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Tema 6

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Literatura (Curso de Acceso) 1 
TEMA 6 
 
FIN DE LA MODERNIDAD: LITERATURA DE GUERRA Y DEL EXILIO 
 
El inicio de la Guerra Civil en España y de la II Guerra Mundial puso fin a 
la exaltación de la modernidad iniciada a finales del siglo XIX, que ponía 
en riesgo el Antiguo Régimen, especialmente en España, y que con el 
Estado franquista apagó los avances liberales y sociales para volver al 
modelo de los Reyes Católicos. 
En el ámbito artístico, el arte se volvió realista y lúdico, al estilo del siglo 
XIX y al servicio de distintas causas, hasta renombrarlo neorrealismo, 
abandonando la autonomía del arte. 
 
1. Literatura de guerra: Miguel Hernández (1910-1942) 
De familia modesta y padre cerril y violento, estudió becado en los jesui-
tas de Orihuela (Alicante) con sobresaliente desempeño en las humani-
dades y la literatura. Se aficionó a leer y escribir poesía, imitando a los 
clásicos grecolatinos y españoles, incluyendo a Rubén Darío y a Gabriel 
Miró. 
Cuando tuvo que ejercer de pastor de cabras, siguió escribiendo y, gra-
cias al apoyo de Ramón Sijé, un amigo de buena familia, creció como 
poeta local mientras escribía su primera obra larga: Quién te ha visto y 
quién te ve y sombra de lo que eras (un auto sacramental al estilo de 
Calderón de la Barca y de tema religioso). Al mismo tiempo entabló re-
lación sentimental con Josefina Manresa. 
Su interés por la poesía le llevó a descubrir la vanguardia y a escribir en 
esa línea Elegía – al guardameta de estilo futurista, lo que le alejó de su 
amigo Sijé y le alentó a ir a Madrid para tratar a los poetas del momento 
y darse a conocer. Allí entabló relación con la pintora Maruja Mallo, sin 
romper con Josefina Manresa. Fruto de esta experiencia escribió Perito 
en lunas (1933), poesía vanguardista muy compleja inspirada en Gón-
gora, al estilo del 27. Cambió de ideología radicalmente y se afilió al 
Partido Comunista de Alberti, lo que supuso la ruptura definitiva con su 
amigo, a quién, sin embargo, dedico una Elegía a Ramón Sijé en El rayo 
que no cesa (1936). Está considerada como una de las tres mejores 
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elegías en lengua española junto a Coplas a la muerte de mi padre de 
Jorge Manrique y Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías de 
Lorca. 
Con la llegada de la guerra, fue soldado republicano en el frente, donde 
arengaba a las tropas con sus poemas de batalla, aparecidos luego en 
Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (inédito hasta 1981) con 
una mezcla de neopopularismo y poesía de guerra que dará origen a la 
poesía social. Durante la guerra escribía cartas a Josefina Manresa, con 
la que se casó en 1937, y fue apresado al final de la guerra por sus ideas 
políticas. Su primer hijo murió al poco de nacer en 1937 y el segundo 
esperaba a su padre junto a su madre fuera de la cárcel, sin medios de 
vida e inspirando su Cancionero y romancero de ausencias (1958). Tanto 
sufrimiento y enfermedad le llevaron a la muerte en 1942. 
Su obra refleja su trayectoria vital y su evolución ideológica. Primero poe-
sía de juventud clásica y católica, luego experimentación de vanguardia 
y, por último, poesía de guerra comprometida con los valores de iz-
quierda y tono neopopular, antesala de la poesía social. 
Se le considera de la generación del 36, pero su contacto más fuerte 
estuvo con el 27, especialmente con Rafael Alberti y María Teresa León, 
por lo que se le considera un epígono del 27. Es el autor que mejor re-
presenta el trauma de la Guerra Civil y el paso a la España franquista. 
 
2. Literatura del exilio 
La Guerra Civil trajo la dictadura de Franco y para muchas personas, in-
cluidos escritores, el exilio como forma de evitar la persecución por ha-
ber sido partidarios de la República. Esto incluyó a personajes como Ma-
nuel Azaña y Dolores Ibárruri. 
Los escritores mostraron en sus obras la nostalgia y la crítica hacia la pa-
tria perdida junto al desarraigo producido por la distancia, a pesar de la 
acogida que recibieron en otros países. La angustia identitaria, por no 
sentirse del todo de ningún lugar, reflejaba también el destierro violento 
e indeseado. 
A pesar del interés que ofrece la poesía del exilio, no ha sido conocida 
hasta hace poco tras el silencio impuesto por la dictadura para evitar las 
críticas. En el exilio se conservó el espíritu de vanguardia y sus autores 
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siguieron escribiendo, especialmente los poetas del 27, lo que dio noto-
riedad a otros autores menos conocidos. 
 
