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ISSN 0120-0445
Revista de la Sociedad
Colombiana de Psicoanálisis
Volumen 48 No. 2 Diciembre 2023
REVISTA DE LA SOCIEDAD
COLOMBIANA DE PSICOANÁLISIS
Vol. 48 No. 2 – Diciembre de 2023
Miembro componente de:
The International Psychoanalytical Association “IPA” y de la Federación 
Psicoanalítica de América Latina “FEPAL”
Publicación editada por la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
Resolución del Ministerio de Gobierno N° 003191
ISSN 0120 – 0445
Director - Editor
Eduardo Laverde-Rubio
Comité Científico
Andreas Bilger
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Bruno Da Silva
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Leonardo Francischelli
Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de 
Porto Alegre
Moisés Lemlij
Sociedad Peruana de Psicoanálisis
Norberto Marucco
Asociación Psicoanalítica Argentina 
Adriana Prengler
Sociedad Psicoanalítica de Caracas
Luz Marina Orejarena, Presidenta
Sociedad Colombiana de Psicoanálisis 
Carlos Gómez Restrepo, Director ICP
Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
Con funciones de monitoreo y asesoría
Directores Anteriores 
Guillermo Sánchez 1976 - 1977
Eduardo Laverde 1978 - 1979
Simón Brainsky 1980 - 1981
Eduardo Gómez 1982 - 1989
Carlos Plata 1989 - 1992
Fernando Gómez 1992 - 2000
Ricardo Yamin 2000 - 2004
Juan Rafael Padilla 2004 - 2008
Luis Fernando Orduz 2008 - 2011
Andrea Escobar 2011 - 2015
Carlos Gómez-Restrepo 2015 - 2019
Asistente Editorial
Sofía Aquino. 
Psicóloga. 
UCAB, Caracas-Venezuela. 
sofiaaquinoortiz@gmail.com
Diagramación e impresión
Juan Carlos Vargas P.
La Imprenta Editores SAS
gerencia@laimprentaeditores.com
preprensa@laimprentaeditores.com 
Comité Editorial
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Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
Gustavo Jarast
Asociación Psicoanalítica Argentina
Héctor Krakov
Asociación Psicoanalítica Argentina
Alejandro Rojas-Urrego
Sociedad Colombiana de Psicoanálisis
Sociedad Psicoanálitica Suiza
Hilke Engelbrecht
Sociedad Peruana de Psicoanálisis
Gabriel Sapisochin
Asociación Psicoanalítica de Madrid 
Fija las políticas editoriales a partir de las 
propuestas del editor 
Conciliador
Eduardo Laverde-Rubio 
La Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis es el órgano de difusión 
oficial de divulgación científica. Se publica semestralmente (Junio y Diciembre) y 
tiene como objetivo difundir el conocimiento teórico y práctico del psicoanálisis tanto 
de nuestro país, como de colegas internacionales. Está dirigida a psicoanalistas y 
demás profesionales del campo de la salud y de las ciencias humanas interesados 
en el área. Fue fundada en el año de 1976, cuenta con un Director-Editor y tres 
órganos de gobierno: el Comité Editorial, el Comité Científico y el Comité de Pares 
Revisores Anónimos, los cuales están conformados por psicoanalistas nacionales e 
internacionales.
La revista se encuentra indexada en EBSCO, agrupación de bases de datos 
internacionales de referencia mundial para la investigación y divulgación del 
conocimiento científico. Headquarters: Ipswich, Massachussetts y Birmingham, 
Alabama. Estados Unidos; y en Latindex, Sistema Regional de Información en línea 
para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal.
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195
Índice
Vol. 48 No. 2 - Diciembre 2023
Editorial
Para una claridad conceptual. .......................................................197
Trabajo Clínico-Teórico
Pensar al violador. Encontrando las palabras de un crimen.
Camila Gutiérrez Cardoso ..............................................................199
Trabajo Clínico-Teórico
Afectos emergentes en la clínica y en la teoría hoy.
Bruno Salesio S. Francisco ............................................................215
Trabajo conceptual
Simbolismo y simbolización.
El trabajo de Freud, Durkheim y Mauss.
Eric Smadja ...................................................................................237
Psicoanálisis Aplicado
Reflexiones psicoanalíticas sobre la película “El Colibrí”.
Martha Lapacó ..............................................................................257
Psicoanálisis Aplicado
Comentario de la película “El colibrí”. A propósito de
la desmentida en la vida familiar
Sara Patricia Moreno de Coral ......................................................263
Psicoanálisis Aplicado
Variaciones culturales bajo una visión psicoanalítica: 
La madre-grupo en la sociedad colectivista en contraste
con la individualista.
Oscar H. Romero ..........................................................................271
196
Coloquio - Introducción
La venganza en el mito griego y en el psicoanálisis.
Eduardo Laverde Rubio .................................................................299
Coloquio - Comentarios
Venganza y Justicia.
Eugenio Matijasevic .......................................................................303
Los mitos y la estructura psíquica y social del ser humano.
Procne, o de la venganza.
Eduardo Díaz Amado .....................................................................321
Psicoanálisis de Niños
La caja lúdica del analista. Una reflexión sobre los cambios
en la teoría de la técnica.
María Cecilia Pereira da Silva .........................................................329
Psicoanálisis de Niños-Comentarios
Comentario a La caja lúdica del Analista.
Graciela Hoyos ..............................................................................353
Comentarios sobre “La Caja Lúdica del Analista”.
Martha Isabel Jordán- Quintero .....................................................361
Reseñas
Destructividad y exaltación.
Reseñó: Eduardo Laverde-Rubio ...................................................367
Sobre la naturaleza de la interpretación de la transferencia
y por qué solo ella puede provocar un cambio analítico.
Reseñó: Sergio Mario Castro .........................................................369
In memoriam
Álvaro Villamil Mendoza .................................................................371
Ana Vergara Gómez ......................................................................373
299
La venganza en el mito griego y en el 
psicoanálisis
Eduardo Laverde Rubio26
Introducción
He escogido como punto de partida de este coloquio el mito griego de 
Procne. Como bien lo señala J. C. Moreno (2017), encargado o custodio de la 
pervivencia del mito, no existe una sola versión de este. Anota las siguientes: 
Esquilo (525-456 a. C.), Pausanias (s. II d.C.), Biblioteca mitológica (s. II d. C.), 
además existen referencias a este mito en: Platón (427-347 a. C.) y también 
desarrollos poéticos del mismo en Ovidio “La metamorfosis” (43 a. C.-17 d. 
C.), Leucipa y Clitofonte (A. Tacio s.II d. C.). Mucho más tarde (1564-1616) 
Shakespeare W., lo revivió en el drama “Tito Andrónico”. El pintor flamenco 
P.P. Rubens, dibujó la escena más sobrecogedora: la entrega de la cabeza 
de Itis a su padre.
Lo importante que deseo destacar es que el núcleo fundamental, la 
injuria, el crimen y la venganza, es similar en todos los textos.
Resumo de la siguiente manera, nuestro tema de estudio:
Pandión, rey de Atenas y padre de Procney Filomela, pide ayuda a 
Tereo, rey de Tracia, para que lo apoye militarmente, pues sus fronteras 
están amenazadas por bárbaros y Atenas no dispone de suficientes recursos 
militares. Tereo interviene y derrota a los enemigos de Atenas y, en premio, el 
26 Psiquiatra. PhD Universidad Nacional de Colombia. Miembro Titular de la Sociedad 
Colombiana de Psicoanálisis y de la Asociación Psicoanalítica Colombiana, con funciones 
didácticas en el Instituto Colombiano de Psicoanálisis e IDEAL.
