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Teología dogmática IV: CRISTOLOGÍA dictada por DR. FR. JOHN EMERY O.P. AGOSTO.DICIEMBRE 2017 TOMA DE APUNTES: SEM. DANIEL TORRES COX http://filoyteologia.wixsite.com/sintesis http://filoyteologia.wixsite.com/sintesis D.T.C. Versión 02.01.2018 PRESENTACIÓN El presente documento fue elaborado a partir de las clases de Teología Dogmática IV: Cristología, dictadas por el Dr. Fr. John Emery en la sede de Buenos Aires de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA-CEOP), durante el período académico que va de agosto a diciembre de 2017. Si bien el dictado de la presente materia fue anual y se dividió en dos partes, en este documento se encontrará sólo lo relativo a la parte sistemática. La Cátedra se propuso abordar el estudio del Verbo Encarnado a partir de Santo Tomás, y lo hizo con un nivel de exigencia muy alto. Ciertamente, la Cristología es punto de encuentro de diversas materias tanto teológicas cuanto filosóficas; más aún si se encara desde Santo Tomás. Y así, esta materia demandó poner en juego contenidos de Trinidad, antropología filosófica y teológica, teología fundamental, metafísica, teología filosófica, y algunas consideraciones de índole moral. Dada la dificultad de la materia y la necesidad de articular tantos contenidos, para la elaboración del presente documento se optó por una opción. Esta consistió en evitar hacer una transcripción de las clases y elaborar más bien una síntesis personal. Aun así, ninguna de las grandes intuiciones expuestas en este trabajo son propias. Ciertamente, la opción señalada trae una ventaja y una desventaja. La ventaja es que se pudo desarrollar —aunque con cierta limitación— muchos de los contenidos que se daban por supuestos a lo largo de la cursada. La desventaja es que el límite de la profundidad de los planteos aquí contenidos está determinada por la comprensión de quien escribe. Y, ciertamente, esta comprensión es inferior a la de la Cátedra. A pesar de la limitación señalada, este documento podrá resultar de utilidad para aquellos que cursen la materia en cuestión, o que simplemente quieran acercarse a la persona de Cristo desde Santo Tomás. Finalmente, los aciertos que puedan encontrarse en este documento deben ser atribuidos a la exigencia, claridad y profundidad de la exposición de la Cátedra, así como a su acompañamiento. Los errores, en cambio, deben ser atribuidos exclusivamente a quien escribe. Este material es de libre difusión. DANIEL TORRES COX Seminarista de FASTA http://filoyteologia.wixsite.com/sintesis http://filoyteologia.wixsite.com/sintesis D.T.C. Versión 02.01.2018 ÍNDICE Introducción p. 1 PARTE I: TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE DIO A SU HIJO ÚNICO Unidad 1. El misterio de Cristo como comunicación de Dios p. 6 1. Cristo, la comunicación divina y los modos de presencia divina 2. La misión visible del Hijo y el conjunto de las misiones divinas 3. Conveniencia y necesidad de la Encarnación 4. Servir a la comunicación no implica existir meramente en función de ella PARTE II: ENVIÓ DIOS A SU HIJO, NACIDO DE MUJER; Y EL VERBO SE HIZO CARNE: LA MISIÓN VISIBLE DEL HIJO COMO MÁXIMA PRESENCIA DE DIOS, UNIÓN CON EL Y GRACIA EN EL ORDEN CREADO Unidad 2. El don de la unión según hipóstasis p. 16 1. La gracia de unión. La predestinación de Cristo 2. La unión en sí misma 3. El acto de ser de Cristo Unidad 3. Implicancias de la unión hipostática p. 30 1. Verdadera humanidad: cuerpo, alma, ‘mente’ y el orden de su asunción 2. Verdadera humanidad: poder, potencias y actos del alma de Cristo 3. Relación al Padre 4. Nuestra manera de referirnos a Cristo y nuestra adoración a Él PARTE III. EN EL HABITA TODA LA PLENITUD DE LA DIVINIDAD CORPORALMENTE; GLORIA QUE RECIBE DEL PADRE COMO HIJO ÚNICO, LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD: LA HUMANIDAD DE CRISTO COMO OBJETO DE LAS MISIONES INVISIBLES Y EL SEGUNDO MODO DE PRESENCIA DIVINA Unidad 4. La humanidad del Verbo encarnado p. 47 1. La gracia habitual de Cristo. La ausencia de pecado en Cristo 2. La sabiduría sobrenatural de Cristo 3. La caridad de Cristo Unidad 5. La humanidad del Autor de la santificación p. 62 1. La gracia capital de Cristo 2. Cristo viador o peregrino: Sus defectos; Su oración 3. Cristo viador y comprensor: Su mérito y Su mediación Unidad 6. Los misterios de la vida de Cristo [no desarrolladla] 1. Su ingreso en el mundo 2. Su vida pública 3. Su egreso de este mundo 4. Su exaltación después de esta vida D.T.C. Versión 02.01.2018 PARTE IV: YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA; DE SU PLENITUD HEMOS RECIBIDO TODOS GRACIA POR GRACIA; OS LLAMO AMIGOS: ¿CÓMO INTERVIENE CRISTO EN LA COMUNICACIÓN DIVINA? ¿CÓMO NOS SALVA CRISTO? ¿CÓMO NOS HACE AMIGOS? Unidad 7. Cristo salva como causa ejemplar, revelante e instrumental p. 76 1. Causalidad ejemplar de Cristo 2. Causalidad revelante de Cristo 3. Causalidad instrumental de la humanidad de Cristo Unidad 8. Las causalidades salvíficas basadas en el mérito de Cristo p. 97 1. Causalidad meritoria de Cristo 2. La satisfacción obrada por Cristo 3. El sacerdocio y el sacrificio de Cristo 4. La redención y la liberación obrada por Cristo Unidad 9. Recapitulación: Comunicación, divinización y amistad en Cristo p. 118 1. Cristo como mediador y salvador único y universal 2. Comunicación, divinización y amistad en Cristo D.T.C. Versión 02.01.2018 1 INTRODUCCIÓN ¿Quién es Cristo? Vamos a conocer a Cristo. En el cielo conoceremos a Cristo, un conocimiento que va acompañado del amor. Vale la pena conocer a Cristo. BGT John 17:3 αὕτη δέ ἐστιν ἡ αἰώνιος ζωὴ ἵνα γινώσκωσιν σὲ τὸν μόνον ἀληθινὸν θεὸν καὶ ὃν ἀπέστειλας Ἰησοῦν Χριστόν. LBA John 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Ha habido cristologías que responden a una preocupación más práctica, más vinculada a la salvación. Ej. Lutero. Nos interesa la salvación, sí, pero primeramente nos interesa quién es Cristo. Es la pregunta que se hacían sus contemporáneos, sus discípulos. "¿Quién es éste?", después de la tempestad calmada. También el mismo Cristo pregunta: "¿Quién dicen ellos que soy y quién dicen ustedes que soy?" Marcos 12, Lucas 20, y Mateo 22 presentan uno de los últimos diálogos de Jesús con los fariseos y saduceos. En estos capítulos hay preguntas que se le hacen a Jesús. La primera es sobre el pago del impuesto. Luego está la pregunta sobre la resurrección. Luego la pregunta por el mayor de los mandamientos. Y al final, que Jesús les hace preguntas a ellos, pero nadie responde. Jesús nos plantea la pregunta teológica y nos invita a hacer teología. Hace una pregunta eminentemente teológica. Alude a la doble naturaleza del Mesías: BGT Luke 20:41 Εἶπεν δὲ πρὸς αὐτούς· πῶς λέγουσιν τὸν χριστὸν εἶναι Δαυὶδ υἱόν; (...) BGT Luke 20:44 Δαυὶδ οὖν κύριον αὐτὸν καλεῖ, καὶ πῶς αὐτοῦ υἱός ἐστιν; LBA Luke 20:41 Entonces Él les dijo: ¿Cómo es que dicen que el Cristo es el hijo de David? (...) LBA Luke 20:44 David, por tanto, le llama "Señor." ¿Cómo, pues, es Él su hijo? Nótese que en los sinópticos, el motivo de condenación es la declaración de Jesús como Mesías. La cuestión de quién es Cristo es muy importante, en primer lugar, para el propio Cristo. De ahí que debe serlo también para nosotros. En el capítulo 15 de Juan Jesús nos llama amigos, y el amigo está llamado a interesarse por sus amigos. De ahí que miraremos directamente el misterio de Cristo mismo. Las primeras tres partes del programa miran a Cristo mismo. Las últimas —cómo nos salva— miran a Cristo mismo en su impacto respecto de nosotros. El ser y el obrar de Cristo irán juntos en esta materia. El obrar sigueal ser. Cómo obra y cómo nos salva depende de quién es. Nuestra idea de salvación está llamada a crecer. Comenzamos con una idea de salvación muy a nuestra medida: algo que me falta, algo que me gustaría tener. Estamos llamados a introducirnos aun más y descubrir una nueva profundidad respecto de la verdadera salvación que Dios nos quiere dar. Esto es fundamental para entender a Cristo. D.T.C. Versión 02.01.2018 2 Santo Tomás Santo Tomás trata lo relativo a Cristo en la Tertia pars. Muchos de los que critican a Santo Tomás nunca lo leyeron. Ej. Nietzsche. Santo Tomás es difícil de entrar. Al ser muy sintético, toma tiempo, y requiere mucha lectura de otras partes de la Suma, así como de otras obras. A Santo Tomás, se lo critica por dejar la Cristología en la Tertia pars. Si Cristo es la vía de acceso a Dios, debería ir al principio. En el comentario del Evangelio de San Juan, Santo Tomás señala que hay dos maneras de entrar al misterio de Cristo: via inventionis (del descubrimiento) y via resolutionis (vía explicativa, deductiva). En la via inventionis Cristo debería ser lo primero. En una vía explicativa —sistemática— es adecuado que se lo explique después. ¿Por qué se lo pone al final de la Suma de Teología? Si Cristo es Dios y hombre, hay que saber qué es Dios y qué es el hombre. Si tiene todas las virtudes, hay que hablar antes de las virtudes, etc. Y de todo esto y más se habla en las partes anteriores de la Suma. Pero además, en Cristo se consuma el negotio, la obra teológica. La Encarnación, misión visible del Hijo, se entiende plenamente a partir de los otros misterios. Es EL MISTERIO que se entiende a partir de los otros misterios y que los ilumina. De ahí que en esta materia deberemos repasar toda la teología, así como algunas cuestiones de filosofía (Ej. metafísica, antropología filosófica). Algunas cuestiones originales de Tomás: La explicación actual de los dones del Espíritu Santo es de Tomás. La explicación de la causalidad instrumental de Cristo es original de Tomás. La gracia actual como moción: Santo Tomás es el primero de hablar del tema. Sacramento como signo e instrumento. Tomás es el primero en usar los concilios en la Iglesia latina. Santo Tomás es el primero en decir que la unión hipostática es la única explicación ortodoxa. Esto en el mundo latino. Mientras que para otros es la opinión más segura, para Tomás, es la única posible. Su concepción de mérito y de causalidad meritoria de Cristo son nuevas. Es el primero en el mundo latino en hablar de conocimiento adquirido de Cristo. Para nosotros, la fe es una forma de conocimiento, una manera de acceder a la realidad. La fe natural es esencial a nuestra vida: nadie verifica todo lo que sabe. La fe es una manera de conocer, una manera de acceder a la realidad. La fe sobrenatural es una manera sobrenatural de conocer. En el ámbito del creer, podemos distinguir: Credere Deo (creer a Dios). Credere Deum (creer las verdades que nos revela Dios). Credere in Deum (camino o itinerario hacia Dios). En la materia nos dedicaremos al credere Deum, aunque no disociados de los otros dos elementos. San Juan Pablo II habla de una teología vivida de los santos. Una ventaja de seguir en esto a Tomás es que Santo Tomás es santo. El papa que lo canonizó —Juan XXII, 1323— decía D.T.C. Versión 02.01.2018 3 de él: "Tantos artículos cuanto milagros." Su teología es teología vivida. Para Tomás, la teología es ciencia, aunque no puede probar sus principios: toma sus principios de otra ciencia —la ciencia de Dios y de los bienaventurados— y las aplica. Hay muchas ciencias aplicadas que hacen lo mismo (Ej. la geometría toma sus principios de la aritmética). La teología es, pues, la participación del conocimiento que Dios tiene de sí mismo y que los bienaventurados tienen de Dios. Por la fe participamos del conocimiento de los Santos en el cielo. Lo que hacemos al estudiar estos temas es participar de la visión beatífica. Configurarnos a Cristo La misión es el envío que hace el Padre respecto del Hijo y, de manera conjunta con el Hijo, respecto del Espíritu Santo 1 . Hay dos clases de misiones: visibles e invisibles. La misión visible del Hijo es única: su vida en este mundo. Las misiones del Espíritu Santo son varias: Ej. Pentecostés, el bautismo de Jesús, etc. Las misiones invisibles también son dos: del Hijo y del Espíritu Santo. Se trata del envío del Hijo y del Espíritu Santo al alma de los creyentes por medio de la gracia. Quien está en gracia, participa de la vida íntima de Dios, siendo que Dios —en cuanto Trino— habita en él. Recibe, pues, el envío del Hijo por parte del Padre, del Espíritu Santo por parte del Padre y del Hijo —como de un único principio— y, al estar presentes las otras dos personas de la Trinidad, está también presente el Padre —circumincesión trinitaria—. La diferencia es que el Padre está en el alma no como enviado, sino como el que envía. Se ve cómo la dinámica intra-trinitaria — quién procede de quién— se ve reproducida en el alma del creyente que está en gracia. Quien está en gracia puede conocer a Dios como Dios se conoce y amar a Dios como Él se ama. Esto en virtud de que, al estar el hombre por la gracia, Dios infunde en nosotros una serie de perfecciones en nuestra inteligencia y en nuestra voluntad —potencias espirituales del hombre—. Las perfecciones que son causadas en nuestra inteligencia reciben el nombre de sabiduría: por medio de ella conocemos a Dios como Él se conoce. Asimismo, la perfección que recibimos en nuestra voluntad es la caridad: por medio de ella amamos a Dios como Él se ama. Ahora bien, nótese que en la vida intra-trinitaria, el Hijo procede del Padre al modo de la inteligencia. Y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo al modo del amor. De ahí que quien está en gracia adquiere en su inteligencia una semejanza del Verbo —sabiduría para conocer a Dios como Él se conoce—, y en su voluntad una semejanza al Espíritu Santo — caridad para amar a Dios como Él se ama—. Así, cuando conocemos sobrenaturalmente a Dios somos semejantes al Verbo. Y cuando amamos sobrenaturalmente a Dios, somos semejantes al Espíritu Santo. Nos asimilamos a cada persona, pues es causada en nosotros una semejanza particular a alguna de ellas. Y es Dios quien lo hace, Dios nos va haciendo semejantes a Él en la vida de la gracia. Esto supone un dejarse hacer. Nótese que toda obra de la Trinidad realizada ad extra es obra por igual de todas las Personas divinas. En efecto, la naturaleza divina es una y única, de ahí que las acciones que brotan de ella —al exterior de la Trinidad— son también una 2 . De ahí que es toda la Trinidad la que causa en nosotros la asimilación a cada una de las Personas divinas. 1 Nótese cómo la dinámica del envío —la misión de las Personas divinas— se sigue el orden establecido en la Trinidad por las relaciones de origen: el Hijo procede del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio. 2 Esto no excluye que cada Persona divina intervenga en esa única acción divina según su modo propio de ser —según su relación de origen—. De ahí que se dice que toda obra divina es obra del Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. D.T.C. Versión 02.01.2018 4 Otra manera de hablar de asimilación es la configuración —lenguaje de San Pablo—. Cuando conocemos y amamos a Dios (Ej. en la oración), Dios nos está haciendo semejantes a él: BGT 1 John 3:2 ἀγαπητοί, νῦν τέκνα θεοῦ ἐσμεν, καὶ οὔπω ἐφανερώθη τί ἐσόμεθα. οἴδαμεν ὅτι ἐὰν φανερωθῇ, ὅμοιοι αὐτῷ ἐσόμεθα, ὅτι ὀψόμεθα αὐτὸν καθώς ἐστιν. LBA 1 John 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste,seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es. Necesitamos no sólo fe, sino la esperanza de poder alcanzar el conocimiento de alguno de estos misterios, donado a nosotros por Dios, en la medida que Él quiera. Es tanto aquello a lo que Dios nos llama —la visión misma de Dios— que nunca podríamos llegar a ella por nosotros mismos. Pensar que podemos llegar por nosotros mismos es desconocer el punto de llegada. Garrigou Lagrange decía que todas las herejías tienen algo de pelagianismo: el hombre puede alcanzar por sí mismo estas verdades. La ciencia infla, mientras que la caridad edifica: BGT 1 Corinthians 8:1 Περὶ δὲ τῶν εἰδωλοθύτων, οἴδαμεν ὅτι πάντες γνῶσιν ἔχομεν. ἡ γνῶσις φυσιοῖ, ἡ δὲ ἀγάπη οἰκοδομεῖ· LBA 1 Corinthians 8:1 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. El Verbo no es cualquier Verbo: es un Verbum spirans amorem —Palabra que espira amor 3 —. El Verbo nunca está sin el amor. Si el Verbo Eterno está presente en nosotros, está también en nosotros en Espíritu Santo, y entonces está la caridad. Esta materia requiere también paciencia. Jesús histórico y Cristo de la fe Con el desarrollo de las ciencias históricas hubo una mirada a la Sagrada Escritura más histórica. Y esta mirada histórica con frecuencia se opuso a la mirada que por la fe se tenía en Cristo. Este tipo de mirada histórica tiende a quedarse con Jesús sólo en su fase histórica. Una postura fue plantear que como la historia no nos permite conocer al Cristo en que creemos, se puede plantear una vía de acceso distinta: el Cristo de la fe. El primero en plantearlo fue Bultman. En esta materia leeremos la historia con la fe. Esto pues la historia que narra la Sagrada Escritura fue escrita con fe. La Escritura fue escrita para que creamos 4 . El camino meramente histórico es un camino reduccionista. Pero ni siquiera el método histórico llega a una imagen de Jesús definitiva. Siempre se descubren nuevas cosas, lo que obliga a cambiar las conclusiones. En su prólogo al primer tomo de su obra Jesús de Nazaret, Joseph Ratzinger —Benedicto XVI—habla de 4 límites del método histórico: Trabaja con palabras sólo en cuanto pasadas. Considera la palabra escrita como palabra humana, no como palabra de Dios. 3 Cfr. I, q43, a5, ad2. Esto en alusión a la procesión al modo del amor que corresponde al Espíritu Santo. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio. 4 Cfr. Juan 20, 31 D.T.C. Versión 02.01.2018 5 La Palabra es tomada acotada a un pasaje, no en la unidad de la Biblia. Todas sus conclusiones son hipotéticas. Esto no alcanza para fundar una vida, una relación con alguien. Para esto necesitamos un conocimiento seguro. Las limitaciones que suponen estas críticas pueden superarse atendiendo a algunas consideraciones respecto de la Palabra de Dios: La Palabra es viva y eficaz Es Palabra de Dios. La Escritura debe leerse en el marco de su totalidad, como un todo orgánico. La Escritura es cierta y sin error. Al referirse a número 12 de Dei Verbum, Ratzinger dice que se dan los 3 criterios para leer la Palabra —y para estudiar a Cristo—. Estos son: Hay que leer la Palabra en la unidad de la Escritura. Hay que leerla en la continuidad de la tradición viva: en la Iglesia. Hay que leerla atendiendo a la analogía de la fe, a la conexión de los misterios. Eso es lo que intentaremos hacer, y de esto encontraremos un maestro seguro en Santo Tomás. En efecto, de los autores de su tiempo, es el primero en recurrir tanto a los Padres. Y accede también a los padres griegos. Es además el primero en citar los Concilios. Tomás es un campeón de la síntesis teológica, del nexo de los misterios, pues en todo momento está mirando a Dios. El punto de partida está siempre en Dios, y mira siempre a Él. Así logra una unidad y conexión entre los misterios. D.T.C. Versión 02.01.2018 6 PARTE I "TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE DIO A SU HIJO ÚNICO" (Jn 3, 16; cf. 1 Jn 4, 9) UNIDAD 1 EL MISTERIO DE CRISTO COMO COMUNICACIÓN DE DIOS 1.1. Cristo, la comunicación divina y los modos de presencia divina Cristo y la comunicación divina Santo Tomás trata lo relativo a Nuestro Salvador Jesucristo 5 —tratamiento del Verbo Encarnado— en la Tertia pars de la Suma de Teología. En efecto, la primera cuestión con la que abre esta tercera parte es la conveniencia de la Encarnación, dividida a su vez en seis artículos. Los seis artículos que componen esta cuestión son: 1) Si fue conveniente que Dios se encarnara. 