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de realizar una vida totalmente normal. Pasados un año y dos meses no presenta ningún déficit neurológico e incluso es capaz de subir y bajar escaleras como antes del episodio. No se han observado recidivas. Discusión La PRAI se caracteriza histopatológica- mente por una inflamación de las raíces ner- viosas de la médula espinal de naturaleza inmunomediada que se considera equiva- lente a la neuropatía aguda humana llamada Síndrome de Guillian-Barré (SGB) [2, 3]. La causa más común de la PRAI en EE.UU. es el contacto de los perros cazadores con la saliva de mapache (normalmente por mor- dedura), pero a pesar de que este animal no existe en estado salvaje en Europa, la enfer- medad también se ha observado en nuestro continente [3]. Otros factores precipitantes pueden ser vacunación reciente, infecciones de vías respiratorias altas o infecciones del tracto gastrointestinal. La patogénesis exacta de la enfermedad no está completamente clara, pero parece que una respuesta abe- rrante del sistema inmunitario desempeña un papel fundamental en la inflamación de estas estructuras nerviosas, ya que los anti- cuerpos antigangliósidos son mediadores importantes de este desorden [4]. La unión de estos anticuerpos a los gangliósidos que se encuentran en las membranas del tejido neural activa la cascada del complemento lo que da lugar a un ataque contra los comple- jos de la membrana, cambios patológicos y una disfunción de las estructuras afectadas. De hecho, un estudio reciente demostró la presencia de anticuerpos antigangliósi- dos anti-GM2 en el suero de un alto por- centaje de perros con PRAI, lo que apoya esta sospecha y refuerza las similitudes de esta enfermedad con el SGB donde se han Polirradiculoneuritis aguda idiopática: hallazgos clínicos y evolución Esta alteración se caracteriza histopatológicamente por una inflamación de las raíces nerviosas de la médula espinal de naturaleza inmunomediada. A partir de la descripción de un caso detallaremos los hallazgos clínicos y su evolución. La polirradiculoneuritis aguda idiopá- tica (PRAI) es la neuropatía periférica más común en perros. Se trata de una enfer- medad inmunomediada que produce una inflamación de las raíces nerviosas ventra- les de la médula espinal, pero también de los pares craneales lo que provoca debili- dad y disminución de los reflejos. Las pri- meras descripciones de la enfermedad se dieron en perros tras sufrir la mordedura de un mapache. Sin embargo, rápidamente se identificó el mismo síndrome en perros en los que no existía ningún estímulo ini- cial aparente. No existe una causa única para su desarrollo, aunque el sistema inmu- nitario, que puede ser estimulado por una gran cantidad de alérgenos e infecciones, desempeña un papel importante en la inflamación de estas estructuras. El espec- tro clínico varía desde una ligera debilidad en los casos más leves, a tetraplejia con pérdida de todos los reflejos espinales, lle- gando incluso a provocar parálisis respira- toria en los casos más graves [1]. Caso clínico Un West Highland White Terrier macho castrado de 10 años de edad fue referido a Aúna Especialidades Veterinarias por una historia aguda de tetraparesia no ambu- latoria de 12 días de evolución. El exa- men físico no mostró ninguna anomalía evidente aparte de sobrepeso con índice corporal de 7/9. En el examen neuroló- gico el paciente presentaba tetraparesia no ambulatoria con disminución del reflejo de retirada en los cuatro miembros pero sensibilidad presente a juzgar por la res- puesta consciente al dolor y disminución del tono muscular generalizado. La debi- lidad extrema impedía la corrección de las extremidades durante la prueba de posicionamiento propioceptivo. No existía dolor durante la palpación y manipulación de la columna. El estado mental y examen de los pares craneales se consideró normal (vídeo). Según los signos clínicos se sospe- chó de una lesión neuromuscular difusa considerando los diagnósticos diferencia- les de PRAI, polineuritis infecciosa (Toxo- plasma, Neospora), botulismo, miastenia