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Epidemiología de las 
cardiopatías congénitas
F. Moreno Granado
Ex jefe de Servicio de Cardiología Pediátrica. 
Hospital Infantil Universitario La Paz. Madrid
PREVALENCIA
Los defectos cardiacos son las malformaciones congénitas más frecuentes, con una 
incidencia que se ha estimado entre 4 y 12 por 1.000 recién nacidos vivos, según dis-
tintos autores(1-12), siendo mucho más alta en los nacidos muertos(8). Las diferencias 
en la tasa de los distintos estudios se deben, en gran parte, a problemas metodológi-
cos, como los distintos criterios de registro (inclusión o no de válvula aórtica bicúspi-
de, vena cava superior izquierda que desemboca en el seno coronario, ciertas arritmias 
y miocardiopatías con base genética...), y a los procedimientos diagnósticos emplea-
dos, así como a la época de estudio(6,8,9). Se ha observado un aumento aparente de la 
incidencia de las cardiopatías congénitas (CC) en los trabajos más recientes, especial-
mente de las cardiopatías más leves, como la comunicación interauricular (CIA) y, 
sobre todo, la comunicación interventricular (CIV), permaneciendo constante la pre-
valencia al nacimiento de las más severas, como la transposición de las grandes arte-
rias (TGA) o el síndrome de corazón izquierdo hipoplásico (SCIH)(6,10-12). Esto induce 
a pensar que dicho incremento refl eja una mayor precocidad en el diagnóstico y, sobre 
todo, una mejora en las técnicas de diagnóstico, fundamentalmente el eco-Doppler, 
capaz de detectar CIV de muy pequeño tamaño(6,10,12,14,15), que con frecuencia se cie-
rran espontáneamente en los primeros meses. Hoffman y Kaplan(12) encontraron que, 
si se incluían las CIV pequeñas y otras anomalías triviales, la incidencia ascendía des-
de el 6‰ (de las formas moderadas y severas) hasta el 75‰ de los recién nacidos 
vivos. En el trabajo de Cloarec et al.(6), la prevalencia de las CC disminuía del 9,8 al 
5,3‰ si se excluían las CIV musculares de diámetro inferior a los 3 mm, que repre-
sentaban el 70,2% de todas las CIV. La prevalencia también varía con la edad. Así, 
algunos autores(16) han observado una prevalencia del 8‰ de los recién nacidos vivos 
Capítulo 2
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al año y del 12,5‰ a los 16 
años. Hay un ligero predo-
minio del sexo masculino, 
más acusado en las obstruc-
ciones al tracto de salida del 
ventrículo izquierdo(5,17). La 
incidencia en los prematu-
ros y en neonatos con bajo 
peso es mucho mayor que en 
los neonatos a término(13,17,18) . 
No se encuentran diferencias 
regionales ni temporales en 
la incidencia(12).
Alrededor del 25-30% de 
las CC se presentan en el 
contexto de síndromes mal-
formativos (Tabla 1) o cro-
mosomopatías. A su vez, la 
tasa de CC en algunas cromosomopatías, como las trisomías 21, 18 y 13 o el síndro-
me de Turner (45X) es muy elevada(19,20) (Tabla 2). 
Las malformaciones cardiacas constituyen la causa principal de mortalidad por ano-
malías congénitas en lactantes (algo más de 1/3 de las muertes por anomalías congéni-
tas y alrededor de 1/10 de todas las muertes en ese periodo de la vida[21]). Sin embargo, 
la mortalidad por esta causa ha caído considerablemente en los últimos años, debido 
a los avances en el diagnóstico, tratamiento quirúrgico y cuidados postoperatorios (un 
descenso del 40% en EE UU entre 1979 y 1997)(22,23). No obstante, en el caso de las 
anomalías más severas, como el corazón izquierdo hipoplásico o el corazón univen-
tricular, la mortalidad es todavía sustancial y la morbilidad es muy elevada. Debido al 
descenso de mortalidad, la edad de fallecimiento ha aumentado, con el consiguiente 
incremento de la supervivencia. 