2) Si fue necesario que el Verbo de Dios se encarnara para la reparación del género humano. 3) Si Dios se hubiera encarnado aun si el hombre no hubiera pecado. 4) Si la encarnación se ordenó de modo más principal al remedio del pecado actual que al remedio del pecado original. 5) Si hubiera sido conveniente que Dios se encarnara desde el principio del género humano. 6) Si la obra de la encarnación debió haber sido diferida hasta el fin del mundo. Nótese que, en términos cuantitativos, el tema que domina el tratamiento de la conveniencia de la Encarnación es el pecado —artículos 2 al 4—. Sin embargo, el orden de Santo Tomás no es aleatorio, y deja lo más importante para el primer lugar. En el primer artículo, Santo Tomás se pregunta por la conveniencia de la encarnación buscando la razón no ya en el pecado, sino en Dios mismo, en su naturaleza. Así, señala: “A toda realidad le es conveniente aquello que le compete según su naturaleza (…) la naturaleza de Dios es la bondad (…) Luego todo cuanto pertenece a la razón de bien, conviene a Dios. Le corresponde a la razón de bien el comunicarse a los demás [Dionisio, De los nombres divinos 4, 20] (…) Por consiguiente le corresponde a la razón del bien sumo el comunicarse a la creatura de modo sumo. Lo cual se realiza máximamente al unir consigo una naturaleza creada de tal manera que resulta una sola Persona a partir de tres: el Verbo, el alma y la carne [San Agustín, De Trinitate 13, 17] (…)” 6 Si bien para Santo Tomás la Encarnación supone el pecado 7 , el Aquinate sitúa la razón principal de la Encarnación en la bondad divina. Dios se hizo hombre para redimirnos del 5 Así se refiere a Cristo en el Prólogo de la III. 6 III, q1, a1, c 7 En efecto, Santo Tomás señala: "(...) dado que en la Sagrada Escritura en todas partes se asigna la razón de la Encarnación al pecado del primer hombre, se dice de modo más conveniente que la obra de la Encarnación fue ordenada por Dios al remedio del pecado, de modo que si no hubiese habido pecado no hubiera habido Encarnación." (III, q1, a3, c). D.T.C. Versión 02.01.2018 7 pecado y "(...) resucitando, podamos llegar a la felicidad de la vida inmortal (...)" 8 . Esto es cierto. Pero se hizo hombre principalmente porque es bueno; y más aún, porque es LA BONDAD. El bien se difunde, y la bondad divina se difunde comunicándose. ¿Qué entendemos aquí por comunicación? Hacer algo común. De ahí que la Encarnación es la máxima comunicación divina: Dios se hace común a nosotros, se comunica dándose a nosotros, y dándonos a participar de la misma vida divina. A la máxima bondad le corresponde la máxima comunicación. Modos de presencia divina Dios está presente en toda su creación. Ahora bien, los modos según los cuales puede darse esta presencia varía. A lo largo de su obra, Santo Tomás desarrolla tres modos según los cuales Dios está presente en su creación. En la cuestión 8 de la Prima pars, desarrolla dos de esos tres modos señalando: “(…) se dice que Dios está en una cosa de un modo doble. Uno, como causa agente; y así se dice queestá en todas las cosas creadas por él. Otro, como está el objeto de la operación en el que opera; lo que es propio de las operaciones del alma, como lo conocido está en el que conoce, y lo deseado en el que desea. De este segundo modo Dios está de manera especial en la creatura racional, que lo conocen y lo aman actual o habitualmente. Y porque esto lo tiene la creatura racional por gracia, como se manifestará más abajo (q. 43, a. 3), se dice que está en los santos por gracia.” 9 Un primer modo de estar Dios en la creación es en cuanto causa, y este modo es común a todas las creaturas. ¿Por qué? Porque todas ellas han sido causadas por Dios. De este primer modo dice también Santo Tomás que Dios está en todas las creaturas por presencia, potencia y esencia 10 . Se trata de tres maneras de explicar este primer modo de presencia. Se dice que Dios está en todo por presencia en cuanto nada queda oculto a su mirada. Se dice que está por potencia en cuanto todo está sujeto a su poder. Finalmente, se dice que está en todo por esencia en cuanto él es la causa del ser de todas las cosas 11 . Nótese que la presencia y la potencia tienen su fundamento en el modo de ser por esencia. En efecto, el acto creador de Dios no se agota en hacer que todas las cosas empiecen a ser, sino que Dios a su vez sostiene todas las cosas en el ser; de lo contrario, todo volvería a la nada. Y no sólo las sostiene, sino que las gobierna. De ahí que el acto creador de Dios, visto desde el instante eterno en el que Dios es, es instantáneo. En cambio, visto desde nuestra realidad temporal, se prolonga todo el tiempo que las cosas existen. Ciertamente, Dios está presente en todas las cosas participándoles 12 permanentemente el ser —el esse, el acto de ser—. Dios las sostiene desde lo más íntimo, y así está presente en ellas. De ahí que Dios está en todas las creaturas como causa: Dios causa permanentemente su existencia: las sostiene en el ser. Según este modo de ser se dice que Dios está en todas las cosas como vestigio. 8 III, prólogo 9 I, q8, a3, c 10 Cfr. I, q8, a3, c 11 Cfr. I, q8, a3, c 12 Participar no es otra cosas que tener con semejanza y medida lo que en Dios se da por naturaleza. Dicho de otro modo, es tener de manera limitada lo que en Dios se da de manera absoluta, sin limitación. Esto excluye toda posibilidad de identificar a Dios con las creaturas. Dios está presente en ellas causándolas, es decir, participándoles el esse, el acto de ser. D.T.C. Versión 02.01.2018 8 Además de este modo común, el artículo citado habla de un modo de ser especial: un modo de ser que se da sólo en las creaturas racionales. Este segundo modo de ser supone el primero, pero le agrega algo más. Según este segundo modo, Dios está presente por la operación. En efecto, las operaciones propias de la creatura racional son dos: conocer intelectualmente y amar. Ahora bien, el hombre puede recibir una gracia particular para conocer a Dios como Él se conoce y amarlo como Él se ama. Según se verá en el punto siguiente, este segundo modo puede darse de dos maneras: en este mundo mediante la gracia santificante, y en el mundo venidero mediante la semejanza de gloria. Centrémonos por un momento en la gracia santificante. Cuando el hombre está en gracia, realmente participa de la vida íntima de Dios conociéndolo como Él se conoce y amándolo como Él se ama. Esto en virtud de que, al habitar la Trinidad en el hombre por la gracia, Dios infunde en el hombre una perfección a su inteligencia que lo eleva a conocer de un modo sobrenatural —perfección que lo asemeja al Verbo—. Asimismo, infunde en el hombre una perfección en su voluntad en orden a que pueda amar de un modo sobrenatural —perfección que lo asemeja al Espíritu Santo—. Así, Dios está de un modo especial en la creatura racional que, en virtud de la gracia, se asemeja a Él cuando lo conoce y lo ama de un modo sobrenatural 13 . Lo conoce como Él mismo se conoce y lo ama como Él mismo se ama. Nótese que este segundo modo de ser especial es gratuito en un doble sentido. En primer lugar, es gratuito, pues Dios lo da sin merecerlo el hombre. En segundo lugar, es sobrenatural en la medida que excede la naturaleza: nada hay en la naturaleza del hombre que haga que merezca el don de la gracia. Finalmente, hay un tercer modo que no es mencionado en este artículo, y se refiere a la misión visible del Hijo en la Encarnación. En la encarnación, Dios está presente de un modo nuevo en la creación: asumiendo una naturaleza humana en su Persona, uniéndose a ella hipostáticamente. Se trata de la única misión visible del Hijo. Esto será motivo de un desarrollo posterior. 