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PEDAGOGIA - ASIA

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ASIA
Asia, el más grande de los seis continentes que constituyen la Tierra. Incluidas las regiones insulares, abarca un área de unos 44.936.000 km2: aproximadamente, una tercera parte de la superficie terrestre. Sus habitantes representan tres quintas partes de la población total del mundo. A finales de la década de 1990, Asia tenía más de 3.400 millones de habitantes.
Situada casi en su totalidad en el hemisferio norte, Asia limita al norte con el océano Glacial Ártico; al este, con el estrecho de Bering y el océano Pacífico; al sur, con el océano Índico, y al suroeste, con el mar Rojo y el mar Mediterráneo. Al oeste, la frontera convencional entre Europa y Asia, marcada por los Urales, se prolonga hacia el sur por el río Ural hasta el mar Caspio, continuando después hacia el oeste por el Cáucaso hasta el mar Negro. Muchos geógrafos prefieren considerar la masa continental formada por Europa y Asia un solo continente, denominado Eurasia.
La tierra firme del continente asiático se extiende desde el extremo meridional de Malaca hasta el cabo Chelyuskin, en Siberia. Su punto más occidental es el cabo Baba, al noroeste de Turquía, y su punto más oriental es el cabo Dezhneva, al noroeste de Siberia. El mayor ensanchamiento del continente de este a oeste, su mayor amplitud longitudinal, alcanza los 8.500 km aproximadamente. En Asia se hallan el punto más bajo de la superficie terrestre, la costa del mar Muerto (395 m por debajo del nivel del mar) y el punto más alto, el monte Everest (a 8.848 m sobre el nivel del mar).
Al sureste de la masa continental hay un conjunto impresionante de archipiélagos e islas, que se extiende, hacia el este, hasta Oceanía. Este conjunto está formado por las islas de Filipinas e Indonesia, que, a su vez, incluye las islas de Sumatra, Java, Célebes (Sulawesi), Borneo y Nueva Guinea. Al norte se extienden Taiwan, las islas que constituyen Japón y Sajalín. Por su parte, Sri Lanka y grupos de islas menores, como Maldivas y las islas Andamán y Nicobar están situadas en el océano Índico.
A causa de sus enormes dimensiones y carácter diverso, Asia se divide por comodidad en cinco regiones principales. Éstas son: la región asiática de la antigua Unión Soviética (conocida como Asia central soviética), que incluye Siberia, Asia centro-occidental y la vertiente meridional del Cáucaso; Asia oriental, que comprende China, Tíbet, Mongolia, Corea del Norte y Corea del Sur y Japón; el Sureste asiático, que comprende Myanmar (antigua Birmania), Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Malaysia, Singapur, Indonesia, Brunei y Filipinas; Asia meridional, que abarca India, Bangladesh, Pakistán, Sri Lanka, Nepal y Bután; y el Suroeste asiático, que comprende Afganistán y los países integrantes de la región que normalmente se denomina Oriente Próximo—Irán, Irak, Turquía, Siria, Líbano, Israel, Jordania, Kuwait, Arabia Saudí y el resto de los estados de la península Arábiga.
El continente, no obstante, también se puede dividir en dos grandes áreas culturales, entendiendo por tal aspectos étnicos, lingüísticos y religiosos: una gran área que se podría denominar espacio cultural suroriental (el Este y el Sureste asiático), en el que primarían los pueblos mongoloides (xantodermos), las lenguas chinotibetanas y malayo-polinesias y las religiones budista y sintoísta; y otra llamada espacio cultural centro-suroccidental (la región asiática de la antigua Unión Soviética, el Suroeste asiático y Asia meridional), caracterizado por la presencia de pequeñas poblaciones mongoloides en la primera de ellas junto a grupos leucodermos (caucasoides), mayoritarios en las otras dos regiones, y en donde las lenguas más habladas son las semíticas, las indoeuropeas y las altaicas, y las religiones predominantes el islam, el hinduismo y, en menor medida, el cristianismo.
	
	
	ENTORNO NATURAL
Al contrario que en otros continentes, el interior de Asia está formado por montañas, mesetas y depresiones estructurales intermedias. El núcleo montañoso, localizado al sur del centro geométrico del continente, está integrado por el Himalaya y sus cordilleras asociadas, y por la meseta del Tíbet. Alrededor de este núcleo central hay cuatro importantes regiones mesetarias (Siberia, China occidental, India meridional y la península Arábiga) y varias grandes depresiones estructurales y llanuras fluviales (como es el caso de Arabia).
	
	
	· Historia geológica
De acuerdo con la teoría de la tectónica de placas, la superficie de la corteza terrestre consta de enormes placas continentales y oceánicas, que en su mayoría están en continuo movimiento. De ellas, la más grande es la placa continental euroasiática. Partes de esta placa están compuestas por algunas de las rocas más antiguas encontradas en la Tierra, las de la era precámbrica (desde hace 4.650 millones de años hasta hace 570 millones), que actualmente se hallan en el escudo de Angará, en Siberia oriental, en gran parte de la península Arábiga, y al sur de la India, en la placa indo-gangeática.
Durante la mayor parte del paleozoico y el mesozoico (desde hace 570 millones de años hasta hace 65 millones de años), un extenso mar, conocido como el mar de Tetis, cubría una gran parte del interior de Eurasia y extendió espesos depósitos que con el tiempo se convirtieron en formaciones sedimentarias y metamórficas. Hace 30 millones de años aproximadamente, el subcontinente indogangeático, que se había desgajado del Sureste asiático y derivaba hacia el Noroeste, comenzó a presionar por debajo de la placa continental euroasiática y creó una enorme fosa que, más tarde, cubierta de sedimentos, formó la placa indogangeática. Al mismo tiempo, generó una tremenda presión que hizo que el margen meridional de la placa continental euroasiática se plegara en una serie de cadenas montañosas, de las cuales el Himalaya es la más notable.
La teoría de la tectónica de placas también ayuda a explicar la formación arqueada de las cordilleras, penínsulas y archipiélagos de Asia, así como la inestabilidad volcánica y tectónica de Asia meridional y del Sureste asiático. Al este de Asia, la fuerza primigenia fue producida por la placa del océano Pacífico, que en su movimiento hacia el Oeste empujó por debajo la placa continental euroasiática. Japón, Taiwan, las islas Kuriles, el archipiélago Ryūkyū y las islas Filipinas son producto de estas fuerzas. En el Sureste asiático, la situación se complica con los movimientos relativos de las placas de los océanos Índico y Pacífico; este movimiento ayuda a explicar la formación de las zonas montañosas, en dirección norte-sur, de la tierra firme del Sureste asiático y la actividad volcánica que caracteriza a la mayor parte del archipiélago indonesio.
	
	
	· Regiones fisiográficas
El sistema fisiográfico asiático se centra en el Pamir Knot, una elevada región mesetaria, conocida como ‘el techo del mundo’, situada en el área fronteriza de India, China, Tayikistán, Pakistán y Afganistán; aquí, varios picos superan los 6.100 m. Desde el Pamir hacia el oeste, avanzando en espiral, se encuentra el Hindu Kush y su prolongación a través del norte de Irán, los montes Elburz. Más allá de este último están las cordilleras del Cáucaso, entre el mar Caspio y el mar Negro, y los montes Septentrionales de Anatolia (Kuzey Anadolu Daglari), a lo largo del mar Negro, en Turquía. Al sureste se encuentra el Gran Himalaya, que se prolonga paralelo a las menores, pero aún grandes, cordilleras situadas al norte y sur. Juntas, estas cordilleras forman un impresionante arco de este a oeste, de unos 2.500 km de longitud, que alberga numerosos picos que superan los 6.100 m, incluido el monte Everest. La alta cordillera Karakorum, que se extiende desde el este y el noroeste del Pamir, conduce a una de las secciones de los montes Kunlun, conocida como montes Altun (o Altun Shan). Esta línea de montañas continúa hacia el este a menor altura, como en el Nan Ling (Nan Shan), que se convierte en la cordillera Qin Ling (Ch’in Ling) al norte de China, y marca la gran división climática entre Chinaseptentrional y meridional. Entre el Himalaya y las cordilleras Karakorum-Kunlun se halla la meseta Tibetana, que tiene una altitud media entre los 3.660 m y los 4.570 m aproximadamente. Desde el Pamir, extendiéndose hacia el noroeste, está situado el gran Tian Shan, también con cumbres que superan los 6.100 m, que disminuye en altitud al aproximarse a las fronteras de Mongolia. Al noreste, la cordillera de Altái se extiende hacia el interior de la República de Mongolia. Más allá se hallan las cordilleras Sayan, Yablonovi y Stanovói, en Siberia oriental; estas dos últimas, en cambio, no son parte del núcleo montañoso.
Al norte del núcleo montañoso central existen varias depresiones estructurales importantes. Más al norte, entre el Tien Shan y los montes Altái, se halla la cuenca de Dzungaria, perteneciente a China. Al sur, entre el Tien Shan y las cordilleras Karakorum y Kunlun, se extiende la vasta cuenca de Tarim, en la que se encuentra uno de los desiertos más grandes de la latitud media, el Takla Makan. Finalmente, rodeada por el Kunlun y el Altun, está la profunda cuenca Qaidam (Tsaidam).
Los tipos de suelo varían enormemente. Siberia está cubierta por los suelos de bosque ácido, típicos de la tundra y la taiga; además, el permafrost es frecuente, y el drenaje, por lo común, pobre. Estos suelos se funden con suelos de tierra oscura de pradera, estepa y desierto a lo largo de una enorme franja que se extiende desde China meridional hasta el mar Negro, por un lado, y hasta el Sureste asiático, por otro. Los suelos oscuros de estepa, los más fértiles de Asia, se hallan al norte de China central y al sur de Siberia occidental. En Asia oriental y meridional, los suelos más valiosos para la agricultura son los aluviales, situados en los valles inferiores de los grandes ríos, especialmente el Indo y el Ganges. Estos suelos constituyen la mayor parte del terreno agrícola de uso intensivo en Asia. En regiones situadas en latitudes más bajas hay suelos tropicales, que en general son poco fértiles. Estos suelos se transforman paulatinamente, hacia el norte, en suelos con mayor contenido de humus, algo más feraces.
	
