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Elegida para el Altar CAPÍTULO 1 Nuevo Nacimiento Servir a Dios en el altar es una cosa gloriosa, pero hay muchas personas que tienen dudas, si tienen un llamado de Dios para servir en el altar o si es sólo una emoción. ¿Qué representa el Altar? Observamos en la Biblia varios relatos de hombres de Dios que levantaban altares para el Señor. Era una manera de adorar a Dios, establecer pactos con Él, celebrar alianzas o dejar para las generaciones futuras como marco de los grandes hechos que el Señor realizaba entre Su pueblo. Desde el punto de vista espiritual el Altar representa lugar de sacrificios. En él sacrificamos nuestra voluntad y nos colocamos en condición de siervos. Podemos así entender que el Altar es un lugar consagrado, dedicado a Dios, en donde la persona se compdia!romete a entregarse por completo y a mantener una vida de rectitud y renuncia, viviendo solamente para hacer la voluntad de Dios. Para empezar vamos a hablar sobre el nuevo nacimiento, un requisito para aquéllos que realmente quieren servir a Dios en el altar y ayudar a aquellos que sufren. No debemos confundir las bendiciones con el nuevo nacimiento, pues las bendiciones se conquistan por la fe y para esto no es necesario nacer de Dios, cualquier persona que hace uso de la fe logra sus beneficios. Recuerdo cuando llegué a la iglesia, como fui leyendo la Palabra de Dios y con el aprendizaje en las reuniones, mis ojos fueron abiertos, así que acepté la Palabra y me convertí a ella. Recibí milagros, como ya sabes mi testimonio, pero mi encuentro con Dios surgió después de casi dos años. El nuevo nacimiento es algo en tu interior, cuando se cambia de verdad por dentro y te sientes fuerte, ya no hay dudas o miedos, ni tristeza en tu corazón, el Espíritu Santo está contigo y esa certeza nadie puede arrancarla, porque sólo tú conoces tu antes y tu después. Ese momento es tan determinante que te transformas, nunca mas serás la misma persona. Es como si empezaras a vivir a partir de ese día y todo tu pasado se borrase. No te dejes engañar, si has sido bendecida, o cambiaste en algunas aspectos, pero tus pensamientos y actitudes, los malos designios y la tristeza continúan, el nuevo nacimiento no ha sucedido todavía. La persona que no ha nacido de Dios no tiene una estructura espiritual para servir en el Altar, no soportará el fuego de la obra de Dios. Aquí notamos la importancia de que el siervo nazca de Dios, porque son muchos los que vemos caer por el camino, abandonar la fe, e incluso avergonzar el nombre del Señor Jesús; pensaban que tenían el Espíritu Santo y en realidad no lo tenían. Cuando llegaron los desiertos y las dificultades desistieron y dejaron todo atrás. Así es que a veces escuchamos la frase "no es lo que yo esperaba, pensé que sería diferente, esto no es para mí", la persona que habla así no tuvo un llamado para el Altar, tal vez estaba imaginando que sería algo que agradaría su carne y nunca supo el verdadero significado de la palabra renuncia, entonces no se sentirá feliz y realizada. Los llamados al Altar son conscientes de que ya no tienen vida propia, su vida es en función de las almas, es servir a Dios, quien no está dispuesto a esto no puede servir en el altar. Si tienes el deseo, pero no has tenido un verdadero encuentro con Dios, entonces ¡a trabajar se ha dicho!, vamos a comenzar a buscar, dejando todo lo que no agrada a Dios y estar dispuestos. “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Juan 3:5 Quiero recibir el Espíritu Santo Analiza que pasos debes tomar y da lo mejor de ti, pues Dios es el más interesado en que recibas el bautismo con el Espíritu Santo: 1- Abandona todo lo que desagrada a Dios, todo lo que va en contra de Su Palabra; 2- Olvídate de tu pasado, no te condenes por los errores cometidos, ni pienses que no eres merecedora; 3- Arrepiéntete y toma la decisión de bautizarte en la aguas, comenzando así una nueva vida con Dios, 4- Aléjate de las amistades que perjudican tu fe, que te influyen de manera negativa, llevándote a hacer o hablar cosas que van contra la voluntad de Dios; 5- Convive lo máximo que puedas con personas de tu misma fe, ya que esto te ayudará espiritualmente para acercarte a Dios; 6- Busca sin desistir, muéstrale a Dios que Él es el primero en tu vida, y que quieres recibir el Espíritu Santo más que cualquier otra cosa; 7- Haz un propósito espiritual en ese sentido, como por ejemplo un ayuno, oraciones a la madrugada; algo que le demuestre a Dios que realmente estás interesada en tener un encuentro con Él; 8- Es necesario que te entregues totalmente a Él, dejando todas las cosas de este mundo, voluntad propia, tradiciones, deseos carnales, en fin, todo lo que pueda perjudicar nuestra comunión con Dios. “Pues él nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica” 2 Corintios 3:6 Desiertos espirituales ¿Qué es el desierto sino un lugar árido, desolado, abandonado y solitario? Si estás pasando por una lucha muy grande y te sientes sola, desolada y olvidada por Dios, es porque estas atravesando tu desierto. En ese momento nos sentimos así, nadie nos puede ayudar, nuestras oraciones parecen no tener respuesta y sólo nos falta preguntar: “Dios, ¿dónde estás que no me oyes?”. Pero el desierto no es un momento para hablar, es momento de escuchar lo que Dios quiere decirnos. Él nos lleva al desierto, porque allí tiene toda nuestra atención. Todos los hombres y mujeres de Dios pasan por desiertos espirituales. No quiero decir que estos sean agradables y placenteros, pero son indiscutiblemente necesarios. Cada desierto tiene un propósito, todos no pasamos por los mismos, ya que cada uno es adaptado por Dios según la necesidad del siervo, para moldear su carácter y hacerlo alcanzar su nivel máximo de espiritualidad y dependencia de Dios. La persona que es de Dios pero aún no pasó por el desierto, no experimentó todavía el bautismo con fuego. Esta experiencia dolorosa nos hace crecer espiritualmente, alcanzar la madurez e incluso afirmar nuestra fe. Los desiertos nos enseñan a ser humildes, a comprender más a nuestros semejantes y a no ser apresurados al juzgar. Podemos observar que las personas que no pasaron todavía por luchas en el área espiritual, tiene gran posibilidad de ser egoístas, egocéntricas y críticas con mucha facilidad. ¿Cómo podríamos comprender el sufrimiento de las personas, si nuestra vida constantemente fuese un mar de rosas? Voy a relatarles mi primera experiencia, que en la época para mí fue una travesía por el desierto. Yo tenía apenas 8 meses en la obra de Dios cuando mi esposo fue llamado para predicar la Palabra en Estados Unidos. Mi corazón se alegró, porque quería servir a Dios sin importar el lugar o país; sin embargo, no tenía idea de todo lo que iba a enfrentar. Nunca había salido de mi país, a no ser de vacaciones, y mucho menos quedarme lejos de mi familia. Cuando llegue a Los Ángeles, me cayó la ficha, como dice la frase. País nuevo, idioma nuevo, lejos de todos lo que me amaban y sin conocer a nadie. Me sentía sola, incapaz y, para completar, era también muy tímida. Quería ayudar en la iglesia pero no sabía hablar el idioma, e incluso estar en la EBI era complicado, pues no entendía a los niños. Muchas veces para ungir a las señoras, me tenían que apuntar el lugar a donde querían, porque no entendía lo que decían. ¿Podría soportar un cambio tan radical? Me acuerdo que me apegué a Dios como nunca. Al principio, lloraba durante la noche, sola, mientras mi esposo iba a hacer el programa de radio, ya que tenía conciencia que no podía pasarle mis debilidades. Él debía estar concentrado en la obra de Dios, y no quería molestarlo, entonces sufría callada. Estuve en esa situación más de un mes, hasta que me di cuenta de que todo eso era una trampa del diablo para debilitarme y frustrar los planes de Dios. En una reunión,hice aquella oración de “punto final”, me desahogué con Dios, le dije que no había elegido estar ahí, pero que si Él me había concedido esa honra tendría que arrancar de dentro mío todos los miedos, sentimentalismos y preocupaciones. Mi familia no se había quedado muy bien después de mi partida, principalmente mi padre, y el diablo uso eso para distraerme y entristecerme. Pero gracias a Dios me di cuenta y pude tomar una actitud al respecto. Aquel día me sentí liviana, estaba lista para realizar el plan de Dios en mi vida, nunca más lloré de noche, escondida. Fue una época difícil, pero conseguí superarla porque me apegué a Dios, busque en Él un refugio y puse un basta en aquella situación. Hoy, cuando veo alguna esposa llegar de su país, busco darle una atención especial, pues se cuan difícil es al comienzo. El desierto aparece de la nada, no necesita ser provocado por algo, simplemente llega y del mismo modo acaba. Pero con la diferencia de que al salir de uno de ellos, somos mejores siervos, con una fe mucho más afianzada y con muchas más características y cualidades de carácter de un siervo de Dios. Los desiertos son como una escuela de fe, siempre que Dios quiere que sus siervos aprendan algo nuevo, Él los encamina para el desierto, para que de este modo sean probados y glorifiquen Su nombre. Los grandes héroes de la Biblia pasaron por esa escuela dejando grandes ejemplo de fe. No existe un manual de cómo prepararnos para los desiertos, el secreto es permanecer a los pies de Jesús y aprender con cada experiencia. “Así dice ahora el Señor, quien te creó y te formó: No temas, Jacob, porque yo te redimí; yo te di tu nombre, Israel, y tú me perteneces. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni las llamas arderán en ti.” Isaías 43:1-2 Injusticias Cuando se comete una injusticia, enseguida tenemos el impulso de querer resolver el problema, hablar, explicar y dejar todo claro. Es difícil ver, o sufrir en carne propia el dolor de la injusticia sin hacer nada al respecto. En la obra de Dios pueden suceder injusticias. El hombre de Dios no es adivino y puede cometer errores de forma inconsciente por no tener un total conocimiento de la situación. O incluso si existe alguien que comete una injusticia de mala fe, no podemos hacer nada, a no ser esperar y confiar en la intervención de Dios. Siempre que queremos resolver algo por la fuerza de nuestro brazo, acabamos empeorando la situación. Y es en eso momento, en que se prueban nuestra paciencia y confianza, no pasamos seguridad al mostrar un espíritu intranquilo y estar desesperadas. Si alguna vez fueses pisada o vivieses una injusticia por algún motivo, debes saber que si tu vida está en el Altar, con certeza Dios te defenderá. ¿Cómo conocer el poder de la justica de Dios, sin antes conocer la injusticia? Solo quien vive una injusticia sabe que es la justicia! En los días actuales, en que todo es rápido y no se puede perder tiempo, el ser humano se volvió más ansioso e impaciente. Todo tiene que ser para ayer. La rapidez demuestra capacidad y eficiencia. Las personas simplemente no soportan esperar. Mira si no somos así: detestamos la fila en el supermercado, calentamos la comida en el microondas para que sea más rápido, si fijamos un horario con alguien y se retrasa diez minutos nos impacientamos, siempre que le pedimos a alguien para hacer algo creemos que la persona tardó demasiado. Debes estar riéndote en este momento, porque acabas de descubrir que vives en la época de la rapidez. Somos de este modo y no nos damos cuenta. Pero con Dios no funciona así. Él tiene su tiempo y sabe la hora correcta para actuar. No sirve que queramos darle un empujoncito o una ayuda. Él no lo necesita, solamente tenemos que esperar. No te preocupes, la justicia de Dios va a prevalecer, no necesitas alimentar tu rabia, ponerte nerviosa, ni tampoco justificarte con tus amigas… Muchas personas abandonaron la fe y la obra de Dios por injusticias que más tarde fueron aclaradas. Sin embargo, esas personas ya habían tomado su decisión, o sea, no supieron esperar. Tenemos un gran ejemplo bíblico: José de Egipto. Él fue vendido como esclavo por sus propios hermanos; después de estar en un país extranjero y ser propiedad de un extraño, fue acusado falsamente por una mujer de querer violarla, cuando en realidad, ella había intentado seducirlo y él no cedió a sus deseos. De esta manera, fue preso injustamente y abandonado, pero Dios era con José y sabemos cómo lo libró y colocó como gobernador de Egipto. Imagínense: de esclavo a gobernador; ¡qué bueno es esperar en Dios! “Pero el Señor estaba con él y le extendió su misericordia, y le permitió ganarse la buena voluntad del jefe de la cárcel. Y así el jefe de la cárcel dejó en manos de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión. Todo lo que allí se hacía, lo hacía José. El jefe de la cárcel no tenía que vigilar nada de lo que estaba al cuidado de José, porque el Señor estaba con José y prosperaba todo lo que él hacía.” Génesis 39:21-23 No intentes probar tu inocencia, el señor Jesús es tu abogado, y no existe otro más capacitado. Él sabe mejor que nadie lo que significa injusticia; Él te entiende y tiene placer en defender a Sus escogidos, dobla tus rodillas y fortalécete en el Señor, pues Él es nuestro justo Juez. “¡Lejos sea de ti hacer morir al justo con el impío, y tratar al justo como al impío! ¡Jamás hagas tal cosa! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no debe hacer lo que es justo?” Génesis 18:25 ¿Ahora entiendes la importancia del nuevo nacimiento? ¿Como soportará los desiertos, tribulaciones e injusticas, que todo hombre y mujer de Dios tiene que enfrentar, una persona que no es bautizada con el Espíritu Santo? CAPITULO 2 Verdadero Llamado “¿Cómo saber si eso es lo que quiero?, porque es una decisión muy seria, a veces siento un gran deseo de servir a Dios, pero otras no estoy muy segura.” Si estos han sido tus pensamientos, tienes que comprobar cuáles son tus verdaderos deseos, lo que te hace sentir feliz y plena. Si eres una persona que tiene planes personales para el futuro, quieres tener tu profesión, crecer económicamente, viajar, poseer bienes materiales, entonces el altar no es tu objetivo. Si extrañas la vida que tenías antes de estar en la iglesia, o sea, extrañas al mundo, esta es otra señal de que no estás preparada. Mi familia siempre iba de vacaciones y salían los domingos, así crecí, pero cuando fui levantada a obrera, mi placer era estar en la iglesia, hacer las cosas de Dios, los paseos ya no me importaban, ir de vacaciones a lugares bonitos ya no me traía la más mínima emoción, no podía permanecer lejos de la iglesia, ni siquiera podía pensar en faltar un domingo. El llamado de Dios es así, no tienes ningún placer en nada más allá afuera, tu único deseo es servirlo. Tengo un total de diecisiete años sirviendo a Dios, dos años en el atrio como obrera y quince en el Altar, y no recuerdo un solo día en que haya echado de menos la vida que tenía antes de servir a Dios. Ahora no tengo vacaciones ni vida propia pero, ¿qué importa todo eso si tengo el privilegio de servir? Una cosa es cierta, si la persona no tiene un llamado al Altar, ella puede querer entrar en la obra de Dios, pero no dará frutos espirituales y va a generar hijos de la carne. Por lo contrario, los que Dios llama pero se resisten a su llamado pueden tratar de ser felices haciendo otras cosas, pero nada va a funcionar, pues ¿quién podrá huir de Dios? Quién es llamado para el Altar, no se imagina haciendo otra cosa más que servir a Dios. Mira bien si el Altar es el mayor deseo de tu vida o si el mundo aún te atrae y seduce. “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:26 Amigas para siempre Cuando llegué a la iglesia, tenía muchas amigan en la escuela, otras que vivían cerca de casa y otras dela infancia. Con el pasar del tiempo me di cuenta que nuestros pensamientos se volvieron muy diferentes, mis deseos ya no eran los mismos que los de ellas. Nuestras charlas ya no estaban de acuerdo con mi fe, los deseos tampoco y mucho menos los planes para el futuro. Lo que yo decía no les interesaba y lo mismo sucedía cuando ellas me hablaban. Yo las quería, pero había algo diferente, no lograba tener placer en hacer lo que hacíamos siempre. Pasar horas juntas ya no me gustaba, y salir a pasear un domingo en lugar de ir a la iglesia, ¡ni pensarlo! Debido a esto, tuve que tomar una decisión. Continuaba teniéndolas como mis mejores amigas, haciendo de todo para agradarlas o elegía agradar a mi Dios y empezaba a relacionarme con personas de mi misma fe. Fue así que comencé a buscar en la iglesia nuevas amistades. Como quería ser obrera, me juntaba con las chicas del grupo de evangelización e intentaba aprender todo lo que podía, para crecer espiritualmente, ya que ellas también querían servir a Dios. Por este motivo, podíamos compartir nuestros sueños, nuestra fe, hablar de temas espirituales que nos edificaban, y ayudarnos unas a otras. Hay momentos en que tienes el deseo de servir al Señor o de ser una mujer de Dios, pero te juntas con personas que no tienen la misma visión, y que incluso te critican, te hacen dudar, te incentivan a hacer las cosas mal; es decir, ellas no suman nada a tu vida espiritual. Así continuas dividida y tal vez bajo la influencia de una persona que no cree en tu Dios, que no comparte tu fe y cuyo pensamiento está en la cosas de este mundo. Elige tus amistades con sabiduría. Ellas son hermosas cuando nos bendicen, y no cuando nos destruyen. Aun dentro de la iglesia, observa quienes son tus amigas realmente, pues infelizmente adentro de la propia iglesia existen personas que son una mala influencia, ya que no son espirituales y contaminan a aquellos que de verdad quieren servir y agradar a Dios. “¡Ay, gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Todo aquel que quiera ser amigo del mundo, se declara enemigo de Dios”. Santiago 4:4 Remando contra la corriente Cuando Dios me eligió para servirlo en el Altar, yo era joven e inexperta, pero estaba segura de una cosa: Dios estaba conmigo, quería ganar almas y ser usada por Él. En aquel momento mi corazón se alegró mucho, pues el deseo de servirlo era mi prioridad. Para mi familia fue una sorpresa, ellos nos esperaban tal noticia, es más, creo que nunca imaginaron esa posibilidad. Recuerdo que en esa época nadie me apoyó. Mis padres y mi hermana no podían concebir la idea de que me fuera a un lugar lejano, distanciándome de ellos; cosa que finalmente sucedió. La única palabra que me hubiese gustado recibir en ese momento eran: “Ve con Dios, mi hija, te doy mi bendición”. Sin embargo, todo el tiempo escuche: “No te vayas, quédate con nosotros”. Entiendo que era por amor, porque siempre fuimos muy apegados, pero en ese momento lo que necesitaba era el apoyo y la aprobación de mi familia, para que mi alegría fuese completa. Después de muchas lágrimas, se dieron cuenta que mi decisión estaba tomada y no había vuelta a atrás. No dude siquiera por un minuto, iría a donde Dios me mandase. Con el pasar del tiempo, ellos comprendieron mi elección, gracias a Dios. Existen momentos en nuestra vida, que debemos tomar una decisión. Y generalmente esta elección estará relacionada a nuestros sentimientos, por ejemplo, con la familia, les aseguro que la batalla interior es dolorosa. Nunca es fácil cuando debemos elegir entre cosas que amamos. Pero cuando Dios es el primero en nuestra vida, sabemos qué hacer y Él nos da la fuerza necesaria para seguir, nos envuelve con su gran amor que llena cualquier