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. Véase TARGETED THERAPY (TRATAMIENTO DIRIGIDO), disponible en www.studentconsult.com C A p f T U L Q Hígado y vesícula biliar ÍNDICE DEL CAPÍTULO Híg;¡do y vías biliares 637 Características generales Hepatopatías metabólicas hereditarias 656 Hemocromatos,s 656 Alteración del (lujo sanguíneo que atraviesa el hlgado 66 7 de las hepatopatías 638 Mecanismos de lesión y reparación 638 lnsu(,ciencia hepática 639 Enfermedades infecciosas 642 Hepatius virica 642 Enfermedad de Wi/son 657 Obstrucción al (lujo de salida venoso hepático 66 7 Congestión pas,va y necrosis centrolqbulillar 66 7 Nódulos y tumores 668 Deficiencia de a,-anutnps,na 658 Síndromes colestásicos 659 Bilirrubina y formación de bilis 659 Hiperplas,a nodular (ocal 668 Fisiopatología de la ictericia 660 Neoplasias benignas 669 Infecciones bacterianas, parasitarias y helmínticas 650 Defectos en el metabolismo hepatocelular Neoplasias malignas 669 Hepatitis autoínmunitaria 651 Lesión hepática inducida por fármacos y toxinas 65 1 de la bilirrubina 66 I Colestasis 66 I Colestasis neonatal 66 2 Atresia biliar 663 Vesícula biliar 672 Colelitlasis (cálculos biliares) 672 Colecistitis 674 Hepatopatía grasa alcohólica y no alcohólica 652 Hepacopatía alcohólica 653 Hepatopatía grasa no alcohólica 655 Colan¡1Jopa1ías autoinmunitarias 663 Trastornos circulatorios 666 Colecistitis litiósica aguda 674 Co/ecistitis alitiós,ca aguda 674 Cofecistitis crónica 674 Alteración del (lujo sanguíneo hacia el hígado 666 Carcinoma de la vesícula biliar 675 Hígado y vías biliares El rugado normal del adulto pesa entre 1.400 y 1.600 g. Dispone de un riego sanguíneo dual, de modo que la vena porta propor- ciona el 60-70% del flujo sanguíneo hepático y la arteria hepática el 30-40% restante. La vena porta y la arteria hepática entran en la cara inferior del lúgado a través del hilio, o porta hepatis. Dentro del lúgado, las ramas de la vena porta, las arterias hepáticas y las vías biliares viajan paralelas dentro de los espacios porta, y se ramifican de forma variable en 10 a 12 divisiones de ramas. La terminología más frecuente usada para describir la microai·quitectura hepática se basa en el modelo lobulillar (fig. 16.1). Este modelo divide el hígado en lobulillos de 1 a 2 mm de diámetro que se centran en una tributaria terminal de la vena hepática y están delimitados por espacios porta en su periferia. Estos lobulillos se dibujan habitualmente en forma de estructuras hexagonales, aunque en los seres humanos las for- mas son más variables; no obstante, resulta una simplificación útil. Un segundo modelo divide al rugado en ácinos triangulares (v. fig. 16.1) en función de la posición de los hepatocitos respecto a su aporte sanguíneo. Los hepatocitos situados en la vecindad de la vena hepática terminal se llaman centrolobulillares; los cercanos al espacio porta son los periporta/es. La división del parénquima lobulillar en zonas es un concepto importante porque cada zona difiere con respecto a sus actividades meta- bólicas y su predisposición a ciertas formas de lesión hepática. @ 2018. Elscvicr Espai\a, S.L. U. Reservados ~odos los derechos Dentro del lobulillo, los hepatocitos se organizan en lámi- nas o «placas» que se anastomosan y se extienden desde los espacios porta has ta las venas hepáticas terminales. Entre las placas trabeculares de hepatocitos están los sinusoides vas- culares. La sangre atraviesa los sinusoides y sale a las venas hepáticas terminales a través de numerosos orificios de la pared venosa. Los hepatocitos están así bañados en sangre venosa portal bien mezclada por un lado y en sangre arterial hepática por el otro. Los sinusoides están recubiertos de un endotelio perforado que se sitúa por encima del espacio perisi- nusoidal (el espacio de Disse) por el que sobresalen abundantes microvellosidades del hepatocito. Unidas a la cara luminal de los sinusoides están células de Kupffer dispersas, que son macrófagos tisulares especializados de vida larga que surgen pronto en la embriogenia. Oh·o tipo de célula especializada, la célula estrellada hepática, se encuentra en el espacio de Disse y participa en el almacenamiento de vitamina A. Enh·e los hepa- tocitos que sobresalen hay canalículos biliares, conductos de 1 a 2 µm de diámetro formados por surcos formados en las mem- branas plasmáticas de hepatocitos adyacentes y separados del espacio vascular por uniones estrechas. Estos conductos drenan sucesivamente en los conductos de 1:-lering intralobuli- llares, los conductillos biliares periportales y, finalmente, en las vías biliares terminales dentro de los espacios porta. 637 638 CAPÍTULO 16 Hígadoyvesículabiliar ...._ __ _ ¡ ~ oí e Q) c. 2 ~ EP A e Lobulillo Ácino Figura 16.1 Modelos de anatomía del hígado. En el modelo lobulillar. la vena hepática terminal está en el centro de un «lobulillo». mientras que los espacios porta están en la periferia. Los anatomopatólogos se refieren a menudo a las regiones del parénquima como «periportales y centrolobulillares». En el modelo acinar, sobre la base del flujo sanguíneo, pueden defin irse tres zonas, donde la zona I es la más cercana al riego sanguíneo y la zona 3, la más alejada. AH, arteria hepática; CB, conducto bi liar; EP, espacio po rta; VC, vena hepática central. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS HEPATOPATÍAS Las principales enfermedades primarias del hígado son la hepatitis vírica, la hepatopatía alcohólica, la hepatopatía grasa no alcohólica (HGNA) y el carcinoma hepatocelular (CHC). El hígado también resulta dañado con frecuencia por varias e1úermedades frecuentes, como las enfermedades cardíacas, el cáncer diseminado y las infecciones extrahepá- ticas. La reserva funcional del hígado enmascara la repercu- sión clínica de la lesión hepática leve, pero la hepatopatía difusa grave tiene a menudo consecuencias peligrosas para la vida. Con la rara excepción de la insuficiencia hepática fulmi- nante, la enfermedad hepática es un proceso lento en el que los signos y síntomas de la descompensación hepática apa- recen semanas, meses o incluso años después del comienzo de la lesión. La lesión hepática puede pasar inadvertida al paciente y manifestarse solo por anomalías en las pruebas de laboratorio (tabla 16.1), y la lesión y la curación hepáticas pueden ser también subclínicas. Por ello, los sujetos con ano- malías hepáticas remitidos a los hepatólogos suelen tener una hepatopatía crónica. Mecanismos de lesión y reparación Los hepatocitos dañados pueden mostrar varios cambios en potencia reversibles, como la acumulación de grasa y bilirrubina {colestasis); cuando la lesión no es reversible, los hepatocitos mueren por necrosis o apoptosis. La necrosis (fig. 16.2) se ve con frecuencia después de la lesión hepática causada por la hipoxia y la isquemia. La muerte celular apop- tósica (fig. 16.3) predomina en las hepatitis víricas, autoinmu- nitarias y por fármacos o toxinas. Tabla 16. 1 Evaluación de laboratorio de las hepatopatías Categoría de la prueba Integridad de los hepatocitos Función de excreción biliar Función de los hepatocitos Medida sanguínea• Enzimas hepatocelulares citosólicas1 Aspartata aminotrons(erosa (AST) sérica Afanina aminotrans(erasa (ALT) sérica Lactato deshidrogenasa (LDH) sérica Sustancias secretadas normalmente en la bilis1 Bilirrubina sérico Total: no conjugada más conjugada Directa: solo conjugada Bilirrubina en orina Ácidos biliares séricos Enzimas de la membrana plasmática (por daño del canallculo biliar)' Fos(atasa alcalina sérico "(•glutamiltranspeptidasa (GGT) sérico Proteínas secretadas en la sangre Albúmina sérico* Tiempo de protrombina (TP)1 Tiempo de tromboplastina parcial (TTP)1 Metabo lismo de los hepatocitos Amoníaco sérico1 Prueba de aminopirina e n el aliento ( desmetilación hepática)* •Las pruebas más usadas se muestran en cursiva. tuna elevación indicauna hepatopatía. *Un descenso indica una hepatopada. La muerte generalizada de los hepatocitos puede producir una necrosis confluente. Esto puede verse en las lesiones agudas por toxinas o isquémicas o en las hepatitis víricas crónicas o autoinrnunitarias. La necrosis confluente empieza corno una zona de pérdida de hepatocitos alrededor de la vena central. Con el aumento de la gravedad, la necrosis forma «puentes» Figura 16.2 Necrosis del hepatocito. En esta biopsia teñida con PAS-D de un paciente con hepatitis B aguda, los grupos de hepatocitos pigmentados con citoplasma eosinófilo indican focos de hepatocitos que sufre n una necrosis. PAS-D, t inción con ácido peryódico de Schiff tras la digestión con diastasa. Figura 16.3 Apoptosis del hepatocito. Esta biopsia de un paciente con hepatitis lobulillar debida a una hepatitis C crónica muestra hepatocitos apoptósicos dispersos («cuerpos acidófilos»; flechas únicas) y un infiltrado inflamatorio parcheado (flecha doble). entre las venas centrales y los espacios porta o entre espacios porta adyacentes. La regeneración de los hepatocitos perdidos tiene lugar sobre todo mediante la replicación mitótica de los hepatocitos adyacentes a los que han muerto. En las formas más graves de lesión hepática aguda, también pueden empezar a dividirse las células troncales hepáticas localizadas en un nicho cercano al conducto de Hering, pero la contribución de las células troncales a la reposición de hepatocitos en el marco de la lesión hepática aguda sigue siendo incierta. Pero en las enfermeda- des hepáticas crónicas de larga durnción hay pruebas claras de que la proliferación y diferenciación de las células troncales puede contribuir significativamente a la restauración del parénquima, probablemente tras la senescencia replicativa de los hepatoci- tos preexistentes. La progenie diferenciadora de estas células troncales tisulares produce estructuras tubulares, llamadas reacciones tubulares (ductulares), un marcador morfológico de la regeneración hepática mediada por las células h·oncales. A una lesión aguda muy intensa puede seguirle la forma- ción de una cicah-iz, pero esta se produce más a menudo como una reacción a la lesión crónica. El principal tipo celular impli- cado en el depósito de cicatriz es la célula estrellada hepática B perisinusoidal. Tras la lesión hepática, las células estrelladas ~ pueden activarse y convertirse en miofibroblastos productores § de abundante fibrina, lo que produce la cicatriz fibrosa. La ~ activación de la célula estrellada imp lica interacciones com- :g plejas enh·e las células de Kupffer, los hepatocitos y las células -~ inflamatorias. Cuando hay una lesión intensa que provoca la ~ muerte de un gran número de hepatocitos y la reducción de . S las células hepáticas, puede producirse un colapso de la reti- ~ culina subyacente, lo que impide la regeneración ordenada de ·;;, los hepatocitos. En tales casos, se activan las células estrelladas ~ y las áreas de pérdida de hepatocitos son sustituidas por & tabiques fibrosos. Finalmente, estos tabiques fibrosos rodean ~ ·& a los hepatocitos supervivientes que se están regenerando en ¡¡¡ los estadios finales de las hepatopatías crónicas, muchas de @ cuyas formas se describen como cirrosis. Características generales de las hepatopatías 639 La inflamación y las reacciones inmunitarias participan en muchas formas de enfermedades hepáticas. La inflamación sistémica altera las actividades metabólicas y biosintéticas del hígado, lo que aumenta la secreción de reactantes de fase aguda como la proteína C reactiva, el amiloidc sérico A (un precursor de algunas formas de amiloide) y la hepcidina, un regulador clave del metabolismo del hierro (v. capítulo 12). Como comentaremos, las células inmunitarias adaptativas desempeñan una función crucial en la hepatitis vírica, y los linfocitos T CD4+ y CDS+ son particularmente importantes en la erradicación de los hepatocitos infectados por virus y, en las enfermedades crónicas, en la lesión hepática. Insuficiencia hepática La consecuencia clínica más grave de las enfermedades hepá- ticas es la insuficiencia hepática. Ocurre sobre todo en tres escenarios clínicos: la insuficiencia hepática aguda, crónica y aguda sobre crónica. Insuficiencia hepática aguda La insuficiencia hepática aguda se define como una enferme- dad hepática que produce una encefalopatía hepática antes de transcurridos 6 meses del diagnóstico inicial. El trastorno se conoce como insuficiencia hepática fulminante cuando la ence- falopatía surge antes de transcurridas 2 semanas del comienzo de la ictericia, y como insuficiencia hepática subfulminante cuando la encefalopatía surge antes de pasados 3 meses. En EE.UU., la ingestión accidental o deliberada de paracetamol es responsa- ble de ca~i el 50% ue los casos de insuíiciencia hepática aguda, mientras que la hepatitis autoinmunitaria, otros fármacos y toxinas y las hepatitis A y B agudas suponen el resto de los casos. En Asia, las hepatitis B y E agudas predominan como causas de insuficiencia hepática aguda. MORFOLOGIA El síndrome clínico de la insuficiencia hepática aguda se refleja a nivel anatómico e histológico en forma de necrosis hepática masiva. El hígado es pequeño y se encoge debido a la pérdida de parénquima (fig. 16.4A). Microscópicamente, hay grandes zonas de destrucción rodeando a islotes ocasionales de hepatocitos en regeneración (fig. 16.48). Prácticamente no hay cicatriz debido a la naturaleza aguda del proceso. Características clínicas La insuficiencia hepática aguda se manifiesta con náuseas, vómitos, ictericia y astenia, a lo que sigue el comienzo de una encefalopatía grave, defectos de la coagulación e hiper- tensión portal asociada a ascitis. Las concenh·aciones séricas de transaminasas suelen estar elevadas en cifras de miles. El hígado está al principio aumentado de tamaño debido a la tumefacción y el edema relacionados con la inflamación, pero a medida que el parénquima se desh·uye el hígado se encoge de forma llamativa. Finalmente, a medida q ue se pierden hepatocitos, los valores de las transaminasas séricas se estabi- lizan y declinan rápidamente dado que su fuente desaparece . Empeoran la ictericia, la coagulopatía y la encefalopatía; con la progresión continua, el resultado final es el fracaso multior- gánico y, sin h·asplante, la muerte. Las manifestaciones de la insuficiencia hepática aguda son las siguientes: • La ictericia (color amarillento de la piel y la esclerótica) debida a la retención de bilirru bina, y la colestasis debida a la retención sistémica no solo de bilirrubina, sino también de oh·os solutos eliminados en la bilis. 640 16 Hígado y vesícula biliar Figura 16.4 Necrosis he pática masiva. (A) El hígado es pequeño (700 g), teñido de bilis, blando y congestionado. (B) Necrosis hepatocelular causada por una sobredosis de paracetamol. Se ve una necrosis confluente en la región perivenular (zona 3, flecha). Hay escasa inflamación. El tejido normal residual se indica con un asterisco. (Par cortesía del Dr. Matthew Yeh, University of Was- hington, Seattle, Washington.) • La encefalopatía hepática engloba un espectro de trastornos de la consciencia que van desde anomalías conductuales sutiles a confusión y estupor o el coma y la muerte. La encefalopatía p uede surgir días, semanas o meses des- pués de la lesión aguda. Pueden aparecer s ignos neu- rológicos fluctuantes, como la rigidez, la hiperreflexia y la asterixis. La as terixis se refiere a un movimiento de flexión y extensión rápido y arrítmico de la cabeza y las extremidades, que se observa mejor como un «aleteo» de las manos cuando los brazos se mantienen en extensión con las muñecas en flexión dorsal. Las concentraciones altas de amoniaco en la sangre y en el sistema nervioso central se correlacionan con una alteración de la función neuronal y un edema encefálico. • Coagulopatía. El hígado es la fuentede varios factores de la coagulación que disminuyen en presencia de una insufi- ciencia hepática, lo que provoca hematomas y hemorragias con facilidad. Paradójicamente, también puede prod ucirse una coagulación intravascular diseminada (v. capítulo 12) debido a que el lúgado dañado no puede elimina!' los fac- tores de coagulación activados. • La hipertensión portal surge cuando se reduce el flujo a través del sistema venoso portal, lo que puede ocurrir debido a una obstrucción a nivel prehepático, inh·ahepático o posthepático. Aunque puede ocurrir en la insuficiencia hepática aguda, la hipertensión portal suele verse en la insuficiencia hepática crónica y se expondrá más adelante. En la insuficiencia hepática aguda, la obsh·ucción suele ser intrahepática y las principales consecuencias clinicas son la ascitis y la encefalopatía hepática. En las enfermedades hepáticas crónicas, la hiper tensión portal surge a lo largo de meses a años, y sus efectos son más complejos y gene- ralizados (v. más adelante). • El síndrome hepatorrenal es una forma de fracaso renal que ocurre en sujetos con insuficiencia hepática en los que no hay causas morfológicas ni funcionales intr ínsecas de disfunción renal. La retención de sodio, la alteración de la excreción de agua libre y la menor perfusión renal y el menor fil trado glomerular son las principales anomalías renales funcionales. Hay un descenso de la presión de perfusión renal debido a la vasodilatación sistémica, la activación del sistema nervioso simpático renal y la vaso- consh·icción de las arteriolas renales aferentes, y una mayor activación del eje renina-angiotensina, lo que provoca una vasoconstricción que reduce aún más el filtrado glomeru- lar. El inicio del síndrome empieza con un descenso de la diuresis y un aumento de las concentraciones sanguíneas de nitrógeno ureico y creatinina. Insuficiencia hepática crónica y cirrosis La cirrosis es el cambio morfológico que más se asocia a la enfermedad hepática crónica; se refiere a la transformación difusa del lúgado en nódulos parenquimatosos regenerativos rodeados de bandas fibrosas (fig. 16.5). Las principales causas de insuficiencia hepática crónica en todo el mundo son la hepatitis B crónica, la hepatitis C crónica, la hepatopatía grasa no alcohólica (HGNA) y la hepa topa tía alcohólica. Aunque la cirrosis es una característica frecuente de varias enfermedades hepáticas crónicas, no es una entidad específi- ca, y es importante reconocer que no todas las enfermedades hepáticas crónicas terminan en cirrosis y que no todas las ci rrosis conducen a una hepatopatía terminal. Por ejemplo, las enfermedades crónicas de la vía biliar no dan lugar a menudo a una cirrosis incluso en su fase final, mientras que los pacientes con hepatitis autoinmunitaria o hepatitis C cura- das pueden tener una función hepática adecuada en presencia de cirrosis. Incluso en enfermedades que dan probablemente lugar a la cirrosis, como la hepatitis vírica no h·atada, la hepa- topatía alcohólica, la HGNA y las enfermedades metabólicas, la morfología y la fisiopatologfa de la cirrosis pueden variar en cada u11a de ellas. Figura 16.S Cirrosis debida a una hepatitis vírica crónica. Obsérvense las cicatrices amplias que separan los nódulos regenerativos que sobresalen en la superficie hepática. MORFOLOGIA La insuficiencia hepática en la enfermedad hepática crónica se ha asociado más a menudo a la cirrosis, que se caracteriza por la transformación difusa de todo el hlgado en nódulos paren- quimatosos regenerativos rodeados de bandas fibrosas. La naturaleza nodular del proceso es bastante evidente a simple vista (v. fig. 16.5) y con microscopio (fig. 16.6A). El tamaño de los nódulos, el patrón de cicatrización (que une los espacios porta e ntre sí o los espacios porta a ciertas venas), el grado de pérdida parenquimatosa y la frecuencia de trombosis vascular ( en parti- cular de