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ALBANIA

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ALBANIA (REPÚBLICA)
1. HISTORIA
Los albaneses se consideran descendientes de los ilirios, un pueblo indoeuropeo que se instaló en la parte occidental de la península Balcánica al poco de finalizar la edad del bronce (hacia el 1000 a.C.). Los ilirios establecieron su propio Estado entre los siglos V y III a.C. (véase Iliria).
0. Edad antigua
Fundado en el siglo III a.C., el Estado ilirio tuvo un importante papel durante la antigüedad, especialmente bajo el gobierno del rey Adriano. Se extendía desde la costa de Dalmacia hasta la costa de la actual Albania y alcanzó el esplendor de su poder bajo el rey Agron (250-231 a.C.). La base de su poderío radicaba en su flota, que durante el reinado de Adriano se convirtió en una importante fuerza naval, apresando naves romanas, lo que comprometía el comercio de Roma durante el periodo republicano. En el 168 a.C. Roma conquistó por completo el reino ilirio y después lo ocupó durante más de cinco siglos. Al principio de la ocupación romana, la propia Albania cobró relevancia al conectar Roma con Bizancio por la vía Egnacia.
Los ilirios desempeñaron un importante papel en el Imperio romano. Varios de los emperadores tuvieron un origen ilirio: Claudio II, Aureliano, Diocleciano y Probo en el siglo III d.C., Constantino el Grande en el siglo IV y Justiniano en el siglo VI.
0. Edad media
Tras la división del Imperio romano en el 395 d.C., pasó a formar parte del Imperio romano de Oriente. Durante este periodo, puertos como Durrachium (la actual Durrës; Durazzo en italiano) se convirtieron en importantes centros comerciales.
Cuando el poder del Imperio decayó, las provincias ilirias fueron ocupadas por grupos que se disputaban el control de la parte occidental de los Balcanes. Los godos y los hunos llegaron en el siglo IV, los búlgaros en el siglo V y durante los siglos VI y VII un gran número de eslavos irrumpieron en los territorios ilirios. Enfrentados al peligro de su asimilación, los albaneses (que por esta época se convirtieron al cristianismo) se desplazaron hacia el sur, concentrándose en las regiones montañosas, donde quedaron sujetos al dominio del Imperio bizantino.
Durante los siglos XI y XII fue atacada por los normandos, y en 1190, periodo de debilidad de Bizancio, el príncipe Progon de Albania estableció un Estado independiente que se mantuvo hasta mediado el siglo XIII, momento en el que se desmembró. Fue entonces cuando Carlos de Anjou se proclamó rex Albanial (rey de Albania), en 1272, hasta que el serbio Esteban Dusan expulsó a los angevinos y se anexionó el país.
Con la caída en 1355 del Imperio serbio, dirigido por Esteban Dusan, Albania se sometió a la dominación de señores locales feudales. Los topias y los dukagjinis gobernaron en el norte, y los muzakas y los shpatas en el sur.
0. Imperio otomano
Los turcos otomanos invadieron Albania a finales del siglo XIV. Bajo la dirección de Jorge Castriota, llamado Scanderbeg, los albaneses sostuvieron una lucha afortunada durante 25 años en contra de la ocupación turca. En 1448 y en 1466 Scanderbeg repelió a los turcos, pero tras su muerte, en 1468, Albania pasó a formar parte del Imperio otomano. Un gran número de albaneses emigraron a Italia, y la gran mayoría de la población se convirtió al islam. Durante los casi cinco siglos de ocupación turca, muchos albaneses accedieron a altos cargos en el Imperio.
Los turcos nunca pudieron establecer un control total sobre Albania. A finales del siglo XVIII, varias princesas tuvieron un papel notable. Desde 1775 a 1796 los bushatis gobernaron el ducado de Shkodër, extendiendo su autoridad sobre el norte y el centro del país. Desde 1790 a 1822, Alí Pasa gobernó el ducado de Ioanina, que comprendía desde Vlorë y Berat hasta Tesalia.
