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UNIVERSIDAD VERACRUZANA FACULTAD DE FILOSOFÍA La dimensión ético-práctica de la hermenéutica filosófica T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRO EN FILOSOFÍA P R E S E N T A Alexander Tezoco Vera DIRECTOR Dr. Jacob Buganza Torio Xalapa-Enríquez, Veracruz. Agosto de 2019 2 Y usted, ¿cree todavía en una filosofía de la finitud como una posibilidad para el futuro? Completamente. Puedo decir que esta fe ha seguido siendo para mí absolutamente intocable. Esto lo repito continuamente. Solo así me resulta posible sacar al historicismo de su oscuridad escéptica, precisamente porque sigo pensando: esto es el hombre, temporalidad, finitud. 3 ÍNDICE Introducción______________________________________________________4 I: EL PAPEL DE LA HERMENÉUTICA FILOSÓFICA COMO FILOSOFÍA PRÁCTICA_______________________________________________________7 1.- Las dimensiones de la hermenéutica________________________________7 2.- La hermenéutica como filosofía práctica____________________________16 3.- Subtilitas y vigilancia____________________________________________28 II: CONVERSACIÓN, BUENA VOLUNTAD Y RECEPTIVIDAD HERMENÉUTICAS_______________________________________________34 1.- Sobre la conversación hermenéutica_______________________________ 34 2.- Sobre el rasgo hermenéutico de la buena voluntad___________________ 39 3.- Sobre el asunto de la incapacidad para el diálogo____________________ 43 4.- Sobre la receptividad hermenéutica_______________________________ 48 III: SOBRE LA POSIBILIDAD DE UNA DIMENSIÓN ÉTICO-PRÁCTICA DE LA HERMENÉUTICA FILOSÓFICA___________________________________54 1.- A cuenta de qué…______________________________________________ 54 2.- Orientación de la dimensión ético-práctica__________________________60 3.- La estructura lógica de la apertura________________________________ 75 CONCLUSIONES_________________________________________________81 BIBLIOGRAFÍA__________________________________________________89 4 INTRODUCCIÓN El preguntar por la posibilidad de una dimensión ético-práctica de la hermenéutica filosófica es la intención que se encuentra de principio a fin en este trabajo. A su vez, el preguntar por esta dimensión, significa preguntar por la posibilidad de un saber que oriente nuestra praxis sumergida en la situacionalidad da cada día. A lo largo de esta investigación se considera que ese saber se encuentra en la tematización del comprender, es decir en la hermenéutica filosófica. La filosofía gadameriana, ha dejado en claro que, la intención filosófica que siempre ha perseguido no es lo que debería pasar con nuestro querer y hacer sino lo que pasa con nosotros por encima de ese querer y hacer, es decir cuáles son las condiciones del comprender como modo del ser ahí. La hermenéutica filosófica no tiene intenciones de desarrollar preceptivas al modo de la hermenéutica que se encargaba de brindar reglas para la interpretación de los textos, ahí donde estos se mostraban oscuros. No obstante, la hermenéutica filosófica en tanto que investigación, brinda ciertas generalidades que al hacerse conscientes posibilitan una orientación a la praxis misma. Esta consideración es la que ha impulsado a desarrollar las líneas siguientes, de modo concreto a mostrar cómo es posible esta consideración. A tal quehacer se la ha conceptuado como dimensión ético-práctica. Si bien, a lo largo de las líneas siguientes se desarrolla el porqué de cada uno de estos conceptos, lo que sí es necesario destacar por ahora es que la dimensión ético-práctica muestra que dentro de la hermenéutica filosófica se encuentra una conciencia que sin dejar su situacionalidad es capaz de orientar una actitud comprensiva delante de otros que me interpelan. La dimensión ético-práctica muestra una noción de conciencia que es apertura constante y que se encarna en la pregunta, la cual siempre estamos empleando para entendernos. Esta dimensión que muestra una conciencia siempre dirigida a hacer experiencias se direcciona a ese otro de carne y hueso, pues como bien dice Gadamer, siempre estamos entendiéndonos con otros; por eso en la medida en que se desarrolla el sentido de ese comprendernos, este mismo sentido, puede orientar nuestra praxis. La conciencia propia de la hermenéutica filosófica actúa como rasgo medular de la propuesta gadameriana, a tal grado que, por ella puede entenderse toda la propuesta filosófica del alemán; y dentro de la dimensión por tematizar esta noción no falta, sino que articula su carácter. Pues el tener noticia de aquellas condiciones del comprender implica ya la 5 conciencia de ellas. No obstante, la hermenéutica filosófica es una investigación que siempre se ha resuelto desde la praxis, como dirá Gadamer, y en ese tenor resulta interesante tematizar el concepto de conciencia, pues no es una conciencia que se agota y se hace transparente en el saberse, sino que toma su carácter por reconocer que nunca podrá agotarse en el saberse. Entonces, la espiral que se ha tejido, y que podría llamarse camino, para este trabajo consiste en aproximarse al estudio de la hermenéutica filosófica desde la consideración de que puede jugar el papel de filosofía práctica. Ante ello, la labor ha sido indagar la noción de “filosofía práctica” en Aristóteles y situar porqué a Gadamer le llama tanto la atención (no solo a Gadamer, ya que, como afirma Volpi: Aristóteles se convirtió en el blanco de la filosofía alemana), pues a partir de esta estructura se ha podido entender la misión de la hermenéutica filosófica como orientadora de la praxis, como una compañera de camino. Una vez manifestada esta consideración, se ha tematizado el puesto del otro, pero no en carácter textual. Pues si la hermenéutica filosófica como filosofía práctica muestra que todo avanzar en la concienciación teórica se encuentra unido a la concienciación práctica, esta última nos muestra que siempre estamos comprendiéndonos con otros; y si la misión de la hermenéutica filosófica (desde la dimensión propuesta) es orientadora, no puede entenderse esta, sin el otro de carne y hueso que me interpela. Pero como ya se ha dicho el concepto de conciencia juega un papel central no solo para esta investigación sino para toda la propuesta gadameriana, es por tal que en el último apartado de este trabajo se tematiza la complejidad de este concepto y cómo es que se articula con la dimensión ético-práctica; pues para que la hermenéutica cumpla con su misión de orientadora debe generar concienciación de aquello que ha tematizado. Ahora bien, esta investigación no tiene que dar cuenta de su efectividad en un caso concreto, o decantar en un estudio de caso concreto, pues no es su objetivo. El siguiente trabajo ha buscado dar cuenta del movimiento que permite a la hermenéutica filosófica ser orientadora de la praxis, es decir, compañera de camino. Con este objetivo, la investigación ha tenido que dar cuenta de los conceptos que permiten este movimiento, así como su significado y el criterio que permite unirlos para el quehacer de este trabajo. En otras palabras, mostrar la pregunta originaria y sus presupuestos que han impulsado esta investigación, la pregunta para 6 la que esta investigación en su sentido es ¿cómo es posible el ejercicio de la hermenéutica filosófica en la praxis de cada día? Esta investigación tiene presentes a sus interlocutores con los que dialoga sin la intención de superarlos ni de ponerles un límite, pues comobien asume Gadamer la esencia del límite es superar aquello que se limita. En este sentido lo que sí reconoce el presente trabajo es que hace su propio camino por fuera de los objetivos de las investigaciones de los interlocutores que a lo largo de este trabajo hablan. 7 I EL PAPEL DE LA HERMENÉUTICA FILOSÓFICA COMO FILOSOFÍA PRÁCTICA Introducción: El presente capítulo busca mostrar cómo la reflexión filosófica de Gadamer puede ser considerada filosofía práctica, así como los compromisos y consecuencias que brotan de tal consideración. El camino para seguir es el siguiente: 1) mostrar las dimensiones de la hermenéutica filosófica, su relación y cómo desde la presentación de las dimensiones puede tejerse un puente hacia la consideración ya dicha. Una vez presentada la conexión entre dimensiones, 2) la tarea radica en analizar la configuración de la hermenéutica filosófica como filosofía práctica, para así 3) proponer unos primeros trazos de una dimensión ético- práctica de la hermenéutica filosófica. 1.- Las dimensiones de la hermenéutica filosófica: La propuesta filosófica de Gadamer implica una erudición tremenda, ya que no puede desvincularse de sus profundos estudios filológicos, de un amplio conocimiento de la historia de la filosofía, de su diálogo con el neokantismo1, y no menos con Heidegger, quien lo llevó a direccionar sus intereses filosóficos. Con esto último, no está de más recordar que Natorp fue su maestro y que él fue quien puso en sus manos un informe sobre los trabajos que Heidegger había realizado sobre Aristóteles2. Es interesante el acercamiento que Gadamer tiene con el texto de Heidegger, pues reconoce que es su primer contacto con la situación hermenéutica, a tal grado que llega a considerarlo, como una descarga eléctrica que lo sacude.3 1 Es de notar que la escritura presente en Verdad y método muestra el espíritu de su época (el neokantismo). Pues, es muy notorio cuando Gadamer desde el prólogo se pregunta por las condiciones del comprender. 2 El texto que Gadamer conoce de Heidegger es: Interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles. Informe de la situación hermenéutica. Un texto que se escribió de prisa, tal como afirma Gadamer en Los caminos de Heidegger. 