Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Roncalli Juan XXIII Antipapa ÍNDICE PREMISA INTRODUCCIÓN CUATRO AMIGOS EN ROMA EL MODERNISMO AL ATAQUE DEL CRISTIANISMO EL AUGE DEL MODERNISMO EN ITALIA RONCALLI MODERNISTA Ó EL CANÓNIGO ROCA DESCRIBE EL PROGRAMA MASÓNICO UN NUNCIO FILOMASÓN RONCALLI NUNCIO EN BULGARIA RONCALLI NUNCIO EN TURQUÍA Rito de iniciación de Mons. Angelo Roncalli a la Orden Rosacruz RONCALLI NUNCIO MASÓN EN PARÍS Amigos de roncalli Barón Yves Marsaudon Roncalli se comporta como un no católico RONCALLI EN VENECIA EL PROGRAMA MASÓNICO SOBRE LA IGLESIA RONCALLI MASÓN, SU ACTIVISMO Confirmaciones sobre Roncalli hermano masón El masón Roncalli y los símbolos CONCLAVE 1958 RONCALLI ELIGE COMO NOMBRE JUAN XXIII EL JURAMENTO PAPAL DE RONCALLI, SURGE EL JUDAS PONTIFICADO DE JUAN XXIII: LA MASONERÍA NO SE CONDENA, SINO SE APLICA Juan XXIII exalta la masonería El relativismo de Juan XXIII Activismo anticatólico de Juan XXIII UN ACONTECIMIENTO OSCURO Y SINIESTRO EN EL PAPADO DE JUAN XXIII MUTACIONES DE LA IGLESIA PROGRAMADAS POR RONCALLI Juan XXIII diseña un nuevo Código de Derecho Canónico para la iglesia RONCALLI PROMUEVE UNA JERARQUÍA MODERNISTA VATICANO II - OBSTÁCULOS PARA RONCALLI: EL SANTO OFICIO Y MONSEÑOR LEFEBVRE VATICANO II - UN CONCILIO SIN SENTIDO SEGÚN PARÁMETROS CATÓLICOS VATICANO II DECIDIDO POR SATANÁS A TRAVÉS DE UNO DE LOS HOMBRES MÁS IMPÍOS DE LA HISTORIA, ES DECIR RONCALLI VATICANO II COMO REVOLUCIÓN VATICANO II - INFLUENCIA JUDEO-MASÓNICA EN EL CONCILIO VATICANO II - ORIGEN DE LAS DESVIACIONES DOCTRINALES PADRE PÍO Y RONCALLI MUERTE DE JUAN XXIII PENSAMIENTOS DE RONCALLI La herejía en el corazón de cada conspiración Los maestros de Roncalli Ñ SENTENCIA DE NUESTRO SEÑOR SOBRE RONCALLI JUAN XXIII PABLO VI NÚMEROS Y SÍMBOLOS GREGORIO XVII Católicos, clérigos y laicos, están con Siri ¡El infiltrado de la Quinta Columna (Cardenal Tisserant)! Validez de Siri Papa Obra de Gregorio XVII LA PRUEBA REINA DEL CONCLAVE MANIPULADO DE 1958 GREGORIO XVII EN SEDE IMPEDIDA LA IGLESIA ECLIPSADA ¿Por qué este eclipse? CONCLUSIONES Á FUENTES BIBLIOGRÁFICAS ############################ PREMISA Desde Adán y Eva, la humanidad se ha dividido en dos partes: imitando el bien de Abel o imitando el mal de Caín, la Iglesia y la contra- iglesia o "Sinagoga de Satanás" (Ap., II, 9), es decir, Judeo/Masonería. La lucha entre ellas es sustancial y principalmente una lucha entre las dos ciudades, que están dirigidas una por los ángeles buenos, es decir, la celestial (que mira a Dios), y la otra, por los ángeles malos, es decir, la terrenal (que no mira a Dios), y esta lucha durará hasta el fin del mundo. Ponerse del lado bueno depende de nuestra buena voluntad auxiliada por la gracia divina, que no se le niega a nadie. Santo Tomás enseña: “Por la voluntad nos beneficiamos de todo lo que está en nosotros. Luego no se llama bueno al inteligente, sino al que tiene buena voluntad" (S. Th., I, q. 5, a. 4, ad 3). En efecto, nuestra alma conserva la gracia infundida por Dios en virtud de la buena voluntad (S. Th., I, q. 83, a. 2, sed contra). La verdadera libertad consiste en la libre elección de querer amar a Dios y "cuanto más amamos a Dios, más libres somos" (In III Sent., dist. 29, a. 8, quaestiunc. 3, n. 106, sed contra). Por tanto, “la verdadera libertad es la libertad del pecado; mientras que la verdadera esclavitud es la esclavitud del pecado" (S. Th., II- II, q. 183, a. 4). Si la inteligencia hace al hombre erudito, la voluntad lo hace virtuoso. El pecado, por tanto, es la morgue de la verdadera libertad. Como, por otra parte, también enseña el Evangelio: es “la Verdad la que os hará libres”, ya que quien cae en el error es esclavo de ello. Adán y Eva en el Edén iniciaron el pecado, mientras que el 26 de octubre de 1958 Nuestro Señor decretó el fin del pecado, iniciando la cuenta regresiva del fin de los tiempos con su Reloj de Arena. Es decir, comienza el Apocalipsis que pondrá fin a este mundo. Leyendo este estudio entenderás por qué. INTRODUCCIÓN Hoy en día el Modernismo ha entrado oficialmente en la iglesia conciliar, a tal punto que el senador y ex jefe de gobierno italiano Andreotti llegó a decir en su libro («I quattro del Gesù. Storia di una eresia». Autore: Andreotti Giulio. Editore: Rizzoli. 1999.), que es hora de que la Iglesia revise «el juicio sobre los hombres que fueron injustamente perseguidos hasta hace muy poco tiempo [por haber enseñado el modernismo, ed.]». En el caso del modernismo de Angelo Roncalli todo sucedió de otra manera, porque hábilmente logró evitar las condenas de la iglesia, habiendo aprendido mucho de don Ernesto [Buonaiuti, ed., quien fue excomulgado], quien tuvo el único error de no haber sabido esperar la evolución de los tiempos ("A ogni morte di Papa", Andreotti, Rizzoli, 1982). Mientras Roncalli aprendiendo a esperar su tiempo, trabajando por su propia ascensión, hasta ser elegido Papa (antipapa), logró introducir el modernismo en las venas de la Iglesia a través de un concilio pastoral, a saber, el Vaticano II. ¿Podemos hablar del enigma que se cierne sobre quién es recordado como el "Papa bueno", es decir, Juan XXIII, que comenzó su carrera como profesor de historia, pero se le prohibió enseñar por sospechas de modernismo? (Lorenzo Bedeschi, «Paese Sera», 13 de diciembre de 1972). ¿No es cierto que entonces profesar la herejía modernista era motivo para ser considerado contrario a la fe y por tanto ajeno a la Iglesia? ¿No aparece esta condena en los documentos pontificios de San Pío X? La revolución modernista de la religión, en su propósito de transformar la Iglesia, fue identificada proféticamente por los Papas. San Pío X fue el Papa que enfrentó de lleno la iniquidad de los modernistas con la encíclica "Pascendi". Los errores del modernismo también fueron condenados por el Syllabus de Pío IX. Pero luego el proceso revolucionario se concentró contra la Iglesia, infiltrándose con utopías derivadas del concepto de evolución de la conciencia humana que, una vez madura, se emancipa de la autoridad de las Escrituras, del poder jerárquico de la Iglesia y del orden social cristiano. Las contradicciones modernistas llevan la vida intelectual a la confusión, la vida moral al indiferentismo y la vida religiosa al ateísmo. Un proceso que conduce al abandono del principio de trascendencia por el de inmanencia, hace del hombre el centro de todo y, por tanto, reduce la religión a mero humanitarismo, como quisiera la masonería. Por tanto, es comprensible la atracción que esto ejerció sobre Roncalli. Lo cierto es que los modernistas están efectivamente excomulgados de la Iglesia con sentencia imprescriptible por ser enemigos de la verdadera fe, y en tal calidad se han infiltrado para demoler la fe tradicional y la autoridad católica con su traicionero pensar y obrar condenados por la Iglesia. Por lo tanto, no puede haber acuerdo entre la falsa religiosidad con la que se reviste toda utopía moderna y la religión cristiana. Para los modernistas se necesita una actualización de las necesidades y derechos del mundo moderno. He aquí la idea modernista, según la cual el nuevo mal para los cristianos sería no abrirse a ningún progreso ideológico: ¡gnóstico o pelagiano, luterano o anglicano, franckista o hegeliano, marxista o liberal! Es el pensamiento que apunta a la utopía de la reconciliación global, sin excluir aquella entre el bien y el mal. ¿No era este el sueño de la nueva generación de modernistas que desvalorizaban lo sobrenatural en la historia, para luego introducir en la fe sus inspiraciones salvíficas inmanentistas, como tan bien explicaba san Pío X? Este es el programa de la profecía ecuménica que golpea al cristianismo para satisfacer las necesidades del nuevo orden mundial: ¡¡¡para finalmente elaborar una religión global que sea capaz de lograrla redención universal!!! ¿Qué parte habría tenido Angelo Roncalli en este enigma religioso? El hecho es que la mente humana, creada para discernir la verdad que la trasciende, encuentra en la historia, en su sentido sobrenatural, la confirmación de la Palabra divina. Es vital que el hombre sea capaz, más allá de toda prueba, de reconocer la verdad que le concierne y luego sepa celebrar el culto del bien, de la verdad, de Dios Salvador en Jesucristo. Ahora bien, se puede reconocer la fe distorsionada de un modernista precisamente conociendo su visión histórica y su respeto por los verdaderos signos divinos. No por nada Roncalli fue suspendido de la enseñanza de la historia y la filosofía. La religión revelada es la historia sagrada que describe los desarrollos de la lucha perenne del mal contra el bien, en la que se pueden leer los designios divinos que conciernen al ser humano, y la confirmación se obtiene según los hombres reciban o rechacen los signos divinos manifestados en la historia. Mutilarla de lo sobrenatural significa vaciar la religión de sí misma y de la fe, que tiene en cuenta el origen y fin último del hombre. Una historia leída bajo otra luz no es maestra de vida, sino de errores letales. De hecho, son dos mundos separados por diferentes formas de entender el significado de la historia y de la paz. El cristiano lo define el mismo Cristo: se basa en la fe y en la conversión de los corazones al bien, que es Dios. Contra esto está la idea de paz fundada en el sincretismo gnóstico, incluyendo todos los cultos y verdades, incluidas las anticristianas, porque el nuevo “bien”, para los nuevos salvadores ecuménicos, clericales o laicos, sería la unión utópica de la humanidad, centrada en sí misma. Hoy podemos medir en toda su extensión este propósito, declarado por el Concilio Vaticano II, y el cambio clerical, encaminado a unificar los dos mundos opuestos, provocado por la "actualización" de Roncalli. Resultó ser el vector de la homologación religiosa fraguada en los centros de poder y pensamiento globalistas, de los que Roncalli era el títere. Sin embargo, parece increíble que la tarea oculta de montar esta operación se le haya confiado al bonachón Angelo Roncalli, desprovisto de grandes talentos. Pero como fue él quien prestó su voz para llevar a cabo esta actualización, surge la pregunta: ¿quién fue en verdad Roncalli, destinado a convertirse en Juan XXIII y a ocupar la silla de Vicario de Dios, para intentar el cambio de la Iglesia? ¿Cuál fue su fe ante las señales divinas y la historia? CUATRO AMIGOS EN ROMA Sigamos la historia de Roncalli, quien fue el instrumento de este hechizo. Giulio Andreotti escribió un libro sobre «I quattro del Gesù. Storia di una eresia». Autore: Andreotti Giulio. Editore: Rizzoli. 