hay que llevar la cruz y morir, como el 
Cordero, en ella. 
45 
1 2 0 
El mayor problema de Satanás y sus compinches no es 
Dios, sino Jesucristo. 
121 
El verdadero discípulo de Jesús debe saber cómo distribuir 
sabiamente el tiempo entre el cuerpo, el alma y el espíritu, 
dándole a cada uno lo que le corresponda en justicia y de 
acuerdo con su dignidad, poniendo el espíritu en primer 
lugar, el cuerpo al final, y el alma entre los dos. 
Pero la práctica nos muestra que suele suceder todo lo con-
trario: la atención se centra en primer lugar en el cuerpo; 
en segundo lugar, en las cosas del alma; y al final —bas-
tante al final— en las del espíritu. 
122 
Las oraciones huecas están hechas de palabras que sólo 
salen de la boca; las oraciones verdaderas están construi-
das con los anhelos que salen de las fuentes del corazón. 
123 
— ¿A dónde me llevas, Señor? 
— A la cruz. 
46 
124 
Lo más importante de una batalla no es su dureza, ni su 
duración, ni las armas que se emplean, sino el resultado; 
también en la batalla espiritual. La diferencia con otros 
combates está en que en la batalla espiritual tenemos ase-
gurada la victoria siempre que luchamos "el buen combate 
de la fe" (1 Tm 6,12), es decir, armados por el Espíritu de 
Jesús y guiados por él. 
125 
Cuando se toma una moneda, se toman sus dos caras. 
También la moneda del evangelio tiene dos caras: por eso, 
si cogemos la cara de la promesas de felicidad, tenemos 
que aceptar también la cara de la persecución y la cruz. 
12Ó 
«La santidad es el adorno de tu casa» (Sal 93,5). 
— Pero... ¿qué es tu casa? 
— Tú eres mi casa. 
127 
Renuncia a todos tus criterios, a todos tus sentimientos y a 
todas tus decisiones. Busca los criterios del Señor, sintoniza 
47 
con sus sentimientos y haz en todo su voluntad. Entonces 
estarás cumpliendo el primer mandamiento y, sin propo-
nértelo, todos los demás. 
128 
Hay tres clases de enseñanza acerca de las cosas de Dios: 
la que da vida, la que no da nada y la que da muerte. En la 
primera existe una colaboración del hombre y del Espíritu 
de Dios; la segunda procede únicamente del hombre; en la 
tercera, el hombre cuenta con la ayuda del Maligno. 
129 
Amar al prójimo exige aceptar a los demás como son, aún 
a riesgo de que no nos acepten como somos. 
130 
El servicio puede tener un valor trascendental desde que 
Jesucristo, el Siervo de Yahveh, nos enseñó a amar sir-
viendo: a Dios por sí mismo y al prójimo por Dios y desde 
su Espíritu. Pero puede haber un servicio externamente 
muy parecido al anterior, que no tiene nada de trascenden-
tal, porque se hace sólo desde el hombre y sólo para el 
hombre. 
48 
131 
Ser cristiano es, en definitiva, participar de la vida de Dios 
en Cristo y por el Espíritu. 
132 
Quien vive de cara al mundo y procurando agradar al 
mundo no puede vivir de cara a Dios y agradando a Dios, 
porque Dios no comparte su gloria con nadie. 
133 
La gloria del mundo se viene, 
la gloria del mundo se va. 
Si Cristo ha venido a mi vida 
¿quién, di, me lo arrebatará? 
134 
Una buena enseñanza acerca de Dios no consiste en 
demostrar que sabemos mucho, sino en vivir lo que ense-
ñamos, aunque no sea mucho. 
135 
—En una situación como la que estamos viviendo nuestros 
tiempos, ¿qué se puede hacer, Señor? 
49 
— Subir a Jerusalén y volver a empezar. 
— Es que tú ya no puedes volver a subir a Jerusalén 
— Pero vosotros, sí. 
136 
Si "la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de 
Dios" (1 Co 3,19), ¿qué será su injusticia? 
137 
Cuando sabemos un poco pronto nos creemos sabios; pero 
¿qué somos en realidad, sabios o listillos? 
.38 
El Señor es digno de acción de gracias, de alabanza, de 
adoración, de bendición, de honor...¡Y de servicio! 
139 
Desgracia es para el hombre no llegar a conocer a su 
Redentor; pero es mucho peor separarse de él después de 
haberlo conocido, porque "el que no cree, ya está conde-
nado" (Jn 3,18). 
50 
140 
Servir a Dios es descubrir nuestro capacidad como criatu-
ras; amar a Dios es vivir nuestra filiación divina. 
141 
— Señor, da la impresión de que cada vez hay más pájaros 
que comen la semilla de tu palabra. 
— No, los pájaros no aumentan; lo que ocurre es que han 
disminuido los sembradores y los cazadores. 
142 
El tiempo nos entrega en los brazos de la muerte; la eter-
nidad nos abre los brazos de la Vida. 
H3 
Las verdades de los hombres mueren con ellos, la verdad 
de Dios los entierra a todos. 
144 
El infierno de los justos es convivir con la injusticia que les 
rodea; pero la presencia de los justos es el tormento de los 
impíos. 
51 
HS 
— Señor, parece que cada vez cae más semilla en el cami-
no y entre abrojos y pedruscos. 
— Es que cada vez tengo menos discípulos dispuestos a 
abrir surcos, a preparar la tierra y a sembrar la semilla de 
mi Palabra. 
146 
Las inseguridades o la falta de seguridades nos abren con 
frecuencia a la acción de Dios y nos preparan para encon-
trarnos con él. Y al contrario: la posesión de seguridades 
nos cierra a la acción de Dios y nos lleva al encuentro de 
nuestra autosuficiencia y nuestra soberbia. 
147 
Para la paciencia de los evangelizadores: el Señor dijo que 
"se predicara en su nombre la conversión a todas las nacio-
nes" (Le 24,47). Pero no dijo cuánta gente se convertiría. 
148 
A nuestro tiempo personal, cuando está dominado por la 
búsqueda y el encuentro de Dios, se le pone cara de eterni-
dad; pero, cuando está entretenido con las cosas de este 
mundo, se le pone cara de tiempo, hasta que se muere. 
52 
149 
— Señor, ¿cuándo podremos ver una buena cosecha en tus 
campos? 
— Cuando mis discípulos dejen de escapar a la cruz. 
150 
"Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: 
'Siervos inútiles somos"' (Le 17,10). 
El siervo inútil no es sólo inútil de verdad, sino que ade-
más reconoce su inutilidad. 
