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NOCHE ESCURA Y LA CANCIÓN DE MUJER- P. BOTTA
El poema pertenece a la poesía mística española de la segunda mitad del siglo XVI, se adhiere al metro italianizante, ya escrito en liras garcilasianas. Tanto en el plano del contenido como el de la expresión, el poema consta de marcadas reminiscencias medievales.
Se utiliza en Noche Escura (NE) la técnica de la “vuelta a lo divino”, que consiste en otorgar significados religiosos a textos que se presentan como profanos, ya que muchas veces procedían de la poesía amatoria anterior, tanto la culta de cancionero o italianizante, como la tradicional de villancicos y canciones populares. Estos cantos se tomaban de la tradición, para que fueran reconocidos por parte del público, aún frente a la variación. NE se cantaba a las carmelitas en los conventos, ya que para ellas y su regocijo SJ las había escrito.
En ocasiones SJ ha tomado cantos de la tradición para luego transponerlos a lo divino, por ejemplo: Vivo sin vivir en mí, el Pastocico, Tras de un amoroso lance.
No se ha podido dar con ningún texto que sea EL modelo de composición de NE. Pueden rastrearse sin embargo elementos sueltos que en conjunto configuran mundos arcaicos, femeninos y tradicionales, de procedencia medieval.
No es novedad, tampoco, la relación del Cántico Espiritual con la poesía de tipo tradicional: ya los críticos han apuntado semejanzas de temas y fórmulas expresivas entre el cantar y la lírica española de tipo popular (los motivos del ciervo herido, la tórtola; en lo formal, juegos fónicos, repeticiones, paralelismos. 
En lo que respecta a NE, hasta ahora sólo se han señalado sus componentes bíblicos y clásicos, y se ha estudiado también su significación religiosa (la vuelta a lo divino). Casi no se ha hablado del sentido literal, que a primera vista se presenta como una canción de amor cantada por una mujer, como las de las antologías de lírica popular.
A través de la lectura a la que el poeta nos encamina, a través del título, el yo lírico femenino recibe el nombre de “alma”, pero en los versos queda indefinido (el título es una clave para la lectura religiosa). Sólo más tarde, en la explicación en prosa, SJ aclara que la protagonista femenina de los poemas es el alma. 
Al leer el texto sólo en la secuencia de estrofas, sin buscar dobles sentidos y significados trascendentes, puede verse la autonomía del sentido literal del poema, que se presenta como un texto de amor profano. Al mismo tiempo se descubren formas renacentistas y cultas como las liras garcilasianas, debajo de medidas italianizantes de endecasílabos, donde ser percibe un canto de mujer de sabor arcaico y medieval.
Detalles de NE como canto femenino tradicional se presenta a una mujer que cuenta su historia desde el punto de vista femenino. Incluso se define femenina: “amada”, y femeninas son las terminaciones: “inflamada”, “notada”, “disfrazada”, “transformada”. A la vez alude a su condición de virginidad y juventud: “mi pecho florido/ que entero para él sólo guardaba” expresión que recuerda a la “niña virgo” o “niña en cabello” de la canción tradicional. 
La aventura que se cuenta es una historia de amor feliz, como las que narraban las protagonistas de la antigua lírica a sus madres confidentes y mudas. En NE falta el vocativo “madre”, pero tiene un tono parecido de confesión amorosa o relato de encuentro dichoso.
Comienza la historia con una huida nocturna, que tiene paralelos con tópicos de la poesía tradicional:
1. Motivo del insomnio causado por el amor: “con ansias en amores inflamada”
2. Evasión silenciosa y clandestina: “sin ser notada” “estando mi casa sosegada”; “oscuras”, “secreta”, “disfrazada”, “a oscuras y en celada”, “en secreto que nadie me vea”, “en parte donde nadie parecía”. Implican los motivos tradicionales de las guardas que ponían a las doncellas para vigilarlas, y que ellas lograban eludir.
3. Necesidad del encuentro clandestino para evitar las miradas y maledicencias de la gente. El lugar tradicional solía ser en las afueras de la ciudad, y en el momento en que todos dormían, de noche o al alba. 
En el locus se tienen muchos de los ingredientes del encuentro de amor tradicional: el lugar lejos del poblado, en el campo, la cita cerca o debajo de un árbol que proteja con su sombra a los amantes; también las flores, las azucenas que rodean a los enamorados, y guardan paralelo con el “rosal” (frecuente en la canción de mujer medieval), y en general todas las flores de primavera. El campo de azucenas, que recuerda al campo de “gladiolos” de la lírica francesa primitiva, lleva a pensar en el mes de junio, en la fiesta de San Antonio, y la fiesta de San Juan, noche de encuentros de amor.
El encuentro se da de noche, cuando todos duermen, lo que tiene paralelos con dos motivos difundidos en la lírica tradicional. Primero, el viaje nocturno, frecuente en los cantos de caminante, que da cuenta de un camino que hay que recorrer a oscuras. En NE queda patente en la narración de un viaje, marcado por verbos de movimiento “salí”, “me guiava”, y por palabras que indican el punto de llegada: “adonde”, “en parte”, “allí”. También la presencia de un tecnicismo: “guía”, palabra típica de cantos de viaje, y sus derivados: “guiava”, “guiaste”. Por otro lado, que sea una noche oscura, no implica que sea peligrosa, temerosa: “la luz del corazón”, que arde e inflama las entrañas de la mujer que habla, aclara y asegura la exactitud del recorrido que lleva a la protagonista a encontrarse con su amado.
