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LOS ESPACIOS SAGRADOS DE JAPÓN: Santuarios shintoístas y templos budistas POR FERNANDO GARCÍA ÜUTIÉRREZ Una frase de Mircea Eliade nos determina la expresión de lo Sagrado en el arte, como lo opuesto a lo profano. Lo Sagrado ha aparecido en todas las culturas desde los tiempos más antiguos. En Japón, lo Sagrado se manifiesta en la religión autóctona, el Shintoísmo, en el contacto directo que tienen los edificios con la Naturaleza (que es un espacio sagrado en sí misma), y en la misma estructura de ellos. Tanto en los edificios shintoístas como en los budistas, aparece un pilar interior que los atraviesa desde la parte más alta hasta la regiones inferiores debajo de la tierra: es el Axis Mundi. Esto se ve también en el interior de la pagoda, que es en sí misma un símbolo de Buda. En los templos budistas hay también un recinto sagrado, separado del resto. Based on a sentence of Mircea Eliade, The Sacred is opposed to the Profane, the expression of the Sacred in art is a kind of Hierophany, that appears in any culture from the old times. In Japan, there are signs of the Sacred in the autochthonous Shintoism, and lateron in the accepted Buddhism from the continent. In Shintoist buildings there is a direct contact with Nature (which is a Sacred space in itself), and in the the inner structure of them there is the Axis Mundi that unites heaven with earth and the profound regions under it. The pagoda, being a symbol of the Buddha, is a sacred space in itself. In Buddhism, the Sacred space is separated from outside in the temple limits, too. INTRODUCCIÓN La presencia de lo sagrado en el arte es tan antigua como las manifestaciones estéticas que ha producido el hombre. Podría decirse que, a través del arte, el hombre ha querido en todas las edades ponerse en contacto con el Más Allá y dejar constancia de la experiencia religiosa. Al querer determinar los límites de lo sagrado, nos parece lo más acertado seguir la definición de Mircea Eliade: LABORATORIO DE ARTE 17 (2004) 21-38 Laboratorio de Arte, 17-2004 http://dx.doi.org/10.12795/LA.2004.i17.01 22 Fernando García Gutiérrez La primera definición que puede darse de lo sagrado es la de que se opone a lo profano'. Este gigante en el estudio de las religiones comparadas, que murió no hace todavía muchos años (1907-1986), tiene en sus obras un análisis enormemente sugestivo del tiempo y el espacio desde una perspectiva religiosa. Al determinar las dimensiones de lo sagrado, nos dice: El hombre entra en conocimiento de lo sagrado porque se manifiesta, porque se muestra como algo diferente por completo de lo profano. Para denominar el acto de esa manifestación de lo sagrado hemos propuesto el término hierofanía, que es cómodo, puesto que no implica ninguna precisión suplementaria: no expresa más que lo que está implícito en su contenido etimológico, es decir, que algo sagrado se nos muestra'. En este sentido, pensamos que el arte es una hierofanía, ya que a través de él puede el hombre manifestar una serie de datos interiores, que quedan por encima de lo puramente tangible. En una palabra, en el arte puede poner de manifiesto la experiencia religiosa. En el caso del arte japonés descubrimos una aplicación inmediata de estos prin- cipios: desde los primeros pasos, se adivina un afán palpable de entrar en contacto con realidades superiores, y un deseo de comunicar a otros, en una auténtica hierofanía, la experiencia religiosa. Cambiarán las manifestaciones según las tendencias de cada época, pero en el fondo permanece un idéntico afán religioso y manifestativo. Una mirada a las manifestaciones de las dos principales religiones tradicionales de Japón, nos van a probar el sentido religioso que encierran las obras shintoístas y budistas. Estas son la expresión exterior del anima japonesa, que se esconde dentro de los que las producen EL ARTE AUTÓCTONO DE JAPÓN Antes que llegasen influencia externas a las islas japonesas, un arte nacido de la misma idiosincrasia del alma japonesa se fue extendiendo por todo el país. Es el arte del Shintoísmo, la religión autóctona de Japón, una manifestación enteramente original. Es un arte estrechamente vinculado con la naturaleza, en la que se desarrolló y en la que pervive. 