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ARISTÓTELES (384-322 a.C.) – BREVÍSIMO
Autor: Javier Echegoyen (www.e-torredebabel.com)
1
NATURALEZA Y ÉTICA EN ARISTÓTELES
LA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA EN ARISTÓTELES
Aristóteles llama “naturaleza” al principio que se encuentra en el interior de los seres naturales,
en su esencia, y que les lleva al movimiento o al reposo, y distingue el movimiento natural, el que tiene
una sustancia a partir de sus propiedades naturales, el movimiento artificial, consecuencia del
aprendizaje o de un agente externo, y el contrario a la naturaleza o violento, cuando es contrario a lo
que determina su esencia. Aristóteles establece también dos formas de ser: la más importante, el ser en
acto, la realidad del ser, y el ser en potencia o aquello que aún no es pero a lo que apunta o tiende. La
potencia puede ser activa o poder para ejercer una transformación sobre algo, (las potencias activas del
alma o facultades, p. ej.) o pasiva o capacidad para llegar a ser otra cosa.
En cuanto a los tipos de cambio o movimiento, tenemos el sustancial, cuando desaparece una
sustancia y da lugar a otra, y el accidental (según la cualidad, la cantidad y el lugar) cuando una
sustancia se modifica en alguno de sus atributos pero permanece siendo la misma. Todas las cosas
perceptibles o sensibles tienen la estructura acto y potencia y, dado que el movimiento es el paso de la
potencia al acto, a todas ellas les corresponde el movimiento.
La substancia es lo que permanece en el cambio accidental, el ser independiente, lo que tiene su
ser no en otro sino en sí y es sujeto de propiedades o atributos. Distingue, además, entre sustancias
primeras, los sujetos individuales y con existencia independiente, y las substancias segundas, los
géneros y las especies.
Causa es todo aquello de lo que depende la existencia de un ente o de un proceso, y puede ser
material (de lo que esta hecho), formal (lo que es), eficiente (aquello que lo ha producido) o final (para
lo que existe). Todos los seres sensibles se componen de materia y forma (teoría hilemórfica). La
materia es la realidad de la que está hecha una cosa., y la forma sus rasgos característicos; Aristóteles
distingue la forma substancial de una cosa o esencia, y las formas accidentales, o propiedades de las
que puede prescindir sin sufrir una modificación completa. En los seres vivos la forma substancial es el
alma (y el cuerpo la materia).
El fin o causa final es la finalidad o motivo de una acción, aquello en virtud de lo cual se hace
algo. Aristóteles defiende una concepción teleológica de la realidad: las cosas del mundo, tanto las
artificiales como las naturales, y sus cambios, tienen una finalidad (en las naturales, determinada por su
forma o esencia). Todas las cosas temporales y materiales (toda la Naturaleza) tienen la estructura acto-
potencia, por lo que están abocadas al cambio y a la muerte; pero la Naturaleza no se puede explicar a
partir de ella misma sino de algo que está por encima, de Dios, que para Aristóteles es un ser sin
composición alguna, ni física ni metafísica, es acto puro y pura forma, y eterno e inmutable. Dios es
también el Primer Motor, y, como tal, transmite el movimiento a todas las cosas naturales y no es
movido por nada.
LA ANTROPOLOGÍA ARISTOTÉLICA
Aristóteles defiende un dualismo antropológico moderado: el hombre consta de cuerpo y alma,
siendo el alma lo que nos caracteriza y distingue del resto de seres naturales; pero el alma no es un
principio opuesto ni hostil al cuerpo. El alma es el principio de vida, aquello que se encuentra en los
seres vivos gracias a lo cual dichos seres son capaces de realizar actividades vitales, diferenciándose así
de los seres puramente inertes. Puesto que el alma es principio de vida y existen distintos niveles de
vitalidad, habrá también distintas almas o funciones del alma:
 la vegetativa, presente en las plantas, los animales y los hombres, permite las actividades vitales
más básicas como la reproducción, el crecimiento y la nutrición;
 la sensitiva se encuentra en los animales y los hombres, permite el conocimiento inferior o
sensible (la percepción), el apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el
cuerpo) y el movimiento local;
 el alma intelectiva es la parte más elevada del alma humana, no se encuentra ni en los vegetales
ni en los animales y gracias a ella el hombre posee las actividades vitales de la voluntad o
apetito superior y del intelecto o entendimiento. Una parte del intelecto es el “entendimiento
agente”, por el que pensamos, captamos lo universal y alcanzamos la ciencia; de esta parte dirá
Aristóteles que es radicalmente distinta a las otras pues es incorpórea y por ello "separable" (es
decir inmortal y eterna).
ARISTÓTELES (384-322 a.C.) – BREVÍSIMO
Autor: Javier Echegoyen (www.e-torredebabel.com)
2
LA ÉTICA ARISTOTÉLICA
La ética aristotélica es principalmente una teoría de la virtud. La virtud es una "excelencia
añadida a algo como perfección": cuando una entidad realiza su fin o función propia, y de un modo
perfecto, entonces de dicha entidad decimos que es virtuosa o buena. Los hábitos pueden ser malos
(vicios), si nos alejan del cumplimiento de nuestra naturaleza, y hábitos buenos o virtudes, si con ellos
cumplimos bien aquello a lo que apunta, su propósito. Aristóteles divide la parte racional del alma en
intelecto y voluntad, por lo que podremos dividir también las virtudes del alma en dos especies: las que
perfeccionan el intelecto y las que perfeccionan la voluntad.
