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Roncalli Juan XXIII Antipapa

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Roncalli Juan XXIII Antipapa
ÍNDICE
PREMISA
INTRODUCCIÓN
CUATRO AMIGOS EN ROMA
EL MODERNISMO AL ATAQUE DEL 
CRISTIANISMO
EL AUGE DEL MODERNISMO EN ITALIA
RONCALLI MODERNISTA
Ó
EL CANÓNIGO ROCA DESCRIBE EL PROGRAMA 
MASÓNICO
UN NUNCIO FILOMASÓN
RONCALLI NUNCIO EN BULGARIA
RONCALLI NUNCIO EN TURQUÍA 
Rito de iniciación de Mons. Angelo Roncalli a la 
Orden Rosacruz
RONCALLI NUNCIO MASÓN EN PARÍS
 Amigos de roncalli
 Barón Yves Marsaudon
 Roncalli se comporta como un no    católico
RONCALLI EN VENECIA
EL PROGRAMA MASÓNICO SOBRE LA IGLESIA
RONCALLI MASÓN, SU ACTIVISMO
 Confirmaciones sobre Roncalli  hermano masón 
 El masón Roncalli y los símbolos
CONCLAVE 1958
RONCALLI ELIGE COMO NOMBRE JUAN XXIII
EL JURAMENTO PAPAL DE RONCALLI, SURGE EL 
JUDAS
PONTIFICADO DE JUAN XXIII: LA MASONERÍA 
NO SE CONDENA, SINO SE APLICA
 Juan XXIII exalta la masonería
 El relativismo de Juan XXIII
 Activismo anticatólico de Juan XXIII
UN ACONTECIMIENTO OSCURO Y SINIESTRO EN 
EL PAPADO DE JUAN XXIII
MUTACIONES DE LA IGLESIA PROGRAMADAS 
POR RONCALLI
 Juan XXIII diseña un nuevo Código de   Derecho 
Canónico para la iglesia
RONCALLI PROMUEVE UNA JERARQUÍA 
MODERNISTA
VATICANO II - OBSTÁCULOS PARA RONCALLI: EL 
SANTO OFICIO Y MONSEÑOR LEFEBVRE 
VATICANO II - UN CONCILIO SIN SENTIDO 
SEGÚN PARÁMETROS CATÓLICOS
VATICANO II DECIDIDO POR SATANÁS A TRAVÉS 
DE UNO DE LOS HOMBRES MÁS IMPÍOS DE LA 
HISTORIA, ES DECIR RONCALLI
VATICANO II COMO REVOLUCIÓN
VATICANO II - INFLUENCIA JUDEO-MASÓNICA 
EN EL CONCILIO
VATICANO II - ORIGEN DE LAS DESVIACIONES 
DOCTRINALES
PADRE PÍO Y RONCALLI
MUERTE DE JUAN XXIII
PENSAMIENTOS DE RONCALLI
 La herejía en el corazón de cada conspiración
 Los maestros de Roncalli
Ñ
SENTENCIA DE NUESTRO SEÑOR SOBRE 
RONCALLI JUAN XXIII
PABLO VI
NÚMEROS Y SÍMBOLOS
GREGORIO XVII
 Católicos, clérigos y laicos, están con Siri
 ¡El infiltrado de la Quinta Columna (Cardenal 
Tisserant)!
 Validez de Siri Papa
 Obra de Gregorio XVII
LA PRUEBA REINA DEL CONCLAVE 
MANIPULADO DE 1958
GREGORIO XVII EN SEDE IMPEDIDA
LA IGLESIA ECLIPSADA 
 ¿Por qué este eclipse?
CONCLUSIONES
Á
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
 ############################
PREMISA
Desde Adán y Eva, la humanidad se ha dividido 
en dos partes: imitando el bien de Abel o 
imitando el mal de Caín, la Iglesia y la contra-
iglesia o "Sinagoga de Satanás" (Ap., II, 9), es 
decir, Judeo/Masonería.
La lucha entre ellas es sustancial y 
principalmente una lucha entre las dos ciudades, 
que están dirigidas una por los ángeles buenos, 
es decir, la celestial (que mira a Dios), y la otra, 
por los ángeles malos, es decir, la terrenal (que 
no mira a Dios), y esta lucha durará hasta el fin 
del mundo.
Ponerse del lado bueno depende de nuestra 
buena voluntad auxiliada por la gracia divina, 
que no se le niega a nadie.
Santo Tomás enseña: “Por la voluntad nos 
beneficiamos de todo lo que está en nosotros. 
Luego no se llama bueno al inteligente, sino al 
que tiene buena voluntad" (S. Th., I, q. 5, a. 4, ad 
3).  En efecto, nuestra alma conserva la gracia 
infundida por Dios en virtud de la buena 
voluntad (S. Th., I, q. 83, a. 2, sed contra).
La verdadera libertad consiste en la libre 
elección de querer amar a Dios y "cuanto más 
amamos a Dios, más libres somos" (In III Sent., 
dist. 29, a. 8, quaestiunc. 3, n. 106, sed contra).  
Por tanto, “la verdadera libertad es la libertad 
del pecado;  mientras que la verdadera 
esclavitud es la esclavitud del pecado" (S. Th., II-
II, q. 183, a. 4).  Si la inteligencia hace al hombre 
erudito, la voluntad lo hace virtuoso.  El pecado, 
por tanto, es la morgue de la verdadera libertad.  
Como, por otra parte, también enseña el 
Evangelio: es “la Verdad la que os hará libres”, 
ya que quien cae en el error es esclavo de ello.
Adán y Eva en el Edén iniciaron el pecado, 
mientras que el 26 de octubre de 1958 Nuestro 
Señor decretó el fin del pecado, iniciando la 
cuenta regresiva del fin de los tiempos con su 
Reloj de Arena.  Es decir, comienza el Apocalipsis 
que pondrá fin a este mundo.
Leyendo este estudio entenderás por qué.
INTRODUCCIÓN
Hoy en día el Modernismo ha entrado 
oficialmente en la iglesia conciliar, a tal punto 
que el senador y ex jefe de gobierno italiano 
Andreotti llegó a decir en su libro («I quattro del 
Gesù. Storia di una eresia». Autore: Andreotti 
Giulio. Editore: Rizzoli. 1999.), que es hora de 
que la Iglesia revise «el juicio sobre los hombres 
que fueron injustamente perseguidos hasta hace 
muy poco tiempo [por haber enseñado el 
modernismo, ed.]».
En el caso del modernismo de Angelo Roncalli 
todo sucedió de otra manera, porque hábilmente 
logró evitar las condenas de la iglesia, habiendo 
aprendido mucho de don Ernesto [Buonaiuti, ed., 
quien fue excomulgado], quien tuvo el único 
error de no haber sabido esperar la evolución de 
los tiempos ("A ogni morte di Papa", Andreotti, 
Rizzoli, 1982). Mientras Roncalli aprendiendo a 
esperar su tiempo, trabajando por su propia 
ascensión, hasta ser elegido Papa (antipapa), 
logró introducir el modernismo en las venas de 
la Iglesia a través de un concilio pastoral, a 
saber, el Vaticano II.
 ¿Podemos hablar del enigma que se cierne 
sobre quién es recordado como el "Papa bueno", 
es decir, Juan XXIII, que comenzó su carrera 
como profesor de historia, pero se le prohibió 
enseñar por sospechas de modernismo?
(Lorenzo Bedeschi, «Paese Sera», 13 de 
diciembre de 1972).
 ¿No es cierto que entonces profesar la herejía 
modernista era motivo para ser considerado 
contrario a la fe y por tanto ajeno a la Iglesia?
¿No aparece esta condena en los documentos 
pontificios de San Pío X?
La revolución modernista de la religión, en su 
propósito de transformar la Iglesia, fue 
identificada proféticamente por los Papas.
San Pío X fue el Papa que enfrentó de lleno la 
iniquidad de los modernistas con la encíclica 
"Pascendi".
Los errores del modernismo también fueron 
condenados por el Syllabus de Pío IX. Pero luego 
el proceso revolucionario se concentró contra la 
Iglesia, infiltrándose con utopías derivadas del 
concepto de evolución de la conciencia humana 
que, una vez madura, se emancipa de la 
autoridad de las Escrituras, del poder jerárquico 
de la Iglesia y del orden social cristiano. 
Las contradicciones modernistas llevan la vida 
intelectual a la confusión, la vida moral al 
indiferentismo y la vida religiosa al ateísmo.
Un proceso que conduce al abandono del 
principio de trascendencia por el de inmanencia, 
hace del hombre el centro de todo y, por tanto, 
reduce la religión a mero humanitarismo, como 
quisiera la masonería. Por tanto, es 
comprensible la atracción que esto ejerció sobre 
Roncalli. Lo cierto es que los modernistas están 
efectivamente excomulgados de la Iglesia con 
sentencia imprescriptible por ser enemigos de la 
verdadera fe, y en tal calidad se han infiltrado 
para demoler la fe tradicional y la autoridad 
católica con su traicionero pensar y obrar 
condenados por la Iglesia.
Por lo tanto, no puede haber acuerdo entre la 
falsa religiosidad con la que se reviste toda 
utopía moderna y la religión cristiana.
Para los modernistas se necesita una 
actualización de las necesidades y derechos del 
mundo moderno.
He aquí la idea modernista, según la cual el 
nuevo mal para los cristianos sería no abrirse a 
ningún progreso ideológico: ¡gnóstico o 
pelagiano, luterano o anglicano, franckista o 
hegeliano, marxista o liberal!
Es el pensamiento que apunta a la utopía de la 
reconciliación global, sin excluir aquella entre el 
bien y el mal.
¿No era este el sueño de la nueva generación de 
modernistas que desvalorizaban lo sobrenatural 
en la historia, para luego introducir en la fe sus 
inspiraciones salvíficas inmanentistas, como tan 
bien explicaba san Pío X?
Este es el programa de la profecía ecuménica 
que golpea al cristianismo para satisfacer las 
necesidades del nuevo orden mundial: ¡¡¡para 
finalmente elaborar una religión global que sea 
capaz de lograrla redención universal!!!
¿Qué parte habría tenido Angelo Roncalli en este 
enigma religioso?
El hecho es que la mente humana, creada para 
discernir la verdad que la trasciende, encuentra 
en la historia, en su sentido sobrenatural, la 
confirmación de la Palabra divina. Es vital que el 
hombre sea capaz, más allá de toda prueba, de 
reconocer la verdad que le concierne y luego 
sepa celebrar el culto del bien, de la verdad, de 
Dios Salvador en Jesucristo.
Ahora bien, se puede reconocer la fe 
distorsionada de un modernista precisamente 
conociendo su visión histórica y su respeto por 
los verdaderos signos divinos. No por nada 
Roncalli fue suspendido de la enseñanza de la 
historia y la filosofía.
La religión revelada es la historia sagrada que 
describe los desarrollos de la lucha perenne del 
mal contra el bien, en la que se pueden leer los 
designios divinos que conciernen al ser humano, 
y la confirmación se obtiene según los hombres 
reciban o rechacen los signos divinos 
manifestados en la historia. Mutilarla de lo 
sobrenatural significa vaciar la religión de sí 
misma y de la fe, que tiene en cuenta el origen y 
fin último del hombre.