1999. Angelo Roncalli, Giulio Belvederi (tío de la mujer de Andreotti), Alfonso Manaresi y Ernesto Buonaiuti eran cuatro seminaristas, unidos por la amistad y por una visión religiosa modernista común. Los dos últimos llevaron sus ideas heréticas hasta el punto de ser censurados y excomulgados (Manaresi y Buonaiuti). En cambio, Belvederi y Roncalli fueron salvados por sus protectores, en el caso de este último por el entonces obispo de Bérgamo Giacomo Radini Tedeschi, en olor de modernismo. Otro compañero de Roncalli en Bérgamo fue Nicola Turchi, que tradujo al italiano al historiador Duchesne, también censurado por la Iglesia. Ya en aquellos años que precedieron al acontecimiento de Fátima, se estaba extendiendo en los seminarios católicos una desviación modernista, justamente considerada heterodoxa y por tanto abierta a la herejía, consistente en separar la historia de la religión. Uno de sus impulsores fue el profesor Roncalli, el futuro Juan XXIII, quien habría archivado en 1959 la tercera parte del secreto de Nuestra Señora de Fátima como inoportuna; actitud opuesta al testimonio cristiano, que considera precioso todo signo celestial, para contemplar el principio de la intervención divina que da sentido e ilumina la historia, desde su origen hasta su fin. El cristiano lee la historia de la humanidad a la luz de Jesucristo, su razón y guía; recordando sobre todo que el mundo fue creado para ser imperio del Hombre-Dios (Cristo Jesús) y de su Iglesia, cuya misión es salvar a los hombres mediante el culto del bien, de la verdad, de la belleza; de Dios Uno y Trino. El hecho de que Andreotti hablara abiertamente de recuperar esta herejía modernista demuestra cuán devastadora y dominante fue la ascensión de Roncalli en la jerarquía católica. Esta herejía ha destronado a la Iglesia tradicional para sustituirla por otra, conciliar y modernista, que amontona el juicio católico. Andreotti, un modernista de primer orden, celebró por tanto la victoria en el concilio de sus correligionarios modernistas. Aquí seguiremos, en este estudio, las aventuras de su Pontífice Roncalli. Clérigo de Bérgamo, Roncalli debió dar a conocer muy pronto sus predisposiciones a la "mente abierta", porque el obispo de su ciudad, Camillo Guindani, exponente progresista de la acción social, lo envió a Roma en 1901 para estudiar y hacer carrera. Aquí asistió a una conferencia en enero de 1904 de Marc Sangnier, el fundador del «Sillon», más tarde condenado por San Pío X. La doctrina de Sangnier, que «prepara el socialismo», es el recuerdo más vivo de toda la formación sacerdotal del joven Roncalli, como le hará saber a la viuda de Sangnier en 1950. Lo que para san Pío X era «una secta... miserable tributaria del gran movimiento de apostasía», para Roncalli era cada vez más el principal camino a seguir. Ordenado en Roma en 1904, teniendo a Buonaiuti como padrino-asistente, Roncalli regresó a Bérgamo donde el obispo, Giacomo Radini Tedeschi, a quien había conocido y frecuentado en Roma, lo contrató como secretario. Este prelado, más tarde conocido como el obispo rojo, era a su vez protegido del cardenal Rampolla del Tindaro, partidario de la política del «ralliement», nombre utilizado para definir la adhesión de los católicos franceses a la Tercera República, que indica mucho más, es decir, una tendencia de conciliaciones hasta el amargo final con las potencias modernas. En aquellos años, esta corriente parecía concernir sólo a la política civil, pero en realidad era fruto de la mentalidad conciliar de corte modernista que reinaba en la Iglesia. Sus defensores modernistas fueron excomulgados según la ley de la Iglesia, pero en la práctica les bastaba jurar lo contrario (el juramento antimodernista de San Pío X) para permanecer, con la protección de un jerarca amigo, e incluso ascender a puestos de autoridad. La escuela de pensamiento de Roncalli siguió la idea modernizadora que pasa por alto el factor sobrenatural, con la excusa de hacer una obra de pura historia; una historia de la que Jesucristo y su Iglesia quedan excluidos o a lo sumo proyectados «hacia un punto omega», como quería la imaginación gnóstica de Teilhard de Chardin. EL MODERNISMO AL ATAQUE DEL CRISTIANISMO San Pío X condenó claramente este peligro potencial y la obra de todos los autores modernistas, no solo los extremos, como el sacerdote Alfred Loisy, sino también los moderados, como el sacerdote francés Louis- Marie-Olivier Duchesne, conocido autor de un historia eclesiástica en la que se había tachado lo sobrenatural. Los nombres de Loisy y Duchesne no pueden separarse en la historia del modernismo; por el contrario, incluso antes y más que a Loisy, la responsabilidad de haber introducido el modernismo en el Instituto Católico de París debe remontarse a Duchesne, desde donde se extendería a todos los demás, incluso a los seminarios de Italia. Duchesne inició a Loisy en la incredulidad. Al principio, el mismo Loisy quedó asombrado e incluso un poco asqueado por el «espíritu racionalista» de aquel maestro: «Le ton voltairien qu'ileffectait encore plusvolontiers dans sa conversation que dans ses écrits ne me plai-sait aucunement; je n'y trouvait pas qu'un manque de goût mais aussi un certain défaut de sens moral» (Mémoires, volumen 1, página 105, autor: Loisy, editor: Emile Nourry, 1857, París). Duchesne, por tanto, puede ser considerado como el verdadero padre del modernismo. Así lo define Houtin y se le puede creer (cf. «Histoire du Modernisme Catholique», páginas 249-250, París, 1913). «Duchesne, muy hábil para encubrirse, arrojando por la borda incluso a sus amigos si era necesario, logró escapar a las censuras, lo que golpeó a Loisy, quien -hay que reconocerlo- supo ser más coherente y sincero en la rebeldía que el maestro. El episodio que, entre todos, causó tanto revuelo en torno al Director de la Ecole Française de Roma, fue la inscripción en el Índice de su 'Histoire ancienne de l'Eglise' (París, 1905 - 1910) que apareció a la luz tapada del imprimatur del Maestro del Sagrado Palacio de la época, como si un imprimatur, incluso del teólogo del Papa, pudiera ser garantía absoluta de la perfecta ortodoxia de un libro. Los modernistas sabían lo que era ese libro: era 'une histoire ancienne de l'Eglise racontée avec toute la science du XXe siècle, dans la langue du XVIIIe, à la barbe des théologiens du XIIe' (Houtin, 'La Crise du Clergé' , página 82, París, 1907). Perfecta definición de un manual de incredulidad, vestido con todas las sutilezas del estilo de la mentira". He aquí una breve descripción del gran maestro de Angelo Roncalli, de quien tomó sus pensamientos y acciones. EL AUGE DEL MODERNISMO EN ITALIA Bérgamo, la ciudad de Roncalli, era entonces un verdadero centro de amistades heréticas, que se extendieron por toda Europa. Entre los nombres de personalidades con las que Roncalli tuvo estrechos contactos se encuentran el cardenal belga Mercier, los cardenales Ferrari de Milán y Maffi de Pisa (el Mercier italiano), monseñor Bonomelli, así como Radini Tedeschi y otros, todos preparados para hacer un cambio de época en la Iglesia. En aquella época Roncalli enseñaba historia en el seminario local, siguiendo la línea de la "Histoire" de Duchesne, que también fue muy difundida en el periódico diocesano L'Eco di Bérgamo, hasta tal punto que el mismo Papa tuvo ocasión de señalar que en ningún otra diócesis italiana los modernistas Loisy y Duchesne estaban tan extendidos. Tan pronto como se publicó la edición italiana de la Histoire de Duchesne en 1911, con la traducción de Buonaiuti y Turchi, las críticas vertidas por el Papa y el cardenal Billot se tradujeran en prohibiciones para los seminarios en una circular del cardenal Lai. Pero Roncalli, condiscípulo de los modernistas Buonaiuti y Turchi y, como ellos, profesor de historia, todavía hizo uso de la obra de Duchesne, a pesar de ser modernizante, colocada Í en el Índice y prohibida en los seminarios, continuando a utilizarla en la enseñanza, hasta ser denunciado. Roncalli respondió con una carta (27 de junio de 1911) en la que juraba su lealtad: «No leí más de 15 o 20 páginas… Ni siquiera vi los otros dos tomos… Conocía las ideas de Turchi bastante bien... y yo no confiaba en él en absoluto". Por lo tanto, se exculpó diciendo que había leído solo unas pocas páginas de la obra infractora (Hebblethwaite, «Giovanni XXIII, il Papa del Concilio», Rusconi, Milán, 1989, páginas 62-65). ¡Tenga en cuenta que estas son declaraciones hechas bajo un juramento antimodernista! La principal sospecha sobre Roncalli era de un modernismo velado, y por tanto quedó en el libro negro del Santo Oficio: «Un afortunado hallazgo archivístico nos permite establecerlo con precisión histórica». La documentación inédita forma parte de los Papeles Cavallanti... contienen cinco largas cartas escritas por el canónigo Giambattista Mazzoleni (1855-1931) entre mayo y septiembre de 1911, en las que analiza algunas conferencias de Roncalli. En la primera carta Mazzoleni concluye: «Esperaba que