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Revista del CLAD Reforma y Democracia ISSN: 1315-2378 cedai@clad.org Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo Venezuela Font, Joan; Blanco, Ismael ¿Qué hay detrás de la oferta de participación? El rol de los factores instrumentales e ideológicos en los mecanismos españoles de participación Revista del CLAD Reforma y Democracia, núm. 31, febrero, 2005, pp. 1-17 Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo Caracas, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357533663007 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3575 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3575 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357533663007 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=357533663007 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=3575&numero=33663 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357533663007 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3575 http://www.redalyc.org Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. ¿Qué hay detrás de la oferta de participación? El rol de los factores instrumentales e ideológicos en los mecanismos españoles de participación* Joan Font e Ismael Blanco Introducción La realidad cotidiana de las administraciones locales en Europa o en América Latina sigue estando basada en gobiernos municipales que operan regularmente con una estructura y una lógica propias de la democracia representativa. Sin embargo, la última década del siglo XX vio emerger junto a esta realidad dominante una presencia creciente de procesos y experiencias de participación ciudadana en la toma de decisiones locales. Se trata aún de una realidad que sólo aparece en algunos municipios o que ocupa un lugar periférico incluso en muchos de los municipios donde estas experiencias se han impulsado. Pero al mismo tiempo, la cantidad de congresos y debates celebrados al respecto, el creciente número de publicaciones sobre el tema o la aparición de redes de ciudades que intercambian información sobre el tema parece no dejar lugar a dudas respecto al crecimiento de la presencia de estos espacios. Aunque la reflexión sobre estos mecanismos1 ha crecido, la mayor parte de los análisis realizados hasta ahora se han centrado en dos grandes temas. En primer lugar, encontramos a todos aquellos que se han centrado en por qué los políticos deberían impulsar experiencias de participación ciudadana. Es decir, en el debate normativo sobre la necesidad, las bondades o los problemas de estos procesos de participación. En síntesis, estos trabajos apuntan a tres grandes argumentos: la participación como respuesta a la crisis de legitimidad de la democracia representativa (Norris, 1999; Pharr y Putnam, 2000); la participación como estrategia de mejora del rendimiento de las políticas públicas en un contexto de complejidad e incertidumbre (Stewart, 1995; Stoker, 2000; Goss, 2001; Kooiman, 2003); y, finalmente, la participación como componente necesario de la democracia (Barber, 1984) y la creación de capital social como ingrediente básico para el buen funcionamiento de los sistemas políticos democráticos (Putnam, 1993). El segundo tema más tratado ha sido el cómo organizar la participación ciudadana en la toma de decisiones: la descripción o el debate sobre las metodologías más apropiadas, los criterios con que analizar el buen o mal funcionamiento de las experiencias, o los diversos tipos de consecuencias que pueden tener han sido algunos de los temas tratados para procesos tan diversos como referendos, consejos consultivos, jurados ciudadanos, encuestas deliberativas, etc. (Cunill, 1997; Fishkin, 1995; Font, 2001). En este trabajo nos formulamos una pregunta de naturaleza distinta a las anteriores: ¿por qué aquellos que tienen responsabilidades de gobierno deciden impulsar mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones públicas? La pregunta toma sentido si tenemos en cuenta que en la gran mayoría de países estos gobernantes locales que optan por abrir espacios de participación no tienen la obligación legal de hacerlo. Además, con algunos de estos procesos estos gobernantes parecen abrir un camino hacia la propia autolimitación de sus atribuciones, cuando contribuyen cuando menos a generar un lenguaje y unas expectativas de que van a compartir parcelas de poder con la ciudadanía. ¿Por qué sin necesidad legal de hacerlo se ceden unos espacios de poder a la ciudadanía, cuando en una lógica estrictamente jurídica y de suma cero ese es un poder que están cediendo los gobernantes locales?2 Sin necesidad de pensar que todos los actores sociales y políticos actúan con una lógica estrictamente instrumental y egoísta, sí parece interesante plantearse en todo caso cuál es el tipo de racionalidad que lleva a dicha cesión aparente de recursos de poder. (*) Versión revisada del documento presentado en el IX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, celebrado en Madrid, España, del 2 al 5 de noviembre de 2004. Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Por otro lado, la propia realidad empírica -en la que algunos gobiernos locales optan muy claramente por la participación, otros abren algunos espacios parciales y otros muchos no crean ninguno- nos plantea la segunda gran pregunta que motiva este trabajo: ¿por qué unos sí y otros no? ¿Hay alguna lógica ideológica, instrumental o estructural que nos ayude a comprender cuáles son los gobiernos locales que apuestan por la participación y cuáles no? El trabajo se estructura en dos grandes secciones, seguidas de unas breves conclusiones finales. En la primera parte apuntaremos algunas hipótesis acerca de por qué los políticos locales ponen en marcha procesos de participación, y mostraremos los resultados básicos de una investigación que realizamos sobre esta cuestión a partir del análisis de diversos municipios de Cataluña. En la segunda parte exploraremos con más detalle hasta qué punto podemos contrastar empíricamente una de las causas que comúnmente se identifican como explicativa del por qué los gobiernos impulsan mecanismos de participación ciudadana: la voluntad de contribuir con ello a mejorar sus resultados electorales en las próximas convocatorias. En este caso, y tal como se explica con más detalle en la segunda parte, se ha trabajado con una muestra de municipios, la mayor parte de los cuales se sitúa también en Cataluña, aunque otros se sitúan en otras zonas de España. El énfasis prioritario en las experiencias desarrolladas en Cataluña (Comunidad Autónoma ubicada al noreste de España, cuya capital es la ciudad de Barcelona) se explica no sólo por la proximidad al equipo de investigación, sino por el desarrollo más extendido que en esta zona han tenido las experiencias de participación a nivel municipal (Colino …[et al], 2003). Ambas partes se corresponden con dos proyectos de investigación que se han desarrollado de forma coordinada a lo largo del curso 2003-2004, por un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, con el apoyo intelectual y financiero de la Fundación Jaume Bofill3. 