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Jaume ALAVEDRA I REGÀS (Universitat de Barcelona) GUÍA A LOS JEROGLÍFICOS DEL ANTIGUO EGIPTO, PRINCIPIOS DE SEMIÓTICA JEROGLÍFICA En la presentación de los jeroglíficos del antiguo Egipto, que iniciamos con esta comunicación, adoptamos la forma de guía, a la manera de construcción didáctica del universo de los signos del egipcio faraónico. El conjunto de jeroglíficos alcanza un número de varios millares. Ahora bien con unos setecientos nos basta para comprender el estadio llamado clásico, tomado como la lengua modelo, que corresponde al Reino Medio de las dinastías XI-XII, a comienzos del segundo milenio antes de nuestra era. El desarrollo de esta guía tiene una veintena de apartados, que representan la aplicación concreta de la semiótica a la escritura del antiguo Egipto. 1. El diccionario de semiótica de Greimas y Courtés (1982:211)1 postula la especificidad de la semiótica visual en dos marcos que se corresponden con el mundo 1 Greimas y Courtés (1982:364) la definen del siguiente modo: “El término semiótica se emplea con diferentes sentidos, según que designe (A) una magnitud cualquiera manifestada, a la que se propone conocer; (B) un objeto del conocimiento, tal como aparece durante y después de su descripción; y, (C) el conjunto de medios que hacen posible su reconocimiento.” Aquí nos centramos en los apartados B y C, sin entrar en la medida que A supone. Merrell estudia el proceso de generación de los signos, denominado por Peirce ‘semiosis’, en los términos siguientes: “el estudio del proceso semiótico en general, que incluye signos- pensamientos (‘thoughts-signs’) (intrínsecos, extensionales) tanto como signos-sucesos (‘sign-events’) (extrínsecos, extensionales). El término tal como está empleado aquí se refiere al modelo triádico del signo de Charles S. Peirce, en contraste con el modelo binario de la semiología (estructuralismo, pos-estructuralismo) siguiendo en general la tradición de Ferdinand de Saussure (Merrell, 1998:231).” Para acabar las sucesivas aproximaciones al definiendum, queda enfocar la característica multidisciplinaria, para tal efecto recogemos las palabras de Sebeok: “el reconocimiento de las múltiples partes del signo –el significante y el significado– ha llevado a filósofos y a lingüistas con inclinación filosófica a intentar, en numerosas ocasiones, a lo largo de la historia de la semiótica, clasificar los signos o los sistemas de signos (Sebeok, 1996:36).” 158 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica natural y con las lenguas naturales. En este doble sentido nuestra aproximación a los jeroglíficos del antiguo Egipto constituye un recorrido por las propiedades de su escritura según un tratamiento natural de los signos en el paradigma cognitivo2. Durante tres mil años esta cultura elaboró la escritura jeroglífica, que consta de varios millares de expresiones gráficas de esencia lingüística, donde se representan toda clase de entidades. En cuanto a la metodología, usamos la forma de presentación como una guía3 para que la descripción sea sencilla sin un complejo tejido argumentativo. 2. De entrada se presentan dos condiciones del sistema egipcio, una relacionada con el aspecto visual de la escritura y la otra, con la iconicidad propia de las semióticas visuales. El primer aspecto de condición visual de la escritura egipcia se impone directamente cuando nos acercamos al universo sígnico, que se desarrolla, a primera vista, como arte aprehendido por el sentido de la vista en la forma icónica. El segundo aspecto concuerda con el llamado problema de la propiedad de la iconicidad, en tanto y cuanto se presenta mera realidad a la visión, asociada a las semióticas visuales (Greimas y Courtés, 1988: 211). De ahí que nuestro acercamiento al mundo de los jeroglíficos se base en estos dos aspectos esenciales: la condición fundamentalmente visual, reducida a una semiótica plana; y la iconicidad predominante en el tratamiento de la imagen que proviene de la mera realidad. 3. El objetivo principal de esta comunicación consiste en una presentación del carácter icónico de los jeroglíficos según la semiótica visual, puesto que se impone un mundo extenso de objetos. Ya Eco postula que para los antiguos egipcios la lengua jeroglífica era la más perfecta de las imágenes (vid. Eco, 1996, cap. VII). De ahí que nos 2 Se trata de construir el significado de los jeroglíficos desde el enfoque cognitivo de manera que ponga en evidencia las condiciones de la elaboración del sentido y las modalidades de la acción (cf. Klinkenberg 1998:59). 