quisiera desarrollar el concepto de la vida cristiana, pero para mí su conferencia tenía demasiado sabor a ocultismo. También me parecía faltar la base, que es el "abneget semetipsum", habiendo perdido el interés sobre todo por los consejos evangélicos. Entonces decir del matrimonio como la santificación del placer sexual me parece un verdadero inconveniente por decir lo menos". El hecho es que el nombramiento del profesor Roncalli para la cátedra de historia escolástica en el seminario romano fue vetado en 1912 por considerarlo de «dudosa ortodoxia» (Lorenzo Bedeschi, «Paese Sera», 13 de diciembre de 1972). El futuro Juan XXIII siguió siendo, sin embargo, secretario del obispo modernizador de Bérgamo, Radini-Tedeschi, y profesor de historia eclesiástica en el seminario local. Entre las influencias de Radini Tedeschi, hombre de Rampolla, se encontraban también sus sucesores Della Chiesa y Gasparri. Por eso Roncalli pudo ascender en la jerarquía eclesiástica convirtiéndose en Juan XXIII. Durante el pontificado de Benedicto XV, entró en el Vaticano el joven sacerdote Giovanni Battista Montini (futuro Papa Pablo VI), hijo de un diputado del Partido Popular, que había entablado una larga amistad con Roncalli en Roma desde 1924. RONCALLI MODERNISTA Roncalli tuvo que negar ser modernista, para poder cultivar su carrera, siguiendo lo que "aprendió del padre don Ernesto Buonaiuti" (ver Andreotti, quien habló del "único mal de no haber sabido esperar"). Lo cierto es que siguió claramente la práctica modernista, según la cual la Iglesia debía ser transformada desde dentro, como lo haría más tarde, en la medida de los oficios que se le encomendaban. Así lo demostró a lo largo de su dilatada carrera, aunque también es cierto que hizo el juramento antimodernista, porque era obligatorio. Claramente había seguido siendo un modernista, para cambiar la Iglesia desde dentro. Entonces se trató de un caso de perjurio agravado por la traición modernista que excomulga a un católico. Sólo un aparato judicial integrado por clérigos de su misma tendencia podría haber ignorado este hecho, suficiente para descalificar a cualquier ciudadano. Esto habría anulado cualquier posibilidad de carrera eclesiástica para un perjuro en materia de fe, y en cambio, ¡aquí está subiendo los peldaños del poder religioso! He aquí un resumen de las principales tesis modernistas sujetas a condena Pío X, tres años después de la encíclica Pascendi Dominici Gregis, introdujo un juramento antimodernista que, en resumen, apuntaba a las tesis según las cuales: - La revelación no es realmente la palabra de Dios ni siquiera de Jesucristo, sino un producto natural de nuestro subconsciente; - La fe no es un hecho objetivo sino que depende de los sentimientos; - Los dogmas son símbolos de la experiencia interior de cada uno; su formulación es fruto de un desarrollo histórico; - los Sacramentos nacen de la necesidad del corazón humano de dar forma sensible a la propia experiencia religiosa, no fueron instituidos por Jesucristo y sirven sólo para mantener vivo en los hombres el pensamiento de la presencia del Creador; - el Magisterio de la Iglesia no nos comunica en absoluto la verdad de Dios; - la Biblia es una colección de episodios míticos y/o simbólicos, y en todo caso no es un libro de inspiración divina; - las intervenciones de Dios en la historia (como los milagros y las profecías) no son más que relatos transfigurados de experiencias interiores personales; - el Cristo de la fe es diferente del Jesús de la historia; la divinidad de Cristo no se deriva de los evangelios canónicos; - el valor expiatorio y redentor de la muerte de Cristo es fruto de la teología de la cruz elaborada por el apóstol Pablo. Veamos ahora qué tan bien encaja Roncalli en el aparato modernista dentro de la Iglesia en Italia. Las amistades modernistas se extendieron por toda Europa y Roncalli pronto entróen contacto con los peces gordos de ese proceso, como el cardenal belga Mercier, los cardenales Ferrari de Milán y Maffi de Pisa (el Mercier italiano), además de Radini Tedeschi de Bérgamo. Todos operadores de ese punto de inflexión epocal que la Iglesia necesitaba para adaptarse a los tiempos. En ese momento Roncalli enseñaba historia en el seminario local, siguiendo la "Histoire" de Duchesne y colaborando con iniciativas progresistas. Y como ya se ha dicho, su nombramiento para la cátedra de historia escolástica en el seminario romano le fue denegado en 1912, por dudosa conformidad con el catolicismo (Lorenzo Bedeschi, en Paese Sera, 13 de diciembre de 1972). La puerta romana se cerró a Roncalli, y el obispo modernizador de Bérgamo, Radini Tedeschi, volvió a abrir su puerta para convertirlo en secretario y maestro en el seminario local. Roncalli parte para Roma el 12 de febrero de 1921 y es recibido por el Papa Benedicto XV, quien lo nombrará monseñor. La promoción de un profesor sospechoso de modernismo sólo podía darse por influencia de Radini Tedeschi, un hombre de Rampolla, con sus sucesores Della Chiesa y Gasparri. Después de Benedicto XV, fue elegido Pío XI, que fue un acérrimo opositor de la rampante corriente interreligiosa y ecuménica. Ante la desviación pancristiana promovida por el padre Lambert Beauduin OSB, escribió su encíclica «Mortalium animos». Para Roncalli, en cambio, el plan ecumenista en cuestión, la base del plan masónico, era el bueno. No es pues de extrañar que se le atribuya la iniciación rosacruz y masónica (Pier Carpi, «Le profezie di Papa Giovanni», ed. Mediterranee, 1976, Roma). ¿Sabía el Santo Oficio que Roncalli tenía una visión masónica? Los documentos que podrían registrar sus desviaciones y perjurios han desaparecido del archivo del Vaticano (compárese Nichitaroncalli. Controvita di un papa - 2009 - Bellegrandi Franco, Eiles, Roma, página 41). El expediente de Montini, igualmente sospechoso, también fue retirado por el propio Roncalli, convertido en Juan XXIII, como obsequio al interesado. En todo caso, bastante se sabía en el Vaticano sobre los informes negativos respecto a la doctrina de Roncalli, razón por la cual sólo con una fuerte recomendación podría haber ingresado a la carrera diplomática. Roncalli, considerado doctrinalmente contaminado como profesor de historia, pasó sin problemas a la carrera diplomática. EL CANÓNIGO ROCA DESCRIBE EL PROGRAMA MASÓNICO El plan eclesiástico masónico en cuestión era secreto, pero fue descrito explícitamente por uno de sus heraldos, el canónigo Roca quien, en el centenario de la Revolución Francesa, con su escrito «Glorieux centenarie», dio aliento a las trompetas anunciadoras del admirable nuevo mundo religioso que surgía. Del libro «Le infiltrazioni massoniche nella Chiesa» del P. E. Barbier, publicado en 1910 y favorecido por muchas aprobaciones episcopales, tenemos el pasaje: «La masonería ha concebido el propósito infernal de corromper imperceptiblemente a los miembros de la Iglesia, también del clero y de la jerarquía, inculcándoles, bajo formas seductoras y aparentemente inofensivas, los falsos principios con los que pretendía subvertir el mundo cristiano». Queriendo bautizar con inmensa simpatía al humanismo laical, el culto del hombre que se hace Dios, como dijo Pablo VI al final del Concilio Vaticano II (7 de diciembre de 1965), no es sólo una impiedad, sino una imposibilidad a la luz de la fe y del común sentido también. No hay acuerdo entre la religiosidad humanista y la religión cristiana, pero los modernistas se jactan de la bondad de la reconciliación total, una idea que implica, in extremis, ¡la del bien y el mal! Aquí está la profecía ecuménica al servicio de las necesidades del nuevo orden mundial, que invadió a tantos clérigos modernistas que apoyaron al Concilio Vaticano II. Aquí reside el oscuro enigma del modernista Roncalli, profesor, nuncio, patriarca... UN NUNCIO FILOMASÓN Se ha visto que el profesor modernista Angelo Roncalli, de lo que escribió Andreotti, había aprendido mucho de don Ernesto [Buonaiuti, que fue excomulgado], quien tuvo el único error de no haber sabido esperar el devenir de los tiempos [ «A ogni morte di Papa», Andreotti, Rizzoli, 1982]. Roncalli luego aprendió a esperar su momento trabajando por su carrera. Esto se debió a que tuvo que pasar la etapa negativa de ser profesor de historia, vedada para él por ser sospechoso de modernismo. Que los modernistas también simpatizan con los masones y los comunistas, compartiendo con ellos ideas humanitarias, es un hecho recurrente en la vida política del pasado como del presente; sólo se oponen a la tradición. Por lo tanto, tuvieron que derrocar el "Syllabus" del Papa Pío IX a través de un concilio pastoral como el Vaticano II; revolución religiosa nacida de las utopías producidas por la teoría de la evolución de la conciencia humana que, una vez madura (véase el cristiano adulto de Karl Rahner), se liberaría de las autoridades jerárquicas ligadas a la tradición bíblica. Así el mundo moderno pasaría finalmente del principio de la trascendencia al de la inmanencia, profesando la religión antropocéntrica en la perspectiva de un humanitarismo global; ideal que reúne a masones, comunistas, socialistas, liberales y los democratacristianos modernistas del Vaticano II. Esta mentalidad, condenada por el magisterio católico, dominó la mente de muchos infiltrados en la Iglesia, para actualizar la fe y las autoridades católicas al progreso del mundo moderno. Era el pensamiento de Roncalli, cuya religiosidad seguía una profética evocación de los signos de los tiempos, no remitiendo a la espiritualidad cristiana, sino a la quimera de un nuevo orden mundial. Este plan, modernista y masónico, debía realizarse operando la mutación de la Iglesia desde dentro, a través de una nueva clase clerical con nuevos poderes jerárquicos, hasta un nuevo Papado. Este nuevo poder