Coloquio - Introducción
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Eduardo Laverde Rubio
rey Pandión le otorga en matrimonio a su hija mayor, Procne. El matrimonio 
se realiza y los recién casados se trasladan a Tracia, donde Procne da a 
luz un hijo varón: Itis, que se convierte en la adoración de su padre. Pasan 
varios años y Procne anhela ver de nuevo a su hermana Filomela, pues las 
dos hermanas son muy unidas. Tereo se encarga de viajar a Atenas y traer 
a Tracia a Filomela, para reunirla con su hermana. Pero Tereo al conocer a 
Filomela, la desea ardientemente y satisface su deseo violándola sexualmente, 
golpeándola y para que ella no pueda acusarlo, decide cortarle la lengua y 
recluirla. Además, elimina todo el séquito de Filomela, soldados, sirvientas, 
acompañantes. Al llegar a Tracia dice que Filomela ha muerto en la travesía, 
fingiendo dolor, cuando en realidad la tiene prisionera en una cabaña rústica, 
al cuidado de una sirvienta anciana. 
Filomela no pierde las esperanzas de ser rescatada y teje su historia 
dibujando con sus cabellos, en figuras, todo lo acontecido; finalmente se 
las ingenia para que la sirvienta lleve este tejido al Templo, que frecuenta 
Procne, de tal manera que quede a su alcance. En efecto, Procne detecta el 
manto y se da cuenta del testimonio de su hermana. La localiza a través de la 
anciana y la libera, llevándola subrepticiamente al palacio. Procne, ante este 
crimen, se horroriza, se llena de rabia y deseo de castigar a su esposo Tereo, 
el perpetrador de tantos crímenes. Coincidencialmente aparece Itis, el hijo de 
la pareja real y las dos hermanas registran el enorme parecido del hijo con 
su padre. Esto se constituye en detonador de la venganza y el castigo pues, 
matan a hachazos a Itis y luego Procne traslada el cadáver a las cocinas del 
palacio, previamente despejado por su mando, y cocina los restos de su hijo, 
que posteriormente da de comer a Tereo. 
Cuando Tereo pregunta por su hijo, Procne le responde. “no preguntes 
por él, pues no está fuera, sino dentro de ti”. Tereo no entiende inicialmente 
esta respuesta pero, finalmente, se da cuenta de la magnitud de su castigo, 
al recibir de manos de su esposa la cabeza de su hijo. En este momento de 
máxima intensidad, los dioses intervienen y transforman en aves a los tres 
La venganza en el mito griego y en el psicoanálisis
301
implicados: Tereo en gavilán, Filomela en ruiseñor y Procne en golondrina. El 
gavilán persigue a la golondrina a perpetuidad pues nunca puede alcanzarla. 
Los dioses castigan a estos dos protagonistas, y perdonan a Filomela.
Un inicio necesario en este Coloquio es distinguir entre justicia y venganza.
La Justicia
La justicia es institucional, quien ejerce la justicia debe hacerlo desde 
fuera, es decir, no estar directa o indirectamente implicado en los hechos que 
se están por juzgar, de lo contrario existirían impedimentos. La justicia tiene 
procedimientos, reglas, separación de papeles: policía judicial, investigadores 
que recolectan evidencia documental, testimonial, jueces que orientan y 
dirigen el proceso, siguiendo normas y reglas preestablecidas, miembros 
del jurado previamente seleccionados, con los menos prejuicios sobre los 
hechos a juzgar. Todo acusado tiene derecho a un abogado defensor y no 
tiene que demostrar que es inocente, la justicia es la encargada de demostrar 
si es inocente o culpable. Las penas en la justicia deben ser proporcionadas a 
la gravedad de la falta cometida y, en el momento de fijar la pena, el juez debe 
considerar los agravantes o atenuantes de cada caso. Un sujeto no puede 
ser juzgado dos veces por el mismo crimen y existen términos temporales 
para resolver el caso, de lo contrario, se invoca el habeas corpus.
En cuanto al perdón, estoy de acuerdo con Hannah Arendt (2006), quien 
otorga perdón, asume que los hechos no ocurrieron, “como si nada hubiese 
ocurrido”, es la legitimación de la impunidad. El perdón debe producirse 
después de la justicia.
La venganza
La venganza es personal, no institucional, no tiene regulaciones, ni juicio, 
ni derecho a la defensa. Quien toma la venganza actúa por su propia mano, 
no piensa, solo actúa, y actúa casi de inmediato, bajo la influencia de un 
intenso dolor psíquico, sin entrar en razones.
302
Eduardo Laverde Rubio
En cuanto a los motivos psicológicos de la venganza, está en primer lugar 
la necesidad que tiene el justiciero de hacer sufrir al máximo al que considera 
el perpetrador, la muerte de este no es suficiente. El culpable o presunto 
culpable debe vivir con el máximo sufrimiento mental o físico. Qué mayor 
dolor que castigar al culpable con la pérdida de su objeto de amor: Tereo, 
ante la cabeza de su hijo Itis y, además, sin saberlo, lo ha devorado; lo cual 
funciona como si el castigado estuviese involucrado en su propio castigo.
Uno de los encargados de la pervivencia de este mito, J.C Moreno (Op. 
Cit), destaca desde el título que la motivación psicológica imperante era la 
lealtad de Procne a su hermana. Desde luego, se trata de una motivación 
adicional; en este caso, no es la lealtad a su hermana como persona 
diferenciada y separada, sino que para Procne, Filomela era parte de sí 
misma, las dos hermanas fusionadas como si fueran una sola y toda agresión 
a la hermana era también una agresión a sí misma, una fusión narcisista de 
las dos hermanas. 
En conclusión, el gran determinante psicológico de la venganza es el 
sufrimiento de las víctimas, sólo se mitiga al presenciar el extremo dolor del 
perpetrador.
Referencias
La lealtad de Procne. (2017) Compilador: J.C. Moreno (pervivencia del mito) España: 
EDITEC Rodesa.
Arendt. H (2006) Eichmann en Jerusalén. España: Ed de bolsillo. 
Correspondencia: 
Eduardo Laverde Rubio
eduardolaverde1935@outlook.com
Recibido en: abril 30, 2023
303
Venganza y Justicia
Eugenio Matijasevic27
Palabras polares
Los antiguos griegos, de Homero a los Trágicos, cuidaban, al igual que 
nosotros, una red conceptual con la que capturaban los objetos y procesos 
del mundo (tanto exterior como interior) y con la que podían los unos a los 
otros hacer referencia a dichos objetos y procesos con el fin de comunicar 
sus experiencias y hallazgos sobre el mundo con miras a transformarlo. Al 
igual que nosotros, prestaban mucha atención al interior de la red conceptual 
a parejas de conceptos que se presentaban siempre al unísono en las 
conversaciones cotidianas, en los discursos políticos o, en las obras de 
los sabios. Dichas parejas de conceptos estaban (y están) constituidas por 
conceptos nucleares que actuaban (y actúan) como polos de atracción de 
otros conceptos generando subredes de conceptos cuyo tema central era la 
pareja nuclear y cuyo desarrollo dio lugar a discusiones que aún continúan. 
Nosotros no somos muy diferentes de esos antiguos griegos desde el punto 
de vista biológico y psicolingüístico y, de hecho, a pesar de la diferencia 
cultural de veinticinco siglos, su legado subsiste de alguna manera en nuestro 
lenguaje, en nuestras instituciones, convenciones, costumbres y prácticas.
Las parejas de conceptos polares a los que me refiero, atractores de 
otros conceptos que gravitan a su alrededor en la red conceptual, estaban 
conformados a veces por términos tan contradictorios como guerra (Πόλεμος: 
27 Médico de la Universidad de Caldas, Especialista en Medicina Internade la Universidad 
Nacional de Colombia. Psicoanalista. Miembro Titular de la Sociedad Colombiana de 
Psicoanálisis.
