Logo Studenta

Escogida para el Altar

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Elegida	para	el	Altar
	
	
CAPÍTULO	1
Nuevo	Nacimiento
Servir	a	Dios	en	el	altar	es	una	cosa	gloriosa,	pero	hay	muchas	personas	que
tienen	dudas,	si	tienen	un	llamado	de	Dios	para	servir	en	el	altar	o	si	es	sólo	una
emoción.
¿Qué	representa	el	Altar?
Observamos	en	la	Biblia	varios	relatos	de	hombres	de	Dios	que	levantaban
altares	para	el	Señor.	Era	una	manera	de	adorar	a	Dios,	establecer	pactos	con	Él,
celebrar	alianzas	o	dejar	para	las	generaciones	futuras	como	marco	de	los
grandes	hechos	que	el	Señor	realizaba	entre	Su	pueblo.	Desde	el	punto	de	vista
espiritual	el	Altar	representa	lugar	de	sacrificios.	En	él	sacrificamos	nuestra
voluntad	y	nos	colocamos	en	condición	de	siervos.
Podemos	así	entender	que	el	Altar	es	un	lugar	consagrado,	dedicado	a	Dios,	en
donde	la	persona	se	compdia!romete	a	entregarse	por	completo	y	a	mantener	una
vida	de	rectitud	y	renuncia,	viviendo	solamente	para	hacer	la	voluntad	de	Dios.
Para	empezar	vamos	a	hablar	sobre	el	nuevo	nacimiento,	un	requisito	para
aquéllos	que	realmente	quieren	servir	a	Dios	en	el	altar	y	ayudar	a	aquellos	que
sufren.
No	debemos	confundir	las	bendiciones	con	el	nuevo	nacimiento,	pues	las
bendiciones	se	conquistan	por	la	fe	y	para	esto	no	es	necesario	nacer	de	Dios,
cualquier	persona	que	hace	uso	de	la	fe	logra	sus	beneficios.
Recuerdo	cuando	llegué	a	la	iglesia,	como	fui	leyendo	la	Palabra	de	Dios	y	con
el	aprendizaje	en	las	reuniones,	mis	ojos	fueron	abiertos,	así	que	acepté	la
Palabra	y	me	convertí	a	ella.	Recibí	milagros,	como	ya	sabes	mi	testimonio,	pero
mi	encuentro	con	Dios	surgió	después	de	casi	dos	años.
El	nuevo	nacimiento	es	algo	en	tu	interior,	cuando	se	cambia	de	verdad	por
dentro	y	te	sientes	fuerte,	ya	no	hay	dudas	o	miedos,	ni	tristeza	en	tu	corazón,	el
Espíritu	Santo	está	contigo	y	esa	certeza	nadie	puede	arrancarla,	porque	sólo	tú
conoces	tu	antes	y	tu	después.
Ese	momento	es	tan	determinante	que	te	transformas,	nunca	mas	serás	la	misma
persona.	Es	como	si	empezaras	a	vivir	a	partir	de	ese	día	y	todo	tu	pasado	se
borrase.
No	te	dejes	engañar,	si	has	sido	bendecida,	o	cambiaste	en	algunas	aspectos,	pero
tus	pensamientos	y	actitudes,	los	malos	designios	y	la	tristeza	continúan,	el
nuevo	nacimiento	no	ha	sucedido	todavía.
La	persona	que	no	ha	nacido	de	Dios	no	tiene	una	estructura	espiritual	para
servir	en	el	Altar,	no	soportará	el	fuego	de	la	obra	de	Dios.
Aquí	notamos	la	importancia	de	que	el	siervo	nazca	de	Dios,	porque	son	muchos
los	que	vemos	caer	por	el	camino,	abandonar	la	fe,	e	incluso	avergonzar	el
nombre	del	Señor	Jesús;	pensaban	que	tenían	el	Espíritu	Santo	y	en	realidad	no
lo	tenían.	Cuando	llegaron	los	desiertos	y	las	dificultades	desistieron	y	dejaron
todo	atrás.
Así	es	que	a	veces	escuchamos	la	frase	"no	es	lo	que	yo	esperaba,	pensé	que
sería	diferente,	esto	no	es	para	mí",	la	persona	que	habla	así	no	tuvo	un	llamado
para	el	Altar,	tal	vez	estaba	imaginando	que	sería	algo	que	agradaría	su	carne	y
nunca	supo	el	verdadero	significado	de	la	palabra	renuncia,	entonces	no	se
sentirá	feliz	y	realizada.
Los	llamados	al	Altar	son	conscientes	de	que	ya	no	tienen	vida	propia,	su	vida	es
en	función	de	las	almas,	es	servir	a	Dios,	quien	no	está	dispuesto	a	esto	no	puede
servir	en	el	altar.
Si	tienes	el	deseo,	pero	no	has	tenido	un	verdadero	encuentro	con	Dios,	entonces
¡a	trabajar	se	ha	dicho!,	vamos	a	comenzar	a	buscar,	dejando	todo	lo	que	no
agrada	a	Dios	y	estar	dispuestos.
“Respondió	Jesús:	De	cierto,	de	cierto	te	digo,	que	el	que	no	naciere	de	agua	y
del	Espíritu,	no	puede	entrar	en	el	reino	de	Dios.”	Juan	3:5
	
Quiero	recibir	el	Espíritu	Santo
Analiza	que	pasos	debes	tomar	y	da	lo	mejor	de	ti,	pues	Dios	es	el	más
interesado	en	que	recibas	el	bautismo	con	el	Espíritu	Santo:
1-	Abandona	todo	lo	que	desagrada	a	Dios,	todo	lo	que	va	en	contra	de	Su
Palabra;
2-	Olvídate	de	tu	pasado,	no	te	condenes	por	los	errores	cometidos,	ni
pienses	que	no	eres	merecedora;
3-	Arrepiéntete	y	toma	la	decisión	de	bautizarte	en	la	aguas,	comenzando
así	una	nueva	vida	con	Dios,
4-	Aléjate	de	las	amistades	que	perjudican	tu	fe,	que	te	influyen	de	manera
negativa,	llevándote	a	hacer	o	hablar	cosas	que	van	contra	la	voluntad
de	Dios;
5-	Convive	lo	máximo	que	puedas	con	personas	de	tu	misma	fe,	ya	que
esto	te	ayudará	espiritualmente	para	acercarte	a	Dios;
6-	Busca	sin	desistir,	muéstrale	a	Dios	que	Él	es	el	primero	en	tu	vida,	y
que	quieres	recibir	el	Espíritu	Santo	más	que	cualquier	otra	cosa;
7-	Haz	un	propósito	espiritual	en	ese	sentido,	como	por	ejemplo	un	ayuno,
oraciones	a	la	madrugada;	algo	que	le	demuestre	a	Dios	que	realmente
estás	interesada	en	tener	un	encuentro	con	Él;
8-	Es	necesario	que	te	entregues	totalmente	a	Él,	dejando	todas	las	cosas
de	este	mundo,	voluntad	propia,	tradiciones,	deseos	carnales,	en	fin,
todo	lo	que	pueda	perjudicar	nuestra	comunión	con	Dios.
“Pues	él	nos	hizo	ministros	competentes	de	un	nuevo	pacto,	no	de	la	letra,	sino
del	Espíritu;	porque	la	letra	mata,	pero	el	Espíritu	vivifica”	2	Corintios	3:6
	
Desiertos	espirituales
¿Qué	es	el	desierto	sino	un	lugar	árido,	desolado,	abandonado	y	solitario?
Si	estás	pasando	por	una	lucha	muy	grande	y	te	sientes	sola,	desolada	y	olvidada
por	Dios,	es	porque	estas	atravesando	tu	desierto.
En	ese	momento	nos	sentimos	así,	nadie	nos	puede	ayudar,	nuestras	oraciones
parecen	no	tener	respuesta	y	sólo	nos	falta	preguntar:	“Dios,	¿dónde	estás	que	no
me	oyes?”.
Pero	el	desierto	no	es	un	momento	para	hablar,	es	momento	de	escuchar	lo	que
Dios	quiere	decirnos.	Él	nos	lleva	al	desierto,	porque	allí	tiene	toda	nuestra
atención.
Todos	los	hombres	y	mujeres	de	Dios	pasan	por	desiertos	espirituales.	No	quiero
decir	que	estos	sean	agradables	y	placenteros,	pero	son	indiscutiblemente
necesarios.
Cada	desierto	tiene	un	propósito,	todos	no	pasamos	por	los	mismos,	ya	que	cada
uno	es	adaptado	por	Dios	según	la	necesidad	del	siervo,	para	moldear	su	carácter
y	hacerlo	alcanzar	su	nivel	máximo	de	espiritualidad	y	dependencia	de	Dios.
La	persona	que	es	de	Dios	pero	aún	no	pasó	por	el	desierto,	no	experimentó
todavía	el	bautismo	con	fuego.	Esta	experiencia	dolorosa	nos	hace	crecer
espiritualmente,	alcanzar	la	madurez	e	incluso	afirmar	nuestra	fe.	Los	desiertos
nos	enseñan	a	ser	humildes,	a	comprender	más	a	nuestros	semejantes	y	a	no	ser
apresurados	al	juzgar.
Podemos	observar	que	las	personas	que	no	pasaron	todavía	por	luchas	en	el	área
espiritual,	tiene	gran	posibilidad	de	ser	egoístas,	egocéntricas	y	críticas	con
mucha	facilidad.	¿Cómo	podríamos	comprender	el	sufrimiento	de	las	personas,
si	nuestra	vida	constantemente	fuese	un	mar	de	rosas?
Voy	a	relatarles	mi	primera	experiencia,	que	en	la	época	para	mí	fue	una	travesía
por	el	desierto.
Yo	tenía	apenas	8	meses	en	la	obra	de	Dios	cuando	mi	esposo	fue	llamado	para
predicar	la	Palabra	en	Estados	Unidos.	Mi	corazón	se	alegró,	porque	quería
servir	a	Dios	sin	importar	el	lugar	o	país;	sin	embargo,	no	tenía	idea	de	todo	lo
que	iba	a	enfrentar.
Nunca	había	salido	de	mi	país,	a	no	ser	de	vacaciones,	y	mucho	menos	quedarme
lejos	de	mi	familia.
Cuando	llegue	a	Los	Ángeles,	me	cayó	la	ficha,	como	dice	la	frase.	País	nuevo,
idioma	nuevo,	lejos	de	todos	lo	que	me	amaban	y	sin	conocer	a	nadie.	Me	sentía
sola,	incapaz	y,	para	completar,	era	también	muy	tímida.
Quería	ayudar	en	la	iglesia	pero	no	sabía	hablar	el	idioma,	e	incluso	estar	en	la	
EBI	era	complicado,	pues	no	entendía	a	los	niños.	Muchas	veces	para	ungir	a	las	
señoras,	me	tenían	que	apuntar	el	lugar		a	donde	querían,	porque	no	entendía	lo	
que	decían.	¿Podría	soportar	un	cambio	tan	radical?
Me	acuerdo	que	me	apegué	a	Dios	como	nunca.	Al	principio,	lloraba	durante	la
noche,	sola,	mientras	mi	esposo	iba	a	hacer	el	programa	de	radio,	ya	que	tenía
conciencia	que	no	podía	pasarle	mis	debilidades.	Él	debía	estar	concentrado	en
la	obra	de	Dios,	y	no	quería	molestarlo,	entonces	sufría	callada.
Estuve	en	esa	situación	más	de	un	mes,	hasta	que	me	di	cuenta	de	que	todo	eso
era	una	trampa	del	diablo	para	debilitarme	y	frustrar	los	planes	de	Dios.
En	una	reunión,hice	aquella	oración	de	“punto	final”,	me	desahogué	con	Dios,
le	dije	que	no	había	elegido	estar	ahí,	pero	que	si	Él	me	había	concedido	esa
honra	tendría	que	arrancar	de	dentro	mío	todos	los	miedos,	sentimentalismos	y
preocupaciones.
Mi	familia	no	se	había	quedado	muy	bien	después	de	mi	partida,	principalmente
mi	padre,	y	el	diablo	uso	eso	para	distraerme	y	entristecerme.	Pero	gracias	a
Dios	me	di	cuenta	y	pude	tomar	una	actitud	al	respecto.
Aquel	día	me	sentí	liviana,	estaba	lista	para	realizar	el	plan	de	Dios	en	mi	vida,
nunca	más	lloré	de	noche,	escondida.	Fue	una	época	difícil,	pero	conseguí
superarla	porque	me	apegué	a	Dios,	busque	en	Él	un	refugio	y	puse	un	basta	en
aquella	situación.
Hoy,	cuando	veo	alguna	esposa	llegar	de	su	país,	busco	darle	una	atención
especial,	pues	se	cuan	difícil	es	al	comienzo.
El	desierto	aparece	de	la	nada,	no	necesita	ser	provocado	por	algo,	simplemente
llega	y	del	mismo	modo	acaba.	Pero	con	la	diferencia	de	que	al	salir	de	uno	de
ellos,	somos	mejores	siervos,	con	una	fe	mucho	más	afianzada	y	con	muchas
más	características	y	cualidades	de	carácter	de	un	siervo	de	Dios.
Los	desiertos	son	como	una	escuela	de	fe,	siempre	que	Dios	quiere	que	sus
siervos	aprendan	algo	nuevo,	Él	los	encamina	para	el	desierto,	para	que	de	este
modo	sean	probados	y	glorifiquen	Su	nombre.	Los	grandes	héroes	de	la	Biblia
pasaron	por	esa	escuela	dejando	grandes	ejemplo	de	fe.
No	existe	un	manual	de	cómo	prepararnos	para	los	desiertos,	el	secreto	es
permanecer	a	los	pies	de	Jesús	y	aprender	con	cada	experiencia.
“Así	dice	ahora	el	Señor,	quien	te	creó	y	te	formó:	No	temas,	Jacob,	porque	yo	te
redimí;	yo	te	di	tu	nombre,	Israel,	y	tú	me	perteneces.	Cuando	pases	por	las
aguas,	yo	estaré	contigo;	cuando	cruces	los	ríos,	no	te	anegarán.	Cuando	pases
por	el	fuego,	no	te	quemarás,	ni	las	llamas	arderán	en	ti.”	Isaías	43:1-2
	