1. Las razones de la participación 1.1. Metodología La primera de las investigaciones en que se basa este trabajo se fundamenta, metodológicamente, en los siguientes aspectos: • En primer lugar, realizamos una selección de 15 municipios catalanes partiendo de dos variables de control: el partido de gobierno en la última legislatura (1999-2003) -pretendíamos tener en la muestra municipios gobernados tanto por partidos de izquierda como por partidosconservadores-; y las características territoriales del municipio -básicamente, pretendíamos tener en la muestra municipios de las cuatro provincias catalanas (Barcelona, Lleida, Tarragona y Girona) y con tamaños relativos diversos respecto al tamaño medio municipal de la provincia (Cuadro N° 1). 2 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Cuadro N° 1 Clasificación de los municipios seleccionados Partido de gobierno 1999-2003 CiU PSC Otros Girona Lleida Grande Tarragona Reus Rubí Sant Feliu de Llobregat Banyoles Mediano Palamós Igualada Valls L’Escala Arbúcies Sitges Ta m añ o re la tiv o Pequeño Ribera d’Ondara Esparreguera • En segundo lugar, para cada uno de los 15 municipios seleccionados, realizamos un doble trabajo: por una parte, identificar el conjunto de experiencias participativas que han tenido lugar en el municipio; y por otra parte, realizar una serie de entrevistas a algunas personas representativas de distintos colectivos locales -concretamente, algún miembro del equipo de gobierno y preferentemente el responsable político de la participación ciudadana; algún miembro de alguno de los partidos políticos de la oposición; y finalmente, algún técnico en participación ciudadana de la administración local y alguna persona perteneciente al ámbito asociativo del municipio. Finalmente, se realizaron entre tres y cinco entrevistas por municipio, con un total de 60 entrevistas. Con la selección de municipios realizada no pretendíamos lograr ningún tipo de representatividad, sino básicamente tener casos suficientemente diversos entre sí -teniendo en cuenta las variables de control- para atender a una muestra de municipios heterogénea. Por otra parte, la apuesta por realizar entrevistas en profundidad limita el número y la pluralidad de agentes de los cuales podemos obtener sus opiniones, pero nos permite profundizar en sus discursos. Éste era, precisamente, el objetivo de la investigación: analizar en profundidad los discursos que distintos agentes generan sobre la participación ciudadana y las experiencias concretas de sus municipios. Entendíamos, por otra parte, que para explorar el por qué los gobernantes emprenden procesos de participación, debíamos contrastar sus opiniones con las de otros agentes que también hubieran estado involucrados en estas experiencias. En el Cuadro N° 2 se identifican cuáles son esas experiencias de participación para cada uno de los municipios de nuestra muestra. 3 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Cuadro N°2 Experiencias de participación en los municipios analizados Municipio Experiencias identificadas Rubí Consejos Sectoriales, Consejo de los Niños, Reglamento de Participación, Jurados Ciudadanos, Plan Estratégico, Auditoría y Fórum Ambiental, Presupuestos Participativos Esparreguera Plan Estratégico Integral, Referéndum, Consejo General de la Villa, Consejos Sectoriales Igualada Reglamento de Participación, Defensor del Pueblo, Consejos Territoriales, Consejos Sectoriales Sant Feliu de Llobregat Consejos Sectoriales, Reglamento de Participación, Mesas de Barrio, Urbanismo Participativo Sitges Agenda 21 Local Arbúcies Plenos Municipales Participativos, Consejos Sectoriales, Referéndum, Autogestión de equipamientos, Comisiones, Asamblea por la Convivencia Girona Plan de Ciudad, Consejos Sectoriales L’Escala Jurados Ciudadanos, Referéndum Banyoles Reglamento de Participación Palamós Referéndum Lleida Agenda 21 Local, Fórum Ambiental, Reglamento de Participación, Consejos Sectoriales Ribera d’Ondara Exposición pública y alegaciones en el planeamiento urbanístico Valls Reglamento de Participación Tarragona Agenda 21 Local 1.2. Las razones de la participación En el momento de plantearnos el por qué determinados gobiernos deciden impulsar mecanismos de participación ciudadana, se nos ocurren tres grandes tipos posibles de razones, que constituirán nuestras hipótesis de trabajo4: • el primer tipo de razones está relacionado con las características estructurales del municipio en cuestión (razones estructurales); • el segundo está relacionado con los rasgos ideológicos de los partidos que impulsan este tipo de procesos participativos o con el perfil político de las personas que los lideran (razones ideológicas o de perfil político); • el tercero, con posibles motivaciones estratégicas de los impulsores de este tipo de mecanismos de participación (razones estratégicas o instrumentales). 4 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Razones estructurales Intuitivamente, parece que los municipios catalanes que cuentan con una intensidad participativa mayor -en relación con el número y la ambición de los procesos impulsados- son, principalmente, municipios grandes y medianos del entorno metropolitano de Barcelona. Los casos más paradigmáticos en este sentido son los municipios de Rubí y de Sant Feliu de Llobregat, donde durante los últimos 10 años se han impulsado algunas de las experiencias de participación más innovadoras en Cataluña y en el conjunto de España. En cambio, la intensidad participativa fuera del entorno de Barcelona, en pequeños municipios de base rural o de carácter turístico, parece haber sido menor. Sin embargo, del análisis detallado de los casos que conforman nuestra muestra, no podemos concluir que ni el tamaño de los municipios ni sus características socioeconómicas estén correlacionados significativamente con el impulso o no de mecanismos de participación ciudadana. Sant Feliu de Llobregat y Rubí son municipios de tamaño medio-grande comparados con el conjunto de municipios de Cataluña, de base industrial pero que experimentan un intenso proceso de terciarización en las últimas décadas, de base social eminentemente obrera pero con tendencias a la diversificación de su estructura social y que, recientemente, acogen importantes contingentes de inmigración procedente de países pobres o en vías de desarrollo. Por el contrario, otro municipio que se caracteriza por haber impulsado un gran número de experiencias de innovación democrática durante las dos últimas décadas es Arbúcies, un municipio con tan sólo 10.000 habitantes y con un peso del sector rural mucho mayor que en los dos casos anteriores. L’Escala, Palamós y Sitges cuentan con experiencias recientes de participación ciudadana a pesar de que su perfil difiere mucho de los tres casos mencionados hasta ahora: se trata de municipios pequeños, también, pero con una base económica íntimamente ligada al turismo. Lleida y Girona, por su parte, son municipios de tamaño grande pero sin una base industrial significativa, con economías tradicionalmente ligadas a los servicios, y con una composición social muy distinta a la de Rubí o Sant Feliu de Llobregat, y que sin embargo se han embarcado, también en los últimos años, en experiencias innovadoras de participación ciudadana. No obstante, nos aparecen