3 La propuesta de una guía para los jeroglíficos del antiguo Egipto consiste en una presentación de resultados en forma divulgativa y en el marco del proyecto de consolidación de tesis doctoral en la Universidad de Barcelona. Esquemáticamente el proyecto se basa en los principios semióticos de la escritura jeroglífica bajo la dirección del Dr. Jesús Tuson, donde se plantean los postulados básicos de los signos con característica humana. Aquí adoptamos una forma de guía para ofrecer una presentación simple de manera que se confeccione un catálogo de los principios contenidos en la escritura jeroglífica, centrada, en su mayor parte, en el antiguo Egipto. Añadimos alguna referencia adicional al sistema sumerio. 159 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica centremos en la teoría de la primera escritura atestiguada y en el método lógico4 que lleva a su creación a finales del período llamado Neolítico y en el arco geográfico mesopotámico y egipcio. En estos dos sistemas escritos los documentos conservados han sido tratados por la arqueología en cuanto a corpus secuencial histórico, pero en su totalidad no se ha incorporado la interfaz del lenguaje escrito. Al respecto nuestra presentación se encuadra en la corriente de acercamiento lingüístico al corpus escrito, suministrado por los hallazgos arqueológicos. En último término se podría situar en la tesitura de una arqueología lingüística, que en nuestro caso denominamos arqueología semiótica, puesto que está contenida en el dominio general de la semiótica jeroglífica, arrancada de contextos históricos a la manera como Lotman postula: En el funcionamiento real de la cultura, con mucha frecuencia el lenguaje no precede al texto, sino que el texto, primario por naturaleza, precede a la aparición del lenguaje y lo estimula. La obra de arte innovadora, al igual que los distintos hallazgos arqueológicos arrancados de sus contextos históricos (y, en realidad, toda personalidad de otro), nos son dados inicialmente como textos en ningún lenguaje. Nos es dado saber que son textos, pero el código para leerlos tenemos que formularlo nosotros mismos (Lotman, 1996:238; la puntuación está en el original, en caso contrario se indica). Aquí Lotman habla de los distintos hallazgos arqueológicos y la dimensión histórica que poseen bajo códigos específicos de lectura. La aplicación didáctica de estos principios histórico-arqueológicos nos ha llevado a la forma sucinta de guía, para lo cual desarrollamos 21 breves capítulos que, si por una parte, poseen la característica de ser inconexos y poco cohesionados entre sí, por otra, ofrecen un mayor alcance temático en su brevedad expositiva. Esta guía trata los jeroglíficos en el corpus textual conservado y se aplican una serie de nociones cognitivas contenidas en los principios de 4 En cuanto al método o procedimiento llevado a cabo, sigue la corriente filosófica del empirismo lógico. En concreto la corriente que pertenece al “Wiener Kreis” (Círculo de Viena), que construyó este empirismológico, basado en la demostración matemática y en la observación de las ciencias de la naturaleza. En general nuestra aproximación a los jeroglíficos consiste en una descripción, como primera medida en observación de la percepción de los signos empíricamente. 160 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica escritura del antiguo Egipto. En definitiva compone una guía para el registro de datos, a la manera de fichas de análisis textual5. 4. De ahí extraemos los principios contenidos en la escritura jeroglífica, que en resumen conforman una semiótica visual, esencialmente icónica, y que está centrada en la secuencia lineal o sarta de signos escritos. Además se da la característica específica de la serie gráfica en las clases de signos y sus valores (fonológicos, complementos fonéticos y determinativos) que componen la ecuación de la palabra. En el desarrollo de la cadena lineal, la palabra se obtiene por composición correlativa de signos, asociados a sus valores concretos. Hay signos de un solo valor, los monoconsonánticos; de dos, los biconsonánticos; de tres, los triconsonánticos; y a partir de ahí son extremadamente raros, en general, los llamados policonsonánticos. Por ejemplo “belleza”, nfr, puede escribirse con un solo signo de tres valores, el triconsonántico, nfr, o con algún complemento adicional como la boca de valor monoconsonántico r. Al final de la palabra el determinativo, si está indicado, no tiene lectura fonológica, permite distinguir la categoría gramatical a la que pertenece, sea sustantivo, adjetivo o verbo. 