Si se tiene en cuenta que en el año 2007 se produjeron en España 491.183 naci-
mientos, según datos de movimiento de población del Instituto Nacional de Estadís-
tica (http://www.ine.es), cabe suponer que cerca de 5.000 niños nacieron con una 
malformación cardiaca, de los que la mitad serán portadores de formas moderadas o 
severas(23). El incremento de la edad materna en los últimos años, junto con el mencio-
nado aumento en la supervivencia de los pacientes con CC, muchos de los cuales lle-
garán a la edad adulta y tendrán descendencia (con el consiguiente aumento del ries-
go de recurrencia), pueden ocasionar un aumento de la prevalencia de las CC, hasta 
tal punto que la población en adultos supere a la infantil(23). El impacto socioeconómi-
co y el devastador efecto en los familiares que supondría este incremento requieren un 
mayor esfuerzo en las medidas de prevención.
La distribución porcentual de las distintas malformaciones cardiacas también varía 
según las distintas series y la época de estudio, sobre todo en el caso de la CIV, que es 
la más común, habiéndose encontrado menos variaciones en las más severas. En algu-
Tabla 1. Síndromes malformativos 
con afectación cardiaca frecuente
Hernia diafragmática
Atresia duodenal
Atresia de esófago y fístula traqueo-esofágica
Atresia de vías biliares extrahepática
Asociación VACTERL
Asociación CHARGE
Síndrome de Ivemark (heterotaxia)
Onfalocele
Pentalogía de Cantrell y ectopia Cordis
Agenesia renal (síndrome de Potter)
Síndrome de Goldenhar
Agenesia del cuerpo calloso
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nos trabajos recientes la prevalencia de las cardiopatías severas ha disminuido como 
consecuencia del gran incremento en el diagnóstico fetal, que a su vez ha abocado a 
un aumento en el número de interrupciones del embarazo(24,25). En general, la más fre-
cuente es la CIV, que en algunas series supera el 60%, seguida por la CIA, estenosis 
pulmonar, ductus arterioso, coartación de aorta, defectos del septo atrioventricular, 
tetralogía de Fallot, estenosis aórtica, TGA y SCIH (Tabla 3). 
ETIOLOGÍA
Las CC se producen como resultado de alteraciones en el desarrollo embrionario del 
corazón. La etiología se desconoce en la mayoría de las ocasiones. Alrededor de un 
10% de los casos se asocian a anomalías cromosómicas visibles con técnicas conven-
Tabla 2. Cromosomopatías más comunes con afectación cardiaca
Cromosomopatía Incidencia de CC Lesiones más comunes
Visibles con técnicas convencionales
Trisomía 21 (síndrome de Down) 50% CA-VC, CIV, CIA
Trisomía 13 (síndrome de Pattau) > 90% CIV, DAP, valvulopatías
Trisomía 18 (síndrome de Edwards) > 90% CIV, DAP, valvulopatías
Trisomía 9 > 65% CIV, DAP, TF
Tetrasomía 22p 
(síndrome de ojo de gato)
50% DVPA
45 X0 (síndrome de Turner) 25% CoAo, EP, EA, otras
47XXY (síndrome de Klinefelter) 50% CIA, DAP, PVM
4p– (síndrome de Wolff) 40% CIV, CIA, DAP
5p– (síndrome de maullido de gato) 25% DAP
13q– 50% CIV
18q– 50% CIV, CIA
Síndromes de microdeleción
22q11 (CATCH-22) 
75% Malformaciones 
troncoconales
12q22 (Noonan) > 50% EP, miocard. hipertrófi ca
7q11.23 (Williams-Beuren) 75% EA supra., EP perif.
12q (Holt-Oram)
75% CIA, CIV, trastornos 
conducción
20p12 (Alagille) 85% EP, TF
CA-VC: canal atrioventricular común; CC: cardiopatía congénita; CIA: comunicación 
interauricular; CIV: comunicación interventricular; CoAo: coartación aórtica; DAP: ductus arterioso 
permeable; DVPA: drenaje venosos pulmonar anómalo; EA: estenosis aórtica; EP: estenosis 
pulmonar; PVM: prolapso V mitral; TF: tetralogía de Fallot
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cionales(26), aunque, si se incluyen las microdeleciones (como la 22q11), la propor-
ción aumenta hasta casi un 25%(27). Alrededor del 2-3% pueden ser causadas por fac-
tores ambientales, bien sean enfermedades maternas o causadas por teratógenos(10,28) 
(Tabla 3). La mayor parte (alrededor del 70-80%) tiene un origen genético mendelia-
no o multifactorial. 
