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21 Educación Médica Antes de hablar del diagnóstico por ultrasonido Doppler a color (USDC) de las complicaciones del injerto renal, vamos a profundi- zar un poco más acerca de la técnica del examen ultrasonográfi - co abordando de la forma más didáctica y sucinta posible las pa- tologías del injerto renal en las que este método es de mayor uti- lidad. No pretendemos ser exhaustivos en la revisión del tema de las complicaciones, sino trasmitirles los conocimientos básicos de USDC que debemos idealmente manejar todos los nefrólogos. Con el USDC hay cuatro aspectos del injerto que deben de eva- luarse sistemáticamente, como ya lo mencionamos en la primera entrega de este curso: • Visualización preliminar del injerto renal en modo B (Figura 1A). Se valora la apariencia del injerto, se identifi can colec- ciones perirrenales, dilatación del sistema pielocalicial y otros hallazgos que se describirán más adelante. • Evaluación del fl ujo arterial y venoso en todo el injerto con la ayuda del color (Figura 1B). Esto es un ecograma en modo B al que se le superpone el sector del color para detec- tar el fl ujo intrarrenal, haciendo hincapié en ambos polos. Se deben poder identifi car, con relativa facilidad, áreas de falta de perfusión. También puede identifi car un doble sistema ar- terial así como la vena renal (Figura 1C). • Obtención del registro espectral del fl ujo arterial con el Doppler dúplex y, luego, proceder a cuantifi car los índi- ces de impedancia. Se denomina dúplex pues se observa a un lado de la pantalla el registro en modo B con el sector a color identifi cando la arteria o arteriola de donde se obtiene el re- gistro y, del otro lado, el registro espectral del patrón de fl ujo Doppler (Figura 1D). El registro espectral es la representación gráfi ca de la variación de la velocidad de los glóbulos rojos a través de la sístole y la diástole. Curso de Nefrología Intervencionista Capítulo segundo. Diagnóstico y seguimiento con ultrasonido Doppler a color de las complicaciones en el riñón trasplantado Octavio J. Salgado1 1. Internista y Nefrólogo graduado en las Clínicas Médicas de la Universidad de Saarland, Alemania. Profesor Titular, Facultad de Medicina, Universidad del Zulia. Médico especialista adjunto al Servicio de Nefrología, Hospital Universitario de Maracaibo, Venezuela. Miembro del Comité de Nefrología Inter- vencionista de la ISN y de SLAHN. Con la colaboración de la Dra. Angela M. Vidal, Servicio de Nefrología, Hospital Universitario de Maracaibo, Venezuela. Figura 1. Fases de la evaluación por ultrasonido Doppler a color de un injerto renal: A. Visualización en modo B de las características del injerto. B. Exploración con ayuda del color de la perfusión. C. En proyección al hilio renal es posible constatar la permeabilidad de arterias renales dobles y visua- lizar la vena renal. D. Ecograma Doppler duplex que muestra el registro del patrón de fl ujo de una arteria interlobar, en la cual se miden los índices de impedancia (en este caso, PI: 1,59 y RI: 0,78). O. J. Salgado 22 Objetivos de la cuantifi cación de los índices de impedancia. La medición de los índices de impedancia tiene por objeto dar un valor numérico a los cambios observados en el registro espectral. Todos los aparatos vienen provistos de software capaz de realizar estos cálculos. Para la cuantifi cación de la impedancia se colo- ca el cursor del volumen de muestra (las dos rayitas que parecen un avión biplano) en la arteria o arteriola en que se desea hacer la medición. Se marca el inicio de la sístole y el fi n de la diástole. Se debe escoger el registro mejor defi nido que se encuentre. Ya se explicó en el primer capítulo las fórmulas para cálculo del índice de pulsatilidad (PI) y el índice de resistencia (RI). Patrón de fl ujo Doppler normal en injerto renal Ya se mencionó también con anterioridad