la vena porta) varían entre enfermedades e incluso, en algunos casos, entre individuos con la misma enfermedad. Como se mencionó anteriormente, la activación y diferencia- ción de las células troncales da lugar a estructuras tubulares, la también llamada reacción tubular. En la enfermedad hepática crónica, las reacciones tubulares aumentan con la pro- gresión de la enfermedad y suelen ser más prominentes en la cirrosis. Las reacciones tubulares pueden incitar cierta cicatrización en la enfermedad hepática crónica y asl tener un efecto negativo sobre la hepatopatía progresiva. La regresión de la fibrosis e incluso de la cirrosis totalmen- te establecida puede seguir a la remisión o cura de la enferme- dad. Las cicatrices se adelgazan, se compactan de forma densa y finalmente empiezan a fragmentarse (fig. 16.6B). A medida que se rompen los tabiques fibrosos, nódulos adyacentes de parénquima en regeneración se unen en grandes islotes. Todos los hígados cirróticos muestran elementos de progresión y regresión, y su equilibrio viene dado por la gravedad y persiste ncia de la enfer- medad subyacente. Características clínicas Alrededor del 40% de los sujetos con cirrosis son asintomáticos hasta las fases más avanzadas de la enfermedad. Incluso en las fases tardías, se presentan con manifestaciones clínicas ines- pecíficas, como la anorexia, la pérdida de peso, la debilidad y, finalmente, los signos y sín tomas de la insuficiencia hepática expuestos antes. La ictericia, la encefalopatía y la coagulopatía pueden ser el resultado de una e1úermedad hepática crónica, de forma análoga a Jo que ocurre en la insuficiencia hepática aguda. Sin embargo, hay algunas características adiciona les significativas: Características generales de las hepatopatías 641 • La ictericia crónica grave puede llevar al prurito (picor), cuya in tensidad puede ser tan profunda que los pacien- tes se arañen la piel desnuda y tengan riesgo de sufrir brotes repetidos de infecciones peligrosas p ara la vida. En algunos pacientes, el prurito intenso es la principal indicación para el trasplante hepá tico. El prurito también se observa con frecuencia asociado a otras enfermedades con colestasis, lo que indica su relación en parte con la acumulación corporal de sales biliares, pero se desconoce su patogenia precisa. • La hipertensión portal es más frecuente y se manifiesta de forma más compleja en la insuficiencia hepática crónica que en la insuficiencia hepática aguda (fig. 16.7). Las deri- vaciones portosistémicas aparecen cuando el flujo sanguíneo se invierte desde la circulación portal a la sistémica. Estas derivaciones se producen sobre todo por la dilatación de vasos colaterales. Pero, sobre todo, las derivaciones veno- sas surgen siempre que las circulaciones sistémica y portal compar ten lechos capilares comunes, y entre ellas las más importantes en la clínica son las varices esofagogástricas, que aparecen en alrededor del 40% de los sujetos con una hepatopatía avanzada. Estas causan a menudo una hema- temesis masiva y con frecuencia mortal, particularmente cuando hay además coagulopatía. La hipertensión portal es frecuente y puede conducir a una esplenomegalia conges- tiva, que puede reducir el recuento de plaquetas debido al secuestro de estos elementos en la pulpa roja expandida. • La hiperestrogenemia debida a la alteración del metabolis- mo de los estrógenos en los hombres con insuficiencia hepática crónica puede dar lugar al eritema palmar (un reflejo de la vasodilatación local) y a angiomas en araña de la piel. Esta hiperestrogenemia masculina p uede conducir al hipogonadismo y a la ginecomastia. El hipogonadismo también puede aparecer en las mujeres debido a la rotura del funcionamiento del eje hipotalárnico-hipofisario. • La mayoría de las enfermedades hepáticas crónicas predis- ponen al desarrollo del carcinoma hepatocelular (CH C; se expone más adelante). El curso y la gravedad de la enfermedad hepática cróni- ca con cirrosis varían ampliamente de un pacientea otro. Incluso en casos en los que la cirrosis remite h·as la remisión de la enfermedad o su cura, la hipertensión portal puede persistir debido a la presencia de derivaciones irreversibles. Figura 16.6 Cirrosis alcohólica en un bebedor activo (A) y tras un largo período de abstinencia (B). (A) Bandas gruesas de colágeno separan nódulos cirróticos redondeados. (B) Después de I año de abstinencia, la mayorla de las cicatrices han desaparecido (t inción tricrómica de Masson). (Por cortesía de los Ores. Hongfa Zhu e Isabel Fiel, Mount Sinai School o( Medicine, New York, New York.) 642 CAPÍTULO 16 Hígado y vesícula biliar Ascitis Encefalopatía i..+t-- hepática Malnutrición 4f------ Angiomas _ -J.. cutáneos ~ en araña -------,...--+-- Varices esofágicas Esplenomegalia 1-wl--+--- Vena porta • - 1-- Vena esplénica Cabeza ___ _,_.,_.,_._ __ de medusa periumbilical +------+-- Atrofia testicular Figura 16. 7 Principales consecuencias clínicas de la hipertensión portal en presencia de cirrosis, mostradas en el hombre. En las mujeres, son fre- cuentes la oligomenorrea, la amenorrea y la esterilidad como resultado del hipogonadismo. Las causas de muerte son la insuficiencia hepática (como en la hepatopatía aguda) y el CHC. Las observaciones clínicas y de laboratorio son los principales criterios usados para calibrar el pronóstico y la progresión de la enfermedad. En algunos centros, se mide la presión de enclavamiento venoso portal para evaluar el grado de obstrucción vascular. Las observaciones de la biopsia hepática se correlacionan con la presencia y gravedad de la hipertensión portal. Por ejem- plo, es improbable que las muestras con tabiques fibrosos finos y grandes islotes de parénquima regenerado se asocien a la hipertensión portal, mientras que las bandas anchas de fibrosis y pérdida de parénquima anuncian el desarrollo de la hipertensión portal y la hepatopatía terminal. Insuficiencia hepática aguda sobre crónica Algunos sujetos, después de años de enfermedad crónica estable y bien compensada, sufren bruscamente signos de insuficiencia hepática aguda. En tales pacientes, hay a menudo una cirrosis establecida con derivaciones vasculares extensas o grandes volúmenes de parénquima hepático fun- cionan te con un aporte vascular en el límite, que en ambos casos dejan al hígado v ulnerable a lesiones superpuestas en potencia mortales. La mortalidad a corto plazo de los pacientes con esta forma de insuficiencia hepática es de en torno al 50%. La lesión hepática que causa la descompensación brus- ca de los pacientes con una enfermedad hepática crónica es superinfección por hepatitis D en los que padecen una hepatitis B crónica, aparición de resistencia al tratamiento médico en aquellos con una hepatitis vírica, desarrollo de una colangitis bacteriana ascendente en los pacientes con colangitis esclerosante primaria, o sustitución del parénquima hepático por un carcinoma primario o metastásico. En otros casos, la causa puede ser un trastorno sistémico, como una septicemia, una insuficiencia cardíaca aguda o una lesión tóxica superpuesta que llevan a un paciente cirrótico bien compensado a la insuficiencia hepática. . RESUMEN 1Miit319it34i=l#i4iti;- • La insuficiencia hepática puede seguir a una lesión aguda o cró- nica, o puede aparecer como una lesión aguda superpuesta a una enfermedad hepática crónica por lo demás bien compensada. La regla nemotécnica para las causas de la insuficiencia hepática aguda es: A: paracetamol (acetaminophen), hepatitis A, hepatitis autoin- munitaria. B: hepatitis B. C: criptógena, hepatitis C. D: fármacos (drugs)ltoxinas, hepatitis D. E: hepatitis E, causas «esotéricas» (enfermedad de Wilson, síndrome de Budd-Chiari). • F: cambio graso (fatty) del tipo microvesicular {hígado graso del embarazo, valproato, tetraciclina, síndrome de Reye). • Las secuelas potencialmente mortales de la insuficiencia hepática son la coagulopatía, la encefalopatia, la hipertensión portal y la ascitis, el síndrome hepatorrenal y la hipertensión portopulmonar. ENFERMEDADES INFECCIOSAS Hepatitis vírica La terminología de las hepatitis víricas agudas y crónicas puede ser confusa, porque la misma palabra, hepatitis, puede usarse para describir varias entidades diferentes¡ una atención cuidado- sa al contexto puede aclarar su significado en cualquier situación. En primer lugru~ hepatitis es el nombre aplicado a los virus (virus de la hepatitis A, B, C, D y E) que son hepatótropos, es decir, que muesh·an una afinidad específica por el hígado. En segundo lugru~ hepatitis se aplica a los patrones de lesiones hepáticas agudas y crónicas que producen no solo virus hepatótropos, sino también la lesión producida por otros virus como el VEB, el CMV y el virus de la fiebre a.mru-illa, así como reacciones autoin- munitru'ias, fármacos y toxinas. En esta sección, nos centra.remos en las principales cru·acterísticas de los vi.rus hepatótropos, que se reswnen en la tabla 16.2, y expondremos las características clínico-patológicas de las hepatitis víricas agudas y crónicas. Virus de la hepatitis A (VHA) El VHA suele producir una infección benigna autolimitada que no induce hepatitis crónica y pocas veces (en alrededor del 0,1 % de los casos) una hepatitis fulminante. El VHA tiene un período de incubación de 3-6 semanas. Suele eliminarse mediante la respuesta inmunitaria del huésped, de modo que no establece un estado de portador. La infección se da en todo el mundo y es endémica en países con higiene y condiciones sanitru·ias deficientes. Enfermedades infecciosas Ta bla 16.2 Virus de la he patit is Hepatitis A Hepatitis B Hepatitis C Hepatitis D Hepatitis E Virus (VHA) (VHB) (VHC) (VHD) (VHE) Genoma virico ARNmc ADNbc parcialmente ARNmc ARNmc circular ARNmc defectuoso Familia vlrica Hepatovirus; Hepadnavirus Flaviviridae Partícula subvlrica Calicivirus relacionado en