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LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA: SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA DE LA LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA EN LA COMUNIDAD VALENCIANA TOMO I Joaquín Rodrigo López http://www.ua.es/ http://www.eltallerdigital.com/ 1 UNIVERSIDAD DE ALICANTE FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DOCTORADO EN LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA, LENGUA ESPAÑOLA, LINGÜÍSTICA GENERAL Y TEORÍA DE LA LITERATURA DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA, LINGÜÍSTICA GENERAL Y TEORÍA DE LA LITERATURA LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA: SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA DE LA LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA EN LA COMUNIDAD VALENCIANA TOMO I Tesis doctoral presentada por D. Joaquín Rodrigo López Dirigida por el prof. Francisco Gimeno Menéndez Alicante, octubre de 2012 2 3 ÍNDICE Págs. PREÁMBULO……………………………………………..….…………………….9 PARTE PRIMERA: MODELOS Y COMPONENTES DE ANÁLISIS I. INTRODUCCIÓN…………….……………………….....………….........……..13 2. LA SITUACIÓN SOCIAL Y JURÍDICA DE LA LSE………….…………23 2.1. Situación social de la LSE………………………………..…...........23 2.2. Comunidad de señas…………………………………….….……….32 2.3. Aspectos educativos del multilingüismo social………….……..39 2.4. Situación jurídica de la LSE……………………………..………….49 3. CONCIENCIA LINGÜÍSTICA, ACTITUDES LINGÜÍSTICAS Y PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA……………………………………...……….59 3.1. Conciencia lingüística……………………………………………….59 3.2. Actitudes lingüísticas……………………………………….……….60 3.3 La normalización lingüística…………………………………...........65 4 3.4. Normalización social y lingüística de la LSE…………………….72 4. ANÁLISIS SOCIOLINGÜÍSTICO DE LA LSE: Status quaestionis……….81 4.1. Consideraciones sobre la LSE………………………….................81 4.2. Bilingüismo, diglosia y conflicto lingüístico…………….............85 4.3. Sociedad y cultura en la comunidad de señas………...……......89 4.4. Comunidad de señas y cultura sorda…………………….............94 4.5. Otras líneas de investigación…………………………………......105 PARTE SEGUNDA: ANÁLISIS SOCIOLINGÜÍSTICO 5. OBJETIVO Y METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN…..…..………115 5.1. Hipótesis de la investigación……..………………..……………117 5.2. La muestra de estudio…………………………….……...………117 5.3. Variables de la muestra………………………………….……….131 5.4. Metodología de la investigación sociolingüística…..……….133 5.5. El equipo investigador de campo……………..………….….....138 5.6. El trabajo de campo de la investigación sociolingüística...139 5.7. El cuestionario………………………………….……..…...………139 5 6. ANÁLISIS ESTADÍSTICO E INFORMÁTICO DE LA COMPETENCIA COMUNICATIVA DE LA COMUNIDAD SORDA VALENCIANA……………………………………………..………….161 6.1. Análisis sobre la competencia comunicativa de la comunidad sorda, en función del sexo…………………......161 6.2. Competencia comunicativa de la LSE, LE (oral y lectoescrita) de la comunidad sorda valenciana, en función del sexo…..……………………………162 6.3. Competencia comunicativa sorda valenciana respecto a la comprensión y producción de la L1: LSE, LE (oral-labiolectura y lectoescrita) y LV, en función del sexo…………..……………………………………173 6.4. Competencia comunicativa de la LSE, dentro y fuera de la comunidad sorda valenciana, en función del sexo… ………………………………………….177 7. ANÁLISIS ESTADÍSTICO E INFORMÁTICO DE LA ACTUACIÓN COMUNICATIVA DE LA COMUNIDAD SORDA VALENCIANA ………..181 7.1. Actuación comunicativa sorda valenciana respecto al uso de la LSE, LE (oral-labiolectura y lectoescrita) y LV, dentro del ámbito familiar en función del sexo………………………….………….………..181 6 7.2. Actuación comunicativa sorda valenciana respecto al uso de la LSE, LE (oral-labiolectura y lectoescrita) y LV, dentro del ámbito laboral en función del sexo………………………………………..……...189 7.3. Actuación comunicativa sorda valenciana respecto al uso de la LSE, LE (oral-labiolectura y lectoescrita) y LV, dentro del ámbito económico, en función del sexo………………………………..………………194 7.4. Actuación comunicativa sorda valenciana respecto al uso de la LE o LV en textos escritos, en función del sexo…………………………………………………198 8. ANÁLISIS ESTADÍSTICO E INFORMÁTICO DE LA ACTITUD LINGÜÍSTICA DE LA COMUNIDAD SORDA VALENCIANA……………...201 8.1 Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto a la influencia de la enseñanza en LSE, en función del sexo. …………………………………….........…. 204 8.2. Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto al uso de la LSE en el ámbito público, en función del sexo…...............................................................206 8.3. Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto al uso de la LSE dentro y fuera de la Comunidad Valenciana, en función del sexo……...…….…………..………232 7 8.4. Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto al futuro de las lenguas implicadas (LSE, LE y LV) dentro de su contexto social, en función del sexo…….…....241 8.5. Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto a la presencia del intérprete en la enseñanza, en función del sexo………..………………………….….............245 8.6. Actitud lingüística de la comunidad sorda valenciana respecto al futuro de la LSE, en función del sexo…….....….260 9. CONCLUSIONES…………....………………….…………...…………..….. 263 BIBLIOGRÁFIA..….……………………….….………………..……..........…...291 APÉNDICE I MODELO DE LA ENCUESTA…………………………………….....…….…..305 APÉNDICE II FORMULARIO ORIGINAL DE LA ENCUESTA…………............................329 APÉNDICE III TABULACIÓN DE LA ENCUESTA SOCIOLINGÜÍSTICA…………………337 APÉNDICE IV TABLAS DE FRECUENCIAS DE LA ENCUESTA..........................……..1241 APÉNDICE V DATOS ALGORÍTMICOS DE LA ENCUESTA………………..........……...1271 8 9 PREÁMBULO La investigación sociolingüística que abarca esta tesis doctoral surge del entusiasmo hacia las lenguas y su estudio y más hacia la disciplina de la sociolingüística, cuyo director es el que la introdujo en los estudios universitarios españoles, y me introdujo por esta disciplina rigurosamente empírica. Deseo expresar mi inmensa gratitud a mi querido mentor, padre-guía de vida y más que amigo Francisco Gimeno por su constancia y perseverancia en este estudio sociolingüístico sobre las personas sordas. Mis agradecimientos al Prof. A. Muñoz, ya que sin él no hubiésemos obtenidos los datos sociológicos (tarea compleja y dificultosa para los lingüistas y filólogos investigadores), y por hacerme ver que la estadística es una disciplina básica de la investigación científica. Muchas gracias a las personas sordas, asociaciones y federaciones de sordos que han colaborado y aportado un granito de arena para llegar a construir esta pirámide compleja sociolingüística. Y como no, decir que este estudio se ha visto demorado por los acontecimientos de la vida y personales (ausencia omnipresente de mi padre, mi matrimonio y mis dos preciosos hijos que están en una edad 10 tormentosa, pero muy alegre y llena de vida) y que ahora, por fin, ha visto su resultado final en esta tesis doctoral. Quiero dedicarle este trabajo de investigación plasmado en esta tesis doctoral, a todas las personas sordas y oyentes que me han apoyado moralmente durante 14 años de dedicación a la docencia, la investigación, defensa y divulgación de la LSE. Y mis más sinceros agradecimientos a mi madre y padre y a Mercedes e hijos, que estarán orgullosos del presente trabajo. Os quiero mucho. 11 PARTE PRIMERA: MODELOS Y COMPONENTES DE ANÁLISIS 12 13 1. INTRODUCCIÓN El bilingüismo es un bien intrínseco, y en nuestros días se le considera como la condición humana normal. Es necesario que aludamos aquí a la sana prevención contra la triste precariedad de limitarse a meras consideraciones teóricas y elucubraciones librescas, sin soporte alguno en la realidad viva de la lengua, y alejadas de cualquier consideración de la lingüística como ciencia social. Es necesario insistir en la recolección de las tradiciones culturales de las diferentes comunidades de señas que forman las personas sordas, y la situación en que se trasmiten los enunciados gestuales, con el fin de interpretar todas lascaracterísticas que le son pertinentes. Las encuestas sociolingüísticas hasta ahora han sido la excepción más que la norma. 1.1. La historia social de las lenguas considera la evolución de los contactos crecientes entre ellas, ya que la mayor densidad y la movilidad de sus poblaciones las han llevado a interactuar, con el progresivo impacto sobre las funciones sociales de las lenguas, donde no retroceden la propia lengua y el número de hablantes, sino dichas funciones relacionadas con los ámbitos de uso, a través de la emigración, vigencia de mecanismos históricos de sustitución lingüística, descenso del índice de natalidad, globalización económica, desigual socialización de la generaciones más 14 jóvenes en la lengua autóctona, etc. Y a su vez, otra lengua puede expandirse por asunción de las funciones sociales de la lengua subordinada. La globalización económica no es un fenómeno nuevo en la historia de la Humanidad, ya que siempre se ha conocido el acercamiento de unos individuos a otros, a través de su economía, cultura y costumbres. Sin embargo, la globalización más reciente tiene características distintas a las anteriores, debido a que se asienta en una revolución tecnológica (el código digital, la era de internet), y afecta (más que a cualquier otro sector) a las finanzas. La globalización financiera es sólo una parte de la globalización económica, y ésta es una visión parcial de la creciente uniformización de la vida moderna. La verdadera globalización tiene un componente económico, otro cultural y otro social, pero el que domina y descompensa es el económico. Maurais, J. y Morris, M. A. (2003) han destacado la importancia de la integración económica supranacional (o suprarregional) para el futuro de las lenguas, y concluyen que un mundo globalizado plantea un desafío de interdependencia creciente entre las lenguas, ya que ningún sistema lingüístico está protegido o asegurado, y un mundo más fuertemente integrado favorece generalmente la difusión del inglés. La sustitución lingüística no es nueva, pero el alcance mundial de la competitividad entre las lenguas es de nuestros días. Es necesaria una estrategia lingüística mundial que equilibre la continua difusión del inglés, con la conservación de la diversidad lingüística. 