1. Mircea Eliade: Lo Sagrado y lo Profano. Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1992, pág. 18. 2. Mircea Eliade: Lo Sagrado y lo Profano, pág. 18-19. 3. Para una explanación de este proceso, cfr. Yoshida Mitsukuni: The Culture 0f ANIMA: Supernature in Japanese Life. Publicado por Mazda Motor Corporation, Hiroshima, 1985. Los espacios sagrados de Japón: santuarios shintoístas y templos budistas 23 Todo el arte shintoísta es la manifestación de la fe primitiva del pueblo japonés en las divinidades que dieron origen al país y que mantienen su existencia. El histo- riador y crítico de arte Mizuo Hiroshi, en un artículo iluminador (Moradas de los dioses), describe los orígenes del arte shintoísta y su significado simbólico: Originariamente las divinidades japonesas no tenían unos templos propios en que habitar. Los dioses del panteísmo primitivo tenían su morada en cualquier lugar de la naturaleza; podían habitar en donde más les gustase. Pero esas divinidades escogían frecuentemente, como sitios más apropiados para morar, las montañas, las piedras y los árboles, que eran considerados los símbolos esenciales de la naturaleza. Es natural que la naturaleza en sí misma fuese considerada la morada de los dioses, ya que el concepto primitivo que los japoneses tenían de la divinidad tenía su origen en los fenómenos naturales y en las fuerzas creadoras de la naturaleza. Pero, en realidad, existieron edificios para templos, que ponían de manifiesto una estructura y una belleza únicas 4. Esta creencia primitiva en las divinidades que habitaban en la naturaleza, es la expresión de la doctrina shintoísta, según la cual hay un kami en todos los elementos naturales, como el sol, la luna, las estrellas, el viento, el agua, los animales, los árboles, los ríos... De este modo, los Kami (espíritus con poderes divinos) están en toda la naturaleza y son reverenciados por todos. Por eso, no es extraño que estas divinidades no necesitaran de templos especiales para su culto; la naturaleza entera se convierte en un espacio sagrado, en un templo cósmico: La Naturaleza en su totalidad es susceptible de revelarse como sacralidad cósmica. El cosmos en su totalidad puede convertirse en una hierofanía5 Ese! caso el Shintoísmo japonés. La naturaleza misma es el espacio sagrado, en que los kami tienen su morada. Como signo determinante de este espacio, desde los tiempos más antiguos se colocan una especie de arcos en medio del paisaje natural, llamados torii: estas portadas o arcos, hechos generalmente de madera, son los indica- dores de un espacio sagrado en que los kami de una región o de un clan son especial- mente venerados. Estos torii no tienen siempre la misión de indicar la entrada a un espacio limitado; también existen moradas de los dioses que abarcan todo un paisaje, que están particularmente dedicados a la divinidad, y no tienen más signo que un torii: es el caso del Monte Fuji, venerado todo él cultualmente como un kami desde los tiempos primitivos (quizás por la fuerza impresionante que emanaba desde el cráter del volcán), o el Monte Miwa, que es el objeto principal de culto del templo shintoísta de Omiya. 4. Mizuo Hiroshi: Abodes of the Gods. Artículo publicado en la revista Japan Quarterly, Vol. XV, n° 3, Julio-Septiembre 1968, Tokyo. 5. Mircea Eliade: Lo Sagrado y lo Profano, pág. 20. 