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Montpellier TRADICION Y FUTURO EN LA TERAPEUTICA ARGENTINA Acido Tióctico en el Tratamiento de la Disfunción Olfatoria Postinfecciosa Dra. Patricia Portillo Mazal · Especialista en Otorrinolaringología, Rinología, Olfato y Gusto · Médica Asociada del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano de Buenos aires. · Sección Rinología y Subsección Olfato y Gusto · Médica Prestadora del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Naval Buenos Aires “Cirujano Mayor Dr. Pedro Mallo” · Miembro de la Federación Argentina de Sociedad Otorrinolaringológicas (en calidad de Asociada) · Miembro de la Asociación Argentina de Rinología y Cirugía Plástica Facial (ARPLAF) (en calidad de Titular) · Presidenta del Capítulo de Olfato y Gusto de la Federación Argentina de Sociedades Otorrinolaringológicas “Los conceptos expresados son exclusiva responsabilidad de su/s autor/es” ÁCIDO TIÓCTICO EN EL TRATAMIENTO DE LA DISFUNCIÓN OLFATORIA POSTINFECCIOSA Dra. Patricia Portillo Mazal Especialista en Otorrinolaringología, Rinología, Olfato y Gusto Médica Asociada del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano de Buenos aires. Sección Rinología y Subsección Olfato y Gusto Médica Prestadora del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Naval Buenos Aires “Cirujano Mayor Dr. Pedro Mallo” Miembro de la Federación Argentina de Sociedad Otorrinolaringológicas (en calidad de Asociada) Miembro de la Asociación Argentina de Rinología y Cirugía Plástica Facial (ARPLAF) (en calidad de Titular) Presidenta del Capítulo de Olfato y Gusto de la Federación Argentina de Sociedades Otorrinolaringológicas "Los conceptos expresados son exclusiva responsabilidad de su/s autor/es" INTRODUCCIÓN El olfato juega un rol importante en nuestra vida cotidiana, desde la percepción de seguridad (capacidad de detectar sustancias peligrosas, fuego, comidas en mal estado) a funciones psicosociales (reconocimiento de un familiar o emociones mediadas por olor corporal) y disfrute de comidas y bebidas. La disfunción olfatoria puede, por lo tanto, afectar nuestra calidad de vida por falta de disfrute de las comidas, mayor riesgo de accidentes, sensación de inseguridad general y cambios en el bienestar psicológico incluyendo signos de depresión (1,2). La prevalencia de disfunción olfatoria en la población general varía acorde a distintos reportes. En estudios basados en la medición psicofísica de la función olfatoria, la prevalencia varía entre 12,2% a 20,7% (3-5). Las infecciones de vía aérea superior están habitualmente relacionadas con disminución de olfato durante la etapa aguda (6,7). La disfunción olfatoria post-infecciosa (DOPI) es una causa frecuente de disfunción olfatoria persistente, y representa aproximadamente el 14% (8) en la población general y 19-36% en los pacientes que concurren a centros especializados de olfato y gusto (9-11). Habitualmente (previo a COVID-19) afecta más a mujeres entre 40-70 años (promedio de 50 años) (9,11,12). La parosmia, que es la percepción distorsionada de los olores, es un síntoma frecuente en DOPI y puede ocurrir en hasta 65% de los pacientes (13) y no suele aparecer en la etapa aguda, sino que habitualmente ocurre en el periodo de recuperación y es una señal de ello (9). Jafek et al. (9) describen biopsias que sugieren un daño directo al neuroepitelio olfatorio con regeneración “en parches”, lo que explicaría la alta incidencia de parosmia. Yamagashi et al. (12) encontraron que la parosmia ocurría en pacientes con mucosa olfatoria parcialmente afectada, y no en aquellos con destrucción completa (12). La distorsión de percepción de olores puede ser resultado de regeneración axonal defectuosa o alteración en la combinación de receptores (neurona receptora olfatoria) ya que algunos no están o están disfuncionantes (14). Además, existen estudios con medición de los bulbos olfatorios (BO) que sugieren que pacientes con parosmia presentan BO de menor tamaño comparado con pacientes sin parosmia (15). Hopkins et al describen el seguimiento durante 6 meses de pacientes que completaron encuestas “online” por haber presentado pérdida repentina del olfato de causa infecciosa durante la pandemia por COVID-19. 