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EL POLITOLOGO Y LA CIENCIA POLÍTICA:
RETOS Y DILEMAS
Por MARCOS KAPLAN
SUMARIO
I. ACTORES, DEMANDAS Y OFERTAS.—II. SITUACIÓN DE LOS PRODUCTORES: Elementos de una
tipología.—III. F.L DEBATR DI- LA CIENT1FICIDAD.
La situación y el desarrollo del politólogo y de la Ciencia Política en México y
otros países de la región pasan por una fase de incertidumbre en cuanto a su identi-
dad, su relevancia y sus posibilidades. El análisis y la evaluación a su respecto de-
ben tomar en cuenta por lo menos tres dimensiones: condicionantes de la produc-
ción de los profesionales y especialistas de la disciplina y de ésta misma; logros y
frustraciones, y el estado actual; posibles prioridades. En lo que sigue me ocupo de
las dos primeras dimensiones, y dejo la tercera para un tratamiento separado.
El papel del politólogo y del sociólogo político, su investigación y su docencia,
sus relaciones con las otras Ciencias Sociales y con la sociedad y el Estado, han te-
nido en las últimas décadas un notable desarrollo, cuantitativo y cualitativo, en sus
actividades, su institucionalización y su profesionalización, sus productos. El avan-
ce ha sido sin embargo desigual. Logros, insuficiencias y límites, han estado directa
e indirectamente condicionados, por una parte, por los cambios y conflictos en la in-
serción internacional y en el desarrollo interno; y por la otra por la lógica y dinámica
propias de la disciplina. De este interjuego han provenido los estímulos y apoyos,
pero también las resistencias y frenos.
Sin olvidar los antecedentes de emergencia en el siglo xix y en las primeras dé-
cadas del xx (1), el despliegue del pensamiento social y político y su cristalización
(1) Ver JUAN F. MARSAL: Cambio Social en América Latina. Crítica de Algunas Intepretaciones Do-
minantes en las Ciencias Sociales. Solar/Hachctte, Buenos Aires, 1967; JOSÉ LUIS ROMERO: Las Ideas Políti-
cas en la Argentina. 2.a edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1949; JIÍSÚS SILVA IIERZCXÍ: El Pen-
samiento Económico, Social y Político de México, 1810/1964, Fondo de Cultura Económica, México.
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Revista Je Estudios Políticos (Nueva Época)
Núm. 106. Octubre-Diciembre 1999
MARCOS KAPLAN
en la Ciencia Política han reflejado el peso de los factores y condicionantes repre-
sentados por los cambios, conflictos y crisis a partir de la década de 1930 (2).
El avance se da a partir y a través del contexto sociohistórico en general, y parti-
cularmente en entrelazamiento con lo que ocurre con las clases medias. Su expan-
sión y diversifícación, en capacidades y expectativas, exceden las condiciones dadas
por un crecimiento desigual e insuficiente, limitante de las posibilidades de absor-
ción y satisfacción por las fuerzas y estructuras socioeconómicas del sector privado,
públicas y privadas. Restringido el acceso a la tierra, la industria y el comercio, al
poder social y las posiciones políticas, la presión ascensional de las clases medias y
sus demandas de mayor participación privilegian y fluyen hacia los canales de la
educación, la cultura y la ideología, la ciencia y la técnica, ante todo a partir y a tra-
vés de la universidad (3).
Saturadas las profesiones liberales tradicionales, en cuanto a posiciones y ex-
pectativas académicas, e incrementado el flujo masificante de alumnos, se ha ido
buscando una alternativa en la producción y difusión de pensamiento social y políti-
co. La Ciencia Política y las otras disciplinas sociales ya se han ido constituyendo en
la etapa precedente, como diferenciaciones dentro de facultades y disciplinas tradi-
cionales; así Economía en las facultades de Contabilidad Pública; Antropología en
las de Filosofía y Letras; Sociología y Ciencia Política en Derecho, Psicología en Fi-
losofía y Medicina, etc.
A partir de bases previas, profesores y alumnos procedentes sobre todo de cla-
ses medias con aspiraciones de existencia y ascenso, presionan en favor de la di-
versificación curricular e institucional. La demanda y la oferta de nuevas discipli-
nas y especializaciones, y su gradual reconocimiento, se entrelazan y refuerzan
mutuamente. El impacto de los cambios de la sociedad sobre la Universidad, y el
proceso autoalimentdo y autoexpansivo de las Ciencias Sociales en el espacio aca-
démico, retroactúan desde éste para reproducirse y amplificarse en la Sociedad. La
trama de ofertas y demandas de nuevas profesiones y especializaciones nutre y
justifica el desarrollo la Ciencia Política y de las otras disciplinas. A ellas se les
pide teorías, metodologías, técnicas, conocimientos, para la comprensión o la ra-
cionalización a posteriori de lo ocurrido; para la inteligencia o el diagnóstico de lo
que ocurre; para la prospectiva de lo por venir; el diseño de estrategias para operar
con miras al futuro; discursos ideológicos útiles para diversas constelaciones de
grupos e intereses.
(2) Un tratamiento más amplio de esta temática se encuentra en MARCOS KAPLAN: «La Investigación
en Ciencias Humanas y Sociales en la Universidad Latinoamericana», Boletín Mexicano de Derecho
Comparado, Nueva Serie, año XXII, núm. 65, México, mayo-agosto de 1989, Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM. Sobre el cambio en el contexto histórico, ver MARCOS KAPLAN: El Estado Lati-
noamericano, UNAM, México, 1996; PABLO GONZÁLEZ CASANOVA, coordinador, América Latina: Histo-
ria de Medio Siglo, 2 tomos, Siglo XXI Editores, México, 1." edición, 1977 y 1981.
(3) Ver MARCOS KAPLAN: La Investigación Latinoamericana en ciencias sociales, Jornadas 74, El
Colegio de México, México, 1974.
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EL POUTÓLOGO Y LA CIENCIA POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
Actores productores y portadores de demandas y ofertas son: la propia Universi-
dad Nacional, el Estado, los partidos, los organismos internacionales, universidades
privadas nacionales, instituciones académicas y fundaciones de países desarro-
llados.