Una historia leída bajo otra luz no es maestra de 
vida, sino de errores letales. De hecho, son dos 
mundos separados por diferentes formas de 
entender el significado de la historia y de la paz.
El cristiano lo define el mismo Cristo: se basa en 
la fe y en la conversión de los corazones al bien, 
que es Dios.
Contra esto está la idea de paz fundada en el 
sincretismo gnóstico, incluyendo todos los cultos 
y verdades, incluidas las anticristianas, porque 
el nuevo “bien”, para los nuevos salvadores 
ecuménicos, clericales o laicos, sería la unión 
utópica de la humanidad, centrada en sí misma.
Hoy podemos medir en toda su extensión este 
propósito, declarado por el Concilio Vaticano II, y 
el cambio clerical, encaminado a unificar los dos 
mundos opuestos, provocado por la 
"actualización" de Roncalli.
Resultó ser el vector de la homologación 
religiosa fraguada en los centros de poder y 
pensamiento globalistas, de los que Roncalli era 
el títere.
Sin embargo, parece increíble que la tarea oculta 
de montar esta operación se le haya confiado al 
bonachón Angelo Roncalli, desprovisto de 
grandes talentos. Pero como fue él quien prestó 
su voz para llevar a cabo esta actualización, 
surge la pregunta: ¿quién fue en verdad Roncalli, 
destinado a convertirse en Juan XXIII y a ocupar 
la silla de Vicario de Dios, para intentar el 
cambio de la Iglesia?
¿Cuál fue su fe ante las señales divinas y la 
historia?
CUATRO AMIGOS EN ROMA
Sigamos la historia de Roncalli, quien fue el 
instrumento de este hechizo.
Giulio Andreotti escribió un libro sobre «I 
quattro del Gesù. Storia di una eresia». Autore: 
Andreotti Giulio. Editore: Rizzoli. 1999.
Angelo Roncalli, Giulio Belvederi (tío de la mujer 
de Andreotti), Alfonso Manaresi y Ernesto 
Buonaiuti eran cuatro seminaristas, unidos por 
la amistad y por una visión religiosa modernista 
común.
Los dos últimos llevaron sus ideas heréticas 
hasta el punto de ser censurados y 
excomulgados (Manaresi y Buonaiuti). En 
cambio, Belvederi y Roncalli fueron salvados por 
sus protectores, en el caso de este último por el 
entonces obispo de Bérgamo Giacomo Radini 
Tedeschi, en olor de modernismo.
Otro compañero de Roncalli en Bérgamo fue 
Nicola Turchi, que tradujo al italiano al 
historiador Duchesne, también censurado por la 
Iglesia. Ya en aquellos años que precedieron al 
acontecimiento de Fátima, se estaba extendiendo 
en los seminarios católicos una desviación 
modernista, justamente considerada heterodoxa 
y por tanto abierta a la herejía, consistente en 
separar la historia de la religión. Uno de sus 
impulsores fue el profesor Roncalli, el futuro 
Juan XXIII, quien habría archivado en 1959 la 
tercera parte del secreto de Nuestra Señora de 
Fátima como inoportuna; actitud opuesta al 
testimonio cristiano, que considera precioso todo 
signo celestial, para contemplar el principio de la 
intervención divina que da sentido e ilumina la 
historia, desde su origen hasta su fin.
El cristiano lee la historia de la humanidad a la 
luz de Jesucristo, su razón y guía; recordando 
sobre todo que el mundo fue creado para ser 
imperio del Hombre-Dios (Cristo Jesús) y de su 
Iglesia, cuya misión es salvar a los hombres 
mediante el culto del bien, de la verdad, de la 
belleza; de Dios Uno y Trino.
El hecho de que Andreotti hablara abiertamente 
de recuperar esta herejía modernista demuestra 
cuán devastadora y dominante fue la ascensión 
de Roncalli en la jerarquía católica. Esta herejía 
ha destronado a la Iglesia tradicional para 
sustituirla por otra, conciliar y modernista, que 
amontona el juicio católico. Andreotti, un 
modernista de primer orden, celebró por tanto 
la victoria en el concilio de sus correligionarios 
modernistas.
Aquí seguiremos, en este estudio, las aventuras 
de su Pontífice Roncalli.
Clérigo de Bérgamo, Roncalli debió dar a conocer 
muy pronto sus predisposiciones a la "mente 
abierta", porque el obispo de su ciudad, Camillo 
Guindani, exponente progresista de la acción 
social, lo envió a Roma en 1901 para estudiar y 
hacer carrera. Aquí asistió a una conferencia en 
enero de 1904 de Marc Sangnier, el fundador del 
«Sillon», más tarde condenado por San Pío X.
La doctrina de Sangnier, que «prepara el 
socialismo», es el recuerdo más vivo de toda la 
formación sacerdotal del joven Roncalli, como le 
hará saber a la viuda de Sangnier en 1950. Lo 
que para san Pío X era «una secta... miserable 
tributaria del gran movimiento de apostasía», 
para Roncalli era cada vez más el principal 
camino a seguir.
Ordenado en Roma en 1904, teniendo a 
Buonaiuti como padrino-asistente, Roncalli 
regresó a Bérgamo donde el obispo, Giacomo 
Radini Tedeschi, a quien había conocido y 
frecuentado en Roma, lo contrató como 
secretario. Este prelado, más tarde conocido 
como el obispo rojo, era a su vez protegido del 
cardenal Rampolla del Tindaro, partidario de la 
política del «ralliement», nombre utilizado para 
definir la adhesión de los católicos franceses a la 
Tercera República, que indica mucho más, es 
decir, una tendencia de conciliaciones hasta el 
amargo final con las potencias modernas. En 
aquellos años, esta corriente parecía concernir 
sólo a la política civil, pero en realidad era fruto 
de la mentalidad conciliar de corte modernista 
que reinaba en la Iglesia.
Sus defensores modernistas fueron 
excomulgados según la ley de la Iglesia, pero en 
la práctica les bastaba jurar lo contrario (el 
juramento antimodernista de San Pío X) para 
permanecer, con la protección de un jerarca 
amigo, e incluso ascender a puestos de 
autoridad.
La escuela de pensamiento de Roncalli siguió la 
idea modernizadora que pasa por alto el factor 
sobrenatural, con la excusa de hacer una obra de 
pura historia; una historia de la que Jesucristo y 
su Iglesia quedan excluidos o a lo sumo 
proyectados «hacia un punto omega», como 
quería la imaginación gnóstica de Teilhard de 
Chardin.
EL MODERNISMO AL ATAQUE DEL 
CRISTIANISMO
San Pío X condenó claramente este peligro 
potencial y la obra de todos los autores 
modernistas, no solo los extremos, como el 
sacerdote Alfred Loisy, sino también los 
moderados, como el sacerdote francés Louis-
Marie-Olivier Duchesne, conocido autor de un 
historia eclesiástica en la que se había tachado lo 
sobrenatural.
Los nombres de Loisy y Duchesne no pueden 
separarse en la historia del modernismo; por el 
contrario, incluso antes y más que a Loisy, la 
responsabilidad de haber introducido el 
modernismo en el Instituto Católico de París 
debe remontarse a Duchesne, desde donde se 
extendería a todos los demás, incluso a los 
seminarios de Italia. Duchesne inició a Loisy en 
la incredulidad. Al principio, el mismo Loisy 
quedó asombrado e incluso un poco asqueado 
por el «espíritu racionalista» de aquel maestro: 
«Le ton voltairien qu'ileffectait encore plusvolontiers dans sa conversation que dans ses 
écrits ne me plai-sait aucunement; je n'y trouvait 
pas qu'un manque de goût mais aussi un certain 
défaut de sens moral» (Mémoires, volumen 1, 
página 105, autor: Loisy, editor: Emile Nourry, 
1857, París).
Duchesne, por tanto, puede ser considerado 
como el verdadero padre del modernismo.
Así lo define Houtin y se le puede creer (cf. 
«Histoire du Modernisme Catholique», páginas 
249-250, París, 1913).
«Duchesne, muy hábil para encubrirse, 
arrojando por la borda incluso a sus amigos si 
era necesario, logró escapar a las censuras, lo 
que golpeó a Loisy, quien -hay que reconocerlo- 
supo ser más coherente y sincero en la rebeldía 
que el maestro. El episodio que, entre todos, 
causó tanto revuelo en torno al Director de la 
Ecole Française de Roma, fue la inscripción en el 
Índice de su 'Histoire ancienne de l'Eglise' (París, 
1905 - 1910) que apareció a la luz tapada del 
imprimatur del Maestro del Sagrado Palacio de 
la época, como si un imprimatur, incluso del 
teólogo del Papa, pudiera ser garantía absoluta 
de la perfecta ortodoxia de un libro. Los 
modernistas sabían lo que era ese libro: era 'une 
histoire ancienne de l'Eglise racontée avec toute 
la science du XXe siècle, dans la langue du 
XVIIIe, à la barbe des théologiens du XIIe' 
(Houtin, 'La Crise du Clergé' , página 82, París, 
1907). Perfecta definición de un manual de 
incredulidad, vestido con todas las sutilezas del 
estilo de la mentira".
He aquí una breve descripción del gran maestro 
de Angelo Roncalli, de quien tomó sus 
pensamientos y acciones.
EL AUGE DEL MODERNISMO EN ITALIA
Bérgamo, la ciudad de Roncalli, era entonces un 
verdadero centro de amistades heréticas, que se 
extendieron por toda Europa.
Entre los nombres de personalidades con las que 
Roncalli tuvo estrechos contactos se encuentran 
el cardenal belga Mercier, los cardenales Ferrari 
de Milán y Maffi de Pisa (el Mercier italiano), 
monseñor Bonomelli, así como Radini Tedeschi y 
otros, todos preparados para hacer un cambio de 
época en la Iglesia.
En aquella época Roncalli enseñaba historia en 
el seminario local, siguiendo la línea de la 
"Histoire" de Duchesne, que también fue muy 
difundida en el periódico diocesano L'Eco di 
Bérgamo, hasta tal punto que el mismo Papa 
tuvo ocasión de señalar que en ningún otra 
diócesis italiana los modernistas Loisy y 
Duchesne estaban tan extendidos.
Tan pronto como se publicó la edición italiana de 
la Histoire de Duchesne en 1911, con la 
traducción de Buonaiuti y Turchi, las críticas 
vertidas por el Papa y el cardenal Billot se 
tradujeran en prohibiciones para los seminarios 
en una circular del cardenal Lai.
Pero Roncalli, condiscípulo de los modernistas 
Buonaiuti y Turchi y, como ellos, profesor de 
historia, todavía hizo uso de la obra de 
Duchesne, a pesar de ser modernizante, colocada 
Í
en el Índice y prohibida en los seminarios, 
continuando a utilizarla en la enseñanza, hasta 
ser denunciado. 
Roncalli respondió con una carta (27 de junio de 
1911) en la que juraba su lealtad: «No leí más de 
15 o 20 páginas… Ni siquiera vi los otros dos 
tomos… Conocía las ideas de Turchi bastante 
bien... y yo no confiaba en él en absoluto".
Por lo tanto, se exculpó diciendo que había leído 
solo unas pocas páginas de la obra infractora 
(Hebblethwaite, «Giovanni XXIII, il Papa del 
Concilio», Rusconi, Milán, 1989, páginas 62-65).