Coloquio - Comentario
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polemos) y paz (Εἰρήνη: eirene) o amor (Φιλότης: filotes) y odio (νεῖκος: 
neîkos), verdaderos antónimos; pero en la mayoría de los casos se trataba 
más bien de términos que se complementaban el uno al otro, bien fuese 
por cierta contraposición o por cierta tensión o, incluso, por una especie de 
contigüidad que hacía que al nombrar uno de los términos hiciese falta de 
inmediato el otro para poder llenar el todo, para poder dotar la conversación 
de pleno sentido. Tal es el caso de la tensión entre physis (Φύσις: fysis) y 
nomos (νόμος: Nomos), generada entre quienes enseñaban el conocimiento 
(los sofistas) y quienes amaban el conocimiento (los filósofos), a partir de un 
debate intelectual de siglos con respecto a la posibilidad de diferenciar entre 
las leyes que provienen de la naturaleza (physis) y las leyes establecidas al 
interior de la Polis por convención (nomos). O la tensión complementaria entre 
mitos (μύθος: mythos) y logos (λóγος: logos), que surgió de otra controversia 
intelectual hacia los siglos V y IV A.E.C. cuando los filósofos naturalistas 
presocráticos, sobre todo a partir de Jenófanes, comenzaron a criticar de 
manera progresiva los relatos (en plural mythoi) que sustentaban desde el 
punto de vista religioso a los dioses de Homero y de Hesíodo, hasta retirarle 
al mythos todo valor de culto, de tal manera que, terminó por significar 
todo aquello “que no puede existir en la realidad” por oposición al discurso 
construido a partir de argumentos, razones y demostraciones (logos) (M. 
Eliade, 1963). 
Son demasiadas las parejas de conceptos polares que nos dejaron los 
griegos como para intentar mencionarlos a todos aquí, pero vale la pena 
nombrar algunos más: necesidad (Ἀνάγκη: anagke) y azar (Τύχη: Týkhē), teoría 
(θεωρία: theoria) y práctica (πρᾱξις: praxis), ciencia (ἐπιστήμη: epistḗmē) y 
técnica (τέχνη: techne), cuerpo (σὠμα: soma) y alma (ψυχή: psyché), materia 
(ὕλη: hyle) y forma (μορφή: morphē), conocimiento (ἐπιστήμη: epistḗmē) y 
opinión (δόξ: doxa), hasta llegar a la que hoy nos ocupa a raíz de la propuesta, 
por parte del Dr. Eduardo Laverde, del tema para este Coloquio: Venganza 
(τιμωρία: timoria) y justicia (Δίκη: Díkê) (F. McHardy, 1999), otra pareja polar 
Venganza y Justicia
305
que desde la Grecia clásica nos sigue llamando tanto la atención que continúa 
suscitando discusiones y coloquios.
Estas parejas de conceptos polares nunca pasaron desapercibidas para 
los griegos clásicos y siguen atrayéndonos a nosotros 25 siglos más tarde. 
Para algunos, como se mencionó, son antinomias, para otros, son solo ele-
mentos complementarios, a veces oposiciones complementarias, que al ser 
mencionadas al unísono nos muestran todo el panorama posible desde 
el punto de vista conceptual a desarrollar frente a un determinado tema: 
para el caso de la venganza y la justicia podríamos afirmar, sin temor a 
equivocarnos, que esta pareja polar gravita en un paisaje lingüístico que 
incluye conceptos como retribución, castigo, represalia, desquite, revancha, 
ajuste de cuentas, etc.
Las definiciones conceptuales de venganza y justicia dadas por el Dr. 
Eduardo Laverde al comienzo de este Coloquio no requieren mayor conside-
ración pues le permitirían a alguien que no supiera utilizar alguno o ninguno 
de los dos conceptos, emplearlos del modo adecuado en una conversación. 
Ambas definiciones establecen las condiciones necesarias para aplicar el 
concepto de forma correcta, al igual que las condiciones suficientes para que, 
una vez utilizado el concepto, podamos afirmar que lo fue correctamente (P. 
Strawson, 1992). Son, en este sentido, definiciones correctas. 
Procne y otros mitos
 El mito de Procne traído a colación por el Dr. Eduardo Laverde dado 
el tema del Coloquio sobre Venganza y Justicia no es, obviamente, el único 
mito en el que es posible observar la venganza en toda su absurda magnitud. 
Baste recordar que en todas y cada una de las 31 tragedias griegas que han 
llegado hasta nosotros, hay siempre un episodio de venganza como base 
última del argumento. En la mitología griega, y en la vida cotidiana (F. McHardy, 
2013), una afrenta o un hecho de sangre generaban un ajuste de cuentas de 
similar magnitud por parte del ofendido, de un familiar o de un amigo suyo y, 
Eugenio Matijasevic
306
a su vez, esta nueva afrenta obligaba a una nueva represalia que, de nuevo, 
instigaba otro contragolpe y así ad Infinitum. Al final de la Odisea, el propio 
Zeus decide borrar ciertas memorias de las mentes de los familiares y amigos 
de los pretendientes muertos para evitar que la matanza, obra de Ulises y 
Telémaco, genere un ciclo inacabable de venganzas (Homero, La Odisea. 
Trad. C. Tapia, 2017). No existía posibilidad de perdón, la venganza trae más 
venganza, el olvido era la única manera de que familias enteras depusieran su 
pendencia hacia otras. Como dice Joan-Carles Mèlich, glosando un proverbio 
chino que, con seguridad, no escribió Confucio aunque todo el mundo se lo 
atribuya: “siempre hay dos tumbas al final del ciclo de la venganza” (J.C. 
Mèlich, 2015, p. 88). En ocasiones, muchas más. 
 Un caso diferente, pero igualmente aterrador, es cuando es un dios 
quien decide que un hecho determinado requiere ser vengado: en este caso 
no hay escapatoria posible pero, por otro lado, no hay lugar a la retaliación 
pues no es posible vengarse de un dios, y este se ensañará con el ofensor y 
con toda su estirpe hasta que considere que la falta ha sido saldada. Con el 
dios del antiguo testamento la situación no era muy diferente, pues él “nada 
deja sin castigo, castigando la iniquidad de los padres en los hijos hasta la 
tercera y cuarta generación” (Biblia de Jerusalén, números 14, 18; 2009). 
 En otras ocasiones, mediante el consabido proceso de la maldición, 
los dioses mismos eran los encargados de perpetuar una cadena de 
represalias de tal manera que, generación tras generación, una familia de 
mortales estaba condenada a sufrir una y otra vez las consecuencias de los 
hechos de sangre de un antecesor, generando nuevos hechos de sangre 
que clamaban venganza y alargaban la cadena de las compensaciones. No 
es otro el destino de la estirpe de Tántalo que, como podrá verse, llevó la 
desgracia hasta la cuarta generación.
En alguna parte, quizás en Higinio, Robert Graves (1960) leyó que “Tántalo 
era amigo íntimo de Zeus, quien lo admitía en los banquetes de néctar y 
ambrosía del Olimpo”. Lo que sigue es un breve resumen de las peripecias 
Venganza y Justicia
307
de Tántalo y su estirpe en la versión de Graves. Cierto día, continúa Graves, 
el propio Tántalo invitó a los olímpicos a cenar en el monte Sípilo, pero, al 
descubrir que las viandas no alcanzarían a satisfacer el apetito voraz de los 
inmortales, sacrificó a su hijo Pélope, lo despedazó, lo guisó y aderezó y lo 
sirvió a los dioses en una especie de ensayo, dirigido, según unos, a evaluar 
si los susodichos dioses eran verdaderamente omniscientes, o, según otros, 
para demostrar su buena voluntad de servicio hacia los dioses. El mito hebreo 
de Isaac ostenta varias diferencias con este, en especial en lo concerniente 
a que el sacrificio no se consuma y a que sólo había un dios en lugar de 
muchos, pero, desde el punto de vista psicoanalítico, el filicidio es el mismo 
(A. Rascovsky,1992). Los dioses, como el lector habrá adivinado, se dieron 
cuenta de inmediato del terrible crimen y rechazaron la comida, reunieron los 
fragmentos de Pélope, Hermes los puso a hervir de nuevo, Zeus pronunció 
un conjuro, la Parca Cloto adhirió los trozos unos con otros y Rea le insufló 
vida, reviviéndolo. A Pélope redivivo le faltaba un omóplato pues Démeter,ensimismada por el reciente duelo de la pérdida de su hija Perséfone, 
alcanzó a comer algo. Sin embargo, ella misma lo arregló colocándole una 
escápula de marfil, que, en el futuro, llevarán todos los descendientes de 
Pélope. Tántalo fue sentenciado al Tártaro, en donde el agua y los exquisitos 
frutos que lo rodean se apartan cada vez que intenta beber o comer para 
aplacar el hambre y la sed eternas a las que está condenado, al tiempo que 
una enorme roca pende eternamente sobre su cabeza, amenazando con 
aplastarla. Por el pecado de su antecesor, los dioses condenaron también a 
toda la descendencia de Tántalo, incluido el propio Pélope.