I. ACTORES, DEMANDAS Y OFERTAS
1. Las necesidades consiguientes al intervencionismo y multifuncionalidad
crecientes del Estado, de ampliación y modernización de sus instituciones, técnicas,
instrumentos y mecanismos de gobierno y administración, y de formación especiali-
zada de la dirigencia política y de la burocracia superior, lo constituyen en centro de
demanda y también de oferta de nuevas categorías de intelectuales y profesionales.
Los formados y especializados en Ciencias Sociales, y en la producción y difusión
del discurso político-ideológico, pueden ir integrando el gobierno y la administra-
ción, la burocracia pública y su constelación y clientela de instituciones e intereses
organizados (4).
2. La Universidad, ante y sobre todo la pública, aumenta y diversifica funcio-
nes y actividades, y enfrenta conflictos y retos, por la acumulación de demandas,
responsabilidades y tareas. Se va constituyendo hasta cierto punto como poder cul-
tural-ideológico, social y político (5).
La Universidad se concibe y actúa según un ideal educativo, una paideia, como
poder espiritual con papel emancipador. Es y debe ser sede de la razón, de la bús-
queda de la verdad, por la comunidad de cultura que forman maestros y estudiantes,
mediante la investigación, la innovación, la producción y difusión de conocimientos
y cultura, la formación de élites intelectuales y profesionales, la elaboración de mo-
delos culturales e ideológicos. La Universidad crea y reafirma su propio espacio de
libertad, de humanismo y universalismo, con una doble dimensión académica e ins-
titucional: autonomía y pluralismo, libertad de cátedra, de investigación y de crea-
ción.
Institución integrante de un sistema educacional, la Universidad debe reconocer
las demandas de la sociedad y del Estado, asumir los correspondientes fines y fun-
ciones, admitir límites. La Universidad es parte de la reproducción y el cambio so-
ciales; opera como instrumento de selección y distribución de estudiantes, profeso-
res e investigadores y de los contenidos de sus actividades. Organiza los controles
del saber, en cuanto a su producción, contenido, distribución y uso. Realiza una «in-dexación» de la legitimidad del conocimiento y de sus productores, y contribuye así
(4) Ver M. KAPLAN: El Estado Latinoamericano, cit.
(5) Ver JOSÉ MEDINA ECHAVARRÍA: Filosofía. Educación y Desarrollo, Siglo XXI, Editores, Méxi-
co, 1967; SIMÓN SCHWARTZMAN: América Latina Universidades en Transición. O.E.A., Washington,
1996; MARCOS KAPI.AN: Ciencia, Sociedad y Desarrollo. UNAM, México, 1987; MARCOS KAPLAN: Uni-
versidad Nacional. Sociedad y Desarrollo, ANUIES, México, 1996.
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MARCOS KAPLAN
a la jerarquización de poderes (universitarios y extrauniversitarios). La Universidad
tiene así un papel crucial en la selección y la distribución de los individuos hacia po-
siciones diversificadas; en la coproducción y en la correproducción de jerarquías
cognitivas y sociales; en la estratificación de la sociedad, la cultura y el poder, en la
reproducción y el cambio sociales.
Este papel selector y distribuidor es modelado y calificado por la idea democrá-
tica de una educación universal, gratuita y obligatoria, a la vez derecho de todos, fi-
nalidad de la Nación, obligación y necesidad del Estado. La educación universitaria
es identificada además como condición de acceso a formas superiores de empleo,
ingreso, bienestar, ascenso social, participación política.
La reivindicación democrática se articula con las preocupaciones pragmáticas.
El acceso a la educación universitaria a la vez permite y requiere la participación en
el crecimiento económico y la modernización, eventualmente el desarrollo integral.
Se demanda y suscita la especialización, la profesionalización; el aumento de ocu-
paciones con más preparación científica y técnica, o más condicionadas por patro-
nes científicos y técnicos; la disponibilidad de conocimiento sistematizado para la
enseñanza y el ejercicio de profesiones, y para la producción de más y mejores co-
nocimientos e innovaciones.
Finalmente, la Universidad cumple funciones políticas. Su ideal educativo no
significa enclaustramiento, neutralidad ni indiferencia ante los problemas de la so-
ciedad. No puede renunciar a su poder espiritual, a sus funciones investigativas, crí-
ticas, formativas y propositivas. Tiene además un papel de gratiflcadora de aspira-
ciones a la participación política, de las ambiciones y logros de individuos y grupos;
pero también de inteligencia e información, y de capacidad para el otorgamiento au-
tónomo y racional de legitimidad y consenso al sistema social y político.
La importancia de la Universidad por su peso y funciones, y por su masifica-
ción; el reclutamiento social de sus miembros; el impacto de conflictos y crisis, la
vuelven campo y objeto de competencia política, arena y botín, para élites y contra-
élites, y para grupos significativos, en cuanto al control y uso de sus recursos y posi-
bilidades. La Universidad se convierte en sede de fenómenos políticos, de aprendi-
zaje para la acción, y de logro y ejercicio de poderes políticos. Se ve además obliga-
da a dar respuestas a la politización de la sociedad y de sus principales grupos y ten-
dencias. Sociedad, clases y grupos e instituciones plantean problemas a la
Universidad, le ofrecen y dan y le piden conocimientos, críticas y opciones.
La Universidad pública de México y América Latina ha respondido a una gran
variedad de demandas; ha garantizado el pluralismo; ha contribuido decisivamente
al potencial y la realización de la conciencia crítica, creativa y propositiva del país y
la región.
3. Dirigentes y cuadros de los partidos políticos han ido recurriendo a la Cien-
cia Política como fuente de argumentos y fundamentos científicos para su praxis,
análisis y programas; de empleo, ingreso y prestigio. Incorporados a las institucio-
nes académicas, el científico social politizado o el político cientifizado o tecnifica-
do, practican en aquéllas el proselitismo que amplía sus bases y refuerza las ofertas
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HL POLITÓI.OCiO Y LA CIKNC1A POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
y demandas y la expansión de la Ciencia Política, así como introduce desde fuera
variedades (heterodoxas y ortodoxas) del pensamiento social y político.