13 Cfr. I-II, q110, a4, c y ad1 Modos de ser de Dios en las cosas En cuanto causa (vestigio) Modo común. Dios causa el esse. Por la operación Modo especial. Conocer y amar sobrenaturalmente. Ppr la unión hipostática El Hijo asume una naturaleza humana. Misión visible del Hijo. D.T.C. Versión 02.01.2018 9 Hombre como imagen de Dios El Génesis señala que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Santo Tomás señala que todas las creaturas son semejantes a Dios por haber sido creadas por Él, pero sólo el hombre es imagen 14 . En efecto, por su naturaleza racional —es decir, en cuanto que posee inteligencia y voluntad—, el hombre se asemeja a Dios de un modo particular. Ahora bien, imagen puede darse en el hombre de un triple modo: “(…) se dice que el hombre es a imagen de Dios por su naturaleza intelectual, lo es sobre todo en cuanto que la naturaleza intelectual puede imitarle del modo más perfecto posible. Y le imita de un modo perfecto en cuanto que Dios se conoce y se ama a sí mismo. De ahí que la imagen de Dios en el hombre puede ser considerada de tres modos. Primero, en cuanto que el hombre posee una aptitud natural para conocer y amar a Dios, aptitud que consiste en la naturaleza de la mente; esta es la imagen común a todos los hombres. Segundo, en cuanto que el hombre conoce y ama actual o habitualmente a Dios, pero de un modo imperfecto; ésta es la imagen procedente de la conformidad por la gracia. Tercero, en cuanto que el hombre conoce actualmente a Dios de un modo perfecto; ésta es la imagen que resulta de la semejanza de la gloria. Por eso, comentando la expresión del Sal. 4,7: Sellada sobre nosotros está la luz de tu rostro, ¡oh Señor!, distingue la Glosa una triple imagen: de creación, de recreación y de semejanza. La primera se da en todos los hombres; la segunda, sólo en los justos; la tercera, exclusivamente en los bienaventurados.” 15 El primer modo es inherente a todo hombre: por haber sido creado como creatura racional, tiene la posibilidad de conocer y amar a Dios en virtud de su inteligencia y voluntad. En efecto, estas son las facultades propias que corresponden a toda naturaleza racional. El segundo modo, en cambio, se da sólo en algunos hombres: en aquellos que poseen la gracia santificante. Ellos de hecho conocen y aman a Dios —y lo conocen y lo aman como Él se conoce y se ama—, pero lo hacen de un modo imperfecto. ¿Por qué? Porque lo hacen como viadores, transitando por este mundo, y todavía no cara a cara. El tercer modo se da también sólo en algunos hombres: en aquellos que ya gozan de la visión beatífica, de la contemplación del rostro de Dios. Lo conocen y lo aman encontrándose ya en estado glorioso. Y lo contemplan de un modo perfecto, pues lo ven cara a cara: lo conocen y lo aman perfectamente como Él se conoce y se ama. Se, pues, cómo estos tres modos de imagen se relacionan con los dos primeros modos de presencia de Dios en las cosas: 14 Cfr. I, q93,a2, c 15 I, q93, a4, c D.T.C. Versión 02.01.2018 10 Dijimos al iniciar este punto que, para Santo Tomás, todas las creaturas han sido creadas a semejanza de Dios, pero sólo el hombre a imagen y semejanza. Ahora bien, Santo Tomás señala que lo propio de la imagen no es cualquier similitud, sino una similitudo secundum speciem 16 , es decir, una semejanza según la especie. ¿Qué se entiende por semejanza según la especie? El hombre es un animal racional. De ahí que el hombre es semejante a los demás animales porque es animal como ellos. Ahora bien, un determinado hombre es imagen de su padre porque es semejante a él en su misma especie —especie hombre—. Dicho de otro modo, es imagen de él porque comparte su misma naturaleza. Nosotros no compartimos la naturaleza divina. De ahí que Santo Tomás dirá que, en sentido estricto, sólo el Verbo es imagen de Dios-Padre 17 . El hombre, en cambio, no es Imago sino ad imaginem 18 ; es decir, hacia la imagen. Esto es lo que se entiende cuando se dice que el hombre es imagen de Dios. Ahora bien, si bien el hombre no posee la misma naturaleza divina, sí participa de la misma de un modo particular en virtud de su naturaleza racional o espiritual —imagen a modo de naturaleza—. Y, según hemos visto, el hombre adquiere una semejanza mayor cuando actualiza sus potencias espirituales —inteligencia y voluntad— y, en virtud de la gracia, conoce a Dios como Él se conoce y lo ama como Él se ama —imagen por la operación—. Esto ya que, según se dijo en la introducción, al habitar Dios en el alma por la gracia, Dios infunde en la inteligencia una perfección para conocer a Dios como Él se conoce —conjunto de dones denominados sabiduría—; y en la voluntad, una perfección para amarlo como Él se ama — caridad—. Así, mediante la gracia, nuestra inteligencia adquiere una semejanza particular del Verbo —que procede del Padre al modo de la inteligencia—, y nuestra voluntad una semejanza particular del Espíritu Santo —que procede del Padre y del Hijo al modo del amor. Lo específico del hombre como imagen de Dios es ser imagen de la Trinidad. Solamente la Palabra pronunciada en nosotros por Dios, y solamente el acto de amor hecho en nosotros por Dios nos configura a Dios, nos hace semejantes a Él. Las misiones invisibles por medio de la gracia —y con ellas, la presencia de toda la Trinidad en nosotros— nos configuran a Dios desde adentro, dando a nuestros actos un alcance sobrenatural. Lo conocemos y amamos sobrenaturalmente por gracia, por puro don. Nuestro conocimiento sobrenatural de Dios y nuestro amor a Él serán máximamente actuales en la gloria. En esta vida, tenemos un conocimiento intermitente. En el cielo, en cambio, nuestro conocimiento y nuestro amor serán siempre actuales. 16 Cfr. I, q93, a2, c 17 De hecho, uno de los nombres propios de la Segunda Persona de la Trinidad es Imagen. Cfr. I, q35 18 Cfr. I, q93, a1, ad2 [Vestigio] Naturaleza Capacidad para conocer y amar a Dios [Operación] Gracia Conocer y amar a Dios imperfectamente Gloria Conocer y amar a Dios perfectamente D.T.C. Versión 02.01.2018 11 1.2. La misión visible del Hijo y el conjunto de las misiones divinas Misiones divinas Misión es envío. De alguna manera, las misiones expresan hacia afuera de la Trinidad la vida íntima intra-trinitaria. En efecto, el orden de las misiones sigue el orden de las procesiones al interior de la Trinidad. Recordemos brevemente esto último. Proceder quiere decir tener su origen en otro. En Dios, todo es común salvo quién procede de quién. La naturaleza divina es la misma y única para las tres Personas divinas. Lo único que distingue a una de otra es quién tiene su origen en quién. Nótese que el hecho de que una Persona tenga su origen en otra no implica un orden temporal: Dios es Uno y Trino desde toda la Eternidad. Las relaciones de origen tampoco introducen una jerarquía de valor dentro de la Trinidad: ninguna Persona merece más adoración que otra. ¿Cómo se dan las relaciones de origen al interior de la Trinidad? El Padre de nadie procede. El Hijo procede del Padre y, junto con el Padre —como un único principio— espira al Espíritu Santo. ¿En qué se diferencia el Padre del Hijo? En que uno engendra —sin ser engendrado— y el otro es engendrado. ¿En qué se diferencia el Espíritu Santo del Hijo? En que el primero procede del Padre y del Hijo, y el segundo procede sólo del Padre, además de espirar junto con Él al Espíritu Santo. Nada más que las relaciones de origen diferencian a una Persona de otra al interior de la Trinidad. Ahora bien, así como el Padre de nadie procede, el Padre no es enviado: no hay una misión del Padre. Ciertamente, como tanto el Hijo cuanto el Espíritu Santo proceden del Padre, el Padre siempre es el que envía. Asimismo, en la medida que el Hijo procede del Padre, el Hijo es enviado por el Padre. Finalmente, en la medida que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio, son el Padre y el Hijo conjuntamente los que envían al Espíritu Santo. Las misiones de las personas divinas son de dos clases: visibles e invisibles. Ambas se dan ad extra —hacia afuera— de la Trinidad. Por eso son misiones o envíos. Téngase en cuenta, sin embargo, que el envío no implica que una Persona divina abandone la Trinidad. La misión no es un cambio de lugar. En sentido propio, la misión implica que una Persona de la Trinidad empieza a estar de un modo nuevo donde ya estaba presente. Recordemos que Dios está en toda la creación a modo de vestigio. De ahí que, cuando se hace presente de manera visible o invisible en una realidad creada, no es que empieza a estar donde antes no estaba, sino que empieza a ser de un modo nuevo en una realidad donde ya se encontraba. La misión implica un nuevo modo de presencia, un nuevo modo de ser de Dios en las cosas. Cuando el Verbo se encarna en el mundo —misión visible del Verbo—, no es que camina por un mundo que antes estaba sustraído a su presencia. Siempre estuvo, solo que ahora está de un modo nuevo: asumiendo una naturaleza humana. De ahí que Santo Tomás, comentando el Evangelio de San Juan, señale que: "[El Hijo] Designa su procesión temporal diciendo "vine al mundo". Ahora bien, así como la salida eterna del Padre no se da localmente, así tampoco su venida al mundo es local. Porque así como el Hijo está en el Padre y viceversa, así el Padre todo lo llena, y también el Hijo; y esto no es algo que se mueva localmente. En consecuencia, dijo que vino al mundo en cuanto que asumió la naturaleza humana, en lo relativo al cuerpo, en cuanto que tuvo origen desde el mundo, no cambiando D.T.C. Versión 02.01.2018 12 de lugar." 