5. Nuestra aproximación se ciñe al corpus conservado y adquiere el rango de superficie planaria. En efecto, la naturaleza de la escritura se da en una percepción directa de dos dimensiones. El tratamiento de los jeroglíficos se realiza como proceso de clasificación de los signos y de extracción de los principios contenidos. Esta actividad o semiosis procesual se centra en el signo como representamen de Peirce, de manera que constituye una aplicación contemporánea a los orígenes de la escritura occidental6. De 5 La metodología usada consiste en la redacción de una sucesión de fichas que permitan describir los principios jeroglíficos. En este sentido seriado encontramos en la semiótica una razón “natural” para el estudio visual y planario en la sucesión de las sartas de signos. El epíteto de natural lo adoptamos puesto que la primera impresión recibida en contacto con la escritura egipcia es fundamentalmente la percepción de una dimensión plana, que requiere una aprehensión natural de las imágenes. 6 No es lo mismo este origen en Mesopotamia (Vid. Bottéro, et al., 1996:31) que el de la escritura, conservada en el corpus jeroglífico. Ahora bien, una revisión contemporánea de la interfaz arqueología- lenguaje debe asumir algunos de los postulados contenidos en la obra de Renfrew: Arqueología y lenguaje. La cuestión de los orígenes indoeuropeos (1990). En esta obra sólo aparece una vez el término “semiótica”, definida como campo de investigación que permita relacionar capacidades lingüísticas y comportamiento humano (Cf. Ibíd., p. 228). En fin Hodder (1988: 179) no habla de semiótica pero gira a su alrededor, en particular sobre la cultura material: “todas las dimensiones de la elaboración de la cultura material analizadas bajo el epígrafe ‘arqueología contextual’ –todas las asociaciones, contrastes, ritmos espaciales y temporales, etc. –, pueden servir para intentar ‘fijar’ significados” (Hodder, Ibíd., 180). 161 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica las relaciones triádicas que introduce este autor adoptamos solo la de funcionamiento y la de tricotomía, en concreto la que está centrada en la clase del icono, La iconicidad juega un papel decisivo en la configuración de la vida diaria en todas las culturas. Los signos icónicos se difunden a través de los códigos de comunicación humana, sean verbales o no verbales (Sebeok, 1996:102). En menor medida tratamos el índice y obviamos el símbolo. El presupuesto de ceñirse al icono7 es tomar la forma que predomina en un sistema cuando pasa de los pictogramas predinásticos a los logogramas e iconos de tiempos históricos8. 6. El rango bidimensional en esta clase de semióticas impone una serie de consideraciones adicionales de orden lógico en la escritura conservada. La primera de las mismas consiste en no incorporar explícitamente la temporalidad en la expresión, puesto que conduce a una situación cronológica compleja. Por una parte, si bien el sistema funciona diacrónicamente, la construcción del signo se elabora sincrónicamente y esta no es razón suficiente pero sí necesaria, más cuando los paradigmas contemporáneos del signo se centran en la sincronicidad. Además, por una parte, es adicional a nuestro tratamiento visual el carácter alfabético que aparece mucho más tarde en la historia. Por otra parte, Greimas y Courtés, en el diccionario citado más arriba, consideran que la especificidad de la semiótica visual se diluye en dos 7 La redacción adopta niveles de registro intencionadamente variados. De los pictogramas prehistóricos, pasando por los índices, a los logogramas o iconos, siempre encontramos una alta densidad de elaboración significante. El fenómeno no es extraño a la pintura. En el antiguo Egipto esto se refleja en las formas parietales, en cuyos registros las partes más altas tienen un carácter intencional mucho más vacío que las más bajas (Tefnin, 1991). La interacción entre el dibujo ilustrativo de un pasaje y la sarta sintáctica asociada conforman una especie de vínculo estrecho, donde la relación es tan cercana como la que se da posteriormente en la emblemática medieval y renacentista. 8 No se representa el objeto sino los rasgos significativos que permitan identificarlo y distinguirlo. Así se asigna unicidad sin equivocidad cuando se construye el icono. En el origen de la escritura cada escriba representa composiciones de escenas de cazadores, de rebaños, o, entre otras, de navegantes por el Nilo. Con la representación de todas estas acciones procesuales se llega a obtener gradualmente una colección de muestras, que llevan a expresar campos abstractos. Hay también unos sentidos figurados, que impulsan a la creación de metonimias y metáforas. Las primeras siguen cánones donde el referente está cercano a la referencia: las velas hinchadas para indicar el viento; la copa medio llena para indicar la cerveza; o la mano llevada a la boca, para comer. En las segundas el referente está contenido o sintetiza la referencia: la misma boca para señalar actos en que se piensa, entonces se asocia la verbalidad al pensamiento. 