otros rasgos estructurales de los municipios que estamos analizando que nos parecen más significativos. En primer lugar, la gran mayoría de municipios que forman parte de nuestra muestra se caracterizan por tener niveles de abstención electoral -en las elecciones municipales- habitualmente por encima de la media catalana, con la única excepción de Arbúcies. También con la única excepción de Ribera d’Ondara, la abstención electoral en los municipios que estamos analizando ha experimentado un fuerte aumento en las últimas convocatorias electorales municipales, si las comparamos con la de los años 80s, siguiendo una tendencia contraria al conjunto de Cataluña. Por lo tanto, nos parece plausible sostener que el impulso de la participación en estos municipios puede estar relacionado con el aumento de la abstenciónelectoral que, a su vez, puede ser un indicador de un proceso de creciente desafección democrática en estas localidades. El impulso de la participación en estos municipios, por lo tanto, puede estar relacionado con la intención de sus gobiernos de regenerar la cultura participativa local en un momento de crisis de afección democrática. Otra variable relacionada con las características estructurales de los municipios que estamos analizando nos aporta un poco más de luz a la cuestión que nos estamos planteando: el hecho que en la mayoría de municipios de nuestra muestra la competencia electoral ha ido claramente en aumento en los últimos años y, por lo tanto, las distancias entre los principales partidos políticos se ha ido reduciendo. En Rubí, por ejemplo, ha gobernado desde las primeras elecciones democráticas municipales en 1979 hasta 2003 la misma fuerza política: el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), reconvertido a mediados de los 80s en ICV (Iniciativa per Catalunya Verds). Pero el momento en que este partido empieza a impulsar experiencias de innovación democrática coincide no sólo con un aumento de la abstención electoral, sino también con un declive de la base electoral de este partido y con un aumento significativo de los votos en el resto de los partidos políticos. En las elecciones de 1995, ICV pierde la mayoría absoluta y ya no la volverá a recuperar. En las elecciones de 5 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. 2003 pierde las elecciones a favor del principal partido opositor, el PSC (Partit Socialista de Catalunya). Es justo en el período 1995-2003 cuando ICV impulsa las principales experiencias de innovación democrática en el municipio. Finalmente, el hecho que los municipios que se caracterizan por mostrar una mayor intensidad participativa en los últimos años sean municipios del entorno metropolitano de Barcelona nos lleva a constatar otro factor que parece haber favorecido el impulso de procesos participativos a escala local. Concretamente, en estos municipios se ha ido tejiendo recientemente una densa red de entidades de naturaleza diversa que parecen haber jugado un papel fundamental en la promoción de la participación a escala local: la Diputación de Barcelona (el organismo de gobierno provincial) y un organismo autónomo vinculado a ella (Patronat Flor de Maig); una fundación privada con gran proyección pública sobre el territorio, la Fundación Jaume Bofill; diversos grupos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona vinculados, fundamentalmente, a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; y un número significativo de consultoras que se han ido especializando en el asesoramiento y la gestión de metodologías participativas. Este tipo de entidades están concentradas, básicamente, en el entorno metropolitano de Barcelona y parecen haber favorecido el impulso de experiencias de innovación democrática a escala local jugando diversos roles: la subvención financiera a los ayuntamientos que impulsaran este tipo de experiencias (un rol que ha sido desarrollado, principalmente, por la Diputación de Barcelona y la Fundación Jaume Bofill); el asesoramiento técnico y el apoyo logístico a este tipo de procesos (ámbito en el que, además de las entidades mencionadas, han jugado un papel significativo las consultoras privadas y los equipos universitarios); la realización de actividades formativas (cursos, seminarios, conferencias) que han contribuido a la especialización técnica de numerosas personas en la gestión de metodologías participativas; la sensibilización política sobre el reto de la democracia participativa y la contribución a la generación de un discurso político que sustente ese tipo de experiencias de innovación democrática -a través de publicaciones, conferencias, jornadas, etc. En definitiva, los municipios que mayor intensidad participativa muestran en los últimos años tienden a coincidir en algunos aspectos básicos: mayoritariamente, aunque no exclusivamente, son municipios del entorno metropolitano de Barcelona; municipios con tamaños y características socioeconómicas muy diversas; municipios donde, en términos generales, se ha producido un aumento significativo de la abstención electoral en los últimos años, junto con un fuerte aumento de la competencia electoral entre las principales fuerzas políticas; municipios que, finalmente, se ubican, en su mayoría, dentro de una red de entidades extramunicipales que, partiendo de distintos recursos, han contribuido a generar un discurso político favorable a la participación, formación de técnicos en la gestión de metodologías participativas, y apoyo financiero y logístico al desarrollo de este tipo de procesos de innovación democrática. Razones ideológicas o de perfil político Aquellos municipios que se caracterizan por haber impulsado un mayor número de procesos de innovación democrática y de mayor ambición son, principalmente, municipios donde tradicionalmente se ha dado una correlación de fuerzas políticas claramente favorable a los partidos de izquierda, aunque municipios como L’Escala, gobernado por partidos conservadores, han impulsado también alguna experiencia relevante. Por lo tanto, parece plausible establecer que determinados planteamientos ideológicos favorecen el impulso de procesos de participación ciudadana, más allá de las características estructurales del municipio en cuestión. A partir del análisis de las experiencias que hemos identificado y del discurso político que han generado, podemos extraer las siguientes conclusiones. En primer lugar, a pesar de que, retóricamente, partidos políticos con perfiles ideológicos distintos pueden coincidir en la necesidad de llevar la participación ciudadana más allá de las fórmulas clásicas de la democracia representativa, los valores que los distintos partidos atribuyen a la participación tienden a ser distintos. Los partidos más a la izquierda del espectro ideológico: 6 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. candidaturas independientes de izquierda, ICV y, quizás en menor medida, ERC (Esquerra Repúblicana de Catalunya), tienden a representar la participación ciudadana como un reto de gran magnitud para el funcionamiento de la democracia local; tienden a defender que los mecanismos de participación ciudadana deben tener una elevada capacidad de incidencia sobre la toma de decisiones