necesidad de nuestra alma. Es mucho más fácil actuar cuando todo esta a nuestro favor, cuanto todos de apoyan, te comprenden, ¿pero cuando no hay nadie de tu lado? ¿Sigues firme en tu fe, en tu llamado, o dudas? ¿Actúas y sigues adelante o retrocedes? Cuando estamos seguros de nuestra fe, de nuestro llamado, seguimos la voz de Dios, aunque el mundo esté en contra y no acepten nuestra decisión, no importa, porque el llamado de Dios es tan fuerte que mueve toda nuestra vida en función de servirlo. La joven que tiene un vínculo muy fuerte con sus padres y no consigue independizarse, nunca tendrá el coraje de dejar a su familia para servir a Dios. Tengo una amiga que siempre fue muy apegada a sus padres y a su familia; es la única mujer. Los padres la educaron e incentivaron para que tenga una carrera, una profesión; esta era su meta, su sueño. Hasta que la familia llegó a la iglesia y ella tuvo un encuentro con Dios. A partir de ahí todo cambió, su sueño pasó a ser el Altar y su meta ganar almas para Dios. Los conflictos con su familia fueron inevitables, y todo empeoró cuando siguió el llamado de Dios y decidió servirlo en el Altar. Sus padres abandonaron la iglesia, ella igual permaneció sola en la fe. La familia no fue a su casamiento; el día que uno sueña que sea de los más lindos en la vida, llegando al altar del brazo del padre y que la madre la ayude con el vestido, ella lo vivió sola. Pero el amor que ella tenía por Dios y por las almas no le permitió mirar para atrás. Ella siguió firme, y su vida continuó en el Altar de Dios, sin vacilar en ningún momento, porque sabía que la familia no podría darle lo que Dios le daba. Ella los amaba, pero Dios estaba en primer lugar. Los años pasaron y Dios fue fiel con ella, convirtiendo a sus padres y haciendo de ellos personas de Dios, los cuales hoy están felices de que ella este sirviendo a Dios en el Altar. Si nos mantenemos fieles a Su llamado, el también será fiel para con los que lo sirven. Ten en cuenta que el llamado de Dios es algo íntimo y personal, este es dirigido hacia ti y no a tu familia; debido a esto es natural que la misma no lo comprenda, no te apoye y tenga otros planes para ti. En este momento toma protagonismo la fe y el coraje: tienes la convicción de que Dios va cuidar de todo y no tienes miedo, porque estás segura de que eres una elegida. Piensen en esto, amigas lectoras, no siempre la corriente estará a favor, pero todas tendrán que tener coraje para remar contra la corriente. “Cualquiera que, por causa de mi nombre, haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, mujer, hijos, o tierras, recibirá cien veces más, y también heredará la vida eterna” Mateo 19:29 New York, Milán, Paris A todas las mujeres nos gusta arreglarnos, estar lindas y a la moda. No podemos negar que el mundo nos motiva a eso y que la apariencia cuenta mucho en los días de hoy, tal vez más que el talento o la capacidad de las personas. Esta es la sociedad en la que vivimos, donde las personas valen más por lo que aparentan que por lo que son; y es a partir de esto que muchos se perdieron, como es el caso de jóvenes que ponen su salud en riesgo con dietas estrictas, al punto de llegar a la desnutrición. Una sociedad donde la competencia por ser la más linda, la mejor vestida, la más fashion, vale cualquier precio; llevando a muchas personas a un profundo estado de depresión. En la televisión, en las revistas, en los diarios…nunca se habló tanto de moda, dietas, cirugías plásticas como en la actualidad. Incluso podríamos afirmar que es una epidemia; son cientos de productos de belleza, cremas, marcas, locales. El mercado tiene una amplia variedad para elegir. No es que sea malo el hecho de que la mujer quiera estar bien físicamente y cuidarse, el problema está en el desequilibrio, en la obsesión. La joven que tiene el sueño de ser esposa de un pastor debe saber que sus prioridades no son estas. Ella debe tener la conciencia de que renunció a todo y no puede depender o vivir en función de sí misma. Puede pasar que a tu marido lo envíen a predicar la Palabra de Dios a un lugar más pobre, en el cual no tendrás la condición para comprar ropas siempre, ni mucho menos ropas de marca. Entonces si estás muy obsesionada con la moda,tu corazón se va a entristecer. Ver vidrieras con cosas lindas, con cosas que tal vez antes de entrar en la Obra tendrías condición de comprar, pero que ahora no puedes. Esto puede provocar un cierto vacío e insatisfacción al punto de generar dentro de ella un enojo y frustración. Claro que esto sucede cuando la persona no está mirando para las almas, sino para su propia vida. Entonces, es bueno que sepas que, si quieres servir a Dios en el Altar, no podrás estar siempre a la moda, ni comprando cosas. Tal vez no puedas pagar un gimnasio todos los meses, mucho menos hacerte una cirugía plástica. Pero serás una mujer muy linda e interesante si te preocupas más con tu interior que con tu propio cuerpo; buscando siempre cuidar tu comunión con Dios, pues la más linda para Él es aquella que se preocupa con su interior y busca agradarlo en todo, esforzándose por exhalar el perfume de Jesús. Ya debes haber visto que existen mujeres que no son muy lindas, pero que tienen éxito en su matrimonio, sus maridos las aman mucho, mientras que hay otras que son lindas y maravillosas pero que no pueden ser felices en la vida sentimental; no pueden afianzar una relación. Es por esto que les digo que la apariencia no es todo. No me mal interpreten, con esto no quiero decir que no debes higienizarte correctamente, hacer una dieta si fuese necesario, andar mal vestida, comer cualquier cosa y no hacer ejercicios físicos. ¡No! Nuestra obligación es cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud, porque somos templo del Espíritu Santo. Lo que quiero decir es que no puedes vivir en función de la moda, querer todo, no pagar tus compromisos por comprar una ropa cara y de marca. La vanidad hace parte de la mujer, pero aquella que es de Dios es equilibrada y no vive basada en su apariencia. Cuando somos extremadamente vanidosas y preocupadas con la apariencia, nos volvemos obsesivas, y la belleza física toma más importancia que la espiritual. ¿Ya viste un frasco de perfume tan lindo que sólo de mirarlo dan ganar de comprarlo, pero que al sentir la fragancia desistes automáticamente? Es así, amiga lectora, debes ser linda por fuera pero tu mayor belleza debe ser la que posees dentro. La verdadera esencia de la mujer está en tu interior. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;La mujer que teme al Señor, ésa será alabada. Proverbios 31:30 CAPITULO 3 Pasión por las almas Normalmente, cuando llegamos a la iglesia, sólo pensamos en nosotras mismas, en resolver nuestros problemas; somos incapaces de percibir el sufrimiento de las demás personas. Después de nuestro encuentro con Dios, nos damos cuenta de cuán preciosa es la salvación de nuestra alma, nace un deseo dentro nuestro de que todas las personas alcancen la vida eterna. Que puedan tener la salvación y conocer el amor, perdón y misericordia de nuestro Salvador, el Señor Jesús, el cual nos rescató pagando un precio muy alto por la salvación de nuestra alma. Por este motivo anunciar lo más precioso que tenemos pasa a ser parte de nuestro día a día. No importa si al ir a evangelizar nos cierran la puerta en la cara, si nos reciben mal y nos critican, si no sabemos expresarnos correctamente; lo que importa es que Dios pueda contar con nosotras. La persona que sirve a Dios en el altar se da totalmente por el pueblo, ella se niega a ver la vida de la gente en ruinas, su alma perdida y lejos de la salvación. De nada sirve que te guste estar en la iglesia, ayudando en las reuniones si no tienes un inmenso amor por las almas, porque terminarás haciendo la Obra de Dios mecánicamente. Este es el propósito principal de servir en el altar, el cuidado de la gente, la constante oración y ayuno en favor de los demás. Es olvidarse de sí misma y darse por el pueblo. Analiza tu corazón y ve si realmente sientes ese deseo de ayudar a quiénes sufren y están lejos del Reino de Dios, si tienes esta sed de ganar almas. ¿Con qué frecuencia hablas de Jesús? ¿Cuándo te sientas con una persona en la iglesia para atenderla y ayudarla espiritualmente? ¿Con qué frecuencia haces un propósito por el pueblo sin pensar en tus propias necesidades? ¿Qué tipo de obrera has sido, la que está en el salón bien bonita y al terminar la reunión sale corriendo para irse a casa o para hablar con las amigas, o en cambio eres la última en abandonar el salón, siempre en busca de alguien a quien puedas ayudar? Para las elegidas para el altar, su foco son las almas, pues quien es salva, sin duda, desea salvar. "Él le preguntó por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas" Juan 21:16. Yo también necesito Todas nosotras pasamos luchas y tenemos problemas, de otra manera no podríamos entender el sufrimiento de las personas y así nuestra fe se atrofiaría. Pero ¿cómo se puede interceder por el pueblo dejando a un lado nuestras preocupaciones? ¿Cómo pensar en las personas si tienes tus propias necesidades? Cuando nuestro corazón y nuestra vida están por completo en el Altar, Dios suple todas nuestras necesidades; Él cuida de cada detalle en nuestra vida. Si nos enfocamos en nuestra vida, ¿quién va a interceder por el pueblo? Nosotras fuimos elegidas para vivir en función de los demás, por eso no debemos preocuparnos con nuestro futuro, nuestros sueños; todo está en las manos de Dios. ¿Crees que Él actuaría injustamente, dejándote desamparada, mientras que tú cuidas de Su pueblo con tanto amor? Cada oración, cada ayuno a favor de las personas, ¿Dios no lo considera? Puedes estar