4. Instituciones públicas internacionales [Naciones Unidas (UNESCO), Orga-
nización Internacional del Trabajo, CEPAL, OEA, BID, etc.], cumplen un papel en
favor de la Ciencia Política y otras disciplinas sociales. En su emergencia y desarro-
llo participan científicos sociales exiliados como consecuencia de las grandes crisis
y conflictos internacionales, en creciente interacción con politólogos y otros cientí-
ficos sociales latinoamericanos, en busca de nuevas orientaciones, teorías y méto-
dos.
Estos organismos son fuente de demanda de especialistas y profesionales en lo
sociopolítico; factor significativo en la institucionalización y la profesionalización,
y en el surgimiento de una comunidad científica nacional y latinoamericana; lugar
de refugio y trabajo creativo para investigadores afectados por crisis políticas y eco-
nómicas de sus países de origen.
Diversidad de procedencias y orientaciones y condiciones favorables contribu-
yen a integrar una diversidad de enfoques; a estimular una visión y una reflexión crí-
tica acerca de la región como un todo; diagnósticos y explicaciones sobre el subde-
sarrollo y la dependencia externa y su posible superación; proposiciones de políticas
públicas. Ello se traduce en una masa de estudios globales, refinamientos y previsio-
nes de perspectivas teóricas, esquemas analíticos, técnicas de investigación. El
avance científico y técnico no excluye una visión realista y pragmática.
Apoyos de organismos internacionales facilitan la creación y el funcionamien-
to de instituciones regionales de investigación y enseñanza (v.gr. FLACSO,
CLACSO), y de institutos nacionales, en respuesta a la amenaza de crisis económi-
cas, conflictos sociopolíticos y regímenes autoritarios.
5. Universidades y fundaciones extranjeras (Estados Unidos, Europa Occi-
dental, también la que fue Unión Soviética aunque en grado y con alcance menores),
influyen considerablemente en el mismo sentido por confluencia de dos tendencias.
Por una parte, el relativo atraso inicial de la Ciencia Política y otras disciplinas en
América Latina; la escasez de recursos y posibilidades, la necesidadde ampliación
del acceso a niveles superiores de empleo, ingreso y status; la respetabilidad de lo
externo/desarrollado: todo ello contribuye a dirigir un número creciente de aspiran-
tes a los centros desarrollados.
Por otra parte, universidades y fundaciones extranjeras asumen un papel consi-
derable en la formación, la docencia y la investigación, como resultante de un com-
plejo de factores: hegemonía de los Estados Unidos y peso de sus intereses y objeti-
vos; el impacto inicial de la Revolución Cubana y la influencia del marxismo en la
década de 1970, como retos a enfrentar en un contexto de Guerra Fría; el mayor in-
terés por los problemas de América Latina en los centros académicos de Estados
Unidos y luego también de Europa Occidental. A ello se agregan: la fuerte institu-
cionalización de la Ciencia Política en los centros académicos de países desarrolla-
dos; el adelanto relativo de teorías, metodologías y técnicas; la abundancia de recur-
sos y la capacidad de difusión: las posibilidades ofrecidas de formación, ocupación,
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MARCOS KAPLAN
ingreso y status, en comparación con las menores posibilidades que en los mismos
rubros ofrecen y aseguran las sociedades nacionales.
II. SITUACIÓN DE LOS PRODUCTORES
Generados y expandidos por esta constelación de factores, una creciente varie-
dad de grupos profesionales, centros académicos, programas y proyectos, tienden
naturalmente a la ampliación de sus bases y fuerzas desde las actividades e institu-
ciones en que se insertan, y a las cuales manejan y controlan. Su naturaleza y situa-
ción están además condicionadas por un conjunto de circunstancias.
Politólogos y sociólogos políticos constituyen un segmento o estrato reclutado y
desarrollado primordialmente a partir y a través de la clase media urbana, enmucho
menor grado en la clase alta, casi nada en sectores populares rurales y urbanos. Su
situación se caracteriza por la ambivalencia, en la ubicación social y en la estructura
de poder, en la identidad y la autoestima, en los valores y las normas, las actitudes y
comportamientos, las actividades y los resultados.
Por una parte, junto con la perspectiva profesionalizante/especializante, miem-
bros de este segmento incorporan motivaciones y patrones de rigor científico y téc-
nico, y de idealismo social y político, que provienen de la vocación, del entrena-
miento académico, de la adquisición de convicciones sobre el quehacer, de valores
de racionalidad e innovación, de tendencia a una visión histórico-estructural. A ello
se agregan: la incidencia de la pertenencia a un estrato medio inestable y a socieda-
des en crisis, la insuficiencia y el estancamiento del crecimiento; los conflictos polí-
ticos; las amenazas (virtuales o actualizadas) de fuerzas regresivas y represivas; la
emergencia de políticas e ideologías autopostuladas como exclusivas y excluyentes..
En un número considerable de politólogos y sociólogos aparecen manifestaciones
de frustración y malestar, actitudes críticas y de impugnación, la disponibilidad con
agentes potenciales de cambio, las propensiones (discursivas o reales) de tipo refor-
mista o revolucionario. Estas tendencias no dejan de coexistir con expresiones de
voluntad de poder, de fascinación por las formas y sedes eficaces para lograrlo aun-
que sea como coparticipación subordinada o ilusoria (6).
(6) Sobre los intelectuales y el poder, ver: GUNTER W. REMMLING: La Sociología de Kart Mann-
heim, Fondo de Cultura Económica, México, 1982. FRANZ NEUMANN: «The Inteligentsia in Exile», en
PAUL CONNERTON, ed., Critica! Sociology Selected Readings, Penguin Books, New York, 1976; G.
KONRAD/I. SZELENYI: La Marche au Pouvoir des Intellectuels. Le Cas des Pays de I 'Est, Aux Éditions du
Seuil, París, 1979; ALVIN GOULDNER: The Future of Intellectuals and the Rise ofthe New Class, Conti-
nuum, New York, 1979; JAN WACLAV MAKHAÍSKI: Le Socialisme des Intellectuels - Textes Choisis, Tra-
duits et Presentes par Alexandre Skirda, Seuil, París, 1971; LEWIS S. FEUER: Ideology and the Ideologists,
Harper & Row, New York, 1975; Les Intellectuels/La Pensée Anticipatrice - Textes Reunís par Christian
Biegalski, Arguments III, 10/18, París, 1978; RENE LOURAU: Le Lapsus des Intellectuels, Éditions Privat,
1981.
