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A S P E C T O S D E Historia y relaciones internacionales Aspectos de Holanda 3: Historia y Relaciones Internacionales Aspectos de Holanda 3. Historia y Relaciones Internacionales diciembre 1958 I N D I C E Historia de Holanda El Benelux Introducción - Historia del Benelux - Entrada en vigor de la Unión Aduanera: 1 de enero de 1948 - Entrada en vigor de la Unión Provisional: 1 julio 1949 - Protocolo de coordinación de la política económica y social: 24 de julio de 1953 - Protocolo sobre política comercial común: 9 diciembre 1953 - Importación y exportación libres - Importación y exportación contingentadas - Protocolo sobre armonización de la política agraria: 3 de mayo de 1955 - Migración de mano de obra - La Unión Económica - El Acuerdo de creación de la Unión Económica - Disposiciones monetarias - Las instituciones de la Unión - Disposiciones transi- torias - Resultados Holanda en el mundo de la política internacional Su posición - Su política Holanda y la ayuda técnica internacional El esfuerzo militar Principios de la organización de la defensa - Reclutamiento y Servicio Militar Obligatorio - La Marina - El Ejército - La Aviación - La Marina Mercante La Nueva Guinea Holandesa HISTORIA DE H O L A N D A Cuenta la tradición que los batavos - que con los frisones y otras tribus germanas y celtas, son históricamente los primeros poblacores de Holanda - descendieron el curso del Rin sobre troncos de árbol hacia la pantanosa zona de su delta, en los Países Bajos. Claro está que esto no ha de ser interpretado literalmente; los troncos de árbol habrán sido por lo menos balsas de maderos y muchos de estos nómadas ger- manos, que vivían de la caza y la ganadería, habrán llegado a nuestro país, sin duda, en carretas de bueyes. Con todo, la tradición no deja de tener valor simbólico en la historia de Holanda, por la cual corre el Rin como hilo de plata. O tal vez sería más acertado decir que la historia de Holanda es la historia de la desembocadura de dos de los grandes ríos de Europa, el Mosa y el Rin. Sus condiciones naturales y su clima templado hacían a esta zona apta por excelencia para el ejercicio intenso de la agricultura: y, en efecto, ya desde tiempos remotos contri- buye esta actividad en buena medida al alto grado de prosperidad que ha alcanzado el país y hace posible la subsistencia de una densa población (Holanda figura actual- mente entre los países más densamente poblados del mundo). El extenso litoral de estas regiones invitaba a la pesca y a la navegación; en tales condiciones y gracias a su proximidad con el archipiélago británico y otros centros culturales, como Francia y los países bálticos, no tardó en desarrollarse intenso comercio. Y el Rin, cuyo nacimiento se encuentra en el corazón mismo de Europa, y que desde fecha muy temprana constituyó una de las más importantes arterias del tráfico europeo, pues por él se traía al norte de Europa hasta la seda que llegada al puerto de Venecia desde la lejana China, ofreció a estas tierras bajas la oportunidad de convertirse en una de las regiones comerciales más importantes de Europa, posi- ción que Holanda ha sabido mantener hasta el presente. Pero volvamos a nuestros batavos, que muy poco después de su establecimiento hubieron de aceptar una alianza con los romanos. La dominación romana en el delta del Mosa y Rin duró cuatrocientos años. En esta época inició la población una lucha que sigue siendo parte integrante de la historia de Holanda: la lucha contra el agua. Las vías fluviales naturales fueron completándose con canales (el paisaje ho- landés se caracteriza aun en nuestros días por sus pólderes cortados por canales y moteados de molinos de viento). Se limitaron los desastrosas consecuencias de las inundaciones periódicas del Rin - al producirse el deshielo en los Alpes suizos y del Mosa durante la temporada de fuertes lluvias en los Vosgos y las Ardenas - construy- endo diques a lo largo de su curso. Con el desmoronamiento del Imperio romano desapareció por mucho tiempo la organización que había hecho posible conservar en buen estado diques y canales. 1 En la baja Edad Media los Países Bajos constituyeron un a modo de apéndice del Imperio Franco y más tarde - después de la muerte de Carlomagno (814) y el reparto de su Imperio - del Imperio Alemán centroeuropeo, que gozaba de relativa indepen- dencia. En efecto, los 'reyezuelos' locales, y en especial los de la zona occidental del país, 'Holanda' - nombre que ahora sirve para designar toda la nación - , separados como estaban del resto del Imperio por pantanos y ríos, lograron fuerte grado de independencia, apoyados en su esfuerzo por una próspera población de pescadores, navegantes y mercaderes. Mientras que otras muchas regiones de Europa muestran durante toda la Edad Media - y algunas de ellas incluso hasta en fecha muy reciente - un decidido predominio de la población agraria como consecuencia de la sociedad feudal, en Holanda se desarrolla en las ciudades una clase social de comerciantes, que influye decisivamente en la evolución nacional. La prosperidad de estas ciudades, algunas de las cuales como Maastricht, Nimega y Utrecht datan de la época romana, atrajo el interés de las sucesivas dinatías. Al decrecer la autoridad de los emperadores alemanes tuvieron los duques de Borgoña, poderosos señores del norte de la nación francesa cuya importancia crecía por mo- mentos, la oportunidad de extender rápidamente su autoridad sobre los Países Bajos, la mayor parte de los cuales llegaron a poseer en el curso de los siglos XIV y XV por alianzas matrimoniales y acciones guerreras. El nacimiento de la conciencia nacional holandesa data del llamado período borgoñés, pues fué un duque borgoñés, Felipe el Bueno, quien por primera vez convocó, en 1463, a los Estados Generales, los re- presentantes de la nobleza y la burguesía de las diferentes provincias holandesas, concediéndolos importantes privilegios. El desarrollo económico se vió favorecido en esta época por el fuerte impulso que recibieron las obras hidráulicas, que ya habían sido reanudadas en el siblo X. Se construyeron más diques, y en su conser- vación colaboraban todos los habitantes de la región, dirigidos por los representantes del poder central ('dijkgraven'). También la vida espiritual y cultural adquirieron pleno florecimiento. Tomás de Kempis y la 'devoción moderna' eran exponentes de una mística cristiana; Erasmo de Rotterdam, del viejo humanismo (la cristianización de Holanda se remonta ya al siglo VIII) y tuvo lugar principalmente desde Inglaterra). Artistas como los hermanos Hubert, Juan van Eyck, Jerónimo Bosco y Pedro Brueghel nos ofrecen las primeras manifestaciones del arte pictórico holandés, que tan alto nivel había de alcanzar. En 1515 pasaron los Países Bajos a integrar el imperio de Carlos V de Habsburgo, emperador electo de Alemania, rey de España y heredero de los príncipes borgoñones, iniciándose el período español en la historia de Holanda. Carlos V conquistó las regiones septentrionales y occidentales de los Países Bajos que aun se mantenían aparte y concedió a las provincias holandesas cierta independencia jurídica dentro del Imperio alemán. Tan comprensiva actitud del rey de España y emperador de Alemania se explica porque Carlos V había nacido en los Países Bajos, siendo su 2 preceptor un prelado de Utrecht que más tarde ocuparía la Silla de San Pedro con el nombre de Adriano VI; fué, por lo demás el primero y único'papa holandés. Cuarenta años después de su entronización, abdicó Carlos V en favor de su hijo Felipe II (1555), nacido y educado en España, para quien los Países Bajos no eran sino un territorio más de los que recibiera en herencia y que por lo tanto debían ser gobernados por las mismas leyes que los otros. En estas condiciones, el espíritu de independencia de los naturales, acostumbrados de antiguo a ordenar sus propios asuntos, no tardó en rebelarse contra lapolítica de centralización de este monarca. Y la presión fiscal ejercida sobre estas florecientes provincias, de las que pretendía sacar los recursos necesarios para la expansión de su imperio, encontró fuerte oposi- ción entre los opulentos mercaderes. Finalmente, su intolerancia frente al naciente protestantismo, que trató de ahogar con precedimientos análogos a los empleados por Inquisición española, provocó también violenta reacción. Fué la nobleza de Holanda la primera en alzar el pendón de la resistencia contra la arbitraria actuación del soberano; poco después se exteriorizaba el descontento gene- ral en forma violenta. El envío, en 1568, de tropas españolas para vencer la resistencia de los Países Bajos encendió la 'guerra de los 80 años', nombre con que se conoce en Holanda su período de lucha por la independencia. Asumió la dirección el príncipe Guillermo de Orange, llamado el Taciturno, quien debe a este hecho el título de Padre de la Patria con que se le distingue. Guillermo de Orange, el fundador de la actual dinastía, cabeza y corazón de la resis- tencia, era él mismo paladín de los principios de tolerancia y libertad individual. Bajo su dirección aunaron las siete provincias septentrionales sus fuerzas y constituidas en la República de las Provincias Unidas, continuaron la lucha incluso cuando las provincias meridionales volvieron a someterse al dominio español. Los principios rectores del Príncipe Guillermo, los encontramos recogidos una y otra vez en las decisiones del organismo ejecutivo de la República, los Estados Gene- rales. Esta corporación, al abjurar a Felipe II de España por oprimir a sus súbditos en lugar de protegerlos, expresaba su opinión de que todos los hombres han nacido libres y que es su derecho y su obligación defender esta 'libertad innata' contra la tiranía. En este período de lucha sentaron los holandeses las bases de su independencia nacional, la cual hubo de reconocer España por el tratado de