segura que sí, y Él te librará de todas las aflicciones. Por cada clamor que haces por la familia del pueblo, Dios bendice a tu familia; cada vez que dejas tus problemas y oras por las angustias del pueblo, Él te fortalece; las veces que intercedes por los enfermos, Dios te da salud. Si toda tu vida le pertenece a Él, no te preocupes con nada, todo esta bajo Su control soberano. En este momento se me viene a la mente el ejemplo de Ester, que arriesgó su propia vida en favor del pueblo de Israel. Estaban preparando una trampa contra los judíos y Dios precisaba entrar en acción. ¿Con quien podía contar? Necesitaba a alguien que este dispuesto a interceder por Su pueblo, y Ester con su fe admirable y sin miedos, era el único eslabón entre el rey y el pueblo de Israel. Siguiendo la dirección de Dios salvó al pueblo de una muerte segura, poniendo su vida en riesgo cuando faltó al protocolo de la corte, presentándose delante del rey sin ser llamada. Su frase mas célebre “Si perezco, que perezca”, hizo de esta mujer una heroína. Dios usó a Ester para cumplir con su plan de salvación. Como reina era la única persona que podía usar para salvar al pueblo de Israel del exterminio. Ella no pensó en sí misma y de esta manera Dios cuidó de cada detalle. Quien lucha por el pueblo de Dios cuenta con Su protección y Su amparo. “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca”. Ester 4:16 Marta, Marta La esposa del pastor nunca debe perder el foco. Son muchas las personas que empiezan con total dedicación hacia las almas, atendiendo a las personas en la iglesia, pero debido a las responsabilidades adquiridas en la obra, como por ejemplo cuidar de la oficina de la iglesia u otras cosas referentes a la propia obra, abandonan de a poco esta parte tan importante, que es cuidar del pueblo de Dios. Algunos años atrás una esposa me dijo que se sentía inútil en la obra de Dios; como no tenía una responsabilidad determinada creía que no estaba haciendo nada. Aunque nadie te de una responsabilidad en la oficina o para cuidar algo en la iglesia, la mujer de Dios nunca será una inútil. Ella fue llamada para ganar almas y eso es algo que nadie le puede impedir que haga. Puede evangelizar, atender al pueblo, ayudar con las cosas para la reunión, limpiarla iglesia; en fin, colaborar con algo que permita que la obra de Dios avance. Me acuerdo que cuando fui levantada a obrera, en mi iglesia había cerca de 130 obreros. Consecuentemente ya había una responsable para la escuelita bíblica, una responsable de Santa Cena, otra por el cuidado del Altar; es decir, no había una responsabilidad que el pastor pudiese darme. Sin embargo, ponía una mesita delante del Altar y atendía a las mujeres antes de la reunión. ¿Quieres una responsabilidad mayor que cuidar del pueblo de Dios? No existe. ¡Imagínense si me quedase en un rincón llorando porque no era responsable por nada en la iglesia! Mil veces no, yo tenía la responsabilidad que Dios me había dado cuando me eligió, que era cuidar de Su rebaño. Marta estaba así, preocupada por hacer, hacer, hacer… y el Señor Jesús quería solo un poco de su atención. ¿Cómo es posible que alguien pueda sentirse inútil habiendo tantas cosas para hacer? El problema es que la persona piensa que sólo es usada cuando alguien determina las tareas que ella debe realizar; en realidad todas pueden ser muy usadas por Dios, basta colocarse a Su entera disposición. Cuando seguimos el llamado de Dios para el Altar, todo se trata de ganar almas, nuestros pensamientos, nuestras conversaciones, nuestras metas; incluso cuando nos preguntan por qué elegimos el Altar, nuestra respuesta siempre debe ser “porque quiero ganar almas”; es el primer amor. Por eso debemos tener mucho cuidado y celo, para que este primer amor no pierda su lugar y termine siendo algo secundario. Aún con las responsabilidades que puedas tener en la obra de Dios, nunca desvíes tus pensamientos de las almas, y si no tienes ninguna responsabilidad, dedícate a cuidar las almas, en la fe del primer amor. “A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte”. Ezequiel 33:7 CAPITULO 4 Me gusta el pastor auxiliar Eso sucede a menudo, la obrera se enamora del pastor auxiliar y quiere casarse con él de cualquier manera. Pero existe un pequeño problema, no tiene un llamado para el altar, pero no está pensando en eso, ella ahora quiere estar con la persona que ama, sin preocuparse por nada más. Casarse con un pastor no es lo mismo que casarse con un abogado o un maestro. El hombre de Dios necesita una mujer de Dios a su lado, que también tenga el llamado de Dios para el altar y que esté dispuesta a renunciar a su propia vida. De lo contrario, ella no puede ser feliz, ni tampoco hacerlo feliz, pues aunque lo ame, estará en un ambiente extraño para ella y acabará frustrada en la obra de Dios. El pastor piensa en la obra de Dios, en cómo ayudar a la gente, qué más puede hacer por el pueblo. Si ella no tiene la misma visión, va a pensar en sus propios placeres, en salir, distraerse, en ocupar el tiempo con sus amigas, porque en realidad, no siente placer en las cosas de Dios y la obra se vuelve para ella una carga, algo aburrido. Esto se debe a que ella fue para el Altar por amor al hombre, al pastor que es el marido de ella, y no por amor a las almas. Debido a esto ella no va a crecer en su trabajo, y lo que es peor, por ser ambos una sola carne, el pastor tendrá un ministerio desequilibrado porque su otra mitad, aunque físicamente esté en el Altar, en espíritu y en verdad no estará. Me acuerdo de una joven que se casó con un pastor; al principio todo indicaba que ella reunía las cualidades para estar en el Altar. El tiempo pasó, y entre los dos apareció un abismo. Él por un lado, en el Altar, ayudando a las personas sufridas; ella por otro, cultivando amistades en el mundo, en las páginas de internet, buscando una vida social. Quería diversión, el mundo a sus ojos brillaba de tal manera que decidió dejar a su marido y fue a “disfrutar” la vida. Lo más triste de esto es que durante los años que estuvo al lado de él, la obra de Dios fue perjudicada y ese pastor también. Recuerde que 1+1 es 2, pero 1-1 es 0, o sea nada; así también es el hombre de Dios con la mujer que tiene a su lado. Así que, sé sincera. Si no quieres servir en el Altar, no puedes casarte con un pastor, pues la obra de Dios no se puede realizar de manera forzada, ella es de máxima responsabilidad. No sería justo destruir el ministerio del hombre de Dios ni mucho menos hacerle creer que eres la persona correcta para él, su complemento para seguir adelante, cuando en realidad no compartes el mismo sueño de ganar almas, ni tienes el menor placer en servir a Dios. Al comienzo todo estará bien porque estarás apasionada, lo que es completamente normal en el mundo: una mujer se enamora de un hombre. Pero presta atención: ¡hombre de Dios! ¿Prestaste atención? Existe un complemento: hombre + Dios, es un hombre diferente, el cual vive para Dios. Por encima del amor que le pueda tener a su esposa, esta el amor hacia Dios, Él es el primero. Así como en el mundo el hombre y la mujer se complementan, en el Altar sucede lo mismo: hombre de Dios + mujer de Dios, se unen porque aman a Dios y las cosas de Él por encima de todo. “Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.” Salmo 51:6 El príncipe se convirtió en sapo Todas las jóvenes sueñan con su príncipe encantado, para vivir felices para siempre, pero la realidad es que no vivimos en un cuento de hadas, nosotras vivimos por la fe, y nuestra felicidad dependerá de la decisión que tomemos. Cuando vas a una tienda a comprar un vestido, tienes varias opciones, pero siempre hay uno que te llama la atención, que es lindo y supera a los otros que también tienen su encanto. Ese será el primero que te pruebes, es el que mas te llamo la atención. Sin embargo el corte del vestido no te sentó bien, pero…es tan lindo, ¡podría ver una forma de arreglarlo! Al mirarte al espejo también te das cuenta que no tienes ningún zapato que combine con el vestido. ¡Uy! ¡Sin contar que también te faltan los accesorios! Comprar todos esos complementos te saldrá caro. A raíz de eso, comienzas a buscar otro vestido que combine más con tu cuerpo y con los accesorios que ya tienes. Así debe ser la elección de aquellas que quieren servir a Dios, tienes que elegir la persona que combine con tu fe, que va a complementar tu deseo de hacer la obra de Dios en el Altar. Las cualidades de Dios que tiene la persona que elijas, combinarán perfectamente con la mujer de Dios que tú eres. Y cuando esto no sucede puedes estar segura, que más adelante, pagarás un precio muy caro. ¡No serás feliz! ¿Quieres servir a Dios por el resto de tu vida y estas orando para que Él te bendiga con la persona correcta? Entonces debes estar atenta a las señales más pequeñas, a los mínimos detalles. Dios siempre muestra, de alguna manera, si estás por el camino correcto o si estás actuando por sentimientos o emociones de tu corazón, que como dicen las Escrituras Sagradas es un gran engañador. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. Jeremías 17:9 Muchas jóvenes escriben preguntándome sobre el tema noviazgo, y su duda más frecuente es: ¿cómo tener la certeza de que es o no, la persona que Dios preparó para mí? El Señor Jesús nos mandó a que estuviésemos atentos, y viésemos si realmente el espíritu de la persona era bueno, pues muchos tienen apariencia de espirituales pero con el pasar del tiempo comprobamos que no tenían nada de Dios; eran carnales, malvados y engañadores, porque nunca tuvieron un encuentro con Dios. Y esto sirve para ambas partes, sea el hombre o la mujer. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. 