jerárquico habría obrado entonces para actualizar la tradición a las necesidades de los tiempos con el poder de las Llaves, es decir, en nombre del mismo Dios, y contando por tanto con el apoyo de un mundo católico dispuesto a justificar toda idea y gesto de Papas finalmente "buenos". Pero ¿de qué fuente bebió Roncalli para imbuirse de tal ideología? Aquí está la respuesta. Un conocido esoterista (ver Padre Siano, Il Satanismo massonico, in Immaculata Mediatrix, Frigento, n. 2, 2007, pp. 363-395) y modernista, Tommaso Gallarati Scotti, influyó en Roncalli y Montini. Se sabe que estimaba y conocía el pensamiento gnóstico de Sabbataj Zevi, de Adam Mickiewicze y de Jacob Frank. Jacob Frank († 1791) fue un marrano que aparentemente se hizo católico y puede ser considerado un precursor del modernismo, ya que al igual que los modernistas no quería salir públicamente de la Iglesia, sino aparentemente permanecer en ella, sin compartir interiormente el Credo cristiano, y, por tanto, cambiarlo desde dentro. El historiador Arthur Mandel cita a Frank, quien escribió lo siguiente: "debemos aceptar exteriormente la religión cristiana para parecer cristianos en público [...] sin embargo, no debemos mezclarnos con los verdaderos cristianos" (A. Mandel, Il Messia militante, Milán, Arché, 1984, p.84). A su vez, Frank fue discípulo del falso mesías Shabbataj Zevi (m. 1676). Según el estudioso alemán Gershom Scholem (La Cabala, Roma, ed. Mediterranee, 1992, p. 359) Jacob Frank era considerado la "reencarnación" de Sabbataj Zevi y los dos eran los "emisarios encarnados" del "Gran Hermano" o el diablo (ivi, p. 284). Véase también G. Scholem, Sabbetay Zevi. El mesías místico, Turín, Einaudi, 2001; Id., Du Frankisme au Jacobinisme, París, 1979; Id., Les origines de la Kabbale, París, 1966; Id., Cabalá, Nueva York, 1974; Id., Les Grands Courants de la mystique juive, Parigi, 1983; Id., La Mystique juive, Parigi, 1985; Ch.Novak, Jacob Frank le faux messie, Parigi, L’Harmattan, 2012. Por lo tanto, Tommaso Gallarati Scotti fue entrenado en ocultismo. (R.Gougenot Des Mousseaux, La magie au XIXème siècle, Parigi, 1860) por Antonio Fogazzaro (cfr. Nicola Raponi, Dizionario Storico del Movimento Cattolico in Italia 1860-1980 diretto da F. Traniello - G. Campanini, voce Gallarati Scotti, Torino, Marietti, vol. II, I Protagonisti, 1982, pp. 215-222). Roncalli, siguiendo a estos maestros satánicos de las tinieblas, crece cada vez más en el poder del mal. RONCALLI NUNCIO EN BULGARIA Sobre la relación de Roncalli con las desviaciones ecumenistas del pancristianismo, vemos una ocasión en que se manifestaron en contraposición a las directrices doctrinales de la Iglesia y del Papa. Cuando Roncalli fue nombrado Arzobispo de Areopoli en 1925 con la tarea de Visitador Apostólico en Bulgaria, su querido amigo Don Lambert Beauduin, ante esto, dijo que la misión de Roncalli en Bulgaria podía suponer un resultado [ecumenístico] muy positivo, opinión compartida por Montini. La importante Encíclica «Mortalium animos» de 1928 fue escrita precisamente en vista de las desviaciones ecuménicas de don Beauduin, el hombre de confianza del cardenal modernista Mercier, quien más tarde se vio obligado a dimitir como prior del monasterio de Amay. Pero mientras Pío XI acusaba los errores del método de Beauduin, Roncalli lo aplicaba. Aquí está la prueba. El archimandrita búlgaro Mons. Giorgio Eldarov se enteró de la existencia, en los archivos estatales búlgaros, de unas 80 cartas hasta ahora desconocidas de Roncalli, enviadas durante su estancia en Bulgaria como visitador y delegado apostólico entre 1925 y 1934, al obispo de Russe, es decir, el pasionista holandés Theelen (Roncalli en Bulgaria estaba en la diócesis de Mons. Theelen, que vivía en Russe). Habiendo obtenido las copias, Mons. Eldarov se las entregó al Prof. Alberto Melloni, profesor de la Tercera Universidad de Roma y miembro de la Fundación Juan XXIII para las Ciencias Religiosas de Bolonia, atento conocedor de la vida del Papa Roncalli y editor de la edición crítica del Diario del alma. La Sra. Krassimira Kemalova, del Programa Búlgaro, luego preguntó al Prof. Melloni sobre la importancia y el significado del nuevo hallazgo. El profesor Melloni responde de la siguiente manera (extracto): "Es una correspondencia que nos muestra un lado interesante de la actividad de Roncalli en ese momento, primero como visitante y luego como delegado apostólico en Bulgaria, a saber, su relación con un obispo ordinario y nos muestra las opiniones y la forma en que Roncalli aconseja y da sugerencias sobre el gobierno pastoral de una diócesis... Ya entonces en este joven obispo italiano de 44 años se destacaron algunos rasgos que el mundo entero reconocería más tarde durante su gobierno pontificio de 1958 a 1963, identificables sobre todo en dos aspectos: por un lado, una confianza en el instrumento sinodal y luego conciliar, como forma de solucionar los problemas de la Iglesia. Roncalli en Bulgaria le escribe a Theelen que le gustaría establecer un consejo provincial de obispos de rito latino y oriental"... ..."Otro episodio, muy interesante, se refiere a la petición de un joven ortodoxo de que se le permitiera venir a Roma a estudiar en el Pontificio Instituto Oriental, pidiéndole al obispo Roncalli que se convierta en católico; y Roncalli no sólo no le dejó venir a Roma, sino que le desaconsejó convertirse católico, diciéndole que católicos y ortodoxos no son enemigos, sino hermanos"... Las cartas manuscritas originales, transcritas aquí, se conservan en el archivo parroquial de Bèlene en Bulgaria. Toda su personalidad modernista y masónica emerge por tanto de Roncalli en Bulgaria, de hecho no cumple con las directivas del Pontífice de Roma y su Curia, sino que aplica las directivas masónicas y modernistas de sus líderes, es decir, la sinodalidad y el ecumenismo, con la prohibición de convertirse a Cristo Jesús. RONCALLI NUNCIO EN TURQUÍA El 24 de noviembre de 1934, Angelo Roncalli, después de una década en Bulgaria, fue nombrado Delegado Apostólico en Turquía y Grecia. Roncalli llega a Estambul, justo en el corazón de la revolución iniciada por el general masón Kémal Ataturk, para transformar Turquía en un estado moderno y laico. La cruz pectoral de Roncalli está sin el crucifijo, en la intersección de cuyos brazos destaca un ojo abierto en el centro de un triángulo que, como también afirma Eduard Brasey, representa el símbolo de la Orden de los Illuminati de Baviera. La razón se nos explica, con un excursus, el masón Magaldi que escribe sobre la "iniciación" del entonces Padre Don Angelo Roncalli (más tarde Juan XXIII) a la masonería, que comenzó en Roma en un sentido amplio o informalmente, a principios del siglo XX, en el seminario de Apollinare donde conoció al modernista y masón Ernesto Buonaiuti. (Gioele Magaldi, Massoni. Società a Responsbilità Illimitata. La scoperta delle Ur-Lodges, Milano, Chiarelettere, 2014, p. 151). Más tarde, en 1940, precisamente en Estambul, donde era Nuncio Apostólico en Turquía, Roncalli ingresó en la super logia Ghedullah, especializada en el estudio de la cábala judía y las tradiciones rosacruces, estricta o formalmente (G. Magaldi, cit., p. 29; véase P. Vulliaud, Les Rose-Croix lyonnais au XVIIIème siècle, París, Nourry, 1919). Finalmente, habiendo “llegado a París en 1944 como Nuncio Apostólico en Francia, en 1949 Mons. Roncalli recibió una segunda iniciación en la muy poderosa super logia progresista Montesquieu, que le otorgó un cuarto grado de Maestro legislador. […]. En 1950 Roncalli fue oficialmente iniciado como hermano rosacruz en la superlogia supranacional Iohannes" (G. Magaldi, cit., pp. 29-30). De las frecuentaciones masónicas de Roncalli en Estambul de 1935 a 1944 y en París de 1944 a 1953 ya habían sido escritas, sobre todo por el barón Yves Marsaudon (Cf. Y. Marsaudon, L'Oecumenisme vu par un Franc-maçon de tradition, París, Vitiano , 1964; Id., De l'initiation maçonnique à l'orthodoxie chrétienne, París, Dervry, 1965); Según Magaldi "en los archivos de Ghedullah todavía hay amplia documentación de su afiliación como aprendiz, así como de su paso por las filas a compañero artesano, y luego, en 1943, a Maestro Francmasón" (ibid., Magaldi). La evidencia documentada está, por lo tanto, en los archivos de las logias traseras turcas y francesas. De hecho, cuando los masones escriben libros o artículos, lo hacen sobre la base de documentación cierta, para no arriesgarse a juicios legales que cuestan mucho dinero. Durante la nunciatura en Turquía, Roncalli fue admitido "a la secta del Temple" recibiendo el nombre de "Hermano Juan" [en "Profezie di Giovanni XXIII", Pier Carpi, pág. 52]. Tanto es así que los mismos hermanos masónicos de Roncalli escribieron tiempo después: “El sentido de nuestra acción: la continuación de la obra de Juan XXIII y de todos los que le siguieron en el camino del Universalismo Templario” [en “Resurgence de Temple”, pag. 149 - un libro publicado por los Templarios mismos en 1975.] Carl Jakob Burckhardt, un masón de alto rango, escribió en el “Journal De Geneve”, [citado por Carpi]: “Conozco muy bien al cardenal Roncalli. Era un deísta y un racionalista cuya fuerza ciertamente no reside en la capacidad de creer en los milagros y en venerar lo Sagrado". En Turquía, Roncalli había hecho su profesión pública de fe en la fraternidad universal al decir en la catedral de Estambul: "Todos somos hermanos sin distinción de religión, ley, tradición o clase". (P. Tanzella, Papa Giovanni, Edizioni Dehoniane, 1973, pág. 140). En Pentecostés de 1944 dijo en una homilía: «A los católicos, en particular, les encanta distinguirse de los demás: hermanos ortodoxos, protestantes, judíos, musulmanes, no creyentes y creyentes de otras religiones... Debodecirles que a la luz de la Evangelio