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cronica

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El siguiente caso es real, los nombres han sido cambiados para proteger su identidad”
“En memoria de Karla, hija, hermana y amiga. Karla despareció el 27 de enero del 2014 y encontraron su cuerpo en mayo del 2016 tras 27 meses de desparecida.” 
Las manecillas del reloj marcaban las 10, en una fría y oscura noche del martes 28 de enero del 2014. El ángel de la muerte se apareció de golpe ante Karla, asesinada brutalmente por su expareja Carlos. Su cuerpo yacía en una quebrada, en el sector de Carcelén de la ciudad de Quito hasta que dos años más tarde su agresor confesaría su crimen y se entregaría ante la policía. 
El día antes de su muerte, Karla se levantó temprano, estaba muy preocupada, pues llevaba algunas semanas de retraso en su menstruación. Salió de su casa en el cantón Chambo, donde vivía con su madre. Buscaba una farmacia para comprar una prueba de embarazo casera que le quitara la angustia que tenía.
Dos rayas se marcaron de forma notoria. Las lágrimas no tardaron en aparecer en sus grandes ojos. Estaba muy confundida, no sabía que hacer apenas tenía 19 años y estaba empezando la carrera de medicina en la Escuela Superior politécnica de Chimborazo
El martes 28 de enero Angie decidió ir a Quito a ver a su exnovio. Le dijo a su madre que iría a un evento con su amiga Angie Calvopiña. Llevaba una licra negra, un abrigo color beige largo, zapatos de ballerina color negros y una cartera pequeña cruzada. Decidió amarrar su cabello. Se dirigió al Banco Guayaquil a retirar dinero. 
María, su madre, estaba convencida de que su hija se encontraba con una amiga, pero cayó la noche y Angie jamás regresó. 
“El instinto materno me decía que algo no estaba bien. Esa noche no pude dormir. Llamaba a Karla cada instante sin obtener respuesta. Pero sus redes sociales seguían activas y continuaron hasta el día siguiente”. 
El 30 de enero su celular ya no recibía llamadas. 
“Decidí contactar a Carlos, pero él me contestó que no sabía nada de ella y que no la había visto.” 
Llamó a Juan, novio de Karla, quien le dijo que no había hablado con ella desde el lunes. 
Su preocupación aumentaba cada vez más. Se comunicó con toda su familia para tratar de encontrar rastro de su hija, pero fue en vano. Juan le comentó lo del embarazo. Noticia que alarmó aún más la búsqueda. Salió de su casa a presentar la denuncia de la desaparición de Karla. Ahora se convirtió en un caso. Empezó la búsqueda. 
“Primero hicimos plantones y vigilias en Riobamba para tratar de encontrarla, pero todos los esfuerzos fueron en vano”. 
Conforme pasaban los días su corazón se estaba partiendo a pedazos al no saber nada de su hija. 
“Rastreamos el celular de Karla y su última conexión fue en Quito”. 
En 2014 a solo 5 meses de la desaparición de Karla se realizó el llamado para la primera audiencia. La mamá de Karla señaló a Carlos como el principal sospechoso. Aquel día se presentó en la fiscalía para presentar su versión de los hechos. Carlos mencionó que no sabía nada de ella. Además, dijo: que sí, habían hablado, pero que ella nunca llegó hasta su casa en Quito. 
En 2015 la espera se estaba haciendo eterna. Su madre no podía creer que Karla llevaba ya un año desparecida. Una segunda audiencia se convocó, para indagar en nuevos lugares y encontrar nuevas pistas. Carlos fue nuevamente llamado a declarar. En la fiscalía, se presentó junto a sus padres, quienes estaban llorando la pérdida de su hija menor. Y esta segunda audiencia resultó inútil, el sospechoso continuaba con su versión de los hechos y parecía que Angie simplemente decidió irse de casa.
Meses después Carlos ingresó a una clínica de rehabilitación por consumo de drogas. Estuvo cuatro meses sin consumir estupefacientes. El día que salió, llegó a su casa y llorando les confesó a sus padres que aquel 28 de enero del 2014, él había asesinado a su expareja Karla . Nervioso y con el corazón hecho trizas llevó a su hijo la mañana del martes 3 de mayo del 2016 a la fiscalía para confesar lo sucedido hace 27 meses. 
En el Ecuador han sido asesinadas más de 3200 niñas y mujeres en los últimos 16 años. Estos crímenes no respetaron condición social, nivel de educación, lugar de residencia, color de piel o estado marital. Algunas cifras revelan una realidad alarmante que ha querido ser negada por quienes afirman que el femicidio no existía sino hasta 2014, cuando fue incluido en la legislación penal ecuatoriana. 
¿Qué paso realmente ese día?
Karla, triste y sola, con una vida en su vientre salió a las 3 de la tarde de su casa en Riobamba, para encontrarse con aquella persona que la entendía, la escuchaba y la amaba. Retiró 30 dólares del Banco Guayaquil. Caminó hacia la terminal de buses y tomó el primero con dirección al terminal de Carcelén. Sentada durante todo el camino pensaba en ese ser que llevaba en su vientre. Como sería tenerlo en sus brazos, pero se frustraba al creer que su padre no lo quería, que era un hijo no deseado y no planeado. Su cabeza alborotada estaba ansiosa de ver a su exnovio, pero tenía temor de su reacción. Después de casi tres horas de viaje su llegó a su destino. Con frío se bajó del bus, el reloj marcaba las 7 de la noche y Carlos la esperaba sentado frente al bus. Antes de verla había consumido drogas. Caminó hacia ella y le dio un beso. Compraron pizza. Después de una larga conversación Karla le confesó que estaba embarazada Una rabia profunda invadió su cuerpo.
Ella estaba asustada, incapaz de una decisión propia, y se había asustado mucho más cuando él tomó una piedra y la golpeó en la cabeza. De inmediato calló inconsciente y sin esperar colocó sus manos frías con olor a muerte sobre su cuello y la estranguló. Horas después regreso para enterrar el cuerpo. Empezó a cavar un profundo hueco donde enterraría sus sueños y esperanzas que algún día tuvo. Unas lágrimas caían de sus ojos negros, pero debía continuar. Después de cavar metió el cuerpo en el hueco y lo cubrió. Enterró aquel amor incomprendido, Karla tenía 19 años cuando aquel fatídico día le arrebataron su vida. Carlos tenía 19 años cuando decidió destruir muchas vidas incluyendo la suya.

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