públicas; que debe convertirse en un elemento central del gobierno local. Por el contrario, los partidos ideológicamente más moderados (PSC) y los conservadores (CiU -Convergència i Unió- y PP -Partit Popular), tienden a situar la participación en una posición más periférica dentro de la agenda pública local; atribuyen a la participación ciudadana un valor meramente informativo o consultivo, pero en ningún caso decisivo; y la conciben como un complemento necesario a las instituciones representativas para enriquecer el proceso de toma de decisiones, pero sin otorgarle los mismos valores de centralidad que propugnan los partidos más a la izquierda. Precisamente, otra diferencia importante en función de los perfiles ideológicos de los partidos hace referencia a hasta qué punto los gobiernos confieren continuidad y coherencia dentro de un proyecto global a los mecanismos de participación ciudadana: mientras los partidos más moderados ideológicamente tienden a utilizar la participación ciudadana sólo en ocasiones puntuales, los partidos más radicales en su concepción de la participación tienden a situar estos mecanismos participativos dentro de un proyecto de transformación del sistema de funcionamiento de la democracia local. Por otra parte, frecuentemente, el impulso de procesos participativos en una localidad depende no tanto de una iniciativa colectiva del equipo de gobierno, sino más bien de algún miembro particular de ese equipo, ya sea el concejal departicipación ciudadana, ya sea el responsable político de otra concejalía especialmente sensibilizado con la participación. Por lo tanto, el perfil político y la trayectoria política o asociativa de esas personas en concreto que impulsan la participación pueden también ser causas explicativas significativas del impulso de este tipo de experiencias. En este sentido, la mayor parte de las personas con perfil técnico o político que, en el marco de sus responsabilidades dentro del ayuntamiento, han impulsado y han liderado procesos de innovación democrática responden a un perfil político y profesional parecido: se trata de personas formadas en el ámbito de las Ciencias Sociales (especialmente en el mundo de la educación y la pedagogía), mucho más que en el ámbito de las Ciencias Exactas; personas que, además, acostumbran a caracterizarse por haber seguido una larga trayectoria de participación dentro de entidades ciudadanas (asociaciones de vecinos, sindicatos y otro tipo de entidades) antes de haberse implicado en partidos políticos y de entrar, definitivamente, en la actividad política profesional. Aquellas personas que hemos entrevistado y que no presentan este perfil, tienden a atribuir a la participación un papel más residual que aquellas que sí responden a estas características. En síntesis, el impulso de experiencias de participación ciudadana parece tener una fuerte correlación con el perfil ideológico de los partidos políticos y la trayectoria y el perfil político de las personas que las lideran. Este hecho no condiciona tanto si se impulsan o no experiencias de participación, sino más bien los valores de centralidad que se atribuyen a estas experiencias en el marco de la democracia local. Razones estratégicas o instrumentales Finalmente, el debate político que normalmente origina este tipo de experiencias de participación nos suscita nuevas hipótesis de trabajo. Por ejemplo, habitualmente planea sobre estas experiencias una sospecha de que respondan a finalidades electoralistas. Supuestamente, los gobiernos que impulsan procesos de participación buscan lograr una imagen más simpática y amable ante la ciudadanía y con ello extraer réditos electorales. O bien se acusa a los gobiernos de intentar reforzar sus alianzas con determinados movimientos sociales en detrimento de otros. O incluso, de intentar neutralizar por la vía de la participación ciudadana la capacidad de oposición política a los proyectos que formula el equipo de gobierno y que supuestamente consigue legitimar a través de procesos participativos. Procesos 7 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. participativos, por lo tanto, que el gobierno habría conseguido manipular para que sus resultados no contradigan las intenciones gubernamentales. Es difícil contrastar este tipo de hipótesis ya que lo que hemos denominado razones estratégicas o instrumentales de la participación hace referencia a motivos un tanto inconfesables de la participación. En todo caso, del análisis de las entrevistas realizadas podemos extraer varias conclusiones en este sentido. En primer lugar, los partidos de la oposición y las entidades más críticas tienden a acusar a los gobiernos de utilizar partidistamente la participación ciudadana. Entienden que el impulso de esas experiencias responde a motivaciones estratégicas de los gobiernos, fundamentalmente, para extraer de ellas réditos electorales o bien legitimar determinadas decisiones previamente tomadas e intentando neutralizar, así, la resistencia de los partidos de la oposición y de las entidades más críticas. En este sentido, acusan a los gobiernos de manipular los formatos de la participación con el fin de evitar que sus resultados contradigan sus proyectos. En segundo lugar, también los partidos de gobierno tienden a acusar a los partidos de la oposición de adoptar un comportamiento estratégico en relación con los procesos participativos. Por ejemplo, les acusan de no querer participar en ellos por entender que esa actitud puede ser suficientemente dañina para la legitimidad de los procesos participativos y del gobierno que las impulsa. O bien de intentar torpedear esas experiencias desde dentro con el fin de que fracasen. Finalmente, independientemente de la situación de los partidos dentro de la correlación de fuerzas municipal, todos tienden a coincidir en atribuir un valor instrumental básico a la participación ciudadana: la mejora de la calidad de las decisiones públicas. La participación ciudadana, según la gran mayoría de los entrevistados, contribuye a enriquecer la información de la que disponen los gobiernos para tomar decisiones; permite ampliar el abanico de alternativas a tener en cuenta antes de tomar una decisión; refuerza finalmente la legitimidad pública de esas decisiones; permite anticiparse a posibles conflictos o gestionarlos de forma más eficiente en la medida que éstos aparezcan; y puede ser una buena estrategia para lograr la corresponsabilización de determinados agentes clave para el buen desarrollo de las políticas públicas. En términos generales, se acepta que la participación puede contribuir a regenerar la confianza política entre los distintos actores políticos y colectivos sociales de la localidad. 