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Serie Inteligencia Emocional de HBR Cómo ser más humano en el entorno profesional Esta serie sobre inteligencia emocional, extraída de artículos de la Harvard Business Review, presenta textos cuidadosamente seleccionados sobre los aspectos humanos de la vida laboral y personal. Estas lecturas, estimulantes y prácticas, ayudan a conseguir el bienestar emocional en el trabajo. Mindfulness Resiliencia Felicidad Empatía El auténtico liderazgo Influencia y persuasión Cómo tratar con gente difícil Liderazgo (Leadership Presence) Propósito, sentido y pasión Autoconciencia Focus Saber escuchar Confianza Poder e influencia IE Virtual Otro libro sobre inteligencia emocional de la Harvard Business Review: Guía HBR: Inteligencia Emocional IE Virtual SERIE INTELIGENCIA EMOCIONAL DE HBR Reverté Management Barcelona · México Harvard Business Review Press Boston, Massachusetts IE Virtual Serie Inteligencia Emocional de HBR Virtual EI HBR Emotional Intelligence Series Original work copyright © 2022 Harvard Business School Publishing Corporation Published by arrangement with Harvard Business Review Press © Harvard Business School Publishing Corporation, 2022 All rights reserved. © Editorial Reverté, S. A., 2022 Loreto 13-15, Local B. 08029 Barcelona – España revertemanagement.com Edición en papel ISBN: 978-84-17963-49-1 Edición ebook ISBN: 978-84-291-9696-2 (ePub) ISBN: 978-84-291-9697-9 (PDF) Editores: Ariela Rodríguez / Ramón Reverté Coordinación editorial y maquetación: Patricia Reverté Traducción: Irene Muñoz Serrulla Revisión de textos: Mariló Caballer Gil Digitalización: Editorial-Reverté La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, queda rigurosamente prohibida, salvo excepción prevista en la ley. Asimismo queda prohibida la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público, la comunicación pública y la transformación de cualquier parte de esta publicación sin la previa autorización de los titulares de la propiedad intelectual y de la Editorial. # 75 Contenidos 1. El trabajo desde casa está debilitando nuestra confianza en los demás Restablece tus relaciones y mantenlas. Mark Mortensen y Heidi K. Gardner 2. Cómo funciona la seguridad psicológica en un entorno de trabajo híbrido Cuando no podemos compartir todo nuestro ser, el trabajo se resiente. Amy C. Edmondson y Mark Mortensen 3. Redacta las reglas no escritas de tu equipo Resulta útil documentar cosas como cuál es tu estilo de trabajo o cómo te comunicarás. Liz Fosslien y Mollie West Duffy 4. La interminable jornada laboral digital Siempre tienes que estar conectado, incluso cuando no estás conectado. Arjun Narayan, Rohan Narayana Murty, Rajath B. Das y Scott Duke Kominers 5. Aprende a concentrarte y no distraerte en las reuniones por Zoom Sintoniza y comprométete. Sarah Gershman 6. Mejora tu presencia en una reunión virtual Necesitas algo más que un filtro y una buena iluminación. Joel Schwartzberg 7. Dedica tiempo a las charlas en las reuniones virtuales Un poco de charla informal facilita contactos más profundos. Bob Frisch y Cary Greene 8. Sí, las presentaciones virtuales son especiales Lee Zoom. Sarah Gershman 9. Cinco maneras de evitar la mala educación en el trabajo remoto No dejes que la falta de respeto se oculte detrás del teclado. Dana Kabat-Farr y Rémi Labelle-Deraspe 10. Mantener la atención cuando se trabaja a distancia No te limites a estar en línea, estate presente. Alyson Meister y Amanda Sinclair Guías Harvard Business Review IE Virtual SERIE INTELIGENCIA EMOCIONAL DE HBR 1 El trabajo desde casa está debilitando nuestra confianza en los demás Mark Mortensen y Heidi K. Gardner La confianza se basa en aquello que es predecible. Estamos dispuestos a ser vulnerables ―a asumir ciertos riesgos― siempre y cuando tengamos razones suficientes para pensar que el otro no se va a aprovechar de nosotros o no va a decepcionarnos. Esto solo ocurre si pensamos que podemos prever cómo van a actuar los otros. Heidi K. Gardner entrevistó a más de 3.000 trabajadores del conocimiento altamente cualificados y descubrió que, para que las personas trabajen juntas de forma eficaz, es necesario que haya dos tipos diferentes de confianza. En primer lugar, es necesario creer que los demás van a cumplir con sus obligaciones y que se obtendrá un trabajo de alta calidad (confianza en las capacidades de los otros); en segundo lugar, es necesario creer que los demás - tienen buenas intenciones e integridad (confianza interpersonal). Para confiar en los compañeros en ambos sentidos, la gente necesita tener algunas señales evidentes y fácilmente perceptibles de ellos: qué hacen (acciones), por qué lo hacen (motivaciones) y si seguirán haciéndolo (fiabilidad). En las dos últimas décadas, la tendencia al trabajo a distancia y los equipos dinámicos ha hecho que esta información sea más difícil de obtener. Pasar menos tiempo cara a cara implica tener menos oportunidades de observar, por ejemplo, que un compañero de equipo suele traer notas y diagramas preparados para mejorar el debate. También tenemos menos conversaciones en paralelo para crear una relación y una confianza interpersonal, y carecemos de las pistas espaciales ―por ejemplo, cajas de pizza sobrante que nos den a entender que algunos compañeros han pasado la noche en vela― para comprender los esfuerzos y resultados ajenos. Esto dificulta el poder confiar en los demás, porque no tenemos los datos necesarios para saber qué harán. Además, elimina el continuo flujo de información de refuerzo que nos ayuda a mantener la confianza existente. El aislamiento que supone el trabajo a distancia puede estar relacionado con una menor confianza por otra razón: inconscientemente, interpretamos la falta de contacto físico como una señal de desconfianza.¹ En el trabajo a distancia muy a menudo surgen malentendidos y hay información que queda sesgada.² Por lo tanto, estamos ante una explosiva mezcla de menos información para adquirir confianza, menos información de refuerzo para mantenerla y más «quebrantamientos de la confianza» para romperla. Una vez que se ha perdido la confianza en el otro, es muy difícil recuperarla.³ Los líderes deberían dar algunos pasos para recuperar la confianza en sus relaciones y también en las relaciones que mantienen sus empleados. Comprender la ciencia de la confianza Un enfoque cada vez más común para contrarrestar la pérdida de confianza es aumentar la supervisión.⁴ Tanto si se realiza con la ayuda de la tecnología ―por ejemplo, la captura de las pulsaciones cuando tecleamos― como con referencias del propio proceso ―por ejemplo, las comprobaciones diarias―, aumentar el control suele ser contraproducente. La supervisión fracasa porque intenta resolver la parte equivocada de la ecuación de la confianza: los gestores tratan de eliminar las zonas vulnerables. El mejor enfoque es dejar esas zonas en paz y reducir las probabilidades de que alguien se aproveche de ese espacio ―y de ti―. Eso no significa que debas confiar a ciegas, sino que aproveches «la ciencia de la confianza» para construirla de la manera más segura posible. Reconocer la confianza mutua, y aprovecharla. Con frecuencia, cuando hablamos de confianza nos centramos en cómo la desarrollamos en otras personas. Esto deja a un lado el hecho de que la confianza es bidireccional y recíproca. Las investigaciones demuestran que, cuanto más confías en alguien y actúas en consecuencia, más probable es que los demás también confíen en ti. Y, lo que es más importante, no funciona de forma independiente. Por lo tanto, para aumentar la confianza dentro de tu red social, tienes que cambiar tu enfoque para que se pueda ver tu propia fiabilidad. Hacer que aumente la confianza que los demás sienten por ti reduce la incertidumbre, pues se crea un entorno más estable y seguro. Pensando en términos algo maquiavélicos, tambiénproporciona un impulso recíproco: cuanta más confianza depositen en ti, se reducirán las probabilidades de que traicionen tu confianza ―piensa en la destrucción mutua asegurada como base de toda la Guerra Fría―. No se trata de una trampa para que se aprovechen de ti, sino de un movimiento estratégico que reduce los riesgos de fomentar la confianza. Y recuerda que las señales que envías son unas de las pocas cosas que puedes controlar. Construir una espiral de confianza. En cualquier investigación sobre los cambios ―de comportamiento, de cultura o de cualquier tipo― hay un mensaje claro: la mejor manera de crear un cambio duradero es repitiendo pequeños pasos y reforzándolos. Generar confianza no es la excepción que confirma esta regla: requiere pruebas y consolidación. Otra forma de que aumente la confianza que los demás depositan en ti es convocar una reunión para tener la oportunidad de trabajar juntos en un proyecto que no implique mucho riesgo, donde puedas demostrar tus capacidades y tu integridad. Por ejemplo, ofrécete para organizar conjuntamente una serie de almuerzos y talleres en los que cada uno pueda demostrar sus habilidades personales. Busca situaciones que requieran una inversión mínima y en las que los costes de oportunidad y de fracaso sean bajos. Demuestra que eres una persona honesta en ese contexto y, poco a poco, ve arriesgándote más para reforzar esa confianza que se está estableciendo. Participar en la comunicación del orden establecido. Los líderes saben lo importante que es informar a la gente cuando las cosas cambian. Sin embargo, cuando las cosas están en un estado constante de cambio, los líderes también tienen que informar sobre aquello que no está cambiando. Dado que la confianza depende en gran medida de la previsibilidad, los líderes deben saber que es de suma importancia el ayudar a los empleados a que entiendan con qué pueden contar. Al hacerlo, se reduce la incertidumbre y se crea una vital sensación de estabilidad. Asumir que no todos adquieren la confianza del mismo modo. La creación, la conservación y la recuperación de la confianza funcionan