15 En este sentido, Maurais, J. (2003) se pregunta si vamos hacia un nuevo orden lingüístico en el siglo XXI, y ofrece algunos de los pronósticos ofrecidos por varios autores. Unos auguran que asistiremos a una disminución de la diversidad: Así, p. ej., se evalúan aproximadamente las lenguas habladas en el mundo en unas 6.000, y se calcula que el 90 % de todas las lenguas desaparecerán o estarán próximas a la extinción durante el presente siglo (en mi opinión, es más aceptable el pronóstico que cita Mackey, W. F., 2003, págs. 77: el 50 % de las 6.600 lenguas no sobrevivirán al siglo XXI). Otros vaticinan acerca de la fragmentación de las grandes lenguas y de la pérdida de intercomprensión entre las diferentes variedades geográficas de los países. Además, alguno ha presagiado que en un futuro lejano el mandarín será la lingua franca del mundo. La idea de que los problemas lingüísticos en el mundo podrían resolverse fácilmente bien por la difusión del inglés, bien por los recursos tecnológicos de la máquina de traducción automática, o bien por la enseñanza obligatoria de dos lenguas extranjeras, no tiene que ver nada con la realidad. Es una falacia. Ni el multilingüismo universal utópico ni el monolingüismo del mundo hegemónico pueden satisfacer nuestras necesidades de la comunicación y de las identidades culturales. Sin embargo, la tendencia hacia una sociedad mundial, como resultado de la globalización económica y tecnológica, no debe pasar por la homogeneización cultural y lingüística, sino por permitir la descentralización 16 nacional, regional y local que conserve la diversidad cultural y lingüística de los pueblos. Son dos procesos paradójicamente contrarios, que manifiestan la característica fundamental del cambio social en estas décadas de transición hacia una nueva era. Aunque teóricamente puedan parecer términos incompatibles, globalización y diversidad cultural y lingüística son reconciliables en la práctica, y constituyen dos corrientes actuales de presión medioambiental que encajan a la perfección en el principio de la diversidad en la globalidad. Recientemente, en Madrid (11-12 de junio de 2005) los ministros de Cultura de 45 países suscribieron un acuerdo sobre la diversidad cultural como factor de pluralismo, democracia, identidad de las sociedades y los individuos, cohesión social y diálogo. Dicha declaración, presentada en la 33ª Convección General de la UNESCO (20 de octubre de 2005) que se ha celebrado en París, fue confirmada con los votos a favor de 148 estados. El pleno sanciona el derecho de los pueblos a la diversidad cultural, y exige la protección y la promoción de la diversidad cultural, a fin de frenar la globalización económica y la liberalización actual (véase Gimeno, F., 2008). A partir de la evolución tanto económica y demográfica, como la potencial sustitución lingüística, Graddol (1997, pág. 59) ha ofrecido un informe sobre la jerarquía de las lenguas en el año 2050, y establece el siguiente pronóstico: a) las grandes lenguas (chino, hindi/urdu, inglés, español y árabe); 17 b) las lenguas supranacionales de los mayores bloques comerciales (árabe, malayo, chino, inglés, ruso y español); c) las lenguas nacionales, alrededor de unas 90 lenguas que atenderán más de 220 estados-nación, y d) las lenguas regionales, el resto de unas 1000 lenguas del mundo con grados diversos de reconocimiento oficial. En el siglo XXI ninguna lengua ocupará la posición hegemónica que casi alcanzó el inglés a finales del siglo XX. Por un lado, la sustitución actual del monopolio del inglés por el oligopolio de varias lenguas en el estrato superior producirá mayor pluralismo, pero la pérdida significativa de varios miles de lenguas en el estrato inferior ocasionará la inmensa pérdida de la diversidad actual, por el otro. Con otras palabras, las lenguas no mueren, sino que mueren los seres humanos, pero ese no es el caso, ya que cualquier humano ha optado, opta y optará por la sustitución lingüística, a favor de mejores instrumentos de comunicación (en nuestro caso, por lenguas supranacionales), aunque eso implique lamentablemente que se pierda su patrimonio lingüístico y cultural, que le está discriminando y limita su capacidad de comunicación. No estamos a favor de semejantes pérdidas, pero no podemos simplificar los factores que están involucrados en el presente y futuro próximo del patrimonio lingüístico y cultural de la humanidad. 18 Ya contamos con un censo y datos oficiales (INE, 1999) sobre el número de personas sordas. En el Estado español el colectivo asciende a 961.491 personas mayores de 6 años, quienes se ven afectados por distintos grados de sordera o por algún tipo de limitación auditiva. Las personas sordas totales son 102.395, quienes no pueden percibir ningún sonido, ni siquiera utilizando sistemas de amplificación. Otras 230.735 tienen dificultades graves o importantes para oír sonidos fuertes (sirenas, alarmas o dispositivos de emergencia). Un total de 815.637 personas (además de las personas totales) tienen dificultades para escuchar el habla. Entre ellos se estima que el número de sordos señantes en España puede rondar entre 35.000 y 50.000 personas, de modo que la abrumadora mayoría emplea la lengua oral en su comunicación. Además se numera que los niños menores sordos de 6 años son un total de 5.302 con deficiencias auditivas y 922 con sordera profunda. En la Comunidad Valenciana las personas con discapacidad auditiva de 6 a 64 años suman un total de 29.370 individuos. Nuestra propuesta actual es “lengua de señas” como la variedad específica de comunicación de los sordos. Otro problema será la delimitación entre lasdiversas lenguas de señas, que de alguna manera están más próximas que las distintas lenguas orales y no tienen por qué estar en función de ellas. Y por supuesto partimos de una "lengua de señas española" (LSE) y de una “lengua de señas catalana” (LSC). 19 Asimismo, "lengua de señas" podría ser mejor reconocida que "lengua de señas", ya que toda lengua natural es un sistema de señas. La seña en la lengua de los sordos puede mejor caracterizar la especificidad del canal gestual-visual, frente al canal vocal-auditivo de la seña de la lengua oral (véanse Gascón, A., 1998; Storch, J. G., 1998), aunque el carácter natural del gesto está limitado a ciertas manifestaciones muy simples de tipo emocional o imitativo. En las lenguas de señas (LLSS), el gesto evoluciona hacia lo arbitrario. El niño (sordo u oyente) posee medios innatos y específicos para el lenguaje. 1.2. En la historia social de las LLSS, se pueden distinguir las tres fases siguientes: a) Una situación social monolingüe, en la que se planteaba la subsidiariedad de las lenguas de seña, en función de la obligatoriedad de la lengua oral en la enseñanza (Congreso de Milán, 1880); b) una situación social de conflicto lingüístico, defendida por algunos investigadores en el pasado, en la que el cambio de lengua se había independizado de la movilidad social, y se planteaba un proceso inestable de sustitución lingüística de las LLSS por la variedad oral, y c) una situación social de diglosia, caracterizada por una situación estable de desplazamiento lingüístico de la LSE con la enseñanza de la segunda lengua oral y por una movilidad social. Esta hipótesis de trabajo 20 responde a los nuevos planteamientos de la sociolingüística (sociología del lenguaje). La principal hipótesis de trabajo que hemos mantenido ha sido la del multilingüismo social de nuestro contexto social y cultural de la Comunidad Valenciana, en la que las variedades de las lenguas de señas y las variedades orales se basan en una covariación entre los tres (sub)sistemas de un único repertorio lingüístico. De manera que dicho repertorio identificaría la operatividad de una competencia comunicativa compleja que incluiría todos las variedades de nuestro contexto social y cultural (LSE estándar, LSE vernácula, español señado, castellano/valenciano vernáculo y español/valenciano estándar) (véase figura 1). El español señado es un calco lingüístico de la lengua española y corresponde a la traducción literal simultánea del registro oral, que se ha utilizado en la retransmisión de noticias de algunas cadenas televisivas. Aunque ha sido una estrategia de traducción del pasado, dicho registro corresponde a la comunicación del sordo postlocutivo con personas oyentes. Es decir, se daría una sola comunidad de intereses comunicativos, por encima de las tres comunidades lingüísticas y de esta manera, hemos materializado una sola encuesta por encima de las comarcas castellanas/valencianas. 21 Entre otras cosas, aquí encontraríamos un escaso índice de monolingüismo en lengua de señas y la mayor parte de la población encajaría dentro de un esquema de señante multilingüe (activo o pasivo). Figura 1 DIASISTEMA DE LA DIASISTEMA DE LA LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA LENGUA ESPAÑOLA LSE VERNÁCULO ESPAÑOL MURCIANO/VALENCIANO VALENCIANO ESPAÑOL ESTÁNDAR DE LA LSE SEÑADO ALICANTINO MURCIANO ESTÁNDAR C O N T I N U O DE H A B L A CALCO LINGÜÍSTICO DE LA LENGUA ESPAÑOLA REGISTRO DEL SORDO POSTLOCUTIVO O SEÑANTE EN LA COMUNICACIÓN CON OYENTES TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA DE LAS NOTICIAS DE ALGUNOS MEDIOS TELEVISIVOS FRENTE A TRADUCCIÓN LIBRE DEL INTÉRPRETE DE LSE ESTÁNDAR VARIEDAD SITUACIONAL ENTRE LOS PROPIOS SEÑANTES SORDOS NATIVOS (CON AUSENCIA DE PERSONAS OYENTES) EN INTERACCIONES FORMALES 22 23 2. LA SITUACIÓN SOCIAL Y JURÍDICA DE LA LENGUA DE SEÑAS ESPAÑOLA 2. 