3 Cfr. Gadamer, Hans-Georg, Mis años de aprendizaje, Barcelona, Herder, 1996, p. 249. 8 Uno de los pasajes en donde se puede destacar el efecto que Heidegger produce sobre Gadamer es el siguiente: “Cuando, gracias a Heidegger, aprendí a leer a Aristóteles, vi para estupor mío que la clásica definición del hombre no es “animal racional (animal rationale), sino “ser que tiene lenguaje”. Con ello es posible acceder de un modo nuevo a todo el trabajo conceptual de la filosofía aristotélica. Esto tuvo como resultado que, gracias a la fuerza lingüística de Heidegger, vivificada por medio de la intuición, pudo aparecer precisamente Aristóteles como el primer fenomenólogo antes de Husserl”4. La intención de mostrar este pasaje consiste en hacer patente que el encuentro con la situación hermenéutica provino de Heidegger, pero también resulta importante destacar el papel de la filosofía aristotélica para Gadamer, como se muestra en el siguiente apartado. Además, el mismo Gadamer ha entendido su hermenéutica como la radicalización de la reflexión heideggeriana5. Pero esto no fue así desde un principio, es decir, no es que Gadamer pensara en desarrollar su hermenéutica desde que conoció a Heidegger. La atracción de Gadamer hacia Heidegger radicaba en la forma tan radical y viva que éste tenía para preguntar; la fuerza de sus preguntas hacia verlas como llenas de vitalidad y actualidad, así lo expresa Gadamer: ¿Qué era lo que nos atraía a mí y a otros de Heidegger? Naturalmente, entonces no sabía explicarlo. Hoy me lo explico así: en él, las construcciones mentales de la tradición filosófica revivían porque eran entendidas como respuestas a preguntas reales. El descubrimiento de la historia, de su motivación, daba a estas preguntas algo más que las convertía en inevitables. Preguntas que son entendidas no pueden simplemente ser tomadas en cuenta, se convierten en preguntas propias6. Gadamer se vio fascinado por la actitud del pensar heideggeriano porque la tradición, bajo sus preguntas y planteamientos, resultaba estar impregnada de dinamismo y con ello ser diferente a la tradición atemporal de los problemas, como bien sugería el neokantismo, así expresa el alemán: “Lo que yo aprendí de Heidegger al comienzo fue una crítica al neokantismo del que, en realidad, tuve noticia inicialmente por Max Scheler”7. El evento al que se refiere esta cita tiene cita en 1913 cuando en Marburgo se celebró un congreso y Max Scheler expuso su crítica al neokantismo, crítica que más tarde Nicolai Hartmann hizo suya. 4 Gadamer, Hans-Georg, Mito y razón, Barcelona, Paidós, 1997, p. 73. 5 Cfr. Moratalla, Agustín, El arte de poder no tener razón, Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, Salamanca, 1991, p. 39 6 Gadamer, Hans-Georg, Gesammelte Werke II, Mohr, Tübinguen, 1986, II, pp. 492-493 en Moratalla, Agustín, “Historia y filosofía en Gadamer”, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, España, 1993, p. 40. 7 Gadamer, Hans-Georg, Die Lektion des Jahrhunderts. Ein philosophischer Dialog mit Riccardo Dottori, Lit, Múnster, 2002, p. 23. 9 A las propuestas, la de Scheler y la de Hartmann, se le sumaba la de Heidegger que parece llamar la atención de Gadamer y en consecuencia impulsar una reflexión propia, pero por una plataforma de abordaje algo distinta: Yo traté de hacer algo completamente distinto de lo de Heidegger, como queda claro en mi primer libro. La ética dialéctica de Platón, con el que obtuve la libre docencia [Habilitación]. Traté de llegar a la filosofía desde otro punto de vista, desde el punto de vista práctico, me refiero al nacimiento entonces de ese pensamiento que luego he desarrollado más ampliamente sobre la base del concepto griego de phronesis8. Gadamer realiza el trabajo de La ética dialéctica de Platón en 1931, para ello, Gadamer ya había asistido al curso del semestre de verano de 1923 con Heidegger, este curso llevaba por título Ontología. Hermenéutica de la facticidad, no sin pasar por alto que un año atrás, Gadamer había conocido por causalidad el famoso “Informe Natorp” que Heidegger tituló Interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles. Indicación de la situación hermenéutica. Resulta curioso que este estudio estuviese perdido por mucho tiempo y que solo hasta 1989 se publicara en el Dilthery-Jahrbuch. Además, a este breve mapa cronológico no hay que obviarle el año de 1927, año de aparición de Ser y tiempo. Resulta importante recalcar el horizonte en el que se gesta el pensamiento gadameriano, pues se enuncia con facilidad que Gadamer tuviese un primer acercamiento a la situación hermenéutica por medio de Heidegger, no obstante, estas coordenadas cronológicas permiten observar la dimensión de este encuentro. Para cuando Gadamer desarrolla su trabajo de habilitación ya conocía el trabajo Heideggeriano. Por lo anterior, podemos decir que el encuentro que Gadamer tuvo con Heidegger perfiló de gran manera su trabajo, no solo como impacto juvenil, sino como aquel que prevalecería hasta su trabajo de madurez; no por nada Gadamer expresará que escribía bajo la sombra de su maestro. Así pues, la reflexión gadameriana contenida en VM, y que llevó diez años en conformarse, había sido pensada por su mismo autor bajo el título de Rasgos fundamentales de una hermenéutica filosófica9. No obstante, por cuestiones de edición, termina adquiriendo el título ya conocido y que permanece para sus lectores10. Resulta interesante pensar en el 8 Gadamer, Hans-Georg, Die Lektion des Jahrhunderts. Ein philosophischer Dialog mit Riccardo Dottori, Lit, Múnster, 2002, p. 24. 9 Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik. 10Aunque este título, según afirma Grondin, trajo decepción en aquellos lectores que esperaban encontrar informaciones sobre la naturaleza del método y de la verdad. 10 título original que Gadamer había considerado para su manuscrito, pues lo que sigue tiene que ver con una lectura que hace hincapié en esos rasgos que direccionan a la hermenéutica como filosófica. Ahora bien, asumiendo que el trabajo de Gadamer se encuentra en relación con Heidegger, de modo concreto con la analítica de la existenciariedad, brota la cuestión ¿cómo se configura el trabajo filosófico de Gadamer?, ¿qué es hermenéutica?, o como el mismo Gadamer dice: ¿Qué era esta hermenéutica filosófica?11. Al intentar ensayar una respuesta que aclare el cometido gadameriano, no se pretende hacer un nuevo recorrido a VM, sino presentar, por medio de dimensiones, un esquema de interpretación para la propuesta filosófica de Gadamer. Para ello, se echa mano de la investigación de Marcelino Arias Sandí12. Esta investigación pretende mostrar la universalidad de la hermenéutica como rasgo fundamental y, para lograrlo, Arias expone las dimensiones de la estructura del comprender. Dimensiones que ahora resultan importantes para el fin perseguido. Antes de abordar las dimensiones de la hermenéutica, resulta importante realizar algunas acotaciones al concepto de dimensión, acotaciones que el mismo Arias advierte: “Si bien esta división en dimensiones no está presente como tal en los textos gadamerianos, sí es posible proponerla a partir de planteamientos de este autor.”13 Otra de las acotaciones explicita que el concepto no debe ser entendido como una cuestión de medida, sino más bien como una dirección en la que se va desarrollando la propuesta gadameriana. Finalmente, resulta importante destacar que ninguna de las dimensiones ocupa un puesto jerárquicamente superior con respecto a las otras, sino que las tres se encuentran en comunión y proyectan la trama de la hermenéutica. a) Dimensión ontológica: La definición de esta primera dimensión reposa sobre el giro ontológico que la hermenéutica cobra. Pues, como se sabe, el concepto de hermenéutica es antiguo y, por tanto, resulta necesario acotar que se puede hablar de una dimensión ontológica en tanto la hermenéutica deja una preocupación metodológica y un papel de tutora para la interpretación de textos, de 11 Pregunta que Gadamer manda por delante en su Autopresentación de 1977. 12 Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010 13 Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 20. 11 suerte que postula el comprender como modo de ser del ser-ahí. Para profundizar en el giro ontológico resulta necesario visualizar que la hermenéutica filosófica tiene algunas variantes con el concepto de hermenéutica desarrollado en el periodo clásico y en uno preocupado por el método. Para ello, se echa mano del esquema propuesto por Grondin, en su libro ¿Qué es la hermenéutica?14. Grondin acepta que, en un modo estricto y restringido, el término hermenéutica designa el pensamiento de Gadamer y de Ricoeur, pues ellos han desarrollado una filosofía universal de la interpretación que pone el acento en nuestra experiencia lingüística del mundo. Pero esto no significa un rechazo o desvinculación con la tradición que acarrea la hermenéutica, sino más bien un diálogo, como de hecho lo efectúa Gadamer a lo largo de sus obras. Para aclarar esto es preciso dilucidar los siguientes tres sentidos del término. El sentido clásico del término connota el rasgo más emergente de la hermenéutica, es decir, la interpretación de textos. Este quehacer se encuentra desarrollado por la teología, el derecho y la filología, que tienen que vérselas con textos canónicos o sagrados. El puesto de la hermenéutica (en este sentido) es más de auxiliadora ante pasajes complejos o ambiguos, como bien expresa Gadamer: “Los libros que llevaban el título de ‹‹hermenéutica›› tenían, la mayoría de las veces, un carácter puramente pragmático-ocasional y ayudaban a la aclaración de los pasajes que ofrecían dificultades de comprensión”15. Ante este carácter instrumental de la hermenéutica, se establecen normas que ayudan a la comprensión de los textos, las cuales derivaban de la retórica. Así, bajo esta operatividad se derivaban reflexiones sobre el arte de interpretar, como el caso de Quintiliano que trata de la exégesis en De institutione oratoria, o San Agustín que reflexiona sobre la interpretación del Antiguo Testamento. Desde un punto de vista metodológico, que coincide con la reflexión filosófica de Dilthey, el cual conociendo bien la tradición del primer momento asume que como la hermenéutica estudia las reglas y los métodos de la comprensión puede, por su carácter, servir de fundamento metodológico para las ciencias del espíritu, con la intención de destacarlas ante las ciencias de la naturaleza. Así lo expresa Grondin: “La hermenéutica se convierte entonces en una reflexión metodológica sobre la pretensión de verdad y el estatuto científico de las 14 Grondin, Jean, ¿Qué es la hermenéutica?, Herder, Barcelona, 2014, pp. 13-20. 