Injusticias
Cuando	se	comete	una	injusticia,	enseguida	tenemos	el	impulso	de	querer
resolver	el	problema,	hablar,	explicar	y	dejar	todo	claro.	Es	difícil	ver,	o	sufrir	en
carne	propia	el	dolor	de	la	injusticia	sin	hacer	nada	al	respecto.
En	la	obra	de	Dios	pueden	suceder	injusticias.	El	hombre	de	Dios	no	es	adivino
y	puede	cometer	errores	de	forma	inconsciente	por	no	tener	un	total
conocimiento	de	la	situación.	O	incluso	si	existe	alguien	que	comete	una
injusticia	de	mala	fe,	no	podemos	hacer	nada,	a	no	ser	esperar	y	confiar	en	la
intervención	de	Dios.
Siempre	que	queremos	resolver	algo	por	la	fuerza	de	nuestro	brazo,	acabamos
empeorando	la	situación.	Y	es	en	eso	momento,	en	que	se	prueban	nuestra
paciencia	y	confianza,	no	pasamos	seguridad	al	mostrar	un	espíritu	intranquilo	y
estar	desesperadas.
Si	alguna	vez	fueses	pisada	o	vivieses	una	injusticia	por	algún	motivo,	debes
saber	que	si	tu	vida	está	en	el	Altar,	con	certeza	Dios	te	defenderá.	¿Cómo
conocer	el	poder	de	la	justica	de	Dios,	sin	antes	conocer	la	injusticia?	Solo	quien
vive	una	injusticia	sabe	que	es	la	justicia!
En	los	días	actuales,	en	que	todo	es	rápido	y	no	se	puede	perder	tiempo,	el	ser
humano	se	volvió	más	ansioso	e	impaciente.	Todo	tiene	que	ser	para	ayer.	La
rapidez	demuestra	capacidad	y	eficiencia.	Las	personas	simplemente	no	soportan
esperar.	Mira	si	no	somos	así:	detestamos	la	fila	en	el	supermercado,	calentamos
la	comida	en	el	microondas	para	que	sea	más	rápido,	si	fijamos	un	horario	con
alguien	y	se	retrasa	diez	minutos	nos	impacientamos,	siempre	que	le	pedimos	a
alguien	para	hacer	algo	creemos	que	la	persona	tardó	demasiado.	Debes	estar
riéndote	en	este	momento,	porque	acabas	de	descubrir	que	vives	en	la	época	de
la	rapidez.	Somos	de	este	modo	y	no	nos	damos	cuenta.
Pero	con	Dios	no	funciona	así.	Él	tiene	su	tiempo	y	sabe	la	hora	correcta	para
actuar.	No	sirve	que	queramos	darle	un	empujoncito	o	una	ayuda.	Él	no	lo
necesita,	solamente	tenemos	que	esperar.
No	te	preocupes,	la	justicia	de	Dios	va	a	prevalecer,	no	necesitas	alimentar	tu
rabia,	ponerte	nerviosa,	ni	tampoco	justificarte	con	tus	amigas…
Muchas	personas	abandonaron	la	fe	y	la	obra	de	Dios	por	injusticias	que	más
tarde	fueron	aclaradas.	Sin	embargo,	esas	personas	ya	habían	tomado	su
decisión,	o	sea,	no	supieron	esperar.
Tenemos	un	gran	ejemplo	bíblico:	José	de	Egipto.	Él	fue	vendido	como	esclavo
por	sus	propios	hermanos;	después	de	estar	en	un	país	extranjero	y	ser	propiedad
de	un	extraño,	fue	acusado	falsamente	por	una	mujer	de	querer	violarla,	cuando
en	realidad,	ella	había	intentado	seducirlo	y	él	no	cedió	a	sus	deseos.	De	esta
manera,	fue	preso	injustamente	y	abandonado,	pero	Dios	era	con	José	y	sabemos
cómo	lo	libró	y	colocó	como	gobernador	de	Egipto.	Imagínense:	de	esclavo	a
gobernador;	¡qué	bueno	es	esperar	en	Dios!
“Pero	el	Señor	estaba	con	él	y	le	extendió	su	misericordia,	y	le	permitió	ganarse
la	buena	voluntad	del	jefe	de	la	cárcel.	Y	así	el	jefe	de	la	cárcel	dejó	en	manos	de
José	el	cuidado	de	todos	los	presos	que	había	en	aquella	prisión.	Todo	lo	que	allí
se	hacía,	lo	hacía	José.	El	jefe	de	la	cárcel	no	tenía	que	vigilar	nada	de	lo	que
estaba	al	cuidado	de	José,	porque	el	Señor	estaba	con	José	y	prosperaba	todo	lo
que	él	hacía.”	Génesis	39:21-23
No	intentes	probar	tu	inocencia,	el	señor	Jesús	es	tu	abogado,	y	no	existe	otro
más	capacitado.	Él	sabe	mejor	que	nadie	lo	que	significa	injusticia;	Él	te
entiende	y	tiene	placer	en	defender	a	Sus	escogidos,	dobla	tus	rodillas	y
fortalécete	en	el	Señor,	pues	Él	es	nuestro	justo	Juez.
“¡Lejos	sea	de	ti	hacer	morir	al	justo	con	el	impío,	y	tratar	al	justo	como	al
impío!	¡Jamás	hagas	tal	cosa!	¿Acaso	el	Juez	de	toda	la	tierra	no	debe	hacer	lo
que	es	justo?”	Génesis	18:25
¿Ahora	entiendes	la	importancia	del	nuevo	nacimiento?	¿Como	soportará	los
desiertos,	tribulaciones	e	injusticas,	que	todo	hombre	y	mujer	de	Dios	tiene	que
enfrentar,	una	persona	que	no	es	bautizada	con	el	Espíritu	Santo?
	
CAPITULO	2
Verdadero	Llamado
	
“¿Cómo	saber	si	eso	es	lo	que	quiero?,	porque	es	una	decisión	muy	seria,	a	veces
siento	un	gran	deseo	de	servir	a	Dios,	pero	otras	no	estoy	muy	segura.”
Si	estos	han	sido	tus	pensamientos,	tienes	que	comprobar	cuáles	son	tus
verdaderos	deseos,	lo	que	te	hace	sentir	feliz	y	plena.
Si	eres	una	persona	que	tiene	planes	personales	para	el	futuro,	quieres	tener	tu
profesión,	crecer	económicamente,	viajar,	poseer	bienes	materiales,	entonces	el
altar	no	es	tu	objetivo.
Si	extrañas	la	vida	que	tenías	antes	de	estar	en	la	iglesia,	o	sea,	extrañas	al
mundo,	esta	es	otra	señal	de	que	no	estás	preparada.
Mi	familia	siempre	iba	de	vacaciones	y	salían	los	domingos,	así	crecí,	pero
cuando	fui	levantada	a	obrera,	mi	placer	era	estar	en	la	iglesia,	hacer	las	cosas	de
Dios,	los	paseos	ya	no	me	importaban,	ir	de	vacaciones	a	lugares	bonitos	ya	no
me	traía	la	más	mínima	emoción,	no	podía	permanecer	lejos	de	la	iglesia,	ni
siquiera	podía	pensar	en	faltar	un	domingo.
El	llamado	de	Dios	es	así,	no	tienes	ningún	placer	en	nada	más	allá	afuera,	tu
único	deseo	es	servirlo.
Tengo	un	total	de	diecisiete	años	sirviendo	a	Dios,	dos	años	en	el	atrio	como
obrera	y	quince	en	el	Altar,	y	no	recuerdo	un	solo	día	en	que	haya	echado	de
menos	la	vida	que	tenía	antes	de	servir	a	Dios.	Ahora	no	tengo	vacaciones	ni
vida	propia	pero,	¿qué	importa	todo	eso	si	tengo	el	privilegio	de	servir?
Una	cosa	es	cierta,	si	la	persona	no	tiene	un	llamado	al	Altar,	ella	puede	querer
entrar	en	la	obra	de	Dios,	pero	no	dará	frutos	espirituales	y	va	a	generar	hijos	de
la	carne.	Por	lo	contrario,	los	que	Dios	llama	pero	se	resisten	a	su	llamado
pueden	tratar	de	ser	felices	haciendo	otras	cosas,	pero	nada	va	a	funcionar,	pues
¿quién	podrá	huir	de	Dios?
Quién	es	llamado	para	el	Altar,	no	se	imagina	haciendo	otra	cosa	más	que	servir
a	Dios.
Mira	bien	si	el	Altar	es	el	mayor	deseo	de	tu	vida	o	si	el	mundo	aún	te	atrae	y
seduce.
“Si	alguno	me	sirve,	sígame;	y	donde	yo	estuviere,	allí	también	estará	mi
servidor.	Si	alguno	me	sirviere,	mi	Padre	le	honrará.”	Juan	12:26
	
Amigas	para	siempre
Cuando	llegué	a	la	iglesia,	tenía	muchas	amigan	en	la	escuela,	otras	que	vivían
cerca	de	casa	y	otras	dela	infancia.	Con	el	pasar	del	tiempo	me	di	cuenta	que
nuestros	pensamientos	se	volvieron	muy	diferentes,	mis	deseos	ya	no	eran	los
mismos	que	los	de	ellas.	Nuestras	charlas	ya	no	estaban	de	acuerdo	con	mi	fe,
los	deseos	tampoco	y	mucho	menos	los	planes	para	el	futuro.	Lo	que	yo	decía	no
les	interesaba	y	lo	mismo	sucedía	cuando	ellas	me	hablaban.
Yo	las	quería,	pero	había	algo	diferente,	no	lograba	tener	placer	en	hacer	lo	que
hacíamos	siempre.	Pasar	horas	juntas	ya	no	me	gustaba,	y	salir	a	pasear	un
domingo	en	lugar	de	ir	a	la	iglesia,	¡ni	pensarlo!
Debido	a	esto,	tuve	que	tomar	una	decisión.	Continuaba	teniéndolas	como	mis
mejores	amigas,	haciendo	de	todo	para	agradarlas	o	elegía	agradar	a	mi	Dios	y
empezaba	a	relacionarme	con	personas	de	mi	misma	fe.
Fue	así	que	comencé	a	buscar	en	la	iglesia	nuevas	amistades.	Como	quería	ser
obrera,	me	juntaba	con	las	chicas	del	grupo	de	evangelización	e	intentaba
aprender	todo	lo	que	podía,	para	crecer	espiritualmente,	ya	que	ellas	también
querían	servir	a	Dios.	Por	este	motivo,	podíamos	compartir	nuestros	sueños,
nuestra	fe,	hablar	de	temas	espirituales	que	nos	edificaban,	y	ayudarnos	unas	a
otras.
Hay	momentos	en	que	tienes	el	deseo	de	servir	al	Señor	o	de	ser	una	mujer	de
Dios,	pero	te	juntas	con	personas	que	no	tienen	la	misma	visión,	y	que	incluso	te
critican,	te	hacen	dudar,	te	incentivan	a	hacer	las	cosas	mal;	es	decir,	ellas	no
suman	nada	a	tu	vida	espiritual.	Así	continuas	dividida	y	tal	vez	bajo	la
influencia	de	una	persona	que	no	cree	en	tu	Dios,	que	no	comparte	tu	fe	y	cuyo
pensamiento	está	en	la	cosas	de	este	mundo.
Elige	tus	amistades	con	sabiduría.	Ellas	son	hermosas	cuando	nos	bendicen,	y	no
cuando	nos	destruyen.
Aun	dentro	de	la	iglesia,	observa	quienes	son	tus	amigas	realmente,	pues
infelizmente	adentro	de	la	propia	iglesia	existen	personas	que	son	una	mala
influencia,	ya	que	no	son	espirituales	y	contaminan	a	aquellos	que	de	verdad
quieren	servir	y	agradar	a	Dios.
“¡Ay,	gente	adúltera!	¿No	saben	que	la	amistad	con	el	mundo	es	enemistad	con
Dios?	Todo	aquel	que	quiera	ser	amigo	del	mundo,	se	declara	enemigo	de	Dios”.
Santiago	4:4
	
Remando	contra	la	corriente
Cuando	Dios	me	eligió	para	servirlo	en	el	Altar,	yo	era	joven	e	inexperta,	pero
estaba	segura	de	una	cosa:	Dios	estaba	conmigo,	quería	ganar	almas	y	ser	usada
por	Él.	En	aquel	momento	mi	corazón	se	alegró	mucho,	pues	el	deseo	de	servirlo
era	mi	prioridad.
	