24 Fernando García Gutiérrez Con el desarrollo histórico de Japón, a la llegada del Período de Yayoi (del 200 a.C. al 200 d.C.) la nación empezó a tomar forma bajo un sistema de clanes. Desde el siglo IV, la corte de Yamato estaba a la cabeza de la nueva nación, y tuvo lugar el cambio hacia la cultura de Kofun (antiguas tumbas), que trajo consigo el desarrollo de grandes ceremonias cultuales. Así, se invitaba a una divinidad paraque viniera desde su morada en la naturaleza, y se quedara habitando en un templo provisional que se había construido durante el culto, llamado itsuki-no-miya. Estas estructuras temporales o efímeras fueron, poco apoco, haciéndose permanentes, y se pueden consi- derar el origen de la construcción de los templos shintoístas en Japón. Más tarde, la costumbre budista de construir templos permanentes debió influir también en la decisión de hacer estructuras de madera para moradas de los kami Los primeros templos shintoístas fueron construidos siguiendo el diseño de la morada del emperador, ya que éste era considerado también con el rango de los kami. Pero desde el comienzo, los templos shintoístas tuvieron también características espe- ciales. Sobresalieron dos estilos arquitectónicos en esas construcciones: el estilo Taisha (gran templo) y el estilo Shinmei (divinidad). Como ejemplo más significativo del primerestilo está el templo Izumo Taisha, en la costa del Mar de Japón, y del segundo el templo Tse Jingu, en la parte central de la isla de Honshu. El templo de Izumo Taisha tiene una planta cuadrada, con un pilar central, llamado kokoro-no-mihashira que significa "el pilar del corazón", y que es el soporte central de toda la estructura. En las culturas religiosas primitivas tenía un significado especial el pilar del centro de las estructuras, el Axis Mundi, que era el símbolo de la unión entre los tres niveles cósmicos, el cielo, la tierra y las regiones infernales. También en las construcciones shintoístas puede verse en este pilar central el eje de comu- nicación de la divinidad con la tierra y los hombres. En el templo de Tse Jingu, el mejor ejemplo de la arquitectura autóctona de Japón y la fuente de inspiración de las construcciones típicamente japonesas de todos los tiempos, en lugar de un solo pilar central, existen dos columnas en los extremos del techo, que sostienen toda la estruc- tura. También en este caso los dos pilares tienen el mismo sentido unificador de la divinidad con la tierra. Aunque el templo de Izumo Tai sha parece que no se construyó hasta el siglo VII, el de Tse Jingu consta que fue terminado el año 478. Un dato iluminador aparece en el templo de tse Jingu: desde el siglo VII, las construcciones de la parte central de este templo han sido edificadas en un terreno al lado de las existentes, y después han sido destruidas las que se conservaban desde los últimos 20 años. Y así, los edificios que existen actualmente son exactamente igua- les que los que se hicieron en el siglo V y, sin embargo, no tienen más de 20 años de antigüedad. La reconstrucción del templo y la destrucción del existente están acompa- ñadas de ceremonias detalladas de purificación del lugar, dedicación de los árboles que han sido cortados para la edificación, purificación de todas las personas que van a tomar parte en estas obras, etc. El terreno adyacente, que se conserva vacío al lado de las cons- trucciones existentes, es un ejemplo de espacio religioso, dotado de cualidades sagradas y con una dedicación exclusiva a la divinidad, igual que el espacio adyacente que Los espacios sagrados de Japón: santuarios shintoístas y templos budistas 25 en la actualidad contiene a las construcciones del templo. Este poder mitificador del Shintoísmo, que apareció desde los primeros pasos de su existencia en Japón, es algo permanente en esta religión. Igual que en los grandes templos de Ise, hasta en los más humildes rincones de la naturaleza japonesa en que hay un espacio dedicado a los kami, se advierte este halo de sacralidad que lo invade todo. Muchas veces será sólo un torii lo que indique el espacio sagrado; en realidad es la Naturaleza misma la que acoge a los kami, dándoles la acogida de una morada sacralizada, porque, como atestigua Mizuo Hiroshi, "la naturaleza misma es la morada de los dioses en Japón"6. LA LLEGADA DEL BUDISMO A JAPÓN El año 552 llegó a Japón una legación del reino coreano de Kudara (Paekche), en la que iban monjes budistas que llevaban un mensaje para el emperador de Japón, junto con imágenes, escritos, y otros