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GINECOLOGIA (591)

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570 Endocrinología de la reproducción, esterilidad y menopausia
SECCIÓ
N
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debe ofrecer alguna estrategia a sus pacientes posmenopáusicas que 
les ayude a prevenir o retrasar las CVD (cuadro 1-17, pág. 22). 
Puesto que la información más reciente cuestiona la prescripción 
extendida de hormonas para evitar este problema tan común, se 
deben tomar en cuenta otras estrategias. Las intervenciones en el 
estilo de vida que han mostrado ser útiles y efi caces incluyen dejar 
de fumar, la actividad física de moderada intensidad por 30 min al 
día, mantener el peso apropiado y seguir una dieta saludable desde 
el punto de vista cardiaco. Las intervenciones efi caces más específi -
cas para factores de riesgo incluyen mantener la presión arterial y las 
concentraciones de lípidos en concentraciones óptimas, mediante 
estrategias de cambios en el estilo de vida y, cuando es necesario, 
con farmacoterapia (Mosca, 2011). Los benefi cios cardiovascula-
res de la actividad física fueron analizados como parte del estudio 
Women’s Health Initiative (WHI). Manson et al. (2002) identifi -
caron diversos benefi cios cardiovasculares de la actividad física. 
Establecieron que el hecho de caminar, así como cualquier otro 
ejercicio vigoroso, evita episodios cardiovasculares en posmeno-
páusicas no obstante su edad, BMI o grupo étnico. Como es de 
esperarse, la vida sedentaria tiene una relación directamente pro-
porcional al riesgo de un episodio coronario (McKechnie, 2001).
La obesidad central constituye un factor de riesgo coronario y 
se acompaña de un estado hormonal relativamente androgénico. 
La distribución central de la grasa en la mujer, también conocida 
como obesidad de predominio troncal, es directamente propor-
cional a la elevación del colesterol total, los triglicéridos y la con-
centración de lipoproteína de baja densidad (LDL, low-density 
lipoprotein) e inversamente proporcional a la concentración de 
HDL (Haarbo, 1989). Estas características aterógenas vinculadas 
con la obesidad abdominal están mediadas de forma parcial por la 
interrelación con la insulina y los estrógenos. Hay una correlación 
importante entre la magnitud con la que empeoran los factores de 
riesgo cardiovascular (cambios de los lípidos y las lipoproteínas, la 
presión arterial y la concentración de insulina) y las magnitud del 
aumento de peso durante la transición menopáusica (Wing, 1991). 
Davies (2001) y Matthews (2001) demostraron que el hecho de 
subir de peso durante la menopausia no constituye un efecto de los 
cambios hormonales, sino que refl eja la alimentación, el ejercicio y 
el metabolismo más lento vinculados con el envejecimiento.
Tratamiento con ácido acetilsalicílico. Este fármaco ha mos-
trado su efi cacia en la profi laxis secundaria de la CVD tanto en 
varones como en mujeres (Antithrombotic Trialists’ Collaboration, 
2002). Sin embargo, los datos son limitados a la función del ácido 
acetilsalicílico a bajas dosis en la prevención primaria de la CVD 
en mujeres. El más grande estudio con asignación al azar, único 
que investigó este punto, indicó que entre mujeres ≥45 años hay 
una reducción sin importancia del 9% en todos los episodios car-
diovasculares principales con el uso de ácido acetilsalicílico a bajas 
dosis. Hay una reducción notable del 17% en el riesgo de enfer-
medad vascular cerebral. Entre las mujeres ≥65 años, se observa-
ron reducciones importantes en todas las categorías de episodios 
cardiovasculares. Éstas incluyeron un decremento de 30% en la 
enfermedad vascular cerebral isquémica y del 34% en el infarto 
del miocardio (Cook, 2005). En general, el ácido acetilsalicílico 
no debe utilizarse en la profi laxis primaria de la cardiopatía en 
mujeres <65 años, a menos que se considere que los benefi cios 
cardiacos individuales superan a los riesgos. Estos riesgos sobre 
todo incluyen episodios de hemorragia, como enfermedad vascular 
cerebral hemorrágica y sangrado del tubo digestivo (Lund, 2008).
recomienda para perimenopáusicas si tienen un factor de riesgo 
específi co, como fractura previa por traumatismo leve o bajo peso 
corporal o si están tomando algún fármaco conocido que aumente 
el riesgo de pérdida ósea. Si se instituye tratamiento para incre-
mentar la densidad mineral ósea, ésta se debe vigilar.
