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20añosNoEsNada doc

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Introducción
Podríamos decir, jugando con el título del texto de De Charras y Mastrini, que 20 años
“no es nada” pero también “es mucho” en materia comunicacional. No es nada porque,
como sostienen los autores con quienes coincidimos, los debates en torno al NOMIC que
se dieron en los ochentas siguen constituyendo el principal antecedente generado por una
instancia supranacional para cualquier proceso que pretenda democratizar la
comunicación. Y 20 años “son mucho” porque desde entonces el contexto internacional
en el que tendrá que desarrollarse (y se desarrolla actualmente) la CMSI es
sustancialmente diferente que aquel en el que se dio la sanción del Informe MacBride.
Dejemos por un momento de lado el hecho de que la arena del debate es completamente
diferente, de que pasamos de un debate que se da en el contexto multilateral de la
UNESCO (verdadera democracia de Estados en donde cada país cuenta con un voto,
basado en la promoción de la cultura, la ciencia y la educación) a una organización
básicamente técnica, la UIT, con nuevos actores de peso, sobre todo las empresas y el
sector privado. Sobre estas cuestiones nos abocaremos más adelante.
Enfoquémonos en los hechos políticos más importantes de los últimos 20 años. Tenemos
aquí, entre otros hechos y procesos: la caída del bloque soviético y el fin del mundo
bipolar, quedando el mundo regido por solo una potencia hegemónica (los EE.UU. y sus
aliados), el auge, apogeo, y ¿posible decadencia? del modelo neoliberal que implicó el
virtual desmantelamiento del Estado de Bienestar, la transición democrática de los países
de Latinoamérica, la creciente transnacionalización de la economía sustentada, entre otros
factores, en la aparición de nuevas tecnologías y en la desregulación de los mercados, etc.
Ciertamente, no estamos frente a hechos menores. Es necesario tener en mente que todos
estos hechos afectan, directa o indirectamente, las cuestiones tratadas y a tratarse en
Túnez y Ginebra. Analicemos, entonces, algunas cuestiones en relación con el NOMIC,
el Documento Argentina y la actual CMSI
Cambios en el mapa mediático
En la Declaración de Túnez brilla por su ausencia el proceso gigantesco de
concentración y convergencia de las empresas de medios que se viene dando desde los
ochentas hasta el presente. Directamente, no se mencionan ni siquiera de pasada, el
surgimiento de multimedios transnacionales de proporciones difíciles de imaginar, que
hacen pie en numerosos países a la vez, y que a su vez, poseen un poder de presión
política y producción de agenda monstruoso. En Túnez, tampoco se menciona cómo se
pasó de monopolios estatales sobre ciertas redes de telecomunicaciones a la virtual
creación de monopolios privados sobre las mismas redes. (Argentina sería un caso
bastante emblemático).
Solo se hace referencia, vagamente, al cumplimiento de los convenios internacionales
pertinentes (buena parte de los cuales son bilaterales) y de las reglamentaciones
nacionales (buena parte de las cuales son directamente obsoletas). Es decir que toda la
pirotecnia verbal acerca de la corrección de los desequilibrios comunicativos y el cierre
de la brecha digital se queda en la primera parte del documento, meramente declarativa.
Además, y como agudamente señalan De Charras y Mastrini, tampoco se menciona la
existencia de medios comunitarios o no comerciales. Dicho de otro modo, por un lado,
en la primera parte del documento se puede invitar a la sociedad civil y las ONG´s y se
le puede otorgar el papel de “actores destacados” y después olvidarse de uno de sus roles
más interesantes en la constitución de medios comunitarios o no vinculados al lucro
privado.
El documento Argentino por su parte, hace referencia a la importancia de la sociedad
civil para “contrarrestar los efectos no deseados” de las crisis generadas por la Sociedad
de la Información, mencionando además el hecho de que el uso de las tecnologías no
debe estar supeditado al mercado sino a la lucha contra la brecha digital. Habla además
de la generación de “políticas nacionales nuevas” y de la definición de nuevos
“instrumentos legales” para hacer frente a los desafíos que plantea la Sociedad de la
Información. No se asume que basta con el respeto a las normativas vigentes o, para
decirlo con menos retórica, con el mantenimiento del statu quo en la materia.