434 personas completaron la encuesta a los 6 meses, de los cuales 114 presentaban un resultado positivo para infección por COVID-19. La prevalencia de parosmia a los 6 meses fue de 43,1%, con un intervalo promedio de 2,5 meses desde la pérdida de olfato hasta su comienzo. En relación al nivel de percepción olfatoria al momento de aparición de la parosmia, 20,3% de los pacientes refirieron haber presentado mejoría completa del olfato, 62% mejoría parcial y 17,6% no haber presentado mejoría. En cuanto a la severidad de la parosmia en el control de los 6 meses, 34 pacientes (18,2%) la describieron como muy severa y 22 pacientes (11,8%) como leve. El 40,6% refirieron no haber percibido mejoría alguna de su parosmia al momento de la encuesta (16). DISFUNCIÓN OLFATORIA POSTINFECCIOSA Definición Es el trastorno del olfato que sucede inmediatamente después de una infección de la vía aérea superior (VAS), en ausencia de otra etiología aparente (17). Causa Muchos virus pueden producir DOPI; los más frecuentes son aquellos que producen infección de la vía aérea superior (VAS). Los virus que afectan son los del resfrío como rhinovirus, adenovirus, enterovirus, coxsackie, echovirus, entre otros, de los cuales rhinovirus es el más frecuente. Otros posibles virus son influenza, parainfluenza (PI), coronavirus (CoV), y otros en menor magnitud (17-19). Patógenos como bacterias y hongos también pueden producir disfunción olfatoria aunque menos frecuentemente, motivo por el cual esta disfunción olfatoria por infección de VAS es llamada frecuentemente DOPI. Patofisiología La DOPI está producida principalmente por daño a la neurona receptora olfatoria (NRO). Yamagishi et al (17) estudiaron la mucosa olfatoria de pacientes con DOPI mediante biopsias y encontraron que las NRO estaban en mayor o menor medida reducidas en la mayoría de los pacientes. Describen 3 patrones de epitelio olfatorio del 1 al 3: patrón 1 con alguna variación en el número de NRO; patrón 2 más delgada, solo con células de sostén y basales; y patrón 3 donde la mucosa olfatoria es reemplazada por epitelio escamoso metaplásico. Además encontraron una correlación entre el grado de daño de la mucosa olfatoria en la primera visita y el pronóstico (17). Y por último, existe evidencia en modelos animales y algunos casos en humanos, que varios virus pueden utilizar al nervio olfatorio para ingresar al sistema nervioso central (SNC) (20). Recuperación de disfunción olfatoria post-infecciosa Es difícil estimar cuantos pacientes se recuperan y el tiempo que tardan, ya que muchas personas con DOPI mejoran antes de consultar, o tardan en consultar por diversos motivos. La investigación sobre tiempos de mejoría incluyen mayormente pacientes con pérdida de olfato de largo tiempo. Reden et al (21) incluyeron pacientes con promedio de duración de síntomas al momento de la primera consulta de 17,1 meses (rango 1 a 204 meses). Durante un periodo de observación de 1 año aproximadamente, se evidenció que en el grupo de DOPI (n=262), 32% de los pacientes presentaron mejoría en forma espontánea. Un punto importante fue que los pacientes con menor duración de pérdida de olfato al momento de la primera consulta tuvieron más chance de presentar mejoría de olfato. La mejoría espontánea en DOPI puede estar relacionada con el tiempo de seguimiento ya que Hummel et al observaron 6-8% mejoría en 4 meses, Reden et al encontraron 21% mejoría en 7 meses y 32% en 14 meses, como fue mencionado anteriormente (21). Desde la pandemia de COVID-19, los pacientes consultan rápidamente por pérdida de olfato por ser un síntoma diagnóstico, pero siguesiendo difícil realizar un seguimiento con medición de olfato desde etapas tempranas. Los trabajos publicados han sido mayormente en base a encuestas basadas en síntomas (22). Tratamiento La rehabilitación olfatoria también llamada entrenamiento olfatorio, se ha convertido en el tratamiento más aceptado para la DOPI. Consta de una estimulación ordenada con olores, todos los días, 2 veces por día, por un periodo mínimo de 3 meses. Los resultados de dicho tratamiento varían acorde al tiempo de tratamiento: Hummel et al (23) observaron 28% de mejoría luego de 12 semanas de tratamiento, y Konstantinidis et al. (24) obtuvieron un 58% y 71% de mejoría luego de 16 y 56 semanas respectivamente Es un tratamiento sencillo y breve, pero requiere atención y constancia, y ser realizado durante varios meses (3 meses a 12 meses), con mejoras habitualmente lentas. Esto influye negativamente sobre la adherencia. En un estudio observacional longitudinal con 25 pacientes, Fornazieri et al. (25) se observaron una adherencia a los 3 meses y 6 meses del 88% y 56% respectivamente, con mejoras de función olfatoria del 23,5% y 25% a los 3 y 6 meses respectivamente. Existiendo una necesidad de más tratamientos para la disfunción olfatoria, se investigaron otras opciones. En esta búsqueda, en 2002, se publica la primera investigación sobre acido alfa-lipoico (ácido tióctico) en tratamiento de DOPI (26). ÁCIDO ALFA-LIPOICO / ÁCIDO TIÓCTICO El ácido alfa-lipoico también llamado ácido tióctico (AT), y su derivado el ácido alfa- dihidro lipoico (ADHL), cumplen con las características para ser considerados antioxidantes ideales (27,28). Su acción terapéutica principal está basada en sus propiedades antioxidantes. Las principales propiedades que se le han atribuido por su efecto antioxidante son (29): 1) Habilidad para reducir especies reactivas derivadas del oxígeno 2) Habilidad de regenerar otros antioxidantes como por ejemplo las vitaminas E y C (antioxidantes de otros antioxidantes) 3) Capacidad para reparar el daño tisular oxidativo, por ejemplo daño neuronal por radicales libres (efecto neuroprotector) 4) Capacidad quelante Se ha descrito que puede mejorar los niveles de sustancia P, neuropéptido Y, factor de crecimiento neural, y mejorar la velocidad de conducción neuronal, al prevenir el efecto pro-oxidante sobre dichas sustancias (30,31). Ha sido reportado en animales que la suplementación con AT puede mejorar la irrigación y la conducción neural (27). Podría ser efectivo protegiendo el cerebro del daño oxidativo y deterioro de la memoria. En modelos animales se vio una mejoría en aprendizaje, memoria y funciones motoras al reducir daño oxidativo (ratas y perros), así como también mejoría cognitiva en perros por aumento de la función mitocondrial (27). Fuentes de ácido tióctico y metabolismo El AT es una sustancia natural que en humanos es sintetizada en el hígado y otros órganos como corazón y riñón. Puede ser además ingerido de alimentos de origen animal (carne roja, corazón, hígado y riñón), y, en menor grado, de vegetales (espinaca, brócoli, tomate, papa entre otros) (27-29). Cuando se recibe en forma exógena, se absorbe en 30-60 minutos y el consumo de alimentos podría influir en la biodisponibilidad por lo que se sugiere ingerir 30 min antes o 2 hs después de comer (27,28). Su biodisponibilidad por vía oral es de 20-40%, y puede ser dependiente de las múltiples proteínas de transporte que utiliza (28). Es lipo e hidrosoluble por lo que puede atravesar membrana biológicas incluyendo la membrana hematoencefálica (27,28), aunque no se conoce su biodisponibilidad a nivel del sistema nervioso central. Es metabolizado en hígado y excretado por el riñón rápidamente. Seguridad y toxicidad El AT exhibe baja toxicidad a dosis habituales. La administración de 1800 mg/día durante 6 meses no produjo efectos adversos significativos, comparado con placebo (32). ÁCIDO TIÓCTICO EN TRATAMIENTO DE DISFUNCIÓN OLFATORIA El ácido tióctico puede ser útil en la regeneración de NRO. Sus mecanismos de acción para dicha función incluyen: mayor expresión de factor de crecimiento neuronal, sustancia P y neuropéptido Y; mejoría de conducción nerviosa y microcirculación; y