	
	· Red fluvial
El núcleo montañoso de Asia podría compararse con el eje de una rueda colosal, cuyos radios son grandes ríos que fluyen en todas las direcciones. Siete de estos ríos están entre los doce más largos del mundo. Los ríos Lena, Yeniséi y Obi fluyen hacia el norte, desde el margen septentrional y las estribaciones localizadas al noreste del núcleo montañoso hasta los límites del hielo del océano Ártico. Estos ríos fluyen a lo largo de vastas llanuras aluviales, con una capa de permafrost subyacente. Al este, desde las vertientes del Tien Shan y el Pamir, se hallan ríos como el Ili, el Sir Daria y el Amu Daria, que desembocan en mares interiores: el río Ili desagua en el lago Baljash, mientras que los otros dos lo hacen en el mar de Aral. Estos ríos, junto al río Zeravshan y otros menores del norte del Tíbet, China occidental y Mongolia meridional, constituyen la gran cuenca fluvial de Asia, con 10 millones de km2 de superficie.
Al sur, sureste y este los grandes ríos fluyen a través de enormes llanuras. De suroeste a noreste, estos ríos son el Indo, el Ganges, el Brahmaputra, el Saluén, el Mekong, el Yangzi Jiang, el Huang He (o río Amarillo) y el Amur. Todos ellos, alimentados por glaciares o nieve, nacen en el interior o en los márgenes del núcleo montañoso.
	
	
	· Clima
El clima del continente es tan variado como la configuración de su superficie —abarca desde el bosque ecuatorial a la tundra ártica—. En su mayor parte, la zona septentrional de Asia está dominada por el movimiento de las masas de aire polar continentales, que se desplazan desde Siberia occidental hasta el norte del Pacífico. Los inviernos son largos y rigurosos, los veranos cortos y fríos y las precipitaciones anuales leves. Un clima similar es típico de la meseta del Tíbet y otras zonas altas. Las regiones interiores tienen clima desértico de latitud media o semiárido, con inviernos severos y veranos entre templados y cálidos; las precipitaciones medias anuales son inferiores a los 230 milímetros.
Sin embargo, los extremos meridionales y orientales del continente se caracterizan por los vientos monzónicos, que en invierno soplan desde el frío interior hacia el sur y el este, y en verano desde los océanos, en dirección norte, hacia las tierras más cálidas. La mayoría de los extremos de Asia tienen un invierno seco, que varía de helado a frío, y un verano caluroso y húmedo, con fuertes concentraciones de precipitaciones en los meses de verano. Aunque el término monzónico se aplica a todos los climas de Asia oriental y meridional, el verdadero monzón sólo es típico de una parte del subcontinente indio y Myanmar; en estas áreas, la media de precipitaciones anuales supera los 2.000 mm. En otras regiones de Asia meridional y oriental, las precipitaciones están, o bien menos concentradas en el verano, o bien distribuidas de manera uniforme a lo largo del año. Gran parte del Sureste asiático recibe corrientes de aire marítimo desde el océano Pacífico occidental en forma de efecto monzón. En los lugares donde intervienen los factores orográficos (es decir, la existencia de montañas), es probable que el invierno sea húmedo, como ocurre en las áreas costeras de Filipinas, Vietnam, Malaysia y parte de la India meridional. Las áreas costeras del Sureste asiático también soportan destructivos tifones, que se originan en el Pacífico occidental y la parte septentrional del mar de la China Meridional.
El suroeste de Asia tiene un régimen climático diferente, característico de la zona mediterránea. Está dominado por una franja de altas presiones con masas de aire seco, relativamente estables, que se mueven lentamente de oeste a este llevando lluvias invernales y después se trasladan al norte de la India. El promedio de precipitaciones anuales es leve y prevalece el clima de estepa y desierto semiárido. Este régimen climático se extiende hasta el noroeste de la India.
	
	
	· Flora
La flora en Asia es extraordinariamente variada y mantiene una íntima relación con los cambios en el suelo y el clima. En las lejanas extensiones septentrionales del continente, como Siberia, predomina la vegetación de tundra y taiga. La primera está compuesta por musgo y líquenes, principalmente; la segunda está formada en gran parte por bosques de alerce, pino, abeto y picea. Al sur de la taiga existen grandes zonas de praderas en dirección este-oeste. Al sur, éstas ceden su lugar a un desierto de matorral en el que la aridez se incrementa, al igual que en las cuencas situadas entre el núcleo montañoso y su periferia y en gran parte del suroeste de Asia.
Al sur, sureste y este de Asia, en las latitudes más bajas, predomina el bosque tropical y ecuatorial, donde con frecuencia hay precipitaciones abundantes durante todo el año. La exuberante selva tropical de árboles de hoja perenne abunda en especies como la teca, el eucalipto, el roble y variedades de bambú y palmera. Al norte del ecuador existe un bosque tropical más abierto llamado monzónico. A su vez, éste se confunde al norte con un bosque subtropical perenne, como en China y el sur de Japón. En latitudes medias predominan los bosques en los que se mezclan árboles caducifolios y coníferas; éstos se funden con una región de bosques de coníferas al norte.
	
	
	· Fauna
La fauna de Asia es tan diversa como los climas, suelos y vegetación del continente. Las regiones septentrionales son ricas en especies con pelaje espeso como el oso pardo, la nutria, la marta cibelina, el armiño y el lobo, además de una impresionante variedad de aves. Las estepas y las regiones semiáridas son el hogar del antílope y numerosos roedores, como la liebre y el ratón de campo. Hay peces de agua dulce en todo el continente; el lago Baikal es notable por su fauna característica, aunque la fuerte polución industrial amenaza la supervivencia de muchas especies. Hay ovejas y cabras salvajes en las montañas, en tantoque el yak salvaje habita en el Tíbet. La fauna está más dispersa en las regiones de desierto cálido del sureste y el sur de Asia, donde el animal nativo más famoso, el león asiático, casi se ha extinguido. Sin embargo, hienas y chacales son frecuentes en esta zona. La fauna nativa de las regiones más húmedas del este y sureste de Asia ha sido diezmada por los efectos de siglos de ocupación humana, sobre todo a causa de la pérdida de su hábitat y sus zonas de caza. Los monos, en cambio, son muy abundantes en las áreas meridionales, mientras que aún existen ejemplares de tigre indio, aunque en un número alarmantemente escaso, en partes del sur y sureste de Asia. Abundan las aves, serpientes y lagartos, y distintos tipos de cocodrilos están ampliamente distribuidos. Simios salvajes como el gibón y el orangután, muy disperso, son propios del Sureste asiático. Muchos tipos de ciervos y antílopes habitan también las áreas menos pobladas, como Borneo, donde abundan las ardillas voladoras y las ratas arborícolas. Entre los animales insólitos se hallan los poco comunes rinocerontes del Sureste asiático, el elefante asiático, el tapir, el pangolín y el búfalo salvaje de la India y del Sureste asiático.
	
	
	· Recursos minerales
Asia es enormemente rica en recursos minerales. Gran parte del continente —el Tíbet, por ejemplo— aún no ha sido explorada geológicamente. Existen enormes y abundantes yacimientos de carbón en China septentrional y el noreste de la India; en otras partes del continente hay depósitos de menor importancia. Los yacimientos de petróleo y gas natural están bien distribuidos, pero las mayores concentraciones se encuentran en el interior del golfo Pérsico, en partes de Indonesia, en el norte y el interior de China, en las costas del mar Caspio y en las llanuras de Siberia occidental. Existen grandes reservas cerca de las costas de China, Indonesia, Malaysia e India occidental. Los metales se hallan relativamente dispersos en el suroeste de Asia, con la excepción de Turquía, el principal productor de cromo. En todo el continente, los minerales metálicos de varios tipos se reparten regularmente. China y Siberia tienen importantes reservas. Malaysia, Tailandia e Indonesia son extremadamente ricas en estaño, India lo es en mineral de hierro y manganeso; otros importantes recursos minerales son el oro, la plata, el uranio, el cobre, el plomo y el cinc; las piedras preciosas, como el diamante, se encuentran en Siberia; en el sur y sureste de Asia existen diamantes, al igual que zafiros y rubíes.
	
	
	POBLACIÓN
En Asia hay más diversidad de pueblos que en cualquier otro continente. Dichos pueblos se hallan muy concentrados en una pequeña porción del área continental, principalmente en el sur y el este de Asia. La densidad media de población en las zonas septentrionales e interiores, al igual que en la mayor parte del suroeste de Asia, es inferior respecto al resto de las regiones del continente asiático, sobre todo las zonas litorales. Mongolia tiene la menor densidad de población de todos los países del mundo (menos de 2 hab/km2). Los habitantes de estas áreas viven sobre todo en los oasis de río, como sucede en Tashkent, donde la densidad de población es bastante alta. En Siberia, los núcleos de población se localizan principalmente en las zonas situadas a lo largo de la línea férrea del Transiberiano y sus ramificaciones. En Asia oriental, el Sureste asiático y la mayor parte de Asia meridional, los habitantes se apiñan en zonas relativamente pequeñas de las llanuras ribereñas. La densidad de población puede sobrepasar los 4.000 hab/km2. Singapur es el país más poblado del mundo, con una media de más de 4.400 hab/km2. En China, el 90% de sus 1.185 millones de habitantes se concentran en el tercio oriental del país. Incluso en países muy industrializados, como Japón, la mayoría de los habitantes viven en las limitadas y escasas zonas llanas, donde se encuentran las ciudades más grandes.
	