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EL POLITÓLOOO Y LA CIENCIA POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
Por otra parte, la composición, la estructuración y los modos operativos de los
politólogos reflejan las características de los segmentos sociales de origen, de la so-
ciedad y de la situación de las ciencias en el sistema nacional. El sector de los poli-
tólogos (y otros científicos sociales) carece de integración y homogeneidad, como
grupo y en sus orientaciones y modos de actuar. Ello surge, o está condicionado, por
diferencias de: origen, formación, filiaciones teóricas e ideológicas, trayectorias e
inserciones institucionales. A ello debe agregarse las restricciones ocupacionales; la
inseguridad social y la inestabilidad política; los resultantes conflictos entre indivi-
duos y grupos, por el reparto de recursos escasos y por la ubicación en la jerarquía
de rangos, status y poderes.
Los politólogos no llegan a ser un núcleo relativamente articulado, constituido
en grandes cuerpos o reunido en instituciones protectoras e influyentes. Tampoco
logran constituirse en grupo de interés o de presión, y menos aún de poder. En sí
mismos y como parte de grupos más amplios de científicos sociales e intelectuales
en general, los politólogos no llegan a ser una capa de intelectuales orgánicos, en re-
lación a alguna clase o institución de significación, y por lo mismo rara vez reciben
y conservan un grado significativo de reconocimiento y valoración, aunque sea
como intelectuales inorgánicos a la búsqueda de algún lugar duradero y confortable
en el mundo social y cultural.
En las condiciones prevalecientes de bajo nivel de la conciencia colectiva y del
debate y el logro de consensos públicos sobre problemas fundamentales de la socie-
dad, la necesidad y utilidad de la existencia de los politólogos no resultan evidentes,
ni para amplios públicos ni para sectores significativos e influyentes. No se mani-
fiesta la necesidad y conveniencia que la vida social y política sea objeto legítimo de
investigación científica; esta posibilidad es negada por grupos hegemónicos y domi-
nantes, y no es comprendida ni asumida por clases medias y populares. La vida so-
cial y política no llega a ser penetrada por el espíritu critico ni por la mentalidad
científica, lo que contribuye a incrementar la baja transparencia o la opacidad que
normalmente la caracteriza.
La imagen y la praxis de los politólogos tienden a aparecer como esotéricas e
irrelevantes, o revestidas de una aureola inquietante de subversión (potencial o ac-
tual). Se constituyen con frecuencia como enclaves tolerados en instituciones públi-
cas y privadas, carentes de bases sólidas, de poder, de status e influencia; afectados
por diversas formas de terrorismo ideológico y discriminación.
Se genera así en los politólogos un sentimiento compuesto de inseguridad, dis-
continuidad, desarraigo, aislamiento, inoperancia e irrelevancia. Ello retroactúa
como refuerzo de los factores disgregantes de aquéllos en tanto grupo; refuerza ten-
dencias al dogmatismo y la sectarización (profesional, ideológica, política); a la
competencia por oportunidades y recursos; al entrechocar de agrupamientos y de es-
trategias rivales y conflictivas.
La constelación de instituciones (Estado, Universidad, partidos políticos, orga-
nizaciones internacionales, universidades y fundaciones extranjeras) resultan ser a
la vez factores, bases, polos y y marcos de la existencia y de las actividades de la
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MARCOS KAPLAN
Ciencia Política y los politólogos. Apoyan a una y los otros, pero también las condi-
cionan, en lo referente a fuentes de demandas y ofertas, de estímulos y disuasivos,
de restricciones y sesgos, como reflejo de los intereses, necesidades y limitaciones
específicas de dichas instituciones.
La actividad y la producción de politólogos y sociólogos políticos tienden a de-
pender, de modo predominante aunque no exclusivo, de las señales y presiones que
provienen del contexto sociopolítico interno y del exterior. Se les solicita ante todo
discursos ideológicos, variedades de retórica legitimadora y laudatoria; pero tam-
bién análisis críticos, interpretaciones, diagnósticos, propuestas de soluciones, pro-
yectos, para la praxis pública y privada en y sobre la sociedad; elementos e instru-
mentos aptos para mejorar la comprensión, el control y la orientación de las fuerzas,
procesos y conflictos que se dan en el país, en función de los intereses, necesidades
y demandas de las instituciones influyentes.
Las demandas tienen así un énfasis y un sesgo considerables en lo retórico, lo
ideológico, pragmático, proposicional, proyectivo y previsional, en combinaciones
cambiantes. Por las mismas razones, tienden a predominar las tomas de posición, las
discrepancias científicas e ideológico-políticas, la diversificación y el enfrentamien-
to de enfoques, conclusiones y propuestas. Análisis y diagnósticos, soluciones y fór-
mulas, proyectos, y los politólogos productores, son sometidos en diferentes modos
a la prueba de la acción, e implicados en las luchas por el poder de élites y contraeli-
tes. Éstas tratan de imponer formas y usos de la Ciencia y la Sociología Políticas que
se identifiquen con ellas y sus proyectos, las apoyen, o por lo menos no les signifi-
quen desaños y peligros latentes o manifiestos; y a la inversa, para bloquear las con-
sideradas indeseables.
Ello se ha traducido en la diversificación disciplinaria e institucional. Las Cien-
cias Sociales, incluso la Ciencia Política, tienden a reafimar su existencia, legitimi-
dad y autonomía. Se disocian y especializan en instituciones; pretendenla hegemo-
nía, el autoencerramiento respecto a sus equivalentes rivales, la invasión de sus
campos y mercados, las tendencias a la absorción e integración de sus contribu-
ciones.
Elementos de una tipología
Bajo todos estos condicionamientos o determinaciones surge y se desarrolla una
tipología de actores de la Ciencia y la Sociología Políticas:
1) El científico político en sentido estricto, que no se permite a sí mismo, o al
que no se le permite, la incursión en la política, viviendo para ella o incluso de ella.