Para	mi	familia	fue	una	sorpresa,	ellos	nos	esperaban	tal	noticia,	es	más,	creo
que	nunca	imaginaron	esa	posibilidad.	Recuerdo	que	en	esa	época	nadie	me
apoyó.	Mis	padres	y	mi	hermana	no	podían	concebir	la	idea	de	que	me	fuera	a
un	lugar	lejano,	distanciándome	de	ellos;	cosa	que	finalmente	sucedió.
La	única	palabra	que	me	hubiese	gustado	recibir	en	ese	momento	eran:	“Ve	con
Dios,	mi	hija,	te	doy	mi	bendición”.	Sin	embargo,	todo	el	tiempo	escuche:	“No
te	vayas,	quédate	con	nosotros”.	Entiendo	que	era	por	amor,	porque	siempre
fuimos	muy	apegados,	pero	en	ese	momento	lo	que	necesitaba	era	el	apoyo	y	la
aprobación	de	mi	familia,	para	que	mi	alegría	fuese	completa.
Después	de	muchas	lágrimas,	se	dieron	cuenta	que	mi	decisión	estaba	tomada	y
no	había	vuelta	a	atrás.	No	dude	siquiera	por	un	minuto,	iría	a	donde	Dios	me
mandase.	Con	el	pasar	del	tiempo,	ellos	comprendieron	mi	elección,	gracias	a
Dios.
Existen	momentos	en	nuestra	vida,	que	debemos	tomar	una	decisión.	Y
generalmente	esta	elección	estará	relacionada	a	nuestros	sentimientos,	por
ejemplo,	con	la	familia,	les	aseguro	que	la	batalla	interior	es	dolorosa.	Nunca	es
fácil	cuando	debemos	elegir	entre	cosas	que	amamos.	Pero	cuando	Dios	es	el
primero	en	nuestra	vida,	sabemos	qué	hacer	y	Él	nos	da	la	fuerza	necesaria	para
seguir,	nos	envuelve	con	su	gran	amor	que	llena	cualquier	necesidad	de	nuestra
alma.
Es	mucho	más	fácil	actuar	cuando	todo	esta	a	nuestro	favor,	cuanto	todos	de
apoyan,	te	comprenden,	¿pero	cuando	no	hay	nadie	de	tu	lado?
¿Sigues	firme	en	tu	fe,	en	tu	llamado,	o	dudas?	¿Actúas	y	sigues	adelante	o
retrocedes?
Cuando	estamos	seguros	de	nuestra	fe,	de	nuestro	llamado,	seguimos	la	voz	de
Dios,	aunque	el	mundo	esté	en	contra	y	no	acepten	nuestra	decisión,	no	importa,
porque	el	llamado	de	Dios	es	tan	fuerte	que	mueve	toda	nuestra	vida	en	función
de	servirlo.
La	joven	que	tiene	un	vínculo	muy	fuerte	con	sus	padres	y	no	consigue
independizarse,	nunca	tendrá	el	coraje	de	dejar	a	su	familia	para	servir	a	Dios.
Tengo	una	amiga	que	siempre	fue	muy	apegada	a	sus	padres	y	a	su	familia;	es	la
única	mujer.	Los	padres	la	educaron	e	incentivaron	para	que	tenga	una	carrera,
una	profesión;	esta	era	su	meta,	su	sueño.	Hasta	que	la	familia	llegó	a	la	iglesia	y
ella	tuvo	un	encuentro	con	Dios.
A	partir	de	ahí	todo	cambió,	su	sueño	pasó	a	ser	el	Altar	y	su	meta	ganar	almas
para	Dios.	Los	conflictos	con	su	familia	fueron	inevitables,	y	todo	empeoró
cuando	siguió	el	llamado	de	Dios	y	decidió	servirlo	en	el	Altar.
Sus	padres	abandonaron	la	iglesia,	ella	igual	permaneció	sola	en	la	fe.	La	familia
no	fue	a	su	casamiento;	el	día	que	uno	sueña	que	sea	de	los	más	lindos	en	la
vida,	llegando	al	altar	del	brazo	del	padre	y	que	la	madre	la	ayude	con	el	vestido,
ella	lo	vivió	sola.	Pero	el	amor	que	ella	tenía	por	Dios	y	por	las	almas	no	le
permitió	mirar	para	atrás.	Ella	siguió	firme,	y	su	vida	continuó	en	el	Altar	de
Dios,	sin	vacilar	en	ningún	momento,	porque	sabía	que	la	familia	no	podría	darle
lo	que	Dios	le	daba.	Ella	los	amaba,	pero	Dios	estaba	en	primer	lugar.
Los	años	pasaron	y	Dios	fue	fiel	con	ella,	convirtiendo	a	sus	padres	y	haciendo
de	ellos	personas	de	Dios,	los	cuales	hoy	están	felices	de	que	ella	este	sirviendo
a	Dios	en	el	Altar.	Si	nos	mantenemos	fieles	a	Su	llamado,	el	también	será	fiel
para	con	los	que	lo	sirven.
Ten	en	cuenta	que	el	llamado	de	Dios	es	algo	íntimo	y	personal,	este	es	dirigido
hacia	ti	y	no	a	tu	familia;	debido	a	esto	es	natural	que	la	misma	no	lo	comprenda,
no	te	apoye	y	tenga	otros	planes	para	ti.	En	este	momento	toma	protagonismo	la
fe	y	el	coraje:	tienes	la	convicción	de	que	Dios	va	cuidar	de	todo	y	no	tienes
miedo,	porque	estás	segura	de	que	eres	una	elegida.
Piensen	en	esto,	amigas	lectoras,	no	siempre	la	corriente	estará	a	favor,	pero
todas	tendrán	que	tener	coraje	para	remar	contra	la	corriente.
“Cualquiera	que,	por	causa	de	mi	nombre,	haya	dejado	casas,	hermanos,	
hermanas,	padre,	madre,	mujer,	hijos,	o	tierras,	recibirá	cien	veces	más,	y	
también	heredará	la	vida	eterna”		Mateo	19:29
	
New	York,	Milán,	Paris
A	todas	las	mujeres	nos	gusta	arreglarnos,	estar	lindas	y	a	la	moda.
No	podemos	negar	que	el	mundo	nos	motiva	a	eso	y	que	la	apariencia	cuenta
mucho	en	los	días	de	hoy,	tal	vez	más	que	el	talento	o	la	capacidad	de	las
personas.
Esta	es	la	sociedad	en	la	que	vivimos,	donde	las	personas	valen	más	por	lo	que
aparentan	que	por	lo	que	son;	y	es	a	partir	de	esto	que	muchos	se	perdieron,
como	es	el	caso	de	jóvenes	que	ponen	su	salud	en	riesgo	con	dietas	estrictas,	al
punto	de	llegar	a	la	desnutrición.	Una	sociedad	donde	la	competencia	por	ser	la
más	linda,	la	mejor	vestida,	la	más	fashion,	vale	cualquier	precio;	llevando	a
muchas	personas	a	un	profundo	estado	de	depresión.
En	la	televisión,	en	las	revistas,	en	los	diarios…nunca	se	habló	tanto	de	moda,
dietas,	cirugías	plásticas	como	en	la	actualidad.
Incluso	podríamos	afirmar	que	es	una	epidemia;	son	cientos	de	productos	de
belleza,	cremas,	marcas,	locales.	El	mercado	tiene	una	amplia	variedad	para
elegir.	No	es	que	sea	malo	el	hecho	de	que	la	mujer	quiera	estar	bien	físicamente
y	cuidarse,	el	problema	está	en	el	desequilibrio,	en	la	obsesión.
La	joven	que	tiene	el	sueño	de	ser	esposa	de	un	pastor	debe	saber	que	sus
prioridades	no	son	estas.	Ella	debe	tener	la	conciencia	de	que	renunció	a	todo	y
no	puede	depender	o	vivir	en	función	de	sí	misma.
Puede	pasar	que	a	tu	marido	lo	envíen	a	predicar	la	Palabra	de	Dios	a	un	lugar
más	pobre,	en	el	cual	no	tendrás	la	condición	para	comprar	ropas	siempre,	ni
mucho	menos	ropas	de	marca.	Entonces	si	estás	muy	obsesionada	con	la	moda,tu	corazón	se	va	a	entristecer.
Ver	vidrieras	con	cosas	lindas,	con	cosas	que	tal	vez	antes	de	entrar	en	la	Obra
tendrías	condición	de	comprar,	pero	que	ahora	no	puedes.	Esto	puede	provocar
un	cierto	vacío	e	insatisfacción	al	punto	de	generar	dentro	de	ella	un	enojo	y
frustración.
Claro	que	esto	sucede	cuando	la	persona	no	está	mirando	para	las	almas,	sino
para	su	propia	vida.
Entonces,	es	bueno	que	sepas	que,	si	quieres	servir	a	Dios	en	el	Altar,	no	podrás
estar	siempre	a	la	moda,	ni	comprando	cosas.	Tal	vez	no	puedas	pagar	un
gimnasio	todos	los	meses,	mucho	menos	hacerte	una	cirugía	plástica.	Pero	serás
una	mujer	muy	linda	e	interesante	si	te	preocupas	más	con	tu	interior	que	con	tu
propio	cuerpo;	buscando	siempre	cuidar	tu	comunión	con	Dios,	pues	la	más
linda	para	Él	es	aquella	que	se	preocupa	con	su	interior	y	busca	agradarlo	en
todo,	esforzándose	por	exhalar	el	perfume	de	Jesús.
Ya	debes	haber	visto	que	existen	mujeres	que	no	son	muy	lindas,	pero	que	tienen
éxito	en	su	matrimonio,	sus	maridos	las	aman	mucho,	mientras	que	hay	otras	que
son	lindas	y	maravillosas	pero	que	no	pueden	ser	felices	en	la	vida	sentimental;
no	pueden	afianzar	una	relación.	Es	por	esto	que	les	digo	que	la	apariencia	no	es
todo.
No	me	mal	interpreten,	con	esto	no	quiero	decir	que	no	debes	higienizarte
correctamente,	hacer	una	dieta	si	fuese	necesario,	andar	mal	vestida,	comer
cualquier	cosa	y	no	hacer	ejercicios	físicos.	¡No!	Nuestra	obligación	es	cuidar
nuestro	cuerpo	y	nuestra	salud,	porque	somos	templo	del	Espíritu	Santo.	Lo	que
quiero	decir	es	que	no	puedes	vivir	en	función	de	la	moda,	querer	todo,	no	pagar
tus	compromisos	por	comprar	una	ropa	cara	y	de	marca.
La	vanidad	hace	parte	de	la	mujer,	pero	aquella	que	es	de	Dios	es	equilibrada	y
no	vive	basada	en	su	apariencia.
Cuando	somos	extremadamente	vanidosas	y	preocupadas	con	la	apariencia,	nos
volvemos	obsesivas,	y	la	belleza	física	toma	más	importancia	que	la	espiritual.
¿Ya	viste	un	frasco	de	perfume	tan	lindo	que	sólo	de	mirarlo	dan	ganar	de
comprarlo,	pero	que	al	sentir	la	fragancia	desistes	automáticamente?
Es	así,	amiga	lectora,	debes	ser	linda	por	fuera	pero	tu	mayor	belleza	debe	ser	la
que	posees	dentro.	La	verdadera	esencia	de	la	mujer	está	en	tu	interior.
“Engañosa	es	la	gracia,	y	vana	la	hermosura;La	mujer	que	teme	al	Señor,	ésa
será	alabada.	Proverbios	31:30
	
CAPITULO	3
Pasión	por	las	almas
	
Normalmente,	cuando	llegamos	a	la	iglesia,	sólo	pensamos	en	nosotras	mismas,
en	resolver	nuestros	problemas;	somos	incapaces	de	percibir	el	sufrimiento	de
las	demás	personas.
Después	de	nuestro	encuentro	con	Dios,	nos	damos	cuenta	de	cuán	preciosa	es	la
salvación	de	nuestra	alma,	nace	un	deseo	dentro	nuestro	de	que	todas	las
personas	alcancen	la	vida	eterna.	Que	puedan	tener	la	salvación	y	conocer	el
amor,	perdón	y	misericordia	de	nuestro	Salvador,	el	Señor	Jesús,	el	cual	nos
rescató	pagando	un	precio	muy	alto	por	la	salvación	de	nuestra	alma.	Por	este
motivo	anunciar	lo	más	precioso	que	tenemos	pasa	a	ser	parte	de	nuestro	día	a
día.
No	importa	si	al	ir	a	evangelizar	nos	cierran	la	puerta	en	la	cara,	si	nos	reciben
mal	y	nos	critican,	si	no	sabemos	expresarnos	correctamente;	lo	que	importa	es
que	Dios	pueda	contar	con	nosotras.
La	persona	que	sirve	a	Dios	en	el	altar	se	da	totalmente	por	el	pueblo,	ella	se
niega	a	ver	la	vida	de	la	gente	en	ruinas,	su	alma	perdida	y	lejos	de	la	salvación.
De	nada	sirve	que	te	guste	estar	en	la	iglesia,	ayudando	en	las	reuniones	si	no
tienes	un	inmenso	amor	por	las	almas,	porque	terminarás	haciendo	la	Obra	de
Dios	mecánicamente.	Este	es	el	propósito	principal	de	servir	en	el	altar,	el
cuidado	de	la	gente,	la	constante	oración	y	ayuno	en	favor	de	los	demás.	Es
olvidarse	de	sí	misma	y	darse	por	el	pueblo.
Analiza	tu	corazón	y	ve	si	realmente	sientes	ese	deseo	de	ayudar	a	quiénes
sufren	y	están	lejos	del	Reino	de	Dios,	si	tienes	esta	sed	de	ganar	almas.
¿Con	qué	frecuencia	hablas	de	Jesús?	¿Cuándo	te	sientas	con	una	persona	en	la
iglesia	para	atenderla	y	ayudarla	espiritualmente?
¿Con	qué	frecuencia	haces	un	propósito	por	el	pueblo	sin	pensar	en	tus	propias
necesidades?
¿Qué	tipo	de	obrera	has	sido,	la	que	está	en	el	salón	bien	bonita	y	al	terminar	la
reunión	sale	corriendo	para	irse	a	casa	o	para	hablar	con	las	amigas,	o	en	cambio
eres	la	última	en	abandonar	el	salón,	siempre	en	busca	de	alguien	a	quien	puedas
ayudar?
Para	las	elegidas	para	el	altar,	su	foco	son	las	almas,	pues	quien	es	salva,	sin
duda,	desea	salvar.
"Él	le	preguntó	por	segunda	vez:	Simón,	hijo	de	Juan,	¿me	amas?	Él	respondió:
Sí,	Señor,	tú	sabes	que	te	amo.	Jesús	le	dijo:	Apacienta	mis	ovejas"	Juan	21:16.
	