A finales del siglo XIX se despertaron los sentimientos nacionalistas. Agrupados en la Liga Albanesa (1878-1881), los albaneses sostuvieron una encarnizada lucha para preservar su integridad territorial contra la intromisión de los países vecinos y para ganar autonomía frente a Turquía.
0. Independencia
El 28 de noviembre de 1912, después de una serie de revueltas contra los turcos y aprovechando la situación creada por la Primera Guerra Balcánica, los patriotas albaneses conducidos por Ismail Qemal proclamaron la independencia del país (Congreso de Vlorë). En la Conferencia de Londres de diciembre de 1912, las grandes potencias reconocieron la independencia de Albania y un año después una comisión especial nombrada por las grandes potencias delimitó las fronteras, que, sin embargo, excluyeron de Albania importantes poblaciones albanesas, (aproximadamente un 40% de su población), en especial la región de Kosovo, que quedó en poder de Serbia. En la actualidad varios cientos de miles de albaneses viven en Grecia, unos 500.000 viven en la Ex-República Yugoslava de Macedonia, y cerca de 1.500.000 viven en otros países de la antigua Yugoslavia, principalmente en Serbia y Montenegro.
Las grandes potencias designaron al príncipe alemán Guillermo de Wied como regidor de Albania. Llegó en marzo de 1914, pero a causa de la oposición local y el estallido de la I Guerra Mundial, se vio forzado a huir del país seis meses después. Aunque oficialmente neutral, durante la guerra Albania fue campo de batalla para los contendientes; con la paz, afrontó de nuevo la perspectiva del reparto de su territorio entre los países vecinos. La Conferencia de Paz de París de 1919 rechazó, sin embargo, las pretensiones mostradas por Italia, Grecia, Serbia y Montenegro, de forma que Albania preservó su integridad.
En el Congreso de Lushnjë, en enero de 1920, los albaneses establecieron un gobierno provisional y un consejo de regencia que consigue la retirada de tropas extranjeras y el reconocimiento de Albania como Estado soberano con las fronteras de 1913; al verano siguiente Italia reconoció la independencia de Albania. Durante los cuatro años siguientes se vio acosada por una violenta lucha por el poder entre diversas facciones políticas. En 1925 Ahmet Zogu se hizo con las riendas de la situación y gobernó el país primero como presidente, pero desde 1928 a 1939 lo hizo como Zogu I, rey de los albaneses, un título que aceptaron simbólicamente las minorías albanesas en Grecia y Yugoslavia. El rey Zogu introdujo amplias reformas culturales y económicas, pero formó parte de la alianza política y militar de la Italia fascista. La fuerte dependencia económica con Italia determinó una clara presencia de ésta en los asuntos interiores y exteriores, de forma que el 7 de abril de 1939, las tropas de Mussolini ocuparon Albania: el rey Víctor Manuel III de Italia fue proclamado de inmediato rey de Albania, que fue objeto de una verdadera colonización.
0. La II Guerra Mundial
Mientras Albania extendía sus fronteras al noreste, aprovechándose de la ocupación de Grecia y Yugoslavia por los alemanes, aliados de los italianos, la resistencia a la ocupación se organizó de inmediato si bien no hubo un frente común por parte de la oposición.
El Partido Comunista de Albania se fundó en noviembre de 1941, y Enver Hodja, un joven maestro educado en Francia, fue elegido secretario general. Los comunistas lanzaron su movimiento de resistencia contra los invasores a partir de la creación del Movimiento de Liberación Nacional en septiembre de 1942 y la organización del Ejercito de Liberación Nacional en julio de 1943. El mando aliado en Italia suministró diverso material.