de forma diferente para los distintos tipos de personas, los cuales se dividen en dos grandes categorías: los que confían automáticamente y los que confían basándose en hechos. Las personas que confían automáticamente se acercan a una nueva relación con, al menos, un cierto nivel de confianza por defecto, confiando inicialmente en la otra parte a menos que ocurra algo que rompa esa confianza. No se trata de una confianza ciega, sino de una tendencia a dar el beneficio de la duda. Aunque no les afecte demasiado el hecho de recibir menos señales de confianza, ven el quebrantamiento de la confianza como un desafío a su propia imagen, lo que provoca reacciones más fuertes y duraderas. Las personas que adquieren confianza a partir de hechos concretos abordan una nueva relación desde la desconfianza por defecto, no se arriesgan hasta que la otra parte haya demostrado su grado de fiabilidad. En el trabajo a distancia la falta de esas pruebas hace que sea mucho más difícil establecer el grado de confianza en los entornos virtuales. Una vez asentada la confianza ―basada en evidencias acumuladas―, solo infracciones graves pueden contrarrestar o desmontar esa evidencia. Un primer paso fundamental es no dar por sentado que los otros construyen la confianza como lo haces tú. Teniendo esto en cuenta, debes analizarte lo suficiente para conocer tu propio enfoque de la confianza y el de tu interlocutor, y esforzarte por adaptarte como corresponde. Si eres una persona que confía automáticamente y tu interlocutor se basa más en las pruebas, tienes que frenar tus expectativas y centrarte en ir proporcionándole pruebas ―continuas y repetidas― de tu previsibilidad y tu fiabilidad. Si tu interlocutor confía en ti a la primera, tienes que estar al tanto de tus propios comportamientos, que podrían significar una infracción para el otro. Para mantener la moral y evitar resultados negativos de tu equipo ―por ejemplo, el aumento de la deserción de los empleados que trabajan de forma virtual o híbrida―, como líder debes tomar medidas para establecer ―o restablecer― la confianza entre tus empleados. mark mortensen es profesor asociado de Comportamiento Organizativo en el INSEAD. Investiga, enseña y asesora sobre temas de colaboración, diseño organizativo y nuevas formas de trabajo y liderazgo. heidi k. gardner es miembro distinguido de la Facultad de Derecho de Harvard y catedrática de los programas de educación ejecutiva de la facultad. También es cofundadora de Gardner & Co., y autora de Smart Collaboration: How Professionals and Their Firms Succeed by Breaking Down Silos. Adaptado del contenido publicado en hbr.org, 10 de febrero de 2021 (producto #H066NN). 2 Cómo funciona la seguridad psicológica en un entorno de trabajo híbrido Amy C. Edmondson y Mark Mortensen Desde que la pandemia cambió el panorama laboral, se ha prestado más atención a los aspectos más visibles del trabajo desde casa (en inglés, working from home o WFH) incluidos los retos de la gestión de equipos a distancia ―como la reducción de la confianza y las nuevas dinámicas de poder―. Pero hay un factor menos visible que puede influir drásticamente en la eficacia de los lugares de trabajo híbridos. Para gestionar las nuevas formas de organización del trabajo y responder a las inevitables preocupaciones de los empleados, los directivos deben replantearse, y ampliar, uno de los factores más importantes de la eficacia de los equipos: la seguridad psicológica. Cómo afectan las nuevas formas de trabajo a la seguridad psicológica La seguridad psicológica ―sentir que puedes hablar sin correr el riesgo de ser castigado o difamado― ha quedado claramente establecida como un factor fundamental para una toma de decisiones acertada, una dinámica de grupo y unas relaciones interpersonales saludables, una mayor innovación y una ejecución más eficaz en las organizaciones. Aunque parezca un concepto muy fácil de entender, el trabajo de Amy ha demostrado lo difícil que es establecer y mantener la seguridad psicológica incluso en los contextos más sencillos, objetivos y críticos; por ejemplo, para asegurar que el personal de la sala de operaciones se comunique y evitar así una cirugía en el lado equivocado, o para que un director general sea corregido antes de que comparta datos inexactos en una reunión pública ―ambos son ejemplos de seguridad psicológica de la vida real que se han reportado en las entrevistas―. Desgraciadamente, el trabajo desde casa y el trabajo híbrido hacen que la seguridad psicológica sea de todo menos sencilla. Cuando se trata de la seguridad psicológica, lo más normal es que los directivos se centren en permitir hablar con franqueza y manifestar los desacuerdos que afecten al ámbito laboral. El problema es que, al difuminarse la frontera entre trabajo y vida personal, los directivos deben tomar decisiones respecto al personal, la programación y la coordinación que tengan en cuenta las circunstancias personales de los empleados, un ámbito categóricamente diferente. Para un empleado, la decisión de cuándo trabajar desde casa puede venir dada por la necesidad de pasar tiempo con un padre viudo o la de ayudar a un hijo con dificultades en la escuela. A otro quizá le afecten problemas de salud no revelados ―algo que la covid-19 sacó a la luz― o por una afición extralaboral ―como fue el caso de un joven profesional que se entrenó como atleta de nivel olímpico de forma paralela―. Merece la pena señalar que algunos empleados han expuesto que se sienten discriminados, penalizados o excluidos del debate sobre la conciliación de la vida laboral con la personal por el hecho de ser solteros o no tener hijos, a menudo se les dice que tienen suerte de no tener que enfrentarse a esos retos. Tener conversaciones psicológicamente sanas sobre cuestiones de equilibrio entre la vida laboral y la personal es un reto, porque es muy probable que estos temas toquenaspectos muy arraigados de la identidad, los valores y las elecciones de los empleados. Esto los convierte a la vez en temas más complejos desde el punto de vista legal y más arriesgados desde el punto de vista ético con respecto a los prejuicios. No podemos seguir actuando como hasta ahora En el pasado hemos abordado las discusiones «laborales» y las «no laborales» por separado, lo que permitía a los directivos mantener estas últimas fuera de la mesa de debate. Sin embargo, durante la pandemia, muchos líderes se dieron cuenta de que algunos temas que antes eran tabú ―como el cuidado de los niños, los niveles de riesgo para la salud o los retos a los que se enfrentaban los cónyuges u otros miembros de la familia― cada vez es más necesario tratarlos para tomar decisiones pactadas, entre el directivo y el empleado, sobre cómo estructurar y programar el trabajo híbrido. Aunque resulte tentador pensar que será posible volver a separar los dos ámbitos cuando algunos empleados, o la mayoría, vuelvan a la oficina, la tendencia hacia una mayor proporción de trabajo desde casa significa que no es una solución realista ni sostenible a largo plazo. Las organizaciones que no actualicen su enfoque se encontrarán tratando de optimizar los tan complicados retos de programación y coordinación con información incompleta, o incluso incorrecta. Hay que tener en cuenta que las modalidades de trabajo híbridas suponen un aumento paralelo de la complejidad de la gestión: los directivos se enfrentan a los mismos desafíos de coordinación del trabajo que han gestionado en el pasado con el reto añadido de tener que coordinar a personas con las que no se puede contar en momentos puntuales. Estrategias para directivos Empecemos por el hecho de que las razones por las que los directivos han evitado tratar datos personales siguen siendo tan relevantes y fundamentales como siempre. Compartir información personal conlleva riesgos reales e importantes, dadas las restricciones legales relacionadas con las preguntas personales, el potencial de sesgo y el deseo de respetar la privacidad de los empleados. Por tanto, la solución no puede consistir en exigir una mayor divulgación de los datos personales. En vez de eso, los directivos deben crear un entorno que anime a los empleados a compartir aspectos de su situación personal que sean relevantes para ajustar su horario o su puesto de trabajo, un entorno en el que los empleados tomen las decisiones correctas para ellos mismos y sus familias, equilibradas con las necesidades de sus equipos. La responsabilidad de los líderes es ampliar el margen de cuestiones relacionadas con la vida laboral que se puedan plantear de forma segura. Hoy en día, la seguridad psicológica es necesaria para permitir conversaciones productivas en un territorio nuevo y desafiante, también potencialmente tenso. Es evidente que no basta con solo decir «confía en mí». En cambio, sugerimos una serie de pasos para crear una cultura de seguridad psicológica que se extienda más allá de los aspectos laborales y que incluya aspectos más amplios de las experiencias de los empleados. Paso 1: Preparar el escenario Aunque suene banal, el primer paso es tener una conversación con los miembros de tu equipo para ayudarles a reconocer no solo sus retos, sino también los tuyos propios. El objetivo de este debate es compartir el problema. Sugerimos que esto se presente como una necesidad del grupo: la de resolver los problemas y, así, poder desarrollar nuevas formas para trabajar de manera más eficaz. Aclarar lo que está en juego. Los empleados deben entender que realizar su trabajo ―para los clientes, para los objetivos, para sus carreras― es tan importante como siempre, pero no se hará exactamente igual que antes; y para ello tendrán que desempeñar un papel ―creativo y responsable―. Como grupo, tendrán que entender que todos han de ser claros y transparentes al hablar sobre las necesidades del trabajo y del equipo, y asumir conjuntamente la responsabilidad de tener éxito, a pesar de los múltiples obstáculos que se presentan. Paso 2: Dirigir el camino Hablar