grave y polineuropatía paraneoplásica. Los resultados de las analíticas prea- nestésicas se encontraban dentro de los rangos de referencia. Se realizaron prue- bas de electrodiagnóstico bajo anestesia general mediante electromiografía, estudio de conducción motora, ondas F y estimu- lación repetitiva en las que se apreciaron cambios compatibles con una axonopatía moderada manifestada por una disminu- ción de las amplitudes de las ondas mus- culares en miembros pélvicos y torácicos (6,6-10,2 mV; ref. >15) con velocidades de conducción ligeramente retrasadas en el segmento proximal de los nervios tibiales (figuras 1 y 2). La amplitud de las ondas F estaba igualmente reducida indicando una afectación preferencial de los segmen- tos proximales de los nervios (figura 3). La estimulación repetitiva para detectar anormalidades de la unión neuromuscular descartó un síndrome miasténico (figura 4). En la electromiografía se observaron potenciales espontáneos en músculos apendiculares de forma asimétrica lo que indicaba denervación. Se extrajo líquido cefalorraquídeo (LCR) de la zona lumbar en el que el recuento celular se encon- traba dentro de los rangos de referencia (<5 cel/µL) ya que no se observaron célu- las y mostraba una reacción de Pandy ligeramente positiva. Se enviaron mues- tras de LCR para descartar la presencia de Toxoplasma gondii y Neospora caninum mediante PCR que resultaron negativas. Aunque la recomendación clínica fue la de hospitalizar al paciente, esto fue impo- sible por motivos económicos. Los propie- tarios fueron instruidos en los cuidados de soporte y fisioterapia necesarios durante el proceso de recuperación y ocho semanas después, aunque aún mostraba cierta ataxia y debilidad muscular, el paciente era capaz Alba Farré Mariné1 y Alejandro Luján Feliu-Pascual2 1LV 2LV, MRCVS, Dipl. ECVN Servicio de Neurología/Neurocirugía Aúna Especialidades Veterinarias aunaespecialidadesveterinarias.es Imágenes cedidas por los autores El paciente presentaba tetraparesia no ambulatoria con disminución del reflejo de retirada en los cuatro miembros pero sensibilidad presente a juzgar por la respuesta consciente al dolor y disminución del tono muscular generalizado. Pasados un año y dos meses no presenta ningún déficit neurológico e incluso es capaz de subir y bajar escaleras como antes del episodio. Figura 1. Potenciales de acción muscular obtenidos durante la estimulación del nervio tibial a la altura del trocánter mayor del fémur, fosa poplítea y articulación tibiotarsiana; se observa reduc- ción de la amplitud de los potenciales en la porción proximal. 185 En portada Traumatología y neurología 185 56 EN PORTADA / TRAUMATOLOGÍA Y NEUROLOGÍA La sección principal de este mes la in- tegran cinco artículos que tratan sobre diferentes patologías traumatológicas y neurológicas. La polirradiculoneuritis aguda idiopática y la displasia de codo abren la sección que se continúa con otros dos trabajos sobre las fracturas de radio y cúbito. La resolución de una fractura antigua de fé- mur con un nuevo sistema de clavo blo- queado completa nuestro especial. Tratamiento No es necesario ningún tratamiento específico para este tipo de polineuro- patía. Los perros afectados recuperan la movilidad sin necesidad de ningún tipo de medicación específica, aunque puede persistir algún grado de debilidad en los casos más graves. En medicina humana el tratamiento consiste en la administra- ción temprana de inmunoglobulinas en dosis altas o plasmaféresis. Un estudio piloto en 30 perros con PRAI demostró que los perros tratados con inmunoglobu- linas intravenosas presentaban una recu- peración más rápida (mediana 27,5 días) en comparación con el grupo control (mediana 75,5 días) [7]. Sin embargo, el elevado coste de este tratamiento lo hace poco viable en pacientes veterinarios.La administración de glucocorticoides no es recomendable puesto que no alte- ran el curso de la enfermedad y han sido implicados en la disminución de la super- vivencia en pacientes con SGB [4]. La fisioterapia intensiva es de especial importancia en