En septiembre de 1943 tuvo lugar la preparación del terreno para la toma del poder tras la derrota anticipada de los alemanes. Los comunistas también lanzaron una campaña contra las organizaciones nacionalistas Balli Kombëtar (Frente Nacional) y Legaliteti (Movimiento de Legitimidad). Después de una sangrienta guerra civil, los nacionalistas fueron derrotados, y en octubre de 1944 los comunistas pudieron formar un gobierno provisional encabezado por Hodja. Un mes después tomaron el control completo del país.
0. La República Popular
El 11 de enero de 1946 una Asamblea Constituyente (elegida el mes anterior) proclamóla República Popular de Albania. En marzo se promulgó una nueva constitución y se formó un nuevo gobierno, con Hodja como primer ministro. El régimen comunista inició una amplia campaña de purgas para eliminar a los opositores. Las grandes fortunas de propiedad privada se confiscaron, todas las plantas industriales y las minas se nacionalizaron y se inició una radical reforma agraria.
0. Relaciones con sus países vecinos
Desde 1944 hasta 1948, la política exterior se caracterizó por unas tensas relaciones con Grecia y Occidente, y una cordial alianza con Yugoslavia. De hecho, se hicieron planes para su absorción en Yugoslavia.
A consecuencia de la ruptura entre yugoslavos y soviéticos en 1948, Albania se alineó con la Unión Soviética y a cambio recibió ayuda a gran escala de la URSS y de otros países socialistas. En 1949 fue admitida en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), y en 1955 ingresó como miembro en el Pacto de Varsovia.
En 1954 Hodja renunció a seguir en el cargo de primer ministro y fue sustituido por Mehmet Shehu, que continuó dominando el país como jefe del Partido Comunista de Albania. Las relaciones de Albania con el bloque soviético se deterioraron tras la muerte de Stalin y la visita de Nikita Jruschov a Belgrado (1955). Hodja rehusó seguir las políticas de Moscú de desestalinización, coexistencia pacífica con los países occidentales y acercamiento a Yugoslavia.
0. Alianza con China
La visión que tenía Albania de los principios más importantes de la doctrina socialista eran similares a los de China, de forma que a partir de 1960 el Gobierno albanés se alió claramente con Pekín. Como respuesta, la Unión Soviética y sus aliados europeos cortaron toda ayuda a Albania. Finalmente, en diciembre de 1961, la Unión Soviética rompió todo tipo de relaciones diplomáticas con Albania.
De inmediato China envió a sus expertos para llenar el vacío creado por la retirada de los asesores soviéticos y proporcionó créditos de bajo interés para los planes quinquenales de Albania. Esto posibilitó que el país mantuviera su oposición a la Unión Soviética y prosiguiera con su desarrollo económico.
La invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 supuso para Albania una reafirmación de su política exterior y un reforzamiento de la alianza con China. Además, normalizó sus relaciones con Grecia y Yugoslavia y amplió sus contactos con muchas naciones de Occidente y del Tercer Mundo.
0. Periodo de aislamiento
La reorientación de la política exterior china a principios de la década de 1970 y el posterior acercamiento a Estados Unidos provocó un enfriamiento de las relaciones entre Albania y China. Después de varias condenas albanesas a su política exterior, Pekín cesó todo tipo de ayuda a su anterior aliado balcánico en julio de 1978. Tras la ruptura con China, el régimen de Hodja adoptó una estrategia de desarrollo económico autárquico, manteniendo que la continuidad de la ayuda exterior comprometía la independencia política de la nación. Los años finales de la década de 1970 y el inicio de la de 1980 supusieron una mejora de las relaciones con Grecia, Europa occidental y los países menos desarrollados; no obstante, el respeto a los derechos de la minoría griega en Albania (entre 200.000 y 400.000 habitantes) quedó comprometido por la política gubernamental desarrollada a este respecto. Los contactos con Yugoslavia fueron tensos a causa de que el gobierno albanés alegó el mal trato que se daba a los casi 2 millones de albaneses residentes en la provincia serbia de Kosovo.