2. Los rendimientos electorales de la participación La primera parte de este trabajo se planteaba los motivos (¿declarados?) para impulsar procesos de participación. A partir de ahora vamos a centrarnos con más detalle en uno de ellos: la posibilidad de que dichos mecanismos contribuyan a mejorar las expectativas electorales de los equipos de gobierno. Eso va a permitirnos un cambio de perspectiva considerable porque aquí ya no vamos a preguntarnos en qué medida éste es un posible motivo para impulsar la participación, sino que vamos a tratar de mostrar si esos efectos electorales han existido de forma clara en la realidad. Es decir, si en la primera parte nos preguntábamos qué lleva a los gobernantes a impulsar procesos de participación, sin entrar a examinar si con estos se lograba realmente dichos objetivos, en ésta no entramos en cuáles fueron los motivos que llevaron a la puesta en marcha de estos procesos, sino que nos situamos ya en el momento posterior a los mismos: una vez efectuados estos procesos, ¿consiguen los gobiernos locales mejores resultados sea cual sea su motivación para haberlos impulsado? Como hemos apuntado en la primera parte, la sospecha de que los cálculos electorales forman parte del abanico de motivos para impulsar la participación está ampliamente extendida, tanto entre los expertos como entre amplios sectores de la sociedad: la puesta en marcha de procesos de participación contribuiría a crear una imagen positiva del gobierno local, en tanto que un gobierno próximo a los ciudadanos y dispuesto a escucharles. Por ello, los resultados electorales de las elecciones municipales españolas de 2003 fueron un motivo de sorpresa para muchos: algunos de los gobiernos locales que más habían destacado por impulsar experiencias de participación interesantes habían sufrido severos 8 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. retrocesos electorales que les llevaron en algunos casos a perder el gobierno. Así, ICV perdía las alcaldías de Rubí y Sant Feliu de Llobregat, dos de los municipios más citados a lo largo de la primera parte, y su socio español, Izquierda Unida, sufría graves retrocesos en algunos de los municipios andaluces que gobernaba, donde había impulsado experiencias de presupuestos participativos. La voluntad de comprobar si en estos casos, y sobre todo si más allá de estos casos espectaculares se podía hablar de un efecto electoral sistemático de los procesos participativos fue uno de los motivos para la puesta en marcha de este proyecto de investigación. 2.1. Metodología Esta investigación tuvo dos componentes: uno primero basadoen la lógica cuantitativa, y el segundo, en una aproximación cualitativa. Para empezar, se trataba de localizar los municipios que hubieran realizado experiencias de participación más significativas pues era en éstos donde podría, en su caso, apreciarse algún impacto electoral. Consideramos que allí donde se hubiera realizado únicamente alguna experiencia muy puntual, aislada y que no hubiera llegado al conjunto de la población no había muchas posibilidades de que ésta hubiera podido tener impacto electoral significativo alguno, y por tanto, el objetivo era tratar de localizar las poblaciones donde se hubieran hecho experiencias con la mayor intensidad y visibilidad participativas posibles. Por intensidad entendíamos que hubiera participado más gente y que se hubieran debatido temas más importantes, y por visibilidad, que la experiencia hubiera sido ampliamente conocida por la población local. Éstas eran dos precondiciones razonables para que la experiencia hubiera podido tener algún impacto electoral entre la población. Así, se elaboró una primera lista que incluía todos los municipios que hubieran realizado cualquier experiencia de participación en la legislatura 1999-2003, a partir de diversas fuentes y listas5, con la que se elaboró un pequeño cuestionario que fue respondido por siete expertos en la materia. A partir de estos siete cuestionarios se seleccionaron las 21 experiencias que los entrevistados habían considerado más intensas y visibles, la mayor parte de las cuales ya aparecía en la lista inicial, pero algunas de ellas fueron incorporadas a sugerencia de varios de los entrevistados. En la lista final de poblaciones elegidas había 14 municipios catalanes y siete de otras zonas de España6. A continuación, y para poder comprobar si en estos municipios había ocurrido algún fenómeno electoral singular, procedimos a seleccionar un grupo de municipios de control. Es decir, para cada uno de los 21 municipios seleccionamos de dos a cuatro municipios más similares, con la única diferencia de que estos municipios de control no habían realizado experiencias participativas significativas. Las variables utilizadas para seleccionar los municipios más similares fueron tanto políticas (color político del equipo de gobierno y tipo de mayoría del mismo) como un conjunto de variables estructurales que nos definían las características socioeconómicas de la población, su tamaño y ubicación geográfica. Así obtuvimos un total de otros 44 municipios que se asemejaban mucho a los 21 más participativos, excepto en su opción por la participación y con la que iban a ser contrastados7. En 38 de estos municipios el partido socialista era el principal partido de gobierno; en otros 19 jugaba este rol algún otro partido o coalición de izquierdas, y en ocho, la alcaldía estaba ocupada por la coalición nacionalista-conservadora Convergencia i Unió (CiU)8. Para realizar todo el análisis cuantitativo se han utilizado dos variables dependientes. En primer lugar, hemos trabajado con la hipótesis de que la población podía simplificar el panorama político y concentrar su voluntad de premiar o castigar al equipo de gobierno fijándose únicamente en el partido que desempeñaba la alcaldía9, por lo que la primera variable analizada ha sido la evolución electoral entre 1999 y 2003 del principal partido del equipo de gobierno. Por otro lado, era también razonable pensar que la labor de control que puede ejercer el voto fuera realizada para el conjunto de los partidos que ocupaban el gobierno, por lo que la segunda variable analizada ha sido la evolución electoral del conjunto de partidos del gobierno10. Por supuesto, no se pretende afirmar ni resulta razonable pensar que esta evolución electoral sea producto ni única ni principalmente del impacto de los procesos participativos. Es más, estamos 9 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. seguros que en la gran mayoría de estos municipios, éste no es un factor explicativo fundamental. Sin embargo, una vez que tomamos un número relativamente grande de municipios “participativos” y los comparamos con municipios similares, que sólo difieren del primer grupo de forma sistemática en no haber desarrollado procesos de participación, resulta razonable pensar que si apareciera un patrón sistemático que diferenciara la evolución electoral de los equipos de gobierno en uno y otro caso, éste pudiera estar causado por un impacto electoral, positivo o negativo, de los procesos de participación. Por el contrario, si el patrón es errático, lo más normal es pensar que habrá que buscar las causas de estas evoluciones electorales diferenciadas en otros factores locales, relacionados con otras políticas desarrolladas, cambios de candidatos o cualquier otro tipo de explicación. Una vez establecidas las tendencias cuantitativas, queríamos tratar de analizar en profundidad si se trataba realmente de un impacto electoral de los procesos participativos y, en su caso, cuáles eran los elementos relacionados con estos que lo provocaban. Para ello, entre los 21 municipios con experiencias de participación seleccionamos aquellos cuatro en que se observaban evoluciones electorales singulares de los equipos de gobierno, cuya explicación no pudiera descartarse que estuviera relacionada con el impacto de los procesos participativos. En dos de estos municipios, el principal partido de gobierno había sufrido una evolución electoral más positiva que en los municipios de control, y en otros dos ésta había sido más negativa. En estos municipios pasamos a una estrategia de análisis en profundidad de los casos, a partir de una serie de ocho entrevistas a informantes clave11, así como al estudio de documentación y contenido de medios de comunicación. A partir de estos elementos llegamos a una serie de conclusiones comparativas respecto al cómo y por qué se puede producir un impacto electoral de la participación. 