 ¡Tenga en cuenta que estas son declaraciones 
hechas bajo un juramento antimodernista!
La principal sospecha sobre Roncalli era de un 
modernismo velado, y por tanto quedó en el 
libro negro del Santo Oficio: «Un afortunado 
hallazgo archivístico nos permite establecerlo 
con precisión histórica». La documentación 
inédita forma parte de los Papeles Cavallanti... 
contienen cinco largas cartas escritas por el 
canónigo Giambattista Mazzoleni (1855-1931) 
entre mayo y septiembre de 1911, en las que 
analiza algunas conferencias de Roncalli.
En la primera carta Mazzoleni concluye: 
«Esperaba que quisiera desarrollar el concepto 
de la vida cristiana, pero para mí su conferencia 
tenía demasiado sabor a ocultismo. También me 
parecía faltar la base, que es el "abneget 
semetipsum", habiendo perdido el interés sobre 
todo por los consejos evangélicos. Entonces decir 
del matrimonio como la santificación del placer 
sexual me parece un verdadero inconveniente 
por decir lo menos".
El hecho es que el nombramiento del profesor 
Roncalli para la cátedra de historia escolástica 
en el seminario romano fue vetado en 1912 por 
considerarlo de «dudosa ortodoxia» (Lorenzo 
Bedeschi, «Paese Sera», 13 de diciembre de 
1972).
El futuro Juan XXIII siguió siendo, sin embargo, 
secretario del obispo modernizador de Bérgamo, 
Radini-Tedeschi, y profesor de historia 
eclesiástica en el seminario local.
Entre las influencias de Radini Tedeschi, hombre 
de Rampolla, se encontraban también sus 
sucesores Della Chiesa y Gasparri.
Por eso Roncalli pudo ascender en la jerarquía 
eclesiástica convirtiéndose en Juan XXIII.
Durante el pontificado de Benedicto XV, entró en 
el Vaticano el joven sacerdote Giovanni Battista 
Montini (futuro Papa Pablo VI), hijo de un 
diputado del Partido Popular, que había 
entablado una larga amistad con Roncalli en 
Roma desde 1924.
RONCALLI MODERNISTA
Roncalli tuvo que negar ser modernista, para 
poder cultivar su carrera, siguiendo lo que 
"aprendió del padre don Ernesto Buonaiuti" (ver 
Andreotti, quien habló del "único mal de no 
haber sabido esperar").
Lo cierto es que siguió claramente la práctica 
modernista, según la cual la Iglesia debía ser 
transformada desde dentro, como lo haría más 
tarde, en la medida de los oficios que se le 
encomendaban. Así lo demostró a lo largo de su 
dilatada carrera, aunque también es cierto que 
hizo el juramento antimodernista, porque era 
obligatorio.
Claramente había seguido siendo un modernista, 
para cambiar la Iglesia desde dentro. Entonces 
se trató de un caso de perjurio agravado por la 
traición modernista que excomulga a un 
católico. Sólo un aparato judicial integrado por 
clérigos de su misma tendencia podría haber 
ignorado este hecho, suficiente para descalificar 
a cualquier ciudadano. Esto habría anulado 
cualquier posibilidad de carrera eclesiástica 
para un perjuro en materia de fe, y en cambio, 
¡aquí está subiendo los peldaños del poder 
religioso!
He aquí un resumen de las principales tesis 
modernistas sujetas a condena
Pío X, tres años después de la encíclica Pascendi 
Dominici Gregis, introdujo un juramento 
antimodernista que, en resumen, apuntaba a las 
tesis según las cuales:
 - La revelación no es realmente la palabra de 
Dios ni siquiera de Jesucristo, sino un producto 
natural de nuestro subconsciente;
 - La fe no es un hecho objetivo sino que depende 
de los sentimientos;
 - Los dogmas son símbolos de la experiencia 
interior de cada uno; su formulación es fruto de 
un desarrollo histórico;
 - los Sacramentos nacen de la necesidad del 
corazón humano de dar forma sensible a la 
propia experiencia religiosa, no fueron 
instituidos por Jesucristo y sirven sólo para 
mantener vivo en los hombres el pensamiento 
de la presencia del Creador;
 - el Magisterio de la Iglesia no nos comunica en 
absoluto la verdad de Dios;
 - la Biblia es una colección de episodios míticos 
y/o simbólicos, y en todo caso no es un libro de 
inspiración divina;
 - las intervenciones de Dios en la historia (como 
los milagros y las profecías) no son más que 
relatos transfigurados de experiencias interiores 
personales;
 - el Cristo de la fe es diferente del Jesús de la 
historia; la divinidad de Cristo no se deriva de 
los evangelios canónicos;
 - el valor expiatorio y redentor de la muerte de 
Cristo es fruto de la teología de la cruz elaborada 
por el apóstol Pablo.
Veamos ahora qué tan bien encaja Roncalli en el 
aparato modernista dentro de la Iglesia en Italia.
Las amistades modernistas se extendieron por 
toda Europa y Roncalli pronto entróen contacto 
con los peces gordos de ese proceso, como el 
cardenal belga Mercier, los cardenales Ferrari de 
Milán y Maffi de Pisa (el Mercier italiano), 
además de Radini Tedeschi de Bérgamo. Todos 
operadores de ese punto de inflexión epocal que 
la Iglesia necesitaba para adaptarse a los 
tiempos. En ese momento Roncalli enseñaba 
historia en el seminario local, siguiendo la 
"Histoire" de Duchesne y colaborando con 
iniciativas progresistas.
Y como ya se ha dicho, su nombramiento para la 
cátedra de historia escolástica en el seminario 
romano le fue denegado en 1912, por dudosa 
conformidad con el catolicismo (Lorenzo 
Bedeschi, en Paese Sera, 13 de diciembre de 
1972). La puerta romana se cerró a Roncalli, y el 
obispo modernizador de Bérgamo, Radini 
Tedeschi, volvió a abrir su puerta para 
convertirlo en secretario y maestro en el 
seminario local.
Roncalli parte para Roma el 12 de febrero de 
1921 y es recibido por el Papa Benedicto XV, 
quien lo nombrará monseñor.
La promoción de un profesor sospechoso de 
modernismo sólo podía darse por influencia de 
Radini Tedeschi, un hombre de Rampolla, con 
sus sucesores Della Chiesa y Gasparri.
Después de Benedicto XV, fue elegido Pío XI, que 
fue un acérrimo opositor de la rampante 
corriente interreligiosa y ecuménica. Ante la 
desviación pancristiana promovida por el padre 
Lambert Beauduin OSB, escribió su encíclica 
«Mortalium animos».
Para Roncalli, en cambio, el plan ecumenista en 
cuestión, la base del plan masónico, era el 
bueno.
No es pues de extrañar que se le atribuya la 
iniciación rosacruz y masónica (Pier Carpi, «Le 
profezie di Papa Giovanni», ed. Mediterranee, 
1976, Roma). ¿Sabía el Santo Oficio que Roncalli 
tenía una visión masónica?
Los documentos que podrían registrar sus 
desviaciones y perjurios han desaparecido del 
archivo del Vaticano (compárese Nichitaroncalli. 
Controvita di un papa - 2009 - Bellegrandi 
Franco, Eiles, Roma, página 41). El expediente de 
Montini, igualmente sospechoso, también fue 
retirado por el propio Roncalli, convertido en 
Juan XXIII, como obsequio al interesado.
En todo caso, bastante se sabía en el Vaticano 
sobre los informes negativos respecto a la 
doctrina de Roncalli, razón por la cual sólo con 
una fuerte recomendación podría haber 
ingresado a la carrera diplomática.
Roncalli, considerado doctrinalmente 
contaminado como profesor de historia, pasó sin 
problemas a la carrera diplomática.
EL CANÓNIGO ROCA DESCRIBE EL PROGRAMA 
MASÓNICO
El plan eclesiástico masónico en cuestión era 
secreto, pero fue descrito explícitamente por uno 
de sus heraldos, el canónigo Roca quien, en el 
centenario de la Revolución Francesa, con su 
escrito «Glorieux centenarie», dio aliento a las 
trompetas anunciadoras del admirable nuevo 
mundo religioso que surgía. 
Del libro «Le infiltrazioni massoniche nella 
Chiesa» del P. E. Barbier, publicado en 1910 y 
favorecido por muchas aprobaciones 
episcopales, tenemos el pasaje: «La masonería 
ha concebido el propósito infernal de corromper 
imperceptiblemente a los miembros de la Iglesia, 
también del clero y de la jerarquía, 
inculcándoles, bajo formas seductoras y 
aparentemente inofensivas, los falsos principios 
con los que pretendía subvertir el mundo 
cristiano».
Queriendo bautizar con inmensa simpatía al 
humanismo laical, el culto del hombre que se 
hace Dios, como dijo Pablo VI al final del Concilio 
Vaticano II (7 de diciembre de 1965), no es sólo 
una impiedad, sino una imposibilidad a la luz de 
la fe y del común sentido también. No hay 
acuerdo entre la religiosidad humanista y la 
religión cristiana, pero los modernistas se jactan 
de la bondad de la reconciliación total, una idea 
que implica, in extremis, ¡la del bien y el mal!
Aquí está la profecía ecuménica al servicio de las 
necesidades del nuevo orden mundial, que 
invadió a tantos clérigos modernistas que 
apoyaron al Concilio Vaticano II. Aquí reside el 
oscuro enigma del modernista Roncalli, profesor, 
nuncio, patriarca...
UN NUNCIO FILOMASÓN
Se ha visto que el profesor modernista Angelo 
Roncalli, de lo que escribió Andreotti, había 
aprendido mucho de don Ernesto [Buonaiuti, 
que fue excomulgado], quien tuvo el único error 
de no haber sabido esperar el devenir de los 
tiempos [ «A ogni morte di Papa», Andreotti, 
Rizzoli, 1982].
Roncalli luego aprendió a esperar su momento 
trabajando por su carrera. Esto se debió a que 
tuvo que pasar la etapa negativa de ser profesor 
de historia, vedada para él por ser sospechoso de 
modernismo.
Que los modernistas también simpatizan con los 
masones y los comunistas, compartiendo con 
ellos ideas humanitarias, es un hecho recurrente 
en la vida política del pasado como del presente;
sólo se oponen a la tradición. Por lo tanto, 
tuvieron que derrocar el "Syllabus" del Papa Pío 
IX a través de un concilio pastoral como el 
Vaticano II; revolución religiosa nacida de las 
utopías producidas por la teoría de la evolución 
de la conciencia humana que, una vez madura 
(véase el cristiano adulto de Karl Rahner), se 
liberaría de las autoridades jerárquicas ligadas a 
la tradición bíblica.
Así el mundo moderno pasaría finalmente del 
principio de la trascendencia al de la 
inmanencia, profesando la religión 
antropocéntrica en la perspectiva de un 
humanitarismo global; ideal que reúne a 
masones, comunistas, socialistas, liberales y los 
democratacristianos modernistas del Vaticano II.
