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Gergen El asedio del yo (F2999)

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El asedio del Yo
Gergen
La tesis de este texto es que el proceso de saturación social está produciendo un cambio
profundo en nuestro modo de comprender el yo. La expresión del sí mismo lleva
implícitas consecuencias sociales y, a medida que se expande el vocabulario de la
expresión del yo, también lo hace el repertorio de las relaciones humanas. Los términos
de que disponemos para hacer asequible nuestra personalidad, imponen limites a
nuestras actuaciones. El lenguaje del yo individual está entramado prácticamente en la
totalidad de nuestras relaciones cotidianas (al hablar de los hijos, de la pareja, de las
amistades, relaciones industriales).
La vida cultural del siglo XX ha estado dominada por dos grandes vocabularios del yo.
Una visión romántica que atribuye a cada I rasgos de personalidad: pasión, alma,
creatividad. Este vocabulario es esencial para el establecimiento de relaciones
comprometidas. Una cosmovisión modernista para la cual, las principales características
del yo no son una cuestión de intensidad sino mas bien una capacidad de raciocinio para
desarrollar nuestros conceptos, opiniones e intenciones conscientes. 
La saturación social nos proporciona una multiplicidad de lenguajes del yo incoherentes
y desvinculados entre sí. La fragmentación de las concepciones del yo es consecuencia
de la multiplicidad de relaciones también incoherentes y desconectadas que nos
impulsan en mil direcciones distintas, incitándonos a desempeñar una variedad de roles
que el concepto mismo de yo autentico se esfuma, y el yo plenamente saturado deja de
ser un yo. 
En el postmodernismo, en oposición al romanticismo y el modernismo, ha sido puesto
en tela de juicio el concepto mismo de la esencia personal. El postmodernismo está
signado por una pluralidad de voces que rivalizan por el derecho a la existencia, que
compiten entre si para ser aceptadas como expresión legitima de lo verdadero y lo
bueno. 
No solo varia de una cultura a otra el énfasis puesto en la individualidad, sino también
los supuestos sobre cómo se puede caracterizar a una persona. 
El sentido común de nuestro tiempo nos dice que las personas poseen diferente
capacidad de razonamiento, que las emociones son fuerzas poderosas en la vida de la
gente y que es importante conocer las verdaderas intenciones de un I. esas premisas
representan lo que consideramos universalmente cierto sobre el ser propio humano. El
vocabulario de las flaquezas humanas ha tenido una expansión enorme en este siglo:
ahora disponemos de innumerables términos para localizar los defectos en nosotros
mismos y en los demás que se desconocían muchos años atrás. Al producirse este
cambio en la manera de interpretar a los otros, se pone en marcha una espiral de
debilitamiento personal, ya que cuando la gente se concibe a si misma de ese modo,
termina por convencerse de que es indispensable contar con un profesional que la trate.
Este nuevo vocabulario es asimilado por la cultura, engendra nuevas percepciones de
enfermedad. 
Los lenguajes del yo son muy maleables y a medida que cambian, también cambia la
vida social.

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