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ESPÍRITU Y PALABRA ITINERARIO DE FE, SERVICIO Y AMOR Maximiliano Calvo Ariño Maximiliano Calvo ESPÍRITU Y PALABRA ITINERARIO DE FE, SERVICIO Y AMOR m GRAFITE EDICIONES BILBAO 2005 Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunica- ren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su trans- formación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. © del texto: Maximiliano Calvo, 1995 © Primera edición, 1995 Segunda edición, 1997 Tercera edición, 1997 Cuarta edición, 2005 Grafite Ediciones, S.L. Apartado de Correos 165 48901 Baracaldo Tlf: 94 449 76 40 Fax: 94 449 98 48 e-mail: pedidosgrafi te @ grafite-ediciones .com producciongrafite@grafite-ediciones.com www.grafite-ediciones .com ISBN: 84-96281-30-2 Depósito Legal: M-32.265-2005 Diseño y Maquetación: LDM Ediciones Imprime: Elece Industria Gráfica Encuademación: Encuademación Noventa. A mi esposa Encarnita y a mis hijos' José María, María del Carmen, María Encarnación, María Jesús, Inmaculada Palmira, Javier María, María de los Angeles, Jesús María y María Aranzazu, quienes de un modo o de otro han tenido mucho que ver con buena parte de estas experiencias. mailto:producciongrafite@grafite-ediciones.com http://www.grafite-ediciones "He aquí que vienen días —oráculo del Señor Yahveh— en que yo mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahveh" (Am 8,11). Prólogo «Dios tiene una vocación única para todos: la santidad», nos dice el autor de este libro, Maximiliano Calvo, seglar, casado y dirigente de la "Comunidad Jerusalén", radicada en la diócesis de Zaragoza. Nuestra subida espiritual al monte de la perfección puede exponerse en una larga guía pormenorizada en todos sus detalles y con largos capítulos, densos de ideas. Muchas veces, para la ascensión al monte de Dios bastarán breves señales indicadoras, que nos guíen. El autor de este libro, «Espíritu y Palabra», ha preferido este segundo método orientativo. 500 sentencias breves sirven de indi- cadores para el arduo itinerario de la fe, el servicio y el amor. Es en el huerto de la oración diaria, donde "perfuman las mandragoras" (Cant 7,14), en donde se destilaron estas sen- tencias espirituales, como gotas de sabiduría celeste concen- trada y exprimida para quien quiera beberías: Te daría a beber vino aromado, licor de mis granados (Cant 8,2). Y si este nuevo libro de «Sentencias» nació en la medi- tación concentrada, justo será que se le guste en el cenáculo 11 de la oración ungida en donde nació. Era su autor quien nos decía en su aforismo 372: «Señor, te espero en mi bodega». Cuando las sentencias del libro, aparentemente dispersas, se meditan desde los números del índice Temático, agrupadas por materias, las enseñanzas afines cobran un nuevo relieve y un brillo especial y unitario, que alimenta el espíritu. En esta época de la mayoría de edad de los laicos en la Iglesia del Vaticano II y de la encíclica Christifideles laici, reconforta ver que un laico ejerce el magisterio espiritual del pueblo sacerdotal, real y profético entre sus hermanos, difundiendo enseñanzas sanas y segu- ras. Al fin y al cabo, en el reloj de la Iglesia, ha sonado también la hora de evangelizar para los laicos creyentes, que han conocido personalmente a Cristo, Señor y Salvador. Ceferino Santos, S. J Universidad de Deusto 12 1 El fuego de la carne destruye, el fuego del Espíritu purifi- ca. Nuestras obras ponen de manifiesto qué fuego es el que nos consume. 2 El Espíritu Santo da vida a la Palabra de Dios impresa, la ilumina y la hace vida para quien se acerca a ella en las debidas condiciones, que son: limpieza de corazón, actitud de obediencia y búsqueda de Dios. 3 Nuestro caminar, personal o comunitario, tiene que ser al estilo de Abraham, que creyó "esperando contra toda espe- ranza" (Rm 4,18). Pero al mismo tiempo es necesario creer "sin vacilar, porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una parte a otra" (St 1,6). Consecuencia: "que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como éste" (St 1,7). 13 4 La puerta de acceso a un hermano rebelde o en dificultades es el ágape, el amor de Dios que debe haber en mí. Lo que no se consigue con este amor no se consigue de otro modo, porque el ágape es el único fuego capaz de fundir todos los metales. 5 Dios no nos ha llamado sólo a ser buenos, sino a ser san- tos: "Como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta" (1 Pe 15). 6 El hombre racional puede llegar a mostrarse tan irracional que se pase el tiempo pensando sobre las cosas de la vida y no llegue a pensar en serio sobre la vida. 7 Dice la sabiduría: "Venid a mí los que me deseáis y hartaos de mis productos" (Si 24,19). La verdadera sabiduría no es un almacenamiento de conocimientos, sino un banquete de alimentos espirituales, comidos y digeridos por el espíritu del hombre en la mesa del Espíritu de Dios. 14 8 - Señor, danos hambre de tu Palabra, sana la inanición de tus discípulos hacia tu Palabra antes de que nuestra enfer- medad sea irremediable, y haz que se cumpla entre nos- otros tu profecía: "He aquí que vienen días —oráculo del Señor— en que yo mandaré hambre a la tierra, mas no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Yahveh" (Am 8,11). ¡Pero que la escuchemos! 9 ¿Hasta cuándo, Señor, estará mi cisterna agrietada, reci- biendo las aguas de tu Amor y dejándolas escapar? ¿Hasta cuándo, Señor, estaré pidiéndote que vengas en vez de abrazarte cuando has venido? ¿Hasta cuándo, Señor, esta- ré buscándote en vez de gozarme con tu presencia? 10 Una enfermedad grave, de la que al parecer sufren algunos 'maestros', consiste en que, en vez de beber en las fuentes limpias y verdaderas de la Palabra de Dios bajo la direc- ción del Espíritu, están bebiendo de las charcas sucias y engañosas de algunas corrientes teológicas actuales, que han puesto en duda o han negado importantes verdades del evangelio de Jesucristo, mientras convierten al hombre en 15 centro de atención, de dedicación y de culto, sentándolo en el trono del Rey de reyes y Señor de señores, aunque para eso hayan tenido que retirar antes al verdadero propietario del trono. 11 ¿Qué clase de personas se encuentran en una comunidad cristiana? Hay fuertes y débiles (cf. Rm 15,1), maduros o espirituales y niños o carnales (cf. 1 Co 3,1), con diferen- tes carismas (cf. 1 Co 12,7-11) y ministerios (cf. Rm 12,6- 8) para la edificación del Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4,12), etc. Pero en el punto de partida hay una clasificación fun- damental: 1) los que se buscan a sí mismos, 2) los que se buscan a sí mismos y al Señor, 3) los que buscan sólo al Señor. 12 Cuando, impulsados por el Espíritu, proclamamos la sobera- nía de Jesús sobre toda la creación, y en especial sobre el reino espiritual caído, es como si atravesáramos los espacios de las alturas y las profundidades lanzando en todas las direc- ciones el grito de guerra de los hijos de Dios, que hieren el orgullo de Satanás y de sus huestes, haciendo tambalear sus tronos. Al tiempo que los enemigos contraatacan con los dar- dos de su furia que pasan a nuestro lado como descarga de 16 rayos en una tormenta, pero... sin alcanzarnos. ¡Así actúa el poder de Dios desatado por la oración de los discípulos! Ser cimiento, ser pilar, ser forjado, ser tejado, ser ladrillo o cualquier otra cosa. ¡Qué más da, si estás siendo parte del templo de la Trinidad! H Los placeres ilícitos devoran a sus amantes. 15 La adoraciónes el clima de fiesta y comunión permanen- tes en el cielo. La oportunidad que Dios nos da de ser ya adoradores en la tierra supone una participación y una anti- cipación de la adoración en el cielo, con los adoradores del cielo, al estilo de cielo. 16 Mi vida de aquí se va acercando a su noche poco a poco, como las hojas de árbol en otoño caen lentamente en los brazos de la tierra, pero siento que mi Señor va recogiendo en sus manos de misericordia las hojas de mis días para 17 guardarlas y reconstruir con ellas mi árbol de vida eterna, plantado en su Reino al lado del "río de agua de Vida que brota del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22,1). 17 En cualquier oración de alabanza, en especial comunitaria, habría que distinguir entre la alabanza que sale del corazón y se expresa mediante la voz, y la alabanza que sale sólo de la boca. En la primera domina lo profundo; en la segun- da lo superficial. La primera es fruto del Espíritu; la segun- da, de la carne. La una sube hasta el trono del Altísimo; la otra se queda en nuestro trono personal. 18 Los discípulos de Jesús nunca podemos decir: "Ya hemos llegado" y pararnos luego a descansar. Somos caminantes del camino a la tierra prometida, que no está lejos ni cerca, sino simplemente al final del camino. 19 Espero que a medida que este vaso de barro (cf. 2 Co 4,7) de mi persona —en el que el Señor ha querido colocar el tesoro de su Espíritu— vaya envejeciendo y resquebraján- dose, su tesoro podrá hacerse cada vez más visible. 18 2 0 En la comunidad cristiana no podemos marcarnos como meta tener amigos, sino hermanos. 21 Algunas diferencias entre la sabiduría que viene de arri- ba y la sabiduría que viene de abajo, entre la sabiduría que procede del Espíritu y la sabiduría que lleva la marca de la carne, porque termina en sí misma y no se somete a Dios: • La sabiduría que viene de arriba es "una demostración del Espíritu y del poder" (1 Co 2,5); la que viene de abajo se apoya en "discursos persuasivos" (1 Co 2,4). • La sabiduría que viene de arriba es "sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida por todos los príncipes de este mundo" (1 Co 2,7-8); la que viene de abajo es "nece- dad a los ojos de Dios" (1 Co 3,19). • La sabiduría que viene de arriba siempre tiene una verdad que decir; la que viene de abajo siempre opina, aunque no tenga verdad para decir. • La sabiduría de arriba tiene mucho de silencio; la de abajo, de palabrería. • La sabiduría que viene de arriba es Palabra de Dios; la que viene de abajo, palabra de hombre. 