Desplazamiento de la arena del debate. De la UNESCO a la UIT.
Consideramos que debe tenerse en cuenta el hecho de que en la Declaración de Túnez no
se haga referencia al Informe MacBride. Hay que ser muy ingenuos para no sospechar
acerca de que se excluya uno de los principales antecedentes de la discusión sobre
comunicación en materia internacional. Para Túnez, es como si los debates acerca del
NOMIC, directamente, no hubiesen existido. Esta exclusión, creemos, no es casual.
También es cierto que el documento Argentino no menciona al NOMIC como uno de sus
antecedentes, aunque tampoco menciona ningún otro documento, así que no habría una
exclusión adrede. Sin embargo, es evidente que el Informe MacBride debe contarse entre
sus influencias más destacadas, debido al hincapié reiterado que se hace sobre el hecho
de que las desigualdades digitales no son sino un resultado de las económicas y de la
injusta distribución de la riqueza a nivel internacional.
Es claro que el debate en el ámbito de la UIT (siendo esta una organización económica o
bien sin un trasfondo cultural como la UNESCO) tiene necesariamente que favorecer la
discusión en torno a su campo, dejando en segundo plano las demás cuestiones. De
hecho, en el punto 64, de la Declaración de Túnez se dice bien explícitamente cuáles se
consideran las “competencias básicas” de la UIT: reducir la brecha digital, gestionar el
espectro radioeléctrico, preparar normas y difundir información, promover la
cooperación internacional, etc. Competencias que no se centran precisamente en lo
cultural o la lucha contra la desigualdad o que tienen un nivel de generalidad tal que
hacen imposible saber en qué consistiría su aplicación concreta. (¿Qué significa por
ejemplo, “preparar normas y difundir información”? ¿Normas con respecto a qué, con
qué objetivos, en qué campos? ¿Información sobre qué temas y para quiénes?, etc.)
Incorporación de nuevos actores. El sector privado y la Sociedad Civil.
Tanto el Documento Argentino como la Declaración de Túnez, se refieren a la presencia
del sector privado como uno de los actores principales en la construcción de la nueva
Sociedad de la Información. No obstante, daría la sensación de que la Declaración de
Túnez, pone en una situación de equivalencia al sector privado, la Sociedad Civil, los
organismos internacionales y los diferentes Estados, siendo igualmente imprescindibles
cada uno de los sectores mencionados. Todos estos actores dice la Declaración deberían
estar involucrados en el “proceso de adopción de decisiones”.
Según Antonio Pasquali, esto es una trampa retórica, un sofisma, porque de hecho el
único verdadero nuevo actor es el sector privado. Todos los demás (los Estados, la
Sociedad Civil a partir de sus variadas instituciones, los organismos internacionales, etc.)
fueron siempre tenidos en cuenta como actores de jerarquía. Por su parte, el Documento
Argentino le asigna al sector privado un papel de menor envergadura. Básicamente su
función será invertir tanto en países desarrollados o en vías de desarrollo y realizar su I +
D (Investigación y Desarrollo), aprovechando las posibilidades de inversión que ofrecen
dichos países. El sector privado tiene un rol, evidentemente, pero jamás podrá ser
equiparado al que pueden tener los Estados o la Sociedad Civil.
Del “desequilibrio informativo” a la “brecha digital”.
Ambos documentos señalan la existencia de la brecha digital y la necesidad de saldarla.
Es paradigmático que se haya abandonado el término “desequilibrio” y se adopte el de
“brecha” para hacer referencia a una misma cuestión. Un desequilibrio implica
necesariamente dos actores en una desigual situación de poder, implica la puja entre
paísesdependientes y países centrales. Una “brecha”, en cambio, se limita a estar allí, no
asignaría, por lo menos en principio, responsabilidades. Es ajena a los actores que
separa. Es por esto que la Cumbre de Túnez se puede conformar con ser en su mayor
parte una declaración de principios, sin marcar responsabilidades ni dar cuenta de
medidas o líneas de acción específicas. Por el contrario, el Documento Argentino, y
precisamente por ser consiente de la distancia que existe entre hablar de “desequilibrio”
y hablar de “brecha”, repite hasta el cansancio que la tan mentada “brecha digital” es tan
solo una de las tantas derivadas de la desigualdad económica entre los diferentes países.
