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© Editorial UOC Capítulo XVII. Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo… 207 Capítulo XVII Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo al sistema penal Ignacio González Sánchez Introducción: The Wire y el estudio del sistema penal Resaltar las virtudes de una serie como The Wire, a estas alturas, es inútil, especialmente para quien ya tiene en sus manos un libro sobre la serie. Más allá de sus incontables bondades como una historia de ficción, entretenimiento y denuncia —si no comprensión—, aquí nos interesa señalar su utilidad para entender algunas claves del funcionamiento del castigo en la sociedad. The Wire, huelga decirlo, no demuestra nada, ni puede ser prueba de nada para el funcionamiento de nada, pues es una serie —por mucho que se pueda admitir la etiqueta de ciencia social-ficción (Penfold-Mounce et al., 2011). No obstante, el hondo conocimiento de la situación que se vivía en los gue- tos estadounidenses por parte de sus creadores, o del trabajo policial y judicial, o la propia aportación que un gran número de sus protagonistas hacen, la dotan de una gran verosimili- tud. Aquí, sin ser novedosos, se defenderá que la serie puede utilizarse como una herramienta de comprensión, que no de prueba, de dinámicas y fenómenos sociales que en la realidad aparecen mucho más dispersos, menos concentrados y sin caras. Es decir, si bien The Wire destaca por la representa- The_Wire_University_T.indb 207 25/8/16 13:54 © Editorial UOC The Wire University 208 ción compleja de sus personajes, de sus situaciones y de la cantidad de agentes e instituciones implicados en un mismo proceso social (Bandes, 2011), a las ciencias sociales nos sirve precisamente por su simplificación de la realidad —a pesar de que huye de tramas que se resuelven en un solo capítulo o, incluso, en una sola temporada. Como toda simplificación, incluye y excluye aspectos. Por ese mismo motivo, la serie será más útil para visualizar cier- tos enfoques teóricos que otros. En este sentido, nos parece que The Wire es especialmente brillante a la hora de señalar el funcionamiento del sistema penal y las conexiones de las instituciones del castigo con otras instituciones y dinámicas —por ejemplo, las relacionadas con la política de vivienda, que da lugar a los guetos. Así, creemos que es particularmente útil para ilustrar la idea del castigo como una institución social compleja (Garland, 1990) y, más en concreto, algunas apor- taciones que se centran en la estrecha relación políticamente construida entre clase social, etnia y lugar de residencia que se da en el funcionamiento del sistema penal (es decir, en la penalización). En este sentido, se usará el trabajo de Loïc Wacquant (2004), cuya obra tiene tantos paralelismos con la serie que hasta contiene un libro etnográfico en un gimnasio de boxeo del gueto que sirve de refugio a los chavales —a veces de la delincuencia, otras de la propia policía—, tratan- do muchos aspectos que posteriormente reflejaría la serie en torno al personaje de Cutty Wise. La selectividad del sistema penal El sistema penal es selectivo por naturaleza. En todos los países y en todo tiempo, las cárceles han estado llenas de The_Wire_University_T.indb 208 25/8/16 13:54 © Editorial UOC Capítulo XVII. Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo… 209 pobres, y la actuación policial suele estar más orientada hacia ilegalidades con escasos perjuicios y beneficios que hacia las ilegalidades de los poderosos. De hecho, y basta con mirar hacia atrás en nuestra propia vida o en la de los conocidos, la cantidad de delincuencia es tanta —y la mayoría no grave y con dudosa existencia de víctimas directas— que es totalmen- te imposible que el sistema penal actúe sobre toda ella, inclu- so si fuese ese su objetivo. Por lo tanto, el sistema penal solo puede actuar sobre una minoría. Cómo se selecciona a esa minoría es lo fundamental, y en ello se ven muchas dinámicas sociales asociadas a la exclusión, la imagen de los grupos y el trato que ha de dispensarles el sistema penal (piénsese, por ejemplo, de qué manera tan distinta se le notifican los reque- rimientos judiciales —o directamente las detenciones— a los habitantes del gueto y al senador Clay «Sheeeeeeeeit» Davis). Siguiendo a Wacquant (2010), la penalidad contemporá- nea opera esta