19 El Hijo es enviado por el Padre pero nunca lo abandona, y vuelve a Él sin haberlo dejado. Así se entienden las misiones divinas. Misiones visibles Las misiones visibles, como su nombre lo dice, se dan visiblemente. La misión visible del Verbo es única, y es la Encarnación: el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros 20 . La misión visible del Espíritu Santo, en cambio, es múltiple. Santo Tomás enumera cuatro misiones visibles relatadas en la Sagrada Escritura: dos a Cristo y dos a los apóstoles 21 . Estas son: i. Bautismo del Señor: enviado a modo de paloma. ii. Transfiguración del Señor: enviado a modo de nube. iii. Encuentro con el Señor resucitado: enviado a modo de soplo. iv. Pentecostés: enviado a modo de lenguas de fuego. ¿Por qué el Verbo asume una creatura de naturaleza racional? Porque era conveniente que se presente como autor de la santificación; y sólo es autor quien es dueño de sus actos; es decir, alguien libre: libre para santificar. ¿Y por qué el Espíritu Santo asume distintas creaturas? Porque no era necesario que se presentara como autorde la santificación, sino como un indicio de la santificación. Es decir, sus diversas misiones visibles se ordenaban a indicar —de ahí el término indicio— que se estaba dando una efusión particular de gracia en orden a la santificación. De hecho, todos los momentos que Santo Tomás designa como misiones visibles del Espíritu Santo son particularmente significativos para la vida de Cristo y de la Iglesia. Misiones invisibles Las misiones invisibles son el envío que el Padre hace del Hijo y —conjuntamente con Él— del Espíritu Santo al hombre por medio de la gracia. Por medio de la gracia, la Trinidad habita en el alma del creyente. Nótese que sólo el Hijo y el Espíritu Santo son enviadas de manera invisible. Ahora bien, en virtud de la circumincesión trinitaria, donde está una persona están también las demás. De ahí que, si bien por medio de la gracia el Padre no está en el alma del creyente como enviado, sí se hace presente enviando. Las misiones visibles se ordenan a las misiones invisibles. En efecto, la venida de Cristo al mundo se ordena a redimirnos del pecado para que "(...) resucitando, podamos llegar a la felicidad de la vida inmortal (...)" 22 , lo cual implica participar de la vida misma de Dios. Conocer a Dios como Él se conoce y amarlo como Él se ama: ello sólo es posible en la medida que la Trinidad se hace realmente presente en nosotros. Conveniencia de que se asuma una naturaleza humana ¿Por qué fue conveniente que el Verbo asumiera una naturaleza humana? Propiamente, 19 Super Johannem, Caput 16, lectio 7 [250] 20 Cfr. Juan 1, 14 21 Cfr. I, q43, a7, ad6 22 III, prólogo D.T.C. Versión 02.01.2018 13 ninguna creatura merece ser asumida por Dios. Lo que hace Santo Tomás es presentar razones para afirmar por qué era más conveniente que se asumiera una naturaleza humana. Señala tres razones 23 : i. Por la semejanza entre el Hijo y las creaturas.- Al respecto, Santo Tomás señala dos cosas: El Hijo es causa ejemplar de las creaturas.- El Verbo, siendo el Concepto Eterno del Padre, es la causa ejemplar de todas las creaturas. Él reproduce perfectamente la imagen del Padre, mientras que la creación lo hace de manera participada, limitada. Por semejanza especial del Verbo con el hombre.- El hombre, en cuanto creatura racional, está llamado a perfeccionarse progresando en sabiduría, siendo que el Verbo es el Concepto de Dios, que es LA SABIDURÍA. Así, el Verbo Eterno instruye al hombre como el maestro al discípulo. ii. Por el fin de la unión.- El que es Hijo por naturaleza nos da la posibilidad de ser hijos por adopción. iii. Por la congruencia con el pecado de los primeros padres.- Los primeros padres pecaron buscando la ciencia. Y habiéndose apartado el hombre por un apetito de ciencia, es devuelto a Dios por quien es Sabiduría. Es importante destacar que el hecho de que la naturaleza humana pueda ser asumida —o sea asumible— no quiere decir que deba ser asumida. Asumible quiere decir que hay una mayor conveniencia para ser asumida. ¿Y por qué la naturaleza humana es asumible? Santo Tomás presenta dos grupos de razones: por la dignidad del hombre y por la necesidad de redención 24 : i. Por la dignidad del hombre.- Al ser una creatura racional, puede entrar en contacto con Dios conociéndolo y amándolo. ii. Por la necesidad de redención.- En efecto, era el hombre quien necesitaba ser redimido. Ni las creaturas irracionales ni los ángeles cumplen con ambas condiciones. En efecto, los ángeles —en cuanto a su naturaleza— son más dignos, pero no necesitan de redención. Los animales, en cambio, son menos dignos que el hombre. 1.3. Conveniencia y necesidad de la Encarnación ¿Fue necesario que el Verbo se encarnara para la reparación del género humano? Esta es la pregunta a partir de la cual Santo Tomás desarrolla la cuestión 2 del primer artículo de la Tertia pars de la Suma de Teología. Para responderla, distingue entre dos clases de necesidades: "(...) un modo, sin el cual algo no puede ser, como la comida es necesaria para la conservación de la vida. Y otro modo, por el cual se llega al fin del mejor y más conveniente modo, como el caballo es necesario para el camino." 25 Se habla aquí de dos clases de necesidades: una necesidad absoluta y una necesidad relativa. La primera es aquella sin la cual algo no puede darse. La segunda se da en orden a 23 Cfr. III, q3, a8, c 24 Cfr. III, q4, a1, c 25 III, q1, a2, c D.T.C. Versión 02.01.2018 14 obtener algo de una manera determinada. Por ejemplo, para ir de mi casa a la Facultad no es absolutamente necesario el auto, pues puedo ir caminando. Ahora bien, si quiero ir rápidamente, algún medio de transporte motorizado sí se hace necesario. Esta distinción es importante porque nada puede imponérsele a Dios. En efecto, en virtud de su omnipotencia, Él habría podido salvarnos de la manera que quisiera, de ahí que no era necesario —en sentido absoluto— que se encarnara para hacerlo. Ahora bien, en orden a salvarnos de la mejor manera posible sí era necesario que se encarnara. Así lo expresa el Aquinate: "Del primer modo, no fue necesario que Dios se encarnara para la reparación de la naturaleza humana. En efecto, Dios, por la virtud de su omnipotencia, podía reparar la naturaleza humana de muchas otras maneras. En cambio, del segundo modo [sí] era necesario que Dios se encarnara para reparar la naturaleza humana." 26 ¿Por qué su Encarnación fue la mejor manera posible de salvarnos? Aquí Santo Tomás presenta diez razones de conveniencia. En el fondo, trata de investigar la inteligencia divina, penetrar en el misterio de su amor insondable. De ahí que aclara que, además de las razones que presenta, se pueden plantear muchas más. Divide sus diez razones en dos grupos. Las enumeramos a continuación 27 : i. Para la promoción del hombre en el bien 1) En cuanto a la fe.- Tendríamos más certeza siendo Dios mismo quien hablara. 2) En cuanto a la esperanza.- Tendríamos más esperanza en alcanzar los bienes divinos si Dios nos muestra cuánto nos ama. Y el que Dios mismo se encarnara es muestra de dicho amor. 3) En cuanto a la caridad.- La Encarnación manifiesta su inmenso amor. Ello a su vez suscita nuestra respuesta de amor. 4) Para darnos el ejemplo.- En efecto, Dios mismo, con su vida, nos manifiesta cómo debemos obrar. 5) Para participar plenamente de la divinidad.- Se hace hombre para que el hombre se haga Dios. ii. Para remover el mal 1) Para que el hombre tenga por más que él al diablo.- Así no adorará al autor del pecado. 2) Para que comprendamos la dignidad de la naturaleza humana.- Es tan alta la dignidad del hombre que Dios se hizo hombre. Viendo esto, seríamos más propensos a repudiar el pecado. 3) Para eliminar la presunción humana.- Hemos recibido la gracia de Dios sin que haya algún mérito nuestro. 4) Curar nuestra soberbia.- Nuestra soberbia se vería curada al ver la humildad de Dios. 5) Para liberar al hombre de la esclavitud.- Dios se hizo hombre para satisfacer el precio de nuestros pecados. 26 III, q1, a2, c 27 Cfr. III, q1, a2, c D.T.C. Versión 02.01.2018 15 1.4. Servir a la comunicación no implica existir meramente en función de ella El Verbo se hizo carne para comunicarnos la vida divina. Comunicar quiere decir hacer algo común. Dios se hace común a nosotros; de alguna manera, se hace nuestro. ¿Cómo entender adecuadamente la finalidad de la Encarnación en orden a que no se haga del Verbo un medio para algo más? Santo Tomás aborda esta consideración en diversos lugares. Para empezar, se debe aclarar que la comunicación de Dios al hombre en nada le restadignidad a Dios. Por el contrario, dicha comunicación habla mejor de su bondad, la exalta ante nosotros: “(…) Dios comunica Su bondad a las creaturas de tal manera que nada le es sustraído, sino que más bien de alguna manera es exaltado (…)” 28 Ahora bien, un punto clave a tener en cuenta es que el hecho de que Dios se sirva de Alguien para un fin tan excelso —comunicación de Dios mismo al hombre—, en última instancia redunda en la glorificación de ese Alguien: “(…) vemos también en el orden del universo que Dios produce algunos efectos a través de causas medias, no porque El mismo sea incapaz (impotens) de producirlos inmediatamente, sino porque para ennoblecer a las mismas causas medias se digna comunicarles la dignidad de la causalidad.” 29 Así, la Encarnación es una comunicación de Dios al hombre que redunda en una exaltación de Cristo —en cuanto hombre— ante los hombres. La Encarnación es toda para el hombre, sí, pero redunda en una mayor gloria de Dios. El primero siempre es Dios: “(…) Dios ama a Cristo no sólo más que a todo el género humano, sino también más que a toda la universalidad de las creaturas, a saber, porque quiso para Él un bien mayor, ya que le dio el nombre que está sobre todo nombre (Flp 2, 9), de manera que fuese verdadero Dios. Y no arruina Sus excelencias el hecho de que Dios lo diera a la muerte para la salvación del género humano, antes al contrario por esto fue hecho vencedor glorioso (…)” 30 Y en esa línea, en otra oportunidad también señala: “(…) del hecho de que Cristo fue entregado por los hombres resultó un máximo bien para el mismo Cristo, en cuanto por esto Su fuerza fue manifestada y fue causa de la salvación humana; lo cual le reporta mucho honor (est sibi valde honorificum).” “(…) la causa es más excelente (praestantior) que lo causado.” 