Yo	también	necesito
Todas	nosotras	pasamos	luchas	y	tenemos	problemas,	de	otra	manera	no
podríamos	entender	el	sufrimiento	de	las	personas	y	así	nuestra	fe	se	atrofiaría.
Pero	¿cómo	se	puede	interceder	por	el	pueblo	dejando	a	un	lado	nuestras
preocupaciones?	¿Cómo	pensar	en	las	personas	si	tienes	tus	propias
necesidades?
Cuando	nuestro	corazón	y	nuestra	vida	están	por	completo	en	el	Altar,	Dios
suple	todas	nuestras	necesidades;	Él	cuida	de	cada	detalle	en	nuestra	vida.
Si	nos	enfocamos	en	nuestra	vida,	¿quién	va	a	interceder	por	el	pueblo?	Nosotras
fuimos	elegidas	para	vivir	en	función	de	los	demás,	por	eso	no	debemos
preocuparnos	con	nuestro	futuro,	nuestros	sueños;	todo	está	en	las	manos	de
Dios.
¿Crees	que	Él	actuaría	injustamente,	dejándote	desamparada,	mientras	que	tú
cuidas	de	Su	pueblo	con	tanto	amor?	Cada	oración,	cada	ayuno	a	favor	de	las
personas,	¿Dios	no	lo	considera?
Puedes	estar	segura	que	sí,	y	Él	te	librará	de	todas	las	aflicciones.	Por	cada
clamor	que	haces	por	la	familia	del	pueblo,	Dios	bendice	a	tu	familia;	cada	vez
que	dejas	tus	problemas	y	oras	por	las	angustias	del	pueblo,	Él	te	fortalece;	las
veces	que	intercedes	por	los	enfermos,	Dios	te	da	salud.	Si	toda	tu	vida	le
pertenece	a	Él,	no	te	preocupes	con	nada,	todo	esta	bajo	Su	control	soberano.
En	este	momento	se	me	viene	a	la	mente	el	ejemplo	de	Ester,	que	arriesgó	su
propia	vida	en	favor	del	pueblo	de	Israel.	Estaban	preparando	una	trampa	contra
los	judíos	y	Dios	precisaba	entrar	en	acción.	¿Con	quien	podía	contar?
Necesitaba	a	alguien	que	este	dispuesto	a	interceder	por	Su	pueblo,	y	Ester	con
su	fe	admirable	y	sin	miedos,	era	el	único	eslabón	entre	el	rey	y	el	pueblo	de
Israel.
Siguiendo	la	dirección	de	Dios	salvó	al	pueblo	de	una	muerte	segura,	poniendo
su	vida	en	riesgo	cuando	faltó	al	protocolo	de	la	corte,	presentándose	delante	del
rey	sin	ser	llamada.	Su	frase	mas	célebre	“Si	perezco,	que	perezca”,	hizo	de	esta
mujer	una	heroína.
Dios	usó	a	Ester	para	cumplir	con	su	plan	de	salvación.	Como	reina	era	la	única
persona	que	podía	usar	para	salvar	al	pueblo	de	Israel	del	exterminio.	Ella	no
pensó	en	sí	misma	y	de	esta	manera	Dios	cuidó	de	cada	detalle.
Quien	lucha	por	el	pueblo	de	Dios	cuenta	con	Su	protección	y	Su	amparo.
“Ve	y	reúne	a	todos	los	judíos	que	se	hallan	en	Susa,	y	ayunad	por	mí,	y	no
comáis	ni	bebáis	en	tres	días,	noche	y	día;	yo	también	con	mis	doncellas	ayunaré
igualmente,	y	entonces	entraré	a	ver	al	rey,	aunque	no	sea	conforme	a	la	ley;	y	si
perezco,	que	perezca”.	Ester	4:16
	
Marta,	Marta
La	esposa	del	pastor	nunca	debe	perder	el	foco.	Son	muchas	las	personas	que
empiezan	con	total	dedicación	hacia	las	almas,	atendiendo	a	las	personas	en	la
iglesia,	pero	debido	a	las	responsabilidades	adquiridas	en	la	obra,	como	por
ejemplo	cuidar	de	la	oficina	de	la	iglesia	u	otras	cosas	referentes	a	la	propia	obra,
abandonan	de	a	poco	esta	parte	tan	importante,	que	es	cuidar	del	pueblo	de	Dios.
Algunos	años	atrás	una	esposa	me	dijo	que	se	sentía	inútil	en	la	obra	de	Dios;
como	no	tenía	una	responsabilidad	determinada	creía	que	no	estaba	haciendo
nada.
Aunque	nadie	te	de	una	responsabilidad	en	la	oficina	o	para	cuidar	algo	en	la
iglesia,	la	mujer	de	Dios	nunca	será	una	inútil.	Ella	fue	llamada	para	ganar	almas
y	eso	es	algo	que	nadie	le	puede	impedir	que	haga.	Puede	evangelizar,	atender	al
pueblo,	ayudar	con	las	cosas	para	la	reunión,	limpiarla	iglesia;	en	fin,	colaborar
con	algo	que	permita	que	la	obra	de	Dios	avance.
Me	acuerdo	que	cuando	fui	levantada	a	obrera,	en	mi	iglesia	había	cerca	de	130
obreros.	Consecuentemente	ya	había	una	responsable	para	la	escuelita	bíblica,
una	responsable	de	Santa	Cena,	otra	por	el	cuidado	del	Altar;	es	decir,	no	había
una	responsabilidad	que	el	pastor	pudiese	darme.	Sin	embargo,	ponía	una	mesita
delante	del	Altar	y	atendía	a	las	mujeres	antes	de	la	reunión.	¿Quieres	una
responsabilidad	mayor	que	cuidar	del	pueblo	de	Dios?	No	existe.
¡Imagínense	si	me	quedase	en	un	rincón	llorando	porque	no	era	responsable	por
nada	en	la	iglesia!	Mil	veces	no,	yo	tenía	la	responsabilidad	que	Dios	me	había
dado	cuando	me	eligió,	que	era	cuidar	de	Su	rebaño.
Marta	estaba	así,	preocupada	por	hacer,	hacer,	hacer…	y	el	Señor	Jesús	quería
solo	un	poco	de	su	atención.
¿Cómo	es	posible	que	alguien	pueda	sentirse	inútil	habiendo	tantas	cosas	para
hacer?	El	problema	es	que	la	persona	piensa	que	sólo	es	usada	cuando	alguien
determina	las	tareas	que	ella	debe	realizar;	en	realidad	todas	pueden	ser	muy
usadas	por	Dios,	basta	colocarse	a	Su	entera	disposición.
Cuando	seguimos	el	llamado	de	Dios	para	el	Altar,	todo	se	trata	de	ganar	almas,
nuestros	pensamientos,	nuestras	conversaciones,	nuestras	metas;	incluso	cuando
nos	preguntan	por	qué	elegimos	el	Altar,	nuestra	respuesta	siempre	debe	ser
“porque	quiero	ganar	almas”;	es	el	primer	amor.	Por	eso	debemos	tener	mucho
cuidado	y	celo,	para	que	este	primer	amor	no	pierda	su	lugar	y	termine	siendo
algo	secundario.	Aún	con	las	responsabilidades	que	puedas	tener	en	la	obra	de
Dios,	nunca	desvíes	tus	pensamientos	de	las	almas,	y	si	no	tienes	ninguna
responsabilidad,	dedícate	a	cuidar	las	almas,	en	la	fe	del	primer	amor.
“A	ti,	pues,	hijo	de	hombre,	te	he	puesto	por	atalaya	a	la	casa	de	Israel,	y	oirás	la
palabra	de	mi	boca,	y	los	amonestarás	de	mi	parte”.	Ezequiel	33:7
	
CAPITULO	4
Me	gusta	el	pastor	auxiliar
	
Eso	sucede	a	menudo,	la	obrera	se	enamora	del	pastor	auxiliar	y	quiere	casarse
con	él	de	cualquier	manera.
Pero	existe	un	pequeño	problema,	no	tiene	un	llamado	para	el	altar,	pero	no	está
pensando	en	eso,	ella	ahora	quiere	estar	con	la	persona	que	ama,	sin	preocuparse
por	nada	más.
Casarse	con	un	pastor	no	es	lo	mismo	que	casarse	con	un	abogado	o	un	maestro.
El	hombre	de	Dios	necesita	una	mujer	de	Dios	a	su	lado,	que	también	tenga	el
llamado	de	Dios	para	el	altar	y	que	esté	dispuesta	a	renunciar	a	su	propia	vida.
De	lo	contrario,	ella	no	puede	ser	feliz,	ni	tampoco	hacerlo	feliz,	pues	aunque	lo
ame,	estará	en	un	ambiente	extraño	para	ella	y	acabará	frustrada	en	la	obra	de
Dios.
El	pastor	piensa	en	la	obra	de	Dios,	en	cómo	ayudar	a	la	gente,	qué	más	puede
hacer	por	el	pueblo.	Si	ella	no	tiene	la	misma	visión,	va	a	pensar	en	sus	propios
placeres,	en	salir,	distraerse,	en	ocupar	el	tiempo	con	sus	amigas,	porque	en
realidad,	no	siente	placer	en	las	cosas	de	Dios	y	la	obra	se	vuelve	para	ella	una
carga,	algo	aburrido.	Esto	se	debe	a	que	ella	fue	para	el	Altar	por	amor	al
hombre,	al	pastor	que	es	el	marido	de	ella,	y	no	por	amor	a	las	almas.	Debido	a
esto	ella	no	va	a	crecer	en	su	trabajo,	y	lo	que	es	peor,	por	ser	ambos	una	sola
carne,	el	pastor	tendrá	un	ministerio	desequilibrado	porque	su	otra	mitad,	aunque
físicamente	esté	en	el	Altar,	en	espíritu	y	en	verdad	no	estará.
Me	acuerdo	de	una	joven	que	se	casó	con	un	pastor;	al	principio	todo	indicaba
que	ella	reunía	las	cualidades	para	estar	en	el	Altar.	El	tiempo	pasó,	y	entre	los
dos	apareció	un	abismo.	Él	por	un	lado,	en	el	Altar,	ayudando	a	las	personas
sufridas;	ella	por	otro,	cultivando	amistades	en	el	mundo,	en	las	páginas	de
internet,	buscando	una	vida	social.	Quería	diversión,	el	mundo	a	sus	ojos	brillaba
de	tal	manera	que	decidió	dejar	a	su	marido	y	fue	a	“disfrutar”	la	vida.	Lo	más
triste	de	esto	es	que	durante	los	años	que	estuvo	al	lado	de	él,	la	obra	de	Dios	fue
perjudicada	y	ese	pastor	también.
Recuerde	que	1+1	es	2,	pero	1-1	es	0,	o	sea	nada;	así	también	es	el	hombre	de
Dios	con	la	mujer	que	tiene	a	su	lado.
Así	que,	sé	sincera.	Si	no	quieres	servir	en	el	Altar,	no	puedes	casarte	con	un
pastor,	pues	la	obra	de	Dios	no	se	puede	realizar	de	manera	forzada,	ella	es	de
máxima	responsabilidad.	No	sería	justo	destruir	el	ministerio	del	hombre	de	Dios
ni	mucho	menos	hacerle	creer	que	eres	la	persona	correcta	para	él,	su
complemento	para	seguir	adelante,	cuando	en	realidad	no	compartes	el	mismo
sueño	de	ganar	almas,	ni	tienes	el	menor	placer	en	servir	a	Dios.
Al	comienzo	todo	estará	bien	porque	estarás	apasionada,	lo	que	es
completamente	normal	en	el	mundo:	una	mujer	se	enamora	de	un	hombre.	Pero
presta	atención:	¡hombre	de	Dios!	¿Prestaste	atención?	Existe	un	complemento:
hombre	+	Dios,	es	un	hombre	diferente,	el	cual	vive	para	Dios.	Por	encima	del
amor	que	le	pueda	tener	a	su	esposa,	esta	el	amor	hacia	Dios,	Él	es	el	primero.
Así	como	en	el	mundo	el	hombre	y	la	mujer	se	complementan,	en	el	Altar
sucede	lo	mismo:	hombre	de	Dios	+	mujer	de	Dios,	se	unen	porque	aman	a	Dios
y	las	cosas	de	Él	por	encima	de	todo.
“Yo	sé	que	tú	amas	la	verdad	en	lo	íntimo;	en	lo	secreto	me	has	enseñado
sabiduría.”	Salmo	51:6
	