que el patrón de fl u- jo intrarrenal normal es típicamente de baja resistencia vascu- lar o baja impedancia, pues como se observa en la Figura 2A, al pico de fl ujo sistólico le sigue una banda de fl ujo diastólico en el mismo sentido, en este caso, ambos por encima de la raya (a la que de ahora en adelante llamaremos línea de base). Por conven- cionalismo, en Doppler arterial, se denomina como “anterógra- do” al sentido del fl ujo que lleva el pico o defl exión sistólica. De este modo, si el registro de fl ujo diastólico se ubica al mismo lado de la línea de base que la defl exión sistólica, hablamos de “fl u- jo diastólico anterógrado en toda la diástole”, como en la Figura 2A. Si sucede lo contrario, es decir, que el fl ujo diastólico se ubica en lado distinto al del fl ujo sistólico, se habla de “fl ujo diastólico retrógrado” en toda la diástole, como en la Figura 2B y signifi ca que hay una elevadísima impedancia o resistencia tisular a la en- trada de sangre arterializada. A veces lo que se observa es ausen- cia total de fl ujo en diástole o bien, fl ujo retrógrado nada más al inicio de la diástole, como en la Figura 3, y son grados interme- dios de elevación de impedancia. En la circulación intrarrenal, se asume que estos aumentos de la re- sistencia o impedancia se originan por edema intersticial importan- te asociado a: (a) vasoconstricción arteriolar como en la necrosis tubular aguda (NTA), (b) por compresión extríseca del riñón como en los hematomas severos, (c) por resistencia elevada del outfl ow venoso del injerto, como en la trombosis de la vena renal o, (d) por oclusión o disminución del lumen arteriolar como en el rechazo vascular. El caso de la Figura 2B es un caso extremo de elevación de la impedancia y signifi ca que la sangre que ingresa en sístole al parénquima, retrocede en diástole. Pero hay muchos estadios o grados intermedios de elevación de la impedancia entre los extre- mos como se aprecia en la Figura 3, a los que se les ha podido dar una cuantifi cación numérica gracias a la medición de los índices. Determinación del fl ujo arterial y venoso dentro del injerto renal. Usualmente, los registros de fl ujo Doppler en los injertos rena- les se toman de las arterias interlobares, ya que éstas presentan las siguientes ventajas con respecto a otras arterias intrarrenales: 1. Por la posición en que se coloca el injerto, las arterias interloba- res quedan ubicadas más superfi cialmente a la piel, es decir, más cerca del transductor, que otras arterias intrarrenales (p. ej., seg- mentarias) y, por lo tanto, se pueden visualizar sin difi cultad. 2. El valor de la impedancia en interlobares es similar al de la ar- teria renal y de otras arterias intrarrenales. 3. Las arterias interlobares ascienden por una columna de Bertin, es decir, transcurren dentro de la zona cortical por lo que la de- tección de fl ujo interlobar signifi ca que hay perfusión cortical. 4. A diferencia de las arcuatas o segmentarias, el trayecto de las interlobares es rectilíneo, fácilmente identifi cable, y en mu- chos casos (Figura 4A) dicho trayecto coincide perfectamen- te, es decir, es paralelo al eje de insonación (trayecto imagina- rio de la onda de ultrasonido) haciendo que el ángulo de in- sonación sea 0°, o cercano a 0°. Hay que recordar que la velo- cidad (frecuencia) con que eltransductor emite el ultrasonido (Ve) es igual a la velocidad (frecuencia) real (V) del torrente de eritrocitos multiplicada por el coseno del ángulo de insona- ción (). Es decir: Figura 2. A. Registro de patrón de fl ujo Doppler interlobar normal, de baja impedancia, con fl ujo anterógrado en toda la diástole. B. Patrón de fl ujo de elevadísima impedancia obtenida en un injerto con rechazo vascular. Se aprecia una defl exión sistólica muy puntiaguda por el aumento de la velocidad del fl ujo sanguíneo seguida de fl ujo diastólico retrógrado en toda la