19 ¿Qué razón habrá para que los discípulos de Jesús amemos tanto la sabiduría de los hombres y busquemos tan poco la sabiduría de Dios? 22 Humanamente hablando, los caminos quedan, y el hombre pasa por ellos. Pero hablando en términos espirituales, los caminos pasan y el hombre permanece. 23 El trigo sacado de la espiga resulta poco apetitoso. Sin embargo, una vez convertido en harina mediante el proceso de trituración, tratado con levadura y cocido en el horno, se convierte en pan riquísimo. Cada discípulo de Jesús es un grano de trigo, que Jesús pone en manos del Espíritu, para que él nos quite la cascara del hombre viejo que es el mundo, nos triture sometiendo la rebeldía de la carne y, una vez tra- tados con la levadura de su amor, nos introduzca en el horno de la cruz para cocernos. Así nos hacemos aceptables al Padre y apetitosos para quienes tienen hambre de Dios. 24 El camino del discípulo permanece en él mismo, porque está construido con sus "pies de mensajero que anuncian la paz..." (Is 52,7). 20 25 ¡Cuántas veces creemos estar en la Luz, cuando únicamen- te poseemos algún débil destello de la misma! 26 Gracias, Señor; por todo lo que me has dado. Gracias, Señor, por todo lo que tengo. Todo es tuyo: lo pequeño y lo grande, lo visible y lo invisible, lo ordinario o lo extraor- dinario. ¡Todo es tuyo! y gracias, Señor, por el gozo que me produce el hecho de comprender que todo es tuyo y viene de ti. ¡Qué descanso saber que nada puedo llamar "mío" con propiedad, más que mis pecados; pero hasta éstos has querido quitármelos para clavarlos en la cruz. 27 Mi carne tiene hambre de carne; pero mi espíritu clama por el Espíritu de Dios. Como en toda guerra se producen ten- siones, batallas, cansancio y... victoria. ¿De quién? ¡Depende de mi apoyo! 28 Desde el momento en que empezamos a caminar por los caminos del Señor tenemos que colocarnos el sombrero de 21 la humildad, para protegernos de los fatídicos rayos del sol que llamamos "orgullo". 29 Jesús es la luz del mundo. Si no estamos identificados con él, ¿qué luz podremos dar a los que nos la pidan? 30 Tres niveles de tratamiento para la carne: a) lo que se le puede permitir, porque es natural y no se opone a la volun- tad de Dios; b) lo que no se le puede permitir, porque es contrario a la voluntad de Dios; c) lo que no se le debe per- mitir, porque, aun siendo natural y lícito, no está sometido al espíritu. No te engañes alimentándote de tus verdades, porque tus verdades rara vez coinciden con la Verdad. La Verdad se manifiesta siempre con su rostro natural, o mejor dicho, sobrenatural, porque tiene siempre su expresión en Dios y en su enviado Jesucristo; tus verdades, sin embargo, están de ordinario cubiertas por la máscara de tu interés. 22 32 Mecha sin aceite, se quema; aceite sin mecha, no arde; mecha y aceite dan luz. Así pasa con las obras del discípu- lo de Jesús: cuando carecen del aceite del Espíritu, resultan inútiles; pero, cuando son resultado de la colaboración con el Espíritu, tienen poder, luz y vida. 33 Hay palabras transmisoras de verdad (cf. Jn 17,17), pala- bras transmisoras de mentira (cf. Ap 14,5) y palabras vanas (cf.Ef5,6). Las primeras nacen de la verdad, llevan en sí mismas el sello de la verdad y producen obras de vida procedentes del "Espíritu de la verdad" (Jn 4,1.7); las segundas nacen de la mentira, llevan en sí mismas el sello de la mentira y pro- ducen obras de pecado y de muerte; las últimas no llevan nada, mientras aparentan llevar mucho. I ,as primeras proceden de Dios y de su Hijo Jesucristo el "lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14), porque ellos son la íuente de toda verdad; las segundas proceden de Satanás, "mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,44), porque en él 110 hay verdad; las últimas tienen su origen en el hombre, que es vacío en sí mismo, o en "los rebeldes, vanos, habla- dores y embaucadores" (Tt 1,10), que no sirven a Dios sino al padre de la mentira. 23 34 En los planes de Dios hay una gran diferencia en la utili- dad que tienen los santos y los sabios. Los sabios le sirven a Dios para poco, los santos le sirven para mucho, los san- tos sabios le sirven para todo. 35 El Espíritu y la lógica no van siempre por el mismo cami- no; con frecuencia van por caminos paralelos y, a veces, en dirección contraria. 36 Que corra la vida, que vuele el amor: me voy al encuentro de mi gran Señor. 37 A veces podemos dar la impresión de que pensamos que Dios está algo sordo y que, cuanto más levantemos la voz al orar, más fácilmente nos oirá y antes nos responderá ¡Como si el oído de Dios estuviera hecho a imagen y seme- janza del oído del hombre! 24 38 El tiempo es para el trabajo; la eternidad, para el descanso. 39 Mirarnos y vigilarnos unos a otros en la comunidad es lo mejor que podemos hacer para no poner los ojos en el Señor, y ¡qué bien se siente el Acusador de los hermanos cuando lo hacemos! 40 ¡Envidia cochina! ¡Cochina envidia! No sé cómo suena más cochinamente, pero ninguna expresión podrá alcanzar la total realidad de la envidia, que es fuente de amargura, roedor de la paz interior, juez de condenas injustas, pie para muchas zancadillas, hambre que sólo se sacia con dolor ajeno, bomba de relojería destructora de relaciones, madre prolíficade celos, autora de crímenes absurdos, tiniebla que barre toda luz, cárcel y carcelero para quien la alimenta... 41 Cuando san Pablo escribió el capítulo 6 de la carta a Efesios, ¿habría tenido alguna visión de los combates celestiales que tienen lugar en las alturas cuando los discípulos proclaman 25 en la tierra a Jesús como Señor, su soberanía, su poder, su majestad, su realeza... y antas cualidades y atributos suyos? 4 2 El que experimenta la libertad de los hijos de Dios está en el tiempo, pero vive fuera de él, porque su sitio no es el tiempo, sino la eternidad. 43 Ser como él en él. Este es el resultado de nuestro "creci- miento hasta la madurez de Cristo" (Ef 4,13). Todo el pro- ceso ha sido o tiene que ser el que va desde el empezar a ser del bautismo hasta el ser de la plenitud en la gloria. 44 Dios nos habla a través de su Palabra revelada, pero no siempre que nos acercamos a ella. Él es el Señor y decide cuándo hablarnos y cómo hablarnos. Nuestra actitud tiene que ser sencillamente la de una espera humilde y perseve- rante en la escucha. 45 Si Jesús, el Cristo, en vez de morir por nosotros, nos hubie- ra dejado el recuerdo de grandes obras sociales, con toda 26 i seguridad estaría mejor visto en nuestros tiempos. Su pro- blema con la Humanidad es que fue tan lejos que el hom- bre moderno, que presume de sabio sin serlo, no lo entien- de y, por lo mismo, lo rechaza. "La gloria de Dios llena la tierra" (Nm 14,21). También tu mente, tus emociones, tu voluntad, tu cuerpo, todo tu ser. ¡La gloria de Dios te llena! ¿Por qué no le dejas manifestarse? 47 El día en que los discípulos de Jesús nos tomemos serio la Palabra de Dios, Dios nos tomará más serio a sus discípulos. 48 La bomba atómica que Satanás, el enemigo de Dios ha lan- zado contra la Palabra de Dios en nuestro tiempo es la duda. Negar la Palabra hubiera sido mucho menos efectivo, hubie- ra tenido menos respuesta. A veces la duda no tiene rostro de maldad, sino de intelectualidad, de sabiduría humana; vista así resulta atractiva para todos los que no han conocido la sabiduría que "desciende de lo alto" (St 3,15), entre los cua- les hay muchos que se confiesan discípulos y algunos que se hacen pasar por maestros. 27 49 La rebeldía de la carne y las ofertas del mundo rechazan el señorío de Jesús, mientras la docilidad del espíritu lo desea. En medio, con capacidad para decidir, está la volun- tad humana, debilitada por el pecado y solicitada por el Amor, sufriendo dolores de parto espiritual hasta que se decide a decir 'sí' al único y verdadero Señor. 50 El Señor ha llamado a los seglares a ser ovejas de su reba- ño, pero no borregos. Llamando a su puerta, nudillos sin voz, mi alma esperaba que hablara su Amor. Aunque Dios no es sordo, hay oraciones que él no escucha, porque no reúnen los mínimos necesarios para llegar hasta su presencia. 28 53 El Señor es tan misericordioso que no nos permite ver nuestra propia condición interior más que poco a poco, en la medida en que somos capaces de resistir el conocimien- to de nuestra miseria espiritual. 54 Si en vez de dedicarnos a dar tantas vueltas a los proble- mas cuando los tenemos, nos dedicáramos a dar vueltas a la solución de los problemas, cuántos de los problemas que aún tenemos habrían desaparecido hace tiempo. 55 En Dios hay un amor trinitario entre Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El amor del hombre, creado a imagen de Dios, también tiene tres referencias: Dios, el prójimo y yo. 56 Una cosa es respetar a los pastores y otra muy distinta admirarlos. El respeto es una obligación, pero la admira- ción se la tienen que ganar. 29 57 Tres actitudes posibles hacia los superiores: Respetarlos, hacerles la pelota o admirarlos. El respeto a los superiores mantiene el orden en las rela- ciones; hacerles la pelota es alimentar su vanidad y al mismo tiempo sacar provecho, si se puede; la admiración engendra esfuerzo de seguimiento e imitación. Sólo el líder que recibe respeto, rechaza la vanidad y es admirado debería permanecer en el liderazgo. El verdadero discípulo de Jesús es como un libro en blan- co que se presenta cada día a su Señor, para que él vaya escribiendo su voluntad en él. 59 La Palabra se hizo carne y se deshizo en palabras. 