El	príncipe	se	convirtió	en	sapo
Todas	las	jóvenes	sueñan	con	su	príncipe	encantado,	para	vivir	felices	para
siempre,	pero	la	realidad	es	que	no	vivimos	en	un	cuento	de	hadas,	nosotras
vivimos	por	la	fe,	y	nuestra	felicidad	dependerá	de	la	decisión	que	tomemos.
Cuando	vas	a	una	tienda	a	comprar	un	vestido,	tienes	varias	opciones,	pero
siempre	hay	uno	que	te	llama	la	atención,	que	es	lindo	y	supera	a	los	otros	que
también	tienen	su	encanto.	Ese	será	el	primero	que	te	pruebes,	es	el	que	mas	te
llamo	la	atención.	Sin	embargo	el	corte	del	vestido	no	te	sentó	bien,	pero…es	tan
lindo,	¡podría	ver	una	forma	de	arreglarlo!	Al	mirarte	al	espejo	también	te	das
cuenta	que	no	tienes	ningún	zapato	que	combine	con	el	vestido.	¡Uy!	¡Sin	contar
que	también	te	faltan	los	accesorios!	Comprar	todos	esos	complementos	te	saldrá
caro.	A	raíz	de	eso,	comienzas	a	buscar	otro	vestido	que	combine	más	con	tu
cuerpo	y	con	los	accesorios	que	ya	tienes.
Así	debe	ser	la	elección	de	aquellas	que	quieren	servir	a	Dios,	tienes	que	elegir
la	persona	que	combine	con	tu	fe,	que	va	a	complementar	tu	deseo	de	hacer	la
obra	de	Dios	en	el	Altar.	Las	cualidades	de	Dios	que	tiene	la	persona	que	elijas,
combinarán	perfectamente	con	la	mujer	de	Dios	que	tú	eres.	Y	cuando	esto	no
sucede	puedes	estar	segura,	que	más	adelante,	pagarás	un	precio	muy	caro.	¡No
serás	feliz!
¿Quieres	servir	a	Dios	por	el	resto	de	tu	vida	y	estas	orando	para	que	Él	te
bendiga	con	la	persona	correcta?	Entonces	debes	estar	atenta	a	las	señales	más
pequeñas,	a	los	mínimos	detalles.
Dios	siempre	muestra,	de	alguna	manera,	si	estás	por	el	camino	correcto	o	si
estás	actuando	por	sentimientos	o	emociones	de	tu	corazón,	que	como	dicen	las
Escrituras	Sagradas	es	un	gran	engañador.
“Engañoso	es	el	corazón	más	que	todas	las	cosas,	y	perverso;	¿quién	lo
conocerá?”.	Jeremías	17:9
Muchas	jóvenes	escriben	preguntándome	sobre	el	tema	noviazgo,	y	su	duda	más
frecuente	es:	¿cómo	tener	la	certeza	de	que	es	o	no,	la	persona	que	Dios	preparó
para	mí?
El	Señor	Jesús	nos	mandó	a	que	estuviésemos	atentos,	y	viésemos	si	realmente
el	espíritu	de	la	persona	era	bueno,	pues	muchos	tienen	apariencia	de	espirituales
pero	con	el	pasar	del	tiempo	comprobamos	que	no	tenían	nada	de	Dios;	eran
carnales,	malvados	y	engañadores,	porque	nunca	tuvieron	un	encuentro	con
Dios.	Y	esto	sirve	para	ambas	partes,	sea	el	hombre	o	la	mujer.
“Amados,	no	creáis	a	todo	espíritu,	sino	probad	los	espíritus	si	son	de	Dios;
porque	muchos	falsos	profetas	han	salido	por	el	mundo”.	1	Juan	4:1
Una	vez	me	escribió	una	joven	que	deseaba	servir	a	Dios	en	el	Altar.	Estaba
interesada	en	un	pastor	auxiliar,	pero	me	confesó	que	tenía	algunas	dudas.	Él	no
era	totalmente	sincero	con	ella,	le	ocultada	algunas	informaciones	sobre	su	vida
personal,	como	por	ejemplo	la	edad,	y	esto	le	generó	inseguridad.	De	igual
manera	ella	gustabamucho	de	él,	por	eso	insistía	para	que	Dios	le	mostrara	si	era
la	persona	correcta.
Sé	sincera,	no	hay	peor	ciego	que	el	que	no	quiere	ver.	Ella	veía	claramente	que
él	no	le	convenía.	¿Cómo	una	persona	que	no	es	sincera,	que	omite
informaciones	básicas,	como	su	edad,	será	la	que	Dios	eligió	para	ti?	Ella
simplemente	estaba	perdiendo	el	tiempo,	orando	por	algo	que	Dios	ya	le	había
mostrado	claramente	que	no	iba	a	funcionar.	En	mi	opinión	esta	situación	no
precisaba	de	oración,	¡estaba	más	clara	que	la	nieve!
Por	otro	lado	vi	casos	en	que	la	joven	insiste	en	estar	de	novia	con	alguien	que
no	es	compatible	con	ella,	ya	sea	en	la	edad	o	nivel	espiritual;	a	pesar	de	ser
alertada	por	el	hombre	de	Dios,	el	cual	le	avisa	sobre	los	riesgos	de	que	esa
relación	no	funcione,	incluyendo	el	peligro	de	perder	su	fe;	la	pasión	no	permite
que	vea	la	situación	con	claridad	e	insiste	en	seguir	adelante.	Más	adelante,	sufre
y	se	arrepiente	amargamente	porque	no	oyó	la	voz	de	Dios.
Cuando	veas	algo	que	no	te	de	seguridad,	confianza	y	te	genere	dudas,	es
importante	que	entiendas	que	es	Dios	mostrándote	con	señales	que	esta	persona
no	es	para	ti.
También	existe	la	posibilidad	de	que	el	pretendiente	sea	un	gran	hombre	de	Dios,
tenga	todo	lo	que	un	día	soñaste,	pero	aun	así	no	lo	convierte	en	la	persona
indicada,	pues	hay	muchos	detalles	que	deben	analizarse	antes	de	dar	uno	de	las
pasos	más	importantes	de	tu	vida,	para	que	más	adelante	no	te	lleves	una
sorpresa.
Recuerdo	un	matrimonio	que	tenía	10	años	de	casados	y	servían	a	Dios	en	el
Altar.	Ella	era	una	mujer	de	Dios,	esforzada,	amaba	las	almas,	ayudaba	a	su
marido	en	todo	y	él	también	era	muy	trabajador.	Todo	indicaba	que	eran	felices;
ella	se	sentía	dichosa	y	realizada.	Un	determinado	día	el	marido	le	dijo	que
nunca	la	había	amado	y	que	no	quería	continuar	sirviendo	a	Dios	en	el	Altar.
Él	abandonó	a	la	obra	y	a	ella,	dejándole	el	corazón	lleno	de	sufrimiento,	sin	su
amor.	Lo	peor	de	todo	es	que	él	la	saco	del	lugar	que	era	mas	preciosa	para	ella	y
que	tanto	amaba:	el	Altar.
Querida	lectora,	si	quieres	el	Altar,	ten	mucho	cuidado	con	tus	elecciones;
observa	muy	bien	a	la	persona,	con	los	ojos	espirituales	más	que	con	los	físicos,
porque	no	siempre	lo	que	estos	ven	es	la	realidad,	como	el	refrán	dice	“no	todo
lo	que	brilla	es	oro”.
Pídele	al	Espíritu	Santo	que	te	guíe,	porque	si	de	verdad	tienes	el	llamado	de
Dios	para	el	Altar,	Él	es	el	mas	interesado	en	guiarte	hasta	la	elección	correcta.
Sólo	me	resta	una	pregunta:	¿Estás	dispuesta	a	escucharlo	aún	siendo	el	deseo	de
Dios	distinto	al	de	tu	corazón?
“Porque	todos	los	que	son	guiados	por	el	Espíritu	de	Dios,	éstos	son	hijos	de
Dios”.	Romanos	8:14
	
Esperando	en	Dios
Esperar	confiadamente	en	Dios	es	la	mejor	decisión	que	se	puede	tomar,	pero	a
veces	la	ansiedad	y	el	miedo	de	quedarse	sola	impiden	que	la	joven	alcance	su
bendición.
Vamos	a	meditar	en	la	historia	de	Rebeca,	para	ver	como	Dios	mueve	su	mano
para	bendecir	a	aquellos	que	esperan	en	Él.
El	siervo	de	Abraham	tenía	una	misión	complicada,	encontrar	una	esposa	para
Isaac,	un	joven	rico,	único	heredero	de	su	padre,	resultado	de	una	promesa	de
Dios.
Las	exigencias	eran	que	la	futura	esposa	debería	ser	una	mujer	de	la	misma	fe,
incluyendo	en	esto	cualidades	como:	trabajadora,	fuerte,	piadosa	y	con	un
corazón	dispuesto	a	servir.	Rebeca	era	una	mujer	soltera	encantadora	y	tenía
muchas	cualidades	que	llamaban	la	atención	de	Dios.
Ella	era	virgen,	se	mantenía	pura	esperando	al	hombre	que	Dios	le	había
preparado,	pero	eso	no	la	convertía	en	una	mujer	amargada,	ni	tampoco	andaba
llorando	por	los	rincones,	ni	insinuándoseles	a	los	hombres.	Al	contrario,	era
dedicada,	hospitalaria,	dispuesta	y	le	gustaba	servir	a	todos,	aún	a	los
desconocidos.
El	día	de	la	bendición	de	Rebeca	estaba	cerca,	sin	embargo	debía	pasar	por	una
prueba	de	fuego.	Ella	no	sabía	nada,	pero	su	actitud	haría	la	diferencia	y	llegaría
el	momento	de	cosechar	todo	lo	que	había	sembrado.
Llegando	el	criado	de	Abraham,	Eliezer,	avanzado	en	edad	y	cansado	del	largo
viaje,	le	pidió	agua	a	Rebeca,	que	como	siempre	llena	de	gracia	y	dispuesta,
enseguida	le	dio	agua	a	él	y	a	sus	camellos.	Esto,	una	vez	más,	reveló	el	corazón
de	sierva	que	poseía	y	con	esa	actitud	alcanzó	la	bendición.	Vea	el	detalle:	ella
no	lo	sirvió	con	doble	intención,	pues	no	sabía	quién	era	él	ni	el	propósito	por	el
cual	había	viajado	hasta	allá.	Lo	hizo	porque	tenía	la	seguridad	que	eso	venía	de
Dios	y	su	fe	la	guío	a	dejar	todo	e	ir	al	encuentro	de	su	prometido.	Sólo	me	resta
decir:	“Haz	lo	que	ella	hizo”.
¿Pensaste	que	quizás	tu	prometido	no	esté	en	la	misma	ciudad	que	la	tuya?	Tal
vez	la	persona	que	Dios	eligió	para	ti	viva	en	otra	provincia	o	incluso	en	otro
país.
Me	viene	a	la	memoria	una	esposa	de	pastor	que	tiene	una	historia	muy
interesante	y	se	parece	mucho	a	lo	que	estamos	analizando.	Ella	amaba	a	Dios	y
quería	servirlo	en	el	Altar,	pero	el	tiempo	pasaba	y	el	candidato	perfecto	para
realizar	su	sueño	no	aparecía.	Año	tras	año	permanecía	fiel	e	íntegra	en	la
presencia	de	Dios,	esperando	Su	respuesta	para	la	vida	sentimental.	En	otro	lugar
del	mundo	había	un	pastor	que	estaba	pasando	por	una	lucha	muy	grande,	su
esposa	había	muerto	y	él	estaba	solo	nuevamente,	en	el	Altar,	necesitando	una
esposa	de	Dios.	Ya	te	imaginas	lo	que	sucedió	¿no?	Dios	se	acordó	de	ella,	y
entonces	fueron	presentados	y	más	tarde	se	casaron.	Dejó	su	país,	su	familia,	y
hace	la	obra	de	Dios	al	lado	del	hombre	de	Dios	que	ella	supo	esperar.
¿Estás	desanimada	porque	no	ves	a	nadie	que	pueda	ser	tu	otra	mitad?	Confía	en
Dios,	pues	Él	hace	cosas	sorprendentes.
¿Pero	qué	estás	haciendo	para	alcanzar	tu	bendición	sentimental?
Analiza	tus	actitudes,	estas	marcarán	la	diferencia.	Vamos	a	meditar	en	las
siguientes	cosas:
•	¿Estás	buscando	un	marido	que	sea	de	Dios	actuando	como	una	mujer	del
mundo,	o	intentas	adquirir	cualidades	como	las	que	poseía	Receba	para	atraer
aun	hombre	de	Dios?
•	Nunca	llames	la	atención	exageradamente,	queriendo	seducir	con	la	mirada	o
exhibiendo	tu	cuerpo.	Se	discreta	y	llena	de	gracia.
•	Si	tu	corazón	está	ansioso	y	desesperado	es	probable	que	te	hayas	precipitado
tomando	actitudes	y	que	estés	equivocándote	constantemente.
•	Tal	vez	estés	preocupándote	mucho	con	la	belleza,	para	conseguir	un	marido,
pero	no	puedes	olvidarte	que	lo	más	importante	es	el	carácter,	la	comunión	con
Dios.	El	hombre	de	Dios	necesita	una	mujer	de	Dios	y	no	apenas	un	rostro
bonito.
•	Muchas	se	impacientan	al	ver	que	no	aparece	el	hombre	de	Dios	que	será	su
otra	mitad.	Se	desesperan	y	abandonan	su	sueño	de	servir	a	Dios	en	el	Altar
casándose	con	un	hombre	incrédulo.	Eso	sólo	traerá	infelicidad	y	sufrimiento
para	tu	vida.	Mucho	cuidado	a	la	hora	de	elegir.	Lo	mejor	es	dejar	que	Dios	elija
por	nosotras,	¿no	es	verdad?	El	nunca	falla.
•	Si	tu	sueño	es	servir	a	Dios	en	el	Altar,	entonces	cuida	de	su	pueblo,	ama	las
almas,	ten	intimidad	con	Dios	y	el	cuidará	de	ti.
•	Sé	sincera,	nunca	hagas	cosas	con	segundas	intenciones,	para	llamar	la
atención	o	recibir	algo	a	cambio.	Haz	las	cosas	de	verdad,	porque	tienes	un
corazón	dispuesto	a	servir;	recuerda	que	Dios	conoce	la	intención	de	nuestro
corazón.
Saber	esperar	es	el	camino	de	aquellos	que	depositan	su	confianza	en	Dios.	¿Te
acuerdas	que	mencioné	el	caso	de	la	esposa	que	salió	del	Altar	porque	el	marido
abandonó	a	la	obra	y	a	ella?	Quizás	te	preguntaste:	al	final,	¿qué	sucedió	con
ella?	Ella	siguió	firme	en	su	llamado,	sirviendo	con	excelencia	a	Dios	como
obrera;	cuidando	de	las	almas	y	esperando	en	Dios	a	un	siervo	verdadero,	que
tuviese	su	vida	en	el	Altar	y	el	mismo	amor	que	ella	tenía	por	las	almas.	Y	Dios
fue	fiel	con	ella,	puso	en	su	camino	un	gran	hombre	de	Dios;	y	hoy	hacen	juntos
los	que	más	aman,	que	es	servir	en	el	Altar.
El	secreto	de	cualquier	victoria	es	saber	esperar	en	Dios,	con	un	corazón	que
confíe	en	Él.	Dios	es	fiel,	puedes	estar	segura	de	que	Él	ya	vio	el	deseo	y	la
sinceridad	de	tu	corazón,	pues	eso	nos	afirma	la	Palabra	de	Dios.
“Mas	yo	al	Señor	miraré,	esperaréal	Dios	de	mi	salvación;	el	Dios	mío	me	oirá”
Miqueas	7:7
	