1 Juan 4:1 Una vez me escribió una joven que deseaba servir a Dios en el Altar. Estaba interesada en un pastor auxiliar, pero me confesó que tenía algunas dudas. Él no era totalmente sincero con ella, le ocultada algunas informaciones sobre su vida personal, como por ejemplo la edad, y esto le generó inseguridad. De igual manera ella gustabamucho de él, por eso insistía para que Dios le mostrara si era la persona correcta. Sé sincera, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Ella veía claramente que él no le convenía. ¿Cómo una persona que no es sincera, que omite informaciones básicas, como su edad, será la que Dios eligió para ti? Ella simplemente estaba perdiendo el tiempo, orando por algo que Dios ya le había mostrado claramente que no iba a funcionar. En mi opinión esta situación no precisaba de oración, ¡estaba más clara que la nieve! Por otro lado vi casos en que la joven insiste en estar de novia con alguien que no es compatible con ella, ya sea en la edad o nivel espiritual; a pesar de ser alertada por el hombre de Dios, el cual le avisa sobre los riesgos de que esa relación no funcione, incluyendo el peligro de perder su fe; la pasión no permite que vea la situación con claridad e insiste en seguir adelante. Más adelante, sufre y se arrepiente amargamente porque no oyó la voz de Dios. Cuando veas algo que no te de seguridad, confianza y te genere dudas, es importante que entiendas que es Dios mostrándote con señales que esta persona no es para ti. También existe la posibilidad de que el pretendiente sea un gran hombre de Dios, tenga todo lo que un día soñaste, pero aun así no lo convierte en la persona indicada, pues hay muchos detalles que deben analizarse antes de dar uno de las pasos más importantes de tu vida, para que más adelante no te lleves una sorpresa. Recuerdo un matrimonio que tenía 10 años de casados y servían a Dios en el Altar. Ella era una mujer de Dios, esforzada, amaba las almas, ayudaba a su marido en todo y él también era muy trabajador. Todo indicaba que eran felices; ella se sentía dichosa y realizada. Un determinado día el marido le dijo que nunca la había amado y que no quería continuar sirviendo a Dios en el Altar. Él abandonó a la obra y a ella, dejándole el corazón lleno de sufrimiento, sin su amor. Lo peor de todo es que él la saco del lugar que era mas preciosa para ella y que tanto amaba: el Altar. Querida lectora, si quieres el Altar, ten mucho cuidado con tus elecciones; observa muy bien a la persona, con los ojos espirituales más que con los físicos, porque no siempre lo que estos ven es la realidad, como el refrán dice “no todo lo que brilla es oro”. Pídele al Espíritu Santo que te guíe, porque si de verdad tienes el llamado de Dios para el Altar, Él es el mas interesado en guiarte hasta la elección correcta. Sólo me resta una pregunta: ¿Estás dispuesta a escucharlo aún siendo el deseo de Dios distinto al de tu corazón? “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Romanos 8:14 Esperando en Dios Esperar confiadamente en Dios es la mejor decisión que se puede tomar, pero a veces la ansiedad y el miedo de quedarse sola impiden que la joven alcance su bendición. Vamos a meditar en la historia de Rebeca, para ver como Dios mueve su mano para bendecir a aquellos que esperan en Él. El siervo de Abraham tenía una misión complicada, encontrar una esposa para Isaac, un joven rico, único heredero de su padre, resultado de una promesa de Dios. Las exigencias eran que la futura esposa debería ser una mujer de la misma fe, incluyendo en esto cualidades como: trabajadora, fuerte, piadosa y con un corazón dispuesto a servir. Rebeca era una mujer soltera encantadora y tenía muchas cualidades que llamaban la atención de Dios. Ella era virgen, se mantenía pura esperando al hombre que Dios le había preparado, pero eso no la convertía en una mujer amargada, ni tampoco andaba llorando por los rincones, ni insinuándoseles a los hombres. Al contrario, era dedicada, hospitalaria, dispuesta y le gustaba servir a todos, aún a los desconocidos. El día de la bendición de Rebeca estaba cerca, sin embargo debía pasar por una prueba de fuego. Ella no sabía nada, pero su actitud haría la diferencia y llegaría el momento de cosechar todo lo que había sembrado. Llegando el criado de Abraham, Eliezer, avanzado en edad y cansado del largo viaje, le pidió agua a Rebeca, que como siempre llena de gracia y dispuesta, enseguida le dio agua a él y a sus camellos. Esto, una vez más, reveló el corazón de sierva que poseía y con esa actitud alcanzó la bendición. Vea el detalle: ella no lo sirvió con doble intención, pues no sabía quién era él ni el propósito por el cual había viajado hasta allá. Lo hizo porque tenía la seguridad que eso venía de Dios y su fe la guío a dejar todo e ir al encuentro de su prometido. Sólo me resta decir: “Haz lo que ella hizo”. ¿Pensaste que quizás tu prometido no esté en la misma ciudad que la tuya? Tal vez la persona que Dios eligió para ti viva en otra provincia o incluso en otro país. Me viene a la memoria una esposa de pastor que tiene una historia muy interesante y se parece mucho a lo que estamos analizando. Ella amaba a Dios y quería servirlo en el Altar, pero el tiempo pasaba y el candidato perfecto para realizar su sueño no aparecía. Año tras año permanecía fiel e íntegra en la presencia de Dios, esperando Su respuesta para la vida sentimental. En otro lugar del mundo había un pastor que estaba pasando por una lucha muy grande, su esposa había muerto y él estaba solo nuevamente, en el Altar, necesitando una esposa de Dios. Ya te imaginas lo que sucedió ¿no? Dios se acordó de ella, y entonces fueron presentados y más tarde se casaron. Dejó su país, su familia, y hace la obra de Dios al lado del hombre de Dios que ella supo esperar. ¿Estás desanimada porque no ves a nadie que pueda ser tu otra mitad? Confía en Dios, pues Él hace cosas sorprendentes. ¿Pero qué estás haciendo para alcanzar tu bendición sentimental? Analiza tus actitudes, estas marcarán la diferencia. Vamos a meditar en las siguientes cosas: • ¿Estás buscando un marido que sea de Dios actuando como una mujer del mundo, o intentas adquirir cualidades como las que poseía Receba para atraer aun hombre de Dios? • Nunca llames la atención exageradamente, queriendo seducir con la mirada o exhibiendo tu cuerpo. Se discreta y llena de gracia. • Si tu corazón está ansioso y desesperado es probable que te hayas precipitado tomando actitudes y que estés equivocándote constantemente. • Tal vez estés preocupándote mucho con la belleza, para conseguir un marido, pero no puedes olvidarte que lo más importante es el carácter, la comunión con Dios. El hombre de Dios necesita una mujer de Dios y no apenas un rostro bonito. • Muchas se impacientan al ver que no aparece el hombre de Dios que será su otra mitad. Se desesperan y abandonan su sueño de servir a Dios en el Altar casándose con un hombre incrédulo. Eso sólo traerá infelicidad y sufrimiento para tu vida. Mucho cuidado a la hora de elegir. Lo mejor es dejar que Dios elija por nosotras, ¿no es verdad? El nunca falla. • Si tu sueño es servir a Dios en el Altar, entonces cuida de su pueblo, ama las almas, ten intimidad con Dios y el cuidará de ti. • Sé sincera, nunca hagas cosas con segundas intenciones, para llamar la atención o recibir algo a cambio. Haz las cosas de verdad, porque tienes un corazón dispuesto a servir; recuerda que Dios conoce la intención de nuestro corazón. Saber esperar es el camino de aquellos que depositan su confianza en Dios. ¿Te acuerdas que mencioné el caso de la esposa que salió del Altar porque el marido abandonó a la obra y a ella? Quizás te preguntaste: al final, ¿qué sucedió con ella? Ella siguió firme en su llamado, sirviendo con excelencia a Dios como obrera; cuidando de las almas y esperando en Dios a un siervo verdadero, que tuviese su vida en el Altar y el mismo amor que ella tenía por las almas. Y Dios fue fiel con ella, puso en su camino un gran hombre de Dios; y hoy hacen juntos los que más aman, que es servir en el Altar. El secreto de cualquier victoria es saber esperar en Dios, con un corazón que confíe en Él. Dios es fiel, puedes estar segura de que Él ya vio el deseo y la sinceridad de tu corazón, pues eso nos afirma la Palabra de Dios. “Mas yo al Señor miraré, esperaréal Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” Miqueas 7:7 Desarrollando habilidades Cualquier carrera debe ser planeada. En la medicina por ejemplo, quien quiera ser doctor deberá pasar algunos años de su vida preparándose. Aun así, después de alcanzar la profesión soñada, continuará estudiando, ya que debido a los avances de la medicina necesitará actualizarse, aprender las nuevas técnicas, para estar listo ante cualquier necesidad. En la obra de Dios no podía ser diferente, todo aquel que anhela servirlo debe perfeccionarse e incluso adquirir habilidades que antes no poseía, a través de su esfuerzo y empeño. La obra es realmente una escuela, no sólo en el aspecto espiritual, sino que también intelectual, pues por las adversidades que se presentan en el camino aprendemos a hacer cosas que jamás imaginamos. Con el pasar del tiempo debemos desarrollar nuevas habilidades, esto no solo nos ayudará a nosotras mismas sino que también contribuirá con la obra de Dios. Muchas de nosotras tuvimos que aprender a usar una computadora, arreglar nuestro cabello, nuestras uñas, decorar nuestra casa, aprender a manejar; todo esto no apenas para nuestro beneficio propio sino que también para la obra de Dios. Siempre escuchamos jóvenes obreras diciendo: - ¡Para servir a Dios estoy lista para todo! - ¡Soy sierva! Iré a donde Dios me mande - ¡Quiero ser usada por Dios, quiero que gaste mi