efecto neuroprotector por la capacidad del AT y ADHL para reparar el daño tisular oxidativo (por ejemplo daño neuronal por radicales libres). En base a esto, un estudio fue llevado a cabo por Hummel et al (26) para investigar el potencial terapéutico del ácido tióctico en la pérdida de olfato por infección de vía aérea superior. Participaron 23 pacientes (sin grupo control), y el tratamiento fue con AT 600 mg/día durante un tiempo promedio de 4,5 meses (de 3 – 11 meses). La función olfatoria fue medida usando test psicofísico llamado “Sniffin Sticks” (33) en el cual se mide umbral (T), discriminación (D) e identificación de olores (I), y puntaje total (TDI). Función olfatoria fue clasificada en este trabajo como: sin cambio si presentaban cambio de TDI <= 1,5, mejoría moderada o marcada que fueron clasificados usando como punto de corte en cambio de TDI de 5,5 siendo marcado cambio en TDI >= 5,5. Los resultados mostraron que el 61% presentaron mejoría de olfato, de los cuales 26% tuvieron mejoría moderada y 35% marcado aumento de función olfatoria. Al finalizar el tratamiento se observó mejoría de parosmia, siendo esta del 22% comparado con 48% al momento del inicio. La mejoría fue más marcada en pacientes más jóvenes que en pacientes >60 años de edad. Este trabajo indica que el ácido tióctico puede ser de ayuda en pacientes con disfunción olfatoria post-infecciosa, pero tiene como limitación, no contar con grupo control. Teniendo en cuenta que existe cierto grado de recuperación espontánea en dichos pacientes, es difícil saber qué rol ocupó el ácido tióctico en la mejoría. En este trabajo que fue realizado en 2002, sugieren realizar un trabajo con grupo control, pero dicho trabajo no fue hecho o no fue publicado. En 2021 fue publicado un consenso sobre tratamiento de DOPI (Addison et al) realizado por varios profesionales dedicados a la atención de pacientes con disfunción olfatoria: “Clinical Olfactory Working Group”. Realizaron una revisión bibliográfica sobre tratamiento de la DOPI y una encuesta a los integrantes sobre el uso de diversos tratamientos. En cada caso se preguntaba cuán probable era que indicaron dicho tratamiento y las respuestas podían ser: muy probable, algo probable, incierto, algo improbable y muy improbable. El tratamiento de rehabilitación olfatoria fue el único en el cual todos respondieron que muy probablemente lo indicarían. En el caso del AT, las respuestas fueron: 10% muy probable, 10% algo probable, casi 20% incierto, y aproximadamente 65% algo o muy improbable (34). MI EXPERIENCIA PERSONAL EN EL USO DE AT Comencé a utilizar AT para tratamiento de DOPI en 2012, así como también en casos de disfunción olfatoria post-TEC (post- traumatismo encefalocraneano). Es difícil realizar un seguimiento de pacientes con diversos tratamientos (AT, rehabilitación olfatoria, tratamiento combinado, sin tratamiento) durante un largo periodo por lo cual es difícil tener datos precisos sobre su efectividad. Lo que explicaré a continuación son algunas experiencias que he tenido a lo largo de estos años con este tratamiento. Algunos pacientes presentaron mejoría de olfato con AT como único tratamiento. En estos casos, los pacientes comenzaban a mejorar a los 3 meses aproximadamente. Un grupo de pacientes con anosmia empezaron a percibir algunos olores esporádicos, de muy breve duración (segundos) luego de 2 meses de tratamiento. En los pacientes que agregaron AT luego de haber realizado rehabilitación olfatoria durante 3 a 6 meses con poca o sin respuesta favorable, varios notaron mejoría de olfato luego de agregar dicho tratamiento. En pacientes que realizaron tratamiento conAT y rehabilitación olfatoria desde el comienzo, la mejoría comenzó habitualmente entre los 2 o 3 meses, posiblemente más marcada o más persistente que con AT solamente. Pocos pacientes mejoran antes de este período de tiempo. Varias preguntas que surgen y aun no tienen respuestas concluyentes: ¿Estas mejoras son debido al efecto positivo del AT sobre la regeneración