Desarrollando	habilidades
Cualquier	carrera	debe	ser	planeada.	En	la	medicina	por	ejemplo,	quien	quiera
ser	doctor	deberá	pasar	algunos	años	de	su	vida	preparándose.	Aun	así,	después
de	alcanzar	la	profesión	soñada,	continuará	estudiando,	ya	que	debido	a	los
avances	de	la	medicina	necesitará	actualizarse,	aprender	las	nuevas	técnicas,
para	estar	listo	ante	cualquier	necesidad.
En	la	obra	de	Dios	no	podía	ser	diferente,	todo	aquel	que	anhela	servirlo	debe
perfeccionarse	e	incluso	adquirir	habilidades	que	antes	no	poseía,	a	través	de	su
esfuerzo	y	empeño.
La	obra	es	realmente	una	escuela,	no	sólo	en	el	aspecto	espiritual,	sino	que
también	intelectual,	pues	por	las	adversidades	que	se	presentan	en	el	camino
aprendemos	a	hacer	cosas	que	jamás	imaginamos.
Con	el	pasar	del	tiempo	debemos	desarrollar	nuevas	habilidades,	esto	no	solo
nos	ayudará	a	nosotras	mismas	sino	que	también	contribuirá	con	la	obra	de	Dios.
Muchas	de	nosotras	tuvimos	que	aprender	a	usar	una	computadora,	arreglar
nuestro	cabello,	nuestras	uñas,	decorar	nuestra	casa,	aprender	a	manejar;	todo
esto	no	apenas	para	nuestro	beneficio	propio	sino	que	también	para	la	obra	de
Dios.
Siempre	escuchamos	jóvenes	obreras	diciendo:
-	¡Para	servir	a	Dios	estoy	lista	para	todo!
-	¡Soy	sierva!	Iré	a	donde	Dios	me	mande
-	¡Quiero	ser	usada	por	Dios,	quiero	que	gaste	mi	vida!
-	¡Por	el	Señor	soy	capaz	de	cualquier	cosa!
Estoy	segura	que	ya	debes	haber	dicho	u	oído	estas	frases.	Para	muchos	estas
son	palabras	vacías	y	para	otros	fueron	verdaderas	hasta	cierto	punto.
El	deseo	de	servir	a	Dios	es	colocado	dentro	nuestro	a	través	del	Espíritu	Santo	y
es	Él	quien	nos	capacita	para	hacer	Su	obra;	esto	representa	Su	50%.	Los	otros
50%	esperan	por	nosotras	y	para	esto	debemos	perfeccionarnos	y	adquirir
nuevas	habilidades.
Muchas	obreras	daban	su	vida	por	la	obra	de	Dios;	buscaban	a	las	personas	con
más	experiencia	para	aprender	algo	más	en	la	iglesia;	otras	fueron	prácticamente
las	que	auxiliaban	al	pastor,	hacían	reuniones,	casa	de	oración	y	así	iban
venciendo	sus	miedos	y	traumas.	Sin	embargo,	cuando	alcanzaron	el	deseado
puesto	de	esposa	de	pastor	todo	cambió.
Estas	son	sus	nuevas	frases:
-	¿Qué	yo	haga	reunión?	Soy	tímida	y	me	gustaría	que	respetasen	mi	manera	de
ser.
-	¿Cocinar	para	las	visitas?	¡De	ninguna	manera!	Soy	pésima	en	la	cocina.
-	¿Internet?	No	me	gusta!	No	se	usar	la	computadora,	eso	no	es	para	mí.
-	Hay	cosas	que	prefiero	pagar	para	que	las	hagan,	pues	con	certeza	las	harán
mejor	que	yo
Creo	que	es	muy	cómodo	decir	no	sé,	no	puedo,	no	consigo.	El	espíritu	de
comodidad	no	es	bueno,	depender	de	otras	personas	tampoco.
La	obra	de	Dios	creció	al	igual	que	todos	lo	que	es	de	Dios.	¿Por	qué,	entonces,
antes	teníamos	muchas	ganas	de	aprender,	de	superarnos	y	hoy	no?	¿Por	qué	hoy
no	podemos	aprender	una	nueva	lengua	en	favor	de	las	almas?
¿Por	qué	no	nos	esforzamos	por	ser	una	mejor	cocinera	y	ofrecer	lo	mejor	para
un	siervo	de	Dios	que	llega	a	nuestra	casa?	¿O	por	qué	no	aprender	a	manejar
para	ser	útil	cuando	necesiten	de	ti	o	para	no	depender	que	tu	marido	te	lleve	a
todas	partes?
¿Por	qué	no	enfrentar	a	la	computadora	para	facilitar	las	tareas	en	tu	iglesia?
¿Por	qué	no	aprender	a	arreglarte	las	uñas	y	el	cabello?	En	el	caso	de	que	no
tengas	condiciones	para	pagar,	tu	misma	sabrás	hacerlo.
Debemos	encontrar	el	momento	en	que	comenzamos	a	poner	tantos	límites	a	la
hora	de	servir	a	nuestro	amado	Dios.	Él	jamás	podrá	seguir	contando	con	alguien
que	se	paró	en	el	tiempo,	que	está	lleno	de	limitaciones	dentro	de	sí,	que	no
posee	fuerza	de	voluntad	para	superarse	por	amor	a	Él.
No	siempre	deberás	aprender	algo	que	quieras	o	te	agrade;	pero	si	la	necesidad
lo	exige,	disponte	para	ser	mas	útil	a	tu	Señor.
Dios	no	se	alegra	al	ver	a	sus	hijos	paralizados,	estancados,	pensando	que	ya
hicieron	más	que	suficiente,	que	ya	están	sirviendo	mucho,	que	aprendieron
demasiado.	¡No!	Servir	es	un	fuego	que	quema	constantemente	en	el	pecho	de
aquellos	que	se	predisponen,	este	fuego	consume	las	voluntades	propias,	el
querer	personal,	los	miedos	y	la	parte	humana	no	tiene	voz.
Existen	habilidades	que	nacen	dentro	tuyo,	y	otras	por	las	que	deberás	luchar
para	conquistar!
Algunos	consejos	para	desarrollar	habilidades:
-	No	tengas	miedo	de	aprender,	aunque	parezca	difícil,	si	te	dedicas	seguramente
lo	vas	a	conseguir
-	Nunca	pienses	que	no	vale	la	pena,	¿para	qué	aprender	a	cocinar	si	puedo
comprarlo	listo;	para	qué	manejar	si	puedo	tomar	un	colectivo;	para	qué
aprender	computación,	si	le	puedo	pedir	a	alguien	que	lo	haga?	¿Será	que	no
tienes	capacidad	para	hacer	nada?
-	No	pongas	obstáculos,	no	diga	no	soy	buena	para	esto,	no	tengo	tiempo,	no
hago	nada	bien.	Sé	positiva.
-	No	te	acomodes,	tal	vez	siempre	delegas	las	cosas	y	por	eso	no	tienes	interés	en
adquirir	nuevos	conocimientos.	Piensa	que	un	día	podrás	estar	sola,	sin	nadie
que	pueda	ayudarte.
-	No	seas	egoísta.	Piensa	en	cómo	vas	a	ayudar	a	tu	esposo,	a	la	iglesia	y	a	las
personas	que	te	rodean	con	nuevas	habilidades.
-	Sé	sensible,	date	cuenta	las	necesidades	que	te	rodean.	Podrás	ayudar	más	a	las
personas	si	tienes	más	habilidades.
-	No	te	desesperes,	no	quieras	aprender	todo	al	mismo	tiempo,	dedícate	a	una
cosa	a	la	vez.
“Todo	lo	puedo	en	Cristo	que	me	fortalece”	Filipenses	4:13
	
CAPITULO	5
Ser	antes	de	hacer
	
Ya	debes	haber	notado	que	existen	personas	que	dicen	determinadas	cosas	pero
que	sus	actitudes	muestras	exactamente	lo	contrario.	Así	también	sucede	con
personas	que	dicen	que	quieren	hacer	la	obra	de	Dios	en	el	altar,	pero	actúan
como	si	no	quisieran.
Vamos	a	ver	algunas	actitudes	que	demuestran	esto:
-	No	evangeliza.
-	Casi	no	va	a	la	iglesia.
-	Cuando	viene	a	la	reunión,	está	más	fuera	que	dentro.
-	No	atiende	al	pueblo.
-	No	se	involucra	en	nada	de	la	iglesia,	no	pertenece	a	ningún	grupo,	no	está
interesada	en	el	grupo	de	jóvenes,	no	le	interesa	la	EBI,	grupos	de	visitas	y	de
rescate,	no	quiere	responsabilidades	para	no	estar	atada	a	nada.
-	Cuando	tiene	tiempo	libre,	no	lo	da	para	Dios,	prefiere	salir	con	las	amigas,	o
hacer	cualquier	otra	cosa.
-	Está	siempre	en	la	luna,	no	sabe	lo	que	sucede	en	la	iglesia,	ni	participa	de	los
propósitos.
-	Busca	una	oportunidad	para	salir,	hacer	mandados	fuera	de	la	iglesia	para
escapar	de	la	reunión.
-	Sus	palabras	son	carnales	o	vanas,	nunca	habla	de	la	cosas	de	Dios,	pero	sabe
todo	de	moda,	cabello,	noticias,	vida	de	los	famosos,	películas,	etc.
En	resumen,	vemos	que	una	persona	que	tiene	este	comportamiento	no	está	lista
para	el	Altar.
Quien	tiene	el	deseo	de	servir	a	Dios,	actúa	como	si	ya	estuviera	haciendo	la
obra	de	Dios,	aunque	estudie	o	trabaje,	se	da	por	completo	cuando	viene	a	la
iglesia,	todo	su	tiempo	libre	lo	dedica	a	Dios,	quiere	hacer	todo	lo	que	sea
posible	para	ayudar.	Ella	brilla	en	la	reunión,	no	porque	quiere	aparecer,	sino	por
su	dedicación	y	amor	por	el	pueblo.
Todos	ven	que	ella	es	diferente,	en	realidad,	aunque	no	se	casó	con	un	pastor,	ya
forma	parte	del	Altar,	pues	ya	entregó	toda	su	vida.
“Procura	con	diligencia	presentarte	a	Dios	aprobado,	como	obrero	que	no	tiene
de	qué	avergonzarse,	que	usa	bien	la	palabra	de	verdad.”	2	Timoteo	2:15
	
Manos	a	la	obra
Muchas	jóvenes	son	excelentes	obreras,	dedicadas,	dispuestas,	siempre	están
listas	para	todo.	Pero	cuando	se	convierten	en	esposas	de	pastor,	cometen	el
triste	error	de	pensar	que	alcanzaron	una	posición	y	nos	necesitan	hacer	ciertos
trabajos	en	la	iglesia,	que	realizaban	con	mucho	amor	cuando	eran	obreras.
Debo	informarles	que	eso	no	es	así.
Servir	es	un	privilegio	y	a	partir	del	momento	que	dejas	de	hacerlo	también	dejas
de	ser	usada	por	el	Espíritu	Santo.
Es	evidente	que	hay	iglesia	que	tiene	una	gran	estructura,	con	muchos	obreros	y
auxiliares;	y	la	esposa	del	pastor	no	necesita	hacer	ciertos	trabajos,	pues	gracias
a	Dios,	al	haber	muchas	personas,	las	tareas	quedan	bien	divididas.
Pero	por	otro	lado	hay	lugares	menores,	con	pocos	siervos,	o	tal	vez	ninguno;esto	exigirá	un	gran	esfuerzo	de	parte	de	la	esposa	del	pastor.	Ella	tendrá	que
limpiar	la	iglesia,	cuidar	los	niños,	ungir	a	las	mujeres	en	la	cadena	de	sanidad,	o
sea,	cuidar	de	cada	detalle	para	recibir	bien	al	pueblo	de	Dios.
Servir	a	Dios	no	es	apenas	hacer	lo	que	te	agrada,	sino	que	lo	que	es
indispensable	para	la	obra.	Sé	que	muchas	veces	el	trabajo	de	la	esposa	del
pastor	no	es	reconocido,	muchos	ni	tienen	noción	de	su	entrega,	sus	obligaciones
como	por	ejemplo	cuidar	la	casa,	las	comidas,	la	ropa	del	marido,	los	hijos,
además	de	ayudar	en	las	tareas	de	la	iglesia.
Muchas	veces	pasamos	por	lugares	que	no	había	obreros,	o	había	pocos	y
teníamos	que	hacer	todo,	pero	eso	no	nos	asustó.	Evangelizamos	en	las	calles,
limpiábamos	la	iglesia;	yo	cuidaba	de	los	niños	y	había	días	que	tenía	que
quedarme	en	la	iglesia	para	que	mi	esposo	pudiese	grabar	el	programa	de
televisión.
El	espíritu	de	siervo	no	podemos	dejarlo	nunca,	ni	tampoco	podemos	perderlo
por	el	camino;	si	perdemos	eso	ya	no	servimos	para	Dios.	Entonces	prepárense;
la	obra	de	Dios	es	muy	grande	y	necesita	de	personas	que	estén	totalmente
dispuestas	a	servir	como	Él	lo	decida	y	no	como	nos	convenga.	Si	no	se	necesita
que	hagas	ciertas	cosas,	esta	bien,	pero	si	hay	que	hacerlo,	Dios	sabe	que	puede
contar	contigo.
Cuando	una	persona	se	mantiene	activa	en	la	obra	de	Dios,	no	tiene	tiempo	de
distraerse	con	lo	que	la	rodea,	tampoco	con	las	cosas	del	mundo.	Cuando	se
paraliza	y	está	pasiva,	comienza	a	mirar	para	todos	lados,	gasta	el	tiempo	con
cosas	que	no	la	edifican,	ya	sea	mirando	tv,	accediendo	a	internet,	mirando
mucho	para	su	vida,	deseando	cosas	que	no	son	importantes	o	preocupándose
con	su	futuro	y	con	el	mañana.	Esta	es	una	trampa	del	diablo	y	se	vuelve
peligroso.	Es	por	este	motivo	que	debemos	mantenernos	siempre	ocupadas	en	la
obra	de	Dios,	para	que	nuestra	mirada	no	se	desvíe,	ya	que	por	ese	camino
comienza	nuestra	destrucción.
“Quien	cuida	la	higuera	comerá	su	fruto,	Y	el	que	mira	por	los	intereses	de	su
señor,	tendrá	honra.”	Proverbios	27:18
	
CAPITULO	6
Segundas	intenciones
	
En	los	días	de	hoy,	la	sociedad	en	la	que	vivimos	esta	cada	vez	mas	egoísta.	Las
personas	pierden	sus	valores	día	tras	día;	abandonaron	la	sinceridad,	la
honestidad	y	hacen	cualquier	cosa	para	que	sus	intereses	prevalezcan	por	encima
de	todo.	Esta	es	la	sociedad	de	la	doble	intención.	En	la	actualidad	es	difícil
encontrar	a	personas	sinceras,	ya	que	esconden	sus	verdaderas	intenciones	para
beneficio	propio,	y	esto	es	normal	en	este	mundo.	Sin	embargo	no	debe	ser	así
para	una	persona	que	entregó	su	vida	para	el	Señor	Jesús	y	quiere	servirlo.
La	única	intención	de	la	persona	que	quiere	servir	a	Dios	en	el	altar	es
exclusivamente	ganar	almas.	Ella	tiene	este	deseo	de	servir	a	Dios	sin	importarle
a	dónde	o	si	tendrá	algún	beneficio.	Lo	más	valioso	que	ella	recibió	es	la	nueva
vida	y	su	salvación,	para	ella	eso	es	todo,	así	ya	está	completa.	La	persona	está
en	sintonía	directa	con	Dios,	y	su	intención	pasa	a	ser	la	intención	del	propio
Dios,	y	esto	es:	¡almas!
Pero	infelizmente	existen	aquellos	que	quieren	sacar	provecho	con	la	obra	de
Dios	sin	preocuparse	por	ganar	almas,	apenas	pensando	en	su	propia	vida.	Tales
personas	poseen	una	ganancia	personal	escondida	con	una	segunda	intención.
Vamos	a	considerar	algunas	intenciones	que	muestran	que	la	persona	tiene
razones	equivocadas	cuando	dice	querer	dejar	todo	para	servir	a	Jesús:
•	Tiene	muchos	problemas	en	casa	y	quiere	alejarse	de	la	familia,	entonces
piensa	que	la	mejor	solución	es	casarse	con	un	pastor	y	salir	de	casa	tan	pronto
como	sea	posible.
•	Mira	a	las	esposas	de	los	pastores	y	siente	una	gran	admiración	por	ellas	y	tiene
el	deseo	de	ser	igual.	Piensa	que	tienen	una	vida	perfecta	y	que	no	pasan	por
luchas.
•	Cree	que	si	hace	la	obra	de	Dios	tendrá	la	oportunidad	de	viajar	a	distintos
lugares	y	países,	porque	el	hombre	de	Dios	no	se	queda	en	el	mismo	lugar	y	eso
le	llama	la	atención.
•	Tal	vez	nunca	tuvo	la	oportunidad	de	estudiar,	vive	una	vida	de	recursos
limitados	y	ve	en	la	iglesia	la	oportunidad	de	estar	bien,	de	tener	una	vida
estable,	al	menos	comida	y	alojamiento	no	faltará.
•	Como	hablamos	en	uno	de	los	artículos	anteriores,	le	gusta	el	auxiliar	y	se
quiere	casar,	incluso	sabiendo	que	no	siente	el	más	mínimo	deseo	por	la	obra	de
Dios,	cree	que	el	amor	será	suficiente.
•	Es	el	sueño	de	los	padres,	que	sirva	a	Dios	en	el	Altar,	pero	en	realidad,	la
persona	no	tiene	ese	deseo,	ni	ese	llamado,	entonces	no	podrá	dar	fruto.
Así	que,	analiza	bien	cuáles	son	tus	verdaderas	intenciones,	para	que	Dios	pueda
honrarte	en	todo	lo	que	hagas.
Sé	verdadera,	porque	aunque	puedas	esconder	de	todos	tus	verdaderas
intenciones,	¡de	Dios	jamás	esconderás	nada!	El	sabe	todo	lo	que	está	en	tu
mente,	en	tu	corazón.	Él	es	un	Dios	de	verdad	y	lo	que	Lo	sirven	deben	ser
verdaderos.
“Porque	la	palabra	de	Dios	es	viva	y	eficaz,	y	más	cortante	que	toda	espada	de
dos	filos;	y	penetra	hasta	partir	el	alma	y	el	espíritu,	las	coyunturas	y	los
tuétanos,	y	discierne	los	pensamientos	y	las	intenciones	del	corazón.”	Hebreos
4:12
	