cuesta poco y, en lo que respecta a la seguridad psicológica, hay demasiadas historias de directivos que exigen franqueza a sus empleados ―especialmente, sobre errores y otros temas potencialmente embarazosos― sin demostrarla ellos mismos o sin protegerla cuando otros la comparten. La mejor manera de demostrar que hablas en serio es exponiendo tu propia vulnerabilidad, compartiendo tus propios retos y tus limitaciones personales en el ámbito del trabajo desde casa o híbrido. Recuerda que son los líderes los primeros que han de asumir este tipo de riesgos. Sé vulnerable y humilde si no tienes un plan claro, y expón abiertamente cómo estás pensando en gestionar tus propios retos. Si no estás dispuesto a ser sincero con tus empleados, ¿por qué esperas que ellos lo sean contigo? Paso 3: Dar pequeños pasos No esperes que de inmediato tus empleados compartan sus retos más personales y arriesgados. Se necesita tiempo para crear confianza; y, aunque en el entorno laboral se haya establecido una cultura saludable de seguridad psicológica, recuerda que se trata de un nuevo ámbito, y hablar sobre un código defectuoso es diferente a compartir las batallas domésticas. Comienza por hacer pequeñas confesiones tú mismo, y después asegúrate de escuchar con atención las de los otros; así, tus empleados podrán confiar en que compartir inquietudes no está penalizado. Paso 4: Compartir ejemplos positivos No des por sentado que tus empleados tendrán acceso inmediato a toda la información que tienes para respaldar los beneficios de compartir estos desafíos y necesidades. Saca tu lado más persuasivo y promociona la seguridad psicológica: expón tu convicción de que se está logrando una mayor transparencia, que ayuda al equipo a diseñar nuevos acuerdos que benefician tanto a las necesidades individuales como a los objetivos de la organización. Aquí, el objetivo no es compartir la información que te han revelado en privado, sino explicar que, gracias a algunas confidencias, has podido aplicar soluciones consensuadas, lo cual no solo es mejor para el equipo, sino también para los empleados. Esto debe hacerse con tacto y empatía para evitar que los empleados se sientan presionados y obligados a dar su conformidad: el objetivo es exponer y fomentar las evidencias necesarias para que se comprometan de manera voluntaria. Paso 5: Estar atento La mayoría de la gente reconoce que establecer una seguridad psicológica requiere hacer grandes esfuerzos, pero es algo que se puede derrumbar en solo un instante. Lo normal es que las personas se contengan, que ni siquiera compartan sus pensamientos más importantes en el trabajo si no están seguras de que van a ser aceptados. Si alguien se arriesga a hablar y se siente rechazado, la próxima vez tendrá menos ganas de hablar. Como líder has de estar atento y controlar los comentarios del tipo «queremos verte más por aquí» o «nos vendrías muy bien», pues en ocasiones eso hace que algunos empleados sientan que están defraudando al resto del equipo. No es fácil, y para ello es necesario tener ciertas habilidades. No tendrás que convertirte en un policía del pensamiento ajeno, ni que castigar a quienes realmente echan de menos a los compañeros que trabajan desde casa o necesitan su ayuda, pero sí tendrás que tender la mano a tus empleados para que encajen estos comentarios de una manera más positiva y comprensiva: por ejemplo, «echamos de menos tus reflexiones, pero entendemos que te enfrentas a ciertas limitaciones. Si podemos ayudarte en algo, no dudes en decírnoslo…». Expón abiertamente tus intenciones de ser inclusivo y útil, para que la gente no vea las solicitudes de su presencia como un reproche; al mismo tiempo, estate preparado para reprobar a quienes se aprovechan indebidamente de la información personal compartida. Es importante ver, y tratar, estas conversaciones como un trabajo en curso. Como todas las dinámicas de grupo, son procesosemergentes que se desarrollan y cambian con el tiempo. Este es un primer paso; el viaje que queda por delante no tiene una hoja de ruta y habrá que recorrerlo de forma repetitiva. Puede que te pases y que tengas que corregir errores, pero es mejor errar en el intento y tantear el terreno que dar por hecho que hay temas prohibidos. Considera que se trata de una iniciativa de aprendizaje o resolución de problemas que quizá nunca llegue a un equilibrio total. Cuanto más mantengas esta perspectiva ―en lugar de declarar la victoria y seguir adelante― más éxito tendréis tú y tu equipo en el desarrollo y el mantenimiento de una seguridad psicológica real y reforzada. amy c. edmondson es profesora de Liderazgo y Gestión en Novartis en la Harvard Business School. Es autora de The Fearless Organization: Creating Psychological Safety in the Workplace for Learning, Innovation, and Growth. mark mortensen es profesor asociado de Comportamiento Organizativo en el INSEAD. Investiga, enseña y asesora sobre temas de colaboración, diseño organizativo y nuevas formas de trabajo y liderazgo. Adaptado del contenido publicado en hbr.org, 19 de abril de 2021 (producto #H06AWX). 3 Redacta las reglas no escritas de tu equipo Liz Fosslien y Mollie West Duffy En todos los lugares de trabajo existen unas reglas no escritas. Si estás en una videollamada con veinte compañeros, ¿es correcto apagar la cámara? Cuando envías un correo electrónico a tu jefe, ¿incluyes un montón de emoticonos? En momentos de tensión ―como el de una pandemia mundial― es una buena práctica plasmar por escrito la cultura no explícita y las normas emocionales que existen en tu equipo o en tu empresa. Puede que hayan cambiado durante la covid-19, o que quizá jamás hayan sido explícitas. Puede que sepas que está bien dar un paseo a mitad del día para despejar la cabeza, pero quizá eso no sea tan obvio para tus compañeros; en especial, si lo hacen los recién contratados. Quizá estas dudas, en apariencia insignificantes («¿puedo hacer un breve descanso?»), se conviertan en grandes factores de estrés. Combatirlas es crucial para que todos los miembros de tu equipo se sientan seguros y apoyados. En nuestro libro No Hard Feelings, una de nuestras sugerencias más populares es la de escribir una lista de «No pasa nada por…». Sacamos esta idea del escritor Giles Turnbull, que explicaba a los nuevos empleados del servicio digital gubernamental de Reino Unido que siempre resulta positivo hacer cosas como pedir ayuda, cometer errores y tener días libres. Redactó una lista, pidió a sus colegas que añadieran otras ideas y luego diseñó unos carteles que colgó por toda la oficina. La lista final incluía cosas como «No pasa nada por…»: decir que no entiendes algo. no saberlo todo. tener días tranquilos. preguntar por qué y por qué no. pedir a la dirección que arregle algo. Este tipo de listas sacan a la luz licencias que ya existen en la cultura de la empresa, pero que no todo el mundo las conoce o a menudo hay que recordarlas. Matt Reiter, director de Word50, una comunidad privada para altos ejecutivos, creó una lista con su equipo. «Estaba claro que algunas cosas cambiaron cuando mi equipo empezó a trabajar desde casa [durante la pandemia], pero nadie las había reconocido», dijo. «Hay cosas que sé que está bien hacerlas, pero lo sé por mi antigüedad en la empresa. Si está bien que por mi salud mental me tome un día libre, también está bien que lo hagas tú». Incluso los recordatorios más sencillos pueden hacer que la gente cambie su comportamiento. Los investigadores de Google enviaron a los empleados nuevos un correo electrónico en el que les recordaban que los mejores profesionales de la organización solían «hacer preguntas, muchas preguntas» y que «pedían directamente diferentes opiniones, no se quedaban esperándolas». El simple hecho de decir esto ayudó a los nuevos contratados a practicar y desarrollar esas habilidades, por lo que su productividad aumentó un 2 %: un incremento de unos 400 millones de dólares al año. La pandemia demostró que hemos de estar preparados para adaptarnos a un mundo en constante cambio. Animamos a los equipos a que documenten sus reglas no oficiales creando listas de «No pasa nada por…». Podrías incluir cosas como «No pasa nada por…»: apagar el vídeo si necesitas un descanso durante una reunión larga. cambiar el horario ―adelantarlo o atrasarlo― para atender compromisos familiares. hacer que tu niño, o tu mascota, aparezca en la pantalla durante la videoconferencia. bloquear en tu calendario tiempo sin reuniones para concentrarte en el trabajo. solicitar una llamada de voz en lugar de una videollamada. También conocemos algunas organizaciones que crean listas específicas relacionadas con los acontecimientos ―por ejemplo, cuando hay que tomar decisiones importantes― que incluyen elementos como «Está bien…» formar grupos de apoyo para el debate, tomarse el día libre para votar o pedir ayuda para priorizar el trabajo si te sientes agobiado. He aquí algunas áreas para tener en cuenta a la hora de confeccionar una lista para tu equipo o tu organización: Normas de comunicación digital Las videollamadas consecutivas son agotadoras, así que hay que ser explícito sobre cuándo se pueden apagar las cámaras y cuándo deben estar encendidas. Por ejemplo, en grupos pequeños en los que se discute o colabora asiduamente, puede ser importante que todo el mundo esté visible. Pero en muchos lugares de trabajo las videollamadas se han convertido en una norma, incluso para reuniones en las que bastaría con una llamada telefónica o un email. Así que decide cuál es el canal más apropiado para tu reunión y dilo claramente. O tal vez tu equipo esté de acuerdo en que todo el mundo debe encender la cámara durante los primeros 10 minutos de la llamada para establecer una conexión y que luego puede apagarla durante el resto de la reunión. También recomendamos que se reflexione y se llegue a un acuerdo sobre si está bien que los niños aparezcan, el ir a abrir la puerta si llega un paquete o levantarse durante una reunión larga para estirarse