neural? ¿Puede el AT potenciar el efecto positivo de la rehabilitación olfatoria? ¿La mejoría con AT es por estimular la adherencia al tratamiento de entrenamiento olfatorio? ¿Los cambios ocurrieron por el tiempo transcurrido y hubiesen ocurrido sin AT también? El tratamiento con AT suele ser de 6 meses, con un control a los pacientes a los 3 meses, y una consulta por videollamada, teléfono o email para evaluar tolerancia o dudas. Algunos pacientes que realizaron tratamiento combinado de rehabilitación olfatoria y AT y suspendieron el AT luego de 3 meses por presentar mejoría, notaron un deterioro de función olfatoria al suspender. ¿Podría esta respuesta ser indicio del efecto beneficioso del AT en el tratamiento de DOPI? Como dato anecdótico, algunos pacientes han referido haber notado mejoría de concentración y atención con el tratamiento con AT. La dosis que indico de AT es 600 mg/día, 30 minutos antes o 2 hs después de comer. Habitualmente es bien tolerada, pero algunos pacientes han presentado efectos adversos (EA). Los principales EA que he observado son alteraciones gastrointestinales como pirosis, sensación de plenitud o malestar estomacal. En la mayoría de los casos se corrigió modificando el horario de ingesta del AT. En otros casos separando la ingesta en dos tomas por día de 300 cada una. Dos pacientes permanecieron con 300 mg/día con buena tolerancia. En pocos casos fue necesario suspender el tratamiento. Otros efectos adversos referidos y muy poco frecuentes fueron: sequedad de piel y mucosas que pudo ser atenuado con mayor ingesta de líquido y cremas, y no ocurrió en pacientes jóvenes. Un paciente refirió síntoma simil cistitis (prurito y leve ardor), que mejoró paulatinamente luego de suspender el tratamiento. ¿Cuándo y cómo indico AT en la actualidad? En pacientes con parosmia suelo indicar AT desde el comienzo del tratamiento, acompañado con rehabilitación olfatoria, seleccionando cuidadosamente el/los olores. En pacientes con anosmia o hiposmia severa suelo indicar AT desde el comienzo del tratamiento y en todos los casos indico también rehabilitación olfatoria. En pacientes con hiposmia leve o moderada es más variable la indicación de AT dependiendo del paciente y teniendo en cuenta algunos aspectos como grado de preocupación del paciente, estado emocional, y evolución. También en todos estos casos indico rehabilitación olfatoria. CONCLUSIONES La DOPI es frecuente y compromete de distinta manera a las personas afectadas. Su mejoría es variable en tiempo y grado, y puede ocurrir en varias semanas, varios meses, o inclusive pueden no mejorar. Durante el proceso de recuperación pueden presentar parosmia con distinto grado de función olfatoria. El tratamiento más aceptado actualmente es la rehabilitación olfatoria que, a pesar de ser realizado adecuadamente, existen pacientes que no mejoran o mejoran lentamente. La adherencia al tratamiento es difícil y es importante acompañar en el tratamiento y dar las herramientas posibles para mejorar su adherencia. El ácido tióctico podría ser útil en el tratamiento de la DOPI, especialmente en casos de parosmia. Habitualmente es bien tolerada a dosis adecuadas, pero es importante tener en cuenta sus EA. Considero que es importante evaluar cada caso y hablar con cada paciente, explicar su mecanismo de acción y posibles beneficios. Es importante explicar los tiempos de recuperación ya que suelen ser prolongados y la no mejoría rápida puede llevar a la frustración. También es importante el acompañamiento en aquellos pacientes que no obtienen mejoría. REFERENCIAS 1. Boesveldt et al. Anosmia-A clinical Review. Chemical Senses, 2017, 42: 513–523 2. Croy, I., Nordin, S., Hummel, T. Olfactory disorders and quality of life--an updated review. Chem Senses, 39, 185-194. 3. Soler GM, Núñez M. El olfato en la población de Buenos Aires: un estudio estadístico. Rev Fed Argentina Otorrinolaringol. 2012, 19:54–60. 4. Brämerson A, Johansson L, Ek L, et al. 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