15 Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 64 12 ciencias del espíritu”16. La aventura intelectual, en este sentido, busca un apoyo metodológico para que las ciencias del espíritu tuviesen un lugar respetable ante las ciencias de la naturaleza. Y como un tercer momento hoy se habla de una filosofía universal de la interpretación. De acuerdo con Grondin, este tercer momento se ha levantado como reacción al sentido metodológico del término hermenéutica, bajo la tesis de que la comprensión y la interpretación no solo se encuentran en el rasgo metodológico de las ciencias del espíritu, sino que están latentes en la vida misma. El desarrollo de este tercer sentido, sin duda, ha marcado el siglo XX, y para señalar quiénes sobresalen en este momento, Grondin escribe: Este avance puede invocar dos paternidades: una paternidad anónima en Nietzsche (anónima porque él habló poco de hermenéutica) y su filosofía universal de la interpretación, y una paternidad más declarada en Heidegger, aun cuando este último defiende una concepción muy particular de la hermenéutica, en ruptura con las hermenéuticas clásica y metodológica: según él, la hermenéutica en principio nada tiene que ver con los textos, sino con la existencia misma, henchida ya ella misma de interpretaciones, pero que aquélla puede iluminar17. La filosofía de Heidegger, montada sobre la analítica de la existenciariedad marcó sobremanera el camino de Gadamer, como se dice, pero también el de Ricoeur, aunque ambos caminos tienen intereses distintos a los de Heidegger. Grondin asume que el camino de Gadamer regresa al diálogo con las ciencias del espíritu, y es cierto, pero vale la pena mencionar que las ciencias del espíritu son para Gadamer un interlocutor, mas no el objetivo absoluto de su reflexión. Con la exposición de estos tres momentos, se busca centrar con mayor amplitud el concepto de “hermenéutica” en la propuesta gadameriana y, con ello, dejar más clara la designación de la dimensión ontológica. Resulta más claro expresar ahora que la hermenéutica toma un giro ontológico, en la medida en que abandona la preceptiva normativa clásica y el carácter fundante del método de las ciencias del espíritu, para entender que la comprensión se encuentra en el núcleo de la vida misma. Así, bajo la influencia de Heidegger, Gadamer asume que el comprender es un modo de ser del ser ahí y, por tanto, se predica el comprender en un nivel ontológico. Claro está que, para asumir esta dimensión ontológica, la mira no puede desapartarse de las contribuciones heideggerianas, como lo expresa Gadamer: “La16 Grondin, Jean, ¿Qué es la hermenéutica?, Herder, Barcelona, 2014, p. 18. 17 Grondin, Jean, ¿Qué es la hermenéutica?, Herder, Barcelona, 2014, p. 19. 13 analítica temporal del estar ahí humano en Heidegger ha mostrado en mi opinión de una manera convincente, que la comprensión no es uno de los modos del comportamiento del sujeto, sino el modo de ser propio del estar ahí. En este sentido es como hemos empleado el concepto de ‹‹hermenéutica››”18, las palabras de Gadamer muestran cómo su propuesta se destaca de los dos momentos ya expuestos y define cómo entiende el concepto “hermenéutica”. Lo entiende, pues, como modo de ser del ser-ahí, para quedar explícito que la hermenéutica es ontología. La referencia a esta consideración designa, por tanto, la dimensión ontológica. No obstante, pese a todo lo ya explicitado, es importante tener en cuenta que la hermenéutica da un “giro ontológico” teniendo como hilo conductor al lenguaje. No es casualidad que la última sección de VM lleve el título El lenguaje como hilo conductor del giro ontológico de la hermenéutica, pero ¿qué significa esto en realidad? El que el lenguaje sea el hilo conductor de este giro ontológico significa que este conduce a la experiencia hermenéutica, pues como bien afirma Arias: “El lenguaje no tiene un status independiente de la experiencia hermenéutica”19. Arias afirma tal relación con respecto a la experiencia hermenéutica porque esta es un modo de la experiencia humana del mundo, si esto es así nuestra experiencia del mundo es por/a través del lenguaje, así lo afirma Gadamer en el siguiente pasaje: Se trata del centro del lenguaje, desde el cual se desarrolla toda nuestra experiencia del mundo y en particular la experiencia hermenéutica20. De acuerdo con esta lógica, la experiencia hermenéutica como modo de la experiencia humana, se encuentra constituida lingüísticamente y esto a su vez da cuenta de que, “no existe ningún lugar fuera de la experiencia lingüística del mundo desde el cual éste pudiera convertirse en objeto”21. Entonces, la importancia del lenguaje radica en que este abre el sentido ontológico que muestra que, el lenguaje, es el centro en el que se desarrolla toda experiencia de mundo, incluso antes de cualquier tematización; el que el intérprete pertenezca a su mundo significa que esta, la pertenencia, debe ser pensada desde una experiencia del 18 Gadamer, Hans-Georg, Verdad y método, Sígueme, Salamanca, 2001, p.12. 19 Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 77. 20 VM, p. 548. 21 VM, p. 543. 14 mundo constituida lingüísticamente22. Así puede leerse en VM: “La lingüisticidad de nuestra experiencia del mundo precede a todo cuanto puede ser reconocido e interpelado como ente”23. Es pues desde el lenguaje, como centro, que se desarrolla toda experiencia del mundo, esto lleva a considerar que quien tiene lenguaje tienen mundo y no solo palabras24. Quien tiene lenguaje tiene mundo y no solo palabras porque el lenguaje guarda un rasgo especulativo que muestra que las palabas, de quien habla, no copian lo que es. Sino que expresan el conjunto del ser. Pues como bien sostiene Arias, Gadamer insiste en que el lenguaje no es copia de algo, sino que es una especulación que abre relación a un todo con sentido25. Así, el lenguaje tiene carácter de acontecer porque el lenguaje es en el habla y el habla en el lenguaje. Si el lenguaje es acontecer y especulación significa, en todo momento, que no hay un punto fuera del lenguaje, como si un sujeto fuese capaz de ponerse frente al mundo y hacerlo parte de su lenguaje. Por el lenguaje se tiene mundo y es por tal que funge como hilo conductor de la experiencia hermenéutica. De forma análoga a estos rasgos del lenguaje se encuentran las investigaciones del italiano Ernesto Grassi en torno a la Retórica, pero resultan como buen paralelo a esta instancia argumentativa porque Grassi echa mano de Heidegger y de Novalis, este segundo bien conocido por Heidegger y Gadamer; de Novalis, Ernesto Grassi, logra extraer ciertos rasgos del lenguaje que permite fundamentar cierta noción de Retórica. Entonces, Ernesto Grassi en sus investigaciones sobre Retórica26, ve la insuficiencia del lenguaje racional al recuperar las consideraciones heideggerianas en torno al ser, así lo expresa el italiano: “Heidegger explica en una de sus obras (Grundbegriffe, Frankfurt, 1981, un ciclo de lecciones que pronunció en Freiburg en 1941) que es imposible identificar la esfera del ser con la de la racionalidad”27. Grassi expone dos argumentos que muestran la fuerza de la tesis anterior. El primer argumento muestra que siempre que se presenta la tarea de definir al ser como lo universal 22 Cfr. Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 80. 23 VM, p. 76. 24 Cfr. Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 80. 25 Cfr. Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 77; también en VM, p. 561. 26 Grassi, Ernesto, Vico y el humanismo. Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica, Anthropos, España 1999. 27 Grassi, Ernesto, Vico y el humanismo. Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica, Anthropos, España 1999, p. 196. 