6 0 Los discípulos de Jesús hemos sido elegidos por el Padre antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,4), pero no seleccionados. La elección significa sencillamente ser tomados, sin ninguna otra referencia; la selección da la 30 idea de elegir a unos con exclusión de otros. Dios elige, pero no rechaza. 61 Si Dios ama con amor infinito al hombre —y nos lo ha demostrado sobradamente— ¿por qué el hombre no acoge plenamente el amor de Dios? ¿No será porque no se ajusta a su necedad? 62 — Mi Cuerpo está enfermo, mi Cuerpo está muy enfermo, mi Cuerpo está gravemente enfermo. 63 En el Reino de Dios sólo hay un médico. Los demás somos todos personal auxiliar. 64 Los discípulos estamos llamados y destinados por el Maestro a ser "luz del mundo" (Mt 5,14). Pero ¿cómo vamos a ser capaces de dar luz, si no cargamos continua- mente las pilas en la fuente de la luz? 31 65 Hay bastante diferencia entre los críticos y los criticones: Ser crítico es practicar un oficio, ser criticón es dar rienda suelta a una baja debilidad. Para ser crítico hay que tener capacidad; para ser criticón, basta tener "mala lengua". Un crítico tiene cierta autoridad; los criticones tienen bas- tante con la rebeldía. El crítico puede hacer una labor constructiva; el criticón sólo destruye. No tenemos que sorprendernos si la palabra de Dios nos avisa: "Si os mordéis y os devoráis mutuamente, mirad no vayáis mutuamente a destruiros" (Ga 5,15). 66 La adoración es la gran oportunidad que Dios da al hom- bre para encontrarse con él frente a frente, para que conoz- ca a Dios y se conozca a sí mismo. 67 El hombre que, consciente del valor de la adoración, pone la adoración como objetivo principal en su vida, más que alejarse de la tierra ha empezado a entrar por fe en la gloria. 32 68 El valor de la adoración se descubre, sobre todo, adorando. 69 A veces nos empeñamos en escapar a nuestras ataduras poniendo todo el esfuerzo en romperlas. Sería más efectivo buscar correctamente el rostro de Dios en adoración, porque nuestro encuentro con él produce una ruptura suave y casi inconsciente de nuestras esclavitudes y, al mismo tiempo, encontramos al único que puede sustituirlas con el don de su libertad. 70 ¿Yo? Como la regadera. Que el Señor me llene con el agua de su Espíritu, me tome y riegue lo que quiera. Permaneciendo en su mano, me usará como quiera y me reti- rará cuando quiera. De nada puedo quejarme ni vanagloriar- me. ¿O acaso es la regadera la que da vida y no el agua que sale de ella? 71 Si tuvieras un teléfono rojo con el que pudieras hablar con Dios directamente, ¿qué harías? ¡Pues lo tienes! 33 72 Aunque la adoración nos lleva a la presencia de Dios y todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo (cf. 1 Ts 5,23) — puede experimentar esa presencia, sólo la fe nos manten- drá perseverantes en la adoración, porque sólo ella nos puede conducir de lo visible a lo invisible. 73 Un adorador es aquél que asciende desde las honduras de la vida hasta las alturas de Dios para encontrarse con él; luego vuelve de nuevo a sus honduras y repite incesante- mente el camino hasta el día de la adoración sin retorno. 74 La adoración tiene mucho que ver con la presencia de Dios. Pero ésta tiene que ver a su vez, y no poco, con el conocimiento de Dios. Por eso, cuanto mayor sea nuestro conocimiento-experiencia de Dios, más fácil y más rica de contenido será nuestra adoración. 75 Para ser un buen pastor hay que tener el corazón del Pastor, la mente del Pastor y la dedicación del Pastor. 34 76 Misterio quiere decir oscuridad y pregunta. La existencia del hombre es, en su mayor parte,oscuridad y pregunta, es decir, misterio. 77 Todo ser humano tiene experiencia de que la vida se va; pero no son muchos los que están convencidos de que la Vida les está esperando. El silencio se construye con sueños; el ruido, con realida- des. Para mantener la armonía, hay que soñar con las rea- lidades y hacer realidad los sueños. 79 La verdadera paz es mucho más que sosiego, quietud, equilibrio, relajación y carencia de turbación. Todo esto, aún siendo bueno, suena a incompleto. La verdadera paz es comunión con el poseedor único de la Paz verdadera. 8 0 Enseñar acerca de las cosas de Dios tiene que ser compartir 35 algo que sabes, algo que crees y algo que vives. Si no tie- nes estas condiciones, mejor es que te calles. 81 La palabra tiene más poder que cualquier energía física de la creación; es una energía que cualquier hombre produce y usa a su antojo y muchas veces sin control. ¿Cómo pode- mos esperar que el mundo esté de otro modo, a la vista de tantos miles de millones de bombardeos incontrolados como se producen cada día? 82 La vida es un impulso hacia adelante. El pasado es un recuerdo; el presente, cuando quieres atraparlo, ya se ha escapado. Sólo queda el futuro, que es camino y puerta de eternidad; pero también éste dejará de ser una vez cumpli- da su misión de llevarnos al eterno Yo Soy. El hombre, cuando es joven, sueña con el futuro que se imagina; cuando es maduro, se afana por lograr algo de lo que queda de sus sueños; cuando es anciano, comprueba que "los sueños sueños son", y quisiera no haber soñado. 36 84 La nube que iba delante le dijo a la que iba detrás: "Corre". y la nube que iba detrás le dijo a la que iba delante: "Espera". ¡Y nunca se encontraron! Como discípulos de Jesús deberíamos estar familiarizados con la cruz. Sin embargo, el solo hecho de pensar en ella nos produce rechazo y temor. ¿Por qué? ¿Es que no creemos en su valor y en su poder? Entre los cristianos el problema no es precisamente que no creemos, sino que no creemos suficien- temente. 86 Dicen que "querer es poder". Como siempre que se dicen las cosas a medias, también esta frase resulta peligrosa. Porque ¿qué pobre no querría ser rico, qué obrero no que- rría ser patrón, qué débil no querría ser poderoso, qué anciano no querría ser joven, qué enfermo tener buena salud, o qué mortal no querría ser inmortal, por citar algu- nos ejemplos? Querer es poder... ¡algunas veces! 87 El discípulo de Jesús no está llamado sólo a saber mucho acerca de su Maestro, sino a ser y a obrar como él. 37 88 No es lo mismo una Iglesia administrada que una Iglesia pastoreada; ni es lo mismo una Iglesia bautizada que una Iglesia evangelizada. 89 Los enemigos son tres: mundo, demonio y carne. El ene- migo es uno: el pecado. 90 Callar cuando hay que callar es virtud; callar cuando hay que hablar es cobardía. El hombre busca a Dios porque lo necesita; Dios busca al hombre porque lo ama. 92 Si no quieres fracasar como discípulo de Jesús, no vayas nunca en tu nombre, sino en el nombre de Jesús y porque él te envía. 38 93 Nos alegramos cuando comprobamos que el Señor nos ha liberado de algo; pero pronto comprobamos que aparece algo nuevo de lo que también tendrá que liberamos. 94 La Comunidad cristiana no es sostenida principalmente por los pensadores ni por los currantes, sino por los orantes. 95 El hecho de no entender muchas cosas en nuestras relacio- nes con Dios no es un problema tan serio como el hecho de no aceptar que no podemos entenderlo todo. 96 La mano del que mata a cuchillo está cerca de la víctima, pero la lengua del murmurador puede matar a mucha dis- tancia. 97 El tiempo es la ocasión para la siembra; la eternidad, para gozarse con la cosecha. 39 98 Los cargos que el Acusador presenta contra el hombre suelen ser de ordinario ciertos o parcialmente ciertos; pero más cier- to es que Dios nos perdona en Cristo, porque "la sangre de su hijo Jesús nos purifica de todo pecado" (1 Jn 1,7). 99 A las obras de un bautizado sólo se les puede dar certifica- do de calidad cristiana cuando son hechas en el nombre de Jesús, es decir, con él, en él y por él. 1 0 0 Los caminos de Dios son santos (cf. Sal 77,14). Por eso es normal que sólo los santificados puedan andar por ellos. 101 El Rey Jesucristo ha querido tener muchos embajadores en la tierra (cf. 2 Co 5,20), pero ninguno puede sustituirle en todo. 102 A los discípulos de Jesús nos ha sido dado el poder de pro- clamar el señorío de Cristo y la superioridad de su trono 40 sobre los tronos de Satanás y todos los Principados, Dominaciones, Potestades, etc. Cuando lo hacemos correc- tamente, —desde nuestra posición en Cristo—, Satanás y sus ejércitos abandonan la lucha y huyen. 103 La solución a los problemas que tiene el mundo de hoy no es política, ni social, ni económica, sino moral. Los ideales y las metas de las democracias se centran en mejores gobernantes, mejores leyes, eliminación de la pobreza material, distribución de riqueza, altos niveles de salud, control de la violencia, disfrutar la vida hasta... y metas parecidas. Aunque estas metas se alcanzaran —y la expe- riencia nos muestra cada día con más claridad que tienen mucho de utopía— nos proporcionarían un mundo menos malo, pero jamás un mundo bueno; un mundo menos des- graciado, pero jamás un mundo feliz. Porque la felicidad verdadera sólo mana de una fuente, que es Dios. 104 El objetivo final del servicio cristiano es el Reino de Dios y su Rey Jesucristo. Los servicios y trabajos de cada día que no tengan esta meta son humanos y tal vez muy loa- bles, pero aún no cristianos. 41 105 El Hijo del hombre, que "no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20,28), lo hizo todo pensando en el Padre y para su gloria. ¿En qué y en quién pensamos los discípulos del Hijo del hombre? 