Pélope, más adelante, quiso desposar a Hipodamia, hija de Enómao. 
Éste, enamorado de la hija, había ideado una treta para que nunca se casara: 
desafiaba a una carrera de carros a cada pretendiente y quien ganara la 
carrera debía matar al contrincante y quedarse con la joven. Al llegar Pélope, 
las enhiestas cabezas de 12 pretendientes previos adornaban sobre lanzas la 
entrada al palacio de Enómao. En secreto, Pélope habló con Mirtilo, el auriga 
Eugenio Matijasevic
308
de Enómao, prometiéndole que si le ayudaba a ganar la carrera le dejaría a él 
la consumación de la noche de bodas con Hipodamia. Mirtilo reemplazó por 
cera las piezas de hierro que atraviesan la punta del eje de las ruedas para 
que no se salgan y Enómao murió arrastrado por los caballos al accidentarse 
su carro. Para no tener que cumplir su promesa, Pélope arrojó al mar a Mirtilo, 
y antes de morir, Mirtilo lo maldijo, pidiendo a los dioses que la estirpe de 
Pélope se destruyera a sí misma.
Pélope engendró muchos hijos con Hipodamia y uno con la ninfa 
Astíoque: Crisipo. Hipodamia, temerosa de que Pélope nombrara sucesor 
a Crisipo en lugar de alguno de sus 22 hijos, trató de convencer a Atreo y 
Tiestes, dos de ellos, de que mataran al joven Crisipo arrojándolo a un pozo, 
pero ellos se negaron. El caso es que Layo, el futuro padre de Edipo, se 
enamoró de Crisipo, lo raptó y lo llevó con él a Tebas. Fue el primer pederasta. 
Por esto, Pélope maldijo a Layo con la maldición de Apolo que condenaba 
su descendencia (otra cadena de venganzas) a destruirse a sí misma (de allí 
la suerte del propio Layo, de Edipo, de Polinices y Eteocles, de Antígona y de 
Ismene con quienes termina la estirpe). Mientras Pélope corría hacia Tebas 
para tratar de rescatar a Crisipo, Hipodamia se le adelantó y mató al joven en 
el lecho de Layo con la espada de Layo que colgaba de la pared. Layo fue 
acusado del asesinato de Crisipo.
Atreo y Tiestes se disputaron desde entonces el reino de Micenas: Atreo 
alegaba su primogenitura, Tiestes el poseer un vellocino dorado que la polis 
consideraba símbolo del derecho al trono. Inicialmente, el vellocino había 
estado en manos de Atreo, pero su esposa Aérope se hizo amante de Tiestes 
y se lo regaló a éste. Tiempo después, Atreo, con la ayuda de Zeus, recuperó 
el trono y envió a Tiestes al exilio, pero, más tarde, pretendiendo hacer las 
paces, invitó a Tiestes a regresar y le ofreció una cena en la que las viandas 
eran trozos selectos de los cuerpos despedazados de los tres hijos de Tiestes: 
Aglao, Orcómeno y Calileonte. Finalizada la cena, le presentó en una fuente 
las cabezas, los pies y las manos ensangrentadas de sus hijos para que se 
Venganza y Justicia
309
enterara de lo que tenía en el estómago. En ocasiones, los recursos de los 
mitos parecen limitados y sus peripecias se repiten. Tiestes maldijo entonces 
la descendencia de Atreo.
Agamenon y Melenao, hijos de Atreo, los atridas por antonomasia, 
héroes de la guerra de Troya, tuvieron destinos miserables: Melenao tuvo que 
soportar el rapto de su esposa por Paris, lo que puso en marcha la guerra de 
Troya. Agamenón, para que las naves destinadas a Troya pudieran finalmente 
partir, tuvo que sacrificar a su propia hija Ifigenia en Áulide. Clitemnestra, su 
esposa, nunca le perdonó el crimen y, al retornar Agamenón de la guerra 
de Troya, la propia Clitemnestra lo mató en el baño lustral del regreso con la 
ayuda de su amante, Egisto. Para que su presencia no le recordara su crimen 
obligó a su hija Electra en matrimonio con un campesino de la lejana Micenas. 
Orestes, su hijo, fue sacado en secreto por una criada y terminó su desarrollo 
oculto en Crisa. Al alcanzar la edad viril, Orestes regresó a Micenas y con la 
ayuda de su hermana Electra mató a Egisto, el usurpador, y luego a su madre 
Clitemnestra. 
Desde entonces las tres Erinias, Alecto, Tisífone y Megera, persiguieron 
a Orestes día y noche con sus látigos, atormentando cada segundo de su 
vida hasta que se refugió en Atenas. Las Erinias son deidades ctónicas, 
pertenecientes al inframundo, fueron creadas cuando la sangre genital de 
Urano tocó la tierra después de haber sido castrado por Crono. Tienen 
serpientes por cabellos, cabeza de perro y alas de murciélago y, dado su 
origen, son anteriores a los dioses olímpicos y, por lo tanto, no les deben 
obediencia. Son implacables, son las diosas de la venganza por excelencia, 
para ellas no existen circunstancias atenuantes y tampoco se dejan 
sobornar con oraciones o con sacrificios, persiguen y castigan todo tipo 
de transgresiones contra las normas de la sociedad, contra las leyes de la 
naturaleza y contra la integridad de la familia sobre todo si el crimen contra la 
familia ha sido cometido por un miembro de la misma familia como es el caso 
del parricidio, el matricidio, el filicidio, el uxoricidio o el mariticidio. Más tarde, 
Eugenio Matijasevic
310
algunas de sus funciones serían asumidas por Némesis, quien perseguirá 
sobre todo a los culpables de la terrible falta de la hybris: la arrogancia contra 
los dioses o los hombres, la falta de medida en la ostentación del propio éxito 
o la conducta dirigida a deshonrar a otra persona por el simple placer de 
hacerlo (N. Fisher, 2019).
Refugiado en Atenas, donde también las Erinias lo persiguen, Orestes 
pide ayuda a Atenea quien, buscando un cambio en la mentalidad griega, 
nombra jueces a reconocidos ciudadanos de Atenas y convoca con ellos el 
Areópago para que juzgue los crímenes cometidos por Orestes. Cambia así 
la irracional venganza ciega por la justicia. Apolo se hace presente también 
como una especie de abogado defensor. El Areópago absuelve a Orestes, 
pero las Erinias nunca cejan y continúan su persecución, incluso si hubiese 
muerto lo habrían perseguido hasta el Hades. La última acción de Atenea, 
antes de desaparecer, fue convencer a las Erinias de que dejaran de perseguir 
vengativamente a los criminales y permitieran que el Areópago hiciera justicia 
e impusiera sus veredictos y penas. A cambio, les garantizaba un hogar en 
un terreno con una cueva en Colono, un caserío cercano a Atenas, y que 
tendrían el culto sempiterno de los atenienses en cuyas casas habría siempre 
un altar en honor de ellas que, a partir de entonces, ya no se llamarían las 
Erinias sino las Eumenides (benévolas) (Esquilo, Orestíada. Trad. David 
Garcia Pérez, 2021). A partir de entonces, los ofensores de los dioses, de la 
polis, de otros seres humanos o de la naturaleza no serán perseguidos de 
manera inmisericorde por las vengativas erinias sino que serán juzgados por 
la comunidad representada en el Areópago, bajo la tutela de Diké (Δίκη: Díkê) 
diosa de la justicia, hija de Zeus y Temis, una de las tres Horas (las otras dos 
son Εὐνομία: Eunomia, la buena ley, e Irene, Ἐιρήνη: Eirene, la paz). Por fin, 
la venganza ha cedido el paso a la justicia. Esquilo en la Orestiada y Sófocles 
en Edipo en Colono dan cuenta del paso del Mito al Logos y, por supuesto, 
del paso de un proceso de compensación mediante la venganza a otro de 
compensación mediante la justicia.