diástole. Figura 3. A. Patrón de fl ujo Doppler con elevación moderada de la impe- dancia. Se apreciala falta de fl ujo al fi nal de la diástole. B. Este patrón de fl ujo corresponde a una elevación aún mayor que en A, pues hay ausencia de fl ujo en toda la diástole. Un grado más severo de incremento de la im- pedancia es la aparición de fl ujo retrógrado al inicio o en toda la diástole, como en la fi gura 2B. Curso de Nefrología Intervencionista 23 Ve = V · cos Si 0°, coseno = 1; por lo tanto: Ve = V Si el eje de insonación (Ve) no coincide con el trayecto de la ar- teria (Figura 4B), entonces hay que corregir el ángulo. Se toca el botón “Angle correction” o “Doppler angle”, aparece una rayi- ta sobre el volumen de muestra (de color amarillo en este caso) y se hace girar hasta que coincida con el eje de la arteriola (fi gura tal). De esta forma, el aparato recibe la información sobre el án- gulo de insonación para hacer los cálculos. En el caso que ilustra- mos en la Figura 4B, el ángulo es de 29° (véase el óvalo). Volumen de muestra El volumen de muestra (VM en Figura 4A) representa el segmen- to del trayecto de la arteria de donde se está obteniendo el re- gistro o patrón de fl ujo, y al activar esta función aparece sobre la pantalla una especie de minúsculo avión biplano. El volumen de muestra es ampliable o reducible de acuerdo con el caso. Es re- comendable reducirlo a un mínimo óptimo (disminuyendo la dis- tancia entre las rayitas) que evite que se registren velocidades de vasos sanguíneos en la vecindad de la arteria interlobar a explo- rar, como, por ejemplo, de la vena interlobar. Cuantifi cación del registro Doppler: índices de impedancia En el capítulo anterior se dijo que la medición de la impedan- cia renal es una forma de cuantifi car los cambios que se obser- van en el registro del patrón de fl ujo Doppler arterial. El grado de elevación de la impedancia no es específi co de ninguna pa- tología ni tampoco se correlaciona con la severidad de la enti- dad subyacente, sea una NTA, rechazo u otra causa. También se mencionó que se utilizan dos índices de impedancia cuyas fór- mulas son un tanto distintas: índice de pulsatilidad (PI) y el ín- dice de resistencia (RI). En nuestra experiencia, el índice de resistencia, si se conside- ra su fórmula, tiene como valor máximo 1, que se alcanza al momento en que la frecuencia al fi nal de la diástole es igual a cero. El RI no toma en consideración los registros de fl ujo re- trógrados en la diástole. En cambio, el índice pulsatilidad sí toma en cuenta el fl ujo retrógrado. En consecuencia, se ob- tiene con la medición del PI un rango mayor de valores numé- ricos y, por ende, se puede hacer un seguimiento cuantitati- vo más extendido de las variaciones en la morfología de fl ujo Doppler en patologías que cursan con acentuada elevación de la impedancia, como NTA y el rechazo. ¿Cómo debe de evolucionar un injerto renal en el posoperatorio temprano? En principio, sin colecciones perirrenales, sin dilatación pielo- calicial, con buena perfusión arterial y venosa en todos los seg- mentos del injerto, y con un patrón de fl ujo Doppler normal desde los registros tempranos tomados dentro de las primeras 24 a 48 horas. Complicaciones del injerto renal Las complicaciones del injerto varían de acuerdo con el período postrasplante y la clínica. Ese es el contexto en que hay que ana- lizar los resultados de la evaluación con USDC de un injerto. Por ejemplo, una colección perirrenal a los dos meses postrasplante es probablemente un linfocele y no un urinoma o seroma. Para detectar las complicaciones, el injerto tiene que analizarse sistemática e integralmente, siguiendo las recomendaciones men- cionadas con anterioridad, es decir, luego de una cuidadosa vi- sualización tanto en modo B como con el ecograma Doppler a color. El primer estudio, o estudio basal, debe realizarse lo más tempranamente