15 supremo, se cae en una contradicción, esto debido a que al tiempo que se define al ser como lo más universal salta la obligación de definirlo (al ser) también como lo más particular, debido a que, el ser es en todos los entes. El segundo argumento, radica en que el ser también es definido como lo más comprensible, como lo más de suyo evidente, pero, que, también se cae en la contradicción de definir al ser como lo más oculto, porque se escapa a toda definición racional. Según Grassi, “el ser no es racional, no se basa en los principios de identidad y de no contradicción”28. El italiano afirma que, dado que los entes son determinables solo por el conocimiento del ser y según lo anterior, el ser no tiene cabida en lo racional, en consecuencia, la naturaleza de los entes tampoco es identificable con lo racional. Grassi encuentra de este modo la plataforma para preguntar por el estatuto de la Retórica, y más todavía, una posibilidad de legitimar el lenguaje retórico. Esta posibilidad, es también, la que legitima la pregunta “¿por qué el lenguaje no desentraña ni reproduce la realidad?”; Grassi perfila su salida desde Novalis, pues ve en él una doctrina triple sobre el lenguaje29. Esta doctrina muestra que el lenguaje es un juego porque lo que se manifiesta en un juego no se revela de repente ni todo de una vez, sino que se despliega en la sucesión de las partidas. El lenguaje, también, no ocurre para determinar a los entes y que el lenguaje habla por sí mismo. La investigación de Grassi solo la comentamos como un paralelo a la investigación en curso porque encontramos ciertas semejanzas a las que apunta Gadamer. No obstante, la importancia del lenguaje es muy importante para la dimensión ontológica porque abre la unidad originaria de nuestra experiencia y el mundo. b) Dimensión epistemológica: Si la dimensión ontológica corresponde al comprender como modo de ser del ser-ahí, la dimensión epistemológica se refiere a la práctica filosófica específica. Gadamer expone que su verdadera intención siempre ha sido filosófica pues se encuentra no en lo que hacemos o deberíamos hacer, sino en lo que ocurre “por encima” de ese querer y hacer, es decir, una reflexión filosófica de la praxis de la comprensión. A lo largo de VM, Gadamer apunta 28 Grassi, Ernesto, Vico y el humanismo. Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retórica, Anthropos, España 1999, p. 197. 29 Nota: Esta teoría la ha rastreado Grassi en un textofragmentario de 1798 titulado Monólogo, también se fundamenta en: Novalis, Tagebücher und Briefe, en Werke, vol. 2 (ed. H.J. Mähl y R. Samuel), Munich, 1978. 16 repetidas veces la tarea de la hermenéutica como: “[…] se sigue que su tarea no es desarrollar un procedimiento de la comprensión, sino iluminar las condiciones bajo las cuales se comprende.”30 Este iluminar muy al modo de la fenomenología es el contenido de la dimensión epistemológica, ya que esta dimensión “estaría a cargo” de tematizar las condiciones del comprender, que es ontológico. Gadamer, para explicar la praxis del comprender se vale de esta dimensión. Aunque vale la pena mencionar las acotaciones que Arias realiza, pues en tanto se habla de esta dimensión, no se pretende plantear que desde ella se desarrolle una epistemología, en el sentido de establecimiento de los fundamentos del conocimiento, ni mucho menos un punto de referencia para el quehacer de la ciencia o, por si fuera poco, una jerarquía de los conocimientos humanos. La dimensión en curso explicita porqué la hermenéutica es filosófica, ya que lo es en tanto se puede dar cuenta de la praxis del comprender. c) Dimensión práctica: La dimensión práctica lleva en su seno mostrar cómo la hermenéutica filosófica puede ser filosofía práctica, cuyo desarrollo corre en el siguiente apartado. Por ahora, resulta conveniente mencionar que en las consideraciones de esta dimensión aparecen muchas comparaciones y explicaciones a partir de la filosofía práctica de Aristóteles. La dimensión práctica se entiende con las anteriores dimensiones, en la medida en que el comprender, como modo de ser del ser-ahí, corresponde a la dimensión ontológica, mientras que el tematizar las condiciones por las cuales se da el comprender corresponde a la dimensión epistemológica. Pues bien, el avanzar teórico en la praxis del comprender ensancha la autocomprensión, afectación que se efectúa por la misma tematización del comprender y se decanta en aplicación. Es decir, en la medida que se teoriza, la autocomprensión se ensancha por lo ya teorizado, para así aplicarse. 2.- La hermenéutica filosófica como filosofía práctica: Cuando se expone la designación de la dimensión práctica, se dice que tal dimensión lleva en su seno el tema que a este apartado le ocupa, es decir, la hermenéutica filosófica como filosofía práctica. La hermenéutica filosófica como filosofía práctica debe comprenderse 30 VM, p. 365. 17 como la relación que guarda el avanzar teórico de la comprensión con la propia autocomprensión (que se ve ensanchada por dicho avanzar teórico). Así, el cometido del presente apartado consiste en tematizar cómo se efectúa tal relación, con el apoyo del capítulo que Gadamer dedica a esta cuestión en La razón en la época de la ciencia31. Gadamer con el cuidadoso uso de los conceptos que lo caracteriza, al exponer el sentido de la hermenéutica filosófica como filosofía práctica empieza mostrando el alcance de cada uno de los términos que componen su encabezado, de suerte que cuando habla de filosofía practica se está refiriendo a la tradición aristotélica. La reflexión filosófica gadameriana guarda mucha relación con Aristóteles, y recurre a ella para distintos propósitos. Esto puede verse desde El problema de la conciencia histórica (que funge como una antesala a VM), uno de cuyos propósitos al acercarse a Aristóteles es, establecer analogías entre la ética aristotélica y el saber que persigue la hermenéutica: “Ahora bien, la ética de Aristóteles no se interesa por el problema hermenéutico y menos todavía en las dimensiones históricas de éste, sino por el papel exacto que debe asumir la razón en todo comportamiento ético, y es este papel de la razón y del saber el que muestra analogías sorprendentes con el del saber histórico.”32 Aunque tal relación es inteligible pues como se dice más arriba, Gadamer aprendió a leer a Aristóteles con otros ojos gracias a Heidegger33. También es destacable el propósito de preguntar por el puesto de las ciencias del espíritu ante las ciencias de la naturaleza: “Intentaré mostrar que la filosofía práctica de Aristóteles -y no el concepto moderno de método y de ciencia- es el único modelo viable para formarnos una idea adecuada de las ciencias del espíritu”34. Puede verse de una forma notable la conexión con Aristóteles, al menos en estos dos propósitos sin contar las repetidas veces que se encuentra en VM. Pero ¿de qué tipo es y cómo se configura la relación con Aristóteles ante la aprehensión de la hermenéutica filosófica como filosofía práctica? La relación es modélica, en el sentido de 31 Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, pp. 59-81. 32 Gadamer, Hans-Georg, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 2001, p. 81. 33 Es interesante como Volpi llega a plantearse la cuestión de si Ser y tiempo no resultaba una traducción de la Ética a Nicómaco, esto en: Volpi, Franco, “Being and Time: a Translation of the Nicomachenan Ethics?”, Reading Heidegger from the Start. Essays in His Earliest Thought, edit. by Th. Kisiel and J. van Buren, 1994, State University of New York Press, Albany, pp. 195-211 en Conill Sancho, Jesús, Ética hermenéutica, Tecnos, España, 2006, p. 106. 34 VM II p. 309. 18 que Gadamer ve que la “razonabilidad”35 tal como se mueve en la filosofía práctica es muy cercana al quehacer hermenéutico. Para empezar, es preciso retomar el sentido de la expresión aristotélica “filosofía práctica”, pues en ella Gadamer advierte que, para los griegos, el termino filosofía hace referencia a ciencia: El concepto de ciencia es la invención capital del espíritu griego, con la que el nacimiento de éste se consuma en lo que llamamos cultura occidental36. La ciencia, en la concepción griega, estaba configurada por la matemática, aunque en efecto, la ciencia para los griegos implica saberes comprobados que posibiliten la teoría, de manera que el concepto “filosofía práctica” se configura por analogía con la filosofía teórica, la cual abarca la física, la matemática y la metafísica. Esto no ocurre con el sentido moderno de “ciencia”, pues el pensamiento sobre el método y el primado de este sobre la cosa determinaron el objeto de la ciencia. Así, en la distinción que reclamaba la filosofía práctica (desde la visión clásica) estriba en los distintos tipos de objetos a los cuales se enfoca y no una oposición entre, teoría y praxis: “[…] pero si examinamos el modo de fundamentar a la distinción entre las ciencias teóricas y las no teóricas, vemos que se trata únicamente de la diversidad de los objetos de ese saber.”37 Entonces, siguiendo a Gadamer, en el caso de la física, el objeto se distingue por el movimiento. Por otra parte, el objeto del saber productor (poiesis) que es la obra por crear, tiene origen en el fabricante, tanto en su saber como en su poder hacer. En el caso del sujeto político-práctico (praxis) este se encuentra determinado desde sí mismo y desde su propio saber. Resulta una quimera, dese la perspectiva clásica, que haya oposición entre las ciencias teóricas y no teóricas; más bien lo que hay es una distinción. “El campo conceptual en el que están localizados la palabra y el concepto praxis no está primariamente definido por la oposición a la ‹‹teoría›› y en tanto aplicación de la teoría.”38 Entonces ¿cómo aprehender el sentido del concepto praxis en la filosofía práctica de Aristóteles? El concepto praxis designa la forma de comportamiento de los seres vivientes en su más amplia generalidad teniendo en cuenta que la actividad y la relación a una situación son las categorías que conducen a esa forma de comportamiento. Sumando, la extensión del 35 Gadamer, Hans-Georg, Die Lektion des Jahrhunderts. Ein philosophischer Dialog mit Riccardo Dottori, Lit, Múnster, 2002, p. 25. 36 Gadamer, Hans-Georg, Elogio de la teoría,Península, Barcelona, 1993, p. 59 37 VM II p. 295. 38 Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 61. 