 ■ Cambios cardiovasculares
Riesgo cardiovascular
La enfermedad cardiovascular se mantiene como la causa global 
líder de muerte en mujeres. De todos los decesos en 2007, el 25% 
fue originado por cardiopatía y el 6.7% se vinculó con apoplejía 
(Heron, 2011). Un estimado de 43 millones de mujeres o el 35% 
del total de la población femenina estadounidense sufrió de CVD 
(Roger, 2011). La mayoría de las CVD aparece debido a cambios 
ateroescleróticos en los vasos sanguíneos principales. Los factores de 
riesgo son los mismos para varones y mujeres e incluyen factores 
de riesgo no modifi cables, como edad y antecedentes familiares de 
CVD. Los factores de riesgo cardiovascular modifi cables incluyen 
hipertensión, dislipidemia, obesidad, diabetes mellitus o intoleran-
cia a la glucosa, tabaquismo, dieta mala y falta de actividad física. 
Como se describe en el capítulo 1 (pág. 21), los primeros cuatro de 
estos factores de riesgo son componentes del síndrome metabólico, 
que es por sí mismo un predictor fuerte de morbilidad y mortali-
dad cardiovascular (Malik, 2004).
Antes de la menopausia, el riesgo cardiovascular de la mujer es 
mucho menor que el del varón de la misma edad. Los factores que 
protegen a la premenopáusica de las enfermedades cardiovasculares 
son complejos, pero uno de los más importantes es la concentra-
ción elevada de lipoproteínas de alta densidad (HDL, high-density 
lipoprotein) en mujeres jóvenes, que es un efecto de los estrógenos. 
Sin embargo, este benefi cio desaparece con el tiempo después de la 
menopausia, de manera que una mujer de 70 años de edad tiene 
el mismo riesgo que el de un varón de edad similar (Matthews, 
1989). El riesgo cardiovascular aumenta de manera exponencial en 
las mujeres conforme empieza la menopausia y disminuye la con-
centración de estrógenos (Matthews, 1994; van Beresteijn, 1993). 
Esto es en especial importante en mujeres durante la transición 
menopáusica, cuando hay diversas medidas profi lácticas que ayu-
dan a mejorar de manera considerable tanto la calidad como la 
duración de la vida. Las estadísticas indican que una de cada tres 
mujeres >65 años de edad posee algún dato de CVD. Hacia los 
55 años de edad, 20% de los fallecimientos se debe a CVD y, por 
último, entre 30 y 40% de las mujeres muere por alguna CVD.
La primera vez que se identifi có la relación entre menopausia y 
enfermedades cardiovasculares fue en el grupo de Framingham de 
2 873 mujeres (Kannel, 1987). Se observó una frecuencia entre dos 
y seis veces mayor de CVD en posmenopáusicas en comparación 
con premenopáusicas de la misma edad. Este patrón es similar al 
que se observa en la frecuencia de la osteoporosis, que aumenta de 
manera notable durante la transición menopáusica. De hecho, el 
incremento en la frecuencia de CVD se observa con dicha transi-
ción, no obstante la edad en la que se encuentre en la menopausia. 
Estos y otros datos indican que la supresión de estrógenos aumenta 
el riesgo cardiovascular.
Prevención de las enfermedades cardiovasculares
Debido a que la mayoría de los factores de riesgo para CVD son 
modifi cables, es factible la reducción importante en las tasas de 
morbilidad y mortalidad cardiovasculares. Por tanto, el médico 
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	SECCIÓN 2 ENDOCRINOLOGÍA DE LA REPRODUCCIÓN (...)�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������
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	CAMBIOS CARDIOVASCULARES����������������������������������������������������������������������������������������

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