familia Deltaviridae con picornavirus Vla de transmisión Fecal-oral (agua Parenteral, contacto Parenteral; el consumo Parenteral Fecal-oral o alimento sexual, perinatal intranasal de cocaína contaminados) es un factor de riesgo Periodo 2-6 semanas 2-26 semanas (media 4-26 semanas (media Igual que el VHB 4-5 semanas de incubación 8 semanas) 9 semanas) Frecuencia Nunca 5-10% > 80% 10% (coinfección); 90-100% Solo en huéspedes de enfermedad en superinfección inmunodeprimidos hepática crónica Diagnóstico Detección de Detección de HBsAg ELISA para detección Detección de anticuerpos Detección de anticuerpos lgM o anticuerpo frente de anticuerpos; PCR lgM e lgG,ARN delVHD anticuerpos lgM séricos a HBcAg; PCR de para ARN del VHC en el suero o HDAg e lgG en el suero; PCR ADN delVHB en biopsia hepática paraARN delVHE ADNbc. ADN bicatenario; ARNmc. ARN monocatenario; EUSA. enzimoinmunoanálisis de adsorción; H&Ag, antígeno nuclear de la hepatitis B; HBsAg, antígeno de superficie de la hepatitis B; HDAg, antígeno de la hepatitis D. Tomado de Washington K: lnflammatory and infectious diseases of the liver. In lacobuzio-Donahue CA. Montgomery EA, editors: Gastrointestinal ond liver pothology, Philadelphia, 2005, Churchill Livingstone. La infección aguda por el VHA tiende a causar una enfer- medad febril asociada a ictericia y síntomas inespedficos como la as tenia y la pérdida de apetito. En general, el VHA es responsable de ah·ededor del 25% de los casos de hepatitis aguda clínica en todo el mundo. El VHA es un picornavirus ARN positivo pequeño y sin cubierta que ocupa su propio género, Hepatovirus. A nivel ultraestructw-al, el VHA es una cápside icosaédrica de 27 nm de diámetro. El receptor para el VHAes HAVcr-1, una gluco- proteína de membrana que también puede servir de receptor para el virus del Ébola. El VHA se propaga por ingestión de agua y alimentos contaminados y se elimina en las heces desde 2 a 3 semanas antes hasta 1 semana después del comienzo de la ictericia. De este modo, el contactopersonal cercano con un sujeto infectado o la contaminación fecal-oral son respon- sables de la mayoría de los casos y explican los brotes en marcos institucionales como escuelas y guarderías, así como las epidemias debidas al agua en lugares donde las personas viven en condiciones de hacinamiento y falta de higiene. El VHA también puede detectarse en el suero y en la saliva de los sujetos infectados. En los países desarrollados, las infecciones esporádicas pueden contraerse por el consumo de marisco fresco o al vapor que haya concentrado el virus del agua de mar conta- minada con excrementos humanos. Los trabajadores infecta- dos de la indush·ia alimentaria son oh·a fuente de brotes. El propio VHA no parece citopático. La respuesta inmunitaria celulai~ en particular en la que participan linfocitos T CD8+ citotóxicos, interviene en la lesión hepatocelular mediada por el VHA. Como la viremia de VHA es h·ansitoria, la transmisión a través de la sangre es muy inusual; por lo tanto, en la san- gre destinada a la donación no se busca específicamente este virus. El an ticuerpo IgM frente al VHA aparece en la sangre al comienzo de los síntomas y es un marcador fiable de la infección aguda (fig. 16.8). La eliminación de virus por las heces finaliza cuando los títulos de IgM aumentan. La respuesta IgM suele declinar en pocos meses tras la aparición de la IgG anti- VHA, que persiste durante años, lo que confiere a menudo inmunidad para toda la vida. Sin embargo, no disponemos de pruebas habituales para detectar IgG anti-VHA; la presencia de IgG anti-VHA se infiere de la diferencia entre la IgM total y la anti-VHA. La vacuna contra el VHA, disponible desde 1992, previene la infección. Virus de la hepatitis B (VHB) El resultado de la ilúección por el VHB varía ampliamente y provoca: 1) hepatitis aguda con recuperación y eliminación del virus; 2) hepatitis crónica no progresiva; 3) enfermedad crónica progresiva que termina en cirrosis; 4) hepatitis ful- minante con necrosis hepática masiva, y 5) un estado de PERÍODO DE INCUBACIÓN 2-6 semanas ENFERMEDAD AGUDA 1 ICTERICIA 1 1 SÍNTOMAS 1 2-12 semanas CONVALECENCIA Y RECUPERACIÓN Anticuerpos anti-VHA (total) Meses Figura 16.8 Cambios temporales en los marcadores sero lógicos de la hepa- titis A aguda. VHA, virus de la hepatitis A. 643 644 CAPÍTULO 16 Hígado y vesícula biliar / Enfermedad subclínica - 1 00% -1 ---99%-- Recuperación -65o// l Hepatitis aguda ,l- <1%-- Muerte o /✓,-25% - trasplante l. INFECCIÓN AGUDA ¡1/ "-- ~ Recuperación 5-10% "-..l.-Hepatitis crónica 1-- 20-30% - 1 Cirrosis 1~ ~ t y/o Muerte o 2-3% + trasplante ~ / Carcinoma hepatocelular Figura 16.9 Posibles resultados de la hepatit is 8 en adultos, con sus frecuencias aproximadas en EE. UU. *Se produce una eliminación espontánea del HBsAg durante la infección por el VHB crónica con una incidencia anual estimada del 1-2% en los países occidentales. Como se menciona en el texto, los términos hepatitis fulminante e insuficiencia hepática aguda se emplean como sinónimos. portador «sano» asintomático. La enfermedad hepática cróni- ca inducida por el VHB es también una precursora importante del desarrollo del CHC. En la figura 16.9 se muestran las frecuencias aproximadas de varios resultados clínicos de la infección por el VHB. La hepatopa tía debida a la infección por el VH B es un problema global de salud enorme. Un tercio de la población mundial (2.000 millones de individuos) ha sido infectada por el VHB, y 400 millones de ellos tienen infecciones crón icas. El 75% de los portadores crónicos viven en Asia y el anillo del Pacífico occidenta l. La prevalencia global de hepatitis B crónica varía entre más del 8% en partes de África a menos del 2% en Europa occidental, Norteamérica y Australia. El modo de transmisión del VHB también varía con la zona geográfica. En regiones del mundo con una elevada prevalen- cia, la transmisión perinatal durante el parto es responsable del 90% de los casos. En áreas con w,a prevalencia intermedia, domina la transmisión horizontal, especialmente al principio de la infancia. La propagación entre los niños suele producirse a través de pequeños brotes en la piel o las mucosas tras el contacto físico con sujetos infectados. En zonas con una baja prevalencia, el sexo sin protección y el consumo de drogas por vía in travenosa (compar tiendo agujas y jeringas) son los pr incipales modos de propagación. La propagación relacio- nada con las h·ansfusiones se ha reducido mucho mediante el cribado en la sangre de HBsAg y el cese de la práctica de pagar por donantes de sangre. La vacunación induce una respuesta de anticuerpos protectora en el 95% de los lactantes, los niños y los adolescentes. La vacunación universal ha obtenido un éxito notable en Taiwán y Gambia, pero aún no se ha adoptado en todo el mundo. El VHB tiene un período de incubación largo (2-26 sema- nas). Al contrario que el VHA, el VHB permanece en la sangre durante los episodios activos de hepatitis aguda y crónica. Aproximadamente el 70% de los adultos con infección reciente por el VHB tienen síntomas leves o ningún síntoma y no presentan ictericia . El 30% restante tienen síntomas constitu- cionales inespecíficos como la anorexia, la fiebre, la ictericia y el dolor en el hipocondrio derecho. En la mayoría de los casos, la infección es autolimitada y se resuelve sin tratamiento, pero se produce una enfermedad crónica en el 10% de los sujetos infectados. La hepatitis fulminante es muy inusual, pero se produce en alrededor del 0,1-0,5% de los sujetos con infecciones agudas. El VHB es un miembro de Hepadnavil'idae, una familia de virus .I\DN que causan hepatitis en múltiples especies anima- les. El genoma del VHB es ADN circular en parte bicatemu:io, de 3.200 nucleótidos, con cuatro marcos de lectura abiertos que codifican las siguientes proteínas: • Proteína «nuclear» de nucleocápside (HBcAg, antígeno nuclear de la hepatitis B) y w1 polipéptido más largo con una región prenuclear y nuclear, denominado HBeAg (antígeno e de la hepatitis B). La región prenuclear dirige la secreción del polipéptido HBeAg a la sangre, mientras que el HBcAg permanece en los hepatocitos, donde participa en el ensam- blaje de los viriones. • Glucoproteínas de la cubierta (HBsAg, antígeno de superficie de la hepatitis B). Los hepatocitos infectados sintetizan y secretan cantidades masivas de glucoproteínas de la cubier ta no infecciosas (sobre todo HBsAg pequeño). • La polimerasa A (Poi) con actividad de polimerasa del ADN y de transcriptasa inversa, q ue posibilita la repli- cación genómica que se produce a través de un único ciclo ADN ➔ ARN ➔ ADN a través de una plantilla de ARN in termedio. Esta polimerasa inusual es el objetivo de fármacos usados para tratar la hepatitis B (se describe más adelante). • Proteína HBx, que es necesaria para la replicación del virus y puede actuar como transactivador de la transcripción de genes víricos y de una amplia variedad de genes del huésped. Se la ha implicado en la patogenia del cáncer hepático asociado al VHB. El curso de la enfermedad puede seguirse en la clínica vigilando ciertos marcadores séricos (fig. 16.10). • El HBsAg aparece antes del comienzo de los síntomas, alcanza un valor máximo durante la enfermedad sintomáti- ca y después suele declinar hasta alcanzar concenh·aciones indetectables en 12 semanas (aunque puede persistir en ocasiones hasta 24 semanas). • Los anticuerpos anti-HBs aparecen después del final de la enfermedad aguda y no suelen detectarse hasta algunas PERIODO DE INCUBACIÓN 1 Marcadores séricos Transaminasas séricas A ENFERMEDAD AGUDA 1 ICTERICIA 1 SINTOMAS 1 CONVALECENCIA Y RECUPERACIÓN lgM anti-HBc PERÍODO DE ENFERMEDAD INCUBACIÓN AGUDA Marcadores séricos l 1cTER1c1A 1 SINTOMAS ADN delVHB Transaminasas séricas B Enfermedades infecciosas 645 ENFERMEDAD CRÓNICAAnti-VHB total 4-26 semanas (media 8) 4-12 semanas 4-20 semanas Años 4-26 semanas 4-12 semanas De meses a años (media8) Figura 16. 