	
	· Etnología y lenguas
Los pueblos mongoloides predominan en Asia oriental (China, Corea, Japón) y la parte continental del Sureste asiático, aunque también habitan áreas del Himalaya y el Tíbet, extendiéndose a través de Mongolia hacia Siberia oriental; las etnias malayo-polinesias, por su parte, predominan en los archipiélagos del Sureste asiático. En el sur de Asia, cerca de una tercera parte de la población está formada por pueblos indoafganos del grupo caucasoide, parecidos a los pueblos de Oriente Próximo, si bien en los estados de la India oriental y meridional y en el norte de Sri Lanka los pueblos melanoindios, de piel más oscura y que hablan lenguas dravídicas, son el grupo dominante. Los pueblos caucasoides son mayoritarios en el suroeste de Asia y gran parte de Asia central, mientras que en Siberia (central y occidental) constituyen el principal componente étnico, al que le siguen los mongoloides del grupo uraliano.
Al comentar la diversidad de la población asiática es más significativo hacer referencia a las etnias. La cultura sínica y las culturas influidas por ésta, que poseen sus propias lenguas, son características de Asia oriental; estos pueblos incluyen a chinos, tibetanos, mongoles, coreanos y japoneses. En el Sureste asiático hay una mayor diversidad, aunque la mayoría de la población de sus archipiélagos y penínsulas es malaya. Birmanos, thai, vietnamitas y jemeres habitan las zonas continentales del Sureste asiático, junto a otros grupos etnolingüísticos. En Asia meridional los pueblos que habitan el norte hablan una variedad de hindi relacionada con las lenguas indoeuropeas, pero en el sur son más importantes las lenguas dravídicas de los pueblos nativos de la península Indostánica. En el suroeste de Asia, las lenguas más importantes son persa (farsi), árabe, turco y hebreo, que identifican a varios grupos étnicos. Las lenguas altaicas son numerosas en Asia central y China occidental, aunque hoy en día el ruso es la lengua dominante en Siberia.
	
	
	· Demografía
La población total del continente supera los 3.400 millones de habitantes. Asia oriental tiene cerca de 1.300 millones de habitantes; el Sureste asiático, alrededor de 450 millones; Asia meridional, 1.100 millones aproximadamente; el suroeste de Asia, alrededor de 200 millones y el Asia central ex-soviética, al menos 100 millones. La densidad de población, 71 hab/km2, es la segunda más alta de todos los continentes, pero la población está distribuida muy irregularmente.
En su mayor parte, los habitantes de Asia son agricultores, aunque el proceso de urbanización se ha desarrollado rápidamente en las últimas décadas. La población urbana es mayoritaria en Japón, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Jordania, Siria, Israel, Irán, Irak, Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos. Filipinas y Malaysia también tienen una población urbana considerable. Con la excepción de los núcleos urbanos de China y de partes del suroeste y centro de Asia, las grandes ciudades son una innovación asociada casi exclusivamente con la expansión colonial europea a comienzos del siglo XVI. El litoral del sur y sureste de Asia está salpicado de grandes ciudades que adquirieron su actual importancia como resultado del dominio económico y político europeo; entre éstas se encuentran Karachi, Bombay, Colombo, Madrás, Calcuta, Yangon (antigua Rangún), George Town (antigua Pinang), Kuala Lumpur, Singapur, Yakarta, Surabaya, Manila, Ho Chi Minh (antigua Saigón), Phnom Penh y Hanoi. Bangkok no es un antiguo centro colonial, pero tiene muchos aspectos en común con la mayoría de las ciudades. Incluso en China, el impacto europeo tuvo una fuerte influencia en muchas de las grandes ciudades costeras.
Actualmente, más del 75% de la población japonesa es urbana. En gran parte del resto de los países, la población urbana oscila entre el 20% y el 40%. En el centro y suroeste de Asia, los tradicionales métodos de construcción de ciudades fueron reforzados por la cultura musulmana. Así surgieron ciudades como Teherán, Bagdad, Damasco, Jerusalén y Estambul.La urbanización más moderna se refleja en ciudades como Tel Aviv-Yafo, Tashkent, Beirut y Ankara. Aun así, en algunos países del suroeste y centro del continente, la población urbana es bastante reducida en proporción con el total. Sin embargo, ésta supone más de la mitad de la población urbana mundial y esa proporción se incrementará en el futuro, debido a que las ciudades asiáticas están doblando la tasa de la población global.
El crecimiento urbano se refleja en la emigración y el rápido aumento de la población en la mayoría de los países. La tasa de población se incrementa en todo el continente alrededor del 1,8% al año. Varios países tienen tasas de crecimiento significativamente bajas, como Japón, China y Singapur. Aunque los pronósticos indican grandes y rápidos incrementos en la población asiática, las tasas de crecimiento en descenso de China, Filipinas e India sugieren que la explosión demográfica es improbable. No obstante, la población de todos los países asiáticos es joven, lo que hace previsible que en el futuro continúe creciendo, así como el número de nuevos obreros que se incorporan al mercado de trabajo cada año en países poco preparados para proporcionarles empleo.
	
	
	· Religión
Asia acoge las principales religiones del mundo, y así como otras creencias menos difundidas. El judaísmo, el cristianismo y el islam nacieron en el suroeste de Asia; el budismo y el hinduismo, en India; y la llamada religión china, compuesta por elementos confucianistas y taoístas, al igual que el culto a los antepasados, en China. Aunque su impacto histórico, directo e indirecto, fue muy importante, en la actualidad el cristianismo sólo es practicado por un pequeño número de asiáticos (sobre todo en Filipinas y Corea del Sur). Actualmente, el budismo, aunque es una religión minoritaria en su país de origen, India, ha conseguido extenderse por Asia por dos áreas diferentes adoptando liturgias diferenciadas: a través del interior de Asia y hacia el Sureste asiático, donde es la principal religión el budismo Theravada, que tiene adeptos en Myanmar, Tailandia, Camboya y Laos; y el budismo Mahayana, importante en Japón, Vietnam y China. El islam domina el centro y el suroeste de Asia, y tiene gran importancia en Asia meridional, región en la que destacan Pakistán y Bangladesh como países predominantemente musulmanes. Indonesia, en el Sureste asiático, también tiene mayoría musulmana. Varias ciudades del suroeste de Asia son importantes centros de peregrinación religiosa; entre ellos destacan La Meca, Medina y Jerusalén.
	
	
	DESARROLLO ECONÓMICO
Muchas zonas de Asia están económicamente subdesarrolladas. Un elevado porcentaje de la población del continente se dedica a la agricultura, pese a lo cual gran parte de la actividad agrícola se caracteriza por cosechas y productividad laboral relativamente bajas. En conjunto, una minoría de los asiáticos está empleada en actividades de manufactura; en muchas ocasiones los centros urbanos y las industrias no se han integrado adecuadamente con el sector rural. Los sistemas de transporte locales e internacionales de los países asiáticos todavía están poco desarrollados en muchas zonas, pero han mejorado notablemente en los últimos años.
Sin embargo, hay un creciente número de excepciones. Japón ha modernizado con éxito su economía, al igual que Israel, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y, en menor grado, Indonesia, Malaysia, Tailandia, Turquía y los estados petrolíferos de la península Arábiga. En general han conseguido tasas de crecimiento económico que superan el 5% anual, un porcentaje que se aleja de sus tasas de crecimiento demográfico. En cambio, aunque los países del suroeste de Asia han hecho progresos, la distribución de los ingresos ha quedado más concentrada que en otros países. Estimulada por las inversiones extranjeras a gran escala, la rápida privatización y la industrialización, la República Popular China consiguió el crecimiento más rápido de Asia a principios de la década de 1990. Se estima que la economía china creció un 12% en 1992, aunque los niveles de renta per cápita permanecieron relativamente bajos. Vietnam y Laos, dos de los países más pobres de Asia, están empezando a conseguir un significativo crecimiento económico y a captar un notable nivel de inversión extranjera.
	