Autolimitado al cultivo de la Ciencia Política, la vive como autónoma e incondicio-
nada, poseedora de un paradigma científico-técnico en el examen y manejo de lo
político, capaz de proporcionar un conocimiento objetivo, empírico, racional, desi-
deologizado. Esta categoría —con evidentes excepciones— tiende al desarrollo de
teorías, metodologías, técnicas, temáticas, investigaciones, según patrones prove-
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LL POLITÓLOGO Y LA CIENCIA POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
nientes de los centros desarrollados; vgr. Economía Neoclásica, Econometría,
Estructuralismo, Funcionalismo, Teorías de la Modernización y del Desarrollo Polí-
tico, Teoría de los Sistemas, etc..
2) El politólogo puede escuchar los cantos de sirenas del poder político y del
Estado y, sin dejar de serlo, tratar de transmutarse en político, para disfrutar de lo
mejor de los dos mundos, el de la ciencia y el del involucramiento en problemas y
procesos políticos reales. La praxis política se va volviendo predominante o exclu-
yente de la dedicación a la Ciencia Política, y la contribución de ésta demuestra no
garantizar necesariamente la eficacia en la acción.
3) El politólogo-tecnoburócrata pretende la independencia, el monopolio de
la capacidad científica y la eficacia técnica para la solución de los problemas; el rea-
lismo pragmático, la neutralidad valorativa y el apoliticismo; la representación de
los intereses nacionales; la función de arbitraje racional e imparcial en el manejo de
los conflictos. Esta autoproclamación de capacidades y aspiraciones justifica las ex-
pectativas de goce de status, influencia, poder, liderazgo; la búsqueda de la coopta-
ción y la inserción en posiciones institucionales. El objetivo es la participación en el
gobierno y administración del Estado, o de grandes instituciones y corporaciones
privadas, como ideólogo o comunicador o, en el mejor de los casos, como poder de-
trás del trono y consejero del príncipe.
4) El politólogo comprometido se encuentra en todo el espectro ideológi-
co-político, aunque con el predominio del intelectual crítico, militante, reformista
o revolucionario, dirigente o miembro de partido o aliado independiente, bajo la
influencia o identificación en mayor o menor grado con alguna variedad del Mar-
xismo-Leninismo-Stalinismo-Maoísmo... Y el politólogo comprometido niega la
neutralidad valorativa; se exige y exige el compromiso, la toma de posición res-
pecto a intereses valores, normas, patrones de acción. Se define al servicio de cla-
ses, ideologías, proyectos políticos, en especial a través de la mediación de un par-
tido, grupo o secta en subordinación a su dirección y aparato, su doctrina, su pro-
grama y sus acciones. Procede a una definición autoritaria de la ortodoxia y, en
función de ella, de la verdad en teoría y práctica. Su aceptación e imposición del
dogmatismo bloquea la investigación, el análisis crítico, la imaginación sociológi-
ca y política. La Ciencia Política aplicada, el pensamiento social subordinado a la
praxis de los aparatos, son privilegiadas sobre la reflexión teórica, la investigación
empírica, la producción de conocimientos confiables, las evaluaciones críticas, la
propuesta de alternativas.
Notable confirmación de estas limitaciones es la evasión, primero del análisis
científico de las producciones marxista-leninistas y de los regímenes stalinistas, y
luego de su colapso; incluso las insuficiencias y distorsiones de su explicación.
Las diversidades y conflictos se dan entre los profesionales y especialistas defi-
nidos por disciplinas y temáticas, y en el interior de ellas, reforzadas unas y otros,
primero, por la inexistencia de paradigmas únicos, compartibles en diversos grados;
y luego por la crisis de éstos y los diversos intentos de superarla, todo lo cual pasa a
integrar la crisis de la Ciencia Política misma y sus profesionales. La crisis de los
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MARCOS KAPLAN
paradigmas afecta a las tradiciones y corrientes anglosajones, eurocontinentales y
marxistas de variada confesión.
El predominio de la tradición y corriente anglosajonas durante las primeras dé-
cadas de la postguerra se evidencia en la hegemonía del Conductismo, desplegado
en una diversidad de tendencias (hiperempirismo, teoría abstracta, funcionalismo,
sistemismo). Esta área temática se caracteriza por el descuido del carácter específico
y el papel peculiar del Estado, absorbido en los no siempre coincidentes conceptos
de sistema político, o de gobierno. El intento de superación de la crisis de este para-
digma lleva a la apertura de las investigaciones sobre el pluralismo del poder y los
micropoderes.
La tradición y corriente euroccidentales o eurocontinentales (Francia, Alema-
nia, Italia) se encarnan y ejemplifican en los estudios de Ciencia Jurídico-Política,
Derecho Constitucional y Filosofía Jurídico-Política. Su crisis y los intentos de su-
perarla lleva a una recuperación del análisis sociológico-político del Estado, y a la
apertura de nuevas escuelas orientaciones en el análisis del poder (Foucault,
Anti-Psiquiatría, Freudo-Marxismo, Anti-Institucionalismo, etc.).
La decadencia de la ideología del Marxismo-Leninismo-Stalinismo, enmascara-
da como paradigma científico, culmina con el colapso del régimen soviético y de la
mayor parte de los regímenes más o menos satelizados que se crearon a imagen y se-
mejanza y bajo la imposición de aquél, con una consecuencia catastrófica para las
Ciencias Sociales y los paradigmas que se esfuerzan por superar sus propias crisis.
La catástrofe proviene de la doble amalgama o identificación, entre la Teoría de
Marx y la ideología marxista-leninista, y entre el proyecto histórico del socialismo y
el totalitarismo soviético. Entre los escombros históricos del stalinismo ideológi-
co-político-estatista se van cumpliendo esfuerzos —insuficientes en comparación
con la magnitud del desastre— de recuperación y desarrollo de lo rescatable de di-
cha teoría científica y de dicho proyecto histórico.