Venganza y Justicia
311
Pero no termina aquí el ciclo de la venganza; el que la justicia haya 
reemplazado a la venganza no evita que esta reaparezca ocasionalmente.Tiempo después, Edipo, viejo, ciego y mendicante, camina al final de sus 
días en busca de su destino de la mano de Antígona, su hija y lazarillo. Aún 
no se han desatado los acontecimientos que darán lugar a la guerra entre 
Polinices y Eteocles, los dos hijos hombres de Edipo. El mismo oráculo que 
había predicho a Edipo que mataría a su padre y desposaría a su madre 
también le había vaticinado que, después de sus desgracias, al cabo de 
mucho tiempo, encontraría el reposo en un paraje lejano consagrado a las 
Erinias, allí lo alcanzaría la muerte y al morir traería suerte a los habitantes de 
la región que lo acogiese en sus últimos días (Sófocles, 1981). Así que, Edipo 
muere en el caserío ateniense de Colono, consagrado por la propia Atenea 
a las Benévolas, en el mismo lugar en el que Orestes se vio liberado de la 
persecución de las Erinias. El grupo de ancianos atenienses que hacen de 
coro en Edipo en Colono se dirige al dios de las profundidades, al invisible 
rey de las tinieblas, en una de las últimas estrofas de la tragedia, rogando 
por Edipo: “Que, tras haberle llegado tantas inútiles penas, un dios justo le 
ensalce de nuevo” (Sófocles, 1981, p. 275). Pero, no hay que olvidar que 
Pélope, en su maldición a Layo, había pedido la desaparición de toda la 
estirpe por mano propia y Edipo, ciego, perpetúa la maldición y la venganza 
maldiciendo a sus hijos Eteocles y Polinices a que mueran uno a manos del 
otro en la guerra fratricida que se avecina.
De la vergüenza a la culpa
En el prefacio a “Antígonas”, George Steiner (1996) se pregunta por qué 
un puñado de antiguos mitos griegos continúa dominando y dando forma 
vital a nuestro sentido del yo y del mundo. Aunque su libro, según proyecta 
el autor desde el prólogo, pretende ser precisamente una respuesta a este 
interrogante, el lector se siente asaltado por la duda: la pregunta debe 
formularse exactamente a la inversa, ¿cómo es que nuestro sentido del yo y 
Eugenio Matijasevic
312
del mundo da forma a mitos que, como los de los griegos, aún nos atañen 
veinticinco siglos después de establecidos en su actual forma escrita y quién 
sabe cuántos siglos más después de haber sido imaginados?
Cuando G. Steiner (1996, p. 137), más adelante, se propone indagar por 
“los procesos de canonización y de abandono [que] obran para determinar la 
aceptación y transmisión de ciertos mitos y el olvido de otros”, cae en cuenta 
que la pregunta podría estar mal formulada pues “[…] bien podría ser que 
toda definición sensata de «mito» abarque el hecho de la supervivencia”. En 
síntesis: los mitos no duran por ser mitos, son mitos precisamente porque 
han durado. Llama la atención que G. Steiner (1996) acepte en este caso 
que la pregunta está mal formulada y encuentre la respuesta invirtiendo 
la pregunta, pero ¿por qué no llevó a cabo la misma estrategia para dar 
respuesta a su pregunta inicial? De la misma manera que admite que estos 
mitos son mitos porque han durado, debería haber admitido que no es que 
dichos mitos dominen y den forma “a nuestro sentido del yo y del mundo” 
sino que las raíces mismas del desarrollo psíquico de los seres humanos, 
tanto en los orígenes de la cultura como en los orígenes de la vida mental 
de cada uno de nosotros, son tales que, de alguna manera, han generado 
mitos que se encuentran inextricablemente entrelazados a dichas raíces. En 
este sentido, el psicoanálisis tiene algunas respuestas que ofrecer dado que 
nuestro sentido del yo y del mundo se origina no solo en el mundo exterior 
sino también en el mundo interior de donde se nutren las raíces de los mitos 
que nos atañen. Por algo el Mito es, en palabras de Carlo Ginzburg (2000, p. 
84), “Un relato que ya ha sido relatado, un relato que ya se conoce”.
La sociedad descrita en los mitos y por Homero y por los primeros 
trágicos, dice Eric Dodds (1997), puede clasificarse, sin duda, en el grupo 
de aquellas sociedades que la antropóloga Ruth Benedict (2003) denominó 
culturas de la vergüenza, culturas en las que el sumo bien del hombre homérico 
no es disfrutar de una conciencia tranquila, sino disfrutar de timé (τιμή), de 
estimación pública. De hecho, la mayor fuerza moral que el hombre homérico 
Venganza y Justicia
313
conoce, dice E. Dodds (1997), es la opinión pública y vive como insoportable 
todo aquello que pueda exponerlo al desprecio o a la burla por parte de sus 
semejantes. Por el contrario, volvemos a Ruth Benedict (2003), hay culturas 
en las que el mecanismo de control social ha sido introyectado por cada 
individuo y no es necesaria la presencia de un grupo social avergonzándolo 
por sus acciones para que actúe de acuerdo con la normatividad, en ellas 
el sumo bien es la tranquilidad de conciencia, la ausencia de culpa. Para 
R. Benedict (2003), se trata sencillamente de rotular una cultura a partir de 
la actitud individual que predomina con respecto a las acciones que una 
persona va a emprender, pero sólo se admiten dos posibilidades. El individuo 
que se ha desarrollado en una cultura de vergüenza se pregunta, antes de 
llevar a cabo una acción, “¿cómo me mirarán los demás si hago esto?”; 
por el contrario, la persona cuyo desarrollo ha transcurrido en una cultura 
de la culpa, si es que algo así existe en el mundo real, se pregunta algo 
completamente diferente: “esto que voy a hacer ¿es justo o injusto?”. 
Inicialmente, Ruth Benedict (2003) aplicó este modelo a su conocimiento 
de la cultura japonesa después de la derrota del eje finalizada la segunda 
guerra mundial. Ella misma admite que se trata de una generalización un 
poco burda y que seguramente existen otros muy diversos modelos y que 
esa nueva pareja de palabras polares, culpa-vergüenza, seguramente no 
llena todo el espectro de preguntas que podrían surgir alrededor de la manera 
en que una sociedad logra el control de las acciones individuales. También 
admite que, de hecho, muy posiblemente no se trate de polos opuestos 
excluyentes sino más bien de series complementarias y que cada individuo, 
independientemente de la sociedad en que se desarrolle, podría mostrar 
grados diversos de vergüenza y de culpa en mezclas que podrían variar 
a lo largo de su ciclo vital y que muy rara vez tendrían ese carácter puro y 
excluyente que alguna vez se les adjudicó. El caso es que E. Dodds (1997) 
tomó prestado el modelo que R. Benedict (2003) aplicó a la cultura japonesa 
de postguerra para aplicarlo con provecho a la cultura griega arcaica, la 
Eugenio Matijasevic
314
anterior a los clásicos. Cuando el valor supremo en una cultura es la opinión 
pública, qué van a decir de mí, no hay que olvidar que, atraídos por este 
concepto, vienen otros como la honra, la arrogancia y, por supuesto, la 
presunción, soberbia, lo cual genera un clima emocional en el que, frente a 
una afrenta, la única salida es la venganza.