vida! - ¡Por el Señor soy capaz de cualquier cosa! Estoy segura que ya debes haber dicho u oído estas frases. Para muchos estas son palabras vacías y para otros fueron verdaderas hasta cierto punto. El deseo de servir a Dios es colocado dentro nuestro a través del Espíritu Santo y es Él quien nos capacita para hacer Su obra; esto representa Su 50%. Los otros 50% esperan por nosotras y para esto debemos perfeccionarnos y adquirir nuevas habilidades. Muchas obreras daban su vida por la obra de Dios; buscaban a las personas con más experiencia para aprender algo más en la iglesia; otras fueron prácticamente las que auxiliaban al pastor, hacían reuniones, casa de oración y así iban venciendo sus miedos y traumas. Sin embargo, cuando alcanzaron el deseado puesto de esposa de pastor todo cambió. Estas son sus nuevas frases: - ¿Qué yo haga reunión? Soy tímida y me gustaría que respetasen mi manera de ser. - ¿Cocinar para las visitas? ¡De ninguna manera! Soy pésima en la cocina. - ¿Internet? No me gusta! No se usar la computadora, eso no es para mí. - Hay cosas que prefiero pagar para que las hagan, pues con certeza las harán mejor que yo Creo que es muy cómodo decir no sé, no puedo, no consigo. El espíritu de comodidad no es bueno, depender de otras personas tampoco. La obra de Dios creció al igual que todos lo que es de Dios. ¿Por qué, entonces, antes teníamos muchas ganas de aprender, de superarnos y hoy no? ¿Por qué hoy no podemos aprender una nueva lengua en favor de las almas? ¿Por qué no nos esforzamos por ser una mejor cocinera y ofrecer lo mejor para un siervo de Dios que llega a nuestra casa? ¿O por qué no aprender a manejar para ser útil cuando necesiten de ti o para no depender que tu marido te lleve a todas partes? ¿Por qué no enfrentar a la computadora para facilitar las tareas en tu iglesia? ¿Por qué no aprender a arreglarte las uñas y el cabello? En el caso de que no tengas condiciones para pagar, tu misma sabrás hacerlo. Debemos encontrar el momento en que comenzamos a poner tantos límites a la hora de servir a nuestro amado Dios. Él jamás podrá seguir contando con alguien que se paró en el tiempo, que está lleno de limitaciones dentro de sí, que no posee fuerza de voluntad para superarse por amor a Él. No siempre deberás aprender algo que quieras o te agrade; pero si la necesidad lo exige, disponte para ser mas útil a tu Señor. Dios no se alegra al ver a sus hijos paralizados, estancados, pensando que ya hicieron más que suficiente, que ya están sirviendo mucho, que aprendieron demasiado. ¡No! Servir es un fuego que quema constantemente en el pecho de aquellos que se predisponen, este fuego consume las voluntades propias, el querer personal, los miedos y la parte humana no tiene voz. Existen habilidades que nacen dentro tuyo, y otras por las que deberás luchar para conquistar! Algunos consejos para desarrollar habilidades: - No tengas miedo de aprender, aunque parezca difícil, si te dedicas seguramente lo vas a conseguir - Nunca pienses que no vale la pena, ¿para qué aprender a cocinar si puedo comprarlo listo; para qué manejar si puedo tomar un colectivo; para qué aprender computación, si le puedo pedir a alguien que lo haga? ¿Será que no tienes capacidad para hacer nada? - No pongas obstáculos, no diga no soy buena para esto, no tengo tiempo, no hago nada bien. Sé positiva. - No te acomodes, tal vez siempre delegas las cosas y por eso no tienes interés en adquirir nuevos conocimientos. Piensa que un día podrás estar sola, sin nadie que pueda ayudarte. - No seas egoísta. Piensa en cómo vas a ayudar a tu esposo, a la iglesia y a las personas que te rodean con nuevas habilidades. - Sé sensible, date cuenta las necesidades que te rodean. Podrás ayudar más a las personas si tienes más habilidades. - No te desesperes, no quieras aprender todo al mismo tiempo, dedícate a una cosa a la vez. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13 CAPITULO 5 Ser antes de hacer Ya debes haber notado que existen personas que dicen determinadas cosas pero que sus actitudes muestras exactamente lo contrario. Así también sucede con personas que dicen que quieren hacer la obra de Dios en el altar, pero actúan como si no quisieran. Vamos a ver algunas actitudes que demuestran esto: - No evangeliza. - Casi no va a la iglesia. - Cuando viene a la reunión, está más fuera que dentro. - No atiende al pueblo. - No se involucra en nada de la iglesia, no pertenece a ningún grupo, no está interesada en el grupo de jóvenes, no le interesa la EBI, grupos de visitas y de rescate, no quiere responsabilidades para no estar atada a nada. - Cuando tiene tiempo libre, no lo da para Dios, prefiere salir con las amigas, o hacer cualquier otra cosa. - Está siempre en la luna, no sabe lo que sucede en la iglesia, ni participa de los propósitos. - Busca una oportunidad para salir, hacer mandados fuera de la iglesia para escapar de la reunión. - Sus palabras son carnales o vanas, nunca habla de la cosas de Dios, pero sabe todo de moda, cabello, noticias, vida de los famosos, películas, etc. En resumen, vemos que una persona que tiene este comportamiento no está lista para el Altar. Quien tiene el deseo de servir a Dios, actúa como si ya estuviera haciendo la obra de Dios, aunque estudie o trabaje, se da por completo cuando viene a la iglesia, todo su tiempo libre lo dedica a Dios, quiere hacer todo lo que sea posible para ayudar. Ella brilla en la reunión, no porque quiere aparecer, sino por su dedicación y amor por el pueblo. Todos ven que ella es diferente, en realidad, aunque no se casó con un pastor, ya forma parte del Altar, pues ya entregó toda su vida. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” 2 Timoteo 2:15 Manos a la obra Muchas jóvenes son excelentes obreras, dedicadas, dispuestas, siempre están listas para todo. Pero cuando se convierten en esposas de pastor, cometen el triste error de pensar que alcanzaron una posición y nos necesitan hacer ciertos trabajos en la iglesia, que realizaban con mucho amor cuando eran obreras. Debo informarles que eso no es así. Servir es un privilegio y a partir del momento que dejas de hacerlo también dejas de ser usada por el Espíritu Santo. Es evidente que hay iglesia que tiene una gran estructura, con muchos obreros y auxiliares; y la esposa del pastor no necesita hacer ciertos trabajos, pues gracias a Dios, al haber muchas personas, las tareas quedan bien divididas. Pero por otro lado hay lugares menores, con pocos siervos, o tal vez ninguno;esto exigirá un gran esfuerzo de parte de la esposa del pastor. Ella tendrá que limpiar la iglesia, cuidar los niños, ungir a las mujeres en la cadena de sanidad, o sea, cuidar de cada detalle para recibir bien al pueblo de Dios. Servir a Dios no es apenas hacer lo que te agrada, sino que lo que es indispensable para la obra. Sé que muchas veces el trabajo de la esposa del pastor no es reconocido, muchos ni tienen noción de su entrega, sus obligaciones como por ejemplo cuidar la casa, las comidas, la ropa del marido, los hijos, además de ayudar en las tareas de la iglesia. Muchas veces pasamos por lugares que no había obreros, o había pocos y teníamos que hacer todo, pero eso no nos asustó. Evangelizamos en las calles, limpiábamos la iglesia; yo cuidaba de los niños y había días que tenía que quedarme en la iglesia para que mi esposo pudiese grabar el programa de televisión. El espíritu de siervo no podemos dejarlo nunca, ni tampoco podemos perderlo por el camino; si perdemos eso ya no servimos para Dios. Entonces prepárense; la obra de Dios es muy grande y necesita de personas que estén totalmente dispuestas a servir como Él lo decida y no como nos convenga. Si no se necesita que hagas ciertas cosas, esta bien, pero si hay que hacerlo, Dios sabe que puede contar contigo. Cuando una persona se mantiene activa en la obra de Dios, no tiene tiempo de distraerse con lo que la rodea, tampoco con las cosas del mundo. Cuando se paraliza y está pasiva, comienza a mirar para todos lados, gasta el tiempo con cosas que no la edifican, ya sea mirando tv, accediendo a internet, mirando mucho para su vida, deseando cosas que no son importantes o preocupándose con su futuro y con el mañana. Esta es una trampa del diablo y se vuelve peligroso. Es por este motivo que debemos mantenernos siempre ocupadas en la obra de Dios, para que nuestra mirada no se desvíe, ya que por ese camino comienza nuestra destrucción. “Quien cuida la higuera comerá su fruto, Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.” Proverbios 27:18 CAPITULO 6 Segundas intenciones En los días de hoy, la sociedad en la que vivimos esta cada vez mas egoísta. Las personas pierden sus valores día tras día; abandonaron la sinceridad, la honestidad y hacen cualquier cosa para que sus intereses prevalezcan por encima de todo. Esta es la sociedad de la doble intención. En la actualidad es difícil encontrar a personas sinceras, ya que esconden sus verdaderas intenciones para beneficio propio, y esto es normal en este mundo. Sin embargo no debe ser así para una persona que entregó su vida para el Señor Jesús y quiere servirlo. La única intención de la persona que quiere servir a Dios en el altar es exclusivamente ganar almas. Ella tiene este deseo de servir a Dios sin importarle a dónde o si tendrá algún beneficio. Lo más valioso que ella recibió es la nueva vida y su salvación, para ella eso es todo, así ya está completa. La persona está en sintonía directa con Dios, y su intención pasa a ser la intención del propio Dios, y esto es: ¡almas! Pero infelizmente existen aquellos que quieren sacar provecho con la obra de Dios sin preocuparse por ganar almas, apenas pensando en su propia vida. Tales personas poseen una ganancia personal