selectividad, al menos, sobre tres ejes: clase social, etnia y lugar de residencia. Aquella población que se encuentre en la intersección de estos tres vectores tenderá a tener más visitas hostiles de la policía y a pasar más noches fuera de casa involuntariamente que una persona caucásica de clase media que viva en cualquier lugar aleatorio (de hecho, la probabilidad de un hombre afroamericano pobre de pasar, al menos, un año de su vida en prisión es de un tercio). Al menos, pues, hay tres vectores a partir de los cuales seera El primer eje sería la clase social, que incluye el nivel eco- nómico de una persona, pero no únicamente, pues también tiene que ver con la educación formal recibida, la situación laboral, el prestigio del empleo o del grupo de pertenencia, etc. En general, a quienes se penaliza más son a los grupos devaluados material y simbólicamente, con escasos recursos The_Wire_University_T.indb 209 25/8/16 13:54 © Editorial UOC The Wire University 210 económicos para pagar un buen abogado, con recursos socia- les no siempre valiosos —no es lo mismo conocer a alguien dentro de los tribunales que te pasa información del juicio que conocer al vecino que te pasa información del barrio— o con escasos conocimientos sobre tecnología —piénsese en la maravillosa escena de la fotocopiadora detectora de verdades y mentiras— o, incluso, sobre los derechos en caso de deten- ción, etc. La etnia, pues, opera como un filtro cultural que identifica, primero, y justifica, después, las actuaciones del sistema penal sobre unas personas bajo la rúbrica de la «peligrosidad». La construcción de grupos sociales devaluados conlleva que, en momentos de ansiedad e inseguridad, los temores tiendan a focalizarse sobre ellos, convirtiéndose en una especie de chivo expiatorio fácil de presentar como culpable. Habría que señalar también que, a pesar de que ni en The Wire ni en la obra de Wacquant aparece, la penalización que sufren los latinos en los Estados Unidos también es desproporcionada. A pesar de que nadie que haya visto la serie pueda decir que trata sobre un gueto —ya que con el paso de las tempora- das se ve claramente que la serie es sobre la ciudad entera—, gran parte de The Wire, y sobre todo lo relacionado con los procesos de penalización directa, sucede en el gueto —en los projects. El gueto es el resultado deliberado de una política de viviendas muy racista, con el fin de excluir socialmente a sus residentes, pero sin renunciar a su explotación económica. Así lo fue tanto cuando el estigma caía sobre los judíos, pero se requerían sus préstamos, como cuando los afroamericanos llegaron a las ciudades estadounidenses, que resultaban apar- tados, pero a la vez eran requeridos para ocupar los peores trabajos en el mercado laboral. The_Wire_University_T.indb 210 25/8/16 13:54 © Editorial UOC Capítulo XVII. Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo… 211 Cuanto más pobre, menos blanco y en peor barrio se viva, las probabilidades de que el sistema penal te castigue, a igual- dad de delito o de no delito, son mayores. Estos vectores de exclusión son factores de riesgo frente al sistema penal y tam- bién funcionan a la inversa: tener más dinero, y/o estudios, ser blanco y vivir en un buen barrio funciona como factor de protección, no frente a la delincuencia, como se ve con la mayoría de personajes «de bien» en la serie y en nuestras noticias a diario, sino frente al sistema penal. Estar a un lado o a otro del sistema penal (entre quienes aplican las leyes o a quienes les son aplicadas) es una cuestión de suerte,y esa suerte se reparte probabilísticamente entre esos vectores. En España estos procesos también se dan, aunque con sus lógicas particularidades. Por ejemplo, las cárceles han estado, y siguen estando, llenas de pobres: personas con escasos estu- dios, trabajos mal pagados, precarios y con escaso prestigio, y cuyas familias y conocidos también han sido penalizados (Gallego et al., 2010). Incluso el importante cambio en la población penitenciara en los últimos años referente al incre- mento de presos extranjeros —que, en España, coincide en parte con minorías étnicas (alemanes y británicos no suelen acabar en prisión)—, pasa por un filtro de clase, que a su vez, en muchas ocasiones, ha pasado por un filtro previo de barrio —Barajas aparte— mediante la práctica de redadas racistas y la gestión