Podría afirmarse que, no sólo entre los griegos más arcaicos, sino en 
general entre los pueblos primitivos, la venganza es la norma, el procedimiento 
preferido para ajustar cuentas luego de una afrenta. Algo muy similar al estado 
de naturaleza de Hobbes, la guerra de todos contra todos. En el momento en 
que se da entre los griegos el paso paulatino del mythos al logos tiene lugar 
una avalancha incontenible de cambios socioculturales que mucho tienen 
que ver con la inversión en la polaridad de parejas de palabras que habíamos 
mencionado inicialmente. El predominio a partir de entonces del logos, de la 
razón, no sólo significa que se va a privilegiar sobre el discurso mítico-religioso 
el discurso lógico-demostrativo sino que también, en otras áreas de la vida 
cotidiana de la polis, será la palabra, el discurso razonado, el que tomará 
la primacía: el hombre, πολιτικὸν ζῷον (politikon zoon, animal político) por 
naturaleza (Aristóteles, Política. Trad. Antonio Gómez-Robledo, 2000) animal 
de la polis, animal de la comunidad, animal que debe vivir en comunidadpara florecer y dar frutos, debe, para poder hacerlo, para vivir en comunidad, 
debe, repito, poder dar razón de sus actos frente a la comunidad, debe poder 
responder cuando se le llame y explicar con razones (logos) por qué actuó de 
una manera y no de otra. 
En esta fase del desarrollo del pensamiento, pensadores como Sócrates, 
Platón o Aristóteles o incluso todos los presocráticos encuentran explicaciones 
racionales para la mayoría de las costumbres dictadas por el nomos y para 
algunas de las leyes de la physis. Pero, también son conscientes de que ha 
habido un cambio radical en la forma en que ahora explican el mundo, a 
los hombres y a sí mismos, ahora se apela al logos, a la razón, al lenguaje, 
mientras que, antes de ellos, se apelaba al mito. Tanto las leyes de la physis 
Venganza y Justicia
315
como las normas del nomos se explicaban mediante mitos. El paso del mito al 
logos es más o menos el paso de la infancia de la humanidad a comunidades 
verdaderamente humanas.
La razón
Aparecen entonces las razones como factores causales de la conducta y 
se privilegian las razones por encima de las influencias de un dios o de fuerzas 
ajenas por completo al propio individuo quien es ahora el responsable (el que 
responde) de sus actos. El logos no es sólo la capacidad de pensar de manera 
racional, es también la capacidad de hablar, de presentarse ante la asamblea 
de la polis y dar una explicación de los propios actos: actué de esta manera 
por esto y aquello y siguen a continuación una serie de explicaciones que no 
son exactamente causales pero sí racionales: hay una o varias razones para 
haber actuado de una determinada manera y no de otra. La comunidad o un 
tribunal que la representa serán los encargados de definir si las explicaciones 
son racionales o no, si justifican o no el haber actuado de una manera y no de 
otra. En este caso, la venganza no aparece ya como una buena razón para 
haber actuado de cierta manera, pues la venganza, la forma de reparación 
característica de sociedades de la vergüenza, ha sido sustituida por la justicia 
en las sociedades de la culpa y, ahora, es la comunidad por medio de su 
tribunal la encargada de imponer una compensación al mal causado, no el 
individuo afectado. 
Quien no quiera ser parte de la polis, de la comunidad, bien sea por 
incapacidad para integrarse a esa participación común, dice Aristóteles, 
es un animal salvaje (θηρίον, therion), aunque también es posible, y aquí 
la ironía salta a la vista, que la incapacidad de integración se deba a que 
en su autosuficiencia considera que no necesita de la comunidad, en cuyo 
caso sería un dios (θεός, theos) (Aristóteles, Política. Trad. Antonio Gómez-
Robledo, 2000). Obviamente en una comunidad de estas características, en 
la que no son los ritos ni las soluciones planteadas por los antiguos mitos 
Eugenio Matijasevic
316
los que permiten dirimir los conflictos o evitar que aparezcan, se requieren 
normas para hacerlo, nomos por encima de physis, se requiere justicia.
Lo irracional
Freud era determinista. Con él termina la fantasía de que todos nuestros 
actos pueden ser explicados (frente a la comunidad o frente a nosotros 
mismos) a partir de razones. Sus descubrimientos confirman que detrás de 
la máscara del discurso razonado-demostrativo con el que pretendíamos 
explicar nuestros actos, sigue reinando anagke, con toda su carga de 
irracionalidad. ¿Significa esto que la venganza debería volver a reinar por sus 
fueros? ¿Está justificada? Este punto, que podría dar para otro coloquio, no 
nos puede dejar olvidar que una cosa es poder explicar el origen y dirección 
de las fuerzas que generan actos de venganza, como el de Procne o toda 
la secuencia de maldiciones y venganzas de la casa de Tántalo y, otra muy 
diferente, justificarlos. Si bien el psicoanálisis ha sido y es absolutamente 
determinista en cuanto a que, de la misma manera que en el mundo exterior 
toda explicación debe terminar apelando a las leyes de la causalidad física, 
también en el mundo interior toda explicación debe terminar apelando a 
las leyes de la causalidad psíquica descubiertas por el psicoanálisis. Pero 
hay que admitir que, paradójicamente, el psicoanálisis es liberador: aunque 
el psicoanálisis pregona que “no hay accidentes sin causa en la vida 
mental, apunta a la eliminación de obstáculos a la acción libre y apunta al 
establecimiento de equilibrios mentales en los que la libertad es más que un 
eslogan barato” (P. Gay, 1990, p. 74). Esto no significa que el psicoanálisis 
pueda liberarnos de anagke, de la necesidad, simplemente significa que, 
frente a las obsesiones y compulsiones que en ocasiones pueden constreñir 
nuestra capacidad de acción como consecuencia de procesos psíquicos 
dirigidos por fuerzas que desconocemos, el psicoanálisis puede situarnos en 
la necesidad correcta y conocida. 
Venganza y Justicia
317
Una pareja de conceptos polares similar a las ya referidas pero 
contemporánea, que seguramente no estaba entre los griegos, es la que 
emerge de la correspondencia entre Albert Einstein y Sigmund Freud. 
Einstein la llama la pareja Poder-Derecho, pero Freud en su respuesta le pide 
autorización para llamarla Violencia-Derecho. La carta de respuesta de Freud 
a Einstein es esclarecedora en cuanto a su pesimismo con respecto a la 
capacidad del psicoanálisis para ofrecer una salida al problema de la guerra 
o al problema de la violencia. “¿Estoy autorizado a sustituir la palabra «poder» 
por «violencia» («Gewalt»), más dura y estridente?” (p. 187) le pregunta S. 
Freud (1932) a A. Einstein al comienzo de su carta. También podríamos 
nosotros devolverle la pregunta: ¿estamos autorizados a sustituir la palabra 
«violencia» por «venganza»? Posiblemente veríamos en este caso que el 
psicoanálisis tiene mucho que aportar al proceso de transformación de la 
venganza en justicia, pero esto podría dar tema para otro coloquio.
La Esperanza
El pesimismo del Freud de sus últimos años ha sido proverbial. Basta releer 
El porvenir de una Ilusión o El Malestar en la Cultura o la carta de respuesta 
a Einstein para darnos cuenta de que no tenía demasiadas esperanzas en 
el futuro de la humanidad. ¿Qué queda por hacer? ¿Resignarnos y aceptar 
que la violencia y el abuso de poder y la venganza están inextricablemente 
ligados al destino de los seres humanos? Algunos pensadores consideran 
que, en efecto, no hay nada por hacer, otros, en actitud voluntarista, abrigan 
la esperanza de un cambio a partir de proezas que no nos dicen cómo se 
deben hacer ni dónde se deben realizar, otros más, como Albert Camus 
(1959), no pierden la esperanza precisamente porque consideran que la 
esperanza no es el camino: 
De la caja de Pandora donde pululaban los males de la humanidad, 
los griegos hicieron salir, después de todos los otros, a la esperanza 
como el más terrible de todos los males. No conozco símbolo más 
Eugenio Matijasevic
318
conmovedor. Pues la esperanza, al contrario de lo que se cree, equivale 
a la resignación. Y vivir no es resignarse
 (Camus, A., 1959, p. 35).