o tomar algo… Todo esto puede mitigar la ansiedad y allanar el terreno de juego de los empleados. Apoyo emocional En tiempos difíciles e inciertos, no siempre rendimos al máximo. Considera la posibilidad de permitirte un día libre o de tomarte un descanso por la tarde. Beth Heltebridle, bibliotecaria en el condado de Frederick, en Maryland, nos contó que hizo una lista con el equipo directivo de su sucursal durante el cierre de la biblioteca debido al coronavirus. Beth nos dijo: «Compartimos nuestra lista para levantar la moral en estos tiempos difíciles y la hemos estado enviando a los nuevos contratados ahora que vuelve a incorporarse más personal. Una de las cosas más difíciles es que nuestros días han cambiado mucho y echamos de menos las interacciones con otros miembros del equipo. En la situación actual, algunas de estas “reglas no escritas” pueden perderse; así que queríamos asegurarnos de que los nuevos miembros las conocieran y recordar al resto del equipo que nuestra cultura sigue siendo la misma». La lista de la biblioteca incluye asuntos como que está bien no consultar el correo electrónico en horas no laborales, decir que sí cuando alguien te propone tomar un café, pedir paciencia o dejar espacio para concentrarse… Seguridad psicológica Los empleados recién contratados son los más propensos a carecer de un sentido de pertenencia y seguridad psicológica. Por eso, especialmente para los nuevos, es importante recalcar que está bien hacer muchas preguntas y no sentir que lo deben saber todo a la semana de empezar en su nuevo trabajo. El trabajo remoto hace más difícil que se dé respuesta a pequeñas cuestiones. Además, dada la situación económica, muchas personas se sienten afortunadas de tener un trabajo o están aterrorizadas de perderlo; lo que puede hacer que la gente se sienta bastante indecisa a la hora de pedir ayuda por miedo a parecer necesitada, lenta o molesta.Pero, si alguien no hace preguntas, quizá no esté haciendo su trabajo tan bien como podría, o quizá esté gastando una gran cantidad de energía mental en preocuparse por cómo le ven los otros. Estas listas autorizan a todos a hacer preguntas. Incluyen detalles del tipo: está bien… hacer preguntas, incluso si crees que son tontas, o hacer preguntas aclaratorias sobre preguntas que ya has hecho. Estilos de trabajo A menudo trabajamos con personas que tienen estilos de trabajo muy diferentes, desde los más extrovertidos hasta los más prudentes a la hora de tomar decisiones o los que debaten de forma asertiva. Es muy frecuente que los estilos de trabajo que más se normalicen en una organización sean los de las personas que tienen el poder o los de la mayoría. Por ejemplo, si la mayoría de los líderes son extrovertidos, una organización puede optar por grandes reuniones y sesiones de colaboración. Podrías utilizar una lista de «No pasa nada por…» para ayudar a las personas que trabajan de forma distinta a que se sientan más cómodas, haciendo hincapié en que no tienen que adaptarse para participar en el grupo. Puedes dejar que los introvertidos utilicen el chat en una videollamada, en lugar de que tengan que encender el micrófono y hablar, o que pidan más tiempo para tomar una decisión importante. Briley Noel Hutchison, gestora de programas de Girl Scouts-Diamonds de Arkansas, Oklahoma y Texas, nos dijo que su equipo de programas se preocupaba de ser directo, de tener espacio para el silencio y de hacer un seguimiento de los proyectos para mantenerlos en marcha. Además, estas listas pueden convertirse en herramientas de contratación. Giles Turnbull nos dijo: «Varias personas dijeron que habían solicitado puestos de trabajo en el servicio digital gubernamental porque habían visto directamente la entrada del blog sobre los carteles o habían visto imágenes de estos en las redes sociales. Una foto de un cartel se convirtió en una poderosa baza de contratación». El acto de hacer una lista es un ejercicio sencillo que resulta muy beneficioso para los empleados nuevos, para los que ya estaban y para los próximos: te permite reforzar la cultura del equipo aunque la naturaleza del trabajo esté cambiando. liz fosslien es la responsable de Contenidos de Humu, una empresa que facilita la mejora de los equipos de forma constante. Ha diseñado y dirigido sesiones relacionadas con las emociones en el trabajo para públicos como TED, LinkedIn, Google, Viacom y Spotify. Los escritos e ilustraciones de Liz han aparecido en The Economist, Freakonomics y NPR. mollie west duffy es experta y consultora en Desarrollo Organizativo. Anteriormente fue directora de Diseño Organizativo en la empresa de innovación global IDEO e investigadora asociada del decano de Harvard Business School, Nitin Nohria, y del renombrado profesor de Estrategia Michael E. Porter. Ha escrito para Fast Company, Quartz, Santford Social Innovation Review, Entrepreneur y otros medios digitales. Son coautoras de No Hard Feelings: TheSecret Power of Embracing Emotions at Work. Puedes seguirlas en Twitter o Instagram: @lizandmollie Adaptado del contenido publicado en hbr.org, 26 de octubre de 2020 (producto #H05YGL). 4 La interminable jornada laboral digital Arjun Narayan, Rohan Narayana Murty, Rajath B. Das y Scott Duke Kominers En las empresas de todo el mundo se está redefiniendo la visión de lo que significa estar «en el trabajo». Aunque las tecnologías digitales, como el correo electrónico y los smartphones, siempre han difuminado la línea entre estar en el trabajo y estar fuera de la oficina; para muchos trabajadores cualificados, la pandemia ha borrado la más mínima línea de separación que podía mantenerse. Para restablecer el equilibrio y conservar la productividad, los líderes deben tener en cuenta qué ha pasado exactamente con la vida laboral de sus empleados. A diferencia de lo que ocurría con las tecnologías digitales anteriores, que solían ser adoptadas primero por los ejecutivos más ocupados ―desde arriba hacia abajo― o por los empleados del servicio de atención al cliente, las ventas o las ubicaciones remotas ―desde fuera hacia adentro―, la covid-19 obligó a muchos equipos de distintos oficios a trabajar exclusivamente con tecnologías digitales durante todo el tiempo. Para el trabajador medio y el directivo de primera línea, que estaban acostumbrados a trabajar en una ubicación física estándar durante el «horario habitual» ―normalmente de 9:00 a 17:00 h―, ese cambio fue brusco y desconcertante, y exigió establecer nuevos planes y nuevas expectativas. A medida que las opciones híbridas y de reubicación se convirtieron en la corriente principal, las empresas tuvieron que replantearse las enseñanzas positivas y las negativas del año de la pandemia. La «nueva normalidad» exige nuevas normas para el propio trabajo. Uno de los factores básicos para determinar estas normas de trabajo es el concepto de «coincidencia horaria del equipo»; es decir, el grado de coincidencia de las horas de trabajo de los distintos miembros del equipo. En un entorno de trabajo presencial, tener un horario laboral regular suele garantizar un alto grado de coincidencia horaria entre un miembro del equipo y el resto del mismo. Con el trabajo a distancia y con la modalidad híbrida, ese nivel de coincidencia horaria no es tan común. Para entender los patrones y las implicaciones de la superposición de equipos durante el trabajo a distancia, estudiamos los comportamientos laborales de 187 personas en seis empresas de la lista Fortune 500 que hicieron la transición al trabajo remoto en 2020. (Todas estas empresas eran clientes de Soroco, una compañía de software empresarial centrada en la comprensión del «gráfico de trabajo» de cómo los equipos interactúan digitalmente, en la que trabajan tres de los autores). Los trabajadores de nuestra muestra estaban repartidos en 22 equipos, con un tamaño medio de unos 10 miembros por equipo. Anteriormente, estos trabajadores tenían unos espacios y unas horas de trabajo bien definidas; ahora, casi ninguno de ellos los tiene. Encontramos una serie de pautas en el comportamiento laboral de los equipos y, en particular, vimos que a la hora de desarrollar normas para el trabajo remoto y el híbrido es conveniente tener en cuenta la coincidencia horaria. Comprender qué tendencias se dan es fundamental para saber cómo dirigir a los equipos que se mueven en estas dos modalidades de trabajo. Los líderes pueden utilizar este tipo de análisis para orientar las pautas del equipo digital, para preservar la flexibilidad del trabajo remoto y el híbrido, y también para paliar los impedimentos psicológicos y prácticos que muchos trabajadores experimentaron durante la pandemia. Siempre en marcha, pero nunca juntos Nuestros resultados confirman una verdad ya conocida: la jornada laboral digital, realmente, nunca termina. De media, los miembros de un equipo están disponibles para trabajar durante más de ocho horas al día, utilizando la medida conservadora de «estar disponible para trabajar» como estar frente al ordenador del trabajo durante más de 30 minutos por hora. Como promedio, los equipos están frente a sus ordenadores unos 45 minutos cada hora, durante 6,1 horas de gestión a lo largo de cada jornada de 24 horas (como se indica en la figura 1). Figura 1 ¿Cuándo trabaja tu equipo? Los equipos digitales trabajan las 24 horas del día. Aunque los miembros del equipo pasan regularmente ocho o más horas al día frente a sus ordenadores, no están necesariamente trabajando al mismo tiempo. Los equipos nunca están desconectados por completo, ni tampoco conectados del todo. La jornada de trabajo remoto Porcentaje de miembros del equipo disponibles para trabajar Frente al ordenador durante 30 minutos, o más, en una hora La productividad horaria de estos equipos no cambia significativamente a lo largo de las horas de la jornada laboral, aunque cambie la combinación y el número de actividades realizadas. Productividad mediapor hora de los miembros del equipo en línea Como múltiplo de la media diaria 187 personas