162 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica macrosemióticas, que son el mundo natural9 y las lenguas naturales; de modo que estos autores consideran el problema de la iconicidad como propio de las semióticas visuales. En el estado actual no se sabe porque tiene que ser el primer aspecto visual más icónico que otros como el sonoro o el olfativo. Sin embargo y en vista del corpus que nos ha legado la arqueología, la asociación entre visualidad e iconicidad es la que ofrece, hoy por hoy, una mejor interacción natural. 7. Introducimos ahora la problématica de la relación entre la lengua y la escritura. Lacau habla de esta relación, como uno de los escasos momentos en que se ha logrado pasar de la oralidad10 a la fijación en sistemas gráficos, en los siguientes términos: “la répresentation des sons d’un langage et du sens par des signes a été assez rarement réalisée dans l’histoire de l’humanité. Tous les écritures que nousconnaissons et que nous lisons, car il en est plusieurs que nous en lisons pas, nous sont parvenues à un moment où elles étaient déjà pleinement constituées en des systèmes définis. La période de formation, d’invention nous échappe (Lacau:1954: 7).” 8. Actualmente la relación de la escritura con la oralidad en las antiguas culturas poco puede afirmarse, pero una línea de investigación podría seguir los 9 La naturaleza del objeto representado adopta una sustancia de identidad en determinados casos y de verosimilitud en otros. Por ejemplo en el primer caso tenemos el signo para el hombre o la mujer egipcios; en el segundo, el ojo para la visión. Ahora bien, como Tuson (1996:31) nos dice, quedan otros con una clara indicación de señal, como los relativos a los fenómenos atmosféricos. Esta exposición se complica en ciertos casos en la planta rectangular de una casa, que muestra diferentes valores. El signo pr, /per/, forma parte de un amplio campo semántico: casa, habitación, departamento, santuario, lugar (en el sentido del inglés place, no de spot), tumba, asiento, oficina, refugio, o en formularios de ofrendas como prt-h2rw, /peret-heru/, (Gardiner, 19573:492s). El signo básico es el plano de una casa, cerrado por tres de sus lados y el restante semiabierto para indicar la entrada. Aquí se entra en un proceso codificado metonímicamente que a la vez connota, una dimensión semántica hipercategorial de habitáculo; de manera que cualquier construcción o recinto edilicio singular lleva este hiperónimo al final de la palabra. En definitiva asistimos a la transposición del ejemplar por el tipo. 10 Para el egipcio común, la lengua era fundamentalmente habla, como propiedad intrínseca de la comunicación humana. El campo semántico asociado a la noción de la actividad oral es extenso: dd, /djed/, decir; h2 n, /hen/, habla; mdw, /medu/, hablar; sdm, /sedyem/, escuchar; prw, /peru/, pronunciar; mtr, /meter/, contar (de exhibir facultades); y, un abundante número de fórmulas protocolarias para nombres y títulos honoríficos como hry h2b, /jeri heb/, sacerdote lector. A su vez la “escritura” únicamente se expresa con la metáfora de palabras divinas, mdw neter, /medu necher/, donde el primer término es el verbo ‘hablar’, en calidad de predicado intransitivo, y el segundo es el adjetivo verbal “ser divino” (Hornung, 1982:63). 163 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica postulados de Pattanayak en su artículo sobre la cultura escrita: 1. Un sistema de recitación, memorización y acumulación de textos. 2. Las instituciones para utilizar los textos. 3. La evolución y adquisición de un metalenguaje para interpretar y explicar los textos. Y finalmente, 4. Instituciones y escuelas para la instrucción de estas prácticas orales (Pattanayak 1995:146). Basados en la oralidad poética, los estudios homéricos han progresado sustancialmente en las últimas décadas, pero aún se está lejos de una comprensión satisfactoria en el caso de culturas antecesoras de la griega. Además la verbalidad sigue un proceso de memoria colectiva y recitado popular, donde las instituciones de los escribas han seguido una larga fase de elaboración. 