31 28 Suma Contra Gentiles 4, 34 (22, M 3715) 29 Comentario al Evangelio de Juan 1, IV (v.7; M 119) 30 I, 20, 4, 1 31 Comentario a las Sentencias 3, 32, u, 5, qla. 4, 1-2 D.T.C. Versión 02.01.2018 16 PARTE II “ENVIÓ DIOS A SU HIJO, NACIDO DE MUJER” (Gal 4, 4); “Y EL VERBO SE HIZO CARNE” (Jn 1, 14a) —LA MISIÓN VISIBLE DEL HIJO COMO MÁXIMA PRESENCIA DE DIOS, UNIÓN CON EL Y GRACIA EN EL ORDEN CREADO— UNIDAD 2 EL DON DE LA UNIÓN SEGÚN HIPÓSTASIS 2.1. La gracia de unión. La predestinación de Cristo A. La gracia de unión Presupuesto: diversas acepciones de gracia Antes de hablar propiamente de la gracia de unión en Cristo es importante tener en cuenta en qué sentidos es posible de hablar de gracia. En efecto, cuando se habla de la gracia santificante en la humanidad de Cristo se hace referencia a la participación de la vida divina en su alma. Se trata, pues, de un don creado que puede darse también en cualquier hombre. Ahora bien, cuando hablamos de gracia de unión no hacemos referencia a un don creado por Dios, sino a la unión misma de la naturaleza humana y la naturaleza divina en la persona del Verbo. El Verbo Eterno, Persona de naturaleza divina, asume la naturaleza humana en su persona. Ambas naturalezas se unen sin confusión, ni cambio, ni división, ni separación 32 . A esta unión misma llamamos "gracia de unión". Si se trata de la misma unión, ¿por qué entonces la llamamos gracia? Es para responder a esta pregunta que resulta importante considerar en qué sentidos toma este término Santo Tomás. En la Suma de Teología, el tratado de la gracia es desarrollado por Santo Tomás casi al final de Prima Secundae, a partir de la cuestión 109. Es en la cuestión 110 que considera la gracia en cuanto a su esencia, y en el artículo 1 de esta cuestión, al preguntarse si la gracia agrega algo al alma, desarrolla los tres sentidos según los cuales puede tomarse la gracia: "El lenguaje usual nos ofrece tres acepciones de la gracia. En primer lugar significa el amor que se siente hacia alguien. Y así se dice que un soldado tiene la gracia del rey, esto es, que el rey lo encuentra grato. En segundo lugar designa un don concedido gratuitamente. De aquí la expresión: ‘Te concedo esta gracia’. Finalmente, se toma por el reconocimiento con que se corresponde a un beneficio gratuito, y así se habla de dar gracias por los beneficios recibidos." 33 Santo Tomás presenta aquí tres acepciones de gracia. La primera radica en el favor o el afecto, es decir, la consideración que alguien tiene por otro. La segunda se refiere a algo más concreto: un don que se recibe de alguien. La tercera, en cambio, se refiere de alguna manera a la respuesta a ese don: la acción de gracias. Nótese cómo estas tres acepciones no se excluyen entre ellas, sino que están íntimamente relacionadas. Así lo señala el propio Tomás: "Mas la segunda de estas acepciones depende de la primera; pues es el amor que 32 Cfr. Concilio de Calcedonia. Quinta sesión, 22 de octubre de 451. DH 302 33 I-II, q110, a1, c D.T.C. Versión 02.01.2018 17 se siente hacia alguno lo que impulsa a concederle algo gratuitamente. Y, a su vez, de la segunda acepción se deriva la tercera, pues cuando se recibe un beneficio gratuitamente es cuando se dan gracias por él." 34 Hay, pues, una continuidad entre estas tres acepciones de gracia: la tercera acepción — acción de gracias— depende de la segunda —haber recibido efectivamente un don—. Y la segunda depende a su vez de la primera —gozar del favor de alguien—. Puede darse la primera sin la segunda, o la primera y la segunda sin la tercera. Pero donde se da la segunda, se da también la primera; y donde se da la tercera, se dan también las otras dos. La gracia de unión Como se dijo en el punto anterior, Santo Tomás denomina gracia de unión a la unión misma que se da entre la naturaleza humana y la divina en la Persona del Verbo. En efecto, es la Persona del Verbo —naturaleza divina— quien asume una naturaleza humana perfecta. Así, unidas en la persona del Verbo, se da entre ambas naturalezas lo que San Máximo Confesor vino a denominar perijóresis —mutuo estar en—; aunque sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. Ahora bien, ¿por qué a esta unión se denomina gracia? Santo Tomás señala que para que la naturaleza humana se una a la divina se requiere un acto gratuito de Dios: Él tiene que quererlo. Bajo este respecto, este acto gratuito de unión puede darse de dos maneras. Así lo expresa Tomás: “La naturaleza humana necesita de la voluntad gratuita de Dios para ser elevada hasta Él, porque esto supera la capacidad de su naturaleza. Ahora bien, la naturaleza humana es elevada hasta Dios de dos maneras: de un modo por la operación mediante la cual los santos conocen y aman a Dios; de otro modo por el ser personal, el cual es el modo singular a Cristo, en el que la naturaleza humana es asumida para ser de la persona del Hijo de Dios.” 35 De acuerdo con lo expuesto anteriormente, la unión de la naturaleza humana y Dios mediante la operación es la que corresponde a la gracia habitual o santificante. Mediante ésta, todo hombre puede unirse a Dios. En cambio, otra manera de darse esta unión es por el ser personal, es decir, una unión que se da en la Persona del Verbo. Esta es exclusiva de Él. Nótese que se llama gracia porque esta unión depende de una decisión gratuita de Dios, de una manifestación de su liberalidad. Además, se trata de un don que une una creatura —la naturaleza humana de Cristo— con Dios. Y, en palabras de Tomás: “El fin de la gracia es la unión de la creatura racional a Dios.” 36 Y en otra oportunidad señala que: “El fin de la gracia es que nos una (conjungat) a Dios.” 37 Al denominarla gracia, la Encarnación está en el centro de la comunicación divina, de la donación —del regalo— de Dios al hombre. Nótese tambiénque la gracia habitual y la gracia de unión son ambas gracia. En efecto, ambas son don, ambas comunican, ambas unen al hombre con Dios. Pero no son gracia en el mismo sentido. Estamos, pues, en el terreno de la analogía. En efecto, la gracia habitual es un accidente que inhiere en el alma. En virtud de la gracia 34 I-II, q110, a1, c 35 III, q2, a10, c 36 III, q7, a12, c 37 Comentario a las Sentencias 3, 13, 1, 2, qla. 1, c D.T.C. Versión 02.01.2018 18 —y de las perfecciones que Dios infunde en la inteligencia y la voluntad al habitar en el alma por medio de ella—, conozco y amo a Dios como Él se conoce y se ama. En este caso, la gracia habitual es algo en virtud de lo cual se da la unión. En cambio, la gracia de unión no hace alusión a algo en virtud de lo cual se da la unión sino a la unión misma. No es un algo, sino una manera de referirnos a la máxima comunicación divina. Se trata de consideración de gracia en los primeros dos sentidos: amor, favor, don. Refiriéndose a esta distinción, Santo Tomás señala: “(…) la gracia que es accidente, es cierta semejanza de la divinidad participada en el hombre. Ahora bien, por la Encarnación la naturaleza humana no se dice participar de cierta semejanza de la naturaleza divina, sino que se dice estar unida (coniuncta) a la misma naturaleza divina en la persona del Hijo. Mayor es la realidad misma (ipsa res) que su semejanza participada.” 38 Ahora bien, en la naturaleza humana de Cristo se da una relación particular entre gracia habitual y gracia de unión. En efecto, en todos los hombres la unión con Dios es algo que se produce mediante la gracia habitual. En cambio, en Cristo, la naturaleza humana se encuentra unida de la manera más perfecta a la naturaleza divina; de ahí que, en Él, la gracia habitual es causada por dicha unión: "La gracia es causada en el hombre por la presencia de la divinidad, como lo es la luz en el aire por la presencia del sol. Por eso se dice en Ez 43, 2: ‘La gloria de Dios entraba por el oriente, y la tierra resplandecía por su gloria’. Pero la presencia de Dios en Cristo se entiende por la unión de la naturaleza humana con la persona divina. Por tanto, la gracia habitual de Cristo se considera como consecuencia de esa unión, lo mismo que la luz es consecuencia del sol." 39 . También en el mismo sentido, en otra oportunidad, Santo Tomás señala: “A alguien se le da la gracia para esto: para que por ella sea unido a Dios. Por lo tanto, está lleno de gracia aquel que está unido perfectísimamente a Dios. […] Ahora bien, en Cristo, en quien la naturaleza humana está unida a la divinidad en la unidad del supuesto (suppositi), se encuentra la plena y perfecta unión (coniunctionem ad) con Dios, porque aquella unión fue tal que todos los actos, tanto los de la naturaleza divina como los de la humana fueron actos del supuesto. Por lo tanto, fue lleno de gracia en cuanto no recibió de Dios algún don gratuito particular, sino que [recibió el que] fuese el mismo Dios (…)” 40 ¿Era necesario que, en Cristo, la gracia habitual fuera causada por la gracia de unión? Hablando en sentido absoluto, podría haberse dado la gracia de unión sin la gracia habitual, pero sería sumamente inconveniente. En efecto, para que la naturaleza humana de Cristo pudiera llevar a cabo actos realmente meritorios, era necesario que su voluntad se viera perfeccionada por la caridad. Y la caridad es infundida por Dios al estar en el alma por la gracia habitual. De ahí que, si bien Santo Tomás distingue entre ambas "gracias", en Cristo se dieron juntas, siendo 38 III, q2, a10, ad1 39 III, q7, a13, c 40 Comentario al Evangelio de Juan 1, VIII (v.14d; M 188) D.T.C. Versión 02.01.2018 19 una —gracia habitual— causada por la otra —gracia de unión. Aun así, no era necesario que de la gracia de unión causara la gracia habitual de la humanidad de Cristo. Si bien la gracia habitual en su humanidad es causada por la gracia de unión, dicha causación no es necesaria: sigue siendo libre, gratuita; sigue siendo un don de la liberalidad divina —por lo que podría no haberse dado—. De ahí que la gracia habitual no es en estricto una consecuencia de la gracia unión, sino una cuasi-consecuencia. Finalmente, podemos plantear una última distinción entre la gracia habitual y la gracia de unión. Al respecto, Santo Tomás señala: "(...) la gracia habitual está sólo en el alma; en cambio, la gracia, en cuanto don gratuito de Dios consistente en la unión con una persona divina, afecta a toda la naturaleza humana, compuesta de alma y cuerpo. Y en este sentido se dice que la plenitud de la divinidad habita corporalmente en Cristo, porque la naturaleza divina se unió no sólo al alma, sino asimismo al cuerpo." 