Siervo utilizable es el que, sabiéndose inútil, se deja uti-
lizar. 
Lo que el Señor necesita son siervos inútiles, pero utili-
zables. 
151 
¡Cuántas veces le decimos al Señor: "Habla, que te escucha-
mos", pero sólo por curiosidad de conocer lo que nos pueda 
decir, sin la menor intención de hacer lo que nos diga. 
152 
— Señor, cuánto esfuerzo cuesta hacer un verdadero discí-
pulo tuyo. 
53 
— A mí me llevó tres años, a tiempo completo, hacer unos 
cuantos y, aún así, tuve que enviar el Espíritu Santo para 
que completara mi obra. 
153 
¡Cuántas veces nos quejamos de que el Señor no nos habla, 
cuando la verdad es que no le dejamos hablar, porque no le 
dedicamos el tiempo necesario o porque pasamos el tiem-
po hablando nosotros! 
154 
El problema más incómodo con el que solemos encontra-
mos los discípulos de Jesús en nuestro seguimiento consis-
te en que de ordinario queremos servirlea medias, es decir, 
a distancia: nos entregamos, pero no del todo; lo acepta-
mos como Señor, pero hasta cierto punto; nos sometemos 
a su voluntad, pero mientras no difiera mucho de la nues-
tra. Y luego nos quejamos de que no lo encontramos. 
155 
Cuando estamos en Cristo, nuestros sufrimientos son tam-
bién sus sufrimientos y los comparte con nosotros. Pero si 
no somos conscientes de esto, el sufrimiento nos pesa 
como si lo lleváramos solos. 
54 
156 
¡Cuántas veces decimos al Señor: "Ven, Señor", mientras 
mantenemos cerradas nuestras puertas porque tememos 
que quiera gobernar nuestra vida. 
157 
Cuando nos acercamos al Señor, tenemos que hacerlo sin 
caretas. Entre otras razones porque, además de hacer el 
ridículo, de nada nos servirían ante él. 
,58 
¡Cuántas veces pedimos algo al Señor y nos quejamos de 
que no nos escucha, mientras tenemos sus manos atadas 
con nuestros caprichos espirituales, queriendo que nos dé 
sólo lo que le pedimos, cuando se lo pedimos y como se lo 
pedimos! 
159 
Cuando los cristianos nos quejamos de cómo está el 
mundo, deberíamos pensar antes en cómo estamos nos-
otros. Tal vez no diríamos ya nada; porque ¿no se supone 
que somos la luz del mundo? 
55 
ióo 
La verdadera medida del amor es la plenitud. Los demás 
grados son válidos, pero insuficientes. 
1Ó1 
Cuando el Espíritu nos lleva al desierto somos como los 
árboles en invierno: sin la hoja del otoño, que ya ha caído, 
y sin la hoja de la primavera, que todavía no ha brotado; 
sin el hombre viejo que hemos perdido, y sin el hombre 
nuevo que todavía no ha crecido. En tales circunstancias 
sólo podemos hacer una cosa: abandonarnos al Señor y 
esperar en él, porque "¿quién se confió en el Señor y quedó 
confundido?" (Si 2,10). 
1Ó2 
Sólo hay un amor absoluto y verdadero: El amor de Dios. 
Los demás amores o son participación del amor de Dios o 
son falsificaciones. 
163 
Si tuviéramos conciencia de que somos sarmientos injer-
tados en una cepa llamada Jesús (cf. Jn 15,5) ¡cuántos 
malos pasos evitaríamos! Por ejemplo: veríamos que, 
56 
para comunicarnos con otros sarmientos, es decir, con 
otros hermanos, teníamos que hacerlo a través de él. 
Entonces no diríamos nada, ni haríamos nada que el 
Señor no fuera a aprobar. 
164 
Una conversión no es completa cuando le entregamos al 
Señor nuestras cosas, sino cuando nos entregamos nosotros 
mismos y toda nuestra existencia: el pasado para que nos 
perdone, el presente para que nos transforme, y el futuro 
para que nos mantenga perdonados y transformados. 
165 
El amor, como el fuego, necesita un combustible que lo ali-
mente sin cesar. Cuando éste es insuficiente o se acaba, se 
apagan el fuego y el amor. 
166 
En el tiempo de desierto es necesario practicar la pacien-
cia, que es una manifestación visible de la esperanza, y 
echar mano de las reservas acumuladas en tiempo de abun-
dancia. Pero también hemos de mantener abiertos nuestros 
oídos espirituales para escuchar al Padre, que nos dice: 
"Habrá compasión. Por los cauces secos volverán a correr 
57 
las aguas, y de las raíces profundas del dolor brotarán 
tallos llenos de abundantes y vistosas flores". 
167 
La voz profunda y amorosa del Espíritu nos llama cons-
tantemente diciendo: "Ven al Padre". 
168 
La hipocresía debe ser un mal de mucho cuidado. Jesús 
previene explícitamente a sus discípulos contra ella: 
"Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipo-
cresía" (Le 12,1). La hipocresía es una mezcla rara de: 
• mentira disfrazada de verdad, 
• envidia disfrazada de amor, 
• soberbia disfrazada de humildad, 
• tiniebla disfrazada de luz, 
Por eso, quien se adhiere sin discernimiento a lo que se 
supone verdad, amor, humildad o luz, puede estar adhi-
riéndose, sin saberlo, a la mentira, la envidia, la soberbia o 
la tiniebla. 
169 
El Señor Jesús, el hombre perfecto, después de tres años de 
anunciar la Buena Nueva, de hacer milagros, sanar enfermos, 
58 
resucitar muertos y expulsar demonios, acabó solo, recha-
zado, abandonado de todos y crucificado. ¿Cuándo creere-
mos los discípulos que no podemos ser más que el 
Maestro? 
17O 
Hay días en los que el cielo está despejado y rebosante de luz; 
otros en cambio está cubierto de un tenue velo que oculta en 
parte su belleza y luminosidad; y aún hay días en que las 
nubes grises, abundantes y espesas, reducen a pura imagina-
ción la belleza y la luz de las alturas. Así ocurre en nuestro 
mundo interior: nuestra experiencia va desde ver todo muy 
iluminado a no ver nada. El peligro está en no ser conscien-
tes de que, aunque todo se vea oscuro y grisáceo, más allá, 
detrás de esas nubes que la vida ha puesto ante nuestros ojos, 
está siempre, brillando con toda su intensidad, la Luz. 
171 
A aquél que busca de corazón a Dios no le sirve que le den 
muchas ideas y razones acerca de Dios; sólo le sirve que le 
den a Dios. 