9. Pasamos ahora a la dirección lineal de la cadena sígnica, dispuesta de manera perfectamente determinada y en variados tipos de soportes y superficies materiales. La sarta de signos va siempre de derecha a izquierda o, en menor medida, de arriba abajo. Desde las rocas y las decoraciones parietales o los petroglifos hasta el papiro, de invención egipcia; la cerámica; las piedras semipreciosas como el coral, la turquesa o la malaquita; o, entre otras, la decoración mediante la madera de cedro, el oro o el lapislázuli; en conjunto todos los soportes presentan la misma direccionalidad. Ahora bien no entramos en la cuestión de los utensilios y herramientas de escritura, puesto que siendo útiles de escritura no se corresponden con formas escritas, aunque sirvan para producirlas. 10. Como hemos tratado en el apartado anterior, la escritura jeroglífica está compuesta de signos, dispuestos en una secuencia lineal de derecha a izquierda por consideraciones prácticas, que más tarde adoptan los alfabetos en la dirección contraria. Era natural partir de la derecha e ir escribiendo hacia la izquierda a medida que se desenrollaba el papiro. En otros casos como en los soportes verticales se seguía de arriba a abajo. Si bien en contadas ocasiones se dan otras direcciones, como la de izquierda a derecha, no constituyen la dirección canónica y obedecen solamente a cuestiones de simetría en dinteles o en jambas donde estos cargan. En ningún caso se dan zigzags ni el boustrófedon, común entre los griegos arcaicos. 164 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica 11. La referencia del jeroglífico se toma directamente de un objeto sea físico como el individuo humano, los animales, los insectos o las construcciones; sea de partes como el cuerpo o los emblemas representativos. Para los conceptos abstractos se recurre a la forma de tropos metonímicos, o metafóricos. La sinécdoque es rara. En su conjunto el referente expresa el contenido esencial del objeto referenciado en el caso directo y en el indirecto las figuras a nivel lexemático más que a nivel de pensamiento. El egiptólogo Gardiner en su gramática egipcia utiliza una clasificación alfabética en forma de lista de signos, agrupándolos de la A a la Z, que se ha convertido en canónica. Pongamos un ejemplo de esta lista: el primer grupo, A, es el hombre y sus ocupaciones (Man and his Occupations) y comprende 55 entradas. Constituye la subdivisión cognitiva más compleja por el contenido de personajes masculinos, reyes y momias, donde se aprecia una clara ontología semántica detrás de cada uno de ellos. 12. En la cadena la disposición de la sarta sígnica acompaña siempre la imagen a la que está asociado. Hay una interacción de naturaleza triádica, a la manera de Peirce, que transponemos de la siguiente manera: referencia, materialización del pictograma e iconicidad. A partir de ahí, se sigue la construcción metafórica como herramienta cognitiva que inicia otros niveles icónicos, como el de los determinantes en forma de hipercategorías, y que desemboca en un número muy reducido de símbolos, una vez se abstrae la lexicalidad. 13. En resumen el conjunto de los jeroglíficos del antiguo Egipto alcanza varios centenares de signos en la época clásica de la lengua, a comienzos del segundo milenio antes de nuestra era. En el total de su existencia, este conjunto llega a varios miles de signos. Desde las primeras dinastías se elabora un sistema cohesionado y bien formado11, según los términos lógicos, de una manera informal. En el sistema 11 La escritura jeroglífica constituye un sistema coherente y cohesionado de signos con sonido y signos con sentido. La clasificación contemporánea le confiere en tanto que sistema una simplificación en ideogramas, determinantes y complementos fonéticos, pero así no se capta la esencial valencia mono o policonsonántica del signo (no solamente la categoría gramatical de verbo). En las teorías actuales se estudian secuencias de todo tipo, que parten de la clásica división en signos sonido y signos sentido en la gramática de Gardiner, pero no incorpora la condición del icono. Se puede asegurar que el universo de los iconos está tan presente en el sistema jeroglífico que se podría decir que los jeroglíficos constituyen una red cognitiva de base fundamentalmente icónica (cf. Goldwasser, 1995:25). 165 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica jeroglífico, cualquierobjeto es tratado en un primer momento como signo pictográfico y se constata la semiosis continua de Peirce en un conjunto con referencia al universo objetual denotado12. 14. Ahora bien, la ingente cantidad de signos puede reducirse a la dicotomía expresada únicamente por valores de dos clases: sonido y significado, según la formulación de Gardiner en su gramática egipcia. La drástica reducción a dos tipos impone numerosas particularidades cognitivas. Por ejemplo en la medida del representamen de Peirce, la relación objetual entre referencia y referente requiere un interpretante. Si lo aplicamos al caso del protocolo faraónico, los nombres reales, las coronas identificadoras de poder o las metáforas simbólicas de rangos administrativos; en conjunto, conforman un universo cognitivo parcialmente conocido. 