escondida con una segunda intención. Vamos a considerar algunas intenciones que muestran que la persona tiene razones equivocadas cuando dice querer dejar todo para servir a Jesús: • Tiene muchos problemas en casa y quiere alejarse de la familia, entonces piensa que la mejor solución es casarse con un pastor y salir de casa tan pronto como sea posible. • Mira a las esposas de los pastores y siente una gran admiración por ellas y tiene el deseo de ser igual. Piensa que tienen una vida perfecta y que no pasan por luchas. • Cree que si hace la obra de Dios tendrá la oportunidad de viajar a distintos lugares y países, porque el hombre de Dios no se queda en el mismo lugar y eso le llama la atención. • Tal vez nunca tuvo la oportunidad de estudiar, vive una vida de recursos limitados y ve en la iglesia la oportunidad de estar bien, de tener una vida estable, al menos comida y alojamiento no faltará. • Como hablamos en uno de los artículos anteriores, le gusta el auxiliar y se quiere casar, incluso sabiendo que no siente el más mínimo deseo por la obra de Dios, cree que el amor será suficiente. • Es el sueño de los padres, que sirva a Dios en el Altar, pero en realidad, la persona no tiene ese deseo, ni ese llamado, entonces no podrá dar fruto. Así que, analiza bien cuáles son tus verdaderas intenciones, para que Dios pueda honrarte en todo lo que hagas. Sé verdadera, porque aunque puedas esconder de todos tus verdaderas intenciones, ¡de Dios jamás esconderás nada! El sabe todo lo que está en tu mente, en tu corazón. Él es un Dios de verdad y lo que Lo sirven deben ser verdaderos. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12 Transparencia La obra de Dios no es un mundo de fantasía, donde las personas pueden buscar el éxito o garantizar su futuro. Debes estar consciente de que vas a lidiar con vidas, y si deseas hacer la obra de Dios con otra intención que no sea la de ganar almas y estás escondiendo los verdaderos motivos, te aseguro que no tendrás la aprobación del Espíritu Santo. La persona que es de Dios no finge ser algo que no es, no vive de falsas apariencias ni juega con algo tan serio. ¿No te irritas cuando tienes que tratar con personas falsas? Delante de ti son una cosa y por atrás son otra. Crea intrigas y después dice que no dijo nada; en la casa se comporta de una forma y en público de otra. ¿No es horrible? Dios también abomina la falta de sinceridad, la diferencia está en que a Él nadie lo puede engañar, porque Él conoce a cada una de nosotras. Lamentablemente, hay personas en la obra de Dios que viven de esa manera, fingiendo, actuando. Este tipo de persona no nació de Dios, en el fondo ella sabe que es falsa, pero tiene miedo de enfrentar la realidad y prefiere seguir usando su máscara. Quien no tiene el Espíritu Santo se esfuerza para mostrar que es bueno, pero la verdad es que tiene dos comportamientos; intenta mostrar que es honesta, pero en la realidad es una estafadora; quiere ser considerada verdadera pero sólo vive mintiendo; todo lo que hace es para llamar la atención del pastor, pues su trabajo no es aprobado por Dios, por su falta de sinceridad y transparencia. ¿Ya notaste que hay personas que delante de la autoridad espiritual son un amor, pero con las demás personas son terribles? Incluso parecen bipolares. ¿Cómo una persona así se atreve a pensar que tuvo un encuentro con Dios? Imposible. ¿Ya te sacaste una foto sin arreglarte el cabello y sin maquillaje, o sea, al natural? Esa eres realmente tú, sin ningún tipo de artefactos, trucos de belleza y sin esconder las imperfecciones. Así es como Dios nos ve, como realmente somos, con nuestros miedos y temores, nuestras virtudes y defectos, nuestras fuerzas y debilidades, con nuestras alegrías y tristezas. El conoce la intención que existe por detrás de cada actitud que tomamos. Jamás pienses que puedes engañar a Dios. Cuando estamos solas entre cuatro paredes y no hay nadie cerca para observar lo que hacemos o hablamos, Dios nos está viendo, tan detalladamente como en una radiografía; cada actitud, cada pensamiento, cada intención. Delante de Él no hay máscaras, no hay manera de arreglar o esconder algo, los ojos de Dios pueden llegar a donde nadie consigue llegar, no podemos engañarlo. Asume tu realidad y haz algo al respecto. Sé tu misma, real y transparente, haz lo correcto y no lo equivocado, aunque te duela. No aceptes usar máscaras para aparentar algo que no eres, ya que un día la máscara se va a caer. Tal vez seas una persona carismática, se puede contar contigo, tienes miles de talentos, aparentementetienes todas las cualidades para ir al Altar; le agradas al pastor responsable y su esposa, ellos cuentan contigo para las cosas de la iglesia y llega un punto en que crees que quieres el Altar. Pero en lo más intimo de tu ser, en lo más profundo de tu alma, ¡sabes que no es eso lo que realmente quieres! Y las preguntas comienzan a llenar tu corazón. ¿Qué van a pensar? ¡El pastor confía en mí! ¡Yo puedo ir al Altar, soy una buena obrera! ¡Quizás funcione! Amiga lectora, una vez más te pido, sé transparente. Cuando estamos sobre el Altar, somos una ofrenda viva, y las ofrendas para Dios no pueden tener ningún defecto, ellas tienen que ser perfectas, sin ningún puntito negro, para que Él no las rechace. No aceptes entrar en la obra de Dios si tu intención no es ganar almas exclusivamente. “Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque el Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” 1 Crónicas 28:9. Mis amigas se casaron con pastores “Todas mis amigas se casaron con pastores, yo no puedo quedarme atrás, voy a conseguir uno. Todo es muy emocionante, ver los preparativos, la admiración de las personas hacia ellas; hoy son obreras conmigo, mañana estarán casadas y serán esposas de pastores; se sentarán con las demás esposas, todo será muy lindo”. ¿Cuántas veces ya presenciamos una situación así? Pero como ya sabemos, este no es un motivo por el cual una persona hará la obra en el Altar. Una decisión tan seria no puede tomarse basada en una emoción. No tienes que hacerlo que tus amigas hacen, ¡sino que debes hacer la voluntad de Dios para tu vida! Quizá veas que una amiga que esta de novia con un pastor, es más usada en la iglesia o tiene más responsabilidades. Es posible que el pastor de la iglesia cuente más con ella por el simple hecho de que está preparándose para la obra de Dios en el Altar; y esto te está provocando celos. Tú también quieres ser notada, usada por Dios, y que el pastor cuente con tu ayuda. A partir de eso crees que la única manera de alcanzar tus objetivos y ambiciones es poniéndote de novia con un pastor. Pero no podemos alcanzar nuestros objetivos de la manera equivocada. La esposa de un pastor me contó la historia de una joven obrera que quería a toda costa ser esposa de pastor. Cada auxiliar soltero era una oportunidad pero nunca podía fortalecer la relación. Un determinado día, la esposa la llamó para conversar y hacerle entender que estaba equivocada en lo que se refería al llamado para ser la esposa de un pastor. La historia es la siguiente: ella tenía dos amigas, las tres eran obreras que decían que querían ser esposas de pastor y estar en el Altar; dos de ellas se casaron con pastores. Pero esta otra joven a la que nos referimos antes no tenía el llamado para el Altar. Creía que era lindo ser la esposa de un pastor, pero no estaba preparada. El tema era que ella quería estar donde estaban sus amigas, le encantaba verlas junto a las demás esposas y siempre decía: ¡un día estaré allí también! Resumiendo, ella quería el Altar como un adorno de belleza, porque era lindo; la esposa le enseñó lo que realmente significaba el Altar. Porque esta joven no estaba siendo verdadera, insistía en algo que no provenía del Espíritu y sí de la carne. Cuando ella finalmente entendió, siguió firme, se transformó en una excelente obrera, se casó con un gran obrero y juntos hacen la obra de Dios fielmente en el atrio. Si tienes el deseo de ser usada por Dios como obrera, Él te va a usar debido a que tus intenciones son sinceras. El error aparece cuando se quiere sacar algún beneficio personal del Altar, sea cual sea. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”. 1 Pedro 5:2 CAPITULO 7 ¿Tu apariencia habla? Nos guste o no, la apariencia habla por sí sola. A través de la misma puedes identificar la profesión de varias personas, su estado de humor e incluso su carácter, solo a través de la ropa que usan. Siempre se exterioriza lo que llevamos dentro a través de la ropa, el maquillaje, el cabello, ¡y en nuestro caso que servimos a Dios, no es diferente! Muchas jóvenes nos preguntan cómo deben ir a la iglesia, cuáles serían las prendas adecuadas y cómo deben comportarse. Seguramente debes estar de acuerdo si digo que nuestra apariencia habla mucho sobre nosotras. A través de ella podemos transmitir celo, santidad, armonía, cuidado ó todo lo contrario. Así como el pastor se viste bien y a través de su apariencia muestra respeto y santidad, la esposa también debe hacer lo mismo. Tienen que estar sintonizados en ese aspecto. Si su trabajo es santo, entonces su comportamiento y su apariencia debe coincidir con su trabajo. La esposa del pastor debe tener claro esto y aún antes de casarse ya debe transmitir ese respeto, pues su manera de vestir hablará mucho sobre ella. Cuando era apenas un miembro de la iglesia, recuerdo que quería arreglarme como lo hacía la esposa del pastor. Aunque las prendas no eran apropiadas para mi edad yo las consideraba hermosas. Yo notaba algo diferente en la esposa del pastor y quería ser igual. No te olvides que servirás de ejemplo para otras mujeres en la iglesia y debes tener cuidado para no pasar una idea equivocada a través de tu imagen, haciéndoles pensar que eres una persona relajada y desmotivada, que no tiene placer en sí misma y por eso no cuidas de tu apariencia. Hoy es muy común usar jeans, realmente son muy cómodos y combinan con todo, pero para nuestro trabajo no es lo más apropiado, pues es bastante informal y nuestro trabajo exige algo más formal. Con esto no quiere decir que no puedas usarlos, pero los días que vamos a estar en la reunión, atendiendo al pueblo, debemos elegir una vestimenta que esté acorde a la ocasión. No te olvides que debemos acompañar a nuestros maridos, y no queremos que ellos sean avergonzados, ¿no es cierto? Muchas son muy jóvenes y al ponerse jeans, remera y una sandalia baja, parecen más jóvenes todavía. ¿Será que una señora que necesite una orientación tendrá confianza para conversar contigo? O dirá: “ Ah! ¿Eres la esposa del pastor? Te imaginaba de otra forma”. La edad ya no ayuda, entonces la persona piensa: “¡es tan jovencita!, ¿cómo podrá aconsejarme si mi problema es tan grave, tan serio?”