Aristóteles llama virtudes intelectuales o dianoéticas a las perfecciones de la parte intelectual
del alma, virtudes que se adquieren mediante la instrucción, y son: respecto del conocimiento teórico, la
ciencia o aptitud para la demostración, la inteligencia o habilidad para captar intuitivamente la verdad de
los principios de las ciencias, y la sabiduría o capacidad para alcanzar los últimos fundamentos de la
verdad, las cosas superiores y Dios. Por su parte, las virtudes del conocimiento práctico son el arte o
técnica o habilidad para la creación y modificación de las cosas, y la prudencia o saber distinguir los
medios para la realización de la felicidad y de la vida virtuosa.
Las virtudes morales son las perfecciones de la voluntad y del carácter. La virtud moral, dirá
nuestro filósofo, se puede aprender, es un hábito, una disposición consecuencia del ejercicio o
repetición, y por tanto de la elección y la libertad; además, la virtud moral se realiza a partir de lo que la
razón enseña como bueno. La virtud moral consiste en saber dar con el término medio entre dos
extremos, que por ser tales son vicios; distingue Aristóteles entre el “ término medio en relación a la
cosa” o puramente matemático, que dista lo mismo de los extremos, y es una sola e idéntica cosa para
todos, y el término medio respecto a nosotros, que es el adecuado para establecer lo que es mucho o poco
en asuntos relativos al bien humano; en este caso es preciso atender a las circunstancias, al sujeto que
realiza la acción, a sus necesidades y posibilidades; este término medio se predica de las pasiones, los
sentimientos y las acciones pues en todos ellos caben el más y el menos, y ninguno de los dos está bien.
El término medio es lo que no sobra ni falta y no es único ni igual para todos.
Aristóteles defiende el “eudemonismo” pues identifica la felicidad (eudaimonía) con el Sumo
Bien. Todos los seres tienen fines, fines definidos a partir de lo que son en acto, de su esencia, y a cuya
realización aspiran. Aristóteles defiende la existencia de un fin final o perfecto (el querido por sí mismo)
cuya realización es el principal afán humano, al que llama felicidad. La felicidad que corresponde al
hombre sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia, que será la actividad del alma más
que la del cuerpo; y de las actividades del alma aquella ligada a la parte más típicamente humana, el alma
intelectiva o racional. Como en el alma intelectiva encontramos el entendimiento o intelecto y la
voluntad, y llamamosvirtud a la perfección de una disposición natural, la felicidad más humana es la
que corresponde a la vida teorética o de conocimiento (por ello el hombre más feliz es el filósofo, y lo
es cuando conoce la realidad más perfecta, Dios), y a la vida virtuosa. Finalmente, Aristóteles también
acepta que para ser feliz es necesaria una cantidad moderada de bienes exteriores y afectos humanos.
LA POLÍTICA ARISTOTÉLICA
Los fines últimos del hombre (el bien y la felicidad) únicamente se alcanzan de modo adecuado en
sociedad. La disposición humana a vivir en sociedad es una consecuencia de su propia esencia, pues el
hombre es un ser social por naturaleza: los hombres necesitamos de la sociedad para realizar las
actividades que nos son propias y que constituyen nuestros fines y perfección. La ciudad (polis) o
comunidad es un fin natural del ser humano, como lo muestra la existencia del lenguaje humano: puesto
que la naturaleza no hace nada en vano, y a los seres humanos nos ha dado el lenguaje, éste ha de tener
un fin: su fin es posibilitar la comunicación, facilitarnos la convivencia al permitirnos expresar lo justo y
lo injusto, el bien y el mal, y el ámbito en el que es posible desarrollar estas cosas es la ciudad. Además,
la ciudad (o Estado) es anterior por naturaleza al individuo, como el todo es anterior a la parte, o el
cuerpo a la mano: el individuo no se basta a sí mismo y puede desarrollarse sólo en el ámbito de la
sociedad, la polis, como la mano puede ser tal sólo cuando está en un cuerpo.
Para Aristóteles la ciudadanía, el derecho a participar en el gobierno de la ciudad, está ligado a la
posibilidad del ejercicio de la razón. Por naturaleza tienen derecho a gobernarse a sí mismos los seres
racionales; este es el caso de los varones libres, pero no de la mujer, que no posee de verdad la razón, ni
tampoco de aquellos hombres que por naturaleza son esclavos. Es también la naturaleza la que establece
las distintas formas de convivencia: la familia, primera comunidad natural, tiene como propósito la
ARISTÓTELES (384-322 a.C.) – BREVÍSIMO
Autor: Javier Echegoyen (www.e-torredebabel.com)
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procreación y procurar los bienes básicos de subsistencia; pero dado que la familia no es totalmente
autosuficiente, necesita de la asociación con otras, lo que dará lugar al municipio o aldea; y para la vida
más elevada, la forma social natural superior, al Estado.
El Estado, sus leyes e instituciones, permite la vida humana plena, por lo que tiene primacía sobre
el individuo y la familia. El Estado se puede organizar de formas diferentes y tener distintas
"constituciones": el gobierno puede estar en manos de un solo hombre, de unos pocos o de la mayor
parte de los hombres; las constituciones legítimas, pues buscan el bien común, son la monarquía, la
aristocracia y la república (politeia), o gobierno de la mayoría dotada de recursos económicos, la clase
media, y las ilegítimas sus degeneraciones: tiranía, oligarquía y democracia (entendida como
demagogia).

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