encuestadas de seis empresas de la lista Fortune 500 que pasaron a trabajar a distancia en 2020. Fuente: Arjun Narayan et al., hbr.org La jornada laboral a distancia se divide en dos partes distintas: un tramo de ocho horas, de 9:00 a 17:00 h, en el que los miembros del equipo suelen trabajar juntos; y un tramo de 16 horas, en el que los miembros del equipo suelen trabajar por separado. Durante el primer tramo, los miembros del equipo coinciden con sus colegas entre un 50 % y un 70 % y, en general, se puede considerar que trabajan juntos. Durante el periodo más largo de «horas libres», los miembros del equipo coinciden con sus colegas entre un 10 % y un 50 %, por lo que se puede considerar que trabajan por separado. Los datos de este gráfico son bastante significativos. En el tramo de las 9:00 a las 17:00 h, cuando se produce la mayor coincidencia, hay dos picos: uno a las 10:00 y otro a las 15:00 h; fuera de este tramo hay bajas, pero en ningún momento está todo el mundo desconectado. A su vez, esta visión aporta cuatro observaciones empíricas, son esas obviedades tan incómodas que se vuelven invisibles (en inglés, los elefantes en la habitación) y que los directivos han de observar en el trabajo en remoto y el híbrido: los trabajadores digitales trabajan solos en horas singulares; la jornada laboral digital es realmente interminable; los miembros del equipo digital no suelen estar juntos, y las limitaciones del mediodía importan mucho más durante la jornada laboral digital. En primer lugar, la jornada digital implica trabajar a solas y en horas singulares. El horario de trabajo «normal» de 9:00 a 17:00 h ha sobrevivido a la transición al trabajo remoto, pero solo representa un 60 % del esfuerzo de trabajo del equipo. Un miembro medio de un equipo medio pasa un 40 % de sus horas de trabajo, esencialmente, trabajando aislado de los miembros de su equipo y fuera del horario laboral habitual. En segundo lugar, la jornada digital es realmente interminable. Ya nos hemos familiarizado con el fenómeno de los emails que nos llegan de nuestros compañeros de trabajo a todas las horas del día, de los compañeros que se conectan temprano o de los que prefieren trabajar hasta altas horas de la noche. Nuestros datos muestran que no se trata de un fenómeno disperso o puntual. Incluso en el momento de menos actividad laboral, a las cuatro de la mañana, una media de más del 10 % del equipo está disponible y en esa hora realizan más de 30 minutos de trabajo. Dado que el tamaño del equipo en la muestra es de 10,2 personas, esto significa que independientemente de la hora del día o de la noche que sea siempre suele haber un miembro que está conectado y trabajando. En tercer lugar, los equipos digitales no suelen estar juntos. En nuestro banco de datos, vimos que algunos equipos reproducían el horario presencial, lo que significa que el 90 % del equipo estaba en línea durante el horario de trabajo tradicional. Sin embargo, esto no es la norma. La superposición promedio de los 22 equipos de nuestro conjunto de datos alcanza un máximo de aproximadamente el 71 % entre las 10:00 y las 11:00 h de la mañana, y vuelven al 60 % entre las 15:00 y las 16:00 h de la tarde. En cuarto lugar, las limitaciones del mediodía son importantes. La coincidencia horaria del equipo desciende gradualmente después de las 10:00 h de la mañana hasta llegar a un punto bajo en la franja de las 12:00 a las 13:00 h, y se va recuperando gradualmente hasta el pico de las 15:00 h. Este lento descenso y la prolongada recuperación se producen porque distintos miembros del equipo se toman descansos en distintos momentos de la jornada laboral. Ya no existe ninguna razón social para que las personas hagan una pausa para comer juntas, por lo que en el mundo digital cada cual hace esa pausa cuando lo considera oportuno. Estos cambios hacen que la jornada laboral digital, tanto en la práctica como psicológicamente, sea diferente a la tradicional de oficina. ¿Es realmente importante el horario de oficina? ¿En qué afecta esto a la productividad? Aunque nuestro grupo de datos no contempla el seguimiento del tiempo antes de que los equipos pasaran a trabajar a distancia, observamos (segundo gráfico) que de media no había correlación entre la hora del día y la productividad horaria. Los 22 equipos de nuestro banco de datos realizaban un total de 39 actividades laborales, y cada miembro del equipo podía elegir cuándo ejecutar sus tareas. En efecto, de forma natural los miembros del equipo programaban su trabajo para que la productividad horaria fuera constante. Sin embargo, la mayor o menor coincidencia horaria del equipo era un factor importante para la productividad y, al observar cómo la productividad horaria está relacionada con la coincidencia del equipo, vimos que las actividades realizadas por nuestros equipos se dividen en tres categorías, dependiendo si el que otros miembros estén en línea ayuda, perjudica o no tiene ningún efecto en la realización de ciertas tareas. El 41 % de las actividades empresariales se correlacionan positivamente con la coincidencia horaria de los equipos. Tener a un compañero cerca para que te dé esa información que necesitas o para que te ayude a aclarar de qué forma hacer tu trabajo suele ser productivo. En 16 de las 39 actividades que estudiamos, vimos que los trabajadores eran casi un 25 % más productivos durante el horario de 9:00 a 5:00 h que durante el resto del día. Algunos ejemplos de este tipo de trabajos son: analizar las tarifas de las cotizaciones de los seguros, crear y aprobar los planes de producción o gestionar los cambios en el inventario. El 33 % de las actividades empresariales tienen una correlación neutra con la coincidencia de los equipos. En 13 de las 39 actividades que estudiamos, la productividad no parecía depender de que los miembros del equipo trabajaran al mismo tiempo, y por tanto no parecía que tuviera importancia en qué momento de la jornada laboral se realizaban las tareas. Ejemplos de este tipo de trabajos son: la creación de órdenes de compra y el seguimiento del estado de la oferta y la demanda de productos o de las asignaciones de almacén. El 26 % de las actividades empresariales se correlacionan negativamente con la coincidencia horaria de los equipos. En 10 de las 39 actividades que estudiamos, la coincidencia de los equipos llevaba a un descenso de la productividad: un 28 % menos durante las horas de trabajo habituales, en comparación con las horas en las que la coincidencia de equipos era menor. Tal vez sea preocupante que los miembros del equipo suelen llevar a cabo estos procesos entre las 9:00 de la mañana y las 5:00 h de la tarde, cuando hay una gran coincidencia horaria. (Dicho esto, nuestros datos no nos permiten descartar la posibilidad de que parte de la correlación negativa en esta categoría se deba a que los miembros del equipo cambian las partes más difíciles de sus trabajos a los periodos de mayor coincidencia horaria). Ejemplos de este tipo de trabajo son: las autorizaciones de órdenes de compra y las actualizaciones de los datos de los empleados en una base de datos. Para las actividades empresariales de la primera categoría es beneficioso que los miembros del equipo trabajen al mismo tiempo; las de la segunda categoría, a la larga, se pueden dirigir perfectamente a distancia; y, para las de la tercera categoría, sería favorable que hubiera unas normas explícitas que permitieran a los miembros del equipo realizar esas tareas a distancia y sin distracciones. Algunos ejemplos para los líderes Los líderes deben tener en cuenta cómo la jornada digital puede hacer que los miembros de su equipo se esfuercen más o trabajen a horas intempestivas. En algunos casos, los miembros del equipo necesitan trabajar más horas para conseguir los mismos resultados. En otros casos, el tiempo de trabajo puede parecer más agobiante si se realiza en solitario a horas extrañasdel día o la noche, sin compartir ideas y sin contacto social. Los equipos pueden abordar estos retos redactando un reglamento de trabajo en equipo a distancia que establezca unas normas sobre las horas de trabajo y la coincidencia de los equipos. Algunas áreas prioritarias podrían ser: Marcar tiempos para trabajar juntos. Puedes establecer algunas «horas de convivencia», en las que más del 50 % del equipo estén conectados y trabajen juntos. En nuestra base de datos, vimos que en un promedio de más de siete horas al día ―día laboral― más de la mitad del equipo estaban constantemente en línea. Hay que programar algunas tareas empresariales para esas horas, cuando se puede aprovechar la coincidencia de los equipos, y en esos momentos también se tomarán decisiones que afecten al grupo o se comunicarán las que se hayan tomado (puedes ver «Abre tu puerta (virtual)» para conocer otra forma de trabajar «juntos»). No forzar la coincidencia horaria. No debes preocuparte si tu equipo no coincide en una franja continua de siete horas o si no se puede lograr una coincidencia de más del 50 % durante todo el tiempo. (En nuestro banco de datos, vimos que la coincidencia del equipo oscilaba entre cuatro y diez horas al día). En todos los equipos hay procesos que se realizan mejor de forma individual en momentos de baja coincidencia horaria. No microgestionar los horarios. Concede a tus empleados la flexibilidad de programar sus actividades durante las horas que más les convenga. Según nuestros datos, la mayoría de los miembros de un equipo realizan su trabajo de forma espontánea en aquellos momentos en los que les resulta más cómodo ejecutar sus tareas. Dejar que la gente se desconecte. Hay que establecer normas para que los miembros del equipo se tomen el tiempo y el espacio para concentrarse en su trabajo. Esto adopta dos formas: «tiempo de descanso», es decir, horas específicas en el calendario en las que no se programan reuniones de equipo y en las que se espera que los miembros del equipo no se pongan en contacto entre sí a menos que sea absolutamente necesario; y el «no molestar», que los individuos pueden utilizar para señalar que necesitan concentrarse. Abre la puerta (virtual) de tu oficina La distancia física puede conducir a la distancia psicológica. Es mucho más fácil conocer a los compañeros cuando compartes con ellos un espacio físico. A menudo, basta con una mirada para saber si Sarah, la de finanzas, tiene un mal día. En la oficina, el contacto con compañeros de otras áreas de trabajo o de otros departamentos tiene un efecto positivo en el funcionamiento de la organización y puede repercutir en un rendimiento más eficaz.