y del principio católico esto es una lógica falsa. Jesús vino a derribar estas barreras; murió para proclamar la fraternidad universal». Se trata de la fraternidad masónica, por encima de las religiones; fraternidad de la ONU, de «Nostra Aetate» del Vaticano II, de sus sucesores y del nuevo orden mundial. Este programa fraterno impuso el concepto: buscar en todo más lo que une que lo que divide. Por tanto, era necesario dejar de lado los dogmas católicos, la necesidad de conversión, la autoridad del Vicario de Cristo, en fin, del mismo Jesucristo. Roncalli negó sistemáticamente la ayuda a quienes querían acercarse a la Iglesia de Roma: siempre lo hizo con todos los jóvenes ortodoxos. Esto también implica el rechazo del Papado. ¿Qué idea tenía Roncalli sobre la misión y el poder del Papa? Rito de iniciación de Mons. Angelo Roncalli a la Orden Rosacruz El periodista masón y ocultista Pier Carpi es mencionado en el libro "El Decálogo de Satán", en el capítulo 17, titulado "Una revolución en tiara y capa". He aquí un extracto del rito de iniciación de Mons. Angelo Roncalli: «Angelo Roncalli fue iniciado en 1935, cuando era delegado apostólico en Turquía. El periodista italiano Pier Carpi, un alto ocultista iniciado, hizo pública, a pedido de la secta, una descripción detallada de la ceremonia de iniciación, en su obra "Las profecías del Papa Juan XXIII". Sus revelaciones nunca fueron negadas. Roncalli estaba afiliado a la Orden Rosacruz, lo que no debe confundirse con el grado de Caballero Rosacruz de la Masonería. Es un grupo ocultista en el que se practica la magia negra. Fue fundada en el siglo XVIII por los hermanos judíos Cagliostro y Saint Germain y por el hermano masón San Martín, discípulo del judío portugués Martínez de Pasqualis. «La sala era amplia y pentagonal – informa Pier Carpi – en medio de la sala, una gran mesa de cedro, también pentagonal”. El pentágono y el pentáculo se utilizan actualmente en la brujería. «Sobre la mesa, una Biblia abierta al prólogo del Evangelio de San Juan». La masonería y otros grupos gnósticos tienen predilección por el prólogo del Evangelio según San Juan, donde se dice que la luz ha venido al mundo, pero que las tinieblas no la han recibido. Por una inversión satánica, los ocultistas afirman que las tinieblas en cuestión significan el oscurantismo medieval de la "Iglesia de Pedro", opuesto a la luz del verdadero cristianismo, transmitida en secreto por la "iglesia de Juan". (…) Se trata pues de aniquilar la Iglesia romana fundada sobre Pedro, infundiendo a los hombres la luz luciferina de la secta que se refiere a san Juan. Por eso Angelo Roncalli eligió como nombre de iniciación "Giovanni", nombre con el que más tarde se convirtió en (falso) Papa. Y además, en concreto, Juan XXIII, precisamente en honor al antipapa Baldassarre Cossa, no un verdadero Papa. En la masonería, el nuevo miembro sale a la luz poco a poco, año tras año; en la Orden Rosacruz, por el contrario, el iniciado recibe toda la influencia luciferina de un solo golpe. (Ver el notable artículo de Jean Vaquié sobre la iluminación iniciática aparecido en "Lectura y tradición", enero/marzo de 1973). La larga ceremonia de Roncalli en realidad terminó de esta manera: el maestro, alrededor de cuyo cuello colgaba el símbolo de la orden unido a "una cadena de nudos templarios", colocó su espada sobre la cabeza de Roncalli. «En ese momento se produjo en Juan algo nuevo, inexpresable, y explotó en él. Estaba todo aturdido, confundido. En la cima de la serenidad, el bienestar. “Lo que encuentras en este momento, hermano Juan, muchos otros lo han experimentado antes que tú: yo mismo, los maestros del pasado, los otros hermanos alrededor del mundo. Esa cosa llama a la luz, pero no tiene nombre”, le dijo su iniciador. Bien notamos que esta iluminación no era de origen divino, sino diabólico. Satanás, transformado en ángel de luz, se apoderó de Roncalli. Pier Carpi pinta un retrato tan exacto de este ser invisible que el cristiano, que posee alguna noción de demonología, puede identificarlo fácilmente como Satanás disfrazado de ángel de luz: "Hay algunos que, en determinados momentos, tienen la posibilidad de desprenderse de sí mismos, de descender más allá del umbral, más y más abajo, a las oscuras profundidades de la fuerza que sostiene su cuerpo, y donde esta fuerza pierde su nombre y su individualización. Es entonces cuando se tiene la sensación de que esta fuerza se expande, se apodera del yo y del no-yo, e invadiendo toda la naturaleza sustantiva el tiempo, transportando miríadas de seres como si estuvieran borrachos o alucinados. Y estos seres reaparecen en mil formas, una fuerza irresistible, salvaje, inalcanzable, sin descanso sin límite, quemada por una eterna insuficiencia y privación. Esta descripción es idéntica a la que los escritores eclesiásticos hacen del diablo, cuando lo definen como un espíritu de inquietud, de ambición, un espíritu incandescente, pero eternamente privado de Dios, es verdaderamente otra religión. De una contra- iglesia con dogmas, rituales e influencia espiritual. Pier Carpi continúa: «Al futuro Juan XXIII se le enseñaron los misterios de la orden, las palabras secretas, los signos de reconocimiento, las formas de tocarse, el ritual del trabajo en grupo. Los rituales diarios a realizar en tres momentos precisos del día (…). Los hermanos apretaron la cadena a su alrededor, lo abrazaron para comunicar su fuerza. Y, con una voz que no era la suya, Juan habló… Todo lo que dijo fue transcrito en el informe de la época, por el gran canciller». Eran las profecías de Juan XXIII, pronunciadas por el diablo por boca de Roncalli. Porque es bien sabido que los poseídos hablan con una voz que no es la suya... Es interesante ahora leer lo que dice Eduard Brasey en su escrito (“Inchiesta sull’esistenza degli angeli ribelli”). «Durante la Segunda Guerra Mundial el Servicio Secreto Británico creó una sección denominada "MI 5", por orden de Winston Churchill. Este organismo se encargaba de operar en el mundo oculto para desestabilizar al Tercer Reich por medio de un ritual mágico. Amado precisa que este ritual se llevó a cabo en presencia de personajes como Jan Fleming, y con la bendición del obispo Angelo Roncalli, INICIADO DE LA SECTA ILLUMINATI en Turquía, quien, en 1958, ¡se convertiría en el Papa Juan XXIII! En su cruz pectoral, además, estaba el signo de los Illuminati: un ojo abierto en el centro de un triángulo... Esto sucedió en un bosque oscuro en Sussex a principios del año 1941» (Eduard Brasey, “Inchiesta sull’esistenza degli angeli ribelli”, p. 259). Los efectos nocivos y devastadores de las frecuentaciones masónicas de Roncalli siempre se han manifestado constantemente. En Bulgaria y Turquía, en efecto, el extraño nuncio actuó precisamente al contrario de lo que entonces se enseñaba en la Encíclica "Quas primas", sobre la realeza social de Jesucristo: el laicismo es la peste que infecta a la sociedad, la peste de nuestro tiempo. Pero Roncalli estaba a favor del "principio básico" de la laicidad del Estado: la Iglesia tendrá cuidado de no socavar o discutir esta laicidad. Es curioso que mientras defiende el laicismo de la nueva Turquía masónica, Roncalli se compromete a ayudar a los sionistas de paso por Palestina que querían revivir una nación judía. Así, nos encontramos ante cuestiones de fe y derecho divino, despreciadas por un nuncio por razones ecuménicas. Desde esta perspectiva, llegó incluso a hacer cancelar en Turquía el «Filioque», que en abierta polémica con los ortodoxos, estaba escrito con grandes letras a la entrada de la delegación apostólica (Spinelli, Biblioteca Sanctorum, entrada: Giovanni XXIII, Prima Apéndice, Città Nuova, Roma, 1987). RONCALLI NUNCIO MASÓN EN PARÍS Amigos de Roncalli En su nueva misión como nuncio en París,el astuto Angelo Roncalli logra su propósito de no disgustar al gobierno francés, sino también de satisfacer a los nuevos aliados secretos. De esta manera, Roncalli hizo entonces muchos amigos conocidos, como Leon Blum, el judío socialista que, dirigiendo el sindicato a la izquierda del Frente Popular, había llegado al poder en 1936. Pero veamos los especiales. Edouard Herriot, presidente del Partido Radical- Socialista, que se convirtió en primer ministro en 1924 y 1932. Leon de Poncins escribe sobre su gobierno (Christianisme et F.M.): famoso anticlerical, la introducción de la masonería en los asuntos del Parlamento y su dominio sobre la mayoría... se había establecido más fuerte que nunca durante el ministerio de Herriot de 1924. Su gobierno [aclamado públicamente por los masones] decretó una serie de leyes socializadoras, prefiguración de las leyes del Frente Popular de Leon Blum, leyes previamente elaboradas en las logias masónicas ("Forces Secretes", páginas 63-64). El otro, Vicente Auriol, ateo y socialista, ministro de Hacienda en el gobierno del Frente Popular y primer presidente de la 4ta. República (1947-54). Más tarde quiso hacer uso de un antiguo privilegio del gobierno francés para imponer la Berretta cardenalicia al Nuncio en Francia, Roncalli, entonces elegido cardenal y por lo tanto elegible para el papado. Otro amigo fue el diplomático suizo Carl Burckhardt, masón, profesor de historia, especializado en Voltaire y Goethe, comisario de la Sociedad de las Naciones y presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja. Cuando Roncalli fue elegido Papa en 1958, escribió una carta a su amigo Max Richer describiendo la vida que su amigo Roncalli llevaba en París: «Iba como un joven funcionario de embajada, lo encontrabas en todas partes... Cambiará muchas cosas ; después de él la Iglesia no volverá a ser la misma». Él escribe de nuevo: “…durante el período de su nunciatura en París, para gran asombro de la Policía que le había sido asignada