172 
Oración del mensajero que anuncia la Buena Nueva: 
59 
- Snioi, pon tus palabras en mi boca y la fuerza del 
lispíritu en tus palabras, y que luego nadie se acuerde mí y 
todos recuerden tus palabras. 
173 
Hay mucha diferencia entre creerse levadura, sal o luz y 
serlo realmente. Cuando uno se lo cree, se contempla a sí 
mismo como levadura, sal y luz; cuando uno lo es de ver-
dad, son los demás los que lo ven como levadura, sal y luz. 
174 
Caminar en la fe no es caminar en la oscuridad, sino en 
sobreabundancia de luz. 
175 
Hay una fe que echa raíces en las profundidades de la inte-
ligencia, pero hay otra fe que echa sus raíces en las pro-
fundidades del corazón. Esta crece, se desarrolla y da fru-
tos de vida eterna; pero aquélla no puede dar frutos verda-
deros mientras no se injerte en el corazón. 
176 
Corazón limpio y puro es aquél que lava sus pecados en la 
sangre redentora de Jesús, se transforma por la acción puri-
60 
ficadora del Espíritu, y descansa en el amor gozoso del 
Padre. 
177 
Para que el Padre nos revele sus secretos, hemos de crecer 
hacia abajo: crecer en pequenez, que es crecer en pobreza 
y humildad, crecer en la esperanza de que se cumplirá su 
palabra: "Has ocultado estas cosas a sabios y prudentes y 
se las has revelado a los pequeños" (Mt 11,25). 
178 
Los caminos del Señor son siempre un puente entre su 
corazón y el nuestro. 
179 
A la oración hay que ir pensando que no merecemos que el 
Señor nos hable ni nos escuche. Así, cuando no sintamos 
nada y nos parezca que salimos de la oración como hemos 
entrado, no nos desanimaremos y seguiremos yendo cada 
día al encuentro del Señor como hay que ir: con fe, con 
humildad y con perseverancia. Hasta que él quiera. 
180 
La parte incómoda de la luz es que da testimonio contra las 
tinieblas. 
61 
i8i 
¿Te has preguntado alguna vez si eres oveja del rebaño de 
Jesús? Si quieres saberlo —y debes saberlo— haz la prue-
ba y mira si la pasas: al. Buen Pastor "las ovejas le siguen 
porque conocen su voz" (Jn 10,4). 
182 
Pregunta: ¿No da la impresión de que muchos católicos 
tienen un encuentro con los sacramentos, pero no se 
encuentran con el Señor de los sacramentos? 
,83 
Identificación del silencio verdadero: 
— Yo soy el silencio que canta 
al Padre alabanzas al alba. 
Yo soy el silencio que inunda 
de brisa y de luz la mañana. 
Yo soy el silencio que escucha 
al Amor inquieto que llama. 
Yo soy el silencio que abraza 
con brazo de paz vuestras almas". 
184 
El silencio exterior no es una meta, sino un camino para el 
silencio interior. 
62 
,85 
Para que el corazón pueda ir cambiando poco a poco su dure-
za por blandura tiene que pasar muchas horas a remojo en las 
aguas que corren por el río de la alabanza y la adoración. 
186 
Hoy está de moda entre muchos cristianos que se conside-
ran de primera línea decir: "En la vida todo es oración", en 
vez de decir: "En la vida todo puede ser oración". 
¡Cuántas vidas a la deriva por culpa de dos palabras! 
187 
Con la palabra de Dios nos puede suceder como con el 
mar: que podemos tener una idea falsa de lo que realmen-te es, si nos quedamos contemplando la superficie. 
188 
— Padre, dinos una palabra. 
— Mi Palabra es mi Hijo, escuchadle. 
189 
Comprendernos unos a otros resulta, a veces, casi imposi-
ble; pero aceptarnos unos a otros depende casi siempre de 
63 
que queramos aceptarnos, es decir, de que queramos sim-
plemente amarnos. 
190 
Malo es caer; pero es mucho peor no levantarse cuando se 
ha caído. 
191 
Dios tiene una vocación concreta para cada uno de sus 
hijos; pero también tiene una vocación única para todos: la 
santidad. 
192 
El sufrimiento cristiano no es angustia ni desesperación; es 
Amor y ensanchamiento del Corazón. 
193 
"Ama y haz lo que quieras". De acuerdo; pero, si no amas, 
mira qué haces y cómo lo haces. 
194 
En nuestra reconciliación con las personas no basta perdo-
nar y pedir perdón. Además hay que amar. 
64 
195 
Cuando mi comunicación con otras personas está presidi-
da por el amor, me esfuerzo por comprenderlas. Pero, 
cuando lo que me domina es el egoísmo, todo mi empeño 
está en que me comprendan. 
196 
El misterio de los misterios relacionados con Jesús es su 
cruz. Por eso, el conocimiento íntimo de Jesús tiene que ser 
iluminado necesariamente por la cruz. 
197 
El discernimiento espiritual no es una joya que se pone en 
ocasiones especiales, sino algo que tenemos que usar cons-
tantemente, si queremos caminar con el Señor; porque 
"hay caminos que parecen rectos, pero al cabo son cami-
nos, de muerte" (Pr 14,12). 
198 
Cuando el corazón está "como tierra seca, agrietada, in 
agua" (Sal 63,2), la oración normal que sale de sus pro-
fundidades es ésta: "Tengo sed". 
65 
199 
Al diablo no le importa inducirnos a que hagamos lo 
bueno, si con eso dejamos de hacer lo mejor, es decir, la 
voluntad de Dios. 
2 0 0 
Para conocer y entender las cosas de Dios no basta el 
esfuerzo humano, por muy grande que éste sea, ya que "el 
hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de 
Dios; son necedad para él. y no las puede entender" (1 Co 
2,14). Y es que "nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el 
Espíritu de Dios" (1 Co 2,11). 
201 
En nuestro caminar con el Señor vamos experimentando 
día a día el esfuerzo, el cansancio, la renuncia, el sufri-
miento... Pero en el trasfondo de todo está el Espíritu Santo 
que nos pule, nos trabaja, nos transforma, nos da fuerzas, 
nos lleva a la muerte y también a la resurrección... silen- , 
ciosamente. 
2 0 2 
En la vida en el Espíritu, si se vive plenamente, cada situa-
ción lleva siempre la marca de Dios. 
66 
2 0 3 
Bueno es que el corazón se goce con la luz que recibe los 
días de abundancia espiritual. Pero hay que hacer algo 
más: siguiendo el ejemplo de las hormigas, hay que estar 
prevenidos para cuando llegue la oscuridad del invierno. 