15. En cualquier estadio rudimentario de formación de una escritura, se pasa de los elementos portadores de significación a los conjuntos significantes. En un primer momento los signos poseen un carácter aislado y comportan un designatum, que indica un elemento de significado discreto en el proceso de comunicación. A medida que se avanza en la reunión de elementos se llega al discurso que ahora ya proporciona conjuntos de significantes discretos y elabora un léxico por yuxtaposición de significantes antes de recurrir a un proceso de abstracción. A partir de este momento se entra ya en la gramática rudimentaria en correlación a la morfonología y a la sintaxis. 16. Pero volviendo al signo en sí, en su estudio la circunscripción a la iconicidad fija un determinado tipo de significante. La parte icónica es esencial para la sintáctica y la morfológica, la medida en que les afecta requiere un mayor conocimiento. Por ejemplo, el signo para hombre o para mujer cada uno posee su propio 12 De entrada cualquier aproximación a las culturas antiguas se da en un marco de cronología espacio- temporal. Los valores propios de este marco derivan hacia la historia y nos llevan al tratamiento de los orígenes de cualquier civilización como inicio fundamentador de la dimensión temporal donde acaece. En el caso del antiguo Egipto, el primer paso hacia la construcción de los pictogramas ocurre a finales del período denominado Neolítico, y no es hasta el predinástico cuando se fijan los fonemas y la iconocidad. Esta última viene de la analogía objetual en la mayoría de los casos. Aunque hay otros en que la iconocidad presenta un carácter fonemático, como en los complementos fonéticos. 166 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica valor morfosintáctico pronominal, mientras que van juntos en las expresiones nominales de colectividad humana, el del hombre precede al de la mujer. Las velas hinchadas se usan metonímicamente para viento, pero a la vez adquieren valor de logograma para el aliento o de hipercategoría en el viento del norte, en la tormenta o en el navegar; en el caso del piloto de una embarcación aparece el logograma humano. El pilar iwn tiene lectura icónica pero entendido según el prisma referenciado de un movimiento metafórico de adición, que representa el “pilar de la sociedad”. En fin, uno de los signos más usados, el del mochuelo, solo presenta carácter excepcional de fonograma, con valor de preposición, sin ningún valor icónico. 17. La característica de las lenguas del Próximo Oriente antiguo es la no presencia del sistema vocálico, donde sólo se usa el esqueleto consonántico sin incorporación de las vocales. Falta la cuestión de las glides (vid. Loprieno, 1995: 52ss). Ha sido el copto que ha suministrado el sistema completo y de ahí se ha obtenido el sistema fonológico. La palabra es a la vez un signo que contiene una parte fonética al inicio y una parte semántica hipercategorial que la cierra. Entre ambas partes se sitúan los complementos fonéticos que refuerzan la lectura, por ejemplo nfr, /nefer/ (bueno, bondad, belleza), se escribe con un trilítero inicial: nfr, al que sigue los complementos fonéticos f y r, lo cual da una lectura de /neferefer/ o /neferfer/, mientras que el valor es nfr y la lectura es simplemente /nefer/. El sentido y lectura específicos se extraen de los complementos fonéticos sin lectura pero que ayudan a desambiguar la referencia y el referente. 18. En síntesis la elaboración interna de la palabra adopta diferentes valores de signo, como uno solo en la preposición m; de dos, en la inflexión verbal del birradical, di, dar (da, damos, dan), o el cervatillo, iw; en fin, tres en la palabra ntr, dios, (carácter) divino. Además hay dos clases que ayudan a la lectura, por una parte, los complementos fonéticos que repiten signos y que pueden aumentar el número de signos (incremento cuantitativo que no cualitativo); por otra, los determinativos situados al final de la palabra indican la hipercategoría semántica a modo de clasificación ontológica del sentido, y no muestran ningún valor de lectura, fonético o sintáctico. 