0. La transición a la democracia
En diciembre de 1981 el gobierno anunció que el primer ministro Shehu se había suicidado. Más tarde se le condenó por ser un agente extranjero y sus principales seguidores fueron apartados de los cargos de responsabilidad. Adil Çarçani fue nombrado primer ministro en enero de 1982, y Ramiz Alia sustituyó a Haxhi Lleshi como presidente en noviembre. Tras la muerte de Hodja en abril de 1985, Alia asumió la dirección del Partido del Trabajo. Albania secundó en cierta medida la ola democratizadora que surgió en toda Europa del Este a finales de la década de 1980 disminuyendo las restricciones religiosas, retomando su actividad comercial con el exterior, legalizando los partidos políticos de la oposición y ampliando los contactos con Occidente; las relaciones diplomáticas con Estados Unidos se reanudaron en marzo de 1991 tras 51 años de interrupción. Celebradas las primeras elecciones legislativas democráticas al Parlamento de Albania, los comunistas establecieron una nueva constitución provisional y crearon la figura de Presidente de la República, cargo para el que Alia fue elegido por la Asamblea Popular. El Partido del Trabajo, que en junio cambió su nombre por el de Partido Socialista Albanés, siguió en el poder hasta que fue derrotado en las elecciones presidenciales y parlamentarias de marzo de 1992. En abril Alia dimitió y el Parlamento eligió a Sali Berisha primer presidente no comunista de Albania desde la II Guerra Mundial. Se formó una coalición de gobierno, con Aleksander Meksi como primer ministro. En julio de 1992 el Partido del Trabajo fue ilegalizado; al año siguiente Ramiz Alia y otros dirigentes comunistas fueron acusados de apropiación y malversación de fondos públicos. Fueron condenados y sentenciados a prisión en diciembre de 1993. En los meses de mayo y junio de 1996 se celebraron de nuevo elecciones legislativas, que fueron ganadas por el Partido Democrático. Las denuncias interpuestas por los partidos de oposición (que no se presentaron en la segunda vuelta) y por los observadores enviados por la Unión Europea (UE) ante las numerosas irregularidades evidenciadas durante el proceso electoral pusieron de relieve las escasas garantías democráticas que existen en el país balcánico. Los socialistas optaron por no acudir al recién constituido Parlamento, aunque sí lo hicieron los restantes partidos opositores. En este enrarecido clima político se celebraron elecciones municipales en octubre de ese año, que confirmaron la hegemonía del Partido Democrático.
En política exterior, las relaciones entre Albania y China fueron cordiales, con visitas mutuas de carácter oficial entre sus dirigentes en 1989 y 1990. En mayo de 1992 Albania firmó un acuerdo de cooperación de diez años de duración con la Unión Europea (UE). Las tensiones entre Albania y Grecia se incrementaron a comienzos de la década de 1990, ante las quejas por el supuesto maltrato infligido a la minoría griega en el sur. Las relaciones con Serbia continúan siendo igualmente tensas, en especial por la dura represión a la que se ve sometida la población albanesa que habita de forma mayoritaria en Kosovo.
A finales de enero de 1997 estalló, precedida por numerosas manifestaciones, una cruenta revuelta política y social en el país balcánico motivada por la quiebra de una serie de fondos de inversión de enriquecimiento rápido respaldados por el Estado, lo que dejó a numerosos ciudadanos albaneses sin la práctica totalidad de sus ahorros, obtenidos con el esfuerzo de años. Poco habituadas con las formas de actuación capitalistas en su vertiente más salvaje, personas pertenecientes a todas las capas sociales depositaron su dinero en estos fondos, atraídos por unos tipos de interés elevadísimos. La ira de los ciudadanos estafados se dirigió hacia el gobierno, por no avisarles a tiempo del fraude financiero ni protegerles de la ruina, lo que sumió a las principales ciudades, incluida Tirana, en graves disturbios.