¿Cómo? Creciendo mientras tanto en la fe, porque, cuando 
hay que caminar en oscuridad, sólo la fe puede producir la 
luz que necesitamos. 
204 
¡Qué pena! A Jesucristo con frecuencia se le conoce y se le 
trata por fuera y desde fuera, es decir, se le estudia. Sin 
embargo, él no vino para ser en primer lugar objeto de 
estudio, sino como fuente de vida y de vida en abundancia 
(cf. Jn 10,10). 
2 0 5 
Como en el Reino de Dios no se usa el dinero, no hay fal-
sificadores de billetes. Pero hay un tipo de falsificadores 
más peligrosos: los que hablan de Jesús por referencia sin 
haber compartido con él su corazón y su vida. 
2 0 6 
Aunque la cruz es la perfecta alegría y en la cruz está la luz 
67 
en plenitud, no debemos abrazarla por lo que tiene de ale-
gría o de luz, sino por lo que tiene de Jesús. 
2 0 7 
La alabanza y la adoración de los corazones puros son el 
incienso que perfuma el trono del Dios Altísimo. 
2 0 8 
El niño espiritual exclama ante la tribulación: "Padre, apar-
ta de mí este cáliz", y ahí termina su oración. El discípulo 
maduro, por el contrario, sigue orando a ejemplo del 
Maestro: "pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que 
quieras tú" (Me 14,36). 
2 0 9 
Hablando del combate espiritual, miedo es el resultado de 
hacer recuento de mis recursos para pelear con el mundo, 
el demonio y la carne, en vez de vivir en la creencia de que, 
"los que confían en Yahveh son como el monte Sión, que 
es inconmovible, estable para siempre" (Sal 125,1). 
210 
— Señor, si tuvieras la oportunidad de crear al hombre de 
nuevo, ¿te lo pensarías dos veces? 
— Lo específico del amor no es pensar, sino obrar. 
68 
211 
La unidad entre los discípulos de Jesús es verdadera a 
medida que nos encontramos en él por obra del Espíritu 
Santo. Sin embargo, cuántas veces esta unidad se mide por 
la coincidencia de intereses, que no es otra cosa que coin-
cidencia de egoísmos. 
212 
A veces pensamos erróneamente que lo importante es 
hacer cosas para Dios en vez de hacer las cosas según 
Dios. Cuando obramos así nos puede pasar como a Nadab 
y Abihú, hermanos de Aarón: que la ofrenda se vuelva con-
tra nosotros (cf. Lev 10,1-3). 
213 
"El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones 
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5,5). 
— ¿Cómo se explica, entonces, que sean tan débiles y 
escasas sus manifestaciones? 
— Porque le pasa lo que a las corrientes de agua subterrá-
neas: que no pueden salir a la superficie mientras no tienen 
vía libre por algún sitio. 
69 
214 
La sabiduría de Dios es la sabiduría del amor, porque 
"Dios es amor" (1 Jn 4,8). Y ¿cómo es que intentamos 
entender la sabiduría de sus obras, cuando no somos capa-
ces de entender el misterio de su amor? 
215 
Hay lágrimas que nacen del arrepentimiento y de la con-
versión, de la humildad y del corazón herido de amor; pero 
hay otras, que nacen del orgullo y de la obstinación, del 
corazón rebosante de egoísmo y de la resistencia a la con-
versión. 
216 
Los hombres nacidos de la carne viven un estilo de apa-
rente libertad, que los lleva a la esclavitud y los convierte 
en hijos del diablo. Los nacidos del Espíritu viven bajo una 
aparente esclavitud, que los hace libres y los convierte en 
hijos de Dios. 
217 
A medida que nuestra identificación con Jesucristo se hace 
mayor, nuestra comunión con él en la cruz es más profun-
70 
da y la experiencia de que compartimos el sufrimiento es 
mucho más patente. 
218 
Para que tengas vida en el Espíritu tiene que estar en ti 
el Espíritu y tú estar sometido a él. ¿Sabes lo que pasa 
cuando, viviendo en la carne, se quiere aparentar que se 
vive en el Espíritu? Muy sencillo: se está haciendo tea-
tro espiritual. 
219 
El Espíritu Santo es fuego que purifica; el fuego produce 
quemaduras y las quemaduras son dolorosas. ¿Podemos 
esperar que la purificación que obra el Espíritu en los hom-
bres nos resulte agradable? 
2 2 0 
A veces se encuentran personas que viven angustiadas en 
su esfuerzo por salvarse, porque no son conscientes de que 
sólo Jesús salva. No estamos tratando con un verbo refle-
xivo —yo me salvo, tú te salvas—, sino con una conjuga-
ción pasiva —yo soy salvado, tú eres salvado — . Nuestro 
esfuerzo no debe ir dirigido a salvarnos, sino a dejarnos 
salvar. 
71 
221 
Cuando se hacen las cosas por el Señor y para el Señor, nunca 
podemos ceder ante el desánimo o las dificultades, por gran-
des que sean, ni decir 'basta' por nuestra cuenta. El único que 
puede decirlo es el Señor. Así que, mientras él no lo diga, hay 
qué seguir, pase lo que pase y cueste lo que cueste. 
222 
La condición imprescindible para poder hablar de las cosas 
del Espíritu es nacer de nuevo y empezar a aprender el 
idioma del Espíritu. 
223 
El primer problema de nuestro crecimiento espiritual no lo 
tenemos con el Espíritu Santo, sino con nosotros mismos, 
que no estamos muy dispuestos a quedamos vacíos y sin 
nada para que el Espíritu nos pueda llenar de sí mismo. 
224 
La alabanza tiene que nacer del fondo del corazón, que es 
lo opuesto a la superficie, en este caso la lengua. Por eso, 
el salmista dice: «"Alaba al Señor, alma mía, desde el 
fondo de mi ser" (Sal 103,1). 
72225 
Para alabar a Dios hay que ir a lo más profundo del cora-
zón, al templo interior, y postrarse allí ante la Trinidad que 
habita en él. Entonces, desde el encuentro con las tres 
Personas brotará la alabanza y la adoración en Jesús, por el 
Espíritu, al Padre. 
22Ó 
Ir al encuentro del silencio es sentarse, esperando, a la 
puerta de Dios. 
227 
Los mortales tenemos una ventaja sobre los ángeles y los 
santos del cielo: ellos alaban y adoran a Dios, porque su 
presencia lo hace inevitable; nosotros, en cambio, alaba-
mos y adoramos a Dios libremente, desde la fe, porque 
queremos y, con frecuencia, desde la experiencia de oscu-
ridad y sufrimiento, que empujan en sentido contrario. 