objetos budistas. Estos regalos impresionaron profundamente a los japoneses, que vivían todavía en un ambiente cultural bastante primitivo. Langddon Warner describe así este ambiente a la llegada de esta misión: Quizás no haya habido en toda la historia un pueblo tan consciente de todo lo que no tenía, desde un punto de vista material y espiritual, ni tan ávido de recibirlo y tan capaz de hacer uso de ello, como era el pueblo japonés a mediados del siglo sexto cuando les llegó el Budismo desde China a través de Corea . Junto con los monjes budistas, llegaron también a Japón los primeros artistas, capaces de crear obras según la iconografía de la nueva religión. Aunque a los comien- zos hubo una reacción natural de parte de los monjes shintoístas, el Budismo fue incor- porado en el nuevo código del estado el ario 604 y se estableció con toda firmeza en el país entero. La nueva ley fue promulgada por el Príncipe Shotoku Taishi (572-621), el regente bajo la emperatriz Suiko. En menos de cien arios Japón se convirtió en un país budista: el año 624 (tres años después de la muerte del Príncipe Shotoku) había en Japón 46 templos budistas, 816 monjes y565 monjas. Además de esto, estaba teniendo lugar una total transformación del arte y la cultura, y el año 607, cuando se estableció un contacto oficial con China, esa tendencia hacia la aceptación de la cultura del continente se hizo todavía más profunda. El enorme impacto producido por el Budismo en la cultura japonesa sólo es comparable con la influencia que la cultura occidental produjo en Japón desde mediados del siglo XIX, con la apertura del país realizada por el Emperador Meiji en 18688. 6. Mizue Hiroshi: En el artículo citado Abodes of the Gods. 7. Langdon Wamer: The Enduring Art of Japan. Grove Press, New York, 1988, pág. 5. 8. Para una descripción completa de Japón a la llegada del Budismo, cfr. August Karl Reischauer: Studies in Japanese Buddhism. New York, AMS Press, 1970 (reprint of the 1917 edition); pág. 79 y ss. 26 Fernando García Gutiérrez El nuevo arte budista comenzó muy pronto a adaptarse al estilo japonés. El ario 607, la Emperatriz Suiko y el Príncipe Shotoku Taishi fundaron el templo de Horyu-ji, cerca de Nara, uno de los más significativos del Budismo japonés. En éste, como en todos los templos budistas, la pagoda es el edificio más simbólico dentro del conjunto: era construida para guardar una reliquia de un santo budista, y derivaba originariamente de la stupa india'. La pagoda del templo budista es toda ella el símbolo de Buda: por eso, ocupaba a los comienzos del arte budista el centro del conjunto de los edificios, hasta que más tarde fue pasando a un segundo término, cediendo su lugar al edificio que contenía las imágenes budistas. La pagoda budista es una torre hecha de madera, que tiene generalmente cinco pisos con sus aleros correspondientes; estos cinco pisos simbolizan los cinco elementos: tierra, agua, fuego, viento y cielo. La pagoda no tiene una función práctica que cumplir (como las torres en las iglesias cristianas, que sirven para colocar en ellas las campa- nas): es una representación simbólica del universo, con una base cuadrada de la que emerge, que simboliza la tierra, y un pilar central que la atraviesa toda, desde la base hasta el punto más alto de ella, que simboliza el Axis Mundi, el eje del mundo que une los tres niveles cósmicos (cielo, tierra y regiones infernales). Una vez más acudi- mos a Mircea Eliade para descubrir en este signo simbólico algo que se manifiesta en todas las grandes religiones: Allí en donde por medio de una hierofanía se efectúa la ruptura de niveles se opera el mismo tiempo una "abertura" por lo alto (el mundo divino) o por lo bajo (las regiones infernales, el mundo de los muertos). Los tres niveles cósmicos—tierra, cielo, regiones infer- nales— se ponen en comunicación. Como acabamos de ver, la comunicación se expresa a veces con la imagen de unacolumna universal, "Axis mundi", que une, a la vez que lo sostiene, el Cielo con la Tierra, y cuya base está hundida