En las provincias del sur, más prósperas que las del norte, la quiebra financiera afectó en mayor medida, por lo que las manifestaciones y protestas degeneraron rápidamente en disturbios. El 1 de marzo los ciudadanos de la meridional ciudad portuaria de Vlorë, se hicieron con las armas del cuartel militar y de la comisaría de policía, tomando el poder en la localidad. Asaltos parecidos ocurrieron en Gjirokastër, Sarande y otras poblaciones meridionales en días sucesivos, produciéndose enfrentamientos con las tropas enviadas para reprimirlos desórdenes.
El presidente Berisha, cuyos seguidores se hicieron fuertes en el centro y en el norte (región de donde es originario) del país, ofreció una amnistía a todos los insurgentes previa devolución de las armas robadas. Los rebeldes ignoraron la oferta, exigiendo la dimisión del presidente como respuesta. Los miembros de la policía y del Ejército albanés estacionados en el sur se unieron a los rebeldes, por lo que Berisha fue obligado a aceptar, el 9 de marzo, la formación de un gobierno de transición y la convocatoria de elecciones anticipadas, reclamaciones hechas por los manifestantes meses atrás. Berisha ofreció el puesto de primer ministro a Baskim Fino, miembro del Partido Socialista, en la oposición, como una concesión hacia los rebeldes. La medida no consiguió restaurar el orden en Albania, pues los sublevados siguieron exigiendo el cese de Berisha.
Los disturbios siguieron extendiéndose, y a mediados del mes de marzo grupos armados saquearon cuarteles militares desguarnecidos y arsenales en Tirana y otras ciudades del norte.
En la revuelta murieron más de 160 personas, y miles de albaneses huyeron por barco al sur de Italia y por carretera al norte de Grecia (adonde se dirigieron fundamentalmente los miembros de la minoría griega), por lo que estos países optaron por cerrar sus fronteras. Las autoridades de la Ex-República Yugoslava de Macedonia y de la República Federal de Yugoslavia, hogar de un gran número de habitantes de etnia albanesa, expresaron también su inquietud ante la posibilidad de la extensión del conflicto en el interior de sus fronteras. Los acontecimientos desarrollados en los primeros meses de 1997 vinieron a demostrar, además, la existencia de antiguas divisiones étnicas y culturales entre el norte y el sur del territorio albanés.
El 24 de marzo los países miembros de la Unión Europea (UE) acordaron conceder a Albania 2,3 millones de dólares en concepto de ayuda humanitaria y financiera; semanas después, se aprobó el envío de tropas de interposición (denominadas Fuerza Internacional de Protección) para restablecer el orden. Estas tropas, integradas por unos 6.000 soldados, llegaron a mediados de abril y se desplegaron por todo el país en la segunda quincena de ese mismo mes.
En este contexto, un elemento vino a agregar mayor complejidad a la crisis: la visita en el mes de abril de Leka I, rey de Albania en el exilio español, quien realizó una oferta para actuar como intermediario en la crisis a la vez que proponía una consulta popular en torno a la conveniencia de instaurar un régimen monárquico que permitiera la plena transición a la democracia.
Berisha mantuvo, no obstante, el control de las emisoras de radio y televisión, así como del Ministerio del Interior, incluida la dirección de la policía secreta (Shik), por lo que pudo manipular y retrasar las elecciones generales, previstas para el mes de junio.
Los vencedores en esos comicios fueron los socialistas, que obtuvieron el 65% de los votos, frente al 19% logrado por los demócratas. Fatos Nano —antiguo primer ministro del país que había vuelto a hacerse con el control del Partido Socialista después de salir de prisión, donde había cumplido condenado acusado de corrupción por dirigentes del partido de Berisha— fue elegido de nuevo jefe de gobierno. Berisha dimitió en julio, por lo que el Parlamento hubo de designar nuevo presidente de la República; de este modo, el también socialista Rexhep Mejdani se convirtió en presidente de la República. La oposición demócrata boicoteó la actividad parlamentaria en los meses restantes de 1997 y a lo largo de 1998. Mientras, en agosto de 1997, el gobierno anunció que el Ejército y la policía habían restaurado el orden en la ciudad Vlorë, tras lo cual la fuerza multinacional abandonó Albania ese mismo mes.