Las diversidades, divergencias y conflictos se han ido sin embargo entrelazando
con factores y tendencias de integración, que cortan transversalmente las contrapo-
siciones aparentemente irreductibles, y dan lugar a nuevas configuraciones. En tal
sentido operan, ante todo, las similitudes de origen social, de formación y trayecto-
ria, de modos y objetivos. Se comparte la creencia en la disponibilidad de capacida-
des científicas y técnicas, y de su utilidad para la orientación de la sociedad, el Esta-
do y el desarrollo de acuerdo a una racionalidad dada, y para el logro de influencia y
participación en lo político-administrativo. Los diferentes grupos profesionales han
sido puestos a prueba por los intentos, conflictos y crisis de las últimas décadas y
sus consecuencias. Se insertan en las mismas o similares instituciones; se ven obli-
gados a compartir recursos y posibilidades, y a enfrentar los mismos o similares
riesgos y amenazas. Comparten el manejo de teorías, métodos, técnicas, problemas
y proyectos. El pluralismo de paradigmas y las divergencias, los debates y críticas,
inducen a la confrontación de perspectivas, esfuerzos y productos, al reconoci-
miento de preocupaciones compartidas por las cuestiones fundamentales de la polí-
tica y el Estado y sus crisis en los respectivos países y en la región latinoamericana.
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III. EL DEBATE DE LA CIENTIFICIDAD
Los politólogos y sociólogos políticos comparten una crisis de ellos como cate-
goría y papel, y como modalidad de praxis profesional-especializante. Necesitan re-forzar la propia identidad y redcfinir su papel, y sus funciones, en relación a varias
dimensiones (interrelacionadas), respecto a sus relaciones consigo mismo y con la
Sociedad y el Estado; con las Ciencias Físico-Naturales; con las otras Ciencias Hu-
manas y Sociales. Estas definiciones conllevan naturalmente la cuestión de la cienti-
ficidad de las Ciencias Humanas y Sociales.
Ante todo, el politólogo debe redcfinir o reafirmar su relación consigo mismo,
sus valores y sus normas, su autovisión, y con referencia a los principales actores,
fuerzas, estructuras, procesos, alternativas y opciones, de la Sociedad y el Sistema
Político.
La Ciencia Política y sus practicantes deben además mantener y elaborar la pre-
tensión y la reivindicación de su cientijicidad. La cuestión ha sido perturbada y os-
curecida por las creencias y actitudes de la mayoría de los científicos físico-natura-
les bajo la influencia del cientificismo como ideología corporativa; por hostilidades
ideológicas y políticas; y por limitaciones de los propios científicos sociales (7).
La ideología del cientificismo concibe la ciencia como un sistema autónomo y
autodeterminado, aislado del resto del universo social, independiente de considera-
ciones (socioculturales, económicas, ideológicas, políticas) ajenas a él mismo. La
Ciencia ocuparía un espacio autónomo y se desarrollaría exclusivamente con su pro-
pia lógica y dinámica. El resto del sistema social mantendría una relación de exte-
rioridad y yuxtaposición, una influencia externa de apoyo o de freno, respecto a una
Ciencia autocolocada por encima de la Historia, la Sociedad, los sistemas, intereses,
contradicciones y conflictos.
La ciencia es además identificada con la investigación de una verdad absoluta,
racional y universal. Se la reduce a un conjunto de conocimientos (teorías, leyes, re-
sultados experimentales, metodologías, técnicas), verificados y establecidos por una
larga práctica colectiva, mediante métodos probados, rigurosos y universales. Todo
ello, logrado y lograble sólo por especialistas.
Así concebida, la ciencia pretende ser la única forma legítima de racionalidad,
lo que la distingue de otros modos de conocimiento (práctico, filosófico, místico, ar-
tístico, político...). El conocimiento científico es buscado en relación a toda realidad
(física, biológica, humana, social) como sistema de unidades elementales, captable
físicamente; repetiblc a voluntad en condiciones de laboratorio; formalizable, mate-
matizable, modelizable. El conocimiento científico puede y debe ser fragmentado en
parcelas y en especialidades que se ocupan de ellas, ambas subdivisibles, y someti-
(7) He tratado esta cuestión en MARCOS K.APLAN: Modelos Mundiales y Participación Social, cit.;
MARCOS KAPLAN: Estado y Sociedad, UNAM, México, 1978; MARCOS KAPLAN: Ciencia, Sociedad y De-
sarrollo, cit.
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MARCOS KAPLAN
das al patrimonio exclusivo, la autoridad feudal y la indiscutible competencia de ex-
pertos, los únicos que saben y están capacitados para comprender problemas y lo-
grar sus soluciones. Todo lo así definido, investigado y expresado, y sólo ello, es
aceptado como detentador de objetividad, verdad, universalidad, validez, legiti-
midad.
Correlativamente, se excluye de la realidad y de la racionalidad todo lo que no
reúne aquellos requisitos y, por lo tanto, no puede ser englobado en una teoría cientí-
fica: praxis, vida cotidiana, sensaciones, emotividad, experiencias, gran parte de lo
práctico-sensible, especulación, subjetividad, instinto, intuición, ética.
Definida de esta manera, la Ciencia tiende a contraponerse a todo lo que sea
acontecimientos, conflictos, novedad y relatividad históricas, excepcionalidad, con-
tingencia; se las ignora, desdeña, margina, o se las evalúa como residuales, incluso
patológicas. La realidad resulta así fracturada en dos esferas separadas y mutuamen-
te excluyentes. Todo ello tiene incidencias restrictivas y negativas, en los politólo-
gos mismos, en sus equivalentes de las otras Ciencias Humanas y Sociales, y en sus
interrelaciones.
A la sombra escéptica y negativa que sobre la identidad y la autoimagen de los
politólogos arrojan las ciencias Físico-Naturales y la ideología del cientificismo, se
agregan el peso y las coacciones de los intereses creados, los prejuicios, los malen-
tendidos, la ignorancia lisa y llana, sobre todo las reservas y sospechas.
Como bien destaca Anthony Giddens, la construcción y la proposición de inter-
pretaciones de la realidad social, ponen en juego, mucho más directamente que las
Ciencias Físico-Naturales, fuerzas sociales y políticas; se ocupan por definición de
objetos controversiales y conflictivos en la Sociedad. La actividad de la Ciencia y la
Sociología Política se caracteriza por disputas continuas sobre su naturaleza misma,
concepciones rivales sobre enfoques y análisis, debates permanentes, la frecuente
falta de consenso sobre problemas y soluciones posibles. Prevalece así una imagen
de la Ciencia Política como rebelde o subversiva (8).