posible luego del trasplante. También se debe to- mar un estudio control normal en el que se deje almacenada o grabada la imagen del injerto y del patrón de fl ujo Doppler cuan- do la creatinina llegue a su menor valor en el pospoperatorio temprano. Complicaciones de origen inmunológico: rechazo En trabajos iniciales, publicados a fi nes de los 80 y primera mitad de los 90, se informaron cambios en la apariencia ecosonográfi - ca del injerto renal a los que se les asignó un signifi cado o valor diagnóstico como signos o hallazgos ecosonográfi cos sugestivos de rechazo. Tales hallazgos fueron: • Aumento del tamaño del injerto (Figura 5). • Heterogeneidad del parénquima (Figura 5). Figura 4. A. Volumen de muestra (VM), colocado sobre una arteria interlobar. El ángulo de insonación es 0° pues el trayecto de las ondas de ultrasonido (Ve) es paralelo al sentido del fl ujo sanguíneo interlobar (V). B. El VM está colocado sobre una arteria interlobar. Ve y V no son paralelas y forman un ángulo de 29°, como se lee dentro del óvalo. La rayita amarilla que sigue el trayecto de la arteria se obtiene presionando el botón “Doppler angle”, girándola luego hasta que coincida con el eje del vaso interrogado. Las fl echas señalan la cápsula renal separando la corteza renal (C) de los tejidos circundantes. O. J. Salgado 24 • Disminución del área del seno renal (por aumento del espesor del parénquima). • Engrosamiento de la pared de la pelvis (Figuras 5 y 6). • Prominencia de pirámides (Figura 7). Con el tiempo, sin embargo, se pudo establecer que tales cambios no eran patognomónicos de rechazo. Por ejemplo, el aumento de tamaño del injerto se da normalmente en el período postrasplan- te (Lachance), y es más evidente con injertos de donantes pediátri- cos. La disminución del área del seno renal, resultado del aumen- to del espesor del parénquima, puede verse en la NTA si ésta cur- sa con edema intersticial importante. El engrosamiento de la pared de la pelvis es quizá el signo que más hemos encontrado asociado a rechazo agudo, pero a veces es difícil de distinguir de una dilata- ción pielocalicial. La prominencia de las pirámides la hemos obser- vado en la NTA, sobre todo cuando el injerto está en su fase poliú- rica, pues la abundacia de líquido en los túbulos colectores contri- buye a esta prominencia. En verdad, la heterogeneidad del parén- quima es sugestiva de rechazo, pero se debe contar con un aparato que tenga buena resolución pues de otro modo es difícil de valorar. Con el uso de inmunosupresores cada vez más efi cientes y espe- cífi cos, estos hallazgos antes descritos dejaron de ser tan seve- ros o conspicuos como durante la era de la doble terapia, donde no se contaba tampoco con anticuerpos monoclonales profi lácti- cos. Igual sucedió con la elevación de los índices de impedancia. Inicialmente considerada como típico de rechazo agudo, la eleva- ción de los índices de impedancia se ha observado más consisten- temente asociada a necrosis tubular aguda. Entre las formas de re- chazo, el de tipo vascular, de acuerdo con nuestras observaciones, suele asociarse con frecuencia a elevación severa de los índices de impedancia. En cambio, los episodios de rechazo intersticial, en su mayoría, cursan sin modifi caciones signifi cativas de la impedancia, particularmente cuando ocurren luego de 1-2 meses postrasplante. Complicación de origen isquémico: necrosis tubular aguda La necrosis tubular aguda (NTA), como expresión del daño sufrido por el injerto durante la nefrectomía y el período de isquemia fría, es la entidad que se asocia con mayor frecuencia a una elevación progresiva de los índices de impedancia, hasta llegar a un punto máximo a partir del cual se produce la mejoría espontánea hasta su normalización. En muchos casos, la normalización de los índices de impedancia antecede a la normalización de la función del injerto. Esta elevación de la