19 concepto, no se limita -en esta concepción clásica- solo a la forma de comportamiento humana, sino que también se predica a la realización de vida de todo lo viviente, es decir, una forma de vida que es llevada a cabo de una determinada manera (bios). En una expresión ordinaria, el término praxis corresponde a la forma de vida de hombres y animales.39 Si esto es así el sentido del concepto praxis abarca una mayor extensión, no limitada a la forma de comportamiento humana. En el caso del hombre se puede destacar un sentido más acotado. La forma de vida del hombre, según ya veía Aristóteles, en el estudio acerca del alma, no se encuentra limitada a los instintos, no tiene una correspondencia únicamente con la naturaleza. El concepto de ‹‹prohairesis›› expresa bien esta distinción, ya que significa ‹‹anticipación y elección previa››40, es decir, saber preferir lo uno sobre lo otro y elegir conscientemente entre las posibilidades que se presentan en determinada circunstancia. Con esta distinción, Aristóteles a los ojos de Gadamer destaca que el concepto de praxis adquiere un registro notable cuando es aplicado al ciudadano libre, ya que: La libre decisión se orienta por los órdenes de preferencia rectores de la conducción de la vida, sea que se refiera al placer o al poder, al honor o al conocimiento. -Por si fuera poco, dentro de la convivencia humana se encuentran otras formas para la conducción de la vida- entre hombre y mujer, anciano y niño, entre dependientes e independientes41. Siguiendo la argumentación, el amplio sentido que guarda la praxis destaca que ya no es solo lo natural lo que rige nuestra forma de conducta pues la filosofía práctica se encuentra delimitada por el saber práctico de quien elige libremente. Con esto la filosofía práctica se vincula con el uso de la consciencia, en el sentido de que es característica propia del hombre del hombre consiente ejercitar prohairesis. Gadamer rescata de Aristóteles el doble sentido de actualizar la prohairesis, pues la consciencia no está en el vacío, sino que se predica 1) como la formación de las actitudes humanas para preferir, que a su vez forman su areté y; 2) como la búsqueda de consejo cuya función es dirigir el actuar. Por si fuera poco, la consciencia abre un tema que le ocupa a la filosofía práctica: responder por el punto de vista en virtud del cual algo debe ser preferido, es decir, la referencia al bien. La referencia al bien del cual se habla permite iluminar un saber de situación que caracteriza a la ética aristotélica, pues el saber elegir y decidir entre distintas opciones determinadas se 39 Cfr. Ibídem. p. 61. 40 Cfr. Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 61. 41 Ibídem., p. 62. 20 encuentra ampliamente promovido, en el sentido de que debe elegirse algo por la situación concreta en la que esta se exige. Puede decirse que es un saber de situación porque el elegir no se encuentra promovido por una techne afianzada, ya aprendida, de lo que se sigue que uno de los rasgos distintivos de la filosofía práctica es ser una ciencia que surge de la praxis y regresa a ella con todas las generalidades que su consciencia despierta.42 Sin embargo, no corresponde a esta ciencia el estudio de las situaciones y formas de comportamiento cambiantes, que por su nivel promedio puedan elevarse a un nivel de conocimiento general, sino más bien: “[…] este saber enseñable de estructuras típicas tiene el carácter de conocimiento real solo en virtud de que -al igual que lo que sucede siempre con la techne, como la teoría del arte- puede ser siempre traducido en praxis”43. Esta cita supone (y resulta importante tenerlo en cuenta antes de avanzar) que dicho saber puede ser enseñable, al igual que la techne, pero ¿cuáles podrían ser las diferencias entre el saber moral que persigue Aristóteles en su ética y el saber hacer de la techne? Gadamer rescata de una manera puntual44 las diferencias, que ya Aristóteles exponía entre el saber ético y el saber técnico. Se muestran a continuación: 1) La primera diferencia entre el saber técnico y el saber ético reposa en que una técnica se aprende y se puede olvidar, así como se pierde un oficio, pero estrictamente el saber ético, una vez aprendido, ya no se olvida, sino que el agente continúa aplicándolo. El saber técnico que se emplea para determinada obra uno se lo apropia o no. Por el lado del saber moral, uno se encuentra en una determinada situación en la que se debe actuar; el saber moral se posee y se aplica. Pero no se aplica porque primero se posea, sino porque el hombre tiene conceptos en torno a lo justo e injusto, en torno a la solidaridad, a la dignidad, etc., por los que se guía. No obstante, el artesano también posee imágenes por las cuales se guía para fabricar determinado objeto. Pero, por ejemplo, aquello que es justo no se encuentra determinado por entero sin la circunstancia que exija tal comprensión de la justicia, mientras que la idea del artesano, de aquello que va a fabricar, se encuentra totalmente determinada por el uso. Pero lo justo, dice Gadamer, “[…] está determinado en un sentido absoluto, pues está 42 Cfr. Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 63. 43 Ibídem., p. 63. 44 Gadamer, Hans-Georg, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 2001, pp. 86-99. 21 formulado en las leyes y contenido en las reglas de comportamiento generales de la moral, que no por no estar codificadas dejan de ser muy determinadas y vinculantes”45. ¿Lo ya indicado supondría que el cultivo de la justicia es equivalente a una techne? La respuesta a la que accede Gadamer muestra ya el carácter operante de la hermenéutica jurídica, pues la aplicación de las leyes despeja el carácter determinante de ellas y pone distancia con la situación del artesano. El artesano aplica las reglas y el diseño para determinado objeto y, aunque en el camino de su obrar se vea obligado a adaptarse a determinadas circunstancias, como el renunciar a su plan tal como lo había pensado, su aplicación no quiere indicar que se perfeccione su saber. Sucede de un modo diferente con el que aplica el derecho, pues en determinada circunstancia se verá exigido a hacer licencias respecto a la ley, pues de otro modo el proceder de quien aplica el derecho sería injusto. Como bien formula el autor de VM, la ley se muestra deficiente no porque en su seno albergue dicha imperfección sino porque la realidad humana impide una aplicación simple de las mismas. 2) El segundo aspecto que marca diferencias es la relación entre los medios y los fines. El saber moral no se encuentra restringido a objetivos particulares, pues afecta al vivir en una generalidad. El saber técnico, por su esencia, es siempre particular y está restringido a fines así mismo particulares, pues cuando se busca aprender un saber técnico se aprenden los medios adecuados para determinado objetivo. Una de las actualizaciones del saber moral, como se dice más arriba, consiste en la búsqueda de consejo, lo cual se aprecia con mucha claridad en que el saber moral pretende aconsejar al agente para decidir. Esta búsqueda de consejo implica que no hay algo así como una determinación a priori para la orientación de la vida, ya que, como indica el propio termino de prohairesis, el agente está en constante elección con la situación que exige decidir, “Pues aunque uno debe ser capaz de ver en cada situación lo que ésta pide de uno, este ver no significa que deba percibirse lo que en cada situación es lo visible como tal, sino que se aprende a verlo como situación de la actuación y por lo tanto a la luz de lo que es correcto”46. 45 VM p. 389. 46 VM p. 394.22 3) El saber moral implica una relación consigo mismo. “Al lado de la Phronesis se encuentra el fenómeno de la comprensión en el sentido de Synesis [discernimiento comprensivo]. Es una modificación intencional del saber ético cuando es cuestión de un saber no sólo para mí, sino para el otro”47. El saber moral en esta consideración adquiere un matiz interesante, ya que supone que no solo se trata de uno mismo sino del otro. La comprensión (Synesis) se entiende como el desplazarse a la situación donde se encuentra el otro. El modelo que expresa la comprensión es el consejo (pero no consigo mismo), pues quien aconseja no se ve como neutral o por fuera de la situación que requiere el consejo mismo, sino que tanto el que aconseja como el que recibe el consejo se encuentran en un suelo común. Hasta aquí hemos planteado que la relación que existe entre Gadamer y la filosofía práctica de Aristóteles es modélica, y por ello se han hecho visibles algunos compromisos que alberga este saber práctico. No obstante, “a Gadamer le fascinaba la ética aristotélica porque se concentraba en el hombre fáctico, en su saber práctico, que se preocupaba por sí mismo. Era un saber ni teórico ni técnico, que sólo se puede experimentar en su realización, entretejido en la práctica de la vida, porque la práctica no es la aplicación de una teoría”48. Por esto, Gadamer no quita la mirada de la riqueza que implica volver a la phrónesis, ya que esta viene a ser el sentido de lo factible49. Además, es preciso recordar que en el seminario de 1923 impartido por Heidegger sobre el libro VI de la Ética a Nicómaco le daría a Gadamer el empujón para tematizar las estrechas relaciones entre racionalidad y vida práctica50. Gadamer encuentra en la phrónesis el perfecto caldo de cultivo para su filosofía, así lo expresa: Es cierto que él [se refiere a Heidegger] también se ocupó de la ética de Aristóteles, y que he sido él quien atrajo mi atención sobre la phronesis, la razonabilidad del saber práctico. Pero yo he cultivado en la phronesis una base más amplia, que luego he enfatizado, no simplemente en el sentido de una virtud, sino del diálogo51. 47 Gadamer, Hans-Georg, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 2001, p. 93. 