2.2. Resultados ¿Tuvieron la misma evolución electoral los municipios que desarrollaron experiencias de participación y aquellos que no lo hicieron? Antes de responder directamente a esta pregunta es importante advertir una clara característica de las elecciones municipales del año 2003, que no siempre se ha producido en las elecciones municipales españolas, pero que sí ha sido característica de esta convocatoria: la existencia de una tendencia al voto “contra” los equipos de gobierno. Es decir, en la gran mayoría de los casos, gobernara quien gobernara y fuera cual fuera su desempeño, los partidos gobernantes en los ayuntamientos han tendido a sufrir retrocesos electorales. Si nos fijamos ya específicamente en el impacto de la participación, la respuesta más simple es que no puede afirmarse que ésta haya implicado algún efecto electoral homogéneo. Como veremos, los datos pueden darnos informaciones distintas según como los leamos, pero del conjunto de las lecturas no puede desprenderse que la participación impulsada por los municipios vaya a tener un impacto electoral necesario u homogéneo. Como vemos en el Cuadro N° 3, cuando realizamos una lectura global de lo ocurrido en el conjunto de los 65 municipios, el impulso de la participación parece haber tenido más bien un impacto electoral negativo: tal como apuntábamos, la mayoría de los equipos de gobierno han sufrido retrocesos electorales, pero estos han sido cuatro puntos mayores donde se ha hecho participación, si nos fijamos sólo en el principal partido, o tres puntos mayores si nos fijamos en el conjunto de socios del equipo de gobierno. Sin embargo, debemos advertir que el análisis está fuertemente influido por un pequeño municipio, que desarrolló una modesta experiencia de democracia electrónica y donde, por otras razones, el partido gobernante sufrió una absoluta catástrofe electoral. Si exceptuamos a este municipio del análisis, las pérdidas de los principales partidos participativos son sólo dos puntos menores,y las del conjunto de partidos gobernantes, medio punto. 10 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Cuadro N° 3 Comparación de medias entre los municipios con y sin participación para las dos variables dependientes Diferencia 99-03 del partido más votado el año 1999 Diferencia 99-03 del total de partidos del gobierno Sin participación Con participación Total Sin participación Con participación Total Media -4,3 -8,3 -5,6 -5,7 -8,6 -6,6 N 44 21 65 44 20 64 Desv. Típ. 10 14,5 11,7 12,4 13,9 12,8 Si seguimos haciendo una lectura global de los resultados, pero tratamos de afinar el análisis, la conclusión seguirá siendo similar. Así, si en lugar de un análisis bivariado introducimos un análisis de regresión múltiple, al que incorporamos algunas variables de control relevantes12, nos encontramos aún con un efecto aparente negativo de la participación, pero con un impacto reducido (entre 4 y 5 puntos), visible en su escasa o nula significación estadística según el modelo de que se trate (Cuadro N° 4). Cuadro N° 4 Impacto electoral de la participación (diferencia de voto 99-03 del partido más votado y del conjunto de partidos en el gobierno) (n=65) Variables Partido más votado (B y significación) Conjunto partidos gobernantes (B y significación) (Constante) 29,1 12 Con experiencias de participación -5,4* -4,01 Tipo de mayoría 1999 -5,2 -4,5 Número de partidos en el gobierno 1999 -2,3 -0,14 Peso relativo del 1er. partido sobre el gobierno 1999 -0,2 -5,8 Número de habitantes 5,88E-06 144E-05 Nivel económico -0,5 0,2 Renta disponible -0,6 -2,5 R cuadrado 0,17 0,12 * Significación menor de 0,10. Pero en cuanto incorporamos el análisis de cada uno de los municipios en relación con sus controles respectivos, nos encontramos con un panorama aún menos concluyente, o si se quiere, con unos resultados bastante claros aunque lo que hagan sea señalar con claridad que no hay patrón homogéneo alguno: no hay ningún impacto electoral necesario de los procesos de participación (Cuadro N° 5). Así, si nos fijamos en el principal partido del gobierno nos encontramos que en ocho casos (40%) éstos han evolucionado mejor que sus compañeros de los municipios de control, y en 13 lo han hecho peor (60%). Si nos fijamos en el conjunto del equipo de gobierno la proporción es aun más 11 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. igualada, con 10 evoluciones peores por nueve de mejores, entre los municipios que habían promocionado los procesos de participación. El análisis de cada grupo de casos nos muestra también cómo entre ellos hay algunos casos extremos de retrocesos en municipios que habían impulsado procesos de participación (Arbúcies, Sant Bartomeu del Grau o Cabezas de San Juan) y que tenían una fuerte influencia en las medias cuando los analizábamos todos de forma conjunta. Por tanto, desarrollar experiencias de participación no parece tener ningún efecto electoral necesario, pues entre los municipios que lo han hecho encontramos evoluciones electorales muy diversas. A pesar de la inexistencia de patrones generalizables nos parecía importante tratar de establecer si en algunos casos había existido un impacto claro y, en su caso, cómo y por qué se había producido. Para ello, se eligieron cuatro municipios en los que, con la información disponible a priori, no era posible descartar que hubiera existido algún impacto electoral de la participación. Así, en Rubí, tras ser uno de los municipios que más procesos participativos había desarrollado, el principal partido de gobierno había sufrido un gran descalabro electoral, que había beneficiado principalmente a la oposición y que le había llevado a perder la alcaldía que había gobernado durante 24 años. También en Sitges, un proceso participativo intenso y polémico había precedido a una caída electoral importante del partido que ostentaba la alcaldía, que le había hecho perder la misma. Por el contrario, tanto en Córdoba como en Esparreguera, el principal partido de gobierno había experimentado un crecimiento electoral claro y mayor que en los municipios de control, sin que pudiera descartarse que ello tuviera algo que ver con los interesantes procesos de participación que se habían desarrollado (presupuestos participativos en el primer caso, un plan estratégico metodológicamente muy innovador en el segundo)13. 