Esta mentalidad, condenada por el magisterio 
católico, dominó la mente de muchos infiltrados 
en la Iglesia, para actualizar la fe y las 
autoridades católicas al progreso del mundo 
moderno. Era el pensamiento de Roncalli, cuya 
religiosidad seguía una profética evocación de 
los signos de los tiempos, no remitiendo a la 
espiritualidad cristiana, sino a la quimera de un 
nuevo orden mundial. Este plan, modernista y 
masónico, debía realizarse operando la 
mutación de la Iglesia desde dentro, a través de 
una nueva clase clerical con nuevos poderes 
jerárquicos, hasta un nuevo Papado. Este nuevo 
poder jerárquico habría obrado entonces para 
actualizar la tradición a las necesidades de los 
tiempos con el poder de las Llaves, es decir, en 
nombre del mismo Dios, y contando por tanto 
con el apoyo de un mundo católico dispuesto a 
justificar toda idea y gesto de Papas finalmente 
"buenos".
Pero ¿de qué fuente bebió Roncalli para 
imbuirse de tal ideología? Aquí está la respuesta.
Un conocido esoterista (ver Padre Siano, Il 
Satanismo massonico, in Immaculata Mediatrix, 
Frigento, n. 2, 2007, pp. 363-395) y modernista, 
Tommaso Gallarati Scotti, influyó en Roncalli y 
Montini. Se sabe que estimaba y conocía el 
pensamiento gnóstico de Sabbataj Zevi, de Adam 
Mickiewicze y de Jacob Frank.
Jacob Frank († 1791) fue un marrano que 
aparentemente se hizo católico y puede ser 
considerado un precursor del modernismo, ya 
que al igual que los modernistas no quería salir 
públicamente de la Iglesia, sino aparentemente 
permanecer en ella, sin compartir interiormente 
el Credo cristiano, y, por tanto, cambiarlo desde 
dentro. El historiador Arthur Mandel cita a 
Frank, quien escribió lo siguiente: "debemos 
aceptar exteriormente la religión cristiana para 
parecer cristianos en público [...] sin embargo, 
no debemos mezclarnos con los verdaderos 
cristianos" (A. Mandel, Il Messia militante, Milán, 
Arché, 1984, p.84). A su vez, Frank fue discípulo 
del falso mesías Shabbataj Zevi (m. 1676). Según 
el estudioso alemán Gershom Scholem (La 
Cabala, Roma, ed. Mediterranee, 1992, p. 359) 
Jacob Frank era considerado la "reencarnación" 
de Sabbataj Zevi y los dos eran los "emisarios 
encarnados" del "Gran Hermano" o el diablo (ivi, 
p. 284). Véase también G. Scholem, Sabbetay 
Zevi. El mesías místico, Turín, Einaudi, 2001; Id., 
Du Frankisme au Jacobinisme, París, 1979; Id., 
Les origines de la Kabbale, París, 1966; Id., 
Cabalá, Nueva York, 1974; Id., Les Grands 
Courants de la mystique juive, Parigi, 1983;
Id., La Mystique juive, Parigi, 1985; Ch.Novak, 
Jacob Frank le faux messie, Parigi, L’Harmattan, 
2012.
Por lo tanto, Tommaso Gallarati Scotti fue 
entrenado en ocultismo. (R.Gougenot Des 
Mousseaux, La magie au XIXème siècle, Parigi, 
1860) por Antonio Fogazzaro (cfr. Nicola 
Raponi, Dizionario Storico del Movimento 
Cattolico in Italia 1860-1980 diretto da F. 
Traniello - G. Campanini, voce Gallarati Scotti, 
Torino, Marietti, vol. II, I Protagonisti, 1982, pp. 
215-222). 
Roncalli, siguiendo a estos maestros satánicos de 
las tinieblas, crece cada vez más en el poder del 
mal.
RONCALLI NUNCIO EN BULGARIA
Sobre la relación de Roncalli con las 
desviaciones ecumenistas del pancristianismo, 
vemos una ocasión en que se manifestaron en 
contraposición a las directrices doctrinales de la 
Iglesia y del Papa.
Cuando Roncalli fue nombrado Arzobispo de 
Areopoli en 1925 con la tarea de Visitador 
Apostólico en Bulgaria, su querido amigo Don 
Lambert Beauduin, ante esto, dijo que la misión 
de Roncalli en Bulgaria podía suponer un 
resultado [ecumenístico] muy positivo, opinión 
compartida por Montini.
La importante Encíclica «Mortalium animos» de 
1928 fue escrita precisamente en vista de las 
desviaciones ecuménicas de don Beauduin, el 
hombre de confianza del cardenal modernista 
Mercier, quien más tarde se vio obligado a 
dimitir como prior del monasterio de Amay.
Pero mientras Pío XI acusaba los errores del 
método de Beauduin, Roncalli lo aplicaba.
Aquí está la prueba.
El archimandrita búlgaro Mons. Giorgio Eldarov 
se enteró de la existencia, en los archivos 
estatales búlgaros, de unas 80 cartas hasta ahora 
desconocidas de Roncalli, enviadas durante su 
estancia en Bulgaria como visitador y delegado 
apostólico entre 1925 y 1934, al obispo de Russe, 
es decir, el pasionista holandés Theelen (Roncalli 
en Bulgaria estaba en la diócesis de Mons. 
Theelen, que vivía en Russe). Habiendo obtenido 
las copias, Mons. Eldarov se las entregó al Prof. 
Alberto Melloni, profesor de la Tercera 
Universidad de Roma y miembro de la 
Fundación Juan XXIII para las Ciencias 
Religiosas de Bolonia, atento conocedor de la 
vida del Papa Roncalli y editor de la edición 
crítica del Diario del alma. La Sra. Krassimira 
Kemalova, del Programa Búlgaro, luego preguntó 
al Prof. Melloni sobre la importancia y el 
significado del nuevo hallazgo.
El profesor Melloni responde de la siguiente 
manera (extracto):
"Es una correspondencia que nos muestra un 
lado interesante de la actividad de Roncalli en 
ese momento, primero como visitante y luego 
como delegado apostólico en Bulgaria, a saber, 
su relación con un obispo ordinario y nos 
muestra las opiniones y la forma en que Roncalli 
aconseja y da sugerencias sobre el gobierno 
pastoral de una diócesis...
Ya entonces en este joven obispo italiano de 44 
años se destacaron algunos rasgos que el mundo 
entero reconocería más tarde durante su 
gobierno pontificio de 1958 a 1963, identificables 
sobre todo en dos aspectos: por un lado, una 
confianza en el instrumento sinodal y luego 
conciliar, como forma de solucionar los 
problemas de la Iglesia. Roncalli en Bulgaria le 
escribe a Theelen que le gustaría establecer un 
consejo provincial de obispos de rito latino y 
oriental"...
  ..."Otro episodio, muy interesante, se refiere a la 
petición de un joven ortodoxo de que se le 
permitiera venir a Roma a estudiar en el 
Pontificio Instituto Oriental, pidiéndole al obispo 
Roncalli que se convierta en católico; y Roncalli 
no sólo no le dejó venir a Roma, sino que le 
desaconsejó convertirse católico, diciéndole que 
católicos y ortodoxos no son enemigos, sino 
hermanos"...
Las cartas manuscritas originales, transcritas 
aquí, se conservan en el archivo parroquial de 
Bèlene en Bulgaria.
Toda su personalidad modernista y masónica 
emerge por tanto de Roncalli en Bulgaria, de 
hecho no cumple con las directivas del Pontífice 
de Roma y su Curia, sino que aplica las directivas 
masónicas y modernistas de sus líderes, es decir, 
la sinodalidad y el ecumenismo, con la 
prohibición de convertirse a Cristo Jesús.
RONCALLI NUNCIO EN TURQUÍA 
El 24 de noviembre de 1934, Angelo Roncalli, 
después de una década en Bulgaria, fue 
nombrado Delegado Apostólico en Turquía y 
Grecia. Roncalli llega a Estambul, justo en el 
corazón de la revolución iniciada por el general 
masón Kémal Ataturk, para transformar Turquía 
en un estado moderno y laico.
La cruz pectoral de Roncalli está sin el crucifijo, 
en la intersección de cuyos brazos destaca un ojo 
abierto en el centro de un triángulo que, como 
también afirma Eduard Brasey, representa el 
símbolo de la Orden de los Illuminati de Baviera.
La razón se nos explica, con un excursus, el 
masón Magaldi que escribe sobre la "iniciación" 
del entonces Padre Don Angelo Roncalli (más 
tarde Juan XXIII) a la masonería, que comenzó 
en Roma en un sentido amplio o informalmente, 
a principios del siglo XX, en el seminario de 
Apollinare donde conoció al modernista y masón 
Ernesto Buonaiuti. (Gioele Magaldi, Massoni. 
Società a Responsbilità Illimitata. La scoperta 
delle Ur-Lodges, Milano, Chiarelettere, 2014, p. 
151).
Más tarde, en 1940, precisamente en Estambul, 
donde era Nuncio Apostólico en Turquía, 
Roncalli ingresó en la super logia Ghedullah, 
especializada en el estudio de la cábala judía y 
las tradiciones rosacruces, estricta o 
formalmente (G. Magaldi, cit., p. 29; véase P. 
Vulliaud, Les Rose-Croix lyonnais au XVIIIème 
siècle, París, Nourry, 1919).
Finalmente, habiendo “llegado a París en 1944 
como Nuncio Apostólico en Francia, en 1949 
Mons. Roncalli recibió una segunda iniciación en 
la muy poderosa super logia progresista 
Montesquieu, que le otorgó un cuarto grado de 
Maestro legislador. […]. En 1950 Roncalli fue 
oficialmente iniciado como hermano rosacruz en 
la superlogia supranacional Iohannes" (G. 
Magaldi, cit., pp. 29-30).
De las frecuentaciones masónicas de Roncalli en 
Estambul de 1935 a 1944 y en París de 1944 a 
1953 ya habían sido escritas, sobre todo por el 
barón Yves Marsaudon (Cf. Y. Marsaudon,  
L'Oecumenisme vu par un Franc-maçon de 
tradition, París, Vitiano , 1964; Id., De l'initiation 
maçonnique à l'orthodoxie chrétienne, París, 
Dervry, 1965);
Según Magaldi "en los archivos de Ghedullah 
todavía hay amplia documentación de su 
afiliación como aprendiz, así como de su paso 
por las filas a compañero artesano, y luego, en 
1943, a Maestro Francmasón" (ibid., Magaldi).
La evidencia documentada está, por lo tanto, en 
los archivos de las logias traseras turcas y 
francesas. De hecho, cuando los masones 
escriben libros o artículos, lo hacen sobre la base 
de documentación cierta, para no arriesgarse a 
juicios legales que cuestan mucho dinero.
Durante la nunciatura en Turquía, Roncalli fue 
admitido "a la secta del Temple" recibiendo el 
nombre de "Hermano Juan" [en "Profezie di 
Giovanni XXIII", Pier Carpi, pág. 52]. Tanto es así 
que los mismos hermanos masónicos de Roncalli 
escribieron tiempo después: “El sentido de 
nuestra acción: la continuación de la obra de 
Juan XXIII y de todos los que le siguieron en el 
camino del Universalismo Templario” [en 
“Resurgence de Temple”, pag. 149 - un libro 
publicado por los Templarios mismos en 1975.]
Carl Jakob Burckhardt, un masón de alto rango, 
escribió en el “Journal De Geneve”, [citado por 
Carpi]: “Conozco muy bien al cardenal Roncalli.
Era un deísta y un racionalista cuya fuerza 
ciertamente no reside en la capacidad de creer 
en los milagros y en venerar lo Sagrado".