Transparencia
La	obra	de	Dios	no	es	un	mundo	de	fantasía,	donde	las	personas	pueden	buscar
el	éxito	o	garantizar	su	futuro.
Debes	estar	consciente	de	que	vas	a	lidiar	con	vidas,	y	si	deseas	hacer	la	obra	de
Dios	con	otra	intención	que	no	sea	la	de	ganar	almas	y	estás	escondiendo	los
verdaderos	motivos,	te	aseguro	que	no	tendrás	la	aprobación	del	Espíritu	Santo.
La	persona	que	es	de	Dios	no	finge	ser	algo	que	no	es,	no	vive	de	falsas
apariencias	ni	juega	con	algo	tan	serio.
¿No	te	irritas	cuando	tienes	que	tratar	con	personas	falsas?	Delante	de	ti	son	una
cosa	y	por	atrás	son	otra.	Crea	intrigas	y	después	dice	que	no	dijo	nada;	en	la
casa	se	comporta	de	una	forma	y	en	público	de	otra.	¿No	es	horrible?	Dios
también	abomina	la	falta	de	sinceridad,	la	diferencia	está	en	que	a	Él	nadie	lo
puede	engañar,	porque	Él	conoce	a	cada	una	de	nosotras.	Lamentablemente,	hay
personas	en	la	obra	de	Dios	que	viven	de	esa	manera,	fingiendo,	actuando.
Este	tipo	de	persona	no	nació	de	Dios,	en	el	fondo	ella	sabe	que	es	falsa,	pero
tiene	miedo	de	enfrentar	la	realidad	y	prefiere	seguir	usando	su	máscara.
Quien	no	tiene	el	Espíritu	Santo	se	esfuerza	para	mostrar	que	es	bueno,	pero	la
verdad	es	que	tiene	dos	comportamientos;	intenta	mostrar	que	es	honesta,	pero
en	la	realidad	es	una	estafadora;	quiere	ser	considerada	verdadera	pero	sólo	vive
mintiendo;	todo	lo	que	hace	es	para	llamar	la	atención	del	pastor,	pues	su	trabajo
no	es	aprobado	por	Dios,	por	su	falta	de	sinceridad	y	transparencia.
¿Ya	notaste	que	hay	personas	que	delante	de	la	autoridad	espiritual	son	un	amor,
pero	con	las	demás	personas	son	terribles?	Incluso	parecen	bipolares.	¿Cómo
una	persona	así	se	atreve	a	pensar	que	tuvo	un	encuentro	con	Dios?	Imposible.
¿Ya	te	sacaste	una	foto	sin	arreglarte	el	cabello	y	sin	maquillaje,	o	sea,	al
natural?	Esa	eres	realmente	tú,	sin	ningún	tipo	de	artefactos,	trucos	de	belleza	y
sin	esconder	las	imperfecciones.
Así	es	como	Dios	nos	ve,	como	realmente	somos,	con	nuestros	miedos	y
temores,	nuestras	virtudes	y	defectos,	nuestras	fuerzas	y	debilidades,	con
nuestras	alegrías	y	tristezas.	El	conoce	la	intención	que	existe	por	detrás	de	cada
actitud	que	tomamos.	Jamás	pienses	que	puedes	engañar	a	Dios.
Cuando	estamos	solas	entre	cuatro	paredes	y	no	hay	nadie	cerca	para	observar	lo
que	hacemos	o	hablamos,	Dios	nos	está	viendo,	tan	detalladamente	como	en	una
radiografía;	cada	actitud,	cada	pensamiento,	cada	intención.
Delante	de	Él	no	hay	máscaras,	no	hay	manera	de	arreglar	o	esconder	algo,	los
ojos	de	Dios	pueden	llegar	a	donde	nadie	consigue	llegar,	no	podemos
engañarlo.
Asume	tu	realidad	y	haz	algo	al	respecto.	Sé	tu	misma,	real	y	transparente,	haz	lo
correcto	y	no	lo	equivocado,	aunque	te	duela.	No	aceptes	usar	máscaras	para
aparentar	algo	que	no	eres,	ya	que	un	día	la	máscara	se	va	a	caer.
Tal	vez	seas	una	persona	carismática,	se	puede	contar	contigo,	tienes	miles	de
talentos,	aparentementetienes	todas	las	cualidades	para	ir	al	Altar;	le	agradas	al
pastor	responsable	y	su	esposa,	ellos	cuentan	contigo	para	las	cosas	de	la	iglesia
y	llega	un	punto	en	que	crees	que	quieres	el	Altar.	Pero	en	lo	más	intimo	de	tu
ser,	en	lo	más	profundo	de	tu	alma,	¡sabes	que	no	es	eso	lo	que	realmente
quieres!	Y	las	preguntas	comienzan	a	llenar	tu	corazón.	¿Qué	van	a	pensar?	¡El
pastor	confía	en	mí!	¡Yo	puedo	ir	al	Altar,	soy	una	buena	obrera!	¡Quizás
funcione!
Amiga	lectora,	una	vez	más	te	pido,	sé	transparente.	Cuando	estamos	sobre	el
Altar,	somos	una	ofrenda	viva,	y	las	ofrendas	para	Dios	no	pueden	tener	ningún
defecto,	ellas	tienen	que	ser	perfectas,	sin	ningún	puntito	negro,	para	que	Él	no
las	rechace.
No	aceptes	entrar	en	la	obra	de	Dios	si	tu	intención	no	es	ganar	almas
exclusivamente.
“Y	tú,	Salomón,	hijo	mío,	reconoce	al	Dios	de	tu	padre,	y	sírvele	con	corazón	
perfecto	y	con	ánimo	voluntario;	porque	el	Señor	escudriña	los	corazones	de	
todos,	y	entiende	todo	intento	de	los	pensamientos.	Si	tú	le	buscares,	lo	hallarás;	
mas	si	lo	dejares,	él	te	desechará	para	siempre.”		1	Crónicas	28:9.
	
Mis	amigas	se	casaron	con	pastores
“Todas	mis	amigas	se	casaron	con	pastores,	yo	no	puedo	quedarme	atrás,	voy	a
conseguir	uno.	Todo	es	muy	emocionante,	ver	los	preparativos,	la	admiración	de
las	personas	hacia	ellas;	hoy	son	obreras	conmigo,	mañana	estarán	casadas	y
serán	esposas	de	pastores;	se	sentarán	con	las	demás	esposas,	todo	será	muy
lindo”.
¿Cuántas	veces	ya	presenciamos	una	situación	así?	Pero	como	ya	sabemos,	este
no	es	un	motivo	por	el	cual	una	persona	hará	la	obra	en	el	Altar.	Una	decisión
tan	seria	no	puede	tomarse	basada	en	una	emoción.
No	tienes	que	hacerlo	que	tus	amigas	hacen,	¡sino	que	debes	hacer	la	voluntad
de	Dios	para	tu	vida!
Quizá	veas	que	una	amiga	que	esta	de	novia	con	un	pastor,	es	más	usada	en	la
iglesia	o	tiene	más	responsabilidades.	Es	posible	que	el	pastor	de	la	iglesia
cuente	más	con	ella	por	el	simple	hecho	de	que	está	preparándose	para	la	obra	de
Dios	en	el	Altar;	y	esto	te	está	provocando	celos.	Tú	también	quieres	ser	notada,
usada	por	Dios,	y	que	el	pastor	cuente	con	tu	ayuda.	A	partir	de	eso	crees	que	la
única	manera	de	alcanzar	tus	objetivos	y	ambiciones	es	poniéndote	de	novia	con
un	pastor.
Pero	no	podemos	alcanzar	nuestros	objetivos	de	la	manera	equivocada.
La	esposa	de	un	pastor	me	contó	la	historia	de	una	joven	obrera	que	quería	a
toda	costa	ser	esposa	de	pastor.	Cada	auxiliar	soltero	era	una	oportunidad	pero
nunca	podía	fortalecer	la	relación.
Un	determinado	día,	la	esposa	la	llamó	para	conversar	y	hacerle	entender	que
estaba	equivocada	en	lo	que	se	refería	al	llamado	para	ser	la	esposa	de	un	pastor.
La	historia	es	la	siguiente:	ella	tenía	dos	amigas,	las	tres	eran	obreras	que	decían
que	querían	ser	esposas	de	pastor	y	estar	en	el	Altar;	dos	de	ellas	se	casaron	con
pastores.	Pero	esta	otra	joven	a	la	que	nos	referimos	antes	no	tenía	el	llamado
para	el	Altar.	Creía	que	era	lindo	ser	la	esposa	de	un	pastor,	pero	no	estaba
preparada.	El	tema	era	que	ella	quería	estar	donde	estaban	sus	amigas,	le
encantaba	verlas	junto	a	las	demás	esposas	y	siempre	decía:	¡un	día	estaré	allí
también!
Resumiendo,	ella	quería	el	Altar	como	un	adorno	de	belleza,	porque	era	lindo;	la
esposa	le	enseñó	lo	que	realmente	significaba	el	Altar.	Porque	esta	joven	no
estaba	siendo	verdadera,	insistía	en	algo	que	no	provenía	del	Espíritu	y	sí	de	la
carne.	Cuando	ella	finalmente	entendió,	siguió	firme,	se	transformó	en	una
excelente	obrera,	se	casó	con	un	gran	obrero	y	juntos	hacen	la	obra	de	Dios
fielmente	en	el	atrio.
Si	tienes	el	deseo	de	ser	usada	por	Dios	como	obrera,	Él	te	va	a	usar	debido	a
que	tus	intenciones	son	sinceras.
El	error	aparece	cuando	se	quiere	sacar	algún	beneficio	personal	del	Altar,	sea
cual	sea.
“Apacentad	la	grey	de	Dios	que	está	entre	vosotros,	cuidando	de	ella,	no	por
fuerza,	sino	voluntariamente;	no	por	ganancia	deshonesta,	sino	con	ánimo
pronto”.	1	Pedro	5:2
	
CAPITULO	7
¿Tu	apariencia	habla?
	