estos casos para disminuir la atrofia muscular neurogénica y mante- ner la movilidad articular. Los cuidados de soporte como volteos frecuentes y propor- cionar una cama blanda son también esen- ciales para prevenir úlceras de decúbito en animales no ambulatorios [4]. En el caso que se describe, por el hallazgo de los cambios característicos de PRAI, y una vez descartadas las causas infecciosas de la polineuropatía, se alcanzó el diagnós- tico presuntivo de esta enfermedad. Esto permitió asesorar al propietario sobre la progresión del cuadro clínico, dictaminar un pronóstico de bueno a excelente y esta- blecer unos periodos de recuperación ade- cuados a la gravedad del cuadro clínico con el fin de evitar la eutanasia del animal. descrito un amplio espectro de anticuerpos de este tipo [5]. Además, existen evidencias de la implicación de mecanismos mediados por células T CD41 autorreactivas, interfe- rón G, células B proliferativas y macrófagos que dañan la mielina y los axones tanto de forma directa como indirecta. Esta reac- ción inmunomediada parece estar dirigida básicamente a las raíces nerviosas ventrales (motoras) y los nervios espinales, y puede afectar a las raíces nerviosas dorsales de una forma variable, pero siempre en menor medida [4]. Se ha descrito la enfermedad en perros de diferentes edades y razas entre una y dos semanas después del evento antecesor, si es que se ha observado. El curso clínico es agudo y progresivo, pero de gravedad varia- ble, y comienza con marcha envarada que avanza rápidamente a tetraparesia o tetra- plejia flácida y que típicamente empieza por los miembros pélvicos. Aunque es poco fre- cuente, los miembros torácicos pueden ser los primeros en verse afectados. Examen neurológico y hallazgos clínicos El examen neurológico muestra disminu- ción generalizada de los reflejos espinales excepto el perineal, afonía e hiperestesia espinal. Algunos perros desarrollan paresia o parálisis facial. A pesar de la gravedad, los animales afectados son capaces de deglutir, mover la cola y orinar con nor- malidad. En los casos más graves el ani- mal puede presentar parálisis respiratoria por afectación de los nervios intercostales y nervios frénicos aunque no es frecuente. Si se llega a este punto, el pronóstico es grave, aunque la causa de muerte más fre- cuente es la eutanasia por el elevado coste de la ventilación mecánica. En medicina humana, donde los recursos no se encuen- tran tan limitados por motivos económicos, la supervivencia es mucho mayor por lo que se cree que si los recursos fuesen ili- mitados, en veterinaria también lo sería [6]. Cuando termina la progresión, los sig- nos neurológicos se estabilizan durante un periodo variable de dos semanas a cuatro o seis meses. La mayoría de los perros se recuperan pasadas entre tres y seis semanas. Sin embargo, a veces la recuperación puede ser incompleta y la duración de los signos clínicos parece estar relacionada con la gravedad del cuadro de manera que cuanto más grave sea la paresia, más largo es el tiempo de recuperación [2, 4]. Diagnóstico de PRAI La lista de diagnósticos diferenciales para este tipo de presentación incluyen: • Botulismo. • Miastenia grave fulminante. • Polineuritis/miositis infecciosa o inmu- nomediada. • Intoxicación por coccidiostáticos y estatinas (medicaciones para reducir el colesterol). Las dos primeras enfermedades se des- cartaron al no encontrarse signos autó- nomos o megaesófago, pero sí actividad muscular espontánea. El PCR de Toxo- plasma gondii y Neospora caninum era negativo por lo que se consideró que estas infecciones eran poco probables. No había existido exposición conocida a tóxicos, los propietarios no estaban recibiendo ningún tipo de medicación para disminuir el coles- terol, la CK se encontraba dentro de los rangos de referencia y no existía mioglobi- nuria, lo que descartó la intoxicación por este tipo de compuestos como la causa de la enfermedad neurológica. El diagnóstico definitivo de PRAI solo es posible mediante la biopsia de las raíces nerviosas de la médula espinal, lo que no se realiza