Teniendo esto presente, plantea todo un conjunto de medidas mas especificas para saldar
la “brecha”. Por ejemplo: la integración regional de los países Iberohablantes que poseen
una oportunidad excepcional para la producción de bienes culturales y de contenidos en
sus mercados internos. También se propone, en relación con esto, la coordinación de
políticas a nivel regional, la inversión en infraestructura no donde esta el mercado sino
más bien allí donde se quiere extender la red geográfica o donde se necesitan paliar las
necesidades territoriales, el desarrollo de políticas nacionales de crédito, etc.
Otro dato a tener en cuenta es que en la Declaración de la Cumbre nunca se habla en
términos de “participación” como una manera de achicar la brecha digital, aunque sí se
hace referencia a la noción de “acceso”. Esta cuestión, que no es para nada accesoria,
será abordada más adelante.
El problema del financiamiento. El Fondo de Solidaridad Digital.
No abundan en la Declaración de Túnez las propuestas sobre el financiamiento de los
países en vía de desarrollo en la nueva Sociedad de la Información. Quizá la única
propuesta se la del Fondo de Solidaridad Digital. Al mismo se le asigna el carácter de
“voluntario”, lo que implica evidentemente un reparto nuevo de las responsabilidades. Ya
no son los Estado desarrollados o las grandes empresas las que deben encargarse de
financiar el crecimiento de la Sociedad de la Información. El Fondo de Solidaridad
Digital puede descargarse sobre los usuarios y los consumidores de nuevas tecnologías.
De este modo, los países desarrollados se desligan de su responsabilidad para con los
países menos desarrollados.
El Documento Argentino no menciona este Fondo de Solidaridad Digital, aunque hace
mención sobre la cooperación y asistencia entre los diferentes actores. Plantea también la
necesidad de “sensibilizar” a organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y
grandes empresas beneficiadas por el desarrollo de la Sociedad de la Información en lo
que se refiere a la cooperación entre países.
De los países no alineados a los países en vía de desarrollo.
Uno de los cambios más notorios que se dieron si comparamos el Documento Argentino
y la Declaración de Túnez con los debates dados hace veinte años en torno al NOMIC,
tiene que ver con que ya no se hable de “países no alineados” sino que se hable
simplemente de “países en vía de desarrollo”. Hasta cierto punto esto tiene sentido
porque el mundo ha dejado de estar dividido entre Este y Oeste y en consecuencia carece
de sentido de seguir hablando en términos de alineamiento o no alineamiento con uno o
ambos de los bloques. No obstante, es necesario tener en cuenta que el término “países
no alineados” apuntaba a trazar un nuevo eje de diferencia, el Norte-Sur, dado entre los
países centrales y los periféricos, que sigue existiendo hasta el presente. El hablar de
países en vías de desarrollo en lugar de países periférico busca bajarle el nivel de
conflictividad semántica a la discusión, sin por eso terminar con las diferencias que la
motivan.
El lugar de la sociedad civil
En la Declaración de Túnez la sociedad civil aparece como un actor que desempeña un
papel importante, especialmente en lo que respecta a Internet. Esta es interpretada como
la que permite la participación plena y activa. En el caso argentino el financiamiento
constituye una barrera para la Sociedad de la Información, su infraestructura, su
producción digital y sus aplicaciones. Estas condiciones financieras afectan el desarrollo
de la Sociedad de la Información sin perjuicio de que la sociedad civil haya atenuado el
impacto de la crisis. Esto ocurre tanto en Argentina como en los demás países de la
región.