Munster de 1648, si bien la independencia de los Países Bajos era ya un hecho desde varios decenios antes. De la lucha misma se derivó un nuevo y mayor florecimiento nacional. El comercio y la navegación - apoyada ésta por la construcción naval, que ya desde sus comienzos había conseguido lanzar nuevos tipos de embarcaciones, de características revolucio- narias - venían desarrollando intensa actividad que abarcaba toda Europa. Por otra parte el comercio y la navegación hispano-portugueses constituían una empresa 3 mundial pues el descubrimiento de América por Cristóbal Colón y el hallazgo de la ruta marítima al continente asiático por Vasco da Gama habían concentrado el tráfico con las Indias en los puertos peninsulares. Y todos ellos quedaron cerrados para los holandeses cuando Felipe II incorporó Portugal a sus dominios. En estas condiciones los holandeses se vieron enfrentados con la alternativa de re- signarse a perder su participación en el comercio de los valiosos productos coloniales o bien establecer rutas propias hacia los países de origen. Esto es lo que decidieron y aun ardía la guerra de los 80 años cuando sus barcos supieron abrirse camino hacia Asia y América. Cornelis Houtman arribó en 1596 con la primera flota holandesa a las que pronto iban a ser las Indias Holandesas. Olivier van Noort realizó el primero y arriesgado viaje alrededor del mundo bajo pabellón holandés de 1598 a 1601. En Amsterdam inició en 1609 el inglés Henry Hudson al servicio de Holanda su viaje que no sólo conduciría al descubrimiento del río Hudson sino también a la fundación de Nueva Amsterdam, la Nueva York de hoy, en 1626. También en el Brasil surgió una colonia holandesa. Así vemos que ya antes de que fuera reconocida de hecho su independencia, Holanda se había convertido en la primera potencia marítima del mundo. El agua, enemigo secular y viejo aliado de los habitantes de estas tierras bajas, cobraba plena signifi- cación. Las mercancías traídas por mar de los más apartados rincones del mundo eran transportadas por el Rin hasta el corazón de Europa o bien transbordadas a otros barcos que las llevaban a los vecinos países del mar del Norte y el Báltico. Y en medio de tanta actividad se proseguía la desecación de lagos interiores, añadién- dose nuevas tierras de labor a la relativamente escasísima superficie laborable de que disponían los holandeses para su sustento. Dominan el panorama del siglo XVII holandés dos importantes factores. Su calidad de más grande potencia marítima y comercial del mundo trajo una prosperidad y un florecimiento cultural tales, que situaron a la Holanda de entonces a la cabeza de Europa y justifican que en la historia nacional se denomine este período el Siglo de Oro. Y al mismo tiempo esta posición constituía un reto a otras naciones y así se vió Holanda envuelta en lucha con Inglaterra por la hegemonía marítima. Al mismo tiempo que una agrupación de comerciantes, la Compañía de las Indias Orientales, levantaba el edificio del imperio colonial holandés y se proseguían los viajes de exploración - Abel Tasman descubría en 1642 Tasmania y Nueva Zelanda y con anterioridad los navegantes holandeses habían explorado las costas de Austra- lia en los Países Bajos mismos alcanzaban las artes y las ciencias un período de florecimiento sin precedentes. Rembrandt, el maestro del clarooscuro, Francisco Hals, Juan Steen, Juan Vermeer de Delft y tantos otros pintores más de la Escuela Flamenca llevaban la fama de Holanda por todo el mundo. Hugo Grocio, genio universal y uno de los fundadores del derecho internacional, escribía sus fundamentales obras: De jure belli ac pacis y Mare liberum. 4 Cristián Huygens, uno de los más grandes científicos de todos los tiempos lanzaba sus teorías fundamentales sobre la oscilación y construía el primer reloj de péndulo. Leeuwenhoek y Swammerdam construían el microscopio y realizaban descrubri- mientos transcendentales como los animales unicelulares. La ética del filósofo Spinoza no ha perdido actualidad. El espíritu de tolerancia que caracterizaba a la República hizo que numerosos extranjeros vinieran a ella deseosos de ejercer libre- mente sus actividades. Aquí trabajó muchos años el filósofo inglés Locke; en los Países Bajos escribió su obra fundamental el francés René Descartes. Y en Holanda está enterrado el pensador y pedagogo Comenius. La lucha con Inglaterra, reñida principalmente en el mar empezó casi a raíz del tratado de Munster (1648) y se prolongó por más de un siglo. En las diferentes fases de la contienda, Holanda ofreció heroica resistencia a la superioridad numérica del enemigo. En 1672, el año catastrófico, se vió Holanda - con apenas dos millones de habitantes - enfrentada con une colaición formada por Inglaterra, Francia (la gran Francia de Luis XIV, el Rey Sol) y los príncipes alemanes de Munster y Colonia, que reunían una población de varias decenas de millones. Y aunque Holanda, bajo la acertada dirección del estatúder Guillermo III supo una vez más salir airosa de tan difícil situación, a principios del siglo XVII hubo de inclinarse ante la supremacía de Ingla- terra en el mar y de Francia en el continente europeo. Tras el supremo esfuerzo del Siglo de Oro no pudo por menos de producirse una reacción. La intervención de Holanda en la política internacional había terminado. Cabía sólo administrar prudentemente las riquezas acumuladas. La Bolsa de Amster- dam siguió siendo centro económico del mundo y también las universidades holan- desas conservaron su prestigio dentro de Europa, atrayendo a numerosos extranjeros. El comercio, por el contrario, decayó sufriendo grave perjuicio de la cuarta y última guerra con la Gran Bretaña (1780-1784), originada por la ayuda que prestara Holanda al movimiento de independencia norteamericano. La vida política seguía determinada por la institución nacida durante la guerra de 80 años, los Estados Generales, compuestos por representantes de las diferentes provincias, y que gozabande una autoridad soberana; los estatúderes de la dinastía de Orange eran a la vez jefes militares y símbolo de la unidad nacional. En el curso del siglo XVIII fueron adquiriendo autoridad cada vez mayor los Regentes, es decir, personalidades rectoras de la actividad mercantil. En 1795 las tropas revolucionarias francesas invadieron Holanda marchando por sus helados ríos y establecieron una República Batava, que en 1806 se convirtió por volun- tad de Napoleón en el Reino de Holanda. En 1810 Napoleón anexionó Holanda a Francia. Entre tanto el estatúder Guillermo V había huido a Inglaterra con su familia. He aquí el triste panorama que ofrecía Holanda en las postrimerías del siglo XVII y comienzos del XIX. 5 Después de la derrota de los ejércitos napoleónicos en la batalla de las Naciones (Leipzig, octubre de 1813) vino el resurgimiento de Holanda, ahora como reino, regido por la dinastía de Orange. Por breve tiempo Bélgica formó parte de este reino. La unión de ambos países estuvo lejos de constituir un éxito y en 1830 los belgas se declararon independientes, hecho que Holanda reconoció en 1839. En 1848 se proclamó en Holanda una constitución liberal, en la cual se establecía la respondabilidad ministerial, constitución que aceleró la evolución del país hacia la democracia parlamentaria. La implantación del sufragio universal para varones en l917yen l919 para la mujer, proporcionó a esta democracia las amplias y sólidas bases sobre las que hoy se asienta. En efecto, la influencia del pueblo, tradicional en Holanda, si bien en un principio había quedado limitada, como es comprensible, a las clases dirigentes del comercio en particular, que había venido aumentando sin sacudidas violentas mediante la ampliación paulatina del derecho electoral, se extendía ahora a todos los ciudadanos del Reino. En política internacional Holanda mantuvo durante todo el siglo pasado y los pri- meros decenios del que corre una actitud de neutralidad. Este período se caracteriza por un renacimiento de la vida económica, que había sufrido rudo golpe durante la dominación francesa. La industrialización, iniciada ya en los albores del siglo XIV, cobró pleno valor a partir de 1870. Holanda, país de agricultores, navegantes y mercaderes, se convirtió en potencia industrial. El proceso de industrialización se vió fuertemente estimulado por el avance de los conocimientos técnicos, consecuencia a su vez del florecimiento de las ciencias exactas en Holanda. Nada menos que nueve holandeses han visto reconocidos sus méritos científicos por la concesión del premio Nobel. Y si el avance técnico hizo posible la industrialización, el crecimiento demográfico la reclamaba imperiosamente. En 1850 la población de Holanda no llegaba a los tres millones; un siglo después excedía de los diez millones y ello a pesar de una corriente emigratoria de bastante consideración. Excusado es decir que el cultivo de un suelo fértil aunque reducido en extensión, por intenso que fuera, no podía abastecer a 10 millones de campesinos, navegantes y pescadores. La fuente de trabajo para tan densa población y la garantía de permanencia de un nivel de prosperidad general en con- tinuo aumento, había que buscarlas en la industrialización. Y así tenemos que en nuestros días la industria ocupa a doble número de obreros que la agricultura. A los productos que de antiguo exportaba Holanda, ganado vacuno selecto, produc- tos lácteos, patatas para la siembra, bulbos florales, etc. vinieron a unirse otros muchos más procedentes de la actividad industrial, entre los que la construcción naval y la producción textil siguen ocupando muy honroso lugar. En medio de todo, Holanda conserva su tradicional carácter de centro mercantil tanto por el comercio de sus propios productos como su intervención en las transacciones internacionales tripartitas y en el comercio de tránsito. 