2.1. Poesía: León Felipe (1884-1968) 
Es uno de los autores más conocidos del exilio por su fama y aprecio en 
América Latina, especialmente en México, si bien tuvo espíritu peregrino 
y vivió desde joven en varios países (Guinea, EE UU), como puede verse 
en su obra Versos y oraciones de caminante I y II (1920 y 1930). 
Por edad sería del 27, pero cuando realmente se dio a conocer fue du-
rante la Guerra Civil con un largo poema (“La insignia”, 1933) que se 
lanzó durante la contienda desde aviones para animar al bando republi-
cano. Sin embargo, las críticas internas al bando republicano le llevaron 
a enemistarse con algunos de ellos y a exiliarse a México antes del final 
de la guerra. Su situación sirvió a otros exiliados para salir de España y 
encontrar formas de vida en América. 
Su poesía usa un lenguaje coloquial de tono mesiánico, a modo de ser-
món ateo, para defender los valores éticos del ser humano. Versos lar-
gos, sin rima ni medida silábica imitan los versículos de la Biblia, pero de 
contenido innovador y transgresor en lucha contra la injusticia. 
 
2.2. Narrativa: Ramón J. Sender (1901-1982) 
La producción en prosa del exilio oscilaba entre la heredada vanguardia 
y el neorrealismo. Rosa Chacel permaneció en la vanguardia escribiendo 
novelas deshumanizadas como Memorias de Letizia Valle (1945), de te-
mática similar a la Lolita (1955) de Nabókov. 
Ramón J. Sender es uno de los autores más conocidos del exilio, conver-
tido tempranamente al anarquismo y con la experiencia de haber com-
batido en la guerra de Marruecos (1922-1924), se comprometió con la 
República y, una vez perdida la guerra y vistas las miserias internas del 
bando republicano, se exilió de España hasta asentarse en EE UU como 
profesor universitario. 
Su interés por Galdós y Baroja le alejó de las vanguardias para escribir 
novelas revolucionarias y de denuncia social como Imán (1930) o Míster 
Witt en el cantón (1935), con la que ganó el Premio Nacional de 
Literatura (Curso de Acceso) 4 
Literatura. No obstante, la fama le llegó con Réquiem por un campesino 
español (1960, previamente publicada como Mosén Millán en 1953), que 
refleja el enfrentamiento entre las dos Españas y las consecuencias de la 
Guerra Civil. 
En la última etapa, escribió novela ligera, histórica y de humor, con gran 
éxito de masas hasta ganar el Premio Planeta en 1969 por En la vida de 
Ignacio Morell. También fue de gran éxito la serie de novelas sobre 
Nancy, que arranca con La tesis de Nancy (1969) y que cuenta, en modo 
epistolar, la experiencia de una doctoranda que viene a España para ha-
cer su tesis y que cuenta parodias y aspectos del país y de su relación 
con un gitano. 
 
2.3. Teatro: Max Aub (1903-1972) 
Max Aub, hijo de padre alemán y madre francesa, cultivó todos los gé-
neros de manera prolífica, pero ha pasado a la historia por su teatro. 
Desde 1914 vivió en Valencia y se involucró en la vida política y cultural 
del país, al tiempo que escribía sus obras en español. 
Se afilió al PSOE en 1928 y se unió a la Alianza de Escritores Antifascistas. 
Durante la guerra fue agregado cultural en la embajada española de Pa-
rís, pero en el exilio estuvo en varios campos de concentración hasta que 
en 1942 se fue a México. Su evolución literaria está entre la vanguardia 
y el neorrealismo. 
En la primera etapa (antes de la guerra) escribió teatro de vanguardia 
experimental con temas como la incomunicación y el aislamiento de las 
personas(El desconfiado prodigioso, 1924; Espejo de avaricia, 1935). Du-
rante la guerra se comprometió políticamente y escribió teatro de cir-
cunstancia y guerra y denunció la tragedia bélica del momento (Pedro 
López García, 1936). Después de la guerra escribió sus grandes obras 
sobre el desarraigo del exilio con intención política y moral de estilo neo-
rrealista y tratando el triunfo de los fascismos en Europa y el drama de 
los refugiados (San Juan, 1942; El rapto de Europa o siempre se puede 
hacer algo, 1943). En los últimos años se centró en la realidad actual de 
su tiempo (El cerco, 1968, sobre la muerte del Che Guevara).

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