1. Situación social de la LSE La situación social de la LSE frente a la lengua oral en general se caracteriza como una diglosia amplia, relativamente estable, en la que el aprendizaje de la variedad oral implica un claro desplazamiento lingüístico con expectativas de promoción social y modificación de la condición social. Se comprende así bajo diglosia amplia cualquier situación en la que aparecen dos variedades lingüísticas distintas, diversificadas funcionalmente, de tal modo que una de ellas se utiliza en las relaciones formales (lengua oral) y la otra en las informales o familiares (LSE) (véase Gimeno, F. y Gimeno, M. V., 2003, págs 31-48). De ningún modo, puede caracterizarse como conflicto lingüístico, tal como la definió Rodríguez, M. A. (1992, pág. 37), que se debatiría entre coordenadas de sustitución y normalización lingüísticas, aunque no ofreció ninguna explicación al respecto. Con otras palabras, no sólo es fundamental la característica del uso condicionado o reglamentado de cada variedad con una función social diferente, sino también la estabilidad de la situación, junto a la movilidad social (con el desplazamiento lingüístico correspondiente) que facilita la enseñanza de 24 la variedad oral. Así se contribuye a una mejor comprensión de las relaciones que se plantean entre la situación de “diglosia amplia” (relativamente estable a largo plazo, con movilidad social) y el “conflicto lingüístico” (o desestabilización de la configuración estática de la diglosia amplia sin movilidad social, dentro de una dinámica progresiva de sustitución lingüística). Ha llegado, pues, el momento de integrar el estudio de la lengua dentro de la investigación de las relaciones entre la sociedad y la cultura. No es la lengua la que cambia la sociedad, sino la sociedad la que trasmite, mantiene y modifica la cultura y la lengua. Por medio de la lengua el ser humano se integra en el grupo, y será a través de la lengua como puede manifestar los distintos roles que materializan su comportamiento en el seno de la sociedad. 2.1.1. Desde el estudio clásico de Ferguson, C. A. (1959) sobre la diglosia estricta, se ha venido aludiendo generalmente a la situación diglósica del mundo árabe como la más genuina, aunque los análisis actuales de algunos de sus investigadores disten de ser claros en un contexto amplio de occidentalización postcolonial y de globalización económica. Los vernáculos árabes se distribuyen en dos grandes comunidades de habla (mutuamente incomprensibles entre sí): a) oriental (Egipto, Siria, Líbano, Irak...), y b) occidental (Magreb). Los años 1956-1962 marcaron el comienzo del fin de la dominación extranjera en el Magreb (Marruecos, Túnez y Argelia), y la puesta en marcha de una política de arabización, cuyo principal objetivo consistió en la generalización del árabe estándar en la educación y en los medios de 25 comunicación social. Este cambio histórico conlleva un renacimiento de las etnicidades (árabe y bereber) y del árabe estándar, con la correspondiente política lingüística de normalización y adaptación a las modernas necesidades de designación. Recientemente, Fasla, D. (2006) ha publicado un artículo sobre la situación sociolingüística y la identidad cultural del Magreb. La situación sociolingüística del mundo árabe variaría de un país a otro en función de las diferentes variedades de árabe hablado, de las lenguas coloniales adoptadas, de la existencia de grupos étnicos indígenas y de la influencia variable de lenguas de sustrato y/o adstrato. La evolución histórica de la situación de contacto lingüístico documentada en la comunidad multilingüe magrebí, desde finales del siglo XIV (1391) hasta el momento actual, permitiría identificar la vitalidad de un conjunto relativamente amplio de variedades lingüísticas, no covigentes y en determinados casos de carácter minoritario: árabe clásico, árabe moderno, árabe dialectal, beréber, francés, español, inglés, judeoespañol y judeoárabe, entre otras. No convendría olvidar que el árabe dialectal y el beréber (variedades maternas de esta comunidad, marcadas por la oralidad e influidasde distinto modo por el sustrato romance) presentan una caracterización sociolingüística muy diferente respecto del conjunto restante de lenguas en contacto. La situación social actual del Magreb, según Fasla, sería una evolución de la diglosia estricta árabe hacia una triglosia, en la que podrían diferenciarse 26 tres variedades: a1) árabe clásico; a2) árabe (culto) moderno, y b) árabe dialectal (marroquí, argelino, tunecino). La variedad culta se utilizaría por arabófonos de pertenencia diastrática medio-alta, de idéntica o diversa procedencia geográfica y difiere del árabe clásico básicamente en dos niveles lingüísticos (morfosintáctico y léxico). Dicha variedad presenta en el nivel morfológico una simplificación del sistema respecto al árabe clásico que afecta a las marcas de flexión y a la frecuente formación de síncopas, así como a una realización alofónica del vocalismo. La triglosia sería, pues, un estadio superior de la diglosia, que podría definirse como una especialización funcional trilateral debida a una situación sociolingüística determinada por el uso diferencial de dos variedades altas (A1 y A2) y de una variedad baja (B). De este modo, la variedad intermedia (A2) tendría la función de reducir la distancia conceptual y estructural entre el árabe coloquial (hablado) y el árabe clásico. Por otra parte, la elección de una u otra variedad lingüística de dicha escala (A1, A2 y B) estaría en función del tema, del contexto situacional y del tipo del interlocutor. Así, p. ej., la variedad intermedia alta podría utilizarse, en ciertos casos, para la comunicación entre hablantes de procedencia geográfica que no compartirían el dominio de una misma variedad dialectal. Al margen de este uso lingüístico condicionado por factores sociales, esta variedad intermedia se utilizaría sobre todo en la comunicación oral y espontánea (en situaciones oficiales o formales), y en la producción escrita que caracterizaría el lenguaje administrativo (véanse 27 Gimeno, F. y Gimeno, M. V., 2003; Gimeno, F. y Martínez Olmos, E., 2008; Gimeno, F., 2004, 2008). Sin embargo, considera la autora que la consideración funcional de las lenguas implicadas históricamente en la comunidad multilingüe magrebí se traduciría en una serie de “pares diglósicos” que daría lugar a una situación de poliglosia lineal o continua: (a) (A.I) (árabe clásico (A1) / árabe moderno (A2); (b) (A.II) inglés (A3) [/ español (A4), en Argelia y Marruecos]; (c) (A-B) francés; (d) (B.I) árabe dialectal (B1) / bereber (B2), y (e) (B.II) judeoespañol (B3) / [judeoárabe (B4) en Marruecos]… BN Tras cuatro décadas de independencia, la arabización realizada bajo el patrocinio de la Liga Árabe (desde 1960) sólo habría tenido lugar parcialmente, y se consideraría un proceso aún no concluido, ya que el francés se utiliza todavía en la educación superior, en el sector privado y en el lenguaje administrativo, comercial y jurídico. El bilingüismo árabe moderno-francés estaría completamente generalizado en el Magreb, y el francés habría sido adoptado históricamente como segunda lengua a favor del desarrollo económico. No obstante, en la actualidad se enseña el inglés en las universidades de los tres países del Magreb como lengua extranjera, y su uso se ha extendido principalmente en el ámbito educativo, en los medios de comunicación social y en el sector turístico. 28 2.1.2. Algunos autores (Stokoe, W. C., Woodward, J.,…) han considerado también la situación social de la lengua de señas de otros países como una diglosia. Con frecuencia se ha identificado la “variedad signada“ (o calco lingüístico de la variedad oral) (véase infra) con la variedad formal. Además, se ha planteado la vigencia de un “continuo de habla” (conocido como pidgin inglés señado) o variedad mixta de inglés señado y de la LSA en la comunidad de señas americana. En uno de los extremos del continuo estarían las variedades de la LSA y en el otro extremo las variedades del inglés señado o inglés manual, y estarían en relación con circunstancias sociales diferentes y tan fundamentales como el ser sordo u oyente, ser hijo de padres sordos u oyentes o haber aprendido la lengua de señas antes de los seis años de edad (véase Rodríguez, M. A. , 1992, págs. 41-42). Sin embargo, Lucas, C. y Valli, C. (1989) se han planteado describir las condiciones sociolingüísticas que seleccionan la variedad del pidgin inglés señado, ya que hasta ahora la recolección de datos no ha tenido en cuenta la situación comunicativa de la interacción natural. Contrariamente, a las afirmaciones de que esta variedad ocurría sólo en presencia de participantes oyentes, bien para lograr la comprensión o para negarles el acceso a la lengua de señas, los datos empíricos obtenidos demuestran claramente que el pidgin inglés señado se produce entre los propios señantes sordos nativos de la lengua de señas en ausencia de personas oyentes. Los factores sociolingüísticos que motivan dicha selección lingüística incluyen la formalidad 29 relativa de la situación de entrevista y la falta de familiaridad con los participantes. Además, según ellos, la relación entre las actitudes lingüísticas y la elección de la variedad apropiada fue la que impulsaría en el pasado a describir la situación sociolingüística de la comunidad de señas americana como diglósica, y no sería tal. En la comunidad de señas americana, más que una situación estrictamente diglósica debería considerarse la utilización de un continuo de habla, que aparecería en algunas situaciones sociolingüísticas entre señantes sordos y oyentes, y que no debería calificarse como una situación de “criollización” de la LSA. La elección de otra variedad que no sea la propia lengua de señas, y la consideración de que la LSA no es apropiada para algunas situaciones serían el resultado directo de una situación sociolingüística en la que dicha variedad ha sido ignorada y devaluada, y cuya base ha sido tradicionalmente la instrucción y uso del inglés americano estándar. 