6 Se prosiguió la lucha contra el agua con la desecación del Zuiderzee, con 1.400 millas2 de superficie, decidida en 1918. La moderna industrialización trajo como ineludible consecuencia la organización sindical, iniciada en los últimos decenios del siglo XIX siguiendo el ejemplo de las agrupaciones obreras inglesas, aunque el socialismo mismo estaba por aquellos dias fuertemente influenciado por los teorizantes alemanes. En la administración de sus colonias sentó Holanda ya a mediados del siglo XIX los cimientos de su 'política ética', que anteponía a todo interés material la preparación de la población autóctona para regir sus propios destinos. Estos principios guían ahora la actuación de Holanda en Nueva Guinea. Al terminar la Segunda Guerra Mundial las posesiones orientales de Holanda, constituidas en República de Indonesia, recibieron de la metrópoli su independencia. En cuanto a los territorios situados en el hemisferio occidental, Surinam y las Antillas Neerlandesas, se llegó de común acuerdo a una nueva relación que concede a aquellos territorios plena autonomía en la administración de sus propios asuntos. El Reino de Holanda, que abarca tanto los Países Bajos como los demás territorios de ultramar, colabora sincera y decididamente en la constitución y defensa del mundo atlántico. En Europa es Holanda partidaria de una estrecha colaboración e inte- gración real y efectiva lo mismo de la vida política que la económica. Este país de campesinos apegados a las tierras que arrancaran al mar, de navegantes y mercaderes acostumbrados a desparramarse por todo el mundo y a considerar y respetar los intereses de todos, situado en el cruce de culturas y economías de la vieja Europa, orgulloso de sus tradiciones y dispuesto siempre a defender sus seculares libertades, partidario decidido de un ordenamiento jurídico internacional sin el cual será incierto el porvener de los pueblos, está firmemente convencido de que ahora, como en el pasado, puede contribuir con su aportación al bienestar material y moral de un mundo con el que se siente tan íntimamente unido. 7 EL BENELUX Introducción La colaboración entre Holanda, Bélgica y Luxemburgo tiene, en cierto modo, carácter tradicional. Ya en los años situados entre las dos Guerras Mundiales - para limitarnos al pasado más reciente - los tres países adoptaron una actitud común en diferentes conferencias internacionales. Conjuntamente se esforzaron en numerosas ocasiones por conseguir que fueran suprimidas las trabas que impedían el amplio desarrollo del tráfico internacional de mercancías. Por aquellos años se manifestó en numerosos sectores la conveniencia de llegar a una unión económica permanente entre los tres países. Sin embargo los intentos realizados en tal sentido no condujeron a resultados prácticos. El estrecho contacto que mantuvieron los gobiernos de Holanda, Bélgica y Luxem- burgo en exilio, durante la última Conflagración Mundial hizo nacer un sentimiento de solidaridad, siendo cada día más firme la convicción de que el restablecimiento de la prosperidad una vez terminada la guerra requería imprescindiblemente la cola- boración económica entre las tres naciones. El 5 de septiembre de 1944 firmaban Holanda, Bélgica y Luxemburgo la Unión Aduanera, por la cual las tres potencias contratantes decidían no percibir en lo sucesi- vo derechos de aduana por las mercancías importadas de cualquiera de ellos, y establecer tarifas arancelarias comunes para las importaciones de otros países. Este fué el primer paso hacia la meta que perseguía el Benelux: una unión económica en la que el tráfico de personas, mercancías, servicios y capitales entre los tres países no sólo estuviera libre de gravámenes sino también de cualquier otra limitación o traba, de forma que las potencias contratantes constituyeran una verdadera unidad económica, incluso frente a terceros. La meta fué alcanzada el 3 de febrero de 1958 al ser firmado el tratado estableciendo la Unión Económica, digno remate de un edificio que se había venido levantando piedra por piedra en el transcursode varios años. Historia del Benelux Como queda dicho la unión aduanera de 1944 pretendía la supresión de derechos de aduana en el tráfico entre los tres países contratantes y el establecimiento de aran- celes comunes en la importación de mercancías procedentes de otras naciones. Ahora bien, por consecuencia de la guerra, la situación económica de los países del Benelux distaba mucho de ser uniforme, así que no fué posible poner en ejecución al acuerdo nada más terminar la guerra, como se había proyectado. Con el fin de no demorar por más tiempo la ejecución del tratado, se celebró el 17 8 y 18 de abril de 1946 en La Haya la primera Conferencia de Ministros del Benelux, seguida en el curso del mismo año por otras varias más. A los Consejos instituidos en virtud del acuerdo, a saber, Consejo de la Reglamentación Aduanera, Consejo de Tratados Comerciales y Consejo de la Unión Económica les fué asignada una tarea claramente delimitada. Entrada en vigor de la Unión Aduanera: 1 de enero de 1948 La imprescindible revisión de las tarifas arancelarias poryectadas en Londres exigió, sin embargo, más tiempo del que inicialmente se pensara, de forma que hasta el 1 de enero de 1948 no pudo entrar en vigor el acuerdo londinense, que entre tanto había sido adaptado a las circunstancias de la postguerra. Desde la fecha indicada, el tráfico de mercancías entre los países del Benelux está exento del pago de derechos de aduana, y las tarifas arancelarias para las mercancías importadas de otros países son uniformes en todo el territorio de la Unión. Durante este período de revisión inició también sus actividades el secretariado general de los Consejos, establecido en Bruselas. El sector particular, por su parte, se preocupó igualmente por crear un ambiente favorable a la colaboración, en el terreno cultural entre otros, instituyendo el Comité de Colaboración Belgo-Holando-Luxemburguesa, cuya labor ha resultado en extremo fructífera. Entrada en vigor de la Unión Provisional: 1 julio 1949 Paso importante hacia el mercado común lo constituyó el llamado acuerdo de la Unión Preliminar concluido en octubre de 1949 durante una reunión de Ministros del Benelux que se celebró en Luxemburgo. Este acuerdo que propugnaba la liberación parcial del comercio mutuo, entró en vigor, con efecto retroactivo desde el 1 de julio de 1949. Su realización fué posible gracias a la mejora que entre tanto había experi- mentado la situación económica. Como consecuencia de este acuerdo el tráfico de mercancías entre los tres países - excepción hecha del de productos agrícolas, sometido a una regulación especial ha quedado liberado de restricciones cuantitativas. Actualmente un 96,5 por ciento del comercio inter-Benelux está liberalizado, habiéndose comprometido los tres países contratantes a no modificar tal estado de cosas si no es de común acuerdo. Por tratado de 18 de febrero de 1950, se acordó, además, unificar los derechos de consumo y el derecho de garantía de calidad, pudiendo ser suprimidos impuestos de compensación en las fronteras. Desde entonces han sido suprimidos o unificados diferentes derechos de consumo. La crisis de Corea de 1950/1951 estuvo a punto de cortar este proceso de estrecha colaboración económica del Benelux. En efecto, como consecuencia de dicha crisis las exportaciones belgas mostraron en 1952 fuerte retroceso, lo cual ocasionó graves 9 dificultades a determinados ramos de la industria belga. El comercio exterior holandés, cuyo restablecimiento era ya completo, esperimentó, por el contrario, nuevo aumento. Resultado de tan divergente evolución fué que numerosas industrias de Bélgica sin- tieran amenazada su existencia por las importaciones de Holanda. Protocolo de coordinación de la política económica y social: 24 de julio 1953 Ahora bien, también estas dificultades fueron superadas gracias a la decidida y unánime voluntad de los tres gobiernos de defender las conquistas del pasado. Este período queda cerrado por la firma del protocolo referente a la coordinación de la política económica y social, el 24 de julio de 1953. El protocolo preve la coordinación de la política económica y social de los tres países, encaminada a la creación y mante- nimiento de fuentes de trabajo en grado satisfactorio y del nivel de prosperidad gene- ral más alto posible, sin perturbar el equilibrio de la balanza de pagos. Dentro de esta política económica, de miras comunes, se aspirará a una readaptación común del nivel de salarios y política de alquileres en los tres países, si bien, como estipula concretamente el protocolo, tal readaptación no ha de poner en peligro los principios básicos de libre cambio y libre competencia. Para evitar que el proceso de adaptación consiguiente al nacimiento de un mercado común del Benelux pudiera crear dificultades a determinadas industrias por causa de la competencia de alguno de los países contratantes, incluye el protocolo una cláusula que permite apartarse, en casos especiales y de común acuerdo, del principio de libre cambio y libre com- petencia. Protocolo sobre política comercial común: 9 diciembre 1953 Este mismo año, exactamente el 9 de diciembre de 1953, tuvo lugar la firma del protocolo sobre política comercial común. La unificación de la política comercial es, en efecto, indispensable ya que en la Unión Económica no sólo ha de ser posible la circulación libre de mercancías en el mercado común (tal como lo establece la Unión Preliminar) sino que también los productos importados de otros países han de poder circular libremente dentro del territorio de los contratantes. Excusado es decir que la libertad de comercio por lo que respecta a las mercancías importadas depende, en buena medida, de la uniformidad en la reglamentación del comercio exterior por los tres países, pues en caso contrario este comercio tendería a desarrol- larse a través del cocantratante que menos obstáculos pusiera, lo que acarrearía desplazamientos indeseables. La aludida uniformidad afecta especialmente a las medidas de contingentación. Pues bien, el protocolo aludido satisface a estas consideraciones - no descuidando tampoco la firma de tratados comerciales conjuntos con otros países - y habrá de verse convertido en realidad el 1 de enero de 1959. 