106 La dificultad para moldear una estatua depende del grado de dureza del material que se usa. No se modela con la misma facilidad una estatua de granito que una de alabas- tro, por ejemplo. Pero sabemos que, una vez finalizado el trabajo, la duración de uno es mucho mayor que la del otro. Las personas que han sido maltratadas por la vida son más difíciles de moldear por el Señor, el artista de los artistas; pero, cuando ha conseguido moldear una, el Señor se goza de modo especial con su obra. — Señor, te ruego que me moldees como si fuera granito, pero que me cuides como si fuera alabastro. 107 Una cosa es lo ideal y otra muy distinta lo real. Lo real es lo que se vive cada día, lo ideal es lo que nos ayuda a vivir lo real sin que nos hundamos. 42 108 Ciertas fiestas populares en honor del Patrón o de la Patrona que se celebran en muchos pueblos y ciudades de España son ante todo un tinglado perfectamente aprovechado por los enemigos del Reino. Se celebra algún que otro acto religioso y el resto del tiempo y de los actos, a los que se da el nombre de "profanos" se dedican a comer y beber frecuentemente sin control, holgar, bailar, divertirse como sea, es decir, a dar rienda suelta a la carne. Eso sí, todo en honor del santo o de la santa de turno. ¡Faltaba más! 109 El Señor no espera de nosotros que permanezcamos en el calor primero, ni en los sentimientos primeros, sino "en el amor primero" (Ap 2,4). 110 Señor, ya sé que no tengo derecho a pedirte que nos mues- tres qué pasa cuando intercedemos; pero ¿no crees que nos ayudaría bastante saberlo? 111 Lo más terrible de este vacío que está viviendo hoy el mundo es que no se da cuenta de la situación. 43 112 Sin la chispa de la conversión no puede prender el fuego del amor. 113 Sueño con el día en que el Espíritu, que es Fuego, queme toda la porquería de mi basurero personal. 114 La importancia de la participación de un discípulo en la restauración del Reino no se mide tanto por su autoridad o responsabilidad,como por la calidad de su servicio. 115 El pueblo no ve de ordinario más allá de la capacidad de las gafas que le colocan los ópticos de turno. 116 Una de las más peligrosas y funestas afirmaciones que se han dicho a los discípulos de Jesús es que, para ser buen cristiano, basta ser honrado, comportarse como buen padre o madre de familia, cumplir con sus obligaciones, ayudar a 44 quien lo necesite, ir a misa... y poco más. Todo esto lo puede hacer, por ejemplo, cualquier mahometano; con la particularidad de que, si no va a misa, suele dedicar a los cultos de su religión más tiempo que la mayoría de los cris- tianos a los suyos. Sólo se es buen cristiano cuando se cumplen las condiciones establecidas por Jesucristo, su maestro y fundador: "Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos" (Jn 8,31). 117 La carne usa la libertad para su satisfacción; pero el espíri- tu la usa para amar: a Dios porque es Dios, y al prójimo por Dios. 118 Corazón embotado también es igual a "ojos que no ven y oídos que no oyen" (cf. Hch 28,27). 119 Para lavar y blanquear nuestras vestiduras con la sangre del Cordero (cf. Ap 7,14) hay que pasar por la gran tribu- lación, es decir, hay que llevar la cruz y morir, como el Cordero, en ella. 45 1 2 0 El mayor problema de Satanás y sus compinches no es Dios, sino Jesucristo. 121 El verdadero discípulo de Jesús debe saber cómo distribuir sabiamente el tiempo entre el cuerpo, el alma y el espíritu, dándole a cada uno lo que le corresponda en justicia y de acuerdo con su dignidad, poniendo el espíritu en primer lugar, el cuerpo al final, y el alma entre los dos. Pero la práctica nos muestra que suele suceder todo lo con- trario: la atención se centra en primer lugar en el cuerpo; en segundo lugar, en las cosas del alma; y al final —bas- tante al final— en las del espíritu. 122 Las oraciones huecas están hechas de palabras que sólo salen de la boca; las oraciones verdaderas están construi- das con los anhelos que salen de las fuentes del corazón. 123 — ¿A dónde me llevas, Señor? — A la cruz. 46 124 Lo más importante de una batalla no es su dureza, ni su duración, ni las armas que se emplean, sino el resultado; también en la batalla espiritual. La diferencia con otros combates está en que en la batalla espiritual tenemos ase- gurada la victoria siempre que luchamos "el buen combate de la fe" (1 Tm 6,12), es decir, armados por el Espíritu de Jesús y guiados por él. 125 Cuando se toma una moneda, se toman sus dos caras. También la moneda del evangelio tiene dos caras: por eso, si cogemos la cara de la promesas de felicidad, tenemos que aceptar también la cara de la persecución y la cruz. 12Ó «La santidad es el adorno de tu casa» (Sal 93,5). — Pero... ¿qué es tu casa? — Tú eres mi casa. 127 Renuncia a todos tus criterios, a todos tus sentimientos y a todas tus decisiones. Busca los criterios del Señor, sintoniza 47 con sus sentimientos y haz en todo su voluntad. Entonces estarás cumpliendo el primer mandamiento y, sin propo- nértelo, todos los demás. 128 Hay tres clases de enseñanza acerca de las cosas de Dios: la que da vida, la que no da nada y la que da muerte. En la primera existe una colaboración del hombre y del Espíritu de Dios; la segunda procede únicamente del hombre; en la tercera, el hombre cuenta con la ayuda del Maligno. 129 Amar al prójimo exige aceptar a los demás como son, aún a riesgo de que no nos acepten como somos. 130 El servicio puede tener un valor trascendental desde que Jesucristo, el Siervo de Yahveh, nos enseñó a amar sir- viendo: a Dios por sí mismo y al prójimo por Dios y desde su Espíritu. Pero puede haber un servicio externamente muy parecido al anterior, que no tiene nada de trascenden- tal, porque se hace sólo desde el hombre y sólo para el hombre. 48 131 Ser cristiano es, en definitiva, participar de la vida de Dios en Cristo y por el Espíritu. 132 Quien vive de cara al mundo y procurando agradar al mundo no puede vivir de cara a Dios y agradando a Dios, porque Dios no comparte su gloria con nadie. 133 La gloria del mundo se viene, la gloria del mundo se va. Si Cristo ha venido a mi vida ¿quién, di, me lo arrebatará? 134 Una buena enseñanza acerca de Dios no consiste en demostrar que sabemos mucho, sino en vivir lo que ense- ñamos, aunque no sea mucho. 135 —En una situación como la que estamos viviendo nuestros tiempos, ¿qué se puede hacer, Señor? 49 — Subir a Jerusalén y volver a empezar. — Es que tú ya no puedes volver a subir a Jerusalén — Pero vosotros, sí. 136 Si "la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1 Co 3,19), ¿qué será su injusticia? 137 Cuando sabemos un poco pronto nos creemos sabios; pero ¿qué somos en realidad, sabios o listillos? .38 El Señor es digno de acción de gracias, de alabanza, de adoración, de bendición, de honor...¡Y de servicio! 139 Desgracia es para el hombre no llegar a conocer a su Redentor; pero es mucho peor separarse de él después de haberlo conocido, porque "el que no cree, ya está conde- nado" (Jn 3,18). 50 140 Servir a Dios es descubrir nuestro capacidad como criatu- ras; amar a Dios es vivir nuestra filiación divina. 141 — Señor, da la impresión de que cada vez hay más pájaros que comen la semilla de tu palabra. — No, los pájaros no aumentan; lo que ocurre es que han disminuido los sembradores y los cazadores. 142 El tiempo nos entrega en los brazos de la muerte; la eter- nidad nos abre los brazos de la Vida. H3 Las verdades de los hombres mueren con ellos, la verdad de Dios los entierra a todos. 144 El infierno de los justos es convivir con la injusticia que les rodea; pero la presencia de los justos es el tormento de los impíos. 51 HS — Señor, parece que cada vez cae más semilla en el cami- no y entre abrojos y pedruscos. — Es que cada vez tengo menos discípulos dispuestos a abrir surcos, a preparar la tierra y a sembrar la semilla de mi Palabra. 146 Las inseguridades o la falta de seguridades nos abren con frecuencia a la acción de Dios y nos preparan para encon- trarnos con él. Y al contrario: la posesión de seguridades nos cierra a la acción de Dios y nos lleva al encuentro de nuestra autosuficiencia y nuestra soberbia. 147 Para la paciencia de los evangelizadores: el Señor dijo que "se predicara en su nombre la conversión a todas las nacio- nes" (Le 24,47). Pero no dijo cuánta gente se convertiría. 148 A nuestro tiempo personal, cuando está dominado por la búsqueda y el encuentro de Dios, se le pone cara de eterni- dad; pero, cuando está entretenido con las cosas de este mundo, se le pone cara de tiempo, hasta que se muere. 52 149 — Señor, ¿cuándo podremos ver una buena cosecha en tus campos? — Cuando mis discípulos dejen de escapar a la cruz. 150 "Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: 'Siervos inútiles somos"' (Le 17,10). El siervo inútil no es sólo inútil de verdad, sino que ade- más reconoce su inutilidad. Siervo utilizable es el que, sabiéndose inútil, se deja uti- lizar. Lo que el Señor necesita son siervos inútiles, pero utili- zables. 151 ¡Cuántas veces le decimos al Señor: "Habla, que te escucha- mos", pero sólo por curiosidad de conocer lo que nos pueda decir, sin la menor intención de hacer lo que nos diga. 152 — Señor, cuánto esfuerzo cuesta hacer un verdadero discí- pulo tuyo. 53 — A mí me llevó tres años, a tiempo completo, hacer unos cuantos y, aún así, tuve que enviar el Espíritu Santo para que completara mi obra. 153 ¡Cuántas veces nos quejamos de que el Señor no nos habla, cuando la verdad es que no le dejamos hablar, porque no le dedicamos el tiempo necesario o porque pasamos el tiem- po hablando nosotros! 154 El problema más incómodo con el que solemos encontra- mos los discípulos de Jesús en nuestro seguimiento consis- te en que de ordinario queremos servirlea medias, es decir, a distancia: nos entregamos, pero no del todo; lo acepta- mos como Señor, pero hasta cierto punto; nos sometemos a su voluntad, pero mientras no difiera mucho de la nues- tra. Y luego nos quejamos de que no lo encontramos. 