1 O Cambios temporales en los marcadores serológicos de la infección por el virus de la hepatitis 8. (A) Infección aguda con resolución. (8) Progresión a la infección crónica. Obsérvese que, en algunos casos de infección crónica por elVHB, las transaminasas séricas pueden ser normales. semanas o varios meses después de que desaparezca el HBsAg. Los anticuerpos anti-HBs pueden persistir durante toda la vida y confieren protección, que es la base de las vacunas actuales que contienen HBsAg. • El HBeAg y el ADN del VHB aparecen en el suero poco des- pués del HBsAg y traducen una replicación vírica activa. La persistencia del HBeAg es un indicador de la progresión a la hepatitis crónica. La aparición de anticuerpos anti-HBe implica que una itúección ha alcanzado su máximo y va a disminuir. • La IgM anti-HBc se hace detectable en el suero poco des- pués del comienzo de los síntomas, concurrente con el comienzo de la elevación de las concentraciones séricas de aminotransferasas (it1dicativa de destrucción de hepatoci- tos). En un periodo de meses, el anticuerpo IgM anti-HBc es sustituido por IgG anti-HBc. Como es el caso de los anticuerpos anti-HAV, no hay ningún análisis directo de IgG anti-HBc; su presencia se infiere de la reducción de la IgM anti-HBc en presencia de w1 aumento de los anti-HBc totales. En ocasiones, surgen cepas mutadas de VHB que no pro- ducen HBeAg pero se replican y expresan HBcAg. En tales pacientes, el HBeAg puede ser bajo o indetectable a pesar de la presencia de ADN del VHB en el suero. Un segundo hecho ominoso es la aparición de mutantes del VHB en los sujetos vacunados que se replican en presencia de anticuerpos anti- HBs normalmente protectores. La respuesta inmunitaria del huésped es el principal :§ determinante del resultado de la infección. Los mecanismos -~ inmunita rios innatos protegen al huésped durante las prime- ~ ras fases de la infección, y una fuerte respuesta de linfocitos .¡ CD4+ y CD8+ productores de interferón y específicos frente al :. virus se asocia a la resolución de la itúección aguda. El VHB ·g- no es en general directamente hepatotóxico, y la mayor parte E de la lesión del hepatocito se debe a los linfocitos T CD8+ & citotóxicos que atacan a las células infectadas. -~ La edad del paciente en el momento de la infección j es el mejor factor predictivo de la cronicidad. En general, @ cuanto menor es la edad en el momento de la infección por el VHB, mayor es la probabilidad de una infección crónica. El tratamiento de la hepatitis B crónica con inhibidores de la polimerasa vírica e interferón puede reducir la progresión de la enfermedad, dismin uir el daño hepático y prevenir la cirrosis hepática o el cáncer hepático, pero no elimina la üúección. Debido a ello, el tratamiento fracasa en ocasiones debido a la aparición de virus portadores de mutaciones que inducen una resistencia farmacológica. Virus de la hepatitis C (VHC) El VHC es la principal causa de hepatopatía, con aproxima- damente 170 millones de sujetos afectados en todo el mundo. Aproximadamente 4,1 millones de estadounidenses (1,6% de la población) tienen una itúección crónica por el VHC. Es notable que se haya producido una reducción de la incidencia anual de itúección desde el valor máximo a mediados de los años ochenta de más de 230.000 infecciones nuevas al año a 30.000 infecciones nuevas al año en la actualidad, motivada sobre todo por una reducción de los casos asociados a las transfusiones gracias a estudios de cribado eficaces. Has- ta hace poco, el número de pacientes con infección crónica parecía continuar aumentando, pero los nuevos tratamientos (expuestos más adela11te) están mejorando el panorama. De acuerdo con los datos de los Centers for Disease Conh·ol and Prevention (CDC), los factores de riesgo más frecuentes de üúección por el VHC son los siguientes: • Consumo de drogas por vfa intravenosa. • Múltiples parejas sexuales. • Haber sido operado denh·o de los últimos 6 meses. • Pinchazo con aguja. • Múltiples contactos con un sujeto itúectado por el VHC. • Empleo en el campo médico o dental. En la actualidad, la h·ansmisión del VHC mediante trans- fusiones sanguíneas es cercana a cero en EE.UU.; el riesgo de adquisición del VHC mediante un pinchazo con aguja es alrededor de seis veces mayor que el del VIH (1,8 fren- te a 0,3%). En los niños, la principal vía de infección es la transmisión perinatal vertical a partir de la madre. Algunos pacientes tienen múltiples factores de riesgo, pero un tercio 646 CAPÍTULO 16 Hlgado y vesícula biliar ---- de los sujetos no tienen factores de riesgo identificables, un misterio duradero. El VHC, descubierto en 1989, es un miembro de la familia F/aviviridae. Como en el caso del VIH, el conocimiento de la replicación y el ensamblaje del virus ha facilitado el desa- rrollo de fármacos anti-VHC muy eficaces (se describen más adelante). El VHC es un virus ARN monocatenario pequeño con cubierta y un genoma de 9.600 bases que codifica una sola poliproteína que procesan varias proteasas en 10 proteínas funcionales. Entre estas proteínas víricas, hay una proteasa vírica que es necesaria para el procesamiento completo de la poliproteína; NSSA, una proteú1a que es esencial para el ensamblaje del VHC en viriones maduros; y una polimera- sa del ARN vírico que es necesaria para la replicación del genoma vírico (fig. 16.11). Debido a la baja fidelidad de la polimerasa delARN del VHC, el genoma vírico es en sí mismo inestable, lo que da lugar a nuevas variantes génicas a alta velocidad. Esto ha conducido a la aparición de seis principales genotipos del VHC en todo el mundo, cada uno con una o más «subespecies». Las infecciones en la mayoría de los sujetos se deben a un virus de un solo genotipo, pero se generan nuevas variantes génicas en el huésped a medida que persiste la replicación del virus. Debido a ello, cada paciente suele resultar infectado por una población de variantes del VHC divergentes pero estrechamente relacionadas conocidas como cuasiespecies. El período de incubación del VHC va de 4 a 26 semanas, con una media de 9 semanas. En alrededor del 85% de los suje- tos, la infección aguda es asintomática y pasa desapercibida. Se detecta ARN del VHC en la sangre durante 1 a 3 semanas, coincidente con las elevaciones de las h·ansaminasas séricas (fig. 16.12). En la infección aguda sintomática por el VHC, se detectan anticuerpos anti-VHC solo el 50-70% de los pacientes; en el resto de los pacientes, los anticuerpos anti-VHC aparecen pasadas 3-6 semanas. El curso clínico de la hepatitis aguda por el VHC es más leve que el del VHB. No se sabe por qué solo una pequeña minoría de los sujetos pueden eliminar la infección por el VHC. La infección persistente y la hepatitis crónica son las características principales de la infección por el VHC, a pesar de la naturaleza generalmente asintomática de la enfer- medad aguda. Al contrario que en el VHB, la enfermedad crónica se produce en la mayoría de los sujetos infectados por el VHC (80-90% ), y surge finalmente una cirrosis en hasta un tercio de ellos. Los mecanismos que llevan a la cronicidad no se entienden bien, pero está claro que el virus usa múltiples esh·ategias para evadirse de la inmunidad antivírica del hués- ped. Además de la generación rápida de variantes génicas, que pueden permitir al virus eludir los anticuerpos neutralizantes, el VHC codifica proteínas que inhiben a los receptores de tipo Toll y las señales del interferón en los hepatocitos, actividades que de otro modo permitirían a los hepatocitos resistir la infección vírica. En la infección crónica por el VHC, el ARN del VHC circulante persiste en el 90% de los pacientes a pesar de la presencia de anticuerpos neutralizantes (v. fig. 16.12). Por ello deben realizarse pruebasde detección de ARN del VHC con el fin de confirmar el diagnóstico de la infección crónica por el virus. Una manifestación clínica característica de la infección crónica por el VHC es la de las elevaciones episódi- cas de las an1inotransferasas séricas separadas por períodos de normalidad o casi de las concentraciones de enzimas. Sin embargo, incluso los pacientes infectados por el Vlli con tran- saminasas normales tienen un riesgo elevado de sufrir una lesión hepática perman ente, y cualquiera con ARN de VHC • Cubierta lipídica Nucleocápside (+) ARN ~===========; Hepatocito Endocitosis ~ Fusión y separación 1,r--..::::,-,.....-:::;,- - ~ ~-- Poliproteína Proteínas víricas Traducción y procesamiento de proteínas lnhlbldores ARN deARN (+) ARN polimerasa polimerasa ~~~ Sfntesis de plantillas de (-) ARN no codificante ~ (+)ARN Replicación de ARN {.