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BRENCA & LACROIX: Radio y poder en la Argentina 1920-53 En el marco de un desarrollo pseudoindustrial, con el establecimiento de empresas norteamericanas en el país, se produjo el nacimiento y la evolución de los servicios de radio en nuestro país. A este temprano nacimiento (agosto de 1920) le siguió una tardía regulación que adhirió, tras muchas dudas, al modelo norteamericano de redes privadas financiadas por publicidad en vez del modelo inglés basado en una entidad nacional de carácter público y sin publicidad (modelo cultural populista vs. concepto paternalista de la cultura), lo cual coincidió con la creciente influencia de EEUU en América Latina. La actitud del Estado fue muy distinta a la que mantuvo con la prensa gráfica: en 1934 impulsa un folleto de instrucciones con reglas y límites para censurar y controlar a una radio más preocupada por lo comercial que por la libertad de expresión. En 1938 una comisión para examinar los permisos precarios y la organización del medio radial, que se expide un año después sin pena ni gloria. Desde 1928, cuando el gobierno transfiere a Correos y Telégrafos la dependencia de la radiodifusión, se había iniciado un segundo período de disensos por el estatuto jurídico de la radio que acabará definiéndose por el sistema privado de financiamiento publicitario (al aprobar el congreso la cadena RADES en 1941). Con el golpe del ’43 se reglamenta el otorgamiento de concesiones y se aplica la censura, suspensiones e intervenciones generalizadas. La mayoría de las emisoras pasan al ámbito oficial entre 1947 y 1948 (aunque esto no implica que dejen de ser financiadas con publicidad). La (1ra) ley de radiodifusión de 1953 finalmente formalizó el contradictorio privatismo oficialista (ley 14241, sobre la organización de los servicios de radiodifusión, que pasaba a ser de interés público y el poder ejecutivo podía ahora autorizar su ejecución a particulares). A las 3 cadenas comerciales, LR1, 3 y 4 (ahora privatizadas) se les suma una 4ta: el SOR, también centrada en Buenos Aires. La radiodifusión pertenece ahora al Ministerio de comunicaciones y las licencias (20 años) pueden heredarse. Con el golpe del ’55 un decreto anula las licitaciones y todo el sistema vuelve a manos del Estado.
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