2.1.3. Por nuestra parte, debemos elogiar la disposición empírica de los citados autores a recurrir a la encuesta sociolingüística para confirmar o no las hipótesis del pasado, y debemos llamar la atención sobre la necesidad de potenciar esta línea de investigación. Aunque debe partirse de unas ideas claras al respecto. Por una parte, debe superarse una visión simplista del bilingüismo que lo presenta como el mayor peligro para la conservación de las lenguas minoritarias. Haugen, E. (1953/1969, pág. 370 y sig.) se planteó la sustitución lingüística en una típica comunidad de inmigrantes noruegos en los 30 EEUU, y se basaba en la relación entre el monolingüismo o el bilingüismo de sus miembros y su nivel de competencia (mínima o máxima) en cada lengua. Cuando el 70 % de la población mundial es bilingüe, y el uso de dos o más lenguas dentro de una comunidad de habla es más la regla que la excepción, resulta paradójico que todavía algunos lingüistas confundan el hecho bilingüe en general, con las situaciones específicas de diglosia o conflicto lingüístico, y reduzcan la compleja dinámica de la sustitución lingüística a una mera cuestión de monolingüismo o bilingüismo. La problemática como puede suponerse es más compleja, y debería remitirse a los estudios sobre la conservación y la sustitución lingüística, donde se contemplen todas las variables lingüísticas, sociales y culturales del amplio marco social del contacto de lenguas. Por otra parte, el bilingüismo como uso de dos o más lenguas caracteriza tanto la situación propia de la conducta individual, como del comportamiento social. La diglosia amplia es una situación relativamente estable, en la que se da una diferenciación funcional de las variedades implicadas, con movilidad social objetiva. Así, p. ej., una variedad alta (A) para la comunicación pública o formal y una variedad baja (B) empleada en la interacción privada o familiar. Las personas sordasviven en minoría numérica, dentro de la sociedad de personas oyentes, quienes han dirigido y programado su educación, así como su "integración" en el seno de la vida laboral. La realidad es que un niño sordo de nacimiento ha adquirido una educación primaria muy limitada con relación a la educación de un niño oyente, y que muy 31 pocos han llegado a concluir una educación secundaria, y han sido las excepciones las que han conseguido una educación universitaria. Desde el Congreso Internacional de maestros de sordos, celebrado en Milán (1880), la lengua de señas ha estado eliminada en la enseñanza del sordo. Los maestros asistentes al Congreso –en su mayoría oyentes– proclamaron el triunfo del oralismo, sin tener en cuenta que el sordo desarrolla una lengua distinta. La consecuencia más tremenda fue que motivó un menosprecio secular hacia los gestos que realiza el sordo, e impidió ver que tales gestos son una lengua, cuyo conocimiento no sólo es útil, sino que es necesario para conseguir el objetivo de que el sordo aprenda la lengua de los oyentes. Han sido necesarios 100 años para que en el congreso de Hamburgo (1980) hubiera un cambio sustancial, y reivindicaran las asociaciones de las personas sordas el reconocimiento oficial de la lengua de señas, así como el derecho irrenunciable a comunicarse y a recibir educación a través de ella (véase Álvarez, M. et al., 2001, págs. 351-352). El último cuarto del siglo XX ha sido testigo de la reivindicación de LSE y de la LSC, como los instrumentos propios de las personas sordas que optan libremente por algunas de ellas en España. Numerosas reuniones nacionales e internacionales de expertos han planteado la necesidad de su reconocimiento y uso para garantizar el acceso pleno a la educación, los servicios, la viada económica y cultural, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y comunicación (véase Gascón, A. y Storch, J. G., 2004). 32 2.2. Comunidad de señas En general, debe delimitarse el vernáculo, como variedad materna y familiar, frente al estándar como variedad escolar y formal. Ambas variedades son registros que todos utilizamos en función del contexto informal y formal, respectivamente (véase Gimeno, F., 1990, págs. 25-33). De la misma manera, en el mundo no oyente deben distinguirse dos registros (vernáculo y estándar) o niveles de uso en función del contexto informal o formal, respectivamente. Un registro vernáculo de señas es el que el sordo utiliza en la comunicación inmediata con otros sordos y con personas oyentes bilingües, normalmente pertenecientes a su familia. El registro estándar de señas es el que el niño aprende y utiliza en la escuela para sordos o en la asociación, o en comunicación con interlocutores sordos y oyentes bilingües no familiares. Los rasgos que diferencian el registro estándar del vernáculo son semejantes a los que separan ambos registros en el seno de cualquier lengua, es decir, menor tendencia a la elipsis, menor empleo de señas estereotipados, manifestación menos intensa de la afectividad, patente en el ritmo de signación, y una mayor riqueza de señas. Mientras que entre los oyentes no hay en general individuos de registro único (vernáculo), muchos sordos en sus actuaciones comunicativas sólo distinguen el registro vernáculo de la comunicación inmediata. Comprenden el registro estándar cuando aprenden la lectoescritura en el ámbito escolar. Con frecuencia, son personas que por circunstancias diversas han estado privadas de la comunicación con otros 33 sordos durante gran parte de su vida, y no han podido asistir a un colegio para sordos ni a las asociaciones, por residir en pueblos pequeños donde posiblemente no haya habido otro sordo. 2.2.1. La comunidad de señas aglutina a un conjunto de grupos de señantes que se relacionan de un modo regular y frecuente, por medio de una variedad (local, regional o nacional) de lengua de señas. Así, p. ej., hablamos de comunidad de señas española, catalana, americana, alemana, británica, francesa, etc. La comunidad de señas delimita, pues, al conjunto de grupos de señantes que se caracteriza por una interacción regular y frecuente, mediante un grupo compartido de restricciones comunicativas. Se configura a través de: a) la uniformidad de modelos abstractos de variación, y b) determinados comportamientos evaluativos (véase, Gimeno, F., 1990, págs. 45-49). Storch, J. G. (en prensa a) ha ofrecido una visión de la libertad individual para la elección de la lengua de señas o lengua oral, desde la perspectiva de la filosofía del lenguaje. Distingue entre identidad social, identidad moral e identidad personal. La primera alude al arraigamiento social de la persona en una cultura, una lengua, una moral o una religión. La segunda se refiere al hecho de cada persona tiene su autonomía moral dentro de su grupo social y respeto de cualquier grupo social posible, con la superación de conceptos equívocos de “minoría” y de “cultura”. La tercera distingue a toda persona dentro del grupo al que pertenece, y la hace distinta 34 a todos los demás miembros distintos del grupo, y eso que la distingue dentro del grupo social de pertenencia como persona individual es lo mismo que la distingue con relación a cualquier otro grupo, allá donde vaya o se relacione. En consecuencia, la identidad social es parcial y relativa, y la identidad moral llega hasta donde llega la responsabilidad personal. En cambio, la identidad personal no es relativa y es constitutivamente previa a la personalidad del agente moral. Si la persona cambia de identidad social o moral no pierde ni cambia su identidad como persona. Pero que el grupo cambie de identidad significa que la pierde, así p. ej. el español no es el latín, ni el protestantismo es el catolicismo, pero la persona que se hizo protestante o católica sigue siendo la misma persona que antes de convertirse, tan idéntica persona como antes de cambiar, aunque cambie su identidad social o su identidad moral. De manera que tan grave es que se margine a un sordo porque libremente decida usar la lengua de señas, como que se le excluya o repudie porque también opte libremente por una comunicación oral o escrita. Nadie está obligado a pertenecer a una comunidad contra su voluntad. Los lingüistas han hablado de “comunidad lingüística”, del mismo modo en que anteriormente se ha hablado de “comunidad familiar”, pero hay una diferencia fundamental entre ellas: la segunda es una comunidad esencialmente real o biológica, la primera es puramente virtual o cultural. A nadie se le puede obligar a que hable una lengua que no sea la suya, pero 35 tampoco se le puede impedir que aprenda nuevas lenguas o que prescinda (si desea y puede hacerlo) de su propia lengua. La identidad propiamente dicha es la personal, mientras que la identidad lingüística lo es siempre de un modo relativo. Las lenguas son comunidades virtuales de comunicación, y son instrumentos arbitrarios e intertraducibles de comunicación humana. La primera manifestación comunicativa del hombre es el vernáculo en el ámbito familiar, y la primera manifestación de identidad cultural es la pertenencia a una familia. En cuanto a las comunidades de señas, éstas son virtuales y culturales, por el hecho de que se ven obligadas a compartir una misma lengua, y están limitadas para acceder a otras con plenitud. Los sordos están en situación de desventaja, y no se supera dicha restricción, sino a través de una facilitación de medios y “medidas de acción positiva”, que permitan superarla, y aseguren la esencial igualdad de todos los seres humanos. El reconocimiento jurídico de la lengua de señas exige que se le reconozca como una lengua específica, traducible y comunicable con las demás, y como la lengua propia de una comunidad virtual que necesita expresarse