En Turquía, Roncalli había hecho su profesión 
pública de fe en la fraternidad universal al decir 
en la catedral de Estambul: "Todos somos 
hermanos sin distinción de religión, ley, 
tradición o clase". (P. Tanzella, Papa Giovanni, 
Edizioni Dehoniane, 1973, pág. 140).
En Pentecostés de 1944 dijo en una homilía: «A 
los católicos, en particular, les encanta 
distinguirse de los demás: hermanos ortodoxos, 
protestantes, judíos, musulmanes, no creyentes y 
creyentes de otras religiones... Debodecirles que 
a la luz de la Evangelio y del principio católico 
esto es una lógica falsa. Jesús vino a derribar 
estas barreras; murió para proclamar la 
fraternidad universal».
Se trata de la fraternidad masónica, por encima 
de las religiones; fraternidad de la ONU, de 
«Nostra Aetate» del Vaticano II, de sus sucesores 
y del nuevo orden mundial.
Este programa fraterno impuso el concepto: 
buscar en todo más lo que une que lo que divide.
Por tanto, era necesario dejar de lado los dogmas 
católicos, la necesidad de conversión, la 
autoridad del Vicario de Cristo, en fin, del mismo 
Jesucristo.
Roncalli negó sistemáticamente la ayuda a 
quienes querían acercarse a la Iglesia de Roma: 
siempre lo hizo con todos los jóvenes ortodoxos.
Esto también implica el rechazo del Papado.
¿Qué idea tenía Roncalli sobre la misión y el 
poder del Papa?
Rito de iniciación de Mons. Angelo Roncalli a la 
Orden Rosacruz
El periodista masón y ocultista Pier Carpi es 
mencionado en el libro "El Decálogo de Satán", 
en el capítulo 17, titulado "Una revolución en 
tiara y capa".
He aquí un extracto del rito de iniciación de 
Mons. Angelo Roncalli:
«Angelo Roncalli fue iniciado en 1935, cuando 
era delegado apostólico en Turquía. El periodista 
italiano Pier Carpi, un alto ocultista iniciado, 
hizo pública, a pedido de la secta, una 
descripción detallada de la ceremonia de 
iniciación, en su obra "Las profecías del Papa 
Juan XXIII".
Sus revelaciones nunca fueron negadas.
Roncalli estaba afiliado a la Orden Rosacruz, lo 
que no debe confundirse con el grado de 
Caballero Rosacruz de la Masonería. Es un grupo 
ocultista en el que se practica la magia negra.
Fue fundada en el siglo XVIII por los hermanos 
judíos Cagliostro y Saint Germain y por el 
hermano masón San Martín, discípulo del judío 
portugués Martínez de Pasqualis.
«La sala era amplia y pentagonal – informa Pier 
Carpi – en medio de la sala, una gran mesa de 
cedro, también pentagonal”.
El pentágono y el pentáculo se utilizan 
actualmente en la brujería.
«Sobre la mesa, una Biblia abierta al prólogo del 
Evangelio de San Juan».
La masonería y otros grupos gnósticos tienen 
predilección por el prólogo del Evangelio según 
San Juan, donde se dice que la luz ha venido al 
mundo, pero que las tinieblas no la han recibido.
Por una inversión satánica, los ocultistas 
afirman que las tinieblas en cuestión significan 
el oscurantismo medieval de la "Iglesia de 
Pedro", opuesto a la luz del verdadero 
cristianismo, transmitida en secreto por la 
"iglesia de Juan". (…) Se trata pues de aniquilar la 
Iglesia romana fundada sobre Pedro, 
infundiendo a los hombres la luz luciferina de la 
secta que se refiere a san Juan.
Por eso Angelo Roncalli eligió como nombre de 
iniciación "Giovanni", nombre con el que más 
tarde se convirtió en (falso) Papa. Y además, en 
concreto, Juan XXIII, precisamente en honor al 
antipapa Baldassarre Cossa, no un verdadero 
Papa.
En la masonería, el nuevo miembro sale a la luz 
poco a poco, año tras año; en la Orden Rosacruz, 
por el contrario, el iniciado recibe toda la 
influencia luciferina de un solo golpe. (Ver el 
notable artículo de Jean Vaquié sobre la 
iluminación iniciática aparecido en "Lectura y 
tradición", enero/marzo de 1973).
La larga ceremonia de Roncalli en realidad 
terminó de esta manera: el maestro, alrededor 
de cuyo cuello colgaba el símbolo de la orden 
unido a "una cadena de nudos templarios", 
colocó su espada sobre la cabeza de Roncalli.
«En ese momento se produjo en Juan algo nuevo, 
inexpresable, y explotó en él. Estaba todo 
aturdido, confundido. En la cima de la serenidad,
el bienestar. “Lo que encuentras en este 
momento, hermano Juan, muchos otros lo han 
experimentado antes que tú: yo mismo, los 
maestros del pasado, los otros hermanos 
alrededor del mundo.
Esa cosa llama a la luz, pero no tiene nombre”, le 
dijo su iniciador.
Bien notamos que esta iluminación no era de 
origen divino, sino diabólico. Satanás, 
transformado en ángel de luz, se apoderó de 
Roncalli.
Pier Carpi pinta un retrato tan exacto de este ser 
invisible que el cristiano, que posee alguna 
noción de demonología, puede identificarlo 
fácilmente como Satanás disfrazado de ángel de 
luz:
"Hay algunos que, en determinados momentos, 
tienen la posibilidad de desprenderse de sí 
mismos, de descender más allá del umbral, más 
y más abajo, a las oscuras profundidades de la 
fuerza que sostiene su cuerpo, y donde esta 
fuerza pierde su nombre y su individualización.
Es entonces cuando se tiene la sensación de que 
esta fuerza se expande, se apodera del yo y del 
no-yo, e invadiendo toda la naturaleza 
sustantiva el tiempo, transportando miríadas de 
seres como si estuvieran borrachos o alucinados. 
Y estos seres reaparecen en mil formas, una 
fuerza irresistible, salvaje, inalcanzable, sin 
descanso sin límite, quemada por una eterna 
insuficiencia y privación.
Esta descripción es idéntica a la que los 
escritores eclesiásticos hacen del diablo, cuando 
lo definen como un espíritu de inquietud, de 
ambición, un espíritu incandescente, pero 
eternamente privado de Dios, es 
verdaderamente otra religión. De una contra-
iglesia con dogmas, rituales e influencia 
espiritual.
Pier Carpi continúa:
«Al futuro Juan XXIII se le enseñaron los 
misterios de la orden, las palabras secretas, los 
signos de reconocimiento, las formas de tocarse, 
el ritual del trabajo en grupo. Los rituales diarios 
a realizar en tres momentos precisos del día (…).
Los hermanos apretaron la cadena a su 
alrededor, lo abrazaron para comunicar su 
fuerza. Y, con una voz que no era la suya, Juan 
habló… Todo lo que dijo fue transcrito en el 
informe de la época, por el gran canciller».
Eran las profecías de Juan XXIII, pronunciadas 
por el diablo por boca de Roncalli. Porque es 
bien sabido que los poseídos hablan con una voz 
que no es la suya...
Es interesante ahora leer lo que dice Eduard 
Brasey en su escrito (“Inchiesta sull’esistenza 
degli angeli ribelli”).
«Durante la Segunda Guerra Mundial el Servicio 
Secreto Británico creó una sección denominada 
"MI 5", por orden de Winston Churchill. Este 
organismo se encargaba de operar en el mundo 
oculto para desestabilizar al Tercer Reich por 
medio de un ritual mágico. Amado precisa que 
este ritual se llevó a cabo en presencia de 
personajes como Jan Fleming, y con la bendición 
del obispo Angelo Roncalli, INICIADO DE LA 
SECTA ILLUMINATI en Turquía, quien, en 1958, 
¡se convertiría en el Papa Juan XXIII!
En su cruz pectoral, además, estaba el signo de 
los Illuminati: un ojo abierto en el centro de un 
triángulo... Esto sucedió en un bosque oscuro en 
Sussex a principios del año 1941» (Eduard 
Brasey, “Inchiesta sull’esistenza degli angeli 
ribelli”, p. 259).
Los efectos nocivos y devastadores de las 
frecuentaciones masónicas de Roncalli siempre 
se han manifestado constantemente.
En Bulgaria y Turquía, en efecto, el extraño 
nuncio actuó precisamente al contrario de lo que 
entonces se enseñaba en la Encíclica "Quas 
primas", sobre la realeza social de Jesucristo: el 
laicismo es la peste que infecta a la sociedad, la 
peste de nuestro tiempo.
Pero Roncalli estaba a favor del "principio 
básico" de la laicidad del Estado: la Iglesia tendrá 
cuidado de no socavar o discutir esta laicidad.
Es curioso que mientras defiende el laicismo de 
la nueva Turquía masónica, Roncalli se 
compromete a ayudar a los sionistas de paso por 
Palestina que querían revivir una nación judía.
Así, nos encontramos ante cuestiones de fe y 
derecho divino, despreciadas por un nuncio por 
razones ecuménicas.
Desde esta perspectiva, llegó incluso a hacer 
cancelar en Turquía el «Filioque», que en abierta 
polémica con los ortodoxos, estaba escrito con 
grandes letras a la entrada de la delegación 
apostólica (Spinelli, Biblioteca Sanctorum, 
entrada: Giovanni XXIII, Prima Apéndice, Città 
Nuova, Roma, 1987).
RONCALLI NUNCIO MASÓN EN PARÍS
Amigos de Roncalli 
En su nueva misión como nuncio en París,el 
astuto Angelo Roncalli logra su propósito de no 
disgustar al gobierno francés, sino también de 
satisfacer a los nuevos aliados secretos.
De esta manera, Roncalli hizo entonces muchos 
amigos conocidos, como Leon Blum, el judío 
socialista que, dirigiendo el sindicato a la 
izquierda del Frente Popular, había llegado al 
poder en 1936.
Pero veamos los especiales.
Edouard Herriot, presidente del Partido Radical-
Socialista, que se convirtió en primer ministro 
en 1924 y 1932.
Leon de Poncins escribe sobre su gobierno 
(Christianisme et F.M.): famoso anticlerical, la 
introducción de la masonería en los asuntos del 
Parlamento y su dominio sobre la mayoría... se 
había establecido más fuerte que nunca durante 
el ministerio de Herriot de 1924. 
  Su gobierno [aclamado públicamente por los 
masones] decretó una serie de leyes 
socializadoras, prefiguración de las leyes del 
Frente Popular de Leon Blum, leyes previamente 
elaboradas en las logias masónicas ("Forces 
Secretes", páginas 63-64).
El otro, Vicente Auriol, ateo y socialista, ministro 
de Hacienda en el gobierno del Frente Popular y 
primer presidente de la 4ta. República (1947-54).
Más tarde quiso hacer uso de un antiguo 
privilegio del gobierno francés para imponer la 
Berretta cardenalicia al Nuncio en Francia, 
Roncalli, entonces elegido cardenal y por lo tanto 
elegible para el papado. Otro amigo fue el 
diplomático suizo Carl Burckhardt, masón, 
profesor de historia, especializado en Voltaire y 
Goethe, comisario de la Sociedad de las Naciones 
y presidente del Comité Internacional de la Cruz 
Roja. Cuando Roncalli fue elegido Papa en 1958, 
escribió una carta a su amigo Max Richer 
describiendo la vida que su amigo Roncalli 
llevaba en París: «Iba como un joven funcionario 
de embajada, lo encontrabas en todas partes... 
