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Tema 9: el sexenio democrático y la restauración (1868-1902)
El sexenio democrático.
Los últimos años del reinado de Isabel II se caracterizaron por una gran inestabilidad política y económica. La reina cada vez estaba más alejada de la vida política, pues la Unión Liberal había sido expulsada del gobierno en junio de 1866, tras la sublevación del cuartel de San Gil en Madrid. O´Donnell abandonó España, muriendo en 1867. 
El general Serrano se sumó al pacto de Ostende, formado en 1866 por progresistas y demócrata, comprometiéndose a la situación de la monarquía de Isabel II y a la convocatoria de Cortes Constituyentes para decidir la nueva forma de gobierno.
En apoyo de la reina solo quedaba el general Narváez, pero su muerte la dejaría en manos de González Bravo, cuya política le hacía ganarse la enemistad de los poco liberales que apoyaban a la monarquía.
· La revolución de 1868
Se produjo el 18 de septiembre de 1868 un alzamiento militar en Cádiz, encabezado por el almirante Topete en el que anunciaba el destronamiento de la reina y se prometía la convocatoria de unas cortes y un gobierno que impusiera la moralidad y la buena administración de la hacienda. Al día siguiente, el general Prim llamaba a todos los españoles a defender con las arma la iniciada revolución. El general serrano consiguió derrotar a las fuerzas monárquicas en la batalla de Alcolea el 28 de septiembre. Dos días más tarde Isabel II y la familia real abandonaron España con dirección a Francia.
· La constitución de 1869
Tras los sucesos la reina Isabel II es destronada y el general Serrano es nombrado regente y preside un gobierno provisional formado por unionistas y progresistas, que promulgaría una ley electoral estableciendo el sufragio universal masculino y forma un decreto convocando las Cortes Constituyentes. Las Cortes promulgaron en junio de 1869 una nueva constitución en cuyo texto se establecía el principio de soberanía popular, la declaración de la monarquía constitucional como forma de Estado, la libertad de culto y un amplio conjunto de derechos y libertades políticas.
Las cortes se convirtieron en el centro del poder y relegó al monarca un papel secundario.
· El reinado de amadeo I.
Con Isabel II en el exilio el problema estaba en encontrar un nuevo rey. El general Prim, presidente del gobierno, ofreció al trono Amadeo de Saboya, duque de Aosta e hijo del rey de Italia, que aceptó el ofrecimiento y llegó a España el 30 de Diciembre de 1870, el mismo día que Prim fue asesinado.
Amadeo I se mantuvo fiel a la constitución de 1869 y quiso apoyarse en los grupos más moderados. Una de las primeras medidas que tomó fue la formación de un gobierno de concentración que integra a unionistas, progresistas y demócratas, tarea que le encomendó a Serrano como presidente del gobierno. Se sucedieron nuevos gabinetes precedidos por Ruiz Zorrilla y Sagasta, provocando una inestabilidad política. Amadeo I tuvo que hacer frente a los graves problemas. El rey decidió abandonar el país en febrero de 1873.
· La primer república.
El parlamento proclamó la república el 11 de febrero de 1873 y eligió como primer presiente a Estanislao Figueras. Los problemas comenzaron a los poco días cuando las diputaciones catalanas acordaron constituirse en Estado Catalán y por todo el país empezaron a crearse Juntas Revolucionaria proclamando el Estado Federal. El gobierno ordenó de inmediato la disolución de las juntas.
Se convocaron elecciones generales en mayo de 1873 y el 1 de junio se abrieron las sesiones de la asamblea con el objetivo de hacer un nuevo texto constitucional. Como resultado de estas elecciones Francisco Pi y Margall fue elegido como segundo presidente. Los mayores problemas del gobierno vinieron de los sectores federalista, que junto a los internacionalista, exigían un cambio social y político más rápido y más profundo. A mediados de junio comenzaron una serie de levantamientos cantonales que se constituyeron en gobiernos autónomos.