de la deportabilidad (De Genova, 2002). Si se mira más atrás, y en este mismo sentido, no es posi- ble comprender el funcionamiento y la representación del sistema penal español si no se tiene en cuenta la tremenda penalización a la que se ha visto sometida el pueblo gitano (Equipo Barañí, 2001). No hace mucho que los poblados chabolistas formaban parte regular de la geografía española, The_Wire_University_T.indb 211 25/8/16 13:54 © Editorial UOC The Wire University 212 como también lo eran los barrios de absorción de migración interior desarrollados en el tardofranquismo y que fueron fundamentales para comprender la delincuencia en los años ochenta. Más recientemente, la actuación policial sobre deter- minados barrios parece que no tiene tanto que ver con lógicas de refuerzo de la exclusión, sino con procesos directos de revalorización del terreno, como los mal traducidos procesos gentrificadores (veáse Sorando, 2016). Estos consisten en expulsar directa o indirectamente a los vecinos de un barrio con el fin de poder vender esas casas —tras su rehabilitación y la construcción de algún museo en el barrio— a gente que tiene más dinero y, sobre todo, más capital cultural (es fácil ver por qué se ha propuesto «aburguesamiento» o «eli- tización» como traducción). En ocasiones el proceso es más fluido que en otras, en cuyos casos el uso del hostigamiento policial y la aprobación de planes especiales de seguridad no son excepcionales, como muestra de manera muy clara el caso del madrileño barrio de Lavapiés. Esta conjunción típica ibérica, que además ya forma parte del imaginario colectivo, quedó retratada en el llamado «cine quinqui» (Cuesta y Cuesta, 2009). Aunque comparar The Wire con cualquier producción de esta oleada de películas sea del todo inapropiado, en estas películas pueden verse dinámicas de castigo y exclusión básicas para la conformación de la democracia española de manera mucho más clara que las representaciones de la transición u otro tipo de producciones culturales de los ochenta. Separar estos tres vectores, y alguno más (por ejemplo, el género o los tipos de delito, como la venta de drogas fren- te a especulación financiera o corrupción de funcionarios públicos), es harto difícil. El sistema penal, además de ser un The_Wire_University_T.indb 212 25/8/16 13:54 © Editorial UOC Capítulo XVII. Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo… 213 instrumento para gestionar —de aquella manera— la delin- cuencia, es una institución clave en la categorización social, generando un grupo —aquel sobre el que actúa— que se percibe como peligroso y digno de tener la mayor atención penal, aunque sea precisamente por la propia actuación de la policía —en un maravilloso ejercicio de violencia simbólica. A su vez, sus actuaciones van encaminadas hacia esos grupos que, por otras dinámicas exteriores al sistema penal, pero no ajenas a él, se consideran degradados, por ejemplo, por racis- mo o clasismo, en la cultura o en el mercado laboral, siendo así causa y a la vez consecuencia de un proceso amplio social de estigmatización de sectores de la población. El negacionismo del sistema penal The Wire es muy buena señalando que el sistema penal ni trata a todas las personas por igual ni actúa en todos los sitios, como también que no todas las personas tienen los mismos recursos sociales, culturales, económicos —ni siquiera pare- cidos— para defenderse de la justicia (paradójica idea, por cierto). Esto, difícil de plantear y sobre todo de que se acepte en la discusión pública, la serie lo muestra explícita e implíci- tamente, a nivel individual e institucional, en el corto, medio y largo plazo. Los sistemas penales operan sobre la base de la norma- tividad: cómo habría que comportarse, cómo deberíamos ser, etc., y para ello parte, como todos los sistemas, de unas asunciones. En este caso corresponden en su mayoría a asun- ciones sobre el comportamiento del ser humano del siglo xviii —nótese, antes de que se desarrollasen las ciencias sociales y, por lo tanto, antes de que existiese un conocimiento sistemá- The_Wire_University_T.indb 213 25/8/16 13:54 © Editorial UOC The Wire University 214 tico sobre las personas basado en investigación empírica. Las principales asunciones del sistema penal se basan en las de la escuela clásica, que asumen que existe el libre albedrío, que la gente actúa