Desplazamientos conceptuales
No es un dato menor que en la Declaración de Túnez, ciertos conceptos hayan sido
sustituidos por algunos que resultan más “cómodos” o “amigables” con las fuerzas del
mercado. Por ejemplo. Se ha abandonado la noción de “libre flujo de información” con
sus connotaciones acerca de la desregulación y liberalización de los mercados y se adopta
el concepto, menos conflictivo, de “entorno habilitador”. En el fondo, sin embargo,
ambos términos hacen referencia a lo mismo. Es más, en la Declaración de Túnez se dice
que una de las principales funciones de los Estado es la de intervenir para fomentar la
inversión extranjera directa y desarrollar un marco o un conjunto de reglamentaciones
“neutrales”, desde el punto de vista tecnológico. Como señalan con claridad De Charras y
Mastrini, todos sabemos que la idea de la neutralidad tecnológica es un mito que lo único
que hace es ocultar que el desarrollo o la adaptación de ciertas tecnologías en detrimento
de otras, terminan afectando siempre a la sociedad civil y a determinados intereses
políticos, económicos, etc. El “entorno habilitador” sistemáticamente “habilita” al
modelo privado de desarrollo, pero ahorrándose las ríspidas discusiones que conllevaba el
término mucho más polémico de “libre flujo”. Hubo, en el período que va del NOMIC a
la CMSI, un importante aprendizaje de ciertos sectores sobre la importancia de la lucha
por la construcción de sentido y de las estrategias a utilizar.
Otro desplazamiento conceptual fundamental radica en que se hable de “acceso” y nunca
de “participación”. La razón es clara: que aumente el “acceso” a las TICs (nuevas
tecnologías de la información y la comunicación) posibilita siempre, en mayor o menor
medida, una ampliación del mercado. Ampliar la “participación”, por el contrario,
perjudica necesariamente a la concentración de la propiedad privada, ya que conlleva que
aumente la cantidad de emisores de mensajes. El documento argentino, además de hablar
de acceso, indica que es necesario armonizar el mismo a través de una producción
“plural” de la información. Es decir, acrecentando la participación.
Otro desplazamiento conceptual interesante se da, nos parece, entre el Documento
Argentino y la Declaración de Túnez en relación con el concepto de “marco regulatorio”
si lo comparamos con el de “entorno habilitador”. Para el Documento Argentino, la
función del Estado no es ya la de “habilitar” o generar un entorno propicio para las
empresas, sino la de “regular” el contexto en el que se desarrollan sus actividades sin por
esto afectar su competitividad. La diferencia es, creemos, importante. Es por esto que el
Documento Argentino, por ejemplo, puede referirse a la necesidad de que el desarrollo
del tele-trabajo no se vuelva un mero instrumento de la desregulación laboral.
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Del Nuevo Orden Mundial a la Sociedad de la Información
Hay que destacar que en ambos documentos se habla de la Sociedad de la Información.
En la Declaración de Túnez el punto más importante es la conectividad, planteándose un
acceso universal, ubicuo, equitativo y asequible a la infraestructura y los servicios. A la
vez que se debe aprovechar y preservar el patrimonio cultural para el futuro, para lo cual
utilizará todos los métodos adecuados, entre otros, la digitalización.
En el Documento Argentino, la Sociedad de la Información se superpone con el
aprovechamiento desigual de las tecnologías en los diferentes grados de desarrollo
económico y social. Entendiendo que los mismos constituyen una oportunidad de aplicar
los conocimientos a la producción y al bienestar contribuyendo al escenarioeconómico y
social.
No obstante, no podemos olvidar que entre el NOMIC y la Sociedad de la Información,
hay una enorme distancia conceptual. El NOMIC implica a las claras la construcción de
un “nuevo orden” en materia comunicacional pero como opuesto a un orden vigente, a un
statu quo que debe ser modificado, porque implica desigualdad y dependencia no solo en
materia de comunicación sino también económica. Esta acentuado, entonces, la faceta
conflictiva de todo el proceso. Por el contrario, hablar de Sociedad de la Información
implica una dimensión de supuesta “armonía” de intereses. En esta perspectiva, la
Sociedad de la Información, es algo que se ha de construir por colaboración entre el
mundo desarrollado y los países en vías de desarrollo. Como se ve, se ha elidido
completamente la cuestión de la desigualdad estructural entre los diferentes Estados.

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