~ -~ Ensamblaje del virus Figura 16.1 1 Ciclo vital de la hepatitis C. Se muestran la entrada, la replica- ción, el ensamblaje y el brote de los virus, subrayando los pasos que pueden abordarse eficazmente con fármacos antivirales. detectable en el suero necesita h·atamiento y un seguimiento médico prolongado. Afortunadamente, los últimos años han sido testigos de mejoras espectaculares en el tratamiento de la infección por el VHC que nacen del desarrollo de fármacos que se dirigen específicamente contra la proteasa, la polimerasa del ARN y la PERÍODO DE ENFERMEDAD INCUBACIÓN AGUDA Marcador sérico Transaminasas séricas A j ICTERICIA 1 j SÍNTOMAS j RECUPERACIÓN PERÍODO DE INCUBACIÓN ENFERMEDAD AGUDA j ICTERICIA 1 1 SÍNTOMAS j Marcador sérico Transaminasas séricas B Enfermedades infecciosas 647 ENFERMEDAD CRÓNICA D D 2-26 semanas (media 6-12) 1-3 semanas De meses a años 2-26 semanas (media 6-12) 1-3 semanas De meses a años Figura 16.1 2 Cambios temporales en los marcadores serológicos de la hepatitis C. (A) Infección aguda con resolución. (B) Progresión a la infección crónica. proteína NSSA del virus, todas necesarias para la producción del virus (v. fig. 16.11). El tratamiento combinado con estos fármacos (una estrategia semejante a la del triple tratamiento para el VIH.) ha resultado muy eficaz. El objetivo del tratamiento ac- tual es erradicar el ARN del VHC, lo que se define por la ausen- cia de ARN detectable del VHC en la sangre 6 meses después de suspenderse el tratamiento y se asocia a una elevada pro- babilidad de cura. En la actualidad, alrededor del 95% de las infecciones por el VHC son curables, y es de esperar que esta cifra aumente a medida que dispongamos de nuevos fármacos anti víricos. El principal inconveniente de este avance es su alto coste; un curso curativo de tratamiento farmacológico cuesta unos 100.000 dólares, y se calcula que el h·atamiento de las infecciones por el VHC puede generar solo en EE.UU. un gasto de más de 50.000 millones de dólares en los siguientes 5 años. Virus de la hepatitis D (VHD) También denominado agente delta (5), el VHD es un virus ARN único que depende de su ciclo vital en el VHB. La üúección por el VHD surge en los siguientes marcos: • Coinfección por el VHD y el VHB. Primero debe estable- cerse el VHB para proporcionar HBsAg, necesario para la producción de viriones completos de VHD. La coinfec- ción por el VHB y el VHD se asocia a mayores cifras de hepatitis aguda grave y de insuficiencia hepática fulmi- nante, en particular en los consumidores de drogas por vía intravenosa, y cifras altas de progresión a la infec- ción crónica, que a menudo se ve complicada por la apa- rición del cáncer hepático. • La superinfeccíón de un portador crónico del VHB por el VHD. La superinfección se presenta 30-50 días después en forma de una hepatitis aguda grave en un portador no detectado antes del VHB o como una exacerbación de una hepatitis B crónica previa. La infección crónica por el VHD se produce en el 80-90% de tales pacientes. La superinfección puede tener dos fases: una fase aguda con replicación activa del VHD y supresión del VHB con concenh·aciones altas de ALT, seguida de una fase crónica en la que disminuye la replicación del VHD, aumenta la replicación del VHB, las concenh·aciones de ALT fluctúan y la e1úermedad progresa a la cirrosis y el cáncer hepa- tocelular. La infección por el VHD se produce en todo el mundo y afecta a unos 15 millones de sujetos (alrededor del 5% de los 300 millones de sujetos infectados por el VHB). Su prevalencia varía, y es más alta en la cuenca amazónica, África, Oriente Medio y sur de Italia, y menor en el sudeste de Asia y China. En la mayoría de los países occidentales, se limita en gran medida a los consumidores de drogas por vía intravenosa y a aquellos que han recibido múltiples trans- fusiones sanguíneas. El ARN del VHD es detectable en la sangre y en el hígado en el momento del comienzo de la enfermedad sintomáti- ca aguda. La IgM anti-VHD es un marcador fiable de una exposición reciente al VHD, pero suele ser de corta duración. La coinfección aguda por el VHD y el VHB se asocia a la presencia de IgM frente a HDAg y HBcAg (lo que denota una nueva infección por hepatitis B). Con la hepatitis D crónica que surge de una superinfección por el VHD, hay HBsAg en el suero y los anticuerpos anti-VHD (IgG e IgM) persisten durante meses o más. Debido a su dependencia del VHB, la infección por el VHD se previene mediante la vacunación frente al VHB. Virus de la hepatitis E (VHE) El VHE provoca una infección de transmisión entérica a través del agua que suele producir una enfermedad autoli- mitada. El virus suele infectar a adultos jóvenes o de mediana edad. El VHE es una enfermedad zoonótica con reservorios animales entre los que se encuenh·an monos, gatos, cerdos y perros. Se han descrito epidemias en Asia y el subcontinente indio, África subsahariana y México, y se han visto casos esporádicos en naciones occidentales, en particular allí donde abundan las granjas porcinas, y en los viajeros que vuelven de regiones con una elevada incidencia. De mayor impor- tancia, la infección por el VHE es responsable del 30-60% de los casos de hepatitis aguda esporádica en la India, lo que supera la frecuencia del VHA. Una característica particular de la infección por el VHE es su elevada mortalidad en las 648 C A P Í TU LO 16 Hígado y vesícula biliar mujeres embarazadas, que se acerca al 20%. En la mayoría de los casos, el VHE no se asocia a ninguna enfermedad hepática crónica ni a una viremia p ersistente . El período medio de incubación tras la exposición es de 4 a 5 semanas. Descubierto en 1983, el VHE es un virus ARN de cadena positiva y sin cubierta del género Hepevirus. Los viriones se eliminan en las heces durante la enfermedad aguda. Antes del comienzo de la enfermedad clínica pueden detectarse ARN del VHE y viriones del VHE mediante PCR en las heces y el suero. El comienzo de la elevación de las aminoh·ansferasas en el suero, la enfermedad clínica y la elevación de los títulos de lgM anti-VHE son prácticamente simultáneos. Los síntomas se resuelven en 2 a 4 semanas, tiempo dw·ante el cual los títulos de IgM disminuyen y los de IgG anti-VHE aumentan. Síndromes clínico-patológicos de la hepatitis vírica Como ya se ha expuesto, la infección por los virus de la hepa- titis produce una amplia variedad de resultados. La infec- ción aguda por cada uno de los virus hepatótropos puede ser sintomática o asintomática. El VHA y el VHE no causan una hepatitis crónica, y solo un pequeño número de adultos infectados por el VHB presentan una hepatitis crónica. Por el contrario, el VHC es notorio por producir infecciones crónicas. La hepatitis fulminante es inusual y se ve sobre todo en las infecciones por el VHA, el VHB o el VHD. Aunque el VHB y el VHC son responsables de la mayoría de los casos de hepatitis crónica, hay otras muchas causas de presentaciones clínico- patológicas análogas, como la hepatitisautoinmunitaria y las hepatitis inducidas por fármacos y toxinas (se expondrán más adelante). Por lo tanto, los estudios serológicos y moleculares son esenciales para el diagnóstico de la hepatitis vírica y dis- tinguir los diferentes tipos. Infección asintomática aguda con recuperación. Los pacientes de este grupo son identificados de forma accidental por unas transaminasas séricas elevadas o la presencia de anticuerpos antivíricos. Las infecciones por el VHAy el VHB, en particular en la infancia, son con frecuencia subclfnicas. Infección sintomática aguda con recuperación. Cualquiera que sea el virus implicado, la enfermedad aguda sigue un curso similru~ que consiste en: 1) un período de incubación de duración variable (v. tabla 16.2); 2) una fase preictérica sintomática; 3) w1a fase ictérica sintomática, y 4) la convalecencia. La infectividad máxima tiene lugar durante los últimos días asintomáticos del período de incubación y los primeros días de los síntomas agudos. Insuficiencia hepática fulminante. La hepatitis vírica es responsable de en torno a1 12% de los casos de insuficiencia hepática fulminante; de ellos, dos tercios se deben a la infec- ción por el VI-1B y el resto, por el VHA. La supervivencia durante más de 1 semana puede permitir la recuperación por medio de la replicación de los hepatocitos residuales. La acti- vación de las células progenitoras en los conductos de Hering da lugar a reacciones tubulares muy prominentes que suelen ser insuficientes para conseguir una restitución completa. La insuficiencia hepática fulminante que sigue a una hepatitis vírica aguda se trata con medidas de apoyo. El trasplante hepático es la única opción en los pacientes cuya enfermedad no se resuelve, ya que la muer te por infecciones secundarias y fracaso de otros órganos es de otro modo inevitable. Hepatitis crónica. La hepatitis crónica se define como una enfermedad hepática persistente o recidivan te d urante un período de más de 6 meses. Las características clínicas son sumamente vai·iables y no predicen el resultado. En algunos pacientes, los únicos signos de la enfermedad crónica son las elevaciones de las transaminasas séricas. Los estudios de laboratorio también pueden revelar la prolongación del tiempo de protrombina y, en algunos casos, hiperglobuline- mia, hiperbilirrubinemia y elevaciones leves de las concen- traciones de fosfatasa alcalina. En los sujetos sintomáticos, el hallazgo más frecuente es la astenia; con menor frecuencia hay malestar general, pérdida del apetito y brotes de ictericia leve. En la hepatitis crónica precirrótica, los hallazgos físicos son escasos, y los más frecuentes son los angiomas en araña, el eritema palmai~ la hepatomegalia leve, el dolor a la palpación hepática y uha esplenomegalia leve. En ocasiones, en los casos de VHB y VHC se produce w1a e1úermedad por inmunocom- plejos que da lugar a una vasculitis (subcutánea o visceral; v. capítulo 10) y una glomerulonefritis (v. capítulo 14). Se encuentra una crioglobulinemia en alrededor del 35% de los sujetos con hepatitis C crónica. Estado de portador. Un portador es un sujeto con una infec- ción crónica por un virus hepatótropo que no tiene signos de hepatopatía o tiene signos subclínicos de ella. En ambos casos, en particular el último, estos sujetos constituyen reservorios de la infección. En el caso del VHB, los «portadores san os» suelen tener estudios séricos que muestran la falta de HBeAg, la presencia de anti-HBe, unas aminoh·ansferasas normales y ADN de VHB en el suero bajo o indetectable, y biopsias hepáticas que revelan la falta de inflamación significativa o de lesión parenquima tosa. La infección por el VHB adquirida en las primeras fases de la vida en regiones endémicas (como el sudeste de Asia, China y África subsahariana) da lugar a un estado de portador en más del 90% de los casos, mientras que en regiones no endémicas el estado de portador es muy inusual. Por el contrai'io, se ha estimado que la