para su protección como diplomático, el “Cardenal” Roncalli frecuentaba la Gran Logia [el Templo Masónico] vestido de civil, donde encontró al jesuita Riquet; su asesor fue J. Gaston Bardet, autor de “Mistique et Magie”, quien se jactaba de… “haber profetizado la Tiara al “Cardenal” Roncalli”. (Da: “La via occulta ma vittoriosa della Massoneria”, del reverendo ‘MOURAUX, Bonum Certamen No. 74, Luglio / Agosto 1984). Barón Yves Marsaudon Pero el amigo más cercano de Roncalli era el Barón Yves Marsaudon, sobrino de Monseñor Le Cam, colaborador de Rampolla, nombrado Ministro de la Orden de Malta en París en 1946, y ya desde 1926, hermano masón de la Gran Logia de Francia, y finalmente desde 1932 Venerable Maestro grado 33 de la Logia de la Republique. Cuando él, teniendo problemas de conciencia por estas afiliaciones secretas, consultó con Roncalli, ¡se le dijo que también permaneciera en la masonería! Cuando Roncalli era nuncio en Francia, fue nombrado 33° grado masónico, ya que era amigo del barón Yves Marsaudon, jefe de la filial francesa de los Caballeros de Malta. ¡Esto es ciertamente un gran escándalo para el papado de Pacelli! El propio Yves Marsaudon se regodearía más tarde: “¡Si todavía quedan fragmentos residuales de pensamiento que recuerdan a la Inquisición, estos serán ahogados en un creciente diluvio de ecumenismo y liberalismo! Una de las consecuencias más tangibles será la ruptura de las barreras espirituales que dividen al mundo. Deseamos de todo corazón el éxito de la revolución de Juan XXIII". (L'oecumenisme vu par un Franc Macon de Tradition, Yves Marsaudon, 1964, París, p. 26). La dedicatoria y el prefacio del libro de Marsaudon fueron escritos por Charles Riandley, Soberano Gran Comandante del Consejo Supremo de Francia (Rito Escocés). Riandley escribió: "A la memoria de Angelo Roncalli, ... Papa bajo el nombre de Juan XXIII, quien se ha dignado darnos su bendición, su comprensión y su protección, ... [y] a su augusto sucesor, Su Santidad Papa Pablo VI". Riandley predijo con gran confianza cómo las políticas de Roncalli y Montini harían avanzar el plan masónico en la agenda: “Estamos convencidos de la estrechez de las estructuras espirituales, culturales, científicas, sociales y económicas que hasta el día de hoy han obstaculizado la acción y el pensamiento del hombre... Pero estas estructuras ya han sido parcialmente destruidas. ¡Algunas decisiones pontificias han contribuido a ello! Estamos seguros de que al final todos serán destruidos... Es cierto que no todo debe ser desechado, pero lo que se puede salvar no se salvará si no se renueva. ” (L’oecumenisme vu par un Franc Macon de Tradition, Yves Marsaudon, 1964, París, p. 15, 16). Sobre la vida de Roncalli en París, específicamente escuchamos al Conde Franco Bellegrandi en su libro de 2009 «Nichitaroncalli», Eiles, Roma, p. 59-62. "Su casa acoge reuniones con personalidades imprevisibles, cultiva relaciones personales y frecuentes con exponentes de la izquierda y se hace amigo de figuras y ministros pertenecientes a la masonería. En ese período francés hay un incidente, desconocido para la mayoría, que levanta por un momento el telón sobre la supuesta pertenencia de Roncalli a la secta masónica. Su Alteza Eminente el Príncipe Chigi Albani della Rovere, entonces Gran Maestre de la Soberana Orden Militar de Malta, había recibido una carta del Cardenal Canali, pesada como una gran piedra, en la sede romana del Gran Magisterio: Pío XII, protector de la Orden, si acabara de saber, con gran dolor, que el Ministro de la Orden de Malta en París era masón. En el palacio magisterial de via dei Condotti, nos apresuramos a hojear el expediente del barón Marsaudon, recién nombrado en lugar del conde de Pierredon, que se había retirado. Se supo, con cierto alivio, que había sido hecho "gran cruz magisterial" a propuesta de su antecesor y, sobre todo, nombrado ministro por recomendación del nuncio en París, Roncalli. El resultado de esa primera investigación fue informado de inmediato al cardenal Canali en el Vaticano, a quien se le escuchó exclamar: "¡Pobre Roncalli! Estoy afligido de tener que ponerlo en vergüenza y espero que eso no le cueste el galero cardenalicio ... " (¡qué ingenuidad!). El Vaticano dispuso en el mayor secreto que la Orden enviara inmediatamente a París una persona de confianza para llevar a cabo exhaustivamente la delicada investigación. El gran magisterio papal se encontró en una grave vergüenza. De hecho, los tres personajes involucrados en la historia debían ser tratados con respeto (¡qué miopes!). El nuncio, por su valiosa contribución dada a la Orden de Malta para la conclusión de ciertos asuntos delicados en Argentina, el conde de Pierredon por sus muchos años de servicios, primero en Bucarest, luego en París, el mismo Baron Marsaudon por su meritorio compromiso para obtener el reconocimiento oficial de la Orden por parte del gobierno francés. Después de una elección cuidadosa y acertada, fue nombrado "visitante magistral", un capellán profeso de la Orden, monseñor Rossi Stockalper, que también era canónigo de Santa Maria Maggiore y por lo tanto en el círculo del Vaticano. Inmediatamente partió hacia París. Se le había sugerido que comenzara su reconocimiento de información por el padre Berteloot de la Compañía de Jesús, un experto en asuntos masónicos. El jesuita, consultado con la mayor discreción, confirmó que el barón Marsaudon no sólo era masón sino "trigésimo tercer grado" de la masonería y miembro vitalicio del Consejo de la Gran Logia del Rito Escocés. Monseñor Rossi Stockalper continuó su recorrido. Aprendió muy poco del arzobispo de París, monseñor Feltin, quien lo envió a su vicario general, monseñor Bohan, "que conocía al barón más de cerca". «Aquí, para el enviado de Roma, otra sorpresa: el vicario general había sacado de una caja fuerte y esparcidossobre la mesa una serie de documentos incontrovertibles: entre ellos un número del "Journal Officiel de l'Etat français", publicado en Vichy durante la ocupación, en la que Yves Marie Marsaudon se destacó entre los adherentes a la masonería; tres o cuatro ejemplares de la revista masónica "Le Temple" conteniendo algunos de sus artículos y una ficha informativa del interesado. No había ningún documento relativo a una abjura. El visitante magisterial, con el corazón apesadumbrado, se arrastró luego hasta el número 10 de la avenida President Wilson, sede de la nunciatura. Con mucho tacto le pidió a Roncalli información detallada sobre el Barón-Masón Marsaudon. El sacerdote de Sotto il Monte (este pueblo está cerca de Bérgamo), entre una sonrisa y una broma, devolvió al capellán de la Orden de Malta al secretario de la nunciatura, monseñor Bruno Heim. Este sacerdote, que más tarde se convertiría en "legado apostólico" en Gran Bretaña, terminó de asombrar al enviado de Roma, primero con su clérigo y su pipa entre los dientes, luego con sus asombrosas declaraciones sobre la masonería definida como "una de las últimas fuerzas del poder social" de conservación que hay en el mundo, y, por tanto, una fuerza de conservación religiosa”, y con un juicio entusiasta sobre el Barón Marsaudon que tuvo el mérito de hacer comprender a la nunciatura el valor trascendente de la Masonería. Precisamente por este mérito, el nuncio en París, Angelo Giuseppe Roncalli, había apoyado y avalado su nombramiento como ministro de la Orden de Malta en París. Monseñor Stockalper quedó estupefacto ante aquel cambio de rumbo y recibió el golpe de gracia cuando, protestando que el canon 2335 del Derecho Canónico prevé la excomunión de los afiliados a la Masonería, escuchó replicar a su interlocutor, entre calada y calada del perfumado humo de la gran pipa, que "la nunciatura de París estaba trabajando en gran secreto para reconciliar a la Iglesia católica con la masonería". ¡Era 1950! Este episodio parece confirmar la connivencia de Roncalli con la masonería. La Iglesia posconciliar se reconciliará en efecto con la secta secreta. El Barón Yves Marsaudon, Francmasón de la Gran Logia de Francia, desde 1932 Venerable Maestro grado 33 de la Logia La Republique, además de miembro de la Orden de Malta, fue "una figura clave en los contactos entre la Iglesia y la Francmasonería durante el periodo conciliar". Dijo: “Sólo la masonería puede esclarecer los enormes problemas que dominan al hombre hoy y que a pesar de la evidente buena voluntad, ni las iglesias organizadas, ni los partidos políticos son capaces de resolver”. Roncalli se comporta como un no católico El conciliarismo modernista fue la tendencia política contraria a las directrices de la Iglesia, para la cual incluso las cuestiones políticas tienen un aspecto doctrinal, como fue el caso del «Non expedit» de Pío IX y el anticomunismo de los Papas recientes. Pero lo que le importaba a Roncalli (que apuntaba a lo que unía), y también al arzobispo de Paris Suhard, era actualizar la Iglesia, reconciliándola con el progreso (del cientificismo) y con la modernidad (del democratismo) (proposición 80 condenada por el "Syllabus " de Pío IX). En este sentido, Roncalli apoyó plenamente la iniciativa de los sacerdotes obreros. Iban a trabajar a las fábricas para estar en contacto con los trabajadores y, si era posible, acercarlos a alguna palabra evangélica. Pero el hecho es que en lugar de convertir a los trabajadores a la religión católica, se convirtieron al comunismo. Con estos resultados Roma reaccionó e impuso la intervención de Suhard, quien en febrero de 1949 hizo una declaración sobre el tema, juzgada inadecuada por el Vaticano. Roncalli, por su parte, intervino en favor de aquella ruinosa iniciativa para la fe, e hizo publicar en L'Osservatore Romano, con la ayuda de Montini, un elogio de esta misión en marcha en París y de su patrón Suhard. Cuando Pío XII, el 30 de junio