	
	· Agricultura
La mayor parte del suelo asiático resulta inadecuado para la agricultura: menos de la tercera parte es de uso productivo. En general, la unidad básica de producción es la aldea, no la granja. Al sur, sureste y este de Asia, la agricultura se caracteriza por tener pequeñas parcelas en llanuras aluviales, demasiados habitantes en muy poco terreno, producción dedicada en su mayor parte a la subsistencia, altas tasas de arrendamiento (excepto en los países comunistas), fuerte dependencia de los cereales y otros productos alimenticios y tecnologías anticuadas. El arroz es el alimento básico del sur, sureste y este de Asia. Normalmente crece en condiciones de humedad. En el sur y sureste de Asia las cosechas son relativamente bajas, las instalaciones de regadío controlado están desigualmente desarrolladas y se practica el doble cultivo. Sin embargo, en India y Pakistán los sistemas de regadío y la introducción de variedades de semillas de alto rendimiento desde la década de 1970 han ayudado a estabilizar las cosechas anuales y a incrementar significativamente la producción total. En la actualidad, Pakistán exporta arroz, mientras que Japón ha demostrado cómo se puede conseguir un gran incremento en las cosechas y la producción de arroz mediante la introducción de variedades de alto rendimiento, la cuidadosa administración del agua, la aplicación de fertilizantes y la eliminación del latifundio en un sistema agrícola todavía basado en las pequeñas granjas.
Las nuevas variedades de arroz, altamente productivas, se han distribuido extensamente en muchas partes del Sureste asiático, así como en India y Pakistán, desde finales de la década de 1960 (la llamada ‘revolución verde’), y la producción se ha elevado, aunque no tanto como se esperaba. La media de las cosechas arroceras de India, Tailandia y Myanmar sólo alcanza la tercera parte de las cosechas de Japón. En el primero de estos países, la introducción de variedades de trigo de alto rendimiento, desarrolladas en México, ha tenido un impresionante impacto en las cosechas de ciertas áreas: el trigo es ahora el segundo cultivo más importante del país.
Las plantaciones agrícolas a gran escala situadas en latitudes más bajas contrastan de manera muy acusada con la predominante producción de subsistencia que las rodea. En las plantaciones se produce caucho, aceite de palma, derivados del coco, té, piña, fibra de abacá y otros cultivos comerciales destinados a la exportación. La producción en plantaciones se inició durante el periodo colonial en el sur y sureste de Asia; muchas fincas permanecieron bajo control y propiedad extranjera. La mayoría de estos cultivos comerciales también se producen en los minifundios en cantidades considerables.
La agricultura de Asia oriental está basada en los cultivos de arroz en las zonas situadas en torno a los 35° de latitud N en China y alrededor de los 40° de latitud N en el resto de la región. En comparación con el Sureste asiático, las cosechas son abundantes, el doble cultivo es frecuente, el regadío está muy controlado y la introducción de fertilizantes es extremadamente alta, especialmente en Japón. Al norte del río Huai, en China, el trigo sustituye al arroz y a los cereales de secano, en especial sorgo y maíz, todos cultivados en la forma intensiva característica de la agricultura china. Aunque la población rural de China estaba organizada hasta hace poco en grandes entidades administrativas conocidas como comunas, el cultivo de bajo rendimiento se ha realizado básicamente en las pequeñas aldeas dentro de éstas. Se crían cerdos, aves de corral y peces (en estanques) allí donde es posible, en el norte y el sur de la región; la industria lechera y de carne de vacunosólo se desarrolla en Japón y Corea.
En las regiones más áridas del interior de Asia se cultivan cereales de secano, pero predomina el pastoreo: vacas, ovejas y caballos son los animales más importantes. La agricultura de regadío, típica de los oasis, se halla en lugares favorecidos de Asia central. Los cultivos de cereales de secano, el pastoreo nómada y los cultivos de regadío en los oasis son también característicos del suroeste de Asia. En su inmensa mayoría, sin embargo, los niveles de producción son bajos.
	
	
	· Pesca y silvicultura
La industria maderera es importante en la mayor parte de los países del Sureste asiático, en especial en Indonesia, Malaysia, Filipinas y Tailandia. La madera de teca es el principal producto de este último país. La recolección en los bosques y la agricultura itinerante son actividades importantes en las áreas boscosas interfluviales del Sureste asiático, así como en las zonas más remotas del húmedo sur de Asia y de China meridional. Sin embargo, en China y la India, la antigua zona forestal ha sido desde hace tiempo eliminada en las áreas más densamente pobladas. Destaca la industria maderera del Japón, donde extensas áreas de plantaciones de árboles, principalmente coníferas, han reemplazado gran parte de la flora original. Las reservas de madera siberianas son enormes, aunque hasta ahora han sido poco explotadas, debido, por una parte, a las dificultades climáticas y, por otra, al predominio del alerce, un árbol con menos atractivo comercial que otras especies.
Las pesquerías marítimas son extremadamente importantes en Asia. Japón es el primer país pesquero del mundo y China ocupa el segundo lugar. La industria pesquera también es notable en Rusia, Tailandia, Indonesia y Filipinas. La piscicultura, o cría de peces en viveros, es también una actividad destacada, especialmente en China. Aunque la pesca en los países pobres se destina en su mayor parte al consumo doméstico, las exportaciones de pescado seco, congelado y enlatado son cada vez mayores.
	
	
	· Minería
La minería es una actividad importante en la mayoría de los países asiáticos y un capítulo fundamental en las exportaciones de otros muchos: hay manganeso en India, estaño en Tailandia e Indonesia (ambos producen la mayor parte de las existencias mundiales de dicho metal) y mineral de cromo en Filipinas. El mineral de exportación más importante de Asia, sin embargo, es el petróleo; el Sureste asiático y, en especial, el Oriente Próximo contienen las mayores reservas petrolíferas del mundo, con la excepción de Rusia. Indonesia, y recientemente China y Malaysia, también son países exportadores. En Asia meridional (Bangladesh, Pakistán y cerca de la costa occidental de India) se explotan modestos yacimientos de petróleo y gas natural. La minería de carbón también es relevante en China, Siberia central y oriental, el noreste de India, Irán y Turquía. Otros minerales significativos son el hierro, el manganeso y el tungsteno en China; azufre, cinc y molibdeno en Japón y oro en Uzbekistán y Siberia.
	
	
	· Manufactura
En general la manufactura está poco desarrollada. Japón es la gran excepción. Este país, segunda potencia económica mundial, posee un sector industrial muy diversificado que emplea a un 25% de su mano de obra. Aparte de Japón, otros países asiáticos con una actividad industrial importante son China, Rusia, India y los llamados cuatro ‘tigres asiáticos’: Taiwan, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur. La industria manufacturera en China se concentra principalmente al noreste, en los puertos de Shanghai, Tianjin (Tientsin), Qingdao y Wuhan, y en determinadas regiones interiores donde las materias primas están disponibles; no obstante, se invierte cada vez más en las provincias meridionales. La producción china de acero es comparable a la de Gran Bretaña, aunque el volumen base per cápita continúa siendo bajo. En la India, la manufactura se concentra principalmente en Calcuta y sus alrededores, en la zona de Bombay, en el centro de la península y en otras áreas ricas en recursos minerales. La actividad fabril de Siberia se localiza cerca de los montes Urales, próxima a las áreas urbanas importantes situadas a lo largo de la línea ferroviaria del Transiberiano, como Novosibirsk, y cerca de centros aislados situados en el Lejano Oriente ruso. India es ahora una importante potencia industrial, pero su sector manufacturero sólo emplea a cerca del 10% de la población laboral; en cambio, China emplea al 15% aproximadamente. Desde la década de 1960, la industria se ha desarrollado rápidamente en Singapur, Taiwan, Corea del Sur y Hong Kong. Tailandia, Malaysia, Indonesia y Filipinas han experimentado también un notable crecimiento económico. En otros países, las industrias tienden a asociarse con la elaboración de los productos agrícolas, mineros y forestales locales (existe poca manufactura destinada a los mercados domésticos) y con el ensamblaje de maquinaria y vehículos importados de otros países.
Muchos países asiáticos prefieren desarrollar industrias de manufactura destinadas a la exportación: éstas aprovechan una mano de obra relativamente barata y se establecen en zonas dedicadas especialmente a la producción para la exportación, con impuestos incentivados para animar a los inversores. Ejemplos notables del desarrollo industrial orientado a la venta al exterior son las industrias textiles y electrónicas de Corea del Sur y la isla de Taiwan.
	
	
	· Energía
Aunque la producción total de energía se ha incrementado mucho desde la década de 1960, su consumo per cápita sigue siendo muy bajo en la mayoría de los países asiáticos. Los países con mayor desarrollo económico, como por ejemplo las antiguas repúblicas soviéticas, Japón, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Malaysia, Kuwait, Turquía, Israel y Arabia Saudí tienen unos niveles de consumo entre moderados y altos. Las fuentes de energía en muchas regiones dependen de los recursos locales, en particular de la madera. En el suroeste de Asia la fuente de energía dominante es el petróleo. El potencial hidroeléctrico de la India es enorme: más de la mitad de la electricidad generada en el país procede de la energía hidráulica. No obstante, la mayor parte de la demanda de energía de la India rural aún se cubre con la combustión de estiércol, madera y carbón vegetal. En el Sureste asiático la producción de petróleo es considerable, como en Indonesia y Brunei, pero la energía hidroeléctrica y la madera siguen siendo las principales fuentes de energía domésticas. China y Japón han demostrado que las centrales hidroeléctricas a pequeña escala pueden proveer de energía de manera efectiva a pequeñas ciudades y áreas rurales. Al parecer, China posee unas 90.000 pequeñas centrales hidroeléctricas en funcionamiento accionadas únicamente por la corriente fluvial (sin presa), situadas en su mayor parte en China meridional, además de unas veinte centrales de mayor magnitud. No obstante, el carbón sigue siendo la principal fuente de energía en China. En Japón lo es el petróleo, si bien casi todos los productos petrolíferos son importados. La potencia hidroeléctrica de Siberia es inmensa, aunque sólo recientemente se ha empezado a explotar.
	