Cambiará muchas cosas ;
después de él la Iglesia no volverá a ser la 
misma». Él escribe de nuevo:
“…durante el período de su nunciatura en París, 
para gran asombro de la Policía que le había sido 
asignada para su protección como diplomático, 
el “Cardenal” Roncalli frecuentaba la Gran Logia 
[el Templo Masónico] vestido de civil, donde 
encontró al jesuita Riquet; su asesor fue J. Gaston 
Bardet, autor de “Mistique et Magie”, quien se 
jactaba de… “haber profetizado la Tiara al 
“Cardenal” Roncalli”. (Da: “La via occulta ma 
vittoriosa della Massoneria”, del reverendo 
‘MOURAUX, Bonum Certamen No. 74, Luglio / 
Agosto 1984).
Barón Yves Marsaudon
Pero el amigo más cercano de Roncalli era el 
Barón Yves Marsaudon, sobrino de Monseñor Le 
Cam, colaborador de Rampolla, nombrado 
Ministro de la Orden de Malta en París en 1946, y 
ya desde 1926, hermano masón de la Gran Logia 
de Francia, y finalmente desde 1932 Venerable 
Maestro grado 33 de la Logia de la Republique.
Cuando él, teniendo problemas de conciencia 
por estas afiliaciones secretas, consultó con 
Roncalli, ¡se le dijo que también permaneciera 
en la masonería!
Cuando Roncalli era nuncio en Francia, fue 
nombrado 33° grado masónico, ya que era amigo 
del barón Yves Marsaudon, jefe de la filial 
francesa de los Caballeros de Malta. ¡Esto es 
ciertamente un gran escándalo para el papado 
de Pacelli!
El propio Yves Marsaudon se regodearía más 
tarde: “¡Si todavía quedan fragmentos residuales 
de pensamiento que recuerdan a la Inquisición, 
estos serán ahogados en un creciente diluvio de 
ecumenismo y liberalismo! Una de las 
consecuencias más tangibles será la ruptura de 
las barreras espirituales que dividen al mundo.
Deseamos de todo corazón el éxito de la 
revolución de Juan XXIII". (L'oecumenisme vu 
par un Franc Macon de Tradition, Yves 
Marsaudon, 1964, París, p. 26).
La dedicatoria y el prefacio del libro de 
Marsaudon fueron escritos por Charles Riandley, 
Soberano Gran Comandante del Consejo 
Supremo de Francia (Rito Escocés). Riandley 
escribió: "A la memoria de Angelo Roncalli, ... 
Papa bajo el nombre de Juan XXIII, quien se ha 
dignado darnos su bendición, su comprensión y 
su protección, ... [y] a su augusto sucesor, Su 
Santidad Papa Pablo VI". Riandley predijo con 
gran confianza cómo las políticas de Roncalli y 
Montini harían avanzar el plan masónico en la 
agenda:
“Estamos convencidos de la estrechez de las 
estructuras espirituales, culturales, científicas, 
sociales y económicas que hasta el día de hoy 
han obstaculizado la acción y el pensamiento del 
hombre... Pero estas estructuras ya han sido 
parcialmente destruidas. ¡Algunas decisiones 
pontificias han contribuido a ello! Estamos 
seguros de que al final todos serán destruidos... 
Es cierto que no todo debe ser desechado, pero lo 
que se puede salvar no se salvará si no se 
renueva. ” (L’oecumenisme vu par un Franc 
Macon de Tradition, Yves Marsaudon, 1964, 
París, p. 15, 16).
Sobre la vida de Roncalli en París,
específicamente escuchamos al Conde Franco 
Bellegrandi en su libro de 2009 «Nichitaroncalli», 
Eiles, Roma, p. 59-62.
"Su casa acoge reuniones con personalidades 
imprevisibles, cultiva relaciones personales y 
frecuentes con exponentes de la izquierda y se 
hace amigo de figuras y ministros pertenecientes 
a la masonería. 
En ese período francés hay un incidente, 
desconocido para la mayoría, que levanta por un 
momento el telón sobre la supuesta pertenencia 
de Roncalli a la secta masónica. Su Alteza 
Eminente el Príncipe Chigi Albani della Rovere, 
entonces Gran Maestre de la Soberana Orden 
Militar de Malta, había recibido una carta del 
Cardenal Canali, pesada como una gran piedra, 
en la sede romana del Gran Magisterio: Pío XII, 
protector de la Orden, si acabara de saber, con 
gran dolor, que el Ministro de la Orden de Malta 
en París era masón. En el palacio magisterial de 
via dei Condotti, nos apresuramos a hojear el 
expediente del barón Marsaudon, recién 
nombrado en lugar del conde de Pierredon, que 
se había retirado. Se supo, con cierto alivio, que 
había sido hecho "gran cruz magisterial" a 
propuesta de su antecesor y, sobre todo, 
nombrado ministro por recomendación del 
nuncio en París, Roncalli. El resultado de esa 
primera investigación fue informado de 
inmediato al cardenal Canali en el Vaticano, a 
quien se le escuchó exclamar: "¡Pobre Roncalli! 
Estoy afligido de tener que ponerlo en vergüenza 
y espero que eso no le cueste el galero 
cardenalicio ... " (¡qué ingenuidad!). El Vaticano 
dispuso en el mayor secreto que la Orden 
enviara inmediatamente a París una persona de 
confianza para llevar a cabo exhaustivamente la 
delicada investigación. El gran magisterio papal 
se encontró en una grave vergüenza. De hecho, 
los tres personajes involucrados en la historia 
debían ser tratados con respeto (¡qué miopes!).
El nuncio, por su valiosa contribución dada a la 
Orden de Malta para la conclusión de ciertos 
asuntos delicados en Argentina, el conde de 
Pierredon por sus muchos años de servicios, 
primero en Bucarest, luego en París, el mismo 
Baron Marsaudon por su meritorio compromiso 
para obtener el reconocimiento oficial de la 
Orden por parte del gobierno francés. Después 
de una elección cuidadosa y acertada, fue 
nombrado "visitante magistral", un capellán 
profeso de la Orden, monseñor Rossi Stockalper, 
que también era canónigo de Santa Maria 
Maggiore y por lo tanto en el círculo del 
Vaticano. Inmediatamente partió hacia París. Se 
le había sugerido que comenzara su 
reconocimiento de información por el padre 
Berteloot de la Compañía de Jesús, un experto en 
asuntos masónicos. El jesuita, consultado con la 
mayor discreción, confirmó que el barón 
Marsaudon no sólo era masón sino "trigésimo 
tercer grado" de la masonería y miembro 
vitalicio del Consejo de la Gran Logia del Rito 
Escocés. Monseñor Rossi Stockalper continuó su 
recorrido. Aprendió muy poco del arzobispo de 
París, monseñor Feltin, quien lo envió a su 
vicario general, monseñor Bohan, "que conocía 
al barón más de cerca".
«Aquí, para el enviado de Roma, otra sorpresa: el 
vicario general había sacado de una caja fuerte y 
esparcidossobre la mesa una serie de 
documentos incontrovertibles: entre ellos un 
número del "Journal Officiel de l'Etat français", 
publicado en Vichy durante la ocupación, en la 
que Yves Marie Marsaudon se destacó entre los 
adherentes a la masonería; tres o cuatro 
ejemplares de la revista masónica "Le Temple" 
conteniendo algunos de sus artículos y una ficha 
informativa del interesado. No había ningún 
documento relativo a una abjura. El visitante 
magisterial, con el corazón apesadumbrado, se 
arrastró luego hasta el número 10 de la avenida 
President Wilson, sede de la nunciatura. Con 
mucho tacto le pidió a Roncalli información 
detallada sobre el Barón-Masón Marsaudon. El 
sacerdote de Sotto il Monte (este pueblo está 
cerca de Bérgamo), entre una sonrisa y una 
broma, devolvió al capellán de la Orden de Malta 
al secretario de la nunciatura, monseñor Bruno 
Heim. Este sacerdote, que más tarde se 
convertiría en "legado apostólico" en Gran 
Bretaña, terminó de asombrar al enviado de 
Roma, primero con su clérigo y su pipa entre los 
dientes, luego con sus asombrosas declaraciones 
sobre la masonería definida como "una de las 
últimas fuerzas del poder social" de 
conservación que hay en el mundo, y, por tanto, 
una fuerza de conservación religiosa”, y con un 
juicio entusiasta sobre el Barón Marsaudon que 
tuvo el mérito de hacer comprender a la 
nunciatura el valor trascendente de la 
Masonería. Precisamente por este mérito, el 
nuncio en París, Angelo Giuseppe Roncalli, había 
apoyado y avalado su nombramiento como 
ministro de la Orden de Malta en París.
Monseñor Stockalper quedó estupefacto ante 
aquel cambio de rumbo y recibió el golpe de 
gracia cuando, protestando que el canon 2335 
del Derecho Canónico prevé la excomunión de 
los afiliados a la Masonería, escuchó replicar a 
su interlocutor, entre calada y calada del 
perfumado humo de la gran pipa, que "la 
nunciatura de París estaba trabajando en gran 
secreto para reconciliar a la Iglesia católica con 
la masonería". ¡Era 1950! Este episodio parece 
confirmar la connivencia de Roncalli con la 
masonería. La Iglesia posconciliar se 
reconciliará en efecto con la secta secreta.
El Barón Yves Marsaudon, Francmasón de la 
Gran Logia de Francia, desde 1932 Venerable 
Maestro grado 33 de la Logia La Republique, 
además de miembro de la Orden de Malta, fue 
"una figura clave en los contactos entre la Iglesia 
y la Francmasonería durante el periodo 
conciliar". Dijo: “Sólo la masonería puede 
esclarecer los enormes problemas que dominan 
al hombre hoy y que a pesar de la evidente 
buena voluntad, ni las iglesias organizadas, ni 
los partidos políticos son capaces de resolver”.
Roncalli se comporta como un no católico
El conciliarismo modernista fue la tendencia 
política contraria a las directrices de la Iglesia, 
para la cual incluso las cuestiones políticas 
tienen un aspecto doctrinal, como fue el caso del 
«Non expedit» de Pío IX y el anticomunismo de 
los Papas recientes. Pero lo que le importaba a 
Roncalli (que apuntaba a lo que unía), y también 
al arzobispo de Paris Suhard, era actualizar la 
Iglesia, reconciliándola con el progreso (del 
cientificismo) y con la modernidad (del 
democratismo) (proposición 80 condenada por el 
"Syllabus " de Pío IX).
En este sentido, Roncalli apoyó plenamente la 
iniciativa de los sacerdotes obreros. Iban a 
trabajar a las fábricas para estar en contacto con 
los trabajadores y, si era posible, acercarlos a 
alguna palabra evangélica. Pero el hecho es que 
en lugar de convertir a los trabajadores a la 
religión católica, se convirtieron al comunismo.
Con estos resultados Roma reaccionó e impuso la 
intervención de Suhard, quien en febrero de 
1949 hizo una declaración sobre el tema, juzgada 
inadecuada por el Vaticano. Roncalli, por su 
parte, intervino en favor de aquella ruinosa 
iniciativa para la fe, e hizo publicar en 
L'Osservatore Romano, con la ayuda de Montini, 
un elogio de esta misión en marcha en París y de 
su patrón Suhard.