155 Cuando estamos en Cristo, nuestros sufrimientos son tam- bién sus sufrimientos y los comparte con nosotros. Pero si no somos conscientes de esto, el sufrimiento nos pesa como si lo lleváramos solos. 54 156 ¡Cuántas veces decimos al Señor: "Ven, Señor", mientras mantenemos cerradas nuestras puertas porque tememos que quiera gobernar nuestra vida. 157 Cuando nos acercamos al Señor, tenemos que hacerlo sin caretas. Entre otras razones porque, además de hacer el ridículo, de nada nos servirían ante él. ,58 ¡Cuántas veces pedimos algo al Señor y nos quejamos de que no nos escucha, mientras tenemos sus manos atadas con nuestros caprichos espirituales, queriendo que nos dé sólo lo que le pedimos, cuando se lo pedimos y como se lo pedimos! 159 Cuando los cristianos nos quejamos de cómo está el mundo, deberíamos pensar antes en cómo estamos nos- otros. Tal vez no diríamos ya nada; porque ¿no se supone que somos la luz del mundo? 55 ióo La verdadera medida del amor es la plenitud. Los demás grados son válidos, pero insuficientes. 1Ó1 Cuando el Espíritu nos lleva al desierto somos como los árboles en invierno: sin la hoja del otoño, que ya ha caído, y sin la hoja de la primavera, que todavía no ha brotado; sin el hombre viejo que hemos perdido, y sin el hombre nuevo que todavía no ha crecido. En tales circunstancias sólo podemos hacer una cosa: abandonarnos al Señor y esperar en él, porque "¿quién se confió en el Señor y quedó confundido?" (Si 2,10). 1Ó2 Sólo hay un amor absoluto y verdadero: El amor de Dios. Los demás amores o son participación del amor de Dios o son falsificaciones. 163 Si tuviéramos conciencia de que somos sarmientos injer- tados en una cepa llamada Jesús (cf. Jn 15,5) ¡cuántos malos pasos evitaríamos! Por ejemplo: veríamos que, 56 para comunicarnos con otros sarmientos, es decir, con otros hermanos, teníamos que hacerlo a través de él. Entonces no diríamos nada, ni haríamos nada que el Señor no fuera a aprobar. 164 Una conversión no es completa cuando le entregamos al Señor nuestras cosas, sino cuando nos entregamos nosotros mismos y toda nuestra existencia: el pasado para que nos perdone, el presente para que nos transforme, y el futuro para que nos mantenga perdonados y transformados. 165 El amor, como el fuego, necesita un combustible que lo ali- mente sin cesar. Cuando éste es insuficiente o se acaba, se apagan el fuego y el amor. 166 En el tiempo de desierto es necesario practicar la pacien- cia, que es una manifestación visible de la esperanza, y echar mano de las reservas acumuladas en tiempo de abun- dancia. Pero también hemos de mantener abiertos nuestros oídos espirituales para escuchar al Padre, que nos dice: "Habrá compasión. Por los cauces secos volverán a correr 57 las aguas, y de las raíces profundas del dolor brotarán tallos llenos de abundantes y vistosas flores". 167 La voz profunda y amorosa del Espíritu nos llama cons- tantemente diciendo: "Ven al Padre". 168 La hipocresía debe ser un mal de mucho cuidado. Jesús previene explícitamente a sus discípulos contra ella: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipo- cresía" (Le 12,1). La hipocresía es una mezcla rara de: • mentira disfrazada de verdad, • envidia disfrazada de amor, • soberbia disfrazada de humildad, • tiniebla disfrazada de luz, Por eso, quien se adhiere sin discernimiento a lo que se supone verdad, amor, humildad o luz, puede estar adhi- riéndose, sin saberlo, a la mentira, la envidia, la soberbia o la tiniebla. 169 El Señor Jesús, el hombre perfecto, después de tres años de anunciar la Buena Nueva, de hacer milagros, sanar enfermos, 58 resucitar muertos y expulsar demonios, acabó solo, recha- zado, abandonado de todos y crucificado. ¿Cuándo creere- mos los discípulos que no podemos ser más que el Maestro? 17O Hay días en los que el cielo está despejado y rebosante de luz; otros en cambio está cubierto de un tenue velo que oculta en parte su belleza y luminosidad; y aún hay días en que las nubes grises, abundantes y espesas, reducen a pura imagina- ción la belleza y la luz de las alturas. Así ocurre en nuestro mundo interior: nuestra experiencia va desde ver todo muy iluminado a no ver nada. El peligro está en no ser conscien- tes de que, aunque todo se vea oscuro y grisáceo, más allá, detrás de esas nubes que la vida ha puesto ante nuestros ojos, está siempre, brillando con toda su intensidad, la Luz. 171 A aquél que busca de corazón a Dios no le sirve que le den muchas ideas y razones acerca de Dios; sólo le sirve que le den a Dios. 172 Oración del mensajero que anuncia la Buena Nueva: 59 - Snioi, pon tus palabras en mi boca y la fuerza del lispíritu en tus palabras, y que luego nadie se acuerde mí y todos recuerden tus palabras. 173 Hay mucha diferencia entre creerse levadura, sal o luz y serlo realmente. Cuando uno se lo cree, se contempla a sí mismo como levadura, sal y luz; cuando uno lo es de ver- dad, son los demás los que lo ven como levadura, sal y luz. 174 Caminar en la fe no es caminar en la oscuridad, sino en sobreabundancia de luz. 175 Hay una fe que echa raíces en las profundidades de la inte- ligencia, pero hay otra fe que echa sus raíces en las pro- fundidades del corazón. Esta crece, se desarrolla y da fru- tos de vida eterna; pero aquélla no puede dar frutos verda- deros mientras no se injerte en el corazón. 176 Corazón limpio y puro es aquél que lava sus pecados en la sangre redentora de Jesús, se transforma por la acción puri- 60 ficadora del Espíritu, y descansa en el amor gozoso del Padre. 177 Para que el Padre nos revele sus secretos, hemos de crecer hacia abajo: crecer en pequenez, que es crecer en pobreza y humildad, crecer en la esperanza de que se cumplirá su palabra: "Has ocultado estas cosas a sabios y prudentes y se las has revelado a los pequeños" (Mt 11,25). 178 Los caminos del Señor son siempre un puente entre su corazón y el nuestro. 179 A la oración hay que ir pensando que no merecemos que el Señor nos hable ni nos escuche. Así, cuando no sintamos nada y nos parezca que salimos de la oración como hemos entrado, no nos desanimaremos y seguiremos yendo cada día al encuentro del Señor como hay que ir: con fe, con humildad y con perseverancia. Hasta que él quiera. 180 La parte incómoda de la luz es que da testimonio contra las tinieblas. 61 i8i ¿Te has preguntado alguna vez si eres oveja del rebaño de Jesús? Si quieres saberlo —y debes saberlo— haz la prue- ba y mira si la pasas: al. Buen Pastor "las ovejas le siguen porque conocen su voz" (Jn 10,4). 182 Pregunta: ¿No da la impresión de que muchos católicos tienen un encuentro con los sacramentos, pero no se encuentran con el Señor de los sacramentos? ,83 Identificación del silencio verdadero: — Yo soy el silencio que canta al Padre alabanzas al alba. Yo soy el silencio que inunda de brisa y de luz la mañana. Yo soy el silencio que escucha al Amor inquieto que llama. Yo soy el silencio que abraza con brazo de paz vuestras almas". 184 El silencio exterior no es una meta, sino un camino para el silencio interior. 62 ,85 Para que el corazón pueda ir cambiando poco a poco su dure- za por blandura tiene que pasar muchas horas a remojo en las aguas que corren por el río de la alabanza y la adoración. 186 Hoy está de moda entre muchos cristianos que se conside- ran de primera línea decir: "En la vida todo es oración", en vez de decir: "En la vida todo puede ser oración". ¡Cuántas vidas a la deriva por culpa de dos palabras! 187 Con la palabra de Dios nos puede suceder como con el mar: que podemos tener una idea falsa de lo que realmen-te es, si nos quedamos contemplando la superficie. 188 — Padre, dinos una palabra. — Mi Palabra es mi Hijo, escuchadle. 189 Comprendernos unos a otros resulta, a veces, casi imposi- ble; pero aceptarnos unos a otros depende casi siempre de 63 que queramos aceptarnos, es decir, de que queramos sim- plemente amarnos. 190 Malo es caer; pero es mucho peor no levantarse cuando se ha caído. 191 Dios tiene una vocación concreta para cada uno de sus hijos; pero también tiene una vocación única para todos: la santidad. 192 El sufrimiento cristiano no es angustia ni desesperación; es Amor y ensanchamiento del Corazón. 193 "Ama y haz lo que quieras". De acuerdo; pero, si no amas, mira qué haces y cómo lo haces. 194 En nuestra reconciliación con las personas no basta perdo- nar y pedir perdón. Además hay que amar. 64 195 Cuando mi comunicación con otras personas está presidi- da por el amor, me esfuerzo por comprenderlas. Pero, cuando lo que me domina es el egoísmo, todo mi empeño está en que me comprendan. 196 El misterio de los misterios relacionados con Jesús es su cruz. Por eso, el conocimiento íntimo de Jesús tiene que ser iluminado necesariamente por la cruz. 197 El discernimiento espiritual no es una joya que se pone en ocasiones especiales, sino algo que tenemos que usar cons- tantemente, si queremos caminar con el Señor; porque "hay caminos que parecen rectos, pero al cabo son cami- nos, de muerte" (Pr 14,12). 198 Cuando el corazón está "como tierra seca, agrietada, in agua" (Sal 63,2), la oración normal que sale de sus pro- fundidades es ésta: "Tengo sed". 65 199 Al diablo no le importa inducirnos a que hagamos lo bueno, si con eso dejamos de hacer lo mejor, es decir, la voluntad de Dios. 2 0 0 Para conocer y entender las cosas de Dios no basta el esfuerzo humano, por muy grande que éste sea, ya que "el hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. y no las puede entender" (1 Co 2,14). Y es que "nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Co 2,11). 