En septiembre de 1998 se produjo el asesinato de Azem Hajdari, dirigente del opositor Partido Democrático, lo que provocó graves disturbios entre los exaltados manifestantes demócratas, que pedían la dimisión del gobierno y al frente de los cuales estuvo el propio Berisha, y las fuerzas del orden. Pocas semanas después de iniciados los enfrentamientos dimitía el primer ministro Nano, que fue sustituido por el también socialista Pandeli Majko, secretario general del partido.
En ese ambiente de crispación política y social se celebró, en noviembre de ese mismo año, un referéndum para aprobar una nueva Constitución en el que poco más del 50% de los ciudadanos convocados acudieron a las urnas; de éstos, un 93,5% votaron a favor del nuevo texto constitucional.
Por lo que respecta a las relaciones con la República Federal de Yugoslavia, se produjo un deterioro notable a lo largo de 1998 y comienzos de 1999, cuando el conflicto en Kosovo se agudizó. Los atentados llevados a cabo por el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) —grupo guerrillero que reclamaba la independencia de la antigua provincia autónoma mediante las armas, y que contaba con las simpatías y el apoyo de buena parte de los habitantes de Albania, en cuyo territorio poseía algunas de sus bases— contra miembros de la policía serbia provocaron una respuesta por parte de las unidades del Ejército yugoslavo en forma de ejecuciones, desapariciones y masacres indiscriminadas contra ciudadanos de etnia albanesa.
Ante esta escalada de violencia, se inició un flujo de refugiados albanokosovares que huían de las matanzas perpetradas por los soldados serbios y de los enfrentamientos entre éstos y los guerrilleros del ELK, lo que hizo temer a las autoridades albanesas una llegada masiva de refugiados a los que el país, uno de los más pobres de Europa, sería incapaz de acoger.
La situación se hizo realidad en marzo de 1999, cuando la crisis de Kosovo degeneró, fracasadas las vías diplomáticas para alcanzar un acuerdo, en una guerra abierta entre la República Federal de Yugoslavia y los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que había amenazado al régimen del serbio Slobodan Milosevic si no detenía su campaña de 'limpieza étnica'. Los bombardeos llevados a cabo por aviones de la Alianza Atlántica contra ciudades y pueblos de Serbia y Montenegro sirvieron de acicate a las tropas serbias en Kosovo, que aceleraron los asesinatos y las expulsiones de los habitantes kosovares de etnia albanesa. Los expulsados y huidos, que sumaban centenares de miles, se dirigieron fundamentalmente hacia territorio de Albania y de la Ex-República Yugoslava de Macedonia, que acogieron a los refugiados pese a no disponer de la más mínima infraestructura asistencial para una emergencia como la producida. El bombardeo de la OTAN finalizó en junio de ese año, después de que el régimen yugoslavo aceptara las exigencias de la comunidad internacional.
Tras la dimisión de Majko en octubre de 1999, los socialistas eligieron a Ilier Meta como su sucesor al frente del gobierno. Apoyado tanto por el ex primer ministro Fatos Nano como por el propio Majko, Meta fue confirmado como jefe del gabinete por el presidente de la República, Rexhep Mejdani. En su primera comparecencia en público como primer ministro, Meta manifestó su deseo de continuar la línea emprendida por su antecesor: fomentar el crecimiento económico y luchar a favor de la entrada de Albania en la UE y en la OTAN. Meta fue considerado un candidato de compromiso, aceptable tanto para la vieja guardia del partido como para la nueva generación de políticos reformistas (entre los que también se encontraba Majko).

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