41 En efecto, el sujeto propio de inhesión de la gracia santificante es el alma. Ciertamente, se trata de un accidente —cualidad— que inhiere —existe en— el alma del creyente. ¿En qué parte del alma? En toda ella 42 . En cambio, la gracia de unión es la unión misma de la naturaleza humana y la divina en la persona del Verbo. De ahí que no sólo no es algo creado en virtud de lo cual se da esa unión, sino que se trata de una unión que afecta a toda la naturaleza humana. En efecto, cuerpo y alma están hipostáticamente unidos a la naturaleza divina en la persona del Verbo. B. La predestinación de Cristo Qué se entiende por predestinación La predestinación es una preordenación que hace Dios respecto de las realidades que han de producirse en el tiempo. Es una providencia especial, por medio de la cual la creatura racional es ordenada hacia la Vida Eterna. Es una parte especial de la providencia: aquella referida a la creatura racional. Predestinación no es algo en la cosa predestinada, sino en el que predestina. Se encuentra sólo pasivamente en los predestinados en cuanto que en ellos se ejecuta el "plan". Al respecto. Santo Tomás señala: "La predestinación no es algo en los predestinados, sino sólo en quien predestina. (…) la ejecución de la providencia, llamada gobierno, es algo activo en el gobernante y algo pasivo en el gobernado.” 43 Nótese que ninguna creatura puede ser causa de la predestinación de manera absoluta. Pero podemos insertarnos en la predestinación y ahí ser causa de la predestinación. Nótese además que predestinación no quiere decir predeterminación. No hay necesidad, pues las creaturas espirituales son libres. Ciertamente, Dios no existe antes ni después de que obremos: Dios es fuera del tiempo. Todo es un eterno presente para Él. De ahí que no hay para 41 III, q2, a10, ad2 42 Cfr. I-II, q110, a4, c 43 I, q23, a2, c D.T.C. Versión 02.01.2018 20 Él un plan dado en un primer momento y ejecutado en un segundo momento. En esa línea, preguntas como esta carecen de sentido: ¿Dios sabe lo que vamos a hacer antes de que obremos o lo sabe (después) porque obramos? La pregunta está formulada de manera incorrecta y no puede aplicarse a Dios, pues lo toma como si estuviera inserto en el tiempo. La predestinación de Cristo ¿Se puede decir que en Cristo hay predestinación? Recordemos que para Santo Tomás la predestinación es una preordenación que hace Dios respecto de las realidades que han de producirse en el tiempo. En ese sentido puede decirse que en Cristo hay predestinación: “Como es claro por lo expuesto en la Primera Parte (q. 23, a. 2), la predestinación, tomada en su sentido propio, es una preordenación divina eterna respecto de aquellas cosas que, por la gracia de Dios, han de producirse en el tiempo. Pero por la gracia de unión hizo Dios que, en el tiempo, el hombre fuese Dios y Dios fuese hombre. Y no es posibledecir que Dios no haya preordenado desde la eternidad que eso había de realizarse en el tiempo porque se seguiría la aparición de un acontecimiento nuevo para la mente divina. Se impone, pues, afirmar que la misma unión de las naturalezas en la persona de Cristo cae bajo la predestinación eterna de Dios. Y, por este motivo, se dice que Cristo ha sido predestinado.” 44 Ahora bien, ante lo expuesto es preciso hacer una aclaración. En efecto, la predestinación supone una ordenación respecto de algo que va a darse en el tiempo, de ahí que sólo puede hablarse de predestinación respecto de la naturaleza humana de Cristo. Ciertamente, Santo Tomás señala: “(…) la predestinación se atribuya a la persona de Cristo, no considerada en sí misma, o en cuanto subsistente en la naturaleza divina, sino en cuanto que subsiste en la naturaleza humana. (…) Pues aunque sea natural a esa persona, considerada en sí misma, ser Hijo de Dios en poder (Rm 1, 3), eso no le es natural en cuanto a la naturaleza humana, a la que, en este sentido, le compete por la gracia de unión.” 45 En el artículo segundo de la misma cuestión, Santo Tomás se pregunta si se puede decir que Cristo fue predestinado a ser hijo de Dios. Ciertamente, esto sólo se puede decir de Él en razón de su naturaleza humana 46 ; no en razón de la divina. En efecto, en atención a su naturaleza divina, Él es Dios en la eternidad, por lo cual no es posible atribuirle una condición — predestinación— que se da sólo en el tiempo. En síntesis, en cuanto a su naturaleza divina, Cristo es Hijo por naturaleza. En cuanto a su naturaleza humana, Cristo fue predestinado a ser hijo de Dios. En palabras de Tomás: “(…) la precedencia que lleva consigo el participio predestinado no se refiere a la persona considerada en sí misma, sino por razón de la naturaleza humana; es 44 III, q24, a1, c 45 III, q24, a1, ad2 46 Cfr. III, q24, a2, c D.T.C. Versión 02.01.2018 21 decir, porque, a pesar de que esa persona fue Hijo de Dios desde toda la eternidad, sin embargo ese Hijo de Dios no fue subsistente desde siempre en una naturaleza humana." 47 2.2. La unión en sí misma A. Algunos presupuestos Naturaleza y persona Aristóteles enumera diez modos posibles de ser; es decir, diez modos según los cuales es posible clasificar todas las cosas que existen. Estos diez modos son uno sustancial y nueve accidentales 48 . ¿Qué es lo que distingue el modo de ser sustancial de los accidentes? Que la sustancia existe en sí misma, mientras que el accidente existe en la sustancia. Pongámoslo con un ejemplo. ¿Alguien ha visto el color blanco caminando por la calle? Hemos visto, sí, camisas o gorros blancos, pero nunca "el blanco". Esto ya que el color blanco es un accidente —accidente cualidad— y, como tal, le corresponde existir siempre en una sustancia; es decir, en un sujeto. De ahí que uno puede ver el color blanco en camisas, en gorros, o incluso en las nubes —todos ellos son sustancias—, pero nunca flotando en el espacio. Todo individuo existente en sí mismo es una sustancia: esta piedra, esa remera, mi perro Asesino; y también los hombres y mujeres Pedro, Juan, Kate y Regina. En todos ellos pueden darse cambios accidentales. Por ejemplo, Regina puede aumentar o reducir su accidente cantidad, pero sigue siendo Regina. Ahora bien, Santo Tomás señala que una misma sustancia puede considerarse desde tres perspectivas diferentes. Se trata de la misma realidad vista desde tres puntos de vista diferentes: subsistencia, substancia o hypóstasis, y res naturae —realidad de una cierta naturaleza—. Los explicamos brevemente: i. Subsistentia.- A la sustancia se la denomina subsistencia en cuanto "(...) existe por sí y no en otro (...) pues decimos que subsisten aquellos que no existen en otro sino en sí." 49 Así, desde esta perspectiva, se enfatiza la distinción de la sustancia respecto de los accidentes. En efecto, la sustancia posee un esse —o acto de ser— propio, mientras que los accidentes no. La sustancia es en ella misma, los accidentes son —existen— en la sustancia. ii. Hypóstasis o substantia.- A la sustancia se la denomina hypóstasis en cuanto que "(...) se pone bajo los accidentes (...)" 50 . (Nótese cómo la raíz griega y latina de las palabras ayudan a comprender este sentido: hypo o sub —debajo—, y stasis o stantia —que puede entenderse en el sentido de aquello que está o que está puesto—.) Se enfatiza, pues, ya no sólo la distinción entre sustancia y accidentes, sino el hecho de que éstos existen en aquélla. En efecto, Regina tiene el esse —o acto de ser— por ella misma, pero no así su accidente cantidad. Ciertamente, la cantidad de Regina carece de un esse propio: es —existe— en 47 III, q24, a1, ad3 48 Al respecto, los nueve modos de ser accidentales son: cantidad, cualidad, relación, habitudo, cuándo, ubicación, posición, acción, pasión. 49 I, q29, a2, c 50 I, q29, a2, c D.T.C. Versión 02.01.2018 22 Regina, con el esse o acto de ser de Regina. iii. Res naturae.- A la sustancia se la denomina res naturae o realidad de [una determinada] naturaleza, en cuanto "(...) supone alguna naturaleza común (...) como [cuando se dice que] este hombre es de naturaleza humana." 