impedancia que se observa en la NTA muy posi- blemente es el resultado de vasoconstricción arteriolar, de edema in- tersticial,o de ambos. En principio, en la NTA no debe haber modi- fi cación en la apariencia del injerto en los ecogramas sucesivos to- mando como referencia el ecograma basal realizado a las 24-48 ho- ras postrasplante. El único cambio que se considera normal o compa- tible con NTA es un aumento variable en el tamaño del injerto. NTA vs. rechazo: rol del ultrasonido De antemano es necesario dejar por sentado que no puede diagnos- ticarse rechazo agudo basados únicamente en los hallazgos del ul- trasonido Doppler a color. Es necesario evaluar en conjunto los datos clínicos, la evolución del paciente y el período postrasplante en que se presente el deterioro de la función renal. No obstante, se pueden ocasionalmente encontrar morfologías de fl ujo atípicas que no sue- len observarse durante el seguimiento de un episodio de necrosis tu- bular aguda y que son altamente sugerentes de rechazo agudo. Figura 5. En el día 2 postrasplante se observa una imagen normal del injerto. El patrón de fl ujo Doppler tiene, igualmente, apariencia normal. Sin em- bargo, en el día 6 se aprecia un aumento importante del tamaño del injerto, heterogeneidad de su parénquima y engrosamiento de la pared de la pelvis que simula una dilatación pielocaliceal. El registro Doppler correspondiente muestra defl exión sistólica puntiaguda por aumento de velocidad sistólica y fl ujo retrógrado al inicio de la diástole. El diagnóstico histológico fue rechazo agudo. En caso de rechazo agudo con elevación signifi cativa de la impe- dancia vascular, el ultrasonido Doppler a color es muy útil en el seguimiento de la terapia antirrechazo, cuyo efecto esperado se- ría un retorno de los valores de la impedancia cercano a su va- lor en el ecograma control normal. En un rechazo vascular severo con componente vascular predominante puede ocurrir en cual- quier momento la trombosis del injerto, lo cual es uno de los as- pectos a monitorear con del USDC. Dilatación del sistema pielocalicial La dilatación del sistema pielocalicial puede ser obstructiva (véase Figura 8) y no obstructiva. La dilatación del sistema pielocalicial de tipo obstructivo tiende a ser progresiva y cursa en algún mo- mento con deterioro del funcionalismo del injerto. En la pieloca- liectasia o ureteropielocaliectasia no obstructiva, se piensa que el mecanismo es la denervación de la pelvis y del uréter con atonía subsecuente de ambos, que puede occurrir al momento de reali- zar el back table del injerto. Complicaciones vasculares: trombosis arterial La trombosis arterial es la más temida de las complicaciones vas- culares del injerto renal y vamos a referirnos únicamente a ella. También pueden observarse rara vez aneurisma o pseudoaneuris- mas anastomóticos, fístulas arteriovenosas posbiopsia, trombosis de la vena renal, etc. La trombosis arterial puede resultar de problemas técnicos sur- gidos al momento de realizar la anastomosis, ser consecuencia de un episodio de hipotensión importante y/o sostenida en el período posoperatorio o como evento fi nal en un rechazo vas- Curso de Nefrología Intervencionista 25 Figura 6. Notorio engrosamiento de la pared de la pelvis, que simula dila- tación pielocalicial, observado en un injerto con episodio de disfunción a los 4 meses postrasplante. En este caso se encontró evidencia histológica de rechazo agudo. Figura 7. Prominencia de pirámides observada en un injerto con buen funcionalismo durante la segunda semana postrasplante. Se dice que una pirámide es prominente cuando su altura es mayor que el grosor de la zona cortical suprayacente, como en el presente caso. Figura 8. Dilatación ureteropielocalicIal marcada en un injerto renal de causa obstructiva por fi brosis de la punta del uréter. Figura 9. Este es el mismo injerto de la Figura 8 luego de reimplante