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La Radiodifusión en Argentina entre 1995 y 1999
Concentración, desnacionalización y ausencia de control público
De Luis Albornoz y Pablo Hernández
Reconversión y transformaciones en la estructura productiva Argentina
Los cambios ocurridos durante los años 80 y 90, con especial énfasis aquellos acaecidos
durante los gobiernos presididos por Carlos Menem, no pueden comprenderse plenamente sin tener
en cuenta la dramática y destructiva contribución realizada por el autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional (1976-1983) a los sectores dominantes. Este “aporte” resumido en el
“aniquilamiento de los cuadros políticos que hacían posible la organización y movilización de los
sectores populares, abortando la lucha social por medio del asesinato y el terror”, junto con el
“efecto disciplinario” sobre el conjunto social que tuvieron las hiperinflaciones desatadas en 1989 y
1990, sirvieron de basamento a un nuevo esquema de acumulación económica y dominación social
que alentó una creciente concentración del excedente económico en manos del capital trasnacional y
consolidó la valorización financiera.
La desarticulación de emprendimientos estatales a través de los programas de privatización,
particularmente en las comunicaciones, se consolidó a la sombra de una nueva fracción hegemónica
que combinó capital financiero internacional, operadores internacionales de servicios públicos y
capital nacional y redujo definitivamente la política a la condición de subsistema de la economía.
Emergente paradigmático del transformismo argentino fue la firma del Pacto de Olivos,
mediante el cuál el PJ y la UCR acordaron la reforma de la Constitución Nacional (1994) que
permitió la reelección del entonces presidente Carlos Menem y, con ésta, la continuidad del sistema
de alianzas de poder imperante.
El segundo gobierno de Carlos Menem
La Administración Menem durante su segundo mandato (1995-1999) persistió en la línea
política-económica de su primer Gobierno en concordancia con el establishment económico.
Presencia del capital financiero trasnacional, concentración y centralización de capital,
incorporación intensiva de nuevas tecnologías y expansión de los servicios ofertados fueron
características de la radiodifusión y de las telecomunicaciones durante el segundo lustro de los años
90. Fue entonces cuando el sector de las comunicaciones experimentó, con una velocidad
desconocida hasta entonces, la transferencia de prácticamente la totalidad de los principales medios
de radiodifusión a nuevos agentes vinculados principalmente al mercado financiero y a los
protagonistas de la convergencia tecnológica. Durante el bienio 199-97, las comunicaciones
ocuparon el primer lugar entre los sectores que recibieron inversiones extranjeras, superando,
incluso, al sector bancario-financiero.
Fruto de los cambios ocurridos y de un agudo proceso de concentración empresarial se
conformaron dos grandes conglomerados mediáticos, el Grupo Clarín y la sociedad Citicorp Equito
Investment (CEI)-Telefónica, que protagonizaron el duopolio más significativo en las
comunicaciones sociales de la Argentina de finales del siglo XIX.
Un escenario cambiante
Se pueden distinguir dos momentos en el devenir de la radiodifusión en la década de 1990:
a) Un primer momento, período 1989-1995, caracterizado por la presencia de agentes nacionales
en un mercado oligopólico, cuyas expresiones sobresalientes fueron los grupos multimedia. En
esta etapa se destacaron dos grupos principales, Clarín (Canal 13) y Telef. (Editorial
Atlántida-familia Vigil-Canal 11).
En el sector de las telecomunicaciones se produjo el ingreso de capitales procedentes de
entidades financieras y de operadores internacionales de telecomunicaciones. El contexto
político-económico en el cual se produjeron estos movimientos estuvo signado por la
eliminación de restricciones a las inversiones extranjeras directas y a la adquisición de bienes
de capital importados, la privatización de servicios de valor agregado en competencia y la
privatización monopólica de la telefonía básica y la transmisión de datos nacional e
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internacional, la dolarización de las tarifas, y la permeabilidad del régimen normativo a las
demandas empresarias.
b) Un segundo momento, 1995-2000, caracterizado por el aumento de la presencia de capitales
extranjeros al adquirir las principales empresas de radiodifusión del país. Así, la finalización
del segundo gobierno de Menem halló ubicado como principal agente al grupo español
Telefónica.