 Segundo, es el encuentro nocturno entre dos amantes que a primeras luces del día tienen que separarse para que nadie se percate de su relación clandestina. En los cantos del alba, se exalta la felicidad de la noche, que da a los amantes ocasión para encontrarse, a la vez que se lamenta el albor, como sinónimo de despedida. En NE hay exclamaciones que exaltan el valor positivo de la noche: “noche dichosa”, “noche amable más que alborada”, este último es un término específico de dichos cantos. También se menciona explícitamente “noche que juntaste/ amado con amada” la razón de la felicidad nocturna, que es la unión física entre dos amantes. Como sucede a menudo en la lírica tradicional, la unión física se subraya por términos que indican la corporeidad de los dos amantes: “pecho”, “cavellos”, “mano”, “cuello”, “rostro”; y gestos cariñosos que intercambian: “le regalaba”, “sus cabellos esparcía”; y los perfumes que emanan o que huelen “pecho florido”, “cedros”, “azucenas”; olores traídos por el viento que da en los árboles, en el campo en flor y en una almena, que hiere como una flecha de amor (¿). Todas estas expresiones juntas dan sensaciones concretas, táctiles, olfativas, visuales y auditivas, muy de estilo tradicional. 
Otros motivos son: el pecho femenino como una flor, o la amada como flor que hay que recoger; además sobre el pecho femenino duerme el amado, motivo bíblico y tradicional; el sueño después de la unión, los cabellos de la mujer, sinónimo de virginidad, donde se evocan primero por le sueño y luego por el viento, que además mueve los cedros mientras duermen los enamorados. El viento también se personifica y hiere el cuello de la amada, convirtiéndose en símbolo erótico tradicional, dando también la imagen de la herida de amor, y la caza del amor.
Plano formal. Aspectos que tiene que ver con el canto femenino tradicional.
Léxico hay palabras clave de los cantos de caminante, de la canción del alba, del encuentro de amor en la estación florida. También hay palabras sueltas que delatan su procedencia tradicional: el plural “amores” antes que “amor” (de procedencia culta). Tampoco faltan los sintagmas de tipo tradicional, como “quedó dormido”, y “aire dava”. Expresiones formulísticas: “estando ya mi casa sosegada” (que se repite dos veces), “quien yo bien me savía”, tópico de la reticencia que se conforma con perífrasis tradicionales para nombrar al amado: “el que yo más quería”, “el que yo más amaba” y recuerda la fórmula tradicional “bien sé yo de donde”. Formulístico es además el primer verso(íncipit): “una noche escura” es una expresión que abunda en los cantos de caminante.
Esa fórmula se enriquece con un juego fónico, tomado de la tradición: “escúra”, “ventúra”, “ascúras”, “segúra”, etc. No parece casual, ya que la ú tónica abunda en cantos de caminante. También abundan los comienzos de sintagmas con “en”, portadores del sentido de inclusión, típico del encuentro de amor tradicional: “en una noche”, “en amores”, “en celada”, “en mi pecho”, etc. Los juegos fónicos tienen que ver con la relación con la oralidad que vivieron los textos de SJ. En cuanto a variedades cercanas a la poesía tradicional, hay: estrofas monofonemáticas o con vocal dominante (la –E en la 8, la –A en la 1), aliteraciones (-s en 1, -r en 6 y 7), sílabas repetidas (-ma en 5, -eme en 8).
Pasando a unidades mayores, hay palabras repetidas (noche, cinco veces, escura y dichosa, 3), construcciones repetidas formando anáforas (o noche/ ascuras, escura) y repetición de versos enteros. Otros recursos tradicionales son las exclamaciones y apóstrofes (“o dichosa ventura”, “o noche”); la escasez del verbo tiene que ver con el “estilo nominal” de los villancicos, y en el plano sintáctico, yuxtaposición y parataxis (la –y formulística que encabeza varios versos).
Métrica entremezcladas con los versos endecasílabos, se ven huellas de antiguas armonías tradicionales. El metro con su alternancia de largo y corto, evoca al anisosilabismo irregular arcaico. Las rimas, son todas femeninas, y en mayoría tradicionales (-úra, -áda, -ía, -áva, -ído, -ádo) y muchas veces confiadas a los verbos, como en la canción tradicional.
Las rimas son pocas y por lo tanto repetidas. Esta repetición pertenece a un diseño intencional (no descuidado). Al mirarse las estrofas en parejas, puede notarse que tan sólo en los versos largos, los endecasílabos, se disponen rimas alternantes. El texto se dispone entonces en dos series paralelas y alternantes, la serie en -áda y la serie en –ída, relacionada con la canción paralelística de mujer. No es el único texto, además, donde se dan modalidades de la canción de amigo. En “que bien sé yo la fonte que mana y corre”, ocurre lo mismo: dísticos de endecasílabos paralelos entre sí, y que alternan rimas en –ía, y en –áda. No extraña entones que NE lleve entremezcladas alternancias tan arcaicas como la canción de amigo tradicional.
 Hay otro ingrediente de procedencia paralelística: la variación de rima confiada a una pareja de sinónimos. En las estrofas 4 y 5 están en segunda posición las palabras “mediodía” y “alborada”, finales de dos versos entre sí (y llevan un comparativo, “más que (…)”. Es imposible no percibir el parentesco entre esas dos palabras y la pareja de sinónimos de la canción de alba más famosa “al alba venid, buen amigo” que alterna con “venid a la luz del día”, “venid a la luz del alba”. La relación entre día/mediodía y alba/alborada da como probable la derivación.

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