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Fuente: Fontaine, p. 30 
 
7. Ejemplos de precios “mentirosos” 
 
a. El agua en Iquique: en Iquique, en el norte desértico de Chile, el agua tenía, hasta 
finales de 1970, un precio (costo privado para quien la usaba) de, digamos, $20 el metro 
cúbico; sin embargo, el costo verdadero (social) de producirla era significativamente 
mayor; digamos, de $50. Es así como por cada metro cúbico de agua utilizada en la producción 
de pan en Iquique, el país se empobrecía en $30. 
Si el costo privado total de producir pan es $100 y su precio fuera $104, el productor 
estará generando $4 de excedente privado en esa actividad, lo cual lo tiene muy contento 
y le enriquece. Pero si en el proceso utiliza 0,2 metros cúbicos de agua, el verdadero 
costo social de producirlo será $106, debido a lo cual su actividad está en verdad generando 
un excedente social negativo de $2. Es decir, su actividad empobrece al país en $2, si 
bien el panadero se enriquece en $4 por cada marraqueta (unidad) producida y vendida. 
c. Los computadores en Argentina: por años, los argentinos pagaron precios desorbitantes 
por los computadores, cuya producción nacional estaba protegida (subsidiada) 
con un arancel prácticamente prohibitivo. Así, el precio de los computadores era, digamos, 
el de tres vacas cada uno. Si su precio en el mercado mundial era de dos vacas por 
computador, la Argentina se empobrecía en una vaca por cada computador que producía, 
si bien la IBM obtenía jugosos excedentes privados al producirlos. 
 
 
d. El agua potable en México: en Ciudad de México se aplica el más absurdo de los 
sistemas de tarificación para el agua potable. Las viviendas particulares pagan un precio 
ridículamente bajo por metro cúbico, de suerte que un amigo nuestro no paga más de 
seis dólares cada dos meses en una casa con un jardín nada insignificante (en cuanto a su 
tamaño y necesidades de riego). Pero, las instituciones –empresas, universidades y oficinas– 
pagan ¡cuatro dólares por metro cúbico consumido! Sepan nuestros lectores que 
desalinizar agua de mar no cuesta más de dos dólares el metro cúbico, por lo que la situación 
en Ciudad de México es en verdad aberrante. El Rector del ITAM (Instituto 
Tecnológico Autónomo de México) nos dijo que instalará él mismo su planta de agua, lo 
cual es a todas luces un buen negocio para ella y un pésimo negocio para México: el precio 
mentiroso de US$4 lo lleva a tener el incentivo para gastar hasta US$3,99 para sustituir 
el suministro público, el cual obviamente se entrega a un costo social menor que $4. 
Me encantó ver en el gimnasio del ITAM un sistema para cobrar por las duchas que se 
toman los gimnastas: ellos ponen una moneda equivalente a US$0,50 y la ducha corre 
por tres minutos, al cabo de los cuales deberá colocarse otra moneda para continuar con 
ella... el gimnasta puede oprimir un botón para suspender momentáneamente la operación 
mientras se jabona, y volver a oprimirlo para nuevamente recibir agua cuando la 
necesite, ahorrándose con ello el “vital elemento”. ¿No le parece sencillamente fantástico 
cómo el mercado vino a ayudar a solucionar los problemas del Rector? ¿Se hubiera invertido 
en ello si el precio del agua fuese sólo medio dólar por metro cúbico, lo cual ya es 
“alto” para los estándares mundiales? ¡Qué niveles de desperdicio inducen los precios 
mentirosos!

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