12 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. Cuadro N° 5 Diferencia de medias entre los municipios “participativos” y sus respectivos controles Municipio Diferencia de voto 99-03 del primer partido en el gobierno Diferencia de voto 99-03 del conjunto de partidos en el gobierno Arbúcies -18,2 -18,3 Barcelona -8 1,7 Cardedeu -6,6 0,6 Esparreguera 2,2 13,8 Granollers 0,9 4 Manresa -2,1 -0,07 Mataró -3,5 -3,6 El Prat de Llobregat -2,1 -3,8 Reus 2,9 0,8 Rubí -14,2 -21 Sabadell 14,6 ? St. Bartomeu del Grau -28,3 -28,3 St. Feliu de Llobregat -5,5 2,5 Sitges -0,9 0 Albacete 3,5 3,5 Alcobendas -15,8 -12,7 Cabezas de San Juan -21,1 -22,8 Calvià -1,3 -1,3 Córdoba 15,6 9,1 Jun 5,5 5,5 Puente Genil 6,6 6,5 ¿Hay conclusiones generales que podamos destacar del análisis comparado de estos cuatro casos? Probablemente, sí. En primer lugar, confirmando las conclusiones del apartado cuantitativo, el impacto electoral no es nunca inequívoco, e incluso cuando haya existido, resulta sólo una de las piezas de una explicación necesariamente más amplia y global. La participación es sólo una entre muchas otras políticas desarrolladas, y éstas a su vez son sólo una parte de los factores que los electores consideran a la hora de depositar su voto. Además, metodológicamente resulta extremadamente difícil, por no decir imposible, diferenciar cuál puede ser el impacto atribuible a la participación respecto a otros factores relacionados (los temas sustantivos discutidos en el proceso participativo, la imagen y credibilidad de los candidatos y los equipos, la coherencia entre políticas participativas en distintos ámbitos, etc.). Más allá de la magnitud del impacto, las conclusiones sobre el cómo y el por qué del posible impacto pueden resumirse en dos grandes bloques. En primer lugar, el contexto político fue, cuando menos, muy influyente para entender por qué unos procesos participativos tuvieron una vida mucho más fácil y otros más difícil. Así, en Sitges y en Rubí se observa un alto nivel de conflicto en torno a los procesos participativos, que no tiene tanto que ver con el cuestionamiento del proceso participativo en sí mismo, sino con el debate sustantivo principal del mismo, y muy especialmente con el conflicto urbanístico local. Aunque las polémicas urbanísticas también existen en los otros municipios, en estos casos estaban más acentuadas ya antes de empezar el proceso. Además, en estos dos municipios se trataba de equipos de gobierno que ya llevaban varias legislaturas en el poder, por lo que existía un 13 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. poco de desconfianza y de resentimientos por incumplimientos previos, que llevaron a que las iniciativas participativas nunca fueran recibidas con la misma esperanza. Por el contrario, en Córdoba y en Esparreguera se trataba de equipos de gobierno nuevos, cuyas iniciativas participativas fueron recibidas con mayores dosis de confianza. A la hora de entender este clima político fue fundamental el conjunto de posturas y de relaciones que se dieron entre los principales actorespolíticos de la ciudad, produciéndose de facto alianzas en contra del equipo de gobierno en algún caso, entre actores sociales fundamentales y partidos de la oposición, mientras que existía una mayor cordialidad o no beligerancia en los municipios donde los procesos funcionaron mejor. Con razón o sin ella, en Sitges y en Rubí existió la sensación que el gobierno local trataba de hurtar temas del debate o mandaba señales de que no iba a aceptar los resultados del proceso, elementos que nunca se dieron en municipios cuyos equipos de gobierno se dotaron de una nueva identidad política precisamente a partir de enfatizar la participación como uno de los pilares estratégicos de su forma de gobernar. Pero sin duda el contexto no lo fue todo. El principal impacto del proceso participativo fue, para bien o para mal, el de actuar de catalizador de otros procesos. Y en esa labor de catalizador y en la definición de sus resultados tuvo un impacto muy importante el grado de coherencia interna y externa del proceso. Es decir, el proceso participativo pudo actuar a favor del equipo de gobierno cuando fue percibido como una actuación coherente con el conjunto de las políticas municipales desarrolladas, tal como ocurrió en Esparreguera y en cierta medida en Córdoba, mientras que pudo tener efectos negativos allí donde los procesos participativos mostraban las propias contradicciones del equipo de gobierno, fueran los conflictos entre los socios de gobierno o la no coincidencia entre lo que se hablaba en los procesos de participación y los procesos decisionales reales de la ciudad. Mientras que en los primeros casos el proceso participativo ayudó a los equipos de gobierno a crearse una imagen de equipos innovadores y con proyecto, en los segundos el catalizador pudo tener dos impactos negativos. En primer lugar, el proceso participativo actuó como altavoz del descontento ciudadano, contribuyendo a difundirlo entre los sectores más activos de la ciudadanía y los medios de comunicación. En segundo lugar, el propio proceso participativo se convirtió en un espacio de creación de redes sociales críticas, que tanto en Sitges como en Rubí culminaron en la creación de nuevas candidaturas independientes, que contribuyeron a la caída electoral de los partidos gobernantes14. La participación no creó el descontento, pero cuando éste existía y no fue debidamente canalizado, contribuyó a retransmitirlo y facilitó el encuentro y la coordinación de los descontentos. Conclusiones El conocimiento y el análisis de los nuevos mecanismos de participación ciudadana a nivel local ha ido creciendo en los últimos años, en paralelo al propio desarrollo de los mismos. Aunque sabemos algo más sobre algunos aspectos de sus dinámicas, parece evidente que en muchos aspectos nos queda casi todo por conocer. En este trabajo nos hemos centrado en por qué ponen en marcha los ayuntamientos procesos de participación ciudadana, a partir de dos investigaciones coordinadas que nos aportan informaciones complementarias al respecto. En primer lugar, hemos apuntado a la existencia de tres grandes paquetes de explicaciones, que en mayor o menor medida forman parte de las motivaciones que han llevado a los gobiernos locales catalanes a poner en marcha este tipo de procesos. Por una parte, existen razones estructurales entre las que vale la pena destacar el hecho que se trata en muchos casos de municipios donde la abstención electoral es alta y creciente, lo que lleva a buscar alternativas. A la vez, bastantes de estos municipios se encuentran bien ubicados en redes de trabajo, difusión y conocimiento de estas experiencias, lo que les proporciona la oportunidad de conocerlas y encontrar apoyo para ponerlas en marcha. Entre las razones de tipo ideológico hemos constatado un mayor compromiso con la participación por parte de la izquierda, que se aprecia sobre todo en su apuesta más frecuente por situar la participación como un referente central de su actuación política, pero también la influencia de la trayectoria asociativa y 14 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. política personal que nos explica que la apuesta por la participación trascienda las fronteras ideológicas. Al