228 
Para que la palabra de Dios se transforme en vida hay que 
guisarla en la cocina del Espíritu y, después de comerla en 
el plato de la oración, digerirla en el corazón. 
73 
229 
El pecado cierra, la gracia abre. Por eso tenemos que cla-
mar tantas veces: "Señor, abre mis labios, y mi boca pro-
clamará tu alabanza" (Sal 51,17). 
230 
Sólo el que está en condiciones de decir "yo nada soy, nada 
tengo, nada puedo" puede después añadir: "El es mi roca y 
mi salvación" (Sal 62,7). 
231 
Si queremos conocer la voluntad de Dios para nosotros, 
tenemos que entregarle antes, sin reservas, la nuestra. 
232 
"El... rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ter-
nura" (Sal 103,4). 
— Tú, Señor, rescatas nuestra vida de la fosa del pecado, 
de la fosa dé nuestra miseria... ¡cuando te dejamos! Porque 
la verdad es que entre nosotros también existe el amor por 
la fosa, por mantenernos ahí, sin morir ni vivir del todo. 
Nuestra suerte es que tú, entretanto, aguardas paciente al 
borde de nuestra fosa, esperando una palabra nuestra, un 
74 
pequeño gesto que te permita rescatarnos, para coronarnos 
luego de amor y de ternura. 
233 
Sólo cuando el corazón es puro entrega pensamientos 
limpios. 
234 
— ¿Qué es la cruz, Señor, qué es la cruz? 
— La cruz es... 
• el eco de mi llamada, 
• el pan de mis discípulos, 
• el abrazo a mis elegidos, 
• la luz de mi camino, 
• la garantía de mi presencia, 
• la bandera de mi Reino, 
• la experiencia profunda de mi amor. 
235 
Este silencio de amanecer, roto sólo por el barullo de mi 
mundo interior, viene a ser un rastro del verdadero 
Silencio, donde la vida contempla absorta el abrazo de 
Dios a la creación. 
75 
236 
La cruz extiende sus brazos en todas las direcciones y lo 
atrae todo hacia la muerte y la resurrección. 
237 
Unos dicen que Dios ha muerto, otros que no existe, y la 
mayoría no dicen nada, pero viven como si Dios no exis-
tiera. Mientras tanto él aguarda pacientemente, hasta que 
diga: "¡Basta!". Entonces "dominará de mar amar, desde el 
Río hasta los confines de la tierra. Ante él se doblará la 
Bestia, sus enemigos morderán el polvo" (Sal 72,8-9). 
238 
Las capacidades y el poder que Jesús da a sus discípulos 
tienen como fin inmediato la restauración del Reino del 
Padre, y como fin último la gloria de la Trinidad. 
239 
La unidad entre los cristianos se conseguirá: 
— cuando, "teniendo nuestros ojos fijos en Jesús, el que 
inicia y consuma nuestra fe" (Hb 12,2), lo busquemos a él 
en vez de buscar nuestros intereses; 
— cuando, en vez de empeñarnos en construir nuestras 
76 
iglesias, dejemos a Jesús construir su Iglesia, 
— cuando en vez de pedirle al Espíritu Santo que nos 
ayude a construir nuestra unidad, colaboremos con el 
Espíritu Santo para construir la suya. 
240 
Que tu Palabra, Señor, sea antorcha para nuestros pies y 
luz para nuestro sendero (cf. Sal 119,105) y nos libre de la 
palabrería de los hombres. 
241 
Cuando los discípulos de Jesús, después de creer en él, 
amamos a alguna criatura más que a él, estamos cometien-
do adulterio espiritual. 
242 
Una persona que no sea humilde y sumisa no podrá diri-
gir o pastorear a otras. Pero ¡cuidado! Hay que distinguir 
la falsedad en la humildad y en la sumisión. La falsa 
humildad es un trampolín para el orgullo; la falsa sumi-
sión es la trampa que pone la rebeldía, que permanece 
agazapada hasta que tiene la oportunidad de apoderarse 
de una situación. 
77 
243 
Cuando alguien está deseando oír algo que le interesa, bas-
tará con que se lo digan una vez y a media voz. Cuando le 
digan algo que no quiere oír, porque no le interesa, habrá 
que decírselo repetidas veces y en voz alta; aún así, habrá 
suerte si se da por enterado. 
244 
El trabajo más importante, más delicado y más difícil que 
un discípulo de Jesús tiene que llevar a cabo consiste, por 
una parte, en dejarse modelar por el Espíritu de Jesús, y por 
otra, en dejarse guiar por él con total fidelidad y sumisión 
en sus trabajos por el Reino. 
245 
Es difícil profundizar en el conocimiento espiritual de 
Dios; pero, si no lo conocemos mejor, no es tanto por lo 
que tiene de misterio como por nuestra dureza de corazón. 
24Ó 
El hombre natural se siente seguro y descansa en sus ver-
dades; el hombre espiritual en cambio sólo se goza en la 
Verdad, que en general suele estar poco de acuerdo con sus 
verdades. 
78 
247 
Cuando quiero atrapar el viento, se me escapa; cuando 
quiero detener la vida, se me escapa; cuando quiero abra-
zar a Dios, se me adelanta. 
248 
Un buen pastor nunca da por perdida a una de sus ovejas. 
249 
Cuando los discípulos de Jesús tenemos fe suficiente para 
plantar la semilla de la Palabra en los corazones desiertos, 
nos sorprendemos al ver crecer muchos jardines frondosos. 
250 
Cuando vivimos bajo la ley, sólo nos gobierna la obedien-
cia; pero cuando vivimos en el Espíritu, la obediencia se 
engalana con el amor. 
251 
Todo aquel que cree en Jesús y se presenta ante el Padre 
limpio por la sangre del Cordero queda inscrito como hijo 
de Dios en el libro de registro de la eternidad. 
79 
252 
La capacida de visión espiritual en los ojos nuevos de 
quien busca a Dios de todo corazón se llama 'Espíritu 
Santo'; pues dice Yahveh: "No les ocultaré más mi rostro, 
porque derramaré mi Espíritu sobre la casa de Israel, orá-
culo del Señor Yahveh" (Ez 39,29). 
253 
En la comunidad, la cruz suele tener un nombre muy con-
creto: "hermano". 
254 
Una mente incontrolada es como una ciudad sitiada y sin 
defensas: inmediatamente es ocupada por los enemigos. 