en la práctica, o tras la necrop- sia. Los cambios patológicos en las raíces nerviosas ventrales y los nervios perifé- ricos consisten en infiltración leucocítica de composición e intensidad variables, desmielinización paranodal y segmentaria y degeneración axonal. Las raíces nervio- sas lumbosacras parecen afectarse de una forma más grave que las torácicas o cer- vicales [4]. El diagnóstico presuntivo se alcanza mediante la realización de electromiografía y pruebas de conducción nerviosa detec- tando los cambios característicos de esta enfermedad [2]. Durante la electromiogra- fía es posible demostrar actividad muscular espontánea en un 100 % de los perros afec- tados que consiste en potenciales de fibrila- ción y ondas positivas como consecuencia de la denervación de las fibras musculares. Es necesario que pasen al menos cinco días desde el inicio del cuadro clínico antes de que esta actividad espontánea sea obser- vable. Durante los estudios de conducción nerviosa motora, los hallazgos típicos de la PRAI incluyen disminución de la ampli- tud de las ondas (75-100 % de los perros afectados) como consecuencia de la axo- nopatía predominante y desmielinización secundaria por la degeneración walleriana. La amplitud y latencia de las ondas F se encuentran disminuidas e incluso pueden llegar a desaparecer [2, 4]. La detección de anticuerpos anti-GM2 en suero ha demos- trado una sensibilidad del 60 % y una espe- cificidad del 97 % para el diagnóstico de PRAI en perros [4]. El análisis del LCR obtenido mediante punción lumbar muestra disociación albu- minocitológica (aumento de proteínas con recuento celular normal), aunque esta anomalía puede tardar en aparecer [3, 4]. Estos hallazgos que coinciden con los de nuestro caso son secundarios a la ruptura de la barrera hemato-nerviosa en la por- ción subaracnoidea de las raíces nerviosas ventrales afectadas por lo que el líquido obtenido de la cisterna cerebelomedular no suele mostrar dicha anomalía [4]. Bibliografía 1. Holt N, Murray M, Cuddon PA, et al. Seroprevalence of Various Infectious Agents in Dogs with Suspected Acute Canine Polyradiculoneuritis. J Vet Intern Med 2011;25:261–266. 2. Cuddon PA. Electrophysiologic assessment of acu- te polyradiculoneuropathy in dogs: comparison with Guillain-Barre syndrome in people. J Vet Intern Med 1998; 12: 294-303. 3. Cuddon PA. Acquired Canine Peripheral Neuropathies. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2002; 32: 207-249. 4. Añor S. Acute Lower Motor Neuron Tetraparesis. Vet Clin Small Anim 2014; 44: 1201–1222. 5. Rupp A, Galban-Horcajo F, Bianchi E, et al. Anti- GM2 ganglioside antibodies are a biomarker for acu- te canine polyradiculoneuritis. J Peripher Nerv Syst 2013;18:75–88. 6. Rutter CR, Rozanski EA, Sharp CR, et al. Outcome and medical management in dogs with lower motor neuron disease undergoing mechanical ventilation: 14 cases (2003–2009). J Vet Emerg Crit Care 2011; 5: 531–541. 7. Hirschvogel K, Jurina K, Steinberg TA, et al. Clinical course of acute canine polyradiculoneuritis following treatment with human IV immunoglobulin. J Am Anim Hosp Assoc 2012; 48:299–309. Figura 2. Potenciales de acción muscular obtenidos durante la estimulación del nervio ulnar a la altura del codo y el hueso accesorio del carpo. Figura 3. Ondas F obtenidas durante la estimulación distal del nervio tibial derecho donde se aprecia una reducción de la amplitud que indica la afectación preferencial del segmento proximal del nervio. Figura 4. Prueba de estimulación repetitiva para detectar anormalidades de la unión neu-romuscular. Examen neurológico del caso en el momento de la admisión y evolución posterior. El curso clínico es agudo y progresivo, pero de gravedad variable, y comienza con marcha envarada que avanza rápidamente a tetraparesia o tetraplejia flácida y que típicamente empieza por los miembros pélvicos. Cuanto más grave sea la paresia, más largo es el tiempo de recuperación. w ay fa re rli fe /s hu tte rs to ck .c om 185 58 EN PORTADA / TRAUMATOLOGÍA Y NEUROLOGÍA
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