de 1949, decretó la excomunión de los comunistas ateos y de los que de alguna manera favorecieran el comunismo, Roncalli partió de París en un largo recorrido por las provincias, revelando cómo pretendía evitar el problema. Ausencia que repite con motivo de la publicación de la Encíclica "Humani generis" (12 de agosto de 1950), que condena la "nueva teología". Con el Concilio Vaticano II se comprenderá por qué las doctrinas y sus autores, que los Papas católicos condenan, deben ser promovidas para Roncalli y sus sucesores. Por nombrar algunos: Danielou, De Lubac, Chenu, Congar, etc. Es cierto que la advertencia contra su inspirador, Teilhard de Chardin, ya muerto, quedó, pero sólo en el papel, porque con Juan XXIII, esencialmente, el masón Teilhard fue el verdadero mentor de la revolución del Vaticano II. Recordemos, sin embargo, que fue una revolución que venía de lejos y que no recoge únicamente las ideas y directivas de personalidades conocidas. En ella todo se teje en el secreto. Incluso flota el nombre de Rudolf Steiner y su antroposofía. Por lo tanto, la elección de Roncalli de perseverar en la masonería aún requiere más investigación. El francés Jean-Gaston Bardet, que más tarde se hizo conocer como un conocido masón, autor de libros en la corriente del esoterismo cristiano, escribió a Roncalli en agosto de 1954 y luego lo visitó en Venecia para repetirle que sería Papa: no solo predijo que llegará a ser Papa, sino que también adivinó el nombre que elegirá cuando sea elegido y que su pontificado estará marcado por intervenciones doctrinales y reformadoras. Dado que todo esto se ha hecho realidad y existen otros indicios de que Roncalli sabía que sería electo, se puede deducir lo siguiente: los poderes ocultos ya lo habían identificado, por lo que había que advertirlo a tiempo como candidato al próximo Cónclave; que la elección de la persona y del nombre se centró en su currículum, según sus necesidades (de los masones), y no en su decisión. Otro episodio extraño fue mencionado en el programa RAI 3 Enigma de 2003. Se trata de un informe de 1954 del embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Giorgio Mameli, al ministro Piccione de la República Italiana, indicando a Roncalli como el candidato a Papa a favorecer. Roncalli iba a ser Juan Bautista, el precursor de Montini, un pacto totalmente aceptable y también querido por él, como lo era la convocatoria del Concilio buscado por las logias. Por lo tanto, se puede entender que el trabajo ecuménico de Roncalli en el Cercano Oriente le había abierto todas las puertas: como nuncio en París, y luego como papable de las logias, en fin, el Papa bueno según sus ideas (de las logias). Después de haber favorecido a monseñor Feltin, presidente de Pax Christi (pacifismo cristiano), para la sucesión del cardenal Suhard en París, Roncalli regresa a Italia en 1953 y ante su brillante labor en Francia, que perfila el perfil de su decisiva fe modernista y Masónica, fue nombrado patriarca de Venecia. Roncalli sube en el escalafón jerárquico por dos motivos: el primero es porque siempre se ha camuflado utilizando diversas máscaras cuando ha sido necesario; y la segunda es que disfrutó de la poderosa ayuda del clero masónico. RONCALLI EN VENECIA Trasladado a Venecia en 1953, el cardenal Roncalli reafirmó su viejo principio, con un aspecto «propiamente masónico» (cf. Sodalitium, nº 29, págs. 3-5) de que debemos mirar lo que nos une y no lo que divide, y siguió encontrando a sus hermanos masónicos Auriol y Marsaudon. Mons. Capovilla, secretario de Roncalli, era un viejo amigo (desde 1945) del presidente del Rotary de Venecia, Antonio Ambrosini (1933- 2015), quien, escribiendo al propio Capovilla, describía a Roncalli como «un patriarca tan indulgente y comprensivo con la 'actividad rotaria' (Ver O. Ranelletti, La Chiesa cattolica e il Rotary Internazionale, in Realtà Nuova, rivista mensile deiRotary Club d’Italia, Milano, n. 4, aprile 1972. El autor se encargó en 1975 de su actualización y reedición. Cito de la última edición: OMERO RANELLETTI, Il Rotary e la Chiesa cattolica, Quaderni di Realtà Nuova, Istituto culturale rotariano, Torino, 1991, pag. 88. Lettera di Lando Ambrosini a Mons. Capovilla, del 22 dicembre 1958). Ranelletti lo confirma: «El Papa Juan, durante su estancia como Patriarca en Venecia, había tenido la oportunidad de acercarse varias veces a los rotarios de la ciudad, por lo que conocía bien nuestra institución» (Ibíd., pág. 91). Así, mientras el cercano arzobispo de Milán, el cardenal Alfredo Ildefonso Schuster (1880-1954), incluyó a Rotary, en la Revista Diocesana de Milán, entre las diversas «formas esotéricas de una masonería única» (Cf. Revista Diocesana de Milán, noviembre de 1949, pp. 240-241; citado en padre R. Esposito, «Le grandi concordanze tra Chiesa e massoneria», p. 342) y Roma renovó sus condenas, ¡el patriarca Roncalli hizo buen uso de esta forma esotérica con sus hermanos rotarios! Extraño, ¿verdad? Pero el caso más emblemático fue el de 1957, con la bienvenida al XXX° Congreso del Partido Socialista Italiano de Pietro Nenni, que tenía la hoz y el martillo en su bandera. Ya antes Roncalli había defendido a sus sacerdotes reprendidos por el Vaticano por haber propuesto en los periódicos locales la apertura de los católicos a una colaboración con los socialistas. Obligado por el cardenal Pizzardo a definir su posición, critica la apertura a la izquierda a toda costa en la pastoral del 12 de agosto de 1956, pero no firma la reprendida episcopal a los sacerdotes (Dorigo). Roncalli anticipa un principio del Vaticano II en Venecia: tratar de desarrollar más lo que une, que lo que divide. Una idea que puede ser compartida en algunos campos, pero no en el religioso, donde refleja un indiferentismo velado. ¡En cuanto al honor debido a la Madre de Dios, hay que sopesarlo y revestirlo de mucha prudencia! Roncalli se niega a firmar la petición para el establecimiento de la nueva fiesta de la Realeza de María, que precede en seis meses a la encíclica de Pío XII "Ad Coeli Reginam", para la fiesta y la consagración del 31 de mayo. Su ecumenismo va en todos los sentidos, menos en el mariano, porque en el fondo todo el mundo es cristiano anónimo, incluso sin quererlo. En este sentido Roncalli invitó a todos a su mesa veneciana, masones, protestantes, judíos, musulmanes, sin distinción, lo que escandalizó a muchos porque era la puesta en práctica de un indiferentismo sin fronteras. ¡Si apuntaba a las conversiones, esto solo podría ser a su credo ecumenista masónico! EL PROGRAMA MASÓNICO SOBRE LA IGLESIA Claramente la masonería apuntaba a un " Papa bueno", es decir, que supiera enmascararse y disfrazarse bien, para poder engañar mejor al pueblo católico, para pasar innovaciones tan radicales que iban contra la tradición, y Roncalli era el hombre correcto. El primado de la iglesia anglicana Fischer y el patriarca Atenágoras de la iglesia ortodoxa eran masones, con quienes Roncalli inició una apertura de diálogo ecuménico en un clima de entendimiento fraternal (así lo revela el Gran Maestre Giuliano Di Bernardo en su libro «Filosofía de la Francmasonería», Marsilio Editore página 146). El patriarca ortodoxo Atenágoras de Constantinopla, y algunos otros, han comparado a Juan XXIII con Juan Bautista. Tres días antes de que se anunciara el Concilio Vaticano II, Roncalli le confió a Andreotti: "Muchas de las anticipaciones de la época [del modernismo] se habían convertido luego en fructíferas realidades". El Concilio las habría constitucionalizado (Andreotti Giulio, I quattro del Gesù. Storia di una eresia, Rizzoli, Milano, 1999, pagina104). La novedad del nombre elegido por Juan XXIII sorprendió a muchos, pero su lógica secreta era conocida por los iniciados: que el pontificado tenía que preparar el camino para Montini y anunciar la novedad de actualizar la tradición y particularmente de los últimos pontificados, de Pío IX a Pío XII. Montini, que se convirtió en Pablo VI, habría pensado entonces en imponer a los católicos la inversión religiosa sutilmente perseguida. Ó RONCALLI MASÓN, SU ACTIVISMO «El Papa, sea quien sea, nunca vendrá a las sociedades secretas; corresponde a las sociedades secretas dar el primer paso hacia la Iglesia y hacia el Papa, con el fin de ganarlos a ambos. (...) Lo que tenemos que buscar y esperar, como los judíos esperan al Mesías, es un Papa acorde a nuestras necesidades...» (“Instrucción secreta” de Nubius, segundo Jefe de los Illuminati bávaros). El Gran Maestre del Gran Oriente de Italia, Virgilio Gaito, en dos entrevistas que dio al periodista de "L'Italia Settimanale" y luego al de la revista Ciellina (Comunión y Liberación) "Trenta Giorni", a la pregunta: « Le parece que hay sacerdotes en las logias del Gran Oriente, se dice que algún cardenal ha sido hermano…”, contestó: “Probablemente, no tengo noticias. Se dice que Juan XXIII se inició en la masonería cuando era nuncio en París. Relato lo que me dijeron. Después de todo, en sus mensajes capté muchos aspectos que son realmente masónicos. Me complació oírle decir que el énfasis debe ponerse en el hombre» (Ver "La loggia è una casa di vetro". Entrevista de Fabio Andriola a Virgilio Gaito publicada por "L'Italia Settimanale" el 26 de enero de 1994 (n. 3), pág. 74). Incluso al periodista Cubeddu de "Trenta Giorni" le dijo: «El Papa Juan XXIII parece haberse iniciado en París y participado en los trabajos de los Talleres de Estambul…». Incluso el Gran Comendador del Consejo Supremo de la Masonería Mexicana, Carlos Vásquez Rangel, reveló que «Angelo Roncalli habría sido iniciado en la Masonería en París» (Cf. "Proceso" n. 832, 12 de octubre de 1992, citado por C. D. L. Reporter, mayo 1995, n. 179, p. 14: "Fue en París cuando los no iniciados Angelo Roncalli y Giovanni Montini fueron iniciados, el