48 Conill Sancho, Jesús, Ética hermenéutica, Tecnos, España, 2006, p. 157. 49 Cfr. Conill Sancho, Jesús, Ética hermenéutica, Tecnos, España, 2006, p. 158; Cfr. Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, pp. 311, 329 y 330. 50 Cfr. Moratalla, Agustín, El arte de poder no tener razón, Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, Salamanca, 1991, p. 41. 51 Gadamer, Hans-Georg, Die Lektion des Jahrhunderts. Ein philosophischer Dialog mit Riccardo Dottori, Lit, Múnster, 2002, p. 25. 23 Es por tal que pensadores como Álvaro Vallejo Campos han decidido estudiar la importancia de la phrónesis en la filosofía gadameriana52. Según Vallejo, en Aristóteles la autonomía de la razón práctica está exigida por la naturaleza de su objeto (como ya se ha tematizado más arriba), es decir, no es que no se puedan formular generalidades, pero estas generalidades no pueden pasar por alto la contingencia de la situación humana. Por eso Aristóteles afirma: “El fallo no radica en la ley ni en el legislador sino en la naturaleza del asunto, ya que así es la materia de lo práctico”53. En paralelo, Vallejo sostiene que, de lo anterior, Gadamer ve el rasgo de la “contingencia”, que bien pueden aprovechar las ciencias del espíritu, pues estas imponen un uso diferente de la razón del que puede utilizar el científico natural, así se lee en VM: Por el contrario, frente a esta ciencia ‹‹teórica›› las ciencias del espíritu forman parte más bien del saber moral. Son ‹‹ciencias morales››. Su objeto es el hombre y lo que éste sabe de sí mismo. Ahora bien, éste se sabe a sí mismo como ser que actúa, y el saber que tiene de sí mismo no pretende comprobar lo que es. El que actúa trata más bien con cosas que no siempre son como son, sino que pueden ser también distintas. En ellas descubre en qué punto puede intervenir su actuación; su saber debe dirigir su hacer54. Aunado al rasgo de la contingencia, Vallejo considera que, en la phrónesis aristotélica hay una dimensión del tiempo que Gadamer ve y asimila bastante bien55. Siguiendo a Vallejo, la phrónesis es un saber con especificidad propia, que no tiene por objeto realidades eternas y necesarias sino contingentes. Este saber se fundamenta no en el conocimiento de los universales, que se transmiten por medio de la enseñanza, sino por el devenir de la experiencia humana56. Para esto, Vallejo advierte bien, que la phrónesis no es un saber que excluya lo universal, pero a este saber “le es preciso conocer también lo particular”, pues en este registro se mueve la acción57. El sentido de que este saber no se fundamente en el conocimiento de los universales, hace notar que, la phrónesis no puede aprenderse como la geometría o las matemáticas, pues los jóvenes tienen que esperar para poder adquirirla, pues 52 Vid. Vallejo Campos, Álvaro, “El concepto aristotélico de phrónesis y la hermenéutica de Gadamer”, pp. 465- 486 en El legado de Gadamer, (eds.) Acero, Nicolás, Tapias, Sáez, Zúñiga, Universidad de Granada, España, 2004. 53 Aristóteles, Ética a Nicómaco, (1137b17-19). 54 VM, p. 386. 55 Vallejo sostiene esto orientado por Aubenque, Vid. Aubenque, P., La Prudencia en Aristóteles, Madrid, 1999, p. 112. 56 Vallejo Campos, Álvaro, “El concepto aristotélico de phrónesis y la hermenéutica de Gadamer”, pp. 469, en El legado de Gadamer, (eds.) Acero, Nicolás, Tapias, Sáez, Zúñiga, Universidad de Granada, España, 2004. 57 Aristóteles, Ética a Nicómaco, (VI 7, 1141b15). 24 el saber de las cosas particulares requiere de experiencia, de tiempo58. Gadamer ve y aprecia bastante este rasgo, pues como dice Vallejo, la experiencia de la que habla Aristóteles no tiene nada que ver con la experiencia metódica que rige los procedimientos de la ciencia moderna, porque esta experiencia está ligada al tiempo y al transcurso de la existencia59. Y podemos dar prueba de esto con un pasaje del Excurso de VM, así se lee: Como se ve, no es sólo el papel de la hermenéutica en las ciencias lo que está aquí en cuestión, sino toda la autocomprensión del hombre en la moderna era de la ciencia. Una de las enseñanzas más importantes que ofrece la historia de la filosofía para este problema actual es el papel que desempeña en la ética y en la política aristotélica la praxis y su saber iluminador y orientador, la astucia o sabiduría práctica que Aristóteles llamó ‹‹phrónesis››. El VI libro de la Ética a Nicómaco sigue siendo la mejor introducción a esta tan traída y llevada problemática. […] Lo que se representa sobre el gran trasfondo de una tradición de filosofía práctica (y política), que alcanza desde Aristóteles hasta fines del XIX, es desde el punto de vista filosófico la autonomía de la aportación al conocimiento que supone la referencia a la praxis. Aquí lo particular concreto no aparece sólo como punto de partida sino como un momento siempre determinante del contenido de lo general60. Siguiendo el estudio de Vallejo, el que Gadamer aprecie la temporalidad-concreta de la phrónesis, le hace estar atento a las costumbres y convicciones que integran nuestra situación vital, es decir, ethos61. Gadamer pone atención a la situacionalidad porque este rasgo permite percatarnos que nos encontramos ante un saber que no se puede objetivar al modo de la ciencia experimental, es decir, no es un saber proposicional62. Cuando se afirma que este saber no es proposicional, se quiere decir, como Habermas bien ha apuntado que, el saber práctico es un saber internalizado, irrenunciable a la existencia63. Gadamer estima este rasgo de la phrónesis porque busca poner “límites a las pretensiones del dominio científico64. Con todo lo anterior se puede decirque, Aristóteles reconoce bastante bien que el avanzar teórico en estos temas se muestra bastante limitado ahí donde la praxis se sitúa en el terreno de lo concreto. No obstante, este querer saber y lo decisivo de la reflexión práctica no se 58 Aristóteles, Ética a Nicómaco, (1142ª15-18). 59 Vallejo Campos, Álvaro, “El concepto aristotélico de phrónesis y la hermenéutica de Gadamer”, pp. 469, en El legado de Gadamer, (eds.) Acero, Nicolás, Tapias, Sáez, Zúñiga, Universidad de Granada, España, 2004. 60 VM, pp. 647-648. 61 Esto puede confrontarse en pasajes gadamerianos como: Elogio de la teoría, p. 65; Acotaciones hermenéuticas, p. 140; VM, p. 662; VMII, p. 315 y 371. 62 Cfr. Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, Barcelona, Herder, 2002, p. 42. 63 Habermas, Jürgen, La lógica de las ciencias sociales, Tecnos, España, 1998, pp. 248-249. 64 Cfr. Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 36. 25 encuentran separados, sino que guardan una estrecha comunión. En la medida que se teoriza acerca de la praxis, se le promueve. Esta formulación es considerada por Gadamer como válida también para la hermenéutica: “Como teoría de la interpretación, no es una simple teoría. Muy claramente, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, la hermenéutica ha planteado siempre la exigencia de que su reflexión acerca de las posibilidades, reglas y medios de la interpretación sirva y promueva de manera inmediata la praxis”65. En un pasaje paralelo, Gadamer también lo dice así: “Así pues me parece que la conciencia teórica acerca de la experiencia de la comprensión, la hermenéutica filosófica y la propia autocomprensión, no pueden ser separadas la una de la otra”66. La dimensión práctica de la hermenéutica alberga bien esta misión, (bajo el modelo de la filosofía práctica). Pues ella designa que el avanzar teórico de la comprensión promueve de una manera enriquecida la praxis de la comprensión. Aunque esto es así porque el concepto ‹‹aplicación›› juega un papel importante dentro de la propuesta gadameriana: “[…] el concepto de la aplicación juega un papel central, pues todo avance en la conciencia teórica de la praxis de la comprensión afecta a la propia autocomprensión, como momento de la aplicación”67. Lo que resta ahora es mostrar el concepto de la aplicación dentro de la hermenéutica y cómo es que interviene al aprehender a la hermenéutica filosófica como filosofía práctica. La estructura de VM contiene en el capítulo diez una reflexión sobre el concepto de la aplicación. En ella, se muestra que el problema hermenéutico era concebido bajo la división de una subtilitas intelligendi, subtilitas explicandi y subtilitas applicandi, que correspondían a la comprensión, interpretación y aplicación. Aunque Gadamer rescata estos conceptos latinos de Rambach, pues reconoce que en su origen lo que unía a la hermenéutica filológica con la jurídica y la teológica reposaba sobre el concepto de la aplicación, y pone el acento en su origen, porque el concepto como perteneciente al problema hermenéutico, se perdió de vista en el segundo momento, ya que se consagró a la fundamentación metodológica de las ciencias del espíritu, que buscaban destacarse entre las ciencias de la naturaleza. Siguiendo a Gadamer, la aplicación no solo no es una parte esencial 65 Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 64. 66 Gadamer, Hans-Georg, La razón en la época de la ciencia, Alfa, Argentina,1981, p. 81. 67 Arias Sandí, Marcelino, La universalidad de la hermenéutica ¿Pretensión o rasgo fundamental?, Fontamara, México, 2010, p. 37. 