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Oso polar

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Oso polar
El oso polar es un animal mamífero que se caracteriza por su hocico en punta, su cabeza algo aplastada y su pelo de color blanco. Como su nombre lo indica, esta especie pertenece al grupo familiar de los osos o úrsidos y habita en la región polar (concretamente en la zona del polo norte).
El oso polar vive en el Ártico, en aguas cubiertas de hielo. El oso polar depende del hielo marino para acceder a las focas, su principal fuente de alimento, así como para descansar y reproducirse. La población total de osos polares se divide en 19 unidades o subpoblaciones.
Cuentan con una gruesa capa de grasa corporal y un recubrimiento a prueba de agua que los aísla del aire y el agua fría. Son talentosos nadadores: pueden mantener un ritmo de seis millas por hora (9.6 kph) remando con sus patas delanteras mientras sostienen sus patas traseras planas como un timón.
Se conoce como oso polar o también oso blanco (debido al color de su pelaje, ideal para cazar entre el hielo y la nieve) a una especie de mamífero cuadrúpedo, típico de las regiones heladas del ártico, que constituye uno de los carnívoros terrestres de mayor tamaño en la actualidad. Su nombre científico es Ursus maritimus.
El oso polar pertenece, lógicamente, a la familia de los osos (ursidae), una rama de mamíferos carnívoros originada hace unos 4,8 millones de años, y constituye una de sus especies más jóvenes, cuyos fósiles más antiguos datan de hace 130.000 o 110.000 años aproximadamente, momento en el que se separó del oso pardo (Ursus arctos).
Aunque fue descubierto como especie por el explorador británico del ártico Constantine John Phipps (1744-1792) en 1774, en realidad los pueblos inuit lo conocían ya desde hace mucho y se refieren a él en su lengua como “nanook”.
Se trata del único superdepredador del hábitat del ártico: un animal tan hermoso como feroz, excelente nadador y adaptado a las inclementes temperaturas cercanas al polo.
Su piel negra, que atrae más la radiación solar y ayuda a conservar el calor, está cubierta de un pelaje translúcido, que por efecto de la radiación solar se percibe blanco o a veces amarillento, aunque en cautiverio puede llegar a tornarse verdoso, debido al crecimiento de algas en su superficie; algo que, en su hábitat natural, jamás habría ocurrido.
Características del oso polar
El oso polar es un animal fascinante que reúne las siguientes características:
· Es cuadrúpedo, o sea, camina sobre sus cuatro patas, terminadas en garras filosas y cortas, diseñadas para la cacería marítima.
· Su pelaje es blanco y lo recubre por completo, aunque debajo haya una piel negra raramente visible. Por debajo de la piel y de la dermis poseen una densa capa de grasas que aísla el cuerpo del entorno, y que sólo se adelgaza en la cabeza y en el hocico.
· Los machos de la especie suelen medir unos 2,6 metros de largo y pesar entre 350 y 680 kg, mientras que las hembras rondan los 2 metros y unos cientos de kilogramos menos de peso. Se trata, pues, de un animal muy voluminoso y pesado.
· Son cazadores solitarios, dotados de un olfato prodigioso y una mordida de 86.83 kilogramos-fuerza por centímetro cuadrado, esto es, más fuerte que la del tiburón blanco o el tigre de Bengala.
· Poseen una asombrosa capacidad para nadar: pueden cubrir unos 10 kilómetros por hora de nado franco. Sin embargo, su alimentación se produce siempre en lo seco. Su piel, además, es impermeable.
· No hibernan durante el crudo invierno del ártico, y pasan alrededor del 50% de su tiempo de vida buscando qué comer.
El hábitat de los osos polares está restringido a la región ártica, alrededor del Polo Norte. Sus poblaciones se distribuyen de la siguiente manera:
· Al oeste de Alaska y la isla de Wrangel.
· Al norte de Alaska.
· En la tundra canadiense (60% de los osos polares habitan aquí).
· En Groenlandia.
· Al norte de Rusia.
· En el archipiélago de Svalbard y el Archipiélago de Fritjof Nansen, al norte del continente europeo.
El oso polar posee una dieta casi exclusivamente carnívora, interrumpida sólo en el verano del ártico para ingerir una poca porción de vegetales. Siendo el máximo depredador de la región, suele cazar crías y adultos de otros mamíferos marinos, como focas, y belugas, que capturan cuando éstos rompen el hielo para subir a respirar, o la eventual morsa joven e indefensa.
También pueden alimentarse de peces, o de los huevos y crías de las aves marinas, e incluso de sobrantes de alimento de las colonias humanas. Los osos polares no ingieren agua, sino que la obtienen de los fluidos corporales de sus presas, dado que en el ártico el agua es salada y ácida. Y en condiciones de escasez, pueden recurrir al canibalismo.
El período de apareamiento es el único momento del año en que los osos polares se muestran amistosos entre sí, a pesar de que las peleas entre machos por el acceso a la hembra son comunes. Como todos los animales superiores, su reproducción es sexual y mediante fecundación interna, aunque la fertilización del óvulo de la hembra se produce en diferido, casi cuatro meses después de la cópula con el macho.
Esto le permite a la hembra almacenar la mayor cantidad de grasa posible para soportar sin comer, no sólo durante el parto, en el que se da a luz a uno o dos cachorros generalmente, sino durante el tiempo de lactancia, que dura unos cinco meses aproximadamente.
El período de vida de los osos polares puede alcanzar un máximo de 30 años.
Actualmente, de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el oso polar se registra como una especie en situación de conservación vulnerable (VU), es decir, que sus comunidades están bajo amenaza, pero no en peligro inmediato de extinción.
El número total de osos polares en los últimos 45 años se ha reducido en al menos un 30%, rozando una población estimada entre 20.000 y 25.000 individuos, debido a la caza indiscriminada, a punto tal que su caza está prohibida en numerosos países.
Sin embargo, el mayor riesgo para los osos polares lo representa la polución humana. Su impacto no sólo crea la presencia de sustancias nocivas en el hielo del ártico, sino también el calentamiento global, que ha ido derritiendo el hielo y, por ende, reduciendo la superficie sólida disponible para que el oso polar la habite.
El derretimiento del hielo más temprano cada año ocasiona que las hembras, después de aparearse, no tengan el tiempo suficiente para acumular sus reservas de grasa, lo cual ha provocado una caída del 15% en la tasa de nacimientos del oso polar.

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