y comunicarse con la comunidad real a la que social, cultural y familiarmente pertenece. Frente a esto, debe denunciarse conceptual,ética y racionalmente una cierta corriente ideológica a favor de una pretendida “identidad colectiva sorda”, basada en una igualmente pretendida “especificidad cultural” de las personas sordas, a partir del dato de la utilización de la lengua de señas como su “única lengua natural” y 36 suficientemente definidora de diferencias antropológicas que conforman (según se dice) una “minoría” culturalmente autónoma: la “comunidad sorda”. El crónico analfabetismo funcional que padece la mayoría de las personas sordas señantes no se resuelve con declaraciones de “oficialidad” de la lengua de señas, sino con la adecuada implementación de políticas y recursos de educación accesible y de calidad, en la que la lengua de señas ocupe indudablemente un papel señalado, junto a las lenguas orales. No se trata, pues, de establecer fórmulas de acceso a los actos jurídicos a la comunidad de señas, sino de superar barreras comunicativas para garantizar a las personas sordas una igual participación ciudadana en la vida social y un correcto ejercicio de los derechos humanos, cuyos titulares son primaria y exclusivamente personas y no grupos. El papel fundamental de la educación de los sordos es de otorgarles la competencia y autonomía individual, lingüística y cultural suficiente para ejercitar el derecho a la opción de la lengua de señas o la lengua oral. 2.2.2. Se ha distinguido una variedad alternativa del uso de la LSE (denominada "español señado"), y sería la que el sordo postlocutivo utiliza en la comunicación con personas oyentes que han adquirido algunos conocimientos de la LSE. También se utilizaría, desde hace unos diez años, en algunos programas de enseñanza para niños sordos, con la denominación de "educación bimodal" (véase Monfort, M. et al., 1999). Español señado es, asimismo, la variedad utilizada en alguna retransmisión de algunos 37 telediarios: mientras una persona oyente comunica las noticias en español estándar, la otra oyente bilingüe presenta la traducción simultánea en "español señado" para los receptores sordos. Se trata de hacer corresponder las señales de la lengua de señas a la estructura simplificada del español estándar, las cuales aparecen como equivalentes visuales de las palabras emitidas. Sin duda, se trata de una traducción simultánea, equivalente a cualquier traducción simultánea de una lengua oral a otra, pero con el inconveniente de que se trata de dos lenguas muy distintas, y la traducción palabra por palabra a la LSE resulta artificial, ya que una seña no equivale a una palabra, y la traducción no puede calificarse como tal de LSE, sino de un calco lingüístico de la lengua oral. Actualmente, se ha introducido débilmente la propia traducción libre de las noticias del telediario en LSE, junto a la subtitulación. Por lo demás, el continuo de habla (conocido como “pidgin inglés señado”) de una variedad mixta de inglés señado y de la LSA en la comunidad de señas estadounidense no es ninguna situación sociolingüística que pueda caracterizar a comunidad alguna frente a la diglosia, sino una propia consecuencia de la realidad de toda lengua humana, que nos aparece como un continuo de habla infragmentable. La lengua no es una suma de variedades, sino un diasistema que revela diferencias intrínsecas parciales de las variedades, dentro de una estructura con algunas particularidades semejantes. Un diasistema que integra un conjunto ordenado de 38 descripciones estructurales con criterios geográficos y sociales, a fin de dividir el continuo de habla en variedades discretas. La lengua de señas no es homogénea. Como toda lengua presenta variedades geográficas, sociales y contextuales, y el continuo de habla que experimenta el investigador a la hora de caracterizar las variedades mixtas que se dan entre la lengua oral y la lengua de señas respondería a la diferenciación social y contextual de la situación comunicativa. De igual manera, se da la diferenciación geográfica que se manifiesta en los distintos países (así, p. ej., hablamos de lengua de señas española, francesa, británica, alemana, etc.) y en las diversas regiones (andaluza, castellano- leonesa, castellano-manchega, gallega, madrileña, murciana, navarra, vasca y valenciana). El continuo de habla, pues, no puede combinarse con una tipología general de las situaciones sociolingüísticas, la cual plantea explícitamente, de un lado, las relaciones entre la estructura lingüística, el uso de la lengua y las actitudes lingüísticas, y del otro, los fenómenos de organización social y las funciones comunicativas (véanse Gimeno, F. y Rodrigo, J., 2002). La persistencia de las lenguas de señas en condiciones tan adversas como la carencia de escritura y de instrumentos de cohesión, así como su ausencia histórica en la enseñanza y en los planes de estudio de los niños sordos, es una prueba evidente de la vitalidad que posee toda lengua natural para resistir en el pasado los prejuicios e incomprensiones. Hoy las condiciones 39 socioculturales son muy otras, entre ellas es necesario reconocer la aparición reciente de programas de lecto-escritura de señas (veánse Sutton, V., 1974; Prillwitz, S. et al., 1989; Rodrigo, J., 2000), y la supervivencia de las lenguas entrañan políticas lingüísticas definidas contra la sustitución lingüística y las actitudes lingüísticas negativas de los señantes. 2.3. Aspectos educativos del multilingüismo social La consideración general de los dos sistemas lingüísticos que se han encontrado implicados en la enseñanza de los niños sordos (lengua de señas y lengua oral) nos lleva al planteamiento de los aspectos educativos del bilingüismo, así como al reconocimiento de la diferenciación social y funcional de las variedades implicadas. Es más, en cualquier persona sorda se da en mayor o menor grado una confluencia entre ambas lenguas, en función de la edad en la que le sobreviene la pérdida de la audición, y también según el grado de pérdida de la misma. Por consiguiente, los bilingües sordos son personas que no sólo han aprendido la lengua de señas como variedad materna (bien de sus padres o bien de otros niños sordos en las guarderías infantiles), sino que también han estado expuestos a la variedad estándar oral y escrita del español (bien dentro del sistema educativo, bien en la interacción posterior con hablantes oyentes) (cfr. Lucas, C. y Valli, C. , 1989, pág. 14). 40 Asimismo, también son bilingües los sordos profundos (es decir, aquellas personas cuya pérdida auditiva se coloca, en general, a partir de 70 decibelios en el promedio de las tres frecuencias conversacionales de 500, 1000 y 2000 Hz.), quienes desde la etapa preescolar, siguen el método de enseñanza basado en la comunicación total, es decir, en el aprendizaje sistemático de las dos lenguas. 2.3.1. Las recientes investigaciones sobre el desarrollo cognitivo y lingüístico de los niños sordos demuestran que los insuficientes resultados académicos conseguidos en su etapa escolar no se deben a una incapacidad a causa de la sordera, sino a la barrera comunicativa que ha puesto la enseñanza tradicional al grupo no oyente, que pone en evidencia el sistema educativo del pasado, por una parte, y a la escasa exposición de intercambios comunicativos con el resto de la sociedad, por la otra, ya que no disponen de un código lingüístico común. Dentro de una propuesta de bilingüismo, traducción e interpretación de lenguas y su aplicación a la lengua de señas, Veyrat, M. (1998, págs. 27-37) alude al modelo de la “Teoría interpretativa de la traducción”, con el fin de concebir la traducción y la interpretación como un acto de comunicación, cuyo objetivo es reproducir el sentido del texto o discurso original y no sus medios lingüísticos. Un traductor e intérprete debe dominar no sólo la lengua a la que trasvasa los contenidos de un mensaje originario, sino debe conocer también los códigos socioculturales del destinatario y los mecanismos específicos que41 rigen el funcionamiento de cada tipo de texto o discurso en cada lengua. La comprensión de un intercambio comunicativo es un proceso interpretativo que requiere tres etapas: a) la fusión de los rasgos lingüísticos del significado de las palabras y las frases con los conocimientos extralingüísticos de la lengua fuente; b) la desverbalización del sentido nacido de esta fusión, y c) la reexpresión lingüísticamente libre de dicho sentido, con la utilización de los medios propios del sistema de la lengua meta, fusionados a su vez con la complementación cognitiva adecuada a ella. Asimismo, ha planteado la conveniencia de una educación bilingüe en el niño sordo que plantee la LSE como primera lengua (L1) y la lengua oral como segunda lengua (L2), de acuerdo con la propuesta teórica de Paivio, A. (1986, pág. 49 y 1991, pág. 56), sobre un modelo dual para explicar la coexistencia en los bilingües de los procesos lingüísticos que muestran un funcionamiento, tanto independiente como interdependiente, de sus lenguas. El bilingüismo social favorece el desarrollo intelectual y la cosmovisión del sujeto bilingüe, con la capacitación para reconocer y valorar la diversidad y la singularidad lingüística y cultural de las distintas comunidades. 