Los años 90 estuvieron signados por la conformación de grupos multimedia, caracterizados por
la interpenetración patrimonial de empresas de radiodifusión, telecomunicaciones, producción
audiovisual y prensa escrita, cuya actuación se verificó en la mayoría de los segmentos de la
comunicación masiva. En el ámbito de la radiodifusión se asistió al debilitamiento de los
mercados oligopólicos nacionales radiofónico y televisivo. Las pérdidas de poder y control de
mercados que experimentaron los tradicionales agentes se produjo por el traspaso de propiedad
a empresas extranjeras en un escenario de convergencia e incremento de servicios, violando o
modificando la legislación vigente.
La televisión hertziana: estructura de propiedad y nuevos agentes
El sistema televisivo en abierto se estructuró a partir de la actuación de empresas
comerciales organizadas en red: canales de cabecera, emisoras asociadas y repetidoras. Fue a partir
de la constitución de la sociedad CEI-TELEFÓNICA que se produjo la transformación más
importante del sistema televisivo hertziano. Ya que comenzó una serie de adquisiciones cuya
culminación sobresaliente resultó ser la compra, en el período 1997-98, de los canales 9 y 11
(Telefé) de Buenos Aires, y de los canales provinciales vinculados a éstos.
Para tal fin CEI-Telefónica contó con el apoyo explicito del Gobierno. Los decretos 85 y
86, afirmaban que “en concordancia con las políticas trazadas y ejecutadas por esta administración,
resulta necesario ofrecer a particulares la frecuencia”, Esa intervención directa del Gobierno fue
motivo suficiente para que las empresas provinciales se vieran obligadas a vender sus acciones en
Telefé; una semana después de ser adquiridas las empresas por CEI- Telefónica, las “necesarias”
licitaciones fueron suspendidas.
El panorama televisivo tuvo como protagonistas a grandes capitales de orígenes diversos,
integrados en conglomerados multimedia. A éstos se correspondieron otros tres tipos de agentes
cuya importancia creció significativamente en esos años:
● Las productoras audiovisuales independientes de capital nacional ligadas a los canales de
cabecera: Pol-Ka Producciones con Canal 13, Ideas del Sur Producciones con Canal 11 y
Cuatro Cabezas con Canal 2.
● Los poseedores de derechos de retransmisiones deportivas, especialmente los vinculados al
fútbol: principalmente la empresa Torneos y Competencias (TyC) dueña de los derechos de
retransmisión de los partidos de fútbol de Primera División hasta 2014 (así decía el texto
pero ya no es dueña TyC).
Todas las provincias a excepción de Catamarca contaban en 1999 con una o más estaciones de
televisión. Todas las estaciones de televisión hertzianas estuvieron financiadas total o parcialmente
por ingresos publicitarios. La pasividad del medio volcó a los anunciantes a publicitar sus marcas,
productos y servicios en la pequeña pantalla, de modo tal que el rubro televisión acaparó los
porcentajes más altos de inversiones publicitarias de esos años.
Es importante destacar otro fenómeno que la televisión hertziana, en este caso, comparte
con la radio de frecuencia modulada (FM): la saturación del espectro radioeléctrico a partir de la
entrega indiscriminada de licencias a operadores privados. Sí la privatización generalizada de los
servicios por medio de la entrega de licencias de banda UHF, en muchos casos a los mismos grupos
multimedia propietarios de los canales de televisión en abierto más importante del país, y la falta de
reserva de señales destinadas a producciones osectores específicos, restó posibilidades a las
alternativas no vinculadas a la actividad estrictamente lucrativa.