¹ Estos contactos informales contribuyen más a la cultura y el funcionamiento de una organización que las herramientas de comunicación, como el correo electrónico o la mensajería instantánea.² Una solución es abrir la puerta virtual de tu oficina. En el pasado, una puerta física abierta indicaba que podías entrar y hablar con tu compañero. Si no tienes señales visibles de lo ocupado que está tu compañero, puedes dudar de ponerte en contacto él. Si trabajas a distancia, utiliza la barra de estado. Por ejemplo, un mensaje de «disponible para chatear» junto con un círculo de estado verde da permiso a la gente para salvar las distancias. Con la realidad virtual y las salas de reuniones virtuales, las empresas también pueden desarrollar ese espacio de trabajo abierto a fin de facilitar un ambiente compartido de colaboración y proximidad. Las reuniones virtuales en el trabajo son cada vez más comunes, por lo que los líderes tienen en sus manos más opciones para dar vida a estos espacios. Grace Lordan es profesora asociada de ciencias del comportamiento en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres. Es experta en los efectos de los prejuicios, la discriminación y los cambios tecnológicos. Grace es la fundadora y directora de la Iniciativa de Inclusión, un centro de investigación de la LSE, y la autora de Think Big: Take Small Steps and Build the Career You Want. Teresa Almeida es investigadora de ciencias del comportamiento en la Iniciativa de Inclusión. Lindsay Kohler es científica del comportamiento aplicado; asesorara a las empresas de la lista Fortune 500 sobre sus estrategias de compromiso con los empleados. Actualmente colabora con Forbes y es coautora de Even Better If: Building Better Business, Better Leaders, and Better Selves. Extraído de «5 Practices to Make Your Hybrid Workplace Inclusive», de Grace Lordan, Teresa Almeida y Lindsay Kohler, en hbr.org, 17 de agosto de 2021 (producto #H06IRG). El reglamento digital que elabores no debe ser un documento estático, tendrás que revisarlo periódicamente ―por ejemplo, al principio de cada trimestre― a medida que tu equipo adquiera experiencia en la colaboración digital. Los líderes también han de intentar de reducir la carga de trabajo digital. Esto supone todo un reto en un contexto de trabajo remoto o híbrido, pues los directivos ya no pueden caminar por los pasillos de la empresa para hacerse una idea sobre cómo desarrollar un programa continuo de reducción del trabajo. Para reducir el trabajo es necesario llevar a cabo una evaluación objetiva de lo que los empleados están haciendo; cómo se organizan el trabajo en actividades estructuradas frente a las no estructuradas; y cómo se pueden mejorar esas actividades a partir de diferentes recursos, como simplificar los procesos, formar a los usuarios, automatizar y actualizar las aplicaciones informáticas subyacentes. Los directivos pueden ampliar su intuición a través de revisiones periódicas ―como parte del reglamento de su equipo digital―, mediante el uso de equipos de consultoría de operaciones internos o externos, o mediante el uso de nuevas herramientas informáticas para entender cómo funcionan los equipos en un entorno digital. El trabajo a distancia ha llegado para quedarse y, con él han surgido nuevos retos para la colaboración y la productividad. Nuestra investigación corrobora ejemplos anteriores de que la jornada laboral a distancia es «interminable», con una productividad que se extiende a todas las horas y con largos periodos de aislamiento de los empleados. Al mismo tiempo, descubrimos que el trabajo en solitario a veces puede ser bastante productivo y que, en muchos casos, los empelados realizan un buen trabajo distribuyendo sus tareas entre los distintos periodos del día. Nuestro análisis destaca la importancia de establecer normas en torno a la superposición de equipos y sugiere algunas estrategias sencillas para combatir los inconvenientes prácticos y psicológicos del trabajo a distancia. Con este tipo de investigación, podemos aprovechar las lecciones del periodo pandémico para mejorar el funcionamiento empresarial y hacerlo, a largo plazo, más sostenible para los empleados. arjun narayan es director de Producto y cofundador de Soroco. Dirige los esfuerzos de Soroco en el uso del aprendizaje automático para descubrir y optimizar cómo los equipos hacen el trabajo en la empresa. rohan narayana murty es director de Tecnología y fundador de Soroco. Dirige la tecnología e I+D en Soroco, donde está construyendo el esquema de trabajo, un nuevo sistema de datos para entender cómo los equipos realizan el trabajo de la empresa. rajath b. das es un analista de investigación sénior en Soroco, que se centra en las ideas analíticas derivadas del esquema de trabajo: los patrones de cómo los equipos realizan el trabajo en la empresa. scott duke kominers es profesor asociado de Administración de Empresas de la Promoción de 1960 en la Unidad de Gestión Empresarial de la Escuela de Negocios de Harvard y profesor asociado del Departamento de Economía de Harvard. Anteriormente fue miembro júnior de la Sociedad de Amigos de Harvard y el primer miembro de la Saieh Family en Economía en el Instituto Becker Friedman. Adaptado del contenido publicado en hbr.org, 12 de agosto de 2021 (producto #H06HJX). 5 Aprende a concentrarte y no distraerteen las reuniones por Zoom Sarah Gershman Te unes a una videollamada. Eres una de las nueve caras que aparecen en la pantalla. A los 10 minutos de la reunión, tu mente empieza a divagar y, de pronto, te percatas de que no tienes ni idea de qué acaba de decir la última persona que ha intervenido. Finges que sigues escuchando mientras revisas la bandeja de entrada del correo electrónico. Al final de la reunión has puesto al día tus emails, pero sientes que eso ha sido otra pérdida de tiempo. A muchos de nosotros esta escena nos resulta demasiado familiar. Hay muchos consejos sobre cómo los líderes pueden organizar reuniones virtuales más eficaces. Aunque esos consejos sean fundamentales, lo que se suele pasar por alto es el papel que desempeñan los oyentes para garantizar el éxito de una reunión. En 1913, Max Ringelmann, un ingeniero agrícola francés, descubrió algo que en realidad explica por qué las reuniones virtuales suelen tener poco éxito. Ringelmann pidió a un equipo de personas que tiraran de una cuerda. Luego pidió a cada individuo ―por separado― que tirara de la misma cuerda. Se dio cuenta de que, cuando las personas trabajaban individualmente, se esforzaban más en tirar que cuando trabajaban en equipo. A esto lo llamamos el «efecto Ringelmann». Cuanta más gente hay en un grupo, menos responsabilidad siente cada individuo para conseguir el éxito. Si uno no se siente importante para alcanzar el éxito en una misión, es fácil que se desentienda o se esfuerce menos. Como nadie se va a dar cuenta… ¿no? En las reuniones virtuales ―y especialmente en las videoconferencias― el efecto Ringelmann es enorme. Cuando no estás en la sala para ayudar a «tirar de la cuerda» de una reunión, puedes sentirte menos motivado para escuchar y participar. Cuanto menos necesario te sientas, más te distraerás y menos aportarás a la reunión. Y, cuanto menos aportes, más decepcionante te resultará esa experiencia. ¿Cómo puedes minimizar el efecto Ringelmann, para dar más ―y obtener más― en las reuniones virtuales? No se trata de que intervengas más o con mayor intensidad. Principalmente, el secreto de una participación eficaz consiste en tener una escucha atenta y específica. Sobre todo en un contexto virtual, la escucha debe ser activa, participativa y útil. He aquí algunas estrategias para que escuches más eficazmente en tu próxima reunión virtual: 1. Decide tu nivel de importancia con antelación Antes de que empiece la reunión, tómate un tiempo para sintetizar el objetivo de la misma y cuál podría ser tu intervención. ¿Cuál es la información más importante que tienes? ¿Qué es lo que quieres aportar? Prepara esos puntos. Si no tienes que desempeñar un rol importante o no necesitas presentar ninguna información, plantéate exactamente qué esperas aprender de esa reunión. Que sepas eso de antemano te ayudará a escuchar con más atención lo que se dice y a ser más receptivo en futuras reuniones. 2. Cita las intervenciones anteriores A veces, los participantes se lanzan a exponer su punto de vista sin escuchar o hacer ninguna referencia a lo que se acaba de decir. En respuesta, la gente puede repetir los puntos anteriores o reformularlos, ya que no se sienten escuchados o comprendidos. Todo esto ralentiza la reunión y conduce a una conversación inconexa y frustrante. Esta dinámica se magnifica en las reuniones virtuales, en las que la gente suele hablar por encima de los demás. La escucha activa puede ayudar. Antes de plantear un nuevo tema, ratifica lo que acabas de escuchar o el punto anterior sobre el que piensas incidir, o incluso pregunta la persona que ha intervenido si has entendido correctamente su punto de vista. Eso, aparte de mejorar la conversación, seguramente hará que los demás escuchen lo que vas a decir. Es más probable que una persona escuche si antes se ha sentido escuchada. 