10 Importación y exportación libres En el marco de esta política comercial común, se establecieron listas de productos procedentes de los países del OECE y AGTT así como del área del dólar, que podrán ser importados en el Benelux sin restricciones cuantitativas de ningún género. Lista análoga se estableció por lo que respecta a las exportaciones a dichos países. Esto significa que en cuanto a la libre importación y exportación existe ahora una regla- mentación uniforme del Benelux. El 20 de enero de 1956 el Consejo del OECE reconoció al Benelux como unidad económica. Importación y exportación contingentadas a. El protocolo de 9 de diciembre de 1953 dispone que también la importación y exportación contingentadas habrán de regirse por una reglamentación común. Para aquellos productos cuyo comercio no es libre aún dentro del territorio del Benelux, se determina que sean establecidos contingentes para la BLEU (Unión Económica Belgo-Luxenburguesa) y Holanda por separado. b. Acuerdos conjuntos con terceras potencias En virtud del protocolo que nos ocupa, se concertarán acuerdos comerciales conjuntos con terceras potencias. Estos acuerdos regularán el tráfico comercial entre el Benelux y terceras potencias por cuanto se refiere al sector contingentado. Como norma se procederá a la contratación de acuerdos conjuntos con terceras potencias en el momento en que caduquen los acuerdos bilaterales existentes entre terceras potencias y cada uno de los países del Benelux por separado. El primer acuerdo de este género fué firmado el 28 de diciembre de 1956 con Dina- marca. Posteriormente han sido concertados sendos acuerdos con Portugal, Suecia, Austria, Noruega, Suiza y la GranBretaña. Las negociaciones correspondientes fueron encomendadas a una sola delegación del Benelux. El presidente, un funcionario de uno de estos países, recibe sus instrucciones del Comité de Ministros del Benelux y eleva su informe a este Comité. Durante las negociaciones el presidente es el portavoz de la delegación y rubrica también los acuerdos concertados. Movimiento de capitales Un año después se procedió a una considerable liberación del movimiento de capitales dentro del Benelux, por acuerdo de 8 de julio de 1954. El protocolo correspondiente determina que los capitales invertidos en Holanda por personas residentes en los países de la BLEU y los capitales invertidos en territorio de la BLEU por personas residentes en Holanda podrán ser convertidos en efectivo y negociados entre residentes de los tres países. 11 Las persones residentes en los tres países podrán transferir capitales de Holanda a la BLEU y de la BLEU a Holanda, invertir capitales en estos países en cualquier forma que sea, y sustituir una inversión determinada por otra. Las transacciones en efectos habrán de referirse a valores emitidos por personas jurídicas públicas o particulares de Holanda,Bélgica, el Congo Belga o Luxemburgo que recen en florines holandeses o en francos belgas, congoleses o luxemburgueses. Protocolo sobre armonización de la política agraria: 3 de mayo de 1955 Los problemas derivados de la actividad agrícola y cuestiones con ella relacionadas, revistieron desde un principio carácter especial dentro del Benelux como consecuen- cia de las diferencias que presenta el sector agrario en los tres países afectados, dife- rencias que son el resultado de una evolución histórica. La agricultura holandesa concentra buena parte de su interés en la exportación, en tanto que la belga y la luxemburguesa no aspiran sino a cubrir las necesidades nacionales. En estas condi- ciones se manifestaban diferencias de precio de costo, a veces considerables, entre la agricultura holandesa por un lado y la belgo-luxemburguesa por otro que constituían serio obstáculo para llegar a la libertad de tráfico interfronterizo. Con el fin de alcan- zar esta meta en el futuro para toda la producción agrícola, se decidió en 1955 proceder a la armonización paulatina de la política agraria. En virtud del acuerdo correspondiente, las restricciones existentes, consecuencia de los protocolos agrarios firmados en 1947 y 1950, habrán de quedar totalmente eliminadas dentro de un plazo de siete años. Migración de mano de obra Hasta tanto que surta efecto el tratado laboral del 7 de junio de 1956, cuya entrada en vigor coincidirá con la de la Unión Económica, rige a este respecto el reglamento interino de abril de 1957, que representa la realización casi total del mercado laboral común, por cuanto afecta a los obreros asalariados. El protocolo contiene la dis- posición de que todo obrero procedente de la BLEU que sea empleado en Holanda y, a la inversa, todo obrero holandés que sea empleado en la BLEU, gozará de las mismas condiciones laborales - concepto que abarca igualmente las previsiones sociales - que el natural del país. Durante el período de vigencia del acuerdo se ha llegado, además, a regulaciones especiales. La Unión Económica Debido a la conclusión de los acuerdos que hemos ido detallando, la Unión Econó- mica entre los tres países del Benelux era ya poco menos que una realidad. En efecto, sus respectivas economías estaban ya fuertemente entrelazadas; cada vez resultaba más difícil desistir de la colaboración iniciada sin daño para la totalidad o merma de 12 la prosperidad de cada uno de los países interesados. Los resultados de la colabora- ción ofrecían garantía suficiente para proceder a la realización del acuerdo de la Unión Económica. En el curso de dos reuniones del Comité de Ministros, celebradas en la primavera de 1957 se llegó a un acuerdo casi completo sobre el tratado de la Unión, que ya el 17 de septiembre pudo ser refrendado en Nueva York. Antes de proceder a su firma sometieron los gobiernos el texto del proyecto de tratado al Consejo Interparlamen- tario del Benelux. Este Consejo discutió el tratado en sus reuniones del 22 y 23 de noviembre de 1957, proponiendo algunas adiciones. Eliminados así los últimos ob- stáculos ya nada se oponía a la firma del tratado que por su prolongado período de vigencia, a saber, 50 años, y los muchos elementos constructivos que contiene, abre nuevas perspectivas a la consumación de la integración de la economía del Benelux. El Acuerdo de creación de la Unión Económica El Acuerdo de creación de la Unión Económica es en primer lugar una codificación de los acuerdos hasta entonces concluidos. Constituye además la base firme sobre la que habrá de asentarse el Benelux. El Acuerdo detalla como finalidades de la Unión Económica: a) el libre movimiento de personas, mercancías, servicios y capitales entre los tres países; b) la coordinación de la política económica interna; c) la cele- bración de una política comercial común frente al extranjero. a) La libertad de tráfico interfronterizo El libre movimiento de mercancías, servicios, capital y trabajo queda establecido en el Acuerdo. Al respecto de consigna que el libre tráfico entre los tres países no podrá ser entorpecido por causa de medidas nacionales de otra naturaleza que la económica o financiera. Con ello se alude concretamente a impedimentos no económicos o financieros que imposibiliten el libre paso por las fronteras, como prohibiciones de importación establecidas para proteger la sanidad pública o las buenas constumbres así como las medidas legales que a pesar de su carácter puramente interno produzcan un efecto obstaculizador, como las exigencias de calidad. Las medidas de control en las fronteras comunes o el registro de datos con fines estadísticos no constituyen impedimentos en el sentido de las cláusulas del Acuerdo. Dado que las condiciones de competencia podrán entorpecer el libre tráfico, dispone el Acuerdo que habrá de evitarse toda modificación maliciosa de las condiciones de la competencia comercial. b) Coordinación de la política económica, financiera y social El Acuerdo preve además la coordinación de la política económica, financiera y social con el fin de crear las condiciones necesarias para la integración económica del Benelux. 13 c) Actuación coordinada o conjunta, en su caso, frente al extranjero En cuanto a la política económica exterior prescribe el Acuerdo previa deliberación, a fin de determinar el punto de vista en el cuadro de instituciones internacionales y de la integración regional económica o en las relaciones con otros países, por cuanto estas afecten a las finalidades de la Unión. Al mismo tiempo queda establecida una política conjunta en cuanto al tráfico de mercancías y de pagos con lo cual se crea la posibilidad de libre circulación de mercancías procedentes de otros países. Por lo que respecta a las tarifas y demás derechos, se establece que la importación, exportación y tránsito de mercancías procedentes o destinadas a otros países deven- garán derechos arancelarios o de otro tipo según tarifas uniformes en todo el Benelux. El sistema de concesión de licencias y la fijación de contingentes serán también uni- formes. En la regulación de todas las demás cuestiones relacionadas con la impor- tación, exportación y tránsito se procederá en forma coordinada. Disposiciones monetarias Considerando que la Unión Económica no encierra la unión monetaria, recoge el Acuerdo una reglamentación de cuestiones monetarias, indispensable* al buen funcio- namiento de la Unión Económica. Entre las disposiciones destacamos la de que los gobiernos fijarán de común acuerdo su política con respecto a los cambios. Cuando se encuentren en peligro intereses vitales de alguno de los contratantes, el Comité de Ministros podrá establecer medidas de tenor diferente a las disposiciones del Acuerdo. Las instituciones de la UniónLa Unión cuenta ocho instituciones, a saber: 1. El Comité de Ministros; 2. el Consejo Consultivo Interparlamentario; 3. el Consejo de la Unión Económica; 4. las Comisiones y Comisiones Especiales; 5. el Secretariado General; 6. los Servicios Conjuntos; 7. el Colegio de Arbitros; 8. el Consejo Social y Económico 1. El Comité de Ministros en el que están representados los gobiernos de los tres países por tres miembros cada uno, es el órgano rector de la Unión Económica. Cuida de la aplicación del Acuerdo de la Unión y toma las medidas necesarias al efecto. Para el cumplimiento de su tarea el Comité de Ministros tiene la atribución de tomar de- cisiones por unanimidad, de carácter obligatorio para los tres gobiernos. Por lo 14 demás el Comité de Ministros traza las directivas que han de seguir los organismos de él dependientes y mantiene contacto con el Consejo Consultivo Interparlamentario. 