255 
El amanecer de cada día es una palabra mensajera de resu-
rrección, que pone en tensión la esperanza viva y vivifica-
dora del cristiano. 
256 
La santidad no está tanto en las obras que se hacen como 
en el corazón de quien las hace. 
80 
257 
La Palabra de Dios es como un personaje muy ilustre cuyo 
recibimiento no se puede improvisar, sino que hay que pre-
parar hasta el mínimo detalle. Cuando nos acercamos al 
encuentro de la Palabra sin la debida preparación, mani-
festamos con nuestra actitud nuestro poco aprecio y respe-
to por tal Huésped. ¿Por qué sorprendernos entonces, si 
pasa de largo? 
258 
Nuestro pecado es el espejo donde mejor se aprecia el 
amor de Dios. 
259 
La prudencia del hombre y la prudencia del Espíritu nos 
pueden empujar, en una misma situación, hacia caminos 
distintos y aún opuestos. Por eso, el verdadero hombre del 
Espíritu somete siempre la prudencia humana a la del 
Espíritu. 
2ÓO 
A veces soñamos con el descanso y no sabemos cómo 
alcanzarlo. La palabra de Dios nos ofrece la respuesta y los 
81 
pasos que hay que dar: fe, escucha de la palabra, conoci-
miento de la voluntad de Dios, obediencia y, finalmente, 
entrada en su descanso (cf. Hb,l-ll). 
2Ó1 
Sólo el Señor puede pronunciar con propiedad palabra 
"mío", porque "del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, 
el orbe y todos sus habitantes" (Sal 24,1) 
262 
La fe es la fuerza secreta que da a los ojos del espíritu la 
capacidad de ver. Si quieres ver las obras de Dios primero 
cree en ellas; si quieres ver a Dios, primero cree en él. 
263 
El primer paso de la conversión consiste en reconocer que 
se necesita conversión; el segundo, en querer convertirse; 
el tercero, en convertirse;y el cuarto en vivir la conversión. 
264 
La mayor dificultad para alcanzar algo es creer que ya se 
tiene; la mayor dificultad que una persona puede tener para 
llegar a ser santo es creerse buena. 
82 
265 
Si los discípulos de Cristo nos diéramos cuenta de que, 
cuando criticamos o atacamos a otro discípulo, estamos 
infligiendo una herida al Cuerpo de Cristo, tal vez cambia-
ríamos de táctica y, en vez de murmurar, dirigiríamos nues-
tras palabras y nuestros esfuerzos a sanar y restaurar aquel 
miembro que, en opinión nuestra, está enfermo. 
266 
Señor, aunque te cueste mucho, aunque yo me oponga y 
me resista, no te desanimes nunca y pide a tu Espíritu que 
siga trabajando para cambiarme, hasta que yo llegue a ser 
tu obra acabada. 
267 
Pascua es paso, tránsito, puerta, acceso, alegría, gozo, glo-
ria, resurrección... En definitiva, Pascua es el abrazo pro-
fundo, íntimo y real del hombre con Dios en el momento 
sin nombre en el que el tiempo da paso a la eternidad. 
268 
Toda la sabiduría humana junta no brilla más que el sol en 
un día lluvioso de invierno. Por el contrario, la sabiduría de 
83 
un solo hombre espiritual es como sol brillante en medio-
día de verano. 
269 
El hombre que se busca a sí mismo por fuera, se pierde y 
no llega a encontrarse. El hombre que se busca dentro de sí 
mismo se estrella contra un misterio; el hombre que se 
busca en Dios, se encuentra a sí mismo y encuentra a Dios. 
27O 
¡Cómo debió ser mi corazón, Señor, si, después de todo lo 
que has hecho, aún necesito cambiar tanto! 
271 
La fe, como la noche, nos permite descubrir un maravillo-
so cielo estrellado, que no puede hacerse perceptible cuan-
do el agradable sol de la consolación se está derramando 
sobre nuestro espíritu. 
272 
Cuando queremos alcanzar una altura caminando sobre nues-
tros pies, pronto nos cansamos. Cuando subimos con medios 
mecánicos, podemos llegar más arriba y sin cansarnos. 
84 
¿Cuándo nos daremos cuenta de la diferencia que hay entre 
nuestro "virtuoso esfuerzo" y la obediencia y docilidad al 
Espíritu para realizar nuestra subida espiritual? 
273 
Dios, porque es Dios y no hombre, jamás dejará de ser 
como es o de obrar como obra porque al hombre le intere-
se que sea de otro modo o que actúe de otro modo. 
¡ Afortunadamente! 
274 
Cuando el discípulo va creciendo, el Señor conduce sus 
pasos por una especie de frontera en la que, dejando atrás 
el conocimiento inferior, le muestra la tierra prometida de 
un nuevo conocimiento, y cuando esto sucede necesita per-
derse en él con fe ciega y total, porque él se lo pide y por-
que, además, no tiene otro remedio. 
275 
Ver el mundo como desde lejos, como desde fuera, como 
no estando en él... y verte después pisando el asfalto de la 
ciudad, ¿qué es: volver del sueño a la realidad o volver de 
la realidad al sueño? 
85 
276 
Hay dos clases de soledad: la soledad del que se aisla por-
que huye, y la soledad del que se aisla porque busca. 
277 
La primera venida de Jesús cierra la noche espiritual de los 
tiempos con la aurora del día nuevo y verdadero. Su segun-
da venida dará por concluido el día y nos introducirá, fuera 
del tiempo, en la luz sin día del cielo nuevo y la tierra 
nueva (cf. Ap 21,1). 
278 
La sangre del Cordero es la única que lava blanco, blan-
quísimo y con blancura de eternidad. 
279 
Las ventanas de la mente son los sentidos. Por eso la 
mente, como la casa, está habitada por lo que entra por sus 
ventanas. 
2 8 0 
El peor insulto que pueden hacerle aun mendigo es rega-
larle un libro de cocina en vez de darle comida; lo peor que 
86 
podemos hacer con quienes no conocen a Dios es mostrar-
les la Iglesia por fuera mientras les ocultamos a Jesús. 
281 
El mayor problema que muchos podemos tener para cono-
cer a Dios es creer que ya lo conocemos. 
282 
Hablar de técnicas de oración mientras se da de lado al 
Espíritu Santo es como esperar que funcione una herra-
mienta sin que nadie la maneje. 
283 
Probablemente será por ignorancia, pero muchos cristianos 
prefieren vivir la esclavitud de la ley antes que la libertad 
del Espíritu. 
284 
Hay un camino sin meta: se llama desesperación. 