51 Así, se aplica res naturae a la sustancia para enfatizar el hecho de que en ella se concretiza una determinada naturaleza. Nótese que no se dice naturaleza a secas, sino realidad de una determinada naturaleza. Es decir, cuando hablamos de sustancia nos referimos a un sujeto que posee una determinada naturaleza. Ciertamente, mi perro Asesino será un sujeto de naturaleza animal, mientras que Pedro, Juan, Kate y Regina serán sujetos de naturaleza humana. Nótese que se puede tomar de manera equivalente sustancia o hypóstasis; no así naturaleza. En efecto, toda sustancia o hypóstasis será un sujeto de una determinada naturaleza, y no la naturaleza misma. Y esta distinción es fundamental para entender la noción de persona. En efecto, Santo Tomás toma la definición de Boecio según la cual persona es sustancia individual de naturaleza racional 52 . Ciertamente, toda persona es una sustancia o hypóstasis de una determinada naturaleza: una naturaleza racional. En efecto, la persona cumple con todas las condiciones comunes a todas las sustancias o hypóstasis, pero le agrega algo propio, que es la naturaleza racional —también llamada naturaleza espiritual—. Se ve, pues, que toda persona es una sustancia o hypóstasis, pero no toda sustancia o hypóstasis es una persona. Sólo lo serán aquellas de naturaleza racional. Para Emery 53 , la definición antes señalada posee tres características fundamentales según la comprensión de Santo Tomás. Estas son: 1) Ser una sustancia o hypóstasis 2) Ser una sustancia individual. En efecto, una sustancia puede tomarse en sentido abstracto — noción de hombre, "sustancia segunda"— o en sentido concreto —Pedro, Juan, Kate, Regina, "sustancia primera"—. Nos encontramos, pues, frente a individuos concretos. Esto hace alusión también a la incomunicabilidad. En efecto, lo propio de una persona es que lo que ella es no lo puede ser nadie más, no puede comunicarse. Al ser individual, cada persona es única. 3) Naturaleza racional.- Esto implica que uno posee inteligencia y voluntad y, por lo tanto, autodeterminación, libertad. Toda persona es un alguien capaz de conocer la verdad y querer libremente el bien. Es alguien capaz de trazarse un fin y ordenarse libremente hacia él. A partir de lo expuesto, ¿por qué el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres Personas? Porque, a pesar de poseer la misma naturaleza, cada una tiene algo propio que es incomunicable y, como tal, constituye su personalidad. En efecto, hay algoexclusivo del Padre, algo exclusivo del Hijo y algo exclusivo del Espíritu Santo que no puede comunicarse a las otras Personas divinas. ¿Y por qué la naturaleza humana de Cristo no es persona? Porque, si bien se trata de una naturaleza racional, no es propiamente una sustancia o hypóstasis, pues no existe en ella misma: existe en la persona del Verbo. Ambas cosas se verán en esta unidad. 51 I, q29, a2, c 52 Cfr. I, q29, a1, c 53 Cfr. EMERY, Giles. The Dignity of Being a Substancie: Person, Subsistence and Nature. En: "Nova et Vetera". English Edition. Vol 9, No. 4 (2001), p. 994-995 D.T.C. Versión 02.01.2018 23 Tres Personas, un solo Dios Todo en la Trinidad es común a las tres Personas, salvo la relación de origen; es decir, quién procede de quién al interior de la Trinidad. Se trata, pues, de una única naturaleza divina que es poseída de manera igual y en la misma medida por tres Personas. Cada Persona divina subsiste por igual en la misma y única naturaleza divina. Un texto que plasma la identidad de naturaleza con elocuente simplicidad es el símbolo Quicumque 54 . Posee una primera parte trinitaria y una segunda parte cristológica. En la parte trinitaria, señala: "13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. 14. Y sin embargo no [son] tres omnipotentes sino un omnipotente. 15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. 16. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. 17. Así, el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor. 18. Y sin embargo no son tres Señores sino un solo Señor." 55 Si poseen la misma naturaleza divina y en igual medida, ¿cómo se diferencian las Personas al interior de la Trinidad? Para distinguirlas, Santo Tomás parte de un dato de fe: al interior de la Trinidad, hay procesiones; es decir, hay un orden según el cual una Persona tiene su origen en otra. En efecto, ¿qué es proceder? Es tener su origen en otro. Y en Dios, las procesiones no se dan de manera aleatoria, sino ordenada. Hay, pues, un ordo originis —orden de origen—: El Padre de nadie procede, el Hijo procede sólo del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como de un único principio. Cada una de esas procesiones da origen a dos relaciones que, por darse en el origen de cada Persona divina, se denominan relaciones de origen. Así, la procesión del Hijo da origen a dos relaciones: Paternidad y Filiación. De igual modo, la espiración conjunta del Padre y del Hijo respecto del Espíritu Santo da origen también a dos relaciones: espiración activa y espiración pasiva —o simplemente procesión—. Se trata de cuatro relaciones subsistentes, pues en Dios nada hay que sea accidental. De estas cuatro relaciones subsistentes sólo tres constituyen, cada una, una Persona. En efecto, la espiración activa conjunta del Padre y del Hijo no constituye una persona porque carece de la característica de la individualidad: se trata de dos individuos y no de uno solo. En cambio, las tres relaciones subsistentes restantes sí constituyen, cada una, una Persona: la Paternidad constituye al Padre; la Filiación, al Hijo; y espiración pasiva, al Espíritu Santo. ¿Y por qué son Persona? Porque cada una de ellas es de modo eminente una sustancia individual de naturaleza racional. En efecto, todas ellas poseen la misma naturaleza —que es más que racional, pues es divina—. Y además de ser subsistentes —sustancia o hypóstasis—, son individuales; es decir, incomunicables. En efecto, hay algo exclusivo del Padre que no puede tenido o comunicado al 54 Se denomina así por las palabras con las que empieza en latín: "Quicumque vult salvus esse (...)" — "Todo el que quiera salvarse (...)"—. Su aparición se sitúa entre los años 430 y 500, y si bien en algún momento se atribuyó a San Atanasio —por eso se denomina también símbolo Atanasiano—, hoy se desconoce a ciencia cierta su autor. Cfr. PERO-SANZ, José Miguel. El símbolo Atanasiano. De la Trinidad a la Encarnación. Segunda edición. Madrid, Palabra, 1998, p. 9-10 55 Símbolo Quicumque, DH 75 D.T.C. Versión 02.01.2018 24 Hijo o al Espíritu Santo; y lo mismo puede decirse de las otras. ¿Qué es lo exclusivo e incomunicable de cada Persona divina? Su relación de origen, es decir, quién procede de quién. En efecto: El Padre.- De nadie procede (1). De Él procede el Hijo (2). De manera conjunta con el Hijo, espira al Espíritu Santo. El Hijo.- Procede sólo del Padre (4). Conjuntamente con el Padre, espira al Espíritu Santo (3). El Espíritu Santo.- Procede de manera conjunta del Padre y del Hijo como de un único principio (5). Nadie procede de Él (6). Salvo la tercera característica, que es común al Padre y al Hijo, las cinco restantes son exclusivas de cada Persona divina, y eso es lo que individúa a cada una al interior de la Trinidad. Nótese que, si bien hemos hablado de origen, no lo hacemos en términos temporales: como bien señala el Quicumque, Dios es Trino desde toda la eternidad. Nunca el Padre estuvo solo. Asimismo, el que el Padre sea el Principio sin Principio no le da una mayor dignidad respecto de las otras Personas divinas: todas merecen la misma adoración. En efecto, poseen por igual la misma y única naturaleza divina: las tres son el único Dios. B. La unión en sí misma Una Persona, dos naturalezas El Verbo Eterno del Padre, Persona de naturaleza divina, sin que en algo quede mermada su divinidad, asume una naturaleza humana perfecta. ¿Cómo se da esta unión entre la naturaleza humana y la naturaleza divina? El marco del cual no es posible salir lo da Calcedonia: "(...) hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre [compuesto] de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado [Cf. Heb 4, 5]; engendrado del Padre antes de los siglos según la divinidad, y en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, la madre de Dios, según la humanidad; (...) (...) se ha de reconocer a un solo y miso Cristo Señor, Hijo unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo (...)" 56 Esta definición es muy rica, y tomaría mucho analizarla a fondo. De ella extraemos sólo tres elementos. El primero es que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre; perfecto Dios y perfecto hombre. El segundo es que la unión de ambas naturalezas se da en la persona o 56 Concilio de Calcedonia. Quinta sesión, 22 de octubre de 451. DH 301-302 D.T.C. Versión 02.01.2018 25 hipóstasis del Verbo —de ahí el nombre unión hipostática— y no directamente en una u otra naturaleza. La tercera es que, como consecuencia de la unión hipostática, ambas naturalezas, estando plenamente unidas, se mantienen sin confusión, sin cambio —es decir, ninguna naturaleza se trasmuta—, sin división y sin separación. Cada Persona divina se identifica con la esencia divina, pues la posee toda ella de manera perfecta. Sin embargo, según la razón del entender —secundum rationem intelligendi 57 — es posible distinguir entre la Persona y la naturaleza divina misma 58 . ¿Por qué? Porque cada
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