La televisión por cable: concentración y trasnacionalización
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En Argentina, la expansión de la televisión por cable inauguró la transición del modelo
fordista de televisión hacia una nueva organización audiovisual post-fordista caracterizada por: la
multiplicación de los soportes televisivos, la introducción de la digitalización en la producción y
distribución de contenidos audiovisuales, el desarrollo de técnicas de compresión de señales, el
crecimiento del número de señales audiovisuales y de servicios ofertados, la segmentación de la
oferta y de audiencias, y el surgimiento de novedosas formas de financiación del medio televisivo.
La configuración del sistema de televisión por cable estuvo orientada por la lógica de
conformación de los poderosos grupos multimedia para luego enrolarse en las estrategias de las
grandes plataformas multiseñal. Hacia finales de 1997, Multicanal (Grupo Clarín) y
Cablevisión-TCI (CEI-Telefónica) adquirieron, por partes iguales, al entonces tercer operador de
televisión por cable, Video Cable Comunicación (VCC). El capital internacional se posicionó como
poseedor de las redes de mayor cantidad de abonados y de los principales paquetes de señales.
El proceso de trasnacionalización que afectó al sector de la televisión por cable se
profundizó a principios del año 2000 cuando el fondo de inversión estadounidense HMT&F se hizo
con el control absoluto de Cablevisión y continuó adquiriendo empresas de distintas localidades del
país. El resto de los cableoperadores legales desarrolló, con relativo éxito, diversas estrategias a fin
de permanecer activos en sus respectivas localidades y afrontar las desventajosas condiciones de
negociación con los programadores internacionales.
La televisión vía satélite: un nuevo mercadeen manos del sector privado
Al momento de estrenarse esta nueva televisión, los requisitos para poder prestar el servicio
eran: poseer un telepuerto en el país, operar con un satélite autorizado y brindar más de un 51 % de
programación de origen nacional. Fundada en enero de 1996, la empresa Televisión Directa al
Hogar (TDH) fue hasta finales de los años 90 la única empresa en proveer señales de radiodifusión
directas al hogar, utilizando el sistema doméstico de satélites de comunicaciones Nahuelsat.
El monopolio de TDH terminó en 1998 cuando el Gobierno firmó en Washington un
acuerdo de reciprocidad satelital entre Argentina y EE.UU. que autorizó a los satélites de
comunicaciones de EE.UU. a operar en territorio argentino y a las empresas estadounidenses a
contratar satélites de empresas locales para sus emisiones. Ese mismo año, asociado con la
multinacional Galaxy Latin America (GLA), el grupo Clarín (51 %) lanzó DirectTV, utilizando el
satélite Galaxy III-R. Argentina fue el 14° país latinoamericano en contar con los servicios de
DirectTV. La nueva compañía ofertaba una mayor cantidad de señales, un sistema de paquetes de
señales Premium y el servicio de pay-per-view que se comenzó a aplicar tanto a la retransmisión de
eventos en vivo (fútbol, música) como a películas de reciente estreno en salas cinematográficas.
La televisión digital terrestre: una polémica resolución
Otra importante resolución del segundo gobierno de Menem fue la adopción del estándar de
emeisión de la televisión digital hertziana (TDT). Argentina se convirtió en el 4° lugar en adoptar la
norma norteamericana ATSC.
La iniciativa de comenzar las transmisiones experimentales de TDT partió de los
operadores privados de televisión hertziana. En primar lugar, éstos, a través de la Asociación de
Teleradiodifusoras Argentinas (ATA), se incorporaron al Advance Televisión Systems Comité
(ATSC) y comenzaron las negociaciones para adquirir nuevas tecnologías y equipos. Seguidamente
iniciaron gestiones ante el Gobierno nacional para lograr un marco regulatorio acorde con sus
intereses. Un argumento de peso esgrimido por el sector privado a la hora de decantarse por la
norma de TDT fue la potencia y escala del mercado estadounidense.
El Gobierno creó en el ámbito de la Secretaría de Comunicaciones la Comisión de Estudio
de Sistemas de Televisión Digital y, posteriormente, invitó a un contado grupo de organismos
públicos y privado-comerciales a participar de un Comité Consultivo de Televisión Digital.