mismo tiempo, la participación es un componente más de la vida política y como tal no está exenta de actuaciones de tipo instrumental, que probablemente se dan tanto por parte de partidos de gobierno y de oposición, como por parte de otros actores sociales locales. Una de las posibles motivaciones instrumentales es precisamente la que hemos estudiado en mayor detalle en la segunda parte de este trabajo: la voluntad de obtener réditos electorales. Sin embargo, las conclusiones de nuestro análisis deberían ser poco entusiastas para quienes se acerquen a la participación desde un punto de vista exclusivamente instrumental-electoral: la puesta en marcha de procesos de participación no es en absoluto una garantía mecánica de réditos electorales. El impacto electoral del desarrollo de procesos participativos no es ni necesario ni homogéneo y será casi siempre limitado, en el marco del conjunto de factores explicativos del voto. En algunos casos, ese impacto electoral puede existir y, en ese caso, tanto el contexto político como la coherencia del proceso participativo con el conjunto de las políticas locales van a llevar a que ese impacto juegue a favor o en contra de quienes han impulsado estos procesos. Notas 1 A lo largo de este trabajo utilizaremos de forma indistinta “mecanismos”, “procesos” o “experiencias” para referirnos a todo este conjunto de realidades participativas municipales impulsadas desde algunos ayuntamientos. 2 Somos perfectamente conscientes que en lógica democrática este poder no es cedido sino devuelto a sus detentores últimos, pero este argumento normativo incuestionable no niega que en los ordenamientos jurídicos de casi todos los sistemas políticos locales europeos y en la mayoría de los latinoamericanos son los gobiernos locales los que detentan en exclusiva la capacidad de tomar decisiones colectivas vinculantes para la comunidad. Una pregunta similar orienta la investigación de Navarro (1999). 3 Agradecemos a la Fundación Jaume Bofill su apoyo a ambos proyectos. En el proyecto sobre las razones para impulsar la participación han colaborado Ismael Blanco y María Giménez, y en el proyecto sobre rendimientos electorales, Eva Anduiza, Joan Font, Pau Mas y Sergi de Maya. Los resultados completos se publicarán próximamente en Font (2005). 4 La formulación de estas hipótesis se realiza desde la base empírica de un trabajo que nuestro equipo de investigación, el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, realizó con el fin de identificar y analizar algunas experiencias de innovación democrática en los municipios catalanes. En ese caso, nuestra muestra estaba configurada por municipios catalanes mayores de 50.000 habitantes. El objetivo de esa investigación no fue explorar las causas de la participación, sino simplemente identificar esas experiencias y analizarlas en función de diversos criterios: qué tipo de colectivos habían participado en ellas, con qué grado de representatividad en relación con el conjunto de la población, sobre qué temas se articulaban, con qué formatos organizativos se desarrollaron, qué grado de influencia lograron en la toma de decisiones públicas. Los resultados de esa investigación han sido publicados en Subirats …[et al] (2000). 5 En concreto, dos bases de datos ubicadas en páginas web: una institución supramunicipal dedicada al tema y un estudio publicado. 6 Los siete expertos pertenecían a ámbitos diversos, como distintos centros universitarios, técnicos especializados en el tema de la administración, fundaciones y consultoras privadas. La mayor parte de los municipios (y de los expertos) se ubican en Cataluña, debido a razones prácticas y dediseño de la investigación, pero también porque allí se ha desarrollado buena parte de las experiencias realizadas en España; para la selección final se utilizó únicamente el criterio de las valoraciones de los expertos y no se consideró dónde se ubicaban los municipios. 15 Publicado en la Revista del CLAD Reforma y Democracia. No. 31. (Feb. 2005). Caracas. 7 Dado que muchos municipios compartían características similares (entre 10.000 y 50.000 habitantes, renta media-baja y gobierno municipal de izquierda), algunos de los casos de control tenían esta función en más de uno de los 21 municipios originales. 8 Tal como se ha explicado en la primera parte, se han desarrollado más procesos de participación en municipios de izquierda que de derecha, lo que contribuye a explicar que no haya municipios gobernados por el PP (derecha) en la muestra. Además, este partido tiene una escasa implantación en las elecciones locales en Cataluña. Como el color político del equipo de gobierno era una variable de selección de los casos de control, tampoco aparecen municipios con alcaldías del PP entre los municipios de control. 9 Utilizaremos indistintamente la expresión ocupar la alcaldía o ser el primer o principal partido del gobierno. 10 Es obvio que ambas variables coinciden en los 28 municipios que tienen un gobierno monocolor, pero son distintas en los 37 que cuentan con gabinetes de coalición. 11 Las entrevistas se realizaron a políticos del equipo de gobierno y de la oposición, a participantes diversos, a técnicos municipales y a observadores independientes. 12 Tal como se ha justificado para la selección de municipios de control, utilizamos tanto variables políticas como de tipo socio-estructural. Entre las primeras, el tipo de mayoría (absoluta o relativa), el peso relativo del primer partido en el equipo de gobierno, o el número de partidos que componen el gobierno. Entre las segundas, el número de habitantes, el nivel económico del municipio, o la renta familiar disponible. Para la operacionalización exacta de las variables, ver Anduiza …[et al] (2004). Los resultados principales de estos modelos no sufren alteraciones significativas si eliminamos algunas de las variables de los mismos. 13 En el Cuadro N° 5 puede verse la evolución electoral relativa de los principales partidos y equipos de gobierno. Hay que recordar que esa es distinta de la evolución electoral absoluta. Así, por ejemplo, en Sitges el partido que ostentaba la alcaldía, CiU, tuvo un importante retroceso que casi no aparece en la tabla porque también se dio en otros municipios de control. El principal criterio de selección de los municipios no fue que la evolución electoral relativa fuera muy grande, sino que hubiera algún impacto aparente y que no pudiera descartarse que éste se debiera a la participación. Esta relación de causalidad entre participación y resultados electorales sí podía descartarse en otros casos como el citado de Sant Bartomeu del Grau o en municipios como Arbúcies, donde las prácticas participativas venían desarrollándose hacía muchos años. 14 En ambos casos se trató de candidaturas independientes, formadas por personas que habían estado activas en los procesos de participación y habían sido críticas con los mismos, y en las que la participación formaba parte de su programa de gobierno. Obtuvieron dos concejales cada una y, al menos en el caso de Rubí, parece claro que la mayor parte de sus votantes eran anteriores votantes del principal partido de gobierno. 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