«... Lo que está enjuego en las ciencias sociales —dice Maurice Godelier— es
que, sin ellas no se puede conocer realmente de una manera que escape a los prejui-
cios, a los malentendidos, a la ignorancia, las sociedades que componen con la nues-
tra el mundo en que vivimos.» Por lo mismo, se puede «comprender las reservas, las
sospechas incluso, que rodean a menudo a las ciencias del hombre. Dado que su ta-
rea es construir y proponer interpretaciones de la realidad social, ellas ponen en jue-
go, mucho más directamente que las ciencias exactas, las fuerzas sociales y políticas
que trabajan en nuestras sociedades, y ellas son por este hecho, el objeto de debates
y luchas que nunca pueden limitarse al único dominio de la epistemología, sino que
son inmediatamente ideológicas y políticas» (9).
(8) Ver ANTHONY GIDDENS: Sociology - A Briefbut Critical Introduction, Harcourt Brace Jovano-
vich College Publishers, New York, 1987, capítulo 1.
(9) MAURICE GODELIER: Les Sciences de l'Homme et de la Société en France - Anafyse et Proposi-
tions pur une Politique Nouvelle, La Documentation Francaise, Paris, 1982, págs. 22 y ss.
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F.L P0L1TÓL0G0 Y LA CIENCIA POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
Dentro de la tradición de la Ciencia y la Sociología Política, una corriente repre-
sentada por Auguste Comte, Emile Durkheim y muchos otros continuadores, ante la
importancia de la Ciencia y la Tecnología, sus logros específicos y sus contribucio-
nes a los cambios sociopolíticos, ha buscado duplicar tales éxitos en el estudio de
los asuntos humanos y sociales. En esta orientación se presupone y afirma la comu-
nidad de lógica y método entre ambos campos científicos, la posibilidad de descu-
brir leyes universales, similares a las de las ciencias Físico-Naturales, que rijan los
fenómenos particulares, y permitan controlar los acontecimientos y conformar el
destino social y político. En esta perspectiva, la Ciencia Política sería modelable de
conformidad con Ciencias Físico-Naturales, a través de la copia y aplicación de mé-
todos, técnicas y objetivos.
Por el contrario, es indispensable reivindicar el carácter legítimamente científico
de la Ciencia Política, pero con requerimientos, supuestos, caracteres, implicacio-
nes, diferentes en parte de los de las Ciencias Físico-Naturales. Como éstas, la Cien-
cia Política trata con una materia y una temática compuestas de hechos observables,
susceptibles de investigación empírica, cuyo sentido puede ser formulado mediante
teorías y generalizaciones.
Al mismo tiempo, sin embargo como también observa Giddens, los seres huma-
nos y las conductas y procesos sociales no son lo mismo que los objetos materiales
en la naturaleza; su estudio difiere en importantes modos del estudio de los fenóme-
nos naturales.
El observador de los fenómenos sociales y políticos es parte de los hechos de la
realidad observada, a los que hasta cierto punto modifica con sus actos de observa-
ción y las conclusiones extraídas. La sociedad, los «hechos sociales»,no son enfo-
cables como objetos o acontecimientos naturales. Las sociedades sólo existen en
tanto son creadas y recreadas en las propias acciones humanas.
Se da en efecto una doble implicación de los individuos y las instituciones. Por
una parte, los seres humanos crean la sociedad al mismo tiempo que son creados por
ella. Las instituciones, el sistema social, son conjuntos de patrones de actividades y
relaciones sociales (entre individuos y grupos); se reproducen en el tiempo y el es-
pacio, mediante la repetición de patrones similares por actores separados unos de
otros en el tiempo y el espacio. El pautado de sistemas sociales sólo existe en tanto
que los individuos repiten activamente formas particulares de conducta de un tiem-
po y espacio a otros.
Por otra parte, insiste Giddens, las implicaciones prácticas de la Ciencia Política
(y de las otras Ciencias Sociales), no son ni pueden ser directamente paralelas a los
usos tecnológicos de las Ciencias Físico-Naturales. Los seres humanos no se limitan
a vivir en la Sociedad y la Historia. Su comprensión de la una y la otra es parte inte-
grante de la propia Sociedad y de la propia Historia, y de lo que ellas puede llegar a
ser. Resulta así insatisfactoria la idea comptiana, tan grata a los tecnoburócratas de
toda confesión, de Prever para Poder, mediante una tecnología o ingeniería social.
El profesional de la Ciencia Política (y de las otras Ciencias Sociales) se dirige a
otros seres humanos, no a un mundo inerte de objetos. Al mostrar lo que puede pare-
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MARCOS KAPLAN
cer a los implicados como inevitable e inmodificable —como una ley de la naturale-
za—, se lo revela producto social-histórico, lo que otorga al análisis sociológico-po-
lítico un posible papel emancipatorio (10).
La Ciencia Política es legítimamente ciencia, pero con requerimientos, supues-
tos, caracteres, implicaciones, diferentes, en parte de las Ciencias Físico-Naturales.
No reposa sobre una racionalidad epistemológica totalmente diferente de las Cien-
cias Físico-Naturales, ni sobre métodos imperfectos o ajenos respecto a ellas.
La tarea fundamental de la Ciencia Política, como de cualquier otra ciencia so-
cial, es «analizar las condiciones de producción y de transformación de la existencia
social de la humanidad bajo sus formas colectivas e individuales. Y lo hacen esfor-
zándose cada vez más por descubrir el sentido que estas condiciones de existencia
tienen para quienes las viven directamente o para quienes las observan desde el ex-
terior, ya sea a partir de otra época (Historia) o de otra sociedad (Antropología), o
incluso... dándose el equivalente de esta distancia epistemológica mediante paradig-
mas teóricas y metodologías estrictas» (11).
La Ciencia Política debe «reconstruir» los hechos, darles sentido en el campo de
una teoría, de un conjunto de hipótesis, de procedimientos de examen y de métodos
de análisis. Debe seguir la evolución de estos hechos, determinar la naturaleza de los
cambios observados, aprehendiendo los acontecimientos en series que les den lugar
y significado. Debe descubrir las propiedades subjetivas de los sistemas de relacio-
nes analizadas, para deducir las leyes de su transformación.
La Ciencia Política debe liberarse de los límites impuestos por lo familiar y apa-
rente. Debe buscar, más allá de las razones visibles que se percibe y analiza, el orden
que las funda y que reposa sobre la lógica a descubrir de las estructuras y de su arti-
culación en un sistema, de las fuerzas y procesos sociales, como definición de la na-
turaleza de un objeto, una relación o un conjunto dados. Por consiguiente, y en tér-
minos operativos, la Ciencia Política debe también partir de conjuntos de datos lo
más vastos posibles y reunirlos en campos o series.