201 En nuestro caminar con el Señor vamos experimentando día a día el esfuerzo, el cansancio, la renuncia, el sufri- miento... Pero en el trasfondo de todo está el Espíritu Santo que nos pule, nos trabaja, nos transforma, nos da fuerzas, nos lleva a la muerte y también a la resurrección... silen- , ciosamente. 2 0 2 En la vida en el Espíritu, si se vive plenamente, cada situa- ción lleva siempre la marca de Dios. 66 2 0 3 Bueno es que el corazón se goce con la luz que recibe los días de abundancia espiritual. Pero hay que hacer algo más: siguiendo el ejemplo de las hormigas, hay que estar prevenidos para cuando llegue la oscuridad del invierno. ¿Cómo? Creciendo mientras tanto en la fe, porque, cuando hay que caminar en oscuridad, sólo la fe puede producir la luz que necesitamos. 204 ¡Qué pena! A Jesucristo con frecuencia se le conoce y se le trata por fuera y desde fuera, es decir, se le estudia. Sin embargo, él no vino para ser en primer lugar objeto de estudio, sino como fuente de vida y de vida en abundancia (cf. Jn 10,10). 2 0 5 Como en el Reino de Dios no se usa el dinero, no hay fal- sificadores de billetes. Pero hay un tipo de falsificadores más peligrosos: los que hablan de Jesús por referencia sin haber compartido con él su corazón y su vida. 2 0 6 Aunque la cruz es la perfecta alegría y en la cruz está la luz 67 en plenitud, no debemos abrazarla por lo que tiene de ale- gría o de luz, sino por lo que tiene de Jesús. 2 0 7 La alabanza y la adoración de los corazones puros son el incienso que perfuma el trono del Dios Altísimo. 2 0 8 El niño espiritual exclama ante la tribulación: "Padre, apar- ta de mí este cáliz", y ahí termina su oración. El discípulo maduro, por el contrario, sigue orando a ejemplo del Maestro: "pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieras tú" (Me 14,36). 2 0 9 Hablando del combate espiritual, miedo es el resultado de hacer recuento de mis recursos para pelear con el mundo, el demonio y la carne, en vez de vivir en la creencia de que, "los que confían en Yahveh son como el monte Sión, que es inconmovible, estable para siempre" (Sal 125,1). 210 — Señor, si tuvieras la oportunidad de crear al hombre de nuevo, ¿te lo pensarías dos veces? — Lo específico del amor no es pensar, sino obrar. 68 211 La unidad entre los discípulos de Jesús es verdadera a medida que nos encontramos en él por obra del Espíritu Santo. Sin embargo, cuántas veces esta unidad se mide por la coincidencia de intereses, que no es otra cosa que coin- cidencia de egoísmos. 212 A veces pensamos erróneamente que lo importante es hacer cosas para Dios en vez de hacer las cosas según Dios. Cuando obramos así nos puede pasar como a Nadab y Abihú, hermanos de Aarón: que la ofrenda se vuelva con- tra nosotros (cf. Lev 10,1-3). 213 "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5,5). — ¿Cómo se explica, entonces, que sean tan débiles y escasas sus manifestaciones? — Porque le pasa lo que a las corrientes de agua subterrá- neas: que no pueden salir a la superficie mientras no tienen vía libre por algún sitio. 69 214 La sabiduría de Dios es la sabiduría del amor, porque "Dios es amor" (1 Jn 4,8). Y ¿cómo es que intentamos entender la sabiduría de sus obras, cuando no somos capa- ces de entender el misterio de su amor? 215 Hay lágrimas que nacen del arrepentimiento y de la con- versión, de la humildad y del corazón herido de amor; pero hay otras, que nacen del orgullo y de la obstinación, del corazón rebosante de egoísmo y de la resistencia a la con- versión. 216 Los hombres nacidos de la carne viven un estilo de apa- rente libertad, que los lleva a la esclavitud y los convierte en hijos del diablo. Los nacidos del Espíritu viven bajo una aparente esclavitud, que los hace libres y los convierte en hijos de Dios. 217 A medida que nuestra identificación con Jesucristo se hace mayor, nuestra comunión con él en la cruz es más profun- 70 da y la experiencia de que compartimos el sufrimiento es mucho más patente. 218 Para que tengas vida en el Espíritu tiene que estar en ti el Espíritu y tú estar sometido a él. ¿Sabes lo que pasa cuando, viviendo en la carne, se quiere aparentar que se vive en el Espíritu? Muy sencillo: se está haciendo tea- tro espiritual. 219 El Espíritu Santo es fuego que purifica; el fuego produce quemaduras y las quemaduras son dolorosas. ¿Podemos esperar que la purificación que obra el Espíritu en los hom- bres nos resulte agradable? 2 2 0 A veces se encuentran personas que viven angustiadas en su esfuerzo por salvarse, porque no son conscientes de que sólo Jesús salva. No estamos tratando con un verbo refle- xivo —yo me salvo, tú te salvas—, sino con una conjuga- ción pasiva —yo soy salvado, tú eres salvado — . Nuestro esfuerzo no debe ir dirigido a salvarnos, sino a dejarnos salvar. 71 221 Cuando se hacen las cosas por el Señor y para el Señor, nunca podemos ceder ante el desánimo o las dificultades, por gran- des que sean, ni decir 'basta' por nuestra cuenta. El único que puede decirlo es el Señor. Así que, mientras él no lo diga, hay qué seguir, pase lo que pase y cueste lo que cueste. 222 La condición imprescindible para poder hablar de las cosas del Espíritu es nacer de nuevo y empezar a aprender el idioma del Espíritu. 223 El primer problema de nuestro crecimiento espiritual no lo tenemos con el Espíritu Santo, sino con nosotros mismos, que no estamos muy dispuestos a quedamos vacíos y sin nada para que el Espíritu nos pueda llenar de sí mismo. 224 La alabanza tiene que nacer del fondo del corazón, que es lo opuesto a la superficie, en este caso la lengua. Por eso, el salmista dice: «"Alaba al Señor, alma mía, desde el fondo de mi ser" (Sal 103,1). 72225 Para alabar a Dios hay que ir a lo más profundo del cora- zón, al templo interior, y postrarse allí ante la Trinidad que habita en él. Entonces, desde el encuentro con las tres Personas brotará la alabanza y la adoración en Jesús, por el Espíritu, al Padre. 22Ó Ir al encuentro del silencio es sentarse, esperando, a la puerta de Dios. 227 Los mortales tenemos una ventaja sobre los ángeles y los santos del cielo: ellos alaban y adoran a Dios, porque su presencia lo hace inevitable; nosotros, en cambio, alaba- mos y adoramos a Dios libremente, desde la fe, porque queremos y, con frecuencia, desde la experiencia de oscu- ridad y sufrimiento, que empujan en sentido contrario. 228 Para que la palabra de Dios se transforme en vida hay que guisarla en la cocina del Espíritu y, después de comerla en el plato de la oración, digerirla en el corazón. 73 229 El pecado cierra, la gracia abre. Por eso tenemos que cla- mar tantas veces: "Señor, abre mis labios, y mi boca pro- clamará tu alabanza" (Sal 51,17). 230 Sólo el que está en condiciones de decir "yo nada soy, nada tengo, nada puedo" puede después añadir: "El es mi roca y mi salvación" (Sal 62,7). 231 Si queremos conocer la voluntad de Dios para nosotros, tenemos que entregarle antes, sin reservas, la nuestra. 232 "El... rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ter- nura" (Sal 103,4). — Tú, Señor, rescatas nuestra vida de la fosa del pecado, de la fosa dé nuestra miseria... ¡cuando te dejamos! Porque la verdad es que entre nosotros también existe el amor por la fosa, por mantenernos ahí, sin morir ni vivir del todo. Nuestra suerte es que tú, entretanto, aguardas paciente al borde de nuestra fosa, esperando una palabra nuestra, un 74 pequeño gesto que te permita rescatarnos, para coronarnos luego de amor y de ternura. 233 Sólo cuando el corazón es puro entrega pensamientos limpios. 234 — ¿Qué es la cruz, Señor, qué es la cruz? — La cruz es... • el eco de mi llamada, • el pan de mis discípulos, • el abrazo a mis elegidos, • la luz de mi camino, • la garantía de mi presencia, • la bandera de mi Reino, • la experiencia profunda de mi amor. 235 Este silencio de amanecer, roto sólo por el barullo de mi mundo interior, viene a ser un rastro del verdadero Silencio, donde la vida contempla absorta el abrazo de Dios a la creación. 75 236 La cruz extiende sus brazos en todas las direcciones y lo atrae todo hacia la muerte y la resurrección. 237 Unos dicen que Dios ha muerto, otros que no existe, y la mayoría no dicen nada, pero viven como si Dios no exis- tiera. Mientras tanto él aguarda pacientemente, hasta que diga: "¡Basta!". Entonces "dominará de mar amar, desde el Río hasta los confines de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo" (Sal 72,8-9). 238 Las capacidades y el poder que Jesús da a sus discípulos tienen como fin inmediato la restauración del Reino del Padre, y como fin último la gloria de la Trinidad. 239 La unidad entre los cristianos se conseguirá: — cuando, "teniendo nuestros ojos fijos en Jesús, el que inicia y consuma nuestra fe" (Hb 12,2), lo busquemos a él en vez de buscar nuestros intereses; — cuando, en vez de empeñarnos en construir nuestras 76 iglesias, dejemos a Jesús construir su Iglesia, — cuando en vez de pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a construir nuestra unidad, colaboremos con el Espíritu Santo para construir la suya. 240 Que tu Palabra, Señor, sea antorcha para nuestros pies y luz para nuestro sendero (cf. Sal 119,105) y nos libre de la palabrería de los hombres. 241 Cuando los discípulos de Jesús, después de creer en él, amamos a alguna criatura más que a él, estamos cometien- do adulterio espiritual. 242 Una persona que no sea humilde y sumisa no podrá diri- gir o pastorear a otras. Pero ¡cuidado! Hay que distinguir la falsedad en la humildad y en la sumisión. La falsa humildad es un trampolín para el orgullo; la falsa sumi- sión es la trampa que pone la rebeldía, que permanece agazapada hasta que tiene la oportunidad de apoderarse de una situación. 