racionalmente, que conoce las leyes y que por lo tanto pueden ser disuasorias, que tenemos capacidad de decisión o que tiene sentido siquiera defender la posibilidad de igualdad ante la ley.1 Estas asunciones ignoran la desigualdad social y las distin- tas posiciones y disposiciones sociales. Menosprecia las contra- dicciones e ignora el poder de las instituciones y las dinámicas burocráticas y de organización que influyen y conforman nues- tras acciones, hechos que The Wire desarrolla magistralmente. Eliminan el tiempo real en el que transcurren las acciones —y que muchas veces excluye la posibilidad de una elección «racional», pues la inmediatez del momento no puede esperar a un proceso de cálculo y toma de decisiones—, y minimizan la importancia de cuestiones simbólicas relacionadas con los afectos o con el prestigio —por ejemplo, no puede explicar bien el final de Marlo Stanfield y la importancia de «su nom- bre» (véase Bourdieu, 2008). Más allá de la crítica empírica o teórica que se le pueda hacer a esta concepción de lo humano y lo social —y a la que le correspondería su justa defensa—, en términos reales, vitales, perjudica a quienes se encuentran en posiciones muy distintas a las previstas por el sistema penal. La serie es sobre- saliente en su descripción de comportamientos que en un 1 Estas asunciones no se abandonaron tras la Ilustración, sino que se han man- tenido vigentes en el sistema penal y se han sofisticado en las ciencias sociales —sobre todo a través del lenguaje matemático— con las teorías de la elección racional o las teorías de juegos. The_Wire_University_T.indb 214 25/8/16 13:54 © Editorial UOC Capítulo XVII. Pobre, negro y del gueto, o cómo resultarle atractivo… 215 contexto son castigados con la cárcel y en otros, premiados con un ascenso. No es lo mismo que quien te investigue sea una persona de otro grupo étnico, de otra clase social y de un barrio en el que las problemáticas de los chavales de The Wire, o de las Barranquillas, son simplemente inimaginables, que lo haga el que ha sido tu compañero de promoción, trabajo y cervezas (la evolución y el retiro de Thomas Herc Hauk son ejemplares). En definitiva, The Wire es una magnífica serie y un valioso material para comprender muchas de las dinámicas sociales que tienen que ver con cuestiones de exclusión social y, con- secuentemente, del sistema penal. La imagen que presenta de las personas y de sus dinámicas muestra muy claramente por qué los sistemas penales tienden a ser representaciones grotescas de la realidad. Esto, perdonable y esperable en una obra de ficción, tiene una importancia distinta cuando no se trata de conseguir convertirse en una serie de culto, sino de encerrar y castigar a sereshumanos. Cualquier persona que haya visto The Wire no puede volver a enfrentarse a las representaciones típicas del funcionamiento de la justicia y no sentirse engañado. The_Wire_University_T.indb 215 25/8/16 13:54 © Editorial UOC The Wire University 216 Bibliografía Bandes, Susan A. (2011). «And All the Pieces Matter: Thoughts on The Wire and the Criminal Justice System». Miami Law Research Paper Series (núm. 19). Bourdieu, Pierre (2008). El sentido práctico. Madrid: Siglo xxi. Cuesta, Amanda y Cuesta, Mery (eds.) (2009). Quinquis de los 80: cine, prensa y calle. Barcelona: Diputació de Barcelona. De Genova, Nicholas P. (2002). «Migrant “Illegality” and Deportability in Everyday Life».Annual Review of Anthropology (núm. 31, p.419-447). Equipo Barañí (2001). Mujeres gitanas y sistema penal. Madrid: Meytel. Gallego, Manuel et al. (2010). Andar 1 km en línea recta. La cárcel del siglo xxi que vive el preso. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas. Garland, David (1999). Castigo y sociedad moderna: un estudio de teoría social. México: Siglo xxi. Penfol-Mounce, Ruth; Beer, David; Burrows, Roger (2011). «The Wire as Social Science-Fiction?». Sociology (núm. 45-1, p.152-167). Sorando, Daniel (2016). «Espacios en conflicto: desahucio y dis- tinción de los centros urbanos». Documentación Social (núm. 176, p.55-70). Wacquant, Loïc (2004). Entre las cuerdas. Cuadernos de aprendiz de un boxeador. Madrid: Alianza. Wacquant, Loïc (2010). Castigar a los pobres: El gobierno neoliberal de la inseguridad ciudadana. Barcelona: Gedisa. The_Wire_University_T.indb 216 25/8/16 13:54
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