167 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica 19. Para ir concluyendo pasamos a la composición de los signos que adopta dos procesos fundamentales. El primero sirve para la creación de nuevo léxico, es el llamado principio del rebus; y el segundo, es de economía lingüística, a su vez llamado principio de acrofonía. El primero de ellos, el principio del rebus o de charada, consiste en la reunión de dos palabras a fin de crear una nueva y se realiza de la siguiente manera: se abstrae el sonido de cada una de ellas, para componer la fonética de otra ya conocida, pero que aún no tiene expresión gráfica. Por ejemplo, dada verbalmente la palabra correspondiente a ‘soldado’, de la que no existe correlación escrita, para obtenerla se procede a la reunión de las ya conocidas ‘sol’ más ‘dado’, a quienes se les extrae su valor referencial dejando solo la parte fonética, y así se compone el valor de sonido para “soldado” en un proceso donde se pierde cualquier referente de los términos compositivos a fin de crear una nueva palabra desprovista de expresión respecto a los anteriores sonidos. Este proceso interviene en la creación de nuevo léxico. 20. El segundo principio de acrofonía es de economía lingüística cuando toma la inicial de la palabra y hace enmudecer los grafemas restantes. En su desarrollo la acrofonía está en la base de la creación de los alfabetos, en los cuales el inventario finito de los símbolos conforma un metalenguaje. El proceso acrofónico está en la base de la mayoría de los mismos. Por ejemplo: alfa proviene de ‘alef, el buey, donde únicamente se mantiene fonetizado el símbolo inicial, a; o, beta, de beth, la casa, igualmente fonetizada exclusivament la b inicial. 21. En el caso egipcio la unidad de la escriptura y el arte es siempre indisociable. De ninguna manera se puede desvincular sistema jeroglífico y capacidades artísticas, interconectadas desde un primer momento en la historia egipcia. La naturaleza de la relación es compleja. En palabras de Fischer: “L’unité de l’écriture et de l’art égyptiens est primordiale; tous les deux sortent de la même genèse, au même moment, qui est le commencement de la première dynastie; tous les deux étaient complémentaires, dès ce moment, ou se relayaient. C’est pourquoi on peut affirmer que l’art égyptien est tout entier “hiéroglyphique”; mais si 168 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica je le fais, pour appuyer sur cet aspect de la question, il faut ajouter que les hiéroglyphes eux-mêmes font partie de l’art égyptien et que la paléographie et l’iconographie ont beaucoup de traits communs. On en saurait trop insister sur le caractère artistiquedes hiéroglyphes (Fischer, 1986:25).” Para concluir y en resumen, el sistema jeroglífico está compuesto de millares de imágenes. Pero el núcleo del sistema puede reducirse a unos cuantos centenares, sin que merme la precisión. Lacau hace un breve resumen de la variedad de las imágenes y la contraposición con otras escrituras: “le système hiéroglyphique est composé de quelques sept cents images répresentant les êtres et les objets les plus variés: hommes, animaux, plantes, constructions, armes, instruments, etc. Ces images ont conservé dans l’écriture monumentale une précision et une netteté surprenantes. C’est un fait exceptionnel, si l’on compare les écritures chinois ou cunéiforme, dans lesquelles les images primitives sont devenues parfaitement méconnaissables. En Egypte, les signes ont conservé leur valeur d’image en même temps que leur valeur de son. Cet ensemble de signes-images constitue, cela va sans dire, un répertoire archéologique d’une richesse étonnante: chaque signe est l’illustration d’un fait de civilisation (Lacau, 1954:8).” En conclusión, el sistema jeroglífico conserva el valor icónico en la mayoría de los signos. El tratamiento de los mismos puede seguirse desde finales del Neolítico en el período llamado predinástico. En el sistema se relacionan fonemas en un número reducido, logogramas e iconos en funciones de hipercategoría. En las sucesivas etapas de la escritura, se materializa el pictograma y se fija la iconicidad del signo jeroglífico, que se concibe artísticamente. En fin, una alusión final de Tuson sobre Gardiner es claramente ilustrativa: los jeroglíficos de manera transmutada sobreviven aún en nosotros (Tuson, 1996: 81, traducción del autor de la comunicación). 169 Jaume ALAVEDRA I REGÀS, Guía a los jeroglíficos del antiguo Egipto, principios de semiótica jeroglífica Referencias bibliográficas BERNARD, M. (1991). Recommendations aux auteurs et abréviations des périodiques. Pour les publications de l’Institut Français d’Archéologie Orientale du Caire, El Cairo, IFAO). BOTTÉRO, J.P.; CHUVIN, A.; FINET, B.; LAFONT, J.M.; De MONTREMY, y AROUX, G. (1996). Introducción al antiguo Oriente. 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