Nos	guste	o	no,	la	apariencia	habla	por	sí	sola.	A	través	de	la	misma	puedes
identificar	la	profesión	de	varias	personas,	su	estado	de	humor	e	incluso	su
carácter,	solo	a	través	de	la	ropa	que	usan.	Siempre	se	exterioriza	lo	que
llevamos	dentro	a	través	de	la	ropa,	el	maquillaje,	el	cabello,	¡y	en	nuestro	caso
que	servimos	a	Dios,	no	es	diferente!
Muchas	jóvenes	nos	preguntan	cómo	deben	ir	a	la	iglesia,	cuáles	serían	las
prendas	adecuadas	y	cómo	deben	comportarse.
Seguramente	debes		estar	de	acuerdo	si	digo	que	nuestra	apariencia	habla	mucho	
sobre	nosotras.	A	través	de	ella	podemos	transmitir	celo,	santidad,	armonía,	
cuidado	ó	todo	lo	contrario.
Así	como	el	pastor	se	viste	bien	y	a	través	de	su	apariencia	muestra	respeto	y
santidad,	la	esposa	también	debe	hacer	lo	mismo.
Tienen	que	estar	sintonizados	en	ese	aspecto.	Si	su	trabajo	es	santo,	entonces	su
comportamiento	y	su	apariencia	debe	coincidir	con	su	trabajo.
La	esposa	del	pastor	debe	tener	claro	esto	y	aún	antes	de	casarse	ya	debe
transmitir	ese	respeto,	pues	su	manera	de	vestir	hablará	mucho	sobre	ella.
Cuando	era	apenas	un	miembro	de	la	iglesia,	recuerdo	que	quería	arreglarme
como	lo	hacía	la	esposa	del	pastor.	Aunque	las	prendas	no	eran	apropiadas	para
mi	edad	yo	las	consideraba	hermosas.	Yo	notaba	algo	diferente	en	la	esposa	del
pastor	y	quería	ser	igual.
No	te	olvides	que	servirás	de	ejemplo	para	otras	mujeres	en	la	iglesia	y	debes
tener	cuidado	para	no	pasar	una	idea	equivocada	a	través	de	tu	imagen,
haciéndoles	pensar	que	eres	una	persona	relajada	y	desmotivada,	que	no	tiene
placer	en	sí	misma	y	por	eso	no	cuidas	de	tu	apariencia.
Hoy	es	muy	común	usar	jeans,	realmente	son	muy	cómodos	y	combinan	con
todo,	pero	para	nuestro	trabajo	no	es	lo	más	apropiado,	pues	es	bastante	informal
y	nuestro	trabajo	exige	algo	más	formal.
Con	esto	no	quiere	decir	que	no	puedas	usarlos,	pero	los	días	que	vamos	a	estar
en	la	reunión,	atendiendo	al	pueblo,	debemos	elegir	una	vestimenta	que	esté
acorde	a	la	ocasión.	No	te	olvides	que	debemos	acompañar	a	nuestros	maridos,	y
no	queremos	que	ellos	sean	avergonzados,	¿no	es	cierto?
Muchas	son	muy	jóvenes	y	al	ponerse	jeans,	remera	y	una	sandalia	baja,	parecen
más	jóvenes	todavía.	¿Será	que	una	señora	que	necesite	una	orientación	tendrá
confianza	para	conversar	contigo?	O	dirá:	“	Ah!	¿Eres	la	esposa	del	pastor?	Te
imaginaba	de	otra	forma”.
La	edad	ya	no	ayuda,	entonces	la	persona	piensa:	“¡es	tan	jovencita!,	¿cómo
podrá	aconsejarme	si	mi	problema	es	tan	grave,	tan	serio?”.	Pero	si	estas
vestidas	de	manera	formal,	tu	apariencia	transmitirá	seguridad,	seriedad	y	eso
ayudará	a	que	las	personas	se	sientan	confiadas	a	la	hora	de	buscar	una
orientación	contigo.
Con	esto	no	quiero	decir	que	debe	vestirte	de	manera	anticuada	o	que	no	sea
para	tu	edad,	¡no!	Tienes	que	arreglarte	de	manera	tal	que	tu	exterior	refleje	lo
que	hay	en	tu	interior.
Imagínate	que	vas	a	la	iglesia	con	la	intención	de	limpiar	u	organizar	alguna	sala
y	de	repente	tu	esposo	te	llama	para	atender	a	un	matrimonio.	Como	no	estabas
vestida	para	esa	ocasión	y	no	esperabas	que	te	llamen,	la	situación	te	agarra	por
sorpresa	y	eres	avergonzada,	pues	sabes	que	no	estás	vestida	de	la	manera
correcta	para	acompañar	a	tu	esposo	en	esa	situación.	Y	debes	explicar	que	no
puedes	aparecer	de	esa	forma	delante	de	las	personas.
La	esposa	del	pastor	tiene	que	estar	siempre	lista	para	servir	a	Dios,	si	esta	en	la
iglesia,	no	puede	olvidarse	su	posición	y	debe	tener	el	cuidado	de	arreglarse	de
acuerdo	con	su	marido.
Por	ejemplo,	una	secretaria	o	cajera	de	un	banco	no	pueden	ir	al	trabajo	vestidas
de	cualquier	manera,	existe	un	protocolo	que	debe	ser	obedecido	y	respetado.
Aunque	sea	un	sacrificio	para	la	esposa	o	la	candidata	al	Altar,	debe	arreglarse
bien	porque	su	conciencia	le	confirma	lo	importante	que	es	y	no	lo	ve	como	algo
vano.
Al	igual	que	tu	imagen,	tu	comportamiento	también	habla;	las	personas	nos
observan	y	somos	un	espejo	para	ellas.	Lo	que	muestras	a	través	de	tus	actitudes
refleja	muchas	cosassobre	ti.
Tu	manera	de	actuar,	tu	lenguaje	corporal	y	facial,	tu	caminar,	tu	sonrisa,	revelan
mucho	mas	de	lo	que	te	imaginas.
Las	personas	observan	todo	eso,	incluso	a	dónde	te	sientas	en	la	iglesia.
Normalmente	las	personas	interesadas	se	sientan	adelante	y	las	que	no	tienen
tanto	interés	o	están	preocupadas	para	salir	corriendo,	se	sientan	atrás.	Entonces
debes	ser	un	ejemplo,	muestra	que	eres	una	persona	interesada	en	el	trabajo	de	tu
esposo.	Al	sentarte	adelante	muestras	que	quieres	aprender	más,	que	quieres
prestar	atención	a	la	Palabra	de	Dios	y	que	apoyas	a	tu	esposo.	Si	siendo	la
esposa	del	pastor	te	sientas	al	final	de	la	iglesia	el	pueblo	no	te	conocerá,	no	te
verá	y	pensará	que	eres	una	esposa	ausente,	desinteresada;	y	no	es	esa	la	imagen
que	queremos	pasar	¿no?
Parecen	cosas	insignificantes	pero	nosotras	sabemos	que	no	lo	son,	cada	detalle
es	importante	en	la	obra	de	Dios.	Por	eso	debemos	preocuparnos	con	nuestra
manera	de	actuar,	de	presentarnos,	porque	es	eso	que	hará	la	diferencia.
“Por	lo	cual	también	nosotros,	desde	el	día	que	lo	oímos,	no	cesamos	de	orar	por
vosotros,	y	de	pedir	que	seáis	llenos	del	conocimiento	de	su	voluntad	en	toda
sabiduría	e	inteligencia	espiritual,	para	que	andéis	como	es	digno	del	Señor,
agradándole	en	todo,	llevando	fruto	en	toda	buena	obra,	y	creciendo	en	el
conocimiento	de	Dios”.	Colosenses	1:9-10
	
CAPITULO	8
Autoridad
	
Como	ya	sabemos,	existen	autoridades	constituidas	en	la	sociedad	con	la
finalidad	de	mantener	el	orden	y	la	disciplina,	y	cada	una	tiene	su	poder	y	su
función.	Nosotros	aprendemos	desde	pequeñas	a	respetar	las	autoridades,	como
por	ejemplo	a	nuestros	padres	y	a	nuestros	profesores.
Vemos	en	muchos	casos	cierta	arbitrariedad		cuando	alguien	abusa	de	su	poder,	
usando	criterios	particulares	para	que	se	haga	su	voluntad,	muchas	veces	sin	que	
estos	sean	justos.	El	abuso	de	poder	es	en	cierta	forma	(de	mayor	o	menor	
manera)	una	dictadura.
	
Veamos	como	se	comporta	una	persona	autoritaria:
-	Quiere	ser	la	única	que	ejerza	el	poder.
-	Comete	arbitrariedades.
-	Crea	reglas	propias	para	mantener	su	poder.
-	Toma	decisiones	impulsivamente.
-	Es	agresiva	con	la	persona	que	no	coincide	con	ella.
-	Quiere	controlar	los	pensamientos.
-	Censura	las	opiniones	de	los	otros.
¿Todo	esto	puede	suceder	dentro	de	la	iglesia?	¿Cómo	una	persona	que	es	de
Dios	puede	comportarse	de	esta	manera?	La	autoridad	y	el	poder	son	armas
peligrosas,	que	pueden	deslumbrar	a	muchos,	incluso	a	aquellos	que	en	un
pasado	fueron	humildes	y	sumisos.
¿Quieres	conocer	a	una	persona?	Dale	autoridad,	colócala	responsable	de
muchas	cosas,	y	de	este	modo	podrás	ver	si	es	humilde,	de	lo	contrario
enseguida	mostrará	su	carácter	autoritario	y	orgulloso.	Cuando	vemos	a	una
persona	actuar	de	esta	manera	enseguida	pensamos:	“es	muy	arrogante”.
Muchas	chicas	piensan	así:	“¡Ah,	si	yo	soy	esposa	de	un	pastor,	tendré	autoridad
en	la	iglesia!	Podré	dar	órdenes,	mandar	en	las	obreras	y	en	la	EBI,	la	gente	me
respetará	más	y	voy	a	ser	alguien	más	importante	dentro	de	la	iglesia”.
Pensamiento	totalmente	equivocado	y	fuera	de	la	voluntad	de	Dios.
La	esposa	del	pastor	no	tiene	poder	para	dar	órdenes	en	la	iglesia.	No	manda	en
las	obreras;	tampoco	en	las	esposas	que	estas	subordinadas	a	ella;	no	tiene
derecho	de	exigir	algo	del	pueblo	ni	de	los	siervos	de	Dios.	Nadie	tiene	la
obligación	de	hacer	alguna	cosa	para	ella,	si	lo	hicieran	es	por	amor,	no	por	una
imposición	de	su	parte.	La	esposa	del	pastor	jamás	debe	aprovecharse	de	su
posición	para	pedir	favores	personales	o	particulares,	pues	tanto	los	miembros
como	los	obreros	tienen	un	compromiso	con	las	cosas	que	están	relacionadas	a	la
obra	de	Dios;	ellos	son	siervos	de	Dios,	no	son	nuestros	siervos.
La	autoridad	espiritual	que	Dios	nos	da,	es	para	ayudar,	enseñar	y	exhortar	a
todas	las	personas	con	el	objetivo	de	que	ellas	estén	más	cerca	de	Dios	y	crezcan
espiritualmente,	a	fin	de	lograr	la	salvación.
Aquellos	que	usan	su	autoridad	para	humillar,	avergonzar,	estar	dando	órdenes,
no	hacen	un	buen	uso	de	lo	que	Dios	les	dio.
La	obediencia	y	el	respeto	que	la	gente	muestra	para	los	hombres	y	mujeres	de
Dios	se	debe	a	que	reconocen	en	ellos	una	autoridad	espiritual	que	les	es
otorgada	por	el	propio	Dios,	y	no	una	imposición.
La	persona	que	entra	en	la	obra	de	Dios	con	ese	propósito	no	tendrá	éxito	ni	será
aprobada	por	el	Espíritu	Santo.
“Apacentad	la	grey	de	Dios	que	está	entre	vosotros,	cuidando	de	ella,	no	por
fuerza,	sino	voluntariamente;	no	por	ganancia	deshonesta,	sino	con	ánimo
pronto;	no	como	teniendo	señorío	sobre	los	que	están	a	vuestro	cuidado,	sino
siendo	ejemplos	de	la	grey”.	1	Pedro	5:2-3
	
Sierva	o	señora
“Por	tres	cosas	se	alborota	la	tierra,	Y	la	cuarta	ella	no	puede	sufrir:	Por	el	siervo
cuando	reina;Por	el	necio	cuando	se	sacia	de	pan;	Por	la	mujer	odiada	cuando
se	casa;Y	por	la	sierva	cuando	hereda	a	su	señora”.	Proverbios	30:21-23
Ser	siervo	para	este	mundo	es	una	humillación,	¿quien	en	los	días	de	hoy	quiere
servir?	Nadie.	Todos	quieren	ser	patrones	y	tener	muchos	empleados	que	lo
sirvan.	Pero	para	nosotras	que	servimos	a	nuestro	Dios,	es	una	honra	que	nos
llamen	siervas	del	Señor	Jesús.
Todas	comenzamos	con	el	ardiente	deseo	de	servir	a	Dios,	pero	muchas	con	el
paso	del	tiempo,	dejan	de	ser	siervas	y	quieren	ser	señoras;	no	quieren	servir
más,	ahora	quieren	que	las	sirvan.
Es	a	partir	de	esto	que	comienza	la	ruina	de	la	mujer	de	Dios,	pues	mientras	nos
mantenemos	en	la	condición	de	siervas	somos	usadas	por	el	Espíritu	Santo,	pero
cuando	creemos	que	merecemos	que	nos	sirvan	ya	no	somos	útiles	para	nuestro
Señor.
Me	gustaría	que	juntas	analizásemos	la	historia	de	Sara	y	Agar,	ya	que	esta	no
esclarecerá	este	tema.
Sara	era	linda,	rica	y	casada	con	el	hombre	que	amaba.	Linda	escena	¿no?	Pero
la	vida	de	Sara	no	fue	fácil,	ella	atravesó	varios	desafíos.
Primero	tuvo	que	dejar	la	próspera	ciudad	de	Ur	de	los	caldeos,	cuando	Dios	le
pidió	a	Abraham	“Vete	de	tu	tierra	y	de	tu	parentela,	y	de	la	casa	de	tu	padre,	a	la
tierra	que	te	mostraré”.
Abandonar	todo	y	partir	para	un	lugar	desconocido	no	es	fácil;	dejar	la
comodidad,	cambiar	lo	seguro	por	lo	inseguro.	Principalmente	para	las	mujeres,
no	suena	tentador	dejar	su	linda	casa,	familia	y	el	lugar	que	siempre	vivieron,
para	ir	rumbo	a	un	lugar	desconocido.
Pero	Sara	acepto	ese	desafío,	mostrándole	a	Abraham	su	sumisión	y	que	estaría
con	el	en	cualquier	situación,	incluso	cuando	las	circunstancias	no	fuesen	las
mejores.	Ella	decidió	a	pesar	de	todo	seguir	a	su	marido	y	a	su	Dios.
Sara	servía	a	su	marido	con	devoción,	ella	lo	respeta	tanto	a	tal	punto	de	llamarlo
señor.	A	pesar	de	esto	sufría	profundamente	a	causa	de	su	cruda	realidad:	no
podía	ser	madre.
Quizás	no	entendiese	por	que	le	sucedía	eso.	En	esa	época	era	frustrante	su
situación,	porque	la	mujer	era	considerada	inservible.	Y	así	se	sentía	Sara,	aun
teniendo	el	amor	incondicional	de	su	marido.
Lidiar	con	el	problema	de	esterilidad,	la	vergüenza	por	no	poder	darle
descendencia	a	su	marido,	le	causaba	más	dolor	aún.
Además	como	si	esto	no	fuese	suficiente,	ver	a	su	esclava	embarazada	de	su
amado	marido	empeoraba	la	situación,	aunque	la	idea	hubiese	partido	de	ella.
Ciertamente	estaba	celosa	y	enojada.
Como	consecuencia,	después	de	que	Agar	dio	a	luz,	empezó	a	despreciar	a	su
señora,	pues	tenía	lo	que	Sara	no	podía	tener:	un	descendiente	de	Abraham.	A
partir	de	esto	Agar	se	olvidó	que	era	sierva	y	empezó	a		sentirse	más	importante
que	su	señora.	Esto	provocó	diferencias	entre	Sara	y	Abraham;	y	finalmente
tuvieron	que	echarla	porque	la	convivencia	se	volvió	insoportable.
“Y	él	se	llegó	a	Agar,	la	cual	concibió;	y	cuando	vio	que	había	concebido,
miraba	con	desprecio	a	su	señora.	Entonces	Sarai	dijo	a	Abram:	Mi	afrenta	sea
sobre	ti;	yo	te	di	mi	sierva	por	mujer,	y	viéndose	encinta,	me	mira	con	desprecio;
juzgue	Jehová	entre	tú	y	yo.	Y	respondió	Abram	a	Sarai:	He	aquí,	tu	sierva	está
en	tu	mano;	haz	con	ella	lo	que	bien	te	parezca.	Y	como	Sarai	la	afligía,	ella
huyó	de	su	presencia”.

Continuar navegando