77 243 Cuando alguien está deseando oír algo que le interesa, bas- tará con que se lo digan una vez y a media voz. Cuando le digan algo que no quiere oír, porque no le interesa, habrá que decírselo repetidas veces y en voz alta; aún así, habrá suerte si se da por enterado. 244 El trabajo más importante, más delicado y más difícil que un discípulo de Jesús tiene que llevar a cabo consiste, por una parte, en dejarse modelar por el Espíritu de Jesús, y por otra, en dejarse guiar por él con total fidelidad y sumisión en sus trabajos por el Reino. 245 Es difícil profundizar en el conocimiento espiritual de Dios; pero, si no lo conocemos mejor, no es tanto por lo que tiene de misterio como por nuestra dureza de corazón. 24Ó El hombre natural se siente seguro y descansa en sus ver- dades; el hombre espiritual en cambio sólo se goza en la Verdad, que en general suele estar poco de acuerdo con sus verdades. 78 247 Cuando quiero atrapar el viento, se me escapa; cuando quiero detener la vida, se me escapa; cuando quiero abra- zar a Dios, se me adelanta. 248 Un buen pastor nunca da por perdida a una de sus ovejas. 249 Cuando los discípulos de Jesús tenemos fe suficiente para plantar la semilla de la Palabra en los corazones desiertos, nos sorprendemos al ver crecer muchos jardines frondosos. 250 Cuando vivimos bajo la ley, sólo nos gobierna la obedien- cia; pero cuando vivimos en el Espíritu, la obediencia se engalana con el amor. 251 Todo aquel que cree en Jesús y se presenta ante el Padre limpio por la sangre del Cordero queda inscrito como hijo de Dios en el libro de registro de la eternidad. 79 252 La capacida de visión espiritual en los ojos nuevos de quien busca a Dios de todo corazón se llama 'Espíritu Santo'; pues dice Yahveh: "No les ocultaré más mi rostro, porque derramaré mi Espíritu sobre la casa de Israel, orá- culo del Señor Yahveh" (Ez 39,29). 253 En la comunidad, la cruz suele tener un nombre muy con- creto: "hermano". 254 Una mente incontrolada es como una ciudad sitiada y sin defensas: inmediatamente es ocupada por los enemigos. 255 El amanecer de cada día es una palabra mensajera de resu- rrección, que pone en tensión la esperanza viva y vivifica- dora del cristiano. 256 La santidad no está tanto en las obras que se hacen como en el corazón de quien las hace. 80 257 La Palabra de Dios es como un personaje muy ilustre cuyo recibimiento no se puede improvisar, sino que hay que pre- parar hasta el mínimo detalle. Cuando nos acercamos al encuentro de la Palabra sin la debida preparación, mani- festamos con nuestra actitud nuestro poco aprecio y respe- to por tal Huésped. ¿Por qué sorprendernos entonces, si pasa de largo? 258 Nuestro pecado es el espejo donde mejor se aprecia el amor de Dios. 259 La prudencia del hombre y la prudencia del Espíritu nos pueden empujar, en una misma situación, hacia caminos distintos y aún opuestos. Por eso, el verdadero hombre del Espíritu somete siempre la prudencia humana a la del Espíritu. 2ÓO A veces soñamos con el descanso y no sabemos cómo alcanzarlo. La palabra de Dios nos ofrece la respuesta y los 81 pasos que hay que dar: fe, escucha de la palabra, conoci- miento de la voluntad de Dios, obediencia y, finalmente, entrada en su descanso (cf. Hb,l-ll). 2Ó1 Sólo el Señor puede pronunciar con propiedad palabra "mío", porque "del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y todos sus habitantes" (Sal 24,1) 262 La fe es la fuerza secreta que da a los ojos del espíritu la capacidad de ver. Si quieres ver las obras de Dios primero cree en ellas; si quieres ver a Dios, primero cree en él. 263 El primer paso de la conversión consiste en reconocer que se necesita conversión; el segundo, en querer convertirse; el tercero, en convertirse;y el cuarto en vivir la conversión. 264 La mayor dificultad para alcanzar algo es creer que ya se tiene; la mayor dificultad que una persona puede tener para llegar a ser santo es creerse buena. 82 265 Si los discípulos de Cristo nos diéramos cuenta de que, cuando criticamos o atacamos a otro discípulo, estamos infligiendo una herida al Cuerpo de Cristo, tal vez cambia- ríamos de táctica y, en vez de murmurar, dirigiríamos nues- tras palabras y nuestros esfuerzos a sanar y restaurar aquel miembro que, en opinión nuestra, está enfermo. 266 Señor, aunque te cueste mucho, aunque yo me oponga y me resista, no te desanimes nunca y pide a tu Espíritu que siga trabajando para cambiarme, hasta que yo llegue a ser tu obra acabada. 267 Pascua es paso, tránsito, puerta, acceso, alegría, gozo, glo- ria, resurrección... En definitiva, Pascua es el abrazo pro- fundo, íntimo y real del hombre con Dios en el momento sin nombre en el que el tiempo da paso a la eternidad. 268 Toda la sabiduría humana junta no brilla más que el sol en un día lluvioso de invierno. Por el contrario, la sabiduría de 83 un solo hombre espiritual es como sol brillante en medio- día de verano. 269 El hombre que se busca a sí mismo por fuera, se pierde y no llega a encontrarse. El hombre que se busca dentro de sí mismo se estrella contra un misterio; el hombre que se busca en Dios, se encuentra a sí mismo y encuentra a Dios. 27O ¡Cómo debió ser mi corazón, Señor, si, después de todo lo que has hecho, aún necesito cambiar tanto! 271 La fe, como la noche, nos permite descubrir un maravillo- so cielo estrellado, que no puede hacerse perceptible cuan- do el agradable sol de la consolación se está derramando sobre nuestro espíritu. 272 Cuando queremos alcanzar una altura caminando sobre nues- tros pies, pronto nos cansamos. Cuando subimos con medios mecánicos, podemos llegar más arriba y sin cansarnos. 84 ¿Cuándo nos daremos cuenta de la diferencia que hay entre nuestro "virtuoso esfuerzo" y la obediencia y docilidad al Espíritu para realizar nuestra subida espiritual? 273 Dios, porque es Dios y no hombre, jamás dejará de ser como es o de obrar como obra porque al hombre le intere- se que sea de otro modo o que actúe de otro modo. ¡ Afortunadamente! 274 Cuando el discípulo va creciendo, el Señor conduce sus pasos por una especie de frontera en la que, dejando atrás el conocimiento inferior, le muestra la tierra prometida de un nuevo conocimiento, y cuando esto sucede necesita per- derse en él con fe ciega y total, porque él se lo pide y por- que, además, no tiene otro remedio. 275 Ver el mundo como desde lejos, como desde fuera, como no estando en él... y verte después pisando el asfalto de la ciudad, ¿qué es: volver del sueño a la realidad o volver de la realidad al sueño? 85 276 Hay dos clases de soledad: la soledad del que se aisla por- que huye, y la soledad del que se aisla porque busca. 277 La primera venida de Jesús cierra la noche espiritual de los tiempos con la aurora del día nuevo y verdadero. Su segun- da venida dará por concluido el día y nos introducirá, fuera del tiempo, en la luz sin día del cielo nuevo y la tierra nueva (cf. Ap 21,1). 278 La sangre del Cordero es la única que lava blanco, blan- quísimo y con blancura de eternidad. 279 Las ventanas de la mente son los sentidos. Por eso la mente, como la casa, está habitada por lo que entra por sus ventanas. 2 8 0 El peor insulto que pueden hacerle aun mendigo es rega- larle un libro de cocina en vez de darle comida; lo peor que 86 podemos hacer con quienes no conocen a Dios es mostrar- les la Iglesia por fuera mientras les ocultamos a Jesús. 281 El mayor problema que muchos podemos tener para cono- cer a Dios es creer que ya lo conocemos. 282 Hablar de técnicas de oración mientras se da de lado al Espíritu Santo es como esperar que funcione una herra- mienta sin que nadie la maneje. 283 Probablemente será por ignorancia, pero muchos cristianos prefieren vivir la esclavitud de la ley antes que la libertad del Espíritu. 284 Hay un camino sin meta: se llama desesperación. 285 Quien espere cobrar sus buenas obras con el prójimo en moneda de agradecimiento sufrirá muchas decepciones. 87 286 — Tu paz depende de que permanezcas en mí, tu capacidad depende de que permanezcas en mí, tu vida depende de que permanezcas en mí... Todo tú dependes, en todo, de mí. 287 La mayoría de los cristianos parecen ciudadanos de Enanilandia, el país de los enanos espirituales. Han nacido, tienen vida, pero no se han desarrollado. Y les pasa como al mozo que iba a la mili y no daba la talla, que lo califi- caban como "inútil para el servicio". Del mismo modo, nuestros enanos cristianos no sirven para la lucha espiritual (cf. Ef 6,12). Lo grave es que el cristiano tiene que estar siempre combatiendo, y el que no está listo para la lucha puede quedar fuera de combate... por defunción. 288 Señor, ilumina mi verdad para que aprenda a caminar en humildad. 289 Es bueno recordar de vez en cuando que no estamos tan solos como parece, sino que nos acompañan los ángeles, 88 que son "espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación" (Hb 1,14). 290 ¿Por qué tanta gente se empeña en mantener las capillas que se caerán en vez de construir la única Iglesia que puede permanecer? 291 Cuando el Señor quiere servirse de alguien para sus planes, lo primero que hace es quitarle todos sus apoyos y seguri- dades para que dependa sólo de él. Es lo que hizo con Abraham, con Moisés, con Israel, con Pedro, etc. Y es que, para edificar donde hay una vieja construcción, lo primero que hay que hacer es demoler lo existente. 292 La transformación del hombre viejo en hombre nuevo se parece al cocido: se ponen en la olla todos los componen- tes y se tapa. Todo está preparado; pero ¿qué pasa si falta el fuego? 