infección por el VHC en EE.UU. produce un estado de portador en el 10-40% de los casos. VIH y hepatitis vírica crónica. Debido a los modos de transmisión similares y factores de riesgo solapados, la coin- fección por el VIH y los virus de la hepatitis es un problema clínico frecuente. En EE.UU., el 10% de los sujetos i1úectados por el VlH están coiJúectados por el VHB y el 25% por el VHC, y, cuando no se tratan, las infecciones crónicas por el VHB y el VHC son causas importai1tes de morbilidad y mortalidad en los sujetos infectados por el VIH, incluso en aquellos que reciben tratamiento eficaz contra el VII-1. De forma análoga, en sujetos que progresan al síndrome de la inmunodeficien- cia adquirida (sida), la hepatopatía es la segunda causa más frecuente de muerte. Sin embargo, en los pacientes inmuno- competentes infectados por el VIH y adecuadamente tratados, la gravedad y la progresión de la ilúección por el VHB y el VHC y la respuesta al tratamiento del virus de la hepatitis se parecen a las de los sujetos no infectados por el VIH. MORFOLOG(A La evaluación cllnica de la hepatitis crónica exige en ocasiones una biopsia hepática además de los datos clínicos y serológicos. La biopsia hepática es útil para confirmar el diagnóstico clínico, excluir trastornos concomitantes frecuentes (p. ej .. hepatopatía grasa, hemocromatosis), evaluar características histológicas aso- ciadas a un mayor riesgo de neoplasia maligna (lo que se expone más adelante), graduar la extensión de la lesión e inflamación de los hepatocitos y estadificar la progresión de la cicatriz. Des- de el punto de vista histórico, la graduación y la estadificación histológicas de la hepatitis crónica en las muestras de biopsia hepática han sido centrales para determinar si intentar o no el tratamiento de la enfermedad subyacente; sin embargo, con los nuevos tratamientos antivíricos dirigidos muy eficaces de la hepa- titis C se están realizando menos biopsias antes del tratamiento. Las características morfológicas generales de la hepatitis vírica aguda y crónica se muestran de manera esquemática en la figura 16.13. Los cambios morfológicos en la hepatitis vírica aguda y crónica son compartidos por los virus hepatótropos y pueden parecerse a los de las reacciones farmacológicas o la hepatitis autoinmunitaria. Hepatitis vírica aguda. A simple vista, los hígados afectados por una hepatitis aguda leve tienen un aspecto normal o ligeramente moteado. En el otro extremo del espectro, la necrosis hepática masiva puede producir un hígado muy contraído, como se expuso anteriormente. Microscópicamente, hay un solapamiento morfo- lógico considerable en la hepatitis aguda causada por varios virus hepatótropos. Como es típico en muchas infecciones víricas, las células mononucleares predominan en todas las fases de la hepatitis vírica. Una diferencia sutil es que el infiltrado mononuclear en la hepatitis A puede ser especialmente rico en células plasmáticas. La mayor parte de la lesión parenquimatosa está dispersa a lo largo del lobulillo hepático en forma de «necrosis en puntos» o hepatitis lobulillar. La inflamación portal en la hepatitis aguda es mínima o nula. Como se expuso anteriormente, la lesión del hepatocito puede dar lugar a una necrosis o apoptosis. En la primera, el citoplasma parece vacío, con solo briznas dispersas de restos citoplásmicos, y la rotura final de las membranas celulares conduce a una «pérdida» de hepatocitos. Allí permanece por debajo la estructura sinusoidal colapsada de reticulina y colágeno junto con macrófagos carroñeros. HEPATITIS AGUDA Degeneración con a bomba mie nto • 0-Apoptos is ffi .. ~:t• Agregados ----W.,- de macrófagos ~ • • Vena centra l Enfermedades infecciosas 649 Con la apoptosis, los hepatocitos se encogen, se hacen intensamente eosinófilos y sus núcleos se hacen picnóticos y fragmentados; puede haber linfocitos T efectores en la vecindad inmediata. En la hepatitisaguda grave, se observa una necrosis confluente de los hepatocitos alrededor de las venas centrales. En estas zonas, puede haber restos celulares, fibras de reticulina colapsadas, congestión/hemorragia e inflamación variable. Con el aumento de la gravedad, hay una necrosis en puente central-portal seguida del colapso parenquimatoso. En su forma más grave, surgen la necrosis hepática masiva y la insuficiencia hepática fulminante. Hepatitis vírica crónica. La característica histológica definidora de la hepatitis vírica crónica es el infiltrado portal mononuclear. Puede ser leve o intenso y variable de un espacio porta a otro. Hay a menudo también una hepatitis de interfase, además de una hepatitis lobulillar, que se distingue por su localización en la interfase situada entre el parénquima hepatocelular y el estroma del espacio porta. La característica de este daño hepático crónico progresivo es la cicatrización. Al principio, solo los espacios porta exhiben fibrosis, pero, en algunos pacientes, con el tiempo, se extenderán tabiques fibrosos - bandas de cicatriz densa- entre los espacios porta. En los casos más gra- ves, la cicatrización continua y la formación de nódulos conducen al desarrollo de la cirrosis, como se expuso anteriormente. Ciertas características histológicas apuntan a etiologías víricas específicas en la hepatitis crónica. En la hepatitis B crónica, los hepatocitos «en vidrio esmerilado» ( células con retículo endoplásmico llenas de HBsAg) son una característica diagnós- tica, y la presencia de antígeno vírico en estas células puede confirmarse mediante una inmunotinción (fig. 16. 14). Las biop- sias hepáticas afectadas por la hepatitis C crónica muestran con Fibrosis portal HEPATITIS CRÓNICA Infiltrado mononuclear denso 1 e n pue nte n tubula r Apoptosis ~ • Células e n vidrio esme rilado (he patitis B) ••• Linfocitos / ~ »t-.•' Agregados.,,,.♦.!' • • de macrófagos Ve na centra l Figura 16. 13 Características morfológicas de la hepatitis aguda y crónica. Hay muy poca infiltración portal mononuclear en la hepatitis aguda (o, en ocasiones, ninguna), mientras que en la hepatit is crónica los infiltrados portales son densos y prominentes: la característica definidora de la hepatitis crónica. La necrosis en puente y la fibrosis se muestran solo en el caso de la hepatitis crónica, pero la necrosis en puente también puede darse en la hepatitis aguda más grave. Las reacciones tubulares en la hepatitis crónica son mínimas en las primeras fases de la cicatrización, pero se hacen extensas en las últimas fases. 650 C A P Í TU LO 16 Hígado y vesícula biliar r-----~ Figura 16.14 Hepatocitos en vidrio esmerilado en la hepatitis B crónica, causados por la acumulación de antígeno de superficie de la hepatitis B. La tinción con hematoxilina-eosina muestra la presencia de abundantes inclu- siones citoplásmicas rosas finamente granulares; la inmunotinción (recuadro) con un anticue rpo específico confirma la presencia del antígeno de superficie (marrón). bastante frecuencia agregados linfocíticos grandes (fig. 16.15). La hepatitis C, en particular el genotipo 3, se asocia a menudo a cambios grasos en hepatocitos dispersos. La lesión de la vía biliar también es notable en algunos casos de hepatitis C y puede imitar los cambios histológicos observados en la colangitis biliar primaria (v. más adelante), pero los parámetros clínicos distinguen fácilmente estas dos enfermedades. • RESUMEN =iit+iiiUMl•i®- • En el alfabeto de los virus hepatótro pos pueden ser útiles algu- nas reglas mnemotécnicas: • Las vocales (hepatitis A y E) nunca causan hepatitis crónica, solo hepatitis aguda. Figura 16.1 S Hepatitis vírica crónica debida al VHC que muestra la expan- sión característica del espacio porta por un infiltrado linfocít ico denso. • Solo las consonantes (hepatitis B, C, D) pueden causar una enfermedad crónica (C por ~onsonante y por ~rónica). • La hepatitis B puede transmitirse por la sangre (b}ood), el parto (hirthing) y las relaciones sexuales (/2onking, como se expresa en el Reino Unido). La hepatitis C es el único virus que es más a menudo crónico que no (casi nunca se detecta en casos agudos; el 85% o más de los pacientes sufren hepatitis ~rónica, el 20% de los cuales sufrirán ~irrosis). La hepatitis D, el agente gelta, es un virus gefectuoso que exige la coinfecció n po r la hepatitis B para poder infectar y replicarse. La hepatitis E es endémica en regiones gcuatoriales y frecuen- temente gpidémica. • Las células inflamato rias en la hepatitis vírica aguda y crónica son sobre todo linfocitos T; es el patrón de lesión el que es diferente, no la naturaleza del infiltrado. • Los pacientes con infecciones prolongadas por elVHB o elVHC tienen un mayor riesgo de sufrir CHC. Infecciones bacterianas, parasitarias y helmínticas Múltiples microorganismos pueden infectar el hígado y el árbol biliar, incluidos bacterias, hongos, helmintos y otros parásitos y protozoos. Los microorganismos infecciosos pue- den alcanzar el hígado por varias vías: • Infección ascendente, a través del intestino y la vía biliar ( colangi tis ascendente). • Siembra vascular, sobre todo a través del sistema portal a través del tubo digestivo. • Invasión directa, desde una fuente adyacente (p. ej., colecis- titis bacteriana) . • Lesión penetrante. Las bacterias que pueden establecer una infección en el hígado a través de la sangre son Staphylococcus aureus en el síndrome del shock tóxico, Salmonella tt¡phi en la fiebre tifoidea y Treponema pallidum en la sífilis secundaria o terciaria. Las infecciones ascendentes son más frecuentes en el marco de la obsh·ucción parcial o completa de la vía biliar y suelen deberse a la flora intestinal, que puede colonizar la bilis estancada en los conductos. Cualquiera que sea la fuente de bacterias, con los microorganismos piógenos pueden surgir abscesos intrahepáticos, que producen fiebre, dolor en el hipocondrio derecho y