El miedo al caos político y a la revolución social condujo a oponerse frontalmente al federalismo. El 18 de julio, la mayoría del parlamento destituye a Pi y nombra a Nicolás Salmerón tercer presidente de la república. Forma un gobierno de republicanos unitarios y recurre a conocidos generales monárquicos para someter al movimiento cantonalista.
Poco duró Salmerón al frente del gobierno, pues a principios de septiembre dimitía por negarse a firmar dos condenas de muerte y fue sustituido por Emilio Castelar como cuarto presidente de la república, que implantó un gobierno autoritario, suspendiendo las Cortes, gobernando por decreto, implantando la censura de prensa y asumiendo plenos poderes.
En enero de 1874, Manuel Pavía entró al congreso y disolvió por la fuerza las Cortes Constituyentes, entregando el poder al general Serrano. Su primer acto de gobierno fue la suspensión de las garantías constitucionales y dirigiendo su acción de gobierno esencialmente a combatir la guerra carlista. No pudo evitar las conspiraciones de los militares monárquicos que se vieron refrendas por el Manifiesto de Sandhurt, firmado por el príncipe Alfonso de borbón y elaborado por Antonio Cánovas del castillo.
El 29 de diciembre, el general Martínez Campo se sublevó en Sagunto proclamando a Alfonso XII como rey de España.
La restauración.
Tras el pronunciamiento militar Cánovas preside el primer gabinete de la restauración. Emprendió un gran esfuerzo militar. La pacificación llegó con la victoria del general Primo de rivera en febrero de 1876, que supuso la liquidación del ejército carlista y la huida de Don Carlos a Francia.
· La constitución de 1876.
La ideología canovista suponía la continuación del liberalismo moderado. La soberanía compartida entre el rey y las cortes era esencial de la nueva constitución de 1876. La estructura bicameral de las Cortes respondía al interés de los conservadores. Establecía la confesionalidad del estado, proclamando a la religión católica como oficial. La nueva ley electoral de 1878 reimplantaba el sistema electoral de carácter censitario.
· Alfonso XII y el sistema político de la restauración.
A través de la llamada <<prerrogativa regia>> el monarca ejercía como árbitro en el sistema de partidos, pues poseía la facultad de designar al presidente del gobierno y disolver la Corte. El monarca decidía los cambio gubernamentales, evitaba el monopolio de poder y posibilitaba el <<turno pacifico>> entre el partido conservador y el partido liberal. Este procedimiento alejaba al ejército de la vida política.
La organización de proceso electoral se llevaba a cabo mediante un complejo sistema que se conocía con el nombre de <<encasillado>>. Otra figura para lograr el control del sistema electoral era la del cacique, que era quien garantizaba los votos necesarios para que los acuerdos entre liberales y conservadores se cumpliesen. Cuando el resultado electoral era incierto se acudía directamente al fraude, a través del <<pucherazo>>, la violencia, la falsificación de las actas, etc.
Tras seis años de gobierno del partido conservador, dirigidos por Cánovas, Alfonso XII en febrero de 1881 impuso el turnismo por primera vez ofreciendo el gobierno a los liberales de Sagasta. Este gobierno comenzó aplicando una política progresista. Decretó una amplia amnistía que afectó sobre todo a los periodistas que habían sido procesados por delitos de prensa y derogó los decretos conservadores que obligaban a ajustar a los programas de enseñanza a las rígidas normas impuestas por la jerarquía eclesiástica.
Cánovas que volvió al gobierno en enero de 1884, supo adaptarse a los cambios que se había producidos.
· La regencia de María Cristina.
El joven Alfonso XII había conseguido despertar la simpatía de una gran parte de la población y el respeto de las fuerzas políticas más relevantes. Su fallecimiento podía poner en peligro el porvenir de la monarquía pues su mujer la regente María Cristina de Habsburgo no tenía la experiencia política suficiente. Ante esta situación, Cánovas se entrevistó con Sagastapara establecer las normas sobre el futuro funcionamiento del sistema político y al mismo tiempo presentó su dimisión, proponiendo a la regente que encargara el gobierno de los liberales.