Mediante la Resolución SC 433/98 Argentina adoptó las recomendaciones para la Región II de la
UIT, y estableció el plazo de un año para adoptar una norma de televisión digital hertziana.
Un julio de 1998 el Gobierno autorizó a los principales canales a comenzar con las
transmisiones experimentales de TDT. Mediante la Resolución SC N° 2357/98 Argentina adoptó la
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norma estadounidense de TDT, que garantiza la posibilidad de emisiones audiovisuales en HDTV,
una televisión de altísimos costos.
Es llamativa la nula participación de la emisora estatal Canal 7 en las pruebas técnicas
necesarias previas a la definición de la norma TDT y en el proceso político de toma de una decisión
que “trata menos de un problema que de un problema de política industrial para el sector de equipos
de transmisión y recepción, así como de minimización de los costes de transición que deberán
repartirse emisoras y usuarios”.
Radios: expansión y adecuación al mercado
La mayoría de las emisoras fue traccionada por la lógica de incorporación que proponían
los multimedios. En ese sentido es posible distinguir dos dimensiones de análisis, con modalidades
y procesos característicos:
- La de las principales radios AM legales y, por ende, en condiciones de compra-venta
similares al resto del sistema.
- La de los servicios complementarios de FM y nuevas AM, cuya expansión ilegal desde
finales de,los años 80 generó un complejo entramado de agentes y normativas.
En el caso de las radios AM legales, el proceso de concentración y desnacionalización de la
propiedad fue desarrollándose en sincronía con el del sector televisivo. En un primer momento, las
radios porteñas y las principales provinciales pasaron a formar parte de los grupos multimedia de
capital nacional.
Con programaciones elaboradas mayoritariamente en la Ciudad de Buenos Aires que se
repiten en provincias y localidades del resto del país, la búsqueda de una economía de escala fue el
principio organizador del sector, en un mercado donde la pauta publicitaria se distanciaba, cada vez
más, respecto a la de la televisión.
En un segundo momento, se produjo la adquisición de las principales radios por parte de
capitales extranjeros. Estas conformaciones potenciaron su valorización a partir de una nueva norma
legal (Decreto 1005/99) que autorizó el establecimiento de las cadenas permanentes que
comenzaron a operar a partir del año 2000. En el plano de los “servicios complementarios”, fue
llamativa la multiplicación en el dial de nuevas emisoras de radio de FM y, en menor medida, de
AM que comenzaron a emitir sin la autorización de la autoridad competente. Esta “ilegalidad” o
“alegalidad” generó una serie de regulaciones tendente a la normalización.
Pese a que agentes de diversa naturaleza fueron autorizados a prestar servicios radiofónicos,
las organizaciones civiles sin fines de lucro fueron excluidas de la adjudicación de licencias. La
excepción a esta prohibición fue la Iglesia Católica, que en los últimos años del segundo Gobierno
de Menem acrecentó el número de licencias bajo su control.
El panorama de finales de la década de 1990 mostraba:
- La integración de las principales radios en los grupos nacionales e internacionales, y su
organización en cadenas.
- La expansión de los servicios y emisoras.
- La saturación del espectro de frecuencias destinadas a los servicios complementarios, en
FM, y el reposicionamiento de los principales agentes como oferentes y/o compradores de
licencias.
- Un proceso de cooptación de la mayoría de las ex - emisoras, alternativas, contra –
culturales, comunitarias, por parte de diferentes expresiones del mercadoradiofónico.
El marco regulatorio: su adecuación al régimen de acumulación
Como se ha visto, los conglomerados mediáticos y las cadenas de radiodifusión que se
fueron organizando hasta el año 1999, lo hicieron, en su gran mayoría, violando lo estipulado por el
Decreto – Ley 22.285
De esa serie de modificaciones mencionaremos las que han significado un aporte sustantivo
del Estado a la mercantilización de los servicios de radio y televisión.