ureteral. Obsérvese un catéter pig tail ubicado en la pelvis renal y el tra- yecto ureteral. O. J. Salgado 26 cular severo resistente a tratamiento. Existen otros mecanismos con los que puede producirse una trombosis arterial súbita del injerto, tal como el desprendimiento de una placa ateromato- sa en la vecindad de la anastomosis con oclusión total del tron- co de la arteria renal. La trombosis arterial del injerto es, con el advenimiento del Doppler a color, un diagnóstico muy sencillo: ausencia de detección de fl ujo con el sector del color, aun uti- lizando power Doppler (llamada también color angio). Además, es imposible obtener registro de fl ujo Doppler colocando el vo- lumen de muestra en diferentes ubicaciones dentro de la silueta del injerto. Hay que considerar siempre un diagnóstico diferen- cial fundamental: la nefrosis osmótica. Figura 10. Corte transversal pasando por el polo superior de un injerto renal en la prime ra semana postcirugía que muestra un seroma ubicado en planos más superfi ciales. Figura 12. Crecimiento progresivo de un linfocele que se inicia como una pequeña colección triangular en proyección al polo inferior (PI) del injerto (A) detectada en la primera semana postrasplante. En la imagen (B) se muestra el tamaño del linfocele a las 9 semanas postrasplante. Finalmen- te, en la imagen (C), al 4to mes, aparece dilatación de la pelvis (Pe) y del uréter. La fl echa señala el sitio de compresión ureteral. Figura 11. Linfocele gigante que provoca abultamiento notorio en la zona de trasplante. No se observa obstrucción. Se realizó exitosamente su mar- supialización a la cavidad peritoneal. Figura 13. El panel superior muestra el ecograma basal en modo B, de apariencia normal, en un injerto con necrosis tubular aguda postrasplante. El panel inferior muestra el ecograma renal al día 14 poscirugía realizado por dolor súbito, severo, en área de trasplante, que muestra una colección anecoica correspondiente a un urinoma que se desarrolló al reiniciarse la función del injerto. La revisión quirúrgica reveló una pequeña perforación a nivel de pelvis renal que requirió la anastomosis de la misma al uréter nativo. Curso de Nefrología Intervencionista 27 Nefrosis osmótica versus trombosis arterial La nefrosis osmótica es una complicación que se asocia al uso masivo de expansores de volemia (almidones de hidroxietilo y dextrano) en conjunto con manitol durante el perioperatorio de un trasplante renal. Se produce edema y vacuolización de las cé- lulas del túbulo proximal, que trae como consecuencia anuria en el período postrasplante inmediato. Una característica al ultraso- nido Doppler a color es la falta de detección de registro de fl u- jo intrarrenal en el posoperatorio inmediato, que da la impresión de trombosis arterial del injerto. El funcionalismo del injerto me- jora en forma espontáneamente, en forma simultánea con la re- aparición del fl ujo intrarrenal, al cabo de 4-5 días postrasplante. Colecciones perirrenales anecoicas: seromas, linfoceles y urinomas • Seromas (Figura 10). Son colecciones anecoicas que luego se tornan en trabeculadas, lo que corresponde posiblemente a redes de fi brina. No son dolorosas. Con el tiempo, el líquido se reabsorbe y desaparecen. • Linfoceles. Son colecciones que pueden presentar septa, en cuyo caso se dice que están tabicados. Se forman por lesión de la red linfática que acompaña a los vasos ilíacos, particularmen- te la vena ilíaca externa. No duelen, pero tienden a crecer con el tiempo y pueden llegar a alcanzar un gran tamaño (Figura 11) que causa molestias al paciente o, peor aún, pueden cau- sar obstrucción urinaria cuando se sitúan entre el polo infe- rior del injerto, justo en la zona de la ureterocistoneoanastomo- sis (Figura 12). Toda colección anecoica puede ser un linfocele, sobre todo si se observa crecimiento, y hay que hacerle un se- guimiento para confi rmar