26 de la comprensión, sino que la aplicación no es un momento final, pues eso implicaría entender al comprender como método y no como modo de ser del ser-ahí. La aplicación, en tanto momento esencial de la comprensión, se encuentra como determinante desde el inicio y en el conjunto del fenómeno de la comprensión. Para mostrarlo, es necesario pensar en el asunto con que tiene que vérselas la hermenéutica: “En efecto, el problema que nos presenta la hermenéutica puede definirse mediante la siguiente pregunta: ¿qué sentido es preciso dar al hecho de que un solo y mismo mensaje transmitido por la tradición se aprehenda siempre como nuevo de forma diferente, a saber, relativo a la situación histórica concreta de aquél que lo recibe?”68. El mensaje de la tradición puede ser nuevo y distinto porque se aplica a una situación concreta69. Aquí es preciso acotar que no es una lógica que aplique lo general a lo particular, sino que para comprender (el intérprete no puede ignorarse a sí mismo) ni a la situación en la que se encuentra, pues si se quiere comprender algo, la hermenéutica muestra como exigencia, verse en relación con su situación. O como, expresa Grondin cuando analiza dicho concepto, aplicar designa que comprender es comprenderse en aquello que se comprende70. Por esto es como la hermenéutica no equivale a un quehacer reproductivo, sino siempre productivo71. La aplicación juega un papel muy importante dentro de la dimensión práctica de la hermenéutica filosófica porque, en la medida que se avanza en la tematización, uno se comprende en ella. Ese comprenderse en ella es reconocerse ensanchado por la trama del comprender. Pero, resulta interesante como el reconocerse ensanchado por la trama del comprender implica una cierta “vigilancia” que el mismo Gadamer destaca dentro del sentido de la phrónesis. Como bien dice Conill: “La phrónesis viene a ser el sentido de lo factible, de lo recto y lo correcto, de cuya combinación surge lo bueno para la vida humana”72. Gadamer ve muy bien este sentido de dicho saber, como se ha desarrollado más arriba, es por ello que en algunos momentos de la filosofía gadameriana aparezca la noción de “vigilancia”, 68 Gadamer, Hans-Georg, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 2001, p. 81. 69 Para exponer el concepto de la aplicación, Gadamer regresa a la filosofía práctica de Aristóteles donde muestra analogías con el papel de la razón en la actuación moral. En efecto dicha razón busca mediar entre la situación concreta y las ideas, por ejemplo, de justicia, solidaridad, valor con que el hombre se guía a la hora de elegir. 70 Grondin, Jean, Introducción a Gadamer, Herder, Barcelona, 2003, p. 163. 71 VM p. 366. 72 Conill Sancho, Jesús, Ética hermenéutica, Tecnos, España, 2006, p. 158. 27 por ejemplo, en Praktisches Wissen (1930) se caracteriza a la phrónesis como una vigilancia de la preocupación de uno mismo73. Respecto a esta idea, Gadamer dice: En mis propios trabajos he elaborado muchas veces la significación de la ética aristotélica, y especialmente el concepto de la phronesis, esta sensatez moral y prudencial, este estar alerta y atento, que es, al parecer, la característica más propia al ser humano y que le permite ‹‹conducir›› su vida74. La noción de phrónesis implica una vigilancia, un estar atentos a la concretud, a la situación vital. Si esto es así, la vigilancia de la tematización del comprender es un rasgo que Gadamer no dejó escapar, esto debido a que, el sentido de “vigilancia” que proviene de la misma phrónesis le permite a Gadamer sostener un vínculo vital entre teoría y praxis. Si la tematización del comprender se encuentra siempre resuelta desde nuestra situación vital, es decir, desde nuestra praxis, entonces las generalidades del avanzar teórico siguen vinculadas a la concretud y por ello es preciso estar en “vigilancia” de ello. Aquí las palabras de Conill son bastante orientadoras: La atención es un elemento común que hay en la teoría y en la praxis, pero justamente se atribuye a la phrónesis. […] parece que no hay inconveniente en adjudicarle la función de la atención, es decir, de la vigilancia existencial y vital75. Un rasgo más ala noción de vigilancia puede encontrarse en un detalle de escritura que el mismo Gadamer realizó. Según la investigación de Grondin76, en la quinta edición alemana de VM (1986), Gadamer sustituyó el término “tarea” por el de “vigilancia”, en la frase: “la vigilancia de la conciencia obrada por la historia efectual”. En el contexto de esta frase la vigilancia se refiere a un estar conscientes, pero el concepto de conciencia se analizará más adelante. Por ahora puede decirse que, la vigilancia es un estar atento de las exigencias de la situación vital, no es por casualidad que Riccardo Dottori le replanteara a Gadamer el sentido de phrónesis, que en un sentido más exacto se traduce como “razonabilidad”, esta traducción permite ver que la “razonabilidad” es en tanto que uno se encuentra siempre en una determinada situación que tiene sus exigencias particulares, así se lee en palabras de Dottori: Es verdad. Ud. [se refiere a Gadamer] ha insistido mucho en el concepto de phronesis, ha llegado a ser un concepto clave de su filosofía, en particular de aquel tipo de experiencia que Ud. llama experiencia hermenéutica. Originariamente este concepto en el libro Z de la Ética 73 Cfr. Conill Sancho, Jesús, Ética hermenéutica, Tecnos, España, 2006, p. 160. 74 Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, Barcelona, Herder, 2002, p. 311. 75 Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, Barcelona, Herder, 2002, p. 161. 76 Grondin, Jean, Introducción a Gadamer, Herder, Barcelona, 2003, pp. 151-152. 28 a Nicómaco había sido traducido al latín con el término prudentia, y Ud. ha resaltado cómo el término Jurisprudencia tiene su origen en el hecho de que el juez se encuentre constantemente frente al problema de aplicar la ley universal al caso concreto, que siempre es distinto de aquella, o que en todo caso plantea siempre el problema de la aplicación justa. Esta aplicación justa debe estar guiada precisamente por la prudencia, por ajustar la adecuación de la ley al caso individual, de modo que la deliberación consiguiente esté guiada por el criterio de equidad (la epikeia aristotélica). A tal deliberación la llamamos una deliberación prudente, y puede ser la base para futuras deliberaciones. Así habría nacido al principio, en el mundo latino, la jurisprudencia. Partiendo de este significado de la phronesis como problema de la aplicación de la ley universal al caso individual, Ud, ha dado al concepto una importancia mucho más amplia, no sólo porque ha insistido en el hecho de que comporta también el conocimiento del de la acción, además del conocimiento de los medios mediante los cuales la virtud y la justicia encuentran su aplicación, sino porque ha hecho de esta capacidad de la individuación justa del caso concreto, y por ello de la justa aplicación de la ley universal o de su interpretación, el problema fundamental de la filosofía, que se convierte en filosofía hermenéutica. Así ha llegado al concepto de la razonabilidad que debería sustituir al concepto tradicional de la razón sin perder sus contenidos más propios, tanto que a nuestro parecer esta ‹‹razonabilidad›› (Vernunftigkeit en alemán), sería la adecuada traducción del concepto de phronesis, más que la de deliberación prudente77. Por tanto, la razonabilidad (Vernunftigkeit) implica un estar vigilante de la situación vital, pues ante ella uno se encuentra de antemano. La tematización del comprender en tanto que siempre está vinculada a la praxis regresa a ella con todas sus generalidades, es a este retorno que uno debe vigilar para hacer frente a esa situación vital, a este hacer frente a la situación vital, de modo vigilante es a lo que llamamos “Dimensión ético-práctica de la hermenéutica filosófica”. 3.- Subtilitas y vigilancia Ya se ha pasado revista, a grandes rasgos, a la relación de Gadamer con Heidegger, la cual hemos visualizado desde la perspectiva de la “situación hermenéutica”. También hemos considerado las dimensiones de la hermenéutica filosófica con la finalidad de llegar a la dimensión práctica del comprender, ya que ella alberga la misión de mostrar cómo la hermenéutica filosófica no solo tiene la intención de ser un desarrollo teórico, sino que en la medida que avanza en esta perspectiva se ensancha la misma autocomprensión y por ello se aplica. Ahora bien, nos resulta pertinente comenzar a reflexionar sobre la noción de una dimensión ético-práctica de la hermenéutica filosófica, pero desde la relación entre la noción 77 Gadamer, Hans-Georg, Die Lektion des Jahrhunderts. Ein philosophischer Dialog mit Riccardo Dottori, Lit, Múnster, 2002, pp. 25-26. 29 de subtilitas y vigilancia, con la intención de mostrar el lugar tan importante que ocupa el escuchar al otro, no en carácter textual. Nos parece que la noción de tacto nos permite comprender de mejor manera la naturaleza de la subtilitas, en la que Grondin también se detiene, y que encontramos en VM cuando Gadamer rescata de Rambach la triple dimensión del problema hermenéutico, a saber, la subtilitas intelligendi, subtilitas explicandi y subtilitas applicandi, que corresponden a la comprensión, interpretación y aplicación. A Gadamer parece gustarle el sentido del término subtitlitas, pues expresa la esencia del comprender no como método sino como una finura de espíritu: Es significativo que los tres reciban el nombre de subtilitas, esto es que se comprendan menos como un método disponible que como un saber hacer que requiere una particular finura de espíritu78. Grondin interpretando este concepto dice al respecto: “Gadamer señala que el conocimiento no es un proceso puramente mecánico, regido por reglas, sino que sigue siendo cuestión de subtilitas, es decir, de aptitud y tacto”79. El término “tacto” adquiere aquí el sentido de esa finura de espíritu a la que se refiere Gadamer, que interpreta en el mismo registro Grondin. No obstante, como: “cualquier lengua es una autoexplicación de la vida humana”80 y “[…]es cierto que debemos sobrepasar el uso de nuestras palabras conceptuales como puras fórmulas si queremos conceptualizar nuestra propia experiencia del mundo”81, cuando se expresa “dilo con tacto”, “maneja tal o cual cosa con tacto”, “ha manejado el asunto con mucho tacto”, se designa un cuidado, una vigilancia con la cosa o determinado asunto. Este es precisamente el sentido que se desea aplicar aquí, pues el reconocer la afectación en la autocomprensión por la tematización del comprender no designa un “he encontrado el método que me ayudará a hacer eficiente la comprensión”, sino una vigilancia hacia aquello que ocurre por encima del querer y hacer. Explicado esto, un primer sentido de “tacto” designa la finura de espíritu para vigilar la tematización del comprender y, en la medida que se vigila la estructura del comprender, se puede apreciar que uno se comprende en ella. Pero también puede apreciarse un segundo 78 VM 378. 