2.3.2. El aprendizaje de una segunda lengua (L2) es el proceso por el que el individuo adquiere un nivel de competencia lingüística y de competencia 42 comunicativa que le permite entrar en interacción con una comunidad idiomática que no es la suya propia. La lengua es un sistema y un instrumento de comunicación social. Para la mayor parte de sus usuarios, la lengua es fundamentalmente un instrumento de comunicación, y su carácter de sistema es algo implícito, ya que su funcionamiento interno es casi desconocido por los hablantes. Sin embargo, cuando un hablante oyente comienza el aprendizaje de la LSE como segunda lengua no se le plantea inicialmente el conocimiento del sistema de la lengua de señas, y sólo tras su interiorización podrá convertir dicho sistema en instrumento de comunicación social con la comunidad de señas. La enseñanza/aprendizaje de segundas lenguas ha experimentado un desarrollo científico y una profesionalización de sus docentes. La lingüística aplicada ha desarrollado una investigación seria y científica, desde los años cuarenta del pasado siglo, en torno al proceso de aprendizaje de una segunda lengua. Esta línea de investigación ha cristalizado en varios modelos que se agrupan bajo el término de “lingüística contrastiva”, cuyo objetivo final es facilitar el proceso de aprendizaje de una segunda lengua, a través de un estudio científico basado conjuntamente en una teoría lingüística y en una teoría del aprendizaje. Dicha disciplina cuenta con una larga tradición en los EEUU, Europa central y en la antigua Europa del este, frente a los pocos y aislados trabajos realizados en el ámbito hispánico. Los tres modelos que mejor han desarrollado esta disciplina científica son: el análisis contrastivo, el análisis de errores y la interlengua (véase Santos, I., 1993). 43 El Centro de Lingüística Aplicada de Washington (DC) mostró desde hace tiempo un interés vital por los estudios de tipo contrastivo. Una de sus publicaciones iniciales (Cárdenas, D., 1960) sirvió durante muchos años como guía práctica para profesores de español en los EEUU. Entre 1960 y 1965, el centro recibió un contrato de la Oficina de Educación de los EEUU para producir una importante serie de estudios contrastivos del inglés con las cinco lenguas extranjeras enseñadas comúnmente en los EEUU, a saber: francés, alemán, italiano, ruso y español. El propósito de la serie, que estaba entonces bajo la dirección de Ferguson, C. A., era prestar ayuda al profesor de cada una de esas cinco lenguas extranjeras en su enseñanza en los EEUU. La primera aplicación extensa del funcionalismo lingüístico al análisis contrastivo estaba lógicamente en íntima conexión con la investigación sobre el bilingüismo. La monografía de Weinrech, U. (1953) sobre las lenguas en contacto proporcionó un excelente marco conceptual para la comprensión de las influencias (fonológicas, sintácticas y léxicas) entre las lenguas que entran en contacto en las situaciones bilingües. A su lado hemos de mencionar a Haugen, E. (1953/1969) con su magistral estudio sobre el comportamiento bilingüe de los noruegos en EEUU. 2.3.3. A partir de los años sesenta del pasado siglo se observó entre los teóricos de la gramática generativa una marcada tendencia a quitar importancia a las diferencias entre las lenguas, con el fin de relegarlas a los estratos de 44 superficie. La posición teórica de Di Pietro, R. J. (1971) es que deben proyectarse cuidadosamente las semejanzas y las diferencias, a fin de formarnos una idea de los universales del lenguaje humano, y evaluar los enunciados contrastivos a la luz de la perspectiva que les corresponda. Uno de los acontecimientos de mayor importancia en el ámbito de la lingüística ha sido el resurgimiento del interés por los universales lingüísticos. La existencia de restricciones universales en las lenguas representa una suposición básica para poner en práctica el análisis contrastivo entre las lenguas particulares, ya que hemos de estar de acuerdo en que la gramática de las lenguas particulares debe contribuir de alguna forma a la teoría gramatical de todas las lenguas. En los últimos años la enseñanza de la lengua de señas como segunda lengua se ha convertido en un tema de creciente interés. En todos los países se ha incrementado la demanda de cursos y seminarios de lengua de señas, ya que no solamente empieza a interesar a los profesores oyentes de niños sordos, sino a todo tipo de profesionales que trabajan con niños sordos, o que quieren ampliar su nivel de especialización. En particular, Álvarez, M. et al. (2001) son buenos exponentes de este interés, y reflexionan brevemente sobre el estado actual de la enseñanza de la LSE como segunda lengua para personas oyentes. A pesar de que la especulación sobre la lengua de señas es tan antigua como las teorías sobre el lenguaje humano en general (así, p. ej., recordemos que en El Cratilo de Platón, Sócrates considera el caso de los sordos y su 45 manera de dar nombre a las cosas), en España los antecedentes históricos sobre ella se inician en la segunda mitad del siglo XVIII, con la publicación de L. Hervás y Panduro sobre la “Escuela española de sordomudos o arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español”, que supone un paso en la integración social de las personas sordas. La elaboración de un “Diccionario de mímica y dactilología”, que incluía 1500 señas de la LSE, por F. Fernández Villabrille representó un hito importante hacia la estandarización de la LSE. Con el establecimiento de los primeros colegios de sordomudos y ciegos, en la España del siglo XIX, se avanzó en la institucionalización de la educación de las personas sordas, ciegas y sordociegas, con la consiguiente conciencia lingüística y social en ese colectivo, así como del inicio del proceso normalizador de la variedades de la LSE y de la LSC. Aparte de que las circunstancias socioeducativas de todos los países, en la línea del oralismo estricto, influyeron directamente en el comienzo tardío de los estudios sobre la lengua de señas, se daban las dificultades de investigación derivadas de la propia naturaleza de dicha lengua. Así, p. ej., el hecho de ser una lengua no oral y de existir sólo en la expresión contextual del aquí y ahora (es decir, en el contexto situacional). El último cuarto del siglo XX ha sido testigo de la reivindicación de la LSE y de la LSC, como los instrumentos de comunicación propios de las personas sordas que optan libremente por alguna de ellas. Numerosas reuniones nacionales e internacionales de expertos han planteado la necesidad 46 de su reconocimiento y uso para garantizar el acceso pleno a la educación, los servicios, la vidaeconómica y cultural, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información (véase Gascón, A. y Storch de Gracia, J. G. , 2004). 2.3.4. Por otra parte, la utilización de los recursos que potencian la comunicación vía oral, a través de los medios de apoyo a la comunicación oral (como la labiolectura, las prótesis auditivas, el subtitulado y cualquier otro avance tecnológico), supone un derecho fundamental y básico de las personas sordas (con discapacidad auditiva y sordociegas) que han optado libremente por este medio de comunicación. En este período, se han materializado los avances científicos más vertiginosos en la medicina, la audiología, la tecnología, la pedagogía y la lectura labial con relación a la audición. De manera que las aportaciones de estas disciplinas han hecho realidad expectativas impensables para la educación y el acceso a la comunicación oral de las personas con discapacidad auditiva, así como a su integración y participación más activa con su entorno cultural, laboral y social. Sin embargo, hemos de prevenir sobre aquellas metodologías desfasadas, dentro del capítulo del multilingüismo social. En el pasado se partía de que el monolingüe era la única base natural y estable de estudio lingüístico. El bilingüismo era simple reflejo de la comunicación entre dos grupos monolingües. De manera que se planteaba una estrategia de estudio a partir de una lengua (oral), y se descartaba en todo momento la interacción 47 social. En nuestros días, el estudio del bilingüismo se plantea la descripción sociolingüística dentro de una comunidad de habla bilingüe, a través de las normas sociales que determinan el uso de variedades particulares, entre singulares individuos y en situaciones específicas. De ahí que la auténtica dimensión del individuo bilingüe sea manifestar las normas sociolingüísticas de su particular grupo. En España, contamos con colegios de integración de sordos con niños oyentes y con colegios de educación especial para sordos. La elección de unos u otros depende de cada niño, de su nivel de sordera y de su evolución, así como de la propia decisión de los padres. La educación de los niños sordos encierra complicadas encrucijadas entre diferentes modelos educativos. Unos sistemas dan prioridad a la enseñanza oral (con el fin de que el niño hable cuanto antes), otros a la lengua de señas (en el que cada seña expresa un concepto, no palabra por palabra) y otros a la enseñanza bimodal (en la que se da traducción de la lengua oral a señas, palabra por palabra, acompañada de su emisión labial). Hasta ahora se venía dando prioridad en los colegios de educación especial para sordos a la enseñanza oral, pero ya empieza a imponerse en España la lengua de señas y la educación bilingüe. Los niños sordos que tienen un padre o una madre sordos aprenden esta lengua con la misma rapidez que un oyente aprende la lengua oral. Hay, pues, una base científica para enseñar la lengua de señas como primera lengua y la oral como segunda. 48 Antes que hacer del niño sordo un adulto oyente, hemos de conseguir del niño sordo un adulto sordo, con posibilidades de acercarse al oyente. El método de enseñanza de la "comunicación total" o de la enseñanza bilingüe para sordos es el que simultanea ambas lenguas desde la etapa preescolar y primaria. Al final de la etapa preescolar, a los cinco años, los niños sordos son conscientes de que hay dos códigos, ya que por un lado comprenden y se expresan en lengua de señas, y por el otro han comenzado el aprendizaje articulatorio de los sonidos y la lectura labial. Tras la enseñanza primaria, los niños sordos son bilingües. Antes que hacer del niño sordo un adulto oyente, hemos de conseguir del niño sordo un adulto sordo, con posibilidades de acercarse al oyente. Asimismo, conviene manifestar que la educación de los niños sordos viene marcada hoy por la falta de profesionales preparados para hacer frente a la nueva corriente de la educación bilingüe. Hay que incorporar a los profesores sordos a este tipo de enseñanza, ya que nadie conoce mejor la LSE. En España todavía no contamos con ninguna universidad para sordos, como se cuenta con la universidad Gallaudet College de Washington. 