mismo día, en los augustos misterios de la fraternidad. Por eso, no es extraño que muchas cosas que se lograron , en el Concilio Vaticano II, por Juan XXIII, se basan en principios y postulados masónicos»). «Hace unos años, el célebre profesor masón A. Sierra Partida quiso publicar en los periódicos nacionales una copia del acta de entronización en una logia de París, donde se daba a entender que el profano Angelo Roncalli (Juan XXIII) y Giovanni Battista Montini (Pablo VI) habían sido llevados ese mismo día para ser iniciados en los augustos misterios de la fraternidad. Como era de esperar, la prensa nacional se negó a publicar este documento, por lo que el profesor mandó hacer copias él mismo, que circularon en los círculos masónicos de todo el país". Y así, el profesor Sierra afirmó: «Si aún quedan dudas, invitamos a todos los que deseen leer y estudiar el Concilio Vaticano II de Juan XXIII, y verán que los dictados fundamentales de este concilio se basan en los principios y postulados de la masonería mundial". Todavía: "Si algún fanático todavía duda de lo que digo, le preguntaría por qué Juan XXIII decidió abolir la bula de excomunión (de los masones), que aún existía antes de que él fuera el sucesor de San Pedro". Confirmaciones sobre Roncalli Hermano Francmasón De hecho, fue Juan XXIII quien inició el proceso de levantamiento de la excomunión de los masones; proceso que terminará con Juan Pablo II con su nuevo código de derecho canónico de 1983. Todas las proposiciones escritas a continuación fueron escritas y firmadas por el Padre Malachi Martin, sacerdote y exorcista. En el libro "La Iglesia Eclipsada" de Louis-Hubert Remy (pp. 6-7) el autor, amigo del Marqués de La Franquerie y de Francois Dallais, va a Nueva York para entrevistarlo: «En la segunda reunión de 12 de septiembre de 1996, en Nueva York, le pido que confirme: "¿Juan XXIII era masón?" Él respondió: “Sobre la pertenencia de Juan XXIIIa la masonería, todas las pruebas están en los archivos del Vaticano, celosamente conservados por el cardenal Sodano. Él mismo habría visto las fotos tomadas por su conductor que mostraban a Juan XXIII asistiendo a las logias de París". Pregunta a Malachi Martin (septiembre de 1996): «¿Juan XXIII fue un iniciado? Algunos documentos lo llaman "hermano". ¿Qué opinas?' Respuesta: «Sí, fue iniciado por Vincent Auriol». También según el periodista masón Pier Carpi, Juan XXIII se unió a los "Rosacruces" en 1935, en Estambul. Pero es en París -según Gaito y Vásquez Rangel- donde supuestamente el arzobispo Roncalli fue iniciado en los secretos de los "Hijos de la Viuda" (otro nombre de los masones). Aquí, todavía recordamos su amistad con el socialista Vincent Auriol y el radical Edouard Herriot, ambos miembros de la Masonería (Ver Aldo Alessandro Mola, "Storia della Massoneria Italiana dall'Unità alla Repubblica", Bompiani, Milano 1976, pp. 548 y 624 ). En entrevista concedida a "Proceso", diario político de México, Carlos Vásquez Rangel, Gran Comendador del Consejo Supremo de la Masonería Mexicana, grado 33, declaró en 1992 que "el nuevo embajador ante la Santa Sede, Enrique Olivares Santana, es un hermano de logia, un soldado honorable del Rito Escocés y el masón más eminente de los últimos años”. Expresó sus temores de que el nuevo embajador se encontrara con reaccionarios en Roma pero se tranquilizó confiando en que también se encontraría con masones: “en el pequeño territorio que constituye el Estado del Vaticano, están en funcionamiento al menos cuatro Logias del Rito Escocés… Muchos de los más altos dignatarios del Vaticano son masones, y en ciertos países donde la Iglesia no está autorizada para operar, son las logias las que conducen los asuntos del Vaticano clandestinamente”. Vázquez va más allá al explicar que “gran parte de lo que se hizo en el Concilio proviene de principios masónicos”. También sostiene que Juan XXIII y Pablo VI fueron iniciados en la masonería «El mismo día, en París, el profano Angelo Roncalli y el profano Giovanni Battista Montini (Pablo VI) fueron iniciados en los augustos misterios de la Fraternidad». "En la época del Concilio circuló entre los Padres una detallada publicación que acusaba de ilegítima la elección de Juan XXIII por ser buscado por la masonería y que señalaba a Roncalli como perteneciente a esta secta desde los años de su nunciatura en Turquía" ( cf. Franco Bellegrandi, "Nichitaroncalli", Ed. Eiles, Roma, 1977, p. 176). El masón Roncalli y los símbolos No hay duda de que Roncalli le dio gran importancia a los símbolos. Quizás a través de ellos podríamos entender mejor lo que había en el alma de este clérigo que hizo quitar de la fachada de la delegación apostólica en Turquía el escudo con la palabra "Filioque", símbolo de la fe católica, pero que tiene en su Cruz pastoral el ojo en el triángulo, utilizada por la masonería. Estas cosas son evidencia de su afiliación a un culto y demuestran sus elecciones iconográficas de sus asociaciones mentales. Ahora bien, como hemos visto, para el pensamiento masónico, toda fe e ideología puede ser aceptada si se purifica de una idea absoluta, para construir la fraternidad universal. Este fue también el pensamiento expresado por Roncalli en Turquía en Pentecostés de 1944. Por lo tanto, el periodista Pier Carpi no debe haber inventado nada sobre su iniciación rosacruz e inscripción masónica ("Le profezie di Papa Giovanni", Mediterranee, 1976, Roma): no fueron solo sus palabras y actos que expresaron conceptos masónicos, sino también sus amistades y conocidos. Por supuesto, parece de un oficial asignado para proteger al nuncio que todos los jueves Roncalli iba a una logia. Repetí esta información al cardenal Oddi, que había sido su ayudante en París. No lo discutió, pero la historia no se escribe sólo con las visitas a las logias, sino también con los consiguientes resultados. De hecho, ¿qué se puede objetar ante el derribo llevado a cabo por el dúo Roncalli Montini? (libro ''Nichitaroncalli'' de Franco Bellegrandi). Varios Grandes Maestros Masones franceses e italianos han confirmado abiertamente las propuestas del futuro Juan XXIII. En 1989, la revista Franc-maçons «Humanisme» (nº 186), relataba el encuentro del nuncio Roncalli con Alexandre Chevalier, quien le hizo propuestas sobre derecho canónico y otras cosas. El acuerdo secreto entre el futuro Juan XXIII y el que se convirtió en Gran Maestre en 1965 y fue invitado a la coronación de Juan XXIII en Roma, se hace eco de la hipótesis de que la logia «L'Etoile Polaire» (el Atelier), «estaba en el origen del Vaticano II” (Jacques Ploncard d'Assac, «Présent», París, 20 de julio de 1989). Otro amigo suyo, durante la Nunciatura, fue Carl J. Burckardt, dignatario masónico y diplomático suizo, quien escribió sobre Roncalli: «Es deísta y racionalista (…). Cambiará muchas cosas; después de él, la Iglesia no volverá a ser la misma» (Cf. «Sodalitium», n. 28, pp. 26-27). El escritor Léon de Poncins escribió que "con la elección de Juan XXIII... se tenía claramente la impresión de una campaña internacional, metódicamente organizada" (Véase Léon de Poncins, "Infiltrations ennemies dans l'Eglise". "Documents et témoignages" , París 1970, pp. 85- 88). CONCLAVE 1958 Siri, fue elegido para el trono papal y así parece confirmarlo un informe secreto del FBI hasta el 28 de febrero de 1994, cuando se pudo acceder al documento oficial gracias a la Ley de Libertad de Información promulgada en Estados Unidos. El informe fue visto por el consultor del FBI Paul Williams, quien en el libro de 2003 The Vatican Exposed: Money, Murder, and the Mafia, afirmó que Siri sería declarado Papa y elegiría el nombre de Gregorio XVII, pero no pudo anunciar públicamente su elección debido a la reacción de los cardenales liberales y progresistas. Temían que Siri, como heredero de Pío XII, desandara el camino de un papado altamente centralizado. Luego, bajo la presión de los cardenales franceses, se le impidió gobernar porque, según los servicios de seguridad del Vaticano, su elección habría llevado al asesinato de varios obispos más allá de la Cortina de Hierro comunista. La noticia, ampliamente documentada, forma parte del expediente secreto "Cardenal Siri" compilado por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) el 10 de abril de 1961 para el Departamento de Estado de EE. UU. El primero en acceder al documento y leer ese dossier secreto, como se ha dicho antes, fue Paul L. Williams, consultor del FBI y periodista de investigación, quien en 2003 publicó el libro "The Vatican Exposed: Money, Murder, and the Mafia", editado en Estados Unidos por Prometheus Books. Según el relato de Williams, todo comenzó en 1954 cuando el Conde Della Torre, editor del "Osservatore Romano", informó al entonces Papa Pío XII de las simpatías que el Cardenal Angelo Roncalli (luego Papa Juan XXIII) tenía por los comunistas. Otros exponentes de la llamada "Nobleza Negra", es decir, la aristocracia vaticana, también expresaron el mismo tipo de temores al Papa. La noticia pronto llegó a la embajada estadounidense en via Veneto, donde agentes de la CIA y el FBI se activaron de inmediato para descubrir las posibles simpatías del cardenal Roncalli. Las investigaciones también se extendieron a monseñor Giovanni Battista Montini, quien luego ascendería al trono de Pedro con el nombre de Papa Pablo VI. Williams cuenta en este punto que el Papa Pío XII, precisamente para evitar que la Iglesia se apartara de sus cánones tradicionales, indicó al cardenal Giuseppe Siri como su sucesor. Siri, como bien saben los genoveses, era fuertemente anticomunista y tradicionalista, intransigente en materia de doctrina eclesiástica. También fue conocido como un excelente organizador. Después de la muerte de Pío XII, por tanto, llegó el día del cónclave. Era el 26
Compartir