Si la Ciencia Política es tan ciencia como las Físico-Naturales, se diferencia de
ellas —enfatiza Godelier— en que su único laboratorio es lo que la historia produjo
y produce, es decir la diversidad de las formas y las prácticas sociales, pero que no
son transportables a máquinas ni sometibles a técnicas de observación y experimen-
tación, ni reproducibles a voluntad en un laboratorio de prácticas sociales, como
tampoco es posible la experimentación artificial de nuevas relaciones sociales.
Pese a ello, la Ciencia Política tiene y puede tener un «núcleo duro de racionali-
dad», un conjunto de prácticas rigurosas. Éstas se refieren a la recolección y archivo
minucioso de datos; a la confrontación de las variaciones de resultados con las va-
riaciones de condiciones ecológicas e históricas de su producción; a la captación de
invariantes.
(10) GIDDENS, cit., capítulo 1.
(11) GODELIER, cit.
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El. POI.ITÓLOCiO Y LA CIENCIA POLÍTICA: RETOS Y DILEMAS
La legítima pretensión de la Ciencia Política como tal contribuye a fundar la
exigencia del pluralismo, y el rechazo de todo lo que sea autoritarismo, dogmatis-
mo, escolasticismo, reduccionismo. La Ciencia Política no puede pretender agotar
lo real, ni encerrar su objeto en paradigmas rígidos. Está condenada a la apertura, al
inacabamiento, a la incertidumbre, a la extensibilidad de lo desconocido, al intermi-
nable esfuerzo de conocimiento. Ella no puede ni debe encerrarse en el aislamiento
y en el exclusivismo feudal de un ámbito restringido bajo monopolio de los especia-
listas certificados, sino considerarse parte del esfuerzo de surgimiento y evolución
de una Ciencia del Hombre y de la Sociedad que hoy no es edificio a terminar, sino
teoría y práctica a construir y realizar, y cuyo problema no es la maduración sino el
nacimiento. El reto y la exigencia implican una restructuración de la configuración
general del saber al respecto; la creación y extensión de brechas en los paradigmas
cerrados; la apertura de cada dominio del conocimiento hacia los otros; la primacía
de un pensamiento y de una teoría de tipo transdisciplinario, que tengan como pun-
to de referencia y objeto los sistemas abiertos, multidimensionalesy complejos (12).
Ello plantea la necesidad de abrir y desarrollar el diálogo entre Ciencias Huma-
nas y Sociales y Ciencias Físico-Naturales, en la perspectiva —con ilustres precur-
sores en padres fundadores de las Ciencias Sociales— de la unidad de lo natural y lo
humano-social-histórico. En las palabras de Serge Moscovici, «la unidad de las
ciencias no significa que las ciencias sociales deben seguir el modelo de las ciencias
de la naturaleza, sino que debe rehacerse, en el contexto de la unidad y de la interio-
ridad, todas las ciencias que se ha constituido en el contexto de la separación de la
naturaleza y de la cultura, de la exterioridad del hombre y de la naturaleza» (13).
«Las ciencias del hombre y de la sociedad —corrobora Godelier— no pueden
desarrollarse fuera o en contra del movimiento de las ciencias exactas, dirigidas ha-
cia el conocimiento del universo físico, de la naturaleza, de la vida... Se impone a fi-
nes de este siglo xx, más que nunca, el intercambio permanente de los conocimien-
tos y la cooperación de las investigaciones entre las ciencias del hombre y las cien-
cias de la naturaleza. Por razones epistemológicas fundamentales es imposible que
una ciencia social particular puede desarrollarse sola y en detrimento de las otras, y
es necesario, en el cuadro de una política científica, velar por el desarrollo comple-
mentario y el intercambio recíproco de todas estas disciplinas. Este recuerdo de la
interdependencia de las ciencias bastaría para subrayar el peligro que habría de pri-
vilegiar algunas de ellas bajo el pretexto que responden más directamente a una de-
manda social» (14).
Por iguales o similares razones se impone ampliar y profundizar el diálogo y la
colaboración entre la Ciencia Política y las otras Ciencias Sociales. La división del
(12) Ver ErxiAR MORIN: Le Paradigme Perdu: la Nature Humaine, aux Éditions du Seuil, Paris,
1973.
(13) SERGE MOSCOVICI: Hommes Domestiques el Hommes Sauvages, Union Genérale d'Editions,
Collcction 10/18, Paris, 1970.
(14) GODELIER, cit.
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MARCOS KAPLANtrabajo, la profesionalización y la especialización, la institucionalización, han tendi-
do a disociar la Ciencia Política de las otras Ciencias Sociales y de sus ámbitos y ta-
reas, contribuyendo a la fragmentación e insuficiencia de los resultados y avances.
No puede olvidarse que la sociedad, la política, el Estado, están constituidos por en-
trelazamientos, nexos, interacciones, de fuerzas, estructuras y procesos de todo
tipo. Existe por ello una comunidad de objeto y preocupaciones. No hay en cambio
divisiones definidas entre la Ciencia Política y sus disciplinas hermanas ni deseable
que existan. La división intelectual del trabajo es justificable sólo de modo muy ge-
neral. Las instituciones de un área están conectadas con las de las otras áreas; unas
influyen sobre las otras y son influidas por ellas. La interdependencia prohibe privi-
legiar una de las ciencias, bajo cualquier justificativo o pretexto. Es necesario velar
por el desarrollo complementario, el intercambio recíproco, la interfertilización, a
partir y a través de la apertura mutua, el diálogo, la inter- o la trans-disciplinarie-
dad.
Finalmente, toda preocupación y esfuerzo por el avance de la Ciencia Política
debe incluir una definición de temas prioritarios, y establecer y aplicar patrones ra-
cionales y precisos en cuanto a las Ínterrelaciones entre investigación básica e inves-
tigación aplicada, entre Ciencia Política, Teoría Política y Filosofía Política. Cues-
tión ésta que excede los límites de espacio y tiempo de este trabajo, y requiere un
tratamiento separado.
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