49 2.4. Situación jurídica de la LSE El registro jurídico no presenta un bloque compacto (véanse Alcaraz, E., 2000; Alcaraz, E. y Hughes, B., 2002), sino que pueden distinguirse al menos cuatro variedades o géneros jurídicos: a) el legislativo o jurídico-normativo de los textos legales; b) el jurisdiccional o de los jueces (sentencias, autos, providencias, etc.); c) el administrativo o de la Administración del Estado (instancias, expedientes, etc.), y d) el notarial (testamentos, escrituras de compraventa, poderes, etc.). Es evidente que en la situación jurídica de la LSE debemos referirnos a la norma suprema de carácter general e impersonal (elaborada y aprobada por las Cortes Generales), por la que se reconocen las lenguas de señas españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. Es conocido que históricamente las personas sordas y sordociegas han sido objetos de discriminación, y en muchos sentidos siguen siéndolo, tanto en las legislaciones como en la práctica cotidiana. La comunicación de los sordos (y su plena integración social en condiciones de igualdad en dignidad y libertad) está supeditada a su nivel de adquisición de la lengua, a partir de sus propias capacidades y posibilidades relacionales (familiares y sociales) y de sus 50 experiencias educativas. Es más, en pleno siglo XXI, aún continúa el debate sobre el problema de la educación y de la integración social de los sordos, caracterizados por su altísimo nivel de analfabetismo funcional y consecuente bajísimo nivel cultural, lo que les determina al desempeño de las profesiones meno cualificadas y peor consideradas. 2.4.1. Storch, J. G. (2008) ha ofrecido los antecedentes histórico- legislativos de las lenguas de señas en el Derecho español y el panorama internacional y nacional en las lenguas de señas, así como las consideraciones jurídico-civiles de las necesarias reformas. En el mundo occidental, los vehículos de expresión y comunicación que más utilizan las personas sordas congénitas o prelocutivas entre sí (con independencia de que en determinados casos puedan usar en su relación con los oyentes el registro oral, escrito o la lectura labial) son dos: a) la lengua de señas, principalmente, y b) el alfabeto manual, complementariamente, o notación espacial del alfabeto del correspondiente registro oral. En el ámbito del Derecho internacional, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó (el 13 de diciembre de 2006) la “Convención internacional de los derechos de las personas con discapacidad”, que consagra (en su artículo 3) algunos de los principios fundamentales siguientes: 51 a) el respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual (incluida la libertad de tomar las propias decisiones) y la independencia de las personas; b) la no discriminación; c) la participación e inclusión plenas e efectivas en la sociedad; d) el respecto por la diferencia y la aceptación de las personas con discapacidad como parte de la diversidad y la condición humanas; e) la igualdad de oportunidades; f) la accesibilidad; g) la igualdad entre el hombre y la mujer, y h) el respecto a la evolución de las facultades de los niños y las niñas con discapacidad y de su derecho a preservar su identidad. Dicho texto que fue ratificado por el Estado español y entró en vigor el 3 de mayo del 2008, desempeñará un papel fundamental en la interpretación, modificación y desarrollo de la legislación nacional. En el ámbito del derecho comparado, la legislación de los distintos países del mundo (en relación con las lenguas de señas y con su reconocimiento y protección como lenguas de cultura) nos proporciona las siguientesconclusiones: a) en la casi totalidad de las Constituciones se recoge el principio de libertad de uso de cualesquiera lenguas, para los actos de comunicación privada, sin que se admita discriminación por tal 52 motivo. Expresamente se cita a las lenguas de señas, no como lenguas oficiales, sino como lenguas de especial protección en las Constituciones de Uganda (1995), África del Sur (1996), Portugal (1997), Ecuador (1998), Finlandia (1999) y Venezuela (1999); b) Igualmente, en la casi totalidad de las Constituciones se establece que los procedimientos judiciales se tramitarán en la lengua oficial, no obstante si la parte no conoce dicha lengua oficial tiene derecho a intérprete; c) en la mayor parte de las constituciones que hacen mención al derecho a la educación se establece que ésta se instrumentará en la lengua oficial (que es, salvo alguna puntual excepción, de aprendizaje obligatorio), y, opcionalmente, en la lengua materna de la minoría lingüística correspondiente, y d) en sede de legislación ordinaria (no constitucional), las lenguas de señas se recogen expresamente en muchas normas de muy diversos rangos, que pueden ordenarse por diferentes campos de aplicación, ya que como medio de comunicación (en tanto que lenguas de interés cultural), ya como instrumento de educación (directa o alternativa). La observación del panorama internacional nos muestra que las lenguas de señas, por su carácter de lenguas no territoriales y no generacionales (ya que la trasmisión se hace mayoritariamente fuera del ámbito familiar), no se han considerado como “lenguas oficiales” constitucionales, ni tan siquiera como 53 “lenguas de minorías étnicas” –salvo el caso excepcional de Nueva Zelanda–. En su lugar, se las ha considerado como “lenguas minoritarias” por su valor cultural e instrumental, y precisan de los más elevados niveles de protección posibles, a causa de la fragilidad cultural, comunicativa y social de sus usuarios. Las comunidades de señas se configuran, pues, como “comunidades virtuales” de lengua, porque forman o pueden formar parte de cualesquiera grupos humanos (diferenciados o no), pero no étnicas (es decir, de trasmisión cultural generacional en el ámbito de la familia, históricamente vinculada a un territorio), aunque reclamen y obtengan (con mayor o menor extensión y eficacia) una protección jurídica propia y adecuada a su situación vulnerable. Desde la década de los sesenta del pasado siglo, tanto en el ámbito internacional como en el nacional, se ha comenzado a vivir un cambio sobre la situación de las personas con discapacidad, en el reconocimiento de su derecho a la igualdad de oportunidades. Así, p. ej., la ONU en su Resolución 48/96 (de 20 de diciembre de 1993, y en concreto en su artículo 5º, apartado 7) ha considerado la utilización de la lengua de señas en la educación de los niños sordos, así como en sus familias y comunidades, y la prestación de servicios de interpretación de la lengua de señas para facilitar la comunicación entre las personas sordas y las demás personas. También, en el apartado 6, ha establecido la obligación de los Estados sobre la utilización de las tecnologías apropiadas para proporcionar acceso a la información oral por parte de las personas con discapacidad auditiva. 54 Así mismo, el Comité de Ministros del Consejo de Europa ha elaborado una Recomendación sobre la protección de la lengua de señas en los Estados miembros del Consejo de Europa (documento 9738 de 17 de marzo de 2003), en la que ha reconocido la lengua de señas como un medio de comunicación natural y completo, con capacidad de promover la integración de las personas con limitaciones auditivas en la sociedad, y para facilitar su acceso a la educación, el empleo y la justicia. 2.4.2 En España, la ley de “Igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad” (51/2003 de 3 de diciembre) que reconocía tanto la importancia de las lenguas de señas en la formación de las personas sordas como su libertad de elección respecto a los distintos medios utilizables para su comunicación con el contexto social, reflejaba esta nueva tendencia, y contemplaba expresamente la regulación de la lengua de señas y de los medios de apoyo a la comunicación oral. Desde el marco normativo constitucional y legal español, constituye una obligación de los poderes públicos tanto el desarrollo de medios que faciliten el acceso a la expresión verbal y escrita de la lengua oral a las personas sordas (con discapacidad auditiva y sordociegas), cuanto la configuración de una normativa básica sobre el aprendizaje, conocimiento y uso de las lenguas de señas españolas. Con el fin de superar las barreras comunicativas y conseguir la normalización social de las lenguas de señas en España se ha promulgado la “Ley 27/2007 por la que se reconocen las lenguas de señas españolas y se 55 regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de la personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas” (BOE de 24-10-2007). La ley pretende dar respuesta a la normalización de la sociedad y a la integración de las personas con discapacidad, y es consciente de que las personas con limitaciones auditivas y las sordociegas tienen diferentes necesidades, lo que implica que algunas personas pueden optar por la comunicación a través de la lengua de señas, mientras que otras prefieran la utilización de recursos que posibilitan la comunicación vía oral. La ley reconoce ese derecho de opción, y deja la elección en manos de los principales interesados: las personas con discapacidad auditiva y sordociegas, o sus padres (o tutores) en el caso de los menores. Es deber de los padres procurar que se facilite el aprendizaje de la lengua de señas, si el interés del niño sordo, (objetiva y prudentemente ponderado) lo exige. La ley busca incrementar el grado de protección y de seguridad jurídica de sus contenidos, por el cual se prevén los efectos jurídicos que llegarán a tener el aprendizaje y