3. Enlaza los diferentes puntos Dirigir una reunión virtual es difícil. Los participantes suelen hacer comentarios sueltos, y para un líder es complicado mantener una conversación fluida. Una vez más, tu capacidad de escuchar te ayudará. Presta atención a las aportaciones de los participantes y luego piensa cómo puedes usar lo que has escuchado para ayudar a que la conversación avance. Por ejemplo, imaginemos que en el transcurso de una reunión observas que varios participantes mencionan que un cliente está descontento. Podrías decir: «He oído a varias personas decir que este cliente se muestra descontento. Me pregunto si ahora alguien de vosotros tiene alguna idea sobre el motivo de su descontento». Fíjate en que no estás aportando nada nuevo. Si escuchas primero y luego enlazas los diferentes puntos, puedes ayudar a los demás participantes a que entiendan la dinámica general y orientar la conversación hacia una dirección productiva. La escucha eficaz se manifiesta cuando se habla y se reflexiona sobre lo que se ha oído. 4. Recupera tu atención Aunque hayas mejorado tu capacidad de escucha, es natural que durante una reunión tu mente divague. Es algo que les ocurre incluso a los mejores oyentes. Al igual que con la meditación, intenta detectar tranquilamente el pensamiento que te distrae y vuelve a prestar atención a la reunión. Es útil tener un bloc de notas al lado. El acto de anotar los pensamientos errantes te permite ubicar el pensamiento «en un lugar» para poder tratarlo más tarde, cuando la reunión haya terminado. También puedes anotar cualquier pensamiento que te distraiga antes de que empiece la reunión, para así estar más activo y receptivo. 5. No tengas miedo a hacer una pregunta A veces, cuando te distraes y vuelves a centrarte en la reunión, puedes encontrarte desubicado, ya que la conversación ha tomado un nuevo rumbo y te has perdido la transición. Date unos minutos para retomar el hilo y no temas hacer una pregunta aclaratoria. Podrías decir: «Lo lamento, pero por un momento he perdido el hilo de la conversación. ¿Podría alguien explicarme por qué ahora nos centramos en…?». Esto también puede ayudar a otras personas de la reunión; es muy probable que no seas el único que está confuso. En el aislamiento del mundo virtual, a menudo sentimos que hemos de luchar para que nos escuchen, no sea que nuestra voz se pierda entre el ruido. Una vez más, la escucha viene al rescate. Irónicamente, una de las mejores maneras de que te escuchen es siendo un buen oyente. La escucha activa y reflexiva eleva tu estatus en la conversación y fomenta que los otros quieran sentarse a escucharte. Y, quizá lo más importante, la escucha activa y atenta es un precioso regalo para tus compañeros. Proporciona una conexión significativa en el momento y el lugar en los que la gente más lo necesita. sarah gershman es la presidenta de Green Room Speakers, una empresa de comunicación con sede en Washington, D. C. Es profesora de la Escuela de Negocios McDonough de la Universidad de Georgetown, donde enseña a hablar en público a estudiantes de todo el mundo. Adaptado de «Stop Zoning Out in Zoom Meetings» en hbr.org, 4 de mayo de 2020 (producto #H05L11). 6 Mejora tu presencia en una reunión virtual Joel Schwartzberg Las prácticas de comunicación que funcionan bien entre compañeros en una sala de conferencias no siempre se tienen el mismo éxito cuando se trasladan la pantalla del ordenador. Para fortalecer tanto tu punto de vista como tu presencia en una reunión virtual o híbrida, no solo has de emplear tácticas adecuadas para las videoconferencias, también has de desechar ideas erróneas potencialmente perjudiciales sobre ese medio. Para que puedas dar una buena imagen en tu presencia virtual, sigue estos seis consejos básicos. 1. Mira hacia tu cámara, no hacia tus compañeros Cualquier especialista en presentaciones te dirá que el contacto visual directo es una forma vital de reforzar tu punto de vista. En una videoconferencia, esto significa mirar a la cámara, no a las caras sonrientes de los demás participantes. Hablar dirigiéndote a una lente no te resultará natural ni cómodo ―como humanos, estamos entrenadospara mirar a las personas con las que hablamos―, pero es algo que dominan los artísticas y los políticos de éxito. Aunque mirar hacia una cámara durante toda la reunión sea un reto ―especialmente, cuando los demás están hablando―, hacerlo aumenta el efecto buscado. Durante las videoconferencias practica mirando a tu cámara cuando hables, incluso durante breves instantes. Cuanto más lo practiques, más cómodo te sentirás. 2. Mantén un tono de voz fuerte Siempre aconsejo a mis alumnos y clientes que en las videollamadas utilicen un tono de voz más fuerte de lo habitual porque, además de ser audibles, las voces fuertes transmiten autoridad, credibilidad y confianza. Este concepto es tan válido en los entornos virtuales como en los reales. Así que, tanto si utilizas un micrófono interno o externo como si tienes la tentación de hablar con el volumen de conversación, mantén un tono de voz fuerte y claro como si estuvieras en una gran sala de conferencias. Utilizar un tono de voz fuerte también evitará que murmures o que hables demasiado rápido, debido a que necesitarás mayor cantidad de aire. 3. Encuádrate adecuadamente Antes de una reunión tómate el tiempo para elegir tu ubicación y encuadrar tu cabeza completamente en el marco y para asegurarte de que estás poniendo tu mejor cara. La proximidad desempeña un papel importante en la forma en que el público te percibe como ponente. Cuanto más lejos o más oscuro aparezcas, menos atractivo resultarás. En una videoconferencia, tu cabeza y la parte superior de tus hombros deben dominar la pantalla. Si tu cabeza sale cortada por arriba o por abajo, estás demasiado cerca. Si es visible todo tu torso, estás demasiado lejos. También hay que tener en cuenta el fondo. Las salas desordenadas hacen que los ponentes parezcan desorganizados. Los elementos de distracción desvían la atención. Busca un entorno cuyo fondo resulte sencillo y profesional ―o aprovecha una herramienta de fondo integrada―. 4. Hay que estar presente y atento Aunque no sea necesario que participes plenamente en una reunión, tu reputación profesional puede verse afectada si parece que no estás prestando - atención. Es fácil olvidar que te están observando en una videoconferencia en la que estás silenciado. Puedes caer en la tentación de consultar tu correo electrónico o de prestar atención a otra tarea, pero la multitarea es peligrosa; no querrás que te pillen desprevenido si, de repente, alguien te hace una pregunta. Dado que en una reunión virtual somos menos conscientes de las señales sociales, también es importante tener en cuenta la duración y la frecuencia de nuestras intervenciones, si interrumpes a otras personas y haces un comentario que pueda ofender a alguien que está presente pero fuera de tu vista. Así que cierra esas otras ventanas, pon tu móvil boca abajo, espera un rato antes de participar si ya has hablado y recuerda que siempre estás «enfocado». 5. No te conviertas en una distracción Hablar en voz baja, los molestos ruidos ambientales y las interferencias de mascotas y niños son todos peligros habituales de las reuniones virtuales, y - pueden sabotear rápidamente tu intervención. Quieres que te recuerden por lo que hiciste bien, no por lo que salió mal, así que toma medidas para controlar tus entornos virtuales y físicos. Acostúmbrate a mantener el micrófono en silencio siempre que no estés hablando y a quitar el mute solo cuando hables. El mute impide que se escuchen ruidos repentinos o rutinarios de los que no eres consciente, como el tictac de un reloj de pared, el sonido del teclado cuando escribes o incluso tu propia respiración. Y asegúrate de apagar la cámara cuando hagas algo que distraiga la atención, como ir a otra habitación o comer. 6. Utiliza la ventana del chat En las reuniones virtuales, la ventana del chat es una oportunidad única para ampliar tu presencia, añadir matices a tus ideas y demostrar que estás presente al cien por cien. Cuando te refieras un artículo o a un documento compartido, deja ese enlace en el chat. Si diriges la reunión, añade un enlace al orden del día en el chat. Cuando otros hablen, responde dando tu apoyo o planteando preguntas en el chat. Considera la ventana de chat no solo como plataforma de debate, sino como un apéndice de presentación. Repasar y practicar estos principios básicos para las reuniones virtuales e híbridas hará que tu presencia se deje sentir, sin que importe dónde estás. joel schwartzberg supervisa las comunicaciones ejecutivas de una importante organización nacional sin ánimo de lucro, es coach profesional de presentaciones y el autor de Get to the Point! Sharpen Your Message and Make Your Words Matter and The Language of Leadership: How to Engage and Inspire Your Team. Puedes seguirlo en LinkedIn y en Twitter @TheJoelTruth Adaptado de «How to Elevate Your Presence in a Virtual Meeting», en hbr.org, 8 de abril de 2020 (producto #H05IOV) 7 Dedica tiempo a las charlas en las reuniones virtuales Bob Frisch y Cary Greene Esta fue una confesión insólita de un director general: «En la última reunión de personal, debimos de pasar un 40 % del tiempo sin hablar de nada», dijo Jorge. «Pasamos el rato charlando, como en los viejos tiempos. Fue una de las llamadas más agradables y productivas que hemos tenido desde que cerramos la oficina». Pero después añadió: «Unos cuantos se quejaron». En una llamada realizada poco después, Rose, la presidenta de la empresa, añadió su punto de vista: «No estaba contenta, tampoco nuestro director financiero lo estaba, así que hablé con Jorge sobre ello», explicó. «Puede que él tenga tiempo libre, pero yo estoy en Zoom doce horas al día. Francamente, si tengo media hora disponible durante el día, prefiero levantarme de la mesa de trabajo en mi casa y pasar tiempo con mi marido y los niños». Aunque siempre existe cierta tensión entre el tiempo dedicado al tema principal de una reunión y el tiempo dedicado a socializar, en la mayoría de las reuniones periódicas se llega a un punto de equilibrio natural, al menos hasta que ese equilibrio se rompe cuando