285 
Quien espere cobrar sus buenas obras con el prójimo en 
moneda de agradecimiento sufrirá muchas decepciones. 
87 
286 
— Tu paz depende de que permanezcas en mí, tu capacidad 
depende de que permanezcas en mí, tu vida depende de que 
permanezcas en mí... Todo tú dependes, en todo, de mí. 
287 
La mayoría de los cristianos parecen ciudadanos de 
Enanilandia, el país de los enanos espirituales. Han nacido, 
tienen vida, pero no se han desarrollado. Y les pasa como 
al mozo que iba a la mili y no daba la talla, que lo califi-
caban como "inútil para el servicio". 
Del mismo modo, nuestros enanos cristianos no sirven 
para la lucha espiritual (cf. Ef 6,12). Lo grave es que el 
cristiano tiene que estar siempre combatiendo, y el que no 
está listo para la lucha puede quedar fuera de combate... 
por defunción. 
288 
Señor, ilumina mi verdad para que aprenda a caminar en 
humildad. 
289 
Es bueno recordar de vez en cuando que no estamos tan 
solos como parece, sino que nos acompañan los ángeles, 
88 
que son "espíritus en servicio activo, que se envían en 
ayuda de los que han de heredar la salvación" (Hb 1,14). 
290 
¿Por qué tanta gente se empeña en mantener las capillas 
que se caerán en vez de construir la única Iglesia que puede 
permanecer? 
291 
Cuando el Señor quiere servirse de alguien para sus planes, 
lo primero que hace es quitarle todos sus apoyos y seguri-
dades para que dependa sólo de él. Es lo que hizo con 
Abraham, con Moisés, con Israel, con Pedro, etc. Y es que, 
para edificar donde hay una vieja construcción, lo primero 
que hay que hacer es demoler lo existente. 
292 
La transformación del hombre viejo en hombre nuevo se 
parece al cocido: se ponen en la olla todos los componen-
tes y se tapa. Todo está preparado; pero ¿qué pasa si falta 
el fuego? 
293 
El amor de Dios me envuelve como el agua al submarino 
89 
que navega por el océano, como el aire al avión que surca 
los espacios, como la tierra al fuego de sus entrañas. Tan 
grande y poderoso es tu amor, Señor, que podría llegar a 
querer rechazarlo y resistirlo, pero no podría escapar a él. 
294 
No se puede entrar en el Reino sin pagar el precio entero 
de la entrada. Hay muchos, que por esperar el tiempo de las 
rebajas, se quedan fuera. 
295 
Los hombres gastan enormes cantidades de dinero y de 
energías en busca de una paz que, en el mejor los casos, 
casi nunca resulta satisfactoria ni duradera. ¡Y pensar que 
podríamos tenerla gratis, si la buscáramos por el camino 
único del sometimiento a Dios que anuncia la paz a su pue-
blo y a sus amigos, a los que se convierten de corazón" 
(Sal 85,9)! 
296 
¿Hasta qué punto creemos, cuando rezamos el 
Padrenuestro, que ese Padre nuestro tiene oídos y oye, 
tiene corazón y nos ama? 
90 
297 
Cuando conocemos con el corazón a Jesucristo, no pode-
mos callar. Nos pasa como a la olla cuando se le aplica el 
fuego, que si el vapor no tiene salida, estalla. 
298 
Señor, te necesito como el barco necesita del agua. El 
barco sin el agua no puede moverse, ni sirve para nada. Tú, 
Señor, eres mi agua, mi mar, mi océano. Sin ti no puedo 
nada: en ti me muevo, por ti respiro, pienso, existo, y lo 
más tremendo de todo: hasta peco desde ti, sin que tú me 
abandones ni me destruyas. ¡Oh, mi Dios-amor! 
299 
Intentar paralizarnos es la táctica del diablo cuando no 
puede hundirnos. 
3OO 
Ser libre no se define por sentirse libre ni vivir en demo-
cracia, sino por carecer de esclavitudes. 
301 
En el mundo se hacen muchas cosas al revés. Por ejemplo: 
los gobiernos esperan arreglarlo todo con leyes y normas, 
91 
con organizaciones y con dinero, mientras olvidan —si es 
que alguna vez lo han sabido— que la única forma de arre-
glar el mundo pasa por cambiar el corazón de los hombres. 
Y ¿en qué ministerio está este departamento? 
302"Cerca de ti está la palabra: en tu boca y en tu corazón" 
(Rm 10,8). La palabra de Dios en los labios, sin estar en el 
corazón, se parece a una acequia que no lleva agua: de 
poco sirve, aunque sea hermosa y esté bien construida. 
Pero la palabra de Dios en los labios, cuando procede del 
corazón, es acequia rebosante de aguas vivas. 
Mucha gente no puede encontrar la felicidad porque la 
busca más allá, más lejos, más tarde... siendo que les está 
esperando más aquí, más cerca, ahora, en la comunión del 
hombre interior con el Amor que viene, llama y espera 
entrar: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye 
mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con 
él y él conmigo" (Ap 3,20). 
304 
La cruz es el punto de encuentro de la compasión de Dios 
con la miseria del hombre. 
92 
305 
Experiencias no razonados: 
• Nadie puede dar lo que no tiene. 
• Se puede dar todo lo que se tiene, pero no más. 
• El que da y no recibe, más pronto o más tarde se queda 
sin nada. 
• La calidad de lo que se da depende de la calidad de lo que 
se tiene. 
• Y ¿qué pasa cuando se ofrece lo que no se tiene? Que 
todo se queda en palabras y en engaño. ¡Exactamente lo 
mismo que cuando hablamos de Dios sin tener a Dios! 
306 
El aceite que mantiene viva la llama de la vida en el 
Espíritu se llama "oración". 
307 
Los hombres tenemos un Dios o numerosos dioses, al que 
o a los que servimos consciente o inconscientemente, 
voluntaria o involuntariamente. Cuando nos entregamos a 
Dios, al final lo tenemos todo; mientras que los falsos dio-
ses, cuando les servimos, al final nos dejan sin nada. 
93 
308 
Construir la Comunidad lleva mucho tiempo, para destruirla 
bastan unos segundos. 
309 
Sin fe es imposible agradar a Dios, pues "el que se acerca 
a Dios ha de creer que existe y recompensa a los que le 
buscan" (Hb 11,6); pero sin esperanza es imposible llegar 
a verlo. 
31O 
El cambio que necesita el mundo no se va a lograr con 
espadas, ni con ejércitos, ni con sabiduría humana, ni 
con técnicas, ni con discursos teológicos... El cambio que 
necesita el mundo sólo se puede lograr con el Espíritu 
Santo, que no es algo que se tiene, sino Alguien que nos 
quiere tener. ¡Y éste es el problema: dejarnos poseer por él! 