Cuando Pío XII, el 30 de junio de 1949, decretó la 
excomunión de los comunistas ateos y de los que 
de alguna manera favorecieran el comunismo, 
Roncalli partió de París en un largo recorrido 
por las provincias, revelando cómo pretendía 
evitar el problema. Ausencia que repite con 
motivo de la publicación de la Encíclica "Humani 
generis" (12 de agosto de 1950), que condena la 
"nueva teología".
Con el Concilio Vaticano II se comprenderá por 
qué las doctrinas y sus autores, que los Papas 
católicos condenan, deben ser promovidas para 
Roncalli y sus sucesores. Por nombrar algunos: 
Danielou, De Lubac, Chenu, Congar, etc.
Es cierto que la advertencia contra su inspirador, 
Teilhard de Chardin, ya muerto, quedó, pero sólo 
en el papel, porque con Juan XXIII, 
esencialmente, el masón Teilhard fue el 
verdadero mentor de la revolución del Vaticano 
II. Recordemos, sin embargo, que fue una 
revolución que venía de lejos y que no recoge 
únicamente las ideas y directivas de 
personalidades conocidas. En ella todo se teje en 
el secreto. Incluso flota el nombre de Rudolf 
Steiner y su antroposofía. Por lo tanto, la 
elección de Roncalli de perseverar en la 
masonería aún requiere más investigación.
El francés Jean-Gaston Bardet, que más tarde se 
hizo conocer como un conocido masón, autor de 
libros en la corriente del esoterismo cristiano, 
escribió a Roncalli en agosto de 1954 y luego lo 
visitó en Venecia para repetirle que sería Papa: 
no solo predijo que llegará a ser Papa, sino que 
también adivinó el nombre que elegirá cuando 
sea elegido y que su pontificado estará marcado 
por intervenciones doctrinales y reformadoras.
Dado que todo esto se ha hecho realidad y 
existen otros indicios de que Roncalli sabía que 
sería electo, se puede deducir lo siguiente: los 
poderes ocultos ya lo habían identificado, por lo 
que había que advertirlo a tiempo como 
candidato al próximo Cónclave; que la elección 
de la persona y del nombre se centró en su 
currículum, según sus necesidades (de los 
masones), y no en su decisión. Otro episodio 
extraño fue mencionado en el programa RAI 3 
Enigma de 2003.
  Se trata de un informe de 1954 del embajador 
de Italia ante la Santa Sede, Francesco Giorgio 
Mameli, al ministro Piccione de la República 
Italiana, indicando a Roncalli como el candidato 
a Papa a favorecer.
Roncalli iba a ser Juan Bautista, el precursor de 
Montini, un pacto totalmente aceptable y 
también querido por él, como lo era la 
convocatoria del Concilio buscado por las logias.
Por lo tanto, se puede entender que el trabajo 
ecuménico de Roncalli en el Cercano Oriente le 
había abierto todas las puertas:
como nuncio en París, y luego como papable de 
las logias, en fin, el Papa bueno según sus ideas 
(de las logias). Después de haber favorecido a 
monseñor Feltin, presidente de Pax Christi 
(pacifismo cristiano), para la sucesión del 
cardenal Suhard en París, Roncalli regresa a 
Italia en 1953 y ante su brillante labor en 
Francia, que perfila el perfil de su decisiva fe 
modernista y Masónica, fue nombrado patriarca 
de Venecia.
Roncalli sube en el escalafón jerárquico por dos 
motivos: el primero es porque siempre se ha 
camuflado utilizando diversas máscaras cuando 
ha sido necesario; y la segunda es que disfrutó 
de la poderosa ayuda del clero masónico.
RONCALLI EN VENECIA
Trasladado a Venecia en 1953, el cardenal 
Roncalli reafirmó su viejo principio, con un 
aspecto «propiamente masónico» (cf. Sodalitium, 
nº 29, págs. 3-5) de que debemos mirar lo que 
nos une y no lo que divide, y siguió encontrando 
a sus hermanos masónicos Auriol y Marsaudon.
Mons. Capovilla, secretario de Roncalli, era un 
viejo amigo (desde 1945) del presidente del 
Rotary de Venecia, Antonio Ambrosini (1933-
2015), quien, escribiendo al propio Capovilla, 
describía a Roncalli como «un patriarca tan 
indulgente y comprensivo con la 'actividad 
rotaria' (Ver O. Ranelletti, La Chiesa cattolica e il 
Rotary Internazionale, in Realtà Nuova, rivista 
mensile deiRotary Club d’Italia, Milano, n. 4, 
aprile 1972. El autor se encargó en 1975 de su 
actualización y reedición. Cito de la última 
edición: OMERO RANELLETTI, Il Rotary e la 
Chiesa cattolica, Quaderni di Realtà Nuova, 
Istituto culturale rotariano, Torino, 1991, pag. 88. 
Lettera di Lando Ambrosini a Mons. Capovilla, 
del 22 dicembre 1958).
Ranelletti lo confirma: «El Papa Juan, durante su 
estancia como Patriarca en Venecia, había tenido 
la oportunidad de acercarse varias veces a los 
rotarios de la ciudad, por lo que conocía bien 
nuestra institución» (Ibíd., pág. 91).
Así, mientras el cercano arzobispo de Milán, el 
cardenal Alfredo Ildefonso Schuster (1880-1954), 
incluyó a Rotary, en la Revista Diocesana de 
Milán, entre las diversas «formas esotéricas de 
una masonería única» (Cf. Revista Diocesana de 
Milán, noviembre de 1949, pp. 240-241; citado en 
padre R. Esposito, «Le grandi concordanze tra 
Chiesa e massoneria», p. 342) y Roma renovó sus 
condenas, ¡el patriarca Roncalli hizo buen uso de 
esta forma esotérica con sus hermanos rotarios!
Extraño, ¿verdad?
Pero el caso más emblemático fue el de 1957, con 
la bienvenida al XXX° Congreso del Partido 
Socialista Italiano de Pietro Nenni, que tenía la 
hoz y el martillo en su bandera. Ya antes Roncalli 
había defendido a sus sacerdotes reprendidos 
por el Vaticano por haber propuesto en los 
periódicos locales la apertura de los católicos a 
una colaboración con los socialistas. Obligado 
por el cardenal Pizzardo a definir su posición, 
critica la apertura a la izquierda a toda costa en 
la pastoral del 12 de agosto de 1956, pero no 
firma la reprendida episcopal a los sacerdotes 
(Dorigo).
Roncalli anticipa un principio del Vaticano II en 
Venecia: tratar de desarrollar más lo que une, 
que lo que divide. Una idea que puede ser 
compartida en algunos campos, pero no en el 
religioso, donde refleja un indiferentismo 
velado.
¡En cuanto al honor debido a la Madre de Dios, 
hay que sopesarlo y revestirlo de mucha 
prudencia!
Roncalli se niega a firmar la petición para el 
establecimiento de la nueva fiesta de la Realeza 
de María, que precede en seis meses a la 
encíclica de Pío XII "Ad Coeli Reginam", para la 
fiesta y la consagración del 31 de mayo.
Su ecumenismo va en todos los sentidos, menos 
en el mariano, porque en el fondo todo el mundo 
es cristiano anónimo, incluso sin quererlo. En 
este sentido Roncalli invitó a todos a su mesa 
veneciana, masones, protestantes, judíos, 
musulmanes, sin distinción, lo que escandalizó a 
muchos porque era la puesta en práctica de un 
indiferentismo sin fronteras. ¡Si apuntaba a las 
conversiones, esto solo podría ser a su credo 
ecumenista masónico!
EL PROGRAMA MASÓNICO SOBRE LA IGLESIA
Claramente la masonería apuntaba a un " Papa 
bueno", es decir, que supiera enmascararse y 
disfrazarse bien, para poder engañar mejor al 
pueblo católico, para pasar innovaciones tan 
radicales que iban contra la tradición, y Roncalli 
era el hombre correcto.
El primado de la iglesia anglicana Fischer y el 
patriarca Atenágoras de la iglesia ortodoxa eran 
masones, con quienes Roncalli inició una 
apertura de diálogo ecuménico en un clima de 
entendimiento fraternal (así lo revela el Gran 
Maestre Giuliano Di Bernardo en su libro 
«Filosofía de la Francmasonería», Marsilio 
Editore página 146).
El patriarca ortodoxo Atenágoras de 
Constantinopla, y algunos otros, han comparado 
a Juan XXIII con Juan Bautista.
Tres días antes de que se anunciara el Concilio 
Vaticano II, Roncalli le confió a Andreotti: 
"Muchas de las anticipaciones de la época [del 
modernismo] se habían convertido luego en 
fructíferas realidades". El Concilio las habría 
constitucionalizado (Andreotti Giulio, I quattro 
del Gesù. Storia di una eresia, Rizzoli, Milano, 
1999, pagina104). 
La novedad del nombre elegido por Juan XXIII 
sorprendió a muchos, pero su lógica secreta era 
conocida por los iniciados: que el pontificado 
tenía que preparar el camino para Montini y 
anunciar la novedad de actualizar la tradición y 
particularmente de los últimos pontificados, de 
Pío IX a Pío XII. Montini, que se convirtió en 
Pablo VI, habría pensado entonces en imponer a 
los católicos la inversión religiosa sutilmente 
perseguida.
Ó
RONCALLI MASÓN, SU ACTIVISMO
«El Papa, sea quien sea, nunca vendrá a las 
sociedades secretas; corresponde a las 
sociedades secretas dar el primer paso hacia la 
Iglesia y hacia el Papa, con el fin de ganarlos a 
ambos. (...) Lo que tenemos que buscar y esperar, 
como los judíos esperan al Mesías, es un Papa 
acorde a nuestras necesidades...» (“Instrucción 
secreta” de Nubius, segundo Jefe de los 
Illuminati bávaros).
El Gran Maestre del Gran Oriente de Italia, 
Virgilio Gaito, en dos entrevistas que dio al 
periodista de "L'Italia Settimanale" y luego al de 
la revista Ciellina (Comunión y Liberación) 
"Trenta Giorni", a la pregunta: « Le parece que 
hay sacerdotes en las logias del Gran Oriente, se 
dice que algún cardenal ha sido hermano…”, 
contestó: “Probablemente, no tengo noticias. Se 
dice que Juan XXIII se inició en la masonería 
cuando era nuncio en París. Relato lo que me 
dijeron. Después de todo, en sus mensajes capté 
muchos aspectos que son realmente masónicos. 
Me complació oírle decir que el énfasis debe 
ponerse en el hombre» (Ver "La loggia è una casa 
di vetro". Entrevista de Fabio Andriola a Virgilio 
Gaito publicada por "L'Italia Settimanale" el 26 
de enero de 1994 (n. 3), pág. 74).
Incluso al periodista Cubeddu de "Trenta Giorni" 
le dijo:
«El Papa Juan XXIII parece haberse iniciado en 
París y participado en los trabajos de los Talleres 
de Estambul…».
Incluso el Gran Comendador del Consejo 
Supremo de la Masonería Mexicana, Carlos 
Vásquez Rangel, reveló que «Angelo Roncalli 
habría sido iniciado en la Masonería en París» 
(Cf. "Proceso" n. 832, 12 de octubre de 1992, 
citado por C. D. L. Reporter, mayo 1995, n. 179, p. 