	
	· Transporte
Un elevado porcentaje de los sistemas de transporte asiáticos están poco desarrollados. No existe un sistema de transporte terrestre que abarque todo el continente. Las líneas ferroviarias que cruzan las fronteras internacionales son escasas y poco utilizadas, como la situada entre China y las antiguas repúblicas soviéticas. La situación es similar en las carreteras y en la mayoría de los ríos navegables que no forman parte de las rutas de transporte internacionales. El río Amur, entre Rusia y China, es una excepción importante.
La práctica totalidad de las comunicaciones internacionales de Asia son aéreas o marítimas. Todos los puertos principales de Asia están conectados mediante servicios de transporte marítimos, transatlánticos y cargueros. Los servicios portuarios son variados, pero pocos puertos, apartede los de China, India, Japón, Hong Kong y Singapur, pueden acoger a los barcos de mercancías de mayor calado. Los puertos de Singapur y Hong Kong son centros de distribución de especial importancia, a los que llegan pequeños barcos cargados con reducidas remesas desde enormes distancias. Estas mercancías son más tarde embarcadas hacia el extranjero. Las líneas aéreas conectan todas las ciudades importantes. Tokio es el centro aéreo fundamental de Asia, y Bangkok el segundo, gracias a su situación de encrucijada en el Sureste asiático.
Las redes locales de transporte están muy poco extendidas en la mayoría de los países. Las zonas rurales están a menudo deficitariamente conectadas entre sí y con las grandes ciudades. Las autopistas son escasas y las carreteras rurales rara vez están asfaltadas. Japón, Corea del Sur, Malaysia, Israel, Turquía y buena parte de Filipinas son las principales excepciones. En sus partes navegables, los ríos son importantes vías comerciales, pero no todos los países poseen este tipo de rutas. En China, el río Yangzi Jiang ha sido durante mucho tiempo la arteria del transporte entre el este y el oeste; está conectado mediante canales con la llanura del norte de China. En el Sureste asiático, los ríos Mekong, Menam e Irawadi han actuado como integradores de los territorios nacionales. En India, sin embargo, los ríos han sido mucho menos relevantes como medio de transporte.
El principal medio de transporte en el continente es el ferrocarril. Japón tiene una densa red ferroviaria. A mediados de la década de 1970, China, que posee el sexto sistema ferroviario más largo del mundo, tenía conectados todos sus centros de manufactura importantes y capitales de provincia por medio del tren. Pero aun así, su capacidad todavía está por debajo de la demanda y las principales extensiones de la red están siendo construidas o proyectadas. Corea también tiene un buen servicio ferroviario. Los países del Suroeste y Sureste asiático, excepto Tailandia y Malaysia, tienen unos sistemas ferroviarios muy deficientes. En el sur de Asia el sistema ferroviario, construido originariamente por los británicos, fue dividido tras la separación territorial de India, Pakistán y Bangladesh. Las líneas ferroviarias transcaspiana y turcosiberiana son las más importantes de Asia central; la línea transiberiana y sus ramales, como la línea Baikal-Amur, es el principal sistema de transporte de la Siberia rusa.
	
	
	· Comercio
En conjunto, el continente asiático desempeña un papel comercial más importante a nivel mundial que África o Sudamérica. Un alto porcentaje de dicho comercio se mantiene con países de otros continentes. Las excepciones más importantes son: el flujo de petróleo desde el golfo Pérsico hasta Japón, los flujos inferiores desde Indonesia y Brunei a Japón, el comercio de China con Japón y otros países del Sureste asiático, y, sobre todo, el flujo de materias primas a Japón, principalmente desde el Sureste asiático, y la corriente de retorno de bienes manufacturados japoneses.
Japón figura entre los primeros países a nivel mundial en cuanto al valor de su comercio internacional, pero sólo una tercera parte, aproximadamente, se realiza con otros países asiáticos. China e India tienen una importante actividad comercial a escala internacional, incluidos países que no pertenecen al continente. Malaysia e Indonesia son destacados países exportadores de materias primas. Sin embargo, en términos de renta per cápita, todos los países, excepto Japón, Corea del Sur, Malaysia, Singapur, Hong Kong, los principales exportadores de petróleo del suroeste de Asia y algunas repúblicas de la antigua Unión Soviética están situados en posiciones inferiores dentro del sistema internacional de comercio.
	
	
	HISTORIA
Mientras que África es considerada generalmente como el lugar de nacimiento de la humanidad, se cree que Asia fue la cuna de la civilización, aunque ésta no fue única y uniforme: la gran extensión del continente asiático hizo casi inevitable que surgieran varias culturas de manera independiente. El siguiente apartado intenta mostrar las interacciones, colisiones y sucesiones de estas civilizaciones desde una perspectiva continental.
	
	
	· Antiguas civilizaciones
Además del antiguo Egipto, las primeras civilizaciones conocidas nacieron en los grandes valles fluviales del suroeste de Asia, el noroeste de India y China meridional. A pesar de sus diferencias, todas ellas tenían ciertos rasgos comunes, pues todas eran sociedades agrícolas que precisaban estructuras sociales y políticas avanzadas para mantener los sistemas de regadío y de control de las inundaciones. Debido a los ataques de los pastores nómadas de Asia central, los granjeros se vieron obligados a vivir en ciudades amuralladas para defenderse y a confiar su protección a una clase aristocrática dirigente. La invención del arado, alrededor del año 3000 a.C., redujo la necesidad del trabajo agrícola y convirtió a los agricultores en artesanos. A su vez, el incremento de las cosechas y el trabajo de los artesanos proporcionó el surgimiento de artículos comercializables, lo que favoreció el intercambio entre culturas.
	
	
	1. Mesopotamia
La tierra que acogió las culturas de Sumer y Acad en el valle del Tigris y del Éufrates, es decir, Mesopotamia, se considera la cuna de la civilización. Ya en el 3000 a.C., los sumerios irrigaban los campos gracias a canales medidos con mucha precisión, utilizaban el bronce y herramientas de piedra pulida, elaboraban tejidos y alfarería, construían templos y palacios y viajaban en carros con ruedas y en barcos. Sus precisos calendarios predecían las estaciones y su escritura cuneiforme fue conocida por numerosos pueblos hasta el siglo IV a.C. Adoraban al dios del Sol y su vida estaba regulada por leyes escritas.
Aunque el reino sumerio-acadio cayó ante invasores procedentes del Norte, Mesopotamia continuó siendo el centro de la civilización de Asia occidental hasta el siglo VI a.C. Los babilonios (1900-600 a.C. aproximadamente), los asirios (siglos IX y VII a.C.) y los caldeos (siglos VII y VI a.C.) fueron los últimos pueblos importantes que dominaron la zona. Fue el caldeo Nabucodonosor II quien destruyó Jerusalén y deportó a los judíos. Sin embargo, el judaísmo ya era una relevante fuerza religiosa. Alrededor del año 1600 a.C., invasores procedentes del suroeste de Asia y Anatolia llegaron hasta Babilonia, en ocasiones para devastar el territorio, pero la mayoría de las veces para levantar y desarrollar la civilización fundada por los sumerios.
	
	
	2. Civilizaciones indias
Ya en el año 2300 a.C., una avanzada civilización localizada en el valle del Indo, al noroeste de la India, comerciaba con Mesopotamia su algodón y sus tejidos. Al igual que en esta última, el regadío producía excedentes en las cosechas y requería un avanzado sistema social y político. Las dos principales ciudades, Mohenjo-Daro y Harappa, tenían calles rectas y alineadas, con grandes casas de dos pisos, equipadas con cañerías. Los pueblos indostánicos utilizaban la escritura, manejaban carros de ruedas y manifestaban un alto nivel de creatividad en su arte y en la elaboración de joyas y juguetes.
Entre el 1500 y el 1200 a.C., oleadas de pueblos indoeuropeos procedentes de Asia central, que usaban carros tirados por caballos, destruyeron las ciudades del Indo y más tarde se establecieron en el valle del Ganges, al noreste de la India. Las forma más antigua que se ha conservado de su lengua, una antigua lengua índica, es el sánscrito védico, que se desarrolló entre el 1500 a.C. y el 200 a.C. En este idioma fueron escritos los himnos religiosos védicos; Literatura sánscrita; Vedanta). Entre el año 900 y el 500 a.C. se establecieron en ciudades-estado gobernadas por monarcas absolutos. Dependían de la agricultura de regadío, incluido el cultivo del arroz, que posiblemente fue importado del Sureste asiático. La religión hindú, tal y como se expresa en los Veda, estableció la división jerárquica de la sociedad mediante un sistema de castasbastante complejo.
	
	
	3. Orígenes de la civilización china
La antigua civilización china empezó también a desarrollarse en un gran valle fluvial. Entre el año 3000 y el año 1600 a.C., la llanura del río Huang He (río Amarillo) sustentó a grandes comunidades de agricultores que criaban gusanos de seda y tejían hilo y telas, que enviaban a través de las rutas camelleras de Asia central. Poseían una sociedad avanzada, aunque los documentos escritos no aparecieron hasta el siglo XVI a.C., bajo la dinastía Shang, que gobernó en una serie de reinos constituidos por ciudades-estado amuralladas. Cooperaron en la expulsión de los belicosos nómadas del Norte, que a su vez desalojaron a otras tribus y desencadenaron una cadena de migraciones como la de los arios a la India.
La dinastía Chou, que reemplazó a los Shang, continuó con la organización feudal. Bajo el gobierno de los Chou orientales (770-256 a.C.), China progresó en su vida política, económica y social. El territorio chino duplicó su extensión mediante la integración del sur de Dongbei Pingyuan (Manchuria) y la cuenca del río Yangtzé, que probablemente era el mayor núcleo de población del mundo en la época. Los Chou utilizaron armas de hierro, extendieron el uso del regadío y construyeron carreteras y canales para mejorar las comunicaciones y el comercio. Desarrollaron un cuerpo burocrático bien preparado para reemplazar a los funcionarios hereditarios. Durante su dominio, cristalizaron tres importantes ramas del pensamiento chino: el confucianismo, el taoísmo y el legalismo.
	