Tradicionalmente se ha venido admitiendo que másdel 90% se debían a herencia 
poligénica multifactorial. Según este modelo, la causa de las malformaciones cardia-
cas se debe a la concurrencia de factores genéticos y ambientales(19,29). La malforma-
ción se expresaría cuando el efecto aditivo de varios genes predisponentes (herencia 
poligénica) excediera un umbral; a su vez, el umbral podría modifi carse por el efecto 
de teratógenos ambientales. Este modelo explicaría la existencia de riesgos menores 
que los de la herencia mendeliana, como ocurre en gran parte de las CC. Sin embar-
go, trabajos recientes en los que se ha observado que algunas malformaciones especí-
fi cas presentaban un riesgo de recurrencia superior al esperado según el modelo poli-
génico(30) aportan cada día más casos debidos a mutación de un gen, bien asociadas 
a síndromes malformativos, como el Noonan, el Holt-Oram, el Marfan, el Ellis van 
Creveld o el Alagille, o bien aislados, como la miocardiopatía hipertrófi ca o la forma 
familiar de la miocardiopatía dilatada, el síndrome del QT largo, la estenosis aórtica 
supravalvular, la CIA con retraso de conducción aurículo-ventricular (AV) o los tras-
Tabla 3. Distribución de las cardiopatías congénitas más comunes
Cardiopatía
Distribución porcentual (%)
Intervalo Mediana
Comunicación interventricular 16-50 (31)*
Comunicación interauricular 3-14 (7,5)*
Ductus arterioso permeable 2-16 (7,1)
Estenosis pulmonar 2-13 (7,0)
Coartación de aorta 2-20 (5,6)
Tetralogía de Fallot 2-10 (5,5)
Estenosis aórtica 1-20 (4,9)
Defectos del septo atrioventricular 2-8 (4,4)
Transposición de grandes arterias 2-8 (4,5)
Síndrome del corazón izquierdo 
hipoplásico
0-6 (3,1)
* La tasa actual es más alta, sobre todo en la comunicación interventricular
Fuente: modifi cado de J.I.E. Hoffman(2) 
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tornos de lateralidad(27,30-40) (Tabla 4). A pesar de las difi cultades que imponen la hete-
rogeneidad genética, la baja penetrancia y la expresividad variable, los avances han 
sido muy prometedores(31). Se puede obtener una información actualizada y exhaus-
tiva en “Online Mendelian Inheritance in Man” (OMIM) (http://www.ncbi.nlm.nih.
gov/omim/) y Gene Tests (http://www.genetests.org).
Un defecto en un gen puede causar distintas cardiopatías, y la misma cardio-
patía puede deberse a defectos en diferentes genes. Asimismo, una malformación 
puede ser causada por la mutación de un gen, pero también por microdeleciones en 
distintos loci. En la herencia mendeliana clásica el fenotipo se expresa como con-
secuencia de mutaciones en uno (dominante) o ambos (recesiva) alelos de un gen. 
Aunque la lista de síndromes con afectación cardiaca debidos a herencia mende-
liana por mutación de un gen es muy larga (Tabla 5), la proporción de casos debi-
dos a este tipo de herencia es baja, estimándose en 5-10%. Algunas miocardiopa-
tías se deben a mutaciones en el ADN mitocondrial, heredándose exclusivamente 
de la madre(41).
Tabla 4. Síndromes con herencia monogénica con frecuente asociación 
con cardiopatía 
Autosómica dominante Autosómica recesiva
Síndrome de Apert Síndrome de Ellis van Creveled
Síndrome de Ehler-Danlos Síndrome de Jervell-Langer-Nielsen
Síndrome de Holt-Oram Glucogenosis IIa, IIIa, IV
Síndrome de Marfan Mucopolisacaridosis I, IV
Síndrome de Romano-Ward Ataxia de Friedreich
Síndrome de Alagille Pseudoxantoma elástico
Síndrome de Noonan Síndrome de Beckwith-Wiederman
Síndrome de Leopard Síndrome de Mulibrey
Síndrome de Williams-Beuren Síndrome de Smith-Lemli-Opitz
Síndrome de Bourneville 
(esclerosis tuberosa)
Síndrome de Steinert (distrofi a miotónica) Ligada al cromosoma X
Síndrome de Watson (cardiocutáneo) Distrofi a muscular de Duchene
Síndrome de Rubenstein-Taybi Síndrome de Hunter 
(mucopolisacaridosis de tipo II)
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Es muy difícil determinar con seguridad la relación causa-efecto entre los factores 
ambientales y las malformaciones. La identifi cación de teratógenos cardiacos es com-
plicada, debido a la variabilidad del riesgo (que depende del momento y dosis de la 
exposición), así como a la certeza de la exposición, a las limitaciones en el diseño del 
estudio y a la heterogeneidad etiológica de anomalías fenotípicamente similares(10). 