● En primer lugar, los tratados internacionales, que adquirieron estatuto de ley a partir de la
reforma de la Constitución Nacional de 1994, sobre todo:
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- Los de Protección Recíproca de Inversiones: consideraron a los capitales extranjeros como
propios y permitieron de ese modo el ingreso de los fondos de inversión y grandes
operadores a la radiodifusión, hasta entonces vedado por ley.
- Los de reciprocidad de servicios satelitales: permitieron, a partir de 1998, el ingreso de las
principales plataformas de Televisión Directa al Hogar al segmento de los servicios
complementarios de televisión.
● En segundo lugar, el Decreto 1005/99, que se tornó el instrumento legal que formalizó una
situación de hecho: la alta concentración de la propiedad empresarial en un mercado
oligopólico e internacionalizado. Las modificaciones que introdujo el Decreto 1005 se
orientaron a las claves de una economía de escala para la radiodifusión:
- Ingreso de capitales extranjeros: se autoriza para los casos de capitales de países con
Tratados de Reciprocidad firmados con la Argentina y se elimina el requisito de diez años
de residencia para socios extranjeros.
- Concentración y economía de escala: se amplia el número de licencias por operador de 4 a
24 años en el país, facilitando la concentración en pocos operadores. Se autorizan las
cadenas permanentes de transmisión, lo que significó la posibilidad de programar un solo
producto para todo el país al mismo tiempo.
- Financiamiento: se permita ampliar la pauta publicitaria, incluyendo la promoción
institucional en los programas y reduciendo la publicidad oficial. Se elimina la restricción
publicitaria horaria de 12 a 24 minutos para televisión y radio, respectivamente, autorizando
su distribución en bloques de 3 a 6 horas de programación. Se facilita así el manejo del
prime time y la reducción del zapping, alterando definitivamente los horarios de los
programas.
- Introducción de una dinámica de oferta y demanda: se autorizan las transferencias de
licencias facilitando la compra – venta de medios y haciendo muy difícil el seguimiento de
los compromisos de los licenciatarios con el servicio.
A esta serie de normativas, debe adicionársele la “tardía” sanción de la Ley N° 25.156 de Defensa
de la Competencia, la cual fue publicada en el Boletín Oficial el 29 de Septiembre de 1999, es decir,
una década después de haberse comenzado a realizar las privatizaciones de los servicios públicos.
Además, los artículos de esta ley relacionados con las prácticas predatorias y las posiciones
dominantes de mercado, hasta el momento (Julio de 2004), continúan sin estar reglamentados.
En el ocaso de un gobierno que durante 10 años propició la privatización y concentración
de los medios de comunicación, el Congreso de la Nación sancionó en Noviembre de 1999 la Ley
25.208 con la cual pretendió crear una empresa estatal no gubernamental, denominada Ente Radial
y Televisión Argentina (RTA), encargada de la gestión de los medios de radiodifusión públicos. Esta
norma preveía una conformación pluralista de la conducción de RTA, con control parlamentario.
Esta Ley, promovida por la oposición, fue sancionada pocas semanas antes de que la fórmula del PJ
(Duhalde - Ortega) perdiera las elecciones presidenciales.
Comentario final
La administración presidida por Carlos Menem ejerció el manejo discrecional del poder
público que favoreció los intereses privados por sobre el bien general.
Ausencia de debata político y público, desnacionalización, concentración económica y
expansión del sistema financiero, fueron las características emergentes de la intervención
“menemista” sobre el sistema argentino de comunicaciones de masas. Dichas características
expresaron, en la mayoría de los casos, el comportamiento de los principales agentes del mercado
en relación con la lógica del proceso de acumulación de ese período, signado por el horizonte de la
convergencia multimedia trasnacional.
Se materializó de ese modo una sensible reducción de las posibilidades democratizadoras
de los principales medios de comunicación social del país, fortaleciendo las tendencias más
jerarquizadotas, difusionistas y masificantes de la radiodifusión.
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