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Análisis literario de Wheatfield with crows

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ANALISIS DE OBRA: WHEATFIELD WITH CROWS
LAURA NATALIA LUGO HORMIGA
UNIVERSIDAD DEL CAUCA
FACULTAD DE ARTES
ARTES PLASTICAS
CAUCA, POPAYAN 
2020
Vincent van Gogh, wheatfield with crows, 1890. Óleo sobre lienzo / 50.2 cm × 103 cm
A los finales del siglo XIX en un lejano pueblo de Francia, Auvers-sur-Oise un desdichado 
artista decide acabar con su tormentosa vida en las praderas de trigal a los alrededores, muriendo 
al final en una cama junto a su amado hermano. Vincent poseía una visión cromática del mundo 
diferente de sus contemporáneos, llevo a cabo una producción masiva de su obra en un corto 
periodo de tiempo y encontró en el arte un camino donde plasmar su dolorosa vida. Estudio, 
pinto e intento hasta lo imposible para alcanzar una meta artística que en vida jamás logro. Sin 
embargo las obras de dejo son muestra de la genialidad detrás del loco. Un verdadero amante del 
arte. 
En su obra wheatfield with crows vemos reflejada la culminación de un vida guiada por lo 
sensible del arte, es el final de un proceso de búsqueda del ser mismo, es quizá por eso que 
sentimos un despliegue de desolación salir de la imagen aparentemente pacífica. Casi como una 
carta de suicido escrita a pinceladas.
El soporte rectangular del cuadro nos muestra una composición de un paisaje rural que atraía de 
forma natural al pintor en un ambiente confuso, de día o de noche, con el peso mayor en el lado 
inferior derecho y aplicando una gama de colores amarillentos ya característicos de su obra.
El amarillo sin duda fue el color gobernante en las pinturas de Vincent, siendo utilizado en sus 
pinturas más emblemáticas y parte de la influencia de su breve estadía en parís. El 
impresionismo había reivindicado la simbología cultural de infamia que se le atribuía a este color
desde la edad media, recobrando así un poco de sus cualidades sensibles, sin embargo aún no era
del completo agrado de los artistas de la época quienes elegían usar tonos más vividos entre las 
gamas del azul, verde, blanco, negro y rojo; la cualidad de calidez, alegría y vida eran mayor 
representadas en tonos anaranjados, robándose el protagonismo del amarillo. No obstante, este 
color era el que mejor se entendida con la difícil situación mental y social de van Gogh, 
logrando así darnos una idea de lo enferma y triste que fueron sus año en vida. Es el reflejo de la 
ansiedad, depresión y lucha de un hombre. 
El azul también juega un papel importante en el cuadro, es el fondo que aligera la fuerza de las 
pinceladas del trigal y resalta el brillo del mismo. Este color es otro de los habituales dentro de 
las obras de Vincent y el favorito de los artistas impresionistas; es el color de la vida, de la 
divinidad, de los conservadores, del mar. También asociado con la frialdad, la tristeza y la 
depresión. Esta tonalidad era la que mayoritariamente usaba para sus autorretratos, denotando así
que se veía así mismo como un hombre solitario y agonizante. No cambia mucho de concepto 
este color dentro de la composición, como si se tratara de una oscura tarde de despedida, con dos 
focos de luz y varios puntos de oscuridad en el flujo de cielo. El juego de las variantes 
cromáticas de azul esta anunciando la llegada de una mejor vida.
Otro punto a estudiar es la técnica con la que ejecuta la pincelada, gruesa y brusca, transmitiendo
la inquietud de un alma en penumbras. Como cualidad fundamental dentro del art de van Gogh 
esta su estrepitoso trazo, usando una gran cantidad de pigmento, en algunas ocasiones casi 
directo del tubo, luego dejando grumos y relieves. Algo parecido encontramos en Rembrandt, 
solo que el pintor holandés tiene una mancha más delicada en comparación con Vincent. Sin 
embargo, esta forma de pintar es el resultado de todo su proceso de aprendizaje e influencias 
aprendidas alrededor de su carrera artistita. Lo único aparece en las espirales, factor que es 
ausente dentro del cuadro y es remplazado con un trazo más obediente al movimiento del trigal 
contra el viento creando así la sensación de vida ausente. 
Para completar la imagen entran a jugar los cuervos que se asocia clásicamente a los emisarios 
muerte, el animal carroñero. Podría haber sido una casualidad del momento, pero este elemento 
le otorga a la obra un carácter funerario inevitable, dando a entender que para Vincent su muerte 
era algo inevitable, el fin de agonía. Un silencio tenebroso. Reforzando la teoría de una pintura 
como carta de suicidio. 
Al final, tenemos una composición que responde a la necesidad de consuelo en medio de las 
tinieblas, algo que podría ser inmediato pero certero en cuento a las características sensibles del 
pintor. El arte como terapia es fuertemente debatido debido a las distintas interpretaciones del 
mismo, no obstante este es un ejemplo claro de que puede llegar a ser un camino pero no siempre
es la solución.
“Desde luego que para el arte, donde se tiene necesidad de tiempo, no estaría mal vivir más de 
una vida”.
Vincent Van Gogh, Cartas a Theo.

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