. Pero si estas vestidas de manera formal, tu apariencia transmitirá seguridad, seriedad y eso ayudará a que las personas se sientan confiadas a la hora de buscar una orientación contigo. Con esto no quiero decir que debe vestirte de manera anticuada o que no sea para tu edad, ¡no! Tienes que arreglarte de manera tal que tu exterior refleje lo que hay en tu interior. Imagínate que vas a la iglesia con la intención de limpiar u organizar alguna sala y de repente tu esposo te llama para atender a un matrimonio. Como no estabas vestida para esa ocasión y no esperabas que te llamen, la situación te agarra por sorpresa y eres avergonzada, pues sabes que no estás vestida de la manera correcta para acompañar a tu esposo en esa situación. Y debes explicar que no puedes aparecer de esa forma delante de las personas. La esposa del pastor tiene que estar siempre lista para servir a Dios, si esta en la iglesia, no puede olvidarse su posición y debe tener el cuidado de arreglarse de acuerdo con su marido. Por ejemplo, una secretaria o cajera de un banco no pueden ir al trabajo vestidas de cualquier manera, existe un protocolo que debe ser obedecido y respetado. Aunque sea un sacrificio para la esposa o la candidata al Altar, debe arreglarse bien porque su conciencia le confirma lo importante que es y no lo ve como algo vano. Al igual que tu imagen, tu comportamiento también habla; las personas nos observan y somos un espejo para ellas. Lo que muestras a través de tus actitudes refleja muchas cosassobre ti. Tu manera de actuar, tu lenguaje corporal y facial, tu caminar, tu sonrisa, revelan mucho mas de lo que te imaginas. Las personas observan todo eso, incluso a dónde te sientas en la iglesia. Normalmente las personas interesadas se sientan adelante y las que no tienen tanto interés o están preocupadas para salir corriendo, se sientan atrás. Entonces debes ser un ejemplo, muestra que eres una persona interesada en el trabajo de tu esposo. Al sentarte adelante muestras que quieres aprender más, que quieres prestar atención a la Palabra de Dios y que apoyas a tu esposo. Si siendo la esposa del pastor te sientas al final de la iglesia el pueblo no te conocerá, no te verá y pensará que eres una esposa ausente, desinteresada; y no es esa la imagen que queremos pasar ¿no? Parecen cosas insignificantes pero nosotras sabemos que no lo son, cada detalle es importante en la obra de Dios. Por eso debemos preocuparnos con nuestra manera de actuar, de presentarnos, porque es eso que hará la diferencia. “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. Colosenses 1:9-10 CAPITULO 8 Autoridad Como ya sabemos, existen autoridades constituidas en la sociedad con la finalidad de mantener el orden y la disciplina, y cada una tiene su poder y su función. Nosotros aprendemos desde pequeñas a respetar las autoridades, como por ejemplo a nuestros padres y a nuestros profesores. Vemos en muchos casos cierta arbitrariedad cuando alguien abusa de su poder, usando criterios particulares para que se haga su voluntad, muchas veces sin que estos sean justos. El abuso de poder es en cierta forma (de mayor o menor manera) una dictadura. Veamos como se comporta una persona autoritaria: - Quiere ser la única que ejerza el poder. - Comete arbitrariedades. - Crea reglas propias para mantener su poder. - Toma decisiones impulsivamente. - Es agresiva con la persona que no coincide con ella. - Quiere controlar los pensamientos. - Censura las opiniones de los otros. ¿Todo esto puede suceder dentro de la iglesia? ¿Cómo una persona que es de Dios puede comportarse de esta manera? La autoridad y el poder son armas peligrosas, que pueden deslumbrar a muchos, incluso a aquellos que en un pasado fueron humildes y sumisos. ¿Quieres conocer a una persona? Dale autoridad, colócala responsable de muchas cosas, y de este modo podrás ver si es humilde, de lo contrario enseguida mostrará su carácter autoritario y orgulloso. Cuando vemos a una persona actuar de esta manera enseguida pensamos: “es muy arrogante”. Muchas chicas piensan así: “¡Ah, si yo soy esposa de un pastor, tendré autoridad en la iglesia! Podré dar órdenes, mandar en las obreras y en la EBI, la gente me respetará más y voy a ser alguien más importante dentro de la iglesia”. Pensamiento totalmente equivocado y fuera de la voluntad de Dios. La esposa del pastor no tiene poder para dar órdenes en la iglesia. No manda en las obreras; tampoco en las esposas que estas subordinadas a ella; no tiene derecho de exigir algo del pueblo ni de los siervos de Dios. Nadie tiene la obligación de hacer alguna cosa para ella, si lo hicieran es por amor, no por una imposición de su parte. La esposa del pastor jamás debe aprovecharse de su posición para pedir favores personales o particulares, pues tanto los miembros como los obreros tienen un compromiso con las cosas que están relacionadas a la obra de Dios; ellos son siervos de Dios, no son nuestros siervos. La autoridad espiritual que Dios nos da, es para ayudar, enseñar y exhortar a todas las personas con el objetivo de que ellas estén más cerca de Dios y crezcan espiritualmente, a fin de lograr la salvación. Aquellos que usan su autoridad para humillar, avergonzar, estar dando órdenes, no hacen un buen uso de lo que Dios les dio. La obediencia y el respeto que la gente muestra para los hombres y mujeres de Dios se debe a que reconocen en ellos una autoridad espiritual que les es otorgada por el propio Dios, y no una imposición. La persona que entra en la obra de Dios con ese propósito no tendrá éxito ni será aprobada por el Espíritu Santo. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”. 1 Pedro 5:2-3 Sierva o señora “Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta ella no puede sufrir: Por el siervo cuando reina;Por el necio cuando se sacia de pan; Por la mujer odiada cuando se casa;Y por la sierva cuando hereda a su señora”. Proverbios 30:21-23 Ser siervo para este mundo es una humillación, ¿quien en los días de hoy quiere servir? Nadie. Todos quieren ser patrones y tener muchos empleados que lo sirvan. Pero para nosotras que servimos a nuestro Dios, es una honra que nos llamen siervas del Señor Jesús. Todas comenzamos con el ardiente deseo de servir a Dios, pero muchas con el paso del tiempo, dejan de ser siervas y quieren ser señoras; no quieren servir más, ahora quieren que las sirvan. Es a partir de esto que comienza la ruina de la mujer de Dios, pues mientras nos mantenemos en la condición de siervas somos usadas por el Espíritu Santo, pero cuando creemos que merecemos que nos sirvan ya no somos útiles para nuestro Señor. Me gustaría que juntas analizásemos la historia de Sara y Agar, ya que esta no esclarecerá este tema. Sara era linda, rica y casada con el hombre que amaba. Linda escena ¿no? Pero la vida de Sara no fue fácil, ella atravesó varios desafíos. Primero tuvo que dejar la próspera ciudad de Ur de los caldeos, cuando Dios le pidió a Abraham “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”. Abandonar todo y partir para un lugar desconocido no es fácil; dejar la comodidad, cambiar lo seguro por lo inseguro. Principalmente para las mujeres, no suena tentador dejar su linda casa, familia y el lugar que siempre vivieron, para ir rumbo a un lugar desconocido. Pero Sara acepto ese desafío, mostrándole a Abraham su sumisión y que estaría con el en cualquier situación, incluso cuando las circunstancias no fuesen las mejores. Ella decidió a pesar de todo seguir a su marido y a su Dios. Sara servía a su marido con devoción, ella lo respeta tanto a tal punto de llamarlo señor. A pesar de esto sufría profundamente a causa de su cruda realidad: no podía ser madre. Quizás no entendiese por que le sucedía eso. En esa época era frustrante su situación, porque la mujer era considerada inservible. Y así se sentía Sara, aun teniendo el amor incondicional de su marido. Lidiar con el problema de esterilidad, la vergüenza por no poder darle descendencia a su marido, le causaba más dolor aún. Además como si esto no fuese suficiente, ver a su esclava embarazada de su amado marido empeoraba la situación, aunque la idea hubiese partido de ella. Ciertamente estaba celosa y enojada. Como consecuencia, después de que Agar dio a luz, empezó a despreciar a su señora, pues tenía lo que Sara no podía tener: un descendiente de Abraham. A partir de esto Agar se olvidó que era sierva y empezó a sentirse más importante que su señora. Esto provocó diferencias entre Sara y Abraham; y finalmente tuvieron que echarla porque la convivencia se volvió insoportable. “Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia”.
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