293 El amor de Dios me envuelve como el agua al submarino 89 que navega por el océano, como el aire al avión que surca los espacios, como la tierra al fuego de sus entrañas. Tan grande y poderoso es tu amor, Señor, que podría llegar a querer rechazarlo y resistirlo, pero no podría escapar a él. 294 No se puede entrar en el Reino sin pagar el precio entero de la entrada. Hay muchos, que por esperar el tiempo de las rebajas, se quedan fuera. 295 Los hombres gastan enormes cantidades de dinero y de energías en busca de una paz que, en el mejor los casos, casi nunca resulta satisfactoria ni duradera. ¡Y pensar que podríamos tenerla gratis, si la buscáramos por el camino único del sometimiento a Dios que anuncia la paz a su pue- blo y a sus amigos, a los que se convierten de corazón" (Sal 85,9)! 296 ¿Hasta qué punto creemos, cuando rezamos el Padrenuestro, que ese Padre nuestro tiene oídos y oye, tiene corazón y nos ama? 90 297 Cuando conocemos con el corazón a Jesucristo, no pode- mos callar. Nos pasa como a la olla cuando se le aplica el fuego, que si el vapor no tiene salida, estalla. 298 Señor, te necesito como el barco necesita del agua. El barco sin el agua no puede moverse, ni sirve para nada. Tú, Señor, eres mi agua, mi mar, mi océano. Sin ti no puedo nada: en ti me muevo, por ti respiro, pienso, existo, y lo más tremendo de todo: hasta peco desde ti, sin que tú me abandones ni me destruyas. ¡Oh, mi Dios-amor! 299 Intentar paralizarnos es la táctica del diablo cuando no puede hundirnos. 3OO Ser libre no se define por sentirse libre ni vivir en demo- cracia, sino por carecer de esclavitudes. 301 En el mundo se hacen muchas cosas al revés. Por ejemplo: los gobiernos esperan arreglarlo todo con leyes y normas, 91 con organizaciones y con dinero, mientras olvidan —si es que alguna vez lo han sabido— que la única forma de arre- glar el mundo pasa por cambiar el corazón de los hombres. Y ¿en qué ministerio está este departamento? 302"Cerca de ti está la palabra: en tu boca y en tu corazón" (Rm 10,8). La palabra de Dios en los labios, sin estar en el corazón, se parece a una acequia que no lleva agua: de poco sirve, aunque sea hermosa y esté bien construida. Pero la palabra de Dios en los labios, cuando procede del corazón, es acequia rebosante de aguas vivas. Mucha gente no puede encontrar la felicidad porque la busca más allá, más lejos, más tarde... siendo que les está esperando más aquí, más cerca, ahora, en la comunión del hombre interior con el Amor que viene, llama y espera entrar: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). 304 La cruz es el punto de encuentro de la compasión de Dios con la miseria del hombre. 92 305 Experiencias no razonados: • Nadie puede dar lo que no tiene. • Se puede dar todo lo que se tiene, pero no más. • El que da y no recibe, más pronto o más tarde se queda sin nada. • La calidad de lo que se da depende de la calidad de lo que se tiene. • Y ¿qué pasa cuando se ofrece lo que no se tiene? Que todo se queda en palabras y en engaño. ¡Exactamente lo mismo que cuando hablamos de Dios sin tener a Dios! 306 El aceite que mantiene viva la llama de la vida en el Espíritu se llama "oración". 307 Los hombres tenemos un Dios o numerosos dioses, al que o a los que servimos consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente. Cuando nos entregamos a Dios, al final lo tenemos todo; mientras que los falsos dio- ses, cuando les servimos, al final nos dejan sin nada. 93 308 Construir la Comunidad lleva mucho tiempo, para destruirla bastan unos segundos. 309 Sin fe es imposible agradar a Dios, pues "el que se acerca a Dios ha de creer que existe y recompensa a los que le buscan" (Hb 11,6); pero sin esperanza es imposible llegar a verlo. 31O El cambio que necesita el mundo no se va a lograr con espadas, ni con ejércitos, ni con sabiduría humana, ni con técnicas, ni con discursos teológicos... El cambio que necesita el mundo sólo se puede lograr con el Espíritu Santo, que no es algo que se tiene, sino Alguien que nos quiere tener. ¡Y éste es el problema: dejarnos poseer por él! ¿Será por eso que el mundo cambia tan poco? 311 La voz de Dios es voz de paz que traspasa las fronteras de la mente y pacifica el corazón que la acoge, incluso cuan- do le amonesta. 94 312 A Dios le resultamos menos difíciles como pecadores sen- satos que como buenos insensatos. 313 Todos los días me ensucio, Señor, todos los días me pre- sento sucio ante ti, todos los días me lavas y purificas con tu sangre, Señor (cf. 1 Jn 1,7)... ¡Y no protestas! 3H Las personas que más cerca tenemos son de ordinario la leña que el Señor enciende cuando quiere meternos en el fuego de la purificación. 315 Señor: que me olviden los que me conocen y me recuerden los que me aman. 316 Hay mucha diferencia entre vivir en el palacio del Rey y tratar al Rey. Uno puede pasarse la vida en palacio y no haber tenido nunca una conversación con el Rey. 95 ¡Cuántos cristianos viven en el palacio de su Rey, conocen las cosas del Rey y hasta las usan y disfrutan de ellas, comen sus alimentos y beben sus vinos, trabajan para él y hasta es posible que se relacionen con los altos cargos de palacio!... Pero les falta lo principal, que es tratar con el Rey. 317 Ni el universo magnífico, ni los parajes encantadores y fasci- nantes de la tierra, ni las catedrales majestuosas, ni los tabernáculos de oro... son el lugar preferido por Dios para su morada, sino el corazón pequeño, pobre y humilde del hombre. ¿Podemos dudar aún de que Dios es Amor? 3.8 El éxito, en la vida, no consiste en llegar a dominar, sino en llegar a dominarse. 319 Acercar los hombres a Cristo es construir la unidad, hacer proselitismo de iglesias es mantener la división. Lo primero es obra del Espíritu, lo segundo es, al margen de las apariencias, obra de los hombres y, si somos sin- ceros, del diablo. 96 320 Un error en el que caemos con frecuencia en la celebración de Pentecostés: insistimos mucho en la invocación "Ven, Espíritu Santo", pero nos preocupamos poco por abrirle nuestro corazón para que more en él y nos gobierne desde él. 321 ¡Qué consolador resulta y qué seguridad da saber que el Reino de Dios y su gobierno no dependen de los votos de los hombres, porque "el Señor reina eternamente"! (Sal 145,13). 322 Nada como el sufrimiento para que brote del corazón del hombre el grito angustiado de la búsqueda de Dios. 323 Para los seguidores de Jesucristo, el éxito de la acción depende de la contemplación. 324 Tener capacidad para hablar no implica tener derecho a hablar, como tener libertad para expresarse tampoco da derecho a murmurar. 97 325 Una de las actividades permanentes de los discípulos de Jesús es la lucha sin cuartel: o vences a tus enemigos mundo, demonio y carne, o ellos te aplastarán a ti. Y no pierdas el tiempo buscando un escondite, porque no hay lugar en el que no te encuentren. 326 La persona que vive bajo la ley reacciona ante el pecado con rabia; la que vive bajo el amor, reacciona con dolor. 327 El motor de arranque de la conversión es la fe, pero el com- bustible lo proporciona la voluntad. 328 Las obras de los hombres humanamente se levantan y humanamente se desmoronan, 329 Someterse y vivir sometidos al señorío de Jesús es la única alternativa para alcanzar la verdadera libertad: la de los hijos de Dios. 98 33O A la luz y la verdad no las tenemos, sino que ellas nos tienen; no están en nosotros, sino que estamos en ellas, nos envuel- ven, nos penetran, nos poseen. Por eso el salmista clama: "Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen y me conduz- can hasta tu monte santo, hasta tu morada" (Sal 43,3). 331 El hombre natural, el hombre viejo que vive bajo la escla- vitud del pecado, se cree libre, pero es esclavo; el hombre nuevo, nacido de agua y de Espíritu, sabe que está someti- do a Cristo, pero se reconoce libre. 332 Servir a Dios no es un mérito, sino un don que él nos da. 333 La fe nos hace visibles las realidades espirituales e invisi- bles; la esperanza las pone a nuestro alcance. 334 De repente pienso que soy eterno como tú, Señor: siendo primero en ti, en tu mente eterna y en tu corazón eterno, 99 siendo ahora en ti y en mí, en este cuadro de espacio y tiempo en el que me has pintado vitalmente desde ti, y siendo luego, para siempre, por ti, en ti y para ti. ¡Sencillamente eterno! 335 Cuando me dejas solo aparentemente solo o yo te abando- no —eso no lo sé bien— me hundo en mí mismo y tengo la estremecedora experiencia de cómo mi vacío me sale por todos mis poros. 336 La motivación de un discípulo de Jesús, a la hora de hacer algo, no puede ser "esto no es malo", sino "esto es bueno", lo que equivale a decir que está de acuerdo con la voluntad de su Señor. 337 La historia temporal de la Humanidad se divide en tres eta- pas definitivas: • Libertad total, que abarca desde la creación hasta el pecado. • Esclavitud total, desde la caída hasta la redención de Cristo. 100 • Libertad recuperable, desde la redención en la cruz hasta el final de los tiempos. 338 Tal vez no hay entre los hombres palabra tan mal entendi- da y tan mal usada como la palabra libertad. Resultado: Babel. 339 ¿Para qué quiero yo el silencio, Señor, si tú no lo rompes? 34O El cristiano de fe débil sigue al Señor con los ojos puestos en sus problemas; el cristiano de fe madura atiende sus problemas con los ojos fijos en el Señor. 341 Para interceder bien no es suficiente orar con fe; hay que orar también con esperanza, porque las respuestas de Dios a nuestras oraciones pueden tardar mucho tiempo en llegar. Tal vez por eso Pablo insiste: "Sed perseveran- tes en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col 4,2). 101 342
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