Referencias
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de Brouwer. 
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Dodds, E. (1997). Los griegos y lo irracional. Madrid: Alianza Editorial, pp. 30-31.
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Esquilo (2021). Orestiada. David Garcia Pérez (Traductor). México: Editorial UNAM, 
pp. 171-183.
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Fragmenta Editorial, p. 88.
 McHardy, F. (1999). The Ideology of Revenge in Ancient Greek Culture: A study of 
Ancient Athenian Revenge Ethics. Doctoral Thesis. University of Exeter; pp. 10-
13. Disponible en https://www.researchgate.net/publication/34747096_%27The_
ideology_of_revenge_in_ancient_Greek_culture_a_study_of_ancient_Athenian_
revenge_ethics%27
McHardy, F (2013). Revenge in Athenian Culture. London: Bloomsbury, p. 179.
Venganza y Justicia
319
Rascovsky, A. (1992). El filicidio. La mutilación, denigración y matanza de nuestros 
hijos. Buenos Aires: Beas Ediciones, p. 318.
Sófocles (1981) Edipo en Colono. 84-95. En Tragedias. Madrid: Editorial Gredos, p. 
219, 275.
Steiner, G. (1996). Antígonas. Segunda Edición. Barcelona: Editorial Gedisa, p 13, 
137.
Strawson, P. (1992). Análisis y Metafísica. Barcelona: Editorial Paidos, p.62.
Correspondencia: 
Eugenio Matijasevic
eugeniomatijasevic@gmail.com
Recibido en: octubre 1, 2023
Aprobado para publicación en: octubre 12, 2023
321
Los mitos y la estructura psíquica
y social del ser humano.
Procne, o de la venganza
Eduardo Díaz Amado28
En nuestra cultura la palabra mito suele estar asociada a una historia 
ficticia que circula en la sociedad. Ante ciertas afirmaciones, por ejemplo, 
de que existe un continente perdido llamado Atlántida, las personas 
suelen responder con un “eso es un mito”. Pero también se puede referir 
a afirmaciones o creencias que tienen una carga política o cultural, que se 
problematizan como mito. Por ejemplo, que los hombres son superiores a las 
mujeres, o que los blancos son más inteligentes que los negros. Estos son 
mitos, dirán muchos, queriendo decir, que son creencias erróneas, mentiras. 
Pero la palabra mito, más allá de significar mentiras o creencias falsas, se 
refiere a la esencia y el corazón mismo de la cultura y de la estructura psíquica 
de los seres humanos. No es algo menor ni una simple historia ficticia. Por eso, 
como se recomienda en un texto de mitología para dummies (C.W. Blackwell y 
A.H. Blackwell, 2002), la próxima vez “[n]unca digan que algo es sólo un mito. 
Digan más bien que es nada menos que un mito” (p.10). ¡Nada menos que un 
mito! Un mito es portador de un mensaje que deberíamos estar dispuestos a 
escuchar porque habla de aspectos esenciales que nos constituyen.
28 Miembro Asociado de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Médico Cirujano de 
la Universidad Nacional de Colombia, Filósofo con Opción en Literatura de la Universidad 
de Los Andes y Especialista en Bioética de la Universidad El Bosque, Bogotá, Colombia. 
Magíster en Historia y Filosofía de la Ciencia y la Medicina, y Doctor en Filosofía, de la 
Universidad de Durham, Reino Unido. Actualmente, director del Instituto de Bioética de la 
Pontificia Universidad Javeriana. 
Coloquio - Comentario
R
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(2
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32
1-
32
7
Eduardo Díaz Amado
322
Mythos en griego significa relato. Pero no cualquier tipo de relato, sino uno 
que está hecho de historias, personajes y lugares fantásticos. Sin embargo, 
hay algo de verdad en los mitos; una verdad que se refiere a la manera como 
se dan o el porqué de ciertos funcionamientos o realidades del acontecer 
social y personal.
Los mitos definen costumbres y creencias, son alegorías (similares a 
las parábolas que encontramos en la biblia), explican fenómenos naturales, 
también fenómenos psicológicos (como el amor, el sexo y la ira), revelan 
arquetipos del inconsciente colectivo (en el sentido de Jung) y son un modo 
de comunicación a nivel social (C.W. Blackwell y A.H. Blackwell, 2002).
Además, los mitos, aunque se refieren a épocas remotas e inmemoriales, 
son dinámicos, pues se van transformando con cada época. Por ejemplo, A. 
Escohotado (1993) en su texto Rameras y Esposas analiza diferentes modos 
de entender la feminidad y la constitución de la pareja y la familia. Describe 
cuatro mitos, el de la diosa Ishtar, sobre la fragilidad de la carne; el de Hera y 
las dinámicas familiares; el de Hércules, o la institucionalización del trabajo, y 
el último, el de la Sagrada Familia: José, María y el Niño Jesús. 
Para A. Escohotado (Ibid.) este último mito es en el que vivimos. En 
la realidad social actual abundan los padres trabajadores-proveedores, 
operarios, como José, que gastan su vida sirviendo a una prole que no es la 
suya y buscando agradar a una “sobrenatural compañera”. Así mismo, en la 
sociedad actual, abundan los hijos que se portan como reyes y recriminan a 
sus padres. El plano mítico permite comprender funcionamientos históricos. 
Hay mitos fundantes de una civilización u orden social (a los sistemas 
totalitarios les encanta narrar sus orígenes míticamente para justificar su 
actualidad). Pero igual pasa en el contexto personal. Si uno atiende a la 
manera como las personas se describen a sí mismas o cuentan su propia 
historia, se encuentra uno con que les encanta ponerse un toque mítico. 
Se trazan genealogías, en sentido nietzscheano (M. Foucault, 1992), para 
323
Los mitos y la estructura psíquica y social del ser humano.
Procne, o de la venganza
mostrar que tienen un origen divino; así se presentan como descendientes de 
familias de alcurnia o de importantes próceres, cuando en realidad no es así. 
Por esto el mito que nos ocupa en este escrito, el de Procne, es mucho 
más que una historia de crueldad, venganza y muerte. En él encontramos 
resonancias de elementos que atañen al acaecer político y cultural. Pero 
también pistas para pensar configuraciones del acaecer psíquico. 
El mito alude a los terribles acontecimientos que involucran a dos 
hermanas que han sido dañadas por la acción de un hombre que actuó sin 
miramientos y bajo la influencia de impulsos irrefrenables. Es un mito que 
tiene visos de tragedia según el esquema clásico que se desarrolló en la 
Antigua Grecia.
Una tragedia es una historia en la cual un personaje que goza de 
una alta posición social cae en desgracia, desatándose una cadena de 
acontecimientos dolorosos y terribles, al tiempo que inevitables -he aquí el 
sentido de lo trágico-. Y esto ocurre por cuenta de la hybris que ha cometido 
el protagonista, una palabra que podríamos traducir por desatino o exceso; un 
error de cálculo o de juicio, que se comete por falta de prudencia, sabiduría, 
bondad o deseo de actuar correctamente (Rojas Otálora, s.f.). La hybris 
surge del rencor, la ambición, la lujuria o, en general, de lo que llamamos 
bajas pasiones.