en el mundo de abajo (el llamado "Infierno"). Columna cósmica de semejante índole tan sólo puede situarse en el centro mismo del Universo, ya que la totalidad del mundo habitable se extiende alrededor suyol°. Es exactamente el significado simbólico de la pagoda budista, con el pilar central que da consistencia a todo: la totalidad de la pagoda simboliza la supremacía de la Naturaleza de Buda, que es la realidad última que está detrás de todo y lo mantiene todo. Este significado simbólico es la enseñanza recibida por todos los creyentes que se acercan a un templo budista, y que incluso divisan la pagoda desde la lejanía. La determinación del espacio sagrado en el templo budista está limitado por el kairo, especie de claustro con columnas que encierra las construcciones del templo y que recuerda las columnatas de los templos griegos o los claustros medievales de 9. Para un estudio completo de la pagoda, cfr. Fernando G« Gutiérrez: La Pagoda Budista en los Templos Japoneses, sobre todo para ver el Simbolismo y Posición de la Pagoda en los Templos Budistas de Japón. Artículo publicado en Laboratorio de Arte, Departamento de Historia del Arte, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, N° 11, Sevilla, 1998, pp. 167-181. 10. Mircea Eliade: Lo Sagrado y lo Profano, pp. 37-38 Los espacios sagrados de Japón: santuarios shintoístas y templos budistas 27 Europa. Igual que aparecía esta demarcación en los templos shintoístas, también en los budistas queda determinado es espacio sagrado por los pilares colindantes. De un modo o de otro, las mismas características aparecen en los templos budistas de Japón a pesar de la evolución natural que se va dando según los distintos períodos de la historia. El profundo significado simbólico de las construcciones se completa con las esculturas que encierran estos templos, y que tienen también una profunda enseñanza simbólica en sus gestos y elementos decorativos. Cada posición de las manos —los famosos mudra budistas—, las partes del rostro en cada estatua, los gestos, en una palabra, todo en la escultura budista tiene un mensaje simbólico que comunicar al creyente que se acerca a un templo y se fija reverentemente en lo que aquella imagen concreta le quiere comunicar. Es el poder de la simbología budista, manifestada en los espacios sagrados de los templos y en la iconografía que se encierra en ellos. El arco, llamado toril, indica un lugar sagrado en la religión shintoísta Los templos shintoístas están íntimamente conectados con la naturaleza circundante, formando el conjunto un espacio sagrado. 30 Fernando García Gutiérrez El edificio más importante del templo de Ise, la sede central del Shintoísmo, tiene en los extremos del tejado un pilar que lo soporta todo (el Axis Mandil Los espacios sagrados de Japón: santuarios sitintaístas y templos budistas 31 Vista lateral del pilar, que atraviesa todo el edificio (el Mis te! undi) Recinto sagrado del templo budista Horyu-ji (Nora). separado del resto Los espacios sagrados de Japón: santuarios shintoístas y templos budistas 33 La Pagoda del templo Horyu-ji. dentro del recinto sagrado. 34 Fernando García Gutiérrez Esquema de la Pagoda del Horyu-ji (Nara), en que aparece el Mis Mardi que atraviesa toda la estructura 4• 5 3 2 4• 111 y IV Los espacios sagrados de Japón: santuarios shintoístas y tenorios budistas 35 4• M3 9 II 4 4• • •4 4111 Desarrollo de la posición de la Pagoda en los primitivos templos budistas de Japón (el número 4 indica la situación de la Pagoda) 36 Fernando García Gutiérrez Pagoda del templo budista Yakushi-ji (Nara) ..4001111101111114 Wird •••■• . . _ •.I • •rmar a Los espacios sagrados de Japón . sI,fIarios hanoistas y templos budistas 37 Esquema de la Pagoda del Yakushi-ji, en que aparece el Avis Mundi que atraviesa toda la estructura 38 Fernando García Gutiérrez RIN Foto del interior de la Pagoda del templo budista Yakushi-ji (Nara). en donde se ve el pilar central (Axis Illundi), que atraviesa toda la estructura
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