hay un cambio de contexto o en las figuras implicadas. Tener que reunirnos virtualmente ha hecho que ese equilibrio se rompa. Que ya no surjan charlas espontáneas supone un reto no solo para Jorge y Rose, sino para muchos ejecutivos. Hemos identificado dos causas comunes. El «tiempo de reunión» ha desaparecido. Antes de la covid, los ejecutivos solían tener la oportunidad de hablar informalmente con sus colegas mientras se tomaban un café antes de que empezara la reunión. A veces, ya en la mesa de reunión, este tipo de conversaciones a dos bandas o en pequeños grupos se - prolongaban algo más o quizá se abrían a todo el grupo antes de entrar en materia. En las videollamadas, a medida que se abren las ventanas de los participantes en la pantalla o se habla con todos o no se habla. Por tanto, el protocolo de las videollamadas parece exigir que las reuniones se inicien en el momento previsto o poco después de que los participantes pertinentes se hayan incorporado, según las costumbres específicas. Pero la oportunidad para que un equipo charle sin interferir en el tiempo de la reunión ―esos minutos previos a la reunión― ha desaparecido. El agotamiento que provoca Zoom va en aumento. Tanto a Jorge como a Rose les apasiona su trabajo y están encantados por el éxito con el que su equipo se ha adaptado y ha funcionado en tiempos de la covid. Pero, al igual que muchos ejecutivos, están agotados por las continuas videollamadas diarias. Muchos directivos están exhaustos antes de que termine su jornada laboral. No es de extrañar que prolongar una llamada innecesariamente les resulte irritante, sobre todo si saben que cuando finalice la reunión podrán dedicar algo de tiempo a otra faceta imprescindible: el equilibrio entre la vida laboral y la personal. Pero dedicar algo de tiempo a charlar distendidamente es importante. Jorge cree, y con razón, que continuar con el alto nivel de rendimiento de su equipo depende,en parte, de mantener y reforzar la cultura empresarial que durante los últimos años ha estado inculcando a su equipo. Uno de los objetivos importantes para Jorge es el de crear, conservar y ampliar las relaciones individuales y de grupo. Sabe que la rápida integración de los nuevos miembros en el equipo requiere algo más que una serie de reuniones informativas. También implica conocer el lado humano de sus compañeros. Para Jorge, esos momentos surgen durante o después de conversaciones no programadas. Quedarse un tiempo a «pasar el rato» tiene sus beneficios. Charlar, tener conversaciones paralelas, anima a la gente y favorece la convivencia. Es una forma de fortalecer y ampliar las relaciones: algo fundamental para crear equipos de alto rendimiento. Cómo reintroducir las conversaciones informales en las reuniones Aunque no podamos resolver el problema de encontrar un sustituto virtual para una partida de golf, una tarde de navegación o una larga cena con unas cuantas copas de vino, hemos ideado algunas formas para ir recuperando este factor tan importante en las reuniones. 1. Haz que una conversación informal sea un punto del orden del día, no una idea de última hora Jorge no había trazado ningún plan cuando permitió que gran parte de aquella reunión se convirtiera en una conversación sobre temas banales. Simplemente sucedió así. Y el hecho de que fuera algo espontáneo, aunque energizante y agradable para Jorge, se convirtió en una imposición para Rose y otros participantes. Si tuviera que volver a hacerlo, Jorge podría informar al equipo de su intención de crear un espacio específico para intercambiar anécdotas más personales e informales como parte de sus reuniones virtuales. Aunque parezca una paradoja ―planificar y programar lo casual y lo espontáneo―, si las cosas se aclaran y se delimitan, al equipo le incomodará menos aceptar este tipo de cambios (ver el cuadro «Mantener el efecto de las relaciones personales» para saber más sobre la creación intencionada de encuentros virtuales informales). 2. Comenzar con una anécdota personal o con una actividad para romper el hielo Una actividad o un simple recurso para romper el hielo al principio de una reunión es una forma típica de hacer que los participantes se relacionen entre sí. Con el paso del tiempo, los grupos que asisten a reuniones periódicas ―como la reunión semanal del equipo de Jorge― suelen abandonar estas prácticas cuando las consideran innecesarias. MANTENER EL EFECTO DE LAS RELACIONES PERSONALES Cuando trabajamos en la oficina, espontáneamente surgen muchas oportunidades para, poco a poco y de forma natural, ir sabiendo sobre la vida de nuestros compañeros. Tanto en el ascensor como en el área de descanso, es fácil encontrarse con alguien, entablar una conversación y saber muchos detalles de su vida: desde dónde pasó sus últimas vacaciones hasta cuáles son sus equipos deportivos favoritos. Por supuesto, tal información no es esencial para realizar nuestro trabajo, por lo que se suele pasar por alto su importancia. Sin embargo, es algo que crea una especie de «vínculos sociales» que nos permiten contactar con nuestros compañeros más allá del ámbito puramente laboral de las llamadas de Zoom para discutir sobre una actividad o un informe en particular. La investigación ha demostrado que las negociaciones en línea tienen muchas más probabilidades de resolverse con éxito cuando los participantes han compartido información personal entre ellos y han creado cierto vínculo, ya que no se ciñen «solo a los hechos» de la negociación.¹ Además, es más probable que un colega que tenga un vínculo más personal contigo te defienda cuando no estés en la sala o que se ofrezca para ayudarte aunque no sea lo más apropiado para él; resulta menos probable que eso lo haga alguien con quien mantienes una relación más distante. Como trabajador remoto tendrás que pensar más en cómo establecer estos contactos; no esperes a encontrarte con alguien que te invite a comer. Seguramente, tendrás que ser tú el primero que se acerca: puedes invitar a tus compañeros a videollamadas personales, u organizar un evento de networking virtual… pero es un esfuerzo que merece la pena, dado el poderoso impacto de las conexiones sociales tanto en tu reputación profesional como en tu capacidad para hacer tu trabajo con éxito. Dorie Clark es una estratega de marketing y conferencista que imparte clases en la Escuela de Negocios Fuqua de la Universidad de Duke y ha sido nombrada una de las 50 mejores pensadoras empresariales del mundo por Thinkers50. Su último libro es The Long Gama: How to be a Long-Term Thinker un a Short-Term World (HBR Press, 2021). Adaptado de «Staying Visible When Your Team Is in the Office… But You’re WFH» en hbr.org, 30 de julio de 2021 (producto #H06GE9) En un mundo virtual, empezar las reuniones con una actividad para romper el hielo es un primer paso para volver a introducir conversaciones espontáneas. En una reunión, una clienta pidió a cada persona que se tomara un minuto y compartiera alguna experiencia que había tenido, tanto profesional como - personal. Ella fue la primera en hacerlo y marcó el tono y la franqueza del ejercicio: explicó que un ser querido suyo estaba enfermo y describió cómo eso le había afectado. Los demás siguieron su ejemplo, e inmediatamente el grupo se sintió en conexión y armonía. Otra posibilidad es inyectar algo de diversión al principio de las reuniones. Un director general pidió a cada miembro de su equipo que le enviaran una foto suya de bebés. Al principio de cada reunión, el director general muestra una foto, y pide a los participantes que adivinen de quién se trata. Esto suele provocar risas y que se lancen a contar alguna que otra historia, que da muy buenos resultados para una intervención de dos a cuatro minutos. 3. Introducir puntos del orden del día derivados de opiniones y conjeturas Pon a tu equipo en igualdad de condiciones. De vez en cuando, saca un tema de debate sobre el que la mayoría de la gente tenga una opinión, utiliza las encuestas para poner sobre la mesa los puntos de vista individuales de tu equipo, y luego deja que fluya la conversación. En lugar de una «conversación abstracta», Jorge debería proponer un tema diseñado para recoger opiniones sobre temas generales o centrarse en una lluvia de ideas creativa. Esto sigue siendo «hablar del trabajo», pero a un nivel más elevado que los temas comerciales de la agenda diaria. Y, como se basan en opiniones, es difícil para cualquier miembro del equipo exigir una experiencia específica que anule las opiniones de los otros. Una pregunta del tipo «¿Cuándo crees que las formas del viaje y el tráfico volverán a ser como las anteriores a la covid?» no tiene una respuesta correcta. Quince minutos de debate sobre las distintas opiniones del equipo de Jorge sobre este tema u otro similar serían un buen comienzo. 4. Dejar tiempo libre al final de las reuniones de equipo Otra forma de brindar la oportunidad de charlar de forma informal, al tiempo que se tiene en cuenta la preocupación de Rose por la eficacia, es sencilla: dejar que cada persona elija la opción de participar o no. Si Rose sabe de antemano que, al final de la próxima reunión de personal, Jorge reservará unos 15 o 20 minutos para tratar otros temas no planificados, solo para charlar en grupo, podrá decidir por sí misma si se va a quedar o no. A diferencia de lo que ocurrió cuando la conversación abierta se produjo al principio, Rose ya no se sentirá atrapada en la videollamada sin saber cuánto tiempo queda para poder volver a sus tareas. Si necesita continuar con sus asuntos, lo hará. Y Jorge tendrá a un grupo aún más distendido, pues sabrá que todos se sienten libres para dejar la conversación cuando quieran. Las conversaciones informales son algo importante. Ha llegado la hora de volver a introducir esta pieza que falta para un buen funcionamiento de tu equipo en el mundo virtual. bob frisch es el socio fundador de Strategic Offsites Group, colaborador habitual de
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