En el mito de Procne, la hybris parece surgir cuando ella alardea (en una 
de las múltiples versiones de este mito) de ser más feliz en su matrimonio que 
el de Hera con Zeus. Esta prepotencia o engreimiento es castigada por Hera 
enviándoles a Discordia (Pedregal, 2012). Pero también podríamos ubicar el 
desatino en otros puntos de la trama. Por ejemplo, en el acto interesado y 
arribista de Pandión, el padre de Procne, al “darla” en matrimonio a Tereo, 
porque éste le había ayudado a ganar una guerra y por ser este un noble, 
aunque bárbaro, con quien quería emparentar. La ambición del padre, más 
que el agradecimiento, es algo que quizás el Destino quiso castigar. 
Eduardo Díaz Amado
324
Y, claro, lo que sigue es una sucesión de hechos terribles, trágicos: el 
enloquecimiento libidinoso de Tereo por Filomela, la hermana de Procne; laviolación y glosotomía de Filomela; el asesinato y preparación culinaria de 
Itis (el hijo de Tereo y Procne) que es servido como cena para su padre; el 
canibalismo inadvertido de Tereo y la presentación horrible de la cabeza de 
su hijo cuando pregunta por él a Procne y, finalmente, la metamorfosis de los 
protagonistas de la historia en aves: ruiseñor (Procne), golondrina (Filomela) y 
abubilla (Tereo) (en la versión de Ovidio).
Si analizamos este mito, encontramos distintos elementos que tienen 
importancia para nuestra cultura. Para empezar, hay una lectura que se 
puede hacer desde lo que hoy se llama violencia de género. Es claro que el 
mito alude al abuso cometido por Tereo, que acepta a Procne como regalo 
de un padre débil y arribista. 
Para Pedregal (2012), por ejemplo, el asunto central de la historia tiene 
que ver con el acceso al conocimiento que pueden tener o no las mujeres. 
Desde lo patriarcal podría decirse que las mujeres han tenido limitaciones 
para tal acceso. Pero desde la historia de las mujeres sería un logro para 
defender y consolidar. Gracias a que Filomela pudo escribir su mensaje de 
auxilio, bordado en un peplo, y que Procne lo pudo leer cuando una esclava 
se lo trajo, el crimen no queda impune.
Pero está también el hecho de la violación de Filomela que lleva a cabo, sin 
remordimiento, Tereo. Y que no contento con lo hecho, la encierra y le miente 
a su esposa al decirle que Filomela ha muerto. Además, cortarle la lengua 
para que no contara lo sucedido, representando, como lo han dicho algunos 
autores, una segunda violación (A. Pedregal, 2012). En el primer caso, una que 
desgarra las entrañas y destruye la integridad de la persona. En el segundo, 
una que intenta separar a la víctima de la comunidad, de la sociedad, en donde 
la palabra tiene un lugar esencial para la comunicación. Desde una perspectiva 
como la ética del discurso no es posible no hablar. En la comunicación, en la 
intersubjetividad, se ancla nuestra identidad y nuestra moralidad. 
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Los mitos y la estructura psíquica y social del ser humano.
Procne, o de la venganza
El mito nos presenta un desenlace terrible. Si se trataba de que no 
quedara impune el crimen, las acciones de Procne y Filomela parecen 
desproporcionadas. Matar a Itis y servirlo cocinado a su propio padre, quien 
termina comiéndoselo sin saber, señala un castigo destinado a destruir 
completamente y casi de forma sádica al ofensor. No es un castigo físico, 
sino uno de tipo moral que termina siendo más profundo e imborrable. 
¿Se trata de una venganza elaborada bajo sentimientos que enceguecen 
a quien los tiene? En el caso del Código Penal de Colombia, se habla de 
acciones punibles realizadas bajo intensa ira y dolor como un atenuante para 
la pena, lo que quiere decir que se reconoce la alienación que producen 
tales sentimientos. En este estado, las posibilidades del yo para conducir las 
acciones parecen sobrepasadas. 
Es interesante que al banquete solo está invitado el padre, pues tiene un 
sentido sacrificial. Tal como le ocurrió a Abraham con Isaac en la biblia al que, 
sin embargo, no llegó a matar, pues el mismo Dios que había solicitado el 
sacrificio, no lo permitió en últimas. La muerte de Itis ocurre precisamente por 
la ausencia de una divinidad que regule la acción. Hoy hablamos de nuestra 
psique como aquel espacio o nivel donde pensamos, sentimos y regulamos 
nuestras acciones. No hay que olvidar que Psique era también una diosa. 
Sin una psique sana la violencia y la destrucción no pueden ser controladas.
Otro elemento simbólico presente en el mito, o significado latente si lo 
pensáramos desde el psicoanálisis, como un sueño, se refiere al acto de 
antropofagia cometido por Tereo, que no sería raro pues él es un bárbaro. 
Pero, en cambio, que las hijas de un rey de Atenas, cuna de la civilización, 
hayan cometido tales actos, sugiere lo que sucede cuando se desatan las 
fuerzas de lo salvaje (¿ello?) sin el control de la cultura. Claro, también se ha 
dicho que así se representa, prejuiciosamente, la naturaleza indomable de las 
mujeres (A. Pedregal, 2012).
En las sociedades actuales la denuncia y solidaridad de las mujeres se 
ha venido consolidando como un movimiento de reivindicación histórica 
Eduardo Díaz Amado
326
frente a los abusos cometidos por un ejercicio de lo masculino malentendido, 
desviado como efecto de lo patriarcal, y que ha naturalizado acciones 
ominosas y repudiables. Procne y Filomela siguen hoy luchando. Pero tal vez 
sea importante decir que la tentación de infligir castigos violentos y terribles 
frente a tales abusos también está presente. La confusión entre venganza y 
justicia debe resolverse. Lo primero no llevará a lo segundo.
Como lo dice el psiquiatra y psicoanalista Ramón Andreu (2018), “[q]uien 
está dominado por la venganza, está inmerso en un proceso autodestructivo”, 
del cual hay que salir obviamente. Pero cómo lograrlo. En psicoanálisis lidiamos 
con frecuencia con los efectos del trauma, ese daño profundo que sobrepasa 
las capacidades de nuestro yo. El trauma tiene diferentes rostros y hay que 
reconocerlos. Y para reparar o sanar se requiere tiempo, pensar y expresar. 
Por esto no podemos permitir que se corten las lenguas, como a Filomela. 
Vale la pena aquí recordar la propuesta de J. Derrida (2017), sobre que 
es necesario aprender a perdonar lo imperdonable y lo imprescriptible… Esa 
sería la verdadera apuesta ética. Aunque quizás, como plantean algunos (C. 
Rueda, 2011), debe existir el arrepentimiento. ¿Se arrepintió Tereo? ¿Cuáles 
son los rostros de Tereo hoy? ¿O será Borges el que tenga razón?: “Yo no 
hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único 
perdón.” 
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Los mitos y la estructura psíquica y social del ser humano.
Procne, o de la venganza
Referencias
Andreu, R. (2018). Quien está dominado por la venganza, está inmerso en un proceso 
autodestructivo. La Vanguardia. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/
vida/20180309/441356597868/venganza-proceso-autodestructivo.html
Blackwell C.W. y Blackwell A.H. (2002). Mitología. Bogotá: Norma.
Derrida J. (2015). Perdonar lo imperdonable y lo imprescriptible. Madrid: Avarigani. 
Escohotado A. (1993). Rameras y Esposas. Barcelona: Anagrama.
Foucault M. (1992) Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia: Pre-Textos. 
Pedregal, A. (2012), Procne y Filomela, o la importancia para las mujeres de saber 
escribir y leer, bajo el orden patriarcal. Lectora, 18: 127-149. 
Rojas Otálora, J.E. (s.f.) Literatura Antigua. Historia y temas. Bogotá: USTA. 
Rueda Ramírez, C. (2011) Perdonando lo imperdonable: la necesidad del 
arrepentimiento. Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá Facultad de 
Ciencias Humanas Departamento de Filosofía. Disponible en: https://repositorio.
unal.edu.co/handle/unal/7846 
Correspondencia:
Eduardo Díaz Amado 
eduardodiazamado@gmail.com
Recibido en: septiembre 26, 2023
Aprobado para publicación en: octubre 6, 2023

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