	
	· Principales reinos antiguos
En el transcurso de once siglos, desde el año 500 a.C. al año 600 d.C., las primeras civilizaciones se expandieron y se relacionaron. Los monarcas conquistadores, como Alejandro Magno, facilitaron el intercambio cultural. Los agresivos nómadas manchurianos también causaron migraciones tribales que acercaron a grandes masas humanas a la órbita de la civilización. Ya en el año 500 d.C., las principales religiones y filosofías mundiales, con la excepción del islam, se habían propagado lejos de sus lugares de origen.
1. Interacción cultural
Uno de los primeros conquistadores, Ciro II el Grande, unificó a los pueblos de origen iraní en el reino de Persia. Después creó el Imperio persa aqueménida (550-330 a.C. aproximadamente), que extendió la cultura persa desde el mar Mediterráneo hasta el río Indo. El tercer rey aqueménida, Darío I, centralizó el gobierno del imperio y apoyó el culto zoroástrico de Ahura-Mazda, dios de la luz.
En el año 330 a.C., el Imperio persa ya había sido conquistado por Alejandro Magno, que soñaba con fundir las culturas occidental y oriental. Aunque la prematura muerte de Alejandro interrumpió este plan, sus generales introdujeron la cultura griega en los tres reinos en que fue fragmentado su Imperio helenístico. Los Seléucidas gobernaron el sector asiático, que pronto se dividió en varios estados. Uno de éstos, Bactriana, estaba situado entre las rutas comerciales Este-Oeste y Norte-Sur, a través de las cuales la seda china y el algodón indio viajaron a Grecia y a Roma, donde se cambiaban por cristal, artículos manufacturados y oro. Los elementos de la cultura griega fueron canalizados, a través de Bactriana, hacia Asia. Incluso después de que las tribus nómadas de Asia central conquistaran Bactriana, la influencia griega continuó debido a que los nuevos gobernantes kushan absorbieron la cultura helenística. Durante el siglo I d.C., el griego fue la lengua empleada en las transacciones comerciales y en las relaciones diplomáticas. En esta época, los romanos helenizados se establecieron en Asia occidental; a partir de ellos se desarrolló el Imperio romano de Oriente.
Aunque la influencia griega perduró mucho tiempo después del declive de los Seléucidas, en realidad gran parte del centro y suroeste de Asia y el norte de la India fueron dominados primero por los partos, bajo la gran dinastía de los Arsácidas (250 a.C.-226 d.C. aproximadamente), y más tarde por los persas Sasánidas (226-651 d.C.), que difundieron su cultura. La costumbre de las mujeres de maquillarse, por ejemplo, fue imitada en toda Asia; y la arquitectura, el arte y la religión persas se expandieron hacia el Este y el Oeste. Los Arsácidas y Sasánidas dominaron el comercio transcontinental, cuyo punto de llegada era el Imperio romano de Oriente, que pasó a ser conocido como el Imperio bizantino.
	
	
	2. La expansión india
El norte de la India también fue conquistado por los persas, invadido por Alejandro Magno y gobernado por los reyes griegos y por los antiguos ‘bárbaros’ de Asia central. A medida que crecieron los contactos internacionales, los elementos de la cultura india se extendieron por todo el mundo antiguo. Hinduismo y budismo pudieron haber inspirado a los filósofos griegos. Los indios, a su vez, recibieron fuertes influencias extranjeras, como muestran las figuras del periodo kushan pertenecientes a la escuela budista de Gandhara, de estilo griego. Después de que los kushan conquistaran el norte de la India en el siglo I d.C., adoptaron la cultura india, se convirtieron al budismo y estimularon su crecimiento en las ciudades-estado de Asia central y China.
Aunque los extranjeros dominaron el norte de la India durante largos periodos, las dinastías nativas alcanzaron el rango imperial: la dinastía Maurya (321-185 a.C.), cuyo gobernante más importante, Asoka, envió misioneros budistas a la India y Asia, y la dinastía Gupta (320-540 aproximadamente), bajo la cual, el arte, la arquitectura y la civilización indias alcanzaron su máximo desarrollo.
Pequeños reinos nativos dominaban India central y meridional. Los pueblos tamiles del sur fueron los primeros en colonizar el Sureste asiático en los primeros siglos de la era cristiana. Desde estas colonias los reinos nativos de influencia india de Champa (el actual Vietnam central) y Funan (actual Camboya) evolucionaron, al igual que otros estados menores en Tailandia, Birmania (actual Myanmar), Malaca y las islas indonesias.
	
	
	3. La difusión de la civilización china
Los ambiciosos emperadores de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) difundieron la civilización china hacia el oeste a través de la cuenca del río Tarim. Construyeron puestos militares avanzados a lo largo de la Gran Muralla china y en los límites del desierto, para proteger a las largas caravanas comerciales de los ataques de las tribus nómadas. Comerciantes persas, árabes e indios frecuentaban la capital Han, en tanto que los Han orientales (los últimos) probablemente tuvieron contacto directo con Roma.
En el año 105 a.C., los Han colonizaron el norte de Corea, y la cultura china subsumió los imperios coreanos de Koguryo, Silla, Paikche y Kaya. Al sur, los chinos implantaron su cultura en Vietnam, país que gobernaron directamente durante diez siglos.
Los Han alcanzaron nuevas cotas en literatura, especialmente después del inicio de la fabricación del papel, y en alfarería, escultura, pintura y música. Sus ingenieros construyeron carreteras y canales comparables a los de los romanos, y una próspera sociedad urbana intentó vivir de acuerdo con los ideales morales de Confucio.
Cuando la dinastía Han comenzó a decaer, los pueblos nómadas de la frontera se mostraron más osados en sus ataques. En los primeros siglos, oleadas de invasores turcos, mongoles y hunos provocaron rebeliones tribales y se abrieron camino hasta Europa a través de Asia central (los hunos) y, finalmente, hasta la misma Roma. Muchos chinos huyeron al sur, donde surgió un reino chino gobernado por una serie de dinastías en el valle del Yangzi. Sin embargo, a pesar de estas épocas turbulentas, la civilización china progresó con el budismo y el taoísmo como religiones dominantes. Aunque el dominio chino sobre Corea finalizó, la marcada influencia china permaneció durante el periodo coreano de los Tres Reinos (siglos IV-VII d.C.). Los coreanos se convirtieron al budismo, utilizaron los caracteres chinos en su escritura y copiaron el sistema de gobierno confuciano.La cultura sínica se extendió desde Corea hasta el reino insular de Japón, regido por el clan Yamato, que tenía sus orígenes en la legendaria diosa del sol, Amaterasu. En su expansión, los japoneses conquistaron algunas zonas de Corea en el siglo IV, pero volvieron a ser expulsados dos siglos más tarde. En esa época, los japoneses se convirtieron al budismo.
	
	
	· Dominio musulmán y mongol
Del siglo VII al XV, dos acontecimientos protagonizaron las principales novedades en el continente asiático: la difusión de la nueva religión del islam y la expansión de los mongoles, que conquistaron gran parte de Asia y amenazaron Europa. Los mongoles lucharon contra el islam, aunque en alguna ocasión lo aceptaron y fortalecieron.
	
	
	1. Auge y expansión del islam
En la Arabia del siglo VII, el profeta del islam, Mahoma, afirmó que Alá (Dios), por medio del arcángel Gabriel, le había comunicado su voluntad, que fue escrita y más tarde recogida en el Corán, uno de los grandes libros religiosos del mundo. Junto con el Hadit, las palabras y las enseñanzas de Mahoma, el Corán reguló la estructura de la sociedad y los gobiernos islámicos. Para difundir la palabra de Alá, Mahoma envió a las tribus árabes a la conquista del mundo. Él y sus sucesores, los califas Omeyas, propagaron el islam desde la India hasta el norte de África y la península Ibérica. Los Omeyas y los posteriores Abasíes gobernaron los reinos islámicos desde sus respectivos centros en Damasco y Bagdad, cuya cultura combinaba elementos bizantinos, persas, babilónicos e indios. Su principal vínculo fue la lengua árabe, que todos compartían gracias al Corán.
Los últimos Abasíes se convirtieron en títeres del grupo de mercenarios turcos Selyúcidas, procedente de Asia central, que amenazó al Bizancio cristiano. Esta amenaza, en combinación con el cierre de los Santos Lugares cristianos en Palestina, dio origen a 300 años de guerras conocidos en Occidente como las Cruzadas, que llevaron grandes ejércitos europeos a Asia occidental. Los cruzados no pudieron desalojar a los musulmanes, e incluso regresaron a Europa muy influidos por su cultura.
Cuando los mongoles tomaron Bagdad en 1258, y acabaron de esta manera con la dinastía Abasí, el islam ya había enraizado en la India. Los mercaderes musulmanes lo introdujeron en el año 711 en un país que todavía sufría las invasiones de los hunos, que habían sido interrumpidas por el benévolo y culto gobierno de la dinastía local Harsha (606-647). Los turcos y afganos musulmanes atacaron repetidamente la India y destruyeron los centros hindúes y budistas, hasta la creación del sultanato de Delhi. Aunque ralentizada por las invasiones mongolas, el sultanato continuó la expansión musulmana en la India.
A pesar de que el budismo indio fue casi destruido en el proceso, los comerciantes y misioneros indios llevaron el budismo y el hinduismo a través de todo el Sureste asiático. Allí, el reino de Champa luchó con los vietnamitas sínicos, al norte de su reino, y con los jemeres (que habían recibido una fuerte influencia india) procedentes de Angkor, en la actual Camboya, al oeste. La avanzada civilización de Angkor, con sus grandes templos de piedra, estaba destinada a desaparecer ante los Thai, que fueron expulsados del sur de China por los mongoles. El reino budista de Pagan en Birmania sufrió directamente la fuerza de los mongoles.
En Malaca y las islas situadas al este de la India, el reino de Srivijaya de Sumatra rivalizó con los Sailendras de Java, constructores de templos hindúes y budistas. A estos reinos siguieron el de Singosari (de influencia india) y el reino de Majapahit, cuyo comercio fue dominado por los mercaderes indios musulmanes en el siglo XV. Aunque Malaca y las islas se convirtieron al islam, el budismo persistió en Myanmar, Tailandia y Camboya.
	