14: "Fue en París cuando los no iniciados Angelo 
Roncalli y Giovanni Montini fueron iniciados, el 
mismo día, en los augustos misterios de la 
fraternidad. Por eso, no es extraño que muchas 
cosas que se lograron , en el Concilio Vaticano II, 
por Juan XXIII, se basan en principios y 
postulados masónicos»).
 «Hace unos años, el célebre profesor masón A. 
Sierra Partida quiso publicar en los periódicos 
nacionales una copia del acta de entronización 
en una logia de París, donde se daba a entender 
que el profano Angelo Roncalli (Juan XXIII) y 
Giovanni Battista Montini (Pablo VI) habían sido 
llevados ese mismo día para ser iniciados en los 
augustos misterios de la fraternidad.
Como era de esperar, la prensa nacional se negó 
a publicar este documento, por lo que el profesor 
mandó hacer copias él mismo, que circularon en 
los círculos masónicos de todo el país". Y así, el 
profesor Sierra afirmó: «Si aún quedan dudas, 
invitamos a todos los que deseen leer y estudiar 
el Concilio Vaticano II de Juan XXIII, y verán que 
los dictados fundamentales de este concilio se 
basan en los principios y postulados de la 
masonería mundial". Todavía:
 "Si algún fanático todavía duda de lo que digo, le 
preguntaría por qué Juan XXIII decidió abolir la 
bula de excomunión (de los masones), que aún 
existía antes de que él fuera el sucesor de San 
Pedro".
Confirmaciones sobre Roncalli Hermano 
Francmasón
De hecho, fue Juan XXIII quien inició el proceso 
de levantamiento de la excomunión de los 
masones;
proceso que terminará con Juan Pablo II con su 
nuevo código de derecho canónico de 1983.
Todas las proposiciones escritas a continuación 
fueron escritas y firmadas por el Padre Malachi 
Martin, sacerdote y exorcista. En el libro "La 
Iglesia Eclipsada" de Louis-Hubert Remy (pp. 6-7) 
el autor, amigo del Marqués de La Franquerie y 
de Francois Dallais, va a Nueva York para 
entrevistarlo: «En la segunda reunión de 12 de 
septiembre de 1996, en Nueva York, le pido que 
confirme: "¿Juan XXIII era masón?"
Él respondió: “Sobre la pertenencia de Juan XXIIIa la masonería, todas las pruebas están en los 
archivos del Vaticano, celosamente conservados 
por el cardenal Sodano.
Él mismo habría visto las fotos tomadas por su 
conductor que mostraban a Juan XXIII asistiendo 
a las logias de París".
Pregunta a Malachi Martin (septiembre de 1996): 
«¿Juan XXIII fue un iniciado? Algunos 
documentos lo llaman "hermano". ¿Qué opinas?'
Respuesta: «Sí, fue iniciado por Vincent Auriol».
También según el periodista masón Pier Carpi, 
Juan XXIII se unió a los "Rosacruces" en 1935, en 
Estambul. Pero es en París -según Gaito y 
Vásquez Rangel- donde supuestamente el 
arzobispo Roncalli fue iniciado en los secretos de 
los "Hijos de la Viuda" (otro nombre de los 
masones). Aquí, todavía recordamos su amistad 
con el socialista Vincent Auriol y el radical 
Edouard Herriot, ambos miembros de la 
Masonería (Ver Aldo Alessandro Mola, "Storia 
della Massoneria Italiana dall'Unità alla 
Repubblica", Bompiani, Milano 1976, pp. 548 y 
624 ).
En entrevista concedida a "Proceso", diario 
político de México, Carlos Vásquez Rangel, Gran 
Comendador del Consejo Supremo de la 
Masonería Mexicana, grado 33, declaró en 1992 
que "el nuevo embajador ante la Santa Sede, 
Enrique Olivares Santana, es un hermano de 
logia, un soldado honorable del Rito Escocés y el 
masón más eminente de los últimos años”.
Expresó sus temores de que el nuevo embajador 
se encontrara con reaccionarios en Roma pero se 
tranquilizó confiando en que también se 
encontraría con masones: “en el pequeño 
territorio que constituye el Estado del Vaticano, 
están en funcionamiento al menos cuatro Logias 
del Rito Escocés… Muchos de los más altos 
dignatarios del Vaticano son masones, y en 
ciertos países donde la Iglesia no está autorizada 
para operar, son las logias las que conducen los 
asuntos del Vaticano clandestinamente”.
Vázquez va más allá al explicar que “gran parte 
de lo que se hizo en el Concilio proviene de 
principios masónicos”.
También sostiene que Juan XXIII y Pablo VI 
fueron iniciados en la masonería «El mismo día, 
en París, el profano Angelo Roncalli y el profano 
Giovanni Battista Montini (Pablo VI) fueron 
iniciados en los augustos misterios de la 
Fraternidad».
 "En la época del Concilio circuló entre los Padres 
una detallada publicación que acusaba de 
ilegítima la elección de Juan XXIII por ser 
buscado por la masonería y que señalaba a 
Roncalli como perteneciente a esta secta desde 
los años de su nunciatura en Turquía" ( cf. 
Franco Bellegrandi, "Nichitaroncalli", Ed. Eiles, 
Roma, 1977, p. 176).
El masón Roncalli y los símbolos
No hay duda de que Roncalli le dio gran 
importancia a los símbolos. Quizás a través de 
ellos podríamos entender mejor lo que había en 
el alma de este clérigo que hizo quitar de la 
fachada de la delegación apostólica en Turquía 
el escudo con la palabra "Filioque", símbolo de la 
fe católica, pero que tiene en su Cruz pastoral el 
ojo en el triángulo, utilizada por la masonería.
Estas cosas son evidencia de su afiliación a un 
culto y demuestran sus elecciones iconográficas 
de sus asociaciones mentales. Ahora bien, como 
hemos visto, para el pensamiento masónico, toda 
fe e ideología puede ser aceptada si se purifica 
de una idea absoluta, para construir la 
fraternidad universal.
Este fue también el pensamiento expresado por 
Roncalli en Turquía en Pentecostés de 1944.
Por lo tanto, el periodista Pier Carpi no debe 
haber inventado nada sobre su iniciación 
rosacruz e inscripción masónica ("Le profezie di 
Papa Giovanni", Mediterranee, 1976, Roma): no 
fueron solo sus palabras y actos que expresaron 
conceptos masónicos, sino también sus 
amistades y conocidos. Por supuesto, parece de 
un oficial asignado para proteger al nuncio que 
todos los jueves Roncalli iba a una logia. Repetí 
esta información al cardenal Oddi, que había 
sido su ayudante en París. No lo discutió, pero la 
historia no se escribe sólo con las visitas a las 
logias, sino también con los consiguientes 
resultados. De hecho, ¿qué se puede objetar ante 
el derribo llevado a cabo por el dúo Roncalli 
Montini? (libro ''Nichitaroncalli'' de Franco 
Bellegrandi).
Varios Grandes Maestros Masones franceses e 
italianos han confirmado abiertamente las 
propuestas del futuro Juan XXIII. En 1989, la 
revista Franc-maçons «Humanisme» (nº 186), 
relataba el encuentro del nuncio Roncalli con 
Alexandre Chevalier, quien le hizo propuestas 
sobre derecho canónico y otras cosas. El acuerdo 
secreto entre el futuro Juan XXIII y el que se 
convirtió en Gran Maestre en 1965 y fue invitado 
a la coronación de Juan XXIII en Roma, se hace 
eco de la hipótesis de que la logia «L'Etoile 
Polaire» (el Atelier), «estaba en el origen del 
Vaticano II” (Jacques Ploncard d'Assac, «Présent», 
París, 20 de julio de 1989).
Otro amigo suyo, durante la Nunciatura, fue Carl 
J. Burckardt, dignatario masónico y diplomático 
suizo, quien escribió sobre Roncalli: «Es deísta y 
racionalista (…). Cambiará muchas cosas;
después de él, la Iglesia no volverá a ser la 
misma» (Cf. «Sodalitium», n. 28, pp. 26-27).
El escritor Léon de Poncins escribió que "con la 
elección de Juan XXIII... se tenía claramente la 
impresión de una campaña internacional, 
metódicamente organizada" (Véase Léon de 
Poncins, "Infiltrations ennemies dans l'Eglise". 
"Documents et témoignages" , París 1970, pp. 85-
88).
CONCLAVE 1958
Siri, fue elegido para el trono papal y así parece 
confirmarlo un informe secreto del FBI hasta el 
28 de febrero de 1994, cuando se pudo acceder al 
documento oficial gracias a la Ley de Libertad de 
Información promulgada en Estados Unidos. El 
informe fue visto por el consultor del FBI Paul 
Williams, quien en el libro de 2003 The Vatican 
Exposed: Money, Murder, and the Mafia, afirmó 
que Siri sería declarado Papa y elegiría el 
nombre de Gregorio XVII, pero no pudo 
anunciar públicamente su elección debido a la 
reacción de los cardenales liberales y 
progresistas. Temían que Siri, como heredero de 
Pío XII, desandara el camino de un papado 
altamente centralizado. Luego, bajo la presión de 
los cardenales franceses, se le impidió gobernar 
porque, según los servicios de seguridad del 
Vaticano, su elección habría llevado al asesinato 
de varios obispos más allá de la Cortina de 
Hierro comunista. La noticia, ampliamente 
documentada, forma parte del expediente 
secreto "Cardenal Siri" compilado por la Oficina 
Federal de Investigaciones (FBI) el 10 de abril de 
1961 para el Departamento de Estado de EE. UU.
El primero en acceder al documento y leer ese 
dossier secreto, como se ha dicho antes, fue Paul 
L. Williams, consultor del FBI y periodista de 
investigación, quien en 2003 publicó el libro 
"The Vatican Exposed: Money, Murder, and the 
Mafia", editado en Estados Unidos por 
Prometheus Books.
Según el relato de Williams, todo comenzó en 
1954 cuando el Conde Della Torre, editor del 
"Osservatore Romano", informó al entonces Papa 
Pío XII de las simpatías que el Cardenal Angelo 
Roncalli (luego Papa Juan XXIII) tenía por los 
comunistas. Otros exponentes de la llamada 
"Nobleza Negra", es decir, la aristocracia 
vaticana, también expresaron el mismo tipo de 
temores al Papa.
La noticia pronto llegó a la embajada 
estadounidense en via Veneto, donde agentes de 
la CIA y el FBI se activaron de inmediato para 
descubrir las posibles simpatías del cardenal 
Roncalli. Las investigaciones también se 
extendieron a monseñor Giovanni Battista 
Montini, quien luego ascendería al trono de 
Pedro con el nombre de Papa Pablo VI.
Williams cuenta en este punto que el Papa Pío 
XII, precisamente para evitar que la Iglesia se 
apartara de sus cánones tradicionales, indicó al 
cardenal Giuseppe Siri como su sucesor. Siri, 
como bien saben los genoveses, era fuertemente 
anticomunista y tradicionalista, intransigente en 
materia de doctrina eclesiástica. También fue 
conocido como un excelente organizador.
Después de la muerte de Pío XII, por tanto, llegó 
el día del cónclave. Era el 26

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