uso de las lenguas de señas y de los medios de apoyo a la comunicación oral. De acuerdo con ello, se aspira a que la norma legal no se limite únicamente a efectuar una declaración programática a favor de un grupo social débil, sino que va más allá. Por una parte, con el establecimiento de las vías capaces de garantizar a las personas con discapacidad auditiva el ejercicio de los derechos y libertades constitucionales, que legítimamente les corresponden como ciudadanos de un Estado social y democrático de Derecho: en especial, el libre desarrollo de su personalidad y su formación en 56 el respeto de los derechos fundamentales y libertades públicas, principalmente a través del derecho a la educación, y su plena participación en la vida política, económica, social y cultural. Y por la otra, con la previsión de una serie de medidas y garantías que tiendan a asegurar su eficacia frente a los poderes públicos y frente al resto de los ciudadanos. La presente ley determina, pues, el reconocimiento y regulación de la LSE (sin perjuicio del reconocimiento de la LSC en su comunidad de señas, y de los medios de apoyo a la comunicación oral), así como el derecho a la enseñanza / aprendizaje, conocimiento y uso de las lenguas de señas españolas. Se proponen medidas para impulsar el uso de las lenguas de señas españolas en todos los ámbitos de uso público, así como la incorporación obligatoria de dichas lenguas en el sistema educativo del Estado. Además, impone a los poderes públicos que promuevan la prestación de servicios de intérpretes en lenguas de señas españolas (con la formación necesaria y la titulación oportuna) a todas las personas sordas, con discapacidad auditiva o sordociegas, cuando lo precisen en los diferentes ámbitos públicos o privados. Finalmente, plantea la creación de dos nuevos órganos especiales que se ubicarán en el organigrama competencial del Real Patronato sobre Discapacidad: a) el CentroEspañol del Subtitulado y la Audiodescripción (CESyA), cuya finalidad consistirá en investigar, fomentar, promover iniciativas, coordinar actuaciones y extender la subtitulación y la 57 audiodescripción como medios de apoyo a la comunicación de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. Dicho Centro ya se creó anteriormente por vía reglamentaria, y se halla en pleno funcionamiento en la sede de la Universidad Carlos III, y b) el Centro de Normalización Lingüística de la LSE, cuya constitución se establece en la Ley que (a través del desarrollo de su actividad formadora e investigadora) desempeñará su cometido de fomentar (al más alto nivel académico y social) el empleo de las lenguas de señas y de velar por su buen uso. Dicho Centro contará en su plantilla con profesionales expertos en lenguas de señas y en sociolingüística, y desarrollará sus acciones a partir de consultas y de la formalización de convenios con las Universidades y las entidades representativas de las personas sordas y de sus familias. 58 59 3. CONCIENCIA LINGÜÍSTICA, ACTITUDES LINGÜÍSTICAS Y PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA 3.1. Conciencia lingüística En nuestros días, la sociolingüística plantea que la hipótesis de la relación entre el estrato sociocultural y la conciencia lingüística es muy estrecha, y que a medida que se baja en el espectro social disminuye el grado de capacidad distintiva de los sociolectos de la comunidad de habla. En particular, López Morales, H. (1989, págs. 257-79) ha demostrado que existe una relación directa entre conciencia sociolingüística hacia los sociolectos y estratificación sociocultural, conciencia que se hace más clara y definida en el sociolecto alto del espectro. 3.1.1. La conciencia sociolingüística implica, pues, por una parte el conocimiento de la existencia de distintas variedades (o variantes) y por la otra la identificación de las relaciones entre dichas variedades (o variantes) y los sociolectos socioculturales altos de la comunidad de habla. En una buena cantidad de ocasiones, la conciencia sociolingüística proporciona los criterios de “corrección” que permiten el estudio de la seguridad e inseguridad lingüísticas, es decir la identificación de determinadas variedades (o variantes) con los sociolectos altos de la comunidad de habla, al menos en 60 los casos en que funciona el prestigio general y abierto, no el encubierto. La coincidencia entre conciencia sociolingüística y actitudes lingüísticas positivas lleva a la conservación de las variedades lingüísticas, mientras que la discrepancia entre ellas determina la sustitución lingüística. La inseguridad lingüística es uno de los resultados del empleo reflexivo de una variedad, y produce una actitud purista hacia esa variedad. El purismo es, pues, una reacción general contra la rápida y profunda contaminación de una variedad por otra, y motiva el proceso de su normalización lingüística. Por supuesto que es preciso diferenciar el purismo del estándar y el del vernáculo (véanse Gimeno, F., 1986, 1988, 2008d; Gimeno, F. y Gómez, J. R., 2007). 3.2. Actitudes lingüísticas En un sentido amplio, la actitud lingüística se caracteriza como un modelo hipotético relacionado con el comportamiento lingüístico o con las respuestas verbales a cualquier conjunto de estímulos. La actitud se determina mediante un índice afectivo, cognitivo o conativo de las reacciones evaluativas, bien hacía las diferentes variedades lingüísticas, bien hacía una variable sociolingüística de una hablada, bien hacía el uso de una variedad determinadas de un ámbito específico, o bien hacía una lengua como marcador de grupo. 61 Las medidas técnicas de las actitudes lingüísticas pueden ser calificadas de análisis de contenido del tratamiento social, mediante medidas directas o indirectas, en nuestro caso, la encuesta se ha limitado a medidas directas, que observan las actitudes lingüísticas a partir de una serie de cuestiones cerradas en entrevistas personales. El criterio de prestigio ha sido manejado frecuentemente como vector que impele al cambio de código y a la sustitución lingüística, aunque debe ser especificado empíricamente, en función del propio grupo de hablantes y del contexto implicado. 3.2.1 Dentro del amplio marco de la teoría de la identidad social, una aproximación sociosicológica a los factores que influyen en la conservación y sustitución lingüística debe incluir los conceptos de percepción de la realidad etnolingüística y de percepción de los límites de grupo, así como la noción de pertenencia como miembro a múltiples grupos. La teoría de la identidad social proporciona un análisis de las estrategias de cambio social, con el fin de logra una diferenciación psicolingüística positiva que está en relación con las diferencias de estatus de las lenguas. La categorización social del mundo implica el conocimiento de nuestra propia calidad de miembros de determinados grupos. Sin embargo, la identidad social solo adquiere significado por comparación con otros grupos, y se supone que los individuos desean pertenecer a grupos que le den satisfacción y orgullo. 62 La comparación social con un grupo étnico externo sobre cierto valores (poder, recursos económicos, atributos intelectuales, etc.) tiene como resultado una identidad positiva o negativa parta los miembros del grupo, que adoptarán el último caso una o varias estrategias de movilidad social, creatividad social o de competición social, con el fin de superar las limitaciones inherentes. La mayoría de estas estrategias tiene una importante correlación lingüística (véase Gimeno, F. y M. V. Gimeno, 2003, págs. 57- 64). 3.2.2. La situación sociolingüística de la comunidad sorda valenciana tiende a materializarse en una competencia comunicativa activa en LSE, y en función familiar y escolar muestra una competencia pasiva en LE y LV, es decir, las personas sordas tienen un nivel medio de conocimiento en la lengua oral mediante la lectura labial o escrita y LSE. La explicación de la competencia comunicativa corre a cargo de una serie de elementos subyacentes como son la conciencia lingüística, las creencias y, sobre todo, las actitudes de los hablantes y de la comunidad de habla, según H. López Morales (1989, pág.188). En este sentido, esta situación sociolingüística de las comunidades sordas viene determinada por la diglosia amplia estable entre la LSE y la LE, y que a su vez, es eminentemente enriquecedora para la comunidad sorda. De modo que, hoy la actitud lingüística negativa de la comunidades sordas 63 hacia la LE, está marcada por la influencia de la LSE dentro del sistema educativo1. Por otra parte, la situación sociolingüística de las comunidades sordas2, muestra una actitud lingüística negativa hacia la lengua española oral y la LSE en el ámbito público. Así pues, el conocimiento de la lengua española oral por parte de un número de personas sordas sería el sociolecto marcado por el estigma social en el contexto sordo de la comunidad sorda valenciana propiamente dicha. La lengua de señas sería el sociolecto no marcado en el contexto sordo de las comunidades sordas valencianas. Por consiguiente, la jerarquización de funciones caracterizaría esta fase multilingüe de la diglosia estable, y suscitaría la oposición sociolingüística LSE/LE oral en función de la persona Sorda/sorda3 (véase tabla I). 1 Hoy podemos constatar que hay un cierto sentimiento de odio hacia la LE por parte de algunos miembros de las Comunidades Sordas. Este sentimiento de odio, se modificaría si la LSE estuviera presente dentro del sistema educativo, de modo que la actitud lingüística hacia la LE cambiaría a positiva. No obstante, hoy se está aplicando la enseñanza bilingüe, en la que se introduce la LSE, como primera lengua y a partir de los 3-4 años la LE, de modo que está actitud lingüística hacia la LE está desapareciendo. 2 Para poder interpretar los resultados, se habrá que tener en cuenta el
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