En el momento actual hay evidencia o sospecha importante respecto a la asociación 
causal por exposición a algunos factores ambientales en el periodo periconcepcional 
(3 meses antes y 3 meses después de la concepción)(42), entre los que se encuentran: 
1. Algunas enfermedades maternas, como la diabetes, el lupus eritematoso o la 
fenilcetonuria. 
2. Agentes físicos, como las radiaciones y la hipoxia, o químicos, como el litio o los 
disolventes, colorantes y lacas para el cabello. 
3. Fármacos o drogas, como el ácido retinoico, la talidomida, las hidantoínas, tri-
metadiona, hormonas sexuales, anfetaminas o alcohol. 
4. Agentes infecciosos, como la rubéola y probablemente otros virus (Tabla 5). Se 
puede conseguir una información actualizada en la base de datos on line “Teratogen 
Information System” (TERIS)(http://depts.washington.edu/terisweb/teris/).
RIESGO DE RECURRENCIA
El riesgo de recurrencia en cardiopatías con herencia de tipo monogénico es del 50% 
en los casos de herencia autosómica dominante con penetrancia completa. Si la heren-
cia es autosómica recesiva, cuando existe un hermano afectado, el riesgo de recurren-
cia para otro hermano es del 25%, mientras que si el afectado es uno de los progenito-
res el riesgo es considerablemente inferior. Cuando se trata de herencia recesiva ligada 
al cromosoma X, el riesgo para la descendencia masculina de una portadora femenina 
sería del 50%; si es dominante, pueden padecer la enfermedad ambos sexos, con un 
riesgo del 50% de hijos afectados. 
Tabla 5. Agentes ambientales en la causación de las cardiopatías 
congénitas
Fármacos/Drogas Agentes infecciosos Agentes maternos
Trimetadiona Rubéola Diabetes
Ácido retinoico Otras infecciosas* Enfermedades del colágeno
Talidomida Agentes físicos Fenilcetonuria
Litio Radiaciones Otros
Alcohol Hipoxia Disolventes*
Hidantoínas* Pinturas*
Hormonas sexuales* Lacas y colorantes*
Simpaticomiméticos* Pesticidas*
* Menor grado de evidencia
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Cuando dos progenitores sanos tienen un hijo con una enfermedad autosómica 
dominante, la causa puede ser: 
1. Una mutación de novo, siendo entonces el riesgo de transmisión a un hijo del 
afectado muy bajo, pero más alto que el de la población general, o 
2. La existencia del trastorno con penetrancia incompleta, que no se manifi esta en 
el progenitor, como puede ocurrir en algunos casos de síndrome de QT largo(43), en 
los que sólo se podría determinar mediante estudios moleculares. Otro problema que 
puede presentarse en la determinación del riesgo de recurrencia consiste en que algu-
na de las enfermedades autosómicas dominantes tienen una expresividad fenotípica 
variable, que cuando es muy pequeña difi culta su reconocimiento, como ocurre en el 
síndrome de Marfan o de Alagille. En estas situaciones es necesario estudiar con gran 
atención a los familiares. Por otra parte, hay que tener en cuenta que las mutaciones 
de un mismo gen pueden causar cardiopatías diferentes y, por el contrario, la misma 
cardiopatía puede tener su origen en diferentes genes(30).