hepatomegalia dolorosa. Aunque el tratamiento antibiótico puede esterilizar abscesos pequeños, a menudo es necesario el drenaje quirúrgico de las lesiones más grandes. Con mayor frecuencia, las itúecciones bacterianas exh·ahepá- ticas, en particular la septicemia, inducen una inflamación hepática leve y grados variables de colestasis hepatocelular de forma indirecta, sin llegar a establecer ningún nido infeccioso en el lúgado. Otros microorganismos infecciosos no víricos causan una hepatopatía con características patógenas importantes o inu- suales que merecen un comentario específico. Entre ellos están los siguientes: • La esquistosomiasis, más frecuente en Asia, África y Suda- mérica, es una de las causas más frecuentes de hipertensión portal no cirrótica en todo el mundo. Los gusanos adultos presentes en el intestino depositan numerosos huevos, algunos de los cuales llegan a la circulación portal, donde se alojan e inducen una reacción granulomatosa asociada a una fibrosis acentuada. • Entamoeba histolytica, una causa importante de disentería (v. capítulo 15), asciende en ocasiones al hígado a través de la circulación portal y produce focos secundarios de infección que pueden progresar a zonas necrosadas grandes llamadas abscesos ameboides hepáticos. Los abs- cesos ameboides son más frecuentes en el lóbulo derecho del hígado. La cavidad del absceso contiene hepatocitos necrosados, pero, al contrario que los abscesos piógenos, no hay neutrófilos. • La infección hepática por trematodos, sobre todo en el sudeste de Asia, se asocia a una elevada frecuencia de colangiocarcinoma. Los microorganismos responsables son Fasciola hepatica, especies de Opistlwrchis y Clonorchis sinensis. • Las infecciones por equinococos pueden dar lugar a la formación de quistes hidatídicos intrahepáticos que pro- ducen síntomas debido a la presión que ejercen sobre las estructuras vecinas o a su rotura. HEPATITISAUTOINMUNITARIA La hepatitisautoinmunitaria es una hepatitis crónica progre- siva con todas las características generales de las enfermeda- des autoinmunitarias: la predisposición génica, la asociación a otras enfermedades autoinmunitarias, la presencia de autoanticuerpos y la respuesta terapéutica a la inmunode- presión. El riesgo de hepatitis autoinmunitaria se asocia a ciertos alelos del HLA, como el alelo DRBl * en los sujetos de raza blanca, pero en otros h·astornos autoinrnun.itarios no está clara la base de esta relación. Los desencadenantes de la reacción inmunitaria pueden ser las infecciones víricas o la exposición a fármacos o toxinas. Características clínico-patológicas La incidencia anual es mayor entre los europeos septentriona- les con una cifra de 1,9 por cada 100.000, pero todos los gru- pos étnicos tienden a padecerla. Hay un predominio femenino (78% ). La hepatitis autoinmunitaria se clasifica en dos tipos, en función de los patrones de anticuerpos circulantes. • El tipo 1, más frecuente en sujetos de mediana edad y mayores, se caracteriza por la presencia de anticuerpos antinucleares (ANA), contra la actina del músculo liso (SMA), antimitocondriales (AMA) y contra el antígeno soluble hepático/hepático-pancreático (anti-SLA/LP). • El tipo 2, que suele verse en niños y adolescentes, se carac- teriza por la presencia de anticuerpos contra el microsoma 1 hepático-renal y contra el citosol 1 hepático. Aunque la hepatitis autoinmunitaria comparte patrones de la lesión con la hepatitis vírica aguda o crónica, el curso tempo- ral de la progresión histológica difiere. En la hepatitis vírica, la fibrosis suele seguir a muchos años de lesión parenquimatosa de acumulación lenta, mientras que en la hepatitis autoinmunitaria hay una fase temprana de destrucción parenquimatosa intensa seguida rápidamente de cicatrización. Por razones que no están claras, esta onda temprana de daño del hepatocito es a menudo subcllnica. Las siguientes características son típicas de la hepatitis autoinmunitaria: Necrosis e inflamación, indicadas por hepatitis extensa de la interfase o focos de necrosis confluente (perivenular o en puente) o colapso del parénquima. lesión hepática inducida por fármacos y toxinas 651 • Predominio de células plasmáticas en los infiltrados infla- matorios mononucleares. • «Rosetas» de hepatocitos en áreas de mucha actividad. Una presentación frecuente es una enfermedad clínica aguda (40%); a veces la enfermedad es fulminante, que pro- gresa a la encefalopatía hepática en menos de 8 semanas tras su inicio. La mortalidad de los pacientes con una hepatitis autoin.munitaria grave no tratada es aproximadamente del 40% en los 6 meses siguientes al diagnóstico, y la cirrosis aparece en al menos el 40% de los supervivientes. Por ello, el diagnóstico y la intervención son imperativos. El tratamiento inmunodepresor suele ser eficaz y lleva a la remisión en el 80% de los pacientes posibilitando una supervivencia prolongada. La enfermedad terminal es una indicación para el trasplante hepático. La supervivencia a los 10 años tras un trasplan- te hepático es del 75%, pero se produce la recidiva en el órgano trasplantado en el 20% de los casos. ' RESUMEN =13fü111W+i•ii•iiiil®IIU444- • Hay dos tipos principales de hepatitis autoinmunitarias: • La hepatitis autoinmunitaria del tipo I suele verse en mujeres de mediana edad y se asocia de forma característica a anti- cuerpos antinucleares y contra el músculo liso. La hepatitis autoinmunitaria del tipo 2 suele verse en niños o adolescentes y se asocia a autoanticuerpos contra el micro- soma renal y hepático. La hepatitis autoinmunitaria puede surgir como una enfermedad aguda rápidamente progresiva o seguir un curso más lento; si no se tratan, es probable que ambas conduzcan a la insuficiencia hepática. Las células plasmáticas son un componente destacado y carac- terístico del infiltrado inflamatorio en las muestras de biopsia de la hepatitis autoinmunitaria. LESIÓN HEPÁTICA INDUCIDA POR FÁRMACOSYTOXINAS Como principal órgano metabolizador de fármacos y des- toxificador del cuerpo, el hígado está sujeto al padecimien- to de lesiones por una serie enorme de sustancias químicas terapéuticas y ambientales. La lesión puede ser por toxici- dad directa, puede ocurrir por una conversión hepática de un compuesto xenobiótico en una toxina activa o producirse por mecanismos inmunitarios, como es el caso del fármaco o del metabolito que actúan como haptenos para convertir una proteína celular en un inmunógeno. Puede hacerse un diagnóstico de lesión hepática inducida por fármacos o toxinas en función de una asociación temporal de la lesión hepática a la exposición a los fármacos o las toxinas, la recu- peración (habitualmente) tras la eliminación de la sustancia causal y la exclusión de otras posibles causas. La exposi- ción a una toxina o sustancia terapéutica debe incluirse siempre en el diagnóstico diferencial de cualquier forma de hepatopatía. Los principios de la lesión por fármacos y toxinas se exponen en el capítulo 8. Aquí es suficiente señalar que las C A P Í TU LO 16 Hígado y vesícula biliar Tabla 16.3 Patrones de las lesiones hepáticas inducidas por fármacos y toxinas Patrón de la lesión Colestásico Hepatitis colestásica Hallazgos morfológicos Colestasis hepatocelular blanda, sin inflamación Colestasis con necrosis lobulillar e inflamac ión; Ejemplos de agentes asociados Anticonceptivos y esteroides anabólicos, antibióticos,TARGA Antibióticos, fenotiacinas, estatinas puede mostrar destrucción de conductos biliares Necrosis hepatocelular Hepatopatla grasa Necrosis parcheada de hepatocitos Necrosis masiva Hepatitis crónica Gotlculas de grasa grandes y pequeñas «Esteatosis microvesicularn (gotlculas de grasa pequeñas difusas) Esteatohepatitis con cuerpos de Mallory-Denk Fibrosis periportal y pericelular Fibrosis y cirrosis Granulomas ---- Granulomas epitelioides no caseificantes Granulomas con anillo de fibrina Metildopa, difenilhidantoína Paracetamol, halotano ---- lsoniacida Etanol, corticoesteroides, metotrexato, nutrición parenteral total Valproato, tetraciclina, ácido acetilsalicílico (síndrome de Reye), TARGA Etanol, amiodarona Alcohol, metotrexato, enalapril, vitamina A y otros retinoides Sulfamidas, amiodarona, isoniacida Alopurinol Lesiones vasculares Síndrome de obstrucción sinusoidal (enfermedad venooclusiva): obliteración de venas centrales Dosis altas de quimioterapia, té de rooibos Síndrome de Budd-Chiari Anticonceptivos orales Peliosis hepática: cavidades llenas de sangre Esteroides anabólicos, tamoxifeno que no están recubiertas de células endoteliales TARGA, tratamiento antirretroviral de gran actividad. Adaptado de Washington K: Metabolic and toxic conditions of the liver. In lacobuzio-Donahue CA, Mo ntgomery EA, editors: Gastrointestinal ond Uver pathology, Philadelphia, 2005, Churchill Livingstone. reacciones a los fármacos pueden ser predecibles (intrínsecas) o impredecibles (idiosincrásicas). Las reacciones predecibles a fármacos o toxinas afectan a todos los sujetos de forma depen- diente de la dosis. Las reacciones impredecibles dependen de idiosincrasias del huésped, en particular de la tendencia a montar una respuesta inmunitaria al estímulo antigénico o la velocidad con la que la sustancia puede ser metabolizada. Ambas clases de lesión pueden ser inmediatas o tardar de semanas a meses en producirse (tabla 16.3). • Una hepatotoxina clásica y predecible es el paracetamol, ahora la causa más frecuente de insuficiencia hepática aguda que exige trasplante en EE. UU. La sustancia tóxi- ca no es el propio paracetainol, sino metabolitos tóxicos producidos por el sistema del citocromo P-450. El daño comienza en los hepatocitos centrolobulillares, pero se extiende hasta englobar a todos los lobulillos en los casos más graves. • Ejemplos de fármacos que pueden causar reacciones
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