	
	2. Influencia china y mongola
Los países que se hallaban dentro de la órbita china no se convirtieron al islam, posiblemente porque China experimentó un renacimiento cultural bajo la dinastía Tang (618-906). La influencia de la China de los Tang se extendió desde Japón hasta la cuenca de Tarim, donde bloqueó la expansión islámica. Los Tang favorecieron el gobierno confuciano, pero el budismo se desarrolló y engendró nuevas sectas como la Ch’an (Zen) que atrajo a los japoneses. La siguiente dinastía, Song (960-1279), fue expulsada del norte por las tribus jitan (o khitan) y jurchen y, del sur por los mongoles.
Mientras tanto, en Corea, el reino de Silla (660-935), que se alió con los Tang, siguió rigiéndose por la religión y la cultura chinas. Los siguientes gobernantes, la dinastía Koryo (935-1392), fueron atacados, al igual que la dinastía Song, por los jitan y los jurchen antes de caer ante los mongoles. Mientras declinaba el poder mongol, un general coreano creó la dinastía Li o Yi (1392-1910).
El renacimiento de China también afectó a los japoneses, que se reafirmaron en la adopción de la cultura china. Los edictos Taika en el siglo VII y Taiho en el siglo VIII adoptaron el gobierno y las ideas socioeconómicas chinas. La corte copió los rituales y costumbres chinas y el budismo extendió las ideas sínicas por todo el país. Mientras la nobleza provincial se hacía gradualmente más poderosa, el clan Fujiwara alcanzó el poder. Durante su reinado, conocido como el periodo Heian (794-1185) la corte japonesa alcanzó un alto grado de lujo; la poesía, la música, la danza, la pintura, el paisajismo y la olfacción de perfumes se convirtieron en las principales actividades de los cortesanos. Para acabar con este diletantismo, surgió el clan de Minamoto, dictadores militares (sogún), que gobernó en Kamakura, mientras que los emperadores desprovistos de poder reinaron en Kioto (1185-1333). El rechazo de dos invasiones mongolas debilitó tanto Kamakura que los Ashikaga accedieron al poder. Como consecuencia, Japón cayó en la anarquía feudal.
Los mongoles, que dominaron Asia durante dos siglos, surgieron de las vastas estepas asiáticas. Alcanzaron el poder bajo Gengis Kan, que utilizó hábilmente el espionaje, el fraude, el terror y hombres de talento de todas las etnias para conquistar China occidental y septentrional y zonas de Asia central. Sus hijos y nietos extendieron el Imperio mongol hasta el Turkestán occidental y meridional, Irán y Rusia. Después de conquistar el norte de China y Corea, Kublai Kan invadió el sur, donde acabó con el reinado Song y proclamó la dinastía Yuan (1279-1368).
Las expediciones mongolas contra el Sureste asiático estaban destinadas al fracaso debido a la climatología adversa, y los ataques navales contra Java y Japón tampoco tuvieron éxito. El uso de oficiales extranjeros, la corrupción, los fuertes impuestos, las inundaciones, las hambrunas y el bandolerismo provocaron el derrocamiento de los mongoles, sustituidos por la dinastía Ming (1368-1644). Durante su dominio, sin embargo, los mongoles aceleraron los intercambios culturales al mantener activo un próspero comercio intercontinental y al animar a extranjeros como Marco Polo a servir en la corte mongola en China.
	
	
	· Inicio de la dominación colonial
Con la caída de los mongoles, los imperios asiáticos rivales lucharon por el poder: los turcos otomanos, los iraníes, los mogoles de India y los chinos de las dinastías Ming y Qing (o Manchú). La desintegración política acabó con el comercio terrestre. En ese momento, mientras los nuevos países de Europa entraban en una época de exploración y colonización de los territorios asiáticos, africanos y oceánicos, los turcos otomanos aislaron el extremo occidental del continente de las rutas marítimas hacia Oriente. El resultado fue una rivalidad internacional por el comercio que sometió Asia a la invasión europea.
	
	
	1. Imperios posmongoles
Los otomanos musulmanes, que precipitaron de este modo la expansión europea, habían conquistado los restos de los Imperios seléucida y bizantino y se extendían al norte, hacia Europa. Después tomaron Constantinopla, Siria y las ciudades santas del islam, La Meca y Medina. Después del año1566, sin embargo, hubo pocos sultanes relevantes, y mientras el poder otomano declinaba, su imperio quedó sometido a las potencias rivales europeas.
Irán se restableció bajo la dinastía Safawí (1502-1736), pero después fue el campo de batalla de turcos, rusos y afganos. La posterior dinastía Qayarí (1794-1925) fue un peón en las luchas de poder europeas.
La India musulmana, como Turquía e Irán, experimentó un ligero renacimiento bajo la dinastía mogola (1526-1858), que afirmaba descender de Tamerlán y Gengis Kan. La tolerancia religiosa y la unidad política crecieron durante el largo reinado del tercer emperador, Akbar. Más tarde, en cambio, reinaron emperadores débiles en Delhi, e India comenzó un periodo de guerras con reinos musulmanes, hindúes y sijs. Dentro de este vacío de poder se movieron los constructores de imperios coloniales europeos.
	
	
	2. Expansión colonial
A mediados del siglo XIX, los poderes coloniales dominantes en Asia eran Gran Bretaña y Rusia. Los holandeses controlaban las Indias Orientales (la actual Indonesia) y el lucrativo comercio de especias que habían arrebatado a los portugueses; España gobernaba Filipinas y los franceses dominaban Indochina. Los portugueses, que habían sido los primeros en evitar a los turcos al navegar alrededor de África, habían perdido la mayor parte de sus fortalezas y posesiones. Asia fue desgarrada por la rivalidad entre las grandes potencias. En la India, por ejemplo, durante las guerras entre franceses y británicos del siglo XVIII, ambos bandos utilizaron soldados indios, conocidos como cipayos.
Tras derrotar a los franceses a finales del siglo XVIII, los británicos se expandieron por el subcontinente indio, se anexionaron algunos estados y ofrecieron protección a otros, hasta que en 1850 lo controlaron por entero. El descontento indio con la autoridad británica estalló en la Rebelión de los cipayos de 1857, conocida en la historiografía anglosajona como Rebelión india o Motín indio. Aunque fue reprimido sangrientamente, el motín provocó reformas que perpetuaron el control británico durante casi un siglo más.
Desde la India, los británicos avanzaron hacia Birmania (actual Myanmar) y la península de Malaca. Dos guerras anglo-birmanas (1824-1826 y 1852) le costaron a Birmania la pérdida de su litoral. Los británicos extendieron su protección sobre los estados musulmanes de la península Malaya y tomaron posesión directa de importantes centros comerciales de Singapur, Pinang y Malaca. Aunque Gran Bretaña también amenazó a Siam (actual Tailandia), el reino Thai cedió sus posesiones a varios estados de Malaca a fin de mantener su independencia.
Los franceses perdieron su territorio en la India, pero, a cambio, ganaron influencia en Indochina. Después de 1400 Vietnam se había dividido en dos países, pero fue reunificado en el siglo XIX por la dinastía sureña de Nguyen que se aprovechó de la ayuda militar francesa. Los Nguyen invadieron Camboya y Laos, pero su persecución de cristianos provocó que los franceses se anexionaran el sur y que el protectorado galo se extendiera sobre toda Camboya.
La expansión rusa en Asia superó ampliamente a la de los británicos en extensión y fue completada mucho antes. Ya en 1632 comerciantes rusos y cosacos habían alcanzado el Pacífico. Los soldados y los burócratas les siguieron, construyeron fuertes y recaudaron impuestos entre los pueblos nativos. Rusia avanzó hacia Turkestán en 1750 y se reafirmó en sus demandas sobre el Cáucaso en el año 1828.
	
	
	3. El final del aislamiento
La experiencia china con los europeos durante este periodo fue muy diferente. Un próspero comercio entre Europa y China marcó las primeras etapas de las dinastías Ming y Qing. Los primeros Ming aumentaron los impuestos y enviaron grandes flotas hasta África, para así demostrar su superioridad sobre todas las naciones europeas. Pero después el país se aisló y, finalmente, los piratas asolaron la costa china mientras los burócratas confucianistas dilapidaban tiempo y dinero en vacuas discusiones en la corte.
Durante esta crisis, una tribu manchú tomó Pekín y proclamó la dinastía Qing. Su gran emperador, Kangxi (1661-1722), expandió la hegemonía de China, se reunió con misioneros eruditos y aceptó el comercio exterior, que creció, a pesar de que China trataba a los extranjeros como inferiores y los confinaba en Guangzhou y Macao (Aomen). A pesar de las protestas chinas, el opio se convirtió en el principal artículo de comercio en Guangzhou, ciudad controlada por los británicos. A mediados del siglo XIX, los desacuerdos sobre la venta de opio provocaron enfrentamientos armados entre los chinos y los extranjeros, dirigidos por los británicos. Los chinos perdieron las llamadas guerras del Opio y fueron obligados a abrir otros puertos, ceder Hong Kong a los británicos y la provincia de Amur a Rusia, aceptar la igualdad de trato con todas las potencias occidentales y garantizar otras concesiones diplomáticas y comerciales. Aunque todavía conservaba su independencia, China había sido humillada por los ‘bárbaros europeos’.
El impacto del comercio y el expansionismo occidental afectaron por primera vez a Japón al final del anárquico sogunado Ashikaga, que fue derrocado por un triunvirato militar en 1573. Toyotomi Hideyoshi, el brillante general del grupo, completó la reunificación del Japón en 1587, con la ayuda de las armas y el consejo militar portugués. Más tarde desplegó sus fuerzas en Corea, pero fue rechazado por una coalición de fuerzas chinas Ming y coreanas. Bajo el clan Tokugawa, que accedió al sogunado, los japoneses afrontaron el pleno impacto de las influencias extranjeras, que contemplaban con miedo y desconfianza.
Los portugueses y los españoles fueron los primeros en llegar al archipiélago acompañados de misioneros que difundieron el cristianismo por las islas. El temor a que éstos fueran los precursores de una invasión europea, motivó que los sogunes prohibieran el cristianismo; al ignorar la prohibición se les expulsó del Japón. El comercio occidental se interrumpió excepto para los holandeses, que evitaron las actividades misioneras y ayudaron a reprimir una rebelión cristiana. Durante dos pacíficos siglos, los holandeses fueron el único nexo de unión de Japón con Occidente.
Las potencias occidentales intentaron inútilmente acabar con el aislamiento japonés en 1854, año en que una misión estadounidense dirigida por Matthew Calbraith Perry propició un tratado que inició las relaciones consulares entre ambos países. En 1858 el primer cónsul, Townsend Harris, firmó un tratado comercial. La consiguiente Restauración Meiji (1868) inició una rápida y revolucionaria modernización.
La dinastía Li de Corea también interrumpió el comercio con Occidente y persiguió a los cristianos. Como reino tributario de China, Corea esperaba protección. Sin embargo, cuando en el siglo XIX los europeos lograron la apertura de China, Corea se aisló todavía más.
	