El riesgo de recurrencia en las cardiopatías asociadas a cromosomopatías depende 
del tipo de anomalía cromosómica. En las parejas con un hijo con una cromosomopa-
tía por no disyunción, el riesgo de recurrencia es del 1%, riesgo que aumenta cuando 
alguno de los progenitores presenta translocación (hasta el 10% si la presenta la madre 
y el 100% si la presentanambos progenitores, en el caso del síndrome de Down)(8). En 
los raros casos en los que la madre con síndrome de Down es fértil, el riesgo de recu-
rrencia es del 30-40%(8). Muchos de los síndromes por microdeleción son esporádicos, 
pero en algunos, como el síndrome de DiGeorge y el velocardiofacial, puede haber 
transmisión familiar. Si alguno de los progenitores presenta la deleción, el riesgo de 
recurrencia en sus descendientes se incrementa hasta el 50%(39).
Cuando no se conoce el tipo de herencia, el riesgo se establece empíricamente en 
base al modelo aditivo multifactorial, cuantifi cándose en el 2-4% para los hermanos 
de un hijo afectado, valor que se triplica cuando los afectados son 2 hijos. El riesgo 
es mayor cuando los afectados son los progenitores que cuando hay un hermano afec-
tado. Para algunos, el riesgo es mayor en el caso de que la afectada sea la madre(8,44), 
mientras que otros no encuentran diferencias signifi cativas o, incluso, hallan que la 
incidencia es mayor cuando el afectado es el padre(45).
El riesgo de recurrencia varía según la cardiopatía (Tabla 6). A pesar de la eleva-
da tasa de concordancia exacta o de grupo en las recurrencias encontrada en algunos 
estudios (hasta el 80% en el caso del canal atrioventricular común)(46), el hallazgo de 
una cardiopatía leve no excluye una más severa en las recurrencias y, por el contra-
rio, la existencia de una cardiopatía severa no implica necesariamente otra cardiopatía 
severa en caso de recurrencia(46).
PREVENCIÓN
Aunque todavía no es mucho lo que se puede conseguir respecto a la prevención pri-
maria, pueden tomarse una serie de medidas, como el control de la diabetes materna, 
la vacuna de la rubéola y evitar la exposición a teratógenos durante el embarazo. Un 
buen control de la glucemia antes de la concepción y durante el embarazo reduce el 
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riesgo de anomalías congénitas(47); estudios recientes en ratas con diabetes inducida 
han mostrado una reducción del riesgo de embriopatía diabética con la administración 
de antioxidantes (vitamina E) a las madres gestantes(48). Otros trabajos han sugerido 
un efecto protector de los suplementos vitamínicos que contienen ácido fólico(49,50). Si 
en ulteriores investigaciones se confi rmaran estos resultados, se abriría un panorama 
más esperanzador en la prevención primaria.
Las medidas de prevención secundaria, mediante el consejo genético y el diagnós-
tico prenatal, son importantes en las parejas con factores de riesgo conocidos. Cuan-
do la causa de la malformación se debe a una alteración monogénica conocida o a 
una anomalía cromosómica, el riesgo de recurrencia es variable en función del tipo de 
herencia o de la alteración cromosómica. Cuando la causa es desconocida, es aún más 
difícil establecer con precisión el riesgo de recurrencia, como ya hemos mencionado 
en el apartado anterior. En estos casos, se debe hacer una historia familiar detallada y 
un examen minucioso de los familiares del paciente(39). 
La identifi cación de una causa genética es muy importante, ya que permite estable-
cer un consejo genético más fi able, así como la valoración de posibles anomalías en 
otros órganos, la evaluación de otros familiares asintomáticos y una estratifi cación del 
riesgo de recurrencia(40). Así pues, se ha propuesto realizar test citogenéticos: 
1. En niños con fenotipo de anomalía cromosómica reconocible. 
2. Cuando el niño tiene una CC asociada a rasgos dismórfi cos, retraso del creci-
miento no explicable por la cardiopatía, retraso mental o anomalías congénitas. 
3. Cuando hay historia familiar de abortos múltiples o hermanos con malformacio-
nes congénitas, y 
Tabla 6. Riesgo de recurrencia
Malformación cardiaca
Riesgo cuando 
un hermano 
está afectado (%)
Riesgo cuando 
un progenitor 
está afectado (%)
Comunicación interventricular 6 4
Comunicación interauricular 3 4
Defecto del septo atrioventricular 2 5-10
Ductus arterioso permeable 2,5 3
Estenosis aórtica valvular 3 5-10
Estenosis pulmonar valvular 2 6
Coartación de aorta 2 3
Transposición de grandes arterias 2 5
Tetralogía de Fallot 2 4
Síndrome del corazón izquierdo 
hipoplásico
1-2 5
Fuente: modifi cado de J.I.E. Hoffman(8) 
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4. Si se han observado en eco fetal anomalías cardiacas o de otros órganos(40). No 
obstante, y con objeto de evitar la discriminación genética, los test genéticos predicti-
vos en pacientes pediátricos no se deberían practicar, a menos que se derive un bene-
fi cio clínico para el paciente como resultado directo del mismo(51). 