¿Será por eso que el mundo cambia tan poco? 
311 
La voz de Dios es voz de paz que traspasa las fronteras de 
la mente y pacifica el corazón que la acoge, incluso cuan-
do le amonesta. 
94 
312 
A Dios le resultamos menos difíciles como pecadores sen-
satos que como buenos insensatos. 
313 
Todos los días me ensucio, Señor, todos los días me pre-
sento sucio ante ti, todos los días me lavas y purificas con 
tu sangre, Señor (cf. 1 Jn 1,7)... ¡Y no protestas! 
3H 
Las personas que más cerca tenemos son de ordinario la 
leña que el Señor enciende cuando quiere meternos en el 
fuego de la purificación. 
315 
Señor: que me olviden los que me conocen y me recuerden 
los que me aman. 
316 
Hay mucha diferencia entre vivir en el palacio del Rey y 
tratar al Rey. Uno puede pasarse la vida en palacio y no 
haber tenido nunca una conversación con el Rey. 
95 
¡Cuántos cristianos viven en el palacio de su Rey, conocen 
las cosas del Rey y hasta las usan y disfrutan de ellas, 
comen sus alimentos y beben sus vinos, trabajan para él y 
hasta es posible que se relacionen con los altos cargos de 
palacio!... Pero les falta lo principal, que es tratar con el 
Rey. 
317 
Ni el universo magnífico, ni los parajes encantadores y fasci-
nantes de la tierra, ni las catedrales majestuosas, ni los 
tabernáculos de oro... son el lugar preferido por Dios para 
su morada, sino el corazón pequeño, pobre y humilde del 
hombre. ¿Podemos dudar aún de que Dios es Amor? 
3.8 
El éxito, en la vida, no consiste en llegar a dominar, sino 
en llegar a dominarse. 
319 
Acercar los hombres a Cristo es construir la unidad, 
hacer proselitismo de iglesias es mantener la división. 
Lo primero es obra del Espíritu, lo segundo es, al margen 
de las apariencias, obra de los hombres y, si somos sin-
ceros, del diablo. 
96 
320 
Un error en el que caemos con frecuencia en la celebración 
de Pentecostés: insistimos mucho en la invocación "Ven, 
Espíritu Santo", pero nos preocupamos poco por abrirle 
nuestro corazón para que more en él y nos gobierne desde él. 
321 
¡Qué consolador resulta y qué seguridad da saber que el 
Reino de Dios y su gobierno no dependen de los votos de los 
hombres, porque "el Señor reina eternamente"! (Sal 145,13). 
322 
Nada como el sufrimiento para que brote del corazón del 
hombre el grito angustiado de la búsqueda de Dios. 
323 
Para los seguidores de Jesucristo, el éxito de la acción 
depende de la contemplación. 
324 
Tener capacidad para hablar no implica tener derecho a 
hablar, como tener libertad para expresarse tampoco da 
derecho a murmurar. 
97 
325 
Una de las actividades permanentes de los discípulos de 
Jesús es la lucha sin cuartel: o vences a tus enemigos 
mundo, demonio y carne, o ellos te aplastarán a ti. Y no 
pierdas el tiempo buscando un escondite, porque no hay 
lugar en el que no te encuentren. 
326 
La persona que vive bajo la ley reacciona ante el pecado 
con rabia; la que vive bajo el amor, reacciona con dolor. 
327 
El motor de arranque de la conversión es la fe, pero el com-
bustible lo proporciona la voluntad. 
328 
Las obras de los hombres humanamente se levantan y 
humanamente se desmoronan, 
329 
Someterse y vivir sometidos al señorío de Jesús es la única 
alternativa para alcanzar la verdadera libertad: la de los 
hijos de Dios. 
98 
33O 
A la luz y la verdad no las tenemos, sino que ellas nos tienen; 
no están en nosotros, sino que estamos en ellas, nos envuel-
ven, nos penetran, nos poseen. Por eso el salmista clama: 
"Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen y me conduz-
can hasta tu monte santo, hasta tu morada" (Sal 43,3). 
331 
El hombre natural, el hombre viejo que vive bajo la escla-
vitud del pecado, se cree libre, pero es esclavo; el hombre 
nuevo, nacido de agua y de Espíritu, sabe que está someti-
do a Cristo, pero se reconoce libre. 
332 
Servir a Dios no es un mérito, sino un don que él nos da. 
333 
La fe nos hace visibles las realidades espirituales e invisi-
bles; la esperanza las pone a nuestro alcance. 
334 
De repente pienso que soy eterno como tú, Señor: siendo 
primero en ti, en tu mente eterna y en tu corazón eterno, 
99 
siendo ahora en ti y en mí, en este cuadro de espacio y 
tiempo en el que me has pintado vitalmente desde ti, y 
siendo luego, para siempre, por ti, en ti y para ti. 
¡Sencillamente eterno! 
335 
Cuando me dejas solo aparentemente solo o yo te abando-
no —eso no lo sé bien— me hundo en mí mismo y tengo 
la estremecedora experiencia de cómo mi vacío me sale 
por todos mis poros. 
336 
La motivación de un discípulo de Jesús, a la hora de hacer 
algo, no puede ser "esto no es malo", sino "esto es bueno", 
lo que equivale a decir que está de acuerdo con la voluntad 
de su Señor. 
337 
La historia temporal de la Humanidad se divide en tres eta-
pas definitivas: 
• Libertad total, que abarca desde la creación hasta el 
pecado. 
• Esclavitud total, desde la caída hasta la redención de 
Cristo. 
100 
• Libertad recuperable, desde la redención en la cruz hasta 
el final de los tiempos. 
338 
Tal vez no hay entre los hombres palabra tan mal entendi-
da y tan mal usada como la palabra libertad. Resultado: 
Babel. 
339 
¿Para qué quiero yo el silencio, Señor, si tú no lo rompes? 
34O 
El cristiano de fe débil sigue al Señor con los ojos puestos 
en sus problemas; el cristiano de fe madura atiende sus 
problemas con los ojos fijos en el Señor. 
341 
Para interceder bien no es suficiente orar con fe; hay que 
orar también con esperanza, porque las respuestas de 
Dios a nuestras oraciones pueden tardar mucho tiempo 
en llegar. Tal vez por eso Pablo insiste: "Sed perseveran-
tes en la oración, velando en ella con acción de gracias" 
(Col 4,2). 
101 
342

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