El gobierno presidido por Sagasta (1885 a 1890) impulsó un conjunto de reformas que iban a democratizar el sistema político y a cambiar el carácter moderado y doctrinario de la Constitución de 1876. Las reformas más trascendentales fueron: la ley del jurado, la ley de asociaciones, la ley electoral que establecía el sufragio universal masculino para mayores de 25 años y la redacción de un nuevo código civil. Suspendieron el reconocimiento de los derechos sociales frente al individualismo jurídico. Los grupos republicanos organizaron desde el exilio en París una conspiración militar a principios de agosto de 1883, que fue rápidamente sofocada.
Los grupos anarquistas pudieron actuar en la legalidad y celebrar un congreso en Barcelona en 1881 en el que adoptaron el nombre de Federación de Trabajadores de la Región Española. Pero en 1883 tuvieron lugar una serie de asesinatos en Andalucía que las autoridades atribuyeron a una organización de orientación anarquista llamada la Mano Negra y desencadenaron en una brutal represión sobre el conjunto del movimiento anarquista. Desde 1884, la violencia anarquista estuvo dirigida fundamentalmente hacia los patronos, a los que hacían responsables de las míseras condiciones de vida de los obreros. Culminó en el llamado proceso de Montjuich, consejo de guerra que procesó a 131 acusados y que terminó con la ejecución de 5 de ellos y 20 condenados a prisión. La reacción anarquista no se hizo esperar y el 8 de agosto de 1897 era asesinado Cánovas del Castillo por el anarquista italiano Michelle Angiolillo.
· La guerra de cuba y la crisis de 1898.
La rebelión independentista en cuba comenzó en 1868 encabezada por Carlos Manuel Céspedes. Se enfrentó a las tropas españolas hasta que el general Martínez Campos logró vencer la resistencia cubana, firmando con los rebeldes la Paz de Zanjón en febrero de 1878.
La situación de debilidad fue utilizada por los Estados Unidos para intervenir en cuba y hacerse con el control de bases navales en Filipinas. El gobierno de Sagasta, que había tomado posesión tras el asesinato de Cánovas, se negó a aceptar las exigencias norteamericanas. Ratificó la autonomía en cuba, destituyó el general Weyler de la capitanía general de cuba, declaró una amplia amnistía para los presos políticos de las Antillas y publicó una nueva constitución cubana y puertorriqueña.
Pero en febrero de 1898, el acorazado Maine se hundió en el puerto de Habana por la explosión, la prensa sensacionalista de EEU desató una brutal campaña contra España, culpando a los militares españoles de haber atentado contra el navío y forzaron al presidente a declarar la guerra a España y a intervenir directamente en cuba. El 3 de julio la flota española fue destruida por la armada norteamericana y el 13 de ese mismo mes caía Santiago de cuba en manos de los nacionalistas cubanos.
El movimiento independentista en Filipinas estuvo dirigido por José Rizal y por Andrés Bonifacio. Las tropas del general Polavieja logran sofocar las revueltas y las autoridades españolas cometen la torpez de detener a José Rizal y condenarlo a muerte, siendo fusilado el 30 de diciembre de 1896. Esto dificulto la pacificación con el país. Primo de Rivera firmó en diciembre de 1897 un pacto con los guerrilleros. En mayo de 1898 la flota estadounidense venció la escuadra española en la batalla naval de Cavite. Tras la derrota española, se firmó el protocolo de Washington que ponía fin a la guerra hispano-norteamericana y abría negociaciones sobre el futuro de cuba, puerto rico y Filipinas, que culminaron en la Paz de París que supuso la pérdida de todos los territorios españoles en las Antillas y en el Pacifico.
El desastre colonial desató en la opinión pública española un profundo sentimiento de frustración y abatimiento.

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