2. El Consejo Interparlamentario del Benelux está compuesto por 49 miembros de los cuales 21 son designados por el parlamanto belga de su seno, 21 por el holandés y 7 por el luxemburgués igualmente de su seno. El Consejo está capacitado para deliberar y asesorar a los tres gobiernos sobre asuntos relacionados con: 1. la realización y el funcionamiento de la Unión Económica entre los tres estados; 2. el acercamiento cultural entre los tres estados; 3. la colaboración de los tres estados en el terreno de la política exterior; 4. la unificación del derecho en los tres estados Además delibera y asesora el Consejo sobre asuntos de interés común. 3. Del Comité de Ministros depende en primer lugar el Consejo de la Unión Económica, que actúa como organismo coordinador de las demás instituciones. Está formado por 3 presidentes designados por los gobiernos. respectivos y 3 representantes de las comisiones, nombrados igualmente por los gobiernos. 4. Las Comisiones, en número de siete, abarcan juntas todo el campo de actividades de la Unión, hay además 5 Comisiones Especiales que tienen encomendadas tareas específicas. Además del derecho de iniciativa, es decir, de hacer propuestas, tienen las Comisiones una tarea ejecutiva y de control de la ejecución por las administraciones nacionales de las decisiones adoptadas. 5. El Secretariado General de la Unión Económica a quien corresponden las actividades normales de secretaría del Comité de Ministros y de las demás instituciones, está establecido en Bruselas, si bien al frente de él se encuentra un holandés. 6. El Acuerdo confiere al Comité de Ministros la facultad de establecer, en caso necesa- rio, Servicios Conjuntos. 7. Las diferencias que pudieran surgir entre los estados contratantes en cuanto a la ejecución del Acuerdo serán dirimidas por un Colegio de Arbitros. Siempre que se presente el caso, cada uno de los países contratantes nombrará un árbitro y un árbitro suplente nacionales. 8. El Acuerdo preve igualmente la creación de un Consejo Asesor Social y Económico. Este Consejo, cuyos miembros son designados por los gobiernos de los tres países 15 previa consulta a las organizaciones sociales y económicas, goza de la atribución de emitir dictamen - ora a petición del Comité de Ministros, ora por propia iniciativa - sobre problemas directamente relacionados con el funcionamiento de la Unión Económica. La aplicación del Acuerdo queda limitada al territorio situado en Europa. Por lo que se refiere a la política económica conjunta, se establece la posibilidad de tener también en cuenta los intereses de los territorios de ultramar al concertar tratados comerciales con terceros países. El Acuerdo ha sido concertado por un período de 50 años, y se considerará tácita- mente prorrogado por 10 años cada vez, a menos que alguno de los países contra- tantes manifieste un año antes de finalizar el período de vigencia en curso, su deseo de rescindirlo. Disposiciones transitorias El Acuerdo contiene, finalmente, disposiciones transitorias que permiten excep- ciones de carácter temporal al principio del mercado común. Así por ejemplo, por consecuencia de las grandes diferencias que presenta la estructura agrícola de los tres países contratantes, se ha llegado a una reglamentación especial para este sector, que supedita el libre movimiento de productos agrícolas a determinadas condiciones. Se trata de una medida de transición, hasta tanto se llegue a la plena armonización de la política agraria de los tres países, para lo cual se preve en el acuerdo transitorio un plazo de 5 años (que finaliza en 1962). En cuanto al transporte, entre otras disposiciones se ha tomado la de que las restric- ciones cuantitativas aque están sujetos el transporte de mercancías y el transporte irregular de personas por carretera habrán de ser suprimidas dentro de un plazo máximo de tres años. Las excepciones a que se refieren las disposiciones transitorias serán revisadas cada año por el Comité de Ministros con el fin de estudiar la posibilidad de su eliminación. En caso de manifiesta necesidad el Comité de Ministros podrá prorrogar por dos años los plazos de transición previstos. Resultados La estrecha colaboración económica resultado de esta evolución, ha constituido indis- cutible estímulo al desarrollo económico de los tres países. Aspecto importante de esta colaboración es el desarrollo del comercio mutuo, que muestra un aumento regular de la participación de los tres países en el total de sus importaciones. La participación de la BLEU en las importaciones holandesas subió del 12 por ciento en 1938 al 19 por ciento de 1957. Y a la inversa, la participación de Holanda en las importaciones de la BLEU, aumentó del 7 por ciento en 1938 al 14 por ciento en 1957. La renta nacional de ambos grupos ha experimentado igualmente una subida debido 16 a la favorable influencia de la liberación del comercio mutuo, que permite el más racional aprovechamiento de los recursos nacionales. La renta nacional belga, calculada a base de precios constantes, había experimentado en 1956 un aumento del 50 por ciento con relación a 1938; la de Holanda un 70 por ciento. Gracias a la supresión de fronteras entre el Benelux, está desarrollándose pues una nueva estructura económica que sin ser aun perfecta - entre otros motivos porque la colaboración en el sector agrario no ha alcanzado aun pleno valor-, comprende ya extensos núcleos de las fuerzas económicas nacionales. El incremento del nivel de prosperidad en el Benelux no ha dejado de estimular el tráfico comercial con otros países. Prueba de ello es que al aumento de la renta nacional va unida una elevación del volumen de importaciones, que alcanza la cifra de 65 y 85 por ciento respectivamente. Vemos, pues, que la estrecha colaboración de los países del Benelux está lejos de redundar en perjuicio de su comercio con terceros países. Este no fué nunca, por lo demás, el propósito de los tres países contra- tantes. Al contrario, la política comercial unificada que ahora se sigue, tiende igual- mente a una mayor liberación del comercio internacional. Y precisamente en este aspecto la política común es instrumento valioso, pues el Benelux, cuarta potencia comercial del mundo, puede apoyar y estimular con más autoridad dicha liberación del comercio internacional. Los países del Benelux siguen dándose buena cuenta de que ahora como en el pasado su desenvolvimiento económico depende en importante y creciente medida del desarrollo de sus relaciones con otros países, tanto dentro como fuera de la Europa occidental. 17 H O L A N D A EN EL M U N D O DE LA POLÍTICA I N T E R N A C I O N A L Su posición La actitud de Holanda en política internacional se ha caracterizado desde el momento en que consiguió su independencia - o sea desde que nació como estado por el esfuerzo por conservar lo adquirido; así lo expuso hace bastantes años el jurisconsulto A. A. H. Struyken, miembro del Consejo de Estado, diciendo: 'La larga lucha por la liberación, coronada por la paz deWestfalia, dió plena satisfacción a las aspiraciones territoriales de Holanda. Nuestros antepasados nunca se esforzaron por extender sus dominios'. x) Struyken puede hablar, pues, de un 'peuple satisfait'. Ya antes, van Hamel había calificado nuestra política internacional de 'una política de seguridad tan cautelosa como conciente' 2); de Leeuw dice: 'La política exterior de este Reino (de los Países Bajos) . . . fué, ante todo, la política de un estado saciado' 3) y Kranen- burg: 'Es que nuestra política exterior no tenía otra mira que el mantenimiento de nuestro ser nacional? En efecto, no tenía otra'. 4 ) Holanda ha de mostrado en el curso de los siglos tener el máximo interés en un estado de equilibrio entre las potencias europeas; y es precisamente este interés el que en nuestro turbulento siglo XX, en que el equilibrio europeo se ha convertido en elemento del inestable equilibrio mundial, ha llevado a Holanda a integrar coali- ciones que tratan de mantener el equilibrio en el encogido mundo de hoy. Especialmente en los albores del presente siglo fué frecuente la opinión de que tan inexcusablemente como se derivaba del principio fundamental de nuestra política exterior - el mantenimiento de la independencia conquistada - nuestro interés en el mantenimiento del equilibrio entre las potencias europeas, se deriva de éste interés la necesidad imperiosa de que Holanda se mantenga neutral en medio de los estados circundantes. La neutralidad presupone sin embargo un estado de equilibrio - sin nosotros - y al mismo tiempo la voluntad por parte de las grandes potencias de respetar nuestra neutralidad. Como ambas circunstancias no se presentarán con carácter permanente, la neutrali- dad puede ser, sí, en circunstancias favorables, la política más acertada para el mantenimiento de nuestra independencia, pero la historia nos enseña que no ha de ser aceptada como principio inflexible de nuestra política exterior. 