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861Cáncer ovárico epitelial CA P ÍTU LO 3 5 rios indican que el riesgo de cáncer es elevado, la paciente se debe enviar directamente con el especialista y no se realiza la prueba OVA1. Sin embargo, cuando la valoración clínica indica que el riesgo de cáncer es reducido, este estudio permite conocer el riesgo de cáncer y, por tanto, ayudar a decidir si es necesario referir a la paciente con el ginecólogo oncólogo (Ueland, 2011; Ware Miller, 2011). Una califi cación ≥5 en una premenopáusica y una ≥4.4 en una posmenopáusica sugieren cáncer. Es importante señalar que esta prueba no es una herramienta de detección y sólo se utiliza en aquellas con un tumor quirúrgico conocido para ayudar a su clasifi cación preoperatoria (Vermillion, Inc., 2011; Zhang, 2010). Los estudios clínicos con asignación al azar en los que se analiza esta prueba son limitados y aún no se establece su función en la clasifi cación preoperatoria. Imágenes Ecografía. Para diferenciar los tumores benignos de los cánceres ováricos en etapa temprana, la ecografía transvaginal casi siempre es la modalidad de imágenes más útil (cap. 2, pág. 41). En general, los tumores malignos son multiloculados, sólidos o ecógenos, gran- des (>5 cm) y tienen tabiques gruesos con áreas de nodularidad (fig. 35-7A). Otras características incluyen proyecciones papilares o neovascularización demostradas por fl ujo Doppler (fi g. 35-7B y C). Aunque se han descrito varios modelos presuntivos en un intento por distinguir las masas benignas de los cánceres ováricos antes de la intervención quirúrgica, ninguno tiene implementación universal (Timmerman, 2005; Twickler, 1999). En pacientes con enfermedad avanzada, la ecografía es menos útil. La ecografía pélvica tal vez sea muy difícil de interpretar cuando una masa grande abarca útero, anexos y estructuras cir- cundantes. La ascitis, cuando existe, se detecta fácilmente, pero en general la utilidad de la ecografía abdominal es limitada. Radiografía. En toda paciente con sospecha de cáncer ovárico, se debe obtener una radiografía torácica para detectar derrames pulmonares o, pocas veces, metástasis pulmonares. En casos raros, la enema con bario ayuda a descartar enfermedad diverticular o cáncer colónico o a identifi car la afectación del recto sigmoides por el cáncer ovárico. Imagen por tomografía computarizada. La función princi- pal de la CT es la planeación del tratamiento en las mujeres con cáncer ovárico avanzado. Antes del procedimiento, permite detec- tar afectación de hígado, retroperitoneo, epiplón o en otra parte del abdomen y así guiar la citorreducción quirúrgica (fig. 35-8). Sin embargo, la CT no es muy confi able para encontrar anomalía intraperitoneal menor de 1 a 2 cm de diámetro. Como resultado, casi siempre pueden identifi carse sitios con tumor durante la inter- vención quirúrgica que no se descubrieron en la CT. Además, la exactitud de la CT es baja para diferenciar una tumoración ovárica benigna de un tumor maligno cuando la enfermedad se limita a la pelvis. En estos casos, es mejor la ecografía transvaginal. En gene- ral, los demás estudios radiográfi cos como resonancia magnética, gammagrafía ósea y tomografía con emisión de positrones (PET, positron emission tomography) ofrecen información adicional limi- tada durante la etapa prequirúrgica. Paracentesis Es posible asumir que una mujer con una tumoración pélvica y ascitis tiene cáncer ovárico hasta que se demuestre lo contrario en res malignos tienden a ser sólidos, nodulares y fi jos, pero no hay datos patognomónicos que distingan tales crecimientos de tumores benignos. De manera paradójica, un tumor grande que llena la pelvis y el abdomen por lo general corresponde a una neoplasia benigna o limítrofe. Para ayudar a la intervención quirúrgica, tam- bién se debe efectuar una exploración rectovaginal. Por ejemplo, una mujer con un tumor en el tabique rectovaginal se debe colocar en posición de litotomía dorsal para realizar la resección anterior baja (Sección 44-23, pág. 1327). La presencia de una onda líquida o, menos a menudo, abulta- miento del fl anco, sugiere la presencia de ascitis importante. En una mujer con una tumoración pélvica y ascitis, el diagnóstico es cáncer ovárico hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, la ascitis sin una tumoración pélvica identifi cable sugiere la posibi- lidad de cirrosis u otros tumores malignos, como cáncer gástrico o pancreático. En la enfermedad avanzada, la exploración de la parte superior del abdomen casi siempre revela una masa central que signifi ca condensación epiploica. La auscultación torácica también es importante porque es posi- ble que las pacientes con derrames pleurales malignos no tengan síntomas evidentes. El resto de la exploración debe incluir palpa- ción de los ganglios periféricos, además de valoración física general. Pruebas de laboratorio La biometría hemática y la química sanguínea sistemáticas a menudo demuestran unos cuantos rasgos característicos. Por ejem- plo, 20 a 25% de las pacientes presenta trombocitosis (recuento plaquetario >400 × 109/L) (Li, 2004). Se cree que esto se debe a que las células ováricas malignas liberan citocinas que aumentan la velocidad de producción plaquetaria. Otro dato frecuente es la hiponatremia, que casi siempre fl uctúa entre 125 y 130 meq/L. En tales pacientes, la secreción tumoral de una sustancia simi- lar a la vasopresina puede originar un cuadro clínico sugestivo de síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética (SIADH, syndrome of inappropriate antidiuretic hormone secretion). La prueba de CA-125 sérica es parte integral del tratamiento del cáncer ovárico epitelial. En 90% de las mujeres con tumores no mucinosos malignos, se elevan las concentraciones de CA-125. Sin embargo, antes de la intervención quirúrgica éste no debe usarse solo en el tratamiento de una tumoración en los anexos. La mitad de los cánceres ováricos en etapa I se acompaña de concentraciones normales de CA-125 (negativo falso). En cambio, un valor alto (positivo falso) puede relacionarse con diversos trastornos benig- nos, como enfermedad pélvica infl amatoria, endometriosis, leio- miomas, embarazo e incluso menstruación. En posmenopáusicas con una tumoración pélvica, la medición de CA-125 quizá sea útil para pronosticar mayor probabilidad de cáncer maligno (Im, 2005). Con los tumores mucinosos, los marca- dores tumorales séricos antígeno canceroso 19-9 (CA-19-9, cancer antigen 19-9) y antígeno carcinoembrionario (CEA, carcinoembryo- nic antigen) tal vez sean mejores indicadores de enfermedad que el CA-125. Asimismo, la prueba OVA1 al parecer mejora el potencial predictivo de cáncer ovárico en las mujeres con tumores pélvicos (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2011). El OVA1 es un estudio hematológico de biomarcadores que se utiliza para la clasifi cación preoperatoria de las mujeres con un tumor ovárico que se planea intervenir. Esta prueba está indicada en mujeres mayores de 18 años de edad, con un tumor ovárico que requiere intervención quirúrgica y que no han sido enviadas con el oncólogo. Cuando los estudios clínicos y radiográfi cos preoperato- 35_Chapter_35_Hoffman_4R.indd 86135_Chapter_35_Hoffman_4R.indd 861 06/09/13 22:0106/09/13 22:01
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