el diagnóstico. Los linfoceles grandes pueden ser drenados a peritoneo a través de una marsupializa- ción de su pared. Los linfoceles son marsupializables si por ultra-sonido se aprecia que el linfocele está encapsulado y que la cáp- sula tiene un grosor sufi ciente para realizar tal procedimiento. • Urinomas. Son colecciones igualmente anecoicas (Figura 13) que se caracterizan por causar dolor urente en la zona del in- jerto, especialmene cuando la orina infi ltra superfi cialmen- te la herida quirúrgica. En muchas ocasiones, hay abundan- te salida de orina por la herida y no se puede visualizar nin- guna colección. Las etiologías más frecuentes de un urinoma son: fi ltración por la anastomosis ureterovesical, necrosis de la punta del uréter, lesión del uréter o la pelvis renal (por ejem- plo, perforación con una aguja de sutura), obstrucción inad- vertida de la sonda de Foley en el posoperatorio inmediato o temprano con sobredistensión vesical y fuga de orina por la anastomosis ureterovesical. Colecciones perirrenales ecogénicas • Hematomas. El US provee un diagnóstico temprano de esta complicación, aun antes de hacerse patente la caída del hema- tocrito. La mayor parte de los hematomas se produce en la pri- mera semana postrasplante y están relacionados directamen- te con la cirugía. Otros ocurren como complicación del proce- dimiento de toma de biopsias. El ultrasonido Doppler es esen- cial para el diagnóstico y seguimiento de esta complicación, y con un estrecho seguimiento ultrasonográfi co es posible deci- dir, en conjunto con otros aspectos clínicos, si se procede con- servadoramente o si hay que intervenir. La mayoría de los he- matomas son perirrenales (Figura 14) y más raramente se ob- servan algunos subcapsulares, estos últimos sobre todo luego de una biopsia o por excesiva manipulación del injerto durante Figura 14: (A) Severo hematoma ubicado hacia el polo superior del injerto renal, observado a las 72 horas postrasplante. (B) Registro de patrón de fl ujo Doppler basal, tomado a dentro de las primeras 36 horas se apre- cia normal. (C) Registro anómalo, de elevadísima impedancia por efecto compresivo del hematoma sobre el injerto. Luego de revisión quirúrgica se observó normalización del patrón de fl ujo. Figura 15: Ecograma de injerto renal al 5to.día postrasplante mostrando extenso hematoma (H) ubicado entre el plano muscular (M) y el injerto. En la revisión quirúrgica se encontró evidencia de rechazo acelerado con fi suración incipiente de la superfi cie del injerto como origen del sangrado. Se practicó trasplantectomía. O. J. Salgado 28 la nefrectomía. Además del tamaño del hematoma, es impor- tante también evaluar la morfología Doppler intrarrenal, pues una subida brusca de los índices de impedancia nos puede in- dicar que hay compresión del injerto (véase Figura 14, paneles inferiores). La aparición súbita de un hematoma en el posope- ratorio inmediato o temprano puede ser también la expresión de un rechazo hiperagudo o acelerado, con ruptura del injerto (Figura 15), entidad muy rara actualmente gracias a los recur- sos inmunológicos y a la nueva gama de inmunosupresores. PRÓXIMO ARTÍCULO Ultrasonido Doppler a color en riñón nativo. Bibliografía • Babcock DS. Sonography of wall thickening of the renal collecting system. A nonspecifi c fi nding. J Ultrasound Med 1987;6(1):29-32 • Lachance SL, Adamson D, Barry JM. Ultrasonically determined kidney transplant hypertrophy. Urol 1988 Mar;139(3):497-8 • Genkins SM, Sanfi lippo FP, Carroll BA. Duplex Doppler sonography of renal transplants: lack of sensitivity and specifi city in establishing pathologic diagnosis. AJR Am J Roentgenol. 1989 Mar;152(3):535-9. • Khauli RB, Stoff JS, Lovewell T, Ghavamian R, Baker S. Post-trans- plant lymphoceles: a critical look into the risk factors, pathophysio- logy and management. 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