En los casos con riesgo aumentado, se puede recurrir al diagnóstico prenatal. La 
amniocentesis, la biopsia de las vellosidades coriónicas y las muestras de sangre del 
cordón umbilical permiten el estudio citogenético en madres con riesgo para anoma-
lías cromosómicas, aunque son procedimientos invasivos con riesgo de aborto(52). El 
screening de sangre materna al fi nal del primer trimestre o durante el segundo trimes-
tre de la gestación –para el estudio de la alfa-fetoproteína, la gonadotropina corióni-
ca (beta-hCG) y el estriol no conjugado (uE3)– también constituye un procedimien-
to efi ciente, sobre todo si se combina con la ultrasonografía, con la ventaja adicional 
de que no son invasivos(53,54). Recientemente, con un protocolo de screening combina-
do (analítica y eco fetal), se ha observado una reducción a la mitad de los nacimientos 
con síndrome de Down, así como de las pruebas invasivas(55).
Actualmente las indicaciones para la práctica de la ecocardiografía fetal están 
bien establecidas, de acuerdo con los factores de riesgo maternos o fetales(24,25,56,57) 
(Tabla 7). El diagnóstico fetal tendría la ventaja de poder tratar muy precozmente la 
malformación, con el consiguiente benefi cio para el paciente. Por otra parte, una vez 
establecido el diagnóstico fetal, es responsabilidad del médico informar de forma fi de-
Tabla 7. Indicaciones de ecocardiografía fetal
A. Riesgo por historia familiar
Padres, algún hijo o familiar con cardiopatía congénita
B. Riesgo por factores maternos
B.1. Enfermedades
Rubéola
Diabetes
Enfermedad del colágeno
Fenilcetonuria
B.2. Exposición a teratógenos cardiacos conocidos
B.3. Edad materna avanzada
C. Riesgo por factores fetales
Ecografía obstétrica con sospecha de anomalía cardiaca
Malformación extracardiaca frecuentemente asociada a cardiopatía
Arritmia fetal
Hydrops fetalis no inmune
Anomalía cromosómica diagnosticada por amniocentesis
Bioquímica anormal en suero materno (AFP, hCG, uE)
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digna, comprensible y exhaustiva acerca del pronóstico de la malformación; la deci-
sión de continuar o interrumpir el embarazo en las malformaciones severas les corres-
ponde a los progenitores.
En los pacientes portadores de una CC se pueden evitar complicaciones y secuelas, 
como el síndrome de Eisenmenger o algunas complicaciones neurológicas gracias al diag-
nóstico y tratamiento precoces. Asimismo, es importante evitar enfermedades intercurren-
tes que agravan el pronóstico, como la bronquiolitis, mediante la profi laxis de la infección 
por VRS en ciertas CC, sobre todo en los malnutridos y con cromosomopatía(58).
 Es probable que en un futuro no muy lejano, una vez hayan sido reconocidos los 
genes causantes de algunas CC, sea posible desarrollar test diagnósticos para identifi -
car familias de riesgo y desarrollar la terapia génica adecuada. Mientras tanto, algunas 
líneas de investigación se están orientando hacia la bioingeniería y farmacogenética. 
Así, se está investigando con células madre y técnicas de bioingeniería, con objetode 
evitar las complicaciones de los actuales materiales protésicos y homoinjertos (fi bro-
sis, calcifi cación, trombogenicidad, falta de crecimiento...), mediante la construcción 
de parches, conductos y válvulas, así como la posibilidad futura de sustituir los tras-
plantes(59-61). Probablemente la terapia con células madre tendría su mejor aplicación 
en el feto(61). Mediante la farmacogenética y farmacogenómica se pretende conseguir 
terapias adaptadas a las características genéticas de cada paciente(62,63).
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