	
	· Expansión imperial y modernización
El colonialismo y el imperialismo de los siglos XVII al XX, trajeron nuevos problemas a los asiáticos, que hasta entonces habían absorbido oleadas sucesivas de invasores extranjeros. Los nuevos invasores llegaron por mar, en un principio para comerciar, pero según crecía su superioridad técnica y militar intentaron ejercer la hegemonía política y económica en el continente.
	
	
	1. Técnicas occidentales de explotación
Para establecer su supremacía, los colonizadores europeos adoptaron un acercamiento gradual. A las peticiones de comercio seguían demandas de fortificaciones y tierra para proteger dicho comercio, así como de concesiones para explotar los recursos locales. Más tarde, los consejeros gubernamentales y militares presionaron a los gobernantes locales. Los colonizadores ofrecían protección a los más débiles, una protección que con el tiempo se convirtió en control. En algunos lugares, como en las Indias Orientales, se exigían tributos, pagaderos en artículos comerciales. En naciones como Irán y China las potencias rivales retenían para síesferas de influencia. El resultado final, con la excepción de Siam (actual Tailandia) y Japón, era la anexión y el gobierno directo.
Los imperialistas construyeron ferrocarriles, carreteras, canales y algunas escuelas. También invirtieron en plantaciones, pozos petrolíferos y otras empresas conectadas con el mundo económico, pero la mayoría de los beneficios se iban al extranjero. Mientras tanto, el crecimiento de la población ocasionó la fragmentación de las granjas, la urbanización y graves problemas sociales.
Excepto en Japón y en Siam, las instituciones tradicionales asiáticas fueron demasiado lentas en asimilar o adoptar técnicas o ideologías occidentales para prevenir una explotación humillante, los tratados desiguales o la cesión del gobierno a manos extranjeras. Ya durante la II Guerra Mundial, el nacionalismo y el socialismo se habían propagado entre la elite nativa educada a la manera occidental, y los movimientos autonómicos e independentistas surgieron en toda Asia. Los gobiernos coloniales, sin embargo, respondían lentamente a las expectativas que dichos movimientos generaban.
	
	
	2. Respuestas al imperialismo
El adiestramiento de ejércitos nativos y la educación de una elite por parte de los poderes coloniales produjeron fuerzas internas que destruyeron las dinastías existentes y provocaron las reformas y la modernización. En el Imperio otomano e Irán, los oficiales del ejército entrenados en el extranjero alcanzaron el poder, estimularon el nacionalismo y promovieron la modernización de forma inexorable.
La participación nativa en el gobierno colonial de la India se amplió gradualmente, pero el ritmo nunca satisfizo las aspiraciones indias. Las escuelas, que enseñaban ideas liberales, producían más graduados de los que podía acoger el mercado de trabajo. El creciente descontento encontró nuevas voces: en 1885 en el Congreso Nacional Indio, dominado por los hindúes, y en 1906 en la Liga Musulmana. El fracaso de Gran Bretaña en garantizar a la India la esperada posición de dominio tras la I Guerra Mundial estimuló el movimiento de independencia dirigido por Mohandas Gandhi; en 1940 la Liga Musulmana, dirigida por Muhammad Alí Jinnah, exigió la creación de un Estado musulmán independiente.
El nacionalismo y la disidencia crecieron también en el Sureste asiático. En Birmania, anexionada en su totalidad a finales del siglo XIX, la utilización de trabajadores indios para explotar los recursos naturales provocó las protestas locales, dirigidas por monjes budistas y estudiantes. Aunque los holandeses, una vez concluida su carrera por obtener el dominio total y real sobre las Indias Orientales en 1867, garantizaron reformas e incrementaron la autonomía, la disidencia creció, avivada por los líderes musulmanes y la consiguiente represión holandesa. En las islas Filipinas, anexionadas a Estados Unidos en 1898, las actividades nacionalistas crecían paralelas a la concesión de mayores niveles de autonomía. Francia había completado su implantación de protectorados sobre Indochina ya en 1885. Aunque Laos y Camboya aceptaron el gobierno francés, los nacionalistas vietnamitas hicieron campañas a favor de la independencia.
Mientras China soportaba la explotación extranjera, además de revoluciones y catástrofes naturales, muchos chinos creyeron que la dinastía Qing había perdido el mandato divino, que emanaba del cielo (Tian) para gobernar. Sin embargo, dudaban que cualquier otra dinastía pudiera hacer frente a las tecnologías e ideologías occidentales sin modificar o eliminar el sistema confucianista. La derrota de China ante Japón en 1894 puso de manifiesto aún más su ineptitud y estimuló la disidencia. En 1911, una revolución acabó con la dinastía Qing, pero los generales apartaron del poder a republicanos idealistas como Sun Yat-sen. Durante la I Guerra Mundial, China se desintegró bajo gobiernos militares.
El pésimo trato que recibió China en las conferencias de paz soliviantó a los estudiantes. Algunos se hicieron nacionalistas republicanos y otros se inclinaron hacia el comunismo y la recién creada Unión Soviética. A esto siguió una larga guerra civil entre el partido nacionalista Guomindang dirigido por Jiang Jieshi y los comunistas dirigidos por Mao Zedong. Fueron incapaces de unirse incluso contra los invasores japoneses, que ya en 1941 habían avanzado desde el estado títere creado en Dongbei Pingyuan (Manchuria) hacia el interior de la misma China.
	
	
	3. El mantenimiento de la independencia
Siam mantuvo su independencia gracias a dos reyes progresistas, Mongkut y Chulalongkorn. La monarquía constitucional fue instaurada en 1932, pero los golpes de Estado que siguieron pusieron al frente del gobierno a dictadores militares, a la vez que la nueva denominación dada por éstos al país, Tailandia, simbolizaba el creciente nacionalismo.
Japón previno la invasión extranjera por medio de una rápida modernización. El gobierno construyó fábricas que, más tarde, vendió a compañías privadas. El servicio militar obligatorio acabó con el monopolio militar de los samuráis, pues en el nuevo Ejército incluso los campesinos llegaron a ser oficiales. La Constitución Meiji de 1889 instituyó el sufragio universal masculino y obligó a los dirigentes políticos a buscar el apoyo popular.
La victoria de Japón sobre Rusia en 1904-1905estimuló el prestigio internacional de Japón y lo preparó para convertirse en una potencia colonial, algo que consiguió con la anexión de Corea en 1910. La I Guerra Mundial interrumpió las exportaciones europeas y permitió a Japón expandir sus mercados; pero la Gran Depresión (1930) llevó a los ambiciosos oficiales jóvenes a presionar en favor de una política ultranacionalista. Japón inició una poderosa expansión militar: la conquista de Dongbei Pingyuan (Manchuria), las invasiones de China y el Sureste asiático, y, en 1940, la alianza con Adolf Hitler y Benito Mussolini, que aceptaron los planes japoneses de un nuevo orden en Asia oriental y suroriental.
	
	
	· Independencia y conflictos
La II Guerra Mundial dio al continente una importancia internacional cuando las rápidas conquistas japonesas revelaron la vulnerabilidad de las potencias occidentales. India fue el área de operaciones aliadas, mientras que en el suroeste de Asia los aliados ocuparon zonas estratégicas para proteger las rutas de suministros. La victoria final de estos últimos estimuló aún más las expectativas asiáticas de independencia y modernización.
	
	
	1. La intensificación del nacionalismo
Al final de la década de 1950, los movimientos a favor de la independencia, avivados por la intensificación del nacionalismo, habían acabado con la mayoría de los gobiernos coloniales de Asia. Pero todavía persistían importantes diferencias. En el subcontinente indio, la conflictividad religiosa provocó la creación de dos estados separados por la religión en lo que había sido la colonia británica: Pakistán, un país de mayoría musulmana, y la Unión India, de mayoría hindú. En 1971 la zona oriental de Pakistán se separó bajo el nombre de Bangladesh. Las disputas fronterizas dificultaron las relaciones entre indios y paquistaníes; mientras en Pakistán se sucedieron una serie de gobiernos militares, la India mantenía una democracia parlamentaria.
En el suroeste de Asia, el acontecimiento más destacado tras la contienda fue la creación, en 1948, del Estado de Israel en territorio palestino, a modo de compensación y como consecuencia directa del horrible exterminio al que los nazis habían sometido a los judíos europeos durante la II Guerra Mundial, conocido con el nombre de Holocausto. Los países árabes observaron con desagrado cómo la recién creada Organización de las Naciones Unidas aprobaban la constitución de un país que, de forma inmediata, suscitó la oposición de las naciones de la región, favorables a la causa palestina (por la que se abogaba a favor de la constitución de un Estado palestino en ese mismo territorio). Las hostilidades entre Israel y sus vecinos árabes, Egipto, Siria, Irak y Jordania, interrumpieron

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