79 Grondin, Jean, Introducción a Gadamer, Herder, Barcelona, 2003, pp.161-162. 80 Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, Barcelona, Herder, 2002, p. 339. 81 Gadamer, Hans-Georg, Los caminos de Heidegger, Barcelona, Herder, 2002, p. 339. 30 sentido, el cual se encuentra vinculado al primero. Si se asume que, en la medida que se vigila la estructura del comprender, uno se comprende en ella, este comprenderse estaría incompleto sin tener una situación desde donde se comprende, como ya lo ha mostrado el concepto de aplicación o como lo muestra Heidegger desde el conocido Informe Natorp, a saber, que toda interpretación lleva su ‹‹horizonte de la mirada››82. La situación es la concretud de nuestra vitalidad, que nuestro querer y hacer encara en todo momento, esta situacionalidad vital, a su vez, nos hace evidente que siempre estamos en relación con otro, así lo indica Gadamer: ¿O no será esto un nuevo reflejo romántico, una especie de robinsionada de laIlustración histórica, la ficción de una isla inalcanzable tan artificiosa como el propio Robinson, el presunto fenómeno originario del solus ipse? Igual que cada individuo no es nunca un individuo solitario porque está siempre entendiéndose con otros, del mismo modo el horizonte cerrado que cercaría a las culturas es una abstracción83. La hermenéutica filosófica hace evidente esto de inicio a fin, la apertura hacia el otro, escucharlo, atenderlo, etc., se muestra como pieza medular del desarrollo de esta filosofía. Pero ¿en qué consiste esta apertura hacia el otro que pone de realce la situación vivencial en la que todos de alguna manera nos hayamos? El camino trazado a lo largo de VM supone como condición de la comprensión el dejar hablar al otro: Ya hemos visto que la comprensión empieza allí donde algo nos interpela. Esta es la condición hermenéutica suprema84. O como lo muestra Mariflor Aguilar: “la fraseología hermenéutica incluye temas como atender al otro, escuchar al otro o tomar realmente en cuenta al otro como condiciones de la comprensión”85. El otro ocupa un lugar fundamental dentro de la propuesta gadameriana, condición que se expresa como exigencia o condición. Ahora bien, esta fraseología a la que se refiere Aguilar, ¿cómo es que puede atender realmente al otro y no entenderlo -por otra parte- desde expectativas propias? La apertura se mantiene, en el tomar realmente en cuenta al otro por la conversación a la que siempre está apelando la comprensión, como aquella lógica que descubre la estructura misma de la comprensión. El capítulo doce de VM resulta 82 Heidegger, Martín, Investigaciones fenomenológicas sobre Aristóteles, Trotta, 2002, p. 29. 83 VM, p. 374. 84 VM, p. 369. 85 Aguilar Rivero, Mariflor, Diálogo y alteridad. Trazos de la hermenéutica de Gadamer, Paideia, México, 2005, p.65. 31 una buena referencia para esto, ya que expone cómo el lenguaje actúa como hilo conductor de la experiencia hermenéutica, pero también, muestra la importancia que tiene la conversación dentro del comprender. Ahora bien, la conversación para comprender al otro no implica, ponerse en su vida anímica. Pues resulta una tarea ininteligible saber de la vida anímica del interlocutor, pero, por otro lado la conversación hermenéutica no implica un entender al otro desde mí, así lo apunta Aguilar: “Gadamer piensa las relaciones con el/la otro/a evitando dos formas del solipsismo: por un lado el solipsismo que supone la comprensión del otro mediante procesos de autoproyección, de empatía o de subsunción a los propios marcos conceptuales, pero también evita el solipsismo que está implicado en las tesis de la incomprensión del otro, es decir, tesis que plantean la imposibilidad de comprender al otro…”86. La comprensión del otro, bajo la conversación hermenéutica, está ubicada en un complejo punto medio. Pues no se trata en ningún momento de comprender al otro en tanto que individuo, sino comprender al otro desde su horizonte de sentido, ya que es ponerse de acuerdo en el asunto mismo: Lo que se trata de recoger es el derecho objetivo de su opinión a través del cual podremos ambos llegar a ponernos de acuerdo en la cosa. Por lo tanto, no referimos su opinión a su persona sino al propio opinar y entender. Cuando tenemos al otro presente como verdadera individualidad, como ocurre en la conversación terapéutica o en el interrogatorio de un acusado, no puede hablarse realmente de una situación de posible acuerdo87. También es necesario apuntar que este difícil punto medio de la hermenéutica es posible por el espíritu mismo de la conversación, que no deja pasar de largo la dimensión ontológica: “[…]la conversación tiene su propio espíritu y que el lenguaje discurre en ella, lleva consigo su propia verdad, esto es desvela y deja operar algo que desde ese momento es”88. El espíritu de la conversación libra tanto los solipsismos que refiere Aguilar como del comprender en sentido romántico por desvelar siempre lo que es. Aquello que está por encima del querer y el hacer. Así es como se puede sostener que la conversación muestra la estructura del comprender. 86 Aguilar Rivero, Mariflor, Diálogo y alteridad. Trazos de la hermenéutica de Gadamer, Paideia, México, 2005, p. 19. 87 VM p. 463. 88 VM p. 461. 32 Llegando a esta sección del discurso, se puede considerar que la conversación hermenéutica puede ser el trazo principal que: 1) muestre el sentido que tiene el hecho de que un solo y mismo mensaje transmitido por la tradición se aprehenda siempre como nuevo y de forma diferente, es decir, en la situación histórica concreta de aquél que lo recibe89. La conversación hermenéutica bajo la lógica de la pregunta-respuesta puede mostrar también 2) el sentido de la investigación hermenéutica que se direcciona en mostrar el milagro de la comprensión, milagro, que muestra el lugar común que se tiene con la tradición y que, en consecuencia, ella -la tradición- direcciona la comprensión. 3) Puede también hacer evidente y eficiente la tarea crítica de la hermenéutica que versa en distinguir los prejuicios bajo los cuales comprendemos. El caer en la cuenta de que los prejuicios son aquello que no se puede tematizar mientras están actuando, se alcanzan, con una relación dialéctica entre lo prejuzgado implícito que está por denunciarse como prejuicio y la nueva aportación que brota de haber denunciado el prejuicio mismo. Como anuncia Gadamer, la esencia de la comprensión, es poner al descubierto las posibilidades y mantenerlas despiertas90. La situación vital de nuestra concretud nos lanza ante la evidencia de que siempre estamos entendiéndonos con otros, por ello, la tematización del comprender lo muestra y lo pone como “condición suprema”. Sin embargo, el problema de la comprensión del otro no es cosa obvia, por ello Mariflor Aguilar cuestiona esta evidencia hermenéutica. Es así que en las cuestiones de esta filósofa encontramos el momento perfecto para tematizar nuestros intereses. Como se ha explicitado anteriormente, el quehacer de esta investigación radica en tematizar una dimensión ético-práctica de la hermenéutica filosófica, es decir una dimensión que se pregunte por el lugar que nos corresponde ocupar ante la tematización del comprender. Es decir, la filosofía gadameriana nos ha hecho entender que la comprensión como modo del ser-ahí ocurre por encima de nuestro querer y hacer, y mostrar las condiciones bajo las cuales se efectúa la comprensión es quehacer de la investigación hermenéutica. Pero, si la investigación hermenéutica siempre está en comunión con nuestra praxis, como hemos visto ya, cuando esta regresa con sus generalidades a nuestra praxis, la investigación hermenéutica, 89 Cfr. Gadamer, Hans-Georg, El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 2001, p. 81 90 Cfr. Ibídem., p. 81. 33 ilumina nuestra situacionalidad vital, si esto es así, lo que ahora nos interesa es hacer patentes algunas orientaciones que efectúen, por la vigilancia de la tematización de la comprensión, la apertura hacia el no en carácter textual sino un otro que es de carne y hueso, que además me interpela. Este es el carácter de la dimensión ético-práctica: hacernos conscientes de que el otro está ahí y que podemos entendernos, y que este poder entendernos puede ser vigilado desde la tematización del comprender, este es un lugar de suma importancia del cual nos toca hacernos cargo por la tematización del comprender. Es así como la tarea que ahora se nos impone es analizar la riqueza de la conversación que permite la comprensión del otro, para después explicitar de qué tipo es la conciencia que nos hace estar vigilantes a la estructura del comprender y, a fin de cuentas, comprender al otro. 34 II CONVERSACIÓN, BUENA VOLUNTAD Y RECEPTIVIDAD HERMENÉUTICAS Introducción:
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