1 ) A. A. H. Struyken. De Hoofdtrekken van Nederlands buitenlands beleid (Rasgos fundamentales de la política exterior de Holanda), Arnhem, 1923 pag. 14 2 ) J. A. van Hamel. Nederland tussen de Mogendheden (Holanda entre las potencias), Amsterdam 1918; pag. 12 3 ) A. S. de Leeuw. Nederland in de wereldpolitiek (Holanda en la política mundial), Zeist 1936; pag. 17 4 ) Dr. B. W. Kranenburg. De hartslag van ons buitenlands beleid (El ritmo cordial de nuestra política exterior), Assen 1949; pag. 16 18 Buen ejemplo del apego a la idea de neutralidad que sentían tantos holandeses lo tenemos en el ya citado opúsculo de Struyken. Considerando nuestro interés en el equilibrio político por un lado, y la concepción de que 'con el poder se ha perdido la oportunidad de desempeñar papel dirigente en el torneo de la alta política' por otro lado, ha de llegarse a la conclusión de que . .no le queda al pueblo holandés otra política que la de neutralidad e i n h i b i c i ó n . . . ' C o m o si el interés nacional bien entendido no pudiera obligar a desempeñar un papel, aun comprendiendo la imposi- bilidad de dirigir la marcha de los acontecimientos mundiales. Y de hecho los argu- mentos de Struyken habían sido refutados ya en 1908 por el ministro señor de Marees van Swinderen al exponer en la Segunda Cámara que: 'si bien en el concierto europeo no debe aspirar Holanda a llevar la voz cantante, no hemos de perder de vista por un momento, que también los instrumentos secundarios pueden contribuir decisiva- mente al efecto armónico del conjunto, siempre que estén bien afinados y sean tocados con maestría'. 2) La concepción de Struyken de la posibilidad de mantenerse al margen, incluso en caso de conflicto entre las grandes potencias, frente a la cual Kranenburg exclamó indignado en 1949 - es decir, después de la Segunda Guerra Mundial - que 'la política de neutralidad . . . no es sino fariseísmo' 3) corresponde claramente al período 'pre- ideológico' en el que no se cernía sobre nosotros la amenaza de una guerra total con la total destrucción de un sistema político y orden social sino que se luchaba sólo por determinados intereses nacionales. Observemos de paso que la neutralidad holandesa no era cuestión de ética sino de política - a diferencia de lo que los neutrales suelen complacerse en afirmar - . No era tampoco cuestión jurídica; sólo y exclusivamente cuestión política, a dilucidar en última instancia por las grandes potencias, y notemos, finalmente, que no se derivaba, como la neutralidad de Bélgica después de 1839, del derecho de gentes, sino que era el resultado de propia elección. Por lo demás esta elección no estaba determinada tanto por el poder propio como por el equilibrio de las grandes potencias y por lo tanto dependiente de éste. Ya el 1936 previno de Leeuw: 'La alteración misma de los términos . . . está minando esta neutralidad'. 4 ) Considerando la evolución de la política exterior holandesa en este aspecto vemos que después de la 'guerra de los 80 años', se sigue una 'política de balanceo', de inter- vención activa para prevenir que una sola potencia llegue a conseguir la hegemonía continental. Van Hamel define muy acertadamente esta 'política de balanceo' - en la que descollaron Guillermo el Taciturno y Oldebarneveldt - como: 'la libertad por *) Struyken, ibidem, pag. 18 a ) Citado en: Dr. W. C. A. Barón van Vredenburch. De Buitenlandse Politiek van Nederland (La política exterior de Holanda), 's-Gravenhage 1918; pag. 8 8 ) Kranenburg, ibidem, pag. 8 *) de Leeuw, ibidem, pag. 241 19 la lucha contra la preponderancia y por la equilibrada relación entre las potencias vecinas' 1). Sobre esta base desarrolla el Rey-Estatúder su política europea de coalición. Sólo en el siglo XVII - en 1713 exactamente - caemos en la política de neutralidad que conducirá, finalmente, por consecuencia de la debilidad interna de la República y de las violencias desencadenadas por la Revolución Francesa (acontecimiento euro- peo), a la pérdida de nuestra independencia. De 1839 a 1940 vivimos un siglo de neutralidad bajo diferentes denominaciones - el ministro van Karnebeek hablaba de 'política independiente' - y con diferentes matices - hasta 1936 la Sociedad de Naciones nos impuso una renuncia parcial a la neutralidad en favor de los compro- misos internacionales Después de la Segunda Guerra se vuelve con la 'política de independencia en sentido moderno' (Stikker), a un período de activa política inter- nacional, en la que tratamos de poner a salvo nuestra independencia nacional de la amenaza del Occidente adhiriéndonos a organizaciones de coalición. Una de las constantes, en medio de todo, es la aspiración al equilibrio, que ha de garantizar nuestra integridad nacional; los medios con que se trata de conseguirlo, varían. Otro factor constante en la política exterior de Holanda es su carácter de potencia marítima y comercial por excelencia. Van Hamel dice 'La explicación hay que bus- carla en la geografía' 2). En efecto, este delta de los grandes ríos europeos, Rin, Mosa y Escalda, que es Holanda, con su extenso litoral y excelentes puertos; este país llano, abierto al tráfico por los cuatro puntos cardinales, situado en el cruce de lo que se llamó 'las nacionali- dades germana, romana y anglosajona', constituía ya en el período borgoñón - si no antes - centro del comercio y la navegación. Y si nuestra fuerza como potencia colonial, es ya historia, nuestra posición de país cuya existencia nacional depende, en mayor medida que la de cualquier otro estado occidental, del comercio y la nave- gación, sigue siendo factor determinante de nuestra política exterior. De ahí la impor- tancia que el Gobierno de Holanda concede a la integración económica, a la creación de un gran mercado europeo, dentro del problema de la unificación de Europa. Así como del esfuerzo por conservar nuestra independencia se deriva nuestro interés por el equilibrio político de Europa y a la larga en todo el mundo, de este último y de nuestro interés enla libertad de comercio y navegación se deriva nuestro celo por el desarrollo del derecho internacional. Así lo expresa el ya citado van Hamel: 'No es preciso ser un adepto del llamado materialismo histórico para reconocer la íntima relación y correlación entre los intereses económicos de un pueblo y sus concepciones éticas. Un pueblo carente de aspiraciones territoriales, que ve en el comercio de *) van Hamel, ibidem, pag. 13 2 ) van Hamel, ibidem, pag. 1 20 ultramar fuente de subsistencia, cuyos intereses sólo la paz puede favorecer, tal pueblo constituye por naturaleza terreno abonado para el nacimiento y el desarrollo de concepciones éticas dirigidas hacia el mantenimiento de la paz mundial' Y en otro lugar de su obra: 'Nuestras fuentes de subsistencia son las mismas que en tiempos pasados: la libertad del comercio y de la navegación son condiciones indispensables al efecto. Todo cuanto redunde en beneficio del tráfico ordenado y pacífico entre los pueblos redundará en beneficio de la nación holandesa; toda ordenación jurídica de la sociedad de naciones constituirá beneficio positivo' 2). También de Leeuw habla de 'nuestro amor por el pacifismo y el derecho interna- cional' 3), aunque para él este sentimiento se deriva exclusivamente del deseo de conservar lo adquirido. Schmidt concede al 'coadyuvar en la realización y mantenimiento de una paz justa y duradera' - formulación de evidente sabor a la época en que se compone la obra, 1945 - el segundo lugar entre los puntos fundamentales de la política exterior activa que postula, inmediatamente después del clásico 'mantenimiento de nuestro ser nacional independiente" 4). Vemos, pues, sin género de duda que el fomento de una ordenación jurídica inter- nacional tanto por consideraciones ideológicas como en provecho de intereses muy reales, constituye uno de los firmes principios de la política holandesa. En estos momentos en que, pasada la etapa liberal del siglo anterior con su doctrina de la primacía de la libertad individual, vuelve a situarse en primer plano la tarea del estado en el mantenimiento y el fomento de la prosperidad nacional (y parte de esta tarea ha venido a situarse incluso en plan internacional, pero esto merece capítulo aparte), ha de agregarse a las finalidades fundamentales de la política exterior de Holanda la del fomento del bienestar, de la prosperidad material y moral. Así pues, por cuanto se traduzca en medidas concretas encaminadas a robustecer la posición económica del país en medio de la comunidad actual de pueblos, podríamos ver en tal política un reconocimiento por parte del Gobierno de que Holanda es esencialmente potencia comercial y marítima - lo que nos conduce de nuevo al archi- conocido postulado - . Ahora bien, por cuanto se relaciona al bienestar moral, a la conservación y profundización de la cultura occidental fundamentada en el cristi- anismo - como podría también formularse - , hemos vuelto en estos sombríos co- mienzos de la segunda mitad del siglo XX con la amenaza del Oriente, a la concepción de que nuestra cultura ha de ser defendida - lo mismo que antaño contra moros, turcos y tártaros - con las armas en la mano y también con las fuerzas del espíritu. *) van Hamel, ibidem, pag. 16 2 ) van Hamel, ibidem, pag. 22 s ) de Leeuw, ibidem, pag. 17 4 ) P. J. Schmidt. De buitenlandse politiek van Nederland (La política exterior de Holanda), Leiden 1945; pag. 21 21 Notable es cómo esto último encuentra expresión en las cláusulas culturales del Tratado de Bruselas y del Pacto del Atlántico Norte. Considerando, para terminar, los factores determinantes de la política seguida por el Gobierno, hemos de consignar en primer lugar la fuerza. Lo mismo que la política de neutralidad, si bien dependía por un lado de la aceptación pasiva por parte de las grandes potencias, se sustentaba por otra parte en la fuerza, y concretamente en la fuerza militar que Holanda podía y quería poner al servicio de esta política (política tanto más débil a medida que disminuía nuestro poderío militar, como nos enseña la historia del siglo XVII), ahora nuestra política de defensa del ser nacional mediante alianzas será tanto más efectiva cuanto mayor sea la fuerza que aportemos al fondo común de la coalición. Ahora bien, como expuso el ex-ministro de Asuntos Exteriores Beyen en cierta ocasión, 'La fuerza física no es el único factor decisivo en la vida de los pueblos'. La capacitación de políticos y diplomáticos es, en efecto, fuerza de mayor eficacia para la realización de una política determinada en esta época de 'paz un tanto excesiva- mente fria', según acertada calificación de De Block. Y la capacitación específica de políticos y funcionarios se ve respaldada en la ejecución de la política exterior holandesa por la fama de pericia que Holanda ha sabido con- quistarse en todo el mundo por las notables realizaciones de sus comerciantes, sus agricultores, sus industriales, sus ingenieros hidráulicos, sus marinos, sus especialis- tas en cuestiones tropicales y de tantos otros hijos de su suelo en todo el amplio dominio de las ciencias. Finalmente, el efecto de la política depende, claro está, de la determinación de esta política (dependiente a su vez de la antes consignada capacitación) y de la continuidad de la misma. En este aspecto, el apoyo que siempre prestó Holanda a todo intento de ordenación jurídica internacional, constituye ya de por sí una fuerza. Su política Pasando ahora a considerar la política internacional de Holanda, vemos en primer lugar que considera como su más efecaz aportación a la convivencia pacífica de los pueblos su colaboración en la labor de las Naciones Unidas ya que este organismo encarna cuanto ha sido posible construir, muchas veces a costa de penosos esfuerzos, en el terreno de la ordenación jurídica internacional, y labora además por el mante- nimiento y consolidación del derecho de gentes. Sin olvidar su carácter de pequeña potencia, estima Holanda que no ha de renunciar a ejercer influencia en la marcha de las cosas en las Naciones Unidas y sus organismos especializados, interviniendo en los debates en el momento oportuno y con espíritu constructivo. 1 ) Prof. A. L. de Block. Het Primaat der Buitenlandse Politiek (El fundamento básico de la política exterior), Economie, julio/agosto 1949; pag. 453 22 En este aspecto se guía Holanda por la convicción de que el exacto cumplimiento de las disposiciones de la Carta y en particular del conocido párrafo 7 del artículo 2, que substrae expresamente a la competencia de la ONU los asuntos que incumben a la jurisdicción de los Estados miembro, puede contribuir en gran medida a favorecer la marcha de las cosas. El respeto de los derechos del hombre y de las libertades funda- mentales que establecen los artículos 55 y 56 de la Carta es asunto que, a juicio de Holanda, pertenece por entero a la zona de jurisdicción de la ONU. En atención a que el número de países miembro de las Naciones Unidas se eleva actualmente a 80 - por la admisión de 16 estados en 1955 - estima Holanda que estaría justificado proceder a la ampliación de Consejo de Seguridad y del Consejo Económico Social. La admisión de la República Popular China no le parece oportuna a Holanda mien- tras subsistan en el seno de las Naciones Unidas las profundas diferencias de opinión que ahora se manifiestan. De los asuntos que, en el marco de las Naciones Unidas, nos afectan especialmente, tenemos la cuestión de la Nueva Guinea. El punto de vista holandés es que la Nueva Guinea holandesa ha de ser mantenida bajo la soberanía de Holanda. Con ánimo sincero y decidido y aceptando las obligaciones financieras y políticas que ello supone, va preparando Holanda la emancipación paulatina de dicho territorio. La ayuda a las regiones menos desarrolladas ha de ser mantenido con toda energía, pues el desarrollo económico de estas regiones constituye problema de urgente solu- ción. El gobierno de Holanda deseaque sea constituido en el plazo más breve posible un fondo especial de las Naciones Unidas (SUNFED) que permita el financia- miento de la infraestructura social y económica de las regiones menos desarrolladas. Por lo que respecta a la ayuda económica a la Europa meridional y sudoriental, los países del ECE se han mostrado dispuestos a contribuir al desarrollo económico de estos países (Grecia, Italia, Turquía y Yugoeslavia) en cuanto sean presentadas propuestas concretas. En cuanto a la reducción de armamentos sustenta el Gobierno de Holanda el punto de vista de que ésta sólo podrá ser decidida si el acuerdo a que se llegue no pone en peligro la seguridad del Occidente ni del mundo libre en general. Holanda espera que en las negociaciones al efecto no deje de considerarse al mismo tiempo la limitación de pruebas nucleares. Las rivalidades y los problemas entre el Oriente y el Occidente reclaman la continua atención de Holanda tanto en el marco de las Naciones Unidas como fuera de él. La segunda conferencia de Ginebra (julio de 1954) mostró ya un brusco viraje en en la 'política de sonrisas' de Moscú. La política soviética en el Oriente Medio y la intervención en los estados satélites muestran que la política de la Unión Soviética sigue siendo la misma, que los dirigentes comunistas recurren an todos los medios - políticos, económicos, de violencia - para mantener y extender donde sea posible 23 su zona de influencia. Los dramáticos sucesos de Hungría donde miles de patriotas pagaron con su sangre sus ansias de libertad, han conmovido profundamente al Gobierno de Holanda. En el Oriente Medio es la nacionalización unilateral por parte de Egipto del Canal de Suez la que desde un principio preocupó seriamente al Gobierno, que participó en las dos conferencias de Londres, llevado del deseo de no escatimar esfuerzo por contri- buir a la solución del conflicto surgido. La colaboración de las potencias interesadas, la estima Holanda indispensable. Holanda consideró siempre con la máxima simpatía los sentimientos nacionalistas de las naciones jóvenes; teme sólo los excesos del nacionalismo tanto más peligrosos cuanto que se ven azuzados y apoyados por la Unión Soviética y sus satélites. La segunda Conferencia de Londres condujo al proyecto de crear la SCUA (Asocia- ción de Usuarios del Canal de Suez) a la que se afiliaron diferentes países, Holanda entre ellos, que representan el 90 por ciento aproximadamente del tonelaje que hace uso de esta vía marítima. La acción militar de Israel y del Reino Unido y Francia, ha creado una nueva situación que son las Naciones Unidas las llamadas a estudiar y resolver satisfactoriamente. La gran importancia que reviste para los pequeños países como Holanda, e incluso en lo político, la colaboración atlántica, es cada día más evidente. Las finalidades militares de los aliados están claramente delimitadas. Una organización suprana- cional en este terreno no se estima necesaria. Holanda se propone estimular y ex- tender la colaboración en todos los terrenos; en el militar, convencida como está de que la situación política y militar del mundo no tolera una relajación al respecto, y en el no militar considerando que la colaboración militar sin amplia coordinación de la política exterior y la economía de los estados miembro nunca seiá respuesta categórica a las amenazas con que el mundo libre sigue enfrentándose. El contacto parlementario regular de los países del Atlántico contribuiría sin duda a la realización del artículo 2 del Pacto del Atlántico Norte. El hecho de que en la guerra fría el acento se haya desplazado del frente político al económico, no ha venido a facilitar la colaboración internacional. La guerra fría económica pudiera forzar a los países libres y en particular a los del OECE a adoptar medidas en pugna con la liberalización y multilateralización del tráfico de mercancías y de pagos que en tan alto grado ha contribuido, durante la presente postguerra, al restablecimiento economicó. Además una ofensiva económica establecerá exigencias mucho mayores a la cohesión política interna del mundo atlántico. Por eso es motivo de satisfacción para Holanda que el Consejo del Atlántico Norte decidiera en mayo de 1956 dedicar mayor atención a los aspectos políticos de los problemas económicos. En las nuevas concepciones militares se ha puesto aun más de relieve la necesidad de tener al día el aparato defensivo. La decisión de Holanda - tomada a instancias de la NATO - de aumentar sus efectivos militares elevando de 1 a 2 el número de divisiones 24 listas para la acción inmediata, demuestra que el país ve clara la necesidad de con- struir un baluarte de fuerzas militares convencionales para la defensa de Europa occidental. La colaboración en el terreno militar dentro de Europa misma tiene lugar a través de la Unión Europeooccidental. Labora Holanda porque la Unión constituya un foro de discución política entre los siete países integrantes. En este terreno se aspira igual- mente a la integración cultural y social, prestándose por de pronto la máxima aten- ción a la adaptación de los nuevos miembros, la República Federal alemana e Italia, a los acuerdos concertados dentro del marco del Pacto de Bruselas. Al tratar de la colaboración europea en el terreno política y económico llegamos a un dominio en el que desempeña importante papel el tercero de los objetivos de la polí- tica internacional de Holanda, a saber, el fomento del bienestar material y moral. En el Benelux, en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y en la Organiza- ción Europea de Cooperación Económica labora Holanda en pro de la prosperidad de su pueblo y de la intensificación de la colaboración entre las naciones occidentales. También el Consejo de Europa ha de servir a estos fines. Holanda continuará apoyando enérgicamente toda nueva modalidad de integración. El nacimiento simultáneo del Mercado Común y del Euratom constituyen para ella motivo de satisfacción. Holanda celebra que la Gran Bretaña se muestre dispuesta a colaborar más estre- chamente con los países de la CECA, y ello tanto por motivos políticos - consolida- ción de la alianza entre el Reino Unido y la Europa occidental - , como económicos - la creación de una zona de librecambio extiende el área en que el tráfico comercial es liberalizado - . El 18 de agosto de 1956 entró en vigor el Protocolo del Benelux relativo a la política comercial; dentro de los dos años siguientes habrá de haberse realizado la unificación de la política comercial. Pero ya con anterioridad se han sentado las bases para el establecimiento de tratados comerciales conjuntos con terceros países; en efecto, a fines de 1956 negoció la primera delegación del Benelux un acuerdo con Dinamarca. El que en esta exposición, breve e incompleta por lo demás, se haya aludido una y otra vez a los objetivos de la política internacional de Holanda, demuestra que la voluntad de conservar nuestra independencia nacional, el deseo de fomentar la orde- nación jurídica internacional y la aspiración de contribuir al bienestar material y moral de nuestro pueblo - por abstractas que puedan parecer estas formulaciones - determinan en alto grado la actitud de Holanda frente a los problemas políticos que plantea el mundo de nuestros días, elevando su política a algo más que mera reacción circunstancial y comunicándola rasgos propios y genuinamente holandeses. 25 H O L A N D A Y LA AYUDA TÉCNICA INTERNACIONAL 'En este mundo, de nuestros días en constante proceso de integración, el bienestar del propio país está indestructiblemente unido al bienestar y al equilibrio material y moral de casi todas las demás naciones. Este equilibrio sigue aun perturbado en numerosas regiones menos desarrolladas. Por eso el problema de ese más de medio mundo deficientemente desarrollado ha de ocupar el primer plano en la política exterior de cada país. Por lo que a Holanda se refiere, es éste indiscutiblemente elcaso.' Nos parece conveniente reproducir este párrafo de una comunicación relativa a la ayuda a regiones menos desarrolladas dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores a la Segunda Cámara de los Estados Generales, porque traduce exactamente los sentimientos que animan a la mayoría del pueblo holandés, el cual está acostumbrado de siempre a mirar más allá de sus fronteras y sintiéndose estrechamente uñido con todos los pueblos del mundo. Siempre que se le ofrece la oportunidad participa Holanda, en la medida de sus fuer- zas, en el desarrollo de otras regiones. No es posible dentro de los reducidos límites de que disponemos, detallar las actividades que en este terreno se despliegan y han desplegado tanto a iniciativa oficiel como particular. Hemos de limitarnos, pues, a lo que suele calificarse de ayuda técnica internacional, y más en particular a la par- ticipación de Holanda en el extenso Programa de Ayuda Técnica de las Naciones Unidas y sus organismos especializados. En 1950 decidieron las Naciones Unidas la ejecución de un programa de ayuda técnica a países menos desarrollados, el cual había de ser financiado por aportaciones voluntarias de los estados miembro. En junio del mismo año pudo darse comienzo a tales actividades. Además de la sección de ayuda técnica de las Naciones Unidas, tenemos la Food and Agricultural Organisation (FAO); la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organisation (UNESCO); la International Labour Organisation (ILO) y la World Health Organisation (WHO), cada una de las cuales tiene encomen- dada la ejecución de un programa de acuerdo con el terreno de su especialidad. Para el primer ejercicio económico, 1950/51, se reunió la suma de 20 millones de dólares, a base de aportaciones voluntarias de los 55 estados miembro; la contri- bución de Holanda fué de 40.000 dólares. Estas aportaciones han ido aumentando de año en año. Para el ejercicio 1957 se cuenta disponer de 30.8 millones de dólares suministrados por 75 países. Holanda proporcionará 874.000 dólares, de forma que su aportación ha subido del 2 por ciento en 1951 a casi el 3 por ciento en 1957. La Ayuda Técnica Internacional comprende: a. el envío de técnicos por países de alto desarrollo a los menos desarrollados; 26 b. la acogida de 'fellows ' de países menos desarrollados en los de alto desarrollo; c. la aportación de material auxiliar. Por 'fellow' se entiende, en el caso que nos ocupa, la persona que ha alcanzado el más alto grado posible de capacitación profesional en su país, y desempeña en él un cargo destacado. Dado que Holanda, como queda dicho, considera la ayuda técnica internacional como asunto de la mayor importancia, en cuanto se hizo público que las Naciones Unidas iban a establecer un programa, procedió a constituir una comisión inter- ministerial, pues que las actividades en el terreno afectarían a varios ministerios. Al mismo tiempo fué creada en el Ministerio de Asuntos Exteriores una Oficina de Ayuda Técnica Internacional, que actúa como Secretariado de la Comisión inter- ministerial y está encargada de la ejecución práctica de las actividades en el terreno de la ayuda técnica internacional. Recogemos a continuación un cuadro que detalla junto a la amplitud de la ayuda técnica internacional, la parte que en ella ha correspondido a Holanda: Especialistas enviados, total Holandeses Fellows acogidos, total En Holanda 1950/51 797 47 845 56 1952 1626 105 2127 165 1953 1825 117 1195 151 1954 1584 97 1529 151 1955 2386 131 2094 190 1956 2463 139 2291 205 10.681 636 10.081 918 De los 139 especialistas que proporcionó Holanda en 1957, 17 actuaron bajo los auspicios de la TAA, la International Telecommunication Union (ITU) y la World Meteorological Organization (WMO); 17 bajo los auspicios de la UNESCO; 62 en la FAO; 15 en la ILO; 18 en la WHO y 10 en la International Civil Aviation Organiza- tion (ICAO). Ayuda bilateral A más de la Ayuda Técnica Internacional de las Naciones Unidas cabe citar la Ayuda Bilateral Norteamericana (ICA), creada por Estados Unidos para enviar, por cuenta propia, especialistas norteamericanos y recibir 'fellows' a los efectos de su ulterior capacitación. Ahora bien, al correr de los años ha ido ganando terreno la convicción de que la eficacia de la labor se verá aumentada por la inclusión de otros países 27 desarrollados, y asi recibe Holanda, entre otros países, 'fellows ' y proporciona infor- mación en el marco del programa de ayuda norteamericana. Otra modalidad es la de prestar mediación cuando un país solicita individualmente ayuda técnica para la ejecución de un proyecto determinado. Así han recurrido a Holanda, algunos países entre los que citamos Irak, el Sudán, los países de la costa occidental de Africa, Turkia y Birma. Dentro del marco de la ayuda bilateral, prestaban servicio en el extranjero 142 especialistas holandeses que unidos a otros 16 que actuaban bajo los auspicios de diferentes organizaciones internacionales y a los 139 del Programa de Ayuda Técnica Internacional, hacen un total de 297 especialistas holandeses al servicio del extranjero. De ellos trabajaban 88 en Africa, 59 en Asia y el Lejano Oriente; 22 en Europa; 50 en la América Central y del Sur y 78 en el Oriente Medio. El número de fellows a que dió acogida Holanda en 1956 fué de 271, desglosados como sigue; 205 bajo los auspicios del Programa de Ayuda Técnica Internacional y 66 en la ejecución de programas de ayuda bilateral. Estos fellows vienen a Holanda a estudiar las materias más diversas. La duración de su estancia va de tres semanas e seis meses. Institutos Internacionales La ejecución de programas de ayuda técnica ha impulsado en Holanda la creación de diferentes institutos especialmente destinados para acoger a extranjeros, entre los que destacamos el Instituto de Estudios Sociales, de La Haya; el Instituto Inter- nacional de Cartografía Aérea, de Delft; el Centro Internacional de Estudios Agra- rios, de Wageningen y el Curso Internacional de Pequeñas Industrias, de Delft. En período de organización se encuentra un Curso Internacional de Ingeniería hidráulica en Delft. La creación de tales institutos ha contribuido a eliminar uno de los mayores obstá- culos, el del idioma. 28 EL ESFUERZO MILITAR El estado de creciente tensión internacional que caracterizó la última postguerra y la convicción de que sólo unidos podrían resistir los pueblos libres la agresión totali- tarista, indujeron a Holanda a concertar con Francia, Gran Bretaña, Bélgica y Luxemburgo el Pacto de Bruselas de 1948; a adherirse en 1949 a la Organización del Tratado del Altántico Norte y, más recientemente, a participar en la creación de la Unión Europeooccidental. Aunque inicialmente sus obligaciones militares en Indonesia impidieron a Holanda contribuir a la defensa común aportando fuerzas militares, desde 1950, terminadas sus obligaciones en Indonesia, y más en particular desde que estalló la guerra de Corea, viene esforzándose decididamente por cumplir los compromisos contraídos frente a la OTAN. Además de estas obligaciones y las que se derivan de su calidad de miembro de las Naciones Unidas - en virtud de las cuales hubo de participar en las operaciones de Corea es responsable Holanda de la defensa de sus territorios de ultramar, Antillas neerlandesas, Surinam y Nueva Guinea. Y las fuerzas armadas de Holanda han de cuidar, igualmente, de la protección de la marina mercante fuera del área de la OTAN. Principios de la organización de la defensa Los limitados recursos financieros de un país pequeño como Holanda hacían im- posible establecer un proyecto de organización de ejércitos de tierra, mar y